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Page 1: Le Quedaban Siete Horas de Vida - Asociación Amós 5:24 · PDF fileifa. Favor de dejar esta nota en todas las copias. El rancho del Sr. Wallace Logue y su esposa Susana en el condado

Este Libro es GRATIS. No se vende.

LLee QQuueeddaabbaann SSiieettee HHoorraass ddee VViiddaa

LLee QQuueeddaabbaann SSiieettee HHoorraass ddee VViiddaa

Explicación
Este libro está organizado para imprimir. PARA LEER: Siga la numeración de las páginas hacia abajo, y luego, hacia arriba otra vez. Para hacer un librito de 28 páginas que mide 5.5 x 8.5 pulgadas. Se necesita 7 hojas de papel. Hay que imprimir en papel tamaño carta (8.5 x 11 pulg.)-- por los dos lados. Cada hoja contiene 4 páginas que miden 5.5 x 8.5 pulgadas, dos páginas por cada lado. Se doblan por la mitad, y se juntan con dos grapas para formar el librito. Las páginas impares al reverso de las páginas pares. Página #2 va atrás de la portada. Página #4 va atrás de #3, etc.
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© 1997, Asociación Amós 5:24, A.C. (revisión de 7 jul 97)

Escrito por:Chaplain RayInternational Prison MinistryP.O. Box 63, Dallas, Texas 75221 USA

Fotografías (p. 5, 12, 14, 21, 23) por Jack Orr

Editado y Traducido por:Asociación Amós 5:24, A.C.Gonzalitos #210 Altos Norte Colonia Vista HermosaMonterrey, Nuevo León cp64620México

Este libro puede ser copiado para distribución gratuita. No puedeser vendido. No puede ser publicado o mencionado en forma par-cial o total en ningún libro o revista por el cual se cobra una tar-ifa. Favor de dejar esta nota en todas las copias.

El rancho del Sr. Wallace Logue y su esposa Susana en elcondado de Edgefield, estado de South Carolina, Estados Unidos,estaba ubicado junto al rancho del Sr. Davis Timmerman.Solamente una cerca de alambre separaba esos dos ranchos, peroesa cerca iba a despertar una riña entre las dos familias en queiban a morir cinco personas por balazos y otras tres en la sillaeléctrica en la prisión estatal en la ciudad de Columbia, SouthCarolina.

Otra cuarta persona iba a morir en esa misma silla eléctri-ca, pero su vida fue salvada solamente siete horas antes de cum-plirse su sentencia. Ese milagro es la historia que vamos a con-

tar ahora.

El añofue 1941. DavisTimmerman teníaun viejo macho.Su vecino WallaceLogue tenía unbecerro fino.

Estos dos animales, tan diversos en suapariencia, estaban comiendo pastos en sus respectivos potreroshasta un día cuando el macho le dio una patada mortal al becerro.

Susana de Logue, quien mandaba en su hogar, ordenó a suesposo Wallace a ir a los Timmerman y exigir que les pagaran elbecerro muerto. Obedientemente, Wallace Logue fue a su vecino

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y aceptó un arreglo de catorce dólares en efectivo por la muertedel becerro. Pero cuando llegó a casa con el dinero, Susana deLogue dijo que no era suficiente. Ella insistió que su esposoregresara con el Sr. Timmerman para cobrarle otros tres dólares.

Su segunda visita terminó en una balacera donde murióWallace Logue. El Sr. Timmerman dijo que fue en defensa pro-pia. Con el paso del tiempo fue exonerado y regresó a su casa—un hombre libre.

Lo sucedido enojó a la viuda, Susana de Logue, y ella juróque si las autoridades no iban a castigar a Timmerman por lamuerte de su esposo, ella iba a tomar el asunto en sus propiasmanos y vengar su sangre.

Al mismo tiempo, el sobrino de Susana de Logue, FrankLogue, era un policía en la ciudad de Spartanburg, y era un hom-bre altamente respetado. El había recibido varias menciones hon-oríficas por ser el oficial más cortés de la policia. Muchos creíanque este oficial joven, de unos treinta años de edad, iba a llegar aser el comandante de la policia.

Susana fue a su sobrino, Frank Logue, y le dijo que éltenía que matar a Davis Timmerman porque había matado a suesposo, Wallace, quien también era el tío de Frank. Frank trató deexplicar a su tía Susana que no lo podía hacer porque era policía,y su responsabilidad era apoyar la ley. Al oir esto, Susana le ame-nazó, diciendo que si él no estaba dispuesto a vengar la sangre,algo terrible iba a suceder a su esposa y madre. Frank conocía asu tía: si ella quería comprar algún perro y el dueño no lo queríavender, muy pronto iba a suceder algún “accidente”, e iba a moriraquel perro. Si ella quería comprar un caballo y el dueño no que-ría venderlo, algo le iba a suceder a ese caballo. Su tía Susana ledijo que si no mataba a Timmerman dentro de quince días, algoterrible sucedería a su esposa y a su madre.

Sin embargo, Susana le dijo a Frank que ella podía dar250 dólares y su cuñado Jorge Logue iba a dar otros 250 dólarespara pagar a un asesino. Cerca de Spartanburg había un club

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4. Un presoque se ha entregadototalmente a Cristopuede tener un minis-terio efectivo y puedeganar almas dentro dela prisión y en cual-quier lugar.

5. Dios bendice alos pacificadores. Eljuez que expuso suvida, Strom Thurmond,llegó a ser un senadorfederal de los EstadosUnidos por más de 40años, y era candidato ala presidencia en 1948.

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condenados a muerte y puesto en la lista de la población generalde la prisión. A la misma hora, su residencia fue cambiada deledificio de muerte a la prisión general. El gobernador le había lla-mado “predicador”, y lo era en realidad. Con denuedo dio testi-monio a todos los presos de lo que Dios había hecho por él, y lesdijo que Jesús también podía salvarlos, transformarlos,vivir enellos y estar con ellos para siempre si ellos volvieran de sus crí-menes a Cristo.

Frank Logue ganó a cientos de presos a Cristo Jesús.También era un prisionero modelo. No pasó mucho tiempo cuan-do lo cambiaron de la Prisión del Estado al sistema de prisionesestatales en los ranchos. En las prisiones de rancho Frank hacíacultos abajo de los árboles para predicar la Palabra de Dios a lospresos. ¡Y cómo les predicaba! Su corazón estaba lleno de las Es-crituras y su alma estaba llena de la presencia y del poder delEspíritu Santo.

El 16 de diciembre de 1960, a Frank le fue otorgada sulibertad provisional para que pudiera estar en su hogar para cele-brar la navidad. Regresó a su hogar en las montañas donde leesperaba su esposa fiel. Regresó en honra. Su carácter como unsiervo de Dios había sido establecido, y fue recibido en todas lasiglesias de las comunidades. Lo invitaban a predicar y lo invita-ban aun más a dirigir la oración. Todos sabían que Frank Logueconocía a Jesús, que sabía orar, y que Dios contestaba sus oracio-nes.

Este testimonio verdadero de la conversión, transforma-ción y liberación de Frank Logue nos enseña varias cosas:

1. Dios usa la Biblia en las celdas de las prisiones paratraer a los presos a Cristo.

2. El que encubre sus pecados no prosperará, pero el quelos confiesa y se aparta, alcanzará misericordia. (Proverbios28:13)

3. Aun dentro de la prisión, un preso puede ser un cristia-no vital y radiante, obedeciendo la palabra de Dios.

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nocturno donde trabajaba un cantinero llamado ClarenceBagwell. Un día alguien le oyó decir que mataría a cualquierapersona en Spartanburg por 500 dólares.

Frank Logue fue a él y le preguntó, “Es verdad que dijis-te que matarías a cualquiera persona en Spartanburg por 500dólares?” El cantinero joven replicó, “Sí lo dije, pero no era enserio.” Cuando Frank le explicó que podía ganar 500 dólares solopor matar a un hombre, Bagwell tenía suficiente interés para ir aver a Susana de Logue y Jorge Logue. Ellos le aseguraban queDavis Timmerman merecía morir, y le persuadían con licorhasta que aceptó matarlo.

Frank Logue pidió a otro policía que trabajara su turno dedía. Entonces empezó a tomar para callar su conciencia y aumen-tar su valentía. Con el cantinero Clarence Bagwell fueron al cru-cero donde Davis Timmerman tenía su tienda y gasolinera.Bagwell manejó el carro, y Frank estaba escondido en el asiento

de atrásabajo de unabrigo.

B a g w e l lestacionó elcarro afueray entró a latienda. La

Señora de Timmerman estaba ahí, pero su esposo había salido.Entonces Bagwell solamente preguntó cómo llegar a Edgefield, ysalió, pero la mujer notó que el carro no fue por el camino aEdgefield. Pronto su esposo regresó para atender la tienda, y suseñora salió a trabajar en un potrero cercano.

Cuando regresó Bagwell, entró a la tienda, y esperó por-que otro cliente estaba ahí. Luego pidió una cajetilla de cigarros.Cuando Timmerman se volteó a coger los cigarros, Bagwell sacó

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La tienda y gasolinera de Davis Timmerman

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la pistola y dijo, “Voltéate. No me gusta disparar a un hombre porla espalda.” Disparó seis veces rápidamente. Cinco balas pegaronal cuerpo de Davis Timmerman. Su esposa oyó los disparos yvino corriendo. Vio que su esposo estaba muriendo y que un carroestaba saliendo entre polvaderas.

Pasaron varias semanas. Porque no había testigos, parecíaque la policía no iba a poder solucionar el misterio de aquel ase-sinato. Pero una noche Clarence Bagwell estaba tomando, yempezó a hablar con una mujer en el club nocturno donde traba-jaba. El quería impresionarla con su dinero, y sacó los quinientosdólares y le dijo que los había ganado en solo un día porque habíamatado a alguien. La mujer tenía miedo, y lo reportó a la policía.

Cuando la policía arrestó a Bagwell, él confesó lo quehabía hecho y que Frank Logue le había pagado 500 dólares. Eldía 10 de noviembre de 1941 las autoridades ordenaron queFrank Logue fuera detenido para investigar el asesinato de DavisTimmerman que había sucedido el día 17 de septiembre. Frankfue arrestadoy llevado a laprisión en lacapital delestado. Fuepuesto en lasección de laprisión quese llamaba“La ViejaCuba” conotros delin-cuentes queestaban casti-gados conuna dieta de

5La entrada a

“La Vieja Cuba”

frente de la celda de Frank y preguntó, “Frank, ¿tienes algo nuevoque decirnos?” Frank contestó, “Señor Gobernador, si tengo quedecir algo nuevo para salvar mi vida, entonces tengo que morir,porque ya he dicho toda la verdad.”

Entonces el Gobernador Olin D. Johnston dijo, “Frank,para que no estés en suspenso más, he abrogado tu sentencia.”Frank cayó a sus rodillas y clamó, “¡Jesús, Jesús, Jesús, te doygracias por salvarme la vida!” El gobernador mandó, “Dejen aFrank salir afuera para pisar el pasto.” Cuando Frank estabasaliendo de su celda, dijo, “Gobernador Johnston, dentro de unminuto voy a regresar para darle gracias por salvar mi vida, peroprimero es necesario darle gracias al que realmente hizo estemilagro.” Frank Logue salió a la luz de la luna, caminó sobre lahierba, levantó sus manos hacia el cielo y con chorros de lágri-mas descendiendo por sus mejillas gritó, “Gracias Jesús. Graciaspor salvarme la vida. Yo sabía que no puedes mentir. Yo sabía queme ibas a contestar.”

Después Frank se volvió al gobernador y le dio gracias aél y a la Junta de Perdones por haber cambiado su sentencia demuerte a cadena perpetua. El gobernador dijo a Frank,“Predicador, testifica a los periodistas. Diles que un poder sobre-natural entró en este caso.”

El secretario de la Junta de Perdones dijo, “Yo salí de aquípor la noche del miércoles bien convencido que Frank Logue eraculpable y decidido que tenía que morir. Fui a mi casa y me acos-té, pero no podía dormir.” (Es cuando Frank empezó a orar consus rodillas en la Biblia.) Continuó el secretario, “Mi mentenunca cambió, pero mi corazón fue cambiado.”

El mismo Dios en el cielo que no dejó al Rey dormir ensu palacio mientras que Daniel oraba en el foso de los leones, nopermitió que el gobernador Olin D. Johnston durmiera en sumansión, ni los miembros de la Junta de Perdones, hasta quehubieran actuado para salvar la vida de Frank Logue.

El nombre de Frank Logue fue quitado de la lista de los

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Mientras que el capellán salía, Frank llamó al guardia,“Dime, ¿has oído algo?” El guardia dijo, “Ni una palabra, perocuando oiga algo, te voy a avisar.” Frank continuó su velada deoración, citando todas las palabras que había aprendido de laSanta Biblia, y recordándole a Dios: “Porque es imposible quemientas, vas a tener que hacer algo muy pronto, o habrás falladoen guardar tu palabra.”

Por la tarde del jueves hubo una reunión de la Junta dePerdones con el gobernador Johnston en la mansión del goberna-dor, pero no había una palabra de algún cambio de parecer.

Cerca de la medianoche, Frank contó las horas y supo quele quedabansiete horaspara vivir.Mientras queoraba y pen-saba en estascosas, empe-zó a oir ruidosafuera del edi-ficio de muer-te. Oyó queuna voz man-dó con autori-dad, “Abre lapuerta, guar-dián.” Elguardián con-testó, “Sí,Gobernador.”El gobernadorentró al edifi-cio de muerte.Se paró en

La mansión del Gobernador Johnston

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pan y agua porque no querían obedecer las reglas de la prisión.Aquí Frank se arrodilló en su celda. Se acordó todo lo que

había oído de la misericordia de Dios, y que Dios ama la verdad,pero aborrece la mentira. Le prometió a Dios que iba decir sola-mente la verdad, la pura verdad, y de esa manera suplicar la mise-ricordia de Dios y de las autoridades.

Al otro día salió el siguiente reportaje en un periódico deSouth Carolina que se llama “The Statesman”:

El Jurado De Edgefield Detiene a Dos Hombres Acusados

de Asesinato

Edgefield, S.C. Nov. 10 (AP) Un jurado del con-dado de Edgefield recomendó hoy que fuerandetenidos Clarence Bagwell y Joe Frank Logue,ambos de Spartanburg, porque fueron acusados dehomicidio en la muerte a balazos de Davis W.Timmerman, dueño de una tienda y gasolinera,que sucedió el 17 del septiembre pasado.

En el interrogatorio confesó Bagwell quehabía matado a Timmerman porque Logue le pagó500 dólares. Además, Bagwell dijo que Loguequería matar a Timmerman porque éste habíamatado a su tío.

El anteriormente comandante de la policía,L.H. Harling, dijo que Timmerman había sidoexonerado en la muerte de Wallace Logue, un tíode Joe Frank Logue.

La viuda de Timmerman describió la visi-ta de un desconocido a la tienda por la tarde del17 de septiembre cuando Timmerman estabaausente. Ella dijo que el hombre había pregunta-do la distancia a Edgefield, pero que se salió en la

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dirección opuesta. Ella dijo que había visto que lamisma persona regresó más tarde cuandoTimmerman y un pariente, Clyde Bledsoe, esta-ban en la tienda. Bledsoe acababa de irse, dijoella, cuando se oyeron los disparos, y ella vio aldesconocido salir y partir en su coche. Ella corrióa la tienda, dijo, y encontró a su esposo agonizan-do. Ella testificó que fue llevada a la cárcel deNewberry anoche, donde vio e identificó aBagwell como “el hombre que mató a mi esposo”.Dijo ella que no tenía ninguna duda de la identifi-cación. El Señor Bledsoe testificó que vio aBagwell en la cárcel de Newberry, y lo identificócomo “el mismo hombre que vio en la tienda deTimmerman el día 17 de septiembre.”

O.L. Brady, superintendente de los detecti-ves del condado de Spartanburg, dijo que Bagwellrelató en su confesión que Logue le dijo queTimmerman había matado a su tío y quedó libre.

Brady continuó diciendo que Bagwell tes-tificó que Logue le había preguntado si mataría aun hombre por 500 dólares. Bagwell confesó quehabía dicho que “sí”, y que algún tiempo despuésdijo a Logue que estaba listo. Bagwell y Loguemanejaron a Edgefield, dijo el oficial Brady, ycuando iban a llegar a la tienda, Logue se pasó alasiento de atrás y se tapó. Timmerman no estabaallí, dijo Bagwell, y después de preguntar la dis-tancia a Edgefield, los dos hombres se fueron.Regresaron más tarde, dijo Bagwell en su confe-sión, y él entró a la tienda y disparó seis veces.

El oficial Adams de la policía deSpartanburg testificó que trabajó el turno deLogue por la tarde y noche del 17 de septiembre,

oficial, “Lo siento, pero no puedo ofrecerte ninguna esperanza.Lo único que sé es que vas a morir el viernes.” Esta fue una horamuy oscura para Frank Logue porque sin la recomendación de laJunta de Perdones, el gobernador pocas veces actúa para abrogarla sentencia de muerte.

Frank se acostó en su pequeño colchón para dormir. Erala medianoche. Durmió por dos horas, Se despertó y se dio cuen-ta de que eran las dos de la madrugada del jueves. Le quedabansolamente 29 horas de vida antes de su cita con la muerte, a las 7A.M. del viernes. Frank notó que había un pequeño cuadro de luzen el piso de su celda porque la luz de la luna estaba entrando porla ventana en la pared de afuera. Frank tomó su Biblia, la abrió yla colocó en ese cuadro de luz. Luego puso sus rodillas encima deella, una rodilla sobre cada página, y miró hacia el cielo y oró,“Señor, he creído tu palabra. He llenado mi corazón con tus pala-bras, y he vivido en ti día y noche desde aquel día que descubrítu promesa en San Juan 15:7. Ahora Señor, aquí me encuentroarrodillado, suplicándote que salves mi vida, así como salvastemi alma. No dejaré de orar hasta que oigas mi oración y mandesa salvarme de la silla eléctrica.”

Cuando amaneció, el guardia del edificio de muerteencontró a Frank de rodillas, encima de su Biblia, en oración, cla-mando a Dios para que lo salvara. Frank siguió orando toda lamañana y algunas horas de la tarde, pero no había ninguna pala-bra de la oficina del gobernador. Le ofrecieron cualquiera comi-da que quisiera para su “última cena” por la noche del jueves,pero contestó, “No voy a cenar mi última cena porque Dios meva a librar.”

Entre las siete y las ocho de la noche el Capellán Kellyfue al edificio de muerte para ver a Frank. El preso se levantó ypuso su Biblia abajo de su brazo. Cuando el capellán le preguntócómo estaba, contestó, “Me siento bien, considerando mi situa-ción, pero parece que el hombre me ha negado. Pero aun así, Dioses capaz de salvarme.”

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Por medio de esta ventana en

el edificio de muertela luna alumbraba

La Biblia de Frank Logue.

y que Logue no regresó a su trabajo como habíaprometido.

El comandante de la policía, W.D. Allen,confirmó el testimonio de Brady, y añadió queLogue negó que tenía algo que ver con el asesina-to de Timmerman.

Si es verdad lo que reportó el comandante Allen, queFrank Logue al principio negó que tenía una parte en el asesina-to de Davis Timmerman, pronto cambió su versión. En su celdade máxima seguridad en la prisión estatal, Frank Logue encontróun lugar de arrepentimiento.

De rodillas en oración, Frank pidió a Dios su misericor-dia, confesó sus pecados, y afirmó su fe en Jesucristo. Dijo a Diosque iba a decir la verdad acerca del crimen aun si tenía que moriren la silla eléctrica, y cuando hizo esa promesa a Dios, tenía pocaesperanza de poder escapar de esa silla de muerte por su incul-pación en el asesinato premeditado de Davis Timmerman.

Seguramente Frank se dio cuenta de que su promesa dedecir toda la verdad iba a involucrar a su tía Susana y su tío Jorge.Efectivamente, Frank confesó toda la verdad acerca del asesina-to, y por supuesto, la policía mandó arrestar a su tía Susana y sutío Jorge Logue.

El comandante de la policía del condado de Edgefield, D.Allen, era pariente de los Logue, pero él sabía su deber, y con losdocumentos en la bolsa fue con su teniente, Doc Clark, al ranchode los Logue para arrestar a Susana de Logue y Jorge Logue porel asesinato de Davis Timmerman. El comandante Allen sabíaque iba a tener problemas en el rancho de los Logue, y antes desalir, dejó escrita a mano una nota que decía, “Si no regreso, heservido a Dios y a mi país lo mejor que he podido.” Esta nota con-firmaba lo que Frank Logue dijo después: que él había ayudadoen este plan de matar, por el temor de lo que su tía y tío dijeron

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que iban ahacer a suesposa ymadre.

Cuando elcomandante Allen dijo a Susana y a su cuñado Jorge que él habíavenido para arrestarlos por el asesinato del Señor Timmerman,preguntó Jorge: “¿Tienes documentos oficiales?” Allen dijo, “Sí.”Jorge Logue dijo, “Pues, pásate a la casa y déjame leerlos.” Peroadentro de esa casa estaba esperando Fred Dorn, un empleado deellos, con una retrocarga. El mató a Allen, quien estaba desarma-do. El oficial teniente Doc Clark mató a Fred Dorn.

En la balacera Jorge Logue fue herido en un brazo y elteniente Clark recibió un retrocargazo tan serio que tenía queagarrar sus propios intestinos con su brazo para que no caye-ran a tierra. Cuando salió el teniente de la puerta y se cayó,una mujer, probablemente Susana, le dio una patada y le dijo,“Quítate de aquí, perro sucio, y muérete afuera. No puedesmorir en mi portal.”

El teniente se arrastró hasta la carretera y encontróayuda. Pronto una turba se juntó alrededor de la casa de losLogue. Pero los amigos armados de los Logue habían veni-do también y ya estaban adentro. La turba afuera, enojadapor la muerte del comandante, estaba a punto de forzar lacasa y matar a todos los de adentro.

La noticia llegó pronto al palacio municipal. Eljuez Strom Thurmond fue mandado al rancho para ver sipodía prevenir una batalla más grande. En un momento eljuez Thurmond entendió la situación y sabía que teníaque hacer algo inmediatamente para evitar el derrama-miento de más sangre.

El corrió atrás de la casa, se expuso a los hombresarmados de la casa, gritando, “No tiren. Soy el Juez

La casa de Susana de Logue

su clemencia. Frank, no vale la pena luchar más. Acepta la reali-dad. Vas a morir y debes poner tu casa en orden. Prepárate paramorir y quita de tu cabeza ese pensamiento que vas a escapar dela silla eléctrica.”

Pero Frank simplemente le indicó la Escritura en Juan15:7, escrita en la pared de su celda, y dijo, “Dios no puede men-tir. El me librará.”

Unos días después, Frank fue movido de esa celda alpequeño edificio de ladrillo donde iba a estar durante su últimasemana. Tenía que ser electrocutado a las 7 de la mañana del vier-nes, el 25 de febrero de 1944. Hay seis celdas en ese edificio demuerte. Cada celda tiene tres paredes sin ventanas y una reja defierro. Afuera de la reja hay un pasillo, y por el otro lado del pasi-llo, en la pared hay varias ventanas, una en frente de cada celda.Esas ventanas tienen rejas.

En cada celda hay una taza de metal para las necesidadespersonales y en el piso de cemento un colchón sin resortes. El hom-bre condenado es colocado en esta celda. Se le quitan sus zapatosy cualquier objeto que pueda ser usado para pelear o para suicidar-se. Se viste solamente de su ropa interior, pantalón y calcetines.

Frank pudo llevar la Biblia consigo a esta celda en el edifi-cio de muerte. Cuando llegó el capellán para verlo, Frank le dijo,“Yo soy culpable y según la justicia debo morir, pero estoy implo-rando a Dios su misericordia, no la justicia.” Los días de la últi-ma semana pasaron muy rápidamente, y aunque había actividaden la Junta de Perdones, no se esperaba nada que podía cambiarla sentencia de muerte.

Por la noche del miércoles, un miembro de la Junta dePerdones descendió a la prisión y visitó a Frank por dos horas ensu celda, preguntándole que si no se acordaba de algún detalleque no les había dicho antes y que podía proveer una base paraque el gobernador le perdonara la pena de muerte. Frank le dijoque ya había dicho toda la verdad y que no iba a fabricar unamentira para salvarse la vida. Cuando salió de la celda, dijo aquel

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permanecer en Jesús.En el libro de Isaías él leyó, “Tú guardarás en completa

paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera, porque en ti haconfiado.” (Isaías 26:3) Eso fue un principio, pero no fue sufi-ciente. Luego en el libro de Efesios leyó el énfasis que dio elapóstol Pablo a nuestra relación a Jesús: “Pero ahora en CristoJesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sidohechos cercanos por la sangre de Cristo.” (Efesios 2:13) En ellibro de Juan, Jesucristo explicó que permanecer en él es comolas ramas que permanecen en la raíz. “Como el pámpano nopuede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, asítampoco vosotros, si no permanecéis en mí.” (Juan 15:4) En ellibro de Mateo, Jesucristo dijo que el hombre prudente no esaquel que solamente dice “Señor, Señor”, sino aquel que hace loque Dios dice. (Mateo 7:21)

Frank encontraba que cuando llenaba su mente y corazóncon la palabra de Dios, y la obedecía, las demás cosas de menosimportancia se quitaban, y pronto su vida entera, sus pensamien-tos, sus actitudes y su todo estaban bajo el control de Dios. Vioque realmente es posible para el creyente “permanecer en Jesús”.En él vivimos y nos movemos y tenemos nuestra existencia.Frank ahora conocía a Jesús como una persona real y siemprepresente, pero descubrió que en vez de reducir su necesidad deestudiar la Palabra de Dios, el resultado fue todo lo opuesto. ElEspíritu lo dirigía continuamente a la Palabra de Dios. Frankmemorizaba cientos de versículos. Fue tan lleno de la Palabra deDios que todavía hasta este día, él es una leyenda en las monta-ñas de South Carolina, y lo conocen como “La Biblia Que Anda”.

La fecha de su ejecución había sido fijado: el 25 de febre-ro de 1944. Unas pocas semanas antes de esta fecha el abogadode Frank vino a verlo y dijo, “Frank, no existe ninguna esperan-za. La Suprema Corte del estado rechazó nuestra apelación, y elgobernador, Olin D. Johnston ni siquiera consiente hablar conmi-go por teléfono, mucho menos concederme una cita para suplicar

Thurmond. No estoy armado.” Entonces para comprobarque no estaba armado, quitó el saco, vació sus bolsillos, ycon sus manos arriba, empezó a caminar lentamente hacia lapuerta trasera de la casa, gritando, “No tiren. No estoy armado.Quiero entrar y hablar con ustedes.”

Varios rifles de la casa le estaban apuntando, pero su valory actitud calmada alcanzaron a tapar esa casuela hirviendo deodio y matanza. La puerta se abrió, y dejaron pasar al Juez Thur-mond. El les explicó a Susana y Jorge que si se rendían, él iba aprotegerlos de la turba afuera, y que personalmente iba a acom-pañarles a la prisión en la capital para que ninguna turba pudieraahorcarlos.

Ellos se dieron cuenta de que no podían mantener suseguridad en la casa por mucho más tiempo, así que se entrega-ron a las autoridades sin más disparos.

Tal vez parezca raro que Susana y Jorge Logue no fueronacusados de la muerte del comandante Allen y su teniente (quienmurió después en el hospital de sus heridas), pero fueron acusa-dos solamente del asesinato de Davis Timmerman. Fueron con-denados, juntamente con Clarence Bagwell, y llevados a la muer-te en la silla eléctrica antes de que Frank Logue fuera juzgado porsu parte en el asesinato. Pues es aparente que Frank Logue fue eltestigo principal del estado en contra de su tía y tío. Por eso, supropio caso fue aplazado hasta que Susana, Jorge y Bagwell habí-an sido ejecutados. Los tres fueron hallado culpables de asesina-to en primer grado, y sentenciados a morir en la silla eléctrica en

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Una retrocarga

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la Prisión Estatal en Columbia, South Carolina.El 14 de enero de 1943 los tres condenados fueron elec-

trocutados. La costumbre era de ejecutarlos por la mañana de undía viernes entre las seis y siete A.M. Susana de Logue fue la pri-mera que caminó hacia la silla de muerte. El sábado apareció estereportaje en el periódico “South Carolina”:

Los Logue y Bagwell Mueren En La Silla

La Señora Susana de Logue, su cuñado JorgeLogue, y Clarence Bagwell murieron ayer por lamañana en la silla eléctrica de la Prisión Estatal deSouth Carolina, después de haber sido condena-dos por un jurado del condado de Lexington por elasesinato de Davis Timmerman, procedente delcondado de Edgefield.

La Señora de Logue, siendo la primeramujer en la historia de South Carolina a morirelectrocutada en la silla, y la primera de los tres enmorir, contestó, “No señor, estoy lista para irme,”cuando el capitán C.A. Sullivan le preguntó que sitenía algo que decir.

El doctor M.W. Cheatham, médico de laprisión, la pronunció muerta tres minutos y cator-ce segundos después de que la corriente fue apli-cada a las 6:18 A.M.

Jorge Logue murió segundo. El no respon-dió al capitán Sullivan la primera vez, pero cuan-do fue preguntado por segunda vez, dijo, “Muchagente ha dicho cosas que no son verdad.”Brevemente explicó esta declaración. La electrici-dad fue aplicada a las 6:27 A.M., después de tresminutos con 42 segundos fue pronunciado muerto

entonces Frank Logue podría pedir a Dios que le librara de la sillaeléctrica, y Dios lo haría.

Frank vio que tenia que hacer tres cosas:1. El tenía que permanecer en Jesucristo.2. Tenía que llenar su corazón con la palabra de Jesús y obede-cerla.3. Y tenía que pedir a Dios lo que deseaba.

La responsabilidad de Dios era evidente: EL HARIA LOQUE FRANK LOGUE PEDIA.

Frank fue tan decidido que pidió un gis (un marcador) delguardia y escribió este versículo de la Biblia en letras grandes enla pared de su celda. Escribió así:

SI PERMANECÉIS EN MÍ, Y MIS PALABRAS PERMANECEN EN VOSOTROS, PEDID TODO LO QUE QUERÉIS, Y OS SERÁ HECHO.

Juan 15:7

Entonces Frank dijo al guardia de la prisión que no iba amorir porque Jesucristo lo iba a librar de la silla eléctrica. Se lodijo a su abogado y al capellán Kelly.

Es más, Frank agarró esa promesa, no como algo debuena suerte, sino como su nueva manera de vivir. Empezó a leersu Biblia diligentemente para descubrir qué quería decir “perma-necer en Jesús”. Una fórmula teológica mecánica puede ser taninútil como cualquier rito religioso o amuleto, pero Frank busca-ba una realidad, una experiencia viva. El tenía que aprender cómo

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vieron este versículo: Juan 15:7, “Si permanecéis en mí, y mispalabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y osserá hecho.”

¡Ahí estaba! ¿Por qué nunca lo había visto antes? Aquíestaba la respuesta a su condición desesperada. Otra vez lo leyópara asegurarse que realmente Dios estaba prometiendo lo queparecía que estaba prometiendo. “SI PERMANECÉIS EN MÍ, YMIS PALABRAS PERMANECEN EN VOSOTROS, PEDIDTODO LO QUE QUERÉIS, Y OS SERÁ HECHO.”

Seguramente Dios no podía mentir. Jesús no hubiera pro-metido algo que Dios fuera incapaz de proveer. Parecía todo estotan sencillo y definido. Si Frank Logue permaneciera en Jesús, ysi Frank Logue guardase las palabras de Jesús en su corazón,

por los oficiales.Bagwell murió cuatro

minutos con 57 segundos des-pués de aplicar la corriente a las6:38 A.M. Antes de su muerte, elcapitán Sullivan le preguntó,“¿Tienes algo que decir?”Bagwell respondió, explicandolos motivos de su caída y expre-sando su fe.

Todos los cuerpos fueronreclamados por los parientes.Bagwell será sepultado enSpartanburg, y Jorge y SusanaLogue serán sepultados en elcondado de Edgefield.

La sentencia de muertefue ejecutada tal como fue orde-nada por el juez G. DuncanBellinger de Columbia en enero,después de apelar tres veces a laSuprema Corte del estado, unavez a la Suprema Corte de LosEstados Unidos y una súplica declemencia al Gobernador R.M.Jeffries el jueves.

Susana Logue y su cuña-do, Jorge Logue, habían sidojuzgados y condenados en el con-dado de Lexington. Ellos habíansolicitado un cambio del condadode Edgefield, porque decían queno podían recibir un juicio justoen su condado de residencia por

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La puerta del edificio de muerte,

donde estála silla eléctrica

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los fuertes sentimientos en contra de ellos a causade las muertes de Davis Timmerman, el coman-dante Allen y el oficial teniente Doc Clark.

Cuando llegóel tiempo dejuzgar aFrank Logue,él asintió aser juzgadoen el condadode Edgefield,porque hacíamucho tiem-po él habíadecidido decir toda la verdad acerca del asesinato deTimmerman, y esperaba la misericordia de Dios y de la corte.

Hay toda evidencia bíblica que Frank Logue confesó suculpa ante Dios en el Cielo, y que efectivamente recibió su mise-ricordia porque había confiado en Jesucristo y en su muerte sobrela cruz del Calvario para perdón de su culpa y sus pecados. Perootro asunto era recibir la misericordia de la corte de los hombres.Aunque tres personas ya habían muerto en la silla eléctrica por elasesinato del Sr. Timmerman, el procurador, Lic. Jess D. Griffith,demandó la pena de muerte. Igualmente, el procurador asistente,Sam R. Watt, de Spartansburg, demandó la pena de muerte.

Cuando todas las evidencias habían sido presentadas, yllegó el tiempo del veredicto, Frank Logue fue hallado culpabledel asesinato en primer grado, que quiere decir premeditado, conalevosía y ventaja, y fue condenado a morir en la silla eléctrica.

Frank Logue fue llevado otra vez a la Prisión Estatal enColumbia para esperar el tiempo de apelar a la Suprema Corte del

Wallace y Susana Loguefueron sepultados aquí.

habían muerto.Pero había una diferencia. Frank había dicho toda la ver-

dad a Dios y a los hombres. El había sido verdaderamente con-vertido, y no lo había hecho con la intención de posiblementeganar el favor de los hombres para que lo soltaran. Frank habíasido llenado del Espíritu Santo, que viene para hacer de los hom-bres “testigos de mí” (dijo Jesús), porque de ese día en adelanteempezó a expresar su esperanza a todos los que se acercaban a sucelda en la prisión.

Había una Biblia en esa sección de la prisión que era paralos presos condenados a muerte, y muchos hombres habían leídoesa Biblia, buscando cualquier rayo de esperanza para una vidafutura, aunque ya no había esperanza para ellos en esta vida pre-sente. Al leer esa Biblia, muchos de aquellos condenados habíanencontrado a Jesucristo, o más bien, habían sido encontrados porél, porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que sehabía perdido.

Cuando el día de su ejecución estaba llegando, cada hom-bre escribía su nombre en esa Biblia, juntamente con la fecha desu muerte y su versículo favorito o una palabra de testimonio desu fe en Jesucristo. Aunque a los hombres condenados no les erapermitido llevar nada con ellos de sus celdas al pequeño edificiode ladrillo donde esperaban su última semana antes de morir, des-pués de cada ejecución esta Biblia fue hallada abajo del colchóno encima de la cama o en el piso.

Ahora le tocó a Frank Logue ver esta Biblia. Se la dieronen su celda donde iba a tener que esperar unos meses mientrasque su abogado hacía todas las apelaciones legales en las cortesde South Carolina.

Mientras que Frank leía esta Biblia muy usada, muchasveces leía el Evangelio de San Juan, como si algún tesoro espe-cial estuviera escondido en ese libro, si solamente pudiera descu-brirlo. Entonces, al leer el capítulo quince de San Juan, sus ojos

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capellán C. M. Kelly había decidido no tener mucho contacto conFrank Logue porque sabía que Logue no tenía ninguna esperan-za de escapar de la muerte en la silla eléctrica, y la tensión yesfuerzo de tener que caminar con él esa última milla a la silla demuerte era demasiado para soportar, aun para un predicador.

Además, Capellán Kelly ya había pasado lo mismo con latía Susana y el tío Jorge hacía pocos meses. El todavía se acorda-ba de ver a Susana, con cabeza rapada totalmente y con pantalo-nes de color gris, caminar de su celda a ese pequeño cuarto dondela ataron en la silla eléctrica. El había tratado de ofrecerle lo másque podía de guianza, esperanza y consuelo, pero aun así, habíasido una experiencia demasiado impactante. Por eso no queríainvolucrarse mucho con Frank Logue en oración y en la apelaciónpor misericordia y clemencia.

El capellán Kelly también se acordaba de la ejecución deClarence Bagwell, el cantinero que fue el último de los tres enmorir aquel día viernes, cuando el estado había vengado el asesi-nato de Davis Timmerman. Antes de morir, Bagwell había encon-trado paz con Dios. En la silla de muerte hizo su última declara-ción, afirmando y confesando su fe en Jesucristo. El tambiéncontó el error de sus caminos y lo que había elegido que lo guióa un fin tan violento y trágico.

Los parientes de Bagwell habían recogido el cuerpo, y elcapellán Kelly había oficiado en los servicios fúnebres que se lle-varon a cabo en el mismo club nocturno donde el difunto se habíajactado que mataría a cualquier hombre por 500 dólares. En elservicio fúnebre, el capellán Kelly había contado la conversión deBagwell, y allí mismo Kelly retó a los amigos de parranda deBagwell a volver de su vida perdida a Jesucristo. Varios de ellosconfesaron sus pecados y pusieron su fe en Jesucristo. ClarenceBagwell fue sepultado en Spartanburg.

Ahora Frank Logue estaba custodiado en la misma sec-ción de celdas donde los otros presos condenados habían esta-do, a poca distancia del edificio de ladrillo donde su tía y su tío

estado. Al entrar el carro por el portón principal de la prisión,Frank podía ver al frente el edificio pequeño hecho de ladrillodonde su tía y tío habían estado durante su última semana sobrela tierra, y adentro del cual habían muerto en la silla eléctrica.

Ese pequeño edificio de muerte había sido construído enel año 1912. Uno de los dos mecánicos que instaló la silla

en este edificio después fue ejecutado en la mismaporque se involucró en un asesinato y fue juzgado

y condenado a muerte.

Le pasó lo mismo que a Hamán, quien fue colgado en la mismahorca que él había construído para matar a Mardoqueo, el judío.Extraños son los caminos de la justicia, pero más extraños son loscaminos de los hombres. Todos los hombres tienen en sus cora-zones la capacidad latente de cometer todo y cualquier pecadohasta que lleguen a ser transformados en nuevas criaturas por elpoder redentor y transformador de nuestro Señor Jesucristo.

Esta vez Frank Logue fue custodiado no en la sección “LaVieja Cuba”, sino en la sección para los condenados a muerte.Allí su abogado podía visitarlo, y el capellán protestante venía avisitar a todos los condenados a muerte cada semana. Pero el

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El edificio de muerte en la Prisión de Columbia,

South Carolina