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PROGRAM A DE MAGISTER EN EDUCACIÓN DESARROLL O HUMANO Y ORIENTACIÓN. 1 LECTURA 2: CAPÍTULO 3. INTENTOS REALIZADOS EN BUSCA DE UNA TEORÍA DE LA ORIENTACIÓN  Marí a V ic tori a G or di llo 3.1. TEORÍAS DE LA PERSONALIDAD Y TEORÍAS DE LA ORIENTACIÓN Una teoría no surge de forma aislada, hunde sus raíces siempre en substratos personales, históricos, sociológicos y filosóficos. Refleja la personalidad de quien la elabora —sus necesidades, su «Weltanschauung»— y constituye un producto de la época en que aparece, del Zeitgeist del momento. Es razonable, por tanto, la justificación que Wrenn (1959) aporta para explicar la carencia de teoría en la orientación: el hecho de que haya crecido tan rápidamente y haya tenido que soportar tantas presiones en sus años de formación no le ha permitido elaborar una teoría coherente y comprensiva. Ciertamente, una teoría completa de la orientación no ha habido nunca (Hornstein, 1976; Berkey y Eisert, 1976). Con frecuencia, lo que se ha entendido por teoría ha sido un conglomerado de métodos o aspectos fragmentarios tomados de diversas teorías de la personalidad o del aprendizaje. Debido a ello, Zaccaria (1969) evita la palabra «teoría» y la sustituye por «enfoques de la orientación», por considerar que no reúnen las características básicas de una teoría. E igualmente, Cuningham y Peters (1973) señalaban hace casi quince años la existencia de más de cuarenta y tres «teorías» de la orientación. Son, por tanto, frecuentes las quejas ante la proliferación de técnicas, métodos y enfoques que han ido apareciendo sin tener una base conceptual que los respalde. Las razones que explican la inexistencia de una teoría de la orientación «madura» (en el sentido dado por Kuhn en 1962) podrían ser estas tres: 1. Falta de atención a los supuestos culturales subyacentes en nuestro comportamiento. 2. Se han estudiado escasamente los aspectos propios de la diversidad humana que se resisten a una clasificación. 3. Y se ha dado más importancia a las soluciones que a los problemas. Ha faltado intencionalidad, complejidad y equilibrio (Pedersen. 1983). Son muchos los autores que, sin embargo, albergan la esperanza de llegar a encontrar algún día una verdadera teoría de la orientación. En la cuarta edición de la Encyclopedia of Educational Research (1969) se decía expresamente cómo en la conducta del orientador hay siempre implícita —aunque frecuentemente no sea explícita— una teoría de la orientación: «Sus decisiones de aconsejar, apoyar, reflejar o interpretar están influidas por una teoría que es, sin embargo, pobremente formulada o inconscientemente sostenida. (p. 252). En el campo de la orientación las teorías han surgido en estrecha conexión con teorías existentes sobre la personalidad, aceptando una de ellas —al menos provisionalmente— y adaptándola a los fines particulares de la orientación, o tomando una postura ecléctica al

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  • PROGRAMA DE MAGISTER EN EDUCACIN DESARROLLO HUMANO Y ORIENTACIN.

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    LECTURA 2: CAPTULO 3. INTENTOS REALIZADOS EN BUSCA DE UNA TEORA DE LA ORIENTACIN

    Mara Victoria Gordillo 3.1. TEORAS DE LA PERSONALIDAD Y TEORAS DE LA ORIENTACIN

    Una teora no surge de forma aislada, hunde sus races siempre en substratos personales, histricos, sociolgicos y filosficos. Refleja la personalidad de quien la elabora sus necesidades, su Weltanschauung y constituye un producto de la poca en que aparece, del Zeitgeist del momento. Es razonable, por tanto, la justificacin que Wrenn (1959) aporta para explicar la carencia de teora en la orientacin: el hecho de que haya crecido tan rpidamente y haya tenido que soportar tantas presiones en sus aos de formacin no le ha permitido elaborar una teora coherente y comprensiva. Ciertamente, una teora completa de la orientacin no ha habido nunca (Hornstein, 1976; Berkey y Eisert, 1976). Con frecuencia, lo que se ha entendido por teora ha sido un conglomerado de mtodos o aspectos fragmentarios tomados de diversas teoras de la personalidad o del aprendizaje. Debido a ello, Zaccaria (1969) evita la palabra teora y la sustituye por enfoques de la orientacin, por considerar que no renen las caractersticas bsicas de una teora. E igualmente, Cuningham y Peters (1973) sealaban hace casi quince aos la existencia de ms de cuarenta y tres teoras de la orientacin. Son, por tanto, frecuentes las quejas ante la proliferacin de tcnicas, mtodos y enfoques que han ido apareciendo sin tener una base conceptual que los respalde. Las razones que explican la inexistencia de una teora de la orientacin madura (en el sentido dado por Kuhn en 1962) podran ser estas tres: 1. Falta de atencin a los supuestos culturales subyacentes en nuestro comportamiento. 2. Se han estudiado escasamente los aspectos propios de la diversidad humana que se

    resisten a una clasificacin. 3. Y se ha dado ms importancia a las soluciones que a los problemas. Ha faltado intencionalidad, complejidad y equilibrio (Pedersen. 1983). Son muchos los autores que, sin embargo, albergan la esperanza de llegar a encontrar algn da una verdadera teora de la orientacin. En la cuarta edicin de la Encyclopedia of Educational Research (1969) se deca expresamente cmo en la conducta del orientador hay siempre implcita aunque frecuentemente no sea explcita una teora de la orientacin: Sus decisiones de aconsejar, apoyar, reflejar o interpretar estn influidas por una teora que es, sin embargo, pobremente formulada o inconscientemente sostenida. (p. 252). En el campo de la orientacin las teoras han surgido en estrecha conexin con teoras existentes sobre la personalidad, aceptando una de ellas al menos provisionalmente y adaptndola a los fines particulares de la orientacin, o tomando una postura eclctica al

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    combinar conceptos de varias. Patterson (1978) ha indicado que las teoras del counseling tienen, o deben de tener, tras de s una teora de la personalidad y una teora del aprendizaje. Normalmente esta relacin con teoras de la personalidad o del aprendizaje queda implcita ms que explcita (p. 23). Del mismo modo hay una base filosfica en toda teora que refleja la concepcin de la naturaleza humana, las metas y los objetivos de la orientacin. Las teoras de la orientacin se diferencian de las teoras de la personalidad, porque buscan describir las dificultades que la persona puede hallar en la interaccin con su medio y proponen tcnicas para resolver estos conflictos. La intervencin puede realizarse en dos niveles: orientacin o tratamiento psicoteraputico. Muchas teoras de la orientacin presentan rasgos comunes con teoras de la psicoterapia de ah que Patterson en su conocida obra Teoras del counseling y psicoterapia identifique ambas, solamente variara el grado en que la dificultad se presenta cuando estamos en el mbito de lo normal, es decir, de los problemas propios desarrollo o de las relaciones interpersonales, aplicaramos la versin orientacin. En los casos en que el problema se ha agudizado o es consecuencia de un trastorno psquico grave, la misma teora en la forma correspondiente a la psicoterapia. Aunque es justo decir que, con muy pocas excepciones, ha sido ms la cura propia de la psicoterapia que la ayuda de la orientacin lo que ha servido de estmulo para pasar de una teora descriptiva de la personalidad a una teora prescriptiva que ofrezca posibilidades de intervencin. Examinaremos, a continuacin, las aportaciones de las principales teoras de la orientacino de la psicoterapia para mostrar la gran variedad de enfoques y facilitar quien est interesado la profundizacin en cualquiera de ellos, leyendo directamente a sus principales autores. Aunque uno de los puntos del cdigo tico del orientador promulgado por la APGA seala la necesidad de exponer ante los estudiantes de orientacin diversas posiciones tericas a fin de evitar el adoctrinamiento en una determinada escuela destacar las limitaciones que, a mi juicio, tiene cada uno de estos enfoques con el doble propsito que gua este libro: mostrar cmo no existe una teora adecuada para la orientacin educativa, y, a la vez, estimular el desarrollo de una teora personal que permita tamizar los objetivos y tcnicas usuales en los diferentes enfoques, a la luz de lo que para cada uno de nosotros resulta vlido. Un sistema de clasificacin ampliamente utilizado ha sido el de agrupar los distintos enfoques tericos segn la concepcin del hombre que en ellos aparezca. De este modo, una de las categorizaciones ms claras es la que distingue entre enfoques conductistas y humanistas o fenomenoilogicos. Para los primeros, la conducta humana es una respuesta ante los estmulos externos, por lo cual cuanto ms se conozcan estos ms fcil v eficazmente se podr controlar. Los enfoques humanistas, por el contrario consideran la conducta humana movida por procesos interiores. Ambas posiciones pueden considerarse los extremos, de un continuo donde caben variedad de enfoques. Este es el sistema recomendado por Barciay (1971) que prefiere el trmino de ambiental al de conductista, y el de humanista al de fenomenolgico, pero partiendo de los presupuestos anteriores. Otras posibles categorizaciones que podramos utilizar seran las de London (1964). Que diferencia las teoras segn si su objetivo es fundamentalmente la comprensin (nsfs.r/h) o la accin del cliente. O tambin la clasificacin de Patterson (1978) que distingue entre teoras que enfatizan procedimientos de solucin de problemas o los procesos afectivos en la relacin de orientacin.

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    A pesar de las posibilidades que todos estos sistemas ofrecen, no seguir en las pginas siguientes ninguno de ellos, pues no pretendo exponer detalladamente cada uno de los enfoques, sino ms bien presupongo en el lector un conocimiento bsico de las teoras de la personalidad sal a ere e hit intencin se dirige a resaltar sus aportaciones para la orientacin y a sealar las limitaciones que impiden considerar esa teora como totalmente adecuada a una concepcin educativa de la orientacin. 3.2. EL ENFOQUE DE RASGOS Y FACTORES Los primeros enfoques tericos de la orientacin surgen a raz de la teora de rasgos y factores y el auge de la psicometra Woliarnson ha sido uno de sus principales representantes, su enfoque de la orientacin responde al modelo de diagnstico-pronstico y su visin del hombre hunde sus supuestos en la teora de rasos y factores que, para Tyler (1977), difcilmente puede considerarse una teora en el sentido pleno de la palabra, pues no hace apenas mencin de los motivos que mueven a actuar ni se refiere a la personalidad como un todo. La aportacin fundamental de este enfoque es la aplicacin del mtodo cientfico a la resolucin de problemas. Tambin su contribucin a la creacin de nuevas tcnicas de diagnstico, as como el contrapunto de equilibrio que supuso la acentuacin de los factores racionales (frente a la irracionalidad puesta de manifiesto tan palpablemente por el psicoanlisis, y, posteriormente la carga afectiva de la terapia no directiva). Una de sus derivaciones mi' Importantes ha sido la terapia emotivo-racionalista de Ellas. Su objetivo es curar a pensamiento irracional por medio de un tratamiento racional. Entre sus limitaciones, quiz la ms grave sea su fuerte base determinista, pues hay un emparejamiento de ciertas, dimensiones estables del hombre con ciertas caractersticas del trabajo. Se confa excesivamente en los instrumentos de diagnstico y en la informacin que se logra a travs de ellos. Ms que una mejora o cambio de la persona, parece buscarse una adaptacin. Existe, tambin, el peligro de que al ser la relacin superficial las verdaderas motivaciones no emerjan. 3.3. EL IMPACTO DEL PSICOANLISIS El enorme influjo de que goz el psicoanlisis hasta mediados del siglo veinte, se dej sentir tambin en la orientacin que crey encontrar en la concepcin del hombre proporcionada por Freud, y en sus tcnicas de solucin de conflictos, la posibilidad de un marco terico completo. Pronto se comprob, sin embargo, la parcialidad de este enfoque, surgiendo disidentes dentro del psicoanlisis ortodoxo y teniendo que ser en la prctica de la orientacin frecuentemente matizado por otros enfoques. Sus aportaciones principales se refieren al reconocimiento de impulsos inconscientes motivadores de la conducta, el posible influjo de experiencias infantiles en el desarrollo posterior, y la gran variedad de tcnicas y procedimientos para desenmascarar mecanismos de defensa.

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    La crtica ms profunda es la referida a su concepto de hombre, donde el impulso y el inconsciente juegan tal papel que la libertad resulta casi imposible cayendo, por tanto, en un determinismo que empobrece por entero la teora. En la actualidad, el nmero de los que se consideran psicoanalistas es mucho menor que en la primera mitad del siglo, pero su influjo pervive en conceptos transmitidos a otras escuelas (a veces tan distantes como las teoras conductistas, as en el caso de Dollard y Miller). Dentro de la orientacin los enfoques psicoanalticos ms usados han sido los de Adler y el anlisis transaccional. Adler (1959) acenta la necesidad de obtener un reconocimiento social como uno de los principales motores de la conducta humana. Segn esta teora, el modo de superar problemas ms utilizado es a travs del afn de poder, la venganza o el deseo de llamar la atencin. El orientador funciona, entonces, como un maestro que ayuda a cambiar los objetivos de la conducta y a actuar con otras motivaciones. El anlisis transaccional desarrollado por Berne (1961) tiene tambin sus orgenes en el psicoanlisis. Para Berne la relacin personal consiste en transacciones. El yo tiene tres estados: padre, adulto y nio. La orientacin trata de encontrar un balance entre la conducta inhibitoria del padre y la inmadurez del nio, a fin de que pueda .actuar en cada momento del modo ms conveniente y sea capaz de reconocer el tipo de interaccin que se est desarrollando. Uno de los ms acrrimos crticos del psicoanlisis en la orientacin ha sido Carkhuff, el cual llega a decir que a lo largo de las ltimas dcadas el psicoanlisis se ha limitado a desarrollar una racionalizacin para justificar la psicopata (1977, p. 105), especialmente ataca la falta de capacidad de accin por limitarse a meros insights o intuiciones que tratan de interpretar la conducta de un modo radical. 3.4. LA TERAPIA CENTRADA EN EL CLIENTE Los enfoques fenomenolgicos tienen en comn el inters por el mundo perceptivo del sujeto. De todos ellos, quiz el que representa mejor este inters por el modo en que las cosas aparecen ante el individuo sea la terapia centrada en el cliente. El promotor y mximo representante de este enfoque es Rogers. Su influjo ha sido muy grande en el campo de la orientacin y la psicoterapia repercutiendo tambin en la educacin y la enseanza. Especialmente valiosa ha sido su contribucin respecto de las condiciones necesarias y suficientes segn l para producir el cambio teraputico. Subraya la relacin teraputica como el agente primario que facilita el cambio. Pone el mayor nfasis en el cliente l es el responsable de lo que ocurra y no en el terapeuta, por la supuesta capacidad de la persona para la autoexploracin y expresin de sentimientos y emociones cuando se siente aceptada y comprendida por un orientador congruente consigo mismo. Sus limitaciones se encuentran, en primer lugar, en el utpico planteamiento nunca demostrado, de esa innata tendencia hacia la actualizacin en el sujeto; para que este optimismo se vea confirmado es necesario un tipo de clientes muy particular: aquellos que tienen un yo suficientemente fuerte y slo necesitan comprender y confiar en su propia experiencia. Acenta claramente la parte afectiva y emocional en detrimento de la cognitiva e intelectual. Tambin

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    pretende una neutralidad que no es real: La fenomenologa de Roger es tan manipuladora como el conductismo de Skinner (Beck, 1973, p. 78). Rogers simplemente quiere manipular la situacin de orientacin para proteger la libertad personal, mientras que Skinner lo hace por la eficiencia en alcanzar un fin determinado. Al identificarse con la fenomenologa tiene que admitir un determinismo contrario a la libertad y neutralidad que proclama (esto ltimo tambin resulta imposible por la dificultad de prescindir de los propios valores en la relacin interpersonal). Tampoco ninguna de las condiciones necesarias y suficientes que para muchos autores no pueden pretender ser suficientes, sino que hay que tener en cuenta otras muchas variables que Rogers no menciona ha sido suficientemente desarrollada. Hay, adems, una carencia de operacionalizacin en las mismas que dificulta el transmitirlas o evaluarlas. Al no haber direccin, ni programa ni metas de aprendizaje nicamente el clima teraputico y la libre iniciativa dejada al sujeto se facilita slo de un modo aparente la oportunidad de cambiar. Se responde simplemente a los aspectos superficiales de la experiencia del cliente debido a la rgida postura del terapeuta empeado en mantener en exclusividad las tres famosas condiciones, independientemente del contexto social, cultural o personal del sujeto. 3.5. LAS TEORAS DEL APRENDIZAJE Y EL ENFOQUE COGNITIVO-

    CONDUCTUAL Las teoras del aprendizaje han sido las que mayor nmero de investigaciones han aportado en los ltimos aos. Al ser los criterios explcitamente descritos, y de un modo objetivo, es ms probable demostrar la eficacia de la orientacin. Los problemas son concretos no se pretende cambiar la personalidad y fciles de evaluar. Ms que preocuparse por actuar de acuerdo con una determinada teora de la personalidad, el orientador conductista parte de que toda conducta es aprendida y que no existe aprendizaje significativo sin accin. Comienza plantendose tres interrogantes: cul es la conducta que se desea cambiar, qu aspectos de la situacin fomentan esta conducta y qu elementos no son susceptibles de manipulacin (Krasner y Ullman, 1965). A ello responden con un conjunto de tcnicas a travs de las cuales manipularn sistemticamente las condiciones susceptibles de modificacin. Krumboltz (1966) fue el primero que aplic este enfoque a la orientacin. Su inters se centra en ayudar al cliente a alcanzar los objetivos de cambio que l desea, a aprender conductas nucas v a responder de un modo ms adecuado a las circunstancias- Sus aportaciones consisten en que el tratamiento tiene una direccin clara y relativamente sistemtica. Los criterios en relacin con el efecto que se persigue estn bien definidos, y se ofrece la esperanza de curar determinados sntomas que no han podido ser eliminados con otros tratamientos. Las dos grandes limitaciones que sealaramos a este enfoque son: en primer lugar, su carencia de teora (una amalgama aterica de principios prcticos- fue la definicin de Weitzman en 1967). Se trata de un conjunto de tcnicas cuyo nico punto en comn se encuentra en que provienen de principios del aprendizaje. En segundo:' lugar, por considerar al hombre como un animal sin cerebro, como una criatura de formaciones subcorticales o hipotalmicas que funciona con un sistema nervioso involuntario y primitivo (Lazarus, 1971, p. 6). De aqu la ausencia de responsabilidad en el cliente y la falta de fomento de respuestas nuevas y creativos producto a su vez de una concepcin determinista que hace depender la respuesta del estmulo. Y que restringe tambin el tipo de problemas que pueden ser tratados.

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    En los ltimos aos ha aparecido una corriente integradora de la psicologa cognitiva y del enfoque conductista en orientacin, que ha permitido utilizar tcnicas cognitivas y de autocontrol para el cambio de conducta. Los modelos tericos en que se fundamentan son muy dispares, pudindose acoger bajo este epgrafe tanto autores que proceden de una lnea racionalista ---como Lilis (1962) y Beck (1963) , como los que aplican principios procedentes del condicionamiento operante, aprendizaje modlico o aprendizaje social (Kanfer, 19670; Banduro, 1969: Rotter, 1954). Aunque, realmente, representan un avance frente a las tcnicas conductistas tradicionales al admitir los procesos cognitivos encubiertos en los anlisis experimentales de la conducta, tambin es cierto que -es llamativa la heterogeneidad conceptual de las tcnicas y la pobreza de modelos tericas, corno ausencia de teoras motivacionales y conceptualizaciones slidas sobre el funcionamiento cognitivo (Avia, 1984, p. 335). 3.6. EL INFLUJO DE LA CORRIENTE EXISTENCIALISTA Y LA LOGOTERAPIA El enfoque existencialista en orientacin surgi debido a que la fenomenologa no proporcionaba un marco lo suficientemente amplio y vital corno para satisfacer los requisitos de la psicologa y- la terapia. La fenomenologa haba tratado de llegar a un sistema demasiado exacto tal vez a una explicacin bastante determinista de la compleja conducta humana. A causa de esta incapacidad de abarcar los problemas experimentados por el hombre surgieron el Daseinsanalyse y otras formas similares de psicologa y pensamiento filosfico existencial. La contribucin fundamental de la terapia existencial es su comprensin del hombre como ser. No niega la validez de los dinamismos y el estudio de pautas de conducta especficas en los lugares adecuados. Pero sostiene que los impulsos o dinamismos [...] slo pueden ser comprendidos en el contexto de la estructura de la existencia de la persona que abordamos (May. 1958, p. 137). Es un intento de comprender al hombre en toda su complejidad, sin fraccionarlo, y teniendo en cuenta su libertad. Arbuckle (1975) y Van Kaam (1969) han sido los principales introductores en el mbito de la orientacin. El hecho de suponer la responsabilidad en el sujeto es a veces visto como una limitacin en cuanto al tipo de clientes al que pueden ayudar. Del mismo modo, el tipo de relacin que se busca, el encuentro- (Van Kaam. 1969), es fortuito y no puede exigirse a priori: basar la ayuda, por tanto, en el logro de este tipo de relacin puede ser una limitacin, especialmente cuando hay, una desigualdad en el punto de partida como ocurre en la orientacin educativa. Bollnow (1959) ha llamado la atencin frente a una equivocada dramatizacin o existencializacin de la relacin educativa por los peligros que lleva consigo. Sin embargo, y corno Carkhuff ha hecho notar, la realidad es que la terapia existencial ofrece esa posibilidad de encuentro, que otras muchas escuelas teraputicas, como la terapia centrada en el cliente, realmente no ofrecen (1977, p. 89). Supone un terapeuta psicolgicamente sano en un grado eminente, ya que en este sistema el terapeuta debe ensear con el ejemplo de su persona no con su anlisis solamente. Finalmente, se le critica por su terminologa que no resulta fcil de comprender y de ser utilizada de un modo coherente y sistemtico.

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    Podra ser completada por otros enfoques ms dirigidos a la accin, pero no suelen admitirlo debido a la base determinista predominante en muchos de ellos y que resulta incompatible con los principios de la orientacin de cuo existencial. Un intento ms reciente y que ofrece mayores posibilidades de aplicacin al campo educativo es la logoterapia de V. Frankl. La bsqueda del significado de la vida constituye la raz ms profunda de los esfuerzos humanos y esta bsqueda se da en el nivel cognitivo ms que en el instintivo, afirma Frankl oponindose a teoras de la personalidad reduccionistas como el psicoanlisis o el conductismo. Se trata de una educacin para la responsabilidad, de una restauracin de la objetividad o reorientacin desde el centramiento en s mismo hacia las cosas. El sentido de la vida no puede ser inventado sino descubierta> (Frankl, 1980. p. 100). Hay aqu ya una superacin del existencialismo y de su posible hiperreflexin que apareca como contraria a una accin constructiva en el campo educativo. 3.7. EL PREDOMINIO DEL ECLECTICISMO Por ltimo, nos encontramos con un enfoque que ha pretendido una integracin sistemtica de los diferentes y frecuentemente opuestos sistemas de counseling y psicoterapia. El creador del enfoque eclctico fue Thorne con los artculos que aparecen desde 1945 y su libro Principies of personality counseling (1950). Parte del supuesto de que casi todas las teoras son incompletas, por lo cual es necesario englobarlas en un sistema general donde se mantengan sus indicaciones y contraindicaciones. Si en sus comienzos el eclecticismo fue duramente criticado --por conducir directamente a la incoherencia y a la contradiccin, por bloquear el progreso cientfico, etc. y no haba nadie que se autodefiniese como eclctico, hoy ms de un 50 por 100 de los autores asumira esta postura (Garfield y Kurtz, 1977). El acierto en la seleccin de lo mejor de cada enfoque es objeto de crtica, pues al no haber criterios objetivos para hacerlo resulta muy subjetivo, o exclusivamente referido a la situacin de cada cliente (con lo cual no se podra hablar de procedimientos generales). Cuando se pretende una sntesis completa, coherente y sistemtica incorporando todos los conocimientos vlidos que poseemos acerca de la conducta humana, se est introduciendo algn tipo de valoracin por mucho que se insista en que el sistema final est abierto a la revisin constante, incluso en sus lneas directrices (English y English, 1958). La decisin de aceptar o no elementos de una teora y el peso que a stos se atribuye dentro del sistema general, est respondiendo ya a una determinada concepcin terica. No es de extraar, por tanto, que Patterson, que defiende esta integracin de los distintos enfoques de orientacin, haya dicho: El eclecticismo de Thorne, aunque hasta la fecha es el ms completo, no aporta una integracin satisfactoria de todo conocimiento y de las teoras actuales. Su punto ms dbil parece ser el de no reflejar adecuadamente las dos posiciones principales actuales, la terapia de la conducta y la terapia centrada en el cliente (1978, p. 617). Esta ardua tarea parece, pues, difcil de realizar si no imposible. Por este motivo, muchos de los autores que se consideran eclcticos lo son por su expresa no vinculacin a una de las teoras tradicionales, por lo que parece justa la afirmacin de Patterson de que, entonces, ms que de eclecticismo habra que hablar de sincretismo.

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    Posiblemente parte de estas crticas puedan ser dirigidas hacia el enfoque denominado developmental o evolutivo en la orientacin. Igual que ocurre con las teoras del aprendizaje, no hay aqu un nico enfoque sino que, por el contrario, parece hacer ms bien referencia a una concepcin terica amplia bajo la cual se acogen diferentes enfoques. El concepto que los unifica es la importancia que se otorga al proceso de desarrollo en la vida humana y la secuencializacin de sus etapas. Cada una de stas contiene una serie de tareas que el individuo debe ser capaz de realizar antes de pasar a la etapa siguiente. El concepto de etapas de desarrollo no es nuevo en la psicologa, pero s lo es su aplicacin a los problemas normales propios de la orientacin, lo cual se ha hecho recientemente. Como los partidarios del enfoque racionalista, los orientadores que siguen este modelo creen que la conducta humana es potencialmente activa, pero frecuentemente se encuentra restringida en sus decisiones y elecciones por condicionantes ambiental y social. El objetivo que pretenden es lograr una sntesis entre modelos de insight y de accin. Este modelo se ha desarrollado principalmente en el mbito educativo, centrando la atencin en la capacidad de decisin del sujeto normal, en el presente y el futuro ms que el pasado y en la no neutralidad del educador que encarna valores y normas, aunque no las impone. La orientacin se concibe como un proceso de aprendizaje en el que se tienen en cuenta elementos individuales y sociales, as como las caractersticas de los diferentes niveles de desarrollo del sujeto (Tyler, 1977; Blocher, 1966). Su mayor ventaja es, a la vez, su mayor inconveniente, es decir, la complejidad que impide caer en la parcialidad de otros enfoques, hace cuestionable su consideracin como un modelo completo. El anlisis de la multitud de enfoques existentes revela que an no se ha encontrado para la orientacin una base terica antropolgicamente fundamentada. Hasta que esto ocurra permanecern fluctuantes las barreras con la enseanza, la educacin, la formacin y la psicoterapia (Benz y Caroli, 1977). Pero la necesidad de tener una teora no puede hacernos caer en el error de pensar que la simple transferencia de modelos psicolgicos al mbito de la orientacin educativa nos permitir disponer de una teora de la orientacin. Pues, incluso, hay quienes dudan de la validez de todas las teoras existentes en el campo de la personalidad y la orientacin, por no haberse desarrollado de acuerdo con los pasos del mtodo cientfico (observacin, formulacin de hiptesis, verificacin, reformulacin y, finalmente, construccin de la teora sobre la base de hechos comprobados) (Hill, 1983). Llegando, as, a manifestar que nuestras teoras de la personalidad no son mucho ms que una coleccin de metforas no fundamentadas en fenmenos observables (Gottmann y Markman, 1978). En conclusin, la actitud de un sano escepticismo ante gran parte de las teoras de la personalidad hoy vigentes, nos impedir caer en la ilusoria creencia de que la aceptacin incondicional de una de ellas nos permitir desarrollar, casi automticamente, una teora de la orientacin. Como se ha expuesto, o bien son difciles de verificar, o bien se ha pretendido el rigor cientfico a expensas de la importancia de los temas contemplados.

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    3.8. CONCLUSIONES La necesidad de disponer de una teora propia de la orientacin ha llevado a fijar la atencin en las principales teoras de la personalidad y de la psicoterapia, conscientes de que una teora completa de la orientacin no ha existido nunca. Por este motivo parece preferible hablar de enfoques de la orientacin ms que de teoras. O, como hace Patterson, identificar orientacin y psicoterapia, aplicando entonces a aquella las teoras de sta. Lo especfico de las teoras psicoteraputicas y de la orientacin frente a las de la personalidad, es la intervencin que puede hacerse en distintos niveles. Aunque frecuentemente no de un modo explcito, todo orientador funciona con una teora implcita de la orientacin que refleja su concepto de hombre, los objetivos y las metas que persigue. La multitud de teoras de la psicoterapia existentes ha permitido distintas clasificaciones. Posiblemente la divisin ms conocida es la que se refiere al concepto de naturaleza humana y que lleva a distinguir entre enfoques humanistas y enfoques conductistas o ambientales. De un modo muy sinttico se han sealado en este captulo las principales aportaciones tericas, junto con las limitaciones que impiden tomar una de ellas como la base adecuada para construir una teora de la orientacin educativa. Cronolgicamente, en el campo de la orientacin, el primer enfoque terico que surgi con la pretensin de fundamentar la actividad orientadora fue el de rasgos y factores. Su mejor cualidad era la proximidad al sujeto normal ya que nace y se desarrolla especialmente en el mbito universitario. Sin embargo, se le achaca una relacin superficial con el orientado, y un alto grado de determinismo debido a la confianza que se concede a los resultados de los tests. El psicoanlisis no se propuso influir directamente en la educacin, puesto que no cree en sta, pero de un modo indirecto su presencia se ha dejado notar en numerosos enfoques. Dentro de la orientacin, se encuentra no slo en autores que se reconocen claramente deudores del psicoanlisis sino tambin en enfoques como la terapia centrada en el cliente, los grupos de encuentro o el anlisis transaccional. Su limitacin para una orientacin educativa se halla en la falta de accin por parte del sujeto, ya que el xito parece estar ms relacionado con la acertada interpretacin de las verbalizaciones del sujeto que en promover la accin de ste. El determinismo de la conducta pasada respecto al presente y al futuro es aqu un hecho decisivo. La terapia centrada en el cliente, u orientacin no directiva, de Rogers ha sido uno de los movimientos ms influyentes en la orientacin desde la segunda mitad de la dcada de los cuarenta hasta el final de los sesenta. El valor otorgado a la relacin interpersonal y a las actitudes del orientador es un claro logro de esta corriente. Pero quiz esto no fue suficientemente desarrollado -por sus seguidores -o por el mismo Rogers que abandon esta lnea de investigacin a favor de una orientacin grupal- por lo que se echa en falta una operacionalizacin de las variables y una programacin de la actividad del orientado una vez

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    conseguido el objetivo de la autoaceptacin. Su mximo oponente fue el conductismo con el que mantuvo una fuerte polmica que contribuy a afianzar an ms la divergencia de las posturas. Las teoras del aprendizaje aparecen en la orientacin provocando un impacto que fue calificado de revolucionario a mitad de los sesenta. Desde entonces han refinado sus mtodos y ampliado sus perspectivas, incluyendo en la actualidad tambin conductas no observables. Las tcnicas de modificacin de conducta han resultado un instrumento til en manos de un orientador que no las utilice indiscriminadamente, sino para determinados problemas y con el consentimiento del sujeto. Su peligro radica en la posibilidad de manipulacin que ofrecen, y en que tericamente parecen responder a una concepcin del hombre como ser meramente reactivo. En los ltimos aos han aparecido numerosos autores que buscan una confluencia entre los principios de la psicologa cognitiva y los propios del aprendizaje, otorgando un gran peso al autocontrol. Se evaden as algunos de los problemas atribuidos tradicionalmente al conductismo a la vez que amplan el mbito de investigacin y las posibilidades de intervencin a travs de variables intelectuales. Tambin la filosofa existencialista ha jugado un papel importante en la orientacin acentuando la libertad e inabarcabilidad de la persona. Su respeto por lo humano e intento de comprensin en profundidad son aspectos que se deben, ciertamente, a esta corriente en la orientacin. La principal dificultad es su entronque con la educacin donde no siempre se dan las caractersticas del encuentro ideal, y en ocasiones tampoco se juzga que ste sea necesario. Una derivacin de este enfoque es la logoterapia cuyo mrito radica en la consideracin de la persona como un ser espiritual, no simplemente psicolgico o reactivo. Su nfasis en la responsabilidad del sujeto hace que este enfoque sea muy til para la orientacin educativa. La necesidad de completar teoras, o de integrar diferentes aspectos tericos, ha llevado a acentuar el eclecticismo que se ha convertido en la actitud general de un gran nmero de orientadores hoy. De este modo, corrientes tan en auge como el developmental counseling o todas aquellas que utilizan la enseanza de destrezas interpersonales o comunicativas, no dudan en manifestar su deseo de no vincularse a un determinado enfoque terico, tomando lo ms conveniente, segn las circunstancias' concretas de cada uno de ellos. Quiz, en el fondo, lo que se demuestra con esta multitud de enfoques y con la predominante actitud eclctica actual, es la carencia de una adecuada teora para la orientacin educativa. Siendo sta tambin la causa de que no haga una clara delimitacin entre la actividad propia de la orientacin frente a la de la psicoterapia o la enseanza.