lectio divina domingo iv de pascua

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APUNTES Pastor y rebaño son ya desde antiguo figuras que explicaban la relación de Dios con su pueblo Israel. El Salmo dice: «El Señor es mi pastor; nada me falta» (Sal 23,1). El Señor, el Pastor, es Dios. El libró a su pueblo de la opresión de Egipto, lo guió por el desierto a la tierra prometida, se reveló en el Monte Sinaí como el Dios de la Alianza: «Si de veras escucháis mi voz y guardáis mi Alianza, vosotros seréis mi propiedad personal entre todos los pueblos» (Ex 19, 5). En el Antiguo Testamento pastores son llamados también aquellos que Dios elige para apacentar a su pueblo. La figura de los pésimos pastores es utilizada por el profeta Ezequiel (34,1-16): en nombre de Dios fustiga duramente a aquellos pastores que en vez de cumplir con su oficio descuidan sus funciones o se aprovechan de su autoridad para apacentarse a sí mismos, abusando, maltratando o dejando desorientadas a las ovejas que han sido confiadas a su custodia. También el profeta Jeremías presta su voz a Dios para denunciar la injusticia con esta misma comparación: «¡Ay de los pastores que dejan perderse y desparramarse las ovejas de mis pastos! (…) Vosotros habéis dispersado las ovejas mías, las empujasteis y no las atendisteis» (Jer23, 1-2). Dios promete arrebatar las ovejas de sus manos y hacerse Él mismo cargo de ellas: «Aquí estoy yo; yo mismo cuidaré de mi rebaño y velaré por él. Como un pastor vela por su rebaño cuando se encuentra en medio de sus ovejas dispersas, así velaré yo por mis ovejas» (Ez 34, 11-12; ver Jer 23, 3). En el Señor Jesús Dios cumple aquella antigua promesa. Él es Dios mismo que se compadece al ver a tantos que andaban «como ovejas que no tienen pastor» (Mt 9, 36). Él proclama abiertamente ante Israel: «Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da la vida por las ovejas» (Jn 10, 11). Aquel «Yo soy» del Señor Jesús remite inmediatamente al Nombre con que Dios se presentó ante el pueblo de Israel, por medio de Moisés: «Yo soy el que soy» (Ex 3, 14). Dios, en Jesucristo, ha venido a reunir nuevamente a su rebaño disperso. Por su vida entregada libremente, por su sangre derramada en el Altar de la Cruz, devuelve la vida a quienes la han perdido, recobra a sus ovejas para reunirlas nuevamente en un único redil y conducirlas Él mismo a las fuentes y pastos de vida eterna. En el pasaje del Evangelio de este Domingo el Señor ofrece tres características que permiten reconocer al verdadero pastor: da la vida por sus ovejas; las conoce y ellas a Él; está al servicio de la unidad de su rebaño. Estas características se aplican todas a Él. Él es el Buen Pastor que da la vida por sus ovejas , porque realmente ofrece su vida como sacrificio en el Altar de la Cruz, en rescate por todos. Gracias a su libre entrega ha reconciliado a la humanidad entera con su Padre, devolviendo la vida divina y eterna —perdida por el pecado— a quienes creen en Él (ver Jn 3,15).

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APUNTESPastor y rebao son ya desde antiguo figuras que explicaban la relacin de Dios con su pueblo Israel. ElSalmodice: El Seor es mi pastor; nada me falta (Sal23,1). El Seor, el Pastor, es Dios. El libr a su pueblo de la opresin de Egipto, lo gui por el desierto a la tierra prometida, se revel en el Monte Sina como el Dios de la Alianza: Si de veras escuchis mi voz y guardis mi Alianza, vosotros seris mi propiedad personal entre todos los pueblos (Ex19, 5).En el Antiguo Testamento pastores son llamados tambin aquellos que Dios elige para apacentar a su pueblo. La figura de los psimos pastores es utilizada por el profetaEzequiel(34,1-16): en nombre de Dios fustiga duramente a aquellos pastores que en vez de cumplir con su oficio descuidan sus funciones o se aprovechan de su autoridad para apacentarse a s mismos, abusando, maltratando o dejando desorientadas a las ovejas que han sido confiadas a su custodia. Tambin el profeta Jeremas presta su voz a Dios para denunciar la injusticia con esta misma comparacin: Ay de los pastores que dejan perderse y desparramarse las ovejas de mis pastos! () Vosotros habis dispersado las ovejas mas, las empujasteis y no las atendisteis (Jer23, 1-2). Dios promete arrebatar las ovejas de sus manos y hacerse l mismo cargo de ellas: Aqu estoy yo; yo mismo cuidar de mi rebao y velar por l. Como un pastor vela por su rebao cuando se encuentra en medio de sus ovejas dispersas, as velar yo por mis ovejas (Ez34, 11-12; verJer23, 3).En el Seor Jess Dios cumple aquella antigua promesa. l es Dios mismo que se compadece al ver a tantos que andaban como ovejas que no tienen pastor (Mt9, 36). l proclama abiertamente ante Israel: Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da la vida por las ovejas (Jn10, 11).Aquel Yo soy del Seor Jess remite inmediatamente al Nombre con que Dios se present ante el pueblo de Israel, por medio de Moiss: Yo soy el que soy (Ex3, 14). Dios, en Jesucristo, ha venido a reunir nuevamente a su rebao disperso. Por su vida entregada libremente, por su sangre derramada en el Altar de la Cruz, devuelve la vida a quienes la han perdido, recobra a sus ovejas para reunirlas nuevamente en un nico redil y conducirlas l mismo a las fuentes y pastos de vida eterna.En el pasaje del Evangelio de este Domingo el Seor ofrece tres caractersticas que permiten reconocer al verdadero pastor: da la vida por sus ovejas; las conoce y ellas a l; est al servicio de la unidad de su rebao. Estas caractersticas se aplican todas a l.l esel Buen Pastor que da la vida por sus ovejas, porque realmente ofrece su vida como sacrificio en el Altar de la Cruz, en rescate por todos. Gracias a su libre entrega ha reconciliado a la humanidad entera con su Padre, devolviendo la vida divina y eterna perdida por el pecado a quienes creen en l (verJn3,15).l esel Buen Pastorqueconoce a sus ovejas y las suyas lo conocen a l. En sentido bblico el conocimiento no es un conocimiento puramente racional o intelectual, sino que entraa un profundo amor, una relacin interior, una ntima aceptacin de aquel que es conocido. El fundamento de la relacin entre el Seor Jess y el discpulo es este conocimiento mutuo, dinmico: se ama lo que se conoce, y () se conoce lo que se ama, deca San Agustn. As va construyndose entre el Seor y su discpulo una profunda e indisoluble unidad y comunin de vida. Esta comunin ntima, fruto de tal conocimiento, se expresa naturalmente por parte del discpulo en la obediencia amorosa: quienconocea Cristo escucha a su voz, hace lo que l le pide (verJn2, 5), pone por obra lo que l le manda, con prontitud y alegra. De este modo entra tambin a participar de la misma comunin que l, el Hijo, vive con el Padre: igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre.Finalmente, les el Buen Pastor queest alservicio de la unidadde Israel y de todo el rebao humano: Tengo, adems, otras ovejas que no son de este redil; tambin a sas las tengo que traer, y escucharn mi voz y habr un solo rebao, un solo pastor (Jn10, 16). El Seor Jess realiz plenamente la unificacin del Israel disperso prometida por Dios a travs de su profeta Ezequiel (verEz34, 22-24), pero fue ms all: abarc a todos los hijos de Dios, de la humanidad entera. Esta unidad la ha venido a realizar mediante su propio sacrificio. Por su muerte ha roto los muros de la divisin (verEf2, 14), ha reunido en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos (Jn11, 52). Por su Cruz nos ha reconciliado con el Padre, reconciliacin de la que procede toda otra reconciliacin y unificacin: del hombre consigo mismo, con todos los dems seres humanos y con la creacin entera.III. LUCES PARA LA VIDA CRISTIANAEl cuarto Domingo de Pascua es llamado tambin el Domingo del Buen Pastor, puesto que en l se lee el Evangelio en el que el Seor habla de los buenos y malos pastores, presentndose a s mismo como el Buen Pastor que ha venido a reunir nuevamente al rebao de Dios disperso por el pecado, mediante el don de su propia vida.El Papa Pablo VI decret que el cuarto Domingo de Pascua, Domingo del Buen Pastor, se celebrara anualmente la Jornada Mundial de oracin por las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada. As, pues, la Iglesia nos invita este Domingo a elevar todos juntos nuestras fervientes plegarias al Dueo de la mies (verMt9, 38) por todos aquellos que antes de haber nacido (verJer1, 5) han sido sellados y son llamados a ser en Cristo buenos pastores para Su pueblo, ya sea mediante el sacerdocio ministerial o tambin mediante la vida consagrada a l.Quiz alguna vez hemos odo hablar de que la Iglesia atraviesa por una gran crisis de vocaciones. Son sin duda cada vez menos los catlicos bautizados que piensan hoy en da en ser sacerdotes o consagrar su vida a Dios. Mas al decir que se trata de una crisis de vocaciones estaramos diciendo en otras palabras que la disminucin en el nmero de llamados se debe a que Dios llama cada vez menos. La palabravocacin, recordemos, proviene del latnvocare, que significallamar. Al decir que una persona tienevocacinal sacerdocio o a la vida consagrada queremos decir que Dios desde su eterno amor (verJer31,3) la ha elegido y llamado, que la ha sellado desde su concepcin, crendola con una estructura interior y adornndola con dones y talentos necesarios para la vida sacerdotal o consagrada, de modo que ese y no otro ser tambin su propio camino de realizacin, de plenitud humana. El ser humano, hombre o mujer, se realiza a s mismo respondiendo y siguiendo ese llamado que experimenta en lo ms profundo de su ser y siguiendo el camino que Dios le seala. De all es tan importante que todo joven se detenga ante Dios y le pregunte seriamente: Para qu he nacido? Cul es el sentido de mi vida? Cul mi misin en el mundo? Cul mi llamado, mi vocacin? Para qu estoy hecho? Cul, Seor, es el camino que debo seguir? Es el matrimonio mi llamado? O me llamas al sacerdocio, o a la vida consagrada? Y junto con todos estos necesarios cuestionamientos, debe elevarse aquella splica incesante: Habla, Seor, que tu siervo, que tu sierva escucha (ver1Sam3, 10).Pero es que acaso se debe esta crisis de la que venimos hablando a que Dios llama cada vez menos? No quiere l ya pastores para su pueblo? Es que no se compadece ya al ver a tantos que hoy andan en el mundo entero como ovejas sin pastor? O hay que buscar la respuesta en otro lado?En medio de una sociedad materialista, agnstica, secularista y secularizante, son mayora los que experimentando la inquietud y el llamado del Seor, lo descartan de plano por mltiples razones o excusas, internas o externas. El problema no es que Dios haya dejado de llamar, sino antes bien que los llamados ya no responden, o responden cada vez menos. Es, pues, un problema de egosmo por parte de los llamados, de mezquindad y falta de generosidad, de falta de fe y confianza en el Seor, de miedo y cobarda, de poco conocimiento de s mismos, de vivir en la superficialidad de la existencia, de estar demasiado centrados en s mismos, en sus gustos, placeres y propios planes que excluyen a Dios, de no hacerse sensibles a las necesidades de tantos que andan tan vacos, sin sentido por el mundo, como ovejas sin pastor. Abundan ms que nunca los jvenes ricos, aquellos o aquellas que escuchando en sus corazones aquel radical ven y sgueme se llenan de miedos y prefieren aferrarse a sus riquezas, proyectos o seguridades humanas (verMc10, 21-22). Son cada vez ms los que se niegan a dar el salto porque prefieren fijarse en todo lo que pierden, en vez de aspirar al ciento por uno y a la vida eterna que el Seor pone en su horizonte (verMt19, 29). Dios sigue llamando, hoy como ayer sigue tocando y tocando a la puerta de muchos corazones. Por tanto, en justicia no podemos hablar de una crisis de vocaciones, sino de una crisis de respuesta a la vocacin.Por otro lado, estn las modernas familias catlicas de hoy que ya no consideran el llamado de uno de sus hijos al sacerdocio o a la vida consagrada como una bendicin de Dios. Todo lo contrario, muchos padres catlicos a veces incluso de Misa diaria toman el llamado de uno de sus hijos como una locura, un desatino, el fruto de su inmadurez y, finalmente, como una maldicin de Dios. Por qu fanatizarte tanto les dicen a sus hijo o hijas, si igual puedes ser un hombre o mujer de bien? Dios no puede pedirte un sacrificio tan grande. Disfruta de la vida primero y conoce el mundo! Lo primero es tu carrera, etc. Con estos consejos y razonamientos, aferrndose a los planes que ellos mismos se han hecho para sus hijos no son ellos acaso un don de Dios?, se convierten en los ms frreos opositores de Dios y del llamado que le puede estar haciendo a alguno de sus hijos. Cuntas vocaciones se pierden por la oposicin de los propios padres! Se reza en mi familia, para que el Seor se digne llamar a alguno de nuestros hijos o hijas a seguirlo de cerca, como se haca en las antiguas familias que realmente ponan al Seor en el centro de sus vidas? Me imagino el pnico que deben experimentar muchas madres catlicas hoy en da con tan slo proponerles que recen para que alguno de sus hijos tenga vocacin al sacerdocio o a la vida consagrada!A Dios gracias hay tambin de aquellos jvenes que venciendo todo temor y lanzndose a la gran aventura le dicen al Seor aqu me tienes, har lo que t me pidas, perseverando en ese seguimiento da a da a pesar de las mltiples pruebas, obstculos, tentaciones y dificultades que se les presentan en el camino. Hay tambin padres generosos que respetando la libertad de sus hijos los alientan a escuchar la voz del Seor y seguirlo con generosidad. Tambin ellos sin duda recibirn del Seor el ciento por uno, por la inmensa generosidad y sacrificio que significa entregarle un hijo al Seor.Recemos este Domingo especialmente por las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada. Recemos intensamente por todos aquellos que de este modo son bendecidos por Dios, para que sepan ser sensibles a su voz y sepan responder con decisin, con coraje y generosidad a tal llamado. Recemos tambin por la fidelidad de todos aquellos que han respondido ya al llamado del Seor, para que permanezcan siempre fieles a su llamado en medio de las mltiples pruebas y situaciones adversas que se les puedan presentar. Recemos por todos ellos este Domingo, pero tambin cada da, especialmente en familia. Esta oracin es un deber de todo catlico coherente y de toda familia cristiana.IV. PADRES DE LA IGLESIASan Gregorio:l aade la manera de ser del pastor bueno, para que nosotros le imitemos. El buen Pastor da su vida por sus ovejas. Hizo lo que aconsej, manifest lo que mand, dio su vida por sus ovejas, para hacer de su cuerpo y de su sangre un sacramento para nosotros y para poder saciar con el alimento de su carne a las ovejas que haba rescatado. Se nos puso delante el camino del desprecio de la muerte, que debemos seguir, y la forma divina a la que debemos adaptarnos. Lo primero que debemos hacer es repartir generosamente nuestros bienes entre sus ovejas, y lo ltimo dar, si fuera necesario, hasta nuestra misma vida por estas ovejas. Pero el que no da sus bienes por las ovejas, cmo ha de dar por ellas su propia vida?.San Cirilo de Alejandra:El distintivo de la oveja de Cristo es su capacidad de escuchar, de obedecer, mientras que las ovejas extraas se distinguen por su indocilidad. Comprendemos el verbo escuchar en el sentido de consentir a lo que se le ha dicho. Y las que lo escuchan las reconoce Dios, porque ser conocido significa estar unido a l. Nadie es totalmente ignorado por Dios. Porque, cuando Cristo dice: Yo conozco mis ovejas, quiere decir: Yo los acoger y las unir a mi de una forma mstica y permanente. Se puede decir que al hacerse hombre, Cristo se ha emparentado con todos los hombres, tomando su misma naturaleza. Todos estamos unidos a Cristo a causa de su encarnacin. Pero aquellos que no guardan su parecido con la santidad de Cristo, se le han hecho extraos.San Gregorio Magno:Ved si sois verdaderamente ovejas suyas, ved si de verdad lo conocis, ved si percibs la luz de la verdad. Me refiero a la percepcin no por la fe, sino por el amor y por las obras. Pues el mismo evangelista Juan afirma tambin: Quien dice: Yo conozco a Dios, y no guarda sus mandamientos, miente. As, pues, todo el que quiera entender lo que oye,apresrese a practicar lo que ya puede comprender, (pues) el Seor no fue conocido mientras habl, perose dej conocer cuando fue alimentado.San Cirilo de Alejandra:Mis ovejas me siguen, dice Cristo. En efecto, por la gracia divina, los creyentes siguen los pasos de Cristo. No obedecen a los preceptos de la Ley antigua que no era ms que figura, sino que siguen por la gracia los preceptos de Cristo. Llegarn a las cumbres, conforme a la vocacin de hijos de Dios. Cuando Cristo sube al Cielo, ellos le seguirn.