las pesquisas del moderno zoon politicon(sema d'acosta) miguel soler
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Miguel Soler. “Todo es política”Horno de la Ciudadela. Pamplona.
Febrero 2008
Desiderátum (o las pesquisas del moderno Zoon Politikon)
“Es fácil describir lo que se ve. La politización general. Pero no lo es descubrir la causa invisible que produce este
fenómeno. (…) Porque la causa de la politización, por sorprendente que parezca, está en la ausencia de la política,
en la falta de acción política, de discurso político, en la vida pública. Cuando la libertad política desaparece, en la
medida en que desaparece, aparece la politización.”1
Antonio García-Trevijano
I
Fue en los años setenta cuando las premoniciones abstractas auspiciadas por el
comunicólogo canadiense Marshall McLuhan empezaron a ser tenidas en cuenta. Nadie
tenía claro de qué hablaba con exactitud, pero sus ideas sobre ‘la aldea global’ y el
futuro de los mass-media vaticinaban una implosión irreversible hacia un nuevo estadio
de consecuencias universales. El tránsito de una centenaria era mecánico-eléctrica a otra
digital en muy poco tiempo, acarreaba la consideración de la realidad por unos nuevos
derroteros desconocidos que nadie era capaz de prever. Por aquellos años no se sabía
con fidelidad hacia dónde viraría la Historia, pero lo que sí era evidente es que se estaba
agotando una etapa –el periodo trascendental que inauguró la imprenta de Gutenberg,
germen del antropocentrismo y de la conciencia crítica moderna-, y que se estaba
iniciando otro ciclo mucho más imprevisible, homogeneizador e intangible.
Los meteóricos avances de la informática y las nuevas tecnologías, sumados a la
trascendental eclosión de Internet, han construido en apenas un par de décadas un
mundo distinto de universos recreados y ficciones verosímiles. McLuhan, con una
clarividencia demoledora, aseveró: “El medio es el mensaje”, y la omnipotencia de
Internet en nuestros días confirma la exactitud de su advertencia. Las visiones lineales e
instrumentales del modelo comunicativo tradicional, en su mayoría deudoras del
paradigma planteado por Lasswell (Quién dice Qué, a Quién a través de Qué canal y
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con Qué efectos), resultan hoy insuficientes porque no tienen en cuenta la amplitud y
envergadura de los cambios conceptuales vividos en la última generación. No sólo han
evolucionado las maneras de la comunicación, sino que también han mutado sus
escenarios, creándose insospechados lugares que antes no existían y que ahora resultan
primordiales. El canal, el medio de transmisión, es ahora la pieza esencial del esquema,
convirtiendo Internet en una galaxia virtual paralela que define la realidad que
transitamos, un magma de probabilidades infinitas, -ejemplo, pilar y frontera de la
comunicación del siglo XXI-, donde el arte, reflejo especular de la sociedad que lo
alimenta, ancla muchas de sus inquietudes actuales.
II
La gran mayoría de los usuarios de páginas web recurren a la búsqueda
inmediata por medio de hipervínculos para descubrir aquello que les interesa o les llama
la atención. Y es de la desclasificación de estas acciones cotidianas, convertidas ya en
sustancia asativa perpetua, de la que se sirven los artistas para concebir obras que,
prorrumpiendo con prontitud, dejan constancia del momento coetáneo. “Básicamente,
en estos primeros años de vida, el Net Art ha fundamentado buena parte de sus
principios en un funcionamiento hipertextual”2 comenta Pedro Alarcón en un artículo
que ahonda sobre este tema. No es de extrañar que una de las obras vencedoras de los
premios de arte electrónico en ARCO 2007 fuese la instalación ‘Fascinum’ de
Christophe Bruno, un creador que trabaja exclusivamente con el ordenador como
soporte y medio artístico. La composición muestra en tiempo real las imágenes de las
noticias más visitadas por los internautas en España y otros países desarrollados a través
del buscador Yahoo, un retablo de las maravillas que no es más que una visión
panóptica de las preocupaciones del mundo presente.
En esta línea de investigación se incluye también el proyecto ‘Todo es política’
de Miguel Soler o la serie ‘Googlegames’ de Joan Fontcuberta, dos trabajos que acuden
a la dialéctica entre texto e imagen -entre concepto e icono-, para construir un discurso
reflexivo en torno a la conciencia y la percepción. Una sarta de paradojas visuales que
concluye en un ejercicio semiótico que enfrenta a los significados con los significantes;
una argucia intencionada entre lo representado, lo simbólico y lo asociativo. Ambas
secuencias, basadas en sensaciones contradictorias y obtenidas de modo parejo por
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medio de un sondeo selectivo en Google, al estar hilvanadas meticulosamente,
demandan una interpretación detenida, un acercamiento pausado que sea capaz de
desentrañar sus misterios y hallar respuestas más allá de la simple apariencia
encontrada. En un contexto como el nuestro saturado de información, nada es lo que
parece. Ver no es conocer, es sólo percibir. La buena observación, la que desemboca en
el pensamiento, requiere detención y cautela.
Si la serie de Fontcuberta utiliza un freeware de fotomosaico conectado on-line
al buscador para crear un mural digital de miles de teselas, Miguel Soler opta por un
vídeo donde cada letra de la frase ‘TODO ES POLÍTICA’ hace un barrido por los
archivos rastreados en Internet al escribir la palabra ‘política’ en diferentes idiomas.
Como el término es extenso y polivalente, los resultados atañen a esferas inopinadas de
diversa procedencia, desde los círculos más íntimos a los más notorios, probando con
esta miscelánea que la aserción planteada además de vigencia tiene un valor
exhortatorio.
III
La obra de Miguel Soler se ha caracterizado desde sus inicios por una apuesta
arriesgada en pos de los nuevos lenguajes. La escultura, la instalación, la fotografía y el
vídeo han sido sus instrumentos habituales de expresión, medios difíciles de manejar
que apoyados en la tecnología y en la apropiación del espacio, alzan un discurso general
complejo e interesante. Desde 2006 el artista sevillano viene trabajando con una serie de
motivos recurrentes y continuados, sobre todo cascos y pistolas -véanse sus piezas de
ese mismo año ‘Right vs Left (dancing guns)’, ‘Conflictos de inercia’, ‘Estimulación
temprana (manta de juegos)’ o ‘Casquero’-, móviles fundamentados que tras su
apariencia lúdica, nos llevan a una reflexión general muy seria en torno a la violencia y
el belicismo. La puesta en escena tiene tintes de formal infantilismo, pero una vez
superada esa primera impresión ingenua, que nunca llega a ser jovial, se descubre un
trasfondo dramático que nos habla de preocupaciones graves en relación con los
temores que acechan a la sociedad.
La vídeoproyección ‘En Blanco’, donde un arma ficticia es el desencadenante de
un final trágico, es otro ejemplo de esa pugna entreverada entre la libertad y la
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necesidad. Una libertad personal que en su versión más extrema induce a la
autodestrucción. La impotencia ante situaciones aparentemente irresolubles, la ceguera
por designios malhadados o los fracasos no asumidos, crean complejos y sentimientos
de culpa contra los que no podemos luchar. El pavor ante el rechazo social por no
cumplir determinados cánones instituidos - arquetipos que en su mayoría provienen de
la publicidad y que son inoculados con alevosía-, conduce a la pérdida de identidad y al
desarraigo, un proceso de aculturación potenciado por los movimientos migratorios que
obliga a las personas que lo padecen a no saber a qué atenerse ni dónde buscar
referencias. En estos tiempos de indefinición, los medios de comunicación e Internet se
han convertido en los traductores de la realidad, unos intérpretes tendenciosos que
generan pautas irreales, modelos fingidos que no hacen más que ahondar en las
frustraciones individuales y colectivas.
En su novela ‘1984’, George Orwell preconizó una sociedad futura
plagada de incertidumbres. Un mundo gobernado por un Estado represor que recurre a
la propaganda, al adoctrinamiento y al miedo para controlar a sus ciudadanos. Un poder
tácito manejado por las supra-estructuras que se convierte en el leit-motiv del vídeo de
Antoni Muntadas ‘On Translation: Miedo/Jauf’, una producción de 2007 que se adentra
en estas problemáticas socioculturales que se generan de los conflictos geopolíticos mal
resueltos. La desesperación, la pérdida absoluta de esperanza o de fe en las opciones
venideras, es una alteración extrínseca. Si el ambiente o las circunstancias que nos
abrigan no nos dan soluciones, es muy improbable encontrar salidas, alexia que
desemboca en situaciones destructivas irreversibles. La imagen de un actor recreando
una escena de suicidio con una pistola inexistente, no es más que una cruda metáfora de
la incapacidad o indefensión ante las coyunturas adversas. Un momento fatídico
desencadenado por desequilibrios emocionales propios o por trastornos opresivos del
rededor, un entorno dominado por fuerzas ininteligibles que no conocemos.
IV
El proyecto de Miguel Soler ‘Todo es política’ realizado para el Horno de la
Ciudadela de Pamplona, se acomoda a las particularidades del lugar -un edificio
semicircular sin ventanas y con una acústica envolvente-, para desarrollar un montaje
directo y sin artificios. Si a nivel formal la instalación consigue crear sensaciones
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diversas que oscilan desde la expectación al desconcierto, a nivel semántico las
interpretaciones que se deducen nos llevan a cuestionarnos determinados elementos del
sistema, piezas descuadradas que no encajan en las supuestas perfecciones de las
sociedades avanzadas.
Aristóteles consideraba al ser humano un animal político (Zoon politikon). Un
animal cívico que necesita de la vida social. Para el pensador griego la virtud, la justicia
y la felicidad sólo podían alcanzarse en convivencia; es decir, al relacionarnos en grupos
organizados, políticamente, dentro de una comunidad; o sea, dentro de una polis.
Internet, como polis virtual, es la última extensión del Zoon Politikon, un paraíso
idealizado donde se crean nuevos modelos de comportamiento que se suman a las
maneras tradicionales de comunicación e interrelación. “La vida social es una actividad
comunitaria” reseña el filósofo Ortega y Gasset en su libro ‘La rebelión de las masas’,
una facultad participada que hace del gregarismo más que un modo de vida, una
condición sine qua non. El hombre es en sociedad, nuestra verdadera identidad se halla
en la cooperación y la implicación con nuestros congéneres.
Para algunos intelectuales más contemporáneos, caso de Antonio García-
Trevijano, todo lo social está absolutamente politizado. No hay distinción ni separación
entre los diferentes ámbitos humanos. Según este pensador, la politización de la vida
pública y la vida privada nos lleva a un vacío de poder que desemboca en una pérdida
irreparable de valores, una especie de ataraxia de superficialidades donde se confunden
las libertades y los motivos. Una sociedad politizada es una sociedad carente de ideales,
un sistema baldío que cubre sus defectos de manera tautológica bajo una escafandra
impermeable. ‘Todo es política’, como reza el título de la exposición de Miguel Soler,
porque en esencia la política y la sociedad son lo mismo: el complejo marco compartido
donde nos desenvolvemos las personas.
Sema D’Acosta
NOTAS:
1: García-Trevijano, Antonio. ‘Politización sin política’ El Mundo. Lunes 16 de octubre de 1995.
2: Alarcón, Pedro. ‘Laberintos’. Lafresa.org. Febrero 2008.
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