lectores, lecturas y otras diversidades. algunos enfoques para leer la palabra y el mundo

22
LECTORES, LECTURAS Y OTRAS DIVERSIDADES ALGUNOS ENFOQUES PARA LEER LA PALABRA Y EL MUNDO Rod Medina INTRODUCCIÓN José Pablo Feinmann, filósofo, docente y escritor argentino, en una de las presentaciones de su programa Filosofía Aquí y Ahora, en 2008, decía: Desde que nacemos hacen de nosotros algo; nosotros nacemos y nos hablan, nos meten una lengua, y nosotros la recibimos, como una esponja, palabras, palabras, palabras... Cuando empezamos a hablar, ¿qué decimos? Decimos las palabras que nos dijeron, es decir, no tenemos un lenguaje propio; solo creemos que dominamos una lengua y esa lengua nos domina a nosotros. Pero, alguna vez, vamos a tener que decir una palabra nueva, alguna vez vamos a tener que decir una palabra que sea nuestra, y esa va a ser nuestra libertad 1 . Cuando esa palabra que domina proviene de un lenguaje escrito, el poder que surge de ella llega a ser mayor aún, porque las personas están insertas en un mundo donde la cultura letrada se coliga con otras culturas e ideologías hegemónicas, como el patriarcado, el supremacismo racial o el capitalismo. Aprender a leer las palabras escritas en estos diversos contextos obliga a asumir una postura crítica frente a la cultura escrita o literidad, de manera que los sujetos lectores vean la necesidad de alfabetizarse políticamente, para adquirir los niveles de conciencia necesarios que les permitan desmontar los discursos alienantes, pronunciarse ante lo que les oprime y reescribir la realidad mediante el 1 Feinmann, J. (Presentador). (Abril 3, 2008). Filosofía Aquí y Ahora. ¿Qué hacemos con lo que hicieron de nosotros? [Serie documental]. Argentina: Canal Encuentro del Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología.

Upload: rodavlas-medina

Post on 22-Jan-2018

26 views

Category:

Presentations & Public Speaking


1 download

TRANSCRIPT

Page 1: Lectores, lecturas y otras diversidades. Algunos enfoques para leer la palabra y el mundo

LECTORES, LECTURAS Y OTRAS DIVERSIDADES

ALGUNOS ENFOQUES PARA LEER LA PALABRA Y EL MUNDO

Rod Medina

INTRODUCCIÓN

José Pablo Feinmann, filósofo, docente y escritor argentino, en una de las

presentaciones de su programa Filosofía Aquí y Ahora, en 2008, decía:

Desde que nacemos hacen de nosotros algo; nosotros nacemos y nos hablan, nos meten una lengua, y nosotros la recibimos, como una esponja, palabras, palabras, palabras... Cuando empezamos a hablar, ¿qué decimos? Decimos las palabras que nos dijeron, es decir, no tenemos un lenguaje propio; solo creemos que dominamos una lengua y esa lengua nos domina a nosotros. Pero, alguna vez, vamos a tener que decir una palabra nueva, alguna vez vamos a tener que decir una palabra que sea nuestra, y esa va a ser nuestra libertad1.

Cuando esa palabra que domina proviene de un lenguaje escrito, el poder

que surge de ella llega a ser mayor aún, porque las personas están insertas en un

mundo donde la cultura letrada se coliga con otras culturas e ideologías

hegemónicas, como el patriarcado, el supremacismo racial o el capitalismo.

Aprender a leer las palabras escritas en estos diversos contextos obliga a

asumir una postura crítica frente a la cultura escrita o literidad, de manera que los

sujetos lectores vean la necesidad de alfabetizarse políticamente, para adquirir los

niveles de conciencia necesarios que les permitan desmontar los discursos

alienantes, pronunciarse ante lo que les oprime y reescribir la realidad mediante el

1 Feinmann, J. (Presentador). (Abril 3, 2008). Filosofía Aquí y Ahora. ¿Qué hacemos con lo

que hicieron de nosotros? [Serie documental]. Argentina: Canal Encuentro del Ministerio de

Educación, Ciencia y Tecnología.

Page 2: Lectores, lecturas y otras diversidades. Algunos enfoques para leer la palabra y el mundo

desdoblamiento de la lectura a medida que se asignan nuevos significados e

interpretaciones al texto escrito.

LA CULTURA ESCRITA: CONSTRUCTORA DE DESIGUALDAD

La cultura escrita —a decir de Castillo Gómez2—, aunque es relativamente

joven si se compara con el ciclo de vida de la humanidad, evidencia a lo largo de

su historia el monopolio que han ejercido grupos social, política y culturalmente

privilegiados sobre la práctica social de la lectura y la escritura. Restringida de

esta manera, la literidad se convirtió en un mecanismo de limitación y exclusión,

que mantenía en la ignorancia a las mayorías, dominadas por la cultura de unos

pocos y explotadas por las clases poderosas.

A pesar de los avances en la democratización del acceso a la cultura escrita

en el mundo contemporáneo, sobreviven aún los condicionamientos que

perpetúan las desigualdades basadas en el género, la clase, el origen étnico y la

diversidad funcional, entre otras.

¿Cómo la cultura construye la desigualdad y cuál es el papel de la escritura

en esta construcción?

En primer lugar, ha de comprenderse el concepto de construcción cultural

como una invención y convención humana que permite a un sistema social

determinado crear identidad, e institucionalizar una forma de asumir esa identidad.

Este constructo cultural adquiere el rango de categoría cuando basa sus

2 Castillo Gómez, A. (2002). Historia de la cultura escrita. Del Próximo Oriente Antiguo a la

sociedad informatizada. España: Editorial Trea, pp. 16-19.

Page 3: Lectores, lecturas y otras diversidades. Algunos enfoques para leer la palabra y el mundo

convencionalismos en una cualidad (generalmente una característica física,

visible, notable, material, diferenciada) que facilita a quienes participan de esa

cultura, una manera de comportarse y relacionarse que tiende a naturalizar la

misma convención que la originó, y que se reproduce generacionalmente como un

acuerdo tácito y obvio.

El género, la etnia (mal llamada «raza»), la clase y la funcionalidad son

construcciones culturales que se han fundamentado, precisamente, en cualidades

materiales, físicas y fisiológicas que diferencian a unos individuos de otros. Sin

embargo, es la misma cultura la que crea o inventa la desigualdad entre las

diversidades, y en este sentido, la cultura escrita es determinante para que aquella

se naturalice y masifique.

¿Cómo la lectura y la escritura se transforman en instrumentos de

dominación?

Cuando se inventa la escritura, la primera desigualdad se establece entre la

población alfabetizada, que constituía una minoría, y las mayorías iletradas.

Quienes conocían el lenguaje escrito reforzaron su estado como clase dominante,

no solo por estar capacitados para codificar y descodificar los textos, sino porque

las interpretaciones de estos grupos se convirtieron en el discurso oficial, en el

sentido único que debía darse a la escritura. La producción simbólica de las clases

privilegiadas se asumió como registro de la memoria colectiva, por lo que los

documentos producidos, estudiados y aprendidos pasaron a ser la representación

de la cultura.

Sin embargo, para que una construcción cultural se haga hegemonía debe,

primeramente, desplazar a otras que le ofrecen resistencia. En este caso, la

Page 4: Lectores, lecturas y otras diversidades. Algunos enfoques para leer la palabra y el mundo

tradición oral y su relevancia como elemento cohesionador de las comunidades,

pueblos y naciones, como expresión de las diversas concepciones del mundo, las

maneras de relacionarse con el otro y la naturaleza, y como resultado de la

producción material y simbólica de las gentes; debía ser penetrada, atomizada,

desvirtuada y desvalorizada, para desaparecerla, debilitarla o subordinarla a la

literidad, y garantizar la superioridad de la cultura escrita frente a la oralidad.

En segundo término, la cultura escrita tenía que crear los mecanismos para

reproducirse y masificarse, sin poner en riesgo su predominancia ni alterar las

relaciones de desigualdad que favorecían su poder. Así que, por un lado, aparece

el libro como expresión material que concreta la historia cultural de los pueblos a

través de la visión de las minorías favorecidas; y por el otro, la invención de la

imprenta como artefacto multiplicador de la materialidad otorgada a los objetos

escritos.

A pesar de estas y otras estrategias para imponer las narrativas dominantes,

las mismas diferenciaciones originadas por la cultura escrita crearon las

condiciones para que aparecieran las razones de las luchas de los más para

«acceder al santuario de unos signos y unos textos que durante siglos estuvieron

custodiados por el ojo vigilante de los sacerdotes de la escritura»3. La educación

excluyente no pudo frenar el ímpetu de aquellas personas que desde su posición

de gracia o marginalidad, quebrantaron las reglas para apropiarse de la palabra

impresa, y llevar la llama de la lectura y la escritura –como el mitológico

Prometeo– a las muchedumbres analfabetas.

3 Castillo Gómez, A. Ob. cit., p. 17.

Page 5: Lectores, lecturas y otras diversidades. Algunos enfoques para leer la palabra y el mundo

Muchas fueron las maniobras utilizadas por las élites para limitar estos

pedimentos, mediante las desigualdades construidas culturalmente alrededor de

los prejuicios sexuales, étnicos, de clase y funcionalidad. Las mujeres, la gente

pobre, indígena o mestiza y las personas con alguna discapacidad quedaron

apartadas de la escuela durante siglos. Para justificar esa realidad, la cultura

escrita –ya de por sí discriminatoria– adoptó las creencias, suposiciones,

estereotipos y mentiras gestadas en el machismo, el racismo, el clasismo y el

capacitismo. La cultura escrita aseguraba así la supervivencia de su producción

simbólica. Decía Levi-Strauss en su obra Tristes trópicos4:

La función primaria de la comunicación escrita es la de facilitar la esclavitud. El empleo de la escritura con fines desinteresados para obtener de ella satisfacciones intelectuales y estéticas es un resultado secundario, y más aún cuando no se reduce a un medio para reforzar, justificar o disimular el otro.

En la actualidad, los diferentes sistemas de dominación cultural se han

asociado para mantener el discurso de la desigualdad y menospreciar la

diversidad. Han creado nuevos mecanismos de reproducción masiva como la

escuela, la biblioteca, la televisión, el cine y la Internet. Y apuestan por la

construcción cultural de un sujeto lector que responda a sus intereses: un

individuo alienado que haga lecturas superficiales, literales, inconscientes y

pasivas de los textos, motivado solo por el gusto –o el placer– de leer que genere

afición, o que lea por la necesidad de obtener un saber instrumental, provisional y

bancario.

4 Levi-Strauss, C. (1998). Tristes trópicos. Argentina: Editorial Paidos, p. 324.

Page 6: Lectores, lecturas y otras diversidades. Algunos enfoques para leer la palabra y el mundo

DOMESTICACIÓN DE LA CULTURA ESCRITA

Para mantener y justificar el statu quo y lograr el consenso sobre qué debe

leerse, quién y cómo ha de hacerlo, la cultura también construye categorías y

desigualdades que, de manera implícita, reproducen la dominación en el plano

material y simbólico de la lectura y la escritura.

¿Qué tipo de sujeto lector le conviene a los grupos dominantes? ¿Cuáles

modos de lecturas favorecen su poder? ¿Quiénes ejercen las funciones

subalternas de la hegemonía cultural? ¿A través de qué mecanismos?

Una vez que las masas o minorías oprimidas lograron acceder a la cultura

escrita –ya no podía sostenerse la tesis de la segregación expresa por razones de

género, clase, etnia o capacidad–, la superestructura autoritaria debió crear

nuevas diferenciaciones y novedosos instrumentos de sometimiento. En este

sentido, se apostó a la masificación de la enseñanza formal que se encargaría, por

una parte, de la estandarización cultural de los grupos subordinados mediante la

implementación de programas de estudio oficiales que disfrazaran el currículo

oculto para promover el desarrollo intelectual sesgado y, por la otra, de la

exclusión social de las personas menos favorecidas por diferencias de género,

etnia, clase o capacidad. Tal como lo afirma Bourdieu (1998), en «la variable

educativa, el capital cultural, es un principio de diferenciación casi tan poderoso

como el capital económico».

Además, la cultura hegemónica selecciona a los individuos que

intelectualmente pueden colaborar con la conservación del estado de las cosas.

Personas que elaboren discursos escritos que refuercen la cosmovisión de la

Page 7: Lectores, lecturas y otras diversidades. Algunos enfoques para leer la palabra y el mundo

clase opresora, y construyan una concepción del mundo en forma de sentido

común que sea internalizada por los estratos sometidos, una percepción acrítica,

desintegrada, inadecuada, incoherente, inmediata y profusa de la realidad, que se

multiplique en el vulgo. Esta élite intelectual también crea la literatura como modo

de producción simbólica o forma de propaganda. A través de sus obras

«artísticas» perpetúan creencias, valores morales, interpretaciones, conceptos,

tradiciones y costumbres impuestas por la cultura de la hegemonía.

Cuando el intelectual se presta para repetir y preservar el sistema opresor,

se coloca por encima de las clases desfavorecidas, simulando ser parte de ella y

defender sus intereses. Sin embargo, su función subalterna lo llevará a mejorar los

mecanismos que reproducen la ideología hegemónica (Freire y Faundez, 2013).

Una mediación interesada que termina por alienar más al pueblo marginado.

La industria de la cultura escrita representada por el mundo editorial

transnacional también colabora con esta situación de desigualdad. En principio,

selecciona las formas y contenidos que leerán las mayorías lectoras que siempre

son menos –siguen alimentando el prejuicio de la lectura como práctica de unos

pocos– respecto de la población que no se asume aficionada a leer. Además,

coopta a quienes poseen el talento para escribir o crear obras literarias, para que

reproduzcan la superestructura simbólica de la ideología hegemónica desde una

visión conservadora o, peor aún, un enfoque que finja cuestionar el statu quo pero

termine legitimándolo por oposición. Y para asegurar su feudo cultural, mantiene a

raya a creadoras y creadores que nadan contracorriente, rechazando sus

manuscritos, desvalorizando sus obras a través de la crítica literaria y cerrando las

Page 8: Lectores, lecturas y otras diversidades. Algunos enfoques para leer la palabra y el mundo

puertas de los grupos de la literatura oficial de cada época. En Cuadernos desde

la cárcel, Gramsci advertía que:

Si bien es verdad que cada siglo y cada fracción de siglo tiene su literatura, no siempre es verdad que esta literatura se encuentre en la misma comunidad nacional: cada pueblo tiene su literatura, pero esta puede venirle de otro pueblo, o sea que el pueblo en cuestión puede estar subordinado a la hegemonía intelectual de otros pueblos5.

Otra estrategia de la industria editorial multinacional es promover un tipo

ejemplar de sujeto lector y una forma ideal de lectura. Al asumir de antemano que

la lectura es una práctica minoritaria, el sujeto lector queda también estereotipado

dentro de una clase privilegiada que lo pone por encima de otra categoría artificial,

conformada por quienes confiesan no sentir inclinación por el acto de leer.

No es casual que se haya admitido sin resistencia que leer es una actividad

que genera afición en algunos individuos y en otro no. Tampoco es fortuito que

asumamos con indiferencia que haya personas que manifiesten sin tapujos no

sentir interés o necesidad alguna de leer. Los grupos de poder se han encargado

de difundir la idea de la lectura como una mera actividad recreativa. Una práctica

de la lectura por evasión que separa al sujeto lector de su realidad y le resta poder

de participación real en ella, ubicándolo en un mundo imaginario lleno de

posibilidades infinitas de ensueño o, a lo sumo, de creación pasiva.

A los amos de la cultura escrita les conviene un ejército de hombres y

mujeres que lean mecánica o instrumentalmente, que no cuestionen los textos

leídos, que se dejen llevar por su gusto o desagrado por la lectura. El público

5 Gramsci, A. (1984). Cuadernos de la cárcel. Tomo 3. México: Ediciones Era, p. 36.

Page 9: Lectores, lecturas y otras diversidades. Algunos enfoques para leer la palabra y el mundo

lector es mantenido por intereses ajenos dentro de las dimensiones pasivas de la

práctica lectora: la lectura como actividad y la lectura como experiencia.

Asumir la lectura solo como actividad conduce a la separación de los

individuos que leen por la medida de su inclinación o rechazo hacia la práctica

lectora. El sujeto lector se mueve en un continuo cuyos polos son agrado y

desagrado. Y la lectura queda condicionada por factores que la favorecen o

dificultan, mediados por la cultura: jerarquización de necesidades, facilitación de

espacios, tiempos y recursos para leer, modelación de otros sujetos lectores,

socialización de la práctica lectora, entre otros. Quien controle estos factores,

controlará la disposición de la gente hacia la lectura, y decidirá quién ha de leer y

quién no.

Cuando la lectura es solamente experiencia, ha de comprenderse este

proceso como una actividad –primera dimensión– que relaciona los textos leídos

con la subjetividad del individuo que lee. Esta vinculación profundiza un poco más

el acercamiento del sujeto lector hacia la cultura escrita, pero lo coloca en una

posición subordinada a los atributos del texto, ya que el sentido otorgado al

discurso escrito es dirigido desde afuera, aprovechando las cualidades intrínsecas

de la persona y la categoría a la que la cultura la ha reducido.

Es imperioso trascender las concepciones pasivas de la lectura y el sujeto

lector para comprender que la cultura escrita puede ser transformada desde

adentro a través de los mismos mecanismos utilizados para generar exclusión y

dominación.

LA CONSTRUCCIÓN DE CRITICIDAD: LEER DESDE LA DESIGUALDAD

Page 10: Lectores, lecturas y otras diversidades. Algunos enfoques para leer la palabra y el mundo

La producción material y simbólica desde la opresión atribuye nuevas

concepciones, percepciones e imaginarios para dar un sentido diferente a la

palabra y al mundo. Son las acciones orientadas hacia prácticas sociales de la

escritura las que otorgarán criterios de verdad y objetividad para comprender las

razones de la desigualdad y atacar sus orígenes. La radicalidad centra los

esfuerzos en lo viable, en lo posible, mediante el desarrollo de sentido crítico para

crear nuevas facultades de emancipación.

La organización de las masas dominadas es otro factor que impulsa la

lucha por el cambio liberador. Si pocos organizados han podido dominar la

humanidad y disponer de ella a su antojo, entonces qué no podrán hacer los

muchos oprimidos cuando, de manera articulada y disciplinada, se planteen la

transformación de la realidad.

Las clases subalternas deben descubrir sus poderes emancipadores en su

propia historia, en el silencio que han mantenido como grupos explotados. «Es en

la "cultura del silencio" en donde se encuentran las semillas de la lucha por la

liberación popular»6.

Si la práctica social es la realidad, la organización es el poder en la unión y

la cultura del silencio es el germen de la manumisión, entonces la construcción de

una metodología para establecer el diálogo entre conocimiento y práctica es el

fundamento de la estrategia cultural liberadora. Esta técnica, entendida como

proceso educativo de carácter político, determina los pasos tácticos que el pueblo

6 Freire, P. (2008). La importancia de leer y el proceso de liberación. México: Siglo XXI Editores, p. 15.

Page 11: Lectores, lecturas y otras diversidades. Algunos enfoques para leer la palabra y el mundo

sometido debe dar en el camino hacia su liberación, puesto que «toda relación de

"hegemonía" es necesariamente una relación pedagógica»7. (Gramsci, 1986)

La metodología construida dialécticamente ha de aplicarse para que los

sujetos subordinados sean capaces de pronunciar el mundo desde la validez de

sus lecturas. Es necesario deconstruir los discursos y sentidos de la dominación

que las clases oprimidas reproducen y, a la vez, suscitar modos de producción

simbólica que construyan hegemonía cultural popular mediante la lectura y la

escritura. No puede descuidarse la relación dialógica entre texto y contexto. Lo

que se lea y se escriba debe ser sometido a constante cuestionamiento, para

continuar transformando y transformándose. La relación con el mundo es una

relación dialéctica, dinámica, llena de contradicciones que deben ser resueltas

para crear nuevos vínculos que a su vez producirán otras oposiciones.

Las desigualdades creadas por la cultura escrita hegemónica provocan

asimetrías dentro de las clases cautivas; por lo tanto, todos los fenómenos

endógenos de opresión han de ser atacados de raíz: sexismos, racismos,

clasismos y capacitismos. Todas y cada una de las dominaciones materiales y

simbólicas que se manifiestan en el interior de los grupos subalternos tienen que

ser superadas, evitando la fragmentación entre ellos. Hay que poner mucho

cuidado en los discursos que segregan, separan, alienan a quienes comparten las

mismas causas de lucha. Los espacios de poder alcanzados dentro de las

instituciones que crean y reproducen cultura escrita no pueden ser utilizados para

promover el sectarismo y continuar la discriminación.

7 Gramsci, A. (1986). Cuadernos de la cárcel. Tomo 4. México: Ediciones Era, p. 210.

Page 12: Lectores, lecturas y otras diversidades. Algunos enfoques para leer la palabra y el mundo

En todo este proceso, la formación del sujeto lector es fundamental. Leer

con criticidad no puede limitarse a reconocer los aspectos discursivos del lenguaje

escrito para comprender los textos que se leen. «Aprender a leer las letras no

implica el desarrollo de la capacidad reflexiva»8. Leer críticamente en una cultura

escrita domesticada por las clases poderosas conlleva la asunción de una actitud

casi subversiva frente a los textos escritos, y una desconfianza hacia las acciones

tendientes a fomentar la lectura, emprendidas por quienes siempre han dominado.

Aprender a leer es ser capaz de reconocer el trasfondo ideológico y político de lo

leído. Y hay que aprender a hacerlo desde la diversidad y desde las asimetrías del

poder.

Aprender a leer desde la perspectiva de la diferencia, la igualdad y la

equidad, supone:

Deconstruir la cultura patriarcal a partir de la lectura con enfoque de

género,

Deshacer la superestructura racista con resignificaciones textuales que

definan una nueva valoración de la pluralidad étnica,

Contrarrestar la producción simbólica del capitalismo mediante procesos

dialógicos de lectura y reescritura, y

Evidenciar las debilidades, contradicciones y falacias del capacitismo a

través de la vindicación escrita de la diversidad funcional.

Leer desde la perspectiva de género es un tipo particular de lectura política

que devela y desarma los discursos de la cultura patriarcal presentes en los textos

8 Freire. P., Ob. cit, p. 17.

Page 13: Lectores, lecturas y otras diversidades. Algunos enfoques para leer la palabra y el mundo

escritos. Roles, estereotipos, creencias, falsedades y paradigmas que a través de

la palabra escrita refuerzan las relaciones desiguales entre hombres y mujeres, y

el sometimiento de estas al poder de aquellos.

Desde la literatura hasta el periodismo, pasando por currículos escolares y

textos legales, el sesgo y la connotación del lenguaje se han puesto al servicio de

la cultura patriarcal para invisibilizar, discriminar y desvalorizar a las mujeres y sus

circunstancias9. Evidenciar esta realidad y deshacer su narrativa hegemónica es el

objetivo de este tipo de lectura. Pero para lograrla, el sujeto lector debe reconocer

lo tendencioso de sus lecturas sexistas de la palabra y el mundo. Es decir, la

persona tiene que admitirse como multiplicadora de la desigualdad cultural de la

que es sujeto oprimido y opresor a la vez.

Enfrentar los textos escritos desde una mirada étnica permite no solo

descubrir los alegatos que construyen la discriminación basada en el origen racial,

sino demostrar las formas veladas que la cultura escrita emplea para despreciar el

significado que tienen las creaciones de las comunidades segregadas. Por

ejemplo, cuando la mitología de los pueblos indígenas –transmitida mediante la

tradición oral– es convertida en literatura infantil al momento de difundirla a través

de la literidad, se irrespeta la cosmovisión de estas naciones. Una lectura con

enfoque étnico pone de manifiesto el disimulo de las empresas editoriales, tanto

9 «El poder patriarcal también instaura relaciones de subordinación de unos hombres hacia

otros, [a] los que considera inferiores, como los niños, los adolescentes, los esclavos y los

considerados diferentes étnicamente o culturalmente». Defensoría del Pueblo (2010). Lentes de

género. Lecturas para desarmar el patriarcado. Venezuela, p. 59.

Page 14: Lectores, lecturas y otras diversidades. Algunos enfoques para leer la palabra y el mundo

públicas como privadas, al concebir y propagar la cosmogonía indígena como

literatura para niñas y niños.

La lectura con enfoque de clase se realiza desde la conciencia de saberse

integrante de un estrato social desfavorecido que condiciona la interpretación de lo

leído. En una sociedad dividida en estamentos, la desigualdad naturaliza la

pobreza y la dominación de una clase sobre otras, mediante la lógica del capital,

la alienación y la explotación humana. La cultura escrita es usada por los

poderosos para divulgar en sus obras, tesis y teorías que preconizan las bondades

del capitalismo y satanizan modelos alternos de sociedad. Pero también es

utilizada para adormecer y manipular a las masas populares a través de la

publicidad, la literatura y la prensa.

Leer con sentido crítico desde este enfoque obliga, además, a resolver las

contradicciones de clase mediante procesos dialógicos de lectura. Solo así podrá

superarse la alienación que producen las estrategias de dominación capitalista

que, por una parte, separa a las clases antagónicas en detrimento de las

mayorías, y por otra, divide y enfrenta a los miembros oprimidos de una misma

clase.

Interpretar los discursos escritos desde la diversidad funcional constituye

uno de los mayores desafíos para los sujetos lectores con alguna discapacidad,

pues no solo tienen que luchar contra la visión despectiva de las personas

«normales» presentes en las producciones escritas, sino que deben también

franquear los obstáculos para ingresar a los espacios formales donde se lee y se

escribe, y superar las barreras que impiden o dificultan la lectura, a causa de

alguna condición que limita el acto de leer o la comprensión de lo leído.

Page 15: Lectores, lecturas y otras diversidades. Algunos enfoques para leer la palabra y el mundo

Por ejemplo, para las personas que han aprendido a leer a pesar de sus

limitaciones visuales y/o auditivas, la dificultad radica en la poca diversidad de

libros escritos en braille o los impedimentos físicos o tecnológicos para acceder a

grabaciones de libros.

Aprender a leer desde la diferencia es la única manera de atender y corregir

las asimetrías socioculturales. Si mujeres, homosexuales y lesbianas,

comunidades negras, mestizas o indígenas, migrantes, gente pobre y personas

con discapacidad no se apropian de los mecanismos de creación y recreación de

la cultura escrita, entonces la dominación sobre estos grupos se mantendrá en el

tiempo.

El sujeto lector debe formarse desde la diversidad, puesto que lectoras y

lectores abordan los textos escritos y emprenden sus lecturas desde lo que son

individual y socialmente. Y las lecturas que las personas hacen refuerzan las

cualidades emancipadoras u opresoras que las caracterizan como sujetos

históricos y socioculturales.

Otro paso hacia el logro de la liberación a través de la cultura escrita es la

democratización del acceso a la lectura y la escritura. La lectura considerada

como derecho humano así lo exige. En documento refrendado por la Unesco en

1992, así lo estableció la Asociación Internacional de Editores10. El mismo texto

afirma que la lectura es fundamental en el desarrollo de la criticidad en una

10 Consúltese el documento en: Directrices para los servicios bibliotecarios dirigidos a

personas con dislexia, publicado en 2002 por la Federación Internacional de Asociaciones e

Instituciones Bibliotecarias, La Haya, pp. 23-24.

Page 16: Lectores, lecturas y otras diversidades. Algunos enfoques para leer la palabra y el mundo

sociedad pluralista, y que la democracia necesita de las personas que están bien

informadas.

Sin embargo, las mismas sociedades pueden –y lo hacen– dificultar la

formación de personas con sentido crítico, limitar el acceso a la información o

manipular sus contenidos, aunque se viva en sistemas considerados

democráticos. Esto ocurre porque el concepto y el sentido de «democracia»

también es una construcción social; y como todo constructo cultural, puede

ocasionar y naturalizar la desigualdad.

Por lo tanto, no bastan las intenciones de enseñar a leer y escribir a toda la

población. Un pueblo alfabetizado puede mantenerse en el completo

analfabetismo político si no tiene manera de participar en la escritura y reescritura

de su historia. Una población alfabetizada puede repetir las mismas condiciones

de opresión y explotación en el seno de sus organizaciones si no establece como

prioridad la formación sociopolítica de lectoras y lectores que están en un mayor

estado de inequidad y vulnerabilidad.

Si el individuo que lee no se forma como sujeto político, y «no hay sospecha

sobre aquello que las palabras pretenden decir en un texto, la lectura no funciona.

Si la comprensión (...) se realiza solo en lo literal (...) la lectura es parcial. Si no se

tiene una actitud irreverente frente a lo que el texto dice, la comprensión se

bloquea y no hay apertura hacia la posibilidad de una actitud crítica frente al

Page 17: Lectores, lecturas y otras diversidades. Algunos enfoques para leer la palabra y el mundo

texto»11. Esta es la caracterización del analfabeto político. Freire define a este

sujeto de una manera contundente:

El "analfabeto'' político –no importa si sabe leer y escribir o no– es aquel o aquella que tiene una percepción ingenua de los seres humanos en sus relaciones con el mundo, una percepción ingenua de la realidad social que, para él o ella, es un hecho dado, algo que es y no que está siendo12.

Es evidente entonces que la alfabetización política debería comenzar por la

formación de mujeres, homosexuales y lesbianas, comunidades negras, mestizas

o indígenas, migrantes, gente pobre y personas con discapacidad como sujetos

lectores críticos, que tienen la posibilidad de impulsar transformaciones sociales

mediante el ejercicio de sus derechos políticos como ciudadanas y ciudadanos.

En la alfabetización política del sujeto lector debe evitarse la concepción de

este como si fuera un individuo único, ideal, estándar. Si no se caracterizan los

diferentes sujetos lectores según su pertenencia a grupos oprimidos o minoritarios,

entonces continuará la reproducción de la cultura escrita dictada desde las clases

privilegiadas mediante la homogeneización.

Por último, para desarrollar verdaderos, revolucionarios e irreversibles

cambios en la construcción de una nueva cultura escrita es impostergable la

transformación completa y radical del sistema educativo vigente, conservador,

rígido, acrítico, opresor y alienante. No basta con la ampliación de la cobertura

escolar, la distribución gratuita de materiales y textos didácticos, el diseño de

11 Jurado, F. (Abril 2008). La formación de lectores críticos desde el aula. Revista

Iberoamericana de Educación, N.º 46, Brasil, p. 92.

12 Freire. P., Ob. cit, p. 73.

Page 18: Lectores, lecturas y otras diversidades. Algunos enfoques para leer la palabra y el mundo

currículos que no alteran la rutina, o la introducción de nuevas tecnologías para

acceder o procesar la información. Quienes dirigen la superestructura educativa

en cada uno de sus niveles y modalidades –formados dentro de la misma cultura

opresora–, al tratar de reformar el sistema cometen los mismos errores que

distinguen a la educación bancaria y domadora: «perpetuando la escuela como

instrumento de control social, dicotomizando enseñar y aprender, olvidan (…)

[que] el propio educador necesita ser educado»13.

Hay que desmontar los constructos ideológicos que predominan en las

personas que ejercen la función docente, es decir, utilizar las propias prácticas

educativas para demostrar cómo la influencia de la cultura escrita dominante se

manifiesta y propaga en las acciones pedagógicas, mediante lo que Simón

Rodríguez llamaba los enemigos del pensamiento crítico: la costumbre, la envidia,

el interés y el apego. Solamente así se podrá detener la reproducción de las

formas y contenidos, símbolos y significados de la cultura hegemónica, y desvelar

el rol que desempeña la educación en este fenómeno multiplicador, a sabiendas

de que la docencia es ejercida mayormente por mujeres, y ella es como sujeto

social y culturalmente sometido, asumida como reproductora de un sistema

cultural sexista, clasista, racista y capacitista.

Aprender a leer con sentido crítico desde la desigualdad es una tarea

rigurosa e inacabable. Implica responsabilizarse por la construcción de lo que se

conoce como metabolismo cultural, un proceso dialéctico entre humanos –y entre

estos y la naturaleza– que pondría freno a la monocultura, a la hegemonía

13 Freire. P., Ob cit, p. 79.

Page 19: Lectores, lecturas y otras diversidades. Algunos enfoques para leer la palabra y el mundo

opresora, a la explotación de unos grupos humanos por otros y a la globalización

de la (in)conciencia única.

CONCLUSIONES

¿Qué pretendía Simón Rodríguez cuando nos apremiaba a enseñar a los

niños y niñas a ser preguntones? Seguramente se refería a la formación de un

individuo que aprende a cuestionar («pedir el por qué de lo que se mande hacer»),

que solo obedecerá a la razón («no a la autoridad como los limitados») para

enfrentar a los grupos dominantes, y apelará a la conciencia («no a la costumbre

como los estúpidos») para contrarrestar su hegemonía cultural.

La transformación de la realidad pasa por la vindicación del concepto de

cultura popular entendida como la cultura de las clases oprimidas, donde cada

individuo se asuma y sea asumido como un sujeto político; y la revalorización del

hecho cultural como elemento nuclear –junto con aquellos meramente económicos

o políticos– de cualquier iniciativa revolucionaria14.

Quienes crean y recrean la cultura escrita mediante actos conscientes de

lectura y escritura han de ofrecer sus capacidades y talentos a la génesis de

nuevos paradigmas que resignifiquen las concepciones tradicionales que se tienen

del acto de leer, el sujeto lector, la lectura y la escritura; y la construcción de una

memoria histórica colectiva que dignifique a la gente común.

Algunas personas se han organizado para dar respuesta al monopolio

ideológico que imponen los grupos de poder a través de la palabra escrita: autoras

14 Gramsci, A. (1986). Cuadernos de la cárcel. Tomo 4. México: Ediciones Era, p. 126.

Page 20: Lectores, lecturas y otras diversidades. Algunos enfoques para leer la palabra y el mundo

y escritores que se asocian para publicar las obras de su creación, que las

grandes editoriales rechazan; editores que dan cabida a contenidos, soportes y

formatos diferentes para fomentar la bibliodiversidad; lectoras y lectores que se

animan a generar espacios de reflexión en torno a los libros que leen; movimientos

sociales que obligan a sus gobiernos a crear leyes que visibilicen y castiguen las

injusticias cometidas en contra de aquellas personas que por razones de género o

preferencia sexual, origen étnico, clase social o diversidad funcional sufren la

explotación y la exclusión.

Las víctimas de la hegemonía cultural impuesta y naturalizada por medio de

la escritura deben organizarse y hacerse cargo de la realidad, a través de la

práctica social de la lectura y la escritura, y la producción de criterios de verdad

diferentes que posibiliten el cambio. Asimismo, han de aprovechar sus razones de

lucha para salir de la cultura del silencio y ser capaces de pronunciar el mundo, en

una relación dialógica entre texto y contexto.

A quienes les ha tocado vivir en carne propia la violencia de la palabra

dicha y escrita, corresponde la tarea de vencer las limitaciones físicas, sociales y

culturales impuestas, y establecer, como colectivo, una relación social activa que

permita modificar el ambiente cultural imperante bajo las premisas de la educación

popular15 y dirigir –con denodados esfuerzos– los pasos hacia su liberación

definitiva.

15 «El objetivo primordial de la educación popular es aumentar el conocimientos común de las

realidades y contradicciones del contexto social, para desplegar en las y los sujetos una capacidad

de análisis crítico que permita descubrir y ensayar alternativas sociales y políticas. La educación

popular pretende superar la percepción ingenua de los seres humanos en su relación con el

Page 21: Lectores, lecturas y otras diversidades. Algunos enfoques para leer la palabra y el mundo

REFERENCIAS

Bourdieu, P. (1998). Capital cultural, escuela y espacio social. México: Siglo XXI Editores.

Feinmann, J. (Presenrtador). Filosofía Aquí y Ahora. [Serie documental].

Argentina: Canal Encuentro del Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología. Defensoría del Pueblo (2010). Curso básico de derechos humanos.

Venezuela. Defensoría del Pueblo (2010). Lentes de género. Lecturas para desarmar el

patriarcado. Venezuela. Defensoría del Pueblo (2011). Los derechos humanos desde el enfoque

crítico: reflexiones para el abordaje de la realidad venezolana y latinoamericana. Venezuela.

Federación Internacional de Asociaciones e Instituciones Bibliotecarias

(2002). Directrices para los servicios bibliotecarios dirigidos a personas con dislexia. La Haya.

Ferreiro, E. (2011). Cultura escrita y educación. México: Fondo de Cultura

Económica. Freire, P. (2008). La importancia de leer y el proceso de liberación. México:

Siglo XXI Editores. Freire, P. y Faundez, A. (2013). Por una pedagogía de la pregunta. Crítica a

una educación basada en respuestas a preguntas inexistentes. Argentina: Siglo XXI Editores.

Castillo Gómez, A. (2002). Historia de la cultura escrita. Del Próximo Oriente

Antiguo a la sociedad informatizada. España: Editorial Trea. Castillo Gómez, A. (2003). Historia de la cultura escrita. Ideas para el debate.

Revista Brasileira de História da Educação, N.° 5, Brasil. Gramsci, A. (1984). Cuadernos de la cárcel. Tomo 3. México: Ediciones Era. Gramsci, A. (1986). Cuadernos de la cárcel. Tomo 4. México: Ediciones Era.

mundo, y especialmente, en su relación con quienes ejercen el poder arbitrario». Defensoría del

Pueblo (2010). Curso básico de derechos humanos. Venezuela, p. 17.

Page 22: Lectores, lecturas y otras diversidades. Algunos enfoques para leer la palabra y el mundo

Jurado, F. (Abril 2008). La formación de lectores críticos desde el aula. Revista Iberoamericana de Educación, N.º 46, Brasil.

Levi-Strauss, C. (1998). Tristes trópicos. Argentina: Editorial Paidos. Monsalvo, J., Salas, W. y González A. (2010). La presencia de la

subalternidad en los cambios mostrados por los mitos cosmogónicos de las etnias ye’kuana, yukpa y yanomami al ser transcritos como literatura infantil. Revista Ciencias de la Educación, Vol. 20/N.º 35, Valencia (Venezuela).

Rodríguez, M. (2010). Relaciones de clase y relaciones de género: la

construcción social de la desigualdad. [Mensaje en un blog]. Disponible: https://paradygmassiglo21.wordpress.com/2010/03/18/ [Consulta: 2017, octubre 17).

Senkowski, R. (2006). Concepto de metabolismo cultural para evitar la

monocultura en el tren del monoglobalismo. Revista Cuicuilco [en linea]. Disponible http://www.redalyc.org/pdf/351/35103812.pdf [Consulta: 2017, octubre 26].