la villa de las mujeres. tesoros portugalujos …...de todo amparo y en la mas triste situacion”...

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Tesoros Portugalujos Portugaleteko Altxorrak LA VILLA DE LAS MUJERES. HISTORIAS DE LAS MUJERES DE PORTUGALETE ENTRE LOS SIGLOS XVIII Y XIX EMAKUMEEN HIRIA. PORTUGALETEKO EMAKUMEEN ISTORIOAK XVIII. ETA XIX. MENDEETAN Luis M. Bernal

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HisTOrias de Las mujeres de POrTugaLeTe eNTre LOs sigLOs Xviii y XiX

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Luis m. Bernal

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Edita Ayuntamiento de Portugalete Colección Tesoros Portugalujos nº 9 Tirada 500 ejemplares Impresión ABZ D.L. Textos Luis M. Bernal Imágenes Gipuzkoako Foru Aldundia / Diputación Foral de Gipuzkoa Koldo Mitxelena Kulturunea. Gipuzkoako Foru Aldundia / Koldo Mitxelena Kulturunea. Zumalakarregi Museoa. Gipuzkoako Foru Aldundia / Museo Zumalakarregi

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saludas

La historia de las mujeres portugalujas de los siglos XVIII y XIX impresiona por muchos mo-tivos, aunque quizás el más impactante sea la

pobreza, la carencia de medios suficientes para sub-sistir a la que las obligaba su situación de dependen-cia económica respecto de sus maridos.

No es menos destacable, al mismo tiempo, su forta-leza y determinación en circunstancias muy difíciles, su tesón por alcanzar algo tan sencillo y a la vez tan importante como una vida digna para ellas y para sus familias.

Todo esto me hace sentirme muy orgulloso de mis vecinas portugalujas de antaño, tanto como me sien-to de las de hoy en día y me sentiré, sin ninguna duda, de las del futuro.

Me quedo, pues, con las últimas líneas de este valiosí-simo Tesoro Portugalujo, las que hablan de la lucha de las mujeres por una mayor libertad y unas mejores condiciones de vida. Una lucha que, por cierto, toda-vía no ha acabado.

En los últimos nueve años la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Portugalete ha editado varios Tesoros Portugalujos con dife-

rentes temas históricos sobre nuestra villa, para con-memorar, por ejemplo, los 125 años del Muelle de Hierro, los 125 de la llegada del ferrocarril a Portu-galete, los 400 de la llegada de las Clarisas, así como monográficos dedicados al frontón La Estrella, la Ban-da Municipal de Música, el antiguo teatrillo, etc.

Teníamos, sin embargo, una deuda con una parte de la sociedad portugaluja: nos faltaba dedicar toda una publicación al papel desempeñado por las mujeres a lo largo de la historia de Portugalete, villa que, no lo olvidemos, fue fundada por una mujer, María Díaz de Haro, Señora de Vizcaya, en l322.

Así pues, en estas páginas descubriremos a las por-tugalujas del siglo XVIII y comienzos del XIX y cono-ceremos cómo tuvieron que enfrentarse a enormes dificultades y luchar valientemente para sacar adelan-te sus familias por la ausencia de sus maridos.

Espero, confío y deseo que esta publicación sea del agrado de todas y todos.

Mike l Torre s lore nzo

AlcAlde de PorTugAle Te

Italia Canna Castroconce jAlA de culTurA y Fie sTAs

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Uno de los elementos principales de las sociedades de la Edad Moderna era la subordinación de las mujeres a los hombres, una discriminación que se producía tanto en el ámbito privado como en el público y que estaba legitimada por las leyes. Sin embargo, incluso con estas limitaciones las mujeres se mostraron muy activas en la sociedad tradicional, superando las funciones básicas que en principio tenían asignadas, como eran las de ser esposa y madre. Esta circunstancia se producía especialmente cuando fallecía el cabeza de familia o también cuando el marido permanecía ausente del hogar durante largos períodos, ya fuera por dedicarse al comercio, servir en el ejército o por haber emigrado a las colonias americanas. Situaciones de este tipo fueron muy frecuentes en el Portugalete de finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, propiciando que las mujeres asumieran una mayor responsabilidad familiar y alcanzaran una mayor presencia en la sociedad y la economía de la villa. Las mujeres que afrontaron estas circunstancias tuvieron que mostrar su capacidad para adaptarse y dirigir sus familias y sus negocios o simplemente para garantizar su propia subsistencia en momentos muy adversos.

Sin embargo, este mayor protagonismo de las mujeres no implicaba que hubiesen alcanzado una po-sición de igualdad con respecto a los hombres ni que esta situación no causara tensiones en la villa.

Durante la Edad Moderna la dirección y el sostenimiento familiar se entendían como funciones propias de los hombres. Sin embargo, esto no implicaba que las mujeres no pudieran asumir estas tareas. Por ejemplo, el trabajo femenino resultaba imprescindible para muchas familias, y no sólo por la realización de las tareas del hogar, en las que colaboraban desde niñas, sino también por su de-dicación a actividades remuneradas fuera de la casa. Así, en la documentación portugaluja abundan las referencias a taberneras, vendedoras, costureras, nodrizas, cargueras, jornaleras, peonas o criadas, trabajos generalmente precarios, inestables y de poca consideración social. Entre estas trabajadoras figuraban solteras que así conseguían dinero para una dote que favoreciera su matrimonio, casadas que completaban los ingresos del marido y viudas que tenían que procurar su propio sostenimiento y el de sus familias.

El fallecimiento del marido suponía que muchas viudas tuvieran que asumir responsabilidades que en principio no correspondían a las mujeres. Esto se observa claramente en el caso de varias co-merciantes destacadas en el Portugalete de finales del siglo XVIII y comienzos del XIX que se dedi-caron a la gestión de los negocios familiares tras la muerte de sus maridos. Así sucedió con Manuela de Aranguren, casada con Juan Bautista de Arauco, con quien tuvo nueve hijos, y que al fallecer su marido en 1786 pasó a dirigir el negocio de comercio de hierro, como muestran las denuncias que presentó contra varios clientes por el impago de partidas de vena3. También denunció a José de

La villa de las mujeres. Historias de las mujeres de Portugalete entre los siglos Xviii y XiX

1 este texto se basa en la investigación villanas modernas. Las mujeres de Portugalete entre los siglos Xvi y XiX, ganadora del Xiv Premio de investigación Histórica Noble villa de Portugalete mariano Ciriquiain gaiztarro en 2014.

2 doctor en Historia.

3 archivo Histórico Foral de Bizkaia (aHFB), judicial, jCr 3639/009; aHFB, judicial, jCr 1545/004; aHFB, judicial, jCr 1134/026.

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Llosa, vecino de San Salvador del Valle, en 1797, porque la había acusado de cargar sin su permiso 570 quintales de vena en gabarras en el embarcadero de Ugarte. Para Aranguren esa acusación perturbaba “la radicada y envejecida reputacion que hay de mi buena fe en dicho puerto y en qualquier otro” y presentó testigos que afirmaron que era “notoria la conducta y fidelidad con que dicha doña Manuela se rige en el trato y comercio que mantiene de dicha bena”. Llosa fue condenado a pagar las costas del proceso y advertido de que no ofendiera a “persona de distincion y viuda de onor como es la querellante”4.

La biografía de Juana de Arróspide es muy similar a la de Aranguren, ya que también se encargó de dirigir el negocio familiar de comercio de hierro tras la muerte de su esposo Pedro de Urioste en 17875. Además de una intensa actividad en los tribunales para denunciar impagos6, Arróspide tam-bién ejerció como cabeza de familia. Su actitud y mentalidad en este ámbito se reflejan en el recurso que presentó en 1797 para oponerse a la pretensión de una mujer de que su hijo José Francisco cumpliera con la promesa de matrimonio que le había dado. Su rechazo se basaba en que “es mui distinto y diberso el lustre y estimazion de las familias”, por lo que afirmó que actuaba “con el fin de mirar por mi familia, su honor y el de los probenientes de esta”7.

Estos ejemplos suponen una excepción, puesto que para la mayor parte de las mujeres el falleci-miento de sus esposos suponía el empeoramiento de sus condiciones de vida, lo que motivaba que muchas viudas tuvieran que trabajar incluso a edades avanzadas, vender bienes o dedicarse a la mendicidad. Otras mujeres en esta situación recurrieron al robo, como María de Sasia, quien en 1809 aprovechó la cercanía entre su vivienda y otra casa de la calle del Medio para entrar por un agujero del tejado y extraer objetos como platos, fuentes, manteles o ropa, que después vendió en la villa. Sasia, que tenía 50 años y vivía con su hija soltera, reconoció haber cometido el robo “viendose en la maior estrechez y necesidad a que se halla reducida por falta de ganancias y demas circunstancias del dia”. De hecho, en el registro de su casa sólo se encontraron “las ropas viejas de su uso y unas zarandajas que no merecen la atencion de anotarse por su corto valor”. Fue condenada a pagar 1.480 reales por el valor de los objetos robados a la propietaria de la casa, la comerciante y también viuda Juana de Arróspide8.

Otra situación que conllevaba un aumento de las responsabilidades sociales y familiares de las muje-res era la ausencia de sus maridos. En Portugalete esta circunstancia resultaba habitual, debido a que muchos hombres se dedicaban a la navegación y podían pasar largas temporadas fuera de la villa. En estos casos era frecuente que el marido otorgara poderes a la esposa para que pudiera tomar decisiones sobre la familia y sus bienes, un documento que suponía para la mujer el reconocimiento de su capacidad para dirigir la casa al igual que hacían los hombres. Por ejemplo, Josefa de Abenda-ño tuvo que usar en varias ocasiones el poder otorgado por su marido Simón de Echavarría, que estaba “ausente a Reinos extraños en carrera de navegazion”, para defender los intereses familiares, ya fuera para reclamar el pago de un préstamo o para desahuciar a un inquilino. También concedió el permiso para que su hija María Teresa se casara en 1791, un enlace para el que Echavarría había dado su aprobación por carta9.

4 archivo Histórico Provincial de Bizkaia (aHPB), justicia antiguo régimen, Caja 411, j – 12076.

5 archivo Histórico eclesiástico de Bizkaia (aHeB), 3050/001-00, p. 300.

6 aHFB, judicial, jTB 0288/039; aHFB, judicial, jCr 2066/012; aHFB, judicial, jCr 2617/005; aHPB, Prot. Not. escribano Clemente de urioste, leg. 2286. 21 de agosto de 1800; archivo de la real Chancillería de valladolid (a.r.Ch.v.), registro de ejecutorias, Caja 3737, 34; aHPB, justicia antiguo régimen, Caja 270, j – 7050.

7 aHPB, justicia antiguo régimen, Caja 340, j – 9167.

8 aHPB, justicia antiguo régimen, Caja 91, j – 2719.

9 aHPB, judicial, jCr 0701/033; aHPB, judicial, jCr 3505/013; aHPB, Prot, Not. escribano Clemente de urioste, leg. 2286, 30 de enero de 1800; aHPB, Prot, Not. escribano Clemente de urioste, leg. 2281, 3 de diciembre de 1791.

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En otros casos la ausencia del esposo se producía por la emigración a las colonias americanas. Mu-chas mujeres realizaban el viaje para instalarse junto a sus maridos, pero otras permanecieron en sus casas, ya fuera porque los inmigrantes no consiguieran un trabajo que permitiera la reunión familiar o porque los hombres decidieran no comunicarse con ellas. Esta circunstancia dejaba a las mujeres en una situación de incertidumbre, por desconocer el paradero de sus maridos, y de inseguridad, por no recibir ayuda económica. En la documentación consultada hay varios ejemplos de mujeres de Portugalete con sus maridos ausentes, ya fuera en América o en otros destinos, en una situación complicada: por ejemplo, en 1815 María Concepción del Valle señaló en el proceso por el que reclamaba a un comerciante el pago de una deuda que su marido Juan Bautista de Elorduy llevaba cinco años fuera de la villa, los tres últimos sin que “me haya hecho remesa alguna para mi sustento y el de mi dilatada familia”. También añadía que necesitaba cobrar la deuda porque “me veo destituida de todo amparo y en la mas triste situacion”10. Ante esta circunstancia las esposas abandonadas podían optar por denunciar a sus maridos y así obtener parte de sus ingresos, como hizo Magdalena de Hornes en 1797 porque su marido Pedro de Trabudua, que trabajaba como piloto de barco para la Compañía de Caracas, en los más de dos años que llevaba fuera de Portugalete no había enviado dinero a casa. Según su denuncia, la situación familiar era muy precaria “por no alcanzar lo que yo ad-quiero con mi sudor y trabajo para mi sustento y de dichos mis hijos”11. Más prolongada era la ausencia de Manuel Loredo cuando fue denunciado por su esposa María de Urrutia en 1797, tras once años sin comunicarse con su familia. Había partido hacia Venezuela pocos meses después de la boda, estando ella embarazada y “prometiendome su regreso con la maior vrebedad”, pero no había respon-dido a ninguna de sus cartas. Urrutia pretendía que Loredo retornara a Portugalete “a hacer vida maridable” con ella y advertía de que su esposo estaba empleando un apellido falso para ocultarse12.

Como se puede observar, el fallecimiento y la ausencia temporal o permanente de muchos portu-galujos causaban que las mujeres de la villa alcanzaran una mayor responsabilidad familiar y relevan-cia social. La presencia de las mujeres en la documentación de finales del siglo XVIII y comienzos del XIX es constante, como muestran multitud de escrituras, denuncias o contratos. Estos documentos reflejan la situación y la vida cotidiana de las portugalujas, su importancia en el mundo laboral, las formas de ocio y las relaciones que se establecían entre ellas. El hecho de que las mujeres tuvie-ran que asumir mayores responsabilidades propiciaba que también se implicaran en disputas por motivos como la defensa del honor y del patrimonio familiar, tarea habitualmente encomendada a los hombres. Esta conflictividad se refleja en el aumento del número de denuncias presentadas por injurias entre mujeres que se produjo a finales del siglo XVIII e inicios del XIX respecto a las décadas anteriores. Los insultos más empleados y que causaban un mayor daño e impacto eran los referidos a la conducta sexual de la agraviada, lo que indica la facilidad con la que se recurría a un supuesto comportamiento inmoral para denigrar a una mujer con la que se tuviera una disputa y también la importancia que tenía para las ofendidas recuperar su honor. Así se observa en el proceso iniciado por Andresa de Echávarri contra Petrona Prado en 1792 por referirse a ella “con las denigrativas y feas palabras de maldiciente, puta, arrastrada, indigna”. En su denuncia, Echávarri, cuyo marido estaba fuera de Portugalete, remarcaba que siempre se había comportado “con la lealtad y rectitud propia de una verdadera vizcayna”13.

Para cualquier mujer de la Edad Moderna, estuviera soltera o casada, resultaba fundamental preser-var su honradez sexual. La importancia que se otorgaba a esta cuestión motivaba que el adulterio femenino fuera una de las grandes obsesiones de la época, ya que el honor del marido y el de toda

10 aHPB, justicia antiguo régimen, caja 18, j – 419.

11 aHPB, Prot. Not. escribano Clemente de urioste, leg. 2283, 5 de marzo de 1797.

12 aHPB, Prot. Not. escribano Clemente de urioste, leg. 2283, 27 de junio de 1797.

13 aHPB, justicia antiguo régimen, Caja 35, j – 858.

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la familia dependían de la incuestionable fidelidad de la esposa. En la práctica esta concepción del sentido del honor se manifestaba en la vigilancia que los hombres mantenían hacia el comporta-miento de sus esposas, un control que en el caso de las mujeres cuyos maridos se encontraban au-sentes era ejercido por sus familias, como se observa en el conflicto surgido entre Josefa del Calvo y sus suegros en 1807. El marido de Calvo estaba preso en Inglaterra y durante su ausencia fueron sus padres los que reclamaron a su nuera que preservara el honor de su hijo, porque sospechaban “por el continuo trato o amistad que ha mantenido en diversos tiempos con dos soldados y por haberlos visto entrar y salir alguna que otra vez de su casa a deshoras”. Calvo recibió varios golpes durante una discusión por este motivo, por lo que denunció a sus suegros. En el proceso sostuvo que era “fiel y leal, sin cosa en contrario, a mi marido”, pero finalmente fue advertida por el alcalde de Portugalete de que, si no mantenía “en lo sucesibo una conducta mas arreglada sin dar lugar a quexas de sus suegros, se procedera contra ella”14.

Además de este control de las familias, también las autoridades civiles y religiosas, que imponían la mentalidad vigente en la época moderna, vigilaban especialmente el comportamiento de las mujeres casadas, ya que su actitud afectaba a la moralidad pública. Una muestra de este tipo de acciones se produjo en 1805 cuando el alcalde y un sacerdote elaboraron un informe sobre la conducta de-pravada de varias mujeres casadas de Portugalete durante las ausencias de sus maridos de la villa. El alcalde afirmaba que algunas esposas, aprovechando “la larga ausencia de sus maridos, viven licenciosa y abandonadamente, no solamente faltando a los deberes de la fidelidad conyugal, sino corrompiendo con su mal exemplo a la juventud de ambos sexos”. En el informe declararon varios sacerdotes, regidores y otros ciudadanos defensores de la moralidad vigente, que expusieron los “excesos libertinos” co-metidos por algunas mujeres, tanto solteras como casadas, sobre todo con los militares que servían en la villa. Estos testimonios, generalmente basados en rumores o en una interpretación interesada de acciones como visitas o charlas entre mujeres casadas y hombres, informaban sobre una sucesión de adulterios, prostitución, proxenetismo, hijos ilegítimos o peleas, por lo que la conclusión que se extraía era que “cada dia reina mas y mas la desemboltura y la relaxacion en unas mugeres que obsti-nadas en el pecado no reconocen autoridad que sea capaz de contenerlas”. Así, como pretendían los impulsores de este informe, se decidió proceder contra las adúlteras señaladas y sus cómplices para evitar los efectos perniciosos que su actuación producía en la comunidad y que no podían contener-se sólo con amonestaciones extrajudiciales, como si se tratara de un asunto estrictamente privado. Se ordenó la expulsión de Portugalete de María de Allende, acusada de alcahuetería por muchos declarantes, durante cuatro años, y se advirtió a las demás mujeres mencionadas que recibirían el mismo castigo “si en lo sucesivo no viviesen con la honestidad y recato correspondiente, sin dar ocasion a murmuraciones y escandalos”15.

Además, hay que señalar que este informe se realizó en un momento en el que la presencia social de las mujeres en la villa se había incrementado. Sin embargo, que las mujeres superasen los límites que se les imponían por su género suponía una alteración del orden establecido, uno de cuyos fun-damentos era precisamente la sumisión femenina. En este contexto hay que situar los intentos que se produjeron para reprimir el protagonismo de las mujeres y que se centraron especialmente en su conducta sexual, el comportamiento que se consideraba como más escandaloso y dañino para la moral comunitaria.

Como conclusión, se puede señalar que la historia de las mujeres de Portugalete a fines de la Edad Moderna refleja los intentos por superar la discriminación a la que estaban abocadas, aunque no se tratara de actuaciones conscientes y colectivas en este sentido, sino de la búsqueda individual de una mayor libertad personal y mejores condiciones de vida, así como de la reacción generada en contra de estas aspiraciones.

14 aHPB, justicia antiguo régimen, Caja 288, j - 7390.

15 aHFB, judicial, jCr 1400/018.

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Bernal, L. M., Sociedad y violencia en Portugalete (1550-1833), Portugalete, Ayuntamiento de Portugalete, 2007.

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Gálvez, M. A., “Emigración a Indias y fracaso conyugal”, en Chronica Nova, 24, 1997, pp. 79-102.

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Bibliografía

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agurrak

Txundigarria da oso, hainbat zio dela eta, XVIII. eta XIX. mendeetako emakume portugale-tetarren historia. Dena dela, haien pobreziak

aztoratzen gaitu gehien, ezinbestez. Nahikoa baliabide ekonomikorik ez zutenez, senarren menpe zeuden eta hala-moduz bizirauten zuten, biziraun ere.

Halaber, nabarmendu behar dugu egoerarik lazga-rrienen aurrean gotortasuna eta irmotasuna erakutsi zutela. Kemen handia ere bazuten, oinarrizkoa bezain garrantzitsua zen bizimodu duina lortu nahian haien-tzat eta senitartekoentzat.

Honengatik guztiagatik, behinolako emakume portu-galetetar haiekin guztiekin harro sentitzen naiz guztiz, oraingo emakumeek eta, ezbairik gabe, etorkizune-koek ere sentiaraziko nauten bezainbestekoa.

Honenbestez, Portugaleteko Altxor baliotsu honen azken lerroak datozkit gogora, emakumeen borrokari buruzkoak, askatasun handiagoa eta bizitza-baldintza hobeak lortze aldera, hain justu ere. Borrokak, hala ere, ez du amaierarik izan.

Portugaleteko Udalaren Kultura Sailak Portuga-leteko Altxorraren ale batzuk, herriko histo-riari buruzkoak, editatu ditu azken bederatzi

urteotan. Aleok gai askotarikoak izan dira; batetik, hainbat data omentzekoak (Burdin Kaiaren 125. ur-teurrena, Portugaletera burdinbidea iritsi zen 125.a, Klaratarren etorreraren 400.a); bestetik, gai bakarre-koak: hots, La Estrella pilotalekua, Udalaren Musika Banda, antzinako antzokia eta abar.

Hala eta guztiz ere, zorretan geunden portugaleteta-rren jende-multzo jakin batekin. Izan ere, ez genuen argitalpen bakarrean ere berariaz jardun Portugalete-ko historian emakumeek izan duten paperaz. Ahaztu beharrik ez dago, gainera, emakume batek, María Díaz de Haro Bizkaiko Andreak, hain justu ere, fundatu zuela gure hiria.

Beraz, orrialdeotan XVIII. eta XIX. mendeetako emakume portugaletetar haiek ezagutuko ditugu. Era berean, ikusiko dugu nola egin zieten aurre egoera benetan zailei eta nola egin zuten aurrera ausardia handiz senarrik gabe euren familiak aurrera atera-tzearren.

Honengatik guztiagatik, espero dut egiatan argitalpen hau zuen guztion gustukoa izan dadin.

Mike l Torre s lore nzo

PorTugAle Te ko AlkATe A

Italia Canna CastrokulTurA e TA jAie n zine goTziA

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emakumeen hiria. Portugaleteko emakumeen istorioak Xviii. eta XiX. mendeetan

Emakumeak gizonezkoen mende zeudela zen Aro Modernoko gizarteen ezaugarri nagusietako bat. Bereizkeria hori eremu publikoan zein pribatuan gertatzen zen, eta legeek legitimatua zen, gainera. Hala eta guztiz ere, muga horiek guztiak edukita ere, emakumeak oso aktiboak izan ziren gizarte tradizionalean, eta egokitzen zitzaizkien oinarrizko funtzioak ere gainditu zituzten, hala nola, emazte eta ama izatearen funtzioak. Horrela izaten zen bereziki familia burua hiltzen zenean edo senarra merkataritzan jarduteko, gudarostean borrokatzeko edo amerikar kolonietara emigratzeko denbo-raldi luzez etxetik kanpo egoten zenean. Era horretako egoerak ohikoak izan ziren Portugaleten XVIII. mendearen bukaeran eta XX. mendearen hasieran eta, hori dela eta, emakume askok eran-tzukizun handiagoak izan zituzten familian eta presentzia handiagoa lortu zuten hiriguneko gizartean zein ekonomian. Egoera horiei aurre egin zieten emakumeek egoerara egokitzeko eta beren familiak eta negozioak zuzentzeko gaitasuna zutela erakutsi behar izan zuten edo, besterik gabe, une oso kontrakoetan beren bizi-iraupena bermatzeko gai zirela.

Hala ere, emakumeen gero eta protagonismo handiago horrek ez zuen esan nahi berdintasun maila lortu zutenik gizonezkoekiko, ezta egoera horrek tirabirarik sortu ez zuenik ere hirigunean.

Aro Modernoan gizonezkoen berezko funtziotzat hartzen ziren familiaren zuzendaritza eta mante-nua. Horrek ez zuen esan nahi, ordea, emakumeek ezin bete zituztenik funtzio horiek. Esate baterako, emakumeen lana funtsezkoa zen familia askorentzat, eta ez bakarrik etxeko lanak egiten zituztelako (horietan txiki-txikitatik laguntzen zuten), baizik eta etxetik kanpoko jarduera ordainduetan parte hartzen zutelako. Era horretara, Portugaleteko dokumentazioan aipamen ugari daude emakumezko tabernariei, saltzaileei, jostunei, inudeei, zamaketariei, jornalariei, peoiei edo neskameei buruz; gehie-netan lan eskasak ziren, egonkortasunik gabeak eta gizartean ez oso aintzat hartuak. Langile horien artean zeuden ezkongabeak –ezkontzen lagunduko zieten ezkonsaria edukitzeko dirua lortzen zuten horrela–, ezkonduak –beren senarren diru-sarrerak osatzeko eta beren burua mantentzeko– eta alargunak –beren buruaz gainera beren familiak mantendu behar zituzten–.

Senarra hiltzen zenean, emakume alargun askok emakume gisa egokitzen ez zitzaizkien erantzukizu-nak hartu behar izan zituzten beren gain. Hori argi ikusten da XVIII. mendearen amaieran eta XIX. mendearen hasieran senarren heriotzaren ondoren familiaren negozioak kudeatu behar izan zituzten hainbat dendariren kasuan. Hala gertatu zen, esaterako, Manuela de Arangurenekin. Juan Bautista de Araucorekin zegoen ezkonduta, eta bederatzi seme-alaba izan zituzten elkarrekin; 1786an, senarra hil zitzaionean, burdina salerosteko negozioa zuzendu behar izan zuen; horren erakusgarri dira hainbat bezeroren kontra zain-sorta ez ordaintzeagatik aurkeztutako salaketak3. San Salvador del Valleko José de Llosari ere jarri zion salaketa 1797an, bere baimenik gabe 570 kintal zain gabarretan zamatu

1 Testu hau villanas modernas. Las mujeres de Portugalete entre los siglos Xvi y XiX ikerketan oinarritua da. mariano Ciriquiain gaiztarro Portugalete uri urena ikerketa Historikoaren Xiv. saria irabazi zuen ikerketak 2014an.

2 Historiako doktorea.

3 Bizkaiko Foru agiritegi Historikoa (BFaH), judiziala jCr 3639/009; BFaH, judiziala, jCr 1545/004; BFaH, judiziala, jCr 1134/026. (Testuko aipu guztiak gaztelaniatik euskarara itzuliak dira).

Luis m. Bernal 2

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zituelako, Ugarteko kaian. Arangurenen hitzetan, salaketa horrek nahastu egiten zuen “portu horretan eta beste edozeinetan nire uste onari buruz dagoen ospe errotu eta aspaldikoa”, eta lekukoak aurkeztu zituen, zeinek hauxe esaten zuten: “nabarmena da Manuela andrearen jarrera eta leialtasuna zain horretan nagusi den tratuari eta salerosketari dagokionez”. Llosak prozesuaren kostua ordaindu behar izan zuen, eta ohartarazi zitzaion ez iraintzeko “auzi-jartzailea, itzaleko pertsona eta ohorezko alargu-na” baitzen4.

Juana de Arróspideren biografia Aranguren andrearenaren oso antzekoa da. Hura ere burdinaren salerosketarako negozioaz arduratu zen, senarra, Pedro de Urioste, hil zitzaionean (1787)5. Ordain-du gabeko tratuak salatzeko epaitegietan jarduteaz gainera6, Arróspidek familia buru gisa ere jardun zuen. Eremu horretan zituen jarrera eta pentsamoldea oso argi ikusten dira 1797an egindako hele-gitean. Emakume batek haren seme José Franciscok ezkontzeko emandako hitza betetzea nahi zuen, eta haren kontra aurkeztu zuen helegitea. Gaitzespen haren oinarria hauxe zen: “oso bestelakoa eta askotarikoa da bi familien ospea eta estimazioa”; beraz, adierazi zuen “familiaren eta haren ondoren-goen alde egiteko, haren ohoreari eusteko helburuarekin”7 ziharduela.

Adibide horiek salbuespenak dira, ordea; emakume gehienentzat beren senarren heriotzaren ondo-rioz okerrera egiten zuten beren bizi-baldintzek eta, horren ondorioz, alargun askok, adinean aurrera bazeuden ere, lan egin behar izaten zuten, ondasunak saldu edo eskean ibili. Egoera horretan zeuden beste emakume batzuek lapurretaren bidetik egin zuten. María de Sasiak, esate baterako. 1809an, bere etxea eta Erdiko kaleko beste bat oso hurbil zeudela baliatuta, teilatuko zulo batetik sartu eta hainbat objektu hartu zituen, hala nola, platerak, azpilak, mantelak edo arropa, eta, gero, hirigunean bertan saldu zituen. Sasiak 50 urte zituen, eta alaba ezkongabearekin bizi zen; onartu zuen lapurreta egin zuela “irabazi ezaren eta eguneroko beste hainbat egoeraren ondorioz estuasun eta premia larrian zegoelako”. Are gehiago, haren etxea miatu zenean, “arropa zahar erabiliak eta oso balio gutxi zute-nez aipatzea ere merezi ez zuten beste hainbat zirtzilkeria” topatu zituzten. 1.480 erreal ordaintzera kondenatu zuten, etxeko nagusi Juana de Arróspide merkatari eta alargunari lapurtutako objektuen truke8.

Emakumeek gizartean eta familian zituzten erantzukizunak handitzea ekarri zuen beste egoeratako bat senarraren falta izaten zen. Portugaleten ohikoa zen egoera hori, gizonezko askok itsasoan jardu-ten zutelako eta denboraldi luzeak igarotzen zituztelako hirigunetik kanpo. Kasu horietan, ohikoa zen senarrek emazteari ahalordeak ematea, haiek familiari eta haren ondasunei buruzko erabakiak har zitzaten. Agiri haren bitartez, emakumeari onartu egiten zitzaion etxea gizonezkoek bezala zuzentze-ko gaitasuna. Esate baterako, Josefa de Abendañok behin baino gehiagotan erabili behar izan zituen Simón de Echavarría senarrak emandako ahalordeak, “Erresuma arrotzetan zegoelako, nabigazioa ikasten” familiaren interesak defendatzeko, bai maileguren baten ordainketa eskatzeko bai maizter bat kaleratzeko. Halaber, 1791n baimena eman zion bere alaba María Teresari ezkontzeko, izan ere, Echavarriak gutun bidez eman zion onespena lotura hari9.

4 Bizkaiako artxibo Historiko Probintziala (BaHP), erregimen Zaharreko justizia, 411. kutxa, j – 12076.

5 Bizkaiko elizaren Histori artxiboa (BeaH), 3050/001-00, 300. or.

6 BaHP, judiziala, jTB 0288/039; BaHP, judiziala, jCr 2066/012; BaHP, judiziala, jCr 2617/005; BaHP, Prot. Not. Clemente de urioste eskribaua, leg. 2286. 1800eko abuztua; valladolideko errege kantzilergoaren agiritegia (veka), Betearazpenen erregistroa, 3737. kutxa, 34; BaHP, erregimen Zaharreko justizia, 270. kutxa, j – 7050.

7 BaHP, erregimen Zaharreko justizia, 340. kutxa, j – 9167.

8 BaHP, erregimen Zaharreko justizia, 91. kutxa, j – 2719.

9 BaHP, judiziala, jCr 0701/033; BFaH, judiziala, jCr 3505/013; BFaH, Prot, Not. Clemente de urioste eskribaua, leg. 2286, 1800eko urtarrilaren 30a; BaHP, Prot, Not. Clemente de urioste eskribaua, leg. 2281, 1791ko abenduaren 3a.

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Beste kasu batzuetan, amerikar kolonietara emigratu zuelako faltatzen zen senarra. Emakume askok egiten zuten bidaia senarrarekin batera bizilekua hartzeko, baina beste askok beren etxean jarraitzen zuten, immigranteek ez zutelako lan egoki bat aurkitzen familia elkartzeko adinakoa edo gizonezkoek emazteekin ez komunikatzea erabakitzen zutelako. Horren ondorioz, emakumeak kezka egoeran gelditzen ziren, ez zutelako senarren berri, edo ziurgabetasun egoeran, ez zutelako laguntza ekono-mikorik jasotzen. Aztertutako agirietan, egoera konplexuan zeuden Portugaleteko hainbat emaku-meren kasuak aurkitu dira; senarrak Amerikara edo beste leku batzuetara joanak ziren, eta horren ondorioz zeuden egoera konplexu horretan: esate baterako, 1815ean María Concepción del Vallek merkatari bati zor baten ordainketa eskatzen zion prozesuan adierazi zuenez, senarrak, Juan Bautista de Elorduyk, bost urte zeraman hiritik kanpo, eta azken hiru urteetan “ez dit bidalketarik egin ez nire mantenurako ez nire familia handiarentzako”. Horri eransten zion zorra kobratu beharra zeukala, “ba-besik batere gabe nago eta egoera ezin penagarriagoan”10. Egoera horretan, abandonaturik gelditzen ziren emazteek bazuten senarra salatzea, eta, horrela, haien diru-sarrera batzuk eskuratu. Hala egin zuen, esate baterako, Magdalena de Hornesek 1797an, haren senar Pedro de Trabuduak, Caracaseko Konpainiarentzat itsasontziko pilotu gisa lan egiten zuenak, bi urtez Portugaletetik kanpo zeramala, ez zuelako etxera dirurik batere bidali. Salaketa haren arabera, familiaren egoera oso kaskarra zen; “nire izerdiarekin eta lanarekin lortzen dudanak ez dit ematen neure burua eta nire seme-alabena mantentze-ko”11. Denbora gehiago zeraman kanpoan Manuel Loredok bere emazte María de Urrutiak 1797an salatu zuenean, hamaika urte familiarekin harremanetan jarri gabe igaro ondoren. Venezuelara abiatu zen ezkondu eta hilabete gutxira, emaztea haurdun zegoela, eta “ahal bezain azkarren itzuliko zela” agindu zion, baina ez zion gutun bakar bati ere erantzun. Loredo Portugaletera itzultzea nahi zuen Urrutiak, “senar-emazte bizitza egitera”, eta jakinarazi zuen senarra abizen faltsu bat erabiltzen ari zela ezkutatzeko12.

Ikus daitekeenez, portugaletetarren heriotzaren eta aldi baterako edo betirako kanpoan egotearen ondorioz, herriko emakumeek erantzukizun handiagoa zuten familian eta garrantzi handiagoa gizar-tean. XVIII. mende bukaerako eta XIX. mende hasierako agirietan etengabe agertzen dira emaku-meak, eskritura, salaketa edo kontratu askotan ikusten den bezala. Agiri horietan ikusten da zein zen Portugaleteko emakumeen egoera eta eguneroko bizitza, zer garrantzi zuten lan munduan, nola pasatzen zuten denbora eta zer-nolako harremanak zituzten beraien artean. Emakumeek erantzuki-zun gehiago hartzen zituztenez, gizonezkoei agindu ohi zitzaizkien zereginetan ere gero eta gehiago nahasten ziren, esate baterako, familiaren ohorea eta ondareak babestearen ondoriozko liskarretan. Gatazka egoera horien ondorioz, emakumeen artean irainen kontrako salaketa kopuruak gora egin zuen XVIII. mendearen amaieran eta XIX. mendearen hasieran, aurreko hamarkadekin alderatuz gero. Gehien erabiltzen ziren irainak eta kalte gehien eta eragin handien izaten zituztenak irainduaren jarrera sexualari buruzkoak ziren, eta horrek aditzera ematen du, aldi berean, zein erraz aipatzen zen ustezko jokabide moralgabe bat emakume bat iraintzeko, eta, halaber, ikusten da zein garrantzizkoa zen emakume haientzat beren ohorea berreskuratzea. Horrela, Andresa de Echavarrik Petrona Pra-doren kontra 1792an abian jarritako prozesuan esan zuen “madarikatzaile, emagaldu, makur, duinga-be hitz laidogarri eta itsusiak” erabili zituztela berari buruz aritzeko. Echavarrik bere salaketan esaten zuenez (senarra Portugaletetik kanpo zegoen), “beti jardun dut leialtasunez eta bizkaitar bati dagokion zuzentasunaz”13.

Aro Modernoko edozein emakumerentzat, ezkondua edo ezkongabea izan, funtsezkoa zen bere zintzotasun sexuala zaintzea. Gai horri ematen zitzaion garrantzia dela-eta, emakumeen adulterioa

10 BaHP, erregimen Zaharreko justizia, 18. kutxa, j – 419.

11 BaHP, Prot. Not. Clemente de urioste eskribaua, leg. 2283, 1797ko martxoaren 5a.

12 BaHP, Prot. Not. Clemente de urioste eskribaua, leg. 2283, 1797ko ekainaren 27a.

13 BaHP, erregimen Zaharreko justizia, 35. kutxa, j - 858.

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zen garai hartako obsesio nagusietako bat, izan ere, emaztearen leialtasun eztabaidaezinaren men-de zegoen senarraren eta familia osoaren ohorea. Praktikan, ohorearen zentzu horren ondorioz gizonezkoek ondo begiratzen zuten emazteen jokabidea eta, senarra kanpoan zuten emakumeen kasuan, kontrol hori familiak egiten zuen, Josefa del Calvoren eta here aita-amaginarreben artean 1807an sortutako gatazkan ikus daitekeen bezala. Calvoren senarra Ingalaterran zegoen preso, eta, senarra kanpoan izan zen bitartean, haren gurasoek semearen ohorea zaintzeko eskatu zioten erra-inari, susmoak baitzituzten “bi soldadurekin hainbatean harremanak edo adiskidetasuna izan dituela eta behin edo behin ordu txikietan ikusi dituzte sartzen eta irteten haren etxetik”. Calvok hainbat kolpe jaso zituen arrazoi horregatik, eta ama-aitaginarrebak salatu zituen. Auzian adierazi zuen “leiala izan naiz, eta ez dut senarraren kontrako ezer egin”, baina, azkenik, Portugaleteko alkateak jakinarazi zion “aurrerantzean zorrotzago jokatzen ez bazuen, aita-amaginarrebaren kexurik eragin gabe, bere kontra jardungo zela”14.

Familien kontrol horrez gainera, agintari zibil eta erlijiosoek ere inposatzen zuten garai modernoan indarrean zen pentsaera, eta oso modu berezian zaintzen zuten emakume ezkonduen jokabidea, moralitate publikoari eragiten baitzion. Era horretako ekimenen erakusgarri bat gertatu zen 1805. urtean; alkateak eta apaizak txosten bat egin zuten, Portugaleteko zenbait emakume ezkonduk sena-rrak herritik kanpo zeudela izandako jokabide ustelei buruz. Alkateak adierazi zuen zenbait emaztek baliatuta “senarrak denbora luzean kanpoan direla, lizunkeriaz eta abandonaturik bizitzeaz gainera, sexu bateko zein besteko gazteria usteltzen dute, eredu txarra emanez”. Txostenean, hainbat apaiz, erregi-dore eta indarrean zen moraltasunaren defendatzailek egin zituzten adierazpenak, eta esan zuten zenbait emakumek, ezkongabe zein ezkonduek, “gehiegikeria libertinoak” egiten zituztela. Lekukotasun horiek esamesetan edo zenbait ekintzaren interpretazio interesatuetan oinarrituak ziren; emakume ezkonduen eta gizonen arteko bisitetan edo hizketaldietan oinarrituta, adulterioen, prostituzioaren, proxenetismoaren, seme-alaba legez kanpokoen edo borroken berri ematen zuten. Hori guztia kontuan hartuta, ondorio gisa ateratzen zen “gero eta nabarmenagoa zela arinkeria eta erlaxazioa bekatuan tematuta dauden emakumeengan, eta, gainera, ez dute onartzen kontrolatzen dituen boterea”. Hartara, txosten horren bultzatzaileek nahi bezala, aipatutako adulteriogileen eta haien konplizeen kontra jardutea erabaki zen, beraien jokabideak komunitatean eragiten zituen ondorio kaltegarriak saihesteko, ezin baitzen besterik gabe epaiz kanpoko kargu-hartzeetara mugatu, gai guztiz pribatua balitz bezala. María de Allende Portugaletetik lau urtez kanporatzea agindu zen, deklaratzaile askoren hitzetan estalgilea zelako, eta aipatutako gainerako emakumeei ohartarazi zi tzaien zigor hori bera izango zutela “aurrerantzean ez bazuten zintzotasunez eta begirunez jarduten, esamesei eta iskanbilei lekurik eman gabe”15.

Gainera, azpimarratu beharra dago txosten hori egin zen momentuan emakumeek gizartean zuten presentzia gero eta handiagoa zela. Hala eta guztiz ere, generoak ezarritako mugak gainditzen zituz-ten emakumeek ezarritako ordena nahasten zuten, zeinaren oinarrietako bat zen, hain zuzen ere, emakumezkoen mendekotasuna. Testuinguru horretan kokatu behar dira emakumeen protagonis-moa zapaltzeko izandako saioak; bereziki, haien jokabide sexualetan jartzen zen arreta, hura baitzen komunitatearen moralarentzat guztiz eskandalugarria eta kaltegarria.

Ondorioz, azpimarratu beharra dago Aro Modernoaren amaierako Portugaleteko emakumeen his-toriak ondo erakusten duela emakumeek zer-nolako saioak egin zituzten zain zuten halabeharrezko bereizkeria hura gainditzeko; edonola ere, ez ziren jarduera kontzienteak eta kolektiboak izan, baizik eta askatasun pertsonal handiagoa eta bizi-baldintza hobeak bilatzeko ahalegin bat, eta helburu ho-rien kontrako erreakzio bat.

14 BaHP, erregimen Zaharreko justizia, 288. kutxa, j - 7390.

15 BFaH, judiziala, jCr 1400/018.

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[01]Mujer vasca, 1875Zumalakarregi Museoa. Gipuzkoako Foru Aldundia / Museo Zumalakarregi

[02]Vendedoras de pescado de Ondarroa, 1880Zumalakarregi Museoa. Gipuzkoako Foru Aldundia / Museo Zumalakarregi

[03]Trajes vizcaínos. Julio Lambla, 1846Koldo Mitxelena Kulturunea. Gipuzkoako Foru Aldundia / Koldo Mitxelena Kulturunea

[04]Tipos de las provincias vascongadas.Valeriano Becquer, 1876Koldo Mitxelena Kulturunea. Gipuzkoako Foru Aldundia / Koldo Mitxelena Kulturunea

[05]Tipos de las provincias vascongadas. Valeriano Becquer, 1876Koldo Mitxelena Kulturunea. Gipuzkoako Foru Aldundia / Koldo Mitxelena Kulturunea

[06]Dibujos sobre la vida cotidiana de la población vasca: una joven vasca, 1874Zumalakarregi Museoa. Gipuzkoako Foru Aldundia / Museo Zumalakarregi

[07]Layadores de Bizkaia. Vicente Urrabieta Ortiz, 1865Koldo Mitxelena Kulturunea. Gipuzkoako Foru Aldundia / Koldo Mitxelena Kulturunea

[08]Didier Petit de Meurville, 186?Gipuzkoako Foru Aldundia - Diputación Foral de Gipuzkoa

[09]Didier Petit de Meurville, 186?Gipuzkoako Foru Aldundia - Diputación Foral de Gipuzkoa

[10]Vizcaya: aldeana de Alonsótegui. F. Xumetra, 1885Koldo Mitxelena Kulturunea. Gipuzkoako Foru Aldundia / Koldo Mitxelena Kulturunea

[Cubierta/Azala]Didier Petit de Meurville, 186?Gipuzkoako Foru Aldundia - Diputación Foral de Gipuzkoa

[Contracubierta/Atzeko azala]Pilota: Portugalete. Didier Petit de Meurville, 186?Gipuzkoako Foru Aldundia - Diputación Foral de Gipuzkoa

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