lectura 4. hurbinek. la palabra inaudible o el decir después de auschwitz

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Hubrinek

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  • Hurbinek: la palabra inaudible o el decir despus deAuschwitz

    "Cuando /a Si/enciosa l/egue y decapite los tulipanes: .Quin ganar?

    Quin perder?Quin se asomar a la ventana?

    Quin pronunciar su nombre primero?'

    Paul Celan

    Ricardo Forster

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    La palabra vaciada que encuentra su imposible decir en la mirada; esosojos bien abiertos, oscuros y abismales,' ojos de una intensidad labernticaque se vuelven sobre el mundo para suspender toda inocencia. "Hurbinekno era nadie", as comienza Primo Levi su conmovedor relato de ese"pequeo despojo" de no ms de tres aos que representaba a travs de sumirada exiliada de la vida todo el horror de lo innombrable, el compendiode un dao humanamente inadmisible, intolerable precisamente" por labestialidad de su presencia entre nosotros .. A Hurbinek -cuyo nombre nisiquiere le perteneca pues se lo haban puesto los propios prisioneros- le"faltaba la palabra", esa palabra que la "urgencia explosiva" de la miradapareca reclamar, una palabra cargada, si hubiera podido ser pronunciada,de preguntas que, sin embargo, podamos encontrar en esos ojos que"asaeteaban atrozmente a los vivos", con el deseo "de desencadenarse, deromper la tumba de su mutismo". La absoluta presencia del mal vuelveimposible la articulacin de la palabra; la voz se convierte en eco de una

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  • nada oscura, ms negra que la noche, y slo la mirada nos recuerda lahumanidad de ese pequeo despojo que se prepara, en el final del horrorconcentracionario,a regresar al mundo de los muertos del que habavenido para posar, por ltima vez, sus ojos inmemoriales en suscamaradas de infortunio, los sobrevivientes, como testimonio decisivo,puro en su decir callando, de lo que la escritura apenas alcanza a rozar."La palabra que le faltaba y que nadie se haba preocupado de ensearle,la necesidad de la palabra, apremiaba desde su mirada con una urgenciaexplosiva: era una mirada salvaje y humana a la vez, una mirada maduraque nos juzgaba y que ninguno de nosotros se atreva a afrontar, de tancargada como estaba de fuerza y de dolor". Primo Levi, un sobrevivientede Auschwitz, testigo pudoroso del horror y la abyeccin, un hombre quesigui siendo un hombre en medio del olvido ms aboluto de todahumanidad, un artesano de la memoria en medio de una abuliadevastadora, nos habla de una mirada a la que no se atreva a afrontar.Podemos nosotros, los que hemos convertido a la palabra en charlainsustancial y a la mirada en impudicia, sostener aquella otra mirada de.Hurbinek, inocente entre los inocentes? Es posible, acaso, poner nombresall donde imper lo indecible? Preguntas que interrogan la esencia de loque intentamos escribir cuando nos colocamos ms all de todo testimonio,conscientes de que la voz del testigo se volvi, de algn modo,.impronunciable.

    Hurbinek, relata Primo Levi, intentaba hablar, tenues sonidos parecansalir de su garganta; Henek, un muchacho hngaro robusto y florido quecon sus quince aos haba logrado sobrevir al infierno, era el nico que nosolamente se atreva a sostener la mirada del nio sino que lo atenda yconinfinita paciencia intentaba ensearle algunas palabras. "Henek, tranquiloy testarudo, se sentaba junto a la pequea esfinge, inmune al triste poderque emanaba; le llevaba de comer, le arreglaba las mantas, lo limpiaba conhbiles manos que no sentan repugnancia; y le hablaba, naturalmente enhngaro, con voz lenta y paciente". Transferirle el don de la palabra sehaba convertido para Henek en un deber ineludible, un modo de restituirlesu humanidad a aquella "pequea esfinge" destinada a la muerte.Prepararlo para bien morir, aunque Henek en su simplicidad adolescente

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  • no lo supiera, era un modo de restituirle su alma humana al nmosilencioso, era su manera de responder a la salvaje pregunta que emanabade esos ojos oscuros y profundos. Articular con palabras lo humano alldonde su vaciamiento haba sido la regla omnipresente. "Una semana mstarde, Henek anunci con seriedad, pero sin sombra de presuncin, queHurbinek, 'haba dicho una palabra'. Qu palabra? No lo saba, unapalabra dificil, que no era hngara"; palabra cuya pronunciacinindescifrable anunciaba, sin embargo, que la humanidad del nio intentabasobreponerse al anonimato de la barbarie. Aprendizaje lento, dificil,ensayos de una articulacin que no se alcanza a comprender. Esfuerzodenodado de los sobrevivientes por darle sentido al sonido creyendo,quizs, que en su desocultamiento radica el triunfo de "la vida sobre lamuerte. "Hurbinek, que tena tres aos y probablemente haba nacido enAuschwitz, y nunca haba visto un rbol; Hurbinek, que haba luchadocomo un hombre, hasta el ltimo suspiro, por conquistar su entrada en elmundo de los hombres, del cual un poder bestial lo haba exiliado;Hurbinek, el sinnombre, cuyo minsculo antebrazo haba sido firmado conel tatuaje de Auschwitz; Hurbinek muri en los primeros das de marzo de1945, libre pero no redimido. Nada queda de l: el testimonio de suexistencia son estas palabras mas". ."Libre pero no redimido", en la muerte de ese cuerpo tatuado por la

    maldad de los hombres descubrimos la presencia de un dolor cuyasublimacin se vuelve literalmente una monstruosidad. Y sin embargo nohemos hecho otra cosa que sublimar permanentemente imposibilitados deenfrentamos a esos ojos penetrantes que, desde el fondo de la barbarie, noshablan y con su elocuencia nos dejan, a nosotros, mudos. Por eso, tal vez,la cautela expresiva de Primo Levi; l sabe que el testimonio es frgil yque nuestra civilizacin agudiza esa fragilidad all donde desfonda a lamemoria sublimando su persistencia. Pero tambin intuye que esa palabratruncada de Hurbinek vuelve sobre nuestro lenguaje para mostramos laprdida de sentido, la vacuidad insoportable de un habla contaminada porla degradacin y el olvido. Comprender a Hurbinek, sospechamos,significaba ganarle no slo una partida a la muerte recuperando el nombrede esa pequea vida, devolvindole su condicin humana, sino que tambin

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  • implicaba salvar al lenguaje de su irremediable cada en el mal. Escuchary comprender supona una batalla que, yeso no puede dejar de sealarloPrimo Levi, estaba perdida de antemano. Hurbinek muere sin que suscompaeros alcancen a descifrar el sentido de su palabra, muere despojadodel nombre y de la inteligibilidad, nada de l alcanz a pronunciarse atravs del lenguaje, por eso apenas si se convierte en recuerdo del quetestimonia. Es esa imposibilidad, esa fractura que no suelda, la que leconfiere a la escritura de Primo Levi su intensidad y su fragilidad. En esefracaso hwnano que no puede redimir a quien muere sin nombre, elescritor descubre la tragedia del lenguaje despus de haber atravesado labarbarie concentracionaria. "Entonces -escribe en otro lugar Primo Levi-por primera vez nos damos cuenta de que nuestra lengua no tiene palabraspara expresar esta ofensa, la destruccin de un hombre. En un instante,con intuicin casi proftica, se nos ha revelado la realidad: hemos llegadoal fondo. Ms bajo no puede llegarse: una condicin humana msmiserable no existe, y no puede imaginarse. No tenemos nada nuestro: noshan quitado las ropas, los zapatos, hasta los cabellos; si hablamos no nosescucharn, y si nos escuchasen no nos entenderan. Nos quitarn hasta elnombre: y si queremos conservarlo deberemos encontrar en nosotros lafuerza de obrar de tal manera que, detrs del nombre, algo nuestro, algo delo que hemos sido, permanezca." Quizs el pequeo Hurbinek intent,prximo a la muerte, pronunciar el nombre que lo redimiera, quizs esafue tambin la intencin de Henek -:el tozudo maestro- y la de PrimoLevi -el escriba de la memoria-, devolverle la palabra no slo para salvarlo a lsino para salvar la esencia del habla humana.

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    "Un hijo de la muerte, un hijo de Auschwitz", eso era Hurbinek. Uncuerpo-despojo, marcado para siempre por la maquinariaconcentracionaria. No deja de sorprender la presencia, en el relato delsobreviviente, de ese cuerpo martirizado que slo parece guardar un restode humanidad en la urgencia interrogativa dela mirada. Al detenerse enella, despus de narramos crudamente la increble persistencia en vivir de

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  • ese cuerpo semiparaltico y que "tena las piernas atrofiadas, delgadascomo hilos", Primo Levi salva a travs de la memoria lo humano en loinhumano y nos muestra, en ese breve trazo de su pluma que parecepedirle disculpas y permiso al 11.Il0 por hablar de l, la ausencia, enAuschwitz, de Dios. Una ausencia que la profundidad oscura de los ojosde Hurbinek no hace ms que resaltar. Dnde estuvo Dios mientras sufrael inocente? Qu queda de la humanidad de los hombres ante la mirada deese cuerpo-nio al que se le ha escamoteado la redencin? Podriamossuponer, con cierto alivio de nuestra conciencia, que en el rescatetestimonial de Primo Levi la angustia infinita de esa mirada encuentra unaexistencia que antes no haba tenido; como si en las lneas dolorosas yatormentadas del escritor-sobreviviente la inexistencia concentracionariade Hurbinek mutara en presencia milagrosa, ganando un ser del que antes, .en su vida no vivida, no alcanz a poseer. La escritura se detiene ante losojos del nio y por un instante parece enmudecer agobiada por laimposibilidad de expresar ese silencio que habla; y, con el esfuerzo del quetitubea pero sigue adelante, Primo Levi deja que la mirada de Hurbineknos diga su palabra trunca. Con pudor describe aquello que la memoria se .afana en olvidar. Que Dios ha olvidado. ''Nada queda de l: el testimoniode su existencia son estas palabras mas". .Mientras lea la breve semblanza de Hurbinek me vino a la memoria un

    poema de Paul Celan -,iElogio de la lejana"- en el que los ojos seconvierten.en el centro. Transcribo parte de l porque creo encontrar alluna aproximacin, del sobreviviente-poeta, al misterio de la mirada del. nio.

    "En la fuente de tus ojosviven las redes de los pescadores delmar laberntico.En la fuente de tus ojosmantiene el mar su promesa. (...)En la fuente de tus ojosestrangula un ahorcado la soga. "

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  • Como si todo estuviera all: la inconmensurable promesa y suestrangulamiento; la muerte como destino y el hechizo potico delahorcado que la vence. Los ojos de Hurbinek se asemejan a ese "marlaberntico" en el que arrojan sus redes los pescadores. Qu hemoslogrado sacar de su fondo? Tal vez todo el esfuerzo de Primo Levi, todo eldolor de su escritura al devolvemos el recuerdo de lo atroz, no sea otracosa que un intento de "mantener la promesa" en medio de su msabsoluta negacin. Hay "promesa" despus de Auschwitz? Acaso stasea la pregunta que persiste por detrs de la frase de Adorno sobre laimposibilidad de escribir poesa despus de que los hombres fueroncapaces de cebarse con el cuerpo-nio de Hurbinek. Ha quedadoestrangulada la promesa all donde la palabra enmudeci? Hemos logradosustraemos a la maldicin de lo no pronunciado? En otro poema de Celancreo encontrar esa frontera que ni siquiera Dios se atrevi a franquear, unafrontera que guardaba el territorio del mal y de la muerte y que, en loscampos de exterminio, algunos hombres no dudaron en traspasarcomprometiendo, de ese modo, a Dios y a su criatura. "Tenebrae" es esepoema en el que los muertos le dicen al Seor que l ha derramado susangre. Ya no queda comarca que no haya sido alcanzada por el venenodel mal, y tampoco queda palabra que pueda pronunciarse desde lainocencia. Hurbinek, el nio de los ojos profundos y del cuerpo paralizado,se convierte en testimonio que vuelve imposible la inocencia, nuestrainocencia, la de todos aquellos que vinimos despus y que, sin embargo,permanecemos, aunque lo neguemos, interpelados por la miradainterrogativa de aquel que en su mudez no alcanz a ser hombre; apenas elhueco de un habla enmudecida por el horror. Pero es tambin testimonioque nos recuerda lo posible de lo inimaginable, la presencia de un relatoque nos regresa a la barbarie que se esconde en el seno de la civilizacin,de nuestra civilizacin que ha sabido construir los campos de la muertecon la complicidad de amigos y de enemigos; que pudo movilizar lospoderes de la inteligencia humana para despojar al hombre de suhumanidad y que nos mostr que no hay lmites para la maldad all dondela sociedad se deja decir por el poder. Hurbinek es el lmite de todapromesa, su cuerpo-martirizado no representa, como hace dos mil afias, el

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  • sufrimiento salvfico del crucificado, de aquel que vino a padecer ennombre de todos los seres humanos. En el cuerpo-despojo de Hurbinek loque se ha ausentado es el hombre, pero no se ha ausentado slo por eldolor inconmensurable, por .la brutalizacin de la mquinaconcentracionaria que destruye los cuerpos, su ausencia ms radical es lade la muerte sin nombre, la de ese sonido inarticulado que ya no puede serdescifrado por sus compaeros. Primo Levi y Paul Celan tienen plenaconciencia de lo que significa no haber podido comprender la palabrapronunciada; saben que de esa imposibilidad nace una clausura que pendesobre el destino de cualquier promesa y de su correlativa esperanza. Lapalabra inaudible del nio de tres aos tambin nos est sealando laausencia de Dios al impedirle a sus nicos camaradas la comprensin deesa pronunciacin cercenada; pero acaso en el relato de Primo Levi lafigura de Henek, de aquel que insiste una y otra vez, del que no pierde laesperanza de entender lo que sale del fondo de esa garganta enmudecida,signifique cierta reparacin, un hilo tenue hacia un ltimo fragmento debondad que nace de quien tiene la paciencia de escuchar con atencin.Porque tal vez se trate de una metfora del no escuchar y Hurbinek norepresente otra cosa que el triunfo, apenas desafiado por Henek, .de laausencia del nombre, es decir, de lo que en el hombre se resiste a labarbarie. Quizs esa palabra intraducible anticipe el destino del habla enla civilizacin de la tcnica y la mercanca, nos hable, con una profundidadinsospechada, de nosotros mismos, de nuestra falta de nombre en medio dela sociedad del consumo y de la objetualizacin de los cuerpos. Quizs eldenodado esfuerzo de Henek por ensearle al nio a hablar no tena comodestino al propio Hurbinek sino a los hombres que creyendo hablar hanenmudecido en tanto que seres humanos para ser hablados por y desde elpoder. De ah que lo primero en quitrseles a los prisioneros al llegar a loscampos hayan sido sus nombres. Sin ellos poco o casi nada queda de unhombre.Sin nombre y sin habla, esa ha sido la esencia maldita de los campos de

    exterminio; no una simple mquina para asesinar seres humanos; algo msatroz se oculta detrs de ese engranaje infernal. Se trata literalmente delfinde lo humano, de suborramiento, de la nada de existencia de aquellos

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  • cuerpos primero marcados, luego martirizados y finalmente convertidos enhumo que sale por las chimeneas para perderse en un cielo que nada sabede redencin. Un no destino, la brutal expropiacin de lo ms propio entimo del hombre: su muerte. Porque, y esa era la lgica de los camposnazis, donde no quedan seres 'humanos tampoco hay muerte, slo cifrasannimas cuya inmediatez ha sido completamente borrada. Y donde nohay muertos tampoco hay asesinos, apenas funcionarios encargados decumplir una tarea asignada, de llevar con prolijidad las cuentas como si lamultiplicacin del nmero alejara ms y ms de los cuerpos reales. Fin dela tica all donde imperan la tcnica y los nmeros; fin de la tica alldoride no hay seres humanos pasibles de ser martirizados y asesinados; finde la tica all donde tampoco hay nombre. La maquinaria de la muertenazi se construy a partirde esta terrible y transparente certeza: quitarlesel nombre a los' prisioneros hara posible que sus asesinos se vieran a smismos como operarios de una fbrica, es. decir, ,como funcionarios yobreros que cumplen satisfactoriamente su labor, ' 'Primo Levi a travs de su' relato y Henek tratando de ensearle a

    Hurbinek hablar, aunque sea a pronunciar una sola palabra,' intentan,cada uno, salvarlo de esa no muerte, devolverle su nombre y su rostro' alldonde la maquinaria concentracionaria se los haba expropiado. Fracaso?Tal vez,' o quizs en su fracaso radique la posibilidad ltima de 'laredencin. Hurbinek tiene y no tieneun nombre, su corta vida no ha sidosaldada y permanece, desde la. lejana, pronunciando esa palabra truncaque, al no poderser comprendida por sus camaradas de sufrimiento, sevuelve eco de lo monstruoso, deuda que nadie, ayer ni hoy, ha podido nipodr pagar. "Pues murieron los ngeles y el Seor qued ciego en laregin! de Akra,! y nadie de los que aqu marcharon al descanso en sueosme! socorre.! Duramente maltratada fue la luna, la florecilla de la regin!de Akra'! (...) As digo su nombre todava y todava siento el incendio enlas! mejillas." (Paul Celan, "Una cancin en el desierto").

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  • III

    "Mientras no nos expulsen de .nuestros vocablos, nada tendremos quetemer; mientras nuestras palabras conserven sus sonidos, tendremos unavoz; mientras nuestras palabras conserven su sentido, tendremos un alma".Edmond Jabs nos habla de la memoria que siempre es deudora de laspalabras y de su infinita capacidad para hacernos regresar a nuestrasfuentes; pero tambin nos habla del peligro que se cierne sobre la memoriacuando las palabras enmudecen y el vaco del alma nos deja congelados,sin recuerdos de los que asirnos. La experiencia concentracionaria harepresentado el exilio absoluto del ser humano; en ella somos expulsadosde "nuestros vocablos" hasta ms all de todo lmite. En este sentido,elcampo de exterminio no se asemeja a ningn exilio que hayan padecido loshombres, o, tal vez, sea la expresin concentrada y depurada de lo peor decada exilio acumulado a lo largo de la historia. Toda dispora significauna prdida, el caminar por el desierto, la errancia, pero adiferencia de laexistencia concentracionaria, quien parte al exilio lleva su lengua y latrama de sus recuerdos, es portador de una identidad, guarda algo de loque posey en las alforjas con las que parte hacia la otra tierra; en cambioquien entra a un campo de concentracin es despojado de todas suspertenencias, expulsado de su nombre y de su antigua identidad; el campose vuelve el lugar. infame del exilio de s mismo. Primo Levi vuelve aencontrar las palabras justas, nicas, para describir lo que significa irdejando de ser un hombre en el interior de un campo de concentracin:"Esto es el infierno. Hoy, en nuestro tiempo, el infierno debe ser as, unasala grande y vaca y nosotros cansados teniendo que estar de pie, y hayun grifo que gotea yel agua no se puede beber, y esperamos algorealmente terrible y no sucede nada y sigue sin suceder nada. Cmovamos a pensar? No se puede pensar ya, es como estar ya muertos.Algunos se sientan en el suelo. El tiempo transcurre gota a gota". Dejar depensar, estar como muertos, sentir que ya no se siente y que el tiempo seva deslizando con una lentitud atormentadora, En los campos se vadiluyendo la memoria del cuerpo junto a la del alma; las cabezas rapadas,

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  • los uniformes iguales cumplen una funcin correlativa a la expropiacindel nombre propio y al tatuaje en la mueca del nmero que hace delantiguo hombre un objeto en manos de sus carceleros, un cuerpo sin hablapropia.Hurbinek, de tan slo tres aos, es una criatura nacida de las entraas

    del campo, su figura deforme, su inexpresividad, representan lo quesignific haber llegado al mundo en Auschwitz. Pero, y esto es de sumaimportancia, muchos prisioneros intentaron distintos modos de resistir aeste proceso de vaciamiento: hacer bien un trabajo, guardar en los plieguesms recnditos de la memoria un viejo poema aprendido en la infancia,ensear a otro prisionero lo que uno saba antes de entrar en el campo,ejercer pequeos gestos de solidaridad, aprovechar cada momento derelajamiento de los controles para sentir un fragmento de libertad (JorgeSemprn nos cuenta que las letrinas, el lugar ms inmundo de los Lger,eran los nicos sitios en los que no entraban los carceleros y all se podahablar sin temor, realizar reuniones polticas, pasarse informacin valiosao simplemente aprovechar esos instantes para permanecer en soledad sin laamenaza de un golpe). Henek, el adolescente hngaro, que se dedica coninfinita paciencia a quebrar el ominoso silencio de Hurbinek demuestra lapermanencia de lo humano en el interior de la mquina concentracionaria.Su tozuda insistencia no busca solamente salvar al nio de una muerte sinpalabra, su propia humanidad tambin est en juego y depende, en granmedida, de Hurbinek. Darle la palabra significa devolverle su propia eintransferible muerte y, tambin, como si fuera un movimiento especular,redescubrirse en ese nombre pronunciado e indescifrable.Primo Levi se detiene en Henek y nos ofrece en un par de apretadas

    pginas retazos de su biografia; de una vida que encierra, como en unaparbola, la extraa y desconcertante experiencia de lo humano. Henekhaba nacido y pas sus aos anteriores al encarcelamiento en una fbrica,en Transilvania, rodeado de bosques y a un paso de la frontera rumana.Sin ningn pudor relataba que solan ir, con su padre, armados al bosqueno slo para cazar, cosa que de vez en cuando hacan, sino tambin paradispararle a los rumanos. Y por qu les disparaban a los rumanos? lepregunt Primo Levi. "Porque son rumanos" le explic con "una sencillez

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  • pasmosa" Henek. Luego fue detenido y deportado a Auschwitz con todasu familia que fue exterminada en seguida. Henek se qued solo y, desde elprimer momento, utiliz su ingenio para sobrevivir. Les insisti a los SSque tena dieciocho aos y que era albail, cuando apenas si tena catorcey era estudiante, logrando de este .modo que lo enviasen a Birkenau. All,al contrario de lo que haba dec1aradoen un comienzo, prefiri decir suverdadera edad para ser asignado al Block de los nios, en el que era elmayor y el ms fuerte, lo que le haba permitido convertirse en Kapo. "Losnios, en Birkenau -relata Primo Levi- eran aves de paso: despus de unosdas se los transfera al Block de los experimentos, o directamente a lacmara de gas. Henek haba comprendido la situacin rpidamente, ycomo buen Kapo se haba 'organizado', haba establecido una slidarelacin con un influyenteHaftling hngaro, y haba sobrevivido hasta laliberacin. Cuando se hacan las selecciones en el Block de los nios quienelega era l. No senta remordimientos? No: Por qu? Es que habaotra manera de sobrevivir?". En el relato de Primo Levi no se juzga, enverdad en todos sus libros jams encontraremos una actitud juzgadora,solo un intenso, y a veces desesperado, intento de comprensin. Y aHenek, ei Kapo que no ha dudado en seleccionar a los nios que seranenviados a la cmara de gas y que no sufre de remordimientos por ello; eladolescente que acompaaba a su padre para dispararles a sus vecinosrumanos; el que recoge los alimentos abandonados por los alemanes alhuir apresuradamente del Lager y que no los comparte con nadie; a eseHenek no lo juzga Primo Levi. Pero tampoco lo hace con ese otro Henekque cuida y ayuda a Hurbinek. Simplemente lo humano, lo extraordinarioy lo dolorosamente humano, est all. En Si esto es un hombre, el primerode esos libros perfectos que escribi, Primo Levi se detiene para intentaruna respuesta satisfactoria ante la existencia, en los campos, de hombresmoralmente intachables, de hombres que haban logrado sortear ladeshumanizacin y la bajeza que eran propias de la vidaconcentracionaria; su preocupacin no est dirigida a salvar en nombre deesos pocos al conjunto de los seres humanos, sino en mostrar suexcepcionalidad. Leamos sus palabras: "El sobrevivir sin haberrenunciado a nada del mundo moral propio, a no ser debido a poderosas y

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  • directas intervenciones de la fortuna, no ha sido concedido ms que apoqusimos individuos superiores, de la madera de los mrtires y de lossantos". Y un mundo moral no se puede construir a partir de esos"individuos superiores", ni es posible tampoco juzgar desde los parmetrosde la santidad. La mayora abrumadora de los sereshumanos se parecen yse comportan como Henek. El demoniaco saber de los nazis parti de esacerteza, de la cruda percepcin de lo humano cuando es sometido a laprueba de su radical envilecimiento. Los campos de concentracin hansido laboratorios en los cuales el mal ha mostrado sus mil rostros, desde lomonstruosamente sdico hasta lo burocrtico y cotidiano; pero tambinhan sido esos sitios del infierno en el que lo humano, ms all de sustensiones y terribles dualidades, persisti buscando, como Hurbinek, unapalabra que le devolviese su alma en el umbral de la muerte..Entre Hurbinek y Henek; entre el imposible testimonio del testigo, de

    quien no encuentra palabras para describir lo indescriptible, y la escrituraatormentada, profunda y sin embargo esclarecedora dePrimo .Levi. Elentre encierra lo decible y lo indecible de la experiencia concentracionariao, tal vez, debiera borrar la palabra "experiencia" porque all literalmentequed clausurada toda experiencia para simplemente desplegarse loinhumano en lo humano.' Quizs por eso en la escritura dePrimo Leviencontramos permanentes aclaraciones, dudas respecto a cmo narrar loinenarrable, un pudor infinito para proteger la memoria y la intimidad delas vctimas, un alejamiento consciente de cualquier forma de morbosidad,un rechazo. a la moralizacin y al juzgamiento. AcaSo todo el enormeesfuerzo del que trabaja con el lenguaje, de quien. tambin, al dar sutestimonio, est haciendo literatura, est indisolublemente. unido a esapalabra indescifrada, inconclusa, cerrada por la muerte, que Hurbnekalcanz a pronunciar en la noche de Auschwitz. .

    Nota: la historia de Hurbinek se encuentra casi al comienzo de La tregua ytambincito Si esto es un hombre y los Hundidos y los Salvados, todos escritosporPrimoLeviy publicados en su versincastellanapor editorialMuchnik.

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