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Las Guerras Médicas fueron una serie de conflictos entre
el Imperio Aqueménide de Persia y las ciudades-
estado del mundo helénico que comenzaron en 499 a. C. y se
extendieron hasta 449 a. C. La colisión entre el fragmentado
mundo político de la antigua Grecia y el enorme imperio persa
comenzó cuando Ciro II el Grande conquistó Jonia en 547 a.
C. y tuvo sus puntos álgidos en dos fallidas expediciones
persas contra Grecia, en 490 y 480-479 a. C., conocidas
como Primera y Segunda Guerra Médica. El enfrentamiento
entre griegos y persas, del que las guerras Médicas fueron sólo
una fase, duró en total más de dos siglos y culminó con la
conquista y disolución del imperio Aqueménide por Alejandro
Magno en el siglo siguiente.
Los propios griegos se refirieron a estas guerras como el
«Asunto Medo» (Μηδικά, Mĕdiká), pues aunque eran
perfectamente conscientes de que el imperio Aqueménide, su
enemigo, estaba gobernado por una dinastía persa,
conservaron para éste el nombre con que fue conocido
antes, Media, una región contigua a Persia sometida a su
imperio.
Tras el duro golpe dado a las polis jonias, Darío I se decidió a
castigar a aquellos que habían auxiliado a los rebeldes. Según
la leyenda, preguntó: «¿Quién es esa gente que se llama
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ateniense?», y al conocer la respuesta, exclamó: «¡Oh Ormuz,
dame ocasión de vengarme de los atenienses!». Después, cada
vez que se sentaba a la mesa, uno de sus servidores debía
decirle tres veces al oído «¡Señor, acordaos de los
atenienses!».1 Por eso encargó la dirección de la represalia a
su sobrino Artafernes y a un noble llamado Datis.
Mientras tanto, en Atenas algunos hombres ya veían los signos
del inminente peligro. El primero de ellos fue Temístocles,
elegido arconte en 493 a. C. Temístocles creía que la Hélade
no tendría salvación en caso de un ataque persa, si Atenas no
desarrollaba antes una poderosa marina.
De esta forma, fortificó el puerto de El Pireo, convirtiéndolo en
una poderosa base naval, mas pronto surgiría un rival político
que impediría el resto de sus reformas. Se trataba de Milcíades,
miembro de una gran familia ateniense huida de las costas
del Asia Menor. Se oponía a Temístocles porque consideraba
que los griegos debían defenderse primero por tierra,
esperanzado en la supremacía de las largas lanzas griegas
contra los arqueros persas. Los atenienses decidieron poner en
sus manos la situación, enfrentando así la invasión persa.
La flota persa se hizo a la mar en el verano de 490 a. C.,
dirigidos por Artafernes, conquistando las islas Cícladas y
posteriormente Eubea, como represalia a su intervención en la
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revuelta jonia. Posteriormente, el ejército persa, comandado por
Datis, desembarcó en la costa oriental del Ática, en la llanura
de Maratón, lugar recomendado por Hipias (anterior tirano de
Atenas, a favor de los persas desde su exilio) para ofrecer
batalla, por considerarla el mejor lugar para que actuara la
caballería persa.
Segunda guerra
Tras la muerte de Darío, su hijo Jerjes subió al poder,
ocupándose los primeros años de su reinado en reprimir
revueltas en Egipto y Babilonia, y preparándose a continuación
para atacar a los griegos. Antes había enviado a Grecia
embajadores a todas las ciudades para pedirles tierra y agua,
símbolos de sumisión. Muchas islas y ciudades aceptaron, pero
no Atenas y Esparta. Se cuenta que los espartanos, al igual que
sucedió en Atenas, ignorando la inmunidad diplomática,
respondieron a los embajadores: «Tendréis toda la tierra y el
agua que queráis», y los tomaron y arrojaron a un pozo. Era
una declaración de intenciones hostiles definitiva.
Sin embargo, en Esparta se empezaron a
dar augurios nefastos, causados por la ira de los dioses debido
a este acto de insolencia. Se llamó a los ciudadanos
espartanos para solicitar si alguno de ellos era capaz de
sacrificarse para satisfacer a los dioses y aplacar su ira. Dos
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ricos espartanos ofrecieron entregarse al rey persa, y se
encaminaron hacia Susa, donde los recibió Jerjes, quien quiso
obligarles a postrarse ante él. Sin embargo, los emisarios
espartanos se resistieron, y le respondieron: «Rey de los
medos, los lacedemonios nos han enviado para que puedas
vengar en nosotros la muerte dada a tus embajadores en
Esparta». Jerjes les respondió que no iba a hacerse reo del
mismo crimen, ni creía que con su muerte los liberaría de la
deshonra.
Las Termopilas
Artículo principal: Batalla de las Termopilas
Leónidas en las Termopilas, por Jacques-Louis David (1814).
El poderoso ejército de Jerjes, que se estima en alrededor de
500.000 hombres (sin embargo, se considera hoy en día que la
logística de la época sólo podría haber alcanzado para unos
250.000), mejor equipados que aquellos bajo el mando de
Darío, partió el 480 a. C.
Llevaban en la cabeza una especie de sombrero llamado tiara, de fieltro de
lana; alrededor del cuerpo, túnicas de mangas guarnecidas a manera de
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escamas; cubrían sus piernas con una especie de pantalón largo; en vez de
escudos de metal portaban escudos de mimbre; tienen lanzas cortas, arcos
grandes, flechas de caña de aljabas y puñales pendiendo de la cintura.
Tercera guerra medica
Durante esta época los atenienses y los espartanos fundan
la Liga Ático-Délica en memoria de la simaquia, que tendría
como principal objetivo el proteger a Atenas y las colonias
jonias del Asia Menor. Esta liga estaría totalmente comandada
por Atenas, llevando así las directrices en todos los aspectos
posibles, por lo que de esta manera se convierte en el mayor
pueblo de Grecia política, económica, social, cultural y
militarmente, sobrepasando a la propia Esparta.
En este momento Temístocles es mal visto por el pueblo
ateniense y es exiliado, de modo que huye a las fronteras
del Imperio aqueménida, y allí se pone bajo el mando del nuevo
soberano persa, Artajerjes I, que junto a sus influencias y el
acérrimo odio que ambos sentían por la cultura griega, se
decide avanzar hacia las costas griegas para someterla
definitivamente bajo el dominio persa.
Cimón, hijo de Milcíades, enterado de las intenciones de
Artajerjes I, avanza hasta la actual Turquía y derrota al ejército
persa en la batalla del ríoEurimedonte en el 467 a. C.
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Tras esta gran victoria, Cimón decide que se debe de nuevo
promulgar la amistad y paz con el pueblo espartano, pero los
atenienses no consideran esa opción de igual manera y los
destierran por orden de Efialtes, cuyo mandato no duró mucho
y fue sucedido por Pericles, que dominó Atenas hasta su
muerte en el 429 a. C. Pericles continua la guerra contra Persia,
en la que destacan dos decisiones que realizó, la primera la de
solicitar a Cimón su vuelta del destierro y la segunda, la firma
de un tratado de paz con Artajerjes I, el cual lo acepta,
llamado Paz de Cimón en el 448 a. C. que estipula ciertas
condiciones para ambos pueblos y que es presidido por éste,
razón por la que fue mandado de vuelta del exilio, aunque
realmente demostrado que fue presidido por Calias, ya que en
el año del tratado, Cimón ya había muerto, por lo que se piensa
fue realizado en su honor y recuerdo.
Las guerras médicas llegan a su fin mediante las condiciones
impuestas por los griegos a los persas, a saber:
Obligación a los persas de desistir definitivamente en su conquista y expansión a Grecia.
No volver a navegar por el mar Egeo
Se les permite comerciar con las colonias griegas de Asia Menor.
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La guerra del Peloponeso (431–404 a. C.) fue un conflicto
militar de la Antigua Grecia que enfrentó a la Liga de
Delos (conducida por Atenas) con la Liga del
Peloponeso (conducida por Esparta).
Tradicionalmente, los historiadores han dividido la guerra en
tres fases. Durante la primera, llamada la Guerra arquidámica,
Esparta lanzó repetidas invasiones sobre el Ática, mientras que
Atenas aprovechaba su supremacía naval para atacar las
costas del Peloponeso y trataba de sofocar cualquier signo de
malestar dentro de su Imperio. Este período de la guerra
concluyó en 421 a. C., con la firma de la Paz de Nicias. Sin
embargo, al poco tiempo el tratado fue socavado por nuevos
combates en el Peloponeso lo que llevó a la segunda fase. En
415 a. C., Atenas envió una inmensa fuerza expedicionaria para
atacar Siracusa, en Sicilia. La expedición ateniense, que se
prolongó del 415 al 413 a. C., terminó en desastre, con la
destrucción de gran parte del ejército y la reducción a
la esclavitud de miles de soldados atenienses y aliados.
Esto precipitó la fase final de la guerra, que suele ser llamada
la Guerra de Decelia. En esta etapa, Esparta, con la nueva
ayuda de Persia y lossátrapas (gobernadores regionales)
de Asia Menor, apoyó rebeliones en estados bajo el dominio de
Atenas en el Mar Egeo y en Jonia, con lo cual debilitó a la Liga
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de Delos y, eventualmente, privó a Atenas de su supremacía
marítima. La destrucción de la flota ateniense
en Egospótamos puso fin a la guerra y Atenas se rindió al año
siguiente.
La guerra del Peloponeso cambió el mapa de la Antigua Grecia.
A nivel internacional, Atenas, la principal ciudad antes de la
guerra, fue reducida prácticamente a un estado de
sometimiento, mientras Esparta se establecía como el mayor
poder de Grecia. El costo económico de la guerra se sintió en
toda Grecia; un estado de pobreza se extendió por el
Peloponeso, mientras que Atenas se encontró a sí misma
completamente devastada y jamás pudo recuperar su antigua
prosperidad.1 2 La guerra también acarreó cambios más sutiles
dentro de la sociedad griega; el conflicto entre lademocracia
ateniense y la oligarquía espartana, cada una de las cuales
apoyaba a facciones políticas amigas dentro de otros estados,
transformó a las guerras civiles en algo común en el mundo
griego.
Las guerras griegas, mientras tanto, que originariamente eran
una forma de conflicto limitado y formal, se convirtieron en
luchas sin cuartel entreciudades estado que incluían
atrocidades a gran escala. La guerra del Peloponeso, que
destrozó tabúes religiosos y culturales, devastó extensos
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territorios y destruyó a ciudades enteras, marcó el dramático
final del dorado siglo V a. C. de Grecia.3
Preludio[editar]
Recreación moderna de una fila de hoplitas.
En la Historia de la Guerra del Peloponeso, libro uno, sección
23, Tucídides aclara que Esparta entró en guerra con Atenas
«porque temía que los atenienses se hicieran más poderosos,
al ver que la mayor parte de Hellas se encontraba bajo el
control de Atenas».4 Ciertamente, los casi cincuenta años de
historia griega que precedieron al inicio de la guerra del
Peloponeso habían estado marcados por el desarrollo de
Atenas como uno de los poderes principales en el mundo
mediterráneo. Tras rechazar los griegos la invasión persa en el
año 480 a. C., Atenas lideró la coalición de polis (ciudades
estado) griegas que continuaron las Guerras Médicas conocida
como la Liga de Delos, atacando territorios persas en
el Egeo y Jonia. Lo que siguió fue un período al cual se ha
denominado Pentecontecia (nombre dado por Tucídides), en el
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cual Atenas fue conocida más ampliamente por la historiografía
griega con el de Imperio ateniense,5 impulsando una guerra
agresiva contra el Imperio aqueménida. Para mediados del
siglo, los medos habían sido expulsados del Egeo y obligados a
ceder el control de una amplia cantidad de territorios a los
atenienses. Al mismo tiempo, Atenas incrementó su poder.
Durante el curso del siglo, varios de sus ex aliados
indepedientes fueron reducidos al estatus de estados tributarios
de la Liga de Delos; estos tributos fueron empleados para el
mantenimiento de una poderosa flota y, luego de mitad de siglo,
para financiar grandes programas de trabajos públicos en
Atenas.6
Catalizadores de la guerra[editar]
Dos acontecimientos condujeron a la reanudación de la guerra
que rompía la Paz de los Treinta Años firmada
en 446/445 a. C.:
la guerra entre Corinto y Corcira
y la defección de Potidea, colonia de Atenas.
Dos hechos trascendentales fueron los detonantes de la
conflagración:
el decreto ateniense contra Megara, descrito más abajo.
y el mencionado crecimiento extraordinario del poder de Atenas.14
Guerra entre Corinto y Corcira[editar]
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En el 435 a. C., Corcira y Corinto rompieron hostilidades.
Corinto, con colonias en el Adriático, intervino en
la stasis (guerra civil) entre demócratas y oligarcas de su
colonia de Epidamno y envióclerucos (colonos) y
una guarnición. Los oligarcas pidieron ayuda a Corcira, antigua
colonia de Corinto, y aquella asedió por mar a la ciudad de
Epidamno con 40 barcos y la cercaron por tierra los exiliados de
esta ciudad y sus aliados ilirios. Los corintios enviaron
una expedición formada por naves y contingentes peloponesios
y jonios aliados de algunos miembros de la Liga del
Peloponeso, como los tebanos. Los corcireos fueron a Corinto y
solicitaron el arbitraje de la Liga del Peloponeso y del oráculo
de Delfos. Como los corintios se opusieron, se entabló
una batalla naval frente alpromontorio de Leucimna, en Corcira,
en la que vencieron los corcireos, que expugnaron Epidamno,
la cual firmó la capitulación.15
Dos años después de su victoria naval, en 433 a. C., Corcira
solicitó su inclusión en la Confederación de Delos, puesto que
los corintios estaban preparando una gran flota para consumar
su venganza.16
Según Plutarco, los atenienses, a sugerencia de Pericles, les
enviaron una flota de diez trirremes, una
mínima escuadra disuasoria, bajo el mando de Lacedemonio
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(hijo de Cimón de Atenas),17 y posteriormente otro contingente
de 20, con la orden expresa de no trabar combate con los
corintios si estos no atacaban a la ciudad de Corcira.
En la batalla de las islas Síbota,18 se enfrentaron las flotas
corcirea y corintia pero, antes de la inminente victoria de los
corintios, estos divisaron una escuadra de veinte naves
atenienses que se acercaban. Los corintios, que ignoraban cuál
era o podría ser la magnitud de la flota ateniense, se retiraron.
Corcira concluyó un epimachía (alianza defensiva) con Atenas
para no vulnerar las cláusulas de la Paz de los Treinta Años,
que conllevó la presencia ateniense en los puertos de Corcira,
impidiendo a Corinto frenar la expansión ateniense hacia
Occidente.19
Defección de Potidea[editar]
Artículo principal: Batalla de Potidea
Los intereses atenienses y corintios chocaron también en el
norte del mar Egeo. Potidea, ciudad de Calcídica, miembro de
la Confederación de Delos, mantenía relaciones con
su metrópoli, Corinto, que seguía enviando a los epidemiurgos.
Atenas ordenó a Potidea derribar la muralla del lado del mar,
que la separaba de la península de Palene, que entregasen
rehenes y que no aceptase la presencia de
los magistrados corintios.
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Potidea contaba con el apoyo de Esparta y del rey
macedonio Pérdicas II, por lo que se negó. Los espartanos les
habían prometido invadir el Ática en el caso de que los
atenienses atacasen Potidea. Ésta anunció su retirada de la
alianza ateniense en el 432 a .C., y acogió dentro de sus
murallas a un cuerpo expedicionario de corintios y
peloponesios, comandados por Aristeo de Corinto, lo que casi
supuso la ruptura del pacto del 446 a .C. por parte de los
corintios, ya que la expedición estaba formada por voluntarios.
Atenas envió sus fuerzas a Tracia a principios del 432 a .C
contra Pérdicas al estallar la rebelión de Potidea. Según
algunos historiadores que se basan en las listas de tributos del
432 a .C, es posible que Atenas, con vistas a la guerra con este
rey, aumentara de 6 a 15 talentos el tributo (phoros) de Potidea.
La rebelión de Potidea había sorprendido al cuerpo
expedicionario ateniense de 30 trirremes enviado contra
Pérdicas y que resultaban insuficientes para asediar Potidea.
Por ello, primero se apoderó de Terma, después sitió Pidna y
obligó a los macedonios a firmar la paz con Atenas.
Poco después Atenas ordenó el ataque a Potidea y envió
nuevas tropas mandadas por Calias y por Formión. No envió
más contingentes en previsión de que Esparta cumpliera la
promesa hecha a Potidea de invadir el Ática.20
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El Decreto de Megara[editar]
Artículo principal: Decreto de Megara
En 447 a. C., después de la derrota de los atenienses, batidos
por los beocios en Coronea, los megarenses se rebelaron. Con
la ayuda de los corintios, sicionios y epidaurios masacraron
la guarniciónateniense.21 Megara que se había unido a Atenas
al separarse de la Liga del Peloponeso, cambió su alianza. En
respuesta Atenas envió tropas para
reconquistar Pegas.22 La Ekklesía (Asamblea del pueblo
ateniense) promulgó un decreto que les excluía de todos
los puertos y fondeaderos del Imperio ateniense. Tales medidas
afectaron gravemente a la economía de Megara, que pidió a
Esparta y a la Liga del Peloponeso la guerra contra Atenas.
Esta fue una de las causas que precipitaron el inicio de la
guerra.23
La ruptura de la paz[editar]
En 440 a. C., la Paz de los Treinta Años fue puesta a prueba
cuando Samos, uno de los aliados más poderosos de Atenas,
se rebeló contra la alianza. Los rebeldes se aseguraron
rápidamente el apoyo de un sátrapa persa, y Atenas se
encontró ante la necesidad de encarar revueltas a lo largo de
su imperio. Los espartanos, cuya intervención hubiese
desatado una guerra para determinar el destino del imperio,
convocaron a sus aliados a un congreso para discutir la
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posibilidad de entrar en guerra con Atenas. No obstante, la
decisión del congreso fue no intervenir; los atenienses
aplastaron la revuelta y la paz se mantuvo.24
La segunda prueba para la paz, y la causa inmediata de la
guerra, llegó en la forma de varias acciones atenienses
específicas que afectaron a los aliados de Esparta,
principalmente a Corinto. Atenas había sido convencida de
intervenir en una disputa entre Corinto y Corcira respecto de la
guerra civil en Epidamnos y, en la Batalla de Síbota, un
pequeño contingente de trirremes atenienses jugaron un papel
sumamente importante al evitar que la flota corintia capturase
Corcira. Sin embargo, cabe notar que los atenienses habían
recibido instrucciones indicándoles que no interviniesen en la
batalla. La presencia de navíos de guerra de Atenas
posicionados cerca del lugar donde tenía lugar la batalla fue
suficiente para disuadir a los corintios de aprovechar su victoria,
salvando así a la mayor parte de la derrotada flota corcirea.
Después de eso, Atenas sitió Potidea, un aliado tributario de los
atenienses y ex colonia de Corinto.
Véase también: Asedio en la Antigua Grecia
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Polis griegas del Egeo septentrional en431 a. C.
Ultrajados, los corintios comenzaron a presionar a Esparta para
que tomara alguna medida en contra de Atenas. Mientras,
Corinto ayudaba de manera no oficial a Potidea infiltrando
grupos de soldados dentro de la ciudad sitiada para ayudar en
su defensa. Estos acontecimientos fueron una violación directa
al Tratado de los Treinta Años, que, entre otras cosas, había
estipulado que las Ligas de Delos y del Peloponeso respetarían
mutuamente sus autonomías y cuestiones internas.
Una nueva provocación surgió en la forma de un decreto
ateniense (establecido en 433/2 a. C.) que imponía estrictas
sanciones comerciales contra Megara (otra aliada de Esparta
tras la Primera Guerra del Peloponeso). Las sanciones,
conocidas en conjunto como el Decreto de Megara, fueron
ignoradas mayormente por Tucídides, pero los historiadores
económicos modernos han notado que prohibir a Megara
comerciar con el próspero Imperio ateniense habría sido
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desastroso para Megara y, por lo tanto, consideran al decreto
como una causa más de la guerra.25
En medio de estos eventos, los espartanos llamaron a una
reunión de la Liga del Peloponeso en Esparta en el
año 432 a. C. Esta reunión recibió a representantes de Atenas
al igual que a aquellos provenientes de las ciudades miembros
de la Liga, y se convirtió en el escenario del debate entre
atenienses y corintios. Tucídides informó que, hasta ese
momento, los corintios habían condenado la inacción de los
espartanos, advirtiéndolos de que, si seguían pasivos, pronto
se hallarían rodeados de enemigos y sin ningún aliado.26 Como
respuesta, Atenas recordó a Esparta su historial de victorias
militares contra Persia y la previno de los peligros de
enfrentarse a un Estado tan poderoso.27 Imperturbable, la
mayoría de la asamblea espartana votó que los atenienses
habían roto la paz, declarando, en esencia, la guerra.28
El historiador Simon Hornblower afirma que de la narración de
Tucídides se desprende que la causa profunda de la guerra se
gestó durante la Pentecontecia, los 50 años que mediaron entre
el final de la Segunda Guerra Médica y el estallido de la Guerra
del Peloponeso. Dice también que el relato tucidídeo de los
acontecimientos de la década 445-435 a. C. «son tratados no
como parte de esos cincuenta años, a los que pertenecen
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estrictamente hablando, sino como parte de la sucesión de
hechos que fueron la causa inmediata de la guerra».29 Añade
que Tucídides en el libro I.23.6, «desarrolla la primera teoría de
la causalidad histórica»,29 donde dice que:
La causa más verdadera, aunque la que menos se manifiesta en las
declaraciones, pienso que la constituye el hecho de que los atenienses, al
hacerse poderosos e inspirar miedo a los lacedemonios, los obligaron a
luchar. Pero las razones declaradas públicamente, por las cuales rompieron
el tratado de la Paz de los Treinta Años y entraron en guerra, fueron las
siguientes...
La guerra arquidámica[editar]
Los Muros Largos que rodeaban Atenas y la unían con El Pireo.
Artículo principal: Guerra arquidámica
Esparta y sus aliados, excepto Corinto, eran dominios con base
predominante en tierra, capaces de convocar a grandes
ejércitos terrestres que eran prácticamente invencibles (gracias
a las legendarias fuerzas espartanas). El Imperio ateniense,
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pese a tener base en la península del Ática, se extendía entre
las islas del mar Egeo; los atenienses obtenían su riqueza del
tributo que pagaban esas mismas islas. Atenas mantenía su
imperio por medio de su poderío naval. Por este motivo ambos
estados eran relativamente incapaces de plantar una batalla
decisiva.
La estrategia espartana durante la primera guerra, a la que se
denomina guerra arquidámica, por el rey Arquídamo II de
Esparta, era invadir el territorio que rodeaba a Atenas. Pese a
que esta invasión privó a Atenas del producto de las tierras
circundantes, los atenienses conservaron su acceso al mar y no
sufrieron mucho el asedio. Muchos de los pobladores del Ática
abandonaron sus granjas y se trasladaron dentro de los Muros
Largos que conectaban Atenas con su puerto de El Pireo. Los
espartanos también ocuparon Ática durante períodos
intermitentes de tres semanas; siguiendo la tradición
del sistema hoplítico, los soldados esperaban regresar a sus
casas para participar en la cosecha. Además, era necesario
mantener el control sobre los esclavos espartanos, conocidos
como ilotas, quienes no podían quedar sin supervisión por
períodos prolongados. La invasión espartana más extensa,
en430 a. C., duró apenas cuarenta días.
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Véase también: Invasiones espartanas del Ática durante la guerra
arquidámica
Inicialmente, la estrategia ateniense la fijaba el strategos, o
general, Pericles, quien aconsejaba a los atenienses evitar la
batalla en terreno abierto contra los numerosos y bien
entrenados hoplitas, y depender de su flota. La marina de
guerra ateniense, la de mayor predominio en toda Grecia,
asumió la ofensiva, consiguiendo una victoria en la batalla de
Naupacto. Sin embargo, en 430 a. C. unaplaga golpeó a
Atenas. La plaga arrasó la población de la ciudad y, a largo
plazo, fue una de las causas principales de su derrota final. La
plaga mató, antes de que se extinguiera en el año 427 a. C., a
más de 4000 hoplitas, 300 soldados de caballería y un número
indeterminado de ciudadanos de las clases bajas y de
marineros, quizás un tercio de la población de
Atenas,30 incluidos Pericles y sus hijos.31 En consecuencia, la
cantidad de soldados se vio reducida drásticamente, e incluso
los mercenarios extranjeros se negaban a ser contratados por
una ciudad asolada por la plaga. El temor era tal que la invasión
espartana a Ática fue abandonada, puesto que las tropas no
deseaban arriesgarse a contraer la enfermedad.
Tras la muerte de Pericles, los atenienses abandonaron en
cierto modo su estrategia conservadora y defensiva, adoptando
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una más agresiva y llevando la guerra a Esparta y a sus
aliados. Cleón, líder de la facción más militarista dentro de
la democracia ateniense, adquiría cada vez mayor importancia.
Dirigidos militarmente por un astuto nuevo
general, Demóstenes (quien no debe ser confundido con
el orador ateniense), los soldados atenienses lograron algunos
triunfos mientras continuaban con sus ataques navales sobre
el Peloponeso. Atenas extendió su actividad militar
a Beocia y Etolia, y comenzó a fortificar sus bases militares
alrededor del Peloponeso. Una de ellas se encontraba cerca
de Pilos en una pequeña isla llamada Esfacteria, que en el
curso de la primera guerra se posicionó a favor de Atenas. La
base, establecida en las afueras de Pilos, golpeó a Esparta en
su punto más débil: su dependencia de los ilotas. Esparta era
dependiente de una clase de esclavos, conocidos como ilotas,
para que se encargaran de las plantaciones mientras los
ciudadanos se entrenaban para convertirse en soldados. Los
ilotas hacían posible el sistema espartano, pero ahora la base
ateniense en Esfacteria estaba atrayendo a los ilotas fugitivos.
Además, el temor de una revuelta general de ilotas acicateados
por la presencia ateniense hizo que los espartanos entraran en
acción. Demóstenes, sin embargo, realizó una contramaniobra
y atrapó a un grupo de soldados espartanos en Esfacteria,
esperando que se rindieran, pero semanas más tarde, aún era
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incapaz de acabar con ellos. Después de jactarse de que él
podría poner fin a los asuntos en la Asamblea, el inexperto
Cleón logró una gran victoria en la batalla de Pilos y la
sucesiva batalla de Esfacteria en 425 a. C. Los atenienses
capturaron entre 300 y 400 hoplitas espartiatas; los prisioneros
fueron utilizados por Atenas como elementos de negociación.
Posteriormente a la batalla, Brásidas, uno de los generales
espartanos, reunió un ejército de aliados e ilotas y se dirigió
hacia una de las fuentes del poderío de Atenas:
la colonia de Anfípolis, que controlaba a un gran número
de minas de plata cercanas, que Atenas empleaba para
financiar la guerra. Cabe destacar que en esta época el
historiador Tucídides ostentaba el cargo de general ateniense y
que fue exiliado por su fracaso, al impedir que Brásidas
conquistase Anfípolis. Tucídides llegó demasiado tarde para
reforzar las tropas que defendían la ciudad, hecho que llevó a
que lo culparan de su caída. En batallas posteriores, tanto
Brásidas como Cleón fueron muertos (véase batalla de
Anfípolis). Esparta y Atenas acordaron cambiar a los
prisioneros por las ciudades capturadas por Brásidas, y
firmaron una tregua.
Paz de Nicias[editar]
Artículo principal: Paz de Nicias
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Tras la muerte de Cleón y Brásidas, fervientes guerreros de
ambas naciones, la Paz de Nicias duró alrededor de seis años.
No obstante, esta fue una época de escaramuzas constantes
en el interior y en las inmediaciones del Peloponeso. Mientras
los espartanos se contuvieron de entrar en acción, algunos de
sus aliados comenzaron a hablar de revolución. Estas ideas
eran apoyadas por Argos, un poderoso Estado del Peloponeso
que había permanecido independiente de Lacedemonia. Con la
ayuda de los atenienses, los argivos tuvieron éxito forjando una
coalición de estados democráticos en el Peloponeso que incluía
a estados importantes como Mantinea y Elis. Los primeros
intentos de Esparta por quebrar la coalición fracasaron, y
comenzó a cuestionarse el liderazgo del rey de Esparta,Agis II.
Envalentonados, los argivos y sus aliados, con el apoyo de un
pequeño ejército ateniense al mando de Alcibíades, se pusieron
en marcha para tomar la ciudad de Tegea, cercana a Esparta.
La batalla de Mantinea (418 a. C.) fue la mayor batalla librada
dentro del territorio griego durante la guerra del Peloponeso.
Los lacedemonios, junto con sus vecinos tegeatas, se
enfrentaron al ejército combinado de Argos, Atenas, Mantinea
y Arcadia. En la batalla, la coalición aliada logró varias victorias
iniciales, pero fracasó en capitalizarlas; esto permitió que las
fuerzas de élite espartanas derrotaran a la coalición. El
resultado fue una victoria total para Esparta, que rescató a su
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ciudad del borde de la derrota estratégica. La alianza
democrática se fracturó y muchos de sus miembros regresaron
a la Liga del Peloponeso. Mediante su victoria en Mantinea,
Esparta consiguió recuperarse de una mala situación y
restablecer su hegemonía a lo largo del Peloponeso.
La expedición a Sicilia[editar]
Artículo principal: Expedición a Sicilia
Itinerario de la flota ateniense a Sicilia.
En el decimoséptimo año de la guerra (415-414 a. C.), llegó la
noticia a Atenas de que uno de sus aliados más lejanos
en Sicilia, Segestahabía entrado en guerra con Selinunte, entre
otras cosas, por disputas fronterizas. Los selinuntios invocaron
la alianza común con Siracusa, ciudad que atacó a Segesta por
tierra y mar. Segesta, recordó a Atenas la alianza de esta última
con la ciudad de Leontino, existente desde la primera
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expedición ateniense a Sicilia en 427 a. C., bajo el mando
del estratego ateniense Laques. El pueblo de Siracusa era
étnicamentedorio (al igual que los espartanos), mientras que los
atenienses y sus aliados en Sicilia eran jonios. Atenas sintió la
obligación de ayudar a sus aliados, sobre todo por el temor,
manifestado y no infundado, de los habitantes de Segesta, de
que Siracusa podría aniquilar a todos los aliados que aún les
quedaban a los atenienses y segestanos en tierras sicilianas, y
de que los siracusanios pudieran prestar ayuda militar a las
demás polis dorias de la isla y, por tanto, menoscabar el
poderío de Atenas. Segesta prometió sufragar los gastos que
ocasionaría la guerra.32 Como primera medida,
la asamblea ateniense decretó, tras oír a los embajadores de
Segesta, enviar una delegación a la ciudad aliada para
averiguar de cuánto dinero disponía en realidad, e informarse
de la situación de la guerra contra Selinunte.33
Los atenienses no actuaron únicamente desde una visión
altruista: respaldados por Alcibíades, el líder de la expedición,
soñaban con la conquista de toda Sicilia. Siracusa, la ciudad
principal de Sicilia, no era mucho más pequeña que Atenas, y
conquistar Sicilia habría llevado a Atenas una inmensa cantidad
de recursos. Durante los últimos estadios de las preparaciones,
personas desconocidas mutilaron las hermai(estatuas
religiosas) de Atenas, y Alcibíades fue acusado de crímenes
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religiosos (Cf. Hermocópidas). Alcibíades exigió que lo
enjuiciaran de inmediato para poder defenderse antes de la
expedición. Los atenienses sin embargo le permitieron que
partiera en la expedición sin ser enjuiciado (muchos creyeron
que la razón fue prepararse mejor en su contra). Tras llegar a
Sicilia, Alcibíades fue llamado de regreso a Atenas para el
juicio. Temeroso de que lo condenaran injustamente, Alcibíades
se pasó al bando de Esparta y Nicias quedó al mando. Luego
de su traición, Alcibíades informó a los espartanos de que
Atenas planeaba utilizar Sicilia como trampolín para la
conquista de Italia, y emplear los recursos y soldados obtenidos
con esas nuevas futuras conquistas para dominar todo el
Peloponeso.
Las fuerzas atenienses consistían en más 100 trirremes y 5000
hombres entre infantería y tropas ligeras. La caballería se
limitaba a unos 30 caballos, lo cuales demostraron no estar a la
altura de la mayor y mejor entrenada caballería siracusana. Con
su llegada a Sicilia, varias ciudades se unieron en el acto a la
causa ateniense. Nicias pospuso el ataque en lugar de
efectuarlo de inmediato, y así la campaña terminó el año
415 a. C. con poco daño para Siracusa. El invierno se
aproximaba y los atenienses debieron retirarse a sus cuarteles,
pasando la dura estación reuniendo aliados y preparándose
para destruir Siracusa. El retraso permitió a los siracusanos
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solicitar la ayuda de Esparta, quien envió al general Gilipo a
Sicilia con refuerzos. Una vez en Italia, Gilipo montó
un ejércitoformado por varias ciudades sicilianas y acudió al
rescate de Siracusa. Después de tomar el mando de las tropas
siracusanas, y tras una serie de batallas, el espartano derrotó a
las fuerzas atenienses, evitando que invadieran la ciudad.
Nicias solicitó a Atenas refuerzos, siendo enviado Demóstenes
con una nueva flota para unir sus fuerzas con las de Nicias. Se
sucedieron más batallas y los siracusanos y sus aliados
volvieron a derrotar a los atenienses. Demóstenes abogaba por
una retirada a Atenas, pero al pricipio Nicias se negó. Tras
nuevos reveses, Nicias estuvo de acuerdo en la retirada hasta
que ésta fue demorada por un mal augurio (un eclipse lunar). El
retraso forzó a los atenienses a una batalla en el puerto de
Siracusa. Los atenienses fueron completamente derrotados y
Nicias y Demóstenes condujeron al resto de sus fuerzas tierra
adentro en busca de aliados. La caballería siracusana los atacó
sin piedad, matando o esclavizando a quienes quedaban de la
poderosa flota ateniense.
La segunda guerra: Guerra de Decelia[editar]
Artículo principal: Guerra de Decelia
Los lacedemonios no se limitaron simplemente a enviar ayuda a
Sicilia; también resolvieron llevar la guerra a territorio ateniense.
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Con el consejo de Alcibíades, fortificaron Decelia, cerca de
Atenas, y evitaron que los atenienses pudieran utilizar sus
tierras durante todo el año. La fortificación de Decelia impidió el
envío de suministros a Atenas por tierra, obligando a que fueran
transportados por mar con un coste mayor. Lo peor de todo
quizá fuera que el trabajo en las minas de plata cercanas fue
completamente interrumpido, ya que unos
20.000 esclavos atenienses fueron liberados por
loshoplitas espartanos en Decelia. Con los 1000 talentos del
tesoro y reservas de emergencia diluyéndose, los atenienses
tuvieron que demandar mayores tributos a sus aliados,
aumentando aún más la tensión y la amenaza de
otra rebelión dentro del Imperio.
Los corintios, los espartanos y otros miembros de la Liga del
Peloponeso enviaron más refuerzos a Siracusa, esperando
rechazar a los atenienses; pero en lugar de retirarse, estos
mandaron otras cien naves y 5000 hombres a Sicilia. Bajo las
órdenes de Gilipo, los siracusanos y sus aliados consiguieron
derrotar totalmente a los atenienses en tierra; además, Gilipo
alentó a los siracusanos a construir una armada, la cual logró
vencer a la flota ateniense cuando intentaban la retirada. El
ejército de Atenas, buscando escapar por tierra a otras
ciudades más amistosas de Sicilia, fue dividido y derrotado; los
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soldados del ejército ateniense fueron vendidos como esclavos
y toda la flota fue destruida.
Tras la victoria sobre los atenienses en Sicilia, todos creían que
el fin de su Imperio estaba próximo. Su tesoro casi se había
agotado, sus astilleros estaban vacíos y sus jóvenes muertos o
prisioneros en territorio extranjero. Sin embargo, la fuerza del
Imperio ateniense fue subestimada, aunque ciertamente el
comienzo del fin estaba cerca.
Atenas se recupera[editar]
Después de que la fuerza expedicionaria ateniense fuera
destruida, Lacedemonia fomentó la revuelta por parte de los
aliados tributarios de Atenas, y gran parte de Jonia se levantó
contra los atenienses. Los siracusanos pusieron su flota a
disposición de los peloponesios, y los persas decidieron apoyar
a los espartanos mediante dinero y barcos. Las revueltas y las
diversas facciones amenazaban a la mismísima Atenas.
Los atenienses lograron sobrevivir por varias razones: Corinto y
Siracusa tardaron en trasladar sus flotas al Egeo, y los demás
aliados de Esparta también se retrasaron aprovisionando sus
tropas y barcos. Los estados jonios que se rebelaron esperaban
recibir protección, por lo que muchos regresaron al bando
ateniense. Incluso los persas se demoraron en proveer los
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fondos y naves que habían prometido, frustrando los planes de
batalla.
En el momento en que comenzó la guerra, los atenienses
habían ahorrado un poco de dinero y tenían 100 navíos para
ser empleados como último recurso. Una vez que zarparon,
esas naves se convirtieron en el centro de la flota ateniense
durante el resto de la guerra. En Atenas tuvo lugar
una revolución oligárquica donde un grupo de 400 personas
tomaron el poder. La paz con Esparta habría sido posible, pero
la flota de Atenas, ahora con base en la isla de Samos, se negó
a aceptar los cambios políticos. En 411 a. C., esta misma flota
se enfrentó a los espartanos en la batalla de Sime. La flota
designó a Alcibíades como su líder y continuó la guerra en
nombre de Atenas. Su oposición llevó a que se restituyera el
gobierno democrático a los dos años.
Alcibíades, pese a ser repudiado por traidor, aún tenía peso
dentro de Atenas. Evitó que la flota ateniense atacase su
metrópoli, ayudando a restaurar la democracia por medios de
presión más sutiles. También convenció a la flota de Atenas de
atacar a los espartanos en la batalla de Cícico (410 a. C.).
Durante esta batalla, los atenienses aniquilaron a la flota
espartana y lograron restablecer la base financiera de su
Imperio.
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Entre 410 y 406 a. C., Atenas obtuvo varias victorias continuas
y recuperó una buena parte de su Imperio. En gran parte, todo
esto se debió a Alcibíades.
El triunfo de Lisandro y la rendición de Atenas [editar]
Las acciones clave de cada fase.
A continuación de una victoria menor de Esparta por parte del
hábil general Lisandro en la batalla naval de Notio en 406 a. C.,
Alcibíades no fue reelegido general de los atenienses y se
autoimpuso el exilio de la ciudad. Atenas resultó victoriosa en
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la batalla naval de Arginusas, donde la flota espartana
comandada por Calicrátidas perdió 70 navíos y 25 los
atenienses. Sin embargo, debido a las pésimas condiciones
climáticas, los atenienses no pudieron rescatar a las
tripulaciones varadas ni acabar con la flota espartana. Pese a la
victoria, estos fracasos fueron causa de indignación en Atenas
y desencadenaron un polémico juicio El proceso judicial acabó
con la ejecución de seis de los mejores comandantes navales
de Atenas. Ahora la supremacía marítima ateniense podía ser
desafiada debido a la pérdida de sus líderes más capaces y la
baja moral de los tripulantes.
A diferencia de algunos de sus predecesores, Lisandro, el
nuevo navarco (almirante) espartano, no era miembro de la
familia real de Esparta y era formidable en cuanto a estrategias
navales; era un hábil diplomático que incluso había cultivado
una buena relación personal con el príncipe persa Ciro el
Joven, hijo de Darío II. Aprovechando la oportunidad, la flota
espartana partió de inmediato hacia el Helesponto, la fuente de
suministro de cereales de Atenas. Bajo la amenaza de
la hambruna, la flota ateniense no tuvo otra opción que
enfrentarse a los espartanos. Por medio de una astuta
estrategia, Lisandro derrotó completamente a la flota ateniense
en 405 a. C., en la batalla de Egospótamos, destruyendo 168
navíos y capturando entre 300 y 400 marineros atenienses.
![Page 33: Las](https://reader030.vdocumento.com/reader030/viewer/2022020307/55a8af551a28abb76c8b46f3/html5/thumbnails/33.jpg)
Sólo 12 barcos atenienses escaparon, y varios de estos
navegaron hacia Chipre, llevando al strategos Conón, quien
deseaba evitar el juicio de la Asamblea.
Debido al hambre y las enfermedades causadas por un asedio
prolongado, Atenas se rindió en 404 a. C. y sus aliados hicieron
lo mismo al poco tiempo. Los demócratas de Samos, leales
hasta el final, continuaron resistiendo y se les permitió huir para
salvar sus vidas. Las condiciones de la rendición privaron a
Atenas de sus muros, su flota y todas sus posesiones de
ultramar. Corinto y Tebas exigieron la destrucción de Atenas y
la esclavitud para todos sus ciudadanos. Sin embargo, los
espartanos anunciaron su rechazo a destruir una ciudad que
había prestado servicio a Grecia en tiempos de gran necesidad;
Esparta incorporó a Atenas a su propio sistema político; ahora
tendría «los mismos amigos y enemigos» que Esparta.
Los victoriosos espartanos fueron clementes con Atenas, pese
a la oposición de Corinto y Tebas.
Consecuencias
Durante un corto periodo, Atenas fue gobernada por los "Treinta
Tiranos", suspendiéndose el régimen democrático. Este nuevo
gobierno reaccionario fue establecido por Esparta.
En 403 a. C., Trasíbulo derribó a los oligarcas y restauró la
democracia.
![Page 34: Las](https://reader030.vdocumento.com/reader030/viewer/2022020307/55a8af551a28abb76c8b46f3/html5/thumbnails/34.jpg)
Pese a que el poderío ateniense estaba fracturado, la guerra de
Corinto supuso una pequeña mejoría y Atenas siguió teniendo
un papel activo en la política griega. A su vez, Esparta fue
derrotada por Tebas en la batalla de Leuctra en 371 a. C., pero
la conquista de Grecia por parte de Filipo II de Macedonia puso
fin a todo unos años más tarde.
La guerra del Peloponeso continúa fascinando a las
generaciones posteriores debido al modo en que hundió al
mundo griego y porque la democracia ateniense cayó ante una
Esparta mucho más militarizada. Además, la visión que
da Tucídides sobre las motivaciones de los contendientes es
mucho más profunda con respecto a cualquier otra guerra de la
antigüedad.
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