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Las fases de ocupación de la cueva del Gato 2 (Épila, Zaragoza) The occupation Levels of Gato 2 cave (Épila, Zaragoza) M.ª Fernanda Blasco y José M.ª Rodanés* SALDVIE n.º 9 2009 pp. 311-334 Resumen Se presenta un avance de los resultados de tres campañas de excavación realizadas entre 2002 y 2008. En el depósito de la cueva aparecen niveles de ocupación bien definidos correspondientes a la Edad del Bronce, Neolítico Antiguo y Paleolítico Superior. Palabras clave: Prehistoria. Paleolítico Superior. Arte mueble. Neolítico Antiguo. Edad del Bronce. Valle de Ebro. Abstract This article presents the preliminary results of three seasons of excavation carried out between 2002 and 2008. The deposits excavated in the cave are of Bronze Age, Early Neolithic and Upper Paleolithic date. Keywords: Prehistory. Upper Paleolithic. Portable art. Early Neolithic. Bronze Age. Ebro Valley. Introducción El yacimiento de la cueva del Gato 2 se ubica en el sector occidental del término municipal de Épila, en las inmediaciones del barrio que se ha generado en torno al Santuario de Rodanas. Su localización exacta viene dada por las siguientes coordenadas UTM 30TXM 6322560805 de la hoja 382-I (51-29), “Épila”, escala 1:25.000, del Mapa topográfico Nacional, y su altitud sobre el nivel del mar es de 620 metros (Figura 1). La cueva del Gato 2 es una de las cuatro cavidades que se han documentado en el denominado Cerro del Gato, topónimo del que toman su nombre. Todas ellas forman parte de un mismo sistema cárstico que ha afectado de manera intensa a las calizas dolomíticas del Jurásico que conforman la estructura de la Sierra de Rodanas, prolongación del Sistema Ibérico hacia la Depresión del Ebro. La buena calidad de estas calizas hizo que hasta los años sesenta del siglo XX los montes de Rodanas, y la cueva del Gato 1 y 3 en concreto, fueran utilizadas * Dpto. Ciencias de la Antigüedad (Prehistoria). Proyecto HAR 2009-13866. Grupo de Investigación PPVE-H07.

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Las fases de ocupación de la cuevadel Gato 2 (Épila, Zaragoza)The occupation Levels of Gato 2 cave (Épila,Zaragoza)

M.ª Fernanda Blasco y José M.ª Rodanés*

SALDVIE n.º 9 2009pp. 311-334

ResumenSe presenta un avance de los resultados de tres campañas de excavación realizadas entre 2002 y 2008. En eldepósito de la cueva aparecen niveles de ocupación bien definidos correspondientes a la Edad del Bronce,Neolítico Antiguo y Paleolítico Superior.

Palabras clave: Prehistoria. Paleolítico Superior. Arte mueble. Neolítico Antiguo. Edad del Bronce. Valle de Ebro.

AbstractThis article presents the preliminary results of three seasons of excavation carried out between 2002 and 2008.The deposits excavated in the cave are of Bronze Age, Early Neolithic and Upper Paleolithic date.

Keywords: Prehistory. Upper Paleolithic. Portable art. Early Neolithic. Bronze Age. Ebro Valley.

IntroducciónEl yacimiento de la cueva del Gato 2 se ubica en el

sector occidental del término municipal de Épila, en lasinmediaciones del barrio que se ha generado en tornoal Santuario de Rodanas. Su localización exacta vienedada por las siguientes coordenadas UTM 30TXM6322560805 de la hoja 382-I (51-29), “Épila”, escala1:25.000, del Mapa topográfico Nacional, y su altitudsobre el nivel del mar es de 620 metros (Figura 1).

La cueva del Gato 2 es una de las cuatro cavidades

que se han documentado en el denominado Cerro delGato, topónimo del que toman su nombre. Todas ellasforman parte de un mismo sistema cárstico que haafectado de manera intensa a las calizas dolomíticasdel Jurásico que conforman la estructura de la Sierrade Rodanas, prolongación del Sistema Ibérico hacia laDepresión del Ebro.

La buena calidad de estas calizas hizo que hastalos años sesenta del siglo XX los montes de Rodanas,y la cueva del Gato 1 y 3 en concreto, fueran utilizadas

* Dpto. Ciencias de la Antigüedad (Prehistoria). Proyecto HAR2009-13866. Grupo de Investigación PPVE-H07.

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como canteras para la extracción de bloques de calizadestinada a la construcción, intervenciones que altera-ron de manera significativa la conformación natural deesas cavidades, quedando las cuevas del Gato 2 y 4 asalvo de dichas destrucciones. También se explotó entiempos históricos el mineral de cobre que aflora,muchas veces en superficie, en todo el área de la sie-rra, en forma de azurita y de malaquita, recursos mine-rales que también pudieron ser objeto de aprovecha-miento metalúrgico en el pasado, tal y como refleja lapresencia de un fragmento de escoria en los nivelesarqueológicos del yacimiento (Foto 1).

En la actualidad el paraje no posee fuentes natura-les de agua permanente, siendo los barrancos de lasierra los cursos hídricos más cercanos aunque concarácter intermitente, quedando como único recurso

fluvial continuado el río Jalón, del que dista 10 km enlínea recta. La vegetación del entorno es arbustivacoriácea de monte bajo y clima semiárido, con presen-cia de sabinas, romeros y tomillos, contados ejempla-res de mirto en zonas concretas y presencia esporádi-ca de algunos ejemplares de pino carrasco (Pinus ale-pensis) que evocan la presencia en el pasado de unbosque mediterráneo hoy prácticamente extinto.

La cueva en cuestión posee dos entradas de lascuales la principal, de 3 m de altura y 11 m de anchu-ra máximas y orientada hacia el sur, da paso a unasala de gran amplitud (22 x 15 m) que permanece bas-tante iluminada durante las horas de luz solar (Foto 1y 2 y fig.2). Estas condiciones favorables con seguri-dad resultaron óptimas para ser ocupada duranteperiodos prehistóricos, históricos e incluso contempo-ráneos, como deja bien patente los restos de muros demampostería que, construidos tanto en su interiorcomo tabicando parcialmente la entrada, evidencianun uso reciente como paridera (Fig.2).

La presencia de un gran bloque desprendido deltecho divide esta sala en dos recintos desiguales, que-dando el de menor tamaño comunicado con el exteriora través de una abertura de dimensiones reducidas (2m de ancho) y orientación sureste (Figura 3). Hoy endía en la gran sala no se documenta la presencia degalerías que prolonguen su desarrollo hacia el interior,si bien en algunas zonas se intuye el arranque de con-ductos o corredores que parecen haber sido obstruidosde forma artificial por los ganaderos, como ya apuntóPérez Casas (1987).

En el momento de iniciar la excavación, que se hacentrado en la sala de mayores dimensiones, el suelo

Figura 1. Situación de la cueva del Gato.

Foto 1. Vista de la boca de la cueva desde el sur.

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Foto 2. Detalle de la entrada a la cavidad, parcialmente tabicada por muros de mampostería.

Figura 2. Planta de la cueva (Cuesta, 2002).

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Las campañas de excavación de 2002, 2004y 2008

El inicio de los trabajos estuvo precedido por la pla-nimetría del recinto, la obtención de fotografías y el tra-zado de la cuadrícula (Figura 3). El sistema seguido esel de coordenadas cartesianas, mediante la proyecciónde un plano ‘0’ y las correspondientes líneas paralelasy perpendiculares que delimitan espacios de 1m2 sub-divididos a su vez en 9 sectores de 33 x 33 cm, permi-tiendo de este modo el control tridimensional de cual-quier resto.

El levantamiento del depósito arqueológico se efec-tuó tomando como unidades semitallas de 5 cm, reali-zadas en cada cuadro o sector, interrumpiéndose elsistema únicamente en los cambios de nivel. La totali-dad de la tierra extraída se cribó mediante tamices de3 mm de malla.

Se realizaron cuatro sondeos arqueológicos (Fig. 4):Sondeo I: Situado a la derecha de la boca de la

cueva, incluye los cuadros 5A, 5B, 5C, 7A, 7B, 7C, y de

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ofrecía una ligera inclinación desde la boca hacia elfondo, alcanzando un desnivel máximo de 3 m. Sobreél se acumulaban bloques calizos procedentes deldesprendimiento natural del techo y paredes, así comodel derrumbe de numerosos sillarejos que formabanparte del muro que cierra la entrada.

Historia de las investigacionesLa primera referencia escrita de este complejo

cárstico la proporciona Pedro de Palacios en 1983,quien en su Reseña Geológica de la Región Meridionalde la Provincia de Zaragoza alude a una serie de cavi-dades de la Sierra de Rodanas. Posteriormente G.Puig y Larraz las incluirá en su clásico repertorio deCavernas y Simas de España (1896).

Desde esas primera citas del siglo XIX hasta ladécada de los años setenta del siglo pasado, cuandoel Grupo de espeleología Martel (1971) se interesó porla zona, las cavidades permanecieron en el anonimatoliterario, a pesar de que entre los vecinos de las cerca-nas localidades su conocimiento y sus tradiciones ora-les daban fe de su existencia y propiciaban frecuentesvisitas y excursiones.

No obstante, hasta la década de los ochenta no sedarán a conocer de forma rigurosa. El trabajo de pros-pección realizado en el valle de Jalón por Jesús ÁngelPérez Casas y su memoria de Licenciatura, defendidaen 1987 y titulada Contribución a la carta arqueológicadel valle del Jalón. Trabajos de prospección en sucuenca baja, permitió conocer la riqueza arqueológicade esta zona. Entre el centenar de enclaves arqueoló-gicos catalogados, hace referencia al yacimiento deno-minado cueva del Gato 2, en la Sierra de Rodanas, encuyo interior se recogieron en superficie, entre otrosmateriales, un reducido conjunto de cerámicas mode-ladas a mano y con decoración impresa que PérezCasas intuía pudieran pertenecer a algún momento delNeolítico.

Desde que la noticia sobre la existencia de esteyacimiento salió a la luz no se había realizado en élningún tipo de intervención arqueológica, ni se habíaprofundizado en el estudio de los materiales recupera-dos durante las prospecciones, hasta que en agosto de2002, octubre y noviembre de 2004 y junio de 2008 sellevaron a cabo los trabajos de campo bajo la direcciónde Mª Fernanda Blasco y José María Rodanés. Estasactuaciones contaron con la participación de alumnosde Prehistoria de la Universidad de Zaragoza y con lafinanciación del Departamento de Cultura del Gobiernode Aragón y del Departamento de Ciencia, Tecnologíay Universidades.

Recientemente, de forma paralela, se ha culmina-do el Catálogo de cavidades, cuevas y simas de la pro-vincia de Zaragoza, editado por Mario Gisbert y

Marcos Pastor (2009), en el que se incluyen estas cavi-dades e incluso se incorporan algunas novedadesarqueológicas, con la reseña de algunos resultados denuestra primera campaña publicados en la revista deNaturaleza Aragonesa (Blasco y Rodanés, 2004).

Figura 3. Cuadrícula de la excavación con indicación de lossectores excavados.

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naturales. En el nivel de sedimento revuelto, pococompacto, aparecen fragmentos de cerámica manu-facturada y escasos restos de sílex.

Durante el proceso de limpieza se detecta, en todasu extensión, grandes bloques de piedra que dificultanla tarea, por lo que se decide su extracción. Al procedera la misma se producen hundimientos en todos los sec-tores y se comprueba la existencia de vacíos y huecosbajo las piedras, que en ocasiones alcanzan una pro-fundidad de más de dos metros y se extienden por lamayor parte del sondeo, incluidas las bandas 1 y 3.Esta circunstancia imposibilitaba la continuidad de lostrabajos, por lo que se decidió interrumpir la excavaciónen esta zona, donde las siguientes actuaciones se limi-taron a la recogida de materiales sueltos y limpieza delperfil para fotografía, dibujo y extracción de muestras.

EstratigrafíaAnte los problemas surgidos, se decide perfilar,

dibujar y describir el corte estratigráfico de la banda 7,que puede servir de referencia para el sondeo. Se tratade un perfil que muestra un paquete estratigráfico conun fuerte buzamiento hacia el interior de la cavidaddebido al desplazamiento de todo el conjunto, que apa-rece sellado por grandes bloque caídos del techo (Foto3 y Figura 4):

• Nivel superficial: De 40 a 50 cms de potencia. Selocaliza bajo grandes losas desprendidas del techo. Detextura pulverulenta, poco compacto, con piedras depequeño y mediano tamaño en la parte más elevadaque tienden a desaparecer en contacto con el estratoinferior. Color 10 YR Value 5/6 Chroma 1 (grey).Aparece una madriguera en el cuadro B, en el límitecon el nivel a.

• Nivel a: Aparece claramente en los cuadros A y B,en éste con una potencia cercana a los 15 cms, que en

manera parcial los 9A, 9B, 9C. Limita en su lado E conla gran roca desprendida del techo. La elección de estesector de la cueva viene determinada por la existenciade movimientos de tierra recientes que dejaban visibleun perfil en la banda 7/9 que nos podría servir de guíaen las primeras fases del sondeo. Se efectuó durantedos primeros días de la campaña de 2002.

Sondeo II: El lugar fue escogido por considerar quepodía proporcionar una estratigrafía bastante completadel sedimento, ya que la superficie a simple vista pare-cía poco alterada, su ubicación en la parte central de lacavidad hacía augurar un paquete sedimentario degran potencia y la pared anexa servía de guía paraconocer el desarrollo de la estructura mural de la cavi-dad. Además, presentaba unas buenas condiciones deexcavación. Incluye los cuadros del 2B’ al 2F´, del 4Bal 4F´ y del 6D´ al 6F’, limitando a su izquierda con lapared de la cavidad. Se actuó durante las tres campa-ñas de excavación.

Sondeo III. Cata de reducidas dimensiones queincluye únicamente a los cuadros 10 C’ y 12C’. La elec-ción de esta zona vino determinada por el objetivo decontrolar la evolución de la estratigrafía obtenida en elSondeo II hacia el interior de la cavidad. Tuvo lugardurante la primera campaña.

Sondeo IV. En la boca de la cavidad se efectuó unacata de 2 x 2 m correspondientes a los cuadros 19 – 21/ C´- D´. La intención era detectar la existencia de ocu-paciones exteriores. Se realizaron los trabajos durantela campaña de 2004.

Se recuperaron y almacenaron la totalidad demateriales, conservando en todo momento para cadauno de ellos la información referida al cuadro, nivel yprofundidad. La aparición de carbones en diversosniveles propició la recogida de diversas muestras,unas destinadas a la obtención de dataciones radiocar-bónicas y el resto para su análisis dendrológico yantracológico. Al mismo tiempo, con los diferentesespecialistas, se tomaron muestras para el estudiosedimentológico y, en diferentes lugares, para el análi-sis polínico.

Los trabajos de laboratorio, lavado, inventario ysigla han sido realizados en el Laboratorio dePrehistoria y Arqueología de la Universidad deZaragoza.

Sondeo IUna vez realizada y fijada la cuadrícula, se proce-

de a la limpieza de la superficie y a la toma de las pri-meras profundidades de referencia respecto al puntocero (Foto 3). Se inician los trabajos en los cuadrosincluidos en las bandas 5, 7 A, B. Se procede a laextracción de tierra suelta cuyo origen hay que situarloen las citadas remociones anteriores y en derrumbes

Foto 3. Estratigrafía del Sondeo I. Sección de los cuadros 7 y9, bandas A, B y C.

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A adquiere un aspecto filiforme con un espesor de 2 ó3 cm. Se trata de una acumulación de cenizas, muyfinas y sueltas, posibles restos de un hogar, Color 10YR Value 8 Chroma 1 (white). Los límites con el nivelsuperficial y el b aparecen muy marcados.

• Nivel b: Potencia de 10 cms en los cuadros C y B,donde se interrumpe a causa de una gran piedra. En Apresenta ligeras variaciones y aumenta su potencia.Color 10 YR Value 4 Chroma 2 (dark brown). Límitecon el nivel a muy marcado y con el b muy difuso.

• Nivel b1: Poco compacto, con abundantes piedrasde pequeño tamaño. De textura y color similar al ante-rior. Se diferencia por la presencia de los cantos angu-losos que invaden todo el estrato. Al igual que los ante-riores ocupa los cuadros C y B, donde alcanza unapotencia de 15 a 20 cms, y desaparece prácticamenteen A, donde es muy difícil de diferenciar del anterior yaque desaparecen las piedras. Color 10 YR Value 2Chroma 2 (very dark brown). En los límites entre loscuadros A y B se recogieron carbones para su dataciónabsoluta.

• Nivel c: Arcillo-limoso, compacto y sin piedras. Ellímite con el nivel b1 aparece muy marcado. Su espe-sor es desigual: en el cuadro A alcanza los 40 cm de

potencia mientras que en B y C aparece de maneramuy irregular, con medidas que oscilan entre los 5 y 10cm Color 75YR Value 6 Chroma 5/6 (reddish yellow).Una muestra de carbón proporcionó la datación abso-luta del mismo: GrA-22525….6240 ± 50 BP.

MaterialesLos escasos materiales recogidos son esencial-

mente fragmentos cerámicos entre los que abundanlas superficies de acabado bruñido (Figuras 5, 6, 7 y8). Procedentes de la campaña de 2002 destacan dosbordes de cuenco semiesférico, posiblemente de lamisma vasija, un borde y fragmento de cuello de unavasija de carena media, un fragmento de pared de unavasija de tendencia ovoidea decorado con aplicaciónde un cordón con incisiones y dos fragmentos de paredcon sendas asas, una de ellas de mamelón horizontalcon prolongación de cordón digitado y otra de cintavertical. Durante la campaña de 2004 se recogieronnuevos fragmentos, entre los que destaca uno condecoración aplicada de botón y otro con decoracionesimpresas. Los restos de fauna, un total de 32, fueronrecuperados en contextos de dudosa filiación arqueo-lógica, por lo que no profundizaremos en su análisis(Fig. 5, 6).

Figura 4. Estratigráfica del Sondeo I.

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Sondeo IICoincide con las bandas 2 ,4, 6, B’, C’, D’, E’ y F’.

En un primer momento (campaña de 2002) se procedea la limpieza superficial, retirando piedras de conside-rable tamaño con el fin de acondicionar el terreno para

su consiguiente excavación. Se toman las profundida-des en cada uno de los cuadros y se inicia el sondeoen los cuadros 2, 4, E’, F’, junto a la pared occidentalde la cueva. Con posterioridad se ampliará al cuadro4D’ y a los correspondientes a la banda 6, aunque

Figura 5 y 6. Cerámicas procedentes del Sondeo I.

Figura 7. Sección estratigráfica del Sondeo II.

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estos no se excavarán en su totalidad por la presenciade una gran roca en superficie que impedirá la actua-ción en los sectores 7, 8 y 9 de cada cuadro. Durante2004 se ampliará la actuación a los cuadros 2D’ y 4C’y en 2008 se extenderá a 2C’, 2B’, 4B’ y algunos sec-tores de 1D’ y 1E’. (Foto 4 y 5 y Fig. 7)

Estratigrafía• Nivel superficial: De escasa potencia ya que, pre-

viamente, se había limpiado toda la superficie. Suespesor oscila entre los 5 y los 10 cm. Textura suelta ypulverulenta, con abundantes piedras de pequeñotamaño. El límite con el siguiente nivel aparece muyclaro y marcado. Color 10YR Value 5 Chroma 2(Grayish Brown). Sin material arqueológico.

• Nivel I: Arcillo-limoso, compacto, con pequeñaspiedras. Límite con el nivel superficial muy claro y mar-cado. Color 7.5 YR Value 6 Chroma 6 (Reddish yel-low). Su potencia es muy variable. En los cuadros 2 y4 F’ supera los 30 cm, mientras que en 4D’ apenasalcanza los 10. El espesor decrece desde la pared late-ral de la cueva hacia el centro, dirección W-E, y desdela boca hacia el interior, S-N. En el cuadro 4C’ en lossectores 2, 3, 5, 6, 8, 9 se produce una interrupción delperfil debido a la presencia de una cubeta en la queaparecen materiales muy diversos y de diferentes cro-nología. Se trata de una clara intrusión desde el nivelsuperficial.

En los cuadros 2C’, 2B’ y 4B’, excavados en 2008,este nivel adquiere una mayor potencia causada porun gran buzamiento de todo el paquete estratigráficohacia en centro de la cavidad. El fenómeno es másrelevante en 4C’ hasta alcanzar los sectores antesmencionados y en el cuadro 4B’, donde se interrumpepor la ya comentada cubeta.

En la banda 6 y en los sectores 7, 8 y 9 de los cua-dros 4 E’ y F’ aparecen en este nivel una serie de gran-des piedras y un sedimento suelto, de diferentes colo-raciones, que ofrece materiales diversos y parecerevuelto, hecho que cuando vayamos profundizandose confirmará. En el resto de los sectores de 4E’ y F’ yen 4 D’, el color y la textura van progresivamente cam-biando de manera que, en los sectores próximos a lapared, el estrato continúa con similares característicasa las ya comentadas, aunque va adquiriendo tonalida-des diferentes con sectores rojizo-anaranjados junto aotros más oscuros, por lo que pasamos a denominarloprovisionalmente nivel Ia, mientras que hacia el inte-rior, en la zona de contacto entre 2 E’, 4 D’ y 4 E’, apa-rece más oscuro, con carbones y una serie de piedras,que pudieran delimitar un posible hogar y que dibuja-mos en planta (Figura 10 s 8 y 9). En estos sectores sedenomina nivel Ib y supone una zona de contacto conel nivel inferior II.

El material arqueológico es escaso y exclusiva-mente lítico y óseo. Prescindiendo del ofrecido por labanda 6, de difícil filiación cultural, aumenta con la pro-fundidad y con la cercanía del nivel II, como sucede enel comentado Ib.

• Nivel II: Estrato de potencia variable que oscilaentre los 30 cm en los espacios de máximo grosor(sectores 1 y 4 del cuadro 4D’) y los 5 cm (sectores 2y 5 de los cuadros 2 y 4 F’), llegando incluso a su des-aparición en algunas zonas (sectores 5 y 6 de los mis-mos cuadros). En definitiva, presenta una configura-ción similar al nivel I. La potencia va aumentandodesde la pared lateral y boca de la cueva hacia el inte-rior. Se diferencia claramente del nivel I por textura,composición y color: poco compacto, muy plástico, conabundancia de carbones y cenizas. Color HUE 10YRvalue 5 Chroma 3/4 (brown- yellow brown).

Es un claro nivel de ocupación con numerososmateriales arqueológicos, restos de funa, industria líti-ca y ósea, que conforman un conjunto de gran cohe-rencia tecnotipológica y a los que dedicamos elsiguiente apartado. No aparecen estructuras claramen-te visibles, no obstante hay que destacar dos hechossignificativos. El primero es que en los sectores 1 y 4del cuadro 4 E’, y 3 y 6 del 4 D’, se aprecia una granacumulación de cenizas y carbones, coincidiendo conabundante material arqueológico, esencialmente lítico,y gran cantidad de restos de fauna, en parte quemada.Es en este mismo lugar donde, ya desde el estratoanterior, se había detectado una serie de piedras quepodrían suponer la existencia de un hogar, aunque

Figura 8. Planta del Sondeo II con delimitación de un posiblehogar.

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Foto 4. Corte estratigráfico del Sondeo II: en primer término se observa la sección 4D’/2D’.

Foto 5. Vista general del Sondeo II.

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poco definido en cuanto a su estructura y configuraciónconstructiva. Igualmente, en el perfil estratigráfico4D’/2D’ se observan dos líneas o lentejones de ceni-zas, mucho más oscuras que el resto, de 3-4 cm deespesor y más de 50 cm de extensión, que responde-ría a esta misma dinámica (Foto 4 ).

El segundo elemento, este sí claramente detecta-ble en la banda 6 y sectores 7, 8 y 9 de la banda 4, esla presencia de una fosa que interrumpe el lógico desa-rrollo de este nivel de ocupación, algo que ya docu-mentado en el nivel I. Esta brusca ruptura, en forma decubeta, es indudablemente artificial y separa dos situa-ciones estratigráficas radicalmente distintas, como seaprecia en el perfil estratigráfico de la banda 6 (Foto 5.Fig 8). En su interior presenta una estratigrafía revuel-ta y supone una intrusión posterior a la formación delnivel que estamos comentando, realidad corroboradapor los dispares materiales de su interior.

En los cuadros 2D’ y 2B’ el nivel II adquiere mayorpotencia, aunque mantiene las características sedi-mentarias y no aparece ningún tipo de estructura. Buzabruscamente en 4C’ y 4B’ a consecuencia de la cube-ta ya detectada en el nivel I.

Las dataciones absolutas son homogéneas para latotalidad del conjunto y han sido tomadas en diferentescuadros y sucesivas campañas. Sobre carbón: 18090± 90 BP; 18850 ± 100 BP; 18260 ± 130 BP; 18650 ±140 BP. Sobre hueso 17700 ± 70 BP.

• Nivel III: Hasta el momento y en el estado actualde la excavación supone el estrato de base y apareceen toda la superficie excavada, tanto bajo el nivel IIcomo bajo la cubeta o fosa antes comentada, perodesconocemos su potencia, ya que depende de la pro-fundidad del sondeo. Coincide con una formación arci-llo-limosa, muy compactada, con piedras angulosas demuy pequeño tamaño. No aporta materiales arqueoló-gicos, excepto en la zona de contacto con el nivel II,donde este estrato es muy plástico y con el límite muydifuso, posiblemente por impregnación del anterior.Color HUE 75 YR value 6 chroma 4/6 (light brown- red-dish yellow).

Materiales

Industria líticaLos utensilios líticos extraídos de los niveles exca-

vados superan el centenar de efectivos. Todos ellosestán elaborados en sílex y repiten prototipos delPaleolítico Superior. En el recuento provisional desta-ca el grupo de buriles, seguido por el de los raspado-res y, en bastante menor proporción, el formado por losdorsos de gran tamaño y los compuestos, láminas

retocadas, muescas y denticulados que no alcanzanproporciones significativas (no superiores al 10%)siendo las truncaduras y bordes abatidos los menosrepresentados (Fig. 9, 10, 11; Foto 6). Se trata de unaindustria que utiliza esencialmente el soporte sobrelasca.

Respecto a los restos de talla, la gran mayoría sonlascas y láminas de diversos tamaños y morfología,algunos fragmentos no determinables de quedandopatente una ausencia prácticamente total de nódulos ynúcleos. Una primera aproximación siguiendo criteriosde Bagolini refleja un claro predominio de microlascasy lascas, con abundante presencia de pequeñas las-cas y microlascas anchas, en menor proporción figuranlaminillas, microláminas, gran lasca y lascas anchas,con baja presencia de láminas y grandes láminas.

Figura. 9. Industria lítica. Sondeo II, nivel II.

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Figura. 10. Industria lítica. Sondeo II. Nivel II.

Figura. 11. Industria lítica. Sondeo II. Nivel II.

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Industria óseaSe ha recuperado un numeroso conjunto de ele-

mentos óseos y malacológicos, identificados uno comopiezas de industria ósea y otro como objetos de ador-no. El grupo más numeroso lo compone el de las aza-gayas elaboradas sobre asta de cérvido. De entre ellasdestacan: una con dos pequeñas muescas laterales yrotura en el bisel, utilizada posteriormente como col-gante mediante una perforación en la base; otra bia-puntada, de sección ovoide; otra monobiselada conincisiones paralelas en el bisel y una azagaya de grantamaño, de sección oval y bisel desarrollado, decoradocon incisiones formando líneas onduladas. Otros uten-silios recuperados, en este caso de hueso, son un frag-mento de un punzón, quemado, con la superficie muypulida y brillante, y una aguja con perforación oval (Fig.12 y 13).

Un conjunto también numeroso es el de los ador-nos. Especial mención merece la presencia de un col-gante en asta, fragmentado longitudinalmente en elángulo superior derecho, junto a la perforación.Medidas: 45 mm de longitud máxima, 29 mm deanchura y 8 mm de grosor (Foto 7, Fig. 13, 1)). En elborde derecho se aprecian las huellas de los cortes

realizados en el proceso de elaboración y preparacióndel asta. La cara superior presenta decoración geomé-trica. En la mitad inferior aparece un motivo triangularinvertido, enmarcado por un profundo surco inciso,ancho y profundo, relleno en la base (parte superior)por líneas incisas oblicuas y paralelas. En el lado dere-cho se repite el motivo y se le añade una segunda hile-ra con incisiones más cortas y menos profundas. En lamitad superior se agrupan en paralelo incisiones pro-fundas, casi pseudoexcisas, en forma de triánguloescaleno ocupando toda la superficie. Únicamente seinterrumpe esta agrupación paralela en el contorno dela perforación, adaptándose a su lógica morfología cir-cular. El análisis microscópico de la pieza ha permitido

Foto 7. Colgante en asta decorado.

Foto 6. Industria lítica. Nivel II. Sondeo II.

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Las fases de ocupación de la cueva del Gato 2 (Épila, Zaragoza) 323

detectar la existencia de ocre rellenando gran parte delos motivos. Son especialmente visibles en el lateralizquierdo y en las incisiones que bordean el triángulo.

Se suman a este colgante una canino quemado demustélido, con probable perforación para su suspen-sión, una pieza dental con muescas regulares y dosejemplares de Trivia europaea, uno con dos pequeñasperforaciones irregulares y el otro quemado, a los queacompañan siete ejemplares fragmentados, hecho quedificulta su identificación y que quedan pendientes declasificación (Fig. 14).

Restos de faunaLos restos de fauna recuperados en el Sondeo II

superan los 4000 restos. Las especies de mamíferosidentificadas son conejo, ciervo, caballo, cabra montésy lince, a los que se añade un reducido grupo de res-tos de aves y un número relativamente elevado dehuesos no determinables. La especie más representa-da es el conejo, cuya presencia en el yacimiento sobre-pasa el 97% del total de piezas identificadas, quedan-do para el resto de los taxones unos porcentajes queapenas sobrepasan el 0,5%.

La presencia de conejo en los yacimientos en

Figura. 12. Industria ósea. Azagayas.

cueva siempre ofrece problemas de atribución cultural,siendo su presencia debida en ocasiones a procesosnaturales. En este caso la abundancia de conejo refle-ja sin duda que fue éste uno de los elementos básicosde la alimentación cárnica del grupo humano que habi-tó el yacimiento en el Paleolítico. Tal idea se despren-de de la composición esquelética, ontogenética y taxo-nómica de la muestra. En este sentido hay que apun-tar que todos los huesos de conejo pertenecen a ani-males adultos que aparecen representados por todassus partes esqueléticas; algunos de los huesos hansido quemados y todos en general presentan unasfracturas características del procesado de estos ani-males cuando son objeto de consumo humano. A estohay que unir la total ausencia de marcas de carnívorosen los restos y el hecho de que no se ha detectado nin-guna madriguera ni perturbación sedimentológica simi-lar en los niveles considerados.

OtrosDel nivel superficial procede un reducido grupo de

fragmentos de cerámicas manufacturadas (3 en total)que han sido atribuidas a la Edad del Bronce. Tambiénse recuperaron cuatro elementos de metal de morfolo-

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Figura.13. Industria ósea. Colgante, fragmentos de azagayas y agujas.

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Las fases de ocupación de la cueva del Gato 2 (Épila, Zaragoza) 325

gías indeterminadas, así como fragmentos de alfareríaa torno de etapas medievales y postmedievales (13piezas) que en todos los casos proceden de contextosdonde los niveles arqueológicos aparecen mezcladoscon sedimentos recientes, caso especialmente detec-table en la estructura denominada “Cubeta”.

Sondeo IIILa primera tarea fue la limpieza del material con-

temporáneo derivado de la sucesiva utilización de lacavidad como aprisco hasta fechas muy recientes. Elmaterial recogido en superficie fue muy numeroso,mezclándose la tipología de varias etapas: fragmentoscerámicos de época actual, realizados a torno o desuperficie vidriada o esmaltada, y otros prehistóricossimilares a los recogidos en el Sondeo I. Igualmenteaparecían numerosas piezas líticas coincidentes conlas aparecidas en el nivel II del Sondeo II.

La excavación se vio dificultada en toda la superfi-cie por la presencia de gran cantidad de piedras, en unprimer momento sueltas y de pequeño tamaño, quedieron paso a otras de grandes dimensiones, que pare-cen configurar el suelo o la primitiva configuración dela base de la cavidad (Foto 8 ). En los espacios entrelos citados bloques, en un sedimento suelto (color HUE Foto 8. Vista sondeo III.

Figura.14. Malacofauna.

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10 YR value 4-5 Chroma 2 – grayish brow-dark grayishbrow-) que en algunos puntos alcanzaba los 70 cm depotencia, se recogieron abundantes materiales total-mente descontextualizados.

MaterialesSe han recuperado más de 300 restos. Dejando a

un lado los que no ofrecen garantías de su adscripcióncultural (restos de fauna, restos líticos indeterminadosy trozos de metal), se han individualizado dos grupos.El primero engloba a los utensilios líticos que puedenatribuirse al Paleolítico y proceder de remociones pro-ducidas por el acondicionamiento del establo (Fig. 15).

El segundo grupo lo componen las cerámicas,entre las que destacan cinco elementos pertenecientesa vasijas moldeadas a mano cuya adscripción debe lle-varse a la Edad del Bronce. A estas se añaden un con-junto de 25 fragmentos de recipientes fabricados atorno en etapas históricas e incluso recientes.

Por la trascendencia de su hallazgo de cara a inter-pretaciones de tipo metalúrgico merece la pena desta-car la presencia en este Sondeo III de dos elementos.Por un lado, un fragmento de escoria adherido a unpedazo de adobe, pieza que puede identificarse conlos restos de un horno rudimentario de fundición y cuyacomposición metalográfica está siendo analizada en elLaboratorio del CSIC. Por otro lado, restos de mineralde cobre en forma de malaquita, materia prima para laobtención de cobre y elemento muy abundante y defácil adquisición en toda la Sierra de Rodanas.

Sondeo IVEn el exterior de la boca de la cavidad se excavó

una cata de 2 x 2 m correspondientes a los cuadros 19-21 C´-D´. Se profundizó 30 cm hasta la roca base (Foto9). En la estratigrafía resultante hasta el momento nose han detectado niveles arqueológicos, sino un sedi-mento natural correspondiente a un derrubio de ladera.Posiblemente las tareas de construcción del redil parael ganado vaciaron el depósito si es que alguna vez lohubo.

Los niveles identificados son los siguientes:-Nivel superficial: capa vegetal de tierra suelta con

algunas piedras; aparecen algunos huesos y fragmen-tos de sílex informes.

-Nivel A: Buza siguiendo la inclinación de la ladera.Relleno sedimentario de formación de ladera. Essemejante al de la capa superficial pero con mayor pre-sencia calcárea, lo que le otorga un color más blanque-cino. No posee material arqueológico.

-Nivel B: Tierra más compacta, granulosa, color detierra más rojizo. Sin restos arqueológicos.

La ocupación de la cueva del Gato 2: aproxi-mación a los horizontes culturales

La sucesivas campañas nos han proporcionadouna serie de materiales que, junto a la estratigrafía ylas dataciones absolutas, nos permiten delimitar y defi-nir con bastante precisión las diferentes fases de ocu-

Figura 15. Materiales líticos sondeo III.

Foto 9. Sondeo IV /Campaña 2004, cuadros 19-21 C’/D’.

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pación de la cueva desde el Paleolítico hasta nuestrosdías.

Paleolítico SuperiorLa ocupación más antigua se documenta en el

nivel II del Sondeo II). Se presenta claramente identifi-cable por su color y textura, de variada potencia segúnlos cuadros, con materiales líticos y óseos uniformes yque ha ofrecido unas dataciones absolutas agrupadasen torno al XIX milenio BP para las muestras obtenidassobre carbón y último tercio del XVIII (17700 ± 70 BP)para una muestra sobre hueso de cérvido.

Se trata de un estrato de 30 cm de potencia media,con variaciones según los sectores. Así en las proximi-dades de la boca el grosor es menor, lo que en princi-pio descarta una ocupación de la parte exterior, hechoconfirmado por el Sondeo IV fuera de la cavidad, reali-zado en 2004. La mayor intensidad la documentamosen las bandas de los cuadros 2 y 4, desapareciendo enla banda 6, tal como pudimos comprobar en la excava-ción de 2002. En este caso, al contrario que en laentrada, los motivos de su desaparición son muy dife-rentes y responden a causas antrópicas: el vaciado degran parte del relleno interior como resultado del acon-dicionamiento como establo para el ganado, hechoconfirmado por los resultados del sondeo III.

La disposición del nivel II en los cuadros 2/4 C’,D’F’ es horizontal, mientras que la visión del perfil en B’ yA’ manifiesta una clara inclinación que acaba en underrumbe documentado en el Sondeo I en 2002 y com-probado, igualmente, durante las campañas de 2004 y2008. El estrato en estos sectores aparece muy sueltoy no puede descartarse, como hipótesis provisional,que sea debido a un proceso de erosión o lavado pro-vocado por la circulación de una pequeña corriente deagua, no permanente, que desde el exterior se desliza-ría bajo los niveles superiores del Sondeo I (sup., a, b,b1 y c) y que podría atravesar gran parte de complejocárstico en dirección al interior de la cueva, afectandoa la configuración del actual nivel II del Sondeo II.Existen noticias de pequeñas ramificaciones o estre-chos túneles taponados por los pastores con el fin deproteger el ganado.

La delimitación del estrato es muy clara y se dife-rencia fácilmente de su inmediatamente superior einferior por la textura, composición y color del sedimen-to. El nivel I es arcillo-limoso, de textura compacta conpequeñas piedras y tonos con mezcla de marrones cla-ros, rojizos, naranjas y amarillos. El nivel III, igualmen-te, coincide con una formación arcillo-limosa muy com-pacta similar a la anterior. Ambos niveles son estérilesy los escasos materiales arqueológicos que poseenaparecen en zonas de contacto con el nivel II, que seinstala entre ambos. Predominan los tonos negros y

grises, de textura suelta con abundancia de carbonesy cenizas. Es éste un claro nivel de ocupación en elque se ha recogido abundante material arqueológico.

En su interior no se han documentado estructurassignificativas. Se pueden destacar una serie de con-centraciones de carbones y cenizas en los sectores 1y 4 del cuadro 4 E’ y 3 y 6 del 4 D’ o en el perfil de4D’/2D’, que pudieran corresponder a posibles hoga-res ya que, en el primero de ellos, coinciden con abun-dante material lítico y gran cantidad de restos de fauna,en parte quemada. La disposición y dispersión, en oca-siones, de estas manchas puede sugerir la superposi-ción de hogares, lo que permite manejar la hipótesis deocupaciones intermitentes o estacionales, no muy ale-jadas en el tiempo ya que no existen subniveles inter-medios estériles que permitan detectar una desocupa-ción prolongada.

Los materiales líticos, los más abundantes comohemos comentado, se caracterizan por la utilización degrandes lascas y láminas, con una técnica de talla bas-tante tosca, destacando los grupos tipológicos de buri-les y raspadores frente a dorsos de gran tamaño, trun-caduras y bordes abatidos (Fig. 16). La industria óseaes significativa, destacando de manera especial el col-gante con decoración geométrica ya comentado y dife-rentes tipos de azagayas de secciones ovales y circula-res, de formas biapuntadas o monobileladas con deco-raciones incisas, en especial una de gran tamaño desección aplanada y base monobiselada y decoración

Figura 16. Industria lítica. Sondeo II, nivel II.

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Foto 11. Malacofauna.

Foto 10. Azagayas.

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en espiga. A esto habría que añadir diferentes adornosen conchas o un fragmento de azagaya partida reutili-zada mediante una pequeña perforación (Foto 10 y 11).

A falta del estudio completo de los materiales apa-recidos en estas tres campañas, más los correspon-dientes estudios geoarqueológicos, sedimentológicos,polínicos y antracológicos en fase de ejecución, y laúltima campaña que pensamos llevar a cabo con el finde confirmar o contrastar determinados aspectos ohipótesis, los datos que poseemos creemos que tienenla suficiente relevancia como para darlos a conocer eneste avance provisional. Algunos ya han sido anuncia-dos parcialmente en el contexto de trabajos másamplios (Utrilla, Blasco y Rodanés, 2006; Utrilla yMontes, 2006 y 2007) o en publicaciones divulgativas(Blasco y Rodanés, 2004).

En una primera aproximación y con los datos,materiales y secuencias y dataciones que hasta elmomento poseemos para el Valle del Ebro, la clasifica-ción y adscripción cultural de este nivel de la cueva delGato 2 se presenta complicada, más por los esquemashasta el momento conocidos y manejados que por pro-blemas estratigráficos, que no hemos detectado, comohemos comentado en líneas anteriores. Es evidenteque las dataciones absolutas son, más bien, propias

del Solutrense (Utrilla y Montes, 2007, p. 799), pero esigual de patente la ausencia de cualquier vestigio deesta época. En todo el depósito no ha aparecido nin-gún elemento lítico (retoque plano o puntas de escota-duras) u óseo característico, que nos indique la exis-tencia de una ocupación correspondiente a este hori-zonte.

La industria ósea aparecida en las primeras cam-pañas, por el contrario, parecía más propia del periodomagdaleniense, como también apuntaban los porcen-tajes de buriles y raspadores en los recuentos de laindustria lítica. Así lo avanzamos cuando no contába-mos con dataciones absolutas (Utrilla, Blasco yRodanés, 2006).

En suma, antes de la última campaña (2008) pose-íamos unas dataciones propias del periodo Solutrense,junto a una industria ósea y lítica que nos hacía pensaren un horizonte Magdaleniense.

Para buscar respuesta a este interrogante la últimacampaña fue decisiva en cuanto al hallazgo de nuevosmateriales y nuevas dataciones. Por ello, quizá, lamejor forma de abordar el problema es intentar deter-minar, según las excavaciones y los datos que posee-mos en la actualidad, qué es lo que sucede o, mejor,cual es el panorama cultural durante el periodo de ocu-

Figura 17 . Mapa de yacimientos del Valle del Ebro. Magdaleniense Arcaico e inferior.

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pación que han determinado las dataciones absolutasde la cueva del Gato 2, las cuales son coherentes conla disposición estratigráfica y están agrupadas en tornoa comienzos del XVIII milenio BP y XIX milenio BP, encifras sin calibrar (Fig. 17).

Hemos de reconocer que, para llevar a cabo estatarea, la reciente publicación de algunos artículos enlos que se sintetiza precisamente los momentoscorrespondientes a nuestras dataciones nos ha facilita-do la tarea de adscripción y la explicación de la ocupa-ción del nivel paleolítico de esta cavidad (Sauvet,Fortea, Fritz y Tosello, 2008, p. 38-39; Aura, 2007 y1995; Utrilla, 1996 y 2006).

Estos milenios se caracterizan en Francia por lapresencia de unas industrias que, como luego vere-mos, tienen ciertas características afines a las quehemos documentado en la cueva del Gato 2, y se defi-nen como Badegoulienses. Las dataciones para estasindustrias nos llevan a mediados del XIX milenio BP enyacimientos como Cuzoul 24, Placard 2 y LaugerieHaute Este 20-18.

En España, estratos como Riera 8-16, Las Caldas3 (Sala I) y XVIc (Sala II) Rascaño V se alejan tanto delSolutrense superior precedente como del Magda-leniense inferior cantábrico. Mientras en Aquitania sedesarrolla el Badegouliense, aparece en la región can-tábrica (Las Caldas 3: 18250 BP; Aizbitarte IV, nivel 3:17950 BP, Mirón Corral117: 17050 BP) una industriatipológicamente similar o bien con afinidades, como ladetectada en el nivel III de la Galería de Llonín(Sauvet, Fortea, Fritz y Tosello 2008, 38 y 39).

En la región mediterránea debemos destacar lapresencia de industrias comparables en la cueva deParpalló. Aura (1995) en la publicación de su tesis doc-toral señala, igualmente, que durante las fechas queestamos tratando entre fines del XIX milenio y la pleni-tud del XVIII BP en el Alto Loira, Dordoña o Lot, sedatan las denominadas industrias Badegoulienses(Fig.X.1, p.170). Él mismo encuentra afinidades conlas capas 11 a 9 del Talud de la cueva de Parpalló(Aura, 1995, p. 179; 2007).

En resumen, lo que queremos señalar es que tantoal norte de los Pirineos como en la Cornisa Cantábricao el Mediterráneo el margen cronológico que hemosdeterminado en la cueva del Gato 2 es ocupado por eldenominado Badeguliense o bien, como comentare-mos a continuación, por un horizonte que no se puedeidentificar con el Solutrense inmediatamente anterior nicon el Magdaleniense posterior. Este comentario tienesu razón de ser en que, sensu stricto, las industriasque encontramos en el nivel II de la cueva del Gato 2no son plenamente comparables con las anteriormen-te citadas, ya que en nuestro caso no existe el elemen-to definidor por excelencia del periodo Badegouliense, Foto 12. Azagaya.

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que es la presencia de raclettes o rasquetas. Lo mismosucede en Parpalló, Talud 11 a 9 donde su presenciaes testimonial (inferior a un punto) (Aura 1995, p. 172)y pudieran considerarse como contaminaciones deniveles superiores 8 a 6. No obstante, otros elementoscomo las técnicas de talla, incluso algunos elementosde la industria ósea de la cueva zaragozana pudierantener cabida en este complejo (Séronie-Vivien, 2005).

No vamos a entrar aquí en la discusión sobre lapertinencia o no del término Badegouliense o la idonei-dad de otros utilizados para las industrias que se ela-boran durante este milenio y medio, ya que este asun-to ha sido tratado y aclarado en diferentes artículos (unexhaustivo resumen en Utrilla, 2004, p. 252). Lo que sídebemos destacar es la presencia en la cueva queestudiamos de tipos óseos, característicos de Rascaño5 o de Placard (Foto 12), que nos acercan al denomi-nado Magdaleniense cantábrico arcáico (Utrilla 1996,p. 236; 2004, p. 258) o a determinados niveles deParpalló, por desgracia sin dataciones absolutas, sibien es cierto que la cueva del Gato 2 nos está seña-lando un horizonte con una cronología anterior en unmilenio a la propuesta hasta la fecha . Esperemos quelas nuevas investigaciones en este y otros yacimientosde la zona permitan avanzar en la definición de estaetapa.

NeolíticoLa excavación nos ha proporcionado poca informa-

ción sobre una ocupación que debió ser importante ybastante intensa pero que, en su mayor parte, ha des-aparecido por diferentes motivos. El principal, a nues-tro juicio, es la reutilización de la cavidad en épocasposteriores, tanto en la Edad del Bronce como en laépoca actual, cuando su acondicionamiento comorecinto para el ganado provocó el vaciado de los nive-les previos, llegando en algunos casos a alcanzar endeterminadas zonas los estratos paleolíticos. La evi-dencia más clara la documentamos en el Sondeo IIIdonde, junto a la base de la cueva y mezclados entregrandes bloques de caliza, aparecen mezclados mate-riales correspondientes a todos los horizontes: útileslíticos del Paleolítico superior, cerámicas neolíticas y,más numerosas, de la Edad del Bronce.

Además de las noticias y materiales recogidos enlas prospecciones de Pérez Casas (1987), en especialun conjunto de cerámicas impresas, debemos añadir,aunque fuera de contexto, los recipientes aparecidosen el mencionado Sondeo III y los recogidos en lasdiferentes campañas junto al Sondeo I. Correspondenen su mayoría a fragmentos de recipientes con esca-sas decoraciones impresas o con decoraciones plásti-

Figura 18. Materiales neolíticos.

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cas en formas hemiesféricas u ovoides. También mere-ce destacarse la aparición de láminas en sílex con hue-llas de uso, pátinas o microrretoques (Fig. 18). Todoello documenta una ocupación durante el Neolíticoantiguo, corroborada por la datación absoluta del nivelc del Sondeo I (6240 ± 50 BP) que sería el único testi-monio de esta fase en la cueva y que entre los esca-sos materiales recogidos en su interior se repiten lostipos anteriormente comentados.

En una breve aproximación a este horizonte pode-mos señalar una serie de aspectos:

-La ocupación se produce en un yacimiento detamaño medio. No se trata de una gran cavidad com-parable a las aparecidas en el Pirineo oscense comoChaves.

-El nivel conservado no es muy potente, por lo quela utilización como lugar de hábitat no fue muy dilatadaen el tiempo, si bien es cierto que no podemos cuanti-ficar el porcentaje del mismo que ha sido destruido enintervenciones posteriores.

-No existe un nivel de substrato epipaleolítico inme-diatamente anterior que permita apreciar una evolu-ción del mismo. La ocupación anterior se retrotrae alPaleolítico Superior.

-El horizonte neolítico aparece plenamente forma-do, con todas sus características.

-El ecosistema donde se emplaza la cavidad es unlugar propicio para actividades agropastoriles, dehecho estas han perdurado hasta la actualidad.

-Por último, queremos destacar el lugar estratégicodel emplazamiento en el contexto regional. Se sitúa enuna de los pasos tradicionales entre el valle del Ebro yla Meseta, por lo que su posible explicación como lugarde tránsito o como hito en una supuesta influencia oexpansión del Neolítico entre estas dos unidades geo-gráficas debe ser tenida en cuenta. Las datacionesabsolutas, incluida la de la cueva del Gato 2, podríansustentar esta hipótesis.

Si asumimos los recientes planteamientos y elesquema propuesto para la implantación de las prime-ras comunidades agropastoriles en el valle del Ebro(Rodanés y Picazo, 2005) incorporaremos el yacimien-to de la cueva del Gato 2 en el denominado Neolítico I,o lo que es lo mismo, en la primera fase de implanta-ción, tradicionalmente denominado Neolítico Antiguo.En las precisiones sobre esta fase antigua señalamosla existencia de dos facies o dos tipos de yacimientos:Existen asentamientos en los que el denominadoNeolítico queda reducido a escasas manifestacionescerámicas inmersas en un claro contexto mesolítico,mientras que en otros la aparición de los elementosmateriales es nueva y no se superpone a ocupacionesinmediatamente anteriores. Este proceso que tienelugar a lo largo del VII milenio BP alcanzará con mayor

o menor intensidad a todo el valle del Ebro y es muyposible que desde aquí se extienda a otros territorios,como la Meseta o País Vasco (Rodanés y Picazo 2005,p. 76).

Hasta el momento los yacimientos en los que elNeolítico se superpone a niveles de ocupación mesolí-ticos parecen ligeramente más antiguos; asimismo lossituados en las comarcas más orientales también pre-sentan una cronología más antigua que los emplaza-dos en las occidentales. La datación de Gato 2 : 6240± 50 BP (5310….5050 cal BC 95%) es plenamentecomparable a Botiquería 8 (6240 ± 50 BP) y 6 (6040 ±50 BP) y más antigua que yacimientos de tradición epi-paleolítica como Fuente Hoz II (6120 ± 280BP) oAtxoste IIIb1 (6220 ± 60 BP) situados en territorios másoccidentales, ya en el País Vasco meridional.

En el caso del conjunto de yacimientos que confi-guran la segunda facies en la que aparece el Neolíticoplenamente desarrollado en gran parte de sus facetastipológicas, económicas y posiblemente sociales, lasdataciones para los más orientales son más antiguas,así la cueva de Chaves en sus niveles Ib y I a se sitú-an en 6490 ± 40 BP y 6330 ± 90 BP, al igual que lacámara superior de Olvena 6550 ± 130 BP, mientrasque Los Cascajos (6185 ± 75 BP) y Peña Larga IV(6150 ± 230 BP) se sitúan en momentos más recientesy en territorios más alejados del Mediterráneo que elBajo Jalón, donde se encuentra el yacimiento queestudiamos. Estas fechas vienen a demostrar clara-mente la ya aludida progresión E/W del proceso deneolitización.

Anteriormente hemos comentado la estratégicasituación de la cueva del Gato 2 en el tránsito del valledel Ebro a la Meseta. Los recientes estudios en algu-nos territorios de la zona más oriental de Castilla, comoel valle de Ambrona en Soria (Rojo et alii, 2008), nospueden servir igualmente para contextualizar el hallaz-go del Neolítico que estamos estudiando en el BajoJalón, zona natural de paso a la Meseta. Como bienrelatan los autores del citado trabajo ”la neolitizacióndel Valle de Ambrona se produjo en la segunda mitadde VI milenio cal AC, y en concreto desde el 5500-5300cal AC. Es decir, el modo de vida agropecuario habríallegado a esta zona del interior peninsular sólo en tornoa un siglo después de su aparición en la zona levanti-na….” “En este caso todas las evidencias disponiblesen la actualidad apuntan a una “colonización” tempra-na de grupos de agricultores y ganaderos, procedentesde regiones cercanas, y llegados allí en pequeños des-plazamientos bien planeados, en un contexto generalde movilidad en los patrones de asentamiento” (Rojo etalii, 2008, p. 357).

Creemos que estas explicaciones vienen a reforzaruna primera impresión de que el nivel del Neolítico

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Las fases de ocupación de la cueva del Gato 2 (Épila, Zaragoza) 333

Antiguo de la cueva de Gato 2 sea un hito en la expan-sión del proceso hacia las tierras más occidentales dela cuenca alta del Ebro y a través de sus afluentes dela margen derecha a los diferentes territorios de laMeseta. Sirva como ejemplo anecdótico la idénticadatación de la muestra de Gato 2 con una datación decereal de la estructura 16 de Ambrona (6240 ± 50 BP).

La Edad del BronceEn los niveles a y b del Sondeo I, en gran parte de

la capa superficial del Sondeo II, en los niveles revuel-tos del III y en la superficie del IV, aparecen materialesque tipológicamente se pueden comparar con los apa-recidos en ambientes de la Edad del Bronce. Algunasde las formas nos retrotraen a momentos antiguos que,a falta de dataciones, podríamos situar a partir de 1800AC pero, igualmente, destacaremos que existen otrosrestos que pueden alcanzar cronologías más recientesdel Bronce Final, incluso, Primera Edad del Hierro,bien entrado ya el primer milenio AC. En suma, la ocu-pación pudo ser intensa en algunos momentos y másdébil en otros, pero en cualquier caso dilatada en eltiempo.

Uno de los elementos más significativos para man-tener esta hipótesis es precisamente la existencia dematerias primas necesarias para la metalurgia. En elpropio cerro del Gato y en barrancos adyacentes seubican minas de cobre que han sido explotadas hastamediados del siglo XX. Al hilo del aprovechamientocuprífero hay que señalar la existencia de “una escori-ficación de crisol de bronce ternario”, según informe deI. Montero que debería encuadrarse, al menos, en unmomento del Bronce Final.

No es un hecho aislado la presencia de restosarqueológicos en cavidades de las montañas que bor-dean la cuenca del Ebro, Pirineos y en especial cordi-lleras prepirenaicas y Sistema Ibérico. Muchas de ellasse ocuparon desde las etapas antiguas hasta la llega-da de los primeros elementos del horizonte de Camposde Urnas, en unos casos utilizadas como hábitats yelegidas por sus características como lugares de ente-rramiento (Picazo y Rodanés, 1997 y 2001; Rodanés,1995; Rodanés, 1999).

Ocupaciones de estas características no resultanextrañas en la misma cuenca del Jalón. En las mismasestribaciones de la sierra de Rodanas encontramosyacimientos como la cueva del Rocín y la Mortaja enÉpila, o la de Daroca en Ricla. En estos momentostambién se generalizan progresivamente los asenta-mientos al aire libre como Peña Amarilla en Urrea,Cabezo Redondo en Ricla o Cabezo Blanco en Épila(Blasco, 2003; Blasco y Rodanés, 2004), al mismotiempo que, en momentos más avanzados, durante eldenominado Bronce Medio o Bronce Pleno, se incre-mentan los hallazgos de una serie de pequeños pobla-

dos agrupados en las inmediaciones del Jalón. Es elcaso de Campablo 1,2 y 3 en Bardallur, Barrio de lasCuevas y Barranco de la Higuera en Urrea o Cabezodel Azud en Rueda (Blasco, 2003).

La llegada de los primeros elementos de Camposde Urnas a la Cuenca del Jalón se ha situado en tornoal siglo VIII AC. Los poblados siguen agrupados en lasorillas del río, a muy poca distancia del curso fluvial,conviviendo poblados de nueva planta como Cerro dela Tijera en Urrea o Cabezo de los Paños en Épila,junto a otros que ya habían iniciado su construcción enetapas anteriores como el Cabezo Chinchón en laAlmunia o El Calvario de Calatorao. Por lo que respec-ta al mundo funerario son claras las manifestacionesen las necrópolis del Barranco de la Peña en Urrea ola del Cabezo de Ballesteros de Épila, por destacar lasmás conocidas, gracias a las intervenciones de PérezCasas (1987, 1990a y b).

Ocupaciones contemporáneasComo gran parte de las cavidades conocidas en los

alrededores de núcleos de población, ésta ha sido y esfrecuentemente visitada, ya que sobre las cuevas secrean pequeñas leyendas sobre su profundidad, exten-sión o los misterios y tesoros que acogen las mismassustentadas generalmente en el supuesto hallazgo detesoros o como en este caso por refugiados durante laguerra civil, al mismo tiempo que se realizaban excur-siones en determinadas fechas del año como ha veni-do sucediendo durante buena parte del siglo XX.

Gran parte de las cavidades conocidas en los alre-dedores de núcleos de población han sido y son fre-cuentemente visitadas, ya que sobre ellas se creanpequeñas leyendas sobre su profundidad, extensión olos misterios y tesoros que se dice que guardan. Lascuevas del cerro del Gato, y en concreto la cueva Gato2, no son una excepción; de ella se ha dicho que fuemorada de refugiados durante la guerra civil, al mismotiempo que se realizaban excursiones en determina-das fechas del año como ha venido sucediendo duran-te buena parte del siglo XX.

Además de formar parte de la tradición popular, ellugar se ha empleado como redil o paridera. El acondi-cionamiento previo, así como las reiteradas limpiezasy remociones necesarias para el mantenimiento delganado han propiciado la destrucción de gran parte delos niveles aqueológicos, como ya hemos comentadoen apartados anteriores. Se construyó un muro de cie-rre y se taparon pequeños pasadizos o gateras paraque no se introdujesen los animales. Estas labores hanpropiciado que gran parte del material aparezca en laszonas de ladera de la boca de la cueva, al ser extraídogran parte del relleno, o revuelto en su interior, talcomo aparecía y hemos comentado en el Sondeo III,producto de sucesivos aplanamientos y limpiezas.

Page 24: Las fases de ocupación de la cueva del Gato 2 (Épila ...rodanas.com/ruta4/cueva del gato.pdf · Las fases de ocupación de la cueva del Gato 2 (Épila, Zaragoza) 313 Foto 2. Detalle

M.ª FERNANDA BLASCO y JOSÉ M.ª RODANÉS334

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