las organizaciones judías imponen el credo del holocausto

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Las Organizaciones Judías Imponen el Credo del Holocausto Del autor Robert Faurisson. Como se verá, mi libro toca poco la "cuestión judía". Si durante tantos años, he seguido investigando en la historia encarnizadamente y sin preocuparme mucho de la "cuestión judía" como tal, es que, en mi opinión, esta no tenía más que una importancia secundaria, y me podía desviar de lo esencial: yo buscaba, antes que nada, determinar la parte que le correspondía a la verdad y al mito en la historia llamada del "Holocausto" o de la Shoah; mucho más me interesaba restablecer la materialidad de los hechos que no buscar las responsabilidades. Sin embargo, muy a pesar mío, dos hechos me obligarían a salir de mi reserva: la actitud de numerosos judíos hacia mis labores y su insistencia amenazante sobre eso que apasiona a tantos entre ellos: "La cuestión judía". A principios de los años sesenta, cuando abordé lo que Olga Wormser-Migot iba a llamar, en su tesis de 1968, "el problema de las cámaras de gas", de antemano supe las consecuencias que podía entrañar semejante empresa. El ejemplo de P. Rassinier me advertía que podía temer graves repercusiones. Pero decidí seguir adelante, ceñirme a una investigación de carácter puramente histórico y publicar el resultado. Elegía además dejarle al adversario eventual la responsabilidad de salir del terreno de la controversia universitaria para emplear los recursos de la coercición y tal vez la violencia física. Esto fue precisamente lo que ocurrió. Utilizando una comparación, podría decir que de alguna manera la frágil puerta del despacho en que redactaba mis escritos revisionistas cedió, un día, súbitamente, bajo la presión de una muchedumbre vociferante de protestatarios. No me quedó más remedio que constatar que la totalidad o cuasi totalidad de los encandilados eran hijos e hijas de Israel. "Los judíos" acababan de irrumpir en mi vida. Los descubría de pronto no tales como los había conocido hasta entonces, es decir como individuos distintos unos de otros, sino como elementos imposibles de desprender unos de otros, un grupo unido por el odio, y por usar el término que

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Las Organizaciones Judías Imponen El Credo Del Holocausto

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Las Organizaciones Judas Imponen el Credo del HolocaustoDel autor Robert Faurisson.Como se ver, mi libro toca poco la"cuestin juda".

Si durante tantos aos, he seguido investigando en la historia encarnizadamente y sin preocuparme mucho de la"cuestin juda" como tal, es que, en mi opinin, esta no tena ms que una importancia secundaria, y me poda desviar de lo esencial: yo buscaba, antes que nada, determinar la parte que le corresponda a la verdad y al mito en la historia llamada del "Holocausto" o de la Shoah; mucho ms me interesaba restablecer la materialidad de los hechos que no buscar las responsabilidades.

Sin embargo, muy a pesar mo, dos hechos me obligaran a salir de mi reserva: la actitud de numerosos judos hacia mis labores y su insistencia amenazante sobre eso que apasiona a tantos entre ellos: "La cuestin juda".

A principios de los aos sesenta, cuando abord lo que Olga Wormser-Migot iba a llamar, en su tesis de 1968,"el problema de las cmaras de gas",de antemano supe las consecuencias que poda entraar semejante empresa. El ejemplo de P. Rassinier me adverta que poda temer graves repercusiones. Pero decid seguir adelante, ceirme a una investigacin de carcter puramente histrico y publicar el resultado. Elega adems dejarle al adversario eventual la responsabilidad de salir del terreno de la controversia universitaria para emplear los recursos de la coercicin y tal vez la violencia fsica.

Esto fue precisamente lo que ocurri. Utilizando una comparacin, podra decir que de alguna manera la frgil puerta del despacho en que redactaba mis escritos revisionistas cedi, un da, sbitamente, bajo la presin de una muchedumbre vociferante de protestatarios. No me qued ms remedio que constatar que la totalidad o cuasi totalidad de los encandilados eran hijos e hijas de Israel. "Los judos" acababan de irrumpir en mi vida. Los descubra de pronto no tales como los haba conocido hasta entonces, es decir como individuos distintos unos de otros, sino como elementos imposibles de desprender unos de otros, un grupo unido por el odio, y por usar el trmino que prefieren, la"clera".Frenticos, echando espuma por la boca, en tono que combinaba el gemido y la amenaza, me venan a gritar que mis trabajos los erizaban, que mis conclusiones eran falsas y que tena que rendir pleitesa a su propia concepcin de la historia de la segunda guerra mundial. Esta interpretacin casher coloca a "los judos" en el centro de esa guerra en tanto que vctimas inconfundibles de un conflicto que no dej de causar unos cuarenta millones de muertos. Segn ellos, su masacre era algo nico en la historia del mundo. Se me avisaba de que a no ser que me sometiera me arruinaran la carrera universitaria. Y de que me llevaran a los tribunales. Despus, por la va meditica el gran Sanedrn, formado de los sacerdotes, notables y doctores de la ley juda, lanz contra mi persona una virulenta campaa de llamados al odio y a la violencia. No har aqu el recuento de la sarta interminable de afrentas, agresiones fsicas y procesos judiciales que me toc padecer.

Los responsables de estas asociaciones me tratan a menudo de "nazi",cosa que no soy. Ms bien, soy, en mi relacin con ellas, un "palestino", tratado como tal e inclinado a creer que los judos en la dispora tratan a los que les caen mal como lo hacen a ojos del mundo entero en Palestina. Si se quiere mis escritos son las piedras de mi Intifada. Y francamente no descubro diferencia esencial entre la conducta de los responsables sionistas en Tel Aviv o Jerusaln y la de los responsables judos de Pars o Nueva York: La misma dureza, el mismo espritu de conquista y de dominacin, los mismos privilegios, sobre un fondo incesante de chantaje, de presiones acompaadas con quejas y gemidos. Esto en cuanto a la dimensin espacial. Acaso sucede algo distinto en el tiempo?El pueblo judo acaso fue tan desdichado en los siglos pasados como lo pretende? Sufri tantas guerras y guerras civiles como los dems pueblos? Tantas miserias y congojas padecieron? Y no tuvo verdaderamente ninguna responsabilidad en las reacciones de hostilidad de las que tanto se queja ? Sobre ese punto, escribe Bernard Lazare:

"Si esta hostilidad, esta repugnancia incluso, no se hubieran ejercido en contra de los judos ms que en un pas y en una poca determinada, sera fcil distinguir las causas estrictas de estos brotes de ira; pero por el contrario, esta raza ha tenido que enfrentar el odio de todos los pueblos entre los cuales se acomod. Es preciso suponer, ya que los enemigos de los judos pertenecan a las razas ms diversas, y vivan en regiones muy alejadas unas de otras, se regan por leyes diferentes, se gobernaban segn principios opuestos, no tenan ni las mismas costumbres, estaban animados por mentalidades dismiles que no les permita juzgar igualmente sobre cualquier cosa, es preciso pues que las causas generales del antisemitismo radiquen desde siempre en Israel mismo y no entre los que los combatieron."

Con esto no se trata de afirmar que los perseguidores de los israelitas tenan el derecho de su parte, ni de negar que se cometieran todos los excesos que entraan los odios vivos, pero s de postular que los judos han causado, parcialmente al menos, sus males.

Bernard Lazare que no siente enemistad alguna por sus corregilionarios, - todo lo contrario - tiene la franqueza de recordar en varias oportunidades cunto han sabido a lo largo de su historia, desde la Antigedad, adquirir privilegios:"(Muchos) entre la gente pobre eran atrados por los privilegios concedidos a los judos."En mi cualidad de antiguo latinista, reo perseguido ante los tribunales por organizaciones judas, profesor de universidad impedido de dar sus clases por causa de manifestaciones judas y, por fin, autor prohibido por causa de las decisiones del gran rabinato avaladas por la Repblica francesa, a veces me da por confrontar mis experiencias con las de ilustres predecesores. Es as como recuerdo al aristcrata romano Lucius Flaccus. En el ao 59 antes de nuestra era, le toc a Cicern defenderlo en particular contra sus acusadores judos: la descripcin que hace el ilustre orador de la influencia, del poder y de los procedimientos de los judos de Roma en el tribunal me dan a pensar que, si volviera a este mundo, en el siglo XX para defender a un revisionista, prcticamente no tendra que cambiar una palabra sobre este punto en su defensa del Pro Flacco.

Como he impartido clases en la Sorbona, tambin me acuerdo mi predecesor Henri Labroue, autor de un libro sobre Voltaire antijudo. A finales del ao 1942, en plena ocupacin alemana, en una poca en la que nos quieren hacer creer que los judos y sus defensores se hacan lo ms discretos posibles, tuvo que renunciar a impartir sus clases sobre historia del judasmo. Citemos a Andr Kaspi :"Una ctedra de historia del judasmo fue creada en la Sorbona para el ao escolar de 1942-43 y confiada a Henri Labroue. Las primeras lecciones dieron lugar a manifestaciones hostiles e incidentes que acarrearon la supresin del curso."Pero hoy en da sin falta seran llevados a los tribunales, por demanda de asociaciones judas, decenas de grandes nombres de la literatura mundial entre los cuales Shakespeare, Voltaire, Vctor Hugo, as como Emilio Zola (el defensor de Dreyfus tambin escribi la novela El dinero). Entre los grandes nombres de la poltica, incluso Jaurs estara entre los acusados.

Semejantes reflexiones podran valerme el epteto de antisemita o antijudo. Recuso estos calificativos que considero insultos fciles. No le deseo ningn dao a ningn judo. En cambio, encuentro detestable la manera de actuar de la mayora de las asociaciones, organizaciones y grupos de presin que pretenden representar los intereses judos o la "memoria juda".

A los responsables es estas asociaciones, organizaciones o grupos no les cabe en la mente que uno pueda actuar por simple honestidad intelectual. Si, en lo que a m respeta, he dedicado buena parte de mi vida al revisionismo, primero , en el terreno de los estudios literarios, luego en el de la investigacin histrica, no es a raz de odiosos clculos o por servir en un complot antijudo, sino por un movimiento tan natural como el que hace que el ave cante, que crezca la hoja, y que, en las tinieblas, el hombre aspire a la luz.

Resistencia Natural de la Ciencia Histrica a este Credo

Como algunos otros revisionistas, yo hubiera podido hacer efectiva mi rendicin, hacer acto de arrepentimiento, retractarme; otra escapatoria hubiera podido ser armar complejos y retorcidos estratagemas. Pero decid, desde los aos setenta, resistir dando la cara y a plena luz, y me compromet conmigo mismo a no entrar en el juego al adversario. Resolv no cambiar nada en mi propia conducta y dejar a los histricos azuzarse cada da ms. Entre los judos, slo atendera a aquellos, de especial valor, que se atreveran a salir en defensa ma por lo menos durante una temporada.

Las organizaciones judas en su conjunto tratan de antisemitas a todo el que no adopta su propia concepcin de la historia de la segunda guerra mundial. Se les puede comprender ya que el llegar a decir, como estoy hacindolo aqu, que ellas estn entre los principales responsables de la difusin de un mito gigantesco, tiene las apariencias de una opinin derivada del antisemitismo. Pero en realidad no hago ms que sacar las conclusiones evidentes de una encuesta histrica que debe ser, segn toda verosimilitud, de lo ms seria ya que ningn tribunal ha podido detectar - ni siquiera con las pesquisas afiebradas de la acusacin - la menor huella de ligereza, de negligencia, de ignorancia deliberada o de mentira.Adems no encuentro motivo para demostrar el menor respeto a grupos de personas que no manifestaron el ms mnimo respeto por mis investigaciones, mis publicaciones, mi vida personal, familiar o profesional. Ni ataco ni critico a estos grupos por sus convicciones religiosas o su afecto por el estado de Israel. Todos los grupos humanos se alimentan con fantasmagoras. Cada cual es libre, por consiguiente, de brindarse a s mismo una representacin ms o menos real o ms o menos imaginaria, de su historia. Pero esta representacin es lo que no se debe imponer a los dems. Y las organizaciones judas nos imponen la suya, lo cual es en s inaceptable y lo es tanto ms por cuanto esta representacin es obviamente errnea. Y no conozco en Francia otro grupo que haya logrado convertir un artculo de fe de su religin (la de la Shoah) en artculo de la ley republicana; ni otro grupo que se valga del privilegio exorbitante de poseer milicias armadas con el consentimiento del ministerio del Interior; ni otro grupo por fin, que pueda decretar que los universitarios que les caen mal ya no tendrn derecho a ensear su materia en Francia o en el extranjero (vase, entre otros, el caso Bernard Notin).

Por un Revisionismo sin Complejo

Los revisionistas no conocen en realidad ni amo ni discpulo. Forman una tropa heterognea. No gustan de organizarse, lo que representa tantos inconvenientes como ventajas. El individualismo les hace inaptos para la accin concertada; por otro lado los servicios de polica demuestran ser incapaces de penetrar y vigilar un conjunto tan inconexo; no pueden reconstituir una red porque precisamente no existe red revisionista alguna. Son individuos que se sienten libres de improvisar, cada uno segn sus aptitudes o sus gustos, una actividad revisionista que tomar las formas ms diversas. La calidad de los trabajos emprendidos padece de esta situacin, y hay que reconocer que el resultado es desigual. Desde este punto de vista, se puede decir que queda mucho por hacer todava. El simple aficionado se codea con el erudito, el hombre de accin, el rebuscador de archivos. No he de dar nombres aqu para no catalogar a cada cual.

En cuanto a la manera de librar el combate revisionista, por supuesto los revisionistas se dividen entre partidarios y adversarios de una especie de realismo poltico. La mayora considera que, frente a la potencia del tab, lo mejor es proceder de manera oblicua y no encarar brutalmente a los secuaces de la ortodoxia. Para esos revisionistas, es torpe e imprudente, por ejemplo, tirarse a decir que el "Holocausto" es un mito; sera mejor, segn ellos, insinuar que el"Holocausto s se dio, pero no hasta el grado que comnmente se supone".Prendados de estrategia o de tcticas, tales revisionistas procurarn cuidar las susceptibilidades judas y son los que van a sugerir, errneamente, que la parte legendaria del "Holocausto" se les debe achacar principalmente a los comunistas o a los aliados pero no a los judos, mejor dicho, apenas a estos. Incluso se dan casos de principiantes en el revisionismo que practican la engaosa confusin de presentar a los judos como vctimas de una especie de creencia universal errnea, en la misma medida que los dems. Se habran encontrado obligados los judos, de alguna manera por una fuerza inmanente, a creer en el genocidio y en las cmaras de gas a la vez que la misma supuesta fuerza les llevaba a reclamar ms y ms dinero por reparacin de sufrimientos ficticios. Psese algn judo errante al campo revisionista, se le festejar como al ms genuino genio del revisionismo. Si retoma a su cuenta, con torpeza, los descubrimientos de sus predecesores no judos acerca de Auschwitz, se le saludar al recin convertido como un faro del pensamiento cientfico.

Acepto algunas formas de este realismo poltico pero con la condicin de que no conlleve arrogancia. No hay ninguna superioridad, intelectual o moral, en pensar que el fin justifica los medios y consentir que a veces conviene tomarle prestadas al enemigo las armas del disimulo y la mentira. Ahora bien, a m personalmente, me agrada ms un revisionismo sin complejos ni muchas compro misiones. Declrese el color. Mrchese derecho hacia el blanco. Solo, si es preciso. Sin cuidar al adversario. Adems una largusima experiencia del combate revisionista me hace pensar que la mejor estrategia y la mejor tctica pueden consistir en una sucesin de ataques frontales; el contrincante no se la esperaba; nunca se imagin que se tendra la audacia de desafiarlo as; descubre que ya no da miedo; se desconcierta.

Un Conflicto sin Fin

Cien veces los revisionistas han propuesto a sus adversarios un debate pblico sobre el genocidio, las cmaras de gas y los seis millones. Las organizaciones judas siempre se han retrado ante esta propuesta. Ya se ha comprobado que no la aceptarn. Por lo menos la Iglesia Catlica admite una forma de dilogo con los ateos, pero la sinagoga no olvidar la ofensa que se le ha hechoy no se resolver jams a correr el riesgo de semejante dilogo con los revisionistas. Adems, hay demasiados intereses polticos, financieros y morales en juego para que, por su lado, los responsables del estado de Israel o de la Dispora acepten entablar semejante debate sobre la versin casher de la historia de la segunda guerra mundial.

Continuar pues la prueba de fuerza. No le veo fin. El conflicto al que asistimos entre "exterminacionismo" y "revisionismo" es decir entre una historia oficial, estancada, sagrada, por un lado, y una historia crtica, cientfica, profana, se inscribe en la lucha sin fin que se entabla en las sociedades humanas desde milenios atrs, entre la fe y la razn o la creencia y la ciencia. La fe en el "holocausto" o Shoah forma parte integral de una religin, la religin hebraica de la cual, mirndolo bien, las fantasmagoras del "Holocausto" no son ms que una emanacin. Nunca se ha visto que una religin se derrumbe bajo los golpes de la razn. No ha de desaparecer de la noche a la maana la religin juda con uno de sus componentes ms activos. Segn las interpretaciones vigentes, se trata de una religin con mil quinientos aos de edad, o tres mil, o cuatro mil aos. No hay porqu imaginar que los hombres del ao 2000 tengan el privilegio de presenciar en directo el naufragio de una religin tan antigua.

Tambin se oye decir a veces que el mito del "Holocausto" o de la Shoah podra borrarse un da como se desplom hace poco el comunismo estaliniano o como se hundirn un da el mito sionista y el estado de Israel. Esto es comparar lo que no es comparable. Comunismo y sionismo descansan sobre bases frgiles: los dos presuponen en el ser humano altas aspiraciones que son ampliamente ilusorias: el desinters generalizado, la reparticin igualitaria entre todos, el sentido del sacrificio, el trabajo en provecho de todos; sus emblemas son, en un caso, la hoz, el martillo y el koljoz, y en el otro la espada, el arado y el kibutz. La religin juda, bajo la indumentaria estrambtica de la masora o del pilpul, no se detiene en las nubes: Apunta hacia abajo para apuntalar el golpe exacto; apuesta a lo real; bajo el manto de las extravagancias talmdicas y de prestidigitaciones intelectuales o verbales, se nota que est vinculada por encima de todo con el dinero, el rey dlar, el becerro de oro y las blandicias de la sociedad de consumo. Quin puede creer que estos valores perdern algo de su podero en un futuro prximo? Y, adems, cmo la desaparicin del estado de Israel pudiera acarrear nefastas consecuencias para el mito del "Holocausto"? Al contrario, millones de judos, obligados a correr o a regresar a los pases ricos de Occidente, no dejaran de clamar ante el "segundo holocausto" y ya estaran nuevamente y con mayor estruendo, acusando al mundo entero de esta nueva prueba impuesta al pueblo judo, al cual convendra "indemnizar" una vez ms.

Por fin - y esto harto se nota con los relatos del "holocausto" - la religin juda est anclada en lo que tal vez sea lo ms profundo en el ser humano :El miedo.Ah radica su fuerza. Ah radica la clave de su probable duracin a pesar de todos los contratiempos y golpes asestados a los mitos por el revisionismo histrico. Mientras especulen con el miedo, los religionarios judos siempre saldrn ganando.

Me suscribo a la constatacin del socilogo e historiador Serge Thion :"El revisionismo histrico, que ha ganado todas las batallas intelectuales desde hace veinticinco aos, cada da va perdiendo la batalla ideolgica. El revisionismo choca con lo irracional, contra un pensamiento cuasi religioso, la negativa a tomar en cuenta lo que proceda de un polo no judo; estamos en presencia de una especie de teologa laica de la cual Elie Wiesel es el gran sacerdote internacional consagrado por la atribucin del premio Nobel".

El Porvenir entre Represin e Internet

Los recin llegados al revisionismo de debern hacerse ilusiones. Ardua de veras ser la tarea. Acaso menos de lo que fue para Paul Rassinier y sus sucesores ms directos? Acaso ser menos feroz la represin?

Personalmente lo dudo. Tal vez el cambio de los equilibrios polticos en el mundo y las tcnicas de comunicacin les den a las minoras la oportunidad de hacerse or mejor que en un pasado reciente. Gracias a Internet, para los revisionistas la censura tal vez sea ms fcil de burlar, y es de suponer que las fuentes de informacin histrica se volvern ms asequibles.

Esto no quita que en este fin de siglo y de milenio el hombre est llamado a vivir la extraa experiencia de un mundo en que libros, peridicos, radios y cadenas de televisin estn ms que nunca controlados por el poder del dinero o por la polica del pensamiento mientras que, paralelamente, se desarrollan, a gran velocidad, nuevos medios de comunicacin que escapan en parte al control. Parecera un mundo de dos caras : Una se estanca y envejece, la otra tiene la desfachatez de la juventud y mira hacia el porvenir. Se observa el mismo contraste en la investigacin histrica, la que vigila la polica del pensamiento en todo caso: por un lado los historiadores oficiales, que multiplican las obras sobre el "Holocausto" o la Shoah, se encierran en el terreno de la creencia religiosa o del raciocinio a puertas cerradas mientras que, por otra parte, algunos cerebros independientes se esfuerzan por acatar solamente los preceptos de la razn y la ciencia; gracias a estos ltimos, la libre investigacin histrica muestra una impresionante vitalidad, especialmente en Internet.

Los partidarios de una historia oficial protegida y garantizada por la ley estarn condenados para siempre a encontrar frente a ellos los contestatarios de una verdad de oficio. Los unos tienen producto de la edad, el poder y el dinero; los otros un porvenir verdadero.

Recrudece la Represin

Hay un punto sobre el cual el presente libro puede aportar tanta informacin a los revisionistas como a los anti-revisionistas: Es el de la represin que padecen los primeros por culpa de los segundos.

Cada revisionista recibe sus buenas palizas y sabe lo que le est costando expresarse sobre un tema tab; pero no siempre tiene conciencia de lo que a la misma hora padecen sus semejantes en otros pases. En cuanto a los anti-revisionistas, suelen minimizar sistemticamente la amplitud de sus actos represivos; slo les duelen sus propios tormentos, comparables a los de Torquemada y de los Grandes Inquisidores: necesitan golpear, golpear siempre; se les cansa el brazo, se acalambran, sufren, gimen; encuentran que si a alguien hay que compadecer, es a los verdugos; se tapan ojos y odos para evitar ver y or a todas sus vctimas. A veces incluso se sorprenden, tal vez de buena fe, cuando se les presenta la lista de los revisionistas a los que lograron destruir en su vida personal, familiar o profesional, arruinar con multas y apresar en crcel, herir de gravedad, vitriolar, matar, empujar al suicidio, mientras que a la inversa no se podra alegar un solo caso en que un revisionista le haya tocado un solo pelo a uno de sus adversarios.

Hay que decir que la prensa procura disimular lo ms posible los efectos de esta represin generalizada. En Francia, el diario Le Monde tiene la particularidad de silenciar ciertos horrores que hubieran levantado desfiles de protesta y manifestaciones de todo tipo en el mundo entero si judos anti-revisionistas al estilo de Vidal-Naquet hubieran sido las vctimas.

A lo sumo, lo mejor que se puede esperar de los apstoles de la Shoah ser una advertencia contra los excesos del anti-revisionismo que podran daar la imagen de los judos y la causa sagrada de la Shoah.

En la oleada de las ultimsimas medidas de represin contra los revisionistas mencionaremos en Francia la revocacin de la Educacin Nacional de Michel Adam, profesor de historia y geografa en un colegio secundario en Bretaa; con cincuenta y siete aos, y cinco hijos que criar, se encuentra privado de cualquier recurso o indemnizacin. En cuanto a Vincent Reynouard, profesor revocado tambin, el tribunal de Saint-Nazaire le acaba de condenar el 10 de noviembre de 1998 a tres meses de prisin ms diez mil francos de multa por la difusin del Informe Rudolf; con veintinueve aos, padre de tres hijos pequeos, se halla sin recursos as como su esposa. En Francia igualmente, est el caso del pastor protestante Roger Parmentier, excluido del Partido Socialista por haber apoyado ante un tribunal a Roger Garaudy mientras Jean-Marie Le Pen est siendo procesado, en Francia y en Alemania, por una declaracin anodina sobre "el detalle" de las cmaras de gas.

En Barcelona, el 16 de noviembre, por demanda del Centro Simon Wiesenthal, SOS Racismo-Espaa, las dos comunidades israelitas de la ciudad y el movimiento judo liberal espaol, el librero Pedro Varela ha sido condenado a cinco aos de prisin por "negacin del Holocausto" e "incitacin al odio racial" por escrito. Tambin se le ha condenado a una multa de treinta mil francos y pesados gastos de justicia. Los 20972 libros y cientos de cassettes que componen el fondo de sus librera sern destruidos... por el fuego. Su librera haba sido objeto de atentados e incendios; varias veces lo haban agredido a l y a la empleada. Y se dice que ahora el Centro Simn Wiesenthal estara intentando obtener la anulacin del doctorado concedido a Pedro Varela hace ms de diez aos.En Alemania, se secuestran y se queman cada da ms escritos revisionistas. Gary Lauck (ciudadano norteamericano extraditado por Dinamarca hacia Alemania), Gunter Deckert y Udo Walendy siguen presos y se van a sentir dichosos si no les prolonga la prisin bajo cualquier pretexto. Erhard Kemper, de Munster, despus de un ao de prisin y amenazado con nuevas penas largas que lo mantendra preso posiblemente hasta el fin de sus das, ha tenido que refugiarse en la clandestinidad. Otros alemanes o austriacos viven exiliados.En Canada, el calvario de Ernst Zndel y sus amigos sigue, ante uno de esos tribunales ad hoc, llamados "comisiones de derechos humanos", en que se ven pisoteados los derechos normales de la defensa; por ejemplo, all est prohibido demostrar que lo que uno ha escrito corresponde a una verdad comprobable; a estas comisiones no les interesa la verdad; lo nico que les interesa es saber si lo que est escrito lastima a algunos! Otras comisiones especiales vinculadas con el Intelligence Service de Canad toman sus decisiones a puertas cerradas y sobre la base de expedientes no comunicados a los interesados, en caso de que sean revisionistas. En 1999, Ottawa adoptar una ley anti-revisionista que autorizar a la polica a secuestrar en domicilios privados cualquier libro o material que pudiere propagar el revisionismo, segn la polica misma; esta misma ley estipular que los tribunales alinearn su prctica sobre la de las comisiones ad hoc y ya no le permitirn al acusado defenderse invocando la verdad de lo que escribe.

En el mundo entero las asociaciones judas multiplican iniciativas con vistas a la adopcin de una ley anti-revisionista especfica. Hace poco, en ocasin de una conferencia reunida en Salnica, la Asociacin internacional de abogados y juristas judos ha reclamado la instauracin de semejante ley en Grecia y ha dado a conocer que organizara conferencias idnticas en ms de veinte pases ms.

El Deber de Resistencia

Cualesquiera puedan ser las tempestades y vicisitudes presentes o venideras, el historiador revisionista debe mantener el rumbo. Al culto de una memoria tribal fundada sobre el miedo, la venganza y el lucro, le sobrepondr la bsqueda obstinada de la exactitud. De esta manera, sin quererlo siquiera, le rendir la debida justicia a todos los sufrimientos de todas las vctimas de la segunda guerra mundial. Y desde ese punto de vista, l ser quien evite cualquier discriminacin por la raza, la religin, la comunidad. Por encima de todo, rechazar la impostura suprema con la que culmin el conflicto: el proceso de Nuremberg, el de Tokio y mil otros juicios de la post-guerra en oportunidad de los cuales hoy en da an, sin tener que rendir la menor cuenta de sus propios crmenes, el vencedor se atribuye el derecho de perseguir y condenar al vencido.

En contra de la visin romntica de Chateaubriand, al historiador no le corresponde"la venganza de los pueblos",ni mucho menos la venganza de un pueblo que se pretende elegido por Dios.

Sobre cualquier tema, el historiador en general y el historiador revisionista en particular no tienen otra misin que la de comprobar si es exacto lo que se dice. Se trata de una misin elemental, evidente pero - por lo que ensea la experiencia - peligrosa.Extrado del Foro NacionalSocialista Ortodoxo.http://nsargentino.blogspot.com/2010/05/las-organizaciones-judias-imponen-el.html