El hecho literario y la literatura infantil

Mª Luisa Busto Parejo

Verónica Carmona Priego

Paula González Rodríguez

Ed. Infantil G1

2013

LAS DOS VOCES DE HUGO

Esto era una vez que yo sabía un cuento, pero se me quedó dentro y no me acuerdo, voy a ver si me sale otra vez… Cerca de aquí, vivía en una bonita casa un niño llamado Hugo. Hugo era un niño bastante obediente, educado y cariñoso con los demás. Le encantaba leer, a todas horas podías verlo con un libro entre sus manos, y soñaba con vivir las aventuras de sus personajes favoritos, formando parte de aquellas historias en la que siempre los protagonistas alcanzaban aquello por

lo que luchaban; por eso Hugo se esforzaba por dar siempre lo mejor de sí.

Hugo tenía un amigo secreto e imaginario, al que llamaba Jim. Sólo él lo podía ver. Pasaban muchas horas juntos y jugaban a inventar historias fantásticas y divertidas.

Jim era bastante diferente a Hugo. Él no era cariñoso, ni educado, ni obediente. Le encantaba hacer rabiar a los demás, disfrutaba haciendo travesuras.

Jim siempre estaba metiendo en problemas a Hugo. Ya se había llevado bastantes reprimendas por culpa de Jim. Como aquella vez en la que Jim se sentó junto a la mesa, haciendo que Hugo se portara mal en la comida delante de sus abuelos.

Derramó el agua encima de la ensalada, tiró la comida de su plato a la pared... Nadie podía creerlo.

Como esta travesura hacían muchas más. Jugaban con el

balón dentro de casa, pintaban las paredes, y le escondían los juguetes al perro para que no pudiera jugar.

Una mañana muy especial, la del día del cumpleaños de Hugo, su madre le preparó con mucho esmero y cariño sus galletas favoritas. Eran unas galletas de chocolate esponjoso, con divertidas formas de animales, rellenas de rico caramelo y que desprendían un dulce olor por toda la casa.

Mientras tanto Hugo estaba en la cama despierto, jugando con Jim. Cuando su madre terminó de prepararlas, le llamó para que fuese a verlas:

-Hugo, ¡feliz cumpleaños! ¡Tengo una sorpresa para ti!

-Espera mamá, estoy jugando.

-Hugo ¿puedes venir?-

-No, no puedo, estoy con Jim.

-¡Te va a gustar!- Insistió su madre

Pero como de costumbre, Hugo estaba ocupado con Jim, planeando otra travesura. Sin embargo, esta vez era diferente. En esta ocasión Hugo se estaba sintiendo demasiado mal al saber lo que pretendía hacer Jim, ya que significaba hacer sentir mal a su madre, y arruinar la sorpresa que le había preparado con tanto amor.

-Jim, yo creo que esta vez te vas a pasar de la raya. Mamá me ha hecho esas galletas con mucho amor porque sabe que son mis favoritas.- Decía con temor Hugo.

- ¡Venga ya! ¡No seas cobarde! ¡Nos vamos a reír mucho al ver la cara que va a poner tu madre!- Contestó Jim

-No sé, no estoy seguro, me parece que eso es de ser una mala persona, y yo no soy así.- Replicó.

-Bueno, si tú no te atreves lo haré yo sólo.- Jim salió enfadado de la habitación, dejando a Hugo solo y preocupado por lo que pudiera hacer su amigo.

Jim bajó a la cocina, y encima de la mesa allí estaba: ¡una gran bandeja llena de deliciosas galletas! Para Jim era una tentación muy grande, ¡sentía que tenía que hacerlo! Rápidamente escondió las galletas junto a la ropa sucia que estaba en la lavadora. No dejó ni una en la bandeja. Le dio al botón de encendido y la puso en marcha, destrozando de esta manera las bonitas y apetecibles galletas.

De repente, Jim sintió un crujido a su espalda, ¡era Hugo!, que agitado, le gritó:

-¡Qué has hecho! ¿¡Estás loco!?

Jim, orgulloso, respondió: -Sólo me divierto, no hago nada malo

A lo que Hugo respondió: -Eres una mala persona Jim, ya no quiero ser más tu amigo ni ayudarte con tus aventuras, ya que siempre es igual, hacer daño o molestar a las personas que me quieren.

En ese momento llegó la mamá de Hugo, que viendo el desastre de las galletas le preguntó con tristeza a su hijo:

-¿Por qué has hecho eso Hugo? Te hice las galletas con todo mi amor para que las disfrutes en tu cumpleaños. Yo estoy segura de que eres un buen chico, así que no entiendo por qué te comportas así.

Hugo estaba muy triste y avergonzado, miró hacia su lado y vio como Jim ya no estaba. Se había quedado solo. Entonces le contó a su madre su relación con Jim.

- Mamá, siento mucho todo lo que he hecho. Sé que no ha estado bien, pero mi amigo Jim me decía que de esta manera viviríamos muchas aventuras y lo pasaríamos tan bien como leo

en los cuentos. Pero te prometo que ya no lo voy a escuchar más.

La madre, asombrada, entendió lo que había pasado.

-Hugo cariño, no era tu amigo el que te hacía comportarte de esa manera, sino tú mismo. Las personas a veces nos dejamos llevar por nuestros instintos más profundos, sin tener en cuenta que podemos herir a los demás. Tú eres el que decides si quieres

seguir escuchando lo que te dice Jim, ya que él forma parte de

ti, y solo tú eres el que lo puedes controlar y ayudar a que no te vuelva a insistir para que hagas cosas que no están bien.

Hugo comprendió que Jim nunca había existido, sino que era su propia persona, su lado más opuesto a lo que verdaderamente era él: un niño obediente, educado y cariñoso.

De esta manera, Hugo pidió disculpas a su madre, y prometió que nunca más volvería a hacer travesuras que hicieran sentir mal a los demás. Y para hacer sentir mejor a su mamá, le pidió que entre los dos volviesen a hacer las deliciosas galletas, celebrando un cumpleaños muy especial.

Y este cuento se acabó y el viento se lo llevó, y cuando lo vuelva a encontrar, te lo volveré a contar.

FIN