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Las primeras cartas sobre «Martin Fierro» Al publicarse El gaucho «Martin Fierro», en 1872, la separación entre José Hernández y las pocas instituciones literarias de su época era casi tan radical como la de su escritura y la que dominaba en la poesía de entonces, francamente situada en el declive del romanti- cismo. En 1879, aparecida La vuelta de Martin Fierro, Hernández ya con- cebía su obra como libro y alcanzaba a confirmar, cerrando el poema, mucho de lo que presintió genialmente desde que lo comenzara, como lo atestigna su carta a José Zoilo Miguens, incluida como prólogo a la primera edición de la Ida. Probado el éxito popular del Martín Fierro, Hernández envió ejem- plares a los «grandes» de entonces. Muchos le escribieron, pero mu- chos callaron, en un silencio que, en el caso de Juan María Gutiérrez —de quien se sabe, sin embargo, que envió un ejemplar a Ricardo Palma— y en el de Martín García Mérou, debe ser anotado cuando se los examine como críticos. Entre quienes le contestaron a Hernández, unos no lo conocían per- sonalmente (Miguel Cané); otros lo contaron entre sus más resueltos y tenaces enemigos (Bartolomé Mitre); algunos lo sentían identificado con sus mismas ideas sobre la nacionalidad (Mariano Pelliza, José Tomás Guido> Adolfo Saldías). No faltaron epístolas versificadas, como las de José Maria Zuviría y Salvador Merlino, que no he de considerar en este análisis, por su carácter estrictamente celebratorio. Interesa mirar —así sea brevemente— algunas de esas cartas’. Ernesto Quesada fue el primer critico que advirtió el sugestivo in- terés que ellas tenían. Ya en 1902 les dedicó una glosa inteligente, que

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Page 1: Las primeras cartas sobre «Martin Fierro» · Las primeras cartas sobre «Martin Fierro» Al publicarse El gaucho «Martin Fierro», en 1872, la separación entre José Hernández

Las primeras cartas sobre «Martin Fierro»

Al publicarseEl gaucho «Martin Fierro», en 1872, la separaciónentreJoséHernándezy las pocasinstitucionesliterarias de su épocaera casi tan radical como la de su escrituray la quedominabaen lapoesía de entonces,francamentesituada en el declive del romanti-cismo.

En 1879, aparecidaLa vuelta de Martin Fierro, Hernándezya con-cebíasuobra como libro y alcanzabaaconfirmar, cerrandoel poema,muchode lo quepresintiógenialmentedesdeque lo comenzara,comolo atestignasu cartaaJoséZoilo Miguens, incluida comoprólogo a laprimera edición de la Ida.

Probadoel éxito populardel Martín Fierro, Hernándezenvió ejem-plares a los «grandes»de entonces.Muchos le escribieron,pero mu-choscallaron,en un silencio que, en el caso de Juan María Gutiérrez—de quien se sabe,sin embargo,que envió un ejemplar a RicardoPalma— y en el de Martín García Mérou, debe ser anotadocuandose los examinecomo críticos.

Entrequienesle contestaronaHernández,unosno lo conocíanper-sonalmente(Miguel Cané); otros lo contaronentresus másresueltosy tenacesenemigos(BartoloméMitre); algunoslo sentíanidentificadocon sus mismas ideas sobre la nacionalidad(Mariano Pelliza, JoséTomás Guido> Adolfo Saldías). No faltaron epístolas versificadas,como las de JoséMaria Zuviría y Salvador Merlino, que no he deconsideraren esteanálisis,por sucarácterestrictamentecelebratorio.

Interesamirar —así sea brevemente—algunasde esascartas’.ErnestoQuesadafue el primer critico queadvirtió el sugestivoin-

terésqueellas tenían.Ya en 1902 les dedicóunaglosainteligente,que

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aparececomo nota en su estudioEl «criollismo» en la literatura ar-gentina2 Luis C. Pinto ha insistido, con justificadas razones,en se-ñalarel olvido quelacrítica contemporáneatuvo conrespectoal poemade Hernández.A su vez, Ricardo RodríguezMolas ha subrayadoquemuchasde las cartasque comentoenfatizanel alcancesocial y polí-

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tico del poema -

En su espontaneidad,muestranmaticescríticos a vecesresuelta-menteprecursores;otras, documentanel clima que iba surgiendoentorno de la obra> antes que empezasea elaborarseuna crítica conconcienciade tal. Apuntarésolamentealos rasgosvivos de esaslejanasepístolas.

La carta de Bartolomé Mitre. Es la más conocida,la más citada,porquesus datosaclaranposicionesno únicamenteliterariassino polí-ticas y estéticas.Yo mismo he estudiado,a partir de ella, aspectosdela relación entreHernándezy Mitre ~.

La dedicatoriade Hernándezpuedeleerseen el ejemplarguardadoen la Institución Mitre y dice así: «Hace 25 años que formo en lasfilas de sus adversariospolíticos. Pocos argentinospuedendecir lomismo; pero pocos también se atreverían,como yo, a saltar sobreeserecuerdoparapedirleal ilustradoescritorqueconcedaun pequenoespacioen su biblioteca a estemodestolibro.

Mitre, en su cartadel 14 de abril de 1879, le agradece«las palabrasbenévolasde que viene acompañado>prescindiendode otras que notienen certificado en la repúblicaplatónica de las letras».

Primeraoposición: para Hernándezno hay fracturaentrela repú-blica de las letrasy la repúblicade los nombres;paraMitre, sí. A par-tir de esadiferenciafundamental,cabeanotarlos siguientesaspectosde la crítica de Mitre:

a) Reconoceque la obray el personajehanconseguido«sutítulode ciudadanía»>tantoen la poesíacomo en «la sociabilidad argentina»,es decir, unaextensiónno alcanzadaantespor ningún poetade nues-tro país.

b) Puntualizasu discrepanciacon la «filosofía social» del poema,creemejorconciliarantagonismos;fundándoseen esa disidencia,pun-tualiza un aspectoquerecogerála crítica posterior>muy agudamentey muy profundamente,Ezequiel Martínez Estrada: el pesimismodelpoema. Mitre observaque «deja en el alma una precipitadaamar-gura».

c) Establecela serieHidalgo-Ascasubi-DelCampo-Hernández,y lohace con sutileza. A partir de Mitre, esa ilación genéticafue generali-zándose.Importa destacarel lazo que Mitre advierte entre Hidalgoy Hernándezen la poéticadel «cantaropinando».

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cl) Destacael realismodel poema(«cortadode la masade la vidareal»), aunquecree que ha exagerado,que «ha abusadono poco delnaturalismo».

e) Critica «ciertosbarbarismos»,la exageracióndel colorido local,~‘ ahí surgela diferenciade fondo.

j) El ideal de Mitre es elevar«la inteligencia vulgar» al nivel del6

lenguaje poético

El de Hernández—identificar el espíritu del personajecon suhabla—, encuentrala salida genial a una síntesisque, por lo menosteóricamente,se propusoEcheverría;ninguno de los románticos loalcanzó,precisamenteporquebuscabanpoetizar,elevarel motivo ame-ricano a las conversacioneslingtiísticas literarias de la poesía«culta».

- La carta de Miguel Cané. Cané no conocíaa Hernández,y pareceignorar su azarosavida de combatientepolítico.

Con sagacidad,alcanzaa advertir la fusión entre la experienciadolorosay la poesía; declara su interés por saber «qué vida habrállevado’>; y acabapor sacaren conclusiónun hecho que la biografíade Hernándezconfirma> o sea que el poemano fue escrito «al res-plandor de la pura y abstractaimaginación»,sino, por lo contrario,dejando en el camino, no la lana del carnero,como los débiles,sinolas entrañas,como los fuertes.

Muchasveces seríaretomadadespuésesta intuición de Cané, quevincula la actitud del poetaal motivo del pelícano,inmortalizadoporMusset.

Hay en la cartade Canéotros aciertos.El fundamentales advertirpor qué Hernándezse impone «una forma humilde»> de la que «nosale jamás,por más que lo aguijoneenlas galanurasdel estilo». Canécomprendeque,para queel gauchoentiendaal poema,debesentirseen su misma atmósferalingiiística. Hernándezelevaapoesíael habladel gaucho.

La comparacióncon Ascasubies agudisima,y desentrañalas acti-tudesde ambospoetas: «Ustedha hechoversosgauchescos,no, comoAscasubi,parahacerreír al hombreculto del lenguajedel gaucho,sinopara reflejar en el idioma de éste su índole, sus pasiones,sus sufri-mientos y sus esperanzas...».

SeñalemosqueCanéencomiatambiénla actitudmoral de Hernán-dez, al cantarparalos «desheredados».Su juicio adquiere,así> cerradacoherencia>y establecepor primera vez una síntesisentre la vida delpoeta,su mensajey el público.

Carta de Mariano Pelliza. Como la carta de Pelliza pone muchoénfasisen la dimensiónsociológicadel poema,nadieha advertidoelmásfundamentalde sus aciertos,queatañeaun estrictotemapoético.

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Se refiere Pellizaa la verificación y celebrala «oportunaelecciónde la estrofa».Despuésagrega: «La décimano la usael gauchosinoen composicionesbreves de amor o en felicitaciones, y el romanceasonantadonunca; evitando esos escollos y haciendo uso del sextetooctosílabo, la imitación de los trovos campesinoses perfecta.» Aun-que personalmenteprefiero la designaciónde «sextina>’ para la es-trofa del poema> la calificación de sextetoresulta técnicamenteinobje-table, y más clara que la de «sextilla» propuesta por Tomás Navarro’.

La sextina es una invención de Hernández,que ajusta así la verifi-cación a la estructuradel poemay a su ritmo lírico-narrativo. Pellizafue el primero en observarlo y vale que se lo puntualice. Lo demás,en la carta, pone el acentosobre la persecuciónal gaucho,sobre lainjusticia de las levas del «bárbaroservicio de fronteras»y otros tó-picos agitados también por Hernández; señala, además, la identifi-cación del autor con su personaje, por haber «vivido por muchotiempo en contacto con el gauchajede las cuatro provincias litora-les» 8 y de «tendenciasdominantes de su espíritu> preocupadodesdelarga fecha por la mala suertedel gaucho».

Importa subrayarque Pelliza no sólo ve al poemacomo un testi-monio de simpatíasocial y como un vehículo paraexpresarlas injus-ticias quepadeceun sector del país,sino como una creaciónpoéticavaliosa. Su juicio se refiere, como lo evidencia la fecha de la carta(27 de marzo de 1873), sólo a El gauchoMartin Fierro.- - - Las cartas de Juan María Torres. Se refieren tambiénaEl gauchoMartín Fierro y estánfechadasen Montevideo el 18 y el 23 de febrerode 1874. La primera, muy extensa,reproducelargospasajesdel poema,y la segunda,a raíz de la publicación de la anterior en La Patria,aclara que el suyo no es un juicio crítico> sino una apreciación,yaque los patronesregularesde análisisno puedenaplicarsea «un gau-cho verdadero»t lo cual denunciaya las limitacionesdel entusiastacomentarista>explicables,de algunamanera,por perspectivasde época.

Lo másoriginal es la aproximacióndel Martín Fierro a la novela.Torres sienteque el poemase aleja de las novelas «inmorales y ab-surdas»—sobretodo de las francesas—,basadasen la intriga argu-mental, y que, a la vez, se aproxima a la sencillez de los relatos deFenimoreCooper, en la medidaquepresentala vida, la naturalezaylas costumbres«deun pueblonuevo’>. Cooper, tan elogiadoy seguidopor Sarmiento,tuvo gran difusiónen Hispanoaméricadurantela épocaromántica‘% y Hernández,sin duda, lo leyó.

La intuición de Torres es acertada,pero no precisa la zona demayor aproximación entre Cooper y Hernández: ambos rehúyen eltema sentimentaly el tratamientosubjetivizadode la naturaleza,dosrasgos unánimes de los novelistas y poetas románticos del NuevoMundo.

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En otrasdirecciones>la cartade Torresesmenosoriginal: destacatajantementeel sesgosocial del poema, su defensade los gauchos.que han sustituido a los negroscomo esclavos,«en beneficio exclu-sivo de las (clases)más elevadaso más ambiciosasde la sociedad».Torres glosa largamentelas estrofas que se refieren al martirio delgaucho en un tono de alegatomuy enfático y repetitivo. En su des-borde va más allá queel propio Hernández,e insiste en sus diatribascontra los sectoresilustrados y los gobernantesde la época.

En cuanto al tipo humanodel personaje,lo idealizay, un poco alo Rousseau,lo identifica con «el hombrede la naturaleza».Empa-padade un sobretononacionalista,la cartade Torresaciertatambiénal advertir el sesgoelegíacode Martín Fierro.

La carta de Juana Manuela Gorriti. Refleja el eco de la obra enLima, queJ. M. Gorriti califica de «entusiasta».Un aspectode esacartatiene interés, y lo ha utilizado CarlosAlberto Leumannen el estudioqueprecedeasuedicióncrítica delpoema

La escritora le observaa un literato limeño que muchosaspectosdel poemaresultaránpara él «sánscrito»;le ponepor ejemplo la es-trofa en queFierro cuentaque, con Cruz, hicieron «comoun benditocondos cuerosde bagual»,o sea,unacoberturaconlas mismasformasde las palmasunidas para el rezo del bendito ‘~. El limeño, sujeto aun códigohispanizante,entiendemal la expresióny la interpreta enel sentido que arreglaron con prontitud las pielesde bagual.

La anécdotasirve de apoyoparala reacciónpolémica de Leumann,frente a las anotacionesmuy ceñidasa la documentacióntextualespañola.

En el caso de la Gorriti, hay que advertir la sagacidadcon quesubraya el matiz original del poema> su singularidad lingtiística, suexploraciónde alcancessólo interpretablespor los hijos «deesepaísmágico del fantasistalenguaje».Buen punto de partidaparaexplorarla caray reversoverbal de Hernández,lo que consiguepor fidelidada los rasgosde la lenguadel Platay lo que logra por invención.

La carta de Ricardo Palma. Es muy cortésel mensajedel autor delas TradicionesPeruanas,fechadoen Lima el 5 de mayo de 1879. Porél sabemosque JuanMaria Gutiérrez le envió la Ida.

Elogia los aspectosdocentesde la obra> especialmentelos consejosa los hijos (canto 32 de la Vuelta), y también el contrapuntocon elMoreno. En ambos pasajesve «filosofía sin relumbróny verdaderosentimientopoético». Esta opinión contrastacon los juicios de Una-muno y Lugones,que rechazanel didactismode los consejos.

Tambiénel Anuario, ya en 1879> censurócomo inarmónicosa esospasajes.Señalamosque Palma mencionatangencialmentea Antoniode Trueba,cuyo posibleinflujo sobreHernándezconvendríaexplorar>por la difusión queen esa épocaalcanzóel autor español.

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Carta de José TomásGuido. De tono lírico, se refiere únicamentea El gauchoMartín Fierro y estáfechadael 16 de noviembrede 1878.

Guido siente que Hernándezha logrado fijar estéticamenteun tipode argentino que se extingue«por su asimilación con razasexóticas»,y su poemaconfiere permanenciapoética a tradicionesque sin la pa-labra creadorase hubiesenborrado.

Hay observacionesmás finas: sobre la tristeza del gaucho diceque ésta no obedecesólo a la amargurade su condición social, sinoa la influencia del paisajedel desiertoy a su aislamiento; destacaelespíritu de independenciadel gauchoy su amor a la libertad, comorasgosque lo separanventajosamentede los campesinosde otros paí-ses; creever en el carácterdel gaucho«una mezclasingular de astuciay de candor».

Lo demáses menos original. Guido insiste en algo suficientementeexpresadoen el poema, o seaquelas promesasde la revolución estántodavía incumplidas para los «hijos del Pampero».

Vivaz, expresiva,la carta de Guido traduce estilisticamentela con-moción que el poemale ha causado.

Carta de Adolfo SaMias. Como las de Guido, Pelliza y Torres, serefiere solamentea la Ida. Estáfechadael 16 de noviembre de 1878y dividida en cuatropartes.Saldíasla incluyó en su libro Civilia 1

Hay elogios generales,a veces expresadoscon gracia; así, cuando,refiriéndoseal éxito popular del libro, dice que ha tenido más edicio-ííc~ quc ‘a ~uii~tttu~iuiI lxa’.’u,,at. I2~A~LUi a, ~urx ~UL11CLd pUCttLd, el sig-

nificado de ese Sur queen el poemano se nombra, pero que aun así

alcanzaun raro significante. Dice Saldíasque Martín Fierro es un«poemade lágrimas» y muestra,sin atenuaciones>las lacras de unfalso «progreso’>,cimentadocon «remediosde civilizaciones ajenas’>.

Participael análisisde Saldasde lo polémicoy de lo poético.Trazarápidamentela evolución del gauchocomo tipo social, «el más desam-parado de la suertey de los hombres»,a pesar de su probadopatrio-tismo, y seda lugar paraunareferenciafavorablea la actitudde Rosasfrente a los gauchos.

La carta reiteramuchasafirmacionesimplícitas en el poema;sobretodo, las que se refieren al infortunio del gaucho.Valdrá la penavolver a esalarga noche del gauchajea la que alude Saldias,identifi-cable>acaso,con la nocheritual del canto 32, previa a la diásporadeFierro, sus hijos y el hijo de Cruz; tambiénhabráque llevar másallála alusión a esos«misterios tan íntimos y tan mal comprendidos»que se ocultanen el senode la pampay descifrarel signo de «eseSudde tiernosy dolorososrecuerdos».

Saldíasva desde la precisión histórica a la alusión levementecríptica.

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He procuradoponer el acentoen aquellosaspectosdel epistolariosobreel Martín Fierro quese mantienenmás vivos; que vale la penarepensar;que acaso todavía hoy no han sido llevadosa sus últimasconsecuencias.

No sólo desdeunaposición historicistavale la penaretomaresosjuicios iniciales, comprometidospor posiciones políticas y estéticasdivergentes. Si concebimosla estructuradel poemano al modo deuna vertebraciónfosilizada, sino aceptandosu dialéctica interna, quese integra en un constanteexamende significantesjugadosen el tiem-po, sentiremoscómo, desdelos rápidosapuntesde estascartaslejanas,el tejido del poemade Hernándezse hacemás intrincado y a la veztraslúcido.

La crítica tiene s~.1 primer cimiento en esos testimonios. Y es uncimiento fuerte.

A. PAGÉS LARRAVAProfesorargentino.