las voces y las piedras: breves consideraciones sobre

4
Las voces y las piedras: breves consideraciones sobre cientos de personajes que busc Published on Centro Onelio (http://www.centronelio.cult.cu) Las voces y las piedras: breves consideraciones sobre cientos de personajes que buscan (y encuentran) un autor (I) La Antología de Spoon River, publicada en forma de libro en 1915 por la casa MacMillan de Nueva York, enseguida se convirtió en un suceso: tuvo diecinueve reimpresiones y ya en 1940 andaba cerca de las setenta ediciones; aparte de haber sido luego representada en el teatro y la ópera, y de alcanzar traducciones a unas quince lenguas. Por: Jesús David Cubelo Tomado de: Cubaliteraria 1 de marzo de 2021 A pesar de que Edgar Lee Masters fue un autor de cuantiosa producción, sostenida de modo casi ininterrumpido desde la década del ochenta del siglo xix hasta los años cuarenta del xx, su reputación descansa en un solo título, Antología de Spoon River, sin duda su mayor obra y una pieza singular de la poesía contemporánea, a la altura de La tierra baldía de T. S. Eliot o los Cantos de Ezra Pound. Precisamente este último, en enero de 1915 —apenas unos meses después de aparecer, en mayo del 14 en la revista Mirror de William Marion Reedy, los primeros poemas de la Antología..., bajo el seudónimo de Webster Ford— apuntó: « ¡Por fin! ¡Por fin América ha descubierto un poeta!»,[1] al percatarse del vigor y el alto grado de modernidad de aquellos textos puente, dentro de la tradición literaria norteamericana, entre Hojas de hierba de Walt Whitman y las búsquedas que él mismo venía realizando desde Personæ y que culminarían en los Cantos. La Antología de Spoon River, publicada en forma de libro en 1915 por la casa MacMillan de Nueva York, enseguida se convirtió en un suceso: tuvo diecinueve reimpresiones y ya en 1940 andaba cerca de las setenta ediciones; aparte de haber sido luego representada en el teatro y la ópera, y de alcanzar traducciones a unas quince lenguas. Su autor, en poco tiempo, se alzó a los primeros planos de la literatura del país, y fue reconocido entre las figuras cimeras del llamado Renacimiento de Chicago, junto a Vachel Lindsay y Carl Sandburg. Masters, además, está considerado el iniciador de la corriente bautizada como «la rebelión de la aldea», cuya resonancia se extendería a otros géneros (básicamente a la narrativa, en ciertas zonas de Theodore Dreiser, Sherwood Anderson, Thornton Wilder y William Faulkner), y a otras literaturas, deudoras del poderoso influjo ejercido por la norteamericana en el resto del mundo a lo largo del siglo xx. No obstante, la Antología de Spoon River también tuvo numerosos detractores, escandalizados por el empleo del verso libre (más revolucionario, en el caso de Masters, en cuanto a la contaminación con la prosa y el uso de la lengua coloquial, que los versículos de Whitman o de Sandburg), y por el tratamiento recurrente de temas «inmorales», sobre todo de carácter sexual. También animaba a muchos de sus opositores una profunda suspicacia ante el éxito de la colección, escudados en la peregrina idea de que este no podía conciliarse con la alta literatura. La oscilación de apologistas y censores ha llegado casi hasta hoy, aunque ya parece imponerse, dentro de la historiografía y la crítica literaria norteamericanas, el consenso de que Edgar Lee Masters fue un poeta de primera magnitud y es preciso reconocerle, incluso, una poderosa influencia entre los autores surgidos después de la Segunda Guerra Mundial y entre los cultivadores del «realismo sucio» y algunos exponentes del espíritu de lo posmoderno, cuyas deudas con Masters en el acercamiento a lo marginal y a las minorías étnicas y sociales, en el gusto por la sátira y la parodia, en el tono lúdico fácilmente asimilable por la cultura popular o cultura de masas, y en la contaminación intergenérica, son muy evidentes en una simple lectura. A manera de provocación para esa lectura deben atenderse estas páginas, donde quisiera esbozar algunos juicios sobre la profunda originalidad de la Antología..., y su relación de herencia y ruptura con la tradición literaria occidental desde los griegos hasta determinadas escuelas de vanguardia. Pero antes de abordar ese diálogo incesante y nutritivo cuyo principal beneficiario fue Masters, me gustaría señalar ciertos aspectos biográficos de suma importancia para el mejor conocimiento de su ideología y de su pensamiento poético. Edgar Lee Masters nació en Garnett, Kansas, en 1868, del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso. La Habana, Cuba. Desarrollador web: Juan Rey Hernández Cabrera . © Todos los derechos reservados. 2015. deneme Page 1 of 4

Upload: others

Post on 18-Nov-2021

5 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Las voces y las piedras: breves consideraciones sobre cientos de personajes que buscan (y encuentran) un autor (I)Published on Centro Onelio (http://www.centronelio.cult.cu)

Las voces y las piedras: breves consideraciones sobre cientosde personajes que buscan (y encuentran) un autor (I)

La Antología de Spoon River, publicada en forma de libro en 1915 por la casa MacMillan de NuevaYork, enseguida se convirtió en un suceso: tuvo diecinueve reimpresiones y ya en 1940 andabacerca de las setenta ediciones; aparte de haber sido luego representada en el teatro y la ópera, y dealcanzar traducciones a unas quince lenguas.Por: Jesús David CubeloTomado de: Cubaliteraria1 de marzo de 2021

A pesar de que Edgar Lee Masters fue un autor de cuantiosa producción, sostenida de modo casiininterrumpido desde la década del ochenta del siglo xix hasta los años cuarenta del xx, sureputación descansa en un solo título, Antología de Spoon River, sin duda su mayor obra y una piezasingular de la poesía contemporánea, a la altura de La tierra baldía de T. S. Eliot o los Cantos de EzraPound. Precisamente este último, en enero de 1915 —apenas unos meses después de aparecer, enmayo del 14 en la revista Mirror de William Marion Reedy, los primeros poemas de la Antología...,bajo el seudónimo de Webster Ford— apuntó: « ¡Por fin! ¡Por fin América ha descubierto unpoeta!»,[1] al percatarse del vigor y el alto grado de modernidad de aquellos textos puente, dentrode la tradición literaria norteamericana, entre Hojas de hierba de Walt Whitman y las búsquedas queél mismo venía realizando desde Personæ y que culminarían en los Cantos.

La Antología de Spoon River, publicada en forma de libro en 1915 por la casa MacMillan de NuevaYork, enseguida se convirtió en un suceso: tuvo diecinueve reimpresiones y ya en 1940 andabacerca de las setenta ediciones; aparte de haber sido luego representada en el teatro y la ópera, y dealcanzar traducciones a unas quince lenguas. Su autor, en poco tiempo, se alzó a los primerosplanos de la literatura del país, y fue reconocido entre las figuras cimeras del llamado Renacimientode Chicago, junto a Vachel Lindsay y Carl Sandburg. Masters, además, está considerado el iniciadorde la corriente bautizada como «la rebelión de la aldea», cuya resonancia se extendería a otrosgéneros (básicamente a la narrativa, en ciertas zonas de Theodore Dreiser, Sherwood Anderson,Thornton Wilder y William Faulkner), y a otras literaturas, deudoras del poderoso influjo ejercido porla norteamericana en el resto del mundo a lo largo del siglo xx.

No obstante, la Antología de Spoon River también tuvo numerosos detractores, escandalizados por elempleo del verso libre (más revolucionario, en el caso de Masters, en cuanto a la contaminación conla prosa y el uso de la lengua coloquial, que los versículos de Whitman o de Sandburg), y por eltratamiento recurrente de temas «inmorales», sobre todo de carácter sexual. También animaba amuchos de sus opositores una profunda suspicacia ante el éxito de la colección, escudados en laperegrina idea de que este no podía conciliarse con la alta literatura. La oscilación de apologistas ycensores ha llegado casi hasta hoy, aunque ya parece imponerse, dentro de la historiografía y lacrítica literaria norteamericanas, el consenso de que Edgar Lee Masters fue un poeta de primeramagnitud y es preciso reconocerle, incluso, una poderosa influencia entre los autores surgidosdespués de la Segunda Guerra Mundial y entre los cultivadores del «realismo sucio» y algunosexponentes del espíritu de lo posmoderno, cuyas deudas con Masters en el acercamiento a lomarginal y a las minorías étnicas y sociales, en el gusto por la sátira y la parodia, en el tono lúdicofácilmente asimilable por la cultura popular o cultura de masas, y en la contaminación intergenérica,son muy evidentes en una simple lectura.

A manera de provocación para esa lectura deben atenderse estas páginas, donde quisiera esbozaralgunos juicios sobre la profunda originalidad de la Antología..., y su relación de herencia y rupturacon la tradición literaria occidental desde los griegos hasta determinadas escuelas de vanguardia.Pero antes de abordar ese diálogo incesante y nutritivo cuyo principal beneficiario fue Masters, megustaría señalar ciertos aspectos biográficos de suma importancia para el mejor conocimiento de suideología y de su pensamiento poético. Edgar Lee Masters nació en Garnett, Kansas, en 1868, del

Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso. La Habana, Cuba.Desarrollador web: Juan Rey Hernández Cabrera. © Todos los derechos reservados. 2015.

deneme

Page 1 of 4

Las voces y las piedras: breves consideraciones sobre cientos de personajes que buscan (y encuentran) un autor (I)Published on Centro Onelio (http://www.centronelio.cult.cu)

matrimonio entre el abogado Hardin Wallace Masters y Emma Dexter. Su infancia y primera juventudtranscurrieron en varios pueblos de Illinois (Petersburg, Lewinstown), al sudeste de Chicago, en lazona de las Grandes Praderas. Desde pequeño fue un ávido lector, y luego cursó un año de estudiossuperiores en el Knox College; allí aprendió griego y alemán, y después, presionado por el padre,matriculó derecho y, a la edad de veinticuatro años, se trasladó a Chicago con el proyecto dehacerse periodista. Este camino, pronto lo descubrió, no era el ideal para acercarse a la literatura, yMasters cedió a las presiones económicas y se buscó un empleo como cobrador de la compañíaEdison. En aquel tiempo vivía en pensiones alquiladas y, debido a las particularidades de su trabajo,se codeaba con diversos ambientes y tipos sociales, muchas veces de abismal sordidez, de loscuales extraería innúmeros personajes de los que pueblan la Antología de Spoon River. En 1893,logró establecer un bufete con un socio y a partir de esa fecha se dedicó al ejercicio de la abogacíade forma profesional hasta 1923, en que movido un poco por sus triunfos como escritor y otro pocopor el hastío de su carrera jurídica y de su matrimonio, decide emprender una nueva vida, sedivorcia, renuncia a la toga y se traslada a Nueva York con la pretensión de vivir exclusivamente dela literatura.

La práctica de la jurisprudencia, en la cual alcanzó un relativo prestigio pese a sus ideas liberales yanarquizantes, la entendió casi siempre como un asunto de honor, en el que las gananciasfinancieras podían ser escasas o nulas, y asumió la defensa de huelguistas, inmigrantes, sindicatos,anarquistas y otros «casos» de difícil victoria en los tribunales; en ellos reafirmó sus creencias deque la ley era un instrumento inútil en la tarea de llevar a cabo reformas políticas y sociales. Llenode escepticismo y de una buena dosis de cinismo, intentó convertirse en juez y aprovechar eltiempo, entre sentencia y sentencia, para borronear poemas; pero esta tentativa igual fracasó, yMasters volvió a defender camareras en paro, mientras escribía en horario extralaboral la mayorparte de su producción de ese período. Esta dicotomía de abogado-poeta (en verdad, sería más justodecir poeta-abogado) marcó profundamente la vida y la obra del autor: aunque había publicado susprimeros trabajos en revistas y periódicos de Chicago y otras pequeñas ciudades de la zona, teníaterminadas siete obras de teatro compuestas con la esperanza de ganar dinero sin hacerdemasiadas concesiones,[2] y había logrado sacar a la luz varios libros (poemas, artículos, ensayos,teatro), a los cuarenta y seis años Masters seguía siendo un literato de provincia cuya escasanotoriedad se debía, en lo fundamental, a textos de carácter político. A esa edad comenzó la Antología de Spoon River, nacida, al parecer, bajo dos impulsos distintos: el primero, la lectura,sugerida por su amigo William Marion Reedy, de la Antología palatina, una colección de epigramas,dedicatorias, epitafios y otros textos griegos datados en el período comprendido desde el siglo IVa.n.e. hasta la edad bizantina; y el segundo, una serie de conversaciones con su madre, las cuales lehicieron revivir momentos de su infancia y adolescencia en el Medio Oeste, y revisar sucesos ybiografías de viejos conocidos, luego evocadas en los poemas. El mismo Masters cuenta, en AcrossSpoon River. An Autobiography,[3] que luego de despedir a su madre en la estación de trenes de laCalle 53, regresó a su casa y redactó de un tirón el poema «La colina», una especie de proemio dellibro, y varios retratos más de los contenidos en la Antología de Spoon River.[4] A partir de ahí, inicióun trabajo enfebrecido, ocupante de todo su tiempo libre, ya fuera en el bufete, en la casa, o entrenes, restaurantes, pausas durante los juicios o improductivas conversaciones telefónicas conclientes inoportunos. Su desempeño como abogado le resultó muy útil para reflejar en su obramaestra ambientes, situaciones, y tipos sicológicos y morales que había palpado de primera manoen aquel medio hostil y angustioso.

Otro gran conflicto vital de Masters fue el matrimonio. Se había casado en junio de 1898 con HelenJenkins, una joven presbiteriana, casi victoriana, procedente de una familia más o menos acomodaday escéptica ante aquel lazo de su hija con un librepensador poco inclinado a la religiosidad, fumador,bebedor de ocasión y partidario del amor libre. En breve, las contradicciones de la pareja dieron altraste con el amor inicial y Masters pasó muchos años acariciando la ilusión del divorcio, mientras enverdad continuaba sobrellevando convenciones sociales y económicas, había tenido tres hijos y cadadía disponía, absorto por las exigencias familiares y monetarias, de menos tiempo para la literatura.Una unión conyugal de ese cariz condujo a Masters a buscar alivio en otras mujeres; entre 1909 y1911 sostuvo una relación con Tennessee Mitchell e intentó divorciarse, mas Helen Jenkins no loconsintió. Finalmente, en 1926, tres años después de separarse de su primera esposa e irse a residiren el Hotel Chelsea, en Nueva York, Edgar Lee Masters se casó con Ellen Coyne, treinta años másjoven que él, y con ella vivió hasta su muerte, ocurrida en una residencia para enfermos en Melrose,Pennsylvania, última de una cadena de instituciones similares donde pasó los dos años finales de suCentro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso. La Habana, Cuba.Desarrollador web: Juan Rey Hernández Cabrera. © Todos los derechos reservados. 2015.

deneme

Page 2 of 4

Las voces y las piedras: breves consideraciones sobre cientos de personajes que buscan (y encuentran) un autor (I)Published on Centro Onelio (http://www.centronelio.cult.cu)

vida, desde que su estado de malnutrición y su pésima salud le obligaron a abandonar el HotelChelsea. De estos avatares sentimentales también se nutre en abundancia la Antología de SpoonRiver, como veremos más adelante cuando nos detengamos en la presencia de los temas del amor ydel sexo en el poemario.

Antes de adentrarme en detalle en el análisis del mismo, quisiera referirme a la otra paradojaenorme para Edgar Lee Masters: el éxito de la Antología de Spoon River. Aunque después de ellaescribió y publicó numerosos volúmenes, entre los cuales descuellan los poemarios The New SpoonRiver (una especie de remake, ampliado, del texto anterior) y Lichee Nuts, la novela en verso Domesday Book (el propio Masters la consideraba su mejor creación; en ella esboza una alegoría dela decadencia y corrupción de los Estados Unidos) y las biografías de Abraham Lincoln, Mark Twain,Walt Whitman y Vachel Lindsay, ninguno alcanzó la resonancia que su autor esperaba en el públiconi en la crítica. De hecho, los críticos, al comentar los nuevos títulos, de modo invariable aludían a sujerarquía menor con respecto a la obra maestra, procedimiento a través del cual fueron convirtiendoa Masters en el autor de un solo gran libro. Yo lo considero suficiente, pero tal vez el poeta no.Incluso, uno de sus más acuciosos detractores, Michael Yatron, implacable en la crucifixión decualquier intento de literatura socializadora, lo pinta en su American’s Literary Revolt como unhombre enfermo, sin dinero, medio hambriento y colmado de resentimiento contra los EstadosUnidos por su ingratitud con los poetas.[5] A lo mejor así era, pero nada ni nadie podía quitarle elprivilegio de haber diseccionado hasta las heces, a partir del pretexto de un oscuro cementerio deprovincia, los prototipos, costumbres e inescrupulosidades de un país que amaba como patriota,pero de cuyo sistema de gobierno dudaba como ciudadano y como intelectual.[6]

Lo primero que llama la atención en esta obra de Masters es su curioso título: Antología de SpoonRiver. En verdad, no se trata de una antología en el sentido estricto del término, porque no es unamuestra de versos escritos por autores conocidos o no, sino una recopilación de voces de muertos,que nos dicen, a través del papel de médium desempeñado por el poeta, los supuestos epitafiosgrabados en sus lápidas. Y digo supuestos pues, en el fondo, los poemas vienen a ser autorretratos,síntesis autobiográficas, descargos, testimonios, de los seres enterrados en el cementerio delimaginario pueblo rural erigido en algún punto del Medio Oeste, cerca del río Spoon, afluente delIllinois. Según apunta Jesús López Pacheco en su introducción a la versión española publicada porCátedra:

El libro viene a ser una colección de revisiones de «casos» ante un Tribunal Supremo de laVida, pero de «esta» vida. Las voces de los muertos son pensamientos y recuerdosmaterializados en murmullos, suspiros, lamentos, protestas o gritos. Son voces rebeldes amenudo, y lo primero contra lo que suelen rebelarse es contra el epitafio «oficial» que leshan puesto: reinterpretan sus frases o los motivos escultóricos de su tumba, unas veces conamargura, otras con ironía o sarcasmo…[7]

En esta peculiar antología encontramos un amplio espectro social que incluye la mayoría de lasprofesiones y oficios, salvo los de barbero, molinero, zapatero, sastre y mecánico de automóviles;muy diversos estratos sociales, desde próceres políticos y religiosos de la comunidad hastaprostitutas, ladrones, asesinos, borrachos, locos y estafadores; así como múltiples componentesraciales (indígenas, chinos, negros, irlandeses, rusos, galeses, alemanes) para conformar unmacrocosmos símbolo de la nación y también del mundo, sobre la base del microcosmos ubicado enla colina del inexistente pueblecito norteamericano. Y todo eso contado en doscientos cuarenta yseis poemas, de los cuales doscientos cuarenta y tres narran historias personales (el primero «Lacolina» es una suerte de prólogo que descansa en la vieja pregunta poética del ubi sunt, elpenúltimo, «La Spooníada», una intentona de poema épico compuesto por uno de los fallecidos; y elúltimo, «Epílogo», una curiosa variación teatral de Masters sobre el Paraíso perdido de John Milton yun cierre cargado de resonancias metafísicas y ontológicas), aglutinadas en esta curiosa novela queconduce, al unísono, diecinueve subtramas de amor, muerte, pasión, crimen, locura, adulterio, celos,envidias, fracasos, triunfos, conversiones y cuanto pueda haber de humano o de divino en eluniverso.

Notas.Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso. La Habana, Cuba.Desarrollador web: Juan Rey Hernández Cabrera. © Todos los derechos reservados. 2015.

deneme

Page 3 of 4

Las voces y las piedras: breves consideraciones sobre cientos de personajes que buscan (y encuentran) un autor (I)Published on Centro Onelio (http://www.centronelio.cult.cu)

[1] Ezra Pound: «Webster Ford» en The Egoist, vol. II, núm. 1, enero de 1915, pp. 11-12.

[2] Estas obras no fueron estrenadas, aunque varias recibieron elogios de la crítica. The Trifler fue laúnica que, por un momento, pareció poder subir a escena, pero a última hora la actriz protagonistarechazó el papel porque su tema, el adulterio, le resultaba desagradable y amenazaba el éxito de lapuesta y su propia moralidad.

[3] Across Spoon River. An Autobiography, Farrar & Rinehart, Nueva York, 1936, p. 286.

[4] Esta anécdota me hace recordar al joven Dante escribiendo de golpe el primer poema de Vidanueva y, presa de una suerte de trance, muchos de los restantes del volumen.

[5] Ver Michael Yatron: American’s Literary Revolt, Books for Libraries Press, Freeport, Nueva York,1959. Aquí me gustaría apuntar que Masters había recibido, en la década del 40, algunos premiosliterarios importantes, quizá como reconocimiento a la labor de toda una existencia feraz, quizá parahacer más llevadera la dura situación económica de su vejez.

[6] Con la intención de abundar en el pensamiento ideopolítico de Masters, recomiendo leer la«Introducción» de Jesús López Pacheco a Antología de Spoon River (edición de Jesús López Pacheco,traducción de Jesús López Pacheco y Fabio L. Lázaro, Ediciones Cátedra, Madrid, 2004), en especialel acápite IV. Esta obra me parece el acercamiento más integral en lengua española al texto delnorteamericano, gracias a la abundancia de notas y referencias bibliográficas con que cuenta.

[7] Op. cit. P. 14.

Source URL (modified on 1 Mar 2021 - 8:57am): http://www.centronelio.cult.cu/noticia/las-voces-y-las-piedras-breves-consideraciones-sobre-cientos-de-personajes-que-buscan-y

Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso. La Habana, Cuba.Desarrollador web: Juan Rey Hernández Cabrera. © Todos los derechos reservados. 2015.

deneme

Page 4 of 4