las prácticas argumentales del 15m

15
Las prácticas argumentales del 15M Moisés Barba La proliferación de interpretaciones parciales sobre el 15M que ha tenido lugar en los últimos años da cuenta de la complejidad y profundidad del fenómeno. Pero, no obstante la agudeza y lo sugerente de muchas de ellas, carecemos aún de una interpretación integral del 15M capaz de despejar las numerosas dudas que surgen al enfrentar su estudio. El presente texto tiene por objeto contribuir al esfuerzo en pos de esa interpretación integral aportando una perspectiva, creo, novedosa, si bien tan parcial e insuficiente como cualquier otra. Mi propósito en este trabajo es arrojar luz sobre el discurso del 15M a través del estudio de las formas de comunicación que estableció el 15M entre sí mismo y la sociedad, y dentro de sí mismo. La novedad radicará en el aparato categorial ad hoc que habré de proponer para acometer dicho estudio. Defenderé, con esta propuesta, que la comunicación establecida por el 15M no puede entenderse si no es bajo el concepto de argumentación, para llegar a una conclusión menos evidente, a saber, que la lógica que regía las prácticas argumentales del 15M (prácticas cuyo estudio, como hemos dicho, resulta indispensable para el estudio de la comunicación del 15M) entrañaba una profunda intuición política. Comencemos por circunscribir nuestro objeto de estudio. Los límites temporales del 15M son de difícil precisión, puesto que las acciones reivindicativas que tuvieron lugar durante el verano y el otoño del año 2011 tras el desmantelamiento de las acampadas y las que se han sucedido a lo largo de los últimos 4 años muestran una continuidad innegable con las dinámicas del 15M, y, cuando esa continuidad es menos evidente, existe siempre la expectativa de sorprender el “espíritu 15M” aflorando por algún lado, por lo que no resulta claro dónde comienza y dónde acaba el fenómeno. Para facilitar el estudio, nos centraremos en lo que podría considerarse la fase paradigmática del 15M, la conocida como “fase de las acampadas” o de “explosión – estabilización”. Si bien pueden surgir desacuerdos en torno a si los movimientos sociales surgidos a lo largo de los años siguientes caen estrictamente bajo el significado del movimiento 15M o si constituyen una diferencia, nadie negará el uso del término para hacer referencia a las actividades reivindicativas que tuvieron lugar en las plazas de nuestro país entre la manifestación del 15 de mayo y el desmantelamiento de las acampadas en junio de 2011. Esta circunscripción temporal nos permite hablar del 15M en pasado y tomar la necesaria distancia que necesita todo observador. El movimiento 15M, también conocido como movimiento de los indignados, fue un movimiento de protesta que tuvo su origen en la manifestación del 15 de mayo de ese año y la posterior acampada ilegal en la plaza madrileña de la Puerta del Sol, difundiéndose las dinámicas de manifestaciones y acampadas por todo el país con gran

Upload: zaragozapiensa

Post on 01-Oct-2015

43 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

#ZaragozaPiensa. Mesa: Crisis de la práctica argumentalMoisés Barba

TRANSCRIPT

  • Las prcticas argumentales del 15M

    Moiss Barba

    La proliferacin de interpretaciones parciales sobre el 15M que ha tenido lugar en los

    ltimos aos da cuenta de la complejidad y profundidad del fenmeno. Pero, no

    obstante la agudeza y lo sugerente de muchas de ellas, carecemos an de una

    interpretacin integral del 15M capaz de despejar las numerosas dudas que surgen al

    enfrentar su estudio. El presente texto tiene por objeto contribuir al esfuerzo en pos de

    esa interpretacin integral aportando una perspectiva, creo, novedosa, si bien tan parcial

    e insuficiente como cualquier otra. Mi propsito en este trabajo es arrojar luz sobre el

    discurso del 15M a travs del estudio de las formas de comunicacin que estableci el

    15M entre s mismo y la sociedad, y dentro de s mismo. La novedad radicar en el

    aparato categorial ad hoc que habr de proponer para acometer dicho estudio.

    Defender, con esta propuesta, que la comunicacin establecida por el 15M no puede

    entenderse si no es bajo el concepto de argumentacin, para llegar a una conclusin

    menos evidente, a saber, que la lgica que rega las prcticas argumentales del 15M

    (prcticas cuyo estudio, como hemos dicho, resulta indispensable para el estudio de la

    comunicacin del 15M) entraaba una profunda intuicin poltica.

    Comencemos por circunscribir nuestro objeto de estudio. Los lmites temporales del

    15M son de difcil precisin, puesto que las acciones reivindicativas que tuvieron lugar

    durante el verano y el otoo del ao 2011 tras el desmantelamiento de las acampadas y

    las que se han sucedido a lo largo de los ltimos 4 aos muestran una continuidad

    innegable con las dinmicas del 15M, y, cuando esa continuidad es menos evidente,

    existe siempre la expectativa de sorprender el espritu 15M aflorando por algn lado,

    por lo que no resulta claro dnde comienza y dnde acaba el fenmeno. Para facilitar el

    estudio, nos centraremos en lo que podra considerarse la fase paradigmtica del 15M,

    la conocida como fase de las acampadas o de explosin estabilizacin. Si bien

    pueden surgir desacuerdos en torno a si los movimientos sociales surgidos a lo largo de

    los aos siguientes caen estrictamente bajo el significado del movimiento 15M o si

    constituyen una diferencia, nadie negar el uso del trmino para hacer referencia a las

    actividades reivindicativas que tuvieron lugar en las plazas de nuestro pas entre la

    manifestacin del 15 de mayo y el desmantelamiento de las acampadas en junio de

    2011. Esta circunscripcin temporal nos permite hablar del 15M en pasado y tomar la

    necesaria distancia que necesita todo observador.

    El movimiento 15M, tambin conocido como movimiento de los indignados, fue un

    movimiento de protesta que tuvo su origen en la manifestacin del 15 de mayo de ese

    ao y la posterior acampada ilegal en la plaza madrilea de la Puerta del Sol,

    difundindose las dinmicas de manifestaciones y acampadas por todo el pas con gran

  • celeridad. La manifestacin del 15 de mayo fue convocada por diversos colectivos,

    entre los que destacaba Democracia Real Ya (DRY), para protestar de forma pacfica y

    contundente contra lo que consideraban una gestin poltica de la crisis lesiva para las

    mayoras sociales y beneficiosa para los poderes econmicos (bancos, fondos de

    inversin, constructoras) que la haban causado una gestin, por tanto, percibida

    como una injusticia flagrante y un ataque directo e intencionado que tena por condicin

    de posibilidad la falta de democracia, es decir, la disposicin de los actores polticos a

    poner en prctica las medidas que favorecan a los poderes econmicos a base de

    empobrecer a la sociedad, con indiferencia respecto de cul pudiera ser el parecer de

    sta. Adems, la falta de democracia era entendida como un resultado, al menos parcial,

    de la Transicin espaola, en el sentido de que haba dado lugar a un rgimen poltico

    en el que, en la prctica, dos partidos polticos diferentes slo en lo superficial se

    turnaban en el poder, y cuyo ejercicio del mismo los identificaba y los alejaba de la

    ciudadana por cuanto se sometan al dictado de los poderes econmicos. Las medidas

    econmicas injustas, en fin, eran interpretadas como resultado de una falta de

    democracia; en contraposicin, se exigira un mximo de participacin popular en la

    toma de decisiones a todos los niveles.

    Debemos destacar que el rechazo a la poltica, que tal vez constituya el contexto

    ideolgico ms amplio de la prehistoria del 15M, era un lugar comn en el sentir del

    ciudadano espaol desde haca tiempo. El nuestro era uno de los pases con menos

    compromiso directo del ciudadano respecto de sindicatos, partidos, etc. Segn un

    sondeo del CIS de 2007, al 72% de los ciudadanos les interesaba poco o nada la

    poltica; segn uno de 2009, el 133% de los ciudadanos, un porcentaje nada

    despreciable, consider que el principal problema de Espaa no era econmico, sino la

    clase poltica, los partidos y los sindicatos. El 15M fue posible, en buena parte, debido

    al posicionamiento generalizado de la ciudadana respecto de la poltica, que otorgaba

    valores negativos a todo lo relacionado con ella y con el poder. sta es, segn Jaime

    Minguijn y David Pac Salas, la clave: la negacin de las mediaciones como

    herramientas clave en la articulacin de expresin de la voluntad popular. La mayora

    de las interpretaciones del 15M apuntan en la misma direccin, destacando que el

    sentimiento de indignacin con el poder, sentimiento del que beberan sus ideas, dio pie

    a que sus dinmicas representasen la idea de que la lucha por el poder el Estado, en s

    mismo, es una forma de reproducir el poder, es caer en la trampa de la representacin

    y volver a ceder la capacidad de decidir y actuar. El cambio de verdad se genera en los

    mrgenes y en las grietas, autnomamente de las estructuras del Estado. El aparato

    categorial que expondr ms adelante me ha llevado a la conclusin de que en el

    asamblearismo del 15M, cuya razn de ser puede interpretarse como la representacin

    prctica de ese rechazo del poder, haba una inteligente apuesta estratgica.

    Prosigamos con el relato de los hechos: al cabo de la manifestacin del 15 de mayo

    tuvieron lugar enfrentamientos con la polica antidisturbios en la Puerta del Sol y

    alrededores que acabaron en cargas y detenciones. Motivados por el xito de la

    manifestacin y por el enfrentamiento con la polica, un grupo de personas decidi

  • quedarse a acampar aquella misma noche en la plaza para dar visibilidad meditica a las

    demandas de la manifestacin y mostrar su compromiso con ellas. Durante el 16 de

    mayo la acampada tuvo un eco significativo en las redes sociales, especialmente en

    twitter, multiplicando su efecto a travs de otras redes sociales y de mensajes de texto

    de mvil cuando la acampada fue desalojada por la polica en la madrugada del da 17

    de mayo. Desde la maana de aquel mismo da, se difundi una convocatoria para

    expresar apoyo a las personas que haban acampado y rechazo contra la violencia

    policial, y en continuidad con las demandas de la manifestacin del 15 de mayo.

    Aquella noche se reunieron ms de diez mil personas en la Puerta del Sol, y comenzaron

    a ponerse las primeras lonas de lo que sera Acampada Sol, a la vez que las mismas

    reacciones se replicaban en ciudades de todo el pas, estableciendo acampadas en las

    que sera ya habitual la creacin espontnea de cartelera, el asamblearismo, el

    sentimiento de co-pertenencia y todo el resto de elementos, en fin, que definiran el

    aspecto de las acampadas de entonces en adelante. El desafo directo a las instituciones

    adquiri nueva fuerza cuando, ante la prohibicin firme de la Junta Electoral de realizar

    concentraciones durante las 24 horas previas a la jornada electoral del 22 de mayo,

    decenas de miles de personas se reunieron en la Puerta del Sol para lanzar un grito

    mudo a las 24:00, inicio de la jornada de reflexin.

    Estos hechos demostraron que el 15M posea un gran poder de convocatoria, certeza

    que le dio confianza para proseguir con la acampada de forma indefinida. Desde

    entonces, y hasta el desmantelamiento de las acampadas (Acampada Sol fue

    desmantelada el 19 de junio, y Acampada BCN el 30 de junio), sobrevino una fase de

    explosin en cuanto a la reproduccin de acampadas y manifestaciones pero de

    estabilizacin en cuanto al contenido y las formas del 15M, fase en la que afloraron y

    se explicitaron todos los elementos que han quedado en la memoria como sus rasgos

    caractersticos: las convocatorias constantes de manifestaciones y concentraciones; la

    esttica a un tiempo desafiante y amable, reivindicativa y alegre de las acampadas; el

    funcionamiento asambleario; la desobediencia civil; la heterogeneidad social, ideolgica

    y generacional; el rechazo a las formas tradicionales de participar en poltica, a los

    acercamientos de algunos actores polticos y a las interpretaciones mediticas; la

    creacin de colectivos, grupos de trabajo y pensamiento, asambleas generales y de

    barrios; el flujo incesante de personas que visitaban las acampadas, participaban de

    forma espontnea en las asambleas o se comprometan con algn grupo de trabajo, etc.

    Todos estos elementos, si bien atractivos para un estudio esttico del 15M, dificultan

    en gran medida el estudio de su discurso, de las ideas que sostena y de cmo las

    jerarquizaba, del lugar que ocupaba su discurso en el universo ideolgico de su tiempo y

    de sus posibilidades, virtudes y carencias. Esta cuestin, que es la que aqu nos ocupa,

    ha centrado la atencin de un buen nmero de estudiosos. Deseo tomar en consideracin

    la explicacin de igo Errejn, puesto que permite trazar de forma ms clara y

    convincente la continuidad entre el 15M y lo que ha ocurrido despus. Para el anlisis

    del discurso del 15M, parte Errejn del paradigma de la Discourse Theory, que sostiene

  • que ningn hecho social cobra por s mismo ni automticamente significado poltico

    hasta ser problematizado, nombrado e inscrito dentro de marcos interpretativos o

    narrativas ms amplias, que denomina discursos. Entiende, por tanto, que un aspecto

    fundamental del estudio de la poltica es la atencin a las prcticas de generacin de

    sentidos compartidos, que ordenan las lealtades y constituyen las correlaciones de

    fuerzas entre proyectos enfrentados en una sociedad dada. Desde este punto de vista,

    las identidades polticas no son anteriores al discurso que sostienen, sino que se

    construyen como tales durante la produccin de un discurso. Siguiendo a Ernesto

    Laclau, Errejn sostiene que la produccin de un discurso, de una interpretacin

    articulada de la realidad social con vistas a actuar sobre ella, consiste, ante todo, en dos

    procesos: la agregacin de demandas y la delimitacin del enemigo. Las identidades

    polticas se forjan al calor de la construccin de un discurso, y los discursos se

    construyen, en primer lugar, agregando demandas, esto es, identificando entre s una

    multiplicidad de demandas diferentes, sujetndolas a ideas y palabras que estn, por as

    decir, en el aire, y que son las que tienen mayor potencial para concitar el apoyo de la

    sociedad en un contexto dado por ejemplo, democracia; y se construyen, en segundo

    lugar, identificando un otro, en cuya contraposicin se perfilan los contornos del

    sujeto. Se trata, ante todo, de nombrar: nombrar las ideas que pueden sujetar las

    demandas agregadas en una cadena de equivalencias, y nombrar un otro, enemigo o

    adversario que suponga un afuera constitutivo.

    Desde este punto de vista, el discurso del 15M consisti en agregar las demandas

    surgidas de la indignacin por la falta de democracia y la gestin de la crisis

    nombrando, en primer lugar, trminos valiosos para todo el espectro poltico, referentes

    cargados de acepciones positivas, de los que ningn actor poltico puede enajenarse,

    pero cuyo sentido, precisamente por eso, dista mucho de ser unvoco, y est sometido a

    tensiones y competencias: ciudadana, democracia, dignidad, justicia. No se

    trata de ideas de nuevo cuo o pertenecientes a un marco ideolgico novedoso, sino

    pertenecientes al sentir general dentro del que el propio 15M se desenvolva. En buena

    medida, el xito del discurso del 15M se debi a que operaba dentro del marco dado, no

    oponindose a l. En cuanto al otro nombrado, Errejn, como el resto de estudiosos,

    destaca el afn del 15M por trazar la divisin, no entre la derecha y la izquierda, sino

    entre los de arriba, aquellos que han provocado y se han beneficiado de la crisis

    mediante el ejercicio espurio de la autoridad (en lo sucesivo, me referir a este enemigo

    nombrado como el poder), y los de abajo, las mayoras sociales golpeadas por la

    crisis, traicionadas por los actores polticos y atacadas por los poderes econmicos. El

    abrumador apoyo cosechado por el 15M se debi, de este modo, a que su discurso

    disputaba un significado, el de democracia, que a los actores polticos, fuertemente

    desprestigiados, les resultaba muy difcil reclamar, y a que generaba una identidad

    transversal, capaz de obviar las diferencias entre izquierda y derecha y de sumar a todo

    el que, en principio, compartiese el diagnstico: Es gracias a esta desercin de los

    marcos ideolgicos existentes que el 15M ha podido comenzar a generar una identidad

    poltica abruptamente exterior al orden poltico constituido, pero interior a los

  • consensos sociales fundamentales de los que se deriva la legitimidad de los actores

    polticos.

    Pese a lo convincente del enfoque de Errejn, creo que es insuficiente para una

    comprensin integral del discurso del 15M, puesto que no aclara qu mecanismos

    concretos emple el 15M para disputar el sentido de la democracia. Para dar cuenta de

    esta cuestin, hay que acometer el estudio de las prcticas comunicativas y

    argumentales que aloj el 15M, y, con vistas a ello, habr de introducir una serie de

    precisiones conceptuales.

    Por discurso estamos entendiendo un conjunto articulado de prcticas de significado,

    donde articulado hace referencia a que dichas prcticas responden a un mismo

    propsito o caen bajo un mismo principio que las jerarquiza y relaciona entre s.

    Aunque el trmino discurso suscite la imagen de una intervencin hablada, lo cierto

    es que el lenguaje hablado no agota todas las prcticas de significado posibles. Una

    manifestacin, por ejemplo, contar como prctica de significado si es capaz de

    representarlo. Para que pueda decirse que as ha sido, tiene que darse un interlocutor que

    reciba el mensaje lanzado, un interlocutor que se d por enterado, as sean los propios

    integrantes de la manifestacin. Es decir: no ha tenido lugar una prctica de significado

    si no se ha representado significado alguno, y que se haya representado un significado

    quiere decir que se ha transmitido - aunque el receptor sea uno mismo. Para ilustrar esta

    idea de algn modo, imaginemos unas lneas en la arena que pudieran evocar una

    figura: no la evocan realmente, no constituyen significado ninguno si no es en la mente

    de un observador que lo reconozca conscientemente. Esto es una obviedad, pero nos

    permite vincular la produccin del discurso al establecimiento de una interaccin

    comunicativa. Por interaccin comunicativa entiendo el proceso de transmisin de

    informacin entre agentes sobre el que se sostiene un discurso. La interaccin

    comunicativa por la que me he interesado en este trabajo es la que tiene al 15M por

    agente emisor, y a la sociedad, el poder y los medios de comunicacin por

    interlocutores. La interaccin comunicativa que se da en el orden inverso, aquella en la

    que el 15M fue el receptor, seguramente tenga una importancia capital para la

    comprensin integral del fenmeno; no obstante, restricciones de espacio me han

    impedido desarrollarla en este trabajo. Pese a ello, quin fuera el interlocutor de la

    comunicacin s conserva un papel importante en este trabajo, que desarrollo ms

    adelante.

    La unidad comunicativa bsica del 15M, es decir, la categora de los actos

    comunicativos ms efectivos en cuanto a la transmisin de informacin, fue el eslogan.

    El trmino eslogan, que nuestro idioma recoge del ingls, proviene a su vez de dos

    palabras galicas, sluagh y gairm, que en la antigua Escocia designaban el grito de

    guerra de un clan. Para evitar el disonante plural de este anglicismo, emplear de ahora

    en adelante el trmino lema. Los lemas del 15M fueron las sentencias breves y

    llamativas con las que el autor buscaba llamar la atencin sobre su interpretacin de las

    ideas del 15M, ya fuera mediante frases completas o monoslabos, expresiones

    malsonantes o giros literarios de todo tipo, propuestas concretas o exigencias vagas y

  • generales. Cualquier interpretacin exhaustiva del discurso del 15M debe contar con un

    estudio emprico de los mensajes escritos en las pancartas, carteles, camisetas y paredes,

    y transportados en manifestaciones, ostentados en las asambleas y dejados en las

    acampadas por doquier, puesto que constituan la manera ms efectiva y rpida, por

    visual y lingstica, de transmitir las ideas, y, por tanto, las ideas as expresadas son las

    que terminan por fraguar como las genuinas. De este modo, los lemas ms recurrentes

    explicitaran las ideas que concitaban un mayor acuerdo entre los integrantes del 15M,

    y, por ello, las que pueden considerarse sus ideas capitales. Hay que consignar que uno

    de los aspectos mejor recordados del 15M fue la imaginacin y creatividad desbordantes

    que demostr a la hora de ingeniar lemas capaces de expresar las demandas en las que

    cristaliz el sentimiento de indignacin. La multitud de lemas disponibles dificultara

    mucho el estudio de las ideas del 15M si no fuera porque, afortunadamente, una misma

    idea era expresada por un cierto nmero de lemas distintos.

    A este respecto, Nuria Prez ha estudiado una muestra de 270 lemas distintos en el

    transcurso de una acampada que, sin embargo, no fue la de la Puerta del Sol o la de

    Barcelona, lo cual nos da una idea de su variedad y nmero. Dicho estudio ha arrojado

    un total de 9 campos lxicos distintos en los que se inscriban las palabras que aparecan

    en los lemas estudiados:

    1. Instituciones polticas y lenguaje electoral. En este campo lxico, las palabras

    ms repetidas eran votar, poltica, derecho, y la ms repetida,

    democracia.

    2. Economa y Banca: banqueros, comprar, vender, pagar

    3. Actividad laboral: trabajo (en el sentido de empleo), paro, pensin,

    jubliacin

    4. Imposibilidad de expresin: silencio, boca, callar

    5. Familia: Hijos, abuelo

    6. Conocimiento y reflexin: cabeza, mente, razn, idea, sentido comn,

    pensar, darse cuenta, educar, ensear

    7. Revolucin: revolucin, luchar, vencer

    8. Espacio urbano: calle, plaza, barrio, Madrid

    9. Colectividad: pueblo, mundo

    Esta clasificacin representa claramente las preocupaciones principales del 15M. No

    obstante, es insuficiente para comprender el discurso del 15M, puesto que no explica

    claramente cmo se articulan entre s ni qu relacin existe entre su aparicin como

    demandas y las actividades que constituyeron importantes prcticas discursivas, como

    las asambleas y las manifestaciones.

    Para acometer esta cuestin, empecemos centrando la atencin en un aspecto importante

    del funcionamiento de los lemas, y es que, si bien hay lemas que se dirigen a un

    interlocutor muy concreto (por ejemplo, Nosotros somos el jodido cambio se refera

    inequvocamente a los integrantes del movimiento), la mayora de ellos no tienen un

    contenido que determine de antemano el interlocutor, de forma que esta funcin la

  • cumple el contexto en el que se enuncia el lema. A la seleccin de un interlocutor en la

    enunciacin de un lema podemos llamarlo direccin comunicativa. Distingo dos

    direcciones comunicativas: hacia fuera, en la que el interlocutor es todo lo que no es

    el 15M - ante todo, el poder, el resto de la sociedad y los medios de comunicacin; y

    hacia dentro, en la que el interlocutor es la masa de los propios integrantes del 15M.

    La direccin comunicativa la determinaba, ante todo, el contexto, siendo nicamente

    una minora los lemas que la determinaban de antemano mediante su contenido. Por

    ejemplo, el lema No nos representan pudo tener, en la manifestacin del 15 de mayo,

    la direccin comunicativa externa, y, en el contexto del cierre de una asamblea en la que

    se lanzan vtores y se corean consignas, pudo tener la direccin comunicativa interna.

    Hagamos an algunas precisiones a este respecto: en primer lugar, un lema con la

    direccin comunicativa externa puede encontrar interlocutores externos distintos, segn

    el caso: un lema no tiene los mismos efectos polticos si constituye una apelacin al

    resto de la sociedad para que se una al movimiento, que si se dirige al poder para

    desafiarlo y denunciarlo. Por tanto, en la direccin comunicativa externa est presente,

    adems, una intencin de especificar el interlocutor buscado, y lo hace distinguiendo

    entre interlocutores. Llamaremos intencin designativa a la intencin de especificar

    el interlocutor a la hora de establecer una interaccin comunicativa, ya sea externa o

    interna. Respecto de la direccin comunicativa interna, la intencin designativa no es la

    de distinguir entre un nmero de interlocutores distintos, sino la de declarar que el

    interlocutor al que se dirige es nico: se tratara de dirigirse a los integrantes del

    movimiento 15M en tanto que comprendidos bajo una sola identidad, como un solo

    interlocutor, apuntalando as su identidad como sujeto. Por ms que identifiquemos

    grupos preexistentes y diferenciados dentro del 15M (por ejemplo, DRY), el afn de

    construccin de una identidad transversal expresada por la palabra personas (y,

    despus, ciudadanos) los situaba a todos al mismo nivel. La intencin designativa

    correspondiente a la comunicacin interna no distingua interlocutores diferentes

    (DRY, JSF), sino que buscaba declarar un interlocutor nico: Nosotros, los

    integrantes del movimiento 15M. Pero an debemos ampliar un poco el sentido de la

    intencin designativa de la comunicacin interna, puesto que la produccin de la

    identidad transversal exiga negar una diferencia sustancial entre los integrantes del

    movimiento 15M y la sociedad espaola. El 15M buscaba convencer, ante todo, de que

    los que acudan a las manifestaciones, participaban en las asambleas, tomaban las plazas

    o sencillamente se acercaban para declarar su apoyo eran un reflejo fiel de la sociedad

    espaola en su conjunto: era la misma sociedad espaola la que construa el 15M, y no

    una faccin determinada por factores ideolgicos, sociolgicos o generacionales. En

    virtud de este objetivo estratgico de asimilacin entre el Nosotros, los integrantes del

    15M y el Nosotros, el pueblo, podemos determinar que, si bien los lemas expresados

    en un contexto de comunicacin interno tenan por interlocutor a los integrantes del

    15M, su intencin designativa pretenda incluir al conjunto de la sociedad espaola en

    ese interlocutor nico. Con esta pretensin, se representaba constantemente la confusin

    entre la direccin comunicativa externa en su intencin designativa de apelacin a la

    sociedad y la direccin comunicativa interna como prueba de la solidez de la identidad

  • transversal. En palabras de Amador Savater, Las plazas no establecieron una frontera

    clara entre dentro y fuera, sino que ms bien alentaban una circulacin permanente.

    Una vez especificadas las categoras bsicas para entender la comunicacin del 15M,

    deseo ir ms all y proponer que el desarrollo de esta forma de comunicacin responde

    a una estrategia argumental del 15M, que entraa una apuesta estratgica. Me centrar,

    para ello, en definir primeramente las prcticas argumentales del 15M, motivacin

    central de este trabajo. Voy a servirme de la nocin bsica de argumentacin

    propuesta por Luis Vega Ren como una manera de dar cuenta y razn de algo ante

    alguien en el curso de un debate. Recordemos, no obstante, que lo que nos ocupa es un

    tipo de interaccin comunicativa en la que lo que importa, a efectos argumentativos, es

    sostener de manera convincente un discurso, y no esperar la respuesta del interlocutor

    para alcanzar un consenso de forma conjunta. De esta forma, la naturaleza poltica del

    movimiento 15M hace excesivo el uso del trmino debate, al menos en el sentido de

    deliberacin. Pese a ello, no podemos desentendernos definitivamente de estas

    palabras, puesto que s nos resultarn tiles a la hora de entender una prctica

    argumentativa importante del 15M, la del asamblearismo. Resolver esta confusin ms

    adelante, al explicar la prctica argumental del asamblearismo deliberativo como una

    apuesta estratgica del 15M.

    Por prctica argumental entiendo una prctica de significado cualquiera con la que se

    busca sostener una idea. Es importante destacar que las prcticas argumentales

    habituales estn relacionadas con la aportacin lingstica de las razones tericas que

    fundamentan la idea defendida; si no me equivoco, ste es el concepto paradigmtico de

    argumentacin que transmite la definicin de Vega Ren. No obstante, cuando

    estudiamos un movimiento social como el 15M debemos tener en cuenta que la

    interaccin comunicativa que establece, al menos en la direccin comunicativa externa,

    no es en absoluto un debate regulado entre individuos, sino una relacin compleja entre

    actores polticos colectivos que puede tener varios sentidos: respecto del poder, la

    comunicacin del 15M no tena el sentido de convencer, y, adems, el grado de

    conflictividad que mostr hace imposible sostener que el 15M le exiga algo al poder.

    La comunicacin del 15M hacia el poder era nicamente de denuncia, de reproche, y,

    por ello, no podemos decir que constituyera una prctica argumental, porque no buscaba

    convencerle de nada. En cambio, el 15M s buscaba convencer a la sociedad: buscaba

    convencerla de la veracidad de su discurso, y, como consecuencia de ello, de que se

    sumara al movimiento. Ahora bien, como decimos, la comunicacin establecida por un

    actor poltico colectivo, al menos cuando se dirige hacia fuera, hacia otro colectivo, es

    compleja, es decir, no se basa, al menos no de forma predominante, en proferir razones

    tericas de forma ordenada. Es cierto que el lema constituye la clula de la

    comunicacin, pero un lema no tiene ningn impacto proferido en solitario, sino cuando

    el interlocutor percibe visual o sonoramente que va acompaado de un nmero de lemas

    semejantes y reunidos en el mismo lugar, que, por ello, muestran su pertenencia a un

    mismo discurso. Por tanto, la forma predominante de comunicacin por parte de un

    movimiento social es la representacin fsica; por ejemplo, mediante manifestaciones y

  • establecimiento de acampadas. A consecuencia de ello, las prcticas argumentales que

    aloje un movimiento social consistirn, de forma predominante, en representaciones

    fsicas.

    Precisemos el concepto de prctica argumental, pues es importante saber distinguir

    entre prcticas de significado y prcticas argumentales. Puesto que las prcticas

    argumentales son, en efecto, prcticas de significado, y en la medida en la que la forma

    predominante de las prcticas de significado de un movimiento social es la

    representacin fsica, las prcticas argumentales predominantes de un movimiento

    social sern representaciones fsicas. Pero no toda prctica de significado constituye una

    prctica argumental. Para que tal sea el caso, tiene que haber una funcionalidad

    argumental, es decir, una bsqueda de coherencia entre las ideas defendidas y la forma

    de defenderlas. Por ejemplo, hay funcionalidad argumental entre la idea a defender de

    que Los bancos son culpables de la crisis y ciertas razones ofrecidas de forma

    lingstica, como La crisis no habra tenido lugar si no fuera por las malas prcticas del

    sector financiero. El paradigma conversacional de la argumentacin facilita, como

    vemos, la funcionalidad argumental, puesto que las prcticas de significado a las que da

    lugar son eminentemente lingsticas y se dan entre individuos. Pero, como hemos

    dicho, las prcticas de significado de los movimientos sociales son, ante todo,

    representaciones fsicas puestas en prctica por actores colectivos y dirigidas a actores

    colectivos, lo cual convierte la funcionalidad argumental en una empresa difcil, puesto

    que hay que buscar una coherencia entre la representacin fsica y las ideas a defender.

    Imaginemos un ejemplo de representacin fsica que constituya un caso de prctica de

    significado pero en la que no quepa identificar funcionalidad argumental: puede darse

    una manifestacin en la que los lemas ofrecidos apunten nicamente en la direccin de

    la idea Los bancos son los culpables de la crisis. Esta manifestacin es, en efecto, una

    prctica de significado, puesto que transmite informacin hacia un interlocutor, pero no

    ofrece funcionalidad ninguna entre la prctica de significado que constituye como

    representacin fsica y la idea de que los banqueros han provocado la crisis. Dicho de

    otra manera, que la manifestacin sea multitudinaria o pequea, de un signo ideolgico

    o de otro, se lleve a cabo en una calle o derive en una acampada, no sirve para sostener

    la idea de que los bancos son los culpables de la crisis. No constituye, por tanto, una

    prctica argumental, y la idea de que los bancos son los culpables de la crisis tendr que

    defenderse mediante prcticas de significado distintas.

    Aclarados estos conceptos, debemos preguntarnos: cules fueron las formas

    predominantes de prcticas argumentales en el 15M? Partamos de las representaciones

    fsicas ms caractersticas del movimiento: manifestaciones, acampadas y asambleas.

    Las ideas con las que estableca funcionalidad argumentativa el 15M mediante las

    manifestaciones son las expresadas en lemas como No hay evolucin sin revolucin,

    Demcrata? No te calles! A la calle!, Indignados!, El pueblo, unido, jams ser

    vencido, etc. Es decir, las ideas en cuyo favor argumentaban las manifestaciones del

    15M eran las de que el ejercicio del poder haba sido tan nefasto en la gestin de la

    crisis y se haba hurtado de forma tan tramposa a los ciudadanos que justificaba que el

  • grueso de la poblacin, movida por un justo sentimiento de indignacin, acudiese a

    manifestarse. La funcionalidad argumental radica en el caso de las manifestaciones en

    sostener la idea de que Nosotros, el 15M, somos el pueblo mediante la asistencia

    masiva y de que, por tanto, y en la medida en la que el significado asumido y tradicional

    de la manifestacin sea el rechazo del poder, El pueblo est indignado con el poder.

    En cuanto al establecimiento de las acampadas, creo que no suponen una funcionalidad

    argumental diferente de la de las manifestaciones, ya que la representacin fsica iba en

    la misma lnea: Somos muchos, somos tantos que se puede decir que somos el pueblo,

    y el pueblo est indignado con el poder, tan indignado que ha decidido enfrentarlo de

    forma directa. Otra idea que se sostena mediante la representacin fsica de las

    manifestaciones y de las acampadas por igual es la de que Esto es algo importante,

    histrico, expresada por lemas como An crees que es una utopa? o El futuro es

    ahora. Por tanto, podemos subsumir las manifestaciones y el establecimiento de las

    acampadas bajo la misma categora de prctica argumental: la prctica argumental de la

    ocupacin masiva del espacio urbano.

    Ahora bien, cules son las ideas con las que el 15M estableca funcionalidad

    argumentativa mediante la celebracin de asambleas? Vamos a la definicin de la

    asamblea: entiendo por asamblea, en el contexto del 15M, una reunin en el espacio

    pblico que, ya fuera con un objetivo determinado o sin l, se fundamentaba en el

    principio de que las decisiones slo son legtimas cuando resultan de una deliberacin

    abierta y plural. Los principios que, idealmente, deban regirla se encuentran dispersos

    en los manifiestos y documentos de trabajo que se emitieron desde las acampadas, as

    como en las ideas fundacionales del movimiento. Por ejemplo, en la Gua rpida de

    dinamizacin de asambleas se habla del pensamiento colectivo como resultado de las

    inteligencias e ideas individuales, lo cual implica el fomento de la participacin a ttulo

    individual y la expresin de todas las opiniones individuales; y se define la

    horizontalidad como una manera de organizacin que implica la igualdad de todas las

    personas participantes. Junto con el pensamiento colectivo y la horizontalidad,

    podemos consignar tambin los principios asamblearios del consenso mximo (el

    consenso se alcanza cuando en la asamblea no hay ninguna postura radicalmente en

    contra); el empleo de cdigos destinados a minimizar la coaccin de la expresin

    individual, ya fuera mediante el lenguaje inclusivo, cuyo propsito era el de evitar las

    discriminaciones de gnero presentes en el lenguaje y recordar constantemente el

    espritu anti represivo del movimiento, o mediante coacciones formales mnimas,

    como, por ejemplo, movimientos con los puos para expresar el deseo de que el orador

    dejase la palabra, y figuras asamblearias (fundamentalmente, el orden del da y el

    moderador), y cuyo propsito era el de evitar que el acaparamiento del turno de palabra

    o la repeticin de la misma idea pudiera agotar a los asistentes y vaciar la asamblea,

    impidiendo as la expresin de opiniones particulares diferentes; y, por ltimo, la

    exigencia del respeto, consigna que nombraba la exigencia y el desafo de elaborar

    una convivencia entre diferentes y desconocidos, poniendo siempre en primer plano lo

    que une y no lo que separa (siglas, violencia, lenguajes y comportamientos

    excluyentes).

  • A mi entender, los principios asamblearios (pensamiento colectivo, horizontalidad,

    consenso mximo, cdigos asamblearios y respeto) son el resultado de la confianza en

    las ideas fundacionales del 15M, las expresadas por los lemas No nos representan y

    Lo llaman democracia y no lo es. Al poner en prctica los principios asamblearios, el

    15M argumentaba a un tiempo en contra de la representacin poltica por irreal o

    perversa, y a favor de una concepcin mxima del ejercicio de la soberana popular. La

    funcionalidad argumentativa en la representacin fsica de los principios asamblearios

    estriba en mostrar o pretender mostrar visualmente que slo mediante el asamblearismo

    puede tomarse en cuenta la opinin particular, que no puede ser representada por ms

    que por el propio individuo, y que slo as puede construirse un consenso real sobre el

    que tomar decisiones legtimas. De este modo, y por contraposicin, se nombraba a la

    vez al enemigo, se defina al poder como el usurpador de la palabra individual y el

    enemigo del ejercicio de la soberana popular, como diciendo: el comportamiento del

    poder no es democracia y no nos representa; nosotros nos representamos a nosotros

    mismos, y esto s es democracia. Las asambleas, en conclusin, constituyeron una

    prctica argumental que, para captar todo su sentido, denominaremos asamblearismo

    deliberativo.

    A pesar de los principios asamblearios, el funcionamiento real del asamblearismo

    deliberativo deriv en numerosas ocasiones en dinmicas orientadas a dinamizar las

    asambleas, a facilitar la resolucin del consenso y a poder, as, ofrecer propuestas

    programticas a la sociedad y determinar el siguiente paso estratgico. Adriana Razqun

    ha estudiado con profundidad, en su artculo Aperturas y cierres en el movimiento 15M.

    Ingresos y salidas del espacio asambleario: un estudio de caso el funcionamiento real

    que con tales fines asumieron las asambleas. Los elementos centrales que determinaron

    estas dinmicas de las asambleas son:

    La creacin de grupos de trabajo para elaborar un contenido programtico

    concreto.

    El relativo bajo nmero de expresiones de la opinin particular dirigidas a la

    toma de decisiones respecto del resto de intervenciones (por ejemplo, en el caso

    de la asamblea estudiada por Razqun, de las 106 intervenciones discursivas

    (tomar la palabra), 31 son de las personas que moderan, 3 corresponden a la

    lectura de comunicados, 25 a comunicados de diferentes grupos de trabajo, 12

    son comunicaciones de noticias, 15 pertenecen a la expresin libre de la

    palabra en el espacio de micro abierto. Y, tan slo, 27 estn referidas a la

    expresin de la opinin y discusin respecto a 3 propuestas organizativas y/o

    polticas sobre las que hay que llegar a un acuerdo: menos de diez turnos por

    propuesta)

    La aparicin de estructuras informales de representacin, tales como el que un

    relativo bajo nmero de expresiones particulares poda representar los

    pensamientos del resto de los participantes

  • La existencia de grupos diferenciados de participantes, a saber: el grupo motor o

    grupo de los primeros campistas, integrantes de los grupos de trabajo, que

    asumen un mayor nmero de competencias y parcialmente constituidos por

    personas con trayectoria militante anterior; el grupo de los espectadores

    participantes, que sern los que tomen ms veces la palabra durante las primeras

    semanas, un grupo muy heterogneo y diverso en cuanto a trayectorias de vida e

    ideolgicas que no participa activamente del proceso asambleario, aunque s

    acuden a manifestaciones y asambleas, y, ante todo, desconocen los mecanismos

    internos del movimiento, como los grupos existentes; y el grupo de los

    espectadores puros, los que se acercan a las asambleas, ante todo, a mirar, y cuya

    presencia multitudinaria reviste una gran importancia, pues refuerza visualmente

    el ideal asambleario. A medida que avance el proceso, seala Razqun, la

    proporcin de los grupos se ir invirtiendo, debido a la progresiva desaparicin

    del grupo de los espectadores.

    La existencia de culturas de participacin asamblearia distintas. La autora

    distingue tres culturas de participacin: la cultura de la colaboracin, la cultura

    de la organizacin de izquierda y la cultura del voluntariado. La cultura de la

    colaboracin, que se corresponde mejor con el ideal asambleario, se orienta a la

    construccin de la colectividad. Para ello, se buscar la inclusin de las

    minoras. El dilogo se convierte en el valor principal, por encima, incluso, de si

    concluye en una propuesta de decisin concreta. En palabras de la autora: Se

    pretende la construccin de un discurso colectivo pero se cree en el proceso de

    construccin como lo ms valioso. Se confa ciegamente en que, si ese proceso

    se da de manera colectiva, tendr xito. Es una cultura de procedimientos

    donde lo ms importante es el cmo y no el qu. Pero, junto a esta cultura,

    coexisten otras que tambin tienen su importancia en la toma de decisiones y

    que se ajustan peor al ideal asambleario. As, la cultura de la organizacin de

    izquierda tiende a supeditar la participacin a una decisin acertada, considera

    ms los resultados finales del proceso que la propia deliberacin, tolera mejor

    los excesos de los liderazgos naturales, orienta en mayor medida las

    intervenciones y las decisiones a un marco ideolgico previo, y pone en juego

    mucho capital militante. La cultura del voluntariado, por su parte, se diferencia

    de la cultura de la organizacin de izquierda en que el voluntario, a diferencia

    del militante, no tiene una relacin de compromiso familiar con la organizacin,

    respecto de la que toma distancia, de forma que, ms que intervenir para disear

    las acciones, se asumen las decisiones tomadas y se ejecutan. Para el voluntario,

    escribe Razqun, no molesta en exceso la democracia representativa (siempre

    que sea efectivamente representativa); por tanto, se enfatiza ms la coordinacin

    entre los participantes que la participacin, aportando herramientas de

    agilizacin. Adems, la cultura del voluntariado es la ms presente en el grupo

    de los espectadores participantes.

  • Conocer estos elementos es necesario para dar cuenta de la realidad de las asambleas;

    no obstante, creo que su presencia no constituye una objecin para la tesis de que el

    15M argumentaba a favor de las ideas de los lemas No nos representan y Lo llaman

    democracia y no lo es mediante el asamblearismo deliberativo, puesto que eran los

    principios ideales de esta prctica argumentativa lo que constitua el trasfondo ms

    general del funcionamiento de las asambleas y respecto de los que se introdujeron las

    modificaciones, que no estaban dirigidas a abandonarlo tanto como a reconducirlo a la

    eficiencia.

    Aunque la ocupacin del espacio urbano y la celebracin de asambleas constituyen las

    prcticas argumentales fundamentales del 15M, aquellas mediante las cuales se

    argumentaba de forma predominante por las ideas fundamentales del movimiento, lo

    cierto es que no puedo descartar la existencia de otras prcticas argumentales. Por

    ejemplo, deberamos contar a la propia intencin designativa de la direccin

    comunicativa interna como una prctica argumental. Como hemos dicho, esta intencin

    designativa tena por objeto declarar una identidad transversal como interlocutor nico,

    negando as fisuras entre el 15M y la sociedad. Ahora bien, analizada bajo la

    perspectiva de la argumentacin, esta intencin designativa cumpla ella misma un

    papel argumental, precisamente el de apuntalar la idea de la identificacin entre el 15M

    y la sociedad, puesto que el mero hecho de proferir esta idea con tanta insistencia ya

    constituye un argumento en su favor, la repeticin constante de una idea como

    nosotros, el pueblo en las asambleas del 15M tena el potencial de convencer a los

    espectadores de ello en base a que el tradicional desapego por la poltica, que se haca

    extensivo a la distincin ideolgica de las personas entre personas de derechas y

    personas de izquierdas, haca muy atractiva la reivindicacin de una identidad

    transversal. No obstante, como defiendo ms adelante, la intencin designativa de la

    comunicacin interna no pudo cumplir su funcin argumental ni, por tanto, convencer

    de la identidad transversal debido a los lmites naturales de la comunicacin hacia

    dentro. Otra posible prctica argumental, de la que no nos ocuparemos ahora, fue la

    esttica juvenil, amable y mayoritariamente vinculada a ideas de izquierda utpica, la

    esttica que se llam, de forma despectiva, perroflauta.

    Para terminar de explorar a fondo las prcticas argumentales que el 15M puso en juego,

    considermoslas ahora a la luz de la cuestin de la direccin comunicativa. La direccin

    comunicativa, como sabemos, es el establecimiento de un interlocutor externo o interno

    al 15M. Para aclarar la vinculacin entre el establecimiento de la comunicacin con un

    interlocutor en concreto y las maneras en las que el 15M argument de forma

    predominante para convencer a la sociedad de sus ideas, vamos a preguntarnos si una

    prctica argumental concreta posee una intencin designativa concreta, es decir, la

    atencin de qu interlocutores se buscaba mediante la puesta en prctica de una u otra

    prctica argumental. La intencin designativa de la prctica argumental de la ocupacin

    del espacio urbano es, ante todo, la de establecer a la sociedad como su interlocutor.

    Esto parece evidente: desde el punto de vista argumental, las manifestaciones y

    acampadas buscaban convencer a la sociedad de las ideas que representaba, ostentando

  • su capacidad de convocatoria y demostrando su fuerza para desafiar al poder. Que la

    intencin designativa de esta prctica argumental fuera exitosa quiere decir que se

    estableci efectivamente una comunicacin con la sociedad, con lo que se le pudieron

    transmitir efectivamente las ideas que representaba y convencerla. Tambin debemos

    destacar que, junto al interlocutor principal, que es la sociedad, la prctica argumental

    de la ocupacin del espacio urbano tambin estableci una comunicacin de direccin

    hacia dentro, pues, aunque su intencin fuera la de designar como interlocutor a la

    sociedad para convencerla de sus ideas, los propios integrantes de las manifestaciones y

    acampadas tambin reciban esa informacin y procesaban el argumento, con lo que

    fortalecan su conviccin en la idea de que Nosotros somos el pueblo y el pueblo est

    contra el poder. Por tanto, podemos decir que la prctica argumental de ocupacin del

    espacio urbano cumple la comunicacin y argumenta a la vez hacia fuera y hacia dentro,

    aunque el interlocutor designado, buscado, slo fuera la sociedad.

    En cuanto a la prctica argumental del asamblearismo deliberativo, parece evidente que

    la comunicacin que establece es de direccin interna, es decir, hacia los integrantes del

    15M. No obstante, como hemos dicho, la comunicacin interna del 15M tena por

    intencin designativa la declaracin de un sujeto transversal como interlocutor. Es decir,

    cuando un orador se diriga a la asamblea y hablaba de nosotros, este nosotros, en

    base al rechazo explcito de las identidades pre - configuradas, se haca extensivo al

    conjunto de la sociedad espaola. Pero la intencin designativa de la prctica

    argumental del asamblearismo deliberativo fracasa, al menos parcialmente, debido a que

    los lmites reales de la comunicacin interna no abarcan a toda la sociedad espaola,

    sino slo a aquel fragmento de la poblacin que particip de alguna manera en las

    asambleas, ya fuera como grupo motor, espectadores participantes o espectadores

    pasivos. A consecuencia de este fracaso en el establecimiento de la comunicacin

    externa, la idea sostenida por la prctica argumental del asamblearismo deliberativo de

    que el uso legtimo de la democracia es el que se fundamenta en los principios ideales

    del asamblearismo deliberativo (horizontalidad, pensamiento colectivo, consenso

    mximo, etc.) pudo concitar el apoyo de los participantes en el 15M e influir

    fuertemente en su desarrollo ideolgico, pero apenas en el de la sociedad espaola.

    Mediante la celebracin de asambleas, el 15M se diriga a toda la sociedad, pero se

    encontr hablando solo.

    Este diagnstico nos permite aseverar que la produccin de la identidad transversal que

    logr el 15M se debe, ante todo, a la ocupacin masiva del espacio urbano, y no a la

    celebracin de asambleas abiertas, por ms que en stas se apelase constantemente a la

    equivalencia de todas las personas como pueblo. Pero no cerremos el diagnstico con

    tan bajo concepto del potencial estratgico del asamblearismo deliberativo. Bien es

    cierto que su capacidad como prctica argumental encuentra unos lmites naturales ms

    fuertes que ella misma. Pero tambin lo es que el inters constante por la deliberacin y

    porque la determinacin del contenido ideolgico, programtico y estratgico del

    movimiento fuera una obra colaborativa tuvo un innegable peso en la consolidacin del

    espritu 15M. Ms all de que pudiera estar alentado por un innegable utopismo, este

  • inters constante, esta, ms bien, exigencia, entraaba una inteligente apuesta

    estratgica.

    En el sentido estratgico, la exigencia de cumplir con los principios del asamblearismo

    deliberativo fue una apuesta, precisamente, por lo que se perciba como sus mismos

    lmites, pero no por los lmites naturales de la comunicacin interna de los que

    acabamos de hablar, sino por los lmites que suelen ostentarse como crtica contra el

    funcionamiento asambleario, a saber, las enormes dificultades que planteaba para

    determinar el contenido del movimiento. S haba, en efecto, produccin de contenido

    programtico, expresado en acuerdos de mnimos y recogida y clasificacin de

    demandas, y s haba un marco ideolgico general que iba a determinar qu demandas

    iban a sobrevivir y cules iban a ser abandonadas, marco cuyos tintes socialdemcratas

    y de lealtad al Estado del Bienestar ha demostrado la evolucin de los movimientos

    sociales durante los ltimos aos; pero el asamblearismo democrtico impidi, por

    encima de todo, la explicitacin de un corpus ideolgico fcilmente reconocible para los

    medios de comunicacin y el grueso de la sociedad. La continua postergacin de la

    concrecin del contenido programtico e ideolgico del movimiento (podemos decir

    que el contenido estratgico del movimiento lo decida el curso de los acontecimientos)

    permiti, en primer lugar, recibir una cantidad abrumadora de demandas sin descartar

    ninguna, recepcin que pudo jugar a favor de la produccin de la identidad transversal;

    pero, ante todo, su efecto ms importante es que evit que la prctica argumental de la

    ocupacin del espacio urbano, fundamentalmente la convocatoria de manifestaciones

    aunque tambin el contenido de los lemas mostrados en las acampadas, derivase hacia la

    transmisin de un contenido programtico ideolgicamente articulado, lo cual se habra

    interpretado por el interlocutor como el ingreso en un marco ideolgico previo, y habra

    echado por tierra los esfuerzos en pos de la produccin de la identidad transversal.