las reglas como un proceso de aprendizajeaustrianconference.org/ponencias/2008/castro...

54
ENSAYO LAS REGLAS COMO UN PROCESO DE APRENDIZAJE Autor: Walter Castro

Upload: others

Post on 21-Mar-2020

6 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: LAS REGLAS COMO UN PROCESO DE APRENDIZAJEaustrianconference.org/ponencias/2008/Castro Ponencias.pdf · realistas, que afectan las posibilidades del entendimiento y a la postre de

ENSAYO

LAS REGLAS COMO UN PROCESO DE APRENDIZAJE

Autor: Walter Castro

Page 2: LAS REGLAS COMO UN PROCESO DE APRENDIZAJEaustrianconference.org/ponencias/2008/Castro Ponencias.pdf · realistas, que afectan las posibilidades del entendimiento y a la postre de

ÍNDICE CAPÍTULO I: RAZONES PARA PENSAR EN LOS SENTIMIENTOS - La resolución de problemas bajo el enfoque de la racionalidad limitada.

- Dos explicaciones opuestas e igualmente insuficientes.

- El hombre es un ser de habitualizaciones.

- La vida entendida como el mismísimo acto de poder imaginárnosla.

- Una primaria conclusión provisional.

- La vida en sociedad como un proceso de aprendizaje.

CAPÍTULO II: LA NATURALEZA DE LAS REGLAS SEGÚN FUERE LA NATURALEZA HUMANA - La escuela escocesa.

- La nueva respuesta de los economistas.

- Hobbes y el origen del constructivismo.

CAPÍTULO III: LOS LEGISLADORES COMO PARTE DEL PROCESO DE APRENDIZAJE - De optimistas y pesimistas.

- Sobre las visiones de Hayek y Buchanan con relación al orden, a sus

normatividades y potenciales aprendizajes.

2

Page 3: LAS REGLAS COMO UN PROCESO DE APRENDIZAJEaustrianconference.org/ponencias/2008/Castro Ponencias.pdf · realistas, que afectan las posibilidades del entendimiento y a la postre de

Capítulo I

RAZONES PARA PENSAR EN LOS SENTIMIENTOS La resolución de problemas bajo el enfoque de la racionalidad limitada

Contemplando la lógica del aprendizaje en aquel sentido amplio que describiera

Karl Popper, surge un planteo tan abarcativo de las reacciones biológicas de las

amebas en cuanto a su adaptación como de los comportamientos más

cuidadosamente premeditados del hombre para urdir la modificación de su

entorno e indirectamente conseguir sus fines más remotos.

Resulta impactante la formulación de un factor común extraído a buen grado de

abstracción para alumbrar estos dos fenómenos de características aparentemente

tan dispares, observándolos como partes de un mismo proceso y encarados en

procura de obtener una solución superadora de los desafíos, permanentemente

representados bajo el formato de problemas, que impone a todo ser vivo un medio

continuamente mutante.

La vida así planteada no es más que el buen arte para resolver y superar

dificultades, lo cual constituye a mi modo de ver una definición magistral a la hora

de mostrar con incontrastable simpleza la potencia descriptiva de este enfoque.

Pero nos interesaremos en adelante sólo sobre cuestiones inherentes al género

humano. En tal sentido ha de preocuparnos obviamente la razón como elemento

diferencial y, en particular, la relevancia y forma de sus aportes en el proceso

civilizatorio.

Sobre tan primigenia inquietud habrán existido en el extenso mar de las

interpretaciones filosóficas innumerables posturas posibles. Hemos de detenernos

aquí en aquella devenida de la intención última de redondear o, mejor, morigerar

la preponderancia de la razón, al menos en cuanto a su verdadero peso en los

procesos institucionales referidos a la instalación de normas que regulan el

funcionamiento social.

Bajo este enfoque de "racionalidad limitada" alcanzan reconocimiento

emblemático las posturas de Herbert Simon y Friedrich Hayek. Ambos tienen

3

Page 4: LAS REGLAS COMO UN PROCESO DE APRENDIZAJEaustrianconference.org/ponencias/2008/Castro Ponencias.pdf · realistas, que afectan las posibilidades del entendimiento y a la postre de

miradas muy convergentes sobre el asunto; tal vez puedan marcarse algunos

pocos matices personales distintivos entre estos dos autores, fruto del abordaje

de diferentes casuísticas de estudio o del énfasis explicativo puesto a la hora de

intentar resolver sus singulares preocupaciones intelectuales.

Coincidentes en la imposibilidad de atribuir exclusivamente a la razón el carácter

fundante de todo orden, Simon se inclina más por reforzar la idea de la

incapacidad en la captación y procesamiento de infinita información, mientras que

Hayek sin minimizar un ápice este concepto, lo prolonga a la falibilidad absoluta

en el intento de construir, desde una mente centralizada, única y ordenadora, el

diseño planificado de alguna sociedad.

Siguiendo los pasos de Adam Ferguson, Hayek considera que el orden social, por

cierto espontáneo, es fruto de la acción humana pero no de su deliberado

designio, retirándolo categóricamente del taxis, vocablo griego que refiere al

universo de cosas artificial y conscientemente producidas por el hombre.

En una síntesis un tanto apresurada, asomará en primer plano la indudable

advertencia de ambos pensadores acerca de la existencia de algunos límites

realistas, que afectan las posibilidades del entendimiento y a la postre de toda

planificación.

Es que, de fondo, el problema está arraigado en la propia carencia humana a la

hora de sobrevenirnos el requerimiento de crecientes acumulaciones de datos y

conocimientos para mejorar nuestra toma de decisiones, porque tal como decía

genialmente José Ortega y Gasset, el hombre es un ser de realizaciones pero,

además, necesita contar con certezas básicas para su desenvolvimiento.

Aún cuando este aserto fuera hecho a la medida de un hombre tan occidental

como moderno, que ha venido reemplazando la contemplación por el hacer, y

más aún cuando aquellas certezas filosóficas de otros tiempos hubiesen sido

reemplazadas por pequeñas certezas de bolsillo, igualmente vale la pena llamar

la atención sobre este punto.

Vaya problema entonces el que sobreviene montado sobre la citada escasez

biológica. Vaya dificultad planteada a lo Popper, quizás como el principal

obstáculo a ser removido en aras de dotar de mayores entendederas y luego de

mayor porte al obrar del hombre en un mundo más complejo.

Puesto el problema en otros términos, podrá inquirirse entonces acerca de cómo

el individuo habrá de valerse de más conocimiento del que puede asimilar; cómo

4

Page 5: LAS REGLAS COMO UN PROCESO DE APRENDIZAJEaustrianconference.org/ponencias/2008/Castro Ponencias.pdf · realistas, que afectan las posibilidades del entendimiento y a la postre de

podrá disfrutar de las bondades de un orden del que él mismo no sería capaz de

organizar, ni acaso de influir, apenas más allá de sus propias circunstancias y

limitaciones, y también cabrá preguntarse sobre cómo, en este nuevo contexto,

habrá de ingeniárselas con el objetivo de hacerse de las certezas mínimas que le

infundan confianza para poder acometer sus realizaciones individuales, e incluso

para aquellas otras que pudiera emprender de la mano de los demás.

El planteo formulado en abstracto no luce sencillo. Sin embargo nos sorprende de

hecho, paradójicamente, la simplicidad de su resolución, pues a cada momento el

hombre parece navegar exitosamente en los rápidos de tales inquietudes.

La temprana advertencia de la pretensión de dichas aspiraciones, nos pondrá en

autos de la necesidad de añadir a la razón la asistencia de componentes

emocionales facilitadores en la resolución de tales desafíos. Pero ¡atención!, pues

el tener que echar mano a recursos emocionales, el darles cabida como factor

gravitante en medio de los procesos de aprendizaje, ha de traernos seguras

consecuencias. De suerte que tal detección debiera predisponernos a escudriñar

un poco más profundamente sobre sus incidencias, ya que el hombre es el

resultado de sus ideas pero a la vez de sus sentimientos. Más aún, su sentir ha

de ser el activador de sus actos pero además el reactivo natural que -en

combinación con hechos y circunstancias- colorea sus estados de ánimo. La

relevancia de estos aspectos es suficiente como para poder descomprimir la

tensión antes planteada, pero acaso también suficiente para imaginar la

presurización de otras tantas cuestiones políticas y culturales sobre las que

transita y se concentra todo el sentir de la gente.

Lo que intento sugerir a la carrera es que la escasez inherente a nuestra especie,

en cuanto a lo limitado de nuestra razón y de nuestros sentimientos, aunque

naturalmente también de nuestras destrezas físicas, nos conmina ni más ni

menos que al venturoso y estresante ejercicio de intentar absorber con éxito las

disponibilidades resultantes que desbordan ante nuestros ojos bajo la forma

saturada de conocimientos, de tecnologías, de productos destinados a satisfacer

nuestros consumos, de meras relaciones humanas en potencia, etc., etc., etc.

Dos explicaciones opuestas e igualmente insuficientes

5

Page 6: LAS REGLAS COMO UN PROCESO DE APRENDIZAJEaustrianconference.org/ponencias/2008/Castro Ponencias.pdf · realistas, que afectan las posibilidades del entendimiento y a la postre de

En la convicción firme de aportarle definitiva respuesta, los economistas no

tardarán en salir al cruce de los interrogantes que emergen fundados en los

propios límites de la condición humana. Así, arremeten categóricos afirmando que

el intercambio y por detrás de sí la especialización que este desata, son acaso el

fenómeno de cooperación mas simplificador y concreto, desbordante e

inconsciente a la vez, de traspaso de conocimientos entre los miembros de una

sociedad.

Por lo tanto cada cual podrá disponer de bienes y utilizarlos sin necesidad de otro

saber más hondo que el de encenderlos y echarlos a andar. Es que el

conocimiento de sus hacedores, aquel que les dio origen, queda guardado dentro

de ellos más allá de nuestro práctico requerimiento al valernos exclusivamente de

su utilidad.

Además, los mercados juegan un importante rol en este proceso de síntesis de

información que facilita la toma de decisiones, al transformar la escasez de los

bienes en precios resultantes de una doble expresión de oferta y demanda,

cuando nos anotician increíblemente de sus excedentes o faltantes a escala

mundial permitiéndonos con dicha información una más apropiada asignación de

recursos.

Este ejercicio de racionales maximizaciones pareciera ser el ensayo teórico

aprobado por los economistas para explicar la marcha del orden hacia su

eficiencia y armonía, aún con independencia de la regla bajo la cual se

desenvuelve y a la que se ha considerado apenas como otra de sus restricciones.

Por su parte, los sociólogos tampoco rehuyen el convite y, a tenor de lo esgrimido,

sus simplificaciones no han de quedar en zaga. Para ellos las normas de

convivencia respetadas por las personas van cargadas de aquilatados saberes

que permiten el mejor funcionamiento de las cosas, aún cuando la gente las

asuma sin cuestionarse ni su cometido último ni su procedencia y las acepte con

naturalidad.

Estas normas se insertan en la sociedad como si hubieran podido figuradamente

compactarse en un pendrive y adjuntarse desde fuera al espacio inconsciente del

cerebro de cada agente, añadiéndole un refuerzo informante de mandatos

sociales vigentes que operarán de modo interactivo en sus procesos de toma de

decisiones. Empero, apoltronados sobre las reglas, los sociólogos comenzarán a

preocuparse al verificar que los societarios interesados por cumplimentar sus

6

Page 7: LAS REGLAS COMO UN PROCESO DE APRENDIZAJEaustrianconference.org/ponencias/2008/Castro Ponencias.pdf · realistas, que afectan las posibilidades del entendimiento y a la postre de

personales fines, y acaso sus peores mezquindades, actúan racionalmente

apartándose de esos mandatos normativos.

La oposición de ambos enfoques es indisimulable. Obviamente no puede

imputarse a la razón ser la causa del perfeccionamiento del orden y, a la vez, de

su depravación. El planteo hace emerger sin dilación la necesidad de trazar la

diagonal demandada por Hayek para encausar la realidad de un individuo en

sociedad, interesado naturalmente en perseguir sus fines al tiempo que fuera

capaz de respetar, en alzada de los mismos, la supremacía de reglas sociales

incluso limitantes del cumplimiento de los primeros.

Bien interesante ha de ser hundirnos en la investigación de un asunto tan

profundo como la propia esencia del comportamiento humano lo es. Por lo visto,

el carácter racional del hombre resulta insuficiente para consolidar la primera de

las hipótesis pero alcanza y sobra para derrumbar las pretensiones de la

segunda.

Nos veremos obligados entonces a poner otras variables explicativas en juego y a

intentar sobre ellas nuevas conjugaciones. En principio creo que sería pertinente

intentar desagregar la cuestión y analizar el caso de un individuo y su propia

capacidad personal de habitualizar la aceptación de reglas. Por tanto,

reduciremos primariamente el problema planteado a su versión más elemental, a

su dimensión más atómica, la que nos remite a un hombre aislado de todo

relacionamiento con sus congéneres, para abocarnos recién en segundo término

a explorar el análisis de la gestación y aceptación generalizada de reglas en una

sociedad.

El hombre es un ser de habitualizaciones La tesis de Herbert Simon nos dice que el hombre, para poder actuar desde su

racionalidad limitada sobre más y más asuntos diariamente multiplicados, desde

la necesidad de avanzar en la resolución de mayores cantidades de problemas

cada vez más complejos, debe encontrar una clave en la forma de simplificar a su

interior el proceso de toma de decisiones.

La interesante sugerencia pasa por dar luz al intrigante fenómeno de las

habitualizaciones, que incluyen la construcción de nuestras propias rutinas como

7

Page 8: LAS REGLAS COMO UN PROCESO DE APRENDIZAJEaustrianconference.org/ponencias/2008/Castro Ponencias.pdf · realistas, que afectan las posibilidades del entendimiento y a la postre de

mecanismos de automatización para abaratar los costos de nuestras acciones,

haciéndolas inconscientes, evitándonos la carga de tener que estar pensando en

ellas, y asegurándonos la mejor utilización posterior de nuestras energías para

resolver las cuestiones que, al aumentar su abundancia y complejidad, requieren

en forma creciente de mayores grados de nuestra limitada atención disponible.

La resolución repetida de aquellos desafíos, cuando se tornen recurrentes, dará

entonces cabida a otra nueva pre-programación, asimilable en la medida en que

los cursos de acción adoptados se revelen exitosos. Así las personas pasarán a

contar con un enriquecido repertorio de conductas preprogramadas (hábitos)

aptas para dar respuesta simplificada a todas aquellas situaciones que se

presentan reiteradamente.

Como decía Popper, el secreto es poder resolver cada vez más problemas o al

menos los mismos problemas pero de manera más eficiente. No me animaría a

afirmar que esto tenga que ver en alguna medida con el sentido último de la vida

de cada persona, pero sí de seguro ha de tener relación con la praxis para poder

llevarlo a cabo.

A más de ello, el mismo Simon endureciendo su propio argumento iría un poco

más lejos al plantear que la posibilidad de resolución de nuevos asuntos estará en

directa relación con el volumen y el stock de las soluciones que hubiéramos

previamente almacenado.

Lo que Simon arriesga con osadía intelectual, es que hasta nuestras expectativas

se construyen a partir de los límites de nuestras previas vivencias. Como si

nuestro cerebro, al modo de un ordenador, estuviera muñido de un conjunto de

aplicaciones de cierto grado de riqueza técnica, mejorable paso a paso con los

upgrades aportados por la experiencia, y curiosamente los límites de tales

experimentaciones se encontraran a su vez pre-condicionados desde los alcances

del mismo soft, que debe ser progresivamente actualizado.

El enfoque resulta muy provocativo, más allá de su lucidez y originalidad, pues

reserva para la innovación de todo tipo un espacio muy pequeño y marginal que

pareciera ser alumbrado desde más atrás, propiamente desde la proyección de

los fundamentos comprensivos centrales que lo nutren y oxigenan hacia su

posición de avanzada.

¡Qué interesante! Estamos figurando al proceso de captura de conocimientos

como moviéndose bajo un esquema recursivo de tracción trasera. Sugiero que

8

Page 9: LAS REGLAS COMO UN PROCESO DE APRENDIZAJEaustrianconference.org/ponencias/2008/Castro Ponencias.pdf · realistas, que afectan las posibilidades del entendimiento y a la postre de

pongamos al punto un poco mas de atención. Afirmados sobre este argumento,

en principio resultará pertinente reemplazar la palabra "creatividad" por el vocablo

"descubrimiento", si es que en el fondo todo descubrimiento está guiado desde el

condicionamiento anterior, consciente o inconsciente, de lo que estuviéramos

buscando.

Creo muy conveniente observar detenidamente los límites de esta lógica del

descubrimiento, que pudiera revenir llanamente en una matriz general del

comportamiento humano. Pues no nos referimos a él desde la subjetiva intención

anticipada de su captura, sino justamente de su limitada precondición de

ocurrencia. Entonces, uno no ha de poder percibir en las cosas algo que no

hubiera estado capacitado para detectar en ellas.

Desde toda intención de conocer, uno debe convencerse de que no sólo ignora lo

que cree que ignora, sino también aquello que no sabe que ignora. Por ende uno

es ciego de lo que podría llegar a conocer al tiempo que apenas puede,

gradualmente, ir develando sobre tales asuntos algunos pequeños aprendizajes

provisionales.

A la postre la limitación se apronta determinante porque nos obliga a reorganizar

las estructuras mentales para poder albergar y mejor acomodar los nuevos

conocimientos, reordenados y conciliados con nuestros saberes anteriores. Y

luego todo vuelve a comenzar con el siguiente desafío, con el descubrimiento que

despierta en nuestro intelecto alguna otra idea, un nuevo diagnóstico, una nueva

teorización que alimente una lenta y progresiva adaptación al medio que nos

rodea.

Iluminados por el punto de Simon sospecho que nos intrigará ahora saber

también si lo limitado de nuestro intelecto permitiría presumir la acotada

elasticidad de nuestra imaginación. ¿Nos sorprenderá pensar, entonces, que

nuestra capacidad de imaginar también está atada a condicionamientos mentales

previos que no nos permiten soñar más allá de lo que pudiera ser imaginable?

La vida entendida como el mismísimo acto de poder imaginárnosla Es hora de reclinarnos plácidamente sobre el sentir de algunos pensadores

españoles. Si la vida es sueño, como decía Calderón de la Barca, el talle de

9

Page 10: LAS REGLAS COMO UN PROCESO DE APRENDIZAJEaustrianconference.org/ponencias/2008/Castro Ponencias.pdf · realistas, que afectan las posibilidades del entendimiento y a la postre de

nuestras vidas estará de suyo propiciado desde las chances de poder mejor

imaginárnosla. Ahora bien, imaginarnos encierra a su vez el sueño de poder

realizarnos a partir de la exigencia que nuestro mandato felicitario nos impone.

Vaya constricción que hemos soltado; la que motoriza y a la vez aqueja todo

nuestro hacer. Por hablar ahora de la felicidad, hemos involuntariamente

desplazado en apariencia a un lejano segundo plano el asunto del conocimiento y

sus límites, con el cual nos estábamos entreteniendo. Empero si es la felicidad lo

que más hondamente nos conmina, admitamos que es la incertidumbre lo que

nos pone continuamente en ascuas.

Por tal razón había yo rescatado al principio aquellas palabras de Ortega en su

apotegma que define al hombre como un ser de acción que para actuar requiere,

por poco que fuera, de algunas certezas mínimas, certezas que a diario florecen

con el éxito de nuestras realizaciones y que permiten acortar las brechas con

nuestras ilusiones. Y es esta sensación de certidumbre, representada también por

la autoestima que se logra cada vez que algo se nos concreta, la que nos permite

seguir imaginando más y más, la que nos deja prolongar nuestro propio

argumento vital hasta escribir el mejor guión posible para nuestra propia biografía.

De esta manera, la vida se nos muestra como un recorrido en espiral respetuoso

de la segunda ley de la termodinámica, que despierta nuevas ansias al tiempo

que va matando viejas incertidumbres. Pero a esta analogía con la termodinámica

me dedicaré más tarde, en algunos renglones, pues antes prefiero intentar dejar

bien en claro este asunto de las certezas que es, en síntesis, el que nos permite

explicar por qué seguimos emprendiendo cosas.

Habrá que considerar entonces que la sensación de certeza deviene inversa a

nuestra percepción de riesgo. Como la vida, porque es plan, es básicamente -al

decir de Julián Marías- incertidumbre y riesgos, el problema es que para no

despeñarnos como hombres en nuestras realizaciones y no ser desbordados por

las ansias felicitarias que nos imprime el deseo de concretar nuestros planes, sólo

podremos asumir tal incertidumbre y tales riesgos en proporciones limitadas.

Una nueva frontera demarcatoria de nuestras carencias se nos apronta: la

capacidad limitada para tomar riesgos. Estos serán asumibles sólo en transitorias

dosis manejables, que nos atemorizan hasta evaporarse con las concreciones

que los cauterizan. De este modo, la experiencia nos capitaliza dotándonos de

mayores conocimientos y luego de autoestima, factores esenciales para poder

10

Page 11: LAS REGLAS COMO UN PROCESO DE APRENDIZAJEaustrianconference.org/ponencias/2008/Castro Ponencias.pdf · realistas, que afectan las posibilidades del entendimiento y a la postre de

manipular los riesgos, permitiendo con el aprendizaje una creciente sensación de

certeza.

Lejos se encuentra esto de significar que la gente no tenga naturalmente distintas

propensiones individuales a tomar riesgos, ni tampoco que pueda estar

equivocada aún disfrutando de una colosal sensación de certeza. Lo único que

quiero decir es que esa sensación de certeza es indudablemente capaz de

gravitar sobre esta variable. Por supuesto que hay gente que se sube sin temblar

a un andamio para colorear por fuera el piso 20 de un edificio, o que trabaja en

serpentarios, cosa que yo no estaría dispuesto a hacer ni por la mejor paga del

mundo; siguiendo con otro ejemplo, lo que informo simplemente es que un

electricista muñido de pinzas y calzado adecuado, con conocimiento suficiente en

la materia y con varios años de experiencia, se sentirá muy seguro de poder

cortar un cable de alto voltaje con total naturalidad gracias al estado de certeza

que posee. Quizás la diferencia entre los timoratos y los temerarios pueda

entenderse ahora tanto mejor.

Habrá notado el lector que a la vera de cualquier clase de racionalismo nos

hemos adentrado por la ventana en la dimensión de los sentimientos, capacidad

esta, la de sentir, tan propia de la naturaleza del hombre como aquella de razonar.

Por tanto si estamos embarcados en la tarea de aclarar un poco el fenómeno de

aprender, no habremos de soslayar la incidencia de estas otras propiedades

también involucradas en ese proceso de asimilación. Sencillamente se trata de

tomar nota de que el ser humano es más complejo y basto en sus propiedades

que aquella raquítica caricatura de él que los hombres de ciencia utilizan muchas

veces para intentar explicar su acción.

La lógica aportada es simple: cuanto más seguro uno se siente, más cosas será

capaz de encarar, y cuanto más logre, más cosas ha de poder imaginar luego. Se

aclara espero entonces aquella visión de Julián Marías a propósito de nuestra

capacidad de argumentar el sentido prospectivo de nuestras vidas. Y cualquiera

fuera el sitio donde se aloje esta idea, quedaría empero -tras las aportaciones de

Simon- parcialmente condicionada al fruto de las experiencias pasadas que

liberarían las por venir, sujetas a su vez por el lastre de lo ya ocurrido.

Pero de ninguna manera habría de confundirse este enriquecimiento emocional

de una vida aluvionalmente cargada de vivencias intensas en un continuo de

experiencias excitantes, con aquella otra clase de aprendizajes puntuales

11

Page 12: LAS REGLAS COMO UN PROCESO DE APRENDIZAJEaustrianconference.org/ponencias/2008/Castro Ponencias.pdf · realistas, que afectan las posibilidades del entendimiento y a la postre de

fotografiados en acto, producidos por la accidental segregación de adrenalina que

el cuerpo corresponde hormonalmente en presencia de algún stress.

Es sabido que por razones biológicas y cuando sucede un fuerte shock el

organismo adormece las neuronas y estimula en cada sujeto los programas de

respuesta instintiva. Esa automática ralentización neuronal es la que a su tiempo

permite grabar con enorme grado de detalle cada instante de la ocurrencia y

almacenarla en acto, firmemente inscripta en nuestra memoria respetando su

peculiaridad para facilitarnos su benéfica re-detección defensiva.

Una vez más el cuerpo humano sorprende desde su maravillosa complejidad

natural; sin embargo, más allá de esto, nos hemos tomado el trabajo de distinguir

el "aprendizaje en proceso" y lo estamos segregando explícitamente de esta

segunda clase de "aprendizaje en acto", pues el uno se corresponde con la

biografía de la persona en tanto que el otro con su biología.

Siguiendo esta distinción, quedará abierta la puerta para interrogarnos acerca de

si la fruición humana -esa ventilada por Marías- es un fenómeno biológico o

biográfico; o tal vez si, a pesar del empeño puesto en formular tal distingo

conceptual, ambos fenómenos pudieran entremezclarse y retroalimentarse

mutuamente.

Para dar respuesta a este interesantísimo interrogante sobre el personal ser o

hacer de la gente, a mi juicio también transmisible indefectiblemente a la par

sobre cuestiones sociológicas y políticas, debiéramos apelar -en términos del

mismo filósofo- a un factor temperamental o caracterológico: el de la fruición, el

que hace a los niños adoptar constantemente posiciones entusiasmantes o

quejumbrosas, mostrándolos dispuestos a comerse la vida de a mordiscos a

pleno disfrute o, por el contrario, temerosos y reticentes a dar vívida concreción a

todas sus oportunidades, que son invisibles a sus propios ojos.

La cuestión estalla como relevante. ¿Enfrentamos un atributo innato de cada

quién o se trata más bien de una actitud aprehensible por cada cual? Pareciera

prima facie difícil darle respuesta acabada al punto. Sin embargo tantos indicios

referidos en un mismo sentido nos prohíben retractarnos de nuestra inicial

posición; desde el primer renglón confiamos en el hombre capaz de aprender.

Además, el modo en que hemos supuesto tal concepto nos hace sostener que

aprender excede largamente a una mera adaptación evolutiva.

No es momento aquí de precisar las diferentes formas de aprendizaje, salvo para

12

Page 13: LAS REGLAS COMO UN PROCESO DE APRENDIZAJEaustrianconference.org/ponencias/2008/Castro Ponencias.pdf · realistas, que afectan las posibilidades del entendimiento y a la postre de

decir que nos hemos estado refiriendo primero a aquella que nos posibilita

asimilar conocimientos, luego a aquella otra que propicia cómo mejor conducirnos

a través de habitualizaciones comportamentales simplificatorias de nuestro hacer,

y por último apelamos a esta otra forma de aprender tanto más substancial, que

nos conduce a encontrar el propio sentido a nuestra vida.

Tras reconocer en todo proceso de aprendizaje el requerimiento último de una

honda inquietud individual, retornemos a esa semilla de duda hundida

magistralmente por Marías en torno de aquel atributo de fruición. Lo incitante del

asunto me inspira para presentarlo como una metáfora, a riesgo de perder con

ello precisión pero con más chances de capturar algún grado de atención.

Imagine el lector una llave de paso mezcladora, esas que según se abrieran a

izquierda o derecha permitirán el paso de agua caliente o fría; así funciona

nuestro controlador emocional interior, secuenciando actitudes conservadoras o

innovadoras según gravite en el agente una propensión a la seguridad o al riesgo.

Son las emociones las impulsoras de la aventura cuando brotan las ansias por

nuevas realizaciones. Este anuncio completa la jibarización practicada por Hayek

y Simon a la razón, para indicarnos más enteramente que el hombrecito de

múltiples adaptaciones es también un ser de proyecciones felicitarias, muy

deseoso de emprender planes y transformaciones en el mundo que lo circunda;

con lo que colegimos también que nuestro hombrecito aislado es evidentemente

más que un agente encargado de adaptarse y dar mera resolución a los

problemas.

Movilizado desde su fruición y guiado desde el correcto entendimiento de las

cosas, cada individuo obtiene sus primeros éxitos. La sensación de seguridad

trepa conjugada con su sentimiento de autoestima y ambas van apareadas al

estado de certeza que prodiga la concreción, para luego capitalizarse en la

intención de ir prudentemente por algo más. Nótese entonces la importancia del

carácter emocional de este asunto, cuando la llave se abrirá un poco más a la

izquierda. Inversamente, cuando ocurra un traspié o un fracaso de mayor

magnitud que derrumbe parcialmente nuestras teorías acerca de la realidad del

mundo, automáticamente ante la crisis -léase el miedo, la desazón y la sensación

de desconcierto- la llave se cerrará un poco más a la derecha, enfriando la

situación y forzando un stress que obligará al replanteo analítico de nuestras

estructuras mentales.

13

Page 14: LAS REGLAS COMO UN PROCESO DE APRENDIZAJEaustrianconference.org/ponencias/2008/Castro Ponencias.pdf · realistas, que afectan las posibilidades del entendimiento y a la postre de

Sólo espero haber podido testimoniar correctamente el fondo de mi inquietud,

aludiendo a que es el ánimo de la gente, más el placer por sus satisfacciones y

esa sensación de certeza y de autoestima que suele recubrirlas, el componente

emocional imprescindible para aceitar las ruedas de nuestro movimiento.

Naturalmente, a la inversa, cuando se manifiesten sentires opuestos serán ellos

también los responsables de nuestras inmovilizaciones. Son estos tensores

sentimentales los encargados de fijar y amortiguar cuando no de propulsar la

promoción de nuestros planes; y más tarde, sólo a consecuencia de las

enervaciones y/o exaltaciones que nos aportan, es que podremos correr hacia el

costado inconsciente de nuestra mente todo lo actuado para capitalizarlo en el

banco de nuestros recuerdos o en la biblioteca de nuestras habitualizaciones.

En síntesis, las personas tienen fines y actúan para satisfacerlos,

"teleológicamente" al decir de Ludwig von Mises, y es esto sin dudas una labor

racional, pero sólo las concreciones rematan en seguridades interiores que

entusiasman al tiempo que se va aprendiendo. Pasamos de la potencia al acto a

fuer de lo que imaginamos, e imaginamos aquello que anhelamos sentir. Y una

vez más en este costado de las sensibilidades advertimos lo que nos guía pero,

además, un estadio emocional previo que nos predispone y la iteración de un

proceso que, tras los pequeños aciertos con sucesivas y retroalimentadoras

ratificaciones sentimentales, nos permitirán superar la pendiente de nuestros

mayores desafíos.

En refuerzo de lo hasta aquí planteado acude la segunda ley de la termodinámica,

según la cual lo existente se desgasta, para mí porque se asimila y almacena.

Entonces uno disfruta del poder de la posesión, de lo propio y capitalizado, pero

languidece el anterior deseo ya conseguido. En esta lógica, ante un logro que se

nos hace ya insípido, uno está obligado a marchar por más vivencias para renovar

el desafío individual de la propia superación, que a su vez alimenta la autoestima.

Claro que por detrás de ello, si hay exceso surgen la gula, el empacho y la orgía,

como dice Edgar Morin "la locura del sin razón", aunque la razón al otro lado

también es locura cuando nos obsesiona por el orden y la cordura. ¡Qué bonito

juego de armonías y desproporciones! Un juego que media y bascula entre la

capacidad de deseo y la sensación de seguridad.

14

Page 15: LAS REGLAS COMO UN PROCESO DE APRENDIZAJEaustrianconference.org/ponencias/2008/Castro Ponencias.pdf · realistas, que afectan las posibilidades del entendimiento y a la postre de

Una primaria conclusión provisional Nuestras secuencias dieron cuenta, según Popper y luego Simon en primer turno,

de la aparición continua de nuevos problemas, del esfuerzo innovador por darle

soluciones y luego de sus habitualizaciones o, para mejor decir, de la

habitualización de rutinas programadas que se iban acumulando tal vez

inconscientemente como un repertorio listo para dar abreviadas respuestas a

futuros episodios similares. Se pone el acento en algo así como la posibilidad

humana de reprogramar artificialmente probadas reacciones superadoras,

automatizándolas al modo en que operan los circuitos de los instintos más

elementales.

Resultará admirable la adquisición de tal potencialidad del hombre, tan

auténticamente diferenciadora en el transcurso evolutivo del reino animal, pero

tanto más ha de sorprender además su posibilidad de incesantes capitalizaciones

metabolizables merced a los espacios mentales que va desocupando y también a

su proactividad teleológica.

Sobre este mismo concepto de teleología y habitualización construimos -gracias

al pensamiento de los autores españoles antes aludidos- nuestra segunda

secuencia, partiendo prospectivamente de fines que no son más que deseos por

experimentar cosas, por volver a sentirlas de alguna manera. En su procura, y

tras sus concreciones, las realizaciones se condensan en crecientes sensaciones

de seguridad y sentimientos de autoestima que facilitan nuevas búsquedas dentro

de renovados y coloridos catálogos, donde se presentan las posibles vivencias

emocionales por venir, llamadas a llenar de crecientes contenidos y contento el

saco de nuestras últimas aspiraciones vitales.

En resumen:

1) El hombre busca su felicidad, para lo cual persigue fines bosquejados sobre las

sombras de los deseos más placenteros y felicitarios que haya sabido o podido

imaginar, por sí solo o con la ayuda de los demás.

2) De suyo es también capaz de planificar para concretar sus satisfacciones.

Actuará en consecuencia y sus experiencias positivas las acopiará en mejorados

estados de ánimo y de realizaciones personales.

3) Lo aprendido se incorpora y luego se habitualiza, en tanto que lo que fue

15

Page 16: LAS REGLAS COMO UN PROCESO DE APRENDIZAJEaustrianconference.org/ponencias/2008/Castro Ponencias.pdf · realistas, que afectan las posibilidades del entendimiento y a la postre de

sentido se almacena bajo la forma de recuerdos, de las marcadas vivencias de lo

propio o de las percibidas más débilmente por lo ajeno, que obrarán como futuros

móviles demandantes de posteriores repeticiones.

4) Así, conocimientos y vivencias se resguardarán interconectados -bajo formas

más conscientes o incluso más inconscientemente internalizadas- como un

repertorio de potenciales automatizaciones en respuesta de desafíos ulteriores.

5) Estas reacciones impensadas pero paradójicamente cargadas de conocimiento

darán cuerpo a recurrentes y previsibles maneras de comportarse, toda vez que

dicha rutina ejecutiva se hubiera puesto en marcha. En este punto es fácil

asegurar también que el hombre es un animal de costumbres, o mejor de

acostumbramientos, un ser que sigue reglas más allá de las que propiamente les

marcan genéticamente sus instintos vitales.

6) Siguiendo reglas o proyectando acciones asociadas con sus sueños, el hombre

ha sido capaz de ampliar sus horizontes a medida que la comparación de sí

mismo con su propia imagen futura lo empuja hacia nuevos desarrollos

intertemporales, concebidos desde realizaciones presentes apuntadas al

perfeccionamiento de sus ulteriores estadios soñados.

7) En consecuencia, podrá trabajar deliberadamente con miras a la idea de su

propia transformación al cabo de un período más largo de tiempo, cuando bajo

alguna forma percibiera retornos diferidos agigantados con respecto a los

demandados sacrificios presentes, comparables en términos de costos de

oportunidad con aquellos otros beneficios más inmediatos a los que estuviera

dispuesto a renunciar en favor de los primeros.

Es justamente este concepto de teleología individual y más largo plazo la llave

maestra para habilitar la idea de proceso, incluyendo cualquier proceso de

esfuerzo intencionado y sacrificio presente en orden al logro de mejores

situaciones futuras, hasta el momento en que estos desafíos se concreten

concomitantemente con aquel proceso de aprendizaje que, tras su digestión,

suele determinar las automatizaciones que se trasladan hacia el territorio de lo

inconsciente.

Así se explica perfectamente cómo es que nos conducimos a diario a nuestro

trabajo por el mismo itinerario, cómo es que combinamos nuestras corbatas y

camisas casi sin prestar atención a ello cada mañana, cómo es que ordenamos

16

Page 17: LAS REGLAS COMO UN PROCESO DE APRENDIZAJEaustrianconference.org/ponencias/2008/Castro Ponencias.pdf · realistas, que afectan las posibilidades del entendimiento y a la postre de

nuestros estantes o cómo organizamos cotidianamente la mayor parte de la rutina

que ejecutamos de manera inconsciente.

Desde luego, nada de ello invalida la formulación simultánea de nuevos

diagnósticos y planes que connotan cambios, transformaciones y conscientes

autorrestricciones dirigidas al logro deliberado de nuestros cometidos. Sacrificios

metódicos presentes como el de hacer deporte o no fumar pueden encuadrarse

perfectamente en tal caracterización. Al unísono, reglas y planificaciones forman

parte de un mismo set de herramientas disponibles, aunque quizás las reglas

sean las huellas petrificadas de diseños resolutorios precedentes, conservadoras

de sus inteligencias. Por último, pero no con menor importancia, deberemos tener

en cuenta que en presencia de un medio dinámico y plagado de continuas

mutaciones que actualizan constantes desafíos, tales reglas han de poder quedar

obsoletas y las planificaciones resultar de cabo herradas, originando el recorrido

de una secuencia exactamente inversa a la hasta aquí descripta.

Error, fracaso, incertidumbre o dudas, desmotivación y luego replanteos, son

eslabones igualmente válidos de un circuito que pondrá en evidencia ciertos

retrocesos para acaso retomar, tras la fallida experiencia, la senda de las

capitalizaciones, dejando instaladas a su paso las alarmas que se activarán

preventivamente ante los primeros indicios de similares sucesos futuros.

Lamentablemente, como no siempre todo lo deseable es lo real, cabría también

una segunda posibilidad un tanto más pesimista si no sórdida, contemplada desde

la idea de un despeñamiento en la actitud de la persona, una visión fatal

representada por la imposibilidad de desear, llegando incluso al desvanecimiento

de cualquier ejemplaridad por imitar. En síntesis, una impermeabilidad vital

esterilizada de toda curiosidad o disfrute, acaso conminada desde la desazón y el

desconcierto de recurrentes desaciertos, o tan sólo de aquel gran fracaso más

desestructurador que a veces quita buena parte del sentido a la vida.

Marchémonos inmediatamente en reversa de este callejón sin salida, alejémonos

del drama psicológico que aqueja a más de un individuo en cualquier sociedad

para reconcentrarnos en cambio en el hacer de cada otro organizándose su

propia vida contiguamente al hacer de miles de personas ocupadas en igual

empresa.

17

Page 18: LAS REGLAS COMO UN PROCESO DE APRENDIZAJEaustrianconference.org/ponencias/2008/Castro Ponencias.pdf · realistas, que afectan las posibilidades del entendimiento y a la postre de

La vida en sociedad como un proceso de aprendizaje Es tiempo de recordar las advertencias de Hayek y Simon acerca de las

dificultades que encierra la planificación centralizada de todo orden social; empero

aceptemos que sus normativizaciones son una realidad ineluctable. Y a esta

altura no parece lejano presumir que, si el hombre es capaz de montarse sobre

sus propias rutinas, habrá de desenvolverse también sobre aquellas otras

habitualizaciones que pudieran ser entretejidas en concomitancia con sus pares.

Queda al alcance de su mano la posibilidad de un aprendizaje en tal sentido, un

aprendizaje que exigirá naturalmente entendimientos pero también de la

incidencia de sentimientos, porque nuestro hombrecito, nuestro sujeto de estudio,

se ha tornado más complejo, y al momento de dar cuentas de su sentir

deberemos tomar nota de que su vida en sociedad lo dispone de otros

sentimientos que brotan en el trato con sus congéneres.

La orientación de su sentir ha cambiado de dirección en 90 grados con respecto a

cuando lo mostrábamos proyectado de atrás hacia adelante, solitario, inseguro y

ansioso, intentando realizarse y adquiriendo mini certezas y autoestimas con sus

éxitos; ahora, el sentir ha dejado de ser longitudinal para manifestársenos de

forma transversal.

Los sentimientos del hombre para con los otros hombres, el sentimiento de afecto,

el de respeto y el de confianza, los de aprobación o los de desaprobación y con

ellos también sus especies más negativas de rechazo y temor; en suma, un

abanico policromático de reacciones nos abre a la par la puerta hacia diferentes

teorías explicativas sobre la posible gestación de las normas sociales. Dichas

normas, como regularidades de comportamiento, sabemos dependen de la

verdadera capacidad de entendimiento pero se verán condicionadas desde la

preponderancia en la orientación de tales sentimientos.

Incluso más allá de su orientación, ahora transversal, influirán decididamente

también sus sentidos e intensidades. Dentro de la sociedad, la búsqueda

individual por seguridades y certezas se reemplazará -en más o en menos- por

confianzas y respetos, que a lo ancho y a fuer de aprobaciones y repitencias van

concretando el grado de solidificación del orden, dotándolo de diferentes grados

de previsibilidad en los comportamientos admitidos de sus agentes. Así, la

conveniencia, cuando se sustancia de forma plural, se envuelve y cohesiona con

18

Page 19: LAS REGLAS COMO UN PROCESO DE APRENDIZAJEaustrianconference.org/ponencias/2008/Castro Ponencias.pdf · realistas, que afectan las posibilidades del entendimiento y a la postre de

el azúcar almibarado de las emociones, que en conjunto se capitalizan al modo en

que el afectio societatis nos explica el ser de las sociedades unos metros más allá

de los meros intereses de sus societarios.

Nos habíamos preocupado hasta aquí por presentarle al lector a un hombrecito

emocional, de racionalidad limitada, impelido a reafirmarse sobre algunas

certezas mínimas antes de animarse a concretar sus deseos felicitarios. Se lo

habíamos mostrado aislado, al modo en que habita en las primeras páginas de

muchos libros de economía; allí se lo ve pelado de su corteza sentimental y

huérfano de vivencias, lo que resulta empero muy útil para explicar de manera

simplificada el obrar de un agente homo economicus dispuesto a maximizar, al

cabo de estrategias y cuantificaciones, los resultados de sus procederes.

En buena forma la economía ha ganado independencia epistemológica y algún

poder predictivo muy superior al de otras ciencias sociales, justamente a partir de

las regularidades de comportamiento que se verificaron con la aplicación del

postulado de la plena autonomía del individuo. Ahora bien, basta con reemplazar

el aislamiento teórico de este agente puesto artificiosamente en el vacío por la

triste realidad de un náufrago confinado solitariamente en una isla, para poder

advertir la rudimentaria potencia de sus realizaciones; pues, ¿cuánto habríamos

de empobrecernos cada uno de nosotros ante la ausencia del roce con el que la

convivencia nos favorece para con cada uno de nuestros semejantes?

Es cierto que este engorde afectivo o espiritual mal puede ser la preocupación de

una ciencia apuntada a lidiar con los desafíos de la escasez, pero no es menos

cierto que las personas viven agrupadas gracias en buena medida a las ligaduras

emocionales que, en variadísimas formas, las sujetan unas a otras.

Este elemento de juicio no es menor, si es que arremetemos en el intento de dar

explicación a por qué desde siempre la gente vive acompañada de otra gente, sea

tribalmente en comunidades más apretadas o como recientemente ocurre en

sociedades más abiertas.

Los economistas han zigzagueado las connotaciones de este asunto gracias a un

reduccionismo que consiste en decir que será egoísta quien en sus funciones de

utilidad no albergue preocupación alguna por la suerte de sus congéneres, en

tanto que catalogan de altruista a quien incluya entre sus propias preferencias la

mejor suerte de los demás. Por debajo de tal postulación el frío cálculo racional ya

19

Page 20: LAS REGLAS COMO UN PROCESO DE APRENDIZAJEaustrianconference.org/ponencias/2008/Castro Ponencias.pdf · realistas, que afectan las posibilidades del entendimiento y a la postre de

no parece tan frío o al menos no parece necesitar una temperatura distinta de la

que naturalmente tiene.

Entonces la pregunta obligada no tarda en caer por su propio peso, ¿es posible

atribuir a este obrar racional de conveniencias la exclusiva responsabilidad en la

gestación y sustentación de aquellas otras regularidades de comportamiento que

vertebran la vida social, a las que designamos habitualmente con el nombre de

normas o reglas? ¿Podemos dar respuesta a tal interrogante sin inquirirnos

previamente por la naturaleza y profundidades de los sentimientos que se

guardan entre las personas?, ¿sin reparar siquiera en el temor o en el amor, o

aún en el respeto o la confianza que pudieran infundirse entre ellas?

Supongo que no. Consiguientemente, apenas adentrados en esta exploración

tropezamos con aquella escasez que peor nos aqueja. No estamos ya de cara al

carácter limitado de nuestra razón, ni tampoco ante lo escueto de nuestras

energías, sino que se trata propiamente de lo escaso de nuestros afectos, afectos

que se verán repartidos entre los que sintiéramos por los demás en competencia

con los que abrigamos por nosotros mismos. ¿Sería acaso esta dilemática

tensión, real?, ¿o es aparente? y ¿habría encontrado el hombre apropiadas

formas para reconducirla?

No podríamos soslayar seriamente la fuerza de semejante interrogante, que por

cierto goza hoy de buena salud y a cuyo tenor se han acuñado, durante la

modernidad, las posiciones más profundas de la filosofía política y de la filosofía

del derecho en la preocupación por alumbrar los fundamentos últimos de la

convergencia social.

Empero, siendo fieles a nuestro originario enfoque, debiéramos presentar este

asunto como un desafío que alcanza la suerte de todos los miembros de una

sociedad. En sintonía con ello, si reconociéramos al fenómeno como un problema

de ordenamiento, para salvarlo habríamos de pensar en alguna solución, en un

aprendizaje, aunque de características especiales, pues si bien todo aprendizaje

es individual en este caso tendríamos que apelar irremediablemente a un

aprendizaje compartido, a un "aprendizaje social", de cada uno de los societarios

pero de todos más o menos en simultáneo, en derredor de las mismas soluciones

o adquiriéndolas progresivamente para poder apreciar los buenos efectos de un

logro que, a la larga, es también colectivo.

Esta perspectiva de un hombre que aprende nos conduce, por los pasadizos de la

20

Page 21: LAS REGLAS COMO UN PROCESO DE APRENDIZAJEaustrianconference.org/ponencias/2008/Castro Ponencias.pdf · realistas, que afectan las posibilidades del entendimiento y a la postre de

psicología, a descubrir un ser con ansias de superación. Por supuesto que ello

admite numerosas formas posibles, tantas como subjetivas intenciones de

avanzar hacia esa superación existan.

De manera diferenciada corresponderá una para cada hombre, pero pudiéramos

intuir que la superación en el conocimiento será la pretensión felicitaria del

filósofo, tal vez la superación en posesiones y riquezas sea la que se corresponde

con las ansias de la mayoría y, sin llegar a la superación moral del santo, la gente

habría de sentirse mejor en general cuando goce en mayor medida del

reconocimiento y del afecto de sus pares. De suyo la humana inquietud de

superación proyecta bajo su sombra la necesidad existencial de jerarquías y

rangos sociales, magnéticos hacia adelante para el hacer de quienes procuran su

propio recorrido ascendente por dentro del orden.

Habrá quienes lo intenten desarrollando mejores argumentos o quienes los

emulen en la estela de su recorrido, pero ascender significará para el líder y

también para sus acólitos poder alcanzar a ojos propios y de terceros una mayor

aprobación, bajo la especie de sabiduría o de éxito, de virtud o meramente de

buena fortuna. Ergo la posición y/o el rango informan de las clases de

circunstancias subyacentes y de aprendizajes posibles, todos de variadísimas

índoles, imputables en persona a cada uno de estos actores.

En adelante, sin embargo, no podremos dejar de imaginarlos a cada cual en su

lugar y con sus avatares, pero entretejidos relacionalmente entre todos,

conviviendo y realizándose en el aprovechamiento de las oportunidades que se

reciprocan a partir de sus intercambios, según se hubiera revelado previamente

alguna capacidad colectiva para seleccionar o aprender mejores reglas de juego.

Obsérvese que la lógica ya desencadenada en el apartado anterior nos proponía

a un hombre capaz de subsumir individualmente sus objetivos en planes, y la

concreción de ellos en el afianzamiento de posteriores rutinas. Ergo si fuera capaz

de ajustar su comportamiento a reglas que, postergando placeres presentes, sean

aptas para aportarle mejores resultados futuros, habrá de poder pensarse

entonces en la formulación de pautas de comportamiento adoptadas comúnmente

por las personas para la resolución de sus parecidos problemas. Más aún, será

posible intentar hacer de tales reglas la forma de habilitar acciones destinadas a

asegurar intereses plurales, y con más razón si se tratara de intereses generales.

La hipótesis toma más aspiraciones si presentamos los grados de libertad de las

21

Page 22: LAS REGLAS COMO UN PROCESO DE APRENDIZAJEaustrianconference.org/ponencias/2008/Castro Ponencias.pdf · realistas, que afectan las posibilidades del entendimiento y a la postre de

personas como verdaderos opuestos entre sí, de manera tal que las restricciones

que unos enfrentan signifiquen mayores discrecionalidades para los haceres de

los demás, y a la inversa. Anclados sobre este supuesto simplificador podemos

colegir una alta probabilidad de coincidencia entre los jugadores por intentar

proteger aquel set común de valores que representaría sus aspiraciones más

importantes. En consecuencia, prontamente emergerían amparadas en los

mutuos respetos de los societarios aquellas mínimas reglas primordiales que

mejor precondicionen la alternativa de benéficos efectos ulteriores generalizables

para todos.

Entonces, una vez que estas reglas fuesen erigidas, supondremos que a fuer de

su éxito habrán de sustentarse funcionalmente; ellas se automatizarían al mismo

tiempo que se asumen como un modo de ser más que como uno de hacer. La

fuerza de su propia recurrencia pareciera a cada repiqueteo darles continua

reinstalación y, muchas veces, dificultar su reemplazo aunque la necesidad de

cambio aparezca como lo más racional y conveniente.

Es que la consolidación social convierte a las reglas en un verdadero bien de

capital, fruto de la previsibilidad que propalan sobre los haceres de los demás al

atribuir valor autónomo a la estabilidad que con su ejercicio se arraiga. Notemos

cómo el argumento funcionalista recién desplegado explica pertinentemente la

instalación de reglas como rutinas e incluso da fuerza a su perdurabilidad desde

el grado de éxito organizativo que proporcionan; pero, a la vez, también es cierto

que no da cuenta de cómo nacen, ni tampoco de la probabilidad de que mejoren.

¿Será su fuente alguna deliberación consciente de sus originarios promotores?,

¿o más bien habrán sido fruto del accidente que permitió su empírico

descubrimiento? Vaya sorpresa cuando advertimos que estamos parados sobre

un interrogante para el que ya hemos ensayado una prematura respuesta, pues

no es más que preguntarnos si las normas se corresponden con el territorio

intelectual de las creaciones o pertenecen mejor al ámbito de los descubrimientos.

No obstante, a esta altura creo que la confusión ha cobrado algún sentido, y

deberemos apelar nuevamente al pensamiento de Hayek para poder aclararlo.

Distinguía el pensador austríaco entre el derecho y la legislación nada menos que

en el título de su importante obra "Derecho, legislación y libertad". Nos sugería

Hayek -enraizado en el decir de la escuela escocesa- que las normas (derecho)

eran el fruto espontáneo de un orden, en tanto que la legislación representaría su

22

Page 23: LAS REGLAS COMO UN PROCESO DE APRENDIZAJEaustrianconference.org/ponencias/2008/Castro Ponencias.pdf · realistas, que afectan las posibilidades del entendimiento y a la postre de

posterior inteligibilización positiva.

Esta secuencia derecho-legislación habría de indicarnos no solo una prelación

temporal entre ambos conceptos sino también, fundamentalmente, de jerarquía;

como si la costumbre e incluso la utilización judicial del precedente en el common

law fuesen representativos de un superior saber aquilatado con el correr del

tiempo en el cuerpo mismo de estas tradiciones jurídicas, donde se albergan en

abstracto sus principios ordenadores y fundantes.

Sin embargo, el propio Hayek contraponía a esta forma de explicación de las

cosas una visión según él más del pensamiento francés acomodada con el

derecho continental, que reconocía a la ley como su principal fuente. Para estos

franceses hijos del racionalismo cartesiano, de los que debiéramos excluir a

Benjamín Constant, Alexis de Tocqueville y a algunos otros, la legislación es el

factor vertebrante del orden. Curiosamente igual posición había vertido Hobbes

algunos años antes en pleno corazón de Inglaterra.

Ambas corrientes de pensamiento diferirían radicalmente en su concepción del

orden social, también en el modo en que atribuirían legitimidad a sus reglas, y

quizás por detrás de ello asomaría la puja de fondo consistente en la explicación

de la propia naturaleza humana. En tanto que David Hume, Adam Smith,

Ferguson y luego Hayek confiaban en órdenes espontáneos descubiertos por la

experiencia, los franceses en general, al igual que Hobbes, serían partidarios de

ver al orden como una construcción instituida a conciencia por el designio racional

de su promotor.

Es conveniente profundizar analíticamente sobre las huellas de tan disímiles

concepciones, concepciones que por otra parte no conducen más allá de intentar

darnos argumentación sobre un único fenómeno, el del orden social.

Flaco favor haríamos a nuestro cometido expositivo si presentáramos el orden

social descuartizado y escualizado desde la fatalidad de cualquier reduccionismo.

Por tratarse de un fenómeno ultracomplejo, resultan a nuestro juicio impropias y

poco conducentes sus explicaciones cuando fueran ancladas desde la

particularizada perspectiva de un área del conocimiento científico. Así, tratar al

hombre exclusivamente como un ser presto a maximizar ganancias, o

representarlo como un ser predominantemente inclinado a ejercer su poder sobre

los demás en parecida dirección, no implica más que mostrar la caricatura de un

ser enfermizamente egoísta.

23

Page 24: LAS REGLAS COMO UN PROCESO DE APRENDIZAJEaustrianconference.org/ponencias/2008/Castro Ponencias.pdf · realistas, que afectan las posibilidades del entendimiento y a la postre de

El homo economicus y el homo politicus, como prototipos ensayados a su turno

por la economía y la ciencia política en el intento de ganar en sus poderes

explicativos y predictivos, irremediablemente tropezarán con sus otros primos, el

homo sociologicus y el homo moralis. Más distante de sus propias finalidades

teleológicas, el homo sociologicus se mostrará dispuesto a emular y aceptar sin

más toda clase de regularidades comportamentales; mientras que en razón de

sus juicios de valor, el homo moralis podrá alcanzar discernimiento moral

distinguiendo el bien del mal y afanándose por la superación que este siempre

persigue.

Por tanto no descarrilaremos nuestra marcha abandonando -ni siquiera en la

inmediata descripción de las posiciones históricas escogidas para aproximarnos al

fenómeno social- nuestra hipótesis elemental de aprendizaje; a sabiendas de que

se trata de un aprendizaje cuya exigencia recae sobre el hombre tal cual es, vasto

y vario, y porque en definitiva con sus vicios y virtudes se trata del único sujeto de

esta historia. En este sentido sus esfuerzos -aunque con más propiedad

debiéramos decir sus logros normológicos e institucionales- serán leídos como

precondicionantes de la suerte toda del orden social, que se monta sobre la

necesidad y la esperanza de un aprendizaje que ha de ser individual, pero con el

requisito de presentarse esta vez en una suerte de apareamiento, es decir, pronto

a ser compartido por todos los societarios.

Sin embargo, no deja de extrañar cómo el éxito de esta constitución del orden ha

podido interpretarse teóricamente de formas tan dispares, inclusive desde

concepciones filosóficas y políticas radicalmente opuestas, vertidas en derredor

de la naturaleza humana. Para ello, tal como anticipáramos al lector, nos

columpiaremos desde el inmortalizado pensamiento de Hobbes, signado como un

provocativo aguijón, suficiente por sí solo para levantar en sus antípodas las

posiciones benevolentes de moralistas como Marjorie Grice Hutchinson, fundador

del pensamiento de la escuela filosófica escocesa.

La longevidad de estas ideas, que más que ideas son sistemas de pensamiento,

permiten dar cuenta por el hecho de su mera vigencia de que -tal como dijera

Adam Smith en el capítulo 7 de su "Teoría de los Sentimientos Morales" (T.S.M.)-

han recortado por algún lado en forma muy aproximada los bordes de la verdad.

Así pues el egoísmo y la simpatía recíprocos cultivados entre las personas no

podrán al parecer ser extirpados de las profundidades más hondas del ser

24

Page 25: LAS REGLAS COMO UN PROCESO DE APRENDIZAJEaustrianconference.org/ponencias/2008/Castro Ponencias.pdf · realistas, que afectan las posibilidades del entendimiento y a la postre de

humano. Sobre cada una de aquellas ideas se fundaron los cimientos de dos

monumentales edificios teóricos de la filosofía moral, de la filosofía política y de la

filosofía del derecho, antagónicos pero ambos muy ilustrativos de posibles modos

de ser de los órdenes sociales.

Fue el propio Smith quien se encargó de refinar los fundamentos morales que

explican el funcionamiento de la sociedad desde la perspectiva del orden

espontáneo, pero poco antes de morir no dudó paradojalmente en introducir en la

última revisión de su obra el reconocimiento de la posible corrupción de los

pivotales sentimientos morales que la sostenían. Correspondió también al

escocés dar un paso decisivo en la sistematización de buena parte del saber

económico de la época en su "Riqueza de las Naciones", abriendo -por detrás de

su pregunta fundamental de por qué crecen las riquezas- la rampa sobre la cual

despegaría hasta lograr su autonomía científica la economía.

Como ya anticipé, y sin soslayar el modo impresionante en que se desarrolló

luego este campo del saber, a mi juicio sus aportes no son suficientes para

explicar la gestación de una sociedad ni tampoco su tránsito hacia sus mayores

grados de libertad. Pero es inocultable que el robustecido poderío de su

herramental analítico sí ha permitido perfeccionar en mucho, con sus aportes

descriptivos y normativos, con sus críticas y sus integraciones, el pulimento de la

ciencia política y de la ciencia jurídica en general.

Por tal razón, entonces, me propondré alumbrar primeramente el pensar filosófico

de la escuela escocesa haciendo foco en David Hume, para presentar luego

apenas, al solo efecto comparativo, las universalmente conocidas aportaciones

políticas de Hobbes, por cierto contrastantes con las primeras. Reservaré luego

algunos pequeños comentarios para las renovadoras lecciones de los

economistas neoinstitucionalistas, muy nutritivas en su enfoque a la hora de

sugerirnos la potencial existencia de mejoras posibles sobre el enforcement

institucional del orden, o también, a la inversa, alumbrar crudamente a través del

análisis de Public Choice las chances de desviación que por falta de limitaciones

al poder todos los regímenes políticos, más temprano que tarde, presentan.

Por último, estas consignas que le valieron a James Buchanan el premio Nobel,

serán contrastadas con los postulados que el profesor Hayek, Nobel también,

reserva para llamarnos la atención sobre aquella otra clase de límites que

presenta a su turno la evolución cultural. Intentaré por tanto, en resumen, retratar

25

Page 26: LAS REGLAS COMO UN PROCESO DE APRENDIZAJEaustrianconference.org/ponencias/2008/Castro Ponencias.pdf · realistas, que afectan las posibilidades del entendimiento y a la postre de

apretadamente un abanico de posiciones útiles para cartografiar globalmente un

orden social que ha padecido de disecciones teóricas que, por parcializadas, han

devenido en minusválidas a la hora de brindarle una más adecuada

interpretación.

26

Page 27: LAS REGLAS COMO UN PROCESO DE APRENDIZAJEaustrianconference.org/ponencias/2008/Castro Ponencias.pdf · realistas, que afectan las posibilidades del entendimiento y a la postre de

Capítulo II

LA NATURALEZA DE LAS REGLAS SEGÚN FUERE LA NATURALEZA HUMANA

La escuela escocesa

Comencemos ya mismo por los escoceses:

1. Para Hume, como para tantos otros pensadores políticos, todo orden social se

funda sobre un principio de justicia, de tal forma que su inexistencia nos sitúa en

un escenario de lucha de todos contra todos.

2. En su concepción, tal circunstancia habría de ser rápidamente removida

gracias a los benéficos efectos transmitidos por la adopción de una convención

social capaz de reconvenir la exagerada pasión del egoísmo, que es alentada por

la humana propensión a preferir los efectos inmediatos antes de los que se

presentan más opacos y remotos.

3. El autor nos muestra el interés personal en tensión con el orden público, y

apela al entendimiento como la fuente de luz más apta para aclararnos la superior

utilidad de lo segundo por sobre lo primero. En este sentido, subraya que el orden

público, que acarreó diversas estabilidades, es fértil para el mejor desarrollo de la

gente cooperando entre sí, poniéndola en condición de aliviarse recíprocamente

sus desgracias y sinergizando sus esfuerzos merced a sus especializaciones.

4. Hume concentra su preocupación consecuencialista en dar solución a la

estabilización de la propiedad, pues la entiende como la principal fuente de

continuos desórdenes, considerando que los hombres son escasos en sus afectos

y benevolencias, y de suyo los bienes de por sí son también escasos, por lo que

en razón de sus utilidades pueden despertar los más irrefrenables egoísmos en

torno de su posesión.

5. El argumento de la justicia es central y además imprescindible para apuntalar la

descripción humana de la sociedad, con visibles restricciones pero encaminada a

desarrollar la cooperación para intentar salvarla. Su tipología social no es la de un

paraíso ideal regado de benevolencia extrema y de bienes superabundantes,

27

Page 28: LAS REGLAS COMO UN PROCESO DE APRENDIZAJEaustrianconference.org/ponencias/2008/Castro Ponencias.pdf · realistas, que afectan las posibilidades del entendimiento y a la postre de

donde no habría necesidad de abrigar idea o sentimiento de justicia alguno. Lo

curioso del asunto es que en medio de la jungla hobbesiana, tan irreal para Hume

como aquel mundo de fantasía, el concepto de justicia tampoco amerita y por lo

tanto la posterior idea de propiedad siquiera cobra sentido. Consecuentemente, la

justicia no se corresponde con las utopías románticas anarquistas donde la

escasez no aprieta, pero mucho menos con la temida jungla en razón de que los

hombres no tardarían en descubrir por fuera de ella las bondades últimas de un

mejor orden. A más sus afectos, insuficientes por cierto, no serían tales como

para presuponerlos por largo tiempo obsesionados encarnizadamente en

esquilmar a sus prójimos, experimentando además con ello, de inmediato, los

costos de sus permanentes enfrentamientos.

6. Tras el aprendizaje que permite al gran número comprender el fondo del

asunto, corresponde a todos ellos acomodar reflexivamente sus comportamientos

para evitar la viciosa exageración de sus pasiones. Personalmente cada quien, a

la espera de que en reciprocidad cada cual obre de igual modo, refrenará su amor

propio autorrestringiéndose de dañar al otro en su cuerpo y en sus pertenencias.

7. La justicia como artificio humano cobra vida en el entendimiento que la permite

y en el sentimiento de placer que todos adquieren en virtud de lo útil de su

generalizada instauración.

8. De sus repitencias nacen sus recurrencias hasta convertirse en regularidades

de comportamiento; luego la regularidad hace a la regla, y la regla a los valores

que protege con las sanciones que reserva para sus transgresores. Lógicamente,

quien obrara en justicia ganaría en correcta reputación, al tiempo en que los

padres a su turno inculcarían el modo justo de actuar en beneficio de la mayor

sociabilidad de sus niños.

9. Empero, a medida que la sociedad creciera en número habría de tener que

echar mano secundariamente al artificio de destacar a sus magistrados y a la

postre a su gobierno. Es que cuanto más sean las personas que convivan

interrelacionadas, más distantes y más anónimas habrán de ser las relaciones de

unas con otras, hasta el cercano punto donde ningún afecto pudiera vincularlas.

Allí es donde se le hace difícil refrenarse a cada actor en beneficio de su

contraparte, sintiendo tanto amor por sí frente a casi nulo interés en comparación

por la suerte del otro. Exactamente allí, donde el afecto no gravita, es donde se

hace imprescindible apelar a la justicia.

28

Page 29: LAS REGLAS COMO UN PROCESO DE APRENDIZAJEaustrianconference.org/ponencias/2008/Castro Ponencias.pdf · realistas, que afectan las posibilidades del entendimiento y a la postre de

10. A su vez, Hume nos enseña que la justicia no es un sentir natural, pero

advierte que sí será natural la manera de alcanzarla, pues gracias al

entendimiento habremos de encontrarla de inmediato en nuestras experiencias y

recoger concomitantemente el placer que su utilidad derrama sobre el orden

público.

11. Por ende la llama "artificio", término éste que no debiera confundirnos, siendo

que la razón permite inteligibilizar la relación de justicia pero no a priori ni

independientemente de su previa experimentación. La justicia consiste pues en el

refreno artificial, interesado y prudencial, que el hombre ha de encontrar para

derrotar el vicio de su pasión, colocándose en un orden que se moviliza desde el

interés de cada uno de sus miembros pero que a la par se estabiliza gracias al

asir emocional de las convenciones que limitan sus egoísmos.

11. Esta posición lo encierra a Hume entre los filósofos prudencialistas, muy

alejado de los iusnaturalismos y también de los contractualismos, ya que nos

explica al orden y a sus valores como frutos espontáneos de las interacciones de

sus societarios.

12. Hurgando apenas un poquito más en esta cuestión, detectaremos que esos

cercos normativos son brindados por el propio displacer que cada uno de los

demás siente espontáneamente por los comportamientos injustos de sus pares,

resultando de ello un enforcement nacido de sus recíprocas conminaciones.

13. El proceso en marcha se convalida delimitado en crecientes ámbitos de

aplicación, consagrando tras sus aciertos los consensos que a la sazón lo

respaldan. Así costumbres y tradiciones transportarían disecados los frutos de sus

previos aprendizajes; entre ellos el respeto a la propiedad como principal recaudo

de la vida en sociedad, sucedido por la necesidad de consentimiento para otorgar

su transferencia y luego por el respeto a la palabra empeñada, fuente de todo

contrato, hasta justificar el respeto por la ley e incluso por el que se reserva para

el gobierno, en última instancia, como factor de aseguranza del armónico orden.

14. Las normas, al tiempo que confieren libertades, operan como

autorrestricciones que llevan asociadas castigos reforzados en su propia

preservación, pensados para el caso en que apareciera algún infractor. Esto trae

aparejado el hecho de que cuanto más generalizada se muestre la aceptación de

la norma, más sentida habrá de ser su violación; de suerte que será mayor el

bocado desgarrador cuanto más carnosa y desatenta estuviera la víctima, es decir

29

Page 30: LAS REGLAS COMO UN PROCESO DE APRENDIZAJEaustrianconference.org/ponencias/2008/Castro Ponencias.pdf · realistas, que afectan las posibilidades del entendimiento y a la postre de

cuanto más afincada luciera la norma.

15. Por tanto cuanto más seguro se improvisara el orden, más vulnerable se

tornaría el riesgo de su transgresión, pues invita en lo robusto de su

materialización, igual que la mentira corre mejor en el caudaloso torrente de la

verdad brindando beneficios inmediatos a sus circunstanciales intérpretes, o como

de una poca cuantía de moneda falsa se obtienen ganancias plenas en desmedro

de los mayoritarios tenedores de la verdadera.

16. La injusticia pensada entonces como acción desatada de la autoconstricción

moral que su concepto, su sentimiento, o su sanción social o legal impongan,

permitirá a quienes la usufructúen inaceptables grados de libertad, contemplados

al modo de privilegios en la misma forma en que los hubiese detentado para sí

Calígula al desairar toda norma en beneficio de sus más mezquinos intereses.

17. Dijimos ya que nuestras pasiones naturales pueden ser limadas en la

sociedad por la propia refractación erosiva de nuestros vecinos, fenómeno

comúnmente denominado "la presión de nuestros pares". Pero es evidente que

habrá casos en que esto solo resultaría insuficiente. Cuando avistáramos al

egoísmo ya no indiferente al prójimo, sino devenido en un egoísmo ejecutado a

expensas de aquel, infringiéndole daño, entonces se hará imprescindible aprender

a doblegarlo en ciernes para tomar oblicuamente futuras ventajas de la rápida

custodia del orden.

18. La defensa de su previsibilidad y armonía potenciarán de manera creciente el

bienestar general; mientras que el enorme daño que habrían de asestarle unas

pocas violaciones conducirá a reforzar el artificio de su protección. A caballo de tal

desafío sobreviene el requerimiento de jueces imparciales, la concentración de la

fuerza pública, y el deber de darles a ambas cosas su debido financiamiento.

Aunque seguramente, más tarde, semejante concentración de poder y su abusivo

uso harían pensar también en los límites de tales factuales delegaciones.

19. Entonces allí cobran sentido el derecho penal positivizado, concebido como

mejor garantía de los habitantes, y desde luego las constituciones y los derechos

públicos y administrativos, que quizás requieran su puesta por escrito para la

mayor seguridad de propios y extraños.

¡Qué imponente construcción artificial, pero no venida de la nada, sino surgida de

lo ya obrado como una prolongación coherente aplicada cual prótesis

continuadora y sujetante del crecimiento del orden social, calcando legalmente los

30

Page 31: LAS REGLAS COMO UN PROCESO DE APRENDIZAJEaustrianconference.org/ponencias/2008/Castro Ponencias.pdf · realistas, que afectan las posibilidades del entendimiento y a la postre de

contornos definidos por el actuar y el sentir de las personas! Así, la complaciente

atmósfera del accionar amable característico de los pequeños grupos primarios

parece correrse hacia la órbita de los más amplios e impersonales confines de la

sociedad comercial, de modo tal que donde no germinan los afectos bien pueden

ampararse sucedáneamente, por gracia de la norma, los comportamientos justos

que preservan la paz y potencian la indirecta cooperación de la gente en los

mercados.

Como un pólder que gana terreno al mar, así podemos imaginar la estructura de

la ley, de los jueces, de las sanciones positivas; calcando con trazo más firme en

el ámbito de los códigos el ADN preexistente en el derecho y en la previa acción

moral. ¡Pero atención!, la perdurabilidad de tal conjunto de inteligibilizaciones

legislativas dependerá en modo importante de que hayan sido desplegadas ex-

post, de forma respetuosa y prudente, sobre su plataforma axiológica subyacente,

y de que al mismo tiempo esta plataforma, dinámica y aprehendiente, se

mantenga compatible con ellas y capaz de convalidarlas a diario sin oponerles

rechazo, dado que de su uso, de su repitencia, de sus resultados, de su acción y

emulación continua, de esa misma usanza que le dio forma en un estadio natural

anterior, se destilan los imprescindibles sentimientos morales que terminan por

apuntalarla.

Otra vez la dimensión de los sentimientos se nos actualiza, se nos hace presente;

nos invade su atmósfera vaporosa y etérea para recordarnos que las simpatías

que la gente naturalmente siente entre sí constituyen las mejores cinchas

disponibles para propiciar sus amarres en sociedad; y que cuando por el magro

fruto de sus interacciones no alcancen a cosecharse afectos, no obstante sí

quedarán los barbechos de su confianza y respetos suficientes donde sembrar las

chances de futuras colaboraciones gestadas sobre un tejido social de

cooperación.

20. Estas regularidades comportamentales se impregnan en sus propias texturas

de sentimientos de admiración, de reluctancia, de compasión y fundamentalmente

del sentimiento de justicia. La regularidad se afianza en norma, y la ley positiva

como institución vendrá a ser como una prótesis de igual condición a la osamenta

consuetudinaria que prolonga, colocada para reforzamiento y rehabilitación pero a

la espera de ser aprehendida y generalmente aceptada, siendo asumida como

una buena idea, como una buena práctica que, además, reafirma su conveniencia

31

Page 32: LAS REGLAS COMO UN PROCESO DE APRENDIZAJEaustrianconference.org/ponencias/2008/Castro Ponencias.pdf · realistas, que afectan las posibilidades del entendimiento y a la postre de

al modo en que las prótesis son recubiertas y reintegradas por los demás tejidos

que la incorporan, cuando la aprueban y la absorben, como a un genuino tutor del

proceso.

Si este proceso de consolidación no procediera, entonces la prótesis habrá sido

inadecuada y estéril, cuando no inútil y perniciosa. Indudablemente todo lo

argumentado bajo esta línea de pensamiento encierra expectativas muy

favorables en derredor de las naturales capacidades humanas para asentar y

amalgamar un armónico orden de convivencia, basal para madurar luego el

concepto de civilización.

21. Esta confianza en la cooperación del individuo con sus semejantes, para

sortear su situación de debilidad extrema y cubrir sus elevadas necesidades, lo

conduce desde esta tensión a dar espontáneas soluciones, por prueba y error,

hasta mejor acomodarse a fuer de sus aprendizajes; aprendizajes que por

complejos engarzan razón y sentimientos, ideas y emociones, en un todo

institucional que viabiliza un mejor orden social.

22. Por tal senda va la cosa cuando pensamos en productos sociales tales como

el lenguaje o quizás la moneda, que no reconocen descubridor sino que surgen y

se refuerzan del continuo tránsito de la gente encaminado en una misma dirección

y sentido.

23. Esto sucede a cuenta del carácter que se desprende de este tipo de

instituciones, que tachan por sí solas de absurdo a cualquier comportamiento en

contrario.

Lo que quiero decir es que nadie intentará comunicar su deseo por un helado

solicitándolo con la palabra "piedra", ni tampoco pagarlo con algún bien que no

goce de aceptación generalizada. Estas reglas presentan la necesidad de su

propio autoacatamiento en sentido unívoco, excluyendo la posibilidad de

inconducentes acciones transgresoras. Suele citarse como ejemplo paradigmático

de este conjunto a las reglas de tránsito, capaces de coordinar el sentido y el

tiempo de todos los automovilistas que se benefician con su cumplimiento. Nadie

imaginará a un conductor cuerdo avanzando todo el tiempo en una ruta por la

mano izquierda, pero sin embargo sí podríamos pensar en autos estacionados en

doble fila a la salida de un colegio, obstruyendo el paso de los demás. ¿En qué

radica la diferencia? El asunto es tan simple como reconocer que el

comportamiento de no avanzar en la ruta por la mano contraria es excluyente,

32

Page 33: LAS REGLAS COMO UN PROCESO DE APRENDIZAJEaustrianconference.org/ponencias/2008/Castro Ponencias.pdf · realistas, que afectan las posibilidades del entendimiento y a la postre de

pues de no respetarse, el daño emergerá inminente para el comitente. La

habitualización de esta conducta deviene naturalmente de apetitos

universalmente coincidentes que se petrifican de modo incuestionable como un

mandato en las mentes de todos los habitantes.

Por el contrario, en cualquier calle urbana, el parar en doble fila violando la norma

permitirá al conductor tomar la ventaja de no perder tiempo en estacionar

mientras recoge a sus pequeños de la escuela, ocasionando apenas un perjuicio

menor a los otros automovilistas que circulen en ese momento por ese lugar.

Víctor Vanberg llama a estas últimas "reglas de solidaridad", mientras que a las

anteriores (las que autoexcluyen acciones transgresoras) las denomina "reglas de

confianza". Simboliza la diferencia entre ambas retomando el clásico ejemplo de

Hume, mostrando a un par de remeros en dos situaciones posibles; una

describiéndolos comprometidos mutuamente en sus esfuerzos cuando estuvieran

sentados el uno frente del otro, pero luego los acomoda uno detrás del otro para

graficar con esta pequeña modificación el cambio que sobreviene sobre los

incentivos y la efectiva posibilidad de sus controles. En esta segunda instancia,

para quien queda fuera de la vista de su compañero no surge imperiosa la

obligación de cooperar respetando la regla. Es que dicha figura presenta la lógica

de la tan conocida situación de dilema de prisionero, en la cual el interés de uno

de los participantes no está del todo alineado con el incentivo nacido de la

conveniencia mutua por respetar la regla.

Con el panorama más claro volvamos a nuestro conductor detenido en doble fila;

los reprensivos bocinazos sancionatorios no demorarían en sonar. Todos los días

el reclamo airado de uno de los padres sobre el infractor, más las miradas de los

demás padres que presionan hasta avergonzarlo, lo empujarían hacia la

retracción de su irrespetuosa conducta. Pero si miramos ese asunto desde su

reverso, sería aquel papá que dispara más vehementemente la bocina quien

carga con el costo personal de la fricción con el infractor, pero en beneficio incluso

de los otros padres menos preocupados o más pasivos.

Nótese aquí la existencia de un segundo dilema de prisionero, cuando alguien

asume todo el costo de su personal disputa para luego transformar el éxito de su

acción en un beneficio público que se desparrama en favor de todos los demás.

Justamente de tal situación podría inferirse, especialmente en presencia de

grupos más grandes, lo benéfico de la positivización prescriptiva del deber ser de

33

Page 34: LAS REGLAS COMO UN PROCESO DE APRENDIZAJEaustrianconference.org/ponencias/2008/Castro Ponencias.pdf · realistas, que afectan las posibilidades del entendimiento y a la postre de

la regla, más sus legítimas sanciones aplicables por un agente neutral y externo

contratado al efecto para poder salvaguardar su efectivo cumplimiento.

Entiéndase que estoy hablando ya del gobierno, de la ley, y del poder para

asegurarla más eficientemente en su vigencia. Es que las situaciones de dilema

de prisionero confieren a los participantes la opción de respetar o transgredir, de

cumplir o hacer trampas, de tolerar o reconvenir, como resultado de un cálculo

racional que contrapone sus intereses circunstanciales con las restricciones

normativas que protegen los intereses del conjunto, y es por ello que se justifica la

coacción. Igual situación de internalizar beneficios y externalizar costos se

presenta cuando un niño entusiasmado por un juego en una pileta deja confundir

sus propios líquidos con el agua, empujado por su deseo de no interrumpir su

divertida participación. Recuerdo cuando niño a las mamás en el club intentando

el reforzamiento de tal prohibición urdiendo una prevención muy imaginativa a sus

infantes, a quienes convencían de que el cloro de la pileta en contacto con el pis

formaría en derredor del cuerpecito del niño una intensa aureola roja capaz de ser

vista por todos en el natatorio. Con esto se apela a la presión de los pares.

Lo expuesto nos permite abrir en tres alternativas posibles la forma de presentar

la decisión de un jugador en particular para autolimitarse y cumplir con la regla;

podremos mostrarla en sus distintos fundamentos en función del carácter más

categórico o más utilitario que inspiren tales constricciones:1) En primer término

partiremos de la propia conciencia del deber ser grabada a fuego en la mente del

actor, acaso gracias a un proceso educativo o merced a un proceso social de

introyección de normas y valores, que lo exigen quizás al modo de un super yo.

Sin perjuicio de la que fuere su causa, en todo caso lo relevante es el carácter

inexcusable de un imperativo moral interior. 2) En segundo término pensamos

utilitariamente la autorrestricción como una respuesta a la presión exterior

operada en razón de los juicios aprobatorios o sancionatorios que esperamos de

los terceros, incluso pudiendo el actor hacer un distingo cualitativo de sus

incidencias según la importancia relativa que para él tuviera cada uno de esos

jueces. 3) Por último pesarán las sanciones materiales que en concreto hubieran

podido establecerse por ley ante la violación o el incumplimiento de la norma,

abriendo con ello un mayor espacio para el cálculo racional de costos beneficios

que habilitaría, en la mente del actor, la evaluación para su potencial trasgresión.

Apliquemos esta gama de constricciones posibles al caso de quien encuentra un

34

Page 35: LAS REGLAS COMO UN PROCESO DE APRENDIZAJEaustrianconference.org/ponencias/2008/Castro Ponencias.pdf · realistas, que afectan las posibilidades del entendimiento y a la postre de

dinero olvidado que no le es propio sin que nadie tomara nota del hallazgo, pero

además cuando se supiera de su legítimo propietario. Naturalmente las

posibilidades de que opere su restitución variarán según gobierne en el

descubridor algún grado diferente de adhesión a la prescripción de no robar.

Entonces, 1) no roba porque su conciencia no se lo permite; 2) no roba pues

estará muy consciente de cómo pudiera verse su obrar por los demás en caso de

que trascendiera lo culposo del hecho, al punto de presumir no poder soportar la

presión social; 3) no roba por el temor de sufrir las sanciones legales que

pudieran serle aplicadas.

Más aún, el profesor Vanberg discrimina la posibilidad de que personas que

prestan habitualmente disposición a la norma pudieran por razones de

oportunidad verse circunstancialmente inclinadas a trasgredirla ante un caso

puntual. Así, a cada instante podríamos apreciar en el hombre una tensión entre

su predisposición a seguir reglas conjugada con su ocasional inclinación a

procurarse sus más inmediatos fines, aún en desmedro de los demás societarios.

No escapa al lector atento, que Vanberg se refiere en este caso a las reglas de

solidaridad, esas que exigen la autorrestricción de cada jugador confiando en que

su adyacente adoptará igual actitud pero sin la garantía de que vaya a hacerlo. Lo

inquietante de este asunto pasa por saber si, ante la presencia constante de

evidencias en contrario, podría confiarse en la verdadera posibilidad de un

aprendizaje social en derredor de la conveniencia de estas cuestiones. Esta es la

verdadera espada de Damocles hincada hacia lo más medular del asunto.

La nueva respuesta de los economistas En principio ha de ser difícil despejar el interrogante batido sobre los incentivos

deficitarios característicos de las reglas de solidaridad valiéndonos de un agente

racional despojado de toda emocionalidad. La figura de un sujeto optimizador

pensado como un hombrecito autónomo, que de tan autónomo luciría

despreocupado de toda cuestión social suscitada más allá de sus fronteras de

interés (obsesionado exclusivamente por maximizar sus propias apetencias

personales, carente de empatías y ajeno a la suerte de sus pares) parece un

estereotipo comportamental extremo no apto para atisbar una solución al

35

Page 36: LAS REGLAS COMO UN PROCESO DE APRENDIZAJEaustrianconference.org/ponencias/2008/Castro Ponencias.pdf · realistas, que afectan las posibilidades del entendimiento y a la postre de

interrogante.

Es obvio que un ser maximizador, preocupado en sortear restricciones, haría poco

caso a una regla que al ser planteada dibuja fallas en sus premios y castigos, por

lo que presentará cierto desalineamiento entre sus personales intereses con los

del colectivo. En este sentido, ignorar la influencia de la regla significaría

desatender la inmediata deformación social de sus efectos, de manera tal que los

reclamos por redefiniciones normativas quedan de inmediato expeditos. Sin

embargo es también dificultoso imaginar la aparición de tales reestructuraciones

de la mano de los jugadores que en acto lucran con tales imperfecciones. Es

como ilusionar que partiendo del set de restricciones y reglas vigentes, que de

suyo determinan ganadores y perdedores, cupiera una racionalidad suficiente

para conducir a los agentes económicos a la formulación de reglas generales más

convenientes a más largo plazo, aunque eso derive en la ausencia del goce del

beneficio funcional de su propio reenforzamiento.

Un hombrecito poco provisto de afectos y empatías por sus congéneres

difícilmente habría de lograr alguna clase de respeto por ellos, por lo tanto más

difícil aún será imaginarlo renunciando voluntariamente a cualquier privilegio que

le hubiera caído en suerte, en beneficio de acentuar el carácter más justo de la

regla. La exigencia presentada supone un agente moral dispuesto al

renunciamiento ejemplar en conveniencia del colectivo pero en directo perjuicio

propio. No parece este el paraje en donde habita el homo economicus, ¿verdad?

Podríamos apelar a un supuesto aún más fuerte al hasta aquí empleado, que nos

permita presumir a un ser dotado de una clase de sabiduría apta para ganarlo en

el convencimiento de lo que corresponde hacer en beneficio de un ordenamiento

pareto-superior. Pero ese prudente saber o ese sentido del deber no parece ser el

tipo de racionalidad invocada por ningún economista desde los dichos de Smith

hasta la actualidad. No obstante, la inquietud ha vuelto a resplandecer tibiamente

en las preocupaciones de aquellos economistas conocidos bajo el nombre de

neoinstitucionalistas.

Estos intelectuales se sirven de la razón para argumentar mejores normativas

posibles en función de incentivos y castigos que acompasen las conductas de la

gente hacia presuntas destinaciones pareto-superiores. El avance, al menos, ha

sido anoticiarse de que las reglas no han de ser indiferentes a los resultados

capturables por cada uno de los societarios; la clave pasa por reconocer el peso

36

Page 37: LAS REGLAS COMO UN PROCESO DE APRENDIZAJEaustrianconference.org/ponencias/2008/Castro Ponencias.pdf · realistas, que afectan las posibilidades del entendimiento y a la postre de

que las instituciones ejercen sobre el resultado del orden.

Creo que autores como Ronald Coase, Douglas North y Mancur Olson intuyeron

la lógica de una codeterminación recursiva entre el hacer de miles de sujetos

individuales que, a fuer de cambios en los precios relativos vigentes o en las

tecnologías disponibles -sin despechar la fuerza de factores emocionales e

ideológicos-, terminarían por forjar sus propias instituciones como

reacomodamientos normativos tendientes a dar nuevo asiento y solución a sus

problemas sociales mediante la redefinición de los derechos de propiedad.

A su turno, esas mismas reglas habrían luego de precondicionar el futuro obrar

económico de esos mismos agentes, y en esta fuerza prescriptiva es donde se

incuban vocaciones académicas y políticas inclinadas a amasar una nueva forma

de estructuración y funcionamiento del orden. La magnitud de esta empresa de

suyo admite distintos grados. Puede manifestarse en diferentes propuestas

racionalmente diseñadas para reacomodar, reencausar o hasta intentar

reconstruir -con tales condicionamientos coactivos- todo el desenvolvimiento

social. Pero al fin de cuentas subsistirá latente el planteo de cómo habrían de

enforzarse esas reglas en la medida en que no hubieran sido espontáneamente

asimiladas por la gente. Con ello la ciencia política da paso a la política práctica,

de forma tal de poder enmendar situaciones que se percibieran como fallas.

Así pues, el Estado a través de sus funciones legislativas acaso pudiera oficiar su

remedio regulatoriamente, hasta garantir su funcionamiento deseado. Pero muy

distinto pareciera ser enmendar, donde algo existente amerita por excepción ser

subsanado o asistido subsidiariamente, de lo que significa verdaderamente el

intento de organizar u originar algo previamente inexistente. Con esta

diferenciación le damos una media vuelta al supuesto que nos ocupaba para

afincarnos en los territorios hobbesianos, exactamente opuestos a los de los

escoceses en sus premisas esenciales.

Hobbes y el origen del constructivismo La posición hobbesiana es el clásico paradigma político de deliberada

construcción. Nos acerca en su supuesto el retrato de un hombre ilimitadamente

ambicioso por ganar más poder y sediento de mayores grados de libertades

37

Page 38: LAS REGLAS COMO UN PROCESO DE APRENDIZAJEaustrianconference.org/ponencias/2008/Castro Ponencias.pdf · realistas, que afectan las posibilidades del entendimiento y a la postre de

positivas para conseguir egoístamente a expensas de sus pares sus particulares

fines. Ergo nace de inmediato la necesidad de reconvenir sus peores pasiones de

modo tal de evitar que cada cual pudiera convertirse en el lobo de sus

semejantes. La vía para ello es la razonable posibilidad de consagrar un pacto

social.

Esto es apaciguar la maldad mediante la instauración de un superior Leviatán,

aceptable en general forma desde el temor que cada individuo sería capaz de

infundirle a cada otro. Pareciera en este caso que la naturaleza humana es, en su

estadio más vicioso, la misma fuente de la exigida reconvención. El derecho y sus

sanciones son el instrumento enforzatorio encargado de aplacar y hasta de

doblegar los instintos destructivos del hombre.

Se justifican así el tenor del mandato y el alcance de la coacción estatal, y luce

lógica tal preferencia generalizada, mucho más cuando su ausencia significaría la

continua lucha de todos contra todos que se vaticinaba en el estadio de anarquía.

El argumento nos propone la ausencia absoluta de cooperación entre los

societarios, al tiempo que funda en la facultad de la razón la verdadera chance de

promover normativamente en medio de un mar de dominancias, al menos, una

estabilización.

Hemos confrontado una vez más al constructivismo y a la evolución, por

consiguiente vuelven a abrirse los interrogantes acerca de si la regla es endógena

o exógenamente admitida por el orden; si es anterior o posterior a la

institucionalización del Estado; si de suyo el individuo la acepta merced a un

interesado cálculo previo de racionalidad o si se trata de una autorrestricción del

sujeto ya introyectada inconscientemente, cual paradigma asumido, en

oportunidad de su proceso de sociabilización.

Pues bien, antes de pasar a sistematizar las diferencias existentes entre ambos

enfoques, creo conveniente resaltar los elementos coincidentes revelados en

derredor del atributo esencial del orden:

1. Todo orden es una realidad factual más o menos imperfecta.

2. Siempre representa el intento de sus societarios por aterrizar sus desafíos y

conflictos sobre una mejor solución de posibles convergencias.

3. Políticamente podrá arribarse a fórmulas de armonización en tanto que, otras

veces, aparecerán bien nítidas por la ladera opuesta las huellas de sus

dominancias internas.

38

Page 39: LAS REGLAS COMO UN PROCESO DE APRENDIZAJEaustrianconference.org/ponencias/2008/Castro Ponencias.pdf · realistas, que afectan las posibilidades del entendimiento y a la postre de

4. En consecuencia, presenciaremos órdenes más autónomos o heterónomos, lo

que no quita su endógena tendencia hacia alguna especie de equilibrio.

5. Por consiguiente se decantarán consensos básicos o simplemente transitorias

treguas, alentadas desde la estabilidad y previsibilidad que mínimamente reclama

cualquier persona y todo ordenamiento de personas para poder funcionar.

El orden así representado, como resultado de una interacción social, afincado

sobre normas y respetuoso de sus jerarquías, no nos será suficiente para

evitarnos una serie de distinciones igualmente sustanciales a la hora de mejor

comprender su naturaleza. Obviamente, estas distinciones se muestran

imputables desde las anteriores naturalezas que cada concepción filosófica

hubiera reconocido en sus societarios.

Comencemos por oponer las visiones en torno del derecho. Para los

evolucionistas la norma es el resultado de un largo proceso social de

descubrimiento; la regla como regularidad de comportamiento y luego, calcada

sobre ella, la ley, actúan como un dispositivo sancionado a fin de proteger valores

incubados previamente en la sociedad. Se trata de valores asimilables e

internalizados tras un largo proceso de aprendizaje, desarrollado con jugadas

repetidas, en el cual los actores van reconociendo bondades de tratos

recíprocamente ventajosos, es decir justos, explicados a través de las relaciones

de ganar-ganar.

A la inversa, desde el constructivismo podría válidamente entenderse al derecho

como un deliberado instrumento de enforzamiento social, utilizable para el

condicionamiento de futuras conductas merced a los incentivos y paliativos que la

ley impusiera a todos los participantes del orden en cuestión. Claro que tales

exógenas prescripciones normológicas encubrirán por detrás de sí verdaderas

pretensiones axiológicas, con más la arrogante suposición de que ellas pueden

descubrirse a priori al propio tiempo de poder conocer cómo deben luego

instituirse.

Sabemos que las normas prescriben o prohíben conductas enderezadas a la

protección de valores últimos, a los que custodian con la imposición de sus

sanciones. Es entonces cuando el Estado cobra vida; pero redundará decir que la

figura estatal será construida por ambos supuestos a partir de condiciones

distintas y dotada de atributos divergentes.

Para los escoceses el Estado, al que mejor llaman Gobierno, ha de instalarse

39

Page 40: LAS REGLAS COMO UN PROCESO DE APRENDIZAJEaustrianconference.org/ponencias/2008/Castro Ponencias.pdf · realistas, que afectan las posibilidades del entendimiento y a la postre de

meramente a efectos de custodiar los beneficios espontáneamente alcanzados

gracias al armónico funcionamiento del orden natural, preservándolo de aquellas

eventuales conductas maliciosas que pudieran dañarlo.

Por consiguiente, el Estado se asume desde una prudente concepción de

custodia de aquellos valores y normas erigidos previa y espontáneamente por los

miembros de una sociedad, que se pondría en riesgo desde el enorme daño que

podrían asestarle ciertas conductas agresoras propensas a macerarse al ritmo de

las multiplicadas relaciones de segundo grado típicas de sociedades más

grandes, donde las contrataciones -ya despersonalizadas- no han de valerse

tanto de los afectos, las simpatías y las empatías para poder viabilizar los planes

de vida de sus integrantes.

Allí es donde el mínimo Estado gendarme, a posteriori y a modo de solución,

cobraría sentido controlando por excepción la enorme pérdida que detonaría la

amenaza de esas pocas conductas viciosas, capaces de corromper

progresivamente con su aparición y en poco tiempo al orden todo, de manera

magníficamente retratada por la manzanita podrida que luego pica el cajón entero.

Contrariamente, el Leviatán hobbesiano es más bien un requisito necesario para

que el orden pueda echarse a andar. El Estado ha de ubicarse entonces con

prelación a la posibilidad de todo relacionamiento pacífico entre las personas,

incapacitadas por su mismo estado de naturaleza para lograr armonías

comportamentales, salvo bajo la constricción de un aparato de fuerza pública que

vendrá a instituir cierto orden público desde el poder de su dominancia. Esta

visión se monta racionalmente sobre la necesidad de una acumulación o

concentración del poder ab-initio, que daría sustento al orden tras el despliegue y

la fijación coercitiva de pautas sociales de comportamiento, reforzadas en su

aceptación por la gente sólo desde el temor de recaer en la desgracia del estadio

anárquico anterior.

En ambos casos ha de percibirse al Estado como una organización finalista,

explicable para amalgamar y mejor preservar los incentivos del orden o evitarle

desvíos, aunque erigible, con diferente pretensión, a distintas alturas de las

dinámicas sociales que lo caracterizan y consolidan.

En resumen:

1. En el primer caso será el Estado un tutor apto para potenciar el funcionamiento

40

Page 41: LAS REGLAS COMO UN PROCESO DE APRENDIZAJEaustrianconference.org/ponencias/2008/Castro Ponencias.pdf · realistas, que afectan las posibilidades del entendimiento y a la postre de

benéfico de un orden ya incubado, en tanto que en el segundo ha de ser casi su

leit motiv a la hora de fundar los parámetros regulatorios en la posibilidad de su

ulterior concreción.

2. Véase además que en el primer caso el orden público, y por tanto la ley,

sucede al orden privado; en tanto que en el segundo el orden privado, y ergo su

derecho, quedará enmarcado bajo las disposiciones legales previas que impone

el orden público.

3. La tarea del legislador en un caso no será más que recoger prudentemente a

posteriori el retrato de la nomología aprontada por los usos y las costumbres, en

tanto que en la segunda visión su pluma debería propender más enérgicamente

ab-initio a encuadrar hasta acostumbrar a los súbditos dentro del diseño del

orden, instituyendo los incentivos y paliativos que dieran aseguranza a tal

objetivo. Por tanto en la primera concepción habríamos de pensar en agentes

más receptivos, en funcionarios más mandatarios, mientras que en la segunda en

funcionarios más omniscientes, soberanos y mandantes.

4. Por último queda un distingo importante que hacer en derredor a los

sentimientos morales que fundan uno y otro orden: para los escoceses la

naturaleza humana inclina sus apetitos hacia la sociabilidad haciendo brotar de

inmediato sentimientos de amor, confianza o respeto entre la gente. Las personas

lucen al extremo menos atemorizadas de sus semejantes, en tanto que tal

sentimiento de miedo es el que prepondera en el relato hobbesiano. Es dable

pensar entonces que personas más confiadas en los demás habrían de confiar

también más en sí mismas, y que a la inversa quien temiera más del asedio del

otro habría de temer tanto más por su propia suerte.

Esta distinción nos vuelve a su vez sobre aquella más primaria que apuntáramos

a tiempo sobre la fruición o la frugalidad de las personas para encarar

personalmente sus vidas, y crece de inmediato una relación posible prolongando

la lumbre de tales conjeturas, realizadas sobre el modo personal de sentir del

individuo, hacia el campo de la política.

¿No pudiera plantearse entonces la hipótesis de que, en cierta forma, nuestro

más completo hombrecillo de razón y sentimientos habría de estar dispuesto a

advocar por más libertades para desenvolverse en aquellos territorios del orden

público en los que se siente más confiado y luego fruitivo en su apetito por más

vivencias? Y, a la inversa, pero con igual argumento, ¿no podríamos pensar en

41

Page 42: LAS REGLAS COMO UN PROCESO DE APRENDIZAJEaustrianconference.org/ponencias/2008/Castro Ponencias.pdf · realistas, que afectan las posibilidades del entendimiento y a la postre de

los reclamos en torno a la aplicación de reaseguros sociales o de empalizadas

defensivas que se hacen lógicos ante la mayor desconfianza y el temor personal a

futuros fracasos?

Lo que estoy sugiriendo es que tanto el amor y el temor como la fruición y la

quejumbre son elementos emocionales a tener en cuenta a la hora de imaginar

los posibles grados de libertad que se irán incubando por dentro del orden. En

cuanto a la razón, es la que nos permite abstraer y enunciar los principios

generales que lo rigen, incluso nos lleva a proponer su refinamiento en aras de

beneficios generalizados invisibles al ejercicio inmediato de mezquindades y

apresuramientos; sin embargo, no ha de ser elemento suficiente para gestar por

sí sola el diseño y posterior aprendizaje institucional del cual nos venimos

ocupando.

42

Page 43: LAS REGLAS COMO UN PROCESO DE APRENDIZAJEaustrianconference.org/ponencias/2008/Castro Ponencias.pdf · realistas, que afectan las posibilidades del entendimiento y a la postre de

Capítulo III

LOS LEGISLADORES COMO PARTE DEL PROCESO DE APRENDIZAJE

De optimistas y pesimistas

Como siempre, habrá fundados elementos para ser optimistas y otros tantos para

ser pesimistas. A riesgo de mostrarme optimista sobre el asunto de fondo, y a

sabiendas que el período puesto en consideración es suficientemente largo para

no apagar el pesimismo que pudiera inundar, en alguna geografía, la suerte de

una o varias generaciones, encuentro que son incontrastables las huellas de

aprendizajes sociales, tales como los que en razón de la instauración del instituto

de la propiedad privada se aprontaron a remover en forma definitiva los nocivos

efectos de la tragedia de lo común.

Podemos pensar también en la liberación e igualación de los esclavos

prevaleciendo a las aparentemente inexpugnables conveniencias que, en virtud

de las legalizadas dominancias, disfrutaban sus dueños. Y aún queda espacio

para considerar igual la incorporación de la mujer a la vida pública, tanto política

como profesional, experimentada en países de occidente. ¿No son estos

ejercicios los que aventaron al hombre de sus precarias rusticidades a medida

que lograba elevarse, intelectual y espiritualmente, en el perfeccionamiento de

civilizaciones resplandecientes de sus mejores quilates?

Obviamente no estoy en condiciones de dar unívoca respuesta a la naturaleza y

suerte de estos hallazgos institucionales, ni de explicar la procedencia de su

puesta en marcha, pero ello no nos retira de la posibilidad de comentarlos

respaldados en el proceso factual que los convalida y da sobradas cuentas del

realismo de su ocurrencia.

En cualquier caso todas estas cuestiones obedecerán, a babor o a estribor, al

intento de estabilizar algún costado problemático del orden, cuando no a la

incesante búsqueda espontánea o anárquica de su mejor condición.

En suma:

43

Page 44: LAS REGLAS COMO UN PROCESO DE APRENDIZAJEaustrianconference.org/ponencias/2008/Castro Ponencias.pdf · realistas, que afectan las posibilidades del entendimiento y a la postre de

1) Tengamos presente que todo orden reclama endógenamente su propia

estabilización.

2) Que ella deviene como producto de su institucionalización, la que consiste en

amalgamar sus normas y las jerarquías internas de sus elementos, y la

configuración propia de sus estructuras de poder.

3) Que todas ellas están sustentadas desde la previa adquisición de algún criterio

de justicia.

4) Que, naturalmente, fruto de ello se instala su ethos rector, que es el credo

venerado por sus societarios sobre un cúmulo de valores prevalecientes.

5) Que por consiguiente late a su interior vívidamente un continuo proceso político

llamado a suministrarle equilibrio en respeto de los consensos que pudieran

alcanzarse o de las dominancias que no pudieran removerse. En ese marco es

que adquieren relevancia y fuerza determinativa las instituciones tales como el

derecho, la legislación, o el Estado, entendido como el administrador de justicia

pero también como el concentrador monopólico de la fuerza pública. Estas

instituciones son admitidas, en paradojal consecuencia, de manera optimista

como una solución o de manera pesimista como un problema.

A esta altura brota inminente que entre los problemas y sus soluciones median los

aprendizajes, y que en el marco de todo proceso político surgen aprendizajes

institucionales que pudieran ascender a distintos niveles o sucederse en

diferentes etapas. Casi intuitivamente asumimos que arribar a alguna forma de

convivencia precederá a alcanzar consensos más profundos en derredor de

mayores grados de libertad. Sabemos que el fluir de estos procesos va

delimitando órbitas públicas y privadas, al modo en que el césped se va tejiendo

entrecruzado en medio de las piedras, a veces prolijamente y otras desbordado

hasta sepultarlas. Así se manifiesta, según Adam Smith, la labor del legislador al

momento de garantir o entorpecer la convivencia, según obrare pleno de

prudencia o, inversamente, cuando se comportara con la arrogancia de un

hombre doctrinario.

Entonces, por un lado aparece una caracterización vinculada con el consejo de la

prudencia, obstinado siempre en el reconocimiento previo de los mínimos límites

de tolerancia y respeto que sujetan todo accionar en aras de una mejor

convivencia. Si la dinámica de la sociedad pudiera analogarse con la marcha de

44

Page 45: LAS REGLAS COMO UN PROCESO DE APRENDIZAJEaustrianconference.org/ponencias/2008/Castro Ponencias.pdf · realistas, que afectan las posibilidades del entendimiento y a la postre de

un tren, habría de tenerse en cuenta que la misma está acompañada por la

orientación de sus vías. Sin embargo, cuando se requiera el torcimiento de su

dirección, algún dispositivo ferroviario de cruce permitirá al guarda barreras un

cambio de vías sin fricciones, sin descarrilamientos, casi naturalmente,

acomodando la marcha conforme a su renovado deseo.

Acaso el cambio en búsqueda de algún redireccionamiento de las preferencias y

de los valores de una sociedad habría de ser facilitado desde la labor de aquel

legislador prudente, reconocedor pleno de la demanda de cambio pero también

del adecuado ritmo que asegura su factibilidad. Queda por aclarar al respecto que

un sistema de decisiones políticas bien abierto y competitivo habría de propiciar el

mejor entendimiento entre el sentir y el pensar de la gente con el de quienes los

representan y de alguna forma manejan las palancas de la legislación, de manera

tal de evitar con su suave uso las chances de descarrilamiento.

Sin embargo, por otro lado el propio Smith nos presentaba, inmersos en el desafío

de alcanzar una mejor convivencia, el riesgo de un legislador ya no prudente sino

doctrinario, exhibiéndolo pretencioso de un conocer superior, aunque de ningún

modo portador de la sabiduría que el ejercicio de la función recomendara. Así

pues lo describía como un riesgo degenerativo del sistema, toda vez que aquel

abusara del ejercicio del poder para desviarse del espontáneo ordenamiento que

lo precedía.

Nos lo pintaba el escocés nítidamente cuando indicaba que “el hombre dado a la

sistematización imagina poder ordenar los diferentes miembros de la Gran

Sociedad con la misma facilidad con que se disponen las piezas sobre un tablero

de ajedrez. No advierte que los trebejos no tienen otro principio motor que aquel

que la mano les transmite, mientras que, en el gran tablero de la sociedad

humana, cada pieza posee su propio impulso, siempre diferente del que el

legislador pueda desear imprimirle. Si ambos coinciden y actúan al unísono, el

juego resultará fácil y armónico y también, probablemente, grato y fructífero. Si

fueran opuestos o divergentes, el juego resultará penoso y la sociedad se hallará

en todo momento inmersa en el mayor desorden”.

En este último caso Smith nos presenta al legislador doctrinario estipulando una

ley que, cual cuerpo extraño, viene a perturbar el funcionamiento del orden social

distorsionándolo con su coacción y sus incentivos, alterando las actuaciones entre

45

Page 46: LAS REGLAS COMO UN PROCESO DE APRENDIZAJEaustrianconference.org/ponencias/2008/Castro Ponencias.pdf · realistas, que afectan las posibilidades del entendimiento y a la postre de

sus societarios y, para peor, corroyendo tal vez los sentimientos encargados de

amarrar y recubrir el sensible entretejido de todas sus relaciones interpersonales.

Esta cuestión modal del ser de sus legisladores nos habilita en el asunto de

fondo, que es de por sí una tensión de otro nivel, la tensión más profunda que

existe entre la necesidad de homogeneidades básicas para propiciar la vida en

sociedad sin conflictos y la que demanda diversidad suficiente para que de las

diferencias nazcan las verdaderas posibilidades de aprendizaje.

La libertad -que en el fondo es el grado de discrecionalidad de la gente dispuesto

dentro de un marco legal de igualdad- nos da cuenta que el logro de mayores

grados de tolerancia recíproca en el sentir, el pensar y el hacer efectivo de las

personas, tendrá directa relación con las mejores chances de advertir

innovaciones a futuro provechosas. Así pues, más grados de libertad

genuinamente asumidos por los societarios en forma de consensos basales,

enriquecerán las chances felicitarias de los participantes puestos en un todo de

acuerdo con esta clase de principios.

Sin embargo, la parición individual de tales resultados sólo ha de ser verificada

ex-post facto, por lo que el cambio de reglas del juego en una dirección más

liberal se apronta bajo el desafío político de darle verdadera remoción a los

miedos y los intereses de corto plazo que pudieran sofrenarlo. El aprendizaje de

vivir con más grados de libertad, que es a su vez naturalmente el de vivir con

mayor grado de responsabilidad individual, no escapa a la lógica de todo

aprendizaje, la que nos conmina a verificar sus efectos sólo tras haberlos logrado.

Lo que quiero decir es que uno se da cuenta que se eleva sólo después de

alcanzar la altura suficiente para detectarlo, y no antes. Imaginar, planear, actuar

y sentir por parte de cada uno en una realidad que es a su vez compartida no

estará exento de avatares y desencajamientos de toda índole, removibles sólo en

función de mediar la primera clase de aprendizaje, aquel de la convivencia, que

se encadena y realimenta recursivamente luego con la segunda clase de

aprendizaje, el que enarbola la libertad.

El problema nos enfrenta individualmente a cada uno pero al tiempo que atañe a

cada otro, sencillamente porque los haceres, sentires y decires de cada cual no

han de ser habitualmente indiferentes a los demás. Por tanto, existe una posición

de cada uno para con el colectivo, una visión personal acerca de cómo mejor

46

Page 47: LAS REGLAS COMO UN PROCESO DE APRENDIZAJEaustrianconference.org/ponencias/2008/Castro Ponencias.pdf · realistas, que afectan las posibilidades del entendimiento y a la postre de

funcionaría este orden y en relación a qué cosas están dispuestos a ofrecerse y

demandarse entre los propios societarios.

Quedará pendiente precisar si las inquietudes emocionales que promueven un

cambio serán seguidas de un plan o de una acción, para culminar con la

placentera remoción de la ansiedad que las precedía, o si tras esas primarias

inquietudes la casualidad, el accidente o la prueba y el error serán los canales

propicios para descubrir soluciones que, tras celebradas, serán recién cabalmente

entendidas

Por tanto, y tal como ya apuntáramos, la temática habilita su presentación en un

arco de posturas explicativas que la muestran desde los escoceses y la libre

evolución de sus órdenes espontáneos, hasta el constructivismo tipificado en la

postura de Hobbes como un acto racional de previa deliberación para contener las

profundas falencias humanas y habilitar como desde fuera o desde arriba la

propia gestación del orden.

Estas diferencias de enfoque quedan entonces desplegadas como si la sociedad

en su movimiento viniera cual tren, pitando en reclamo de la dirección de su

propio destino o, al contrario, pudiendo dirigirse sólo hacia donde el dibujo de las

vías la condujera conforme al designio de su planificador. ¿O quizás también, en

una simbiosis a diferentes grados, pudiera pensarse en la articulación posible de

ambas explicaciones?

Entonces, en medio de estas dos posturas situaría yo a los institucionalistas, más

cercanos a los evolucionistas, pues tal como su apelativo lo indica reconocen a

las instituciones dentro del curso de un complejo proceso social que las aviene y

rehabilita. Pero este reconocimiento también permite a los cientistas hacer ciertas

propuestas de sintonía fina entre ese credo axiológico subyacente al que

aludíamos antes y la formulación exegética de sus reglas, de cara a la refinación

de estas para mejor permitir saludables liberaciones de energías y las chances

felicitarias de sus agentes.

Podríamos decir entonces que los institucionalistas abren la puerta al académico

con el fin de explicar la lógica del proceso e intervenir mínimamente para facilitarlo

47

Page 48: LAS REGLAS COMO UN PROCESO DE APRENDIZAJEaustrianconference.org/ponencias/2008/Castro Ponencias.pdf · realistas, que afectan las posibilidades del entendimiento y a la postre de

hacia las comunes finalidades previas que hubieran podido ser proclamadas;

como interviniendo a favor de la corriente, conforme al mandato de la propia

evolución y a resguardo de evitar generalizados sometimientos por los cuales

pudieran incubarse las chances de futuros estallidos.

Ya hemos advertido insistentemente acerca de la imposibilidad gnoseológica que

sobrevuela las auténticas posibilidades de detección de tales mandatos colectivos

y de su efectiva inteligibilización, por lo cual, y a consecuencia de ello, las leyes,

sus incentivos y sanciones conllevan el riesgo de traducirse en costos sociales si

se cobran cierta independencia política al ser formuladas por fuera del ethos que

solicitaba su protección.

Y es en este punto donde luce monumental la labor de James Buchanan, tan

obsesionado por traslucir la disposición anticipada de mejores sets alternativos de

reglas constitucionales -limitantes de la amenaza política de tales desvíos- para

ser insertas cuando la ocasión se presentara viable. No caben dudas que

estamos en presencia de aportes interesados en brindar respuestas normativas,

afincados en el territorio de la ciencia política pero edificados merced a las

aportaciones de la metodología económica.

Buchanan, muy atento a la estructura de poder que todo orden incuba para

asegurar a sus societarios cierta clase de seguridades mínimas en el sentido

hobbesiano, se va alejando de Hobbes al enriquecer su prédica con el decir

contractualista de Spinoza, como sospechando que existe en algún momento de

la vida social espacio para mejorar los contratos sociales, para practicar aquellos

aprendizajes compartidos de los mejores sets de reglas posibles, y asestar límites

constitucionales sobre el poder de los soberanos.

Confiado en que de tanto en tanto y por razones políticas se abren, por lo general

ante una crisis, horizontes de más largo plazo donde priman menos las disputas

distributivas de toda coyuntura, Buchanan sospecha que los aparejos de reglas

previamente ofrecidos desde la neutralidad de la academia pueden cobrar vida

social en virtud de la sabiduría concentrada que portan gracias al trabajo

intelectual hecho en el vacío. Pero no debe confundirse el lector, pues una cosa

es pensar la ciencia política en el vacío y otra es intentar aplicarla como si tal

vacío existiese realmente. Acaso esta diferencia substancial es la que distingue

cabalmente la labor de Buchanan de la de John Rawls.

48

Page 49: LAS REGLAS COMO UN PROCESO DE APRENDIZAJEaustrianconference.org/ponencias/2008/Castro Ponencias.pdf · realistas, que afectan las posibilidades del entendimiento y a la postre de

Sobre las visiones de Hayek y Buchanan con relación al orden, a sus normatividades y potenciales aprendizajes

En algún apartado anterior hicimos una distinción entre órdenes espontáneos y

órdenes creados; en derecho el nomos sería un producto de los primeros en tanto

la legislación la referencia de los segundos. Conforme a la visión escocesa de la

que ya dimos abundante cuenta, el nomos es anterior a la legislación, la cual se

justifica artificiosamente como mecanismo de control sobre las ocasionales

reluctancias que pudieran desestabilizarlo y descapitalizarlo nomológicamente.

Con todo, es sabido que un orden aún muy cohesionado en las expectativas de

sus participantes pudiera estar amenazado desde el accionar de diminutos

bribones.

Bien diferente sería la situación cuando las homogeneidades básicas aludidas no

se hubieran consensuado espontáneamente, alejando al orden de su equilibrio

nomológico. Tal diferencia propondrá a la ley como un mecanismo de

consolidación aplicado exógenamente sobre el orden, pero desde el poderoso

designio de la facción dominante. De esta manera el orden, que gozaría por cierto

de menor autonomía, habría apelado a la coerción como forma de revenir un

equilibrio no de fondo, sino concebible sobre el eufemismo de cierta tregua

transitoria. Aquí la legislación y el nomos dejan de calcarse el uno sobre el otro,

se disocian, en tanto que la coacción legal terminará por atornillar el

enforzamiento constructivo del orden en beneficio de unos y perjuicio de los

demás.

Siempre en disputa por el papel protagónico o el de reparto, las fuerzas del

cosmos y del taxis podrán -en ventura de sus supremacías- echarse sombras

recíprocamente, subordinando la ley al nomos o, quizás, a la inversa.

Seguramente el Estado sea la mayor expresión conocida del taxis, y su monopolio

habilitante para positivizar las normas en leyes su función medular, en tanto que

esta función fuera concebida para poder garantir a los societarios la correcta

administración de la justicia. Sin su perjuicio, el alcance del orden público se

define con la envergadura y el protagonismo reservado al Estado.

El profesor Hayek nos ha advertido magistralmente que resulta indeseable y

altamente preocupante que el propio perímetro de la órbita pública sea la

49

Page 50: LAS REGLAS COMO UN PROCESO DE APRENDIZAJEaustrianconference.org/ponencias/2008/Castro Ponencias.pdf · realistas, que afectan las posibilidades del entendimiento y a la postre de

incumbencia particular de una decisión política madurada en su seno y

consagrada a través de sus resortes gubernamentales. Estamos hablando ni más

ni menos que de los parlamentos como ámbitos ocupados de tales cuestiones,

imaginablemente tentados a exacerbarse en sus funciones.

La división de poderes instituida en todas las constituciones modernas estuvo

pensada para garantizar la dilución de tal amenaza de concentración; en igual

sentido acuden las ideas de federalismo o la de sistemas electorales mas

competitivos, todas ellas apuntadas a establecer mecanismos de contrapesos

institucionales diseñados para el cruzamiento de los intereses entre los agentes

políticos del sistema.

A más de todo ello, el propio Hayek terminaría abogando por una legislatura de

asuntos estatales o administrativos incapacitada para sancionar leyes de

convivencia, en un intento por preservar al cosmos del deliberado designio del

taxis. ¿Qué veía el austríaco? Simplemente que la mayor previsibilidad invocable

desde el carácter positivo de la ley pudiera revenir en caprichosas inestabilidades

mutantes al son de las delirantes o mezquinas posiciones de sus representantes.

Ese divorcio, fruto de las alquimias intelectuales de sus mandatarios y mandantes,

se convierte en el talón de Aquiles de los órdenes democráticos. Al punto que,

como consecuencia de ello, pudieran aventurarse cambios legislativos

extravagantes y, a la postre, rígidamente limitantes de toda evolución, que se

ahogaría merced a la delegación de tal función en el Congreso.

Hayek habría de consternarse en hacer descansar la marcha del orden, como

asunto super-importante que es, en la limitada capacidad de los legisladores.

Buchanan, consciente del mismo problema, no pregonaría tal desdoblamiento a lo

ancho en dos órganos distintos, sino que preferirá solicitarlo más bien a lo alto,

eslabonado jerárquicamente en normas constitucionales e infraconstitucionales,

asentando un llamamiento a diferentes quórums para asestar modificaciones en

ambos niveles. Naturalmente la supremacía de los asuntos constitucionales, más

pétreos asentamientos de los aspectos axiológicos del orden, requerirían de

mucha prudencia. Sus modificaciones exigirían altos niveles de participación

popular y la disposición de mayorías muy importantes, cercanas a la unanimidad.

La misma preocupación en ambos pensadores emerge concurrente. Sin embargo,

la vocación contractualista de Buchanan no sería suficiente para obnubilarlo en el

50

Page 51: LAS REGLAS COMO UN PROCESO DE APRENDIZAJEaustrianconference.org/ponencias/2008/Castro Ponencias.pdf · realistas, que afectan las posibilidades del entendimiento y a la postre de

reconocimiento de que el orden era un proceso en curso y que su evolución nos

alejaría de cualquier momento cero en su originaria instancia constitucional.

El pensador americano acepta entonces que el andamiaje nomológico es fruto de

comportamientos anteriores, deslizados como un concurso de expectativas y

conductas convalidadas que a veces ganan aceptación generalizada y otras

veces cementan su vigencia desde la estructura de poder. A partir de ahí es que

habilita el campo propositivo de la ciencia política para la formulación de sistemas

nomológicos concebidos en solución y reforzamiento pareto-superior de las

amenazas y conflictividades del sistema. Su obsesión pasaba por un aprendizaje

intrademocrático destinado a dotar al ordenamiento de continuas

recapitalizaciones institucionales, llamadas a resistir el incesante empuje erosivo

de sus internas dominancias. La constitución, como límite superior, aspiraría a

refrenar toda patología degenerativa del orden, más aún cuando en razón de su

extensión se verificara una amenaza mayor, a consecuencia de la especialización

de sus representantes.

En resumen, en tanto que Hayek instará a propender una mayor tolerancia, a fuer

de conceder menores facultades de intervención a los órganos políticos, y

confiando contrariamente en la libre aplicación de las energías de los societarios

como fuente del enriquecimiento del orden, el profesor americano abordará el

asunto proponiendo mini-soluciones normativas acordadas bajo formas pareto-

superiores, obtenibles entre las partes interesadas a través de negociaciones que

pudieran darse a fin de facilitar el mejoramiento de algunos sin el menoscabo de

otros.

Entonces, prudencialmente, bien pudiera caber la posibilidad de trabajar en la

elaboración de normas pareto-superiores expeditas para el largo plazo. Sin

embargo, nótese que a nuestro modo de ver no ha de ser lo mismo intentar

verificar los márgenes ocultos por dentro de los cuales podría arribarse a un

acuerdo pareto-superior, fruto de una negociación o contrato algún día

positivizable constitucionalmente, que apelar a la tolerancia por mayores rangos

de libertad, compartibles por todos en mayores esferas del comportamiento. La

diferencia es que la primera pregona racionalmente una solución práctica de

ciencia política, removedora de dominancias actuales ya existentes, mientras que

la de Hayek invoca la presencia filosófica de un mandato moral que desciende de

51

Page 52: LAS REGLAS COMO UN PROCESO DE APRENDIZAJEaustrianconference.org/ponencias/2008/Castro Ponencias.pdf · realistas, que afectan las posibilidades del entendimiento y a la postre de

argumentos más generales y abstractos, fueren ellos discutiblemente más

ontológicos o utilitaristas.

Ambos campeones de la libertad parecieran ubicarse a diestra y siniestra del

espiral metodológico que hemos adoptado desde el comienzo mismo de este

trabajo para dar explicación a los posibles cursos de los fenómenos sociales y a

las verdaderas chances de sus aprendizajes. Sus aportes se muestran de modo

tal que, reconocido el orden cual torrentoso e irrefrenable magma, pudieran

añorarse las expectativas de algún benéfico intento racional de refinada

reconducción al margen, merced al cúmulo selectivo de propuestas

consagratorias de los aparejos que permitirían el mejor aprovechamiento de las

energías individuales desatables en el proceso.

Tales proposiciones, racionalmente argumentadas bajo la forma de positivas

sugerencias constitucionales, al ser intelectualmente adoptadas por quienes luego

lideran los cambios sociales podrán tenderse como puentes por donde proseguir

la evolución de un proceso social que, alimentado por ellas, pudiera terminar por

deglutirlas espontánea e inconscientemente a su seno.

Sin embargo, Buchanan no caerá en el error de pensar el set de soluciones

propuestas confiando ingenuamente en la posibilidad de un aprendizaje que

pudiera generarse del mismo modo en que se suscita en la mente de un

estudiante universitario, sino que vislumbra sus verdaderas posibilidades de

generalizada adopción social y política sólo tras el traspié de un orden que,

conformado telecráticamente (es decir, orquestado y enforzado bajo un plan

deliberado de gobierno) no habría podido dar realización a sus expectativas.

Buchanan habría entendido muy bien que lo telecrático de una sociedad abierta

no pasa por intentar llenarla de contenido y alinearla tras una función de bienestar

general inexistente, sino en darle forma a un conjunto de normas de rango

constitucional capaces de mejor orientar sus fuerzas creadoras y disponer sus

límites gubernamentales hacia un orden pareto-superior de concreciones

individuales, de los unos que no dañen los haceres e intereses de los otros.

El diseño constitucional desde esta aportación teórica estará a la espera de su

potencial implementación, como una alternativa a la que se pudiera echar mano

recién cuando se reconocieran políticamente en la opinión pública aquellas fallas

que, desde la academia, se hubieran advertido premonitoriamente al hacer foco

52

Page 53: LAS REGLAS COMO UN PROCESO DE APRENDIZAJEaustrianconference.org/ponencias/2008/Castro Ponencias.pdf · realistas, que afectan las posibilidades del entendimiento y a la postre de

sobre la futura suerte de un orden que se agota cuando es conminatorio de sus

libertades.

Por lo tanto, tal proceso de aprendizaje se manifestará más como un “aprehender”

que como un “aprender”, porque acaso el verdadero entender se reserve apenas

a quienes, liderando el cambio, sean capaces de elevar ejemplaridades

respetadas y aceptadas por el resto del colectivo, que termina por darles curso al

embarcarse por detrás de ellas.

Por último, es muy trascendente a los fines de nuestro estudio resaltar que este

modo de ser positivo en el acatamiento de la regla luce nomocrático, aún cuando

se embarga de un previo deber ser normativo pero telecrático (sólo de principios),

del que se nutre en abstracto. Se encuentra así lejos de poder instalarse a fuer de

utilizar la misma metodología que hubiera permitido su elaboración; como si lo

telecrático de un orden (de comunes cometidos) corrido más allá de las

aceptaciones que pudieran caberle en rededor de sus mini-proposiciones

institucionales, terminara por incubar de forma acumulativa y necesaria las

mayores chances de una posterior detonación.

Concluiremos entonces que la evolución, reconocida como un proceso en

marcha, ha de ser esencialmente nomocrática, aunque pudiera ser enriquecida

sólo marginalmente de mini propuestas científicas telecráticas capaces de

refinarla y elevarla en sus substanciales consecuciones.

Allí es donde se propicia posible la reconciliación de Hayek y Buchanan, allí

donde la racionalidad limitada sólo permite una limitada telecracia en el sentido de

"descubrir" racionalmente sus principios generales y enunciarlos en abstracto,

muy lejos de sus degeneradas formas de contenidos, llamadas también por

Hayek constructivistas, que presumen arrogantemente a la razón humana como

capaz de planear el orden y luego regularlo para darle cumplimiento a su

unificado cometido de bienestar general.

53

Page 54: LAS REGLAS COMO UN PROCESO DE APRENDIZAJEaustrianconference.org/ponencias/2008/Castro Ponencias.pdf · realistas, que afectan las posibilidades del entendimiento y a la postre de

BIBLIOGRAFÍA - POPPER, KARL RAIMUND (1994), Conjeturas y refutaciones: el desarrollo del conocimiento científico. - POPPER, KARL RAIMUND (1982), La evolución y el árbol del conocimiento. - HAYEK, FRIEDRICH AUGUST VON (1973, 1976, 1979 - 3 vols.), Derecho, legislación y libertad. - HAYEK, FRIEDRICH AUGUST VON (1960), The Constitution of Liberty. - ORTEGA Y GASSET, JOSÉ (1939), Ensimismamiento y alteración. Meditación de la técnica. - ORTEGA Y GASSET, JOSÉ (1930), La rebelión de las masas. - MARÍAS, JULIÁN (1989), La felicidad humana. - VÍCTOR VANBERG (1999), Racionalidad y Reglas. Ensayos sobre teoría económica de la Constitución. - MISES, LUDWIG HEINRICH E. VON (1949), La acción humana.

- HUME, DAVID (1739-40), Tratado sobre la naturaleza humana.

- SMITH, ADAM (1759), Teoría de los Sentimientos Morales.

- HOBBES, THOMAS (1651) Leviathan.

- BUCHANAN, JAMES M. y BRENNAN, H. GEOFFREY (1987), La razón de las

normas.

- BUCHANAN, JAMES M. (1975), The Limits of Liberty: Between Anarchy and

Leviathan.

- KIRZNER, ISRAEL MEIR (1979), Perception, Opportunity and Profit: Studies in

the Theory of Entrepreneurship.

54