las luchas

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Ricardo Jonathan López Morales. LAS LUCHAS POLÍTICAS: EL ESTADO, CONDENSACIÓN DE UNA RELACIÓN DE FUERZAS. El Estado se presenta en su carácter de clase de acuerdo a un arreglo de las fuerzas dentro de la clase dominante. Siempre en cada clase dominante, habrá una facción hegemónica, la cual impondrá sus intereses, pero de alguna manera conservando la conducción de la clase burguesa en general. Como el Estado es una condensación de relación de fuerzas, justamente el acento está en las relaciones, tanto de la clase burguesa respecto a sus facciones como respecto a la clase dominada. La consecuencia más directa que se deriva de lo anterior, es que el Estado no es un poder en sí, es decir, que el mero hecho de “tener” el poder del Estado en realidad obedece a una condensación de relación de fuerzas. Además, esto significa que las luchas se desarrollan en el seno del Estado, pues es ahí donde se dan las relaciones respecto a las clases sociales. Por tanto, las relaciones no se dan en un ámbito de exterioridad, las clases populares no desarrollan su lucha al margen del Estado. El poder, en este caso, entendido como la acción de esa condensación de relación de fuerzas, no puede manifestarse en un ámbito de exterioridad, toda lucha es por definición interna, entendida como una lucha cuyos límites se definen y redefinen a partir y por el Estado. No es, por tanto, que el Estado organice la unidad política desde el bloque en el exterior; al revés, son las contradicciones de las clases lo que da un papel organizador al Estado. La lucha,

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No es de mi autoría lo saqué de las compus de FCPyS

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Page 1: Las Luchas

Ricardo Jonathan López Morales.

LAS LUCHAS POLÍTICAS: EL ESTADO, CONDENSACIÓN DE UNA RELACIÓN DE

FUERZAS.

El Estado se presenta en su carácter de clase de acuerdo a un arreglo de las fuerzas dentro de la

clase dominante. Siempre en cada clase dominante, habrá una facción hegemónica, la cual

impondrá sus intereses, pero de alguna manera conservando la conducción de la clase burguesa en

general. Como el Estado es una condensación de relación de fuerzas, justamente el acento está en

las relaciones, tanto de la clase burguesa respecto a sus facciones como respecto a la clase

dominada.

La consecuencia más directa que se deriva de lo anterior, es que el Estado no es un poder en sí, es

decir, que el mero hecho de “tener” el poder del Estado en realidad obedece a una condensación de

relación de fuerzas. Además, esto significa que las luchas se desarrollan en el seno del Estado, pues

es ahí donde se dan las relaciones respecto a las clases sociales. Por tanto, las relaciones no se dan

en un ámbito de exterioridad, las clases populares no desarrollan su lucha al margen del Estado. El

poder, en este caso, entendido como la acción de esa condensación de relación de fuerzas, no puede

manifestarse en un ámbito de exterioridad, toda lucha es por definición interna, entendida como una

lucha cuyos límites se definen y redefinen a partir y por el Estado.

No es, por tanto, que el Estado organice la unidad política desde el bloque en el exterior; al revés,

son las contradicciones de las clases lo que da un papel organizador al Estado. La lucha, entonces,

por ganar el poder del Estado, no consiste en tomarlo, pues es una condensación de relación de

fuerzas dada, por lo que cualquier cambio se verá obstaculizado por la misma armazón institucional

del Estado. ¿Cómo se afronta la lucha?

La respuesta tiene que ser crear una condensación de fuerzas diferente. En tanto que la relación del

Estado con las clases populares difiere de una formación económico-social a otra, la condensación

de una relación de fuerzas dará un Estado liberal, dictatorial, bonapartista, fascista. En realidad,

cada régimen no es más que esa condensación de fuerzas particular. No hay que olvidar, desde

luego, el papel central que juegan las relaciones de producción, en tanto generadoras del Estado

como entidad política escindida de la economía.

Un desarrollo ulterior en las relaciones de producción, necesariamente debe tener como

consecuencia una reconfiguración en la relación de fuerzas dentro del Estado. Así, si en un primer

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momento las relaciones de producción favorecían el mercantilismo, y luego otras la expansión de la

industria, tenemos que existen dentro del Estado una configuración de fuerzas particulares.

La ocupación del Estado por la facción hegemónica se da de manera estratégica, en tanto que la

facción no tiene que ocupar absolutamente todos los puestos del personal del Estado, sino que se

ubique en dispositivos que le permitan mantener el control del todo el aparato, tales como la

Judicatura, el Ejecutivo, las Comisiones importantes dentro de una Legislatura, etc. No es suficiente

ni con tomar el poder del Estado entendida como una relación estratégica, ni de ocupar

absolutamente todos sus espacios para mantener el control de la facción hegemónica.

Aquí se presenta otra cuestión dentro del funcionamiento mismo del Estado. ¿Bajo qué criterios

analizar al personal del Estado? Es claro que constituyen una clase social, sin embargo no es una

clase homogénea, en tanto no es lo mismo hacerse cargo de las cuentas de un municipio que la de

un Estado nacional. Ya se había mencionado que el Estado encarna la división material/intelectual

del trabajo; pero no sólo eso, en tanto que el Estado atomiza y vuelve homogéneo todo llamándolo

Estado-nación, se dice el representante del pueblo, de la Voluntad General. Así, el Estado inculca

una ideología que busca mantenerse a un lado de las luchas.

Esto tiene consecuencias muy importantes para las luchas de las clases populares. Por ejemplo, aun

cuando las clases populares llegase al poder, en un momento dado se ubicarían por encima de las

clases populares, para así volver a reproducir los mismos mecanismos de dominación. Lo

importante pasa, entonces, por transformar las relaciones entre las clases populares y el Estado.

Bibliografía:

Nicos Poulantzas. “Estado, poder y socialismo”. Fondo de Cultura Económica, México, 1980.