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Segunda Semana Septiembre 2012 No.66 Semanario de arte, cultura y sociedad LALUNA Crédito/ Discovery Dolphin.

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Segunda Semana Septiembre 2012 No.66 Semanario de arte, cultura y sociedadLALUNA

Crédito/ Discovery Dolphin.

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Crimenfundacional

La primera generación del programa de Estu-dios curatoriales de la Maestría en Historia del Arte de la UNAM expone en el MUCA Roma hasta el 11 de noviembre. La colección reúne piezas críticas sobre las condiciones de oper-ación de los museos contemporáneos.

Con la Revolución Francesa nació el museo en el sentido moderno. Derrumbada la monar-quía, se buscaba borrar sus signos, pero pronto aparecieron objetos (retratos, monumentos) cuyas cualidades artísticas iban más allá de la función cortesana o sacramental que les dio origen. ¿Cómo conservarlos sin conservar sus viejos significados?

Sobre las ruinas del reino nació la idea de preservar el arte por el arte. Y en 1773, el Pala-cio del Louvre se convirtió en Museo Nacional al transformar tales objetos en colección públi-ca. Así puede leerse en diversas fuentes. Pero hay un punto de vista contundente, como el de Georges Bataille, para quien el desarrollo del museo moderno está ligado, de hecho, al de la guillotina: el rodar de cabezas de los monarcas es el crimen fundacional del museo.

Es a partir de esa idea que la primera gener-ación del programa en Estudios curatoriales de

la maestría en Historia del Arte de la UNAM plantea la muestra Colección: El crimen funda-cional, la cual reúne piezas críticas sobre las condiciones de operación de los museos con-temporáneos. Abierta al público en el MUCA Roma hasta el 11 de noviembre, será escenario de una serie de mesas de reflexión sobre temas afines.

Primero en su tipo El programa de Estudios curatoriales resulta de la alianza entre el Posgrado en Historia del Arte de la UNAM y el Instituto de Liderazgo en Museos (ILA); constituye el primer programa académico sobre este campo desarrollado por una universidad pública en América Latina.

Busca "formar profesionales capacitados para generar y gestionar proyectos museísticos que comprendan discursos actuales, críticos y re-flexivos". La primera generación, grupo inter-disciplinario que inició labores en febrero de 2011, la integran Roxana Aguilar, Muna Cann, Sofía Carrillo, Claudia Ferrer, Julio García Murillo, Amanda de la Graza, Alesha Mercado,

Luis Alejandro Mosquera, José Luis Paredes, Ernesto Peñaloza, Nuria Sadurni y Analía Solo-monoff. Colección... forma parte de su proceso de titulación y busca poner en práctica los con-ocimientos adquiridos durante tres semestres en teoría curatorial, gestión museística e his-toria del arte.

"El trabajo curatorial se pierde en los intereses de coleccionistas y empresas. Es lo que pasa en México", dijo Guillermo Santamarina, director de MUCA Roma, durante la presentación de la muestra. Por ello, al señalar que tener un grupo de curadores formados institucionalmente en el país es algo que no había pasado hasta ahora, manifestó algunas expectativas con su práctica: un compromiso con el arte mexicano, ir hacia donde está sucediendo; y, principalmente, la autogestión, la búsqueda de nuevas propuestas.

"Había que formalizar estos procesos de trabajo para ofrecer a la gente que ya trabajaba en museos y la gente que quería entrar a estos una formación no sólo más profesional en el trabajo curatorial, sino sobre todo una formación muy sólida en in-vestigación", explicó Deborah Dorotinsky, coordi-nadora del Posgrado en Historia del Arte, quien refirió el proceso de establecimiento de la sexta opción de especialización en dicha maestría.

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Crimenfundacional * "El trabajo curatorial se pierde en los intereses de coleccionistas y empresas. Es lo que pasa en

México", dijo Guillermo Santamarina, director de MUCA Roma, durante la presentación de la muestra. Por ello, al señalar que tener un grupo de curadores formados institucionalmente en

el país es algo que no había pasado hasta ahora, manifestó algunas expectativas con su práctica: un compromiso con el arte mexicano, ir hacia donde está sucediendo; y, principalmente, la

autogestión, la búsqueda de nuevas propuestas.

De forma colegiada, en el contexto de una restructuración del programa de estudi-os y una consulta pública, se conformó el nuevo campo de conocimiento a partir de las ideas presentadas, entre otros, por los investigadores Cuauhtémoc Medina, Renato González Mello, Karen Cordero y José Luis Barrios, así como de Susana Pliego en la organización de plan de estu-dios y de Graciela de la Torre, directora general de Artes Visuales de la UNAM. La convocatoria para la próxima gener-ación, que iniciará en enero de 2013, está abierta durante septiembre.

Reflexionan el museo Las implicaciones ideológicas de la conformación de colecciones públi-cas y privadas (las cuales sostienen el discurso de un museo); el valor del archivo; el proceso de adquisición, clasificación, revisión y exhibición de piezas; los trámites que implican la re-alización de los proyectos y el desar-rollo de propuestas son algunos de los

temas que tocan las piezas presentadas en Colección...

"Quisimos hacer tema y objeto de crítica el museo y sus contenidos. Los objetos del museo no son sólo las cosas que guar-da sino sus ideas, estructura institucion-al, procesos o ideología... Entre todo lo que está dentro del museo quisimos pen-sar en la colección", explicó Julio García Murillo, uno de los curadores.

Así, se presentan obras de artistas de diferentes generaciones: Ulises Carrión, Mariana Castillo Deball, Mariana Delle-kamp, Felipe Ehrenberg, Fernando Es-cobar Neira, Sandra Gamarra, Noé Mar-tínez, Dulce Pinzón, Vicente Razo, María Sosa y se prepara una intervención en sala de la poeta Rocío Cerón.

Entre los trabajos, por ejemplo, se pre-senta un análisis semántico que demues-tra que en sentido estricto MUCA Roma no podría considerarse un museo al no poseer colección; o bien, otro juega con

el nombre del ILA para señalar el cor-porativismo del arte contemporáneo. Los propios curadores son críticos con su for-mación y llaman a escrutar el medio en el que operan.

Por ello, de manera paralela a la exposición se han preparado mesas de diálogo so-bre distintos tópicos. El 6 de septiembre (11:00 horas) en la galería Border (Zacate-cas 43, Colonia Roma) se realizará la mesa Museificación como estrategia, sobre la uti-lización de elementos del espacio urbano dentro del museo; el 20 de septiembre en el mismo horario y lugar, tendrá lugar Prácti-cas arqueológicas al interior del museo, so-bre el trabajo con las colecciones, archivos y centros de documentación.

Por otra parte, impulsadas por el ILA, en sitios por confirmar: La pauperización del productor, como una crítica al merca-do del arte (11 de octubre, 11:00 horas) y El arte de la administración. Primer en-cuentro de contadores de museos, sobre el trabajo contable en instituciones culturales públicas (25 de octubre, 11:00 horas).

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El Gran Torino es un largometraje dirigido y protagonizado por Clint Eastwood, estrenado en 2008. El film ha sido interpre-

tado por gran parte del público y la crítica perteneciente a los grandes medios de comunicación de masas como un alegato contra los prejuicios racistas y machistas, y una relectura por parte del director re-specto a los antiguos roles interpretados por él en el pasado dentro del género policíaco. Sin embargo, a poco que se en-fríen las emociones que naturalmente pu-eda suscitar el film cuando el espectador se relaja en su butaca y se deja llevar por el contenido emotivo del discurso audio-visual, y se examine cualitativamente del contenido implícito de la cinta, se puede observar cómo los valores chovinistas, la ideología conservadora, el machismo más tradicional, y los prejuicios raciales forman el eje esencial del discurso del director.

El film narra la transformación que ex-perimenta Walt Kowalski, un hombre de avanzada edad, con ideales racistas y conservadores, atormentado por los crímenes cometidos en su participación en la Guerra de Corea, cuando, tras la muerte de su mujer, una familia de pro-cedencia oriental se instala en la casa con-tigua en un barrio humilde donde pocos blancos continúan residiendo. El protago-nista acaba conociendo la bondad de sus vecinos y abandonando supuestamente su naturaleza prejuiciosa a través de la amistad que acaba forjando con Thao, un

adolescente que trata de evitar el mundo de las tribus urbanas en el cual un primo suyo le quiere introducir. Walt hará las veces de maestro y mentor de Thao.

Los inmigrantes “buenos” }En primer lugar, la procedencia de la familia inmigrante que rompe los pre-juicios del protagonista no es aleatoria, pertenece a la etnia hmong, antigua aliada estadounidense en la Guerra de Vietnam. Ésta es una etnia procedente de diversos territorios situados en Laos, Birmania, Tailandia y Vietnam, que formó parte del plan de freno del Comunismo en el Sudeste Asiático trazado por la in-teligencia estadounidense en los años 60. Miles de hmongs fueron pagados por EU por asociarse a la CIA y luchar contra el Comunismo en la conocida como “Guerra secreta de Laos”. Tras la derrota y expulsión estadounidense, fueron perseguidos y discriminados en sus países de procedencia durante déca-das al ser vistos como traidores y espías por sus compatriotas. En la película, la hermana de Thao lo reduce a estas palabras: luchamos a vuestro lado (en Vietnam) y, cuando os fuisteis, los co-munistas empezaron a matarnos, así que nos vinimos aquí. De esta manera se mantiene el prestigio clásico de EU como principal guardián de la justicia internacional llegando a justificar un crimen como fue la Guerra de Vietnam,

y presentando al Comunismo como una ideología genocida que había que er-radicar.

Es significativo el hecho de que ningún otro colectivo inmigrante es prestigiado en la película, únicamente esta etnia, la cual aparece representada en un plano de inferioridad con respecto al ameri-cano tradicional encarnado en Clint East-wood. Durante todo el film sus integran-tes se comportan con una actitud servil, colmando de regalos y reverencias al protagonista americano, en gratitud por hacer frente a la tribu urbana que acosaba a Thao. Dentro de los personajes hmong, solo dos acaban siendo representados en un plano de igualdad con Walt Kowalski, Thao y su hermana, los cuales represen-tan a la nueva generación de americanos, ya que debido a su juventud, se encuen-tran en pleno proceso de asimilación de la cultura de este país. El siguiente diálogo entre Walt y la hermana de Thao es clara-mente representativo del halo de superi-oridad con el que sutilmente se representa a la cultura estadounidense respecto de la oriental:

Sue: Ojalá nuestro padre se hubiera pare-cido a ti. […] Fue muy duro con nosotros, era muy tradicional, realmente de la vieja escuela.

Walt: Yo también soy de la vieja escuela

Sue: Sí…pero tú eres americano…

Un tal Walt Kowalski

Fundadora Selene Hernández LeónDirección General Miguel Ángel AlvaradoDiseño y Arte Fabiola DíazMercadotecnia Juan Manuel Hernández León

[email protected]

[email protected]@hotmail.com

La Luna es una publicación de Grupo Nologo SA de CV para Semanario Nuestro Tiempo. Circula en los principales puestos

de periódicos de la ciudad de Toluca, zonas industriales, dependencias gubernamen-tales y los comercios más importantes en la capital del Estado de México. Más de 5

mil ejemplares distribuidos cada semana. Todos los registros en trámite.

La

CUA

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De la portada

Delfines amaestrados ayudan a niños a desenvolverse mejor con terapias de contacto y sonidos con valores vibratorios que estimula la corteza cerebral. Las sesiones son relativa-mente accesibles y se otorgan en el parque de atracciones Six Flags, en la ciudad de México, por menos de 500 pesos.

* Es conocido el perfil derechista y conservador de Clint Eastwood, el cual recientemente ha manifestado su apoyo al candidato republicano Mitt Romney. No es de extrañar, por tanto, que los valores reaccionarios impregnen el grueso de su producción cinematográfica. Walt Kowalski es un alter ego representado con una leve autocrítica en clave cómica, pero la esencia de su personalidad conser-vadora aparece en todo momento prestigiada.

Manuel G. Ayestarán/ Rebelión

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Un tal Walt Kowalski

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Walt: ¿Y eso qué quiere decir?

Sue: (Se encoge de hombros y cambia de tema)

Resulta paradójico que se pueda tildar de toler-ante a una película cuyos personajes llegan a estas conclusiones. Así, dentro de las posibles formas de integración cultural de las minorías étnicas es-tudiadas en EU; asimilación, melting pot, y plu-ralismo cultural; el film supone un alegato a favor de la primera, la cual consiste en el abandono ab-soluto por parte de la minoría étnica de su cultura y sus orígenes para acabar siendo parte de la etnia mayoritaria. De hecho, conforme al clásico ma-niqueísmo habitual en el cine de Hollywood, el director lleva a cabo una clara diferenciación entre inmigrantes “buenos”, familias con actitud servil hacia los autóctonos que guardan en el ámbito doméstico sus ritos culturales tradicionales; e in-migrantes “malos”, delincuentes que se resisten a la asimilación cultural y buscan su identidad en la tribu urbana, presentados en el film como jóvenes sin solución que actúan nocivamente contra la so-ciedad por naturaleza.

Esta peligrosa simplificación del fenómeno de la in-migración y la delincuencia juvenil hace que el su-puesto carácter conciliador de la cinta merezca un replanteamiento, ya que su contenido es evidente que apenas ha evolucionado desde Harry, el Sucio.

El ideal reaccionario Es conocido el perfil derechista y conservador de Clint Eastwood, el cual recientemente ha manifes-tado su apoyo al candidato republicano Mitt Rom-ney. No es de extrañar, por tanto, que los valores reaccionarios impregnen el grueso de su produc-ción cinematográfica.

Walt Kowalski es un alter ego representado con una leve autocrítica en clave cómica, pero la es-encia de su personalidad conservadora aparece en todo momento prestigiada. Es un guardián de los valores estadounidenses tradicionales, simboliza-dos en el vehículo de producción americana que da nombre al film, un Ford Torino de 1972, el cual guarda y protege enérgicamente en su garaje de la contaminación del consumismo moderno que ha corrompido incluso a sus propios hijos y a sus familias.

Este personaje puede entenderse como un Harry, el Sucio llegado a la vejez, la principal diferencia existente entre ambos, es que Walt Kowalski llega a aprender que un inmigrante puede abandonar su cultura inferior y retrógrada y convertirse en un ciudadano estadounidense, y que el tomarse la justicia por la propia mano acaba siendo prob-lemático. Pero conceptos como la tenencia de ar-mas para la defensa personal, o la Iglesia como guía espiritual aparecen bien vistos en el film, así como las características masculinas tradicionales que definen al protagonista y que éste transmite a su discípulo en curiosas lecciones de “cómo ser un hombre americano”. En este sentido, la personali-dad machista clásica es un bien preciado que debe quedar intacto generación tras generación.

El Gran Torino es, por tanto una película que rebo-sa intolerancia en su esencia, ya que, en consonan-cia con el grueso de la producción cinematográ-fica Hollywoodiense, reduce y ningunea a las diferentes culturas extranjeras, presentándolas la mayor parte de las veces como atrasadas y primi-tivas, y a su vez transmite el mensaje xenófobo de que los inmigrantes deben sentirse agradecidos hacia los autóctonos de los países en los que se asientan, ya que estos les permiten vivir en ellos.

El hecho de que en la opinión pública este film figure como un discurso a favor de la tolerancia y la integración evidencia el subdesarrollo en el que se encuentra la cultura mediática contemporánea en el terreno de la ética y la humanidad.

* Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

* Agustina Navarro Andrade es la sobreviviente de la gener-

ación de fotógrafos ambulan-tes, quienes además de traba-jar de manera independiente, colaboraron con medios im-

presos como El Grafico, El Fog-onazo, El Mundo, El Machete, o como ella, en El Imparcial, que

aún circula.

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Oaxaca. Los fotógrafos ambulantes represen-tan un oficio casi extinguido. Atrás quedaron los tiempos en que ofrecían retratar a “la damita o al caballero”, para dejar constancia del lugar conocido, del momento vivido, del juramento de amor, o para enviar la imagen al ser amado que se encontraba distante.

Sin embargo en Oaxaca hay una mujer con más de 50 años de mantener la tradición. Se llama Agustina Navarro Andrade y deambula por las calles del centro de la capital del es-tado, con sus cámaras al hombro, una gabar-dina, y ejemplares de su periódico “La voz del sol”, para ofrecer a los transeúntes un “recu-erdito” del tiempo vivido.

Tiene 75 años de edad y le gusta caminar por las calles que conoce como pocas personas, disfruta el sol, la gente y sobre todo la plática con sus amigos globeros, boleros, mendigos, ciegos, discapacitados y vendedores am-bulantes, que como ella, forman parte de la estampa cotidiana del centro histórico de la ciudad de Oaxaca, Patrimonio Cultural de la Humanidad desde hace casi 25 años.

También se le ve sentada en las fuentes, a las puertas de la Catedral o en los escalones que llevan a la Basílica de la Soledad –la patrona de los oaxaqueños–, por los mercados, los museos, el zócalo, la alameda...

No va tras los clientes, sólo los observa y en el momento preciso, cuando capta el dejo de nostalgia, alegría o tristeza, se acerca para decir: “damita”, “caballero”, “¿quiere llevarse un recuerdito?”.

Y entonces, como le gusta que sus clientes salgan bien retratados, los lleva a los lugares más bonitos, los más representativos de la ciudad, o cerca de la virgencita, “porque el chiste es que se vean bien, que les guste mi trabajo y yo me sienta bien de lo que hice”, señala. Tengo al Señor de los Viajeros, San Cristóbal, la Señora del Perdón que está en-trando a la Iglesia de la Soledad.

Agustina Navarro Andrade es la sobreviviente de la generación de fotógrafos ambulantes, quienes además de trabajar de manera inde-pendiente, colaboraron con medios impresos como El Grafico, El Fogonazo, El Mundo, El Machete, o como ella, en El Imparcial, que aún circula.

Si había algún accidente o un hecho impor-tante, ella tomaba la foto y la llevaba. “El direc-tor me decía ‘muy bien mija’, y que mandaría a sus reporteros a cubrir la nota y me pagaba 20 pesos en ese momento, no como mi es-poso que me decía: ‘ahí te lo guardo para después’”, recuerda.

Empezó en la fotografía en tiempos en que se usaba la película blanco y negro, y lo hizo de la mano de su esposo, quien también la inició en el uso de versos para acompañar las im-ágenes y ella inventó otros: “Eres el sol de mis días”, “Si en el álbum de tus postales hay un lugar vacío, guarda éste que es un recuerdo mío”, o “Dos corazones que se quieren jamás

deben despedirse”, con los cuales ganaba más dinero.

Ambos se iban a las fiestas y ya en el rev-elado, tenían que pintar la foto, el vestido, la blusita de la dama y el caballero, para que salieran bien. Y a la semana, regresaban para entregarlas de casa en casa.

Ella no tenía una cámara fotográfica propia, por ello le dio alegría cuando su marido le re-galó una que era de un señor que se había accidentado, y un caballito de madera para que los niños posaran.

Y como ella se había gastado mucho dinero en las parrandas y líos para sacar de proble-mas al marido, dijo que estaba bien, que con eso se cobraba y, con un primo de por medio como testigo de honor, quedó establecido que la cámara era suya para siempre.

Con el tiempo, pudo invertir y se compró una cámara de 35 milímetros con la que hizo tra-bajos especiales, pero siguió trabajando con su equipo viejito.

Agustina se fue de pueblo en pueblo, con sus toros, caballitos y burritos de madera, otros de peluche, para que los niños se los monten, así sacaba otro dinero extra para contribuir en los gastos de la casa y manutención de sus tres hijas y un hijo adoptivo.

Luego su esposo heredó del padre Amaro la publicación “El Padre Reata, periódico satíri-co, humorístico, católico”, comenta entre risas.

“A ese lo hice famoso por 25 años. Llegaba yo a las oficinas del señor presidente (municipal) y le decía a la secretaria: ‘vengo a sacar una entrevista y nomás con decirle el nombre del periódico se reía’.

Ahora comenta que trabaja con su periódico “La voz del sol”, una publicación tamaño un cuarto de carta, con anuncios caligrafiados en los que también mete versos y fotos.

Cuando caducaron las cámaras grandes con las que tenían que prepararse los químicos y las pinturas, Agustina comenzó a trabajar con la Polaroid y ahora cuenta con una cámara digital chica “que les gasto la broma que con ésta se las encojo porque son chiquitas”. La Polaroid es medianita, chiquita, pero caben 20 ó 30 personas si uno quiere, como si fuera panorámica.

Me gusta la foto, me apasiona, porque es bonita. Y es que no sólo se trata de apretar el dedo y ya, dice, sino hay que ser fotógrafa de corazón. Hablar con el cliente, mejorar su apariencia, retocar la imagen, tomar el mo-mento preciso. Ahí está la Virgen de la Sole-dad o quieren que salga la Virgen María que está del otro lado.

“¿Qué quiere? Tres por 100 o una en 50 pesos, o 40 si trae cambio. El asunto es que el cliente se vaya contento. Pero tam-bién me gusta porque luego, luego llega el billetito”, abunda.

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SEIS

Clavijero, el repatriado* Los 380 libros publicados en la colección Suma Veracruzana, cien de la autoría de Leonardo Pasquel, es una aportación sin precedentes a la historiografía de Veracruz, principalmente las reediciones de libros antiguos agotados y escritos por veracruzanos en todos los ámbitos de la cultura.

Jorge Luis Sáenz/ INAH

Periodista, historiador e incansable divulgador de la historia y la cultu-ra veracruzana, Leonardo Pasquel (Xalapa, Veracruz, 1910-1990) em-

prendió a finales de los años 50 la tarea de editar casi 400 libros y monografías sobre su estado natal a través de la editorial Citlalté-petl y la Revista Jarocha, bajo escueta pero significativa consigna: “Conocer, amar y ser-vir a Veracruz”.

Me encontré con Leonardo Pasquel porque escribió una curiosa biografía de Francisco Javier Clavijero (Puerto de Veracruz, 1731– Bolonia, Italia, 1787), notabilísimo histo-riador jesuita, autor de la Historia antigua de México.

En 1951, Pasquel viajó en el Queen Mary rumbo a Europa para, además de visitar “archivos, bibliotecas y cenáculos de varios países”, encontrar en Italia las tumbas de dos notables historiadores veracruzanos: la del mencionado Clavijero y la de Francisco del Paso y Troncoso (Veracruz, 1842 — Floren-cia, Italia; 1916).

Francisco del Paso y Troncoso fue explora-dor de las ruinas de El Tajín y director del Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnología de la Ciudad de México en dos oc-asiones (1889-1890, 1891). Pasquel encontró su tumba en el Panteón de San Miniato del Monte, de Florencia.

Del autor de la Historia antigua de México localizó sus restos en Bolonia, “logrando que los autentificara el antropólogo italiano Fa-bio Frazzetto”. No contento con eso, Pasquel abogó entre gobernadores veracruzanos y presidentes de la República para repatriar los restos del jesuita, lo que consiguió en 1970. Ahora, Clavijero descansa en la Rotonda de las Personas Ilustres, en el Panteón de Do-lores de la Ciudad de México.

Editorial Citlaltépetl

En 1958, en el barrio de Tacubaya de la Ciu-dad de México, “con máquinas viejas pero con gran entusiasmo”; Pasquel fundó la Editorial Citlaltépetl, para dar a conocer la gran riqueza cultural, histórica y política del Estado de Veracruz, así como aprovechar la biblioteca y el enorme archivo reunidos a lo largo de más de cinco décadas de paciente y callada labor.

En su libro Rescate y difusión del patrimonio cultural del Estado de Veracruz (Citlaltépetl, 1982), el escritor recuerda las dificultades que sorteó: “Tan amplio y difícil proyecto lo platiqué a familiares y amigos, los cuales, todos, trataban de disuadirme, pues pensa-ban que no era posible su realización y que pronto fracasaría perdiendo lo que en tal obra invirtiera”.

Creó la colección Suma Veracruzana, con el propósito de reeditar “todo tipo de obras de los más connotados autores veracruzanos”. Estos libros, antiguos o contemporáneos, fueron prologados por Pasquel, incluyendo una breve biografía del autor y comentarios sobre la obra. Generalmente la edición de es-tos libros fue de 600 ejemplares.

El propio Pasquel dio cuenta de gesta edito-rial: 105 libros de su autoría; 139 libros de la Colección Suma Veracruzana; 104 folle-tos “con fotografías de todos los virreyes y presidentes hasta Juárez”; así como los 58 números monográficos de la Revista Jaro-cha, publicados entre 159 y 1969.

Los libros de Suma Veracruzana abarcaron temas como historia, economía, derecho,

educación, folklore, literatura y arte, privi-legiando la publicación de historia e histo-riografía, así como la edición de documentos raros y antiguos sobre la fundación y desar-rollo de las principales ciudades veracruza-nas.

Destacan las biografías de los gobernadores de Veracruz; dos volúmenes historiográficos sobre La Ciudad de Veracruz, así como las Biografías de Veracruzanos porteños, Ver-acruzanos en la Revolución y Viajeros en el Estado de Veracruz, de la pluma de Pasquel.

Publicó biografías de Clavijero (y su Bib-liografía), Francisco del Paso y Troncoso e Ignacio de la Llave, así como la Bibliografía diazmironiana, oratoria y prosa de Salvador Díaz Mirón, en varios tomos, y una curiosa Bibliografía juarista veracruzana.

Otros autores publicados por Citlaltépetl, con prólogos de Pasquel, fueron Manuel Ri-vera Cambas (Los gobernante de México, en 6 Vols. y biografías de Santa Anna y Benito Juárez), Gregorio López y Fuentes (Ituarte “El Indio”), José Mancisidor (Frontera junto al mar), José Bernardo Couto (Poesías de Jo-sefa Murillo), y Gabriel Cházaro (De Chal-chihuecan a México).

La Revista Jarocha

La Revista Jarocha apareció en junio de 1959, con periodicidad de dos meses, se pro-puso publicar monografías ilustradas sobre temas y personajes históricos, así como ciu-dades, regiones e instituciones veracruzanas.

Pasquel recuerda que para editarla “tenía que comenzar a trabajar a las cinco de la maña-na” y hubo ocasiones en que “tuve que pre-pararla en cama e inválido, por las frecuentes recaídas que me provocaba la lesión en la columna vertebral”.

Entre 1959 y 1969, se editaron 58 números de la Revista Jarocha. Algunos estuvieron dedicados a Xalapa, Orizaba, Córdoba, los Tuxtlas, Cosamaloapan, la Huasteca verac-ruzana, la Cuenca del Papaloapan y la He-roica Veracruz. Otros abordaron personajes como el general Ignacio de la Llave, el gran educador Carlos A. Carrillo, además de los dedicados a instituciones como la Escuela Normal Veracruzana, la Escuela Naval Mili-tar, y la Universidad Veracruzana. También a temas como la música, el periodismo y la novela veracruzanas.

Sacarlo del olvido

Para contar la vida de este singular veracru-zano, conté con la valiosa ayuda del doctor en historia Luis Alberto Montero García, investigador del Centro INAH en Xalapa, y de la joven historiadora de la Universidad Veracruzana, Farah Ennuar Pérez Aureoles, autora del libro Colección Suma Veracruza-na y Revista Jarocha; patrimonio escrito del Estado de Veracruz y de la nación mexicana, publicado por la Editorial Académica Espa-ñola en 2011.

También del la singular obra Rescate y di-fusión del patrimonio cultural del Estado de Veracruz (Citlaltépetl, 1982), donde Pasquel aporta detalles de su vida, su empresa edito-rial y da fe de su insaciable curiosidad enci-clopédica.

Con su libro Farah Pérez se propuso no sólo revalorar a Leonardo Pasquel sino sacarlo

del olvido en que lo han sumido sus propios compatriotas: “No se le reconoce, los investi-gadores no hablan de él, la gente en Veracruz no sabe quién fue, a pesar de que ¡hay una calle y un colegio en Xalapa que llevan su nombre! Creo que los historiadores en Ver-acruz no reconocen la aportación que él hizo, casi no citan sus trabajos porque lo juzgan poco serio; por eso he tratado de sacarlo del olvido”.

Pérez Aureoles dijo que “me interesaba hacer un acercamiento histórico-biográfico de un autor enfocado a la difusión de la historia, primero en la prensa local y después por medio de la editorial Citlaltépetl y la Revista Jarocha, dado que en Veracruz hay una larga tradición de publicar temas históricos en la prensa”.

“Pasquel fue un gran divulgador de la cultura. Periodista y cronista publicó en el Dictamen y el Diario de Xalapa, también en El Universal y Jueves de Excélsior. Me identifiqué mucho con él porque yo misma fui columnista en el Diario AZ y en el Dia-rio de Xalapa. Luego asistí a un congreso de Historiadores de la Prensa, en Costa Rica. Eso me decidió”.

Aclaró que el historiador xalapeño estudió Derecho en la UNAM, pero su contacto con las letras y la influencia de maestros y amigos como Salvador Novo, Xavier Vil-laurrutia, Alfonso Caso y Efrén Hernández Tachas, lo inclinaron a “investigar y escribir del pasado de su estado natal”.

Pérez Aureoles destacó que Pasquel trabajó en la Lotería Nacional, y también durante seis años fue Magistrado en el Tribunal Su-perior de Justicia, en el Distrito Federal, pero paralelamente a estas tareas, colaboró en re-vistas como América y Continente, en ésta última con semblanzas de grandes abogados mexicanos. También fundó y dirigió Vín-culo, revista de la Generación de abogados 1930-34, y las revistas Ilustración, Labor y Guía, en la que publicó una “Breve historia de la Lotería Nacional”.

Robando tiempo a sus labores burocráticas, Pasquel también publicó los libros Las Con-stituciones de América, (1943, 2t), con pie de imprenta de la Lotería Nacional, y Perfiles de Xalapa (1946), en el que colaboró con su tío Pedro M. Pasquel y Castilla. “Se puede decir que así comenzó a escribir su propia histo-ria”, asegura Farah Pérez.

Aporte historiográfico

El historiador Luis Alberto Montero, quien realizó su tesis doctoral sobre la morfología de las haciendas azucareras (“Surgimiento y auge de la industria azucarera en el Pa-paloapan veracruzano, entre el Porfiriato y la Revolución”) sostiene que le fueron de gran ayuda las monografías editadas por Pasquel sobre la cuenca del Papaloapan.

También, gracias a Citlaltépetl, tuvo noticia de autores que fueron dados a conocer por el historiador xalapeño, tales como Tlacotal-pan: noticias estadísticas sobre aquella mu-nicipalidad del distrito de Veracruz, de Juan N. César; La Costa de Sotavento, de Joaquín Arróniz; La Costa de Sotavento, escrita en 177 por Miguel del Corral, y San Antonio S. A., de Raúl González Enríquez, entre otros.

“Los 380 libros publicados en la colección Suma Veracruzana, cien de la autoría de Pasquel, es una aportación sin precedentes a la historiografía de Veracruz, principalmente las reediciones de libros antiguos agotados y escritos por veracruzanos en todos los ám-bitos de la cultura (novela, poesía, historia, geografía, oratoria, biografía, etcétera)”, ex-

plicó el historiador.

Montero considera que la obra de Pasquel sí impactó en los historiadores de Veracruz: “La vasta obra rescatada y presentada en la Colección Suma Veracruzana es fuente de consulta obligada para quien incursiona en al quehacer histórico de las localidades y regiones veracruzanas. Sigue siendo un ref-erente bibliográfico importante”.

Archivo sobre Veracruz

Leonardo Pasquel refiere en Rescate y di-fusión… que no habría podido hacer su empresa editorial si no hubiera contado con el valioso archivo reunido “a lo largo de 40 años de estudios e investigaciones”: más de 400 cajas con “notas, cartas, retratos, re-cortes, fotografías, dibujos, planos, proyec-tos…” sobre temas, personajes y localidades veracruzanos.

También heredó de su bisabuelo, José María Pasquel y Balboa; de su abuelo, Francisco de P. Pasquel y Palma, y de su tío Pedro M. Pasquel y Castilla una rica biblioteca y docu-mentos sobre su propia familia y la historia de Xalapa.

Además recibió en donación los archivos del general Ignacio de la Llave y de Teo-doro A. Dehesa, ambos gobernadores del estado. También reunió cartas y documen-tos de Enrique C. Rebsamen, Salvador Díaz Mirón, Rafael Delgado, Francisco del Paso y Troncoso, Juan de la Luz Enríquez, Joaquín García Icazbalceta y Enriqueta Camarillo de Pereyra, entre otros.

El Archivo General del Estado de Veracruz también tiene varias de sus obras y la may-oría de los números de la Revista Jarocha. Parte de este archivo ahora se encuentra en 92 cajas AG/12 del repositorio de Xalapa, y ha sido muy poco estudiado y aún no está catalogado.

Al respecto, Luis Alberto Montero señaló que las bibliotecas de varios institutos de la Universidad Veracruzana resguardan una buena parte de su obra. Además, la Bibli-oteca de la ciudad de Xalapa resguarda nu-merosas ediciones recopiladas por Leonardo Pasquel en un acervo especial que lleva su nombre.

El ingeniero Enrique Pasquel Jiménez, sobri-no de don Leonardo, me contó en entrevista telefónica que tiene “como ochenta de los libros de mi tío, pero no la colección com-pleta. Poseo algunos álbumes con recortes de lo que publicó en Siempre y en Jueves de Excélsior, pienso que habría que reunir en un volumen los artículos que mi tío publicó”.

Recordó que de su casa de Xalapa “me per-dió el primer libro que publicó mi tío, Per-files de Xalapa (1946), y tardé varios años en volverlo a conseguir con un señor librero de Cuernavaca, que pone sus ofertas en Internet, así pude recuperar el libro original”.

Luis Alberto Montero concluyó que “como hombre sabio que se avocó al rescate del pat-rimonio cultural veracruzano y a su incansa-ble labor de difusión”, Pasquel “siempre puso a la disposición de quien se interesara tanto su archivo personal como los libros y revistas editó”. Esto lo hizo en las oficinas de Citlaltépetl, en la Ciudad de México y, después, en su amada Xalapa.

* [email protected]

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El pequeño mecanismo de los acontecimientos

* El pequeño mecanismo de los acon-tecimientos de Fabián Casas, es una compilación realizada por el poeta Hernán Bravo Varela. Es el título núme-ro trece de la colección de poesía de Almadía, la cual hasta ahora ha logrado sacar al género poético de los rincones de bibliotecas y librerías. Ha ampliado el público y ahora estos textos son leí-dos no sólo por académicos y poetas, sino que es posible encontrar lectores de esta colección en el metro y en los parques. Sobre todo autores como Ale-jandro Magallanes y ahora Fabián Ca-sas han hecho de esta colección una poesía más cercana al público.

El éxito de un escritor es extraño e im-predecible. Es difícil dar un argumento convincente que explique por qué au-tores llenos de talento y premios, no son leídos, y otros, escritores sombríos y

marginales, agotan con facilidad ejemplares, y los que se hallan se encuentran en librerías mano-seados y gastados de tantas lecturas.

El pequeño mecanismo de los acontecimientos de Fabián Casas, es una compilación realizada por el poeta Hernán Bravo Varela. Es el título número trece de la colección de poesía de Al-madía, la cual hasta ahora ha logrado sacar al género poético de los rincones de bibliotecas y librerías. Ha ampliado el público y ahora estos textos son leídos no sólo por académicos y po-etas, sino que es posible encontrar lectores de esta colección en el metro y en los parques. So-bre todo autores como Alejandro Magallanes y ahora Fabián Casas han hecho de esta colección una poesía más cercana al público.

En este poemario de Casas, convergen muchos puntos; momentos, estados de ánimo y estéti-cas. Poemas mayores y poemas menores. La cotidianeidad y la eternidad. La tradición y la vanguardia. Pienso, entre otros, en el poema Sin llaves y a oscuras “Entonces salí al pasillo a tirar la basura […] la puerta se cerró /Quedé sin llaves y a oscuras… Así también puede ser la muerte: / Un pasillo oscuro / una puerta cerrada con la llave adentro / la basura en la mano”.

Conviven la cotidianeidad y la eternidad. Una anécdota prosaica como tirar la basura y que esta lleve al poeta a vislumbrar la consistencia

de la muerte. Dos momentos lejanos se unen en un poema de apenas quince líneas.

Fabián Casas es un poeta original porque su obra se inserta en una tradición pero también en un parricidio. Es difícil comparar su voz, necrófila, desencantada, pero no así distinguirla. Quizá sea esto lo que lo ha hecho un poeta fundamental en el nacimiento de una nueva generación.

No hay la búsqueda de un hilo negro en la poesía de Casas, tampoco es complaciente con las voces paradigmáticas de la poesía latinoamericana. No cae en el canon de amar a un poeta. Más bien tiene afinidades, se acerca al Oliverio Girondo de Poemas para leer en el tranvía que hace a la po-esía algo cotidiano. También a Julio Cortázar que encuentra lo sublime en el hecho más baladí. La poesía es algo que sucede en todo momento y en cualquier cosa.

Poemas para leerse mientras se hace tiempo en un parque, a la espera del camión o mientras se camina. Poemas para releerse y descubrir que detrás de cada instante hay una compleja maquinaria que mueve el mundo. Cito para terminar, el poema que da nombre a la an-tología: “El hombre de campo mira pasar el río. / El hombre de ciudad mira pasar el tren. / Ambos reflexionan sobre el pequeño mecanismo / de los acontecimientos.

El pequeño mecanismo de los acontecimientosFabián CasasAlmadíaMéxico, 2012

Adán Ramírez Serret/ Periódicodepoesía/ UNAM

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Esa vez, el reflejo en la tinta y el olor a mariguana hacían brillar las piernas.No eran suficientes las calles y las mentiras para mi cara doblegada.

Una fruta y los autos, uno tras otro, cargaban incienso y los ojos reventaban sueño.No importa que no recuerde el marasmo negro que revolotea lejano: yo tenía sed.

Alguien buscaba mujeres para mí.Casi todas eran africanas y leían carteles rojos

las monedas de Patria o Muerteel mar tieso, vociferado.

Mis brazos no se elevaron dentre la multitud de manos que se ofrecían a guiarme y quedé solo, escondido.

Era que el día se alargaba dejándome llegarintocable

detrás de la española y su pasaporte azul.No aprendí el nombre de los pueblos por los que pasaba porque eran borrascas bajo

la lluvia y

La tormenta se anunció por la radio pero la gente

bordeando el Horcasitasderramaba sus pertenencias en pedazos de oro y chocolate.

Verlos me hizo bienaunque de todas formas estaba triste.

Era julio y alguien se arañaba la espalda, recargada en la pared o lo creía, lo volvía cierto.

También llegó la hora, aunque me quedé lo más que pude, antes de subir a la balsa, empinada por el río.

Veinte mil dólares en las calcetas no evitaron que los pies se mojaran, que lo demás fuera un golpe de cartas, el verde canto de la selva.

Era el monte, miseria incendiada.Y Aura, callada por el ron, como un cigarro.Envuelto en mis andrajos, sueño la vida violenta

el temor aburrido.No tuve calor, pero el ruido del remo, las galletas...

Puedo dormir porque está ella.Viene conmigo y no pregunta nada,

no pregunta nada, perdonen ustedes y ha vivido mi vida en el fondo más pálido.En esa época tenía dieciséis años.

Ella buscaba casa y yo le abrí la puerta, porque era el amor.A veces mira desde el vano y su voz tiembla.

La encontré sentada en las piedras, con la mirada clavada, filosa.

Parece la mujer prometida

un ebrio en la noche donde somos felices.

Pero está nublado.Una risa ahoga la casa.

Las tías.¿Qué mueca las envuelve que las pone de rodillas?

Puede que todo empiece ahí, pero no hay manera de saber, y no quiero.

El polvo la lluvia la cancha húmeda y débil

una pelota, el mundo era una pelota y no había voces en los cuartos.

Sólo por lástima

por penapor amor

porque era un niño

miraba sin importarme las figuras inclinadas sobre la comida.Hay un sentido para este mariposeo que ni la leche ni el pan, olor a

madretan agriocaliente

van a quitarme de la piel.

Hago como tú.Me cobro.Me cobro.

Ayer, el otro martes estaba solo, aún con el pelo negro.

Enfrente, los chorros del agua crecen apenas y canta su lengua dulce y venenosa.Haz tu oficio, hasta que termine el día y podamos mirar sin cuidado.

La cosa es que di la vuelta y regresé por el mismo camino, con el agua salada empalada en el sol

-pequeño, mi niño pequeño-

y al final de todo, lo peor es un hombre con una mujer dentro.

Me asfixio en este olor a tierra húmeda, a cerro.Tengo mojado el nombre abierto de tus ojos.

Eres de barro, un ídolo, dorada.Haz lo que todas, amor, ya basta.

Los golpes, retumbos de la casa que no quisieron irse, miran con su ojo triste de buey -volteo

tabique aliento

¿por qué no llueve?

Al otro lado está la partera doblada por la mitad.Le gusta saber que estoy bien y me lleva comida una vez a la semana. En eso no cambias, como tampoco la mentira que pongo en tus ojos.

Te dije que trabajo, que gano mi propio dinero, que tus libros son menos que basura y tú preguntas qué te has hecho.

Nada que la punta de una aguja, un cigarro no puedan resolver.A ver mañana qué inventas, para saberlo todo.

En todo caso, la ventana abierta a la puesta del sol.

Tonta, tontitano importa que lo ido traiga rumores, otras cosas y se desborden

espumas en colores todas las tonterías, tonta, tontita, que escurren a los llorados.

“Hasta mañana”tu risa de oreja a oreja, de cabo a rabo fermento de abeja, renovado constante.

No debo romper las puertas, sería impropio.Y con lo bien que van las cosas.

Las puertas están rotas y las cosas van mal.Es un hoyo que atraviesa dos láminas y tiene el tamaño de un bebé.

¿Por qué cantan los pájaros?No es, lo sé, pero no aguantaba el dolor al mirarte y penetrar a Eva.

¿Por qué?(Y Aura, porque esta es la paz).

seguros todos con las manos amarradas.Eran ricos o tenían miedo.

Más abajo, una tarjeta postal y una línea se acurrucan, golondrinos y palomas.

Y Aura, callada más que las piedras.No se puede.

Es inútil, no estoy solo. Solo, en un membrillo, cascarado para adentro, derretido por el trópico.

El pan con leche se derrite en mi boca mientras miras la historia de Alicia ahogada en la taza del té.

Las monedas dePatria o Muerte

Miguel Alvarado