laura vicuña
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Nací en Santiago en 1891. Cuando mi Padre José
murió, mi Madre Mercedes tuvo que llevar a mi
hermana Julia y a mí a vivir a Argentina, en busca de
una mejor vida, pues éramos muy pobres.
Llegamos a una estancia en Junín de los Andes y allí mi Madre
comenzó a vivir sin casarse con el señor Manuel Mora, el cual nos
daba el hospedaje y nos pagaba el Colegio Maria Auxiliadora donde estudiaba junto con mi
hermana.
Mi mayor dolor fue al enterarme en clase de
Religión que mi Mamá vivía en pecado mortal, porque
vivía sin casarse con Manuel Mora. Por lo tanto, le ofrecí a
Jesús mi vida, aceptando con gusto la muerte, con tal de que mi Madre dejara a
ese hombre.
Manuel Mora, no solo se aprovechaba de nuestra
situación de pobreza, sino que muchas veces trató de
irrespetarme y como yo lo rechazaba, me golpeaba, sin
que mi Madre lo supiera.
Como ya tenía 10 años, mi mayor deseo era poder recibir a Jesús
en mi corazón, así que, comencé a prepararme para hacer mi
Primera Comunión.
Estando un día en el colegio hubo una gran inundación y tuve que
pasar largas horas de la noche entre las aguas, sacando las niñas del colegio y por eso me
enfermé de los riñones.
Caí en cama, con dolores muy fuertes y
continuos vómitos, pero todo lo ofrecía a Dios con tal de que mi
Madre dejara a ese hombre y volviera a
Dios.
Antes de morir, le dije a mi Madre:
“Mamá, la muerte está cerca, yo misma se la he pedido a Jesús. Le he ofrecido mi vida
por ti, para que regreses a Él”.
Luego le pedí que dejara a ese hombre: Y mi Madre me dijo:
¿Entonces yo soy la causa de tu enfermedad
y de tu muerte? Pobre de mí ¡Oh Laurita, qué amor tan grande has tenido hacia mí! Te lo
juro ahora mismo: ¡Desde hoy ya nunca volveré a vivir con ese hombre. Dios es testigo de mi promesa, estoy
arrepentida. Desde hoy cambiará mi vida".
Después de escucharla, mire el crucifijo y dije: ¡Gracias Jesús, gracias María, ahora muero contenta!
Cuando Laura firmaba sus tareas escribía: “La loquita de
Jesús”, frase que muchas veces usó para excusarse
cuando le preguntaban con quién hablaba, porque se le
veía de vez en cuando mover los labios, ó susurrar alguna
palabra, por lo cual le preguntaban qué era lo que
decía:- Nada – contestaba ella.
- ¿Y cómo estás hablando a solas?-
- Así hacen los locos. – respondía sonriéndose.
Don Crastellano, confesor de Laura, decía que ella tenía un amor muy grande por Jesús
en la Eucaristía. De manera que, cuando no podía ir al Sagrario, se le veía dirigir sus miradas
hacía la capilla cuando estaba en clase, o en el
taller, o el patio, e incluso desde la cama
durante la noche.
Laura era muy devota de Maria y en una ocasión dijo:
“Nada me hace más feliz que pensar que soy Hija de María”.
Durante el trabajo y la recreación le gustaba
decir jaculatorias y oracionescon todo su corazón.
Examen de conciencia
Dolor de los pecados
Confesar los pecados
Propósito de enmienda
Cumplir la penitencia
Recorre los cinco pasos que Laura hizo para
hacer una buena confesión y luego escribe en el círculo el
orden correcto.
C A S E D O R A C I O N P I R
O M A R I A L I K S U S E J E
N A G E O R M A R E X O I C L
F R R A S P R O M E S A S O I
E T A O P A S R R A H U G R G
S D R I O J I F I C U R C A I
I L I C D O L O R A O A A Z O
O O O B E D I E N T E U Z O N
N E U C A R I S T I A A R N U
I R A S N O I N U M O C I R A
Búscalas en la sopa De letras
Consiste en recordar los pecados de pensamiento, palabra u obra que haya cometido
Es un firme deseo de no volver a pecar
Es rezar o hacer lo que el Confesor me diga
Es una ofensa al amor de Dios, olvidándome que él me ama y por tanto, debo amarlo.
Es arrepentirse de haber ofendido a Dios
Es decirle al confesor todos mis pecados