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Las peculiaridades del fordismo español’ José BABIANO* “Thais 1/te sound of ihe inen working on the chain gang” Sam Cooke, Chain Gang. En este articulo se presentan, en primer lugar, un conjunto de fenóme- nos fordistas que pueden detectarse en España, desde el comienzo de los años sesenta hasta el final del régimen de Franco (Sección 1). A continua- ción, se discute si algunos rasgos específicos de dicho régimen —en espe- cial, el intervencionismo estatal, la legislación laboral represiva y la exis- leticia de la Organización Sindical— hicieron variar tal modelo de gestión global de la mano de obra, hasta degenerarlo (Sección II). Por último, trata de formularse una hipótesis analítica de lo que se considera el perio- do prefordista, abierto en 1939. La hipótesis parte de que, en realidad, las peculiaridades franquistas, en lugar de entorpecer, favorecieron la llegada del fordismo. Para intentar explicarlo, se propone seguir las huellas de dos patrones de disciplinamiento de la fuerza de trabajo: la militarización y el paternalismo (Sección III). 1 Todos los elementos configuradores del fordismo como un modo de gestión de la mano de obra —lo que incluye tanto el proceso de trabajo como la esfera del consumo— pueden reconocerse en las relaciones industriales durante los años sesenta en España. Investigador de la Fundación 1” de Mayo y profesor de la Escuela de Relaciones Laborales (UCM). Una primera versión de este texto fue presentada en forma de documento de trabajo, el 22 de febrero de 1993, en un seminario organizado por la Fundación Primero de Mayo. Participaron en el debate Ana Fernández, Juan 1. Martínez. Ubaldo Martínez, 1. Antonio de Mingo, Almudena Mozo, Susana Narotzky, Esther Pascua, P. Sánchez León y Alvaro Soto. Tuvo la amabilidad, asimismo, de leer el documento David Ruiz. Debo agradecerles a todos ellos las numerosas observaciones que me hicieron llegar y que, salvo en los casos de diferencias de criterio, he tratado de incorporar. Naturalmente, la responsabilidad de tas torpe- zas que puedan aquí aparecer, me corresponde a mi de forma exclusiva. C U A D 3 It O B DE RELACIONES LABORALES, n t 3. Edil. Complutense, Madrid, 1993

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Laspeculiaridadesdelfordismoespañol’

JoséBABIANO*

“Thais 1/te soundof ihe inen working on the chaingang” Sam Cooke, Chain Gang.

En estearticulo se presentan,en primer lugar, un conjuntode fenóme-nos fordistasquepuedendetectarseen España,desdeel comienzode losañossesentahastael final del régimende Franco(Sección1). A continua-ción, se discutesi algunosrasgosespecíficosde dicho régimen—enespe-cial, el intervencionismoestatal,la legislaciónlaboralrepresivay la exis-leticia de la OrganizaciónSindical—hicieron variartal modelode gestiónglobal de la manode obra, hastadegenerarlo(SecciónII). Por último,tratade formularseunahipótesisanalíticade lo que se considerael perio-do prefordista,abiertoen 1939.La hipótesispartede que, en realidad,laspeculiaridadesfranquistas,en lugarde entorpecer,favorecieronla llegadadel fordismo. Paraintentarexplicarlo,seproponeseguirlashuellasde dospatronesde disciplinamientode la fuerzade trabajo: la militarizacióny elpaternalismo(SecciónIII).

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Todos los elementosconfiguradoresdel fordismo como un modo degestiónde la mano de obra—lo que incluye tanto el procesode trabajocomo la esferadel consumo—puedenreconocerseen las relacionesindustrialesdurantelos añossesentaen España.

Investigador de la Fundación 1” de Mayo y profesor de la Escuela de Relaciones Laborales (UCM).Una primera versión de este texto fue presentada en forma de documento de trabajo, el 22 de febrero

de 1993, en un seminario organizado por la Fundación Primero de Mayo. Participaron en el debate AnaFernández, Juan 1. Martínez. Ubaldo Martínez, 1. Antonio de Mingo, Almudena Mozo, Susana Narotzky,Esther Pascua, P. Sánchez León y Alvaro Soto. Tuvo la amabilidad, asimismo, de leer el documento DavidRuiz. Debo agradecerles a todos ellos las numerosas observaciones que me hicieron llegar y que, salvo enlos casos de diferencias de criterio, he tratado de incorporar. Naturalmente, la responsabilidad de tas torpe-zas que puedan aquí aparecer, me corresponde a mi de forma exclusiva.

C U A D 3 It O B DE RELACIONES LABORALES, nt 3. Edil. Complutense, Madrid, 1993

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En efecto,tomemosun primer fenómenode ampliasdimensionesy deimportanciacapital en relación al anterior enunciado:la emigración. Laemigraciónsupusounamovilizaciónde manode obrasin precedenteshis-tóricos. El masivotrasvasede poblacióndesdeel campohacia las ciuda-des industriales(o en procesode industrialización),originó alteracionessustancialesen la composiciónde la fuerza de trabajo. La claseobreraexperimentó,de estasuerte,un relevo generacionaly unaremodelaciónapartir de un personalcarentede tradicionesindustriales.Del mismomodo,una emigraciónde origen rural significó, y estoes importanteparaelreclutamientoen las empresasbajocondicionesfordistas,unapotentepre-sión hacia la descualificacián,en términosde composicióntécnicade lafuerzadel trabajo.Además,al tenerun carácterpermanente,la emigracióncoadyuvóa resolverel problemade la fijación de la manode obra, de suadscripciónestabley por lo tanto,al reforzamientode la disciplinasocial.Lograr la estabilidad,eliminarcomportamientoserráticos(masallá de laconsecucióndel disciplinamientoen plantaduranteel tiempo de trabajo),hanconstituidoobjetivosrecurrentesen lahistoriade la gerenciaempresa-rial, si bien el fordismo los enuncióy resolvió de forma específica.Laemigración,en fin, hizo posiblelaampliaciónde mercadosconunanuevademandasocial media,en la medidaen que los emigrantesaccedieronaunaseriede bienesde consumoduradero,no desdesuposiciónanteriordeobrerosagrícolas,sino comotrabajadoresindustrialesy de las ciudades2.

La emigración—rasgosobresalientede la Españade los años sesen-ta nos conduce,pues,de forma muy directaal núcleo del paradigmafordista. Porquefordismosignifica, por unaparte,producciónen masaencadenasstandard,jerarquíaestrictay personaldescualificadoy nuevo,enlo queconcierneal procesoproductivo.Y ademasimplica, en relaciónalámbito de la reconstituciónde la fuerzade trabajo,ampliaciónde merca-dos y consumode masasde bienesestandarizados(Aglietta, 1979; Coriat,1982).

Detengámonos,conmásdetalle,en ambosaspectos.Todo pareceindi-car quedurantelos añossesentase extendieron,en el ámbitode la racio-nalización del trabajo, dos mecanismosconcretos,de un modo muyamplio y rápidamente:la denominadavaloración de puestosde trabajo yel crcnometí’aje.La primera incluye una definición exhaustiva y rígida delperfil de cadapuestode trabajoen la empresa.Dado que la división deltrabajoal limite escosustancialal fordismo(Coriat, 1982), el resultadoesunamuy ampliagamade perfiles,consistentesensumayorparteenciclos

2 Tanto las consideraciones relativas a la emigración como la descripción del Ibrdismo español que en

adelante se presenta, de no mediar otras referencias explícitas se basan en un estudio de amplia base empí-nea, cuyos resultados se presentaron cts forma de tesis doctoral (Babiano, lOOla). En dicho estudio setomaba como base Madrid pero, sin duda, sus conclusiones pueden extrapularse más allá dc este casoregional.

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cortosy repetitivosde operacionessimples.Por lo que,parasuejecución,no seráprecisoel concursode personalcualificado.A partir deun extensocatálogode perfiles, resultaperfectamenteposiblejerarquizaral conjuntode la plantilla de formamuy estricta3.

Por otra parte,aI catalogarlas diferentestareas,la valoración de lospuestosde ti-abajo sirve de baseparala asignaciónde salariosdiferencia-dos, lo queconstituyeun mecanismode división de los trabajadoresen elescenarioproductivo.

Por lo que respectaal cronometraje,todavez descompuestasy simpli-ficadaslas diferentestareasdel procesode trabajo,posibilita la medición,en términos de tiempo, de cadauna de estastareasy por consiguiente,elestablecimientode unaescalamuy precisae individualizadadecontrol delrendimiento.Desdeel punto de vistade las empresas,lautilidad del cro-nometí-ajeeradoble. En primer lugar, constituíaun eficaz mecanismodeeliminaciónde los tiemposmuertos,de reduccióndrásticade los porosenel procesode trabajo. En segundolugar, el cí-onometrajese configurabacomo soluciónde continuidadentrerendimientoy salario.Aspectoéstedecapital importanciaen la red de relacioneslaboralesde tipo fordista.Másimportanteaún, si es el casoespañolel quese considera,dadala bajapro-porción queel salario baserepresentabadentro del salario directo total(Serrano& Malo de Molina, 1987).

Mediantela multiplicación de perfiles y las diferenciasde remunera-ción resultantesde ligar el salario al rendimiento,porlo tanto,se persiguela división de la fuerzade trabajo.Sin embargo,otroselementosimpulsa-rán unalógicaperversa,en relacióna los objetivosinicialesdel capital.Enefecto, la extremadivisión del trabajoy conella, la simplificaciónde ges-tos productivos,inducena la homogeneidadde las condicioneslaboralesen planta—de ahí, la intercambiabilidadde los perfilesque se hancitadoen nota3—. Estahomogeneidadse produciráno sólo entre los propiostrabajadoresindustriales,sino tambiéndentrode los empleadosno manua-les y entreambossectoresa lavez (Aglietta, .1979). Más todavía,las ten-denciashacia la homogeneidadafectarána los técnicosy cuadros,dadoquela división del trabajoconcierneasimismoa las tareasde concepcióny control. Además,el aumentode la oferta en el mercadode trabajodetécnicosy cuadros(debido,entreotras razones,al incrementode títulos

En el establecimiento de esta jerarquía se abre paso la arbitrariedad de la gerencia empresarial queextiende, a su vez, sus límites en el control de la producción. Y esto, porque, habida cuenta de la divisióndel trabajo y de la simplificación de modos operatorios, los perfiles definidos son, en su gran mayoríaintercambiables en términos reales. La arbitrariedad irrumpe además en función de la distinta puntuaciónque se asigne a los diferentes criterios -esfuerzo físico, nivel de conoctmtentos requerido, etcétera- a travésde los cuales se valora cada puesto de trabajo. Debe añadirse que dicha arbitrariedad carece de mecanismoscorrectores, en la medida en que la valoración de puestos de trabajo y la organización productiva son,según muestran sin exccpcióts los Reglamentos de Régimen Interior y los Convenios Colectivos, una pre-rrogativa exclusiva de la empresa,

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universitariosdurantela segundamitad de la décadade 1960 y a lo largodel primer tramode los añossetenta)mermóel podercontractualde estossectores.El resultadoconsistióen unadegradaciónrelativade las condi-cionesde trabajodedichascapasde asalariadoscon respectoalos trabaja-dores industriales(Lacalle, 1975, 1977 y 1982). 0 si se prefiere,en unaciertaproletarizaciónde lostécnicosy cuadros,a losqueWright ha situa-do en unaposicióndefrontera de claseo de situacióncontí-adictoria declase(Wright, 1983 y 1989).

La reorganizaciónproductiva,en fin, introducidaa travésde la valora-ción depuestosde trabajo y del cronometrajese saldaráconunanotableintensificacióndel trabajoy con el reforzamientogeneralde la disciplinade producción(mayorcontrol del tiempode presenciaen planta,unajerar-quizaciónmayory másestricta,etcétera).Reforzamientodisciplinarioqueno ha procedidode normao estatutojurídico alguno.Por el contrario,losmecanismoquelo han hechoposiblehan sido el ritmo de las máquinas,lavelocidadimprimidapor las cabecerasde cadena,el propioprocesode tra-bajo redefinido,en suma.Estemodelo, en el que las propiasmáquinashacenlas vecesde la vigilanciadirectade los capatacesen lo queconcier-ne al control en planta de los trabajadores,ha venido denominándosecomomodelo maquinicode disciplina (Gaudemar,1981 y 1991).

Ahora bien, debeaclararseque del hechode quelas máquinascumplanun papel disciplinario,por decisivoqueésteresultase,no debeseguirseque es la propia tecnologíala causafundamentalde los cambiosen laorganizacióndel trabajoy en las formasde disciplinamientode la manode obra.Estosúltimos responden,en última instancia,alos intentosde loscapitalistaspor hacerfrente a la propiacompetenciaintercapitalistao porresituarfavorablementeel equilibrio de fuerzasentrecapital y trabajo4 (opor ambascosasa lavez). Y esto,porqueambascuestionesdeterminanlasuertede la acumulaciónde capital. En el casoespañol,a finales de losanoscincuentay principio del deceniosiguiente,la reorganizaciónde losprocesosde trabajo tuvo quever, sobretodo,conel problemade la com-petenciaintercapitalista.Es decir,habidacuentade la debilidadde la pro-testaobrera,debió de correspondersecon los intentosde mayor integra-ciónen los mercadosinternacionalesquetuvieronlugar tras el agotamien-to de la política de sustituciónde importacionesdel deceniopostbélico.Ladisciplina maquinica, en consecuencia,no debeinterpretarseen clave dedeterminismotecnológico.

En todocaso, estasuertede disciplina tuvo, sin duda,unatrayectoriafulguranteduranteel deceniode 1960 en España,emergiendosobremode-los disciplinariospreexistentes.Lo cual, no quieredecirqueestosúltimos

Además de los indicadores de tipo macro, situados en las esferas social y político-institucional, elequilibrio de fuerzas entre capital y trabajo cotscierne también a los límites del control en los procesos deproducción y de trabajo en planta.

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resultaseneliminadospor completo,puestoque, porlo común,los modosde disciplinamientosuelenconvivir y superponerse,másallá de laspautasimperantesen cadamomento(Gaudemar,1981).

Desdeel punto de vistade su extensión,la reorganizaciónfordistadeltrabajo tuvo lugar de forma generalen las empresasmedianasy grandesde las ramasindustrialesde producciónen serie mássignificativasdeldesarrollocapitalistadurantelos añosqueaquíinteresan:automóvil, elec-trónica, maquinaria,electrodomésticos,química, etcétera.Más allá delámbito de la produccióndirecta,la parcelaciónde tareasse abrió caminoen el trabajo de oficinas, dandoigualmentelugar a ciclos repetitivosdeoperacionessimples.Por consiguiente,aquí tambiénfue posiblela intro-ducción de la valoración de puestosde tratajo. Algo similar sucedióenlas grandesempresasde servicioscomo los bancoso las compañíasdetransporte,dondeel personalquedarárigurosamentejerarquizadoa travésde amplioscatálogosde definición de tareas.Y aunqueen estossectoresresultadifícil la instauraciónde sistemasdecronometraje,tambiénelsala-río quedaráligadoal rendimientomediantemétodosde tipo cuantitativoomatemático—es el casode las seccionesde movimientoen el transporte(BOE, 1962,por ejemplo)

Ademásde en las pequeñasunidadesproductivas,dondela vigilanciadirectacontinuósiendoel mecanismoprincipal de control, sólo la cons-trucción permaneceráajena,de entre los sectoresmas relevantesde laépocadesarrollista,a la implantaciónde las pautasdel fordismo. Esto sedebióa la naturalezadel trabajoen la rama—decaráctervivo, muy mayo-ritariamente—,queimprimía unadinámicapropia,marcadapor los desta-jos, las subcontratasy otros usostradicionalesde disciplinamiento. Seañadía,además,unahabitual flexibilización de las plantillas, en funcióndel ritmo y de la conclusiónde cadaobra.

Pesea estos límites, la difusión del fordismo no sólo resultó exitosa,sino tambiénbastanteeficaz. El estadode opinión de los propios indus-triales sobreel rendimiento de la mano de obra a lo largo de los añossesenta,quejuzgabansuperior al de la décadaanterior (COCIM, 1951-1973),es bastanteelocuenteen estesentido. En la mismadirección apun-tan las tasasde crecimientoindustrialquetuvieron lugar, no se olvide, enel contextode unacomposiciónorgánicade capital relativamentebaja, enrelaciónconlos paísesindustrialescentrales(Albarracín,1987).

Paracalibrarmasadecuadamenteel éxito del modelo,debeconsignarseasimismola prácticaausenciade tradición tayloristahastala GuerraCivil,sí seexcluyen las laboresde divulgacióndesarrolladaspor institucionesradicadasen Madrid y Barcelona(Tomas& Estivilí, 1979).Y debe,en fin,señalarseun grado notable de consentimiento,por partede la manodeobra, antesu instauración.Por supuesto,la inexistenciade poderosasorga-nízacionesobrerasqueopusieranresistenciaa las nuevaspautasde disci-

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plina explica dicho consentimiento.Pero lo explica sólo en parte. Debetenerseen cuentaque los trabajadores,habida cuentadel bajo nivel delsalario baseinicial, debierontenerun gran interés por incrementarsusremuneracionesfinales. Esto sólo les era posible,sin mediarriesgosderi-vadosde la accióncolectiva,aumentandoel rendimiento.Y el crecimientode esteúltimo, a su vez, se hallabarelacionadocon la introducciónde laspautasfordistas.Másaún, cuandoa lo largo de los añossesentala conflic-tividad laboral asciende,lo haceno sobrela basede la impugnaciónde losmecanismosfordistas,sino en torno a lanegociaciónde las tarifas quehande asignarsea un crecienterendimiento.

Por otra parte, en la configuración de esteconsentimientoincidió, contodaseguridad,el hechode que la irrupción del fordismo quedóconstata-da, ademásde en el ámbito de los procesosde trabajo, en la esferadelconsumo.No es necesarioargumentardemasiadosobrela extensióndelconsumode masas,justo en el momentode mayor vigenciade los crono-metrajesy del trabajoen cadena.Dicha extensiónrepresentaba,frentea lasituaciónde subconsumoagudode los añoscuarenta,una mejoraneta delas condicionesde vida de la clasetrabajadoraque contribuyea explicarelconsentimientoen la introduccióndel paradigmafordista. Sin embargo,elanálisisdebeir máslejos.

En efecto,al filo de 1970 y en el capitulo del consumode masas,sehabíageneralizadoentrelapoblacióntrabajadorael accesoa diversosbie-nesde consumoduradero.El elementomásrelevantede estaclasede bie-nesfue la vivienda. La actividadconstructora,quejustamenteen los añossesentafue hegemonizadapor el capital privadofrentea la iniciativa esta-tal, resultótan vigorosaquecolocó al país, en 1975, en el segundolugarde entre los másconstructoresdel ámbito de la ComunidadEconómicaEuropea(Guillén, San Pedro & Tinaut, 1988). La vivienda fue adquiridaen propiedad,de forma muy mayoritaria,por la poblaciónasalariada(INE, 1976).Estafórmulade lapropiedadhizo posiblequeunaparceladela reconstituciónde la fuerzade trabajo(la vivienda)contribuyesepodero-samentea queel sectorde la construcciónjugaraun papelcentralen elprocesode acumulaciónde capital, “sobrepasandoasí su consideracióntradicional, como puramenteinstrumental del desarrollo” (Cfr. Leira,Gago& Sotelo, 1976: 45). Con serello importante,la generalizaciónde lapropiedadde la vivienda entrela clasetrabajadoradebeasimismoexpli-carsepor razonesdedisciplinasocial.En efecto,puesdadoel elevadopre-cio de la vivienda, su adquisiciónsolo era posible medianteel pago enplazosy la contracciónde deudaspor largo tiempo. Es deestemodo,pre-cisamente,como se poneenmarchaun mecanismode control social,pueslas deudasunidasa las esperanzasde ser propietariollevaránconsigounaadscripciónespacialde carácterestable.Al mismo tiempo, estimularánindirectamentela disciplinaen planta,dadoquela pretensiónde saldarlas

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deudasobligará a intensificarel rendimientocomo vía parala obtenciónde mayoresremuneraciones.

Pero el papelde laviviendacomoejeconfiguradorde unaestrategiadecontrol y disciplinamientono concluyeen estepunto.Debe señalarsequela vivienda, habidacuentade sucarácterunifamiliar, constituyeun espa-cio individualizado,privado, parael ocio, parael tiempo de no-trabajo,para,en definitiva, la reconstituciónde la fuerzade trabajo.De hecho, lainmensamayoríade bienes de consumoduraderoque se extiendendeformanotable,a lo largo de los añossesenta,entrela poblacióntrabajado-ra, cumplensusfuncionesdentrodel contextoprivadodel hogar: la televi-sión, el frigorífico, la lavadora.Es decir,acentúanla privacidadde laesfe-ra del consumo5.Estaprivacidadse alzarácomo un elementode control ydisciplinamiento,al erigirseen obstáculoa la solidaridadfuera del marcoy del tiempode trabajo.

II

Hastaaquí, algunoselementosque identit’ican al fordismo y queseconstatarondurantelos años sesentaen España.Ahora bien, convieneseñalaralgunosrasgospeculiaresdel Franquismo,relativosa las relacio-nes industriales.Más precisamente,estosrasgosse refieren a las institu-cionesestatalesdestinadasala mediaciónentrecapitaly trabajo.Sualcan-cees tal, quenosobliga a tratarde delimitarhastaquépunto el casoespa-fol puedeasimilarseo no al modelo fordista.Puesdehecho,hanllevadoapensarquenos encontramosanteun fordismo inacabadoo seudofordismo(Toharia,1986).

Dado que se ha argumentadoen último lugar sobreel consumodemasas,prosigamosen el terrenode la reconstituciónde la fuerzade traba-jo. En esteámbito,es frecuenteasociar,en relacióna laépocacomprendi-da entre la segundaposguerramundial y la crisis económicageneraldecomienzosde los años setenta,fordismo y welfore state(Coriat, 1982).Sin embargo,pareceevidentequea lo largo de la existenciadel régimende Francono se vertebróun sistemapúblico de garantías,parangonablealde los principalespaisesde EuropaOccidental.Un sistemafiscal antirre-distributivo y conescasacapacidadrecaudatoria(Tamames,1982: vol. 2),ademásde un entramadode SeguridadSocial de débil coberturay multi-plicidad de regímenes(de la Villa & Palomeque,1978: vol. 1), explicanestefenómeno.

Aunque el automóvil privado subraya, asimismo y valga la redundancia, el carácter privado de loshábitos de consumo obrero, su adquisición resultó, entre los trabajadores y en esa época. incomparable-mente menor (véase INE. 1976).

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Ahorabien,no esseguroqueun potentesistemade protecciónsocial yde carácterestatalresulteun elementoprimordial en la implantacióndelfordismo comomodoglobalde gestiónde la manode obra. En efecto,enlos propios EstadosUnidos, la previsióny protecciónsocial, desdelasegundaposguerramundial vienen siendo,sobretodo, de carácterprivado(Skocpol& lkenberry,1983; Jenkins& Brents,1989). Y es,precisamente,el casonorteamericanoel queha servidode referenciaempíricaparalacaracterizacióndel fordismo como régimen de acumulacióncapitalista,en la ya clásicaobradela teoríaregulacionistade Aglietta (1979).

A su vez, resultadifícil sostener,despuésde varias décadasde estadokeynesiano,queel intervencionismoestatal en la economía sin duda,unaseñade identidaddel Franquismo(FuentesQuintana,1990, por ejem-pío) puederepresentarun obstáculoen la implantacióndel fordismo.Entodo caso,habríaque referirseno tanto al intervencionismoestatal,sinomásbienasumodusoperandi.Es cierto queen el casodel Franquismo,seprodujeronrigidecesen el entramadode las relacioneslaborales(Toharia,1986, por ejemplo).Ahora bien, debetenersepresenteque,por oposicióna lo queen la actualidadocurre, la producciónestandarizaday en masa,así como unademandaestable,no requierenprimordialmenteun gradoalto defleÁibilidad6.

Además,en otro sentido,la intervencióndel Estadose mostródecisivaal menosen un aspectoprincipal durantelos añoscuarentay cincuenta:laintroduccióny difusión de la denominadaOrganizaciónCientifica delTrabajo; es decii, de los mecanismosde i’acionalizaicióádel iraÑjo denaturalezafordista. En este terreno,el Estadojugó un papelclaramenteprecursor,medianteuna labor de divulgación,intercambiotécnicoconotros países—principalmente,EstadosUnidos— y asesoramientoaempresas,tantopúblicascomoprivadas(Buesa& Molero, 1982; Herrero,1990).

El intervencionismoestatalen lasrelacioneslaboralestuvolugar, sobretodoy comom~is nrrih~ se.ha sugerido,a travésele ttn aparatonormativoeinstitucionalconstruidode formaespecífica.Comoesde sobrasconocido,esteaparatogozó de unacontinuidadsimilar a la del propio régimen.Suselementoscentralesfueron, en primer lugar, la OrganizaciónSindicalcomoinstrumento,tanto de control y encuadramientode los trabajadorescomode mediatizaciónde las relacioneslaborales(Aparicio, 1980; Lude-vid, 1976). El segundoelementofue una legislaciónque prohibíariguro-samentelos derechosde asociaciónobreray de huelga—consideradaésta

Por lo que respecta al concepto deflexibilidad, debe señalarse que existe un largo debate y, por con-siguicntc, una bibliogratia realtisente volutoinosa. En cl plano descriptivo, sigue sietsdo de interés el inlt,r-me de Atkinson (1986). Una obra central en el debate, es la de Piore & Sabcl (1984) y una de tantas répli-cas a la misma, la de Wiltiams y otros (1987). Una visión crítica del problema, relativamente reciente, es larecogida en Pollert (1991).

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siemprecomo un problemade ordenpúblico—,ademásde los de reunióny expresión7.

Sólo una modificación parcial pero sustancial—y esto también esconocido—tuvo lugar en esteentramadonormativo,mediantela promul-gación de la Ley de ConveniosColectivosde 1958. Estaley permitió,desdeel punto de vista jurídico, resolveruno de los problemascentralesdel fordismo: hacerdependerel salario del rendimiento.

El hechode que un dispositivojurídico-institucionalde estanaturalezaprecediesey luego coexistieseconpautasemergentesde disciplinamaqui-nica no debeinterpretarsecomo un obstáculoen la vía haciael fordismoy/o comodegeneracióndel modelo,todavez implantado.Entreotrasrazo-nes, porquenuncafue la democraciaindustrial el objetivo principal delprogramafordista. De hecho,en su formulaciónprimigeniasiemprehubounafuerte componenteantisindical(véase,especialmente,Ford, 1924).

No es ésta,sin embargo,la principal objeción.La cuestiónresidemásbienen señalarqueel entramadojurídico-institucionalcon que se dotóelFranquismoparael control y gestiónde la manode obra, desde1939,enlugar de entorpecer,favoreció la instauracióny el progresodel fordismo.En esesentido,resultócomplementario.Estahipótesisresultaráplausible,sí ambosfenómenosfordismo e institucionesfranquistasse contemplancomopartede unaestructurasocial de acumulación.Es decir, como ele-mentosintegradosqueposibilitan la acumulaciónde capital a largo plazo(véaseal respectoGordon,Edwards& Reich, 1986). El largo plazo señaen este casoel conjuntodel periodofranquista.La misma hipótesisnodejarade ser viable si se integranfordismo(en el sentidoen que se enun-ció al principio de laSección1) e institucionesdentro de un conceptomásamplio de régimende acumulación8.No obstantey en tal sentido,untramode análisisha quedadorecorrido al señalar(en la Sección1) que ladisciplinamaquinicay la reorganizaciónfordistade los procesosde traba-jo no responden,en último término,a un determinismotecnológico.Porelcontrario,segúnse añadía,constituíanunarespuestaparagarantizarlaacumulaciónde capital frentea la competenciaintercapitalistay la indisci-plina obrera.

Parasuministraralgunaevidenciaala hipótesissegúnla cual un patrónfordista de gestiónde la manode obra y unas institucionesde carácterfuertementerepresivono son dicotómicas,puedentraersea colacióndiversosfenómenosde índole internacional.Talesfenómenospermitenestableceralgunasanalogías.Así, sehaseñaladoquelas dosguerrasmun-

Debe tenerse en cuenta que la Ley de Contrato de Trabajo, que regulaba los derechos individualesgozó asimismo de una larga vigencia. Promulgada en 1944, no se derogó hasta treint.a y dos años después(de la Villa & Palomcque, 1978: vol. 1).

Un régimen de acumulación queda definido como el “mareo institucional especifico y las normassoctales propias de los diferentes estadios de la evolución capitalista” (cfr. de Vroey, 1984: 52).

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diales sirvieron paraqueen los paísescontendientesse disolvieranlosobstáculosparael progresode la racionalización(tayloristay fordista)delos procesosde trabajo.La disolucióntuvo lugarreemplazandoduranteelperíodobélico la manode obra—los combatientesson sustituidosen lasfábricaspor mujerese inmigrantes——e implantandola militarización deltrabajo (Coriat, 1982). La versión másextrema tuvo lugar en los casosdelos fascismosalemáne italiano. En Italia, el estadofascistafue el granimpulsorinicial de la OrganizaciónCientq7cadei Trabajo. Peroel impul-sodel disciplinamientomaquinicoquede ello derivaba,se efectuócon lasimultáneapuestaen marchade la militarizaciónde lasrelacioneslabora-les, de un severocontrol social de orden represivoy de iniciativas decarácterpaternalista,diseñadaspara incidir en la esferadel ciclo dereconstituciónde la fuerzade trabajo<). Puede,pues,establecerseunaana-logia entrelo ocurridoen Italia y lo sucedidoen España.

Sin abandonarel casoitaliano, pero a un nivel micro, puedeargumen-tarsetodavíasobrecomo hábitosmarcadamenteautoritariosen la gestiónde la manode obra,facilitaron y/o acompañaronla reorganizacióndel tra-bajobajoel prismadel fordismo. O másprecisamente:cómodichareorga-nizaciónno tuvo lugar sin la derrotadeunaimportantemilitanciasindical.Porquees eso, justamente,lo que se registró en el buqueinsigniade laindustriaitaliana —la Fiat— durantelos años cincuenta.En efecto,en1950,mientrasse introducíaunanuevamaquinariase despidióaunosdosmil trabajadorespor motivosrelacionadosconel activismopolítico y sin-dical. Cinco años después,todavez derrotadaslas commissioniinterne(consejosde delegadoselectos,quehabíanincrementadoel control obreroen planta),los candidatossocialistasy comunistasno obtuvieron lamayo-ría paradichosorganismosni siquieraentrelos obrerosde cuelloazul, unbaluartede la izquierda(Sabel,1985).

Así pues,en el terrenode la micropolítica de gestiónde la manodeobra,el autoritarismojugó, no sólo en España,un cierto papelen la racio-nalizaciónde los procesosde trabajo.

En suma,puedeestablecersequelas institucionesy la legislaciónlabo-ral franquistasno representaronun obstáculoo rémoraen la extensióndeunadisciplinadetipo maquinicoy de laspautasfordistas,en general.Másbien,al contrario,existióentreamboselementosunafuerte interconexión.

TI’

No se trata de aseverarque el fordismo no representórupturaalguna,sino másbien de comprenderque los añospreviosno transcurrieronen

El programa de dopolavoro, destinado para el ocio obrero, encaja dentro de la disciplina paternalista(Caudetoar, 1991).

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unadirecciónexactamentecontraria.Paradecirlo deotro modo,se propo-ne aplicara la economíadel trabajolo quealgunosestudioshanpuestodemanifiestoen relación ala industrializacióny a la economía,en general:que los añosquebordearonal Plan de Estabilizaciónrepresentaronunafronteraentredosperíodosmasdébil de lo que a menudose cree (Braña,Huesa& Molero, 1979).

Tras habersugeridola interconexiónentre pautasfordistasy aparatonormativo-institucionalfranquista,la anterior observaciónnos conduceaexaminarel períodoprefordistaabiertoen 1939. Estapropuestatoma encuentael hechocontrastadode que el aparatojurídico e institucionalnosólo coexistióconel fordismo, sino queademasle precedió.No es necesa-rio insistir en la largacontinuidadde las institucionesy normasde ámbitolaboral. Ambosaspectoshansido abordadosen diversosestudiosquepro-porcionanabundanteinformaciónsobreel trayectorecorrido desde1939hastala emergenciadel paradigmafordista (Aparicio, 1980; Ludevid,1976; de la Villa & Palomeque,1978: vol. 1; etcétera).Ahorabien, abun-danteno quieredecirsuficiente. Si la represióny violencia institucionali-zadas,las leyes laboralesy la construcciónde los sindicatosverticalesocupantodo el espaciode análisis,éstese veráconstreñidoa un enfoqueinstitucionalistade las relacioneslaborales.Es decir, no irá muchomásallá de las normas——entre las que formanpartelos salariosdeterminadospor decreto,asícomoel dictadogubernamentalsobreotrascondicionesdetrabajo—, las institucionesy las organizaciones.Esteenfoqueha sido cri-ticado,hace ya algúntiempo, desdeel puntode vistametodológicoy teó-rico, señalandoqueen el control de la produccióny en la gestiónde lamanode obra, se registranunaseriede fenómenoscotidianose informalesqueresultanirreductiblesa normase instituciones(Hyman,1981).

Por sí mismas,la brutalidadrepresivadel Estadoo el encuadramientoobligatorio en los sindicatosverticales,explicaríanla desarticulacióndelas organizacionesobrerasy el hechode que durantemuchotiempo laconflictividad laboral resultasesin excepción,ademásde escasa,aislada,concarácterdefensivoe ineluctablementederrotada(Babiano,1992b).Sinembargo,la destrucciónde las organizacionesobrerasy la pazlaboral nofueron los únicosproblemasdel ordendel díaen la gestiónde la manodeobraen 1939.Deben añadirsealgunosmásy de no pocaenvergadura.Asípor ejemplo,era precisoun reclutamientode manode obra suficiente,tanto en cantidadcomoen calidad.Del mismomodo,debíaresolverseunaadscripciónestablede la fuerzade trabajoy un imprescindiblegrado deconsentimiento——por bajo que éstefuese en la producción.Contraestosobjetivos operabandiversosfenómenos.De tal suerteque, consegu-ridad,el final de la contiendaprodujonotablescontingentesde poblacióndesplazaday sin ocupaciónfija. En el mismosentido,debeseñalarseque

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la represióncolocó fuera del mercadode trabajo (mediantela cárcel, elexilio o las ejecuciones)a unafranja importantede manode obrat0.

Por lo demás,la represiónpolíticafranquistapresentalimites explicati-vos obvios. Ni siquierael propio fascismoitaliano, comoya se ha indica-do mas arriba, confió su política de control de la produccióna la únicavariablerepresiva.

Es preciso,en consecuencia,ir masallá de la represión,las normasylas instituciones.Y puestoqueparala compresiónde las pautasfordistas,se ha prestadoatencióntanto a laorganizaciónproductivaen plantacomoal ciclo de reconstituciónde la fuerzade trabajo, resultapertinentetrasla-dar el mismo esquemaanalíticoen lo queconcierneel periodoqueprece-dió a la instauraciónde tales pautas.Naturalmente,estoconstituyeunaampliaagendade investigación.En efecto,aunquese cuentaconinforma-ción de carácterregional sobrecondicionesde vida y trabajo (GonzálezPortilla & Garmendia,1988; Molinero & Ysás, 1985), todavía se estálejos de un conocimientosuficiente.Esto es así,en particular,por lo quese refierea los procesosde trabajo.

Pararesolverestehóndicapes necesariotodavíacontarcon evidenciaempíricabasadaen microprocesosy, lo que es másimportante,formularnuevaspreguntas.Preguntasquetienenquever con los limites del controlen planta, con la organizacióndel trabajoy con patronesde disciplina-miento y gestiónde la manode obra. No es esteel lugar adecuadoparasolventartalescuestionesni paraavanzardeforma sustancialen laagendade investigaciónarriba propuesta.Sí, en cambio, trataré en lo quequedade formular unahipótesisadicional, apoyándomeen algunosdatosde tipoempírico.

El propio edificio normativo e institucional franquistasugieredospatronesde disciplinamiento,a verificar tanto en la esferadel trabajocomoen el ámbitodel consumo:la militarizacióny el paternalismo.A mijuicio, estosdos patrones,másallá del aparatojurídico y de las institucio-nes,abonaronel terrenoal fordismo.

Con el término militarización me estoy refiriendo a un conjuntodepautasdisciplinariaspuestasen marcha(ademásde queaparezcanen lalegislacióno impregnenelentramadoinstitucional) en el propioescenarioproductivo,al objeto de controlartanto el procesode trabajocomo a lospropios trabajadores.Estaclasede disciplina, se inspira directamenteenlos hábitoscastrenses,en los modosconquela jerarquíamilitar obtienelasumisiónde la tropa y la moviliza con eficacia.Estono significa que,necesariamentey de formaexclusiva,la militarizaciónseasiemprepuestaen marchapor el propioEjército. Así las cosas,la ordenaciónde los pro-

‘“Ets efecto, entre enero y abril dc 1939 cruzaron la frontera de los Pirineos cerca de medio millón depersonas. Alrededor del cuarenta por cien eran trabajadores de la industria y de la manufactura y algo masde otro treinta por cien, obreros agrícolas (según Tcach, 1986: 24 y 25).

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ductoresen milicia, a laquese referíala Ley de Basesde la OrganizaciónSindical (vid. Aparicio, 1980 y Ludevid, 1976) no era unacuestiónmera-menteideológicao de encuadramientoinstitucional.Detrás se hallabaunprogramade militarización de la producción,quehabíasido puestoenmarchaen la mismaGuerraCivil, a partir de la constituciónde la Comi-ston Militar de Incorporacióny Movilización Industrial,en 1937 (Bricall,1986). Despuésde 1939, la militarizaciónpervivióen empresasy sectoresclave,comopautadestacadade control del procesode trabajo.El casoquemejor se conoceen estesentidoes el de la mineríaasturianadel carbón.Allí no sólo se organizaronlas empresasy las plantillas en unaestrictajerarquíamilitar, sino que se utilizó la disciplinacastrenseparafijar lamanode obray tratarde elevarel rendimiento.Se crearonbatallonespeni-tenciarios,a suvez militarizados.Y por lo queconcierneal tiempode no-trabajo, se levantaronalojamientoscolectivosde caráctercuartelario(GarcíaPiñeiro, 1990).

A pesarde la opinión sostenidapor GarcíaPiñeiro(1990:66), la mine-ría asturianano debiósuponerunaexcepción.Es sabidoque,todavez quese nacionalizóla red ferroviaria, la plantilla de RENFEestuvo sujetalamilitarizacióntt.

En cuanto al trabajo agrícola,queen 1950 representabael 48’8 porcien de la poblaciónactiva (SáezBuesa,1985),se vio asímtsmoafectadopor la militarización. En las grandespropiedadesdel sur, se reforzó laorganizaciónjerarquizadade los cortijos. Se extendióel usode armaslar-gasentrelos capatacesmientrasla GuardiaCivil completaba,externamen-te, el dispositivo disciplinario de la producciónt2.Parael descansoy larecuperaciónfísica, los cortijos disponían,en el tiempoen quedurabanlasfaenas,de alojamientoscolectivosde tipo cuartelario(Naredo& Sumpsi,1984).

Por lo que respectaa la industria,despuésde la creacióndel InstitutoNacional de Industria,los consejosde administraciónde sus empresasestuvierondirectamenteintervenidospor el Ejército medianteunanutridapresenciade militares que, en no pocoscasos,llegaron a ocuparla presi-dencia(MartínezGutiérrez, 1992).Aunquedebeprobarsequeestapresen-cia se tradujo en la disciplina, reclutamientode la manode obra y otrosaspectosde la organizacióndel trabajoen empresascomoMarconi, CASAo mástardePegaso,algunosReglamentosde RégimenInterior asíparecensugerirlo(CASA, 1947: arts. 20 y 23, por ejemplo).

La militarización, como ha quedadodicho, ha supuestoun patrón degestiónde la manode obraen épocasde guerra.Perotambiénha sido uti-

De hecho, los decretos de tailitarización de RENFEse sucedieron todavía en los años setenta y unaparte de la mano dc obra continuó reclutándose a través del ejército (RENFE, 1976).

12 Es verdad que dichas funciones no eran nuevas, pero parece probable que el papel desempeñado poreste ctterpo policial n,ilitarizado quedó reforzado tras el fitsal de la Guerra Civil.

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lizado en períodosde paz,como en los propios inicios de la RevoluciónIndustrial británica. Al fin y al cabo,cuandosurgela fábrica, el Ejércitono deja de serunafuentede inspiraciónparamanejarmasasde hombresdisciplinados(Pollard, 1987). Ahora bien, lamilitarizaciónha variadohis-tóricamente,segúnsus propósitosy resultados.En la posguerraespañola,habidacuentadel papel del Ejército en la reorganizaciónproductiva,representóun estimablerecursopara,todavez desarticuladaslasorganiza-cionesobreras,fijar la manodeobra, restablecerhábitosde trabajoy tratarde incrementar,en lo posible, el rendimiento.En la medidaen que seavanzaseen la resoluciónde estastareas,se desbrozaríael camino y sevenceríanresistenciasparaunamayorparcelacióndel trabajo,parael esta-blecimientode unajerarquíamásdefiniday estrictay para,en sumomen-to, asegurarel triunfo depautasde disciplinamaquinica.

En todo caso,puestoque la severidadde la militarización presentalimites evidentesen el consentimientoen la producción,en los años deposguerrase abrióparalelamentepasoun programade tipo paternalista;esdecir, un programade obrassocialesdestinadoal disciplinamientofueradel escenarioproductivo,en la esferade la reconstituciónde la fuerzadetrabajo. A diferenciadel viejo paternalismodecimonónico,fue puestoenmarcha, sobretodo, por el Estado,en una redefiniciónde programasyprácticasquehabíandeclinadoal filo de la PrimeraGuerraMundial13.

Los planesde urbanismoy el discursooficial sobre la ciudad y lavívienda,en la inmediataposguerra,fueron representativosde este pater-nalismoestatal.Se tratabade evitar la aglomeracióndesordenada.A talfin, se proyectaronviviendasobrerasen pobladossegregadosdel núcleourbanoy separadospor espaciosverdes.Cadauna de las casasdebíadis-poner,en lo posible,de un pequeñojardín parael ocio familiar (de Terán,1982). En síntesis:espaciosverdesy parael deporte,jardinesunifamilia-res, casasde pocas alturas y pobladosdispuestosde forma discontinua.Detrás de todo estose halla enunciadoun catálogode objetivos. De unlado, se pretendeerradicarlos males urbanos quedeterioranla disciplinasocial: la taberna,los contactos,los movimientosincontrolados.Por otraparte,se tratade captaremigraciónde forma ordenaday al objetode quese asienteestablemente.La propiedadde la vivienda, concebidade talmodo queno representeunacompletarupturaconel pasadorural, serviráde reclamo.El Instituto Nacionalde la Vivienda, creadoen1.939 y la ObraSindical del Hogar fueron los dispositivosestatalespuestosen marchaparael logro de estosobjetivos,atravésde la viviendasocial.

Y aunque,por otra parte,los planesde urbanismofueron sistemática-mentedesbordadoso incumplidosa lo largo del Franquismo,las concep-ciones arriba enunciadasalcanzaronuna traducciónprácticaen las déca-

Sobre el paternalismo patronal en la segunda mitad del siglo xix, véase el ensayo de Sien-a Alvarez(1990).

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dasde 1940 y 195014.En efecto,las coloniasde viviendade empresasdelINI, construidasen esosaños,pocotienenquever con el aspectode col-menadelas posterioresciudadesdormitorio.Todavíahoy se percibe,en eldistrito madrileñodeVillaverde, laconcepciónde pobladode casasde unao dosalturasen las coloniasde Marconi o de Boettichery Navarro.En lamineríaasturianase dispuso,asimismo,la creaciónde viviendasobreras,tanto de carácterpúblico comoprivado(GarcíaPiñeiro,1990). Y un tercerejemplo: los proyectosde colonizaciónagrariaincluyeron la construcciónde viviendas unifamiliaresen las parcelas(Naredo& Sumpsi,1984). Sercabezade familia y unacierta cuotade antigUedad,como indicadoresdedisciplinasocial y de lealtada la empresa,fueron sin excepciónlos crite-rios deaccesoa estaclasede viviendas.

Debe subrayarsequetodosestoscasosse refieren al períodoprefordis-ta, quela construcciónposteriordejaríade ajustarseaesteprogramaidealy que,en todo caso,dicho programaresultóinsuficiente a partir de losañoscincuenta,cuandola emigracióncomenzóaser vigorosa1t

La vivienda no fue, desdeluego el único ámbito de la intervenciónpaternalistadel Estadoen los añosanterioresal fordismo. En el terrenodel salario directo, se tomaronastmismomedidascomo los subsidiosfamiliaí-es o los plusesde cargasfamiliares. Ambos se hallabandestina-dos, sin duda,a reforzara la familia como institución de control social yde moralizaciónde la fuerzade trabajo.

El Estadotomó igualmentemuy prontoalgunasmedidasde protecciónante la vejezo la accidentalidad,antesde definir un entramadoglobaldeSeguridadSocial, en 1963. Asimismo,a travésde la ObraSindical deEducacióny Descansoacometióun programade intervenciónen el ocioobreroal estilo del dopolavoroitaliano. Se trata sólo de algunosfenóme-nosde paternalismo,pero seguramenteno fueronlos únicos.

Debe quedarclaro a estasalturas que, lejos de proporcionarunaabun-dante(y necesaria)evidenciaempírica,lo quese ha pretendidoes sugerirunahipótesissobrela militarización y el paternalismocomo patronesdedisciplinamientode la fuerzade trabajo durantela posguerra.Creo quecomotalespatronesdebierontenerunaimportanciaindudable.Másaún, yparaconcluir, el paternalismoy la militarización se hallaron conectadosconel fordismoen la medidaen quesirvieron paradisolverobstáculosenel caminohaciael triunfo de esteúltimo. Los tresfenómenosse integraronen la estructurasocialde acumulaciónvigenteenel períodofranquista.Si

14 No debiera olvidarse que el Estado potenció notablemente la construcción de viviendas sociales y

aunque en los años sesenta, perdió la hegemonía en la actividad constructora, un tercio del total de vivien-das construidas entre 1940 y 1975 lo fueron con algún tipo de intervención estatal (Guillén. San Pedro &Tinaut. 1988).

15 Como lo demuestra el incremento del chabolismo justo en esa década (véase, Montes, Paredes yVillanueva. 1976. por ejemplo).

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el fordismo emergiócomo modelo de gestiónde la manode obra en laépocade consolidacióno madurezde dichaestructura(los añossesenta),el paternalismoy la militarización tuvieron su máximavigenciaen la faseinicial deexploración(los añoscuarentay cincuenta).De estemodo,no esextrañoqueestosdos últimos patronesconviviesenconlas tentativasesta-tales de difusión de la OrganizaciónCientífica del Trabajoa lo largo delos deceniosde 1940 y 1950. Comotampocolo es el hechode quedecli-nasenduranteladécadade 1960,antelageneralizacióndel paradigmafor-dista. Entre tanto, las normase institucionesfranquistassobrevivieronalperíodode exploración inicial, formandoparte (muy relevante)de laestructurasocialde acumulacióntambiénen su fasedemadurez.Másaún,hicieron de nexoentrela militarizacióny el paternalismo,de un lado,y elfordismo,del otro.

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