En abril el cielo se ve azul. A Almendra, una atolondrada avestruz le gustan mucho esos días y baila con alegría. Esa mañana se puso una blusa amarilla que se abotonaba al frente y una falda anaranjada que amarro con unas largas agujetas azules.

Animada, salió a bailar, y movió sus alas con tanta algarabía que estas parecían abanicos.

Agustina, una ancianita, cuidaba de sus alfalfas cuando vio a Almendra bailando alborotada. De pronto,el avestruz se abalanzohacia una gran acacia.

-¡Ay! – se oyó un alarido como pudo, Almendra se levantó y,

atontada empezó a reír a carcajadas.- Almendra ten cuidado; eres toda

una artista, pero también distraída y muy atarantada – dijo Agustina mientras leayudaba.

Eleuterio es un elefante espectacular. Si estornuda, su trompa se estira y si llueve, se encoge inexplicablemente.

Era verano, y un incendio amenaza con extenderse.Espantados, los animales se escabullían. La cebra empezó a gritar: -¡Eleuterio! ¡Eleuterio! ¡Evita este incendio!-Ya tome mucha agua, pero mi trompa es corta y noLlegara al fuego.

La leona tuvo una idea y esparció tierra enfrente a la narizDel elefante.-¡Achuuuuú!

Con este estornudo la trompa de Eleuterio se estiro y estiro tanto que roció agua en el fuego. Este se extinguió en un segundo.

Eleuterio estaba empolvado, aunque muy feliz.Se veía elegante con la medalla verdeQue le dieron para reconocer suheroísmo. Y desde entonces, es el Bombero estelar.

Una iguana decidió recorrer el mundo y pidió

ayuda a los insectos.Un mosquito demostrótener gran imaginación

Iguana, tengo unaidea: ¡inflemos unglobo para viajar!

así lo hicieron,pero pronto se

quedaron dormidos.De improviso, sintieron un

Fuerte impacto: el globo se había desinflado

Llegaron a un sitio tan frio que la iguana se le irrito la

garganta; por eso buscaron conque cubrirse. La iguana se puso un

Impermeable que había en un iglú, pero estaba muy intranquila; ya quería irse a una isla.

-¡Insecto! Infla otro globo y partamos de aquí.El inquieto mosquito la vio tan impaciente que obedeció

con prontitud, pero no hizo bien el nudo.El aire del globo se escapó yLo impulso con increíble ímpetu. TratoDe volver a inflarlo, pero lo único queconsiguió es que le inflara la panza.Esta se hizo tan grande como un globo.Volador, que los llevo hasta su destino.

Omar era muy obediente, y ayudaba a su tío a vender ollas de barro.

En una tarde de otoño cuando ya casi oscurecía, se le apareció un duende orejón.

Omar, pon mucha atención, porque ya sé que eres muy olvidadizo. Mañana muy temprano caminaras por la orilla de la playa; cuando veas que las olas son muy altas, da vuelta a la derecha y ve al árbol de olivo. Cuenta once pasos hacia donde se oculta el Sol; ahí encontraras una olla.

Luego, el duende desapareció.Al día siguiente, Omar hizo todo lo que el duende orejón

Le había pedido. ¡La olla estaba llena de oro! En la fonda había una nota con letra de duende Decía:

Ulises estudia en la universidad de Uruguay. Ahí conoció a su amigo Ubaldo, a quien le gustanmucho las uvas. Un día salieron a cómpralas; mientras caminaban. Ulisesvio una urraca parlanchina. Trato de atraparla pero la urraca se escapó. Cuando se alejaba, el ave dijo:

-¡Uy, cuidado, cuidado! Ya era tarde: Ulises se cayó y se lastimo la uña. Ubaldo se asustó y rápidamente lo llevo con el doctor.

-¡Es urgente, doctor! La uña de Ulises se ve muy mal.El doctor le unto un ungüento

Y le puso una venda. Luego,fueron a la calle. La urraca volósobre ellos. Juguetona como era,Les dijo:

Tengan estas uvas, para queNo molesten a las urracas.

Uvas caían como lluvia sobre lascabezas de Ulises y Ubaldo, queGritaban asustados:

Uy, uy, uy,

Una bella baronesa conoció a su bondadoso esposo en un baile del pueblo. Ella se refrescaba con un abanico mientras un barco la esperaba en la bahía. Una bebida bermellón llamo su atención en el banquete.

La baronesa tomo un bombón y probo bocadillos. Entonces vio a un hombre bonachón con barba y bigote. Le pareció bueno y bailo con él hasta el alba.

Pronto se casaban. A la boda fueron todos los habitantes del pueblo,incluso el más bobalicón. al poco tiempo tuvieron un bebe. Aunque era un barón, él bebe no soltaba su biberón, ni siquiera para tocar las burbujas que su mamá hacía con agua jabonosa. Es que, sin importar si son barones, todos los bebés beben leche, luego bostezan y piden un beso de su mamá.

Un caracol cabezón se calentaba al calor del sol, cuando se le acercó un conejo.¡Hola, Caracolillo! ¿Me invitas a entrar a tu caparazón!

—¡Claro que no! —contestó e! caracol con descortesía—.

—No cabrías y yo pescaría un catarro.

Una cacatúa pedía lo mismo. Caracolillo contestaba: —No, no: es mi casa y la cuido con cariño. ¿Cómo van a

caber en mi caparazón?El ciempiés le ofreció hasta su centenar de zapatos, pero

Caracolillo no se dejó convencer.—En eso, los caracoles precavidos somos muy curiosos

y no saltamos ni un calcetín. Si fueran caracoles como yo tendrían su propio caparazón y cabrían en su casita de concha. ¡Corran a buscar otro escondite!

No cabe duda que algunosCaracolillos son poco educados.

Dudelio es un dinosaurio al que le agradan los deliciosos dulces de miel, durazno y dátil. Cada noche, antes de dormir, Dudelio se mete el dedo a la boca y juega con sus dientes.

Un día, el dinosaurio despertó dolorido. ¡Se le había caído un diente! — ¡Qué dolor! ¡Me duele mucho!

El duende Dimas oyó el doloroso quejido, lo vio desdentado y no dudó nada: de inmediato decidió concederle un deseo.B Dindi, dunde diende, que a Dudelio le den un diente.

El dinosaurio recibió un diminuto diente con forma de diamante.,

¡Qué lindo duende! Le dio fin a la desdicha de Dudelio. Pero... ¿qué sucede?

¡El dinosaurio se ha vuelto a meter el Dedo! Por eso el duende DimasSe marcha sorprendidoY enfadado.

Felices, Felisa y Felipe daban una fiesta en un salón fenomenal, donde hay una fuente fabulosa. De pronto se oyó un chiflón, se apagaron los focos de los faroles, se escuchó un chi y alguien dijo:

—¡Firmes, ya!Como ráfagas, aparecieron muchos fantasmas: unos con

fleco, otros con falda y algunos más con forman raras: El que parecía el jefe dio las órdenes:

—¡En formación! De frente, ¡ya!Todos los fantasmas se formaron en fila.Felipe fingió no tener miedo y preguntó:—¿Por qué vienen a mi fiesta?—Porque estamos fatigados. Queremos filetes, fiambres y sopita de fideo" además, preferiríamos que no nos

tomaran fotos.—¿No les gustaríaver al bufón?Los fantasmas pusieron cara de felicidad. Una vez que terminó la función del bufón, se fueron en fila flotando y dando las gracias.

Un gato perseguía a un gallo y a un gorrión, quienes giraban haciendo garabatos entre los girasoles y los geranios.

—¡Gato! Eres un gigantón para nosotros, ¡déjanos o el borrego te dará un golpe con el garrote! —rezongó el gallo, mientras el gorrión gorjeaba.

—No, ustedes serán las golosinas de mi cena —respingó de mal genio el gato.

En eso, un aguacero veraniego se soltó y oyeron relámpagos. El gato se mojó hasta los bigotes.

Generosos el gorrión y el gallo olvidaron las negras intenciones del gato y fueron a buscarle un paraguas y un gorro para que.se protegiera del agua. Cuando se los entregaron, el gato no sabía si debía aceptar los regalos.

—Te vas a congelar. Ponte esto o el fango te llegará alombligo — agregó el gentil gorrión.—Me parece genial — dijo el gato, con un gesto de

vergüenza ante sus nuevos amigos, a quienes ya no quería ver en su guisado, sino en otro ingenioso juego.

Hipólito huele los hortensias, los heliotropos y las hierbabuenas. Es raro ver a un hipopótamo husmeando entre la hierba, pero así es Hipólito, a quien también le encantan los higos y las hortalizas.

Un día, el hipopótamo se metió a la parte honda de! río y cayó en un hoyo. Salió empapado y haciendo mucho ruido. ¡Pobre Hipólito! Le dio hipo.

Pasaron unas horas y a! hipopótamo no se le iba el hipo. Un búho huraño se acercó y le dijo:

—Hipólito, ¡estoy harto de tu hipo!

—Hip, hip, no sé qué hacer.—Come hojas, zanahorias y un helado, y el hipo huirá

con este hechizo.

—Lo intentaré —dijo Hipólito con humildad.El búho hablador todavía estaba de mal humor y voló

hacia su nido, pero ahí había un trozo de hojalata que fue a dar a la cabeza del hipopótamo. Hipólito se asustó y huyó. Luego se deshizo en carcajadas al darse cuenta de que el susto le había quitado el hipo.

Tras las rejas se ve el jaca! de Juliana, una jovial viejecita con anteojos que, a pesar de su joroba, cuida de sus jacarandas y de sus pajarillos, tres jilgueros que viven en una hermosa jaula.

Juliana es amiga de los jazmines, las abejas, las lagartijas y los escarabajos de su jardín.

Al terminar la jornada, Juliana se acerca, cabizbaja, a la jaula, para meterla al jacal. Un día la viejecita se quedó perpleja: ¡los jilgueros no estaban! Buscó en las jacarandas y en los naranjos, pero sólo vio unos petirrojos que jugaban.

Juliana jamás lo imaginó: en una jícara había puesto agua de jamaica y los petirrojos estaban ahí. ¡Ah, eran los jilgueros, que habían bebido el brebaje y ahora estaban pintados de rojo! Juliana dejó la ¡aula abierta, y puso dentro un poco de agua para que los jilgueros regresaran luego de su viaje.

Luisa y Lalo acampaban cerca de un lago en una noche de luna llena.

— ¡Mira, Luisa! Un lucero. —Y allá hay una lechuza. A lo lejos se oyó el aullido de un lobo. —¡Es un lobo! ¡Vámonos! —dijo Lalo. —¡A la lancha, rápido! —contesto Luisa. Se subieron a la

lancha que estaba en el lago: Empezaron a remar, pero no avanzaban mucho. Algo los detuvo: Luisa se lastimo el labio y los lentes de Lalo salieron volando. —¿ Qué pasa? La lancha no se mueve.

—Luisa, ¡no desatamos el lazo que la detiene! Los dos se rieron por su olvido. Entre las lilas salió el temible Lobo: era un perro labrador que trato de dar un salto alocado a la lancha, pero cayó al agua. Al salir, traía puestos los lentes de Lalo.

Un mago vivía en una casa de madera que estaba entre la maleza. En su patiohabía magnolias, margaritasy musgo. Ahí hacia unas

comilonas e invitaba a sus amigos a comer macarrones, mamey, miel, mazapanes y manzanas.

Ahora les ofrecería una merienda. Se puso un enorme saco morado y se despeino la melena.

Poco a poco llegaron sus invitados. El mago movió la mano y de ahí salieron polvos

mágicos que se convertían en muñecas, monedas,mangos, melones, mandarinas y mermelada.

Mis amigos, ¡conmi magia la pasaremosde maravilla! – decía elmagnifico mago - ¿Quequieren una tarta demembrillo? En un momento.

El mago mezclo polvos misteriosos y dijo las palabras mágicas pero, en medio de su encantamiento, el polvillo lo hizo estornudar. Eso afecto su magia porque en lugar de la tarta de membrillo salió un mandril que atemorizo a todos.

¡Pobre mago! Su estornudo arruino su mejor momento.

La abuela Nona es una anciana muy tierna, y recibe a sus nietos cada invierno.Es la noche de Navidad, y Nona esta, preparando la cena en la cocina: Un enorme pavo a la naranja, panes con nueces, natillas y nectarinas.Los nietos de Nona se ponen sus prendas de lana y salen a jugar a enanos y gigantes. La abuela Nona va enseguida:

- ¡Mis nietecitos, esta - Nevando! ¡a jugar con la nieve!

La abuela apenas puede andar, y uno de sus nietos va a su encuentro:

- Nona, abuela, no vayas enfermar. Mejor entra a la casa y cuéntanos un cuento de navidad.

Iñaki es un pequeñuelo de cinco años que vive en una cabaña cerca del cañaveral. Parece una castañuela, porque se la pasa tañendo la campana que le quitó con

grandes artimañas a la vaca del establo. El dueño de la vaca lo regañó por eso, pero Iñaki le hizo un cariño y enmarañó su cabelló, así que el viejo cedió y le dijo que podía seguir tañendo la campana. Una mañana, Iñaki se puso un bañador ceñido y se metió ja bañar al río. Al salir, cayó rendido por el sueño. Soñó con (la campana, a la que limpiaba con un pañuelo. Pero la vaca le hizo una seña y le dijo:

—Iñaki, mi pequeñito, añoro, mucho mi campana, que

siempre me acompañaba.—¡Nunca había visto algo así! ¡Una vaca que habla! —repuso Iñaki con extrañeza - Si me enseñas cómo lo haces, ¡me olvidaré de la campana y de este extraño sueño!

Paco y Pepa son esposos. Paco es panadero, y en su panadería hay panes, panqués, empanadas y pastelillos. Tienen un pequeñito que se llama Pepe, un niño con largas pestañas.

A Pepe le gusta que sus padres lo lleven a la panadería, porque prueba todos los panes. Luego van a pasear a una granja, donde Pepe corre en el pasto y sigue a los pollitos diciendo "pío, pío"; por si fuera poco, asusta a las palomas, camina como pato, imita el aleteo de los pájaros y jala el rabito de los puercos Luego va a ver al perico, y repite todo lo que dice.

¡Pero si es un primor! —- dice Paco al ver a su pequeño.¡Parece un príncipe! —repite Pepa con voz pausada.

Raúl es rubio y vive en un rancho. le gusta jugar con las ramas y hacer ramos de flores para su mamá. Hoy, entre sueños, oyó un ruidito muy raro. Era una rana regordeta y con grandes manchas rojas. Raúl la correteó, pero la rana era muy rápida y no se dejó alcanzar: saltaba a una roca, luego al río y ahí se quedó acorralada. Era la rana Ranulfa, la más rojiza de las ranas verdes. Raúl quiso agarrarla, pero cayó al riachuelo y se raspó las rodillas. Aunque las ranas no se ríen, Ranulfa soltó una gran risotada.Raúl regresó al rancho, donde se cambió de ropa. Su mamá lo arropó y lo reconfortó.Ya estaba tratando de dormir en su recámara cuando oyó el mismo ruido de la mañana. ¡Era Ranulfa!, quien quería arrullarlo y recordarle que las ranas no quieren ser encerradas.

A Salvador y a Sergio les gusta subir a los árboles.El sábado se subieron como

siempre, pero antes se quitaron el suéter y el sombrero

—Sergio, vamos a sentarnos a la sombra del sicomero.—Sí, me gustaría tomar una siesta.Se durmieron, al pie del árbol. Algo los despertó había muchos sapos y saltamontes, eran verdes, cafés, de todos tamaños. Los saltamontes. Brincaban sin ton ni son. Uno dio un gran salto y se metió en el bolsillo de la camisa de Sergio sin que él se diera cuenta. Comenzó a moverse sin parar. ¡Qué susto!—¡Socorro socorro el corazón se me

sale! Salvador saco al saltamontes del bolsillo de su hermano.

- No te asustes, es solo un saltamontes saltador.

Timotea la tarántula, gusta del teatro. Todas las tardes distiende su ropa del, tendedero o la recoge en la tintorería, se polvea la cara con talco y usa sus muchas patas para esconderse tras el telón y

ver a los actores.

Antes de la función, Timotea toma té y luego tejeque teje, como hacen sus tías las arañas. Pero esedía a Timotea no le gusto el espectáculo, y prefirió

entretenerse tejiendo una tela de tonos tenues.Un actor le pareció tonto, y la tarántula uso su tela para bajar del telón y acercarse a éltemblando le dijo: —Tenga usted la atención de no hacer tonterías, y quédese muy tieso.Si no toma en cuenta mi petición, tendré que darle algunos piquetes. Y entérese de que mejor iré a ver a los títeres.El actor, titiritando de terror, titubeo y dijo:

B Damos por terminada la función; si no esta Tarántula traviesa me tratara muy mal.

En la villa Vivancete había un Vagabundo que vagaba por las veredas Vestía ropa vieja y traía un veliz verde enEl que guardaba Su amado violín. Vivía Para vagabundear. En sus largas travesías olía los claveles y veía el vuelo de las aves.Un día se encontró con Viviana, una niña viva ataviada con tonos violeta. Viviana quería enseñarle las vocales, porque el vagabundo nunca había Visitado una escuela.

-¡Vamos! –Decía Viviana-. Este verano teEnseñare las vocales si tú tocas el violín para mí - eres muy valiente, Viviana. No te das por vencida. ¿No ves que no las aprendería aunque Me las dijeras veinte veces? -¡Veras que sí! Empezaremos conUna vocal y vamos viendo una a una Hasta que te vuelvas el mejor. ¡No te avergüences! Si lograste ser un virtuoso violinista, también podrás con las vocales – dijo la vivaracha niña desde la ventana.

El chango Chencho es mechudo

y muy chistoso. Chismea todo el día en las noches cuenta chistes chispeantes.Hoy Chencho irá a charlar con Chonita, una changuita con un chongo muy chulo. Se pone Su chaleco rojo y su cachucha verde además de una mochila en donde guarda chocolates, leche, chicles y otras chucherías. Ah, también su chaqueta, porque llueve mucho.

Al saltar de charco encharco, ¡chispas! Chencho se agachó y chocó con una choza. Se quedó chimuelo e hizo tanto berrinche que mejor dejó para otro día la charla con Chonita.A la medianoche, Chonita ya echaba de menos a Chencho. Fue a verlo y lo encontró maltrecho y chimuelo.

—Mi Chencho, chiquito, escucha: yo te daré una salchicha, un pistache y un bizcocho. Dejaremos la charla para otra fecha.

—Muchas gracias, Chonita, eres la changuita más chula y vivaracha.

Yolanda preparaba un yogur de fresa con mamey para su desayuno. De repente oyó un relincho. ¡La yegua baya de la yunta se había lastimado con una yuca, al lado del arroyo!

Yolanda, aunque estaba en ayunas, fue como un rayo a ayudar a la yegua. En un costal de yute guardó un tubo de ensayo con un poquito de yodo.

Pero la yegua estaba muy dolorida. Yolanda recordó algo:

—¡Vaya, vaya! Ayer Yesenia me hablo de un yerbero yucateco. Será de gran ayuda — y salió en su busca.

El yerbero curó la pata de la yegua y le puso una venda de yeso. También le dio un té de yerbabuena, unas bayas silvestres y otras yerbas de buen olor.

¡Pobre yegua vaya! Pero Yolanda la ayudó.

En el llano había flores amarillas, bellos pajarillos y ardillas que comían avellanas. Allá, al lado de la casa, la gallina y el gallo seguían las huellas de sus pollitos, que comían semillas. Un zorrillo muy pillo halló una silla y ahí se hizo un ovillo.Dentro de la casa, una niña de rojas mejillas arrullaba a un bebé que lloriqueaba para llamar la atención de sus padres, quienes se iban a la calle. Para que no llorara más, le llevaron a la mesilla un pastel relleno de nuez de castilla y un té de manzanilla.

Los papas se fueron y un rato después empezó a llover tan fuerte que el perro aullaba de miedo.

El viento apagó la llama de la lamparilla y despeinó los cabellos de los niños. Oyeron que una llave abría la puerta y esperaron muy calladitos.

¡Eran nada menos que sus padres!, quienes llegaron con detalles para los chiquillos, como un anillo y unas zapatillas brillantes que lanzaban destellos.

Quique es un chiquillo tranquilo, aunque un poquito quisquilloso. Es muy querido por todos., y adonde quiera que va, la gente le hace cosquilla.Esa tarde quiso quedarse en su pequeño cuarto de alquiler y no ir al bosque. Aunque su mamá le dijo que le prepararía un riquísimo panqué, Quique dijo que no con su dedo meñique.

¿Por qué, querido necesito que te pongas tu chaqueta y que te acerques a comer panqué.

—Tu panqué siempre queda Quemado, mamá.—Entonces, ¿qué quieres hacer, mi pequeño:Quiero ir al estanque a jugar con mi barquito de papel.Quique, primero comeremos panque y luego armaremos tu barquito de papel. Pero ahora sí Quieres ir al bosque, ¿verdad?

— ¡Sí, mamá, sí quiero!

Un koala vivía en el zoológico, en donde comía riquísimos kiwis. Los kiwis también le gustaban mucho al canguro, quien lo dejaba sin comer. El koala ya estaba harto de esa situación, así que se subió a un kayak y recorrió miles de kilómetros en el mar, hasta que llego a Japón. En Tokio fue la sensación; se compró un kimono de colores y tomó clases de karate. Sin embargo, el koala extrañaba el zoológico y el kiosco que había en él. Recordaba que cada año había una kermes a la que acudían todos los koalas. Decidido, emprendió el viaje de regreso en kayac miles de kilómetros.

A su llegada, oyó música folclórica y saludó a todos los koalas. Se divertía de lo lindo cuando vio al canguro, pero sus pasos de karate lo ahuyentaron y el koala viajero se quedó feliz, disfrutando de la kermes anual.

Zenaida, una señora que hace bizcochos, estaba azorada, pues no creía lo que le estaba pasando: las zarzamoras recién cortadas que adornaban los bizcochos desaparecían del cazo.

Su amiga Zoila le propuso cazar al culpable. Pusieron muchas zarzamoras en el cazo y esperaron ocultas en el pozo.

De una zarza salió la zorra más zarrapastrosa que habían visto: era bizca y de ojos azules.

La miraron con dureza y ya estaban listas para agarrarla del pescuezo y darle unos azotes cuando vieron que tras ella iban cuatro zorritos.

Zenaida y Zoila sintieron mucha pena por los zorritos. Desde ese día, les dejaron manzanas, zanahorias y gaznates, que los zorritos comían con gozo.

Maximiliano toca el saxofón y Xavier, el xilófono. Ambos son excelentes músicos y grandes exploradores, pues les gusta salir de excursión a lugares exóticos.

Su primo Calixto tiene un taxi, y todos los sábados pasa por ellos exactamente a las seis de la mañana, pues la excursión empieza temprano. Para que salgan, toca el claxon varias veces.

Pero ese día, después de largas horas de viaje, se encontraron en un camino extraño; ¡estaban extraviados!

Preguntaron a los habitantes del poblado, pero éstos daban explicaciones que no entendían. Pronto se dieron cuenta de que en ese pueblo la gente era muy exagerada. Se excusaron y salieron de ahí. A pesar de todo, se habían divertido mucho y concluyeron

que la excursión había sido todo un éxito.

A Wenceslao le gusta mucho nadar.En la escuela Wagner, Wenceslao conoció a Walter y se volvieron muy amigos. A veces Walter se ponía triste, porque extrañaba la ciudad de Winchester, donde nació.

Los dos juegan muy bien waterpolo. El año pesado ganaron juntos una competencia y los premiaron con un viaje a Hawái, al que los acompañó su maestra Wendy y sus amigos Wanda, Wilfrido y William.

Ahora Wenceslao vive en Washington con Walter y allá también juegan al waterpolo en una gran alberca.

El ogro Gregorio es greñudo, grosero y gruñón. Como le agradan mucho las granadas, las grageas de dulce y los helados de grosella, se atraganta con ellos en su grandioso castillo.

Graciela había oído del ogro, pero sabía que no debía acercarse al grotesco castillo. Era muy graciosa y decía "gracias" a cada rato. Un día siguió a un grillo; sin darse cuenta, ya estaba en el gran jardín del castillo.

Graciela se encontró con el ogro, que no era tan gruñón como la gente creía.

— ¿te gusta el té de vinagre? —preguntó el ogro.—No, gracias. Pero sí me gustan las grosellas.—Ah, a mí también me agradan —dijo el ogro con

gran alegría—. ¿Quieres también grageas agrias?—Sí, sí, muchas gracias —agregó Graciela con una

gran sonrisa.Graciela y el ogro se volvieron grandes amigos. Ella

regresó a la granja donde vivía y les contó a todos que el ogro era muy agradable.

Cleta la gallina, es muy juguetona. Mezcla las semillas y cambia el ajonjolí por clavos amargos para molestar a las otras gallinas. También toca el clarinete, masca chicle y se adorna la cresta con claveles rojos.

Su última ocurrencia es andar en triciclo. No ha tomado clases, pero hoy apenas clareaba el día cuando se fue a gran velocidad tocando el claxon. Como estaba en una bajada, perdió el control del triciclo y sólo sus alas la salvaron de la debacle. Los claveles volaron por todos lados y el triciclo se desbarató. La aventura había concluido.

Ya repuesta del susto, Cleta declaró que continuaría esforzándose. Poco después, ya era una experta en

el manejo del triciclo. Pero

quería más: ahora aprendería a andar en bicicleta.

Cristal es una deliciosa criatura, una creativa bailarina que vive en la casa de muñecas de Cristina. Parecía una aristócrata, criada con una esmerada educación. Pero Cristina había dejado de cepillarle el crespo cabello y Cristal creyó que ya no la

quería, así que se escapó de la casa. Resulta, Cristal se mudó a un cajón del escritorio,

pero antes de partir dicto una carta al soldadito de plomo, quien hizo de escribano y anoto todo con un crayón y menuda escritura.

Al terminar, Cristal guardó la carta en un sobre lacrado y la dejó en el secreter.

Cristina buscó a Crista! No podía creer que no estuviera, y lloró. El caballo de larga crin le contó el secreto de su huida y Cristina, incrédula y demacrada, fue a disculparse con la bailarina. Cristal la oyó con atención e hizo dos o tres críticas, pero poco tiempo después volvieron a ser buenas amigas.

El cocodrilo fue un dragón hace mucho tiempo, pero una alondra le dio una copa de sidra y se volvió un dragoncillo que no lanza fuego.

Drodolón sabía que sus tatarabuelos habían sido dragones, y él quería serlo para derretir piedras y ahuyentar a los perros, que siempre le ladraban. Además, así podría volar y visitar a su madre.

Se fue por un camino empedrado en busca de un dramaturgo que, según se decía, tenía mil años y sabía de todo. Él podría decirle cómo convertirse en el dragón que tanto quería ser.

El dramaturgo entendió su deseo, pero creyó que los padres de Drodolón, el cocodrilo, se enojarían con él. Le dijo:

—Drodolón, si quieres ser dragón, tendrás que beber agua del drenaje con un cuadrito de ajo podrido.

— ¿Qué? Prefiero comerme un ladrillo.—Entonces, trata de ser feliz como el lindo cocodrilo

que eres—Bueno, pero ya se me ocurrirá otra cosa.

El gato Flau vivía en una florería y le gustaban los colores de las flores. No tenía dueño y no comía muy bien, por eso estaba medio flacucho. Sus pasatiempos eran cepillar su largo fleco ante el reflejo del espejo y tocar la flauta. A veces también inflaba los globos para decorar la florería.

Un día se encontró con un perro feroz que lo persiguió por todo el vecindario. Flau se erizó y corrió como flecha para trepar al árbol más cercano. Pasado el peligro, brincó a la ventana de una casa. Un olor a flan lo atrajo sin remedio.

Reflexionó un poco y dijo:—Después de un gran susto,

un gran gusto. Y se comió el flan. El perro

sólo veía desde abajo cómo Flau se relamía los bigotes.

Frisio es un oso friolento que siempre usa camisa de franela para evitar los escalofríos. Su cueva está al pie de un frondoso framboyán de fragante aroma.

En un cofre, Frisio guarda frascos de mermelada de fresa, frambuesa y otras frutillas. También tiene latas de paté francés que abre en las frecuentes fiestas que da.

Hacía calor, y quiso ofrecer una fiesta para que todos se refrescaran. Abrió el cofre y frunció el ceño: todos los frascos habían desaparecido. Recordó que vio a Frugencio, el oso refunfuñón, dando vueltas cerca del framboyán.

Cuando lo encontró, lo miró frente a frente, frunció el ceño y le dijo:

—Frugencio, dime francamente si te llevaste los frascos con mermelada de frutillas.

El oso confesó con frialdad: —Los frascos eran muy frágiles y se me cayeron.

—Bueno; ahora tú harás la mermelada. Toma esta canasta y ve a recolectar frutillas, Ya sabes, me gustan

las fresas y las frambuesas.

—Sí, Frisio, pero enséñame a preparar esos ricos refrigerios.

Blas es un conejo blanco que vive enla biblioteca. Tiene un problema: no le gusta

la neblina; cuando hay niebla se esconde tras la repisa de roble blanco. Ahí hay libros temibles con historias de samuráis con sables

que viven aventuras inimaginables.Blas es muy amable, pero en los días nublados

anda de mal humor. Pablo, su dueño, ya lo conoce, y le lleva a Blanquita, una linda niña que usa falda tableada y tiene un terrible miedo a la oscuridad.

A Blas le encanta leer para Blanquita hasta muy tarde, porque es un insaciable lector. Una noche, Blas hizo una pirueta en medio de la lectura y jaló un cable. La biblioteca quedó en tinieblas.

Blanca dio un grito y se subió a un mueble. Blas

aplacaba a los ratones y Pablo buscaba el cable.Cuando por fin conectaron el cable, la biblioteca

estaba patas arriba, pero esto no es reprochable, ¿verdad?

Brenda y Brunilda son dos brujitas buenas. Brenda tiene una simpática sombrilla de brillantes colores y Brunilda es muy bromista, pues embroma a quien se deja.

Brunilda es la bruja más traviesa y sus embrujos pocas veces salen bien. Un día

quiso preparar un brebaje con branquias de pescado y cuernos de cabra, pero no salióde su asombro cuando sobre el frasco nacióun brote de flor. En otra ocasión agito su varita mágica parafabricar una escoba voladora; salieron unosbrillitos y la escoba, en su lugar de volar, comenzó a a dar de brincos con Brunilda encima. Por poco cae de bruces, y hasta El broche que llevaba en el sombrero debruja cayó bruscamente al suelo. Brenda la vio en tantos apurosque se le ocurrió regalarle una brújula.Cuando Brunilda abrió el regalo, brinco de gusto. Desde entonces, esta bruja buena sabe cómo guiar su asombrosaEscoba y, además, lleva una vela en el sombrero para alumbrar su camino.

El papa de gloria vendía globos. Muy temprano, ya estaba en una glorieta de cerca de la iglesia. Esa tarde estaba muy

triste, pues su situación no tenía arreglo: no había vendido ni un solo globo. Se sentó cerca de las gladiolas.Y, sin saber qué hacer, se puso a inflar globos y más globos.

De repente, ya estaba volando en un cielo de un azul glorioso. Se emocionó mucho al ver la ciudad desde lo alto, pues las calles se veían tan bonitas que parecían haber sido trazadas con regla. Para ir bajando poco a poco, se le ocurrió reventar uno a uno los globos, hasta que el viento lo llevó a su casa. Tan pronto como llegó, escribió renglón por renglón un curioso letrero:

Si te cansas de estarParado, viaja en globoY bajaras encantado.

Al día siguiente había tanta gente. Volando en globosMulticolores queApenas podía Verse el azul del Cielo. Desde arriba,Saludaban a nuestroAmigo, el ingeniosoglobero.

Plácido vive en la playa; ahí hace mucho calor, por eso lleva playera y un sombrero plateado de extraña apariencia. A Plácido le gusta sentarse a comer plátanos en una silla plegable que está en la plaza, .y no le

importa que la gente lo vea con rareza y piense que es simple.

Él está muy contento con su sombrero plateado.

Una tarde hacía tanto calor y platicaba tan feliz con el empleado de la tienda, que dijo:

— ¡Pamplinas con el sombrero! Me lo voy a quitar. La gente de la plaza se quedó perpleja, pero luego de unos momentos aplaudió mucho: el cabello dePlacido, parecía un gran plumero de múltiples colores.

En una provincia de primorosos prados había un precioso castillo. Como en los castillos siempre hay princesas, en éste también vivía una precavida

princesita. Ella se asomaba por la ventana para oír al pregonero, quien pretendía llamar la atención prediciendo el tiempo y proclamando las noticias del reino. A primera hora, se presentaba ante todos y daba las preciadas noticias, pero muchas eran mentirillas producto de su presuntuosa imaginación.

— ¡Presten atención! El primo presumido de la princesa pretende hacer una proeza en la primavera. ¡Atentos, todos! Procurará lo prohibido: sin práctica se lanzará al profundo precipicio. Y adivinen qué... Si pasa esta prueba obtendrá como premio el amor de la princesa.

Pronto empezaron las preguntas, que provocaron la airada protesta de la princesa. Ella sabía que el pregonero sólo buscaba

recibir propinas. Buscó a su primo y, como éste negó todo, la princesa llamó al pregonero: —No mientas más, pues puedes ir a prisión. Él pregonero se retiró presuroso y preocupado. No quería más problemas así que se hizo el firme propósito de cambiar de profesión.

Sin ningún trabajo, Trini y Demetrio se levantaron a las tresde la mañana, aunque las estrellas apenas alumbraban por eltragaluz. ¡Es que era día de reyes! Sabían que al lado del tronco del árbol encontrarían presentes. Trataron de hacer ruido, pero en cuanto vieron losregalos destrozaron las envolturas. ¡Un tren eléctrico! ¡Untractor para Demetrio! ¡Un trozo de chocolate! ¡Un traje paraTrini! Además, un trompo, un libro e trabalenguas, trapecios, triángulos y un juego de trucos. -¡Cuantos regalos han traído los reyes, Trini!

-¡Si, trajeron de todo, Demetrio!

Estaban muy contentos, tras tremenda sorpresa. A las cuatro de la madrugada trataron de dormir, pero se distraían e imaginaban mil travesuras.

Sus papas los encontraron a la mañana siguiente, al pie del tronco y con una sonrisa de felicidad, dormidos tranquilamente.