las industrias culturales en la globalización

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    SECRETARIA DE CULTURA

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    LAS INDUSTRIAS CULTURALES EN LA GLOBALIZACINI Encuentro Internacional sobre Diversidad Cultural

    Buenos Aires, 28/29/30 de mayo de 2003

    Este CD toma las ponencias centrales del Encuentro sobre"Industrias Culturales en la Globalizacin" que organiz la

    Subsecretara de Gestin e Industrias Culturales de laSecretara de Cultura del Gobierno de la Ciudad Autnoma deBuenos Aires entre los das 28 y 30 de mayo del 2003.

    Coordinacin General: Susana SalernoCoordinacin Ejecutiva: Vernica HelerEdicin y correccin de estilo: Guillermo MastriniDesgrabacin: Andrea Santapaola y Majo Lpez

    La Unidad de Relaciones Institucionales y CooperacinInternacional quiere agradecer por su apoyo a esta publicacina todos los panelistas y dems colaboradores.

    Se permite la reproduccin total o parcial de los contenidos deesta publicacin, mencionando la fuente y el autor.

    Para comentarios o sugerencias:[email protected]@buenosaires.gov.ar

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    NDICE

    Introduccin:Dr. Gustavo Lpez, Sr. Subsecretario de Gestin e Industr ias Culturales . . . . . . . . . .5

    Apertura:Dr. Anbal Ibarra, Sr. Jefe de Gobierno del GCBA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .7Sr. Jorge Telerm an, Sr. Secretario de Cultura del GCBA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .8

    PARTE 1: "Las industrias culturales en la globalizacin"La opinin de las ciudades...

    Marcelo Romeu, Secretario de Cultura de Rosario, Argentina . . . . . . . . . . . . . . . . . .10Pedro Susz, Oficial Mayor de Culturas de La Paz, Bolivia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .13Ricardo Macieira, Secretario de Cultura de Ro de Janeiro, Brasil . . . . . . . . . . . . . .15Margarete Moraes, Legisladora de Porto Alegre, Brasil . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .20Gonzalo Carmbula, Secretario de Cultura de Montevideo, Uruguay . . . . . . . . . . .22

    Moderador: Jorge Telerman, Secretario de Cultura de Buenos Aires, Argentina

    PARTE 2: "La diversidad cultural"Opinan especialistas y representantes de las Coaliciones

    Man Nett, Coalicin Chilena para La Diversidad Cultural . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .26Robert Pilon, Vicepresidente Ejecutivo de la Coalicin para laDiversidad Cultural (Canad) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .28Ivn Bernier, Experto consultor en Diversidad Cultural para elGob. Federal de Canad y el Gob. de Quebec . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .32Daniel Olivier, Consejero de la Cooperacin y la Accin Culturalde la Embajada de Francia en la Argentina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .37

    Nemesio Jurez, Foro para la Defensa de las Industr ias Culturalesde Buenos Aires, Argentina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .42

    Moderador: Julio Raffo, Secretario de la Cmara Argentina de IndustriasCinematogrficas

    PARTE 3: "La industria editorial"Opina la industria...

    Pablo Slachevsky, Presidente de la Asociacin Editora de Chile,y de la Coalicin Chilena para la Diversidad Cultural . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .48Roberto Lightouler, Gerente general de la Cmara Argentina del Libro . . . . . . . . . . .52Felipe Lindoso, Cmara Brasilea del Libro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .55Daniel Divinsky, Fundador de "Ediciones de La Flor", Argentina . . . . . . . . . . . . . . . .59

    Moderador: Alejandro Katz, Fondo de Cultura Econmica Argentina

    PARTE 4: "La industria audiovisual (cine, video,T.V.)"Dicen los realizadores...

    Jorge Cossia, Presidente del INCAA (Argentina) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .62Gustavo Postiglione, Cineasta (Argentina) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .65Fernando Aguilar, Asociacin de Cineastas de Bolivia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .68Bruno Bettati, Presidente de Valdiv ia Film (Chile) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .70Juan Carlos Rodrguez Castro, Asociacin de Productores de Uruguay . . . . . . . . . .75Horacio Ferrari, Cmara Argentina de Productores Independientes de Televisin . . .77Pablo Rovito, Federacin Argentina de Productores de Ciney Artes Audiovisuales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .79

    Moderador: Mario Lpez Barreiro, Sindicato de la Industria CinematogrficaArgentina.

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    PARTE 5: "Medios de comunicacin en la globalizacin"Expositores:

    Roberto Guareschi, miembro de la Academia Nacional de Periodismoy de la Asociacin Periodistas de Argentina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .85

    Norma Morandini, columnista de Clarn y de la Revista XXIII, Argentina . . . . . . . . .87Gustavo Lpez, Sub-Secretario de Gestin e Industrias Culturales del GCBAy ex interventor en el Comit Federal de Radiodi fusin (COMFER), Argentina . . . . .90

    Moderadora: Susana Reinoso, periodista del diario La Nacin, Argentina

    ANEXO: Documento final "Agenda 21 de la cultura",aprobado en el Forum Mundial de las Culturas.

    Este documento reemplaz a la Mesa organizada en su momento ya queantes de la publicacin de este material se aprob formalmente la versinfinal de dicha Agenda.La Mesa Redonda "Agenda XXI. Agenda Mundial de ciudades para la cultura"estuvo conformada por: Margarete Moraes, legisladora de Porto Alegre,

    Daniel Gonzlez, Director Organizador del Escritorio Regional en Brasiliade la Organizacin de Estados Iberoamericanos para la Educacin, la Cienciay la Cultura OEI, Gonzalo Carmbula, Director de Cultura de la Municipalidadde Montevideo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .94

    Actu como moderadora de la mesa: Mara Victoria Alcaraz, Directora Generaldel Centro Cultural San Martn, Secretara de Cultura GCBA.

    * Nota: Los cargos de referencia de las autoridades y de los expositores son los quecorresponden a cada uno en el m omento del seminario.

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    INTRODUCCION

    INTRODUCCIN

    Cuando en el ao 2002 nos hicimos cargo de la Subsecretara de Gestin e IndustriasCulturales, nuestro primer propsito fue contactarnos con representantes de las dis-

    tintas reas de las industrias culturales para analizar y debatir con ellos las pro-blemticas del sector. Se propici as un dilogo muy constructivo entre el mbitopblico y el privado a partir del cual se concluy la necesidad de asumir entre todosun rol activo en la generacin y proteccin de nuestra produccin artstica, cultural einformativa. Esta fue la decisin poltica que impuls la creacin del Foro para laDefensa de las Industrias Culturales.

    En abril de ese mismo ao, el Foro convoc a personalidades del mbito sindical yempresarial de las industrias culturales con el ob jetivo de construir un consenso mul-tisectorial que permitiese disear polticas pblicas y privadas para la defensa, pro-mocin y fomento de la produccin de bienes culturales. En ese momento, el contex-to mundial era amenazador: la Organizacin Mundial del Comercio (OMC) proponala liberalizacin del mercado audiovisual, los bienes culturales se vean reducidos alvalor de una mercanca ms, todo lo cual representaba un enorme riesgo para el pa-

    trimonio y la diversidad cultural de los pueblos.El camino que empezamos a recorrer entonces es el que nos lleva hoy a inaugurar estePrimer Encuentro Internacional sobre Las Industrias Culturales en la Globalizacin.

    Nuestro objetivo es continuar con el debate, producir conocimiento, actualizar lainformacin y hacerla circular entre los funcionarios de la cultura, los productores cul-turales, las organizaciones no gubernamentales y los ciudadanos en general. As comoen el 2002 la preocupacin central era influenciar a nuestro gobierno nacional paralograr una negociacin exi tosa en la OMC, hoy la meta es lograr que la UNESCO tomeel debate sobre los bienes culturales. Por ello es importante institucionalizar este espa-cio de encuentro y debate regional e internacional y repetirlo ao tras ao, para que,al igual que hoy, podamos reunirnos a discutir los temas que hacen a la defensa denuestra cultura y nuestra sociedad.

    Se trata de construir nuestro propio discurso y para eso primero hay que hacer unatarea de deconstruccin del discurso nico que pretenden imponernos a los pasesperifricos, desnudar con el discurso y la accin ciertas "verdades" que se postulancomo nicas y naturales.

    De estos temas vamos a hablar los prximos tres das: abordaremos la diversidad cul-tural en muchsimos de sus aspectos, vamos a hablar de las industrias culturales en laglobalizacin y de las particularidades de cada industria en el sector editorial, audiovi-sual y de los medios de comunicacin. Tambin debatiremos en torno al Documento"Agenda 21 de la cultura" que se est discutiendo internacionalmente.

    Hablaremos de cultura porque nos importa hablar de nuestra identidad, de cmo pro-mover la transformacin hacia una sociedad justa e inclusiva, hacia un m undo di ver-so y ms integrado.

    Dr. Gustavo LpezSubsecretario de Gestin e Industrias CulturalesSecretara de CulturaMayo 2003

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    APERTURA

    APERTURA

    Sr. Jefe de Gobierno GCBA Dr. Anbal Ibarra:

    Saludo especialmente a las amigas y amigos de Latinoamrica y del mundo que seacercaron a la Ciudad de Buenos Aires para participar de un encuentro que tiene comocuestin de fondo la discusin sobre el rol del Estado frente a los bienes culturales y ala produccin cultural. ste es el debate que subyace en la temtica que nos convoca.

    No es casualidad que se haya hecho referencia a las industr ias culturales en el proce-so de globalizacin. El trmino "globalizacin", que desde hace varios aos qued in-corporado a nuestro lxico, es un trmino nuevo con relacin a nuestra historia perorefleja una realidad que ha estado presente en las ltimas dcadas. Porque cuandopensamos en un proceso de globalizacin, nos referimos a una circulacin de infor-macin y de recursos, as como a una flexibilizacin de las fronteras de los pases.

    Estamos asistiendo a otra realidad mundial, que ms all de las opiniones, ya es un he-cho casi indiscutido. Es la realidad en la cual nosotros nos desenvolvemos o nos desa-rrol lamos como pas. Pero frente a esta realidad tambin hay diferentes posiciones, da-

    do que hay quienes quieren incorporarnos junto con la globalizacin, una ideologa cla-ra, un discurso nico oficial que podemos resumir en la propuesta de que el Estado re-troceda, garantizando que los factores de poder o el mercado van a hacer el resto. Afir-man que no hay que interferir ni siquiera en los procesos econmicos porque estos sondinmicos y se desarrol lan por s mismos. Aseguran que la mnim a intervencin del Es-tado entorpece el desarrollo de los mercados. Este discurso no es inocente. Significaque deciden los que tienen poder, y que el resto de la sociedad debe mantener una ac-titud de sumisin porque no tiene alternativa. Y de oponerse a este proceso, quedaranal margen de cualquier posibilidad de desarrollo o de beneficio.

    Esto es lo que nos qu ieren incorporar como discurso of icial junto a la globalizacin. Espor ello que sealo que en el fondo subyace la discusin en torno al rol del Estado. Yen ese sentido se presentan dos posibilidades: o bien acatar esta doctrina, o bien acep-tar que la globalizacin es un hecho, es una realidad, pero presentar frente a ella una

    actitud diferente. Es factible aceptar el mencionado "discurso of icial", o bien podemosauspiciar otro rol del Estado, merced al cual sus instituciones intervengan, regulen, ypuedan desenvolverse con y a pesar de los lmites que impone la globalizacin. Sabe-mos que sta establece lmites, sera muy necio no reconocerlo, pero tambin desdeel Estado se pueden decidir algunas polticas.

    Nosotros hemos optado claramente por la segunda opcin. No nos resignamos a unrol pasivo del Estado, que asuma lo que se decida o se defina en los centros de podery/o en el mercado en torno a nuestras polticas estratgicas en materia cultural y enotras, como la econmica, que no est desligada de la anterior.

    En este sentido, tampoco es casualidad que esta convocatoria a participar del encuen-tro haya sido extendida a otros pases y a otras ciudades. Porque ac hay otra discu-sin de fondo. Se trata de definir qu opcin tom amos frente a la globalizacin. Si lo

    hacemos individualmente, como ciudad o como pas, o lo hacemos con una visin re-gional en concordancia con las polticas de otros pases. sta es tambin otra defini-cin. Creo que si convocamos a este encuentro, si contamos con la participacin deotras ciudades y otros pases es porque coincidimos en que tiene que haber una posi-cin regional, colectiva. Por conviccin, pero tambin por pragmatismo. Por convic-cin porque las polticas que se toman en conjunto t ienen ms posibilidades de ser l le-vadas adelante y nosotros queremos incidir sobre la realidad. Y por puro pragmatis-mo porque slo as, en este mundo tan competiti vo y con tantos centros de poder, no-sotros no quedaremos marginados de sus decisiones. Creo que nadie est presenteaqu para quedar como testimonio de, como un mero acto de voluntad: estamos pre-sentes porque queremos incidir y transformar la realidad.

    Hasta aqu, una concepcin general del lugar que ocupamos.

    Ahora, el Estado tambin tiene que definir estrategias, y entre ellas est el cmo se po-

    siciona frente a las industrias culturales, frente a la produccin cultural, frente a losbienes culturales. Consti tuyen estos un elemento m s del mercado? Los bienes cul-

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    turales pasan a ser una simple mercanca ms o el Estado pone un lmite? Si no esta-blecemos lmites corremos el r iesgo de ser borrados del m apa en trm inos de identi-dad histrica y cultural.

    Ms all de la pluralidad de culturas que conviven tanto en nuestro pas como en nue-stros pases, tenemos una historia propia, tenemos cosas que mostrar, que contar. Es-

    to somos nosotros. O nos despersonalizamos como pas, y entonces pasamos a sercomo una suerte de masa uniforme donde se desdibuja nuestra historia, nuestra tra-dicin, y tambin nuestro presente y nuestro futuro? De ah la necesidad de contar conuna fuerte decisin frente a estas visiones estratgicas. Porque hoy pareciera que enel mundo, aquel que tiene recursos todo puede conseguirlo, que todo se compra y sevende. Y lo peor es que este discurso, muchas veces, se presenta como el correcto.

    Sin embargo si estamos ac, es para decir que no cuenten con nosotros para aceptarque en el mundo no hay ninguna estrategia, que no hay ninguna concepcin ideol-gica, que no hay polticas de Estado, y que todo depende del precio que se ponga so-bre la mesa. Al participar en este encuentro estamos dando una clara definicin: noconsentimos esta poltica. Entonces tenemos que hacer un esfuerzo colectivo en tr-minos regionales, as como en trminos de una sociedad donde el Ejecutivo, los legis-ladores, y todos los que intervienen en el proceso cultural, definan estrategias legisla-

    tivas, polticas sociales para que esto sea una realidad. Para que no vengan y pongansobre la mesa el dinero y se lleven lo poco que nos queda. Considero que ste es elrol del Estado en un pas con polticas federales.

    Pero tambin est el rol de lo local, el rol de las ciudades. Lo digo desde una ciudadcapital (Buenos Aires), que tiene una gran importancia por su proyeccin tanto en laArgentina como en la regin. Me parece muy auspicioso que convoquemos y partici-pemos de este debate porque al hacerlo vamos a destacar el tema, an cuando hay in-tenciones de que esto sea borrado de la agenda, para que ganen los que tienen poder.Queremos que est instalado en la agenda, que participe la sociedad, que sea una de-finicin estratgica del gobierno nacional, del gobierno de la ciudad. Tambin quere-mos que estn todos los actores de la produccin cultural y que podamos definir qumedidas hacemos y tomamos para preservar toda nuestra produccin cultural, nues-tra identidad, nuestra historia y sobre todo, nuestro futuro. De esto trata este encuen-

    tro , nada ms ni nada menos. La pasividad y las dimensiones de esta convocatoria de-muestran que no es un tema que nos resulta indiferente, que es un tema de estrate-gia central y que no estamos dispuestos a resignarlo. Creo que esto es lo importantede esta convocatoria.

    Sera bueno que aquellos poderes que han logrado quedarse con muchos de nuestrosbienes, por lo menos encuentren una fuerte resistencia y si es posible se estrellen,cuando intenten apoderarse de los bienes culturales y la produccin cultural de lospases y ciudades que han respondido a esta convocatoria.

    Si trabajamos juntos, convocamos a la sociedad. Yo creo que tenemos esperanzas yque podemos ser optim istas.

    Sr. Secretario de Cultura, Jorge Telerman:Muchsimas gracias por estar aqu, particularmente a quienes nos visitan, a nuestrosinvitados e invitadas que nos honran con su presencia por su trayectoria y por el des-tacado lugar que ocupan en cada una de sus ciudades en las que desempean activi-dades vinculadas a esta temtica tan crucial, tan central, tan reveladora de un estadoactual de las cosas.

    Las industrias culturales, la produccin y circulacin de bienes culturales en cada unode nuestros pases ocupan no solamente un lugar central en trminos de la form acinde los valores de los pueblos sino tambin en el fortalecimiento de las identidades quetenemos como Nacin y como regin. Es igualmente decisiva su capacidad -junto conotras herramientas de las polticas pblicas, como son las polticas educativas- de for-mar ciudadanos a pleno derecho, la de producir y fortalecer la pertenencia ciudadana,en suma: la creacin de ciudadana.

    Sin duda, las polticas culturales, la participacin e intervencin de todo el pueblo demanera democrtica y universal en el goce, disfrute, participacin y creacin de los

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    bienes culturales es lo que nos hace ciudadanos plenos. Adems, y sobre todo en pa-ses como los nuestros, desde hace no mucho, tambin comenz a tomarse concien-cia de la importancia de la produccin de bienes culturales por su vinculacin con eldesarrollo, tanto social como econmico, de nuestras comunidades y de su identidadurbana. Las amplias y eficaces impl icancias que tienen las polticas culturales en el de-

    sarrollo de una poltica social equitativa, en su capacidad generadora de empleo, ensu potencial para generar bienes de exportacin de altsimo valor agregado, en su ca-pacidad de ser articuladas con polticas tursticas. Para graficar esa imbricacin bastaun solo dato: incluyendo la actividad vinculada al diseo dentro del universo de las in-dustrias culturales, en ciudades como Buenos Aires el peso de esta actividad econ-mica es de alrededor del 16% del PBI, y emple al 15% de la poblacin.

    Entonces, estas dos capacidades, la de producir ciudadana generando las condicionesde un desarrollo social ms equitativo y su enorme potencialidad econmica, son lasque han puesto a las Industrias Culturales en el centro de un debate mundial. En l sediscute la importancia de que nuestros pases defiendan individual y colectivamente lasIndustrias Culturales a la hora de la toma de decisiones en los organismos multi latera-les. Se trata de un bien que debe ser pensado en trminos de su circulacin mundial,con las mismas caractersticas que poseen las otras producciones de otros pases, que

    avanzan con mucho cuidado en acuerdos y en liberalizaciones de barreras arancelarias.Aqu tenemos invitados de pases, como Francia Canad, que han hecho punta enun reclamo que sin duda cuenta con todo nuestro apoyo y que va a ser uno de los te-mas de debate y de reflexin de estos das: ver de qu manera nuestros pases, y nues-tras ciudades en particular, como centros de produccin de bienes culturales debentrabajar para articular fuerzas, iniciativas, polticas, legislaciones, con impulsos y ma-terialidades concretas para enfrentar los intentos hegemnicos tambin en el campode las polticas culturales.

    Estos intentos pueden ser desbaratados con eficacia no para cerrarnos, sino para estable-cer un intercambio a partir del cual, pases como los nuestros, podamos hacer gala.

    Queda claro que pases creadores como los nuestros, pueblos como los nuestros, co-nocen la centralidad y la virtud del intercambio. Pero hay enormes peligros y conse-

    cuencias nefastas que se ciernen sobre los pueblos cuando el intercambio se vuelvecada vez ms dbil, y en lugar del intercambio aparece una mercanca que unilateral-mente llega a un pas sin que la produccin local pueda circular con la misma eficaciapor el resto del mundo. ste es uno de los motivos centrales que nos rene a quienesdesde distintos lugares de la regin venimos trabajando pacientemente para preser-var la produccin de bienes culturales que generan nuestros artistas y que demandannuestros pueblos. Las ciudades aqu presentes son particularmente dinmicas en suactividad cultural.

    En este punto quiero hacer un pequeo parntesis para saludar a Magdalena Fallace yexpresar mis felicitaciones por la lcida decisin que han tomado quienes la convocaroncomo nueva Subsecretaria de Cultura de la Nacin. Magdalena ha venido colaborandocon la Secretara de Cultura de la Ciudad, as que es un aporte ms que le hacemos alGobierno Nacional. Sabemos que las lneas polticas que sin duda sabr llevar adelante

    en la Secretara de Cultura de la Nacin, tambin tienen su espacio de ejecucin en lasciudades. Somos las ciudades como Rosario, Buenos Aires, y las ciudades de los paseshermanos, en donde esas producciones tienen anclaje, tienen lugar de realizacin.

    se ha sido el objetivo de esta convocatoria: debatir y encontrar formas en que nues-tras actividades no solamente puedan funcionar en red, sino donde tambin coinci-dan nuestras estrategias con relacin a los equilibr ios que debemos lograr en esta erade globalizacin. Para que, as como nosotros sabemos gozar de los bienes cultura-les de otros pueblos y de otras sensibilidades, el mundo no se pierda la capacidadque ofrece esta regin tan creativa, tan activa; y que sus bienes culturales puedan serpercibidos, disfrutados, gustados ms all de nuestras fronteras. As que agradecin-doles a todos y a todas su presencia, muy particularmente al Jefe de Gobierno quetanto impulsa la centralidad de estos temas como un aspecto primordial en las pol-ticas pblicas de la ciudad; augurndole todo el xito a Magdalena de cuya gestin

    sin duda vamos a ver en poco tiempo los resultados, es que les agradezco su asisten-cia y doy por inaugurada la pr imera parte de este Encuentro de las Industrias Cultu-rales en la Globalizacin.

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    PARTE 1: Las industrias culturales en la globalizacin

    "EL CASO DE ROSARIO", POR MARCELO ROMEU,Secretario de Cultura de la Ciudad de Rosario, Provincia de Santa Fe,Argentina.

    Marcelo Romeu:

    En principio quiero decir que es un gusto el estar aqu en este encuentro organizadopor la Secretara de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires. Quienes hace bastante tiem-po que estamos trabajando en el rea cultural somos concientes de que muchas ve-ces los espacios de reflexin no son, en cantidad y calidad aquellos que quisiramostener. Tenemos muy pocos espacios para este tipo de encuentro en comparacin conla cantidad de actividades que se realizan, y muchas veces me parece que las activida-des no contemplan espacios de reflexin. Creo que una sociedad que no se piensa asi misma est condenada culturalmente a transitar pautas preestablecidas, recetas eitinerarios dogm ticos. Esto es lo contrario de lo que debemos hacer para enfrentar laprofundsima crisis que sufrim os: crear alternativas para reconstruirnos como socie-

    dad, as como para pensar el sentido de nuestras acciones y cmo se refleja ese sen-tido en la cultura que se produce en las ciudades y en el pas.

    En principio quera establecer dos observaciones sobre la globalizacin. La primera esque es imposible oponrsele. Es como intentar oponerse al invierno. Est, existe. Pe-ro la otra es que hay globalizadores y globalizados; no son simtricas las autopistasde comunicacin que traen y llevan. Me parece interesante en esta descripcin acercade lo que es la globalizacin dedicarle un prrafo a los avances tecnolgicos y a losefectos que ellos producen.

    Creo que no tenemos una visin con la necesaria profundidad crtica respecto de es-tas nuevas tecnologas y de estos nuevos lenguajes. En tanto y en cuanto no tenga-mos esa visin crtica va a ser muy difcil que podamos analizar nuestra sociedad. Yoestoy convencido, como deca Hanna Arendt, de que la tecnologa va modelandonuestras sociedades mucho ms de lo que creemos y esa modelacin tiene dos carac-

    tersticas: 1) Es impredecible. De cada nuevo instrumento tecnolgico no podemospredecir cules van a ser las consecuencias en la sociedad; pero 2) esas consecuen-cias son irreversibles. Ninguno de los nuevos aparatos o sistemas tecnolgicos que lasociedad toma para s, vuelven hacia atrs. El televisor no desaparece. Al contrario.Puede profundizarse y complejizarse, pero son innovaciones de la vida en sociedadque nunca vuelven para atrs. Y si no tenemos nosotros una visin crtica, si siemprenos parece que lo tecnolgico es neutro y que lo que les da un sentido positivo o ne-gativo es su util izacin yo creo, humildemente, que nos equivocamos.

    Las discusiones en este terreno son muy polmicas, tienen mucho litigio. Hay muchagente que est convencida de que la tecnologa, si se la uti liza con un buen sentido, essiempre positiva. Yo no creo lo m ismo. Estoy convencido de que la tecnologa, hoy porhoy, persigue una utopa caracterizada por buscar el aislamiento del ser humano.Cuantas ms cosas podamos hacer desde un solo lugar, sin movernos, sin salir de

    nuestra habitacin, cuantas ms comunicaciones podamos tener con gente que viveen lugares recnditos, cuantas ms pelculas podamos ver apretando un botn ennuestra casa, cuanto ms complejo sea el equipamiento que podamos tener para co-nocer lo que se produce en Nepal, lo que se produce en Cuba, en EEUU o en Bulgaria,mejor. Para esta utopa, todo esto constituye algo positivo.

    Yo no estoy de acuerdo con eso, yo no creo que ese ideal de Robinson Crusoe infor-matizado sea positivo para la construccin de una sociedad ms humana. Porque endefiniti va el problema cultural tiene en su base el problema de intentar profundizar lasligazones humanas. No le encuentro sentido a vivir sabiendo como piensan personasque se encuentran a miles de kilmetros si nos desconectamos de lo que le sucede aquien vive en la puerta de al lado. Como lo expresa Paul Virilio se trata de fortalecer elconcepto de alteridad, es decir reconocer y entablar un dilogo con el otro, con el pr-ximo y me resulta bastante dudoso que esta superabundancia de innovaciones tecno-

    lgicas que anegan nuestra vida cotidiana invite a transitar en esta direccin, ms biendira nos empujan en sentido contrario. Lo quera dejar planteado, porque es un tema

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    PARTE 1:LAS INDUSTRIAS

    CULTURALES EN LAGLOBALIZACIN

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    PARTE 1:LAS INDUSTRIAS

    CULTURALES EN LAGLOBALIZACIN

    que siempre se elude o se presupone que admite siempre una visin positiva, y ten-go m is humi ldes disidencias.

    En relacin a las industrias culturales voy a decir algunas cosas obvias, pero me pare-ce interesante compartir algunos datos que nos permi tan bosquejar un d iagnstico delestado de situacin dnde nos encontramos. En el 2001 -no s si esto se ha modi fica-

    do-, los ltimos libros de Csar Aira y de Ricardo Piglia no fueron editados en la Ar-gentina. Las ltimas producciones de autores referenciales de la literatura argentinaactual, fueron editadas primero en Espaa y fueron comentadas en los diarios argen-tinos por crticos que viven en el exterior. Por otra parte, las enciclopedias estn cam-biando su soporte. Ahora tienen como soporte al CD Rom, en el que la tecnologa pa-ra producir las enciclopedias est siendo producida en el pas del Norte. Como diceAnbal Ford en "La marca de la bestia", cuando uno toma esas enciclopedias produci-das digitalmente se encuentra con que la cantidad de caracteres dedicados a FranklinD. Roosevelt es diez veces superior a la cantidad de caracteres dedicados a Hipl ito Yri-goyen. Entonces me parece que el tema de las industrias culturales, lo que posibilitanesas industrias, y lo que logran hacer circular en materia de productos culturales, yasea libros, enciclopedias digitales, msica, tiene un valor estratgico tal, que me pare-ce huelgan las argumentaciones acerca de la necesidad de realizar pol ticas activas en

    el sector.Me parece importante considerar que no slo vemos y tenemos en cuenta los relatos,las historias y la elaboracin del sentido de las visiones de las sociedades del Norte si-no que nuestro imaginario, como lo explica Garca Canclini, est empezando a serconstruido por aquellos que producen la circulacin de los bienes culturales. El imagi-nario del latino para muchos de nosotros -segn vemos en muchos thri llers a sala lle-na en Argentina-, tiene que ver con un m oreno bigotudo con una cicatriz en su rostroque inexorablemente es narcotraficante. Entiendo que posee una importancia axiol-gica debatir cmo se construye el relato im aginario. No slo el hecho de que nosotrostomemos como propios algunos imaginarios ajenos, sino tambin que nuestro propioimaginario comienza a ser relatado por alguien que tiene nada o poco que ver connuestra cultura, en trminos de sociedad latinoamericana.

    Tambin sostengo que es muy interesante el tema de las industrias culturales para

    debatirlo , pero tambin para diagnosticar que en Argentina no hemos tenido, a ni-vel nacional, polti cas para las industrias culturales en trminos globales, sistmicos.Por un lado, se aprecia la dcada del 90, que junto con la dcada del 60 son las d-cadas de mayor produccin filmogrfica argentina, a la par que el cine argentino tie-ne hoy una proyeccin m s que importante en festivales y en circuitos europeos. Porotro lado, tambin es verdad que no tenemos un sistema vinculado a la industriacultural. Hay pelculas cuya produccin es apoyada por el INCAA, pero luego noexiste el mismo apoyo en la distribucin. Entonces el director debe pelearse con eldistr ibuidor, que por lo general son uno o dos, dnde estrena, cmo estrena, si el Vi-llage Avellaneda le da una salita

    1. Cualquier productor de cine de EEUU sabe que

    despus de producida una pelcula viene lo ms importante: la distribucin y la di-fusin. Entonces, que la editorial de Rosario de la cual soy responsable produzcauna cantidad de compactos como registro de la actividad m usical y cultural de la ciu-

    dad tiene un sentido muy importante. Pero tambin es muy importante la otra par-te: la distribucin, la comercializacin.

    Cuando hablo de polticas sistmicas, hablo de polticas que estn pensando en la co-mercializacin, en la distribucin: en la ayuda a la circulacin de la produccin de bie-nes culturales que hoy continan realizndose a partir del esfuerzo sobrehumano deeditoriales y sellos regionales e independientes. Estos carecen de masividad y no tie-nen capacidad de difusin en toda la Argentina, como para que luego el pblico elijasi las consume o no.

    Por l tim o, tambin me parece que debemos discutir, desde las gestiones locales, quhacemos para la receptividad de los productos culturales que circulan en las socieda-des latinoamericanas por parte de nuestros pblicos. Me parece inocente pensar queel mercado y el gusto de los consumidores pueden libremente determinar cules sonaquellas producciones que merecen ser tenidas en cuenta en funcin del volumen de

    espectadores, de la cantidad de libros que se venden, del nmero de CDs que se com-pran. Si bien el gusto de los consumidores no es manipulable, existen elementos con

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    los cuales se construye la demanda, y entonces es necesario pensar si desde los sitiosoficiales y desde los foros de reflexin se pueden aportar ingredientes para la consti-tucin de ese gusto.

    Creo que hay que tener una discusin muy profunda acerca de las industrias cultura-les que nosotros queremos prom over y de cul es su objetivo; si es convertirlas por

    ejemplo en industrias culturales con las mismas normas y con la misma lgica de unaindustria cultural como la que puede encarnar la Sony o la AOL. Tambin me parecemuy importante conformar nuestras polticas culturales contemplando la estimulaciny la identificacin de cules son los sitios de encuentro entre los ciudadanos, culeslos foros de reflexin, y cmo valorizamos los espacios pblicos, qu es lo que pro-movemos para la resignifi cacin de nuestro im aginario y cules son las herramientasque contamos a nuestro alcance para dicha tarea.

    Aunque la televisin, la computadora y toda la tecnologa estn presentes y estnconstruyendo imaginarios, estoy convencido de que la conjuncin de gente contactn-dose cara a cara, discutiendo y produciendo manifestaciones que hablen de nuestrossueos, nuestras esperanzas y nuestra sensibilidad, tambin genera una forma distin-ta de recibir y percibir cultura. Muchas gracias.

    I ENCUENTROINTERNACIONALSOBRE DIVERSIDADCULTURAL

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    Secretara de Cultura

    PARTE 1:LAS INDUSTRIAS

    CULTURALES EN LAGLOBALIZACIN

    1Nota del Editor: el encuentro se llev a cabo en el ao 2003. Durante el ao 2004 el gobierno nacional estableci

    una cuota de proyeccin para el cine argentino.

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    Gobierno de la Ciudadde Buenos Aires

    PARTE 1:LAS INDUSTRIAS

    CULTURALES EN LAGLOBALIZACIN

    "EL CASO DE LA PAZ", POR PEDRO SUSZ,Oficial Mayor de Culturas de la Ciudad de La Paz, Bolivia

    Pedro Susz:

    Buenas tardes. Quiero agradecer sin mayor demora a los organizadores de este even-to por la invitacin, por la iniciativa. Porque de verdad nos hacemos cargo de la impor-tancia y de la profunda trascendencia poltica de los temas que aqu se van a debatir.

    Vengo de una ciudad, La Paz, Bolivia, en la que la mult iculturalidad es un hecho, es unfactum que nos salta a los ojos a cada instante. Y es una ciudad en la que su gobier-no, al que represento hoy, ha asumido que la promocin del dilogo multicultural esuna obligacin, es un mandato imperativo. Porque ninguna poltica de planificacinurbana o de desarrollo sostenible que no tenga en consideracin la diversidad cultu-ral y la necesidad de fomentar el dilogo entre las culturas puede ser una poltica quetenga una autntica proyeccin hacia el futuro.

    Los ltimos censos nos han dicho que vamos siendo una ciudad cada vez ms hispa-no parlante. Pero sabemos bien que hablar una lengua no es necesariamente asumirlas estructuras mentales y de razonamiento que supone el mero hecho pragmtico deutilizar esa lengua para sobrevivir. En una ciudad con una fuerte presencia indgena,en la que el bi lingismo es un dato insoslayable, las polticas de dilogo interculturalson una cuestin de supervivencia inmediata. Y cuando hablamos de polticas de di-logo intercultural no nos estamos refiriendo solamente a las polticas locales. Porqueestas son el centro de generacin de ideas, de iniciativas y de proyectos. Pero si no es-tn articuladas con polticas nacionales y con polticas regionales, tienen en verdadmuy pocas chances de tener alguna probabilidad de xito.

    Hemos asumido que la diversidad cultural no solamente es un dato a tener en cuen-ta, ni un hecho a partir del cual hay que leer la realidad, porque de otra manera unono la entender nunca. Hemos asumido que la diversidad cultural es tambin una ven-taja comparativa. Y es quizs, en el caso de nuestra ciudad, la nica ventaja compara-tiva. Somos perfectamente conscientes de que no vamos a competir en tecnologa ci-berntica, ni vamos a competir en industrias de alto capital. Pero estamos tambinciertos de que nuestro aporte a travs de la diversidad hacia una relectura del mundo,hacia un reencuentro del hombre con la naturaleza, hacia la construccin de una so-ciedad mucho ms centrada en el ser humano es un aporte al que la humanidad nopuede renunciar. Y es nuestro deber que as como nosotros hemos tomado elementosde la cultura universal, sigamos aportndole a la cultura universal esa vieja sabidurade nuestras culturas indgenas, de nuestras culturas originarias.

    Es nuestro deber pero tambin es nuestro derecho el seguir teniendo la oportunidadde hacerlo y de hacerlo a travs de los modernos medios de comunicacin. Porque esnuestro derecho tener una voz en el concierto de las naciones, es nuestro derecho ut i-lizar el cine, la industria editorial, la televisin y todo aquello que la tecnologa va apor-tando para enriquecer la cultura universal. Pero quisiera aterrizar del cielo de las ideasy de las utopas a las realidades ms duras. Lo voy a hacer a partir de un dato estads-tico, si bien coincido con Cabrera Infante en que muy a menudo las estadsticas sola-mente son la matemtica convertida en argumento de autoridad. Pero a veces, la es-tadstica s es interesante para dar cuenta de algunas realidades. En el ao 1982, quees el dato estadstico ms antiguo y fiable que tenemos, fueron al cine en la ciudad deLa Paz 3.200.000 espectadores. En el ao 2002, vale decir veinte aos ms tarde fue-ron al cine en la misma ciudad 670.000 espectadores. Eso ha significado que se cie-rren casi todas las salas de estreno, y una ciudad de 1.000.000 de habitantes hoy t ie-ne slo tres salas de estreno.

    Adicionalmente implica que la industria norteamericana que en el ao 82 ocupaba el72% del tiempo de exhibicin en las pantallas, ahora alcance el 95%. La disminucinde pblico tambin ha repercutido en la drstica disminucin del nmero de estrenos,y en que se angoste cada vez ms la posibilidad de conocer otras producciones y loque esas producciones nos dicen de otras culturas. Tambin ha significado un golpemortal a la posibilidad de hacer cine en Bolivia. Las causas por las que la gente ha de-jado de i r al cine son diversas: la crisis econm ica naturalmente, el achicamiento delpoder adquisitivo de los salarios, la creciente inseguridad en las ciudades. Si bien to-

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    dava no es un dato esencial, pero tiene cada vez ms importancia, tambin influye lapiratera a travs de casetes y de CDs de prcticamente todos los ltimos estrenos,que incluso se pueden conseguir en los comercios callejeros antes de que sean estre-nados en las salas de cine.

    Aqu coincido con m i amigo Marcelo Romeu en darle al concepto de "progreso" tec-

    nolgico una ambigua valoracin. Porque efectivamente la tecnologa ha permitido unabaratamiento de los costos de produccin, de tiraje de copias y, tericamente, unams fcil circulacin de la produccin. Pero en una sociedad en profunda crisis social,econmica, poltica y de valores, la tecnologa termina colisionando con esa realidady provocando un efecto contrario al su potencial terico.

    Por todo eso, hablar de industrias culturales y de polticas culturales en nuestros pa-ses resulta indispensable. Es necesario desarrollar polticas de absorcin tecnolgicaautnoma, autodeterminada, soberana, que respondan verdaderamente no slo a lademanda, sino tambin a las posibilidades de nuestro propio desarrollo cultural y denuestra propia produccin de bienes culturales.

    De lo contrario lo que se genera es un fenmeno incontrolable de ocupacin del espa-cio pblico, que es otro elemento esencial que hay que tener en cuenta en el diseo

    de las polticas culturales en nuestras ciudades. Ocupacin del espacio pblico con ac-tividades que estn al margen de la ley pero que finalmente son estrategias de super-vivencia para enormes porcentajes de poblacin expulsada del sistema formal, aco-rralada ante la imposibilidad de conseguir un trabajo rentado y finalmente bloqueadaen toda su posibilidad de acceder al futuro.

    Por eso coincido tambin con ese extraordinario pensador Cornelius Castoriadis, queseala que si bien en el mbito instrumental la historia ha progresado, en el mbitode la preservacin de los valores y de la apertura de posibilidades la sociedad huma-na est retrocediendo. Lo hemos visto hace muy pocos meses cuando la prepotenciadel poder que busca imponer un modelo nico, un pensamiento nico y una im agennica, se manifest de la manera ms torpe para destruir algunas de las fuentes esen-ciales de la civilizacin del hombre justamente en su patrim onio y en sus manifesta-ciones culturales

    2.

    Habitamos un mundo donde la brutalidad del poder se expresa no solamente en el co-pamiento hegemnico de los canales de circulacin de bienes culturales sino que pue-de llegar, como acabamos de vivirlo aterrados todos los seres humanos, a la destruc-cin lisa y llana de todos los rastros y testimonios de la diversidad cultural. Por eso laposibilidad de producir nuestros propios bienes, la oportunidad de decir nuestra pro-pia palabra, es vital. Es aquello que nos ha de preservar de la homogeneizacin grisque es finalmente la muerte de las culturas y de la posibilidad de desarrollo. Muchasgracias.

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    Secretara de Cultura

    PARTE 1:LAS INDUSTRIAS

    CULTURALES EN LAGLOBALIZACIN

    2Nota del Editor: Dado que el encuentro se llev a cabo en mayo de 2003, se intuye que el expositor se refiere a

    la destruccin de figuras mil enarias por p arte del gobierno talibn d e Afganistn.

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    PARTE 1:LAS INDUSTRIAS

    CULTURALES EN LAGLOBALIZACIN

    "EL CASO DE RO DE JANEIRO", POR RICARDO MACIEIRA,Secretario de las Culturas de Ro de Janeiro.

    Ricardo M acieira:

    Industria Cultural y Globalizacin. Mucho ms que afirmaciones, este tema suscita re-flexiones. En primer lugar, debe aclararse un punto: cuando se usa la palabra globali-zacin que en trminos polticos y m ilitares es un fenmeno mi lenario, que implicaentre otras cosas invasin, anexin de territorios, supresin de hbitos y tradiciones-se est hablando del modo en que la cultura de un pueblo, de una nacin, de una ci-vilizacin poderosa, con una postura colonizadora, se impone a otras culturas, absor-bindolas, y de cmo funciona el proceso de inform acin, hoy rapidsimo, que la lle-va a esa posicin superior.

    Entonces, como me gusta provocar, prefiero hablar de la internacionalizacin de lasculturas, no de la globalizacin, bajo la presuncin de que la internacionalizacin delas culturas, crea una relacin de equilibrio, de intercambio, una relacin ms rica, quedebera existir en el mundo contemporneo.

    Otro dato que no podemos omitir es que actualmente, las relaciones culturales se es-tablecen ms entre ciudades que entre pases. Las ciudades cosmopolitas que compo-nen una red internacional deben estar abiertas a las manifestaciones culturales, quepueden o no representar a los pases, que pueden o no ser las ms importantes de unacultura nacional, una cultura local, una cultura regional.

    El concepto de internacionalizacin de la cultura me gusta mucho ms que el de glo-balizacin porque se da a travs de la comunicacin y el conocimiento. Hoy la tecno-loga aproxima a las culturas, hace que una cultura se apropie de otra, que haya inter-cambio. Y este intercambio nos ayuda a entender lo que es la industria cultural.

    Podemos definir la industria cultural como todo aquello que una sociedad (pas, civil i-zacin), que ocupa un determinado territorio, produce basada en cdigos que tradu-cen sus costumbres, su da a da, su cultura. Esas manifestaciones -la msica, el tea-tro, la danza, la arquitectura, la gastronoma, la literatura, las artes plsticas- forman

    una identidad nacional. Y estudiando cmo tales manifestaciones se organizan, la for-ma en que ellas se producen, cmo son introducidas en el mercado internacional, c-mo se relacionan con las manifestaciones (productos) de otros pases y de qu mane-ra circulan en la red internacional de ciudades, es que podemos intentar descubri r -de-batiendo y no afirmando- lo que est sucediendo en el mundo contemporneo en tr-minos de globalizacin (como ya lo dije antes, prefiero la palabra internacionalizacin)de la cultura.

    Elite y masa

    Concluidas las consideraciones iniciales, quiero destacar que siempre hubo una super-posicin de civilizaciones. Y si as fue y lo sigue siendo, tenemos la necesidad funda-mental de procurarnos los elementos formadores de una identidad nacional (una r-

    pida acotacin qu es lo que nosotros como brasileros percibimos como identidadnacional de Argentina?, cmo es que la cultura argentina se relaciona con la culturabrasilera y viceversa, cmo se da ese intercambio?) En la bsqueda de lo que consti-tuye una identidad nacional, hay un punto indiscutible: en los inicios del Siglo XX lacultura era bsicamente erudita en cualquier continente y en cualquier pas. Era unacultura de elites, accesible a un pequeo y nico segmento de las sociedades. El con-trapunto de esa cultura surgi cuando se comenz a percibir la cultura de masas, y sela comenz a mirar con ojos ms sensibles. Se comenz a indagar entonces, de qumanera una poblacin, un pueblo, se expresaba, y de qu manera se estableca su per-fil, sus hbitos, sus costumbres, y sus relaciones, los elementos de su identidad. De-bo aclarar que en realidad no me gusta dividir a la cultura en erudita y popular; mu-chas veces es una divisin reduccionista. En Brasil, por ejemplo, tenemos manifesta-ciones culturales extremadamente populares de mucho contenido, de una gran repre-sentatividad, que yo considero eruditas. Como nuestra msica. Nuestra msica popu-lar tiene tanta calidad que llega a la erudicin.

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    El mercado

    Para entender la industria cultural, no podemos olvidar que todas las manifestacionesque traducen la identidad de un pueblo, de un pas, tienen en el m ercado una form ade expresin que las dejan muy cerca -la lnea divisoria es muy tenue- del entreteni-miento. Y es ah donde existe otro gran interrogante: de qu manera la cultura, de

    donde sea que ella venga, llega a todos los pases del m undo?, de qu manera es ab-sorbida? De qu manera el cine brasilero -que atraviesa un momento extremadamen-te positi vo, as como el cine argentino y el cine de toda Amrica Latina- es recibido porotros pases?, de qu m anera se inserta en un m ercado cuya hegemona pertenece ala industria cinematogrfica americana?

    No podemos ser ingenuos imaginando que vamos a poder competir, que tenemos c-mo enfrentar al poderoso cine americano -que, no podemos negarlo, tiene cualidades,adems de su papel destacado como di fusor de la cultura americana y con un impor-tante peso en la economa de los Estados Unidos-, pero debemos tener siempre enmente que nada impide a Brasil, Argentina, Mxico, Francia, India o cualquier otro pasproducir un cine de calidad y exportarlo. La rpida circulacin de la inform acin garan-tiza que determinada poblacin pueda acceder a manifestaciones culturales distintasa las suyas.

    El tema de las ciudades

    Permtanme que, teniendo en cuenta principalmente la realidad de los pases latinoa-mericanos, insista sobre el punto mencionado en el segundo prrafo. Y es el siguien-te: existen cuestiones de Estado, como la salud y la educacin de un pueblo; existencuestiones de gobierno, que pueden o no tener continuidad, dependiendo de la deci-sin poltica de la poblacin. Pero la cultura, lo digo con total seguridad, es una cues-tin de las ciudades.

    En este inicio del siglo XXI, estamos viviendo un nuevo renacimiento, y las ciudadeshan sido extremadamente im portantes en la produccin de la cultura. Hablo de las ciu-dades que se organizan en redes, que tienen puntos en comn, que buscan singulari-

    dades, que crean conos arquitectnicos, grandes equipamientos de cultura con gran-des atractivos que forman parte de la renovacin y del desarrollo urbano, cultural, eco-nmico y turstico. Son los museos, halls sinfnicos y bibliotecas, los grandes marcosque abrigan un mundo de actividades culturales los que hacen que las personas quetienen inters en conocerlos, se muevan de un pas a otro, de una ciudad a otra.

    En resumen: la cultura urbana es un elemento esencial de la industria cultural, que seorganiza y acontece en las ciudades. Y aqu, independientemente de la singularidad decada ciudad, aparecen las cuestiones de la memoria, de la identidad, de la preserva-cin, de la circulacin de los bienes y productos culturales, y del acceso irrestricto aellos.

    Otro factor cultural importantsimo, cualquiera sea la ciudad, son la alegra, la espe-ranza y el entusiasmo. No existe producto cultural sin estas condiciones. Y la ale-gra/esperanza/entusiasmo slo ocurre con la gente, slo ocurre si las personas parti-cipan, se apropian de los espacios, y establecen relaciones entre ellas.

    Proceso de sofisticacin

    A finales del siglo XX, como resultado de la demanda, y debido a que el producto cul-tural ya apareca como producto de consumo -ya haba un mercado y las personas co-menzaron a comprar cultura-, la cultura de masas entr en un proceso de sofisticacin.Fenmeno parecido al que ocurre con otros productos que, de tiempo en t iempo, ga-nan nuevo impulso.

    Entonces, el teatro, la danza, la msica, el cine, pasaron a tener nuevo mpetu. Y de es-ta manera a influenciar nuestro comportamiento, nuestras actitudes. Esa necesidad derenovacin acaba siendo la esencia de la cultura. Y con ella, surgen instrumentos de

    democratizacin, de acceso a la cultura, a los bienes de la industria cultural.

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    PARTE 1:LAS INDUSTRIAS

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    El caldeiro3

    y Ro

    El hecho de que la cultura establezca la identidad de un pas no impide que ella tengafocos regionales y locales. Son culturas. En el caso de Brasil, pas continental de pro-funda mezcla racial -con predominancia de la cultura europea, negra e indgena- tene-

    mos un caleidoscopio, una diversidad, un gran caldeiro, en el cual tambin entra elsincretismo religioso.

    En esa monumental y maravillosa mezcla, le corresponde a la ciudad de Ro de Janei-ro, al igual que a su Secretario de las Culturas, desempear un papel de sntesis. Roes por excelencia la ciudad del multiculturalismo, y por eso, todo artista, sea cual seasu arte, procura vivir en Ro, que es una ciudad materna, que lo acoge y lo estimula.Es como si Ro garantizara la calidad de todo artista.

    De esta manera, no tengo la menor duda de que Ro ejerce la centralidad cultural delpas, tambin porque ejerce la centralidad histrica. Fue sede del Imperio, fue capitalde la Repblica, y mantiene la centralidad porque est abierto a todas las tendenciasinternacionales. sa es la funcin de Ro de Janeiro . Por eso, el mercado y la industr iacultural tienen afinidad con Ro, tienen un espacio garantizado.

    Para cerrar este captulo, algunas lneas sobre un hecho realmente extraordinario. Pe-se a toda la diversidad cultural, racial y geogrfica de Brasil, adems de su extensincontinental, todos los brasileros, de norte a sur, de este a oeste, hablan la misma len-gua. Al m ismo t iempo que nos enorgullece, esa unidad nos int riga y an hoy los estu-diosos intentan entender cmo lo conseguimos. Esto ltimo tambin demuestra queconocemos muy poco del proceso y las influencias que formaron nuestra identidadnacional.

    Dos posibilidades

    Cul fue el modelo de gestin cultural que adoptamos en Amrica del Sur? Cul fueel modelo de produccin cultural? Lo que percibimos cuando discutimos cultura, co-mo estamos discutiendo aqu, es que existen dos posibilidades: el modelo europeo y

    el modelo americano.El m odelo europeo es permanente, efectivo, priori tario, casi totalitario, desde el pun-to de vista de las inversiones, y consiste en una cultura estatizada. No estoy diciendoque es una cultura estatal, producida por el Estado, sino que sta es garantizada porlas inversiones gubernamentales. Como en casi toda Amrica Latina, sta es la reali-dad en Brasil, y, en particular, en la ciudad de Ro de Janeiro. En lo que se refiere a lacomercializacin, esas inversiones son extremadamente importantes, cumplen un pa-pel fundamental.

    El modelo americano prioriza la actividad privada. La legislacin econmica de Esta-dos Unidos construy una poltica que prioriza aquellas inversiones en el rea cultu-ral que dan retorno, ya sea econmico, ya sea en visibilidad, o bien en el aspecto deturismo cultural -en lo cual Amrica an es principiante-.

    Voluntad poltica

    Tenemos que discutir mucho sobre cmo nos organizaremos en red para que nos po-damos fortalecer y hacer circular nuestra produccin cultural, in icialmente en las ciu-dades de Amrica Latina y, posteriormente, en el resto del mundo. Debe haber unadiscusin en todos los n iveles de gobierno -local, regional y nacional- para reafirmarla voluntad poltica de concretar esas acciones.

    Por ejemplo, qu han hecho Brasil y Argentina en trminos de cultura?, cules sonlos intercambios, los compromisos?, qu es lo que se est haciendo para que laproduccin cultural, tanto de Argentina como de Brasil, tenga un campo frtil de cir-culacin, de apropiacin, cules son los instrum entos facilitadores que estn siendocreados?

    3Nota del Traductor. Caldeiro: caldero, olla, recipiente de metal grande ms alto que ancho.

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    Extiendo esa indagacin a toda Amrica Latina. Nosotros nos conocemos muy poco,no conocemos nuestra historia. ste es el momento de utilizar el proceso de globali-zacin y aprovechar su lado positivo, que es que podemos realizar intercambios, inter-cambiar ideas para as aumentar nuestro mutuo conocimiento.

    Alma carioca

    Con el perm iso de todos ustedes, voy a volver a hablar de Ro de Janeiro. Los turistasextranjeros acostumbran a decir que van a Ro, no a Brasil, lo que comprueba la im-portancia histrica y cultural de mi ciudad. Es el municipio que ms invierte en cultu-ra en el pas, cerca de 240 millones de reales por ao, y el que ms produce y consu-me cultura. Es la ciudad de la diversidad, de las diferencias, que tiene la nocin de latradicin y que recrea la identidad, y por eso, es la sntesis de la cultura nacional.

    En todo eso, se destaca el modo de ser del carioca y se estableci por convencin quecarioca no es slo el que nace en Ro de Janeiro, sino todos aquellos que tienen la fe-licidad de habitar la ciudad. La simpata es una tradicin que transmite al mundo in-dependientemente de las dificultades de carcter social por las cuales atraviesa. A pe-sar de los problemas, Ro fue recientemente sealada como la ciudad ms acogedora

    del mundo. Esto comprueba que el alma carioca continua viva.

    El Poder Pblico

    Cules son las funciones de la Secretara Municipal de las Culturas, en la produccincultural? En primer lugar est su funcin reguladora, que establece con toda claridadque Ro tiene hoy una poltica pblica cultural que es estratgica para el desarrollo dela ciudad y su desarrollo cultural, econmico y social.

    La Secretara de las Culturas dialoga con todas las reas de polticas pbl icas de la ciu-dad y tiene un foco fuertemente enfocado hacia los nios y los adolescentes de nues-tra red municipal de enseanza bsica, que es la mayor de Amrica Latina con 1.050escuelas y 750 mi l alumnos. Jams podramos pensar una poltica pbl ica cultural que

    no la contemple. Nosotros formamos plateas, descubrimos talentos y mnimamente,form amos un ciudadano mejor, ms comprom etido, ms incluido, con nuevas posibi-lidades. Creo que ese trabajo rendira frutos en toda Amrica Latina, ya que todas lasciudades del continente enfrentan la pobreza, la miseria, la violencia, la exclusin so-cial, y la mala distribucin de la renta.

    Nuestra poltica pblica cultural se preocupa tambin de la preservacin del patrim o-nio construido y de la memoria de la ciudad, pues, preservando la memoria, garanti-zamos una observacin diferenciada para el futuro, o sea, que garantizamos un futu-ro m ejor para nuestros jvenes. Justamente, la cultura cumple un papel fundamentalde humanizacin de las personas.

    Ms all del Carnaval

    Entre los grandes eventos que se realizan en la ciudad de Ro de Janeiro, el ms co-nocido mundialmente es, como todos saben, el carnaval. Durante cuatro das, toda laciudad se moviliza en torno de una f iesta popular que atrae una enorme cantidad deturistas de todas las regiones del planeta. Y el carnaval es nada menos que una granmanifestacin de la cultura popular que se organiz y de cierta forma se elitiz, sien-do hoy un producto altamente vendible y de exportacin. El carnaval es un ejemploptimo de convivencia de las cuestiones mercadolgicas con las manifestaciones denuestra cultura popular.

    Pero no tenemos slo al carnaval. A lo largo de la dcada de los 90, Ro garantiz, conla creacin de Riofilme, nica distribuidora pblica de cine en Amrica Latina, la cen-tralidad de la produccin audiovisual. Basta decir que por su intermedio los diez prin-cipales filmes brasileros producidos entre el 2003 y el 2004 tuvieron apoyo de la Pre-fectura de Ro de Janeiro y de la Secretara de las Culturas. En el 2002, Riofilme pro-dujo 12 pelculas.

    La msica factura actualmente en Brasil 724 millones de dlares. Es el sptimo mer-

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    Gobierno de la Ciudadde Buenos Aires

    PARTE 1:LAS INDUSTRIAS

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    cado mundial de ventas de CDs. El 75% del mercado nacional est dominado por lamsica brasilera, y existen 60 sellos discogrficos independientes. Brasil es un pasmusical, y Ro es una ciudad extremadamente musical. Tanto que todos los tipos demsica nacidas en el pas, maxixe, chorinho, samba, bossa nova, tuvieron su origenen nuestra ciudad, reafirmando la centralidad de Ro en el sector audiovisual.

    Tambin es innegable la fuerza de nuestra televisin, la ms importante del mundo.En la TV abierta, se invierten hoy 4,3 bi llones de d lares. Tenemos siete redes naciona-les, que cubren Brasil de punta a punta, alcanzando al 95% de nuestra poblacin. Asconstituimos una aldea global, con una poblacin que recibe una programacin co-mn. Por eso la Prefectura de Ro procura uti lizar la televisin de la mejor manera. Ca-be destacar una curiosidad: slo el 8,5% de la poblacin brasilea tiene televisin porcable, mientras que en Argentina supera el 50%.

    Como en todas las ciudades de Amrica Latina y del mundo, en Ro hay una gran preo-cupacin con la piratera en el rea audiovisual, tanto en la msica como en las pel-culas. Por causa de la piratera cerraron ms de dos mil puntos de venta de discos enel pas. Es un caso muy serio, que nos debe preocupar debido a que pone en riesgo lasustentabilidad del mercado.

    Sumados los libros y las publicaciones, el mercado grfico de Ro ocupa el tercer lu-gar en Brasil. Y no hablo de libros didcticos, cuya gran mayora es producida en SanPablo. Hablo de libros de arte, libros vinculados a la literatura, a las artes plsticas, ala cultura en general. En la produccin de estos libros, la inversin es de 556 millonesde dlares. En el 2001, se editaron 45 mil ttulos y 330 millones de ejemplares. La lite-ratura infantil contribuy con 3.700 ttulos, la juvenil con 4 mil y la de ficcin para adul-tos con 2.600. Otros dato es que apenas el 20% de los brasileros alfabetizados compraun libro por ao. El gobierno federal es quien compra ms libros en Brasil, asumien-do el 34% de la produccin, pr incipalmente lib ros didcticos. En Brasil, el libro no pa-ga el Impuesto sobre la Circulacin de Mercaderas (ICMS).

    En la produccin de diarios, la inversin es de 1 billn 800 millones de dlares; en lasrevistas, la inversin llega a 767 millones de dlares.

    La Prefectura de Ro de Janeiro ofrece a la poblacin 25 bibliotecas populares y 9 bi-

    bliotecas mviles. El acervo total es de 350 mil libros. Entre el 2002 y el 2004 triplica-mos el acceso a las bibliotecas con una medida muy simple: pasaron a funcionar losfines de semana. De 350 mil lectores por ao pasamos a 1 milln 200 mil.

    En relacin al teatro nuestro desafo y al m ismo tiempo nuestra prioridad, es dar ac-ceso a los bienes culturales, a bajos costos. Tenemos una clara nocin de lo que debehacer la Prefectura en el rea cultural, que no es otra cosa que ofrecer un servicio alciudadano comn. Dentro de ese espritu, todos los ltimos fines de semana de cadames, el ingreso a nuestros teatros y lonas culturales cuesta slo 1 real. Ntese que lared municipal de teatros de Ro es la mayor de Amrica Latina con 14 teatros, y seislonas culturales localizadas en la periferia. Se est finalizando la construccin de dosteatros y de dos lonas ms, por lo que en breve, tendremos 24 equipamientos urba-nos de cultura destinados al teatro.

    Conclusin

    Finalmente, quiero destacar que estamos aplicando la poltica estratgica de incluira Ro en una red i nternacional de ciudades, o sea, buscar a travs de la cultura la in-ternacionalizacin de nuestra ciudad que, como ya dije antes, es la ciudad sntesisde Brasil.

    Y no tengo dudas, que es trabajando por la internacionalizacin de nuestras ciudadesque nosotros, los latinoamericanos, nos conoceremos ms y mejor. Y conocindonosms, estaremos dando un paso sumamente importante en direccin de una nueva or-ganizacin cultural en el continente, lo que ciertamente tendr efectos en la culturamundial. Muchas gracias.

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    MARGARETE MORAESLegisladora de Porto Alegre. Ex Secretaria de Cultura de la ciudad.

    Margarete Moraes:

    Buenas tardes a todos y a todas. Quiero felicitar al Secretario de Cultura de la Ciudadde Buenos Aires y saludar a los dems compaeros de la mesa, as como agradecerla presencia de todos ustedes. Quiero destacar tambin el trabajo del gobierno de laCiudad de Buenos Aires, su Secretara de Cultura, y la bell sima y feliz oportunidad deeste encuentro. Personalmente, espero poder aportar la experiencia y las ideas quenosotros realizamos desde la Secretara Municipal de Cultura de Porto Alegre. En estemomento yo represento a la Cmara Municipal de Mediadores y eso tambin me hon-ra y me enorgullece mucho.

    La verdad es que algunas de las personas que estn en esta mesa y en la platea ya nosconocemos porque somos parte de una generacin de gestores culturales pblicos la-tinoamericanos. Yo podra referirme a ciudades como Montevideo, Buenos Aires, Por-to Alegre, Crdoba, Rosario, Mendoza, entre tantas otras, que hacen un gran esfuerzopblico para pensar y elaborar nuevos marcos referenciales volcados a la prctica de

    la cultura, siempre desde un punto de vista que entiende a la cultura como directa yjusta. Cuando nos volcamos a nuestras ciudades, a nuestras com unidades, a nuestrooficio cotid iano, lo hacemos siempre llenos de esperanza porque sabemos que ese en-cuentro es enriquecedor y que abre un camino para las necesarias transformacionesindividuales y colectivas. Pero tambin creo que este encuentro traduce por s solonuestro y vuestro punto de vista: el deseo de que la cultura sea concebida y encaradacomo una necesidad social bsica. Por lo tanto, la tarea es renovar preguntas, reinven-tar, hacer otras redes simblicas fundadas en nuestras convicciones y divergencias.

    Tenemos la certeza de que nuestra cultura tiene la posibilidad y la capacidad de sua-vizar las fronteras y sabemos que es preciso restablecer o establecer lazos, relacioneshorizontales. Somos responsables de que haya una fusin, y esto es una obligacin delos gestores, los artistas, los realizadores, los productores, de todas las personas quetrabajan y militan en el rea de la cultura. Cuando se trata la globalizacin, es preciso

    sealar que hay una hegemona norteamericana, que se sustenta en la superioridadeconmica, financiera, militar, tecnolgica y se legitima y se consolida en la hegemo-na ideolgica. Esta ltima se da principalmente a travs de los medios de comunica-cin. Para ilustrar con un ejemplo que todos conocemos, hace muchas dcadas quelos Estados Unidos exportan programas de televisin que son formas de banalizacinde la violencia mediante un pensamiento nico inculcador de valores que determinanlo que est bien, lo que es malo, lo que es confiable y lo que no. Y no obstante eso,tambin determinan patrones estticos: qu es lo bonito, lo feo, lo ridculo. En el cine,vimos durante muchos aos como los americanos conquistaban Asia, exterminandoa los indgenas de aquella regin. Hasta llegar a nuestros das con unas grotescas yanabolizadas figuras, como esos Rambos que todos conocemos. Lo que expresan atravs del cine es absolutamente fiel a su origen americano, principalmente a NuevaYork. Instalan la idea simplista del bien contra el mal. Siempre con un acentuado tonomeditico y religioso.

    El control de los medios de comunicacin es tanto m s poderoso que las tradiciona-les y contemporneas armas de guerra, que permiten que un hombre apretando unbotn le pueda sacar los dos brazos a un nene de dos aos de edad, como todo elmundo pudo ver instantneamente a travs de los medios de comunicacin.

    Por ot ro lado nosotros viv imos en un planeta donde se busca la apropiacin y la de-gradacin del espacio pblico. El mercado que ya ha definido sus propias reglas, in-tenta avanzar en las reglas de la esfera pblica. Los medios de comunicacin de ma-nera seductora, cientfica e instantnea reducen distancias, derrocan muros, creannuevas situaciones de identidades y territorialidades. Este avance tecnolgico no ac-ta en la redistribucin de la riqueza material o simblica. Al contrario, ese beneficioest cada vez ms restringido a muy pocos. La capacidad distributiva de la industriacultural en pases caracterizados por la desigualdad social, como Brasil, slo ser via-

    ble por la aplicacin de polticas pblicas culturales, y a partir de la inversin de lasprioridades. Aqu conviene establecer la diferencia entre la produccin, la creacin cul-tural local que merece el cuidado intensivo del Estado (y as sucede en Porto Alegre

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    desde hace 14 aos), y la industria del entretenimiento importada de los pases hege-mnicos que banaliza el amor, la justicia, la vida, y que es promotora de la crisis devalores que nosotros vivimos hoy.

    Si tratamos el tema del fortalecimiento de las identidades, es necesario admitir queexisten desigualdades e injusticias internas, locales, que merecen un mejor anlisis.

    Por ejemplo, el caso del fomento de la industria cinematogrfica de Brasil, que debetener instrumentos distintos de gestin y de financiamiento al de las bandas de msi-ca de ciudades del in terior, o del teatro de calle en ciudades fuera de Ro o San Pablo.Un Brasil que conoce Ro de Janeiro, que conoce San Pablo, no es un Brasil que cono-ce la importancia de toda nuestra cultura.

    Nuestra experiencia en Porto Alegre indica que el gobierno tiene la obligacin de in-centivar la produccin artstica. Yo puedo decir que en el gobierno anterior, la Prefec-tura Municipal de Porto Alegre tena una serie de ideas y proyectos de incentivo oficiala la creacin local, que ya est dando resultados muy significativos. A partir de estasbreves observaciones esbozadas aqu, la cultura nos permite establecer otros progra-mas civilizatorios, y constitui r ot ro punto de vista sin la pretendida homogeneizacin.Asumimos el desafo estratgico de la evolucin de la esperanza. Una idea que prego-na la UNESCO es humanizar la globalizacin, frente a la aparicin de un nuevo colo-

    nialismo. Solo ser posible la humanizacin con el fortalecimiento de las identidadeslocales. Entendemos tambin que la cultura slo se establece en la interaccin, en elconocimiento del ot ro, y en las dudas que la cultura expresa frente a otro tipo de iden-tidades o a un conjunto de ellas. Creemos que la identidad se construye. Y sabemosque las comunidades carentes de identidad, permanecen hasta el fin pobres de ideas,pobres de conocimientos y pobres de espritu.

    Citara como un ejemplo afirmativo del orgul lo de una identidad, el caso de los negrosen el Brasil que en un inicio fueron totalmente excluidos de la educacin form al. Peroellos danzaron, cantaron, cocinaron, cultivaron sus creencias, y las transmitieron deuna manera inform al generacin tras generacin, modificando tambin la cultura y laidentidad nacional brasilea. Yo creo que es un buen ejemplo de cultivo de identidadque debe ser valorizada y fortalecida por el poder pblico, porque es una de las for-mas del ser y del estar del brasileo.

    Actualmente Brasil, y creo que la Argentina tambin, tiene una esperanza y una ener-ga social muy grande con los nuevos gobiernos. Pero tambin tenemos la certeza deque los problemas no se acabaron con las elecciones. An hay muchas cosas para tra-bajar. Son 500 aos de dominacin, y esto es algo que el Ministerio de la Cultura de-be estim ular: la construccin de la identidad de las grandes masas de la poblacin bra-silera. Al contrario de la poblacin argentina, estas ignoran qu es lo que m ejor se pro-duce en Brasil, cul es exactamente su cultura. El actual gobierno debe trabajar conmucho cario, con mucho cuidado, la educacin de los adolescentes de las periferiasde las grandes ciudades. Trabajar la idea de los valores, comprendiendo siempre quela afirmacin de la diferencia presume una comprensin mejor de nuestras emocio-nes, de nuestras ideas y un compromiso con la tolerancia: el conocimiento de la dife-rencia. El conocimiento del otro es la llave de toda esa problemtica. Siempre hay queestar en movimiento. La cultura necesita la invencin de espacios y de smbolos que

    deben ser autnomos e independientes de las decisiones que puedan aparecer en elmercado, de las ideologas o de los financistas de la cultura, de los patrocinadores, ode un nuevo colonialismo. La cultura es la portadora de la expresin de las diferenciasy es esencial para develar las apariencias, para la interpretacin crtica de la pasintransformadora. Es un bien civil izatorio importante, muy importante. Muchas graciasa todos y a todas.

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    ACUERDOS COMERCIALES Y CULTURA: QU POSICIN TIENE URUGUAY?,POR GONZALO CARMBULADirector de Cultura de Montevideo

    "La identidad, adems, no es slo lo que somossino lo que no queremos ser".

    Sal Sosnowski

    Estados Unidos ha vuelto a ejercer una fuerte presin para incluir la cultura en losacuerdos comerciales, tanto en el Acuerdo de Libre Comercio de las Amricas (ALCA)como en la Organizacin Mundial del Comercio (OMC). Quizs alguien pudiera pensarque intentan cerrar la ronda de negociaciones con un lindo espectculo musical o al-go as, como suelen hacer algunos organizadores locales de reuniones polticas de"prim er nivel": "cerrar con algo que levante los nimos", o para "que se lleven una lin -da imagen de Montevideo".

    No. Aquellos seores tienen claro que estn defendiendo uno de los sectores ms di-

    nmicos de su economa y que buena parte de su fuerte liderazgo mundial tiene quever con la transposicin de su escala de valores, de sus gustos y maneras de pensar,de sus estilos de vida. Quieren que nada ni nadie interceda en la expansin de su pro-duccin simblica: lo musical, lo audiovisual, lo publ icitario, lo ld ico digital... all es-tn los principales contenidos y, a la vez, los principales rubros empresariales de la lla-mada sociedad de la informacin, del conocimiento o de las sensaciones, como quie-ra l lamrsele.

    Algunos pases, como Canad, Francia y ms recientemente por aqu Argentina, vie-nen significando el serio riesgo que tiene para las soberanas nacionales maniatar laposibilidad de disear polticas culturales propias a partir de condicionamientos co-merciales. De Uruguay no se conoce una posicin explcita en la materia y lo que re-sulta ms preocupante: no hemos sido capaces de exigrsela o exigrnosla?

    El dilema tiene complejidades. Se integran los bienes y servicios culturales a las ron-das de negocios del ALCA o de la OMC (Organizacin Mundial del Comercio)? Los nor-teamericanos estadounidenses dicen que s, porque consideran a los bienes y servi-cios culturales meramente como mercancas ("business is business"). Otros, como losnorteamericanos canadienses y los franceses dicen: "exceptuemos a estos de las ne-gociaciones porque estn en juego nuestras identidades y valores, no pueden tratar-se desde la perspectiva mercantil nicamente". La clusula de la "excepcin cultural"fue un invento de EEUU en 1950 en Florencia, que retom Francia en 1994/96 al trm i-no de la Ronda Uruguay del GATT

    4. Qu le sirve ahora a Uruguay?

    Aceptar las condiciones de los acuerdos comerciales, tal como estn formulndose, esresignarse a las hegemonas e iniquidades hoy reconocibles en el sector. Sumarse alconcepto de la "excepcin o reserva cultural", pura y simplemente, puede igualmentehipotecar las posibilidades del desarrollo de nuestras propias industrias culturales por-

    que tenemos problemas de escala, tanto en la produccin como en los mercados. Noes lo mismo el caso uruguayo que el francs o el argentino o el brasileo.

    Los datos duros

    Si un pas tiene su principal fuente de divisas en un determinado rubro es lgico quepretenda abrir la mayor cantidad de mercados y mantenerlos abiertos para colocar suproduccin. Estados Unidos protege sus intereses econmicos y busca por todos losmedios que no haya lim itaciones para el crecimiento de sus industrias del entreteni-miento. Los ingresos que les generan las exportaciones de ese sector estn en el pri-mer lugar, y su contribucin caudalosa es determinante para que su balanza comer-cial global no sea an ms deficitaria.

    Tan sencillo como eso. Reconocerlo as y expresar una justi ficada preocupacin por el

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    4Nota del Editor: organizacin que antecedi a la Organizacin Mundial de Comercio.

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    intercambio desigual en estos bienes y servicios, no es un antiamericanismo verncu-lo y pasado de moda. Se trata de encarar crudamente la realidad del siglo XXI y nego-ciar por nuestros propios intereses sin temor e ingenuidad.

    Durante 2001, considerando bienes y servicios vinculados a las artes, Uruguay com-pr en el exterior por valor de 210,7 mil lones de dlares, mientras que se export por

    valor de U$S 29,4 millones, resultando un dficit comercial de U$S 181,9 millones. Labalanza de pagos de las industrias del copyright en nuestro pas ha mostrado un dfi-cit prom edio del orden de 45 mi llones de dlares. Se podran tomar diferentes indica-dores para mostrar este desbalance. Por ejemplo, de lo que se recauda por conceptode derechos de autor en nuestro pas, ms del 60% se remite a autores no uruguayosy los pagos que se reciben desde el exterior en ese rubro no llegan al 3 o 4%

    5.

    Reiteradamente se ha sostenido que una de las principales riquezas de los uruguayoses su creatividad, su inteligencia, su educacin. Por un m omento podr permitir se unacomparacin que puede resultar extraa. Otra de las clebres riquezas -sin entrar adiscutir su eventual valor agregado y su dinamismo- es el sector agropecuario: si losnmeros fueran tan deficitarios, qu diran los uruguayos, aparte de su cuestionadoprecio in terno?, qu se dir a si tuviramos una balanza comercial tan agudamente de-ficitaria en el intercambio de cabezas de ganado? Quizs baste preguntarse, tocando

    lo cultural, cmo sera la cotidianeidad uruguaya si no se pudiera optar entre el chu-rrasco o el asado de tira frente a la predominancia casi absoluta de las hamburguesasy sus combos.

    Puede decirse, simplificando, que las tres grandes ramas de mayor volumen comer-cial internacional de las denominadas industrias culturales son las audiovisuales, laseditoriales y las fonogrficas. Son groseras las asimetras en los trminos de intercam-bio para Amrica Latina en esos tres campos, aunque a su interior hay diversas com-binaciones y especifi cidades, como el caso de las corporaciones televisivas -Globo, Te-levisa y el Grupo Cisneros-, o de la publ icidad. Y, en especial, aunque el desarrollo tec-nolgico en algunas reas juega a favor de los ms pequeos, se comprueba un dete-rioro progresivo y exponencial de la diversidad cultural.

    Inconcebiblemente, para conocer los datos duros de estas relaciones comerciales hay

    que armar un m osaico de investigaciones acadmicas cruzadas con algunas estadsti-cas sectoriales de fuentes no siempre confiables. Hay cifras oficiales desperdigadas,no existe un repertorio o ficial de nmeros que ilustren sobre el movim iento econmi-co y comercial de los bienes y servicios culturales en el Uruguay y en Amrica Latina.De la industria frigorfica o de la automotriz hay datos claros, se saben costos propiosy ajenos, se conocen las demandas de los mercados y sus exigencias para poder par-ticipar de los mismos con niveles de competitividad. De la economa de la cultura, yms concretamente del ncleo de las industrias de la cultura a las que se quiere incluiren la mesa de negocios, no hay datos oficiales que permitan saber dnde se est pa-rado. Y, cuando los hay, no son m anejados con facilidad por los responsables pbl icos.

    No obstante, de esa recoleccin de cifras expuestas en publ icaciones recientes, puedeapreciarse que aun en poca de severa recesin los uruguayos destinan ms de seis-cientos millones de dlares al consumo cultural

    6. No se requiere mayor ilustracin so-

    bre el eventual destino de aquellos dineros; se sugiere mirar los programas de televi-sin, la cartelera de los cines, los sellos editoriales de los libros ms vendidos o escu-char msica en la radio y apreciar las vidrieras de las disqueras, o recorrer el catlo-go de videojuegos.

    En la otra cara de ese fenmeno est la tendencia a la concentracin de las empresasque seleccionan, producen, distribuyen y publicitan lo que se les antoja o lo que creentiene gancho en el mercado. Aunque, se vuelve a subrayar, nada es tan liso. En 1999,George Ydice al tiempo que sealaba los aspectos dominantes de la industria de lamsica y la concentracin del gran mercado en las seis majors, adverta que "lo quems se escucha en Amrica Latina es msica domstica y regional"

    7. El mismo Ydi-

    ce sealaba la oportunidad de las nuevas tecnologas y hace pocos das, en Montevi-

    5"La cultura es capital", Stolovich, Lescano, Mourelle, Pessano, editorial Fin de Siglo, 2002.

    6Ibdem.

    7"Las industrias culturales en la integracin Latinoamrica", varios autores, Eudeba SELA, 1999.

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    deo, Carlos Casacuberta hizo una rica exposicin de las posibil idades y reflexiones quese originan a partir de las nuevas redes de comunicacin y el desarrollo de la era digi-tal

    8.

    Se pueden incorporar otros elementos para no seguir con EEUU: "La quiebra de losgrandes grupos argentinos y mexicanos deja en manos de editoriales espaolas bue-

    na parte del mercado del libro en espaol", dice Llus Bonet y agrega en una nota: "Latasa de cobertura exterior de Espaa aumenta de 1996 al 2000, de un holgado 279% al438%, no slo a costa del mercado latinoamericano sino por la integracin del siste-ma de produccin europeo"

    9.

    Cada vez que se plantean estas cosas no falta quien diga que la gente consume lo quele gusta y que eso est bien. Claro!, pero estara mejor si pudiera optar libremente, siconociera sus opciones. El seor peruano o la seora mexicana que ve televisin enCalifornia prefieren a Pepe Vzquez o a Armendriz. El joven uruguayo que gusta de laliteratura opta por Idea Vilario, o le gusta ms Vctor Tern que hace poesa zapote-ca? Qu se prefiere de postre: un panqueque de dulce de leche o un strudel?

    Probablemente suene exagerado, pero la cuestin de fondo, pensado en trminos demercado incluso, es si se promueve que la tendencia sea hacia la mayor diversidad de

    propuestas o si, por ingenuidad, ignorancia o intereses menores, se facilita la concen-tracin. La cuestin es cmo hacer que la mayor cantidad de creadores tengan la po-sibilidad de encontrarse con la mayor cantidad de sus eventuales pblicos. El asuntoes no slo preguntarse qu consumen los latinoamericanos, es tambin propiciar queotros pblicos (otras ciudadanas) puedan conocer las formas de ser y sentir de los la-tinoamericanos.

    Comercio y cultura: implicancias anchas y profundas.

    Parecera que la realidad indica, ms all de posturas filosficas, que en una economade mercado pautada por las normas de la transaccin pecuniaria, los bienes y servi-cios culturales pueden ser considerados mercancas. No es ste el mom ento de entraren otras disquisiciones.

    Sin embargo, la pregunta que s es pertinente formularse a efectos de esta reflexines: los bienes y servicios culturales son simplemente mercancas, como pretendeconvencer EEUU y algn pas que lo secunda, o tienen estos alguna particularidad quelos hace especficos, diferentes, y que por tanto merecen un trato diferente al del me-ro negocio comercial?

    Una pelcula tiene una dimensin econmica innegable, desde su produccin hasta elpochoclo que se compra junto a la entrada del cine. Pero tambin es incontestableque, antes y despus, alguien present all su visin del mundo, una ancdota o unpaisaje, la violencia o el amor, formas peculiares vividas o imaginadas, regionales ouniversales... Se trata de una creacin artstica y, nos guste o no, busca provocarnos,informarnos, hacernos rer o llorar, pensar u olvidar... Nos trasmite valores: los de losmuchachos de Montevideo, los de la polica de Nueva York, los de los colegios ingle-ses..., o determ inados paradigmas que se extreman en un personaje mesinico que seconstruy una nave espacial sofisticada o en un romntico que lleva en un camin aseres comunes y habitualmente ignorados. Nos fami liariza con determinadas costum-bres y nos induce a considerar exticas otras.

    Lo sintetiza conceptualmente la UNESCO en su Declaracin universal sobre diversi-dad cultural, aprobada por unanimidad en Pars en noviembre de 2001: "Los bienes yservicios culturales, mercancas distintas de las dems. Frente a los cambios econmi -cos y tecnolgicos actuales, que abren vastas perspectivas para la creacin y la inno-vacin, se debe prestar una atencin particular a la diversidad de la oferta creativa, ala justa consideracin de los derechos de los autores y de los artistas, as como al ca-rcter especfico de los bienes y servicios culturales que, en la medida en que son por-

    8Debate en Sala Maggiolo de la Universidad de la Repblica sobre "El financiamiento de la cultura", Julio de

    2003.9"Iberoamrica 2002, Diagnstico y propuestas para el desarrollo cultural", Garca Canclini, coordinador acadmi-

    co Pin, Stavenhagen, Weffort / OEI - Santillana, 2002.

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    10 "Voces y diferencias: un espacio compartido para las letras americanas", Sal Sosnowski en "Amrica Latina: unespacio cultural en el mundo globalizado", varios, Manuel A. Garretn coordinador Convenio Andrs Bello,2002.

    tadores de identidad, de valores y sentido, no deben ser considerados como mercan-cas o bienes de consumo como los dems."

    No tener definiciones sobre estos acuerdos comerciales que hacen al trnsito de valo-res entre comunidades, pases y regiones, es gravsimo. En cierto sentido, suicida.Uruguay debe manifestarse. Y su posicin, como en los grandes temas estratgicos,

    no puede ir a la cola de otros gobiernos, no puede dirimirse en el pasillo cuando selee de apuro el texto de un acta que sella un acuerdo de lt imo momento. No se tratade una cuestin menor.

    Lo mejor parece ser adherir a la idea de "exceptuar" los bienes y servicios culturalesde las actuales rondas de negociacin, ganar tiempo. Sin embargo, no es suficiente.Se requiere, adems, generar medidas afirmativas que permitan mejorar las condicio-nes actuales del intercambio en esta materia. Una buena herramienta ser sin duda elinstrumento jurdico que se proyecta elaborar, en el marco de la UNESCO, para pre-servar y promover la diversidad cultural. Parece imprescindible implementar medidasms concretas para encontrar soportes materiales, de financiacin, que aseguren eldesarrollo cultural local y regional.

    Estos razonamientos valen tambin para las propuestas de acuerdos comerciales bi-

    laterales. Se sabe que EEUU celebr hace poco un tratado con Chile, como antes losfirm con Israel, Singapur y Jordania, y que est en negociaciones con Colombia y lospases de Centroamrica. En esos convenios podr establecerse una clusula de reser-va cultural, como lo requiri Chile, pero de poco servir si se incluyen las clusulas de"nacin ms favorecida" y "trato nacional" respecto a bienes y servicios culturales.

    No se est planteando slo un tema de aranceles. La globalizacin comercial empujaa consideraciones ms all de las barreras arancelarias. Algunos le llaman "agenda co-mercial de segunda generacin" a este proceso de negociaciones que tiene varias di-mensiones: proteccin de inversiones, normas antimonopolios, compras del sectorpblico, tribunales de arbitraje regional o internacional.

    Es evidente que el mercado asigna recursos pero no garantiza el acceso democrticoa la cultura, a su ejercicio y su goce. Conoce de rentas, mas si no hay utilidad no le in-teresa reparar en los derechos de las personas. Pensar en prom over y ensanchar la di-

    versidad cultural es, al mismo tiempo, pensar cuidadosamente en las identidades, nocomo espacios cerrados e inmviles sino como mbitos de construccin permanente."Toda resp