las marcas del padre sol mito, petroglifo y geografía

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LAS MARCAS DEL PADRE SOL Mito, petroglifo y geografía chamanística en la AmazoniaFernando Urbina Rangel Esta conferencia hace parte de un ciclo en que la propuesta final es brindarle la oportunidad a la amable audiencia de ampliar las miradas para que en ellas pueda caber la inmensidad amazónica. Una cuádruple inmensidad: su dilatada extensión, su dilatada historia, su complejísima red de relaciones y la intrincada red de pensamientos (imaginarios), que se han tejido desde ella y sobre ella. La conferencia estaba planeada, por supuesto, para obedecer al título inicial, pero luego de escuchar la erudita exposición de Pineda, se me ocurrió la conveniencia de adelantar una especulación más sobre los conceptos de «paraíso» e «infierno» 1 con que se suele calificar en forma alternativa o simultánea a la Amazonia; práctica facilista que no ha quedado en el pasado, sino que se remoza al ritmo de las modas o necesidades dominantes. Espigaré, sin mayor rigor, algunas de las expresiones que flotan en el ambiente periodístico. Cuando los invasores europeos llegan al Continente Prodigioso no tenían suficientes categorías, es decir, moldes de pensamiento, para meter allí y comprender y manejar de forma inteligente lo novedoso que encontraron. Empezando porque se toparon con un continente descomunal que no estaban buscando. Pura equivocación. Hubo que ampliar esos moldes. De la ampliación de esos moldes de pensamiento es desde donde va saliendo poco a poco el mundo moderno (tesis de Arciniegas); y ese fue el verdadero Nuevo Mundo; el que sale del encuentro; no el que habitualmente se llama el «Nuevo Mundo», ese que supuestamente encontraron, que, sobre todo, no era nada «nuevo» y que no estaba allí para ser estrenado por los últimos en llegar: los europeos. Provenían los invasores de una Europa donde apenas se estaba asomando el llamado Renacimiento 2 , pero aún empotrada en la Edad Media; y la Edad Media la 1 Estos conceptos se acuñaron cuando se consideraba que la tierra era el centro del universo y no una partícula, una “basurita de nada” en la inmensidad; pero, nada más ni nada menos que esa minúscula partija es nuestro azul hogar planetario, desde donde nuestra especie, a fuerza de ampliar su interioridad, fue capaz de pensar y vive tratando: de armar y comprender la Totalidad y de fraguar una ética que se haga responsable de La Vida. Paraíso es una palabra de origen persa que quiere decir jardín. Infierno: equivale a inframundo, término para nada negativo pues mienta aquello desde donde se yergue la realidad, su fábrica, su fundamento. El cristianismo reelaboró la idea colocando allí el lugar de los condenados por toda la eternidad; igual lo hizo con el paraíso, lugar de los bienaventurados, ubicándolo en el cielo. Hoy día, en la doctrina católica, paraíso e infierno no son considerados «lugares» sino «estados del alma». Razones geológicas y cosmológicas obligaron a efectuar este cambio de imagen. 2 Período de la cultura occidental (europea) que supuestamente sucede a la Edad Media… pero no la reemplaza. Los prejuicios que enraíza el cristianismo una vez constituido en la religión oficial del Imperio Romano, y que substituyen la actitud más abierta del mundo clásico pagano, aún hoy se mantienen intactos en vastos conglomerados humanos (algunas sectas del protestantismo, muy activas por cierto en Colombia), cerrados incluso a las aperturas que el mismo cristianismo se ha visto precisado a dar para consonar con los avances científicos (en el catolicismo: Concilio Vaticano II y ciertas aprobaciones de Juan Pablo II, que no de Ratzinger). Es el caso de países como EE.UU y Canadá donde hay comunidades cristianas que se oponen con toda la tenacidad posible a la enseñanza de la teoría de la evolución por considerar que contradice al Libro (la Biblia). Los creyentes intelectualmente decentes y los hay y en gran númerohan superado hace tiempos esos baches teóricos, simplemente no tomando la Biblia como un manual científico de cosmología. Las organizaciones de padres de familia, entre los creyentes

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Page 1: LAS MARCAS DEL PADRE SOL Mito, petroglifo y geografía

LAS MARCAS DEL PADRE SOL

–Mito, petroglifo y geografía chamanística en la Amazonia–

Fernando Urbina Rangel

Esta conferencia hace parte de un ciclo en que la propuesta final es brindarle la

oportunidad a la amable audiencia de ampliar las miradas para que en ellas pueda caber

la inmensidad amazónica. Una cuádruple inmensidad: su dilatada extensión, su dilatada

historia, su complejísima red de relaciones y la intrincada red de pensamientos

(imaginarios), que se han tejido desde ella y sobre ella.

La conferencia estaba planeada, por supuesto, para obedecer al título inicial,

pero luego de escuchar la erudita exposición de Pineda, se me ocurrió la conveniencia

de adelantar una especulación más sobre los conceptos de «paraíso» e «infierno»1 con

que se suele calificar en forma alternativa o simultánea a la Amazonia; práctica facilista

que no ha quedado en el pasado, sino que se remoza al ritmo de las modas o necesidades

dominantes. Espigaré, sin mayor rigor, algunas de las expresiones que flotan en el

ambiente periodístico.

Cuando los invasores europeos llegan al Continente Prodigioso no tenían

suficientes categorías, es decir, moldes de pensamiento, para meter allí y comprender y

manejar de forma inteligente lo novedoso que encontraron. Empezando porque se

toparon con un continente descomunal que no estaban buscando. Pura equivocación.

Hubo que ampliar esos moldes. De la ampliación de esos moldes de pensamiento es

desde donde va saliendo poco a poco el mundo moderno (tesis de Arciniegas); y ese fue

el verdadero Nuevo Mundo; el que sale del encuentro; no el que habitualmente se llama

el «Nuevo Mundo», ese que supuestamente encontraron, que, sobre todo, no era nada

«nuevo» y que no estaba allí para ser estrenado por los últimos en llegar: los europeos.

Provenían los invasores de una Europa donde apenas se estaba asomando el

llamado Renacimiento2, pero aún empotrada en la Edad Media; y la Edad Media la

1 Estos conceptos se acuñaron cuando se consideraba que la tierra era el centro del universo y no una

partícula, una “basurita de nada” en la inmensidad; pero, nada más ni nada menos que esa minúscula

partija es nuestro azul hogar planetario, desde donde nuestra especie, a fuerza de ampliar su interioridad,

fue capaz de pensar y vive tratando: de armar y comprender la Totalidad y de fraguar una ética que se

haga responsable de La Vida. Paraíso es una palabra de origen persa que quiere decir jardín. Infierno:

equivale a inframundo, término para nada negativo pues mienta aquello desde donde se yergue la

realidad, su fábrica, su fundamento. El cristianismo reelaboró la idea colocando allí el lugar de los

condenados por toda la eternidad; igual lo hizo con el paraíso, lugar de los bienaventurados, ubicándolo

en el cielo. Hoy día, en la doctrina católica, paraíso e infierno no son considerados «lugares» sino

«estados del alma». Razones geológicas y cosmológicas obligaron a efectuar este cambio de imagen. 2 Período de la cultura occidental (europea) que supuestamente sucede a la Edad Media… pero no la

reemplaza. Los prejuicios que enraíza el cristianismo una vez constituido en la religión oficial del Imperio

Romano, y que substituyen la actitud más abierta del mundo clásico pagano, aún hoy se mantienen

intactos en vastos conglomerados humanos (algunas sectas del protestantismo, muy activas por cierto en

Colombia), cerrados incluso a las aperturas que el mismo cristianismo se ha visto precisado a dar para

consonar con los avances científicos (en el catolicismo: Concilio Vaticano II y ciertas aprobaciones de

Juan Pablo II, que no de Ratzinger). Es el caso de países como EE.UU y Canadá donde hay comunidades

cristianas que se oponen con toda la tenacidad posible a la enseñanza de la teoría de la evolución por

considerar que contradice al Libro (la Biblia). Los creyentes intelectualmente decentes –y los hay y en

gran número– han superado hace tiempos esos baches teóricos, simplemente no tomando la Biblia como

un manual científico de cosmología. Las organizaciones de padres de familia, entre los creyentes

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trajeron los conquistadores en sus alforjas, llenas de prejuicios y vacías de oro. Dejaron

sus prejuicios y se llevaron el oro. Tal como van las cosas, aquí parece que no hemos

llegado ni al Renacimiento, y si no pregúntenles a los señores feudales de la costa, si

bien para mis colegas de filosofía ya disque estamos en el postmodernismo, pero a la

ansiosa espera de que los europeos o norteamericanos se inventen otro nuevo ismo para

copiarlo.

Tenían los invasores unos moldes provenientes de viejas mitologías: el molde

paraíso y el molde infierno. Y desde luego eran moldes muy fuertes, tanto más por ser

los claves en una religión predicada para angustiar y atemorizar a cambio de generar

esperanzas imposibles. Trataron de hacer aquí un paraíso, una tierra nueva, un nuevo

mundo, una Nueva Jerusalén, y lo que consiguieron fue generar un infierno para los

pobladores autóctonos. Aún ese infierno está presente para la inmensa mayoría y de

forma muy palpable en Colombia, acosada por una corrupción que se retroalimenta

insaciable en cada campaña electoral, corrupción que heredamos directamente de los

españoles, que con la llamada independencia (es un cinismo celebrarla, sobre todo

después de que el periódico más importante de Colombia, «El Tiempo», es ahora

español) pasa directamente como forma de ser a nuestra clase dirigente. Y ahí está. Y si

hay tercera reelección aquí se queda.

En la magistral conferencia de Pineda vimos esa alternancia de «asombros»,

«paraísos» e «infiernos». Por lo general donde para unos hay un paraíso, otros tienen

que padecer un infierno. Son simultáneos. Se implican. Hoy día aparentemente esos

imaginarios aplicados a la Amazonia se han diluido un tanto, pero no del todo. Los

sectarios del difuso movimiento llamado «La Nueva Era», piensan que las comunidades

indígenas amazónicas viven en «estado de paraíso» y por eso sus Sabios poseen toda la

Sabiduría y las gentes son la perfección misma en cuanto bondad, responsabilidad y

buen manejo del entorno. Y fue más paraíso antes del «infierno del esclavismo» y del

«infierno de la cauchería» (o lo que es lo mismo: «el paraíso del Diablo»), cuando esas

culturas no habían sido rotas y avasallados sus sobrevivientes. Muchos antropólogos

como Reichel Dolmatoff han contribuido a forjar esta mirada que idealiza al indígena;

yo, modestamente, lo he hecho también. Queremos olvidar, con frecuencia, que también

son precariamente humanos como todos nosotros; pero es que cada quien quiere que, al

menos como ilusión, haya en alguna parte un paraíso; se dice que eso hace un tanto más

soportable la existencia.

Visiones de la Amazonia hay para todos los gustos. Espigaré sin mayor rigor

algunas de las que se agitan en el ambiente académico y periodístico. Piensen uds. que

en la Amazonia Colombiana está uno de los paraísos a nivel mundial: el «paraíso de los

lingüistas»: más de 20 idiomas distintos en el Vaupés, y ¡claro! eso molesta a otros:

tener que traducir las falacias de la seguridad democrática en 20 lenguas resultaría muy

dispendioso; y desde luego, es el «paraíso de los biólogos» por su inimaginable

fanáticos, son muy fuertes en algunos sectores y ellas intervienen activamente en las universidades

condenando programas y presionando a los profesores y científicos que se ven en figurillas para poder

desasnar a sus educandos. Con Bush estas asociaciones recibieron un renovado aire de conservadurismo.

En todas las guerras de religión incluidas la más enconada de las actuales, se trata de arrebatarle al otro

sus posesiones y asesinarlo mandándolo de paso al infierno, asegurándose por tal mérito el propio tránsito

al paraíso.

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biodiversidad, tan grande que sólo cabe en el mito. Pero también es el «paraíso de la

guerrilla»; lo dicen algunos, porque allí es fácil escabullirse debido a la

«impenetrabilidad»; no es cómodo encontrar y eliminar a los subversivos

persiguiéndolos en un impenetrable tanque de guerra; hay que ir a pie y desde el aire, y

a pesar de toda la tecnología, es difícil atinarles dada la cobertura vegetal. Por las

mismas razones de “seguridad” está allí uno de los «paraísos del narcotráfico». Pero

hay infiernos: el «infierno del secuestro»: esa selva hostil, terrible que nos han pintado

recordando sus angustias las Ingris y las Claras y los Eladios y los Pinchaos. Y para

colmo, en muchos lugares hay «infiernitos» como el de las miles de minas

antipersonales3. Pero también hay otros personajes e instituciones que por razones bien

distintas continúan viendo la Amazonia en grande, pero en forma negativa, o con

intereses muy mezquinos. Son quienes añorando los monótonos bosques de coníferas de

Norteamérica (especies tan buenas para hacer papel) –en cuyas cercanías obtuvieron sus

maestrías y doctorados–, ven en la extrema biodiversidad una maldición: el «infierno de

la biodiversidad»: 600 especies vegetales distintas, promedio, por cada hectárea de

selva. Es para angustiarse o enloquecerse o, si se es inteligente, para congratularse,

como lo hizo toda la vida Schultes. Hace unos cuantos lustros, a un Viceministro de

Agricultura, antecesor directo –en cuanto actitud mental– de nuestro ex ministro Arias,

le oí en un foro sobre Amazonia o sobre biodiversidad (ya no recuerdo), aquí, en esta

querida UN, la expresión “la maldición de la biodiversidad”. Y eso que el tal

Viceministro ignoraba que cada cultura amazónica multiplica la biodiversidad porque la

experimenta, la piensa, la constela y la maneja de diferente manera; y cada una de

dichas culturas descubre aspectos que las otras no descubren por sus propios medios,

ninguna de las otras, incluida la cultura que cuenta con Academias y Universidades, la

nuestra. Por eso es tan fecundo el diálogo intercultural.

Lustros después se continúa pensando y proponiendo que a ese «infierno verde»

hay que acabarlo, o mejor, transformarlo, por ejemplo, en unas plantaciones bien

ordenadas de palma africana o de cualquier cultivo industrial a grandes escalas, y

mucho mejor –más ordenado– si esos monocultivos pertenecen a unas pocas familias de

“pobres” privilegiados a quienes hay que ayudar con dádivas electorales sacadas de los

recursos públicos. O mejor aun: remplazar sus inútiles bosques por potreros donde

pasten unas pocas vacas y caballos de paso substituyendo a las casi infinitas especies

autóctonas, inútiles según los dueños de las vacas y los caballos de paso. Y así, así, la

Amazonia quedaría convertida en el «paraíso de las multinacionales», como lo

mostraba la conferencia inaugural de Fenzl. Para las empresas transcontinentales y para

sus sirvientes en los gobiernos arrodillados, repito, la biodiversidad es una maldición,

3 Hace pocos años, trabajaba en el libro La copa de los espíritus del bosque, obra sobre un episodio de la

vida del Abuelo Juvenal Flaviano Castilla, cuando uno de mis alumnos indígenas (Filosofía) nacido en El

Encanto (río Caraparaná), me dio la arrasadora noticia de que el Abuelo había muerto por causa de una de

estas minas que siembran haciendo gala de cobardía y crueldad los amos de la guerra. Algún día

aparecerá este libro que condena la infamia y que rescata las maravillosas enseñanzas de un cazador y

aserrador arrepentido. El programa de la Presidencia que se ocupa de ese problema (víctimas de las

minas), no le dio ninguna importancia a la publicación de esa obra. Ni siquiera tuvieron la amabilidad de

responder a mi ofrecimiento. Que las víctimas tengan rostro real poco les importa; importan las

estadísticas.

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una maldición que huele a infierno; biodiversidad que impone pensar en forma compleja

para manejarla; no en la forma simple, que no mide consecuencias ni humanas ni

ambientales, propia de los «gobiernos de opinión».

Y la forma de aniquilar la biodiversidad es uniformando. En el paraíso todos

piensan igual, y se comportan en forma uniforme; quizás al menos sólo por eso sea

preferible el infierno. Hay paraísos que se empiezan a volver infierno cuando a alguien

le da por pensar distinto; cuando aparecen individuos y minorías díscolas; entonces los

que piensan igual, o quienes desean que se piense igual, le empiezan a hacer la vida un

infierno al que piensa distinto; y lo depuran o lo expulsan. Y para no salirnos del mito –

que es el marco de esta conferencia–, ¡Pregúntenle a Eva!, la bíblica, la que tuvo la

osadía de pensar distinto y generar al verdadero hombre: el que sólo llega a ser humano

por fuera del paraíso, el que sabe, el que probó del árbol del conocimiento y por eso fue

expulsado.

Pero no pierdan de vista nunca que los paraísos sólo aparecen en el imaginario

cuando se han perdido. Ese aserto debe ser cierto porque es bello y porque lo dijo

Borges. Los paraísos “de verdad” siempre están al comienzo ilusorio y al final ilusorio.

Nunca en un presente. Se añoran, quizás porque nunca lo fueron ni podrán serlo.

Constituyen la macro extrapolación del deseo.

Insisto. Eso de paraíso o infierno es parte de lo que han pensado los que

invadieron la Amazonia a partir de finales del s. XVI; y lo que sigue pensando ese

pensamiento que es la punta de lanza del occidente, consumista, mercantilista, y con una

ambición insaciable: las transnacionales. Ellas preparan su asalto contra lo que encierra

la última gran frontera. Una frontera verde en que el verde tiene todos los colores de

puro biodiverso. Eso de los colores del verde lo dijo Aurelio Arturo hablando

enamorado del sur. Y frente a esa amenaza hay que pensar, organizarse, y resistir en

formas eficientes. La más eficiente, a mi juicio, es aquella que consiste en unir la

sabiduría indígena y la ciencia de mayor avanzada, y divulgarla y crear ciudadanos

conscientes, es decir críticos. Coincide, ello, con una de las tareas esenciales de la

universidad.

Pero ¿qué piensan de la Amazonia los indígenas? O ¿cómo la piensan? ¿Cómo la

ven? ¿Cuáles son sus imaginarios? Porque no han de ser los mismos. ¿Será un infierno?

Será un paraíso? ¿Habrá sido paraíso y luego infierno? ¿O al revés?

En primer lugar hay una gran diversidad de formas endógenas de pensar la

Amazonia y ninguna de ellas utilizó los moldes de paraíso o infierno, antes de conocer

la llamada “civilización”. Hay tantas maneras de sentir y pensar la Amazonia como

culturas se dan en ella y son muchas y han sido muchas más a través de ese tan dilatado

tiempo que se remonta, según las cuentas cortas y más reconocidas que nos trajo Mora

(10000 a.p.), o según las largas que proponen Van der Hamenn y Castaño (¿o es sólo

Castaño?) de 19270 a.p. para la ocupación más antigua del Chiribiquete. Para el centro

de Colombia, cerca de Tocaima, tenemos la encontrada por Correal: algo anterior a

16000 a.p. Y por supuesto, está la de Monte Verde en Chile (33000 a.p.), y las de más

de 30000 a.p. encontradas por los brasileros, que, sin ser amazónicas, nos ponen de

presente que a lo mejor se puedan encontrar fechas más antiguas para la llegada del

hombre a la gran selva. Entre el 33000 a.p. y el 19270 a.p. (de ser válidas las fechas

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halladas por Castaño) hubo tiempo para haber llegado antes a la Amazonia, aunque se

desplazaran muy despacio. No tenían afán. No estaban buscando Eldorado. Y no

olvidemos que para hacer rabiar a los gringos –ellos se sienten los primeros y con

derecho a extrapolar ese derecho a toda América («1ª ocupación», ¡ahí sí se sienten

pieles rojas!, y «posesión»)–, en Suramérica las fechas de llegada ya se van remontando

al 50000 a.p. Y para los eurocéntricos –y los muchos nacionales que quieren ser

europeos– queda zumbando una molesta mosca con una molesta pregunta ¿Qué es eso

de Nuevo Mundo? ¿Nuevo para quién? ¿Nuevo para que nos lo vengan a hacer?

Ideologías amañadas, convenientes, justificadoras de exterminios, saqueos y

atropellos… ideologías… amañando la historia, manejando los mapas, para que unos

países queden arriba y otros abajo (la posición de la tierra orientada artificiosamente por

el norte y no naturalmente por el sol… si uds. quieren dejar de sentir a los gringos

encima, empiecen por horizontalizar el mapamundi, así los tendrían de lado, pero no

encima).

Y ¿cómo armaban su universo, su geografía y su historia los que fueron

invadidos o vencidos? Para responder en algo a estos interrogantes vamos a recurrir a

los mitos. Los mitos los crean las culturas para recordar lo que para ellas es

fundamental; lo que vale la pena no olvidar porque sirve para vivir bien, como

auténticos seres humanos.

Pero antes, perdonarán otra vez eso de no entrar en materia, ¡pero es que ya

estamos en ella!, debemos aclarar algo mínimo: ¿qué es mito? Y esto se impone porque

algo va de la forma en que uso la palabra «mito» en esta conferencia, a como la usó

Marco Palacios, nuestro pomposo y ampuloso ex rector, durante cuya administración se

intentó acabar la Sede de la UN en la Amazonia, la creada durante la administración

Páramo, esa Sede de la UN en Leticia, el IMANI, que es su Sede Amazónica; es esa

sede la que hace presencia en el León de Greiff con este capítulo de la cátedra Jorge

Eliécer Gaitán. Este instituto, el IMANI, ya acusa 20 años de fecunda existencia y lo

vamos a tener para largo toda vez que dicha unidad académica es una de los más

productivas de la UN.

Palacios hace el breve prólogo del libro más global que se ha hecho sobre

Amazonia, se llama Colombia Amazónica; la gran obra –es grande de verdad no sólo

por su enjundia sino por su gran tamaño– fue publicada por la UN y la FEN en 1988. En

su artículo introductorio “Miedo, mito y colonialismo” el ex rector Palacios califica

«mito» las creencias absurdas que hay sobre la Amazonia; ¡Qué mal manejo de la

palabra mito; cuan poco académico!; igualito al precario concepto que manejan los del

programa de TV (National Geographic) titulado «Cazadores de mitos», un típico

programa para hombre promedio consumista, ese tipo de persona a quien hay que

orientar cuando mira programas de humor para que estalle en carcajadas en el momento

oportuno4. El ex rector, igual que los del programa de tv., confunde «mito» con

«creencia» sin percatarse que si bien todos los mitos son creencias, igual que toda

4 Para ello, los programadores introducen risas en las series de humor, risas programadas, actuadas, no

espontáneas y colocadas como telón de fondo. ¡Juzguen la estupidez: tener que indicarle a una audiencia

cuándo se debe reír!; tal pre programación estricta sólo se da en Colombia en los consejos comunitarios.

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fórmula científica (sobre todo las que van siendo descartadas5), no todas las creencias

son mitos.

Pero vayamos dando una aproximación al mito. De puro trajinar con el concepto

terminé por acuñar unos versos, simplemente, como recurso nemotécnico; ahí van:

EL MITO

Aproximación

El mito es un decir siempre confiado

Que alguien nos trae de un ayer difuso.

Está en su oficio revelar comienzos

Retrayendo en palabras, trazo o gesto

Los arquetipos con que se hace mundo.

(Versos basados en las enseñanzas de Eliade uno de los máximos estudiosos del mito).

Etimología de «mito».

Del griego mythos. Originalmente significó palabra, especialmente la palabra

fundamental (verdadera) que venía por tradición y cuyos garantes eran los dioses

mismos. Se oponía al término logos que también significa palabra, pero no la palabra

que habla de lo que es (lo real), sino que el logos es la palabra que habla de lo pensado.

La etimología de mythos ha sido escenario de mucho debate. Hoy día con Gustav

Stählin se piensa que encierra la raíz meudh presente en muchas otras lenguas del gran

tronco indoeuropeo y que entre otros contiene el sentido de recordar.

El paso del mito como palabra verdadera a palabra errónea o, peor

aún, mentirosa.

S. VI a.C. Este siglo constituye la divisoria en la valoración que se le da al mito. Los

racionalistas griegos van convirtiendo poco a poco la palabra en sinónimo de mentira,

error o, al menos, inexactitud. Esa dirección del pensar termina por acuñar el término

«mitómano» para referirse a quien tiene el defecto de decir mentiras habitualmente.

Pero, también, a lo largo de todo su historia el concepto mito tuvo pensadores a su favor

que no lo vieron como sinónimo de mentira, falla o debilidad de pensamiento sino como

una de las formas más eficaces que se ha ideado el hombre para no permitir que se

olvide o minimice lo fundamental, eso que constituye lo propiamente humano: la

capacidad de imaginar y recordar y transmitir mediante símbolos lo imaginado y

recordado. Dentro de esta línea entusiasta se encuentra entre muchos otros Lévi-Strauss,

el venerable antropólogo que nos dejó hace poco después de su larguísima y fecunda

5 Lo de las hojas del poder: no se iba a permitir que aparecieran allí unos mitos y menos sobre la «planta

infernal», la maldita: la coca. El libro adolece de un garrafal defecto: por ningún lado aparece el punto de

vista desde lo indígena ; las menciones a ellos es desde lo que dice la Academia.

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existencia, y también Guillermo Páramo, bajo cuya rectoría se fundó la sede de la

Universidad Nacional en Leticia.

Miremos algo de lo que estuvo en juego con la polémica en que se ventiló la oposición

mito-verdad. Verdad en griego se dice aletheia = a (partícula negatica, significa lo

mismo que en castellano) y lethe = olvido. La palabra verdad en griego arcaico no

significaba «lo opuesto al error y a la mentira»; ALETHEIA significaba «lo opuesto al

olvido», la negación del olvido, y lo opuesto al olvido es precisamente = recordar. De

ahí que en la maravillada experiencia de quien creó la palabra (cada palabra fue creada

por un individuo quien al socializarla, si tiene suerte –acogida– la hace perdurar) los

términos mythos y aletheia no fueran opuestos sino complementarios.

Fue con el andar del tiempo que se olvidó el sentir de los arcaicos y se llegó a

ver la verdad como lo opuesto al error y a la mentira, y al mito como lo opuesto a la

verdad. Y el logos como lo opuesto al mito y con mayor valor que éste. En ocasiones se

gana mucho cuando se retorna a los sentidos originarios. Espero que la mayor ganancia

que podrían llevarse de esta charla consista en abrirse a meditar sobre eso de no ver la

verdad como lo opuesto al error y a la mentira sino al olvido. ¡Qué lejos se estaría con

ello de sucumbir a cualquier fanatismo, actitud que niega lo mejor del espíritu humano y

que no es más que la certeza de tener la verdad en el bolsillo y poder administrarla

diciendo que quienes están conmigo son quienes la acepten y los que no la acepten

merecen la exclusión, o la muerte y el infierno, cualquiera sea el tipo de infierno que se

imagine. La verdad es tarea, labor inacabable, no posesión.

Pregunta

¿Cuál es la peor peste que puede aquejar a un ser humano? García Márquez habló de

ella: “la peste del olvido”, esa aguda pandemia que aqueja a los colombianos. Y que

valga eso en el ámbito preelectoral en que nos movemos por estos días.

LAS GRANDES PREGUNTAS

¿Tuvieron los indígenas amazónicos conciencia de la Panamazonia? Perdón: hay una

pregunta previa: ¿Tuvieron los indígenas amazónicos consciencia de que había algo más

que Amazonia? Pero uds. sabrán perdonar nuevamente: por lo menos hay otra pregunta

anterior: ¿Tuvieron los indígenas amazónicos consciencia de una realidad total, de un

universo que excedía los límites inmediatos de su aldea o maloca e inmediato entorno?

Oigamos los mitos.

LOS MITOS

Cosmogonías.

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Los más mitos entre los mitos. Todo mito habla de orígenes. Aquellos que hablan del

origen de la realidad son, obviamente, los que más merecen el nombre de mitos.

Un mito de los okaina, narrado por el Abuelo Noé Siake. La antropóloga María

Cecilia López recogió este relato en la década de los 80; poco tiempo después

tuve oportunidad de entrevistar nuevamente al relator, quien me aclaró aspectos

del intrincado mito. Era tan bello el cuento que no veo forma mejor que el del

poema para transmitirlo:

ORIGEN

El Padre abrió sus ojos:

No vio nada.

Vacíos estaban en medio del vacío.

Y así una y otra vez.

Por fin, un día,

Cuando aún no había espacio ni nostalgia,

Entre parpadeo y parpadeo

Vio un puntito de nada entre la nada

Que crecía y se achicaba.

Y esa basurita de nada entró en su vista

Y ese fue el negro de sus ojos.

Se agrandaba ese punto, se agrandaba

Hasta que fue bien firme aquella cosa.

Entonces dijo:

–Bueno para sentarme es esto.

Bueno para enraizar la fuerza del origen.

Y sintiéndose ya fuerte

Hizo que su banco explotara

Como cápsula de semillas aéreas de ceiba

Y de allí salió todo lo creado.

La creación según el Abuelo Enokayï.

Blanca de Corredor recogió este relato en Araracuara para su tesis de grado. Pertenece

al Conjuro de la Maloca, oración con la que se sacraliza e instaura la gran choza,

símbolo del mundo en su doble dimensión temporal y espacial. Es de destacar en este

relato la importancia dada a la Gran Madre, asiento de toda la realidad, según la

vertiente matriarcalista del pensamiento uitoto.

La Madre existía cuando no existía nada, nada, sólo ella;

Ella es aire, es agua, es conocimiento.

Page 9: LAS MARCAS DEL PADRE SOL Mito, petroglifo y geografía

Fue ella quien calladamente dio el primer suspiro

Para que de ese suspiro, como una burbuja,

Naciera el Padre Creador, el padre Unámaraï

Y Él se posa como una nube por encima de la Madre,

Sustentado por ella, porque es ella quien lo sostiene.

Y la Madre y el Padre engendraron a su hijo, Áñïraima.

Y el Hijo será el encargado de hacer visible la Creación que sólo era vibración,

murmullo, palabra o sueño en el seno de los Progenitores Primordiales.

La creación según los relatos recogidos por Preuss

Era la nada [naaïno], no había cosa alguna. Allí el Padre palpaba lo imaginario,

lo misterioso. No había nada. ¿Qué cosa habría? Naaïnuema, el Padre, en estado

de trance, se concentró, buscando dentro de sí mismo.

¿Qué cosa habría? No había árboles. Rodeado de la nada, el Padre la controló

con ayuda de un hilo soñado y de su aliento. En todas partes reinaba el vacío. El

Padre examinaba el fondo de ese vacío, pero no había nada. Recitó la oración de

la nada, mas todo era vacío.

Ahora, el Padre buscaba aquello que es nuestra vida, el comienzo de nuestra

historia, pero sólo había un vacío. Intentaba palpar el fondo de la nada, atarlo

con la ayuda del hilo soñado, pero todo era vacío. En estado de trance obtuvo las

sustancias mágicas arebaikï e izeikï, con las cuales sujetó el fondo de la nada.

Tomó posesión de la nada, para luego sentarse en aquel plano, que es nuestra

tierra, e intentar extenderlo.

Y de ahí arrancará la creación de la Tierra, de ese comienzo abstracto preñado de

gérmenes.

UN MITO SOBRE LA PANAMAZONIA

Y ahora sí hablemos de la Amazonia. Traeré a cuento un mito en una versión que no es

la más extensa, pero sí una de las más apropiadas para llevar un mensaje de mucha

claridad a los colombianos. En él se habla de la Amazonia como conjunto. Pero si no

nos alcanzase el tiempo para más, ya sería suficiente para que uds. se lleven una idea de

lo que piensa un pueblo amazónico acerca de tan inmenso territorio y lo mucho que se

puede extraer de allí en cuanto a valoración del pensamiento indígena y en cuanto

pautas para una visión y manejo inteligente de la Amazonia.

EL ÁRBOL DE LA ABUNDANCIA O DE LA BIODIVERSIDAD

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Entre las poblaciones aborígenes sobrevivientes a la catástrofe de la invasión y

colonización de la Amazonia a partir del s. XVI, el mito más difundido acerca de su

forma y funcionamiento presenta a esta inmensa y compleja región como un gran árbol

cuyo tronco es el río-mar, las ramas están conformadas por sus innumerables afluentes y

las hojas fungen como selvas. La imagen a su vez está tomada de la ceiba (Ceiba

pentandra L., Gart.), el organismo arbóreo más gigantesco de los bosques del trópico

húmedo, cuyo grosor no tiene rival y su colosal altura lo destaca sobre el dosel del

boscaje.

La reflexión indígena subyacente en esta imagen arbórea, fiel a la lógica de lo

concreto, presenta a la Amazonia como un organismo, como un inmenso ser vivo. La

ciencia moderna nos dirá que conforma un prodigioso conjunto de interacciones, las

más finas según parece en la historia natural. Es el ámbito en que la vida a nivel

planetario ostenta su mayor diversificación, su más grande y refinada inventiva, a tal

punto que la selva ecuatorial medra no a fuerza de la fecundidad del suelo, que es en

extremo pobre, sino a partir de auto reciclarse; de esta manera resulta la más sofisticada

de las invenciones6.

Son muchas las variantes del relato en cuestión. Algunas se emparientan con las

versiones del mito presentes en culturas extra amazónicas, en las cuales los ríos que

vertebran los territorios ancestrales son también equiparados a grandes árboles.

No es ilusoria la importancia dada al árbol. Por una parte es un ser que permite

desencadenar innúmeros pensamientos, toda vez que su estructura y funcionamiento se

pueden cargar de fecundos simbolismos: hunde sus raíces en lo oscuro de donde

procede toda auténtica fuerza, aquella que sustenta, aunque también la que domina

cerniéndose; su tronco se yergue en el mundo de los hombres compartiendo su destino,

y su copa se proyecta hacia el cielo esplendente al que toca con sus ansiosos dedos

verdes. Conjuga los tres ámbitos del mundo. Equivale al mundo. Por otra parte, la

importancia del árbol en el desenvolvimiento de la especie humana y de la cultura

misma es fundamental. En algún momento el antepasado arborícola del hombre se

balanceó en sus ramas. Lo era todo: sendero, alimento, refugio, juego. Se desprendió de

él como un fruto para colonizar los campos abiertos, liberando las manos y oteando

horizontes más anchos, irguiéndose... En el transcurrir del tiempo alguien dirá que el

verdadero hombre ha de morir de pie como los árboles. Bien pronto en la evolución de

los homínidos los leños serán determinantes como instrumentos inmediatos y

posteriormente –en el lento andar de la invención de la cultura y del hombre– como

materia prima de los utensilios más elementales, y luego de los más y más sofisticados o

complejos... atlatl... búmerang ... arco y flecha para clavarse en lo distante, para ser en la

6 Parece que la única finalidad de la vida es reinventarse. Tener en cuenta que los cazadores

recolectores silvícolas y los agricultores de roza y quema itinerantes han contribuido a lo largo de su

milenario nomadeo a la diversificación de los entornos amazónicos. Los primeros, al acampar

seleccionaban semillas y las sembraban entreveradas en la selva. Al cumplir un ciclo en sus

desplazamientos las gentes encontraban qué cosechar. Los segundos al abandonar los rastrojos a la selva

invasora, la intervenían. Estas mínimas incidencias en el manejo del bosque primario lo han ido

transformando paulatinamente. La selva virgen de hoy no lo es tanto como habitualmente se afirma;

también es producto cultural.

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lontananza, para trascender lo inmediato, y por esta senda llegar a crear hasta dioses que

divinizan al hombre y lo hacen ser más allá de tiempos y distancias.

En los fundamentos de la cultura occidental, entre los griegos arcaicos,

inventores de las palabras en las que se quintaesencian metáforas que aún nos permiten

una cierta configuración, captación y manejo de la realidad que aún nos acompaña–,

HÝLE era la voz para designar el bosque, el árbol, la madera… y será la enaltecida

palabra con que los filósofos –ya auto posicionados frente al mito– se referirán a lo que

en castellano se dice materia, ésa que el hombre humaniza haciéndola utensilio; uso de

utensilios que, a su vez, garantiza que estamos ante la innegable presencia de lo

humano.

El mito que se transcribe a continuación me fue narrado en varias oportunidades,

a partir de 1971, por José Octavio García, quien lo había recibido a la vez de su padre,

el gran sabedor don José García, de la Nación Muinane. Fue en uitoto la lengua en que

se trasmitió inicialmente y no en la propia de don José, por cuanto la uitotización de la

cultura muinane ya está muy acelerada y muchos hijos de varones de esta etnia terminan

por aprender la lengua materna (generalmente el uitoto) por razones de dominancia. El

Abuelo José manejaba con fluidez varios idiomas indígenas, entre ellos el uitoto. La

traducción de este mito7 y de muchos otros por obra de José Octavio, fiel al legado de

su padre, obedece al propósito de hacer asequible aspectos fundamentales de su cultura

ancestral a un público blanco; el objetivo es que éste al conocerla la respete.

El texto del mito que aquí se entrega tiene varias elaboraciones. Primero está

tamizado por Octavio quien lo vierte al castellano y, además, lo escribe. Esta versión

escrita reposa en mis archivos. Luego de oírselo en varias oportunidades y de leerlo

muchísimas veces, hago mi versión8. Es la que aquí presento. Para comodidad en la

lectura he dividido el relato de «Moniya Amena»9 en seis apartes.

El amor secreto

Bella es Monaiya Tïrizaï, la hija del cacique Jurama. Muchos jóvenes

la pretenden pero todos son despreciados. ¿Por qué razón? Ni el

propio padre, con ser tan sabedor, sabe la causa.

7 Publiqué este relato en mi libro (1986) Amazonia: naturaleza y cultura,(: 62-70); es el único mito que

figura allí completo; también como texto de la exposición pictórica itinerante (desde 1993), del mismo

nombre y con autoría de la artista Mónica Rubio Torgler. Una versión muy extensa, pero sólo a partir del

episodio del parto de la criatura prodigiosa, en Garzón & Macuritofe (:123-144). 8 Ediciones críticas (bilingües y comentadas) de los mitos uitotos, por fortuna, ya se están dando. El

lector interesado en una aproximación plena a la literatura en el original uitoto puede ya consultar este

tipo básico de documentos; son inapreciables estas obras por ser las que permiten con justeza asomarse a

la intimidad de la cultura y dan la posibilidad de sumergirse en sus profundidades –siempre insondables,

por supuesto–. Mi texto no es más que una invitación para dirigirse a esas meritorias obras: las

transcripciones del vernáculo logradas por lingüistas especializados en uitoto. La más copiosa colección

la tenemos en PREUSS; ver también en la bibliografía a BECERRA-MARÍN y, muy especialmente, a

CANDRE-ECHEVERRI. 9 Moniya proviene de monifue : alimento; amena: árbol. Literalmente Árbol de la comida o de los

alimentos, también llamado Árbol de la yuca, por cuanto esta raíz tuberosa constituye la comida cultivada

básica, uno de los principales diferenciadores entre el hombre y la bestia por tratarse de un alimento

cultivado y procesado mediante el fuego transformador y el uso de muy variados utensilios. Resulta el

paradigma de todos los alimentos.

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Y es que Kuio Buinaima, el Dios·lombriz, la ama, y ella a él. El

Padre·de·la·abundancia10

es el amor de la bella.

En la noche cómplice, cuando la sombra ampara el secreto, llega

el dios en forma de lombriz, y la vida se hace fruto y crece en el

vientre de la ya no doncella.

-¡Aaaay! -gime la madre: -¿Quién es el causante de la preñez de

mi hija? ¿Cómo burló mi vigilancia?

-¡Ah! -murmura cada pretendiente-: si el sí me hubiera dado, su

hijo tendría padre; todo sería claro y bueno.

Y la palabra hiriente, hiere.

El padre, entonces, convoca a los jóvenes ansiosos y pregunta:

-¿Quién deshojó la flor de la doncella?

Nadie se muestra. El padre, avergonzado. La madre,

avergonzada. La mirada no encuentra la mirada. Quizás el tiempo

traiga algo de luz.

Cuando el dios se va

Un día, al clarear, la madre escucha la cantarina charla de los

pájaros. Bien sabe que entre ellos están los pretendientes, los

despreciados. Chismorrean, envidiosos, dando pistas. Es cuando la

vieja decide dar con el culpable. Entonces busca, busca, busca...

-¡Vete por agua! -dice a Monaiya Tïrizaï y le da un cernidor para

traerla y así aumentar el tiempo de la búsqueda. Barre el aposento

levantando cada cosa... Busca ... busca... busca por toda la gran

maloca. Pasa por debajo de la hamaca; llega al fogón y levanta la

esterilla en donde se sienta la hija. Debajo hay un hueco. De él brota

un aroma de frutas y al poner atención va descubriendo el rostro de

un hombre que sonríe.

-¡Ajá! -exclama. -Aquí está el culpable.

Ya retrocede la madre. Ya calienta agua mientras la joven trata

inútilmente de traer el encargo. Ya derrama el líquido hirviente en el

hueco en donde el dios se esconde.

Kuio Buinaima muere, pero no desaparece. ¿Acaso un dios puede

deshacerse? Se oculta. Los dioses siempre buscan la penumbra. Se va

al fondo, a las sombrías raíces de la tierra donde reside toda fuerza,

fábrica oscura, vientre del que surge lo que existe.

10

A nivel mundial la mitología y ritualística asociada a cultígenos es inmensa y contiene muchos

simbolismos comunes que no siempre pueden explicarse sobre la base de difusión cultural; prueba de

ellos son los corpus amerindios. La diosa o dios que constituye la esencia de las cosechas es visto como

un ser que muere y resucita, desciende al inframundo y vuelve a la luz; al fin de cuentas es una

personificación divina de la semilla. En las culturas que ostentan un cuño matriarcal –las que idearon la

horticultura– la divinidad en cuestión será femenina: Inanna-Ishtar, Perséfone, Buinaiño ...; en las de corte

patriarcal, que llegan a imponerse, se tratará de un personaje masculino: Tammuz, Osiris, Diónysos,

Quetzalcoatl, Kuio Buinaima...

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Muy satisfecha queda la mujer, ignorante del mal que causaría.

Entonces, le ordena a Monaiya Tïrizaï:

-¡Toma un cántaro y trae agua!

Al regresar, la que está encinta descubre que Buinaima se ha ido.

La ausencia del amado va labrando en su rostro la tristeza. Pero esa

noche sueña, y él le dice:

-Calma, muchacha. Deja ya tu amargura. Yo soy Kuio Buinaima,

el Dueño·de·las·buenas·cosechas. Pensaba traerles la abundancia y

mira: cuando hablaba a tu madre, me ha quemado. Me he ido a lo

profundo. Ya nada medrará sobre la tierra; pero tú no estarás mal;

nuestro hijo tampoco. En la quebrada descubrirás espumas.

¡Recógelas y tráelas! Son alimento bueno, pero sólo han de ser para

ti, no para quienes desoyeron mis palabras y despreciaron mis

dones11

.

Diciendo esto el dios se marcha y con él se lleva la esencia de las

muchas cosechas. Ya no hay más yuca, alimento el más propio de los

hombres que construyen malocas y que bailan, ni el amarillo caimo

salpica con su luz la fronda verde, ni el umarí perfuma el aire de la

siesta, la maraca no deja ver su carne amarillenta, la uva caimarona

y el cucuy no endulzan más las horas del reposo, ni el ají con su

diente hace sabrosa la carne de la bestia, tampoco el canangucho12

11

Traer las palabras de abundancia equivale a donar la fuerza de aquello que se nombra. Fuerza

equivale a esencia; se hace presente en el arquetipo; en este caso, en las primeras plantas cultivadas, don

de la divinidad que personifica a la Madre Primordial, una de cuyas manifestaciones se da en Monaiya

Tïrizaïï, de quien nace la yuca. Otro personaje femenino, advocación de la Mater Generatrix, es

Buinaiño; ella le aporta a la humanidad, después del diluvio que ha aniquilado toda la cultura, las plantas

cultivadas y los instrumentos básicos que permiten el paso de lo crudo a lo cocido. 12

O moriche (Mauritia minor Burret), palmácea cuyos rojos frutos sirven para confeccionar una de las

bebidas rituales más importantes, la que tiene que ver con el bautizo de las gentes. Cuando se llega a una

nueva etapa en el ciclo ritual generacional, el abuelo dueño de tradiciones adopta un nuevo nombre, igual

que sus familiares inmediatos. Los nombres varían de acuerdo a los grados de conocimiento del Dueño de

Baile, u hombre de conocimiento, sabedor. En el fondo el nombre ha de ser el recipiente que permita

contener el poder que ha sido acrecentado mediante la realización correcta de los ritos, y la superación de

problemas graves. La masa de canangucho se obtiene macerando los frutos para desprender la película

que recubre el cuesco; se mezcla luego con una base líquida de almidón de yuca y así se consume. El

canangucho está asociado a la anaconda (Eunectes murinus), que en su forma de Serpiente Ancestral da

origen a los nombres de los diferentes grupos humanos, manera de simbolizar que éstos provienen de ella,

por cuanto el nombre es la esencia de los seres. El utilizar la planta durante el bautizo hace cobrar a éste

un pleno sentido: confirmarse en la humanidad mediante un nombre. En el mito de Áñïraima, otra

variante uitota del mitema Origen serpentino de la humanidad, a los hombres primigenios tan pronto

salen del Hueco·del·origen –un barrialoso útero cósmico–, les son cortados sus cordones umbilicales que

van a parar a la laguna primordial, donde luego se bañan estos recién nacidos. Dichos ombligos se juntan

posteriormente y dan forma a la Anaconda Ancestral. Las gentes se alejan y dispersan pero han de

regresar pues se sienten incompletas sin sus nombres. Un gavilán las ayuda a atrapar la Gran Víbora. La

cortan inicialmente en cuatro grandes trozos, origen de los cuatro ancestros que se van a poblar la tierra

hacia los puntos cardinales. Luego de obtener sus nombres los grupos habrán de regresar nuevamente

pues se han ido sin coca y sin tabaco (las plantas rituales), sin las historias del origen y sin banco donde

sentarse para recrear mediante la palabra. Los cuatro ancestros son representados en los cuatro postes que

soportan la estructura de la maloca, la gran casa comunal, microcosmos, mitograma síntesis de la realidad

en su doble dimensión de naturaleza y cultura. La Culebra Ancestral es considerada la Madre·del·agua.

Los ríos son serpientes que penetran en la tierra desde el canto del mar. La Vía Láctea es vista por los

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dará su rojo fruto para ofrendarle al huésped la bebida que ha de

calmar la sed de los caminos.

El hambre

En la quebrada, la hija del cacique recoge las espumas. Es yuca. Sólo

ella se alimenta bien; toda la demás gente padece; comen de nuevo

tragazón de bestias. Ningún trabajo fructifica. Es el castigo. ¿Por qué

los hombres nunca son capaces de reconocer los dones de los dioses?

¡Ay!, cómo padecía la gente, ¡ay!. Comían jukï,

yuca·de·la·selva13

; comían zoñekï, pepa de los micos; comían cogollos

de palmas, y, al final, tan sólo tierra asada. ¡Ay!

Jurama, el cacique, está triste. Estar hambreado es muy triste.

Pero, ¿qué es eso? ¿Qué es lo que arrastra esa hormiga? Y ya en el

angosto límite de sus fuerzas se agacha y recoge una borona. La

huele. -¡Aaaah!-, exclama aspirando el aroma del alimento. -¡Aaaah

es yuca!. Entonces busca y busca y busca y encuentra en la canasta de

la hija el fruto de la espuma. Jurama la llama y la reprende:

-¡Eh!, tú eres mala. ¡Eh!, tú que comes sola mezquinando el

alimento. ¡Eh!, ¿por qué nada compartes?

Ella responde:

-¡Acaso yo soy la culpable del hambre que padecen las gentes!

Seres incapaces de comprender los signos de los dioses. Aquel, a

quien quemó tu mujer, era el Dueño·de·los·frutos, los que habrían de

cultivar los hombres sin tanto esfuerzo, los que no se amargan. ¿Por

qué mi madre no hizo caso de sus palabras? ¿Acaso él no le habló

con el lenguaje de los aromas?

Ante el reclamo del padre, la joven consiente en compartir el don

del dios. De nuevo padre y madre comen. Entre tanto, toda la demás

gente padece tragando cosas de animales, retrocediendo día a día al

mundo del origen, cuando el límite entre el hombre y la bestia era

impreciso.

El Árbol de los Alimentos

¿Qué prodigio se anuncia en medio de la quebrada? ¿A qué extraño

ser ha hecho amanecer la amada del dios? ¿Qué árbol es ese en que

relucen toda suerte de flores?

amazónicos como la Anaconda Celeste. De esta manera el güío de agua resulta para los uitotos y

muinanes el más polisémico de los símbolos, sólo superado por el símbolo hombre, el cual posee la

infinitud de connotaciones propias del ser que es capaz de dar sentido a cuanto se imagina. 13

Todas las plantas que se cultivan en las chagras tienen su paralelo en el huerto de los animales; por tal

es tenida la selva.

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Y después amarillean, enrojecen, negrean las frutas: el umarí y el

caimo, la maraca y la guama, la piña de ojos múltiples, las nueces,

los coquillos, y todos, todos, toda la maravilla perfumada, alimento de

hombres.

Entonces lo llaman Moniya Amena, Árbol·de·la·abundancia.

Y la joven madre trae y trae los frutos del gran árbol y el don del

dios nutre la casa de Jurama. El cacique se jacta:

-¡Ah!: los que viven al otro lado son como bestias, siguen

comiendo cosas de animales. ¡Ah!

Los hambrientos comentan:

-¿Por qué está Jurama tan contento? ¿Habrá conseguido ya

buena comida?

Entonces, se van de cacería; se van de pesca y traen las presas

para intercambiar por frutas. Dicen:

-¿Acaso el hombre es jaguar para comer sólo carne? La planta es

alimento bueno. El hombre es de la estirpe de las plantas. Por eso

somos frutas. Hombres·fruta14

.

Y van donde Jurama y le llevan la ofrenda y a cambio reciben los

frutos cultivados. Así, de los muy pocos que cada día acarrea

Monaiya Tïrizaï, se obtiene alimento suficiente para que toda la gente

coma y prolifere.

Pero el árbol crece y crece y ya es tan alto que la mano de

Monaiya Tïrizaï no alcanza a tocar las frutas. Al fin llega el momento

para que la amada del dios revele su secreto y pueda recibir la ayuda

necesaria.

***

Árbol formidable: su tronco, inmenso en medio del agua, su

altura, prodigiosa. ¿Quién puede llegar a sus ramas? Sólo Ega, el

ladrón. Él sube a ocultas y roba. Come solo. Ega el hombre15

tragafrutas, a escondidas, trepa por un bejuco.

-¡Que se corte la liana! -dice el cacique y cortan. Pero está de

malas Jurama: el bejuco se balancea y su azarosa punta le golpea un

ojo y se lo arranca. Exclaman:

-¡Allá va el ojo de Juramaaaa!

Va a parar al horizonte. Estrella de la tarde, el ojo de Jurama. Es

el primer tuerto y que nadie diga en el futuro que no es cierta esta

historia. Allí está el véspero, testigo luminoso de la gran aventura.

Ega en castigo, por mezquinar al producto de su arte, queda

arriba ya vuelto bestezuela, el zorro tragafrutas, nocturno y

14

Esta concepción del hombre se reafirma en la creencia de que al morir la gente se convierte en frutos

del huerto; así seguirán manteniendo la fuerza del grupo. Sólo los chamanes, los grandes sabedores,

presienten que al morir su espíritu tomará la forma de un jaguar, cuidador del territorio ancestral. 15

Estos mitos se refieren a un tiempo en que los animales aún eran gente; son los acontecimientos

narrados en las historias los que terminan por confirmar la diferenciación.

Page 16: LAS MARCAS DEL PADRE SOL Mito, petroglifo y geografía

silencioso. Y ya nadie puede bajar más pomas del árbol que perfuma

en medio de las aguas.

Los animales nada pueden

Las gentes se admiran:

-¡Pero cómo crece el árbol! ¡Pero cómo crece! Y ahora ¿de qué

manera obtendremos alimento? Ni semillas siquiera; las que caen las

devoran los extraños seres que habitan el mundo de las aguas.

-Que el problema sea resuelto por Monaiya Jurama,

Hombre·de·amanecer16

. Para eso es el cacique. Él es sabio y porque

sabe, manda.

Entonces, en la noche, cuando el pensamiento se extravía menos

en la selva de los signos, el jefe reúne a los ancianos de la tribu. Van

a deliberar. Van a buscar por las sendas ambiguas de los sueños la

manera de obtener alimento. Ellos buscan. Las plantas de poder

trazan caminos por la floresta inmensa del espíritu. Le dan a la

mirada potencia de ojo de águila y a la palabra la vuelven como

arcilla para plasmar lo visto. Al fin resuelven:

-¡Es necesario derribar el árbol!

Pero, ¿cómo hacerlo? (En este tiempo aún no manejan el poder

del hacha). Se preguntan:

-¿Quién podrá cortar el árbol que crece en medio del agua, de

tronco, inabarcable, de altura, inmensa?

Los sabios de la tribu se juntan y convocan a muchos animales.

Recuerdan antiguas alianzas, comienzos más arcaicos cuando los

lindes entre el hombre y la bestia se traslapan. Concurren los de pico

fuerte: los loros, las guacamayas; los de diente agudo: la boruga, la

guara y el tintín; los de garra corva: los osos hormigueros, el

armadillo trueno... Todos, todos, todos... Y llega Janikoño, el

cucarrón que corta ramitas, y hasta el sapo concurre; él también

quiere intentarlo pero, menos que otros, ¿qué puede hacer? Se hizo al

pie del palo y se puso a cantar. Jurama lo maldice y lo deja con esa

misma voz para croar a la orilla de los charcos.

Las gentes en corrillos observan y comentan la forma en que van

llegando y actuando todos los animales. Ninguno quiere renunciar al

intento.

-¡Miren, miren, miren!: llega el tintín. Está mordisqueando el

palo. ¡Eh!, de nada sirve.

-¡Miren, miren, miren!: llega la boruga. Su diente es más

poderoso, dobla al del tintín. ¡Eh!, de nada sirve.

16

Hombre de amanecer o de hacer amanecer: expresiones referidas a los demiurgos que hacen que las

cosas se originen, aparezcan, nazcan = amanezcan. Los jefes participan del poder de los demiurgos.

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-¡Aaah!, llegan las loras. ¡Qué va!: se han puesto a picotear las

frutas y a parlotear como gentes necias.

-¡Ahí vienen las guacamayas! Con sus picotes quizás puedan

lograrlo. ¡Malditas sean! Nada pueden. Se dedican a tragar también y

hacer sesión de chismes.

-Bueno: queda Janikoño. Veamos si él consigue hacer algo.

¡Miren!: sí puede cortar ramas. Pero, ¡tampoco!: sólo troza las más

delgaditas y los frutos cuelgan de las ramas grandes.

Y con todos los animales sucede lo mismo. Dice entonces el

cacique:

-¡Animales tontos! ¡Que se queden así! ¡Que definitivamente no

sean gente!

El cacique ha de seguir buscando la manera de tumbar el

Árbol·de·la·abundancia. Él, que es sabedor, que busque entre el

ensueño. Y así, Jurama, termina por invocar al dios pidiendo su

socorro, a Juzíñamui, el Sol·sangriento, cortador y devorador de

cabezas, Dios·sol·rojo de la aurora.

El hacha17

Solamente después de cinco noches, cinco noches sin dormir

mostrando que se es fuerte; cinco noches en que se invoca al dios

entre la borrachera del tabaco, cuyas hojas·ala construyen vuelos

altos; cinco noches en que el polvo sagrado de la coca, revuelto con

las cenizas del yarumo·pata·de·gavilán, aguza el recuerdo, concentra

la atención, y afina la palabra, solamente así, después de cinco

noches Juzíñamui se muestra y su imperioso decir invade el alma:

-Allá, en el rincón del mundo, el lugar por donde amanece, allá

está el hacha. Su dueño es Muinájema. Acuerda en unión con tu gente

la manera de negociarla.

Jurama, después de oír al dios, es hombre de alegría. Habla.

Invita. Ordena. Es el jefe. Y todos en el coqueadero discuten y

resuelven:

-Que se envíe una comisión para saber de cierto la existencia del

hacha. Al fin de cuentas, el decir de los dioses no siempre viene en

17

La introducción del instrumental metálico significó una ruptura de profundas repercusiones en el

pensamiento, economía, organización social y en la política de los pueblos amazónicos. Parte en dos su

historia: “antes y después del hacha metálica”. Ésta llega a reemplazar al fuego como paradigma de los

instrumentos; razón por la cual se diga que “el hacha es candela”, tanto más que la derriba de unos pocos

árboles, talados y quemados para despejar y abonar la tierra, se lograba aplicando fuego a la madera de la

base del tronco previamente “amasada” con las hachas de piedra. En esos sitios, escasamente despejados,

se plantaban en antigua mínimos huertos. Al inicio del contacto, la eficiencia del instrumental metálico

fue tan sorprendente para los indígenas, que llegaron a generar mitos en los cuales la fuerza (poder)

depositada en dichas herramientas les permitía trabajar solas sin necesidad de operario. Algunos abuelos

antiguos hasta llegaron a utilizar el hacha metálica como banquito, en tanto fuente y sede del Poder.

Desde luego no se sentaban en la parte del filo.

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derechura. Que quienes vayan, si de verdad la encuentran, hagan

propuestas para fijar el precio.

Caminan un día. Caminan. Otro día y otro caminan y otro y

otros. Al llegar donde Muinájema dicen:

-Venimos en nombre de Monaiya Jurama, quien supo en

revelación de sueños que aquí está el hacha. ¿Qué pides por ella a

cambio?

Muinájema, el artero, Dueño·de·las·herramientas, responde:

-Es necesario traer tabaco y coca, hamaca y corona, collares de

colmillos de jaguar, y sobre todo tener confianza en mí.

Mientras hablan los mensajeros, Jurama y los otros los observan

y escuchan desde lejos, entre el ensueño que produce el tabaco. Y

cuando retorna el mensajero ya todo está bien listo para pagar el

instrumento. De nuevo es el camino, el caminar, el caminar.

Cuando, por fin recibe Muinájema el pago, comenta:

-De acuerdo. ¡Bien pueden irse! Después mandaré el hacha.

Y lleno de malicia agrega:

-Cuando corten el árbol hagan que la copa caiga en el agua.

Jurama, entre tanto, hace andamio en la cepa del palo, porque

hay mucha agua y es imposible hacer pie para cortarlo. Cuando

finalmente todo está ya a punto, el pájaro carpintero, mensajero del

Dueño·de·la·herramienta, llega con la mercancía.

¡El hacha al fin! Jurama manda:

-¡Corten el árbol! Pero que la copa caiga en tierra. ¡Que no

caiga en el agua! Que no hay que hacerle caso a Muinájema, el

tramposo. Que si cae en el agua todo se pierde.

El hacha hiere. Astillas cortas y astillas largas, astillas delgadas

y astillas aplanadas vuelan por doquiera y al agua van a dar. Será el

origen del innúmero pueblo de los peces.

¡Purrummm dummm dummm dummm...!

El tronco, inmenso. La altura, enorme. El peso, enorme. El

fragor, inmenso.

El árbol cae y frutas y semillas se esparcen. De su fecunda

muerte van brotando las selvas que verdean y hacen posible la vida de

las bestias y los hombres.

Al derrumbarse el árbol sus ramas se convierten en ríos: río

Caquetá y río Putumayo, los de las aguas turbias que bajan de los

Andes y tan buenos son para la pesca. Río Negro, río del hambre, el

que nace en la planicie y sus aguas translúcidas mezquinan el

alimento18

... y cientos y cientos más de ríos, y miles y miles de

quebradas.

18

Se trata de los dos principales tipos de ríos presentes en la Amazonia. Los primeros constituyen un

caldo espeso que posibilita el desarrollo de infinidad de cadenas bióticas debido a la gran cantidad de

sedimentos que arrastran las lluvias cordilleranas que los nutren; los segundos nacen en la propia llanura

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Y el tronco inmenso, se vuelve el gran Amazonas, Madre-de-las-

aguas19

.

Río·árbol·de·las·frutos. Río·árbol·de·los·alimentos. Ríos

innumerables. Selvas que mantienen la vida de la Tierra...

Fue Buinaima, el Dios·lombriz, Dueño·de·los·frutos, y Moaiya

Tïrizaïï quienes nos trajeron la abundancia.

Y así termina la historia de El Árbol·de·los·alimentos, el que al caer da origen a

la prodigiosa Amazonia20

, gigantesco organismo, trabazón de vida que triunfa en la más

copiosa diversificación.

Los hombres amazónicos, aquellos que permanecen fieles a los grandes

lineamientos de sus culturas tradicionales (no todos lo hacen), piensan así el conjunto

inscribiendo en él sus vidas, su inmediata cotidianidad, la cual adquiere dentro de

semejante marco una plenitud de sentido.

Parcelando mundo.

El mito de El Árbol de la abundancia o de la biodiversidad, nos pone de presente la

percepción que han tenido los indígenas –global, integrada– de este gran

macroecosistema, como conjunto orgánico. También, en las maneras indígenas de

organizar el mundo figuran personajes míticos, encargados por los grandes Demiurgos

Creadores (la trilogía Madre-Padre-Hijo) para cuidar parcelas del gran conjunto

amazónico. Estos Dueños resultan la sumatoria y personificación de la ecosofía (saber

decantado acerca del manejo ambiental). Con ellos han de tratar los Sabedores que

orientan sus respectivas comunidades. En diálogo con estas Fuerzas, los Sabedores

cosechan recomendaciones para el buen manejo de los entornos naturales. Se piensa que

estos Dueños son los garantes del orden cósmico a escala puntual, regional. La

suspensión de este diálogo, como consecuencia del abandono de la tradición o del

desplazamiento de las comunidades con quienes dichos Dueños míticos han creado

alianzas, desencadena el desorden cósmico que se manifiesta en alteraciones en el

clima, o en catástrofes más puntuales. Es el caso del temor que sentían los Abuelos

indígenas responsables del territorio de Araracuara cuando el Ejército pretendió

establecer en dicho lugar una gran base militar para controlar la región (guerrilla y

conformada por suelos muy pobres, a los que ha quedado reducido en el transcurso de millones de años el

formidable complejo montañoso precámbrico que ocupara la región. 19

En mi aldea andina, cuando era niño, imaginaba una mar de donde salían los ríos para regar la tierra.

En esa cosmovisión mítica –la infancia es la patria del mito– las grandes aguas estaban contenidas como

en una inmensa copa puesta en lo alto. La prédica de los adultos borró la imagen, pero la recuperé para

siempre en otros mitos que, obedientes a su dúctil lógica, ofrecen el reflejo especular de ese pensamiento

que algunos llaman lo real. Además se sabe que la nubosidad procedente en buena parte de los océanos y

de la evaporación producida en las propias selvas, se descarga en aguaceros sobre las cordilleras y en la

llanura boscosa nutriendo los grandes ríos. Una copa puesta en lo alto. 20

El tema de la «la tala del gran árbol», no es más que una variante del tema mítico del «sacrificio de la

criatura prodigiosa», indispensable para que la Vida se expanda y se renueve. Vieja figura de las

religiones mistéricas, que si bien proviene del paleolítico, se ramifica en una explosión de rituales con la

domesticación de las plantas: el misterio de la semilla que ha de morir para dar vida. Todas las religiones

que valen la pena giran sobre el asunto de la comida; el más importante de todos los asuntos.

Page 20: LAS MARCAS DEL PADRE SOL Mito, petroglifo y geografía

narcotráfico y en previsión de la protección de los intereses de las transnacionales que

pretenden explotar la región). Se temía que tal intrusión molestara a los Dueños del

Raudal, responsables de los flujos de energía cósmica que permiten las buenas cosechas

y el control de las enfermedades y cuyos poderes están guardados bajo las mesetas

rocosas de Araracuara. De hecho ya se habían molestado cuando la DEA inició

perforaciones en la meseta para establecer la base de sus agentes, responsables del radar

que allí funcionaba. Trataron de perforar en busca de agua potable. Esto es destapar la

olla en que están guardadas las Fuerzas que así pueden emerger sin control generando

desastres. Terminaron los gringos trayendo el agua –junto con todos las demás

provisiones– en aviones expresos desde Panamá. A esos intentos de perforación

achacaron los Abuelos ciertos desfases estacionarios (fenómeno del Niño) ocurridos en

la zona. De insistir tanto en que las fallas de los hombres inciden negativamente en el

comportamiento cósmico, el aserto de los viejos Sabedores terminó siendo verdad

plena: ya la humanidad tomó consciencia de que sus acciones inciden en el cambio

climático, acciones irresponsables sobre la base del desperdicio y el mal manejo de los

entornos que trae una contaminación insostenible. Tumbar selvas para que se siembren

transgénicos que permitan alimentar vacas europeas y vender quesos caros, no es una

medida globalmente inteligente, ni ética; ni aquella de producir combustibles

contaminantes en lugar de dedicar parte importante de las exorbitantes ganancias de la

extracción de combustibles fósiles en ingeniar formas de aprovechamiento de la energía

solar, y no simplemente para enriquecer a una élite que se beneficia del gran negocio de

la venta y mantenimiento de coches producidos por unas pocas grandes transnacionales.

Los mitos y los grandes cambios del paisaje amazónico. Los trazos de Sol. Y

¡por fin!, la justificación del título de esta conferencia.

En el mito, según la versión que de él da el Abuelo uitoto Enokayï, Sol

viajaba desde el Oriente a donde van los ríos calcinando la Tierra,

quemando las selvas y dejándolas reducidas a pastizales, a grandes

sabanas, reticuladas de tanto en tanto por las cintas de bosque que

sólo podían crecer en las húmedas y fecundas orillas de los ríos.

Entre el día, Sol se entretenía dibujando con sus dedos en el barro

fresco de las riberas del gran río mítico (el Amazonas y el Caquetá,

en este caso) las figuras de múltiples seres; eran los diseños básicos

de los que poblarían la tierra. De tarde, Sol se detenía en la cresta de

la cordillera (¿Andes?, ¿mesetas de la formación Araracuara-La

Chorrera?) y desde allí contemplaba su obra y la calcinaba con su

fuego trocando el barro en piedra21

. Pero no sólo era este tramo del

proceso cosmogónico el que cumplía día a día el Padre Sol. Se

preocupó por establecer, mediante diferentes figuras emblemáticas

21

Esos trazos que, supuestamente en el mito, Sol hace, son los petroglifos, literalmente: glifo en la

piedra, grabado. Es el resultado de practicar surcos intencionales en la piedra, generalmente con otra más

dura.

Page 21: LAS MARCAS DEL PADRE SOL Mito, petroglifo y geografía

grabadas en las rocas, los puntos en que las diversas tribus, que se

disputaban la rica y estratégica región de Araracuara, pudieran tener

tránsito libre por dónde cruzar al otro lado. Así se evitarían las

guerras.

Este relato permite aseverar que en los mitos se guardan cambios ambientales macros

atestiguados por generaciones que constelaban y transmitían las noticias mediante

relatos míticos. Es el caso de los famosos refugios pleistocénicos, parches de selva que

perduraron rodeados de sabanas en el cambiante paisaje amazónico medido en

centenares y miles de años.

ANTROPOGÉNESIS – MIGRACIONES – DISPERSIONES

LA HUMANIZACIÓN DE LA SELVA

El Hueco del origen. Mito del útero cósmico. La primera gran dispersión.

Me baso en unos de los relatos más extendidos entre los uitotos, pero especialmente en

la versión de la Abuela Filomena Tejada.

Un Dios rebanador se ubica cabe el hueco del origen, un barrialoso

útero cósmico localizado en Cordillera, en el río Igaraparná, hábitat

ancestral del pueblo uitoto. A la salida de ese hueco bullen seres que

ansían salir. El dios escoge uno a uno entre estos seres y, valiéndose

de los interesados servicios de una avispa carnicera, le recorta a LOS

seleccionados sus colas maromeras. Era cuando los humanos eran

como animales y los animales eran como humanos. Dura en su tarea

todo el día. No hubo tiempo para todos. Los que no fueron mutilados

quedarán micos para siempre. Los sin cola serán los humanos.

Embarrados, concurren a la laguna primordial y allí se bañan, se

recortan sus ombligos y los tiran al agua y se van dichosos,

dispersándose por los cuatro rumbos. Pero al notarse carentes de

algo, deciden regresar y buscar sus cordones umbilicales. En ellos

reside el secreto del nombre. Los ombligos se han juntado generando

la Anaconda Ancestral. Han de capturarla; sólo lo logran cuando una

rapaz llega en su ayuda. La agarran, trocean y reparten y al hacerlo

van recibiendo sus nombres tribales y sus respectivos idiomas y

dialectos. Es que no se puede ser gente si se carece de nombre y de

idioma. Se van sintiéndose plenos; pero han de retornar pues algo les

falta: el banco de contar historias porque no se puede ser verdadera

gente sin saber y contar las historias del origen y ellas residen en el

banco ritual en que el Sabedor se sienta a armar el mundo desde la

palabra. Esa palabra que orienta y que se hará obra cuando la

comunidad que rodea al Sabedor la concrete mediante el trabajo.

Page 22: LAS MARCAS DEL PADRE SOL Mito, petroglifo y geografía

Así, poco a poco, la gran selva se irá humanizando. Ésta que nos ha llegado a nosotros

luego de una milenaria ocupación y de un equilibrado manejo, no es una selva virgen, es

una selva humanada, pensada, intervenida mediante acciones que lejos de disminuir su

biodiversidad, la multiplicaron.

Mito pan amazónico de la Serpiente Ancestral. El origen de la Humanidad.

José García.

Dïïjoma – El hombre-serpiente-águila. Los viajes del chamán.

La versión que aquí presento la obtuve de don José García, Abuelo muinane, por el año de

1976 en las proximidades de Leticia. En atención a la concurrencia, utilizó el uitoto (dialecto

bue) y lo tradujo al castellano en compañía de su hijo José Octavio. Se conocía otra variante

mucho más sucinta (Instituto Lingüístico de Verano, 1974: 156, ss.) y muchas informaciones

al respecto en la obra de Girard (1958:69,s.). Merece destacarse la excelente y extensa recopi-

lación hecha por Preuss (1921: 219, ss.) no sólo de este relato sino de muchos otros, obra que

realizó a comienzos de siglo; aparte de sus interpretaciones panlunaristas, que ya no

convencen, la obra resulta la mejor compilación de esta mitología, al menos entre las publi-

cadas hasta ahora. Existen numerosas variantes de este relato en muchas otras naciones

amazónicas y orinocenses, incluso con sorprendentes similitudes en pueblos tan alejados

geográfica y culturalmente como son los grupos chocoes de la región pacífica, los paeces del

Cauca y los mayas y aztecas.

Dïïjoma es un gran cacique. Quiere seguir el estudio, el camino de la boa

de agua -anaconda- con el fin de saber qué hay en el mundo acuático.

Dentro del proceso de aprendizaje infringe la dieta sexual. Aquello

serpentino que ya se había formado en él, cae de su frente durante el baño,

sin que el irresponsable aprendiz se percate de ello, y se convierte en una

culebrita que posteriormente encuentran sus hijas en la quebrada. LLevan

el animal a la casa y lo depositan en forma sucesiva en diferentes reci-

pientes vacíos, cada vez más grandes, los cuales terminan rebosantes de

agua, pues esa víbora es la dueña del agua. Luego, puesta en un hoyo en el

patio de la maloca, lo va agrandando hasta convertirlo en una gran laguna.

La más hermosa de las hijas de Dïïjoma alimentaba a la culebra con bolas

de almidón de yuca. El día en que el ostentoso cacique celebra un baile

ritual para hacer conocer de toda la gente la mascota de sus hijas, el

animal devora a su cuidandera junto con el almidón que ésta le ofrece.

Dïïjoma, resuelto a vengar a su hija y a recuperar los collares que ella

luciera el día de la tragedia, y en los cuales reside su poder como cacique,

se deja devorar por la bestia. Recupera los tesoros y procede a rasgar

lentamente el costado de la sierpe. Sufre al hacerlo porque a quien hiere es

a su propio espíritu. El animal inicia un largo recorrido hasta llegar al

mar. En este pasaje devora muchas gentes que viajan con sus respectivos

productos hortícolas y bebe de todas las aguas con la intención de ahogar a

Page 23: LAS MARCAS DEL PADRE SOL Mito, petroglifo y geografía

su verdugo. Del mar regresa agonizante; del mar del Oriente. Llega al sitio

de partida donde el vengador concluye su labor dándole muerte para luego

salir por el costado roto. Muchos de los episodios de este largo viaje sirven

para nominar ríos y lugares, codificando el territorio. La hija superviviente

convence a su padre para repartir segmentos del ofidio, para que su poder

quede entre los hombres y no sea usufructuado por otro sector del cosmos;

las gentes al recibirlos obtienen de paso sus nombres como naciones: serán

los mirañas, los boras, los uitotos, los diversos grupos muinanes, los

brasileños, los peruanos, los colombianos, los gringos, los islandeses, los

enanos... todos los pueblos. El vindicador siembra la yuca cuyos esquejes

había almacenado la boa en su panza, y continúa planeando venganzas. La

infidelidad de su mujer durante tan larga ausencia (ciclo anual) lo impulsa

a la siguiente metamorfosis, esta vez sí lograda a cabalidad: se convertirá

en águila con el concurso de la paloma quien lo instruye en los secretos del

vuelo. Empolla un huevo, hecho con el almidón de la yuca que la anaconda

llevaba en su vientre. Los esquejes que ha plantado, poco a poco dan lugar

a una gran ceiba; en sus ramas confecciona el nido. Al nacer la cría, la ali-

menta con presas humanas, comenzando por su cuñado -hermano de su

mujer- y continuando con casi todas las gentes de la tribu de ésta, para

luego extender la vindicta a los miembros de la propia comunidad y, poste-

riormente, a otras naciones. Reunidos los sobrevivientes y poseídos algunos

de ellos por el espíritu avizor del yajé, descubren la causa de sus males y

planean y logran la captura de la cría del comegente. Tratando de

rescatarla, Dïïjoma pierde una de sus patas, la que dan las gentes al pollo,

quien la devora, para finalmente transformarse (el pollo) en almidón de

yuca que es su origen. Los sobrevivientes buscan la destrucción definitiva

de Dïïjoma. Vencido al fin con la ayuda de su hija, despedazan su cuerpo y,

siguiendo las instrucciones del propio gavilán, con los miembros fabrican

los instrumentos y atuendos utilizados en la ceremonia del yadiko, el palo

ahuecado que representa la Canoa-serpiente, el tronco de la yuca, el prin-

cipio serpentino de la creación, el origen de las tribus, el asiento de todos22

.

Los Abuelos consejeros echan mano de este complejo relato en muchas

circunstancias: el humano pertenece a la comunidad que tiene su ámbito propio en la maloca,

el espacio humanizante por excelencia, donde se afirma la existencia comunitaria; no es lo

propio del hombre estar tratando de volverse animal, dejando su puesto, y recurriendo al acto

muy individualista de la brujería; el hombre encuentra en el animal su interlocutor pero no

debe hacerse como él, y en el caso extremo de intentarlo ha de cumplir con todas las

prescripciones hasta el final, sin dejar cabos sueltos; a fuerza de no contar con los otros, a

fuerza de radicalizar el sí mismo, Dïïjoma sufre y perece: no es un ser del mundo de arriba -

águila-, ni de abajo -serpiente-, es un ser para vivir en la comunidad de los hombres en donde

finalmente queda repartido, integrado. Todo en este mito es circular como los mismos anillos

22

Uso dado a la gran viga dentro de la maloca durante la cotidianidad.

Page 24: LAS MARCAS DEL PADRE SOL Mito, petroglifo y geografía

de la sierpe. La serpiente: animal dominante en el imaginario amerindio, tan bueno para

vehiculizar pensamientos, como diría Lévi-Strauss.

El origen del hombre en el arte rupestre del río Caquetá

(Para acceder a esta información sobre el arte rupestre amazónico –en lo que a

mí respecta– se pueden consultar dos artículos y un libro. Los artículos aparecen

en la página WEB del Museo del Oro, boletines Ns. 30 y 36; y el libro

DÏÏJOMA – El hombre-serpiente-águila, Secretaría del Convenio Andrés Bello,

Bogotá, 2004, se encuentra en bibliotecas).

Conclusiones

El mito nos enseña que la Amazonia es un conjunto orgánico. Es a fuerza de

unir a las instituciones pensantes de la Amazonia continental y a las

comunidades que la habitan, para crear las redes de resistencia que permitan

salvar el conjunto mediante unas prácticas de buen manejo sostenible, armónico,

dinámico, es decir: inteligente.

Cotidianidad. Para terminar consignaré aquí el epílogo del próximo libro, el que

trata de El Árbol de la Biodiversidad.

Al mediar la tarde las mujeres y los niños regresan a la maloca cargando

los frutos del huerto. Luego del baño vespertino ellas se dedican a preparar

la otra comida importante del día; la primera se ha hecho en la mañana. De

regreso de cazar o pescar los hombres recogen del plantío cercano unas

canastadas de hojas de coca. Después de comer y al ahondarse la sombra,

las mujeres y los niños se acogen a sus hamacas, colgadas alrededor de los

fogones familiares. El fuego sin llama del hogar, que abriga pero no

ilumina, les servirá de manta durante la alta noche y el frío amanecer.

Entre tanto, los hombres se aprontan para el ritual nocturno de la

Palabra. Preparan la coca y rodean al Abuelo, Dueño de maloca,

El·que·cui-da·de·la·gente. Todos se sientan en banquitos de mínima altura.

El lugar donde se ubican está débilmente iluminado por una lamparita. Una

vez que el cacique prueba la primera coca y da su aprobación, la reparten

mientras va apagándose el barullo. Alguien habla. Se comentan los sucesos

del día. Proponen los trabajos de la jornada siguiente. Se turnan en el uso

de la palabra sin arrebatarla. El Abuelo Sabedor escucha. Se va haciendo

el silencio; respetuoso silencio en el que la voz calmada y apenas audible

del cacique asciende desde el mínimo círculo de luz. Entonces trae a cuento

algún mito de los que conforman la copiosa tradición oral de su pueblo;

uno que pueda servir para sacar de allí el buen consejo que oriente en la

solución del problema que se haya planteado. Y esto puede durar muchas

horas.

Page 25: LAS MARCAS DEL PADRE SOL Mito, petroglifo y geografía

Dada la orientación, el cacique reparte lo que resta de mambe; ésa será

la provisión para acompañar las fatigosas labores del día. Despide a los

varones. En la alta noche se irán a bañar para descansar luego unas horas

y acometer las tareas cotidianas previstas. Uno que otro toma la escopeta y

se va a la caza nocturna.

El Abuelo permanece en su banco y se ensimisma depositando en su

corazón los problemas apalabrados. Los medita ubicándolos. Visualiza su

corazón y lo deja vacío de voces. Siente su cuerpo rodeando su corazón.

Siente su cuerpo en el campo iluminado por el candil. Siente ese campo.

Siente los rincones oscuros de la maloca y su encumbrada techumbre. Él es

la maloca. La maloca es su cuerpo. Es la antena de su pensar. En su sentir

sale de la maloca y se extiende en derredor. Su pensamiento-cuerpo, como

una sensible red de araña, se va entretejiendo con los huertos, con los

terrenos de caza, con el río, hasta hacerse uno solo con el territorio de su

tribu. Y todo desde su banco·de·contar·historias.

La red de pensamiento del Sabedor toca otras redes. Él sabe que a esas

horas, por toda la Amazonia, otros pensadores indígenas hacen lo mismo.

Sienten el Gran Árbol. Enmarcan en él la cotidianidad. Lo piensan. Lo

cuidan. Para eso son jefes.

La autoridad reside en el jefe no tanto por mandar sino por cuidar

***