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Leticia Aguilar Pascual
1er Encuentro de Asesores CCH oriente, mayo 2011
El Modelo del Colegio y la asesoría
En la formación de alumnos, siempre han sido determinantes los hábitos de
estudio que tenga cada uno de ellos para su éxito o fracaso en un cierto periodo
escolar o en toda su trayectoria académica. Mucho de ello ha garantizado la
adaptación del alumno a su entorno escolar así como la definición de objetivos
para su futura formación académica. En particular en el caso del bachillerato, éste
se vuelve determinante en la formación que el alumno se hace de ciertas
disciplinas y en consecuencia en la definición de sus estudios de licenciatura,
tarea que el Modelo educativo del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) se
ha tomado muy en serio.
No podemos omitir que en muchos de los casos, los estudiantes eligen sus
estudios de licenciatura en función del desempeño que hayan tenido en las
asignaturas de su bachillerato, lo que es bueno si consideramos que la aplicación
de ellos es plena y seria. Por esta razón la enseñanza en el CCH se ha integrado,
en diferentes momentos, con las asesorías como un programa paralelo al
seguimiento de los aprendizajes y para fortalecer el principio de “aprender a
aprender”. Han existido diferentes programas de asesorías en las respectivas
Áreas en que se divide o en lo que comúnmente conocemos como Academias,
siempre con el interés de mejorar el perfil de nuestros egresados.
El interés por definir en forma más significativa a un egresado de CCH se ha
acompañado del interés y conocimiento que existe entre algunos profesores por
el desempeño académico de éstos en sus estudios de licenciatura, ya sea porque
el profesor también imparte clase en ésta o porque mantiene contacto por un
cierto tiempo con sus ex alumnos; pero sobre todo, dicho interés se ha unificado
por los principios que define al Colegio y el seguimiento del Plan y Programa de
Estudios.
El surgimiento de un Programa Institucional de Asesorías, surge como respuesta a
la problemática de aprobación que se presenta en tres asignaturas significativas, y
donde el profesor sustituye la impartición de un curso por asesorías. Esto significó
un cambio importante pues se integran un gran número de profesores que ahora
están apoyados por la infraestructura (divulgación, lugares, personal,) de la
institución y por ende regidos por ciertos principios o reglas definidos por ella
misma.
Por un lado es importante mencionar que el bachillerato en la UNAM tiene un
carácter masificado, es público y representa la opción de mayor demanda en
nuestro país. Por otro, presentamos severos problemas en la impartición de
educación por falta de recursos y opciones para una población adolescente, así
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como de políticas gubernamentales en torno a los sistemas educativos. Se nos
presenta un panorama de competencia entre los estudiantes en ambos sentidos
(competente y carreras con obstáculos para ser un ganador) y resulta más doloso
observar que las opciones son pocas, y que la tarea que corresponde a nuestra
Universidad en la integración de esta población a una vida académica se vuelve
titánica; el entorno social, cultural, económico, no es nada favorecedor.
Cuando nos referimos en estos términos a la asesoría, observamos entonces que
los obstáculos que presenta un profesor ante un alumno cuyas opciones son
mínimas, ha cambiado mucho desde los primeros intentos de impulsar un
programa así. Los profesores enfrentamos ahora el reto de mostrarnos ante el
alumno como una población que refleje alternativas para ellos, alternativas
culturales, de formas de vida, de opciones de respuesta a las interrogantes
propias de nuestra sociedad; en consecuencia los inconvenientes que merman el
logro de los aprendizajes son ahora más complejos y numerosos.
Tenemos entonces el reto entonces de construir una cultura de asesoría
enmarcada en una formación académica, lo que no es nuevo para el Colegio, este
reto forma parte del trabajo de un profesor que se rige con los principios de
aprender a aprender, de aprender a ser. A 40 años del origen del CCH,
retomamos la vigencia de éstos en un programa como éste.
Nos referimos en la actualidad a términos como “cultura de manejos residuales”,
“cultura de calentamiento global”, “cultura del cuidado del agua”, etc., y los
profesores que se integraron desde un inicio a este programa han contribuido a lo
intentamos llamar cultura de la asesoría. Comparativamente, son mucho más
importantes los primeros para nuestra sociedad, pero no menos importantes son
los segundos como elementos de un entorno académico-escolar.
Pero ¿es éste el objetivo de este programa? Diferentes razones lo justifican:
Disminuir la reprobación
Aumentar el egreso
Aumentar el ingreso a licenciatura
Fortalecer aprendizajes
Fortalecer los elementos de formación sui-generis en cada alumno
Asignar horas distintas a la impartición de clases para un profesor
Surgen entonces preguntas sustanciales
1. ¿Por qué asiste un alumno a asesorías?
2. ¿Por qué un profesor decide integrarse a este programa?
3. ¿Por qué se da la continuidad de ambos? O ¿Por qué se abandona?
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4. ¿Por qué la institución se interesa en ello?
En un primer momento conviene centrarse en las primeras dos preguntas. En un
segundo momento en la tercera, y en un tercer momento la última pregunta.
Surgen las asesorías
Existe un alta reprobación y debemos revisar este hecho y disminuirlo, ésa es la
causa de que ahora podamos discutir en torno a Programas de Estudio y
Aprendizajes entre los profesores que se encuentran en asesorías.
Una de las características que me parece importante remarcar, es que lo
queramos o no, se ha caracterizado una forma colegiada de la impartición de las
llamadas asesorías; con su fallas, aciertos o tropiezos, se ha unificado a un grupo
de profesores que manejan la disciplina respectiva en torno a un problema central:
El logro de los aprendizajes descritos en un cierto Programa de Estudios, en este
caso el CCH.
Un grupo considerable de profesores a trabajado en resolver el problema que
representa para un alumno el logro de éstos y por tanto de su aprovechamiento
escolar medido en calificaciones (lo que no siempre es así y que también hemos
vislumbrado en esta experiencia de asesorar alumnos). Dicho de este modo,
podemos ya aportar elementos que contribuyan a una discusión en torno al por
qué para el alumno es difícil cierta o cual materia. Si son los hábitos de estudio, si
son las diversas formas de evaluación que existen en la libertad de cátedra, o
simplemente que al alumno no le satisface estudiar.
Siempre hemos podido aportar estos elementos, la diferencia ahora, radica en que
son varios profesores en forma simultánea que están en ése enfrentamiento al
problema, en la discusión y el análisis del por qué y la aportación de posibles
soluciones. Aquéllos que están dentro de este programa pueden afirmar que están
empapados del problema, ya no es un trabajo con nuestros alumnos del grupo, es
un trabajo con los alumnos del Colegio unificados por un Programa de Estudios y
un Modelo.
En este sentido es importante el surgimiento de esta forma de asesorías, se crea
entonces un análisis, observación y propuestas en torno al profesor sobre la
asesoría y los logros de los aprendizajes en nuestro Modelo Educativo en
forma colegiada, forma que siempre se nos dificulta por las difíciles jornadas
laborales que desempeñamos los profesores (lo mismo podría afirmarse en
tutorías, sólo que aquí dicho concepto se encuentra en proceso de formación,
pues no existen antecedentes tales como en asesorías.)
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Esta es una diferencia cualitativa en la concepción de disminuir reprobación y
aumentar el egreso. La primera se relaciona con una asesoría preventiva, la
segunda con una remedial y en este aspecto es más notoria la diferencia si nos
referimos a los cursos de Programa de Apoyo al Egreso (PAE). No es lo mismo,
disminuir la reprobación a aumentar el egreso, la primera retoma el logro de los
aprendizajes como eje fundamental, la segunda puede quedarse sólo en la mera
evaluación de ellos en el mejor de los casos.
Cuando inicia este proyecto de asesorías comisionadas, cambia el sentido de
éstas en el Colegio, el profesor retoma el proyecto con la libertad y
responsabilidad que implica el trabajar en el aula, y también es importante
mencionar que varios de los profesores han trabajado en asesorías sin tener esta
posibilidad pero con la intención de darle forma a un Programa Integral de
Asesorías para el Colegio, no sólo para algunas materias y esto es lo que ha
fortalecido bastante al Programa en nuestro plantel.
Pero la cultura de asesoría no surge sólo para el profesor, también surge para el
alumno. Los alumnos se encuentran ahora unificados por un mismo profesor al
que consultan, pese a tener distintas formas de trabajo en el aula y de evaluación,
los puntos singulares de dificultad en los aprendizajes quedan ahora claros y
concisos, con ayuda del profesor asesor. Éste primer encuentro es el que permite
que el alumno continúe en el programa y pase a otra etapa donde valorice sus
aciertos y métodos de aprendizaje, para después enfrentar de forma concisa y
certera algún otro curso de cierta disciplina.
En este sentido, la cultura de asesoría que se crea en el alumno es importante en
lo que se conoce como autorregulación, los expertos podrán opinar más
certeramente, lo que es sustancial en la formación de un estudiante y de su futuro
profesional.
Esta es una de las razones por las que el alumno asiste a asesorías, búsqueda de
aprender a aprender, y el profesor está para aprender a hacer.
La causa fue superada
De disminuir la reprobación y aumentar el egreso ahora tenemos el objetivo
inmediato en varios de los profesores que se han integrado desde inicio a este
programa
¿Cómo lograr los aprendizajes?
Qué problemas detectamos en nuestra disciplina, más puntualmente en
cada unidad de nuestro Programa de Estudios
Podemos unificar criterios de estrategias para lograr los aprendizajes
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Cursos propedéuticos para nuestros alumnos
Algunos elementos del Programa de Estudios deben reformarse
Hemos visto además ciertos detalles que no notamos anteriormente
Como profesor asesor ¿hemos contribuido en la formación académica del
alumno?
¿Hemos logrado atraer al alumno a este hábito de estudio? O lo hemos
alejado?
¿Cuáles son los principales inconvenientes que hemos visto? ¿Son
académicos o administrativos?
¿Qué ventajas representa para un profesor integrarse a este Programa?
Estos elementos están implícitos en la razón por la que un profesor considera
continuar en un Programa como lo es la asesoría, y por lo cual le da validez.
Y el alumno ¿por qué regresa o se aleja? Varios de los profesores han aportado
ya su experiencia, de donde es relevante ahora rescatar éstas y unificarlas para
avanzar en los objetivos planteados en el inicio del Programa Institucional de
Asesorías, así como definir otros más. Acrecentar y fortalecer la cultura de
asesoría en el alumno de nuestro Colegio, o en su defecto declararla inválida, es
el punto de unificación que da inicio a una nueva etapa de intercambio y discusión
colegiada que aporta elementos importantes en el fortalecimiento del Modelo del
Colegio y revisión de sus programas de estudios.
No es fácil para el profesor adivinar el por qué la institución se interesa en ello,
pero es menos desgastante aprovechar lo que han aprendido varios de ellos y
conformar en grupos o en forma individual documentos de discusión respecto al
logro de los Aprendizajes, egreso, reprobación, y perfil de nuestros alumnos al
ingresar y al egresar.
Resumen:
El Colegio de Ciencias y Humanidades se ha regido por principios que se encuentran integrados en
lo que comúnmente denominamos por asesoría. Es importante rescatar la relación que existe
entre el Modelo del Colegio al formar alumnos y la asesoría, la cual se he implementado en
diferentes momentos de la existencia de nuestro Colegio. Del mismo modo considerar las causas
que motivan el surgimiento de un Programa Integral así como de aquéllas que se dieron a
iniciativa de académicos, es una revisión válida para definir una etapa nueva en el desarrollo de
este programa y de la vigencia de los principios del Modelo Educativo del Colegio en el
bachillerato.