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Revista Realidad 121, 2009 La apertura subjetiva como el fundamento de la utopía y la esperanza 589 La apertura subjetiva como el fundamento de la utopía y la esperanza Luis Gerardo Monterrosa Departamento de Filosofía UCA, San Salvador RESUMEN: Sin obviar las condiciones objetivas, el filósofo alemán Ernst Bloch plantea que, sin la participación del sujeto, no se puede hablar de esperanza ni de utopía. Al reconocer el vínculo de la actividad humana con las condiciones materiales, la categoría de posibilidad, cen- tral en el pensamiento blochia- no, permite una interpretación mucho más vivaz del Principio Esperanza. ABSTRACT: The German philosopher Ernst Bloch takes into account the objective condi- tions to state that both hope and utopia require the participation of the subject. While recognis- ing the links of human activity with material conditions, the philosophical category of pos- sibility, which is a key category in Blochian thought, provides a more fructiferous interpretation of the Principle of Hope. Siempre ha habido herejes, heterodoxos, voces marginales que han abierto su imaginación a la realidad y el pensamiento a nuevas realidades capaces de mejorar el presente. El mito, los relatos utópicos más diversos, la ficción y el arte, el conocimiento científico y técnico, la poética en sus diversas formas y lenguajes expresivos son la muestra fehaciente de esta estructura abierta al porvenir de la realidad. Vivir humanamente implica siempre de alguna manera estar más allá del tiempo presente, de su horizonte físico o mental; ir más allá, habitar una utopía, la invención de una posibilidad real que brota de los oscuros momentos del vivir cotidiano 1 .

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Sobre la literatura revueltiana en el siglo XX

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  • Revista R

    ealidad 121, 2009

    La apertura subjetiva como el fundamento de la utopa y la esperanza 589

    La apertura subjetiva como el fundamento de la utopa y la esperanza

    Luis Gerardo Monterrosa

    Departamento de Filosofa UCA, San Salvador

    RESUMEN: Sin obviar las condiciones objetivas, el filsofo alemn Ernst

    Bloch plantea que, sin la participacin del sujeto, no

    se puede hablar de esperanza ni de utopa. Al reconocer el vnculo de la actividad humana con las condiciones materiales, la categora de posibilidad, cen-tral en el pensamiento blochia-no, permite una interpretacin mucho ms vivaz del Principio Esperanza.

    ABSTRACT: The German philosopher Ernst Bloch takes into account the objective condi-tions to state that both hope and utopia require the participation of the subject. While recognis-

    ing the links of human activity with material conditions, the philosophical category of pos-sibility, which is a key category in Blochian thought, provides a more fructiferous interpretation of the Principle of Hope.

    Siempre ha habido herejes, heterodoxos, voces marginales que han abierto su imaginacin a la realidad y el pensamiento a nuevas realidades capaces de mejorar el presente. El mito, los relatos utpicos ms diversos, la ficcin y el arte, el conocimiento cientfico y tcnico, la potica en sus diversas formas y lenguajes expresivosson la muestra fehaciente de esta estructura abierta al porvenir de la realidad. Vivir humanamente implica siempre de alguna manera estar ms all del tiempo presente, de su horizonte fsico o mental; ir ms all, habitar una utopa, la invencin de una posibilidad real que brota de los oscuros momentos del vivir cotidiano1.

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    Es posible abordar temas como la esperanza y la utopa sin aludir al sujeto que las encarna? Es viable hablar de cam-bios histricos, polticos y econmi-cos soslayando la participacin de aqul que los anticipa y dinamiza? Las respuestas contundentemente negativas de estas interrogantes constituyen la justificacin y anda-miaje de la antropologa filosfica de Ernst Bloch. La famosa invitacin del Orculo de Delfos: concete a ti mismo, encuentra eco en una peculiar reflexin filosfica que sostiene la imposibilidad de dar cuenta de la realidad sin descifrar el enigma de la existencia humana. La mejor evidencia de esta postura la encontramos en el prlogo de su Principio Esperanza, donde la posicin privilegiada del mbito antropolgico se hace palpable. Preguntas inquietantes como quin somos, de dnde venimos, a dnde vamos, qu esperamos, qu nos es-pera; representan el vector de una indagacin filosfica que concibe al ser humano como el protagonista principal de las transformaciones socio-polticas. Se trata del hombre como centro de la reflexin, pues en l la esperanza encuentra las manos que pueden edificarla.

    No obstante, esta primariedad subjetiva en el anlisis filosfico no significa soslayar las condiciones objetivas desde las cuales el hombre se desenvuelve. Este punto es deci-sivo para comprender la antropolo-ga blochiana, pues reconociendo la vinculacin de la actividad humana con las condiciones materiales, la categora de posibilidad, central en el entramado filosfico blochiano, permite que la esperanza adquie-ra un nuevo y fortalecido matiz. La esperanza abandona su ropaje estril; el conformismo que la man-tena atada es fustigado por Bloch. Desembarazada de las situaciones quimricas y alienantes, el futuro se convierte en su compaero de via-je, adquiriendo la fertilidad idnea para que el hombre atisbe los pro-yectos transformadores del presente.

    La categora posibilidad est presente de manera constitutiva en el hombre y en el mundo. Esta categora invade hasta el ltimo resquicio de los correlatos subjetivo y objetivo, dotndoles de apertura. Por ende, el ser humano, conside-rado como el mximo apogeo de la realidad material, aguarda su plena realizacin en un ahora abierto y plagado de posibilidades. Bloch resume este punto:

    As, empero, hay algo abierto, y su impulso, su deseo, su accin, tiene su sitio. Lo que no es puede todava llegar a ser, lo que se ha realizado presupone lo posible en su mate-ria. Este algo abierto se da en el hombre, y sueos y proyec-tos viven aqu. Lo abierto se da igualmente en las cosas, en su borde frontero, all donde el devenir todava es posible2.

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    Y deja sentado que:

    Lo verdaderamente propio no se ha realizado an ni en el hombre ni en el mundo, se halla en espera, en el temor de perderse, en la esperanza de lograrse3.

    mundo casi puede seguir adelante sin nosotros, arrastrndonos por los pelos (valga la expresin), quemarnos o no movernos4.

    Sintetizando, la apertura del mundo y del ser humano tiene su punto de correspondencia en la posibilidad. Es decir, el hombre y su mundo se hallan de manera indefini-da dentro del proceso dialctico-ma-terial. La concepcin de una relacin sujeto-objeto prefijada e inmvil es descartada por Bloch.

    Lejos de toda consigna parali-zante, nuestro autor estipula las pro-posiciones fundantes del desenvolvi-miento humano: sujeto incosificado y objeto mostrado. El primero, en-tendido como el ser privilegiado de la realidad material, aqul que activa y permanece al frente de los procesos histricos. El segundo, establecido como elemento independiente a la conciencia, pero que otorga la base ineludible de toda transformacin real. Bloch resume esta vinculacin:

    Contra todo reduccionismo, insistir Bloch en la relacin dialc-tica sujeto-objeto, donde la posibili-dad genera una oscilacin indeter-minada. Este postulado permite des-estimar interpretaciones marxistas de raigambre determinista. Por ello, desde el planteamiento de Bloch aunque resulte imposible el anlisis antropolgico soslayando las condi-ciones materiales, es igualmente in-viable cualquier concepcin de los procesos objetivos que sepulte las aspiraciones subjetivas. El siguiente prrafo indica su conviccin:

    Yo afirmo que el mundo est abierto, que una posibilidad objeti-vamente real existe en l y que no se halla simplemente determinado por la necesidad ni sometido a ningn determinismo mecnico. La intuicin marxista degenera nueva-mente en el fetiche rgido: primero, a causa de su excesiva depreciacin del hombre individual, y segundo, por su nocin de que el proceso del

    La independencia del mundo exterior respecto a la concien-cia, su objetividad no slo queda suprimida por la media-cin del trabajo con el mundo exterior, sino que por razn de ella queda precisamente formulada de modo definitivo. Porque as como la misma actividad humana es una activi-dad objetiva, es decir, que no cae fuera del mundo exterior, as tambin la mediacin sujeto-objeto, en tanto que tiene lugar, es as mismo un trozo del mundo exterior5.

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    En Bloch nada permanece in-mvil y acabado, sino plagado de posibilidades a realizar. Por eso mismo, la realidad necesita de la praxis para consumar todas las po-

    tencialidades pendientes. La frase blochiana: las cosas nos necesitan expresa la importancia subjetiva y se torna comprensible desde la siguiente acotacin:

    El hombre, activo y subjetivo, debe armonizar con el movi-miento objetivo de la realidad. Ha de escuchar con sentido casi musical el movimiento de la realidad y preguntar: en qu direccin hay que tocar la meloda?6

    Las palabras de Bloch hacen referencia al tema de la primaca subjetiva. En efecto, la primariedad subjetiva se constata en el carcter conciente de su praxis y es antpo-da de cualquier idealismo del ser o determinismos sustentados en procesos histricos o econmicos. Para Bloch, lejos de todo derrotismo reduccionista, nicamente el sujeto que indaga en el mundo buscando el afincamiento y direccin adecua-da podr enarbolar el pendn de la

    esperanza concreta. Por este motivo, Bloch es crtico del marxismo me-canicista que eclipsa la actividad humana. Totalmente alejada de esta postura, su heterodoxia filosfica reconoce el valor decisivo de la intervencin humana en el trnsito del reino de la necesidad al de la libertad. Por ello, sostiene Bloch que el hombre mira al mundo como una tarea, como un intento para el que no existen ejemplos preestable-cidos, y

    () en tanto que en el hombre la capacidad activa forma parte muy especialmente de la posibilidad, la puesta en marcha de esta actividad y valenta, siempre que tiene lugar, causa un predominio de la esperanza7.

    Hablamos de posibilidad subjetiva en correspondencia con la apertura del mundo, porque si el hombre viviese en la crcel de las cosas clausuradas, no podra moverse ni respirar. Por lo tanto,

    slo en un mundo indeterminado cabe el papel de un sujeto que, ejerciendo su libertad, estabilice las contradicciones o se apresure a solventarlas. As lo establece Gim-bernat:

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    No existe ninguna bola de cristal en la que se reflejen los sucesos del porvenir. Tal interpretacin hara un flaco favor a una filosofa que considera factor constitutivo a la praxis, con lo que sta tiene de movilizacin subjetiva, de discusin estratgica y, en definitiva, de componente im-predecible8.

    Pues bien, como hemos expli-cado, la primaca subjetiva hunde sus races en la herencia marxiana, especficamente en la categora de praxis. Sin embargo, existe un se-gundo fundamento de esta primaca que evidencia la originalidad de la antropologa blochiana, a saber, la

    conciencia anticipadora. La funcin de esta modalidad de conciencia re-side en atisbar el futuro y construir utopas concretas, luchando por cambiar las carencias del ahora en condiciones socio-polticas verdade-ramente humanas. Bloch lo explica de la siguiente manera:

    La dimensin profunda del factor subjetivo se halla precisa-mente en su reaccin, porque esta no es slo negativa, sino que, exactamente en el mismo sentido, contiene en s la presin hacia un logro anticipado, y representa esta presin en la funcin utpica9.

    El hombre percibe que en el mundo existen tareas pendientes, situaciones que necesitan rectificar-se u objetivos por concretar. Esos elementos que todava no son pla-no ontolgico- se manifiestan en la subjetividad como lo an no cons-ciente, pues su clarificacin resulta

    ascendente mediante el estudio pormenorizado de la realidad ob-jetiva. Por lo tanto, sujeto y objeto se relacionan nuevamente, esta vez en la anticipacin psquica de lo posible real. Esto ltimo representa la definicin de funcin utpica, pues, segn Bloch,

    () el punto de contacto entre el sueo y la vida sin el cual el sueo no es ms que utopa abstracta y la vida slo trivialidad- se halla en la capacidad utpica reintegrada a su verdadera dimensin, la cual se halla siempre vinculada a lo real-posible10.

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    Como vemos, la praxis en Bloch encuentra una compaera de viaje, a saber, la conciencia antici-padora, que en su bsqueda inclau-dicable erige utopas concretas. Por este motivo, su fuerza para avizorar un maana mejor no se presenta como narctico para soportar situa-ciones injustas, sino como bandera de lucha para su transformacin. Y

    precisamente, en la procura de sus proyectos la accin humana tiene que precaverse del aislamiento, del fatal activismo golpista que se lanza sin ms en procura de sus objetivos. Slo bajo esta perspectiva emerge la esperanza, retoo militante de la conciencia anticipadora y la utopa concreta. Por eso, Gimbernat afir-ma que...

    () la esperanza explica la importancia del factor subjetivo en el sistema de Bloch. La esperanza militante, activa () su misin es prefigurar el andar erguido del hombre, y es el que anticipa el rostro humano de la humanidad des-alienada11.

    La conciencia anticipadora, prefigurando el andar humano por derroteros ms justos, constituye el segundo fundamento de la prima-ca subjetiva en Bloch. Solamente el hombre posee la capacidad de prefigurar un mejor futuro en el

    an no consciente, lugar donde la esperanza juega un rol prioritario y ascendentemente clarificador. Es en virtud de este deseo y la infatigable bsqueda de proyectos mediadores que Jimnez interpreta al sujeto blochiano como

    () algo que todava es para s mismo bsica y esencial-mente un misterio, todava ni tan siquiera del todo presente y por eso mismo con historia. Con todo su mundo an en marcha, con las instrucciones an por descifrar, aunque posiblemente esclarecibles a lo largo del viaje de su propio descubrimiento, y slo as sobre la marcha, realizables12.

    En conclusin, la esperanza es una bandera poltica al servicio de la transformacin del mundo. Y en este sentido, si la esperanza en Bloch, vinculada con un mundo abierto, dinamiza el advenimiento de

    proyectos polticos humanizadores, qu elemento mediador imprime fuerza a su objetivo? Bloch establece a la razn como dinamizadora de la esperanza. En este sentido, resulta pertinente establecer la funcin que

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    Bloch otorga a la razn, ya que sta no efecta una represin de los afec-tos que brotan en la anticipacin;

    ms bien les otorga mediaciones que les permitan convertirse en proyectos polticos. Por eso, dir Bloch que

    () slo cuando la razn comienza a hablar, comienza, de nuevo, a florecer la esperanza en la que no hay falsa. Y las representaciones de la fantasa no son tampoco representa-ciones compuestas simplemente a capricho por elementos dados como mar de piedra y montaa de oro-, sino que son representaciones que prolongan anticipadamente lo dado en las posibilidades futuras de su ser-distinto, ser-mejor13.

    En la antropologa blochiana el desciframiento de lo humano inmiscuye tanto a los afectos como a la razn; no para discutir cul de los dos elementos posee mayor importancia en el actuar humano, sino para vincularlos en una praxis liberadora. La exclusividad de la razn o de los afectos es descartada por Bloch; cualquier reduccionismo sucumbe ante la mancuerna que

    stos conforman, brindndole fuer-za a la actividad humana. Por eso, la propuesta de Bloch sustenta una razn prctica, donde la pregunta: qu debemos hacer?, ocupa un lugar central. La razn puede cono-cer el fin y el camino, sin embargo, necesita siempre de la conciencia anticipadora para realizar su praxis. As expresa Vicente Ramos esta ca-racterstica del filosofar blochiano:

    El cambio verdadero exige, pues, conciencia anticipadora, que no es meramente fantasear, sino analizar las situacio-nes, descubrir las tendencias y posibilidades reales de las que el presente est grvido, pero, a su vez, reconocer y no perder de vista el humanum utpico. No hay racionalidad prctica sin conciencia anticipadora, sin intencin utpica, que busca en el horizonte de la tendencia a acelerar y de las latencias que hay que hacer salir14.

    El prrafo es sugerente: para Bloch la razn no puede florecer sin esperanza, es decir, desechando la funcin de la conciencia anticipa-dora que la sostiene: hurgar en los

    sueos para precipitar su concre-cin en el ahora. Por eso, el estudio pormenorizado de los afectos y sus mediaciones racionales, no implica en Bloch el sacrificio del presente

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    por un futuro asinttico, es decir, arrojado al callejn de las promesas anquilosadas en el porvenir. Por el contrario, una constante experi-mentacin de fragmentos utpicos

    caracteriza la existencia humana en el ingente laboratorio que represen-ta el mundo. Por eso afirma Vicente ramos que en Bloch

    () la utopa labora slo por razn del presente a alcanzar, y por eso el presente se encuentra al final, como la falta de distancia finalmente querida, salpicando todas las distancias utpicas. Precisamente porque la conciencia utpica no se deja alimentar con lo malo existente, precisamente porque es necesario el telescopio que se llama utopa concreta: por eso precisamente la utopa no pretende una distancia eterna del objeto, sino que desea, ms bien, coincidir con l como un objeto que ya no es ajeno al sujeto15.

    En este sentido, el telescopio de la utopa concreta implica dos mo-mentos: primero, reconoce en cada suceso histrico o cultural el talante inconcluso de los proyectos lleva-dos a la prctica, pues an falta la concrecin real de aquellos ideales que en el momento emancipatorio representaron fuentes de inspira-cin y beligerancia. Segundo, ante esta situacin, la herencia cultural recupera estos ideales y enriquece utopas, que por mediacin de la razn prctica, adquieren el grado de concrecin imprescindible para que su lucha por una sociedad ms justa sea efectiva.

    El ahora se torna altamente ac-tivo; es all donde se examinan los sueos pendientes de concrecin y se estudian exhaustivamente las mediaciones que permitan conver-tirlos en realidad. Por ende, anti-cipacin del futuro y recuperacin

    del pasado, solamente acaecen en la praxis que lucha por transformar el ahora. Por ello, la razn prctica de Bloch posee un imperativo cate-grico de origen marxiano: echar abajo todas las relaciones humanas en las cuales el hombre es un ser envilecido, humillado, abandonado y despreciado16.

    En resumen, la propuesta antro-polgica de Ernst Bloch vincula y complementa los afectos y la razn. La conciencia anticipadora encuentra su mediacin en la razn prctica, que lucha por eliminar cualquier si-tuacin en la cual el hombre sea so-juzgado. La construccin de una so-ciedad donde la libertad y la justicia dejen de ser ideales sin concrecin amalgama en la praxis los sueos humanamente sentidos y la razn.

    Es importante subrayar en este punto que Bloch concibe la ca-

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    pacidad de soar como elemento constitutivo del hombre. Quin puede cerrar la puerta a los sueos? Quin no ha experimentado su capacidad de soar? La humanidad lo hace desde que sus estructuras psicosomticas lo permiten y sin embargo, la filosofa ha prestado

    poca atencin a esta peculiar ca-racterstica. Ante esta situacin y haciendo gala de su heterodoxia, Bloch se pronuncia elaborando des-de su marxismo clido una reflexin sobre los sueos que, segn nuestro autor, inicia a temprana edad:

    Hacia los trece aos se descubre el yo arrebatador, y es por ello que, hacia esta poca, crece con especial exhuberancia los sueos de una vida mejor () Incluso la cabeza ms mediocre se cuenta en esta edad historias, fbulas senci-llas, en las que le va bien. Forja las historias camino de la escuela o durante un paseo con amigos, y siempre, como un cuadro de encargo, el que relata se encuentra en medio del relato. Se intenta la felicidad, que sabe a prohibido y hace todo nuevo17.

    El abordaje blochiano de los sueos analiza las diversas etapas de la vida humana. Cada fragmento escrito sobre este tema encierra experiencias que testifican la aven-tura de soar; sobre todo cuando la juventud es objeto de estudio. No obstante, ms all de los relatos que encierran singulares sueos de cada

    edad, sobresale una exigencia de su sistema filosfico, a saber, dotar de un vehculo efectivo a la esperanza. El hombre, por su condicin de ser insatisfecho, atisba en los sueos las posibilidades a realizar y tambin lo nuevos retos cuando sus proyec-tos no alcanzan concrecin. Pues, como explica Bloch,

    () tambin la esperanza desengaada vaga dolorosamen-te como un fantasma que ha perdido el camino de regreso al cementerio, y pende de representaciones desmentidas. No perece en ella misma, sino slo en una nueva configu-racin de ella misma. Que se puede navegar as en sueos, muy a menudo sin garanta, esto es lo que caracteriza el gran lugar de la vida todava abierta, todava incierta en el hombre18.

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    La inseguridad y frustracin que el ser humano experimenta torna imposible la abdicacin del soar. Su apertura radical permite que los objetivos se renueven cons-tantemente y el manantial de esta reingeniera se ubica para Bloch en los sueos. En este sentido, el sujeto que percibe conscientemente

    el impulso del hambre se encuentra pletrico de sueos; su transcurrir por el mundo representa una per-suasiva indagacin por mejorar las condiciones que encuentra. En este sentido, Javier Oroz describe con las siguientes palabras esta capaci-dad humana de vislumbrar el futuro a travs del sueo:

    La conciencia, cautiva en su indigencia y acuciada por el hambre, suscita en los sueos imgenes de futuro. Es un re-curso de la sabia naturaleza que prev y hace prever lo ms esplndido que guarda en las bodegas de la posibilidad. Si el universo en su totalidad es tensin, proyeccin, bsqueda vehemente de su madurez, la conciencia, parte privilegiada del universo, reflejar, cual poderoso espejo, la estructura real del universo al que pertenece19.

    Ahora bien, esa capacidad de soar no se circunscribe nicamen-te al mbito nocturno, sino que brota sobre todo en la vigilia. Para Bloch, tambin con los ojos bien abiertos pueden acontecer en el interior cosas bastante abigarradas y prometedoras. Nuestro autor es conciente de la escasa atencin prestada a los sueos diurnos, ex-plicable en gran medida por la fas-

    cinacin que ha representado para la humanidad descifrar los sueos nocturnos, olvidando que en el da la conciencia proyecta con mayor ahnco. Por esta razn, su intencin no consistir nicamente en mostrar la importancia del sueo de vigilia, sino otorgarle primaca con respecto a los acaecidos por la noche. Bloch acude nuevamente a la experiencia cotidiana y afirma que:

    () los hombres no solo suean durante la noche ni mucho menos. Tambin el da tiene bordes crepusculares, tambin en l se satisfacen los deseos. A diferencia del sueo noc-turno, el sueo diurno dibuja en el aire figuras libremente escogidas y repetibles, puede entusiasmar y fabular, pero tambin meditar y proyectar20.

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    La intencin blochiana de res-catar los sueos diurnos no debe entenderse como un ataque ani-quilador lanzado contra el sueo nocturno. Bloch admite las dos dimensiones del sueo y es ms, re-conoce que cuando la noche y el da se entrelazan los objetivos pueden alcanzar un mayor grado de signifi-cacin para el ser humano. No obs-tante, es enftico en afirmar que slo en los sueos desiderativos diurnos los contenidos de la noche pueden ser rectificados. Y esto por un moti-vo capital: es aqu donde el hombre permanece plenamente despierto y activo. Recordemos que la esperanza labora en el campo de lo conscien-te, donde se estudian y planean los modos de concretar sus objetivos. Por lo tanto, la primera caracterstica de los sueos diurnos, que permite a Bloch aseverar su primaca es el ego mantenido. Solamente ante una con-ciencia despierta la energa y expe-

    riencia puede albergar la posibilidad que un sueo diurno se convierta en realidad, mientras que Morfeo no tiene ms brazos que aquellos sobre los que reposa.

    En este sentido, podemos es-tablecer una diferencia que nos ayude a explicar mejor la primaca de los sueos diurnos defendida por Bloch. En efecto, el ego mantenido puede interpretarse desde el con-traste existente entre los impulsos de deseo y querer, tomando en cuenta su aparicin en cada modalidad de sueo. En efecto, por las noches el sujeto puede desear, lo cual im-plica la existencia de situaciones totalmente inalcanzables y, a veces, incomprensibles. Un escenario dis-tinto se genera en el sueo diurno, donde los sentidos estn atentos y el querer apunta siempre hacia objeti-vos realizables. Tomando en cuenta estas divergencias afirma Bloch que

    El sueo desiderativo diurno no necesita ni excavacin ni interpretacin, sino rectificacin y tambin, cuando es sus-ceptible de ello, concrecin. En resumen, lo mismo que el sueo nocturno, tampoco el diurno tiene de por s un crite-rio; pero, a diferencia de las fantasmagoras nocturnas, s tie-ne un objetivo y se mueve en su direccin hacia adelante21.

    Para Bloch la noche slo puede decir algo si est iluminada por la fantasa diurna, pues esta se dirige siempre a mejorar el mundo, lo cual constituye la segunda caracterstica de los sueos diurnos. Y es com-prensible, pues ante un sistema filo-sfico abierto y donde la esperanza

    tiene la ltima palabra, los sueos de vigilia deben procurar una trans-formacin de la realidad; por eso deben pasar la criba de la docta spes para ser verdaderas banderas de cambio. Pues el que duerme se encuentra a solas con sus deseos, mientras el sujeto que desea imple-

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    mentar proyectos polticos necesita aglutinar esfuerzos para que sus fan-tasas diurnas movilicen voluntades.

    La perspectiva poltica en Bloch surge nuevamente, esta vez inun-dando los sueos de vigilia. No existe categora antropolgica que no persiga esta intencin. Es im-

    posible desligar el vehculo de la esperanza de la utopa concreta, pues el objetivo por mejorar el mun-do tiene como horizonte posible el Totum, que consiste en procurar la reconciliacin del ser humano con la naturaleza. Por eso afirmar Bloch que las

    () anticipaciones e intensificaciones referidas a personas, utpico-sociales y vinculadas a la belleza, slo se dan en el sueo diurno. El inters revolucionario, que sabe cun defectuoso es el mundo y que conoce cunto mejor podra ser, precisa del sueo despierto del perfeccionamiento del mundo; ms an, se aferra a l en la teora y en la prctica, y no slo de modo instrumental, sino de manera absoluta-mente objetiva22

    Una antropologa poltica es el legado de Bloch y contiene un corolario: es imposible examinar al ser humano abstrado de sus condi-

    ciones materiales y objetivas, pero resulta tambin inviable estipular el desarrollo de stas sin la esperanza como principio.

    Notas 1 Nogueira Dobarro, A., El principio

    esperanza, estructura fundamental del ser humano, en Revista Anthro-pos (146-147) 1993, p. 7.

    2 Bloch, E., El principio esperanza, tomo I, Aguilar, Madrid, 1984. p. 284.

    3 Ibid., p. 240.4 Bloch, E., El hombre como posibi-

    lidad, en Revista Anthropos (41), p. 25.

    5 Bloch, E., El principio esperanza, Op.Cit. p. 254.

    6 Ibid., p. 25.

    7 Bloch, E., El principio esperanza, Op.Cit. p. 240.

    8 Gimbernat, J., Ernst Bloch, utopa y esperanza, Op.Cit. p. 45.

    9 Bloch, E., El principio esperanza Op.Cit. p.138. Cursivas en el origi-nal.

    10 Ibid., p. 135. 11 Gimbernat, J., Ernst Bloch, utopa y

    esperanza, Op.Cit. p. 71.12 Vasco Jimnez, M., La ontologa en

    Bloch, en Revista Anthropos (146-147), p.10.

    13 Bloch, E., El principio esperanza Op.Cit. p. 134.

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    14 Ramos, V., Racionalidad prctica y utopa, en revista Anthropos (146-147), p. 72.

    15 Ibid., p. 312.16 Marx, K. Introduccin para la critica

    de la filosofa del derecho de Hegel, Editorial Claridad, Buenos Aires, 1955. p. 15.

    17 Bloch, E., El principio esperanza, tomo I, Op.Cit. p. 6.

    18 Ibid., p. 178.19 Oroz Ezcurra, J., La ltima esperan-

    za, en torno al filsofo Ernst Bloch y otras reflexiones, Universidad de Deusto, Bilbao, 1989. p. 129.

    20 Bloch, E., El principio esperanza, tomo I, Op.Cit. p. 73.

    21 Ibid., p. 87. 22 Ibid., p. 83.