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GUSTAVO BUENO MARTÍNEZ LAS ESTRUCTURAS "METAFI NITAS" Publicado en la Revista de Filosofía (tomo XIV, núms. 53-54) de) Instituto «Luis Vives» MADRID 19 5 5 Gustavo Bueno, Las estructuras 'metafinitas', Revista de Filosofía del Instituto Luis Vives, Madrid 1955

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  • GUSTAVO BUENO MARTNEZ

    LAS ESTRUCTURAS "METAFI NITAS"

    Publicado en la Revista de Filosofa (tomo XIV, nms. 53-54) de) Instituto Luis Vives

    M A D R I D 1 9 5 5

    Gustavo Bueno, Las estructuras 'metafinitas', Revista de Filosofa del Instituto Luis Vives, Madrid 1955

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  • LAS ESTRUCTURAS "METAFINTAS"

    P O R

    GUSTAVO BUENO MARTNEZ

    "Cmo se entretejen todas las cosas para fonnr el Todo, obrando y viviendo lo uno en lo otro!"

    GOETHE: Fausto, primer monlogo.

    U/ a/ej Sick 2u. CAPITULO PRIMERO f C^'"^^^"^ Weot^

    ESTUDIO DE LA UNIVERSALIDAD SEaaNTiCA. LZ,\^ f\^ / e u ^ Qnel^fr

    1 PtA/irK. - l^^t

    Llamo "universalidad semntica" a la propiedad que ciertos nom-bres tienen en tanto se aplican, con idntico o parecido significa-do, a objetos o situaciones en algn modo diferentes entre s.

    La umversalidad, en el sentido clsico, no se confunde con el concepto de universalidad semntica recin propuesto. Si bien a todo universal (lgico) suele corresponder un universal semntico (um-versah in praedicando), no es cierta la recproca. En el estricto sen-tido de la palabra, el universal (lgico) est presente slo cuando la aplicacin del nombre comn a varios objetos tiene lugar segn un significado rigurosamente idntico; urversal equivale asi a nom-bre unvoco, y ni siquiera comprende a los anlogos (1). Tampoco es correcto establecer una equivalencia entre el concepto de univer-sal semntico y el concepto tradicional de nombre comn o gen-ricoen cuanto opuesto a nombre propio^por razn, primero, de que son posibles nombres genricos que no pueden ser aplicados ms que a un solo objeto y, en consecuencia, no pueden ser lla-mados universales semnticos: as, por ejemplo, "satlite de la Tie-rra" es un nombre genrico que slo puede ser aplicado a un objeto

    (1) Lioa an&lOKOs son universales seeimnm cwd. Vid. Juan de Santo Tom&a, Ar Lgica (Ed. Reiser), I I Para., q VII . a. 1 y 2.

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  • 224 GUSTAVO BUKNO MAKTiNKZ

    nico, la Luna (2). Adems, como subclase de los nombres comu-nes, consideraban los escolsticos a los equvocos (3); pero los equ-vocos caen fuera de nuestra definicin de universal semntico. En tercer lugar, el universal semntico es siempre distribuitivo, mien-tras que el nombre comn puede ser colectivo.

    La universalidad semntica se admite en este estudio como fr-mula de un hecho emprico, observable en la experiencia del idio-ma. Constituye, sencillamente, la formalizacin del hecho lingstico trivial de utilizar una misma palabra para designar objetos dife-rentes entre s, no slo en cuanto encierran significaciones idnticas, sino tamlbin cuando las significaciones son meramente semejantes o anlogas: como sucede si aplicamos el nombre "espejo" tanto a la superficie pulimentada, como al entendimiento o a las mna-das leibnizianas, en la medida que reflejan el mundo en tomo.

    El concepto de universalidad semntica es solidario de la ope-racin llamada "predicacin", mediante la cual, una significacin una esencia, es decir, un nombrese aplica a los diversos objetos de r,u campoy que se llaman "inferiores" (inferiora). La predi-cacin tiene lugar, principalmente, por medio de los juicios de inhe-rencia o atributivosen los cuales atrit/vAmos un predicado a un sujeto. Sin embargo, los juicios de relacin, desde el punto de vista Kemntico, pueden considerarse como .un caso particular de juicios de inherencia, solamente que con dos o ms sujetos^tantos cuan-tos trminos tenga la relacin predicada.

    El estrato semntico de la universalidad, en tanto se apoya di-rectamente en la experiencia lingstica, no supone todava teoras epistemolgicas en el sentido del nominalismo o conceptualismo. La universalidad semntica no alude, en principio, sino al dato posi-tivo, comn para todos, innegable, que es la aplicacin, no mera-mente equvoca, de un nombre a varios sujetos. Existe, en efecto, el uso puramente equvoco de un nombre comn, como el trmino de "matriz" en matemticas y en anatoma. Pero es de experiencia que el nombre comn es utilizado casi siempre en formas no ente-ramente equvocas y hasta pudiera discutirse si existe un verdadero uso equvoco del nombre comn. As, frente a Camap, la palabra "vaca" no significara algo totalmente distinto en Fsica, en Fisio-loga y en Economa, pues aunque en una valga por "costelacin

    (2) Vid. B. RuseU: "Los notnbre propios". Cap. I I I do la secunda parte (le m Conocimiento hurrumo (Trad. Esp. Madrid, Rev. de Occidente, 1950). Sobre la cuestin de la Identidad y objetos que tienen las mismas propiedades (como "satlite de la Tierra" y "Luna", o bien "estrella de la maana" y "Ve-nus"), vase R. BaJcan The identlty of individual in a strictlonal calculas of second order. Journal oC simbollc Logic. XII, (947).

    (3) Esta costumbre procede del libro de las Cateforias, de Aristteles, y ps comn a todos los escritores escolsticos. V6asc, por ejemplo, Suiea, DiBp. 28, i n , 1.

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  • LAS KSTRUCTUKAS "MCTAFINITAS" 22.3

    de electrones", en la segunda por "conjunto de clulas" y en la ter-cera por "sujeto de precio" existe una referencia mutua que enlaza indudablemente estas tres significaciones (4).

    2

    El estudio de la universalidad semntica es sobremanera fecun-do como punto de vista para penetrar analticamente en el com-plejsimo mundo de los procesos intelectuales. Eli conocimiento de las diferentes formas de "nombrar" puede introducirnos en la cien-cia de las diversas formas de "pensar".

    Cmo clasificar los tipos de la universalidad semntica? Los escolsticos, siguiendo a Aristteles, escogieron como cri-

    terio fundamental la distincin entre unificacin por semejanza y unificacin por identidad, que daban lugar, respectivamente, a los t r m i n o s anlogos :!J/"IVMH y a los trminos unvocos tio')vuHr/ (5). El concepto de analoga es sumamente difcil y dis-cutido. Se llegaron a distinguir dos clases principales: la de pro-porcin simple (analoga de atribucin) y la de proporcin com-puesta (analoga de proporcionalidad) (6). La primera recoga los casos de universalidad semntica en los que un trmino se aplica primeramente a un objeto (primer analogado) y secundariamente a otros objetos que guardan con el primer analogado cierta "pro-porcin". Como formas literarias de esta analoga podran acaso considerarse las metonimias y las sincdoques. La analoga de pro-porcionalidad formaliza la universalidad del trmino que se aplica a varios objetos o situaciones con significado diferente, pero pro-porcional en cada uno de ellos. La metfora sera una forma lite-raria de este tipo de universEilidad semntica. Entre las propie-dades ms importantes para nuestro propsito, debe destacarse que los nombres unvocos no contienen en su significacin las diferen-ciae de los objetos a que se aplican; por el contrario, los anlogos, principalmente los de proporcionalidad, contienen en su significa-cin estas diferencias, razn por la cual la significacin de los an-loggos es diversa en cada aplicacin. Segn esto, los nombres un-Tocos resultaban ser incapaces, por demasiado rgidos, para reco-ger la riqusima gama de matices que todos los objetos, aun uni-vocados, componen. Para acudir a esta brecha se construy el con-cepto de analogia inarqualitatis (Santo Toms, Cayetano) que de-claraba compatible la univocidad con la diversa "perfeccin" en la

    (4) Uber die 'Einheit.sprache der Wiasenshaft, A. C. I. de Filnsofia cien-tiflca. Paria, 1035. tA. S. 1. nm. 389, pj;. 60.)

    (5) Categora, cap. I. (8) Vase J. Ramrez, O. P.: De .maloria secundiim dootrinam aristhote-

    Jico-thomlc.m. La clertoia Tomista, lomos XXJV y XXV.

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  • 226 GUSTAVO BUENO MARTNEZ

    participacin de la esencia, sin perjuicio del axioma: atibatantfi non suacipt magis et minua. Este tipo de analoga haibria siao ya previsto por Aristtelee (7).

    3

    Como se echa de ver en la precedente exposicin, los criterioB utilizados para dividir la universalidad semntica son los siguientes: identidadsemejanza; independencia de cada objeto al recibir la significacindependencia de los otros objetos que tambin la reciben; intensidad mayor o menor en la participacin.

    Sin embargo, estos criterios eran utilizados parcialmente, sin sacar todas las consecuencias que ellos implican. Adems, la explicacin de tales criterios adoleca de imprecisin y de oscuridad. Sea nuestra primera tarea elevarlos a la ms difana claridad, para lo cual utilizar el mtodo dicotmico de divisin. Tras esto, proceder a componer todas las consecuencias o comibinacio-nes fundadas en los criterios expuestos.

    El primer criterio que tomar en cuenta ser el de la identidad (semntica) y el de la no-identidad del significado, CJonviene advertir que la no-identidad de las significaciones no equivale siempre a una equivocidad; esta afirmacin se apoya en la experiencia del idioma (por ejemplo, en la realidad ligistica de la metfora).

    El segundo criterio que va a ser considerado es la mediatez o inmediatez de la participacin de los objetos en el nombre comn. En primer lugar, la aplicacin del universal A a los objetos (a, b, c, d) puede tener lugar, sin perjuicio de la distributividad, de suerte que algunos objetos no puedan recibir la significacin con independencia de los dems: en este caso, la aiplicacin se amar mediata. En segundo lugar, la aplicacin de A a cada objeto pi^ede verificarse sin que medien referencias entre ellas, recibiendo cada uno la significacin inmediata e independientemente de los dems,

    El tercer y ltimo criterio que, para distinguir tipos de uxd-versalidad semntica, voy a tener en cuenta en este estudio, se funda en los grados de intensidad de las predicaciones, que reducir a estos dos casos extremos: 1.", el de aquellas predicaciones en las cuales tiene lugar una intensidad mxima en la aplicacin; 2., el de aquellas otras en las que no hay una predicacin mxima, sino que, por el contrario, los inferiores reciben la significacin de un modo uniforme. La predicacin mxima tiene lugar cuaju^p el inferior participa de la significacin o esencia universal en girado tan superlativo que forma parte de la definicin de esa esencia

    (7> Aristteles, Fsica, VII , 4. 24 a, Vase tambin Mt., lib. I I (a), ca,-pitulo I, 903 b.

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  • LAS ESTEUCTURAS "METAnNITAS" 227

    O significacin universal. De aqu que se infiere que el propio in-ep.TC ffheT. estar presente, de algn modo, en los dems inferiores de la significacin universal considerada. Haiblaremos, entonces, ^e predicacin transferida. Ejemplo tpico, los anlogos de atribucin de la Lgica Clsica. "Sano" se aplica de im modo mximo al viviente (pi^imer aoalogado), que forma parte de la definicin de salud. La aplicacin de esta significacin a objetos no vivientes es siempre trasferida, y es posible en tanto guardan relacin con el viviente.

    No deben confundirse las aplicaciones transferidas con las apli-ca^ones mediatas. Toda aplicacin transferida es mediata, pues la mediatez significa slo que para recibir ua objeto (b) la significacin es necesaria la consideracin de (a), pero no que (a) deba estar presente en (b). Puede, por esto, una predicacin mediata no 8 ^ trnsferida, como sucede cuando aplicamos la idea de elipse a la circunferencia (que es una elipse con la distancia focal igual a cero). La aplicacin es mediata, tanto notica como noemtica-mente, pues slo a travs de la elipse puede afirmarse que la circun-farencia es una elipse; sin embargo, esta aplicacin no es transferida, por cuanto la elipse "verdadera" no ha de considerarse pre-aent en la circunferencia, siendo ambas dos especies del gnero dipse, en su sentido amplio.

    4 Confinando los tres criterios expuestos, obtenemos una clasi

    ficacin de ios tipos de la imiversalidad semntica, lo suficientemente rica para nuestros propsitos. A este punto hagamos:

    r = identidad r = no identidad s = inmediatez s = mediatez t = aplicacin no transferida, t =; aplicacin transferida

    He aqu las clases de universalidad semntica previsibles a partir de los criterios adoptados:

    1.* r s t 5.' r s t 2.* r s t 6.' r s t 3.' r s t 7.' r s t 4.' r s t 8." r s t

    De estas combinaciones algunas encierran grandes incompatibilidades: \ ,

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  • 228 GUSTAVO BUENO MARTlNBS

    I. Por afectar al principio de contradiccin. Son todas aquella que contienen al grupo s t. En efecto, cmo lo que se aplica trana-feridunente a objetos puede ser recibido inmediatamente por ellos?

    n . Por afectar al llamado axioma de desigualdad. Son todas aquellas combinaciones que contienen al grupo r t. La predicacin 1 parece no tener dificultad asociada a la condicin r. Pero unida a r, se plantea la siguiente situacin: el universal A, aplicado a los ob-jetos a, b, c, d, constituye la expresin de una esencia, participada por cada uno de estos objetos, de los cuales (a) forma parte de la de-finicin de A. La paii:e se hace idntica al todo.

    Segn lo que precede sera preciso eliminar las combinacionee 2.', 3.*, 5.* y 7.*, reteniendo como vlidas las combinaciones 1.*, 4.*, 6." y 8.*.

    Voy ahora a intentar las verificaciones de cada una de estas po-sibilidades semnticas, incluso de las que presentan incompatibili-dades, en formas ordinariascientficas o literariasde la predica-cin universal. Pero estas verificaciones no equivalen a definiciones. Cuando afirmo que a la forma r s t corresponde la metfora, no pre-tendo defender que la metfora, en toda su compleja problemtica, quede definida y agotada por el esquema r s t, sino, nicamente, que los requisitos r s t de este esquema se verifican simultneamente en la metfora.

    La forma 1.' (r s t) define a los- unvocos. "Metal", aplicado a "hierro", a "mercurio", etc., significa exactamente lo mismo (r), se aplica a cada uno de un modo inmediatoal menos noemticamen-te (s) y no hay ningn inferior que sea metal " por antonomasia" (t) .

    La forma 3.* (r s t) queda verificada en las ideas de extensin o tiempo, en tanto las predicamos de varios objetos como partes su-yas. Las famosas contradicciones del continuo quedan insinuadas en el grupo r s (8). Las partes integrantes proporcionaleses decir, no alcuotasdel continuo, que repiten la forma extensa del todo, reiteradamente, hasta el infinito

    6 21 120 n! reciben idnticamente esa forma a travs de la parte anterior que las contiene. Son partes mediatas en el sentido de que siempre existe en el Todo una parte superior. Cierto que una vez distinguidas las partes, todas participan inmediatamente del todo (9). Pero aqu con-sideramos el proceso ordinal.

    La forma 3.* se verifica adems en muchas y muy originales formas de predicacin, de los que citar algunos ejemplos. Cuando

    (8) K a n t ; Critica de la Razn pura, Dialctica transcendental, lib. II, pltulo II, secunda antinomia.

    (6) Husaerl: Tercera investigacin. I 19.

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  • LAS ESTRUCTURAS "METAFINITAS" 2 2 9

    aplicamos a la circunferencia el nombre de elipsea lo que nos he-mos referido anteriormente, cuando aplicamos a una recta el nom-bre de tangente (por respecto de si misma), cuando afirmamos que el alga Carilerpa tiene estructura celular, estamos predicando se-gn la forma r s t. Me referir especialmente a este ltimo ejem-plo. Decimos que el alg^ Caulerpa prolfica consta de una sola clula. Debemos advertir que, si solamente hubiese Caulerpas, janis hubiramos alcanzado el concepto de clula. La Cauterpa no tiene propiamente "estructura celular", de manera que cuando la inter-pretamos como una clula gigante, procedemos mediante la apli-cacin de un concepto tomado de un mundo distinto del suyoel de los dems vivientes. No obstante, la estructura de estos vi-vientes no necesita estar presente eii la CavUerpa para que sta pueda ser llamada "clula".

    La forma 4.' aparece verificada en los nombres anlogos de proporcionalidad. Hay muchas opiniones acerca de la naturaleza dD la analoga de proporcionalidad. Considerada en su origen ma-temtico (10), puede ya advertirse su paradjica originalidad por respecto a las unificaciones unvocas. A las razones (12 : 4) y (21 : 7) aplicamos el nombre comn "3" . Este " 3 " significa algo comple-tametr distinto (r) en (12 : 4) y en (21 : 7) pese a que sea posible utilizarlo unvocamente, en tanto que es nmero formal con pro-piedades operatorias fijas en el clculo. Pero "materialmente", el nombre " 3 " significa una vez "tres veces cuatro", es decir, la defi-nicin del nmero 12 a partir del conjunto cuartenario; mientras que otra vez significa "tres veces siete", que es la definicin del nme-ro 21. Cuando afirmamos: "12 es tres veces cuatro", "21 es trea veces siete", tenemos definidos los nmeros 12 21 por respecto al concepto "tres"; este concepto se verifica en ambos nmeros. Sin embargo, no podemos abstraerlo de ellos, al modo como de Imrro y mercwrio podemos abstraer la idea de metal. El concepto "tres" aparece unido internamente, en 12 y 21, respectivamente, a 4 y 7, hasta el punto de que sin esta unin carece de sentido la definicin de aquellos nmeros: luego no podemos abstraerlo al modo de los conceptos unvocos. Pero al no ser viable esta abstraccin, el nom-bre " 3 " significa algo diferente en la definicin del 12 y en la del 21: slo hay entre estas aplicaciones una proporcionalidad o se-mejanza.

    De lo anterior se infieren estas dos consecuencias: a) Que el anlogo de proporcionalidad puede aplicarse a unos

    inferiores sin tener en cuenta a los otros. Para decir que 12 es "tres veces cuatro" no tengo necesidad de pensar en (21 : 7). Esta pro-piedad de los anlogos queda recogida en el smbolo s.

    (10) Muy claramente expone este origen, en el pensamiento aristotlico, Manser en Va esencia del tamirmo.

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    bj Que el anlogo de proporcionalidad se verifica integramen-te en cada uno de los inferiores. Esta circunstancia queda recogida en el imbolo t.

    La forma 8.' (r s t) se verifica en los anlogos de atribucin pura predicacin segn la "analoga de atribucin mixta" (intrnseca y extrnseca), en virtud de la cual el nombre se aplica a loa ob-jetos de un modo no idntico (r) ni inmediato (s), pero si de un modo ntegro, sin que exista una aplicacin mxima (t) (11). Bajo esta frmula (r s t) podemos clasificar los nombres que se apliquen a las partes encadenadas de una totalidad, en la que cada pareja de miembros vecinos funda un nuevo contenido o inferior, pero sin que pueda sealarse un "momento de unidad" para todos juntos (12).

    La forma 8.* (r s t ) se verifica en los anlogos de atribucin pura o extrnseca. El nombre comn no se aplica idnticamente a los ob-jetos (r). Se aplica a ellos mediante la participacin en el primer analogado (s), que recibe la significacin en grado mximo y la transfiere a los dems objetos (t).

    Quedan por interpretar las formas que contienen los grupos (s t) y (r t ) . En este captulo no se trata de estudiar la universalidad se-mntica desde el punto de vista de la Teora del Conocimiento, y por ello es posible intentar verificaciones de estas formas incompa-tibles, aparentemente al menos, sin pretender siquiera resolver su incompatibilidad. En este prrafo estudiar las formas que contienen el grupo s t, dejando para el captulo prximo el estudio de las for-mas con el grupo r t, que nos introduce ya plenamente en el campo metafinito.

    La forma 7." (r s t) formaliza la universalidad semntica propia-de la metfora. La metfora, como procedimiento literario, no se detiene, desde luego, ante la incompatibilidad s t.

    Propiamente hay metfora, al menos notica, en toda predicacin transferida t, porque entonces trasladamos una significacin de su sentido original a un sentido derivativo. Pero, en un sentido ms restringido, la metfora supone una aplicacin universal del nom-bre A, que conviene originariamente al objeto (a) (sentido fuerte), pero que mediante (a) puede extenderse al objeto (b) (sentido d-bil). Elsta circunstancia es recogida por el smbolo t. Adems, el sig-nificado de A en A(a) y en A(b) no es idntico, sino semejante (sm-bolo r ) . Por ltimo debe tenerse en cuenta que, como en la analoga de proporcionalidad (b) no recibe la significacin A por medio de (a), complicadamente con (a) en el plano noemticootra cosa es el plano psicolgico. Si asi no ocurriese, la metfora se convertira

    cu.) El Intrinseco de los anlogos atributivos ha Ido reconocido por Saato Tom&js. Se cita 1 texto del De Yeritate, q. I, a. 4, ad 3. "Slc ergo dlcimus te-cundum communem opinionem, quod omnla sunt bona bonltate creata fwrma-Uter, sicut forma Inhaerente (denominatlo seu atrtbutlo Intrnseca) bonltata vero Increata slout tonna exemplari."

    (12) HjuBSrt: InvestigacilAn, m , ( Xt.

    lli. Gustavo Bueno, Las estructuras 'metafinitas', Revista de Filosofa del Instituto Luis Vives, Madrid 1955

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  • LAS ESTRUCTURAS "META'lNlTAS" 231

    orv un anlogo de atribucin. Pero en la metfora se pretende que (b) reciba el nombre de A directamente, sin tener en cuenta (a)no se confunda (a) con A(a). En esto podemos encontrar un criterio para diferenciar la metfora de la imagen, que es ms bien una analoga (13). Sea la metfora; "el entendimiento es el ojo del espritu". Podemos suponer establecidas estas proporciones: ojo : cuerpo = entendimiento : espritu. Pero estas proporciones podran verse en forma analgica (r s t ) , con lo que desaparece toda la contradiccin implcita en la metfora (s t ) , En tal caso, no conferimos aplicacin mxima efectiva a ninguna de las proporciones por lo que upa de ellas no aparece aplicada sobre las otras. Debe notarse, sin embargo, que para que exista metfora no basta conocer estas proporciones, sino aplicar el nombre de "ojo" al entendimiento. El universal semntico es "ojo", y los inferiores son el ojo corporal y el entendimiento. Al aplicarlo metafricamente al entendimiento, no solamente conocemos las proporciones, que son un puro trmino medio, sino que significamos toda la morfologa anatmica del ojo corporal. En ello precisamente se funda la independencia con el ojo eomplrico. E31 efecto esttico dimana de esta superposicin de ideas tan heterogneas. Semnticamente, esta superposicin no es ms que la forzada aplicacin de un nombre. En la metfora existe una parte de este nombre que internamente se aplica a (a) y (b); las otras partes de dicho nombre slo se aplican extrnsecamente. De aqu la semejanza de la metfora con la sincdoque.

    CAPITULO n

    CONSTRUCCIN DKL CONCEPTO DE ESTRUCTURA METAFINITA.

    De las ocho formas previstas de la universalidad semntica a todas ellas, excepto a la nmero dos (r s t ) y a la nmero cinco (r s t ) , ee les han podido asignar una significacin lingstica (cientfica o literaria). Las formas 2.* y 5.' nos obligarn a separar pecu-liarisimas formas de universalidad semntica que, por falta de categoras lo suficientemente finas, aparecen escondidas dentro de otras formas de universalidad.

    A las formas 2.* y 5.'. en tanto contienen el grupo r t, las llamar predicaciones metafinitaa. Sin embargo, la forma 2." no alcanza su pureza metafinita debido al componente s. Las estructura

    (13) t-a distincin entre imatren y metfora se encuentra en Aristtoiltta. Vase RetriatL, Ub. iV, l'M a.

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  • 232 GUSTAVO BUENO MAKTtNEZ

    verdaderamente meta&nitas corresponden al tipo r s t de universa-lidad semntica.

    La forma r s t peca contra el principio de contradiccin (s t) y contra el axioma de desigualdad (r t ) . Sin embargo, el entendimiento la utiliza en numerosas predicaciones que admiten "antonomasias". Una dea se aplica unvocamente a distintos objetos, independiente-mente a los unos respecto de los otros, sin perjuicio de que alguno la recoja arquetpicamente. Es el caso de las esencias genricas que aparecen encarnadas de un modo casi puro en alguno de sus infe-riores que, en cierto sentido, est presente en todos los dems ob-jetos del gnero. Podramos hablar en estos caaos de gneros direc-tamente individualizados; como ejemplo de ellos puede servir la esen-cia animal, en tanto que aparece encarnada en formas elementales y rudimcntai-ias, como la ameba. Pero la circunstancia de que los inferiores de este gnero se consideren independientes entre s (s) invita a rectificar la tendencia a aplicar el gnero individualizado a los otros individuos, como aparece prescrito por la ley biogentica de Haeckcl. Que el embrin humano reciba la nota genrica animal no aignifica que haya sido una ameba, es decir, que la ameba, en cuanto tal, se encuentre en l o en sus antepasados. "Es conocido aihora, desde los reveladores trabajos.de K. E. Von Baer, que cada individuo, en el curso de su evolucin, no realiza los definitivos pla-nes de organizacin de modo que comience por la elaboracin de de-talles; sino que en los primeros esbozos de la estructura se mues-ti-an los rasgos fundamentales de un plan primitivo que son carac-tersticos del tipo. Despus sigue formndose lentamente la estruc-tura primitiva, de modo que, uno tras otro, se presenta el plan de la familia, el del gnero y, finalmente, el de la especie, con lo cual alcanza su trmino la evolucin... La ley fundamental biogentica de Haeckel, que tanto ha contrbudio al avance del darwinismo, afir-ma: cada individuo recorre durante su desarrollo toda la serie de sus progenitores. Esto es simplemente una arbitraria interpretacin del hecho que acabamos de citar. Se sugiere una serie de progeni-tores para cada animal, que, en lnea ascendente, hacendse cada vez ms sencillos, deben ostentar primero el carcter del gnero, des-pus el de la familia y, por ltimo, el del tipo; y luego se formula BU ley" (14).

    A la forma r s t hago corresponder un peculiar modo de metfo-ra que es, ante todo, aplicacin de un nombre a varios objetos en la forma mxima t. Pero esta nueva metfora pretende el absurdo

    (14) Von UexKU: Jde

  • LAS BSTRUCTURA "MH'AFINlTAS" 233

    de no reconocer la distincin entre el sentido fuerte y el sentido dbil, porque pretende afirmar la presencia idntica y objetiva del nombre en cada uno de los objetos a los que se aplica. Si no se ad-juntase la condicin r de identidad, la metfora no constituira ma-yor problema: el nombre estara de formas diferentes, aunque se-mejantes, en unos objetos y en otros, como cuando aplicamos el nom-bre "trabajo" a todas las clases de actividad humana, porque unas se ocupan del ejercicio fsico y otras intelectual; o cuando aplica-mos a todos los actos humanos el predicado de venatorios, si bien en unos se refieren a la caza de animales y otros a la caza de ideas, como sostiene Platn en un texto de la Repblica (15). Tales apli-caciones semnticas son propiamente metafricas y tolo llegan a ser procedimientos cientficos cuando se abstrae un concepto tan plido de conducta humana, encerrado en el trabajo o en la caza, que propiamente tanto se le poda llamar trabajo o caza como cual-quier otra cosa.

    Pero la condicin de identidad r exige pensar que el nombre contiene en su definicin al "sentido fuerte", aun cuando sea apli-cada conceptualmente a los otros objetos: es la propia idea de me-tfora la que se toma aqu en sentido metafrico, desde el cual deja de ser un puro recurso estilsticoaunque de innegables promesas epistemolgicaspara pretender ser un profundo tipo de concep-cin abstracta, no ya analgica, sino enteramente original y carac-teristic. Como ejemplo ilustre de empleo de esta categora intlectual propongo la afirmacin desde la cual sali a escena el pensamiento filosfico occidental: "el agua es la sustancia principal en la que to-das las cosas se resuelven: todas las cosas son agua". Desde el pun-to de vista semntica, esa afirmacin tan estrafalaria puede anali-zarse de este modo: el nombre agim es un universal semntico que se aplica, ante todo, al "lquido elemento"; y despus, en un sentido idntico, a las dems cosas. Para que la proposicin de Tales de Mileto sea una proposicin con sentido filosfico (verdadera o falsa) es necesario que no sea interpretada como una metfora literaria, como si lo que ella asegurase fuese tan slo que las dems cosas tie-nen semejanza con el agua. Poda pensarse en la salida siguiente: el agua de Tales ee un principio hmedo, no idntico al concreto y emprico elemento lquido. En esta hiptesis decrecen las dificulta-des para predicar el agua a todas las cosas. Pero ello constituye tambin una subversin de la intuicin originaria de Tales y un vano intento de eludir el problema por todos reconocido en esta forma: Cmo el apy.T es una cosa concreta, determinada entre las dems? Aunque el agua de Tales consistiese en aquel princi-pio hmedo, la pregunta debera reiterarse de eet modo: Acaso

    (15) 532 a, citado por Ortefra y Gatsaet en su Ensayo sobre la caza.

    Gustavo Bueno, Las estructuras 'metafinitas', Revista de Filosofa del Instituto Luis Vives, Madrid 1955

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    lo hmedo no es tambin una cualidad concreta y determinada en el mundo de las ideas, aunque comparativamente resulte m&R abstracta que el concepto de agua? En ltimo caso, Por qu ese principio universal de la hidrosofia se parece ms al agua emp-rica que a cuklquier otro elemento de la naturaleza? Desde el pun-to de vista semntico, el problema encerrado en la proposicin sor-prendente de Tales (cmo el '^'/.'h es una cosa determinada?) que-da planteado as: Cmo lo que es idntico a varios objetos se pre-dica de un modo mximo de uno de ellos hasta el punto de ser su denicin? E^ta predicacin obligara a sacar una lgica conse-cuencia, explcitamente exigida en la condicin s y que es la si-guiente; El agiM ha de estar presente en todos los dems objetos, sin que ellos se confundan entre si. Esta consecuencia aade ulte-riores dificultades y contradicciones a nuestra nueva especie de me-tfora.

    Es preciso no olvidar que este planteamiento tiene sentido aun cuando concluyramos que la combinacin r s t es absurda y, por tanto, errnea la proposicin de Tales. Antes que la crtica episte-molg;ica, importa un anlisis semntico que recoja todo cuanto ella pretetida decir. Intento, por lo dems, hacer posible en este es-tudio la demostracin de que la proposicin de Tales es errnea, no tanto por la forma como por la materia; o, al menos, pretendo demostrar que esta forma de predicacin, absurda o correcta, es caiegrialmente indispensable en la organizacin de la experien-cia. A los nombres universales predicados segn esta categora es prcJsEunente a los que llamo nuetafinitos.

    La frmula r s t, que constituye la definicin semntica de las estructuras metafinitas, significa:

    1. Que el nombre se aplica idnticamente a los diversos obje-tos de su campoel agua de Tales, a los dems antes.

    2. Que el nombre se aplica noemticamente, complicativamente, de un modo mediato, ya que no seria posible concebir como hme-das a las cosas del mundo material si no fuera por la idea de agua.

    3. Que, empero, el nombre se aplica segn la forma mxima a un objetoo clase de objetosdeterminado, que constituye parte esencial de su definicin, de suerte que debe decirse que una parte es idntica a todas las dems, o sea, al todo.

    La conjuncin de estas condiciones resulta absurda por respecto al axioma de desigualdad (r t ) . Se dara el caso de que una signi-ficacin A que se aplica a cada uno de los objetos de la clase (a, b, c, d ... n), constituye, al propio tiempo, la definicin de uno de los

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  • LAS ESTUUCTURAS "MBTAFINITAS" 2 3 5

    objetos determinados sea el a. Con ello, parece necesario concluir que el todo no es distinto de la parte a, sino idntico a ella. Todos los objetos (b, c, d ... n) se identificarn con a, presente en todos dUos. Tal es el sentido primario de la objecin que ya Aximandro y, sobre todo, Aristteles, elevaron contra Tales de Mileto: el p ri no puede ser uno de los elementos, puesto que al ser infinitodice Aristtelesabsorlaeria a todos los dems (16).

    La identidad de definicin entre un todo y sus partes d(be ser interpretada dialcticamentees decir, como rectificwjin de una diversidadantes que lgicamente, para que nos introduzca en la estructura metafinita. En efecto, desde el punto de vista lgico, la identidad entre el todo y las partes se cumple en muchas esencias cuya naturaleza no es metafinita. Asi, por ejemplo, en una sustancia homognea, V. gr., un lingote de oro puro, puede decirse ue el todo posee la misma definicin que las partculas, por ejemplo, las pepitas aurferas. (En este sentido mnimo interpreta Santo Toms la unidad metafinita. L& blancuradice en la Summa, I, p. q. 76, a. 8 no est, en cuanto totalidad cuantitativa, toda en toda la superficie y toda en cada parte de ella; pero s !o est en cuanto totalidad especfica y esencial. Vase la nota 67.) Sin embargo, un lingote de oro no es, ni mucho menos, una totalidad metafinita. Un anlisis lgico descubrir las razones de esta falsa apariencia: las esencias materiales homogneas (como el lingote de oro citado) son extensas y por ello participan de las propiedades lgicas de la extensin. (Esto puede expresarse, si se prefiere, de esta otra manera: las esencias materiales se aprehenden por la categora de la extensin,) No participan totalmente, ya que la extensin^concepto de naturaleza categorial antes que fsica ( 4)es indefinidamente divisible, mientras que las esencias materiales tienen un lmite de divisin por debajo del cual pierden su homogeneidadel agua se convierte en oxgeno e hidrgeno. Pero en la medida que las esencias homogneas son extensas, es decir, son divisibles en partes, constituynse, por respecto a stas, fcilmente como todos lgicos por respecto a la cualidad especifica que encaman. La prueba es que podemos pensar estas partculas abstrayendo las diferencias de lugar y numricas, como inferiora de un mismo concepto, el oro en nuestro ejemplo. Ahora bien, la apariencia de que dichos inferiores o partes lgicas son a la par partes integrantes del todo aurifero, deriva sencillamente del previo supuesto imiplcito, segn el cual llamamos "oro" al lingote y lo conceibimos como un Todo. De aqu la confusin entre este Todo por respecto de sus partes extensivas y un Todo oon-notativo, cuyas partes fuesen las partes integrales. Pero este supuesto es injustificado. El "momento de unidad"en trminoB hue-serlianosdel lingote no consiste en su naturaleza aurfera, sino an

    de) iriMoa, lib. III, cap. V.

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    tes aun, en el lugar que ocupa, o el modo de ocuparlo, etc., y en todo cao no en consistir en esa mancha amarilla que rio es pri-vativa de l. Desde el punto de vista holtico, nuestro lingote de oro sufre un anlisis n los siguientes elementos categorialea:

    1." Todo lgico, cuya connotacin est constituida por las pro-piedades fsico-qumicas del oro y una parte de su denotacin por todas las partculas elementales del lingote: estos son las verdade-ras inferiora o minora lgicos (partes lgicas).

    2." La circunstancia de que estas partes lgicas del oro (loa inferiora, es decir, los tomos aurferos) puedan asociarse ulterior-mente en masas compactas como el lingote es tambin una pro-piedad relacional que deber estar prevista en la connotacin del oro y que deriva de su naturaleza material y extensiva. Da este modo, la idea lgicoconnotiva del oro, en su abstraccin, encuen-tra una verificacin ms plena e intuitiva en el lingote que en el tomo, de acuerdo con la experiencia semntica. Pero el momen-to de unidad del oro, en cuanto tal, no dimana de estas masas, sino de las partculas: aqu la parte (del oro en cuanto tal) es antea que el todo. La unidad del lingote no es, pues, de naturaleza for-malaurfera, sino material(v. gr., originada por los moldes, por la propia materia prima etc.).

    3." Por consiguiente, cuando decimos que en estas esencias ma-teriales homogneas "el todo tiene la misma definicin que sus par-tes" incurrimos en una intolerable confusin, a saber, el equiparar im-plcitamente al conjunto de partculas elementales que constituye la masa emprica homognea (el lingote en nuestro ejemplo) con el Todo que puede proporcionarse holticamente con las partes de esa esencia en cuanto lo son de tal esencia, como si el conjunto fuese precisamente el Todo connotativo, cuando en rigor es tan slo una coleccin de partes lgicas o extensivasy la prueba ea que existen otros lingotes de oro. Al decir, pues, que en estos conjuntos "el Todo tiene la misma definicin que las partes", to-mamos todo en el sentido de todo espacial, mientras que parte tie-ne el sentido de partes lgicas en cuanto distintas de las espacia-les. La circunstancia de que a la vez son espaciales extensas, sin que por ello dejen de ser lgicasen virtud de la naturaleza de la extensines la que favorece la confusin denunciada.

    En conclusin, si en los todos lgicos, el Todo tiene la misma definicin que las partes se debe a un proceso de abstraccin l-gicano a un proceso dialcticoque consiste en haiber purificado todas las partes, segregando y homogeneizando la diferencia en-tre ellas. Se parte de una homogeneidad de las partes; de aqu que el todo se encuentre idntico en ellas. Pero la mismidad metafinita del Todo y las partes se construye precisamente sobre una plura-lidad y diversidad de partea reconocida como talea decir, sobre

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    un todo heterogneoy su sentido o pretensin no es corregir o rectificar esta diversidad de partes sin abstraer diferencias, como en los ptx>cedimientos lgicos, sino aplicando unas diferencias a las otras.

    Seria suficiente que abstraysemos diferencias para que el todo metafinito se transformase en todo lgico. Si el nombre de Tierra lo aplicamos a la Luna, pudiera parecer, en principio, una metfo-ra metafinita, porque al parecer proponemos que una parte (Tie-rra) est en otra parte (Luna), que las diferencias de una parte residen dialcticamente en la otra. Sin embargo (al menos si segui-mos un proceso intelectual anlogo al de Fontenelle) (17) pronto nos elevaremos a un concepto general lgico de Tierra, del cual tanto la Tierra como la Luna, y otros planetas, sern inferiores o partes lgicas, transformando la parificacin dialctica metafinita incipien-te en una lgica por abstraccin. La unificacin metafinita se apoya en la diversidad de las partes y no tiende a borrarla por abstrac-cin: de aqu que los juicios de identidad que se formulan entre las partes y el todo y entre las partes entre s son enteramente pecu-liares y paradjicos. Implican la distincin entre el plano signifi-cativo y el plano ntico, y, de este modo, sin negar la distincin de los conceptos en el plano significativo, la afirman en el plano nti-co. Ello supone, al propio tiempo, una actitud crtica ante el co-nocimiento que explique la separacin de lo que en s mismo, est unido. Pero a esta unidad ntica slo puede llegarse a partir de la diversidad significativa, persiguiendo sus mismas consecuencias hasta el lmite y rectificndolas en l, esto es, de un modo dialctico. Por eso, toda estructuracin metafinita ha de llevar adjunta una teora epistemolgica de naturaleza crtica, que puede tener valor metafsico, desde el mismo momento que las partes estructuradas se postulen como inmanentes al rgano cognoscitivo. A este mo-mento dialctico de la estructuracin metafinita le Hamo tcnica-mente crtica m&tafinita.

    La incompatibilidad r t, en tanto que es especfica de las estruc-turas metafinitas y excluye la distincin entre las partes y el todo, requiere una discusin a fondo del axioma de desigualdad, expre-sado ordinariamente en la forma: "el todo es mayor que la parte". Las estructuras metafinitas pueden ser definidas, por de pronto, como totalidades en las cuales el todo "es igual" a la parte, sig-nificando aqu la igualdad no tanto la relacin lgica simtrica, refiexiva y transitiva cuando la participacin noemtica de conte-nidos en el sentido de la identidad. Cul es la significacin y el

    (17) Conversacioines sobre la pluralidad de mundos, noche 2.

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    fundamento de este axioma"el Todo es mayor que la parte" cuya negacin nos conduce a las estructuras metafinitas?

    Leibniz, como es sabido, intent demostrar el axioma de des-igualdad en polmica epistolar con Bernouilli. Define Leibniz lo "ms grande" y lo "UOB pequeo" de este modo:

    "A es ms grande que B y B es ms pequeo que A, si B es igual a una parte de A." Presupone el axioma A = A. Entonces propone este silogismo en iprimera figura:

    "Lo que es igual a una parte del todo es ms pequeo que el lodo." (Def.).

    "Una parte del todo es igual a una parte del todo." (Axioma.) "Luego una parte del todo es ms pequea que el todo." C. Q.

    F. D. (18). No es necesario discutir aqu la demostracin de Leibniz. Me

    limitar a objetarle el emplear el concepto de igualdad, as como el de todo y parte sin definiciones previas.

    Es preciso definir, pues, previamente las ideas de todo y parte, as como las relaciones de igualdad, mayor y menor.

    Podramos pensar, antes de nada, en las relaciones de mayor (o menor) como independientes de las ideas de todo y parte, bien por ser ideas primitivas, en s independientes, bien por derivar de son las siguientes:

    aj O bien que estas relaciones sean de naturaleza formal, en el sentido en que se dicen formales los conceptos de asimetra o de trans tividad.

    b) O bien que dichas relaciones sean de carcter material, por ejemplo, estableciendo la equivalencia entre mayor y contiene a en sentido espacial.

    Considerada como idea primitiva la relacin de mayor (o menor), restilta muy difcil de independizar por respecto a las ideas de todo y parte, Al menos no soy capaz de ofrecer una descripcin formal o material que no aluda de algn modo a las ideas holticas.

    Supongamos que queremos derivar las ideas de mayor (o me-nor) de otras relaciones, a semejanza de la derivacin usual entre lgicos y matemticos, de la relacin " = " a partir de las relacio-nes " > " y "

  • LAS ESTRUCTURAS "METAPINITAS" 23

    1, definira la relacin = ; 2, la relacin > ; 3, la relacin < ; 4, queda fuera de hiptesis entre objetos proporcionados, segn p.

    Esta teora se ofrce con la ventaja de explicar el principio del cuarto excluso que gobierna las discusiones matemticas (19). Ahora bien, p no puede ser caracterizada en trminos formales. S interpretamos p como la misma idea de relacin en general, la combinacin primera (x py . y px) no define slo la igualdad, sino cualquier lacin simtrica (pues no seran concebibles las combinaciones segunda y tercera) ni como una relacin asimtrica (dada la combinacin primera). Pero si p pretende ser caracterizada materialmente, por medio de las ideas contiene a, im/plica u otras anlogas, o bien slo ser posible definir una parte de las aplicaciones de mayor, menor e igual (a saber, las aplicaciones espaciales, lgicas, etc.), o bien nos es preciso someter a una generalizacin tan amplia los conceptos contiene a, implica, etc., que propiamente pierden su sentido originario y requieren una aclaracin por medio precisamente de los conceptos de todo y parte.

    Postulo , en consecuencia, la solidaridad de las ideas de mayor, menor e igual con las nociones de todo y parte, por lo menos con las regiones de estas ideas entre las que aquellas, relaciones pueden establecerse. Ser preciso explicar ulteriormente de un modo constructivo la derivacin de las ideas de todo y parte que no admiten la relacin de mayor (o menor) a partir de los todos y lar partes que incluyen dichas relaciones. Esta teora presupone la imposibilidad de definir desde el principio una idea del todo y de parte absolutamente general. Es preciso partir de un concepto restringido de estas estructuras para elevarnos sobre l a ulteriores ampliaciones, de la misma manera jjue el concepto de nmero obliga a ser recorrido gradualmente en sus estratos, apoyados unos en otros. Nuestro punto de partida es el concepto de todo finito, eminentemente intuible en las figuras espaciales. Primariamente, la idea mayor, como la de menor e igual, slo tiene sentido entre objetos de naturaleza cuantitativa. De aqu la dificultad de aplicar el axioma , todos y partes no cuantitativos. Parece un snsentido, e incluso una falsedad, que el todo lgico "hombre" sea mayor que la parte "Scrates" en cuanto el todjo tiene menos notas en su comprensin que la parte lgica. El axioma, en cambio, parece verificado si interpretamos mayor como significado "ms partes extensivas" que Scrates.

    La dificultad procede de que empleamos las ideas de todo y parte, en un grado notable de generalidad, juntamente con una signi-

    {19) Es ta deduccin de las trea relaciones matemticas, a part i r de laa cuatro combinaciones de una relacin, en el sentido expuesto, puede verse tiltimamente en E. W. Betli: Les fundamenta logiques dea mathematiques, libro rv , cap. I I (Monographies reunies par M. R. Feys. Pars, Gauthie-ViUars, 1950.

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    icacin cuantitativa de las ideas de mayor, igual o menor. Cuando intentamos aplicar el axioma a estructuras no cuantitativas nos vemos obligados a buscar una interpretacin cuantitativa a estas relaciones. Ninguna de las interpretaciones ofrecidas al ejemplo precedente son correctas categorialmente, aunque eventualmente una de ellas parezca ms conforme con la realidad ( el todo lgico tiene ms nmero de partes que la parte lgica). Sin embargo, es posible una ampliacin intuitiva de las relaciones cuantitativas mayor, menor o igual, adecuada a la mayor generalidad ontolgica de las ideas de todo y parte. La cantidad dimensiva (quantitatis molin) es un concepto que puede asumir una significacin ms amplia hasta llegar a ser concebido como afeccin de todo objeto (quantitas virtu-tisj (20). As tambin las ideas de mayor, igual y menor pueden ser sometidas a un anlogo proceso de "desmaterializacin" y ampliacin consecutiva, sin que por ello se esfumen las caractersticas relacinales.

    En el tdo finito (intuitivo) las ideas de mayor y menor definen la misma esencia holtica en tanto se consideran las partes divisiva-mente. El todo es un concepto que carece de sentido fuera del concepto de parte. Entre el todo y las partes (compositivamnte toma, das) existe la relacin de identidad. Pero las partes pueden tomarse tambin divisivamente, lo que nos' abre la nueva relacin formal entre el todo y cada una de las partes divisivamente consideradas. A esta relacin hago corresponder el concepto de mayor (y como reciproco el de menor). Decir que el todo es mayor que la parte os una definicin antes que un axioma.

    Este concepto de las relaciones de mayor (y menor) parece estar en desacuerdo con el ordinario sentido de las palabras, que interpone mayor ( o menor) entre objetos que no guardan la proporcin de todo o parte, como el astro y la clula. Pero, si bien se mira, la comparacin entre estos objetos, lejos de hacerse a espaldas de los conceptos holticos, slo gracias a ellos alcanza efectividad. Las comparaciones de orden "astro es mayor que clula" no son simples e inmediatas, sino que reclaman las siguientes fases intermediarias, sEdvadas instantneamente por un acto de intuicin:

    1. Comparacin del astro con una partcula suya (relacin de mayor).

    2." Comparacin de esta partcula con la clula, pero en tanto que son inferiores de un mismo todo, lgico esta vez, a saber, la figura geomtrica esferoidal, pura idea, en la que se equipara la partcula y la clula. La relacin entre dos partes lgicas puede llamarse s&mejanea oen el caso particular de los conceptos cuantitativosigualdad. *

    (30) Santo Toms, I-U, q. 62, a. 1.

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  • LAS ESTRUCTURAS "MOTAFINITAS" 241

    3. Entonces es cuando podemos pasar a la afirmacin de que el astro es mayor que la clula.

    Es el camino de Leibniz inversamente recorrido. Consideramos como solidaria de todo y parte la idea de mayor y slo a travs de la idea de igualdad la podemos aplicar a,otros objetos que no son partes del primer todo, pero que lo siguen siendo de un todo lgico comn a la parte del todo primero que guarda relacin de igualdad con aquellos otros objetos.

    Estas fases interpretativamente apuestas en la comparacin de dos objetos que se guardan entre s la relacin de todo a parte se justifican considerando que la comparacin tiene que establecerse entre objetos homogneos; pero la presencia de una propiedad ho-mogeneizadora slo alcanza explicacin funcional si se le concede el papel de trmino medio en el sentido de la igualdad de la fase 2.*.

    Si se analiza la relacin de mayor (o menor) a la luz de los puros conceptos holticos de todo, parte e identidad, obtenemos estas dos notas de la idea de mayor (y correspondientemente de la idea de menor) que comparadas entre si constituyen ya una tensa paradoja. Mayor, dice, en efecto:

    1. Que el todo es distinto de la parte. 2. Que el todo se identifica con la parte en el sentido de que no

    es algo separado de ella, sino que posee todo el ser posedo por la parte, cuyo ser se agota. (Me refiero a los todos actuales o conno-tativos).

    La paradoja deriva de la misma diversiflcacin de la unidad (identidad estricta) originaria del todo en partes divisivamente consideradas; deriva de la misma abstraccin de la parte por respecto a las dems, pese a que todas se presuponen en contexto. Esta paradoja abre, por lo dems, el camino hacia la teora de los predicables, es decir, hacia la gran idea de que existen diversos grados de identificacin entre la parte y el todo.

    8 ESENCU DE LOS PROCESOS DIALCTICOS.

    Las estructuras metafinitas, por definicin, son sistemas holticos en los cuales el Todo deja de ser mayor que la parte para identificarse con ella.

    Ahora bien, a la nocin de Todo (correlativa a la de parte) le pertenece esencialmente, segn he postulado, la relacin de mayor por respecto a las partes; hasta el punto que el "axioma de desigualdad" ha podido ser considerado como una autntica definicin de lo#

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    sistemas holticos que, en tanto lo verifican, sern llamados, en adelante, sistemas o estructuras holticas finitas.

    Pero en las estructuras metafinitas negamos precisamente el axioma de desigualdad. Desde el punto de vista lgico o analtico esta negacin obliga a retirar de las estructuras que no lo cumplen las relaciones de Todo y Parte, en tanto que stas se consideran definidas por el axioma de desigualdad; o bien, nos obligara a ampliar el concepto de estructura holtica, de suerte que las estructuras holticas finitas quedasen reducidas a condicin de especie por respecto a un gniero holtico, del cual fuesen representaciones (especies), de un lado, los sistemas holticos finitos, que cumplen el axioma de desigualdad y, de otro, los sistemas holticos que no la cumplen.

    Sin embargo, ninguna de estas dos soluciones explican cumplidamente las sutiles relaciones que median entre las totalidades finitas y los sistemas que he llamado metafinitos. La primera, porque compromete la estimacin de las estructuras metafinitas como sistemas holticos; sin embargo, terminantemente afirmo que en estos sistemas son imprescindibles las relaciones de Todo y Parte, La segunda, porque lleva implcita la posicin de un concepto (unvoco o, si se prefiere, analgico), del cual seran especies (o modos) las totalidades finitas y las metafinitas.' Pero con esto perderamos una relacin verdaderamente esencial que media entre ambos tipos de totalidad, a saber: la relacin de prioridad de los sistemas finitos por respecto a los metafinitos, y la inexcusable necesidad de que stos sean construidos a partir de aqullos. Es incorrecto "hiposta-siar" la nocin de "Todo" como concepto que comprende respectivamente a los Todos finitos y a los metafinitos: el concepto de Todo queda salvado, primariamente, en las estructuras finitas y slo despus puede objetivamente construirse el concepto de totalidad me-tafinita. No se t rata de que, por motivos psicolgicos, noticos, las estructuras finitas deben ser conocidas, en primer lugar, sin perjuicio de su equiparacin noemtica, objetiva, con las estructuras metafinitas a la manera como ocurre, por ejemplo, con las leyes del tringulo por respecto a as leyes del polgono que, primero, debemos conocer las de aqul para poder pasar posteriormente a las de ste, si bien, ulteriormente, el tringulo queda, objetivamente, situado en el mismo orden lgico que los dems polgonos, como un caso particular de ellos, para n = 3. En el caso de los campos holticos la prioridad de las estructuras finitas no es slo notica, sino tambin noemtica. No es justo, si queremos respetar las esencias objetivas, concebir el Todo como un sistema que, al menos noemticamente, se "divide" en dos especies o modosel finito y el metafinito. Esta concepcin tiene slo una verificacin verbal: su apariencia de verdad descansa nicamente en las necesidades de la "exposicin" oral

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  • LAS ESTRUCTURAS -'MErAFINITAS" 243

    I

    O escrita. Pero, en s mismo considerado, ms bien hay que conce-blT el concepto de "Todo" como verificndose objetiva, primaria y plenamente en las estructuras finitas, y slo despus deaanollndose en su dimensin metanita.

    Alguien se sentir tentado a concebir este proceso como un caso iiormal de atribucin. Segn esto, el concepto de "Too" debera interpretarse como un anlogo de atribucin, siendo el Todo finito el primer analogado; los sistemas metafinitos recibiran las rela-ciones de "Todo y "Parte" por atribucin o denominacin extrnseca de los todos finitos en virtud de ciertos vnculos genticos que siem-pre existen entre el concepto de Todo finito y el de estructura me-tafinita.

    Sin mbargo, esta solucin no explica la intemidad con que las estructuras metafinitas reciben las relaciones de Todo y Parte. Loa conceptos anlogos de atribucin no son propiamente un solo con-cepto objetivo, segn la interpretacin "tomista" que presupon* go (21). Pero las estructuras metafinitas son TotcUidades en virtud de una denominacin intrnseca, y el concepto de Todo es un ver-dadero concepto objetivo.

    Lo que sucede es que el concepto de "Todo", en su universal am-plitud, es un modelo tpico de los conceptos que llamar dMcticos y ,por consiguiente, no puede ser formalizado con la sola ayuda de los conoeptoa lgicoscomo son los conceptos unvocos o analgicos. En los conceptos lgicos, las notas (de su connotacin) se presen-tan continundoae las unas a las otras, mientras que en los con-ceptos dialcticos es preciso que una nota, o un grupo de notas, se presente como rectificacin de otras notas previas, aunque esen-ciales. Todo concepto dialctico consta, por lo menos, de un par de momentos opuestos, pero la recproca no es cierta: no todo par de conceptos opuestos (segn la negacin, la privacin, etc.) constituye por si slo una estructura dialctica, como pretende Croce (22), ya qu se necesita que uno derive de otro, segn ciertas operaciones determinadas. Como ejensplo citar el concepto general de nmero, que tiene una explicacin muy fozada dentro de teoras como la abs-traccin o la intuicin. Es imposible elevarnos por abstraccin l-gica, o por intuicin, al concepto general de nmero: los momentos que contiene la riqusima esencia del nmero no pueden ser intuidos o abstrados simultnejunente, ni tampoco admiten una simultanei-dad noemtica, sino qu deben ser construidos los unos a partir de los otros; adems, esta construccin procede como una rectifica-cin de las fases precedentes, al menos, en alguno de sus puntos. As,

    (21) Los anlogos atributivos son sistemas de varios conceptos. La ana-loga de los conceptos es doble: la e> atribulacin y la de proporcin m-tafrlca (por ejemplo, la que media entre el hombre pintado y el real). Vase Araujo, In univeraam, AHstotelis Methaphytioam, t. I, Ub. III, q. I, art. 22.

    (22) ogica como scienza del concetto puro. Bar, 1906. Parte I, seo. I, ca-pitulo IV. '

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    partimos del concepto de nmero natural y mediante una rectifica-cin de las propiedades de la sustraccin, nos elevamos al nivel del concepto de nmero negativo, segundo momento de la esencia del nmero que, con el primero, constituye el concepto de nmero en-tero. Una segunda rectificacin nos introduce en el momento irra-cional del nmero; una tercera rectificacin (relativa a las leyes de las races pares de los nmeros negativos) nos sita fente al n-mero imaginario, momento del nmero que, con los anteriores, com-pone la estructura completa del nmero, dialcticamente conquis-tada (23).

    Los conceptos dialcticos son un caso particular de los procesos dialcticos del entendimiento humano. Como quiera que las inter-pretaciones acerca de la actividad dialctica del espritu son nume-rossimas, y la aclaracin de la quintaesencia de las estructuras me-tafinitas no puede Uevarse a cabo a espaldas de la interpretacin que de la actividad dialctica presuponemos, conviene no dejarla sobreentendida, sino exponerla de modo que, no por sucinto, pueda resultar insuficiente.

    Con objeto de alcanzar una idea clara de la actividad dialctica del espritu, comenzar introduciendo el concepto de "rectificacin". Acaso el rasgo en el cual coinciden todajs las concepciones de la ac-tividad dialctica, desde Platn a Hegel, desde Zenn a Gonseth, es ste: "Discurso intelectual que procede por rectificaciones."

    Qu es rectificar? Els una operacin, un acto intelectual, por el cual el entendimiento conoce no ya un objeto o estructura objetiva, ni tampoco simplemente se conoce a s mismo, sino la relacin que un acto suyoun acto intelectualdice a una estructura objetiva, en tanto que esta relacin es de inadecuacin y, por consiguiente, en tanto que es preciso adecuarla, corregirla, rectificarla. El dina-mismo' inherente a la actividad dialctica se funda en este conoci-miento que el entendimiento tiene de si mismo; conocimiento que debe ser, hasta cierto punto, interpretado como prcticode una practicidad intelectual ya que, en virtud de l, no slo conoce el es-pritu la inadecuacin de su acto al objeto, sino tambin la prc-tica aptitud del mismo para desencadenar los actos adecuados o ms adecuados.

    Este concepto de rectificacin, tal como ha sido expuesto, es de-liberadamente muy genrico, tanto que su indeterminacinque no excluye su rigurosa estructura conceptualle permite arrogarse el ttulo de nota comn a las ms caractersticas situaciones dialc-ticas o doctrinas sobre la dialctica que se han formulado.

    (23) EBta Interpretacin es muy discutible, y s

  • LAS ESTRUCTURAS "MOTAFINITAS" 245

    Rectificar significa, principalmente, corregir la inadecuacin de un acto intelectual previoa partir de au contenido. Pero esta in-adecuacin no tiene por qu consistir nicamente en una oposicin contradictoria del acto a la situacin objetiva (en cuyo caso la rectifi-cacin tomar la forma de una contradiccin o negacin antittica del acto intelectual). El concepto de dialctica desarrollado por Hegel y, sobre todo, por los marxistas, interpreta la rectificacin dialctica como una negacin del acto intelectual (concepto o proposicin consi-derado (24). Pero, objetivamente analizada la cuestin, la negacin S slo un caso particular, aunque eminente, de la rectificacin. Porque la rectificacin puede proceder por otras vas lgicas. Por ejemplo, no solo hay rectificacin cuando del concepto A pasamos al -A, sino tambin cuando terminamos en otro concepto Aj que se diferencia de A en alguna nota: la rectificacin ha consistido, en este caso, en una ampliacin o restriccin del concepto A. La dialctica caracte-rstica del dilogo socrtico "rectificaba", antes por ampliacin o restriccin, que por negacin (25). E3 principio de complementa-cin, introducido en Fsica por Niels Bohr (26), en cuanto opera-cin dialctica, implica una rectificacin en el sentido de la am-pliacin : la teora corpuscular es rectificada no ya por su contraria, sino por la adjuncin de la teora ondulatoria como teora comple-mentaria. Esta adjuncin es siempre una rectificacin del acto inte-lectual que concibi la teora corpuscular como la nica que explica los hechos fsicos: la adjuncin de muestra que este acto es inade-cuado (27). Lo que algunos llaman "dialectizar" un concepto no es otra cosa sino rectificarlocriticarlo^por medio de ampliaciones u restricciones, de negaciones parciales y, eventualmente, totales. A partir de los datos de la percepcin la actividad del espritu, pro-cediendo ante todo dialcticamente, llega a la creacin de un "sobre-objeto", que es el resultado de una objetivacin crtica, una objeti-vidad que no retiene del objeto ms que aquello que ha criticado (28). Tratndose de proposiciones, podemos hablar de rectificacin, por ejemplo, no slo cuando la corriente intelectual desemboca en la proposicin contrarictoria, sino tambin cuando restringe el cam-po de la proposicin considerada, adjuntndole antecedentes, o la ampla, suprimindoselos, o bien, cuando la seala excepciones o casos particulares, en suma, cuando la "matiza".

    (24) Conce: Dialectal Materialism. London, 1936, pgs. 51 y as. (26) Rodier: Evolutin de la Dialectique de Platn. L'anne Phllosophl-

    que. 1906. (26) J. L. Destouches: Les principes fondamentaux de la Physigue teo-

    riqu,e, p&g. 158. (27) Podra objetarse que. aun en este tipo de rectificacin, est presente

    una negacin. As, lo que en el ejemplo citado niego es que la teora corpuscu-lar sea la nica Acaso este punto de vista es justo en trminos psicolgicos; pero es notoriarnente insuficiente considerada la cuestin noemticamente. Ea evidente que los trminos objetivos (noemticos) de la rectiflcacin no son siempre negaciones del objeto rectificado.

    (28) Bachelard: La PMloaophie du non, p4g. 139.

    Gustavo Bueno, Las estructuras 'metafinitas', Revista de Filosofa del Instituto Luis Vives, Madrid 1955

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  • 2 4 6 GUSTAVO BUENO MABTfNHS

    Consideremos un razonamiento en Brbara o en CeJarent como forma cannica del movimiento lgico del pensamiento. Las formas Brbaro, Celarint, podran simbolizar formas extremas del movimien-to dialctico. En ellas, en efecto, un proceso en Brbaro o Celarvnt denuncia un entendimiento que se niega, se desdice o rectifica a s mismo. Si sabemos que la clase a pose la propiedad y>, el proceso lgico consiste en predicar f del elemento (a) de a (Brbara). EJl proceso dialctico consiste, en este caso, en retirar ip de (a) (Br-baro), aunque previamente la hayamos predicado de a. Este proce-der es inconsecuente desde el punto de vista lgico: sin embargo, el "asombro", la "excepcin", son categoras intelectuales que slo pueden ser explicadas mediante procesos de tipo Brbaro o Celerint. Si yo me asombro de que la Drosera se "alimente por las hojas", atrapando ciertos insectos, es debido a que, espontneamente, haba pensado que, por ser planta, deba tomar los alimentos por las races.

    El problema precio que, a mi entender, plantean los procesos dia-lcticos es el de su clasificacin entre los mecanismos gnoseolgicos. Es indiscutible que psicolgicamente la actividad dialctica existe: la cuestin es determinar si esta actividad, adems de su realidad psicolgica, tiene un inters gnoseolgico y un puesto en el sistema cientfico por encima del que le correspondera como pura ancdota perteneciente al orden de la investigacin. Pueden interpretarse de este modo los hechos: efectivamente, en el curso del pensamiento ps-quico alguien ha podido afirmar y postular el principio "todas las plantas se alimentan por las races". Desde esta afirmacin la rectificacin es imprescindible si se quieren reconocer los hechos, como el de la Drosera rotundifolia. Pero a esta rectificacin no po-dra otorgrsele un puesto en el sistema de la ciencia botnica, pues para ello sera preciso que tambin constase en este sistema, como contenido formal, la proposicin: "todas las plantas se alimentan por las races", que es falsa; y las proposiciones falsas no pueden entrar como contenidos formales de los sistemas cientficos.

    Ahora bien, este punto de vista, que quiere reducir la actividad dialctica al mbito meramente psicolgico (al ordo inventtonis) no es siempre tan fcilnjente verficable como el ejemplo recin citado: es ste un caso extremo, en el que la rectificacin cocsiste en una negacin terminante que autoriza a llamar errneo al contenido rec-tificado y, por tanto, a excluirlo del sistema (del ordo doctnae). Sin embargo, la rectificacin no tiene siempre este perfil tan rigu-roso: el contenido rectificado no es siempre errneo y, por ello, no sobra "a priori" del sistema. Incluso cuando sea declarado errneo podra exigir un puesto en la ciencia siempre que, aun errneo, fue-ra estacin necesaria previa para la conquista de la verdad. De he-cho, esta situacin no es extraa al conocimiento cientfico hasta el punto de que de l podra decirse lo que Simaoel afnna del conoc-

    Gustavo Bueno, Las estructuras 'metafinitas', Revista de Filosofa del Instituto Luis Vives, Madrid 1955

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  • LAS ESTRUCTURAS "MBTAnNITAS" 247

    miento sociolgico interpersonal: "... el error se halla coordinado a la verdad. El finalismo de la vida, tanto externa como interna, cui-da de que poseamos tanto de una como de otra, lo que justamente constituye la ibase de la actividad que podemos desarrollar" (29).

    El concepto de Sistema denttfico lgico puede, en lneas genera-les, considerarse como utpico: es un concepto lmite, slo veriflcable en algunos trechos de los sistemas cientficos efectivos que, en su mayor parte, estn sometidos a las vicisitudes y leyes psicolgicas del pensamiento humano. Como es sabido, en nuestros das la acti-tud intuicionista (Brouwer, He3rting) defiende, sin duda exagerada-mente, esta tesis. Cmo separar el orden gnoseolgico del orden psicolgico? La ciencia no es un edificio acabado y analtico, sino un sistema en perpetuo movimiento. Las construcciones de la Fsica estn afectadas por las leyes psicolgicasse cita el principio de Heisemberg. La misma Matemtica no significara nada separada de el espritu que la construye, y este espritu procede no slo por lneas lgicas, sino tambin, y sobre todo, por lneas dialcticas.

    Frente a frente tenemos, pues, a dos teoras contrapuestas sobre el significado gnoseolgico de la dialctica. Para la primera, el orden cientfico de la dialctica es nulo o prximo a cero; su inters es fuertemente psicolgico. Para la segunda, el valor cientfico de la dialctica es mximo, por cuanto los sistemas cientficos estn, en gran parte, construidos dialcticamente. Podemos llamar aristotlica a la primera teora sobre la dialctica; platnica a la segunda. Aris-tteles, como es sabido, distingui ntidamente entre la Analtica y la Dialctica, como si se tratase de dos mundos hasta cierto punto autnomosdistincin que, a su modo, aprovech Kant (30). La Analtica es la ciencia de la demostracin cientfica; la Dialctica se refiere al estudio de los razonamientos probables (31). Platn, en cambio, recogiendo la herencia socrtica, establece, tanto en la teora como en la prctica de sus dilogos, una continuidad admi-rable entre el mundo de la opinin y el mundo de la ciencia; la dia-lctica estriba, ante todo, precisamente en el trnsito del primero al segundo. La dialctica se compone de la awa^afr) y de la Stolpsan; y la primera consiste en reducir un gnero nico la multiplicidad dada en la experiencia. Esta reduccin equivale a lo que antes hemos llamado rectificacin. La dialctica procede eliminando las hiptesis para alcanzar el principio mismo (32).

    Resueltamente me declaro partidario de la teora "platnica". Es cierto que muchos procesos dialcticos no pueden ser articultulos en las lneas de un sistema cientfico; pero otro tanto les ocurre a

    (29) Slmmel: Sociologa. V: El secreto y la Bocledad secreta. (30) K a n t : Kr. d. r. V. I, Zw. T., IV: Von der ElnteUung der transszen-

    dentalen Loglk die transszendentale Analytlk und Dtalektlk. (31) Aristteles: Tpicos, Ub. I, cap. I. (32) Rodler, op. da.

    Gustavo Bueno, Las estructuras 'metafinitas', Revista de Filosofa del Instituto Luis Vives, Madrid 1955

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  • 248 GUSTAVO BUENO MARTNEZ

    incontables procesos "anal t icos" o "lgicos". L a demostracin de que los procesos dialcticos tienen inters gnoseolgico, superior a] puramente psicolgico, es muy difcil, y desborda, desde luego, los lmites de este trabajo. Me limitar, por lo tauto, a postular esta demostracin, y nicamente ilustrar la tesis platnica con el an-lisis de un proceso intelectual que, constituyendo indiscutiblemente un trozo de la ciencia matemtica, posee, al mismo tiempo, una in-equvoca naturaleza dialctica: el "artificio" que emplean los ma-temticos cuando quieren hacer utilizable el concepto de derivada de una funcin dada. Dada la funcin t/ = /(a;), y supuesto que al incremento Aa; de la variable corresponde el Ay de la funcin, el lmi-te al que tiende el cociente Ay/Ax (cuando Ax tiende a cero) es la derivada de la funcin. Pero cmo hallar, de hecho, la derivada de una funcin ? Si nos limitsemos a hacer Aa; = O, el lmite del cociente Ay/Ax sera siempre 03. Por consiguiente es preciso ope-rar con Aa; como si no fuera O para hallar un equivalente de Ay/Ax. Slo entonces, y abstrayendo el lmite de Ay/Ax directamente (es decir, rectificando el resultado00a que este cociente nos con-duce), hallaremos el lmite, cuando Aa; tiende a cero, del equivalente de Ay/Ax.

    Despus de admitida, a ttulo de postulado, la tesis del valor gnoseolgico de los procesos dialcticos, lo que importa verdadera-mente para nuestro propsito es conocer los mecanismos por los cuales se regula el entendimiento cuando se mueve dialcticamente al menos, los mecanismos que nos permiten comprender la cons-truccin dialctica de las estructuras metafinitas.

    La teora clsica de la dialcticacuyo expositor mximo es Hegelviene a suponer una naturaleza dialctica del entendimiento, segn la cual ste "pone" una tesis que luego retira o refuta dia-lcticamente (anttesis). Esta teora, aparte de que no da razn de semejante proceder, es incompatible con el postulado de no-contra-dictoridad de los sistemas. Ea imposible que el entendimiento se rec-tifique en virtud de una ley puramente notica: es incomprensible que el entendimiento abandone sus posiciones en virtud de la ley on-tolgica de su movimiento. El entendimiento, como todo ser, slo por medio del principio de identidad, de consecuencia consigo mis-mo puede ser entendido sinceramente. La repulsin que los lgicos guardan por respecto a la dialctica deriva, seguramente, de la teo-ra hegeliana de la dialctica.

    Voy, pues, a esbozar una teora "no-hegdiana" de los mecanis-mos dialcticos. Esta teora hace derivar el proceder dialctico de la confluencia de las leyes de los objetosnoemascon las leyes del entendimiento; o, si se prefiere, de la confluencia de las mismas

    Gustavo Bueno, Las estructuras 'metafinitas', Revista de Filosofa del Instituto Luis Vives, Madrid 1955

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  • LAS ESTRUCTURAS "MHrAFINITAS" 2 4 9

    leyes intelectuales en tanto que llegan a oponerse "arrastradas" por la legalidad objetiva del orden noemtico. Mi explicacin no se re-fiere a la universalidad de los mecanismos dialcticos, sino solamente a aquellos que puedan servir para estudiar la construccin de las es-tructuras metafinitas, a saber: los procesos dialcticos sobre los que llamar campos climacoiyicos (, yj-'-v-a?, grado). Un campo clima-colgico es un conjunto de objetos que pueden ser ordenaos. El conjunto de los nmeros naturales, o el conjunto de los matices cro-mticos de la serie amarillo-rojo, son modelos de campbs climacol-gicos. Los valores, y su propiedad ms destacadala polaridad son tambin modelos de campos climacolgicos.

    El concepto de campo climacolgico presenta graves dificulta-des por respecto a la teora de las ideas como esencias rgidas, que no puedenal igual que los nmerosperder ni ganar notas sin des-truirse (33).

    Es difcil comprender, ciertamente, siendo la idea de rojez una esencia fija, qu son lgicamente los grados de intensidad de esta esencia. La rojez parece que ha de estar ntegra en cada objeto rojo, ya que, en otro caso, ste no sera tal; del mismo modo que la esencia hombre ha de estar ntegra en cada sujeto, o la esencia polgono en los objetos poligonales. Esta rigidez de las esencias pro-cede del principio de contradiccin que establece axiomticamente esta disyuntiva: un objeto es A (rojo, humano, poligonal) o no-A. Es decir, la oposicin contradictoria. Y es esto lo que hace inexpli-plicable: 1." Que pueda hablarse de ciertos grados de A; todo grado de A deber contener ntegro a A; cmo, pues, admitr las inten-sidades de una esencia por naturaleza fija e inmutable? 2. Pero el punto culminante de esta gradacin tiene lugar cuando llegamos a ciertos grados "prximos a no-A"; tan prximos que, en cierto momento, podemos decir que hay ms distancia de A_^^ a A, que de An a B^. As, por ejemplo, el rojo va transformndose en amari-llo; el pez va transformndose, segn la doctrina de la evolucin, en ave; el polgono, en circunferencia.

    En conclusin: para el punto de vista de la oposicin contra-dictoria, resulta inconcebible la ordenacin climacolgica de una esen-cia, sobre la que se basan los procesos dialcticos de metbasis. Lo que aqu interesa hacer ver es que el problema encerrado en toda metabsis climacolgica debe ser trasladado, antes aun, a su ori-gen, que es la ordenacin climacalgica misma. El concepto de cam-po climacolgico es, por s mismo, una fase dialctica por respecto al esquema de la contradiccin.

    Cmo explicar, desde este esquema, la posibilidad de grados en las esencias? Aristteles insinu que estos grados no seran pro-

    (33) Aristteles: Met., H, 3, 1043 b.

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  • 250 GUSTAVO BUENO MARTlNSZ

    pamente formas de una misma esencia, sino resultados de la combinacin en un sujeto de diversas esencias. El rojo podra entrar en distinta combinacin con el amarillo, y de ah saldran los grados del rojo. Segn esto, si bien es imposible llegar a una gradacin a partir de una esencia en s misma considerada, no habra inconveniente en construirla por la colaboracin de distintas esencias. Un matiz rojo, cercano al amarillo, ser igualmente rojo que el matiz saturado, slo que "rebajado" por el amarillo. Los grados no lo son de las esencias, sino de los objetos que las verifican. Las esencias que pueden entrar en combinacin gradual con otras seran el fundamento de los conceptos opuestos segn la contrariedad (34).

    Sin embargo, la explicacin "aristotlica" no es satisfactoria desde el punto de vista lgico. No ya porque obliga a conceder que en los grados inferiores estn presentes los grados mximos, sino, sobre todo, porque plantea la cuestin en otro terreno del oportuno. Podr, si se desea, admitirse la teora aristotlica sobre los grados del rojo; pero esta teora es de carcter ontolgico y no lgico. De hecho, en la percepcinque es donde tiene su verificacin la esencia rojolos grados del rojo son grados de una esencia. Que estos grados sean causados por otra esencia no excluye el que formalmente sean grados de la esencia: es en este nivel formal, no causal, donde debemos situarnos. Hay que explicar, en todo caso, lgicamente, por qu hay esenciasperfecciones en trminos escolsticosque admiten grados en sus aplicaciones o combinaciones con otras cuando hay esencias que nos los admiten. La gradacin es propia de las esencias y podra formularse como una gradacin virtual por respecto a las diversas proporciones de combinacin con otras esencias. Es la misma idea de polgono la que admite grados y la que se transforma en crculo (35).

    Si, pues,' se admiten grados en el interior de las esencias, es preciso explicar de otro modo las relaciones que eseas esencias clima-colgicas guardan con las esencias rgidas. Podra pensarse si en lugar de hacer derivar las esencias climacolgicas de las esencias rgidas (por medio de combinaciones entre stas) no sera ms til proceder de un modo opuesto: explicar las esencias rgidas a partir de las climacolgicas. Estas seran las primarias; las rgidas el resultado de abstracciones"de cortes transversales"sobre aqullas (36).

    (34) Hamelin: L'Opposition des concepta d'apres Aristote. L'Anne philo-sophlque, 1905.

    (35) tJn fino an&lUIs de este proceso en DOCK, Vers une synihst moderno du savoir (A. S. I., 1109. Paxis, 1960, p&gs. 37-38.)

    (36) Sin embargo, los conceptos rgidos, aunque abstractos, han de ser considerados como momentos dialcticamente necesarios en la organizacin de la experiencia. "La fijeza de las especiesdijo Cuvieres una condicin necesaria para la existencia de una Historia Natura l cientiflca." Citado por O. Hertwlgt, La gnesis de los organismos (trad. esp. de la Biblioteca e Ideas del Siglo xx) . T. I, pg. 315.

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  • LAS GSTRUCTUKAS "MBTAFINITAS" 2 5 1

    En la imiposibilidad de estudiar ms por extenso la ontologia de los campos climacolgicos, me limitar a postularlos, en el estado en que han sido descritos, para poder iluminar, desde ellos, el me-canismo de ciertos procesos dialcticos.

    La actividad dialctica del espritu se funda, segn la teora que defiendo, en lo siguiente: el entendimiento recorre "lgicamen-te" campos climacolgicos; pero precisamente este camino es el que va desviando de la serie al entendimiento en cuanto los grados de sta comiencen a sufrir la influencia de otro campo distinto, que se interfiere en el campo climacolgico de partida. La desviacin o rec-tificacin de la trayectoria, que culmina en la metbasis o paso al lmite, es debida, por lo tanto, a las mismas conexiones ideales entre los objetos abstractos, por los cuales transita lgicamente el enten-dimiento. La trayectoria dialctica es la resultante de las fuerzas lgicas confluentes, de parecido modo a como la trayectoria curva de un planeta es la resultante de la confluencia de dos tendencias rec-tilneas, a saber: la inercia y la gravedad solar.

    En el caso ms sencillo, el paso al lmite se obtiene de la siguien-te manera:

    1. Serie o campo A (a, b, c ... n ) . Aplicacin de

  • 252 GUSTAVO BUENO MARTNEZ

    goras eidticas? En qu consiste su capacidad organizadora, cog-noscitiva? Las explicaciones que sigun estn adaptadas a los pro-cesos metafinitos; no tienen pretensin de teora general.

    Los campos climacolgicos deben ser considerados como una for-ma sui generis de unificacin de la experiencia (unificacin por relaciones). Ahora ibien, sobre las "unidades climacolgicas" pue-den, a su vez, actuar las categoras lgicas de unificacin (abstrac-cin formal y total) que tambin operan sobre campos no climaco-lgicos.

    Pero la elaboracin iptelectul caracterstica de los campos di-maoolgioos, intuidos ya^ en la percepcin del espacio es la meta-basis dialctica, es decir, el paso al lmite de naturaleza dialctica. El campo climacolgico no nos conduce al lmite por el mismo: es ne-cesario un esfuerzo intelectual caracterstico (la metbasis) que; por respecto a los campos climacolgicos, tiene el mismo significado que la abstraccin total por respecto a los campos no climacolgicos.

    El paso al lmite es una operacin ciertamente tan maravillosa que fcilmente caemos en la tentacin de describirla en trminos msticos, como puede verse, por ejem,plo, en el P. Gratry o en el Cardenal Newmann. Voy a esforzarme en dar de la metbasis una descripcin en trminos estrictos de abstraccin.

    La metbasis puede interpretarse como una forma sui generis de abstraccin. El lmite es entonces una esencia o idea abstracta, pre-cisamente una esencia que preside toda la serie climacolgicaes de-cir, que nunca es "un grado ms", ni siquiera el ltimo (38). Los grados del campo climacolgico, por respecto a lo que llamar lmite primero, vienen a ser lo que los inferiores son por respecto al uni-versal lgico.

    En qu consiste la capacidad organizadora, la virtud cognos-citiva de los conceptos lmites? Para responder a esta pregunta es necesario analizar, aunque sea esquemticamente, ciertos estadios crticos de los procesos dialcticos.

    En los procesos dialcticos que consideramos debemos distinguir estos elementos :

    1) El campo climacolgico (A) de un lado y el lmite (B) del mismo por otro,

    2) En el campo climacolgico (A) hay que distinguir, a su vez, en el caso ms sencillo:

    aj Un par funcional de notas (m,n) que son, a la vez, partes esenciales del campo (A)y, por tanto, de cada uno de sus gra-dosy distintas u opuestas entre s.

    Ejemplo 1. En el campo holtico, constituido por las circun-

    (38) Es ta conclusin permite dar una justlflcacln lgica del principio aristotlico, recogido por los escolsticos: "Quod estt mxime tale (es decir, el lmite), in aliquo genere, est causa omnium quae sunt illius grencris. Vase Aristteles, Met., Ub. II, cap. I, 993 b. Santo Toms, I, q. 2, a r t . 3.

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  • LAS ESTRUCTURAS "METTAFINITAS" 253

    ferencias de distinto radio y sus tangentes respectivas, el par fun-cional est formado por las notas "curva" y "tangente".

    Ejemplo 2. En el campo holtico, constituido por las diversas estnicturas holticas espaciales, el par funcional est formado por las notas "todo" y "parte".

    Ejemplo 3. En el campo ontolgico, constituido por los entes finitos, el par funcional queda formado por las notas "esencia" y "existencia".

    Ejemplo 4. En el campo fsico, constituido por las diversas ve-locidades de un cuerpo que se mueve en lnea recta, el par queda constituido por las notas "aceleracin positiva" y "aceleracin ne-gativa".

    b) La nota variable f cuyos valores determinan total o parcial mente, precisamente, los grados del campo climacolgico. En el ejem-plo 1, (p puede ser la distancia de los puntos de la tangente a la cur-va. En el ejemplo 2, f puede ser la diferencia entre m y n. En el ejemplo 3, f puede ser la potencia. En o lejemplo 4, f puede ser el roce (los impedimentosimpedimentade que habla Galileo).

    Supuesta esta estructura mnima de los campos climacolgicos, el proceso dialctico que promueven puede descomponerse en las siguientes fases:

    I. Construccin de campo climacolgico (A). Cada uno de los grados de este campo consta, por lo menos, en su connotacin de las notas (m,n, f).

    II. Conocimiento de una esencia o serie de esencias (B) que, en nuestro caso, deben cumplir el principio de identidad (por ejem-por, en la forma emprica del movimiento uniforme).

    III. Metbasis o paso de (A) al lmite (B), Los lmites se ob-tienen por la variacin de p, sea porque toma el valor co o el va-lor 0. En los ejemplos citados consideramos el lmite cuando

  • 254 GUSTAVO BUBIO lIABTlNEZ

    tad finita y, por conaiguiente, se nutre de contenidos finitos que, juntamente con aus propiedades deben ser el primer paso de nues-tra consideracin. El segundo paso consistir en llevar estos con-tenidos hasta sus semejantes infinitos. El tercero y ltimo consiste en intuir estas figuras infinitas desde el punto de vista del infinito simple, que no tiene figura ni contenido concreto, sino que ms bien es la complicacin de todos ellos, aun de los contradictorios (41). Se trata ciertamente de un nuevo modo de alcanzar el infinito, la unidad de todas las cosas, no por las vas lgicas de la analoga o de al eminencia, sino por un empleo dialctico de la negacin, que pretende apoyarse en lo finito y diversificado para pasar en virtud de las propias leyes de lo limitado a una autodisociacin de las es-tructuras mentales que, en el mismo momento, abren la intuicin de lo perfectamente unido e infinito.

    La misma o parecida doctrina ensea el P. Gratry. Conoci, des-de luego, el sacerdote oratoriano la diferencia entre los dos "pro-cedimientos rigurosos de la razn": el procedimiento silogstico y el procedimiento infinitesimal. Dejemos aparte la cuestin de si el paso al imite es un reconocimiento o ms bien un acto de abstraccin. Lo que ahora quiero resaltar es la circunstancia de que el P. Gratry, como antes Nicols de Cusa, interpreta el paso al lmite en cuanto operacin que nos abre la puerta hacia una esencia eterna, inmensa y difana, que est por encima del mundo emprico, y en la cual des-cansa propiamente el entendimiento (42).

    Sin embargo, la metbasis no puede considerarse como trmino del proceso dialctico, pues el lmite primero o vaco carece, en ge-neral, de inters cognoscitivo por s mismo. Este lo adquierecomo tratar de demostrar a continuacincuando el lmite es reaplica-do a los grados del campo climacolgico para obtener el lmite se-gundo o limite contracto. Interpretando libremente la distincin pla-tnica podramos aqu decir que el proceso dialctico no se termi-na con la uva(

  • LAS ESTRUCTURAS "METAFINITAS" 2 5 5

    animal para estudiar la reaccin del organismo hambriento, hacemos algo muy semejante a las operaciones propias de la metba-sis. Tambin aqu suprimimos (mentalmente) una condicin o elemento if de un sistema (m, n, f) para estudiar las consecuencias de esta abstraccin. Y stas, en nuestros ejemplos, consisten en que, al desaparecer f, el sistema "reacciona" en un sentido objetivamente determinado, "creciendo" la unidad entre (m) y (n)la curva se confunde con la tangente (ejemplo 1), la parte se hace idntica al todo (ejemplo 2), la esencia se fusiona con la ejcistencia (ejemplo 3) y la aceleracin negativa se hace igual a la aceleracin positiva en el movimiento uniforme (ejemplo 4), Acomodndonos a los esquemas de ia experimentacin, podria decirse que el sistema (m, n, y), al perder f "ha reaccionado" en el sentido de la aproximacin o identificacin entre (m) y (n), ni ms ni menos a como "responden" las paredes de un tubo elstico cuando se hace el vacio en su interior. Es muy sugestivo situarse en el punto de vista noemtico y considerar a las ideas abstractas (noemas) como estructuras ideales, con leyes objetivas rigifrosas, y susceptibles de "reaccionar" ante una variacin experimental a la manera como reaccionan los seres reales cuando mudamos experimentalmente alguna de las condiciones ordinarias de su existencia.

    Este punto de vista explica, por de pronto, por qu la dialctica noemtica es algo ms que un puro juego subjetivo e ilusorio del entendimiento, sin valor cognoscitivo, como pens Kant (43). En el mecanismo dialctico se ponen en juego contenidos objetivosen nuestro caso, m y n, aunque abstractos; la situacin puede llamarse irreal y atostracta, pero no ilusoria.

    La metbasis es, en resumen, un experimento ideal que, cuando produce resultados positivos, permite recoger ciertas relaciones nuevas entre ideas e incognoscibles por otros mtodos. La situacin (m, n), sin f, es contradictoria, siempre que v sea imprescindible para que puedan darse (m) y (n) (44). As, en el ejemplo 1, el lmite elimina, propiamente, la idea de tangente y de curva; en el ejemplo 2, ya no son posibles las ideas de todo y parte; en el ejemplo 3, no es posible el ente finito; en el ejemplo 4, no hay propiamente movimiento. Ahora bien: el entendimiento a