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LENGUA Y REPOBLACIÓN: LORCA Y LOS PROCESOS DE COLONIZACIÓN GRANADINOS (1486-1600) (i) INTRODUCCIÓN L a presencia del reino nazarí de Granada en los contornos del enclave castellano de Lorca había configurado un contexto fron- terizo que se prolongó desde mediados del siglo XIII, con la llegada del infante D. Alfonso a tie- rras murcianas, hasta las postrimerías del siglo XVI. La caída del poder granadino, tanto a la hora de la rendición del último rey nazarí como a la derrota y deportación morisca en 1570-71, origi- nó el mecanismo migratorio de frontera más tra- dicional: el de la repoblación. El proceso del fe- nómeno, complejo, ha sido analizado en múltiples estudios y aún continúa siendo uno de los temas de mayor interés para los historiadores dedicados a este periodo. Nosotros pretendemos aportar una nueva visión del tema, centrando el objetivo so- bre las razones de las salidas, las zonas de emigra- ción murcianas y, atendiendo a esto último, seña- lar el aporte cultural de esos grupos que se asenta- ron en las demarcaciones levantinas del reino gra- nadino. Entre esas contribuciones la lengua fue, sin duda, uno de los rasgos que más huella dejó, porque la procedencia de los repobladores hubo de influir poderosamente en el origen de una de las fronteras lingüísticas del andaluz: la frontera oriental del antiguo Reino de Granada. Y es que todavía hoy el comportamiento vocálico y consonántico, así como algunos rasgos léxicos, acercan esta zona a la variedad lingüística murciana más que al resto de las hablas andaluzas. Porque la historia de la lengua es también la historia de aquellos que la hablan, y en el caso concreto de las fronteras lingüísticas esta máxima cobra todo 1 Este artículo forma parte del proyecto de investigación interdisciplinar Estudio hislórico-Jílológico del murciano de los si- glos XV y XVI a través de los procesos de repoblación (PH/4/FS/97), financiado por la Fundación «Séneca». su valor y es aplicable en su mayor extensión. Por otra parte, la relación entre las hablas murcianas y las andaluzas en el aspecto fonético es evidente, lo que ha llevado a reflexionar acerca de las cau- sas de las coincidencias. Para Muñoz Garrigós(2), uno de los investigadores que más ha estudiado esta variedad lingüística, rasgos como el grado cero de /-s/ implosiva; el trueque de /-r\-1/ en la misma posición y la relajación de sonoras puede tener dis- tintas explicaciones, desde un paralelismo de la lengua de los repobladores murcianos y los de al- gunas comarcas andaluzas tras la conquista, hasta la presencia de orientalismos norteños en las dos zonas, teniendo en cuenta además la situación de adstrato en que vivieron las dos variedades duran- te mucho tiempo. Pues bien, nosotros vamos a detenemos en la primera posibilidad de las mencionadas: la base repobladora era indudablemente murciana, y murciana era por tanto la base lingüística. Entre algunos investigadores está muy extendido el uso del impreciso y bastante ambiguo término «levantino», utilizado con cierta frecuencia a la hora de referirse al origen mayoritario de los repobladores de la zona del Almanzora, y esto nos ha llevado a plantearnos la necesidad de concretar el término para lograr un afinamiento aún mayor: la composición de muchos núcleos almerienses y granadinos fue cubierta por contingentes lorquinos. Los grupos de lorquinos llevaron su contexto cul- tural allí donde fueron y, por lo tanto, la lengua hablada en la ciudad y su contorno comarcal. Sir- va este estudio como un avance en la investiga- ción de este fenómeno histórico-lingüístico. : MUÑOZ GARRIGÓS, J.: "Murciano", p. 320, en Manual de Dialectología Hispánica. El Español de España, (M. Alvar Ed.), Barcelona, Ariel, 1996, pp. 317-324. 37

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LENGUA Y REPOBLACIÓN: LORCA Y LOS PROCESOS DECOLONIZACIÓN GRANADINOS (1486-1600) (i)

INTRODUCCIÓN

La presencia del reino nazarí de Granadaen los contornos del enclave castellano deLorca había configurado un contexto fron-

terizo que se prolongó desde mediados del sigloXIII, con la llegada del infante D. Alfonso a tie-rras murcianas, hasta las postrimerías del sigloXVI. La caída del poder granadino, tanto a la horade la rendición del último rey nazarí como a laderrota y deportación morisca en 1570-71, origi-nó el mecanismo migratorio de frontera más tra-dicional: el de la repoblación. El proceso del fe-nómeno, complejo, ha sido analizado en múltiplesestudios y aún continúa siendo uno de los temasde mayor interés para los historiadores dedicadosa este periodo. Nosotros pretendemos aportar unanueva visión del tema, centrando el objetivo so-bre las razones de las salidas, las zonas de emigra-ción murcianas y, atendiendo a esto último, seña-lar el aporte cultural de esos grupos que se asenta-ron en las demarcaciones levantinas del reino gra-nadino. Entre esas contribuciones la lengua fue,sin duda, uno de los rasgos que más huella dejó,porque la procedencia de los repobladores hubode influir poderosamente en el origen de una delas fronteras lingüísticas del andaluz: la fronteraoriental del antiguo Reino de Granada. Y es quetodavía hoy el comportamiento vocálico yconsonántico, así como algunos rasgos léxicos,acercan esta zona a la variedad lingüística murcianamás que al resto de las hablas andaluzas. Porquela historia de la lengua es también la historia deaquellos que la hablan, y en el caso concreto delas fronteras lingüísticas esta máxima cobra todo

1 Este artículo forma parte del proyecto de investigacióninterdisciplinar Estudio hislórico-Jílológico del murciano de los si-glos XV y XVI a través de los procesos de repoblación (PH/4/FS/97),financiado por la Fundación «Séneca».

su valor y es aplicable en su mayor extensión. Porotra parte, la relación entre las hablas murcianas ylas andaluzas en el aspecto fonético es evidente,lo que ha llevado a reflexionar acerca de las cau-sas de las coincidencias. Para Muñoz Garrigós(2),uno de los investigadores que más ha estudiadoesta variedad lingüística, rasgos como el grado cerode /-s/ implosiva; el trueque de /-r\-1/ en la mismaposición y la relajación de sonoras puede tener dis-tintas explicaciones, desde un paralelismo de lalengua de los repobladores murcianos y los de al-gunas comarcas andaluzas tras la conquista, hastala presencia de orientalismos norteños en las doszonas, teniendo en cuenta además la situación deadstrato en que vivieron las dos variedades duran-te mucho tiempo.

Pues bien, nosotros vamos a detenemos en laprimera posibilidad de las mencionadas: la baserepobladora era indudablemente murciana, ymurciana era por tanto la base lingüística. Entrealgunos investigadores está muy extendido el usodel impreciso y bastante ambiguo término«levantino», utilizado con cierta frecuencia a lahora de referirse al origen mayoritario de losrepobladores de la zona del Almanzora, y esto nosha llevado a plantearnos la necesidad de concretarel término para lograr un afinamiento aún mayor:la composición de muchos núcleos almerienses ygranadinos fue cubierta por contingentes lorquinos.Los grupos de lorquinos llevaron su contexto cul-tural allí donde fueron y, por lo tanto, la lenguahablada en la ciudad y su contorno comarcal. Sir-va este estudio como un avance en la investiga-ción de este fenómeno histórico-lingüístico.

: MUÑOZ GARRIGÓS, J.: "Murciano", p. 320, en Manual deDialectología Hispánica. El Español de España, (M. Alvar Ed.),Barcelona, Ariel, 1996, pp. 317-324.

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LA CONFIGURACIÓN ESPACIAL DE LACIUDAD

La importancia del enclave tras los sucesos de1244 para la Corona castellana fue evidente a lolargo del rosario de acontecimientos que se suce-dieron en los dos siglos siguientes. La configura-ción de la tan nombrada frontera con el reino mu-sulmán de Granada había convertido a la por en-tonces villa en la última referencia cristiana y cas-tellana de todo el sector, desde el plano estricta-mente político hasta el cultural: no olvidemos queestaba señalada la tierra como el remoto lugar dela Cristiandad, además de representar el fenóme-no cultural castellano cuya manifestación más evi-dente era el uso de la lengua del reino. En esteperiodo, las diferencias entre las dos comunida-des -la cristiana de Lorca y la islámica de Vera olos Vélez- sólo eran manifiestas a la hora de laoración, del uso de la vestimenta y de la lenguaque hablaban. El «negocio de la frontera» impo-nía hábitos de costumbre y vida muy semejantesen ambas zonas: cautividades, actividad ganaderay apícola... supervivencia al fin y al cabo.

Tras el azar del proceso de conquista, esa am-plia demarcación que se extendía desde Murciapor Lorca a la totalidad del Almanzora y la co-marca de los Vélez hasta su enlace con la Hoyabastetana, quedó quebrada con dos ejes de refe-rencia espacial: de lado castellano el formado porlas encomiendas santiaguistas del Norte -Caravaca,Cehegín, Moratalla, Yeste, etc.- y Lorca, y de par-te nazarí, el de Baza-Vera, englobando toda la cos-ta, valle del Almanzora y Altiplanicie situada en-tre la Sierra de Segura y la de las Estancias.

Centrando nuestro objetivo en el núcleolorquino, hay que señalar que desde el primermomento de la presencia castellana en el sector, elenclave y su imponente fortaleza asumió el papelde base poblacional de Castilla en toda la demar-cación, función que consolidará a lo largo de losúltimos siglos medievales. Ningún punto en suscercanías había logrado sustraer la importancia quetenía la ciudad durante toda la etapa fronteriza, aexcepción, claro está, de la propia capital del ade-lantamiento.

La incorporación del Reino de Granada tras laguerra de conquista llevada a cabo bajo los Reyes

Católicos trajo consigo un proceso de repoblacióncristiana con el fin de controlar el territorio. Mien-tras en la zona occidental del reino granadino (zonamalagueña aproximadamente) esas repoblacionesfueron masivas, el sector oriental (zona almerien-se y norte granadino) permaneció con bolsas demudéjares muy importantes. Pero estos sectoresmusulmanes quedaron en lo que podemos consi-derar "ámbito rural", configurando todos los nú-cleos del Almanzora (a excepción de Purchena)unas comunidades rurales mudéjares supuestamen-te controladas por lo que suponía en realidad unafuerza de ocupación: los repobladores cristianosrelegados a las ciudades más estratégicas, que enel caso de la demarcación oriental granadina secorrespondía con los enclaves de Mojácar, Vera,Adra, Almería, Purchena, Baza y Huescar (porrazones diferentes a las anteriores(3)).

Esos pobladores cristianos compusieron lo quepodemos denominar «primera repoblación» delreino granadino. A las tierras recién incorporadasen la Monarquía castellana llegaban contingentesde repobladores procedentes fundamentalmente delas huestes participantes en la conquista; el siste-ma había ofrecido unos resultados excelentes pro-bados a lo largo de los siglos medievales por lascoronas peninsulares cristianas.(4) Con ello que-daban aseguradas las posiciones y se controlaba ala población vencida, que en el caso del sector alque dedicamos nuestro análisis componía la granmayoría frente a una exigua minoría de cristianosvencedores. Y además, la repoblación permitíasostener un contingente armado estable cuya baseestaba compuesta por las huestes concejiles de esasciudades de realengo. Las garantías de esa fuerzamilitar quedaban en teoría cubiertas por tratarsede repobladores soldados.

1 Acerca de esta población del Norte granadino, véase el estudio deE. PÉREZ BOYERO "Los señoríos del conde de Lerín en el reino deGranada", Revista del Centro de Estudios Históricos de Granada ysu Reblo, 8 (1994), pp. 41-66.

J Es clásico en general para todo el fenómeno repoblador peninsular,el estudio de S. DE MOXÓ: Repoblación y sociedad en la Españacristiana medieval, Madrid, Rialp, 1979. En concreto, para el casogranadino es obligado referirse a la exposición de M.A. LADEROQUESADA en "La repoblación del reino de Granada anterior al año1500", en Granada después de la conquista: repobladores y mudeja-res. Granada, Dip. Provincial, 1993, pp. 13-102.

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Tomando como base este último hecho, partedel ejército que acompañó al rey D. Fernando enlas jornadas de junio-julio de 1488 estaba com-puesto por la Capitanía de D. Juan deBenavides(5 ), Capitán Mayor del Reino de Mur-cia desde 1483(6), al mando de las huestesmurcianas y con sede en Lorca. El desarrollo detoda la campaña había sido vivido en la ciudadcon especial atención y dedicación: era lógico queel avance de la línea fronteriza hasta las inmedia-ciones de Baza, Almería y valle medio del Alman-zora tuviera unas repercusiones específicas en laciudad.

Entre esas consecuencias casi inevitables, decarácter formal más que estructural, se encontróla de la génesis de una corriente migratoria tanimportante como lo había sido siglos atrás el com-plejo proceso repoblador de Lorca y su campo. Dela capital, Murcia, de las encomiendas santiaguistasdel Norte -Caravaca y Cehegín principalmente-,de la señorial Muía... pero fundamentalmente deLorca partieron individuos con sus familias paraestablecerse allí donde la Corona de Castilla ha-bía decidido implantar población cristiana. Peroel asentamiento se realizó en las zonas más próxi-mas a sus lugares de origen, en parte condiciona-dos por su participación en la conquista de esastierras concretamente y en parte porque a esas per-sonas les atraían regiones con las que estaban másfamiliarizadas, más cercanas, más conocidas enúltimo término. Baza, Vera y Mojácar fueron losobjetivos preferidos por los de Lorca, lo que noeximió de que algún repoblador con origenlorquino apareciese en ciudades más occidentales,como el que se registra en Loja(7), o el de Ronda,éste último repoblador mucho más conocido:Alonso Yáñez Fajardo «el Africano», hijo naturalde Alonso Fajardo «el Bravo».

f Acerca de la caída de Vera y de todo el sector oriental alménense,véase la "Historia de los hechos de D. Rodrigo Ponce de León, Mar-qués de Cádiz (¡443-1488)», CODOIN, CVL, Madrid, 1893, p. 303.Resumió todo el evento el P. TAPIA en su Historia de la Vera Anti-gua, Almería, Dip. Provincial, 1987. pp. 264 y ss.

6 BOSQUE CARCELLER, R., Murcia y los Reyes Católicos, Mur-cia, Acad. Alfonso X el Sabio,: 1994, p. 207.

T BARRIOS AGUILERA, M.: "La población de Loja a raíz de suincorporación al reino de Castilla (según el padrón de 1491)",Chrónica Nova, 10 (1979), p, 80.

Así, en Baza podemos contabilizar a 55lorquinos, lo que suponía el tercer grupo en im-portancia numérica de la antigua ciudad nazarí,por detrás de las cercanas Cazorla y Quesada(8);en conjunto, los murcianos de la totalidad del rei-no que acudieron al núcleo bastetano sumaban elsegundo grupo humano repoblador, por detrás deljiennense.

Más complejo resulta el caso veratense porcuanto no contamos con documentos de la cate-goría del repartimiento de Baza. La ciudad de Veracuenta con un libro de reforma del original repar-timiento, con fecha de 1496, donde no se especifi-ca ni origen ni condición de los repobladores, rea-lizado a los tres años de comenzar el repartimien-to propiamente dicho.(9) No obstante, la realidadhistórica existente en los primeros años de la Veracristiana, así como las familias establecidas en laciudad, presume y confirma en muchos casos unamayoría de repobladores lorquinos. En Mojá-car(10) sucedía algo similar; pero en esta villacostera el fracaso de la repoblación fue tan ma-yúsculo, que el núcleo tan sólo quedó configura-do como un pequeño grupo de unas decenas decristianos cuya supervivencia dependió directa-mente de las fuerzas de Vera y de Lorca.

Pero lo interesante de todo este proceso, y casiigual de importante que el origen de losrepobladores, fue que Lorca se convirtió en el lu-gar de referencia exterior más recurrido para lasciudades almerienses. No es gratuito que las orde-nanzas de la ciudad murciana fuesen la obligadaalusión tanto para Mojácar(l l) como para

* Existe una tesis doctoral inédita acerca del libro de repartimientobastetano, realizada por M.E. MIRALLES LOZANO (Repartimien-to de Baza, defendida en la Universidad de Murcia en 1988), de don-de extraemos el dato. No obstante, también se encuentra unacuantificación en el estudio de M. A. LADERO QUESADA: "Larepoblación del reino de Granada...", pp. 41-42.

'' El documento se encuentra en la obra de J. F. JIMÉNEZ ALCÁ-ZAR titulada El libro de repartimiento de Vera. Estudio y edición,Almería, lEA-Ayto. Vera, 1994.

111 GRIMA CERVANTES, J.A.: La tierra de Mojácar. Desde su con-quista por los Reyes Católicos hasta la conversión de los mudejares,1488-1505, Maracena, Ayto. Mojácar, 1987.

" Ibídem, pp. 293-294.

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Vera.(12) La razón, aparte de la cercanía, se hallaen que ambos núcleos eran verdaderos oasis decristianos en medio de una amplia mayoría mudé-jar(13) que permaneció en todo el valle del Al-manzora y Sierra de los Filabres. Este hecho hacíaque todo el contacto social con el entorno se desa-rrollase bajo los parámetros de población vence-dora y población vencida; por ello, los cristianosde Vera y Mojácar tenían contactos establecidosprincipalmente con Lorca y con Baza. Interesesmilitares y de abastecimiento, además de relacio-nes familiares en el primer caso, y continuidad depráctica de herbajes en el segundo, personaliza-ron los vínculos exteriores de una comunidad queno sólo había llevado su casa, persona y familia,sino también su cultura, costumbres y lengua. Lointeresente fue que el mantenimiento de esos con-tactos terminaron por asentar la expansión del cas-tellano como lengua en esos puntos concretos. Perolo cierto es que, para ese momento, ya existía unamodalidad específica de lengua castellana en elreino murciano, integrado en un conjunto de ha-blas meridionales de las que la zona de Jaén, fun-dida con la murciana por la amplia célula territo-rial de las encomiendas santiaguistas de la Sierrade Segura, también participaba. Así, podemos de-cir que el castellano que llevaron los repobladoresa Vera, Mojácar y en menor cuantía a Baza eraprincipalmente murciano(\4); fueron los contac-tos posteriores al fenómeno repoblador lo que per-mitió integrar en el desarrollo conjunto de las ha-

13 En este caso, según deseo expreso de los repobladores, se queríaasumir la ordenación del sistema de riego: JIMÉNEZ ALCÁZAR, J.E: El libro de repartimiento de Vera, p. 43.

13 ABAD MERINO, M.: "Repobladores, mudejares y moriscos. Lapresión lingüística en el oriente del Reino granadino", Murgetana,96 (1997), p. 44.

14 Asumimos aquí la afirmación de J. MUÑOZ G ARRIGÓS en "His-toria de las Hablas Murcianas", en Historia de la Lengua Españolaen América y España, Univ. Valencia, Ed. Tirant loBlanch, 1995, p.398: "Así, podríamos designar como dialecto murciano el conjuntode algunas hablas, localizadas en el sureste peninsular, durante unperiodo de tiempo que no abarcaría, a partir de la reconquista, hastamás acá de la primera mitad del siglo XVI. Ahora bien, como no essuficiente la adscripción de una determinada variante lingüística aun ámbito geográfico definido, a la hora de ser considerada comodialecto, debemos atender a otras posibles matizaciones, históricas yactuales. Desde una perspectiva puramente técnica, no cabe la me-nor duda de que hay que distinguir entre el dialecto de hoy, al quemuy a duras penas se le podría dar la consideración de tal, y el histó-rico, al que con toda justeza se le puede dar tal designación".

blas murcianas a esta zona. La exclusión culturalentre las comunidades cristiano-vieja y morisca(tras 1502) derivó en una integración plena de esospuntos repoblados dentro del contexto murciano,si cabe más representativo desde la perspectivamilitar, ya que a pesar de pertenecer a la CapitaníaGeneral de Granada, siempre fueron necesarios loscontingentes murcianos para la defensa de esasciudades almerienses.

La circunstancia espacial de Baza le otorgabaotros condicionantes. Los contactos con la zonamurciana a través del eje Caravaca-Lorca fueronperennes, fomentados además por las relacionessociales, institucionales y económicas; no olvide-mos la existencia de la red económica lanera quellegaba hasta la capital granadina.

LORCA: SEÑORA DE MORISCOS

La concesión de las villas de Huércal y Overaa la ciudad en agosto de 1488 hizo que su ya am-plio término jurisdiccional se extendiese hacia elSuroeste, ocupando esos sectores almerienses ane-jos a su alfoz. Su población apenas varió de sta-tus, sólo alterado tras la conversión general de1501, común a todo el sector oriental granadino:de este modo, aquellos mudéjares pasaron a con-vertirse en moriscos. Pero ni sus usos, costumbresni lengua cambiaron. Por lo tanto, Lorca se en-contró con dos aldeas compuestas por poblaciónvencida que personificaban el deseo de dominiodel concejo con respecto a su alfoz. Los contactoscon la ciudad, así como con la cercana ciudad ve-ratense, fueron muy escasos, restringidos a los es-trictamente políticos y fiscales, ya que no eran losenclaves los verdaderamente interesantes para losvencedores cristianos, sino los pastizales que losrodeaban. De esta forma, el grupo lorquino quemarchaba hacia Almería no tenía apenas contactocon estas comunidades porque acudía a Vera,Mojácar o la propia capital, y ya sabemos que losrepobladores veratenses no tenían contacto socialestable con la gran mayoría morisca, desconoce-dora en su inmensa mayoría de la lengua roman-ce.

Tenemos el caso muy interesante de los con-tactos inevitables entre ambos grupos, en este casoentre vasallos de Cuevas del marqués de los Vélezy delegados del concejo lorquino; con motivo de

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las capitulaciones para delimitación de términosen 1510 entre ambos concejos se firmó una escri-tura que contiene grafía latina (firmas y rúbricasde lorquinos) y árabe (firma de los enviados mo-riscos).(15) El desconocimiento mutuo de la len-gua hizo que el intérprete se convirtiera en uno delos personajes más buscados por las autoridadeslorquinas sobre todo con motivo del pleito con Verapor los pastos de Huércal.

Apenas hay nada más que reseñar. No huboemigración hacia el ámbito rural alménense por-que esa zona estaba ocupada por esos moriscos, aexcepción de algún caso que por desalojo previode estos últimos se atendió a proyectos repo-bladores, aunque con escaso éxito, como por ejem-plo Teresa y Cabrera.

Las medidas restrictivas de 1566 y la rebeliónmorisca en la Navidad dos años después vino atrastrocar gravemente el aspecto de los gruposhumanos en la demarcación oriental granadina.

DE LOS EPISODIOS DE LA REBELIÓN ALINICIO DEL PROCESO REPOBLADOR

El estallido de la sublevación alpujarreña avi-vó la idiosincrasia militar de las zonas que tradi-cionalmente se habían destacado durante el perio-do fronterizo y posteriores intervenciones costeras.Tanto Lorca como Vera, y por supuesto todas lasvillas y ciudades murcianas, comenzando por lacapital, volvían a adquirir la importancia adquiri-da décadas y siglos atrás. La participación a lasórdenes del II marqués de los Vélez, D. LuisFajardo, conocido entre los moriscos como Dia-blo cabeza de hierro, desde los primeros instantesde la guerra, convirtió a las huestes de la ciudadde Lorca en uno de los contingentes más activos alo largo de las diversas etapas que configuraron elenfrentamiento.(16) Si en los primeros meses esa

IS El documento se halla reproducido en el artículo de M. ABADMERINO "Repobladores, mudejares y moriscos...", p. 51.

14 Véase para los primeros meses de la guerra el estudio de V. SÁN-CHEZ RAMOS y J. F. JIMÉNEZ ALCÁZAR: "La Ia campaña delmarqués de los Vélez contra los moriscos en el levantamiento de lasAlpujarras (enero, 1569)", Revista Velezana, 16 (1997), pp. 25-32.

participación se plasmó bajo el modo de huesteconcejil a la antigua usanza fronteriza, con el dis-currir de la campaña, sobre todo después de la in-corporación de D. Juan de Austria al frente del ejér-cito castellano, la contribución lorquina se integróen el organigrama castrense más «moderno» queexigían los nuevos tiempos y la sistemática mane-ra de dirigir la campaña el que sería insigne ven-cedor en Lepanto. Por si las páginas de Mármol yPérez de Hita fueran insuficientes, existe una do-cumentación excepcional acerca de la participa-ción lorquina en tal guerra depositada en el Archi-vo Histórico Municipal de Lorca(17), aparte de lagenerada por la maquinaria administrativa bélicade la Corona localizada en el Archivo General deSimancas. En toda esa documentación se pone demanifiesto las diversas ocasiones de intervencióndel contingente lorquino, o de algunos vecinos, ensucesos concretos de la guerra, desde las primerasjornadas en Ohanes, Félix o Huécija, hasta los asal-tos a Galera, descerco de Vera, o batalla de Berja,por poner sólo algunos ejemplos.

Pero esta participación, al contrario de lo quesucedió en la original Guerra de conquista grana-dina -1482 a 1492-, no derivó en un proceso derepoblación que se sirviera de las huestes partici-pantes, además de los planes generales de asenta-miento estable, defensa del territorio, etc., por otraparte inherentes en un desarrollo de estas caracte-rísticas. Los nuevos tiempos habían traído parejoun nuevo modo de hacer la guerra, si cabe másprofesional, donde la iniciativa de las huestes pa-saba por los intereses últimos de la Corona. Así,los participantes sólo tenían la recompensa delbotín susceptible de ser sustraído, sobre todo alcomienzo de la guerra, y el deber de cumplir conel mandato real de acudir a la guerra. De esta ma-nera, el proceso repoblador abierto tras la depor-tación morisca granadina, pasaba directamente amanos del rey castellano que tenía la opción derealizar toda la operación desde cero: no sería pre-ciso premiar a los participantes con tierras. Ahorase estimaba como plan general la dispersión del

17 En la mayor parte de las antiguas ciudades fronterizas existe uncuerpo documental semejante, caso de Alcalá la Real, estando lamayor parte de estos fondos aún inéditos, y que guardan un interésclaro para el conocimiento histórico profundo de la Guerra de Gra-nada.

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grupo morisco por Castilla y su sustitución en elámbito rural granadino, el que ocupaban hasta1570-71, por contingentes poblacionales proceden-tes fundamentalmente del Norte peninsular.

El interés por el fenómeno repoblador grana-dino ha sufrido un crecimiento inusitado estas dosúltimas décadas; trabajos como los de B. Vincent,M. Barrios, M. Birriel y un largo y completo etcé-tera de investigadores han logrado eliminar unerror historiográfico arrastrado desde la época delos hechos: el origen mayoritario de losrepobladores no fue el septentrional de la Penín-sula, tal y como pretendió la Corona. En realidad,y lo mencionamos como algo ya asumido y sabi-do, la avalancha migratoria fue forjada por con-tingentes de tierras próximas al reino granadinoen su mayor parte, existiendo asimismo elemen-tos meseteños y norteños, aunque en mucha me-nor medida que los andaluces, extremeños,jiennenses y murcianos. Está aceptado para loshistoriadores que la zona oriental del reino grana-dino, fundamentalmente el valle del Almanzora ylas comarcas anejas, fueron repobladas de formamayoritaria por "contingentes murcianos".(18)Alhameños, cehegineros, caravaqueños, totaneros,murcianos, cartageneros, mazarroneros, pero bá-sicamente lorquinos y muleños -estos últimos paralas zonas del marquesado de los Vélez-, compu-sieron ese grupo migratorio.

Los motivos para este cambio de orientación«repoblacional» habría que buscarlos en el escasoeco del llamamiento real en las demarcacionesnorteñas, en lo dificultoso y penoso que terminósiendo el viaje para muchos de los que se aventu-raron a emigrar al sur, y ante la falta de familias ylo perentorio y exiguo de la población existenteen el reino granadino, la permisividad amplia ha-cia los repobladores procedentes de las comarcascercanas. Las autoridades no sólo no ponían im-pedimentos ante estas llegadas sino que las favo-recieron desde el comienzo. Pero el papel de los

18 Tomando como referencia la utilización de la expresión "contin-gentes andaluces" por B. VINCENT para la zona del valle de Lecrín,M. BARRIOS AGUILERA la asumió para el Almanzora como "con-tingentes murcianos": "Repoblación del valle del Almanzora des-pués de la expulsión de los moriscos: las Cuevas del Marquesado",A»/ . 6 (1985), p. 89.

propios señores(19) tampoco es desdeñable, an-tes bien llega a ser más interesante que la actua-ción de los oficiales reales.

La necesidad de población se convirtió en elorigen de los comentarios coetáneos acerca de labaja procedencia social de los recién llegados. Sinque ésta sea una cuestión que guarde en el fondoparte de verdad, hemos de plantearnos laintencionalidad de tales afirmaciones; partían bá-sicamente de los elementos más implicados en elproceso repoblador, tales como los propios oficia-les reales, que eran quienes tenían que realizar sustareas con los recién llegados, los señores y losconcejos realengos que recibían en sus tierras aesos mismos pobladores. Las protestas de los no-bles, encabezados por el marqués de los Vélez, sedirigían en este sentido acerca de la pobreza e ini-quidad de los repobladores que llegaban a sus se-ñoríos almerienses.(20) En el caso del concejo deLorca, implicado por su jurisdicción sobre las vi-llas de Huércal y Overa, los regidores secircunscribían al desconocimiento de las artes agrí-colas necesarias para la explotación en la zona.(21)Pero el trasfondo guarda otras razones de mayorpeso específico. Por parte del marqués de los Vé-lez, él mismo manifestaba que los oficiales realesestaban obrando de forma arbitraria, lo que desdesu perspectiva transgredía los derechos jurídicossobre su señorío. Para el caso de la ciudad, concompetencias claras sobre sus villas, las protestasiban mucho más allá; se requería que fuesen lasautoridades locales las que dirigiesen la repobla-ción en ambos núcleos, con el fin de premiar losservicios prestados durante la guerra y como com-pensación por las altas sumas de dinero gastadasen el largo pleito mantenido con Vera por su juris-

)¡> Puesto de manifiesto por el magnífico estudio de E. SORIA MESA:Señores y oligarcas: los señoríos del Reino de Granada en la EdadModerna, Granada, Universidad, 1997.

:" FRANCO SILVA, A.: "Repartimientos de las tierras señoriales enel obispado de Almería tras la expulsión de los moriscos (1570-1578)», en El marquesado de los Vélez (siglos XlV-mediados delXVI), Murcia, Acad. Alfonso X el Sabio, 1995, p. 175. Esta aporta-ción ya apareció en los II Coloquios de Historia de Andalucía, publi-cados en Córdoba en 1983.

: | Archivo Municipal de Lorca (en adelante A.M.L.), act. cap. 1571-72, sesión 18-111-1572, fol. 133.

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dicción. No es original el intento de la ciudad pordirigir el proceso repoblador en las villas de sualfoz; Baza también lo intentó, con los mismosresultados negativos. Era lógico que el concejoestuviese atento acerca de sus propiedades en lazona, es decir, un bancal en Huércal y un olivar enOvera, acensado desde el periodo de la conquista,y no entrasen en las suertes que se repartieran en-tre los repobladores(22), a pesar de que ya se ha-bía adjudicado por puja ambos bienes al benefi-ciado Pedro Oller.(23) También era obvia su de-fensa de la integridad de tales bienes, como la que-rella interpuesta por el concejo hacia los que ha-bían talado las oliveras y huertas de Huércal yOvera durante la guerra "que son los veginos deVera"(24), como protección última de sus intere-ses en la zona y, por qué no, como reinicio delenfrentamiento administrativo con la ciudad almé-nense tras la pausa que supuso la sublevación; esmuy interesante esta relación de vecindad, justa-mente cuando hacía pocas fechas que ambas ciu-dades se habían visto involucradas en sucesos mi-litares importantes, como el propio cerco de Verapor Fernando de Válor{25). Así, el interés de laciudad por la repoblación de los lugares hay queenmarcarlo en la asunción del concepto de que todolo que existía dentro de los límites del alfoz eracompetencia exclusiva del concejo, justificándo-se su jurisdicción sobre el territorio como "repre-sentación" última de los intereses de la Corona.

La ciudad de Lorca, desde el momento del des-alojo de los moriscos de Huércal y Overa durante

22 Se nombró a Domingo de Arrióla, procurador de la ciudad, paraque tratase con Antonio de Pareja, contador y juez real "sobre lotocante a las haziendas de los moriscos rebelados, para que no per-mita que el banca! y olivar que esta qibdad tiene en Quercal y Oberase reparta a los pobladores"; también se acordó escribir a Alonso dePortal, alcalde de Huércal, para que no permitiese la inclusión deesos bienes entre las suertes: A.H.M.L. Act. cap. 1571-72, sesión 19-IV-1572,fol. 150v.

: i Ibídem, fo!. 151r.

2i Para este fin se escribió al letrado de la ciudad que se hallaba enGranada. A.M.L. Act. cap. 1571-72, sesión 15-11-1572, fol. 120v.

-5 Sobre este cerco, véase el trabajo de J. GRIMA CERVANTES:"Aben Humeya y el cerco de Vera de 1569", Axarquía, 1 (1996), pp.12-14, y por supuesto, todas las notas ofrecidas por los cronistas Pé-rez de Hita y Mármol.

la rebelión(26) y la llegada de la real instrucciónpara el proceso repoblador del reino de Granada ennoviembre de 1571(27), se planteó la realizacióndel mismo en sus villas del antiguo reino nazarí.En una actitud totalmente defensiva, el concejoacordaba escribir a la Cnancillería granadina paraque derogase la orden dada al alcalde de Purchenaconsistente en la repoblación de Huércal y Overay, además, concediese la posibilidad de repoblarlascon vecinos de Lorca(28); de no realizarse así, elmunicipio contemplaba la cuestión como de "granperjuizio". Indudablemente se trataba de protegerel «señorío» de la ciudad sobre su territorio, paraque no sufriese intromisiones ajenas al poder local.

La respuesta desde la Audiencia -presumimosque en sentido negativo a las peticiones lorquinas-instó a que la ciudad contestase insistiendo en laidea original, comprometiendo además los propiosy rentas concejiles para la repoblación; como do-cumentación de primera magnitud se recurría nue-vamente a la merced de 1488.(29)

De todos estos hechos, y antes de dar paso alanálisis del proceso de emigración y asentamien-to en sí, se colige básicamente la siguiente con-clusión: en conjunto, el planteamiento del fenó-meno repoblador en el reino de Granada, protago-niza una pugna por el ejercicio del poder territo-rial, de la expresión misma del concepto de potes-tad y su plasmación en la realidad espacial. Elmarqués de los Vélez intentó cubrir el instantáneovacío poblacional de sus villas, con acciones par-ticulares que paliaran, en el menor plazo posible,las pérdidas consiguientes. En este sentido, hayque destacar la afirmación de A. MuñozBuendía(30), refrendada por E. Soria Mesa(31),

2í> J. F. JIMÉNEZ ALCÁZAR: Huércal y Overa: de enclaves nazaríesa villas cristianas (1244-1577), Huércal-Overa, 1996, p. 118.

27 A.M.L. Act. cap. 1571-72, sesión 20-XI-1571, fol. 83v.

:s A.M.L. Act. cap. 1571-72, sesión 15-II-1572, fols. 120r.-v.

2" A.M.L. Act. cap.1571-72, sesión 10-111-1572, fol. 131r.

30 "La repoblación del Reino de Granada a finales del Quinientos:las Instrucciones Particulares de 1595.1. Estudio", Chránica Nova ,20 (1992), pp. 271 y ss.

-" Señores y oligarcas..., p. 114.

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acerca del periodo de iniciativa señorial, el pri-mer estadio repoblador; en ella, destaca el autorciertas resoluciones inmediatas por parte de algu-nos señores, incluido el marqués, para enmendarla bajada de rentas que suponía la expulsión desus vasallos. Por otro lado, se encontraba la Coro-na, decidida a que el proceso estuviera bajo susdirectrices, como al final terminó resultando; enuna carta real dirigida a Bonifaz, encargado delrepartimiento en Cuevas, se especifica que "vo-luntariamente a dado [el marqués de los Vélez]las casas e tierras a los pobladores donde le aparescido"'.(32) Y finalmente la posición de lospoderes locales representados por las diversas oli-garquías urbanas (o élites donde el proceso de con-centración política ya hubiera derivado en su con-figuración) en las zonas de realengo. El caso deLorca estaba claro: sus intereses bascularon haciauna defensa activa de lo que ocurría en su alfoz,pero siempre con intenciones y fines concretos.La repoblación de Huércal y Overa hecha porlorquinos y con lorquinos significaba poner enroturación uno de los límites más conflictivos dela jurisdicción de la ciudad, y que había supuestoel desarrollo de un proceso en la Chancillería muylargo con Vera; en realidad se trataba de una ope-ración municipal que ya había sido puesta en prác-tica cincuenta años atrás con la facilitación y lici-tación de rompimientos de tierras en los límitescon Caravaca -Campo Coy- y con Cartagena -Campo Nubla-, y así poner freno a las intromi-siones de los vecinos de poblaciones anejas. Peroademás, y creemos que más importante, hay quetener en cuenta la situación espacial del alfozlorquino, dominado por una dedicación preferen-te al pastizal; el dominio socio-económico y polí-tico de los señores de ganado buscó en la salidade los vecinos que querían roturar una soluciónpara desahogar una situación un tanto asfixianteque había llevado, entre otras causas, a la rebeliónurbana en tiempo de las Comunidades. Por supues-to, no habría que olvidar que era el concejo mis-mo, formado por esos señores de ganado, el queestaba dispuesto a gastar de los propios para lo-grar el propósito de la repoblación huercalense;englobamos a partir de ahora bajo este término larepoblación conjunta de los núcleos de Húercal y

1; BARRIOS AGUILERA, M: "Repoblación del valle del Almanzo-ra...", p. 72.

Overa. Además, no olvidemos que la ciudad con-tinuaba considerándose como "ciudad fronteriza";no sólo fueron los hechos recientes en Granada,sino que el peligro costero berberisco era cotidia-no y lo siguió siendo décadas después: "por seresta cibdad frontera de los moros del reyno deGranada y de Berveria"(33), frase recogida de unacta capitular lorquina de noviembre de 1571. Esehecho protagoniza la legitimación para losmunícipes de cualquier actividad en las villas,como compensación a esos servicios prestados enla contienda.

LA CIUDAD COMO CENTRO DE REFEREN-CIA POBLACIONAL

Todos estos condicionantes políticosenmarcaron la realidad del proceso repoblador ensí. Nos centraremos en el papel de la ciudad den-tro del desarrollo general del fenómeno, partien-do de la base clara expuesta ya por excelentestrabajos previos acerca de la repoblación grana-dina.(34 ) Ya hemos mencionado la evidencia deuna mayoría de repobladores murcianos en laszonas más orientales del antiguo reino granadi-no, ese "contingente murciano" acuñado por M.Barrios. Pero la perspectiva de la Historia hechadesde el Sur, que observa a todo el sector al orientede Huércal como "Levante" incluyendo amurcianos, valencianos e incluso manchegos, asícomo nuestro interés concreto por definir exac-tamente las zonas de procedencia en aras de ana-lizar la expansión de las hablas murcianas, noshace que no utilicemos un término tan poco con-creto: "Expresiones como «murcianos y valen-cianos», «gentes de Murcia», «repobladores dezonas próximas", etc., pueden decir mucho y muypoco, ya que se mueven en un horizonte de

•"A.M.L.Act.cap. 1571-72, 6-X1-1571, fol. 80r.

i4 Remito al estado de la cuestión hasta la fecha de su edición pre-sentado en el estudio de M. BARRIOS y M.MJ BIRRIEL: 1M repo-blación del reino de Granada después de la expulsión de los moris-cos. Granada, 1986, actualizada por el autor granadino en Moriscosv repoblación. En las postrimerías de la Granada islámica. Grana-da, 1993. No obstante, en todos estos años, el tema ha sugerido avan-ces considerables por parte de una escuela invisible constituida en elentorno de M. Barrios, con ejemplos diversos en los trabajos de A.Muñoz Buendía, J. Casiillo Fernández, V. Sánchez Ramos, J. GarcíaLatorre, entre otros.

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alusividad sémica muy amplio"\(35 ) En este es-tudio concretamente, queremos profundizar aúnmás, ya que si para el conocimiento del compor-tamiento demográfico de Lorca fue importante,igualmente interesante resulta que buena parte delcontingente repoblador murciano fuese"lorquino" al menos en un buen número de villasdel Almanzora.

Es un hecho constatado que la ciudad centrali-zaba, desde la configuración fronteriza, todo elsector occidental del reino de Murcia. Pudimoscomprobar su papel en la primera fase repobladorade Granada, con resultados evidentes en Mojá-car, Baza y sobre todo Vera. Ahora no sólo secircunscribía a la aportación de contingentes, sinoa la facilitación de una logística mínima, segúnordenación de la Corona, para la llegada derepobladores a sus lugares de destino. A la ciu-dad, como a otros núcleos cabezas de comarca,llegaron en febrero de 1572(36) provisiones rea-les donde se especificaba la obligación de aportarbagajes y carros para el transporte de repobladorescon destino a las villas granadinas; el concejo acatópero acordó pagar de las rentas de guerra. Aten-diendo en primer lugar a esos acarreamientos, paraenlazar posteriormente con la salida de los pro-pios pobladores, hay que mencionar la conserva-ción de un listado de libramientos de mayordo-mía de 1574(37), donde se especificabarepobladores, procedencia, destino y número decarros.

Esta documentación recoge un total de 54 re-gistros, cuya fórmula es la siguiente:

1. Declaración por parte del librador, nor-malmente Pedro Felices de Ureta, regi-dor de la ciudad en ausencia del capitánJuan Felices Duque que ejercía como te-sorero de los gastos de guerra, de losmotivos del libramiento. La partida era de

" ABAD MERINO, M: ""Repobladores, mudejares y moriscos...", p. 40.

l" A.M.L. Act. cap. 1571-72, sesión 12-11-1572, fols. U9r.-V.

!7 A.M.L. Sala II, leg. 135. Todas las referencias documentales ex-puestas a continuación las hemos extraído de ese libro de mayordo-mo de 1574,

los gastos de guerra, según acordó el con-cejo por cabildo de febrero de 1572.(38)

2. Registro del repoblador o repobla-do-res, destino, subvención, destino y a me-nudo punto de origen.

3. Rúbricas del escribano y del alcaldemayor.

4. Recibo del perceptor. Como a menudodeclaraba no saber escribir, era normal quedelegase en algún escribano o en otro in-dividuo su firma y conformidad.

Esa contribución al paso de los repobladoresse completaba con la llevada de la convocatoriahasta los límites últimos de su jurisdicción, comoFuente Alamo(39), situada en la confluencia delos alfoces de Cartagena, Murcia y la propia ciu-dad de Lorca.

ASIENTO REPOBLADOR, EXPANSIÓN LIN-GÜÍSTICA

Pero mientras se producían los pasos hacia lastierras para repoblar, los asientos en esos mismosnúcleos estaban siendo continuados desde el mis-mo momento del desalojo morisco. Ya hemos alu-dido a la mayoría de murcianos, y en concretolorquinos, que se venían asentando en las villasdel oriente granadino, sobre todo en los primerosmomentos por las diversas y particulares interven-ciones directas de los señores en sus circunscrip-ciones. Asimismo hemos aludido con anterioridada la necesaria precisión del origen de losrepobladores, ya que somos conscientes de queprobablemente la variedad lingüística hablada porlos albaceteños, a pesar de pertenecer a la admi-nistración del obispado de Cartagena y al antiguoreino de Murcia en su demarcación de la Gober-nación del Marquesado de Villena, no sería exac-tamente igual a la hablada por los murcianos deCehegín-Caravaca, Muía o lo que nos interesa enparticular en este estudio, de Lorca.

lf(AM.L.Act.cap. 1571-72, sesión 19-11-1572, fol. 121r.

'"A.M.L. Act. cap. 1571-72, sesión 20-X1-1571, fol. 83v.

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Y es que hasta este momento la presencia delelemento murciano nadie la ha discutido, pero tam-poco se ha precisado(40), porque expresionescomo "murcianos y valencianos", "gentes de Mur-cia", "repobladores de zonas próximas", etc., en-cierran un contenido demasiado amplio a la luz delos datos que aquí presentamos. Está aceptado portodos que a la presencia de valencianos ymurcianos se debe la introducción de lo que cono-cemos como "orientalismos" en el léxico de lazona, fenómeno del que dan cuenta algunos traba-jos.(41 ) Ahora se trata de ver hasta qué punto fuerepresentativo el número de unos y otros.

Además, hay que tener presente que la salida,el viaje (comprobado en el caso analizado del su-fragio de gastos para carros en 1574) y el asientoen las villas se realizó por familias de un mismoorigen.(42) La formación de estos grupos unifor-mes y homogéneos de "hablantes" no sólo lleva-ría a configurar comunidades definidas por ciuda-des o villas, sino que es extensible a conjuntos re-gionales. En este sentido sería muy interesanterealizar una reflexión acerca del concepto mental"región", pero que no es el fin de este estudio.

4" Una aproximación muy concreta y bien documentada es la queencontramos en el capítulo dedicado a "El particularismo lingüísticoandaluz", en el libro de J. A. FRAGO, Historia de las Hablas Anda-luzas, Madrid, Arco/Libros, 1993, pp. 47-97.

11 Hay abundante bibliografía en torno a este aspecto, aunque lasrazones de la existencia de estos "aragonesismos", unas veces,"orientalismos" en otras, no siempre son las mismas para los distintosautores. Así, por ejemplo, D. CATALÁN, en "De Nájera a Salobreña.Notas lingüísticas e históricas sobre un reino en estado latente", en ElEspañol. Orígenes de su diversidad, Madrid, Paraninfo, 1989, pp.296-327, plantea la hipótesis de una influencia navarro-riojana desdelos siglos XI al XV. Otros trabajos son los de G. SALVADOR:"Catalanismos en el habla de Cúllar-Baza", en Miscelánea Filológicadedicada a Mons. Griera II, San Cugat del Valles, 1960, pp. 335-340,o "Aragonesismos en el andaluz oriental", AFA, V, 1953, pp. 143-165; véase también A. L1ORENTE: "Coincidencias léxicas entreAndalucía y el Valle del Ebro", Homenaje a Tomás Buesa. AFA,XXXVI-XXXVH, 1985, pp. 347-375, y en el mismo volumen, en laspp. 377-386, M. ÁLVAREZ GARCÍA: "Contribución al estudio delos aragonesismos en las hablas de la Andalucía oriental", y F.MILLÁN CH1VITE: "Aragonesismos léxicos en el ALEA: mapas7-92", pp. 405-416. Asimismo de A. GARCÍA CARRILLO: "Léxicoaragonés en andaluz oriental: mapas 288-424 del ALEA", AFA, XXXIX,1987, pp. 89-104.; A. I. NAVARRO CARRASCO: "Orientalismos enandaluz", E.A, 45, 1986, pp. 5-25 y "Voces murcianas y albaceteñasque reaparecen en el oriente andaluz", E.A., 50, 1988, pp. 61-72.

4- En este sentido, véanse las notas de M. BIRRIEL SALCEDO enLa tierra de Almuñécar en tiempos de Felipe II, Univ. Granada, 1989,pp. 75-76.

Las zonas agrícolas del Almanzora fueron laselegidas por amplia mayoría dentro del grupolorquino y por extensión murciano. Hemos esco-gido tres núcleos, aunque muy cercanos con ca-racterísticas y circunstancias diferentes, pertene-cientes todos ellos al ámbito mencionado. La villade Antas, formada en la década de 1490 con po-blación mudéjar procedente de Vera, pertenecía ala «Tierra de Vera»(43); más de un tercio de lapoblación total -63 repobladores- registrada enoctubre de 1573, son lorquinos -38%-, e incluidoel total de murcianos subían de los dos tercios -70%-. Indudablemente y aparte de que según leyno podían hacerlo, los niveles demográficos deVera no permitían la salida de la ciudad, quedan-do el realengo veratense en "manos" de poblado-res murcianos y en concreto lorquinos.

El caso de Huércal y Overa, ya aludido pormotivos de dominio jurisdiccional concejil, fue aúnmayor el porcentaje: el 57% era originario de Lor-ca -41-, llegando al 80% del total -72 pobladores-el origen murciano.(44) Las posibilidades de con-trolar y efectuar la repoblación directamente porel concejo finalmente dio unos frutos similares,ya que Lorca pudo establecer dentro de su alfozun núcleo de lorquinos suficiente para frenar lasintromisiones de los veratenses; el trasfondo delos pastos del Campo de Huércal es evidente, cau-sa del larguísimo pleito entre las ciudades murcianay almeriense.

Y por último, un ejemplo de señorío, Cuevasdel Marquesado -actual del Almanzora-. Pertene-ciente al marqués de los Vélez desde 1503 tras elforzado cambio de su señorío de Cartagena, com-ponía junto a Portilla el punto más oriental de suseñorío en 1571, y a la vez, el más próximo a lacosta. La rehabilitación del núcleo después de larazzia corsaria de 28 de noviembre de 1573, sellevó a cabo básicamente con murcianos(45); com-

4Í Libro de Apeo y repartimiento de Antas. Fotocopia depositada enel Archivo Municipal de Vera.

4J Utilizamos los datos ofrecidos por E. GARCÍA ASENSIO en: His-toria de la villa de Huércal-Overa y su comarca, vol. II, Murcia,1909-1910, pp. 43-46.

4Í Contamos con un pormenorizado estudio de M. BARRIOSAGUILERA, ya aludido en este estudio, sobre la repoblación deCuevas: "Repoblación del valle del Almanzora..."

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ponían el 71%, siendo los lorquinos más de unquinto de la población total, con 53 familias. Peroeste caso merece una atención precisa que expli-que también la respuesta concreta de las oleadasde repobladores. La seguridad es uno de los ele-mentos clave que explican el atractivo de una zona;su inexistencia era contrarrestada en el periodofronterizo, e incluso en la etapa de la primera re-población, con una amplia política de exencionesfiscales. En 1572 el reclamo era casi exclusiva-mente la realidad de una propiedad bajo la fórmu-la de un censo enfitéutico con la Corona. En unprimer momento el concepto de garantía de vida ybienes no se planteaba: se acababa de conquistarun reino que se había vaciado de enemigos. A par-tir de entonces, el peligro se le suponía dispersopor Castilla y latente en diversas zonas de la Co-rona aragonesa. Para aquellos repobladores Gra-nada era segura: las acciones militares recienteslo garantizaban. Pero las acciones de los monfíeso bandoleros moriscos y corsarios berberiscos,"hermanos" en el delito según los declaraBraudel(46), convirtieron la repoblación en unaaventura; la necesidad de un contingenterepoblador armado que asegurase la tierra retraíala imagen de los repobladores fronterizos de épo-cas pretéritas en el Tajo, en el Guadalquivir o en elSegura47. En la tesitura de los inicios de la repo-blación, el Dogalí, corsario, realizó su conocidarazzia a Cuevas, a la vez que los bandoleros mo-riscos causaban verdadero pavor entre los nuevospobladores. Mientras la zona interior pasó una lar-ga temporada vacía por temor a los monfíes(48) -caso de las vertientes de la Sierra de los Filabres,como Laroya(49)-, el caso de Cuevas es suma-

46 BRAUDEL, K: El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en laépoca de Felipe II, Madrid, FCE, reimp. de 1993, p. 123.

47 Para el caso costero o de la marina, V. SÁNCHEZ RAMOS sueleemplear la fórmula de un repoblador mitad soldado mitad colono:"Repoblación y defensa en el reino de Granada: campesinos-solda-dos y soldados-campesinos", Chrónica Nova, 22 (1995), pp. 357-388. En realidad se trata de la base de una repoblación de caráctermilitar, siendo el Medievo hispánico el ejemplo más evidente.

48 Acerca de este tema, es muy conocido el estudio de B. VINCENTsobre "El bandolerismo morisco en Andalucía (siglo XVI)", en Mi-norías y marginados en la España del siglo XVI, Granada, 1987, pp.173-197.

4" Es muy significativo el caso de Laroya, situada en la vertiente Nor-te de los Filabres, diezmada por la banda del Joraique, y que no tuvopoblación estable hasta finales de la década de 1570. Algunos repobla-

mente interesante. La sorpresa del asalto a la villase produjo desde la perspectiva de que, en reali-dad, no era una intervención esperada por los mo-tivos de seguridad aparente generada. Aquellosrepobladores se habían asentado en zonas que sesuponían seguras; el impacto fue tal que muchosregresaron a sus lugares de origen e incluso mar-charon a demarcaciones más interiores(50) o demejor defensa. Obvio. Pero en el caso de Cuevas,la villa volvió a ser repoblada de forma inmediata,y además con un monto poblacional bastante inte-resante y digno de tener en cuenta, en compara-ción con su entorno.

Esa sorpresa queda definida por B. Vincentcomo característica propia de quienes no conocíanla actividad corsaria. En el caso de Lorca, que esel que menciona, efectivamente era muy impor-tante como para ser atacada(51); pero sí conocíade antiguo y de primera mano el problema corsa-rio: la extensa costa perteneciente a su alfoz le ofre-cía más problemas en ese sentido desde época fron-teriza, agudizada tras 1490. De los 96 cautivos quepodemos precisar sus lugares de origen, 36 erande Lorca, y los del resto murciano procedían delugares como Muía, Cehegín, Totana, Murcia oAlhama, que colaboraban de una manera u otra enla política de defensa pasiva en la marina murcianay veratense; y qué decir de los procedentes deCartagena y sobre todo Alumbres de Mazarrón,en permanente comunicación con los puertos deLevante y Poniente a la busca de noticias sobreavistamientos de fustas. Otros dos de Orihuela, enel mismo caso que Lorca por su jurisdicción cos-tera, y por supuesto los seis de Vera o el individuode Almería. Por lo tanto, consideramos que másdel 60% de los cautivos de los que podemos pre-cisar su origen conocían perfectamente lo que sig-nificaba el temor a la intervención corsaria.(52)

dores son localizados en Purchena, y "declararon que en asegurándosela tierra y en viniendo los demás que se fueron a Baca y otras parles,se irían a estar y residir en su población". CASTILLO FERNAN-DEZ, J.: Macaely Laroya en la Alia Edad Moderna, ¡4H9-1650: con-quista, época morisca y repoblación, Almería, IEA, en prensa.

?" VINCENT, B.: "Un ejemplo de corso berberisco-morisco: el ata-que de Cuevas de Almanzora (1573)", en Andalucía en la Edad Mo-derna: economía y sociedad. Granada, Dip. Provincial, 1985, p. 289.

51 Ibídem, p. 293.

"Ibídem.pp. 291-293.

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En conclusión, podemos decir que la sorpresa sedebió a que los cogió desprevenidos, representan-do por ello un trauma en las mentes de losrepobladores que veían resucitado el peligro mo-risco tras 1571.

Y por último, también hay que referirse a esainsistencia de los repobladores procedentes deLorca. El hispanista francés B. Vincent contabili-zó 247 familias repartidas entre los libros de apeodel Almanzora(53), actualizadas por él mismo a269 más recientemente(54); creemos que el nú-mero subirá un poco con investigaciones futuras.La sangría demográfica a la que se vio sometidala ciudad fue un hecho. Esa reincidencia en la re-población de Cuevas por lorquinos, sabedores ade-más del trágico destino de sus antiguos vecinos,sólo es explicable por las razones para la emigra-ción. Si en la primera fase de la repoblación, laposterior a la conquista del reino nazarí, la salidatenía el condicionamiento claro de la participaciónen la guerra, esta segunda tiene motivos muchomás complejos, generados en buena parte por lasituación interna de la ciudad.

Debemos partir del contexto originado tras larebelión comunera de 1520. Después de que serelajasen los impedimentos para la roturación detierras por los regidores lorquinos, sobre todo enla zona de Mazarrón con la concesión de diversaslicencias a lo largo de la década 1530-39(55), separalizó el proceso roturador. Por entonces, la oli-garquía continuaba centrando sus esfuerzosinversores en la ganadería, como lo había hechodesde décadas atrás, aunque ya manifestaba uninterés manifiesto por el agua. La dedicación apastizal de extensos territorios dentro del alfoz

u VINCENT, B. en «Economía y sociedad en el Reino de Granada»,lomo IV de Historia de Andalucía, Barcelona, Cupsa-Planeta, 1980,p. 212, que dice que 247 familias lorquinas se instalan en el valle delAlmanzora.

ÍJ "Repoblación del reino de Granada (1570-1580): el origen de losrepobladores", en Hombre y territorio en el reino de Granada (¡570-1630), Almena, 1EA, 1995, p. 255.

B A.M.L. Libro de mercedes II. Todo este proceso fue aludido porG. LEMEUNIER en su estudio "Propiedad y economía agraria enLorca (ss. XVI-XVlII)",en Lorca, Pasado y presente. Murcia, CAM-Ayto. Lorca, 1990, p. 279.

continuaba frenando el deseo de muchos vecinosde dedicarse a labores agrícolas; la salida hacialas estrechas vegas de las villas recién desalojadaspor su población morisca autóctona se ofrecíacomo una oportunidad nada despreciable. Los ve-cinos de Lorca marcharon a esas vegas del Alman-zora, con base de economía agrícola; Orce o Ga-lera, situadas al Norte y tradicionalmente dedica-das a tareas pecuarias, no fueron objetivo princi-pal de los lorquinos (sólo se registran, respectiva-mente, uno y dos pobladores originarios de la ciu-dad(56)), además de que habría que tener en cuentala presión repobladora jiennense, ya puesta demanifiesto en la primera ola repobladora de 1490-recordemos el caso de Baza-.

Y no sólo podemos ver esa «hambre de tierras»tan aludida como la principal causa para las mi-graciones lorquinas. El elevado número de salidasnos hace buscar unas explicaciones paralelas quecompleten el fenómeno. Por ejemplo, no podemosdesestimar la situación tan precaria originada porla grave sequía que sufrió todo el sector a lo largode la década de 1570-80; estas coyunturas tan pe-nosas obligaban a la búsqueda de posibilidades devida más allá de los horizontes regionales hastaépocas relativamente cercanas. En realidad, estaes una de las causas por las que se replanteó lasolución de un trasvase de aguas desde las fuentesde Caravaca en esos mismos años.

Si las dos causas anteriores pertenecen al ám-bito demográfico y climatológico, no debemosolvidar el fondo social. El siglo XVI fue testigode la configuración de una élite en la ciudad, frutodel cerramiento social cuyo paso intermedio fuela oligarquía de finales del XV. La escasez de opor-tunidades en una ciudad tan grande y, a la vez, laoferta de posibilidades ofrecida por las nuevas tie-rras se constituye en la tercera gran causa que ex-plique la salida masiva en los años 1572-75.

Por último, es necesario recurrir al trasfondoideológico que soporta la «legitimación» de los

M C ARAYOLGOR, R.: «Los nuevos pobladores de Orce», en Orce.Apuntes para su Historia, Granada, 1992, p. 105, y Carayol Gor, R.:«Moriscos y repobladores en Galera», BIEPS, 10 (1997), pp. 137 y140), según el reparto hecho en 1596, donde sí hay más caravaqueños.

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Page 13: LENGUA Y REPOBLACIÓN: LORCA Y LOS PROCESOS DE … · LENGUA Y REPOBLACIÓN: LORCA Y LOS PROCESOS DE COLONIZACIÓN GRANADINOS (1486-1600) (i) INTRODUCCIÓN L a presencia del reino

emigrados a la hora del asentamiento. Hay que re-cordar que Lorca había participado en la guerra, yhabían ganado junto al marqués de los Vélez y D.Juan de Austria a los infieles, corroborado por losplanteamientos providencialistas de estos años. Latierra era parte del botín arrebatado a los moros, enuna legítima consecución de bienes capturados en«buena guerra», según el uso peninsular de los úl-timos siglos. La expresión de los modos fronteri-zos era evidente, de los que Lorca podía presumir.

Los reajustes producidos en los lugares de aco-gida y asiento no tardaron en producirse por pro-pia dinámica migratoria, aunque se da el caso deque en los lugares de mayoría lorquina o más cer-canos, los pobladores de origen lorquino que nose quedaban eran suplidos habitualmente por otrostambién de Lorca, e incluso vecinos de la ciudaden puesto de individuos manchegos, norteños, etc.,entrando en un proceso de equilibrio numérico,caso de Antas y Cuevas.(57)

" «las sustituciones marcaron un claro afianzamiento global de lapoblación de origen murciano -19 vecinos de 36: por localidades, lasbajas de Lorca se contrarrestan sobradamente con familas de igualprocedencia- y una cierta afirmación de la presencia giennense»,BARRIOS, 'Repoblación del valle...'", p. 89.

A finales del XVI la ciudad sufrió un agota-miento demográfico, y los reajustes de esos añosya no contaron con la "colaboración" lorquina.Pero las bases de contacto humano, si cabe las másimportantes, ya estaban consolidadas. No sólo hayque destacar las salidas de forma simple, sino queel asentamiento de estos grupos humanos origina-rios de Lorca conllevaba la expansión de lengua,cultura, costumbre e incluso organización paracasos similares, caso del aprovechamiento hídrico.Lo interesante de este proceso fue que las relacio-nes se mantuvieron tanto por motivos de cercaníacomo de relación social y familiar, configurándo-se el Almanzora como el espacio de proyecciónnatural de la ciudad después del largo paréntesisque generó la conquista alfonsí en el XIII.

Mercedes Abad MerinoÁrea Lengua Española. Universidad de Murcia

Juan Francisco Jiménez AlcázarÁrea Historia Medieval. Universidad de Murcia

Murcia, noviembre de 1998

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