la verdadera y auténtica historia del fraile sin cabeza y otras leyendas complementarias

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AUTOR: HERNÁN SIGIFREDO RUBIO VIVAS [email protected] [email protected] [email protected] 2010 PRIMERA PARTE: La leyenda de LA CAVERNA LABERÍNTICA En una noche de luna llena, sobre una extensa llanura cercada por montañas que encadenadas forman una herradura, se alzó una gigantesca hoguera que con la fuerza de su luz podía fácilmente iluminar el horizonte a la redonda de un modesto estadio de futbol, alrededor de ella estaban presentes indígenas procedentes de diferentes sitios de lo que en alguna época posterior se conoció como la provincia del Tolima. Cada grupo se diferenciaba del otro por sus atuendos, ornamentos, instrumentos, bailes y cantos característicos… Parecía una noche de fiesta, una noche de carnaval. Pero, no era así… Estaban presentes delegaciones de lo más representativo de la fuerza indígena de la región y sus canticos, danzas, gemidos, ropajes y colores eran evocación al dolor y a la tristeza… Consumían chicha, masticaban hongos y algunos, muy pocos mambeaban hoja s de coca, en un afán desenfrenado por entrar en contacto con sus dioses. Buscaban respuestas, clamaban a los dioses por el perdón y la misericordia… No precisaban en qué, quién, cómo, dónde, cuándo, ó cuánto, habrían fallado, pero, así debía serlo para que los dioses les dieran sus espaldasLos venidos del este, los arrojados por el lago sin fin 1 , los extraños, los blancos vestidos de luz 2 y montados en dantas gigantes 3 , tomaban y poseían a sus mujeres, usaban a sus niños como criados, y a los hombres sin importar su linaje los arrastraban, flagelaban y los obligaban a estar bajo su servicio. Los bienes, los tesoros, los símbolos, sus leyes y hasta su pensamiento era arrebatado, exterminado o desfigurado… Estos seres tenían el poder de los dioses pero no se comportaban como dioses… No eran buenos. Muchas clases de humos, sahumerios, olores, fragancias y zumos se lanzaban al cielo, a la luna, a las estrellas… Se gritaba de mil formas y se danzaba de mil maneras… Pero de arriba no llegaba respuesta alguna… En sus visiones, los indígenas, veían a muchos hombres blancos aproximándose por el rio de la serpiente gigante y parecía que ella les apurara el paso… Venían con luces, lanzas, dragones, pestes, lobos… traían la ira en su frente, sus bocas saboreaban la sangre y sus pechos generaban la fuerza del caos y de la destrucción. Sabían que faltaban veinte 1 Lago sin fin: connotación aplicada al mar. 2 Los blancos vestidos de luz: españoles con sus relucientes armaduras. 3 Dantas gigantes: alusivo a los caballos. Aunque los caballos son originarios de América, los indígenas pijaos no los conocían. Por tal razón los asociaron con sus mamíferos más grandes.

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Page 1: La verdadera y auténtica  historia del fraile sin cabeza y otras leyendas complementarias

AUTOR: HERNÁN SIGIFREDO RUBIO VIVAS

[email protected] [email protected] [email protected]

2010

PRIMERA PARTE: La leyenda de LA CAVERNA LABERÍNTICA

En una noche de luna llena, sobre una extensa llanura cercada por montañas que encadenadas

forman una herradura, se alzó una gigantesca hoguera que con la fuerza de su luz podía fácilmente

iluminar el horizonte a la redonda de un modesto estadio de futbol, alrededor de ella estaban

presentes indígenas procedentes de diferentes sitios de lo que en alguna época posterior se

conoció como la provincia del Tolima. Cada grupo se diferenciaba del otro por sus atuendos,

ornamentos, instrumentos, bailes y cantos característicos… Parecía una noche de fiesta, una

noche de carnaval.

Pero, no era así… Estaban presentes delegaciones de lo más representativo de la fuerza indígena

de la región y sus canticos, danzas, gemidos, ropajes y colores eran evocación al dolor y a la

tristeza… Consumían chicha, masticaban hongos y algunos, muy pocos mambeaban hojas de coca,

en un afán desenfrenado por entrar en contacto con sus dioses. Buscaban respuestas, clamaban a

los dioses por el perdón y la misericordia… No precisaban en qué, quién, cómo, dónde, cuándo, ó

cuánto, habrían fallado, pero, así debía serlo para que los dioses les dieran sus espaldas…

Los venidos del este, los arrojados por el lago sin fin1, los extraños, los blancos vestidos de luz2 y

montados en dantas gigantes3, tomaban y poseían a sus mujeres, usaban a sus niños como

criados, y a los hombres sin importar su linaje los arrastraban, flagelaban y los obligaban a estar

bajo su servicio. Los bienes, los tesoros, los símbolos, sus leyes y hasta su pensamiento era

arrebatado, exterminado o desfigurado… Estos seres tenían el poder de los dioses pero no se

comportaban como dioses… No eran buenos.

Muchas clases de humos, sahumerios, olores, fragancias y zumos se lanzaban al cielo, a la luna, a

las estrellas… Se gritaba de mil formas y se danzaba de mil maneras… Pero de arriba no llegaba

respuesta alguna… En sus visiones, los indígenas, veían a muchos hombres blancos

aproximándose por el rio de la serpiente gigante y parecía que ella les apurara el paso… Venían

con luces, lanzas, dragones, pestes, lobos… traían la ira en su frente, sus bocas saboreaban la

sangre y sus pechos generaban la fuerza del caos y de la destrucción. Sabían que faltaban veinte

1 Lago sin fin: connotación aplicada al mar. 2 Los blancos vestidos de luz: españoles con sus relucientes armaduras.

3 Dantas gigantes: alusivo a los caballos. Aunque los caballos son originarios de América, los indígenas pijaos no los conocían. Por tal razón los asociaron con sus mamíferos más grandes.

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de veinte lunas para encontrarlos y si esto llegara a pasar, sin la mirada de los dioses, todos

vagarían en las sombras… deambularían como vientos ululantes y susurrantes y se convertirían en

rocas negras cubiertas de lama hedionda para habitar en lodazales y en farallones, ocultos por

siempre a toda luz…

Todos los danzantes fueron cayendo, el cansancio se apoderó de ellos y se sumieron en un

inmenso e insondable sueño… durmieron tan profundamente que, ni la torrencial lluvia que se

desató luego, los pudo despertar… el chis se apoderó de todo, el goro goro le seguía y el plin, plin,

completaba la armonía… todo cesó… llegó el amanecer, el sol besó sus rostros e irritó y fastidió

tanto sus ojos que no quedaba otra alternativa que con sus manos intentar arrancarlo como si se

hubiese adherido a ellos cual calcomanía. Todos se levantaron derrotados, agobiados y sin

esperanza… El cielo les quemó sus rostros y casi los ciega… Su fin era inminente, más esto no

importaba… Pero que sería de sus espíritus si esos seres maléficos los tomaban, los sacrilegaban y

los destruían… ¿Sabían aquellos seres poseedores del rayo4, que los espíritus de los indígenas

moran en su simbología, en sus orfebrerías, en sus trastos, en sus tiestos, en sus ollas y trebejos?

¿Entenderían que cada acto propio estaba acompañado de la magia del ser, del hacer y del sentir?

¿Qué su cuerpo era solo una vasija, un contenedor de su esencia y que esta fluía dentro y fuera de

si?...

El más sabio de aquellos indígenas, “Gaitanos”, así era su nombre, fijó su mirada al centro del

círculo y observó como la lluvia había hecho una pequeña espiral que pareciera fuera el sifón por

donde toda esa masa de agua debió desaparecer, cada sinuosidad de la espiral contenía tabiques

que parecieran comunicar una con otra o quizá evitar que se juntaran… El sol secó el pequeño

cráter y a su interior acudieron pequeños insectos, recorrían toda la espiral pero ninguno salía…

Conocían la entrada más no la salida… Las hormigas dejaron sus hojas, las arañas sus moscas, las

larvas cesaban su vida… Que trampa más absurda… y solo bastó un diluvial aguacero…

Luego de pensar y re pensar, todo le fue claro, ahí estaba la respuesta, los dioses habían cedido a

sus ruegos y como siempre, en su pedagogía divina, les exigían seguir sus señales, leer a natura,

entender en lo simple y ser sabio en lo sencillo.

Gaitanos había recibido la luz de los dioses y depositaban en él su clarividencia, ahora era cuestión

de interpretar la señal para entender su significado y descubrir su sentido.

Gaitanos convocó a todos los grandes y les exigió volver a danzar, volver a cantar, volver a gemir,

volver a sonar sus accesorios y volver a llenar de colores su cuerpo y su alma… Ahora lo harían

alegres porque los dioses los habían escuchado… ahora el sol les llevaría el mensaje de gratitud a

sus dioses, ahora los dioses los hacían renacer. Y efectivamente así fue, danzaron, cantaron,

pintaron y se pintaron… pero ya no estaban tristes, ahora la alegría moraba en su corazón. Al

verlos danzar, al verlos felices, al verlos unidos, “Gaitanos” recordó al espíritu del gran caracol y se

4 Los hombres poseedores del rayo mencionados en la leyenda, fueron relacionados con los españoles que

portaban arcabuces que al ser disparados lanzaban fuego, humo y producían sonidos similares a rayos y relámpagos.

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dijo entre si: lo más valioso hermano mío lo llevas dentro y su valía se determina del círculo más

grande, al más pequeño.

¡Alto todos! ¡Deténganse ya!

Con voz fuerte como un trueno pidió la presencia del gran constructor e inmediatamente se

presentó Nujila, descendiente de los seres del norte, los hijos del sol, ellos recibieron de los dioses

el don de la piedra para construir sus templos y sus imágenes. Gaitanos asió a Nujila de un brazo y

lo condujo al hueco hecho por la lluvia… Al verlo Nujila murmuró: ¡el caracol refugiado! ¡Los cien

pies dormidos! ¡El puercoespín se defiende¡

¡Gaitanos! Gritó Nujila: Los dioses nos piden hacer un lugar parecido a la casa del hermano

caracol, que parezca un cien pies dormido y que se defienda como un puerco espín. ¡Los dioses

quieren una construcción!

Gaitanos con su clarividencia pidió la presencia del guerrero de las sombras, el de los ojos

brillantes y el miró lo que Gaitanos y Nujila miraron y los dioses se le manifestaron y el día se hizo

oscuro y sus ojos se ampliaron y sus pupilas se dilataron y Nadiar, como era su nombre, sintió la

fuerza de los dioses y dijo: el lugar es en la penumbra y en las sombras… En lo oculto. Y todos

aceptaron… Nadiar era el guerrero de las sombras y tenía el poder de ver donde los demás no

podían ver o temían ver…

Luego Gaitanos pidió que la cacica Namaraia participara en el conjunto, ella era la reina de la

tierra, ella conocía lo insondable y tenía el poder del subterráneo. Namaraia vio en lo profundo y

entendió que el sitio debía estar oculto del sol, porque la luna, el sol y las estrellas guardarían su

luz para que lo visible fuese invisible… y Namaraia así lo quiso y sentenció: en el lugar escogido

deposito mi trasparencia para que todo aquel que en el habite sea uno con las sombras y la

penumbra no defina perfiles.

Gaitanos convidó al guerrero de la horadad, Toseren, y el se manifestó, el se hizo presente. Y con

solo su voz un surco se formó. Toseren le habló a Gaitanos y con su ronquera gutural manifestó:

soy el oriente y el occidente mas no seré ni el norte, ni el sur…

Luego se hizo presente la guerrera dorada, Gariol y haciéndose participe del encuentro, con voz

metálica exclamó: ahora lo áureo descansará en lugar privilegiado pero los profanos jamás me

sentirán, antes lo haré ocre y mohecido pero nunca su brillo lograrán.

Impetuoso e irreverente Dannarvideh increpó: como guerrero del viento y del fluido solo mi raza

mi halito sentirá y el indigno en aquel claustro mi aliento adolecerá y por más que gime de el lo

negaré.

Y fugaz como su aliento Acailí, en el centro su figura centelló y fulgurante así se hizo saber: mi luz

brillará y acompañaré hasta las fulgores de Toseren, pero solo en los principios de los destellos de

su principio y de su fin o de su fin y su principio pero nunca más allá.

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La última manifestación fue la de Neranh que con calidez exclamó: y en tal refugio a los míos

acogeré y a los que no sean míos mas suyos de los míos con mi calor cobijaré.

Y fue así como Gaitanos mirando al cielo definió el lugar, Quizás fue Marte, el luminoso, o pudo

ser Quirón… pero uno de esos astros el sitio indicó y fue allí donde la luz marcó el sitio donde se

determinó.

Todos en una gran celebración y procesión iniciaron la empresa de excavación e hicieron bajo

tierra la figura que los dioses demarcaron, una impresionante espiral con dos entradas o dos

salidas, como se quiera tomar. Una espiral interna y muchas puertas para entrar o salir, pero solo

dos valederas, las del oriente y occidente. Fue la construcción un intrincado laberinto que ni el

propio de Dédalo pudo igualar. Con teas a su interior era necesario ingresar pero en un próximo

punto estas por ausencia de aire se solían apagar. Una liviana brisa a quien ingresara acompañaba

pero repentinamente esta sucumbía y un bochorno inesperado la respiración pronto hacia opacar.

Los indígenas en este magnífico sitio todos sus secretos ocultaron, sus dorados tesoros, sus

símbolos, sus ajuares e instrumentos, todo lo más valioso allí se supo guardar, hasta los ancestros

allí se pudieron resguardar… Su centro cobijó todas las maravillas y purezas de esta raza pujante y

altanera que jamás al español o al profano quisieron adoptar… En ese laberinto está guardada con

celo y con cuidado, la soberbia, el orgullo, la hidalguía, la pureza y la esencia de la estirpe indígena

que gracias a los dioses su futuro y su destino sabiamente pudieron conservar… Pasan los siglos y

el laberinto yace allí esperando el renacer de los antiguos que celosamente guardan el secreto de

los que hoy ya ni saben qué o quienes son.

SEGUNDA PARTE: LOS INDÍGENAS Y EL ASEDIO ESPAÑOL

Corría el año 1949 y el mito de la cueva laberíntica surgió para salvar la estirpe…

Al igual que en la leyenda, en una noche de luna llena, en la extensa llanura cercada por montañas

que encadenadas forman una herradura, se concentraron lo mas representativo de las tribus

indígenas que habitaban la comarca: los pantágoras, los panches, los sutagaos, los poincos, los

coyaimas, los natagaimas, los gualíes, los nimaimas, los ambalemas, los metaimas, los anaimas,

los ibaguees, los tamanaes, los marquetones, los guarinoes, los herbes, los nimaimas y los pijaos.

Reunidos, sentados y formando un gran círculo se hallaban sus caciques… sobresalían entre ellos

los de mayor respeto y liderazgo: Calarcá, Ibagué, Chamaná, matoró, Talá, Ilobone, Otaque,

Laembiteme, Bombo, Títamo, Gualara, Bilapué, Quíquima y Belara. El objetivo de la asamblea no

era otro que el discutir sobre la presencia de aquellos españoles que subían por el rio de la

magdalena y de los que se temía, prontamente estarían en sus dominios y que

inmisericordemente harían realidad la leyenda que sus antiguos por tradición oral evitaron que

olvidasen y como sino del destino pondrían en peligro el futuro de su raza.

La ceremonia se repitió de forma similar como cada año, en preparación al solsticio de verano,

recordaron a sus ancestros y recitaron la leyenda de la caverna laberíntica… Bebieron chicha hasta

más no poder, quemaron tabaco, se alucinaron con hongos silvestres y mambearon las hojitas de

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coca… Los caciques ordenaron a sus chamanes, brujos, hechiceros o si se prefiere a los elegidos

como intermediarios entre los dioses y los hombres, que iniciaran el rito de la hoguera de la leña

verde, para en su humo recibir mensajes de los dioses y hacer su voluntad. Los brujos así lo

hicieron y luego de oraciones, danzas y canticos en dialectos sagrados arrojaron sobre el fuego

ramas y semillas de la planta del borrachero… Cada vez que lanzaban al fuego el borrachero, la

madera crujía, las llamas chisporroteaban y el humo tomaba matices violetas, verdes, azules,

amarillos, naranjas y rojos… La intensidad de la ceremonia aumentaba y la hoguera tomaba mayor

fuerza y carácter, hasta que una centella rauda y potente provino del cielo y se alojó en la hoguera

y en su humo el rostro de gaitanos se definió y con voz de eco ante su pueblo se manifestó y esto

les sentenció: Antes de la luna nueva las bocas del este y del oeste se abrirán y así lo estarán hasta

la nueva luna, los dioses mostrarán la casa del caracol, al cien pies dormido, el puerco espín

defendiendo para que en su interior guarden lo mejor de cada hombre, de cada familia, de cada

pueblo… Los sabios de cada tribu vivirán por siempre allí y una pareja, el día señalado, los dioses

enviarán y los hombres buenos sus almas salvaran y la paz entre el cielo y la tierra por fin se

logrará… La hoguera se apagó el cielo sin estrellas se mostró y un silencio frio y quedo todo lo

invadió. Todos los pueblos al amanecer iniciaron el retorno y solo en la zona el cacique Ibagué con

los suyos se quedó.

Pasaron cuatro lunas, quizás ocho, tal vez diez… cuando la lluvia todo el valle5 anegó, el volcán su

nieve6 derritió y el caudal del Cutucumay7, del mismo se salió y las faldas de los montes su piel les

arrancó. Al noroccidente del valle, al pie de la montaña, en el tacón de la herradura8 la entrada a

una cueva el invierno descubrió, de igual forma a la diestra del Chipalo9 otra entrada apareció,

eran sin duda las puertas del este y el oeste que en la leyenda se anunció. El Cacique Ibagué

cuando el torrente se calmó, de inmediato a Combayma, a Dulima, a yuldaima 10 y a otros caciques

comisionó para que sobre toda la comarca a sus hermanos informaran que la caverna laberíntica

existía y que la visión estaba dando cumplimiento. La noticia se regó como pólvora y de todos los

confines y mucho más allá, se hicieron presentes con sus más preciadas valías… Todos

organizadamente al centro de la caverna sus secretos, sus legados, sus sueños, sus esperanzas y

sus historias, en este lugar mágico ocultaron. Gemas preciadas, esmeraldas, amatistas, rubíes,

zafiros, ónices y otras; metales como el oro, la plata, el cobre, el hierro y sabe Dios que mas,

tallas de figuras, tótems, vasijas, mantas, esteras, canastos, tinajas, poporos, cazuelas, cucharas,

totumos, plantas sagradas, plantas curativas, plantas mágicas, plantas prohibidas, plantas de la

5 Hace referencia al “valle de las lanzas” llamado así por los españoles debido a la ferocidad de los indígenas, Pijaos, que habitaron esa vasta región. 6 Los naturales del valle de las lanzas a la nieve en su lengua Quechua la denominan Tolima. De allí procede

el nombre del nevado de Tolima. Los españoles pretendieron llamarlo las nieves del “Cartago”, sin embargo, tal nombre no trascendió y se impuso el de los nativos. 7 Cutucumay: en lengua Quechua significa el rio de oro puro

. Los españoles lo renombraron Combeima en honor al Cacique Combayma, quien al convertirse al cristianismo, recibió el de Baltazar. 8 …”llanura cercada por montañas que encadenadas forman una herradura…” 9 Nombre de un riachuelo que atraviesa el valle desde el noroccidente al suroccidente y desemboca en el

Combeima. 10

Caciques menores.

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ciencia, plantas de la vida y hasta plantas de la muerte… Frutas de toda variedad color, olor,

textura y sabor… Animales de tierra, de agua y de aire y hasta animales de fuego que solo ellos

conocen… Dejaron de todo cada cual, cada grupo, cada todo, cumpliendo la visión. Por último los

más sabios en medio de estas montañas de tesoros sin fin, como custodios y guardas allí por

siempre, según la voluntad de los dioses, deben estar. La segunda luna llegó y la tierra rugió, rocas

escupió el nevado y también los ríos y fueron ellas las que sellaron toda abertura, cada agujero y

toda entrada y salida, grande o pequeña, todo ocultó y luego una capa de tierra como un manto

todo el valle cubrió. Dicen algunos que el “dorado” está allí y que la pista más clara es el nombre

del rio y las pepitas de oro y gemas de color que, de vez en cuando afloran sobre la tierra como

ofrenda a los dioses por los sabios nativos, en días de sol.

Dicen los que saben, que donde hoy es el parque del Centenario, en la ciudad de Ibagué, bajo su

suelo oculta la caverna y el laberinto están y solo para el puro de corazón y conciencia con un poco

de esfuerzo fácilmente sus entradas podrá hallar. Muchos comentan que en noches

sanjuaneras11 algunos borrachitos el resplandor del tesoro, en ese parque, se ha llegado a palpar,

pero hacen caso omiso y a su aguardiente12 y cuz cuz13, la culpa de estas visiones le suelen

endilgar.

La profecía a la letra se cumplió y los españoles al valle un catorce de octubre del año 1550

llegaron cansados, abatidos y un poco diezmados. Cargaban consigo el evidente fracaso de no

hallar mina de oro alguna y no sabían como justificarse ante la corona española, por tan pésimos

resultados en el desarrollo de la expedición, eran ellos: el Oidor y Contador don Andrés López de

Galarza14, con los Capitanes Francisco de Prado, Juan Bretón, el Presbítero Francisco Gonzales, 93

soldados españoles y una cincuentena de indios cargueros, venían. El cacique Ibagué y sus

vasallos no eran guerreros. Eran indígenas dedicados a la agricultura y al que hacer delos que

viven en paz. Y al contrario de lo que se imaginaban los españoles, fueron recibidos amablemente,

les atendieron sus heridos, les suministraron alimentos y les prodigaron amistad. Los foráneos no

podían creerlo, un grupo Pijao no guerrero, parecía un sueño, puesto que desde que cruzaron el

Gran rio de la Magdalena o de la Serpiente gigante, fueron atacados, asediados y presionados de

forma incesante por otros grupos pertenecientes a esta etnia. Lo que los españoles nunca

supieron fue que los Pijaos comisionaron al Cacique Ibagué para la salvaguarda y protección de la

11 En el mes de junio se celebra en Ibagué el Festival Folclórico Nacional. Finaliza con las fiestas religiosas católicas de San Juan y San Pedro. La fecha de estas fiestas coinciden con el Solsticio de verano, época en que los indígenas llevaban a cabo sus rituales y ceremonias. 1212

Licor hecho a base de la destilación de la caña de azúcar, típico de la región y de consumo abundante en las fiestas de san Juan o del folclor. El rito de emborracharse para esas fechas coincide con las celebraciones indígenas donde la chicha, el tabaco, los hongos, las hojitas de coca inducían a la invocación de sus dioses. 13 El cuz cuz es una bebida hecha en alambiques rurales, similar al aguardiente, pero de producción prohibida. 14 El grado de Capitán a don Andrés López de Galarza, se lo dan los Capitanes Prado y Bretón en el “paso de Céspedes” cuando procedentes de Tocaima y luego de cruzar el rio Grande de la Magdalena son asediados por los indígenas Natagaimas y Coyaimas. Le otorgan el rango castrense como alto comisionado de la Real Audiencia Española. López de Galarza aceptó el titulo militar pero no lo ostentó, por ser hombre de letras y experto en números y como creyente más del poder de la convicción de sus discursos que en la fuerza de sus armas.

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cueva, sus laberintos y sus tesoros. Entre tanto los Caciques Títamo, Gualara, Bilapué y Quíquima

acosaban constantemente a los intrusos y procuraban sacarlos del lugar donde se asentaron y al

cual llamaron San Bonifacio de Ibagué del Valle de las Lanzas15. Los españoles no cayeron en la

treta y jamás abandonaron lo fundado, los caciques Títamo, Gualara, Bilapué y Quíquima,

finalmente fueron aniquilados y la conquista española inició su apogeo: los indígenas fueron

esclavizados, les cambiaron sus credos y creencias, pisotearon su dignidad, robaron sus

posesiones, las mujeres fueron abusadas y violadas al igual que a sus niños y los guerreros poco a

poco fueron cayendo… El último que mantuvo la resistencia fue el valiente Calarcá, quien con su

grupo de lanceros puso en aprietos a los intrusos, su ferocidad fue tal que desollaba los rostros de

los españoles y luego de secarlos al sol, los maquillaba y lucía como máscaras para lucirlos en sus

bailes y ceremonias. La expedición española pidió a la corona refuerzos bajo el pretexto de ser los

pijaos caníbales, nigromantes y obstructores del trafico normal de productos y obstaculizar el

comercio del sur hacia el mar. Ante tales argumentos a los españoles les llegaron refuerzos

suficientes para asolar en forma definitiva a los bravos pijaos. La Cacique Dulima prefirió

inmolarse con fuego antes de someterse a los hombres del rayo. Calarcá y sus guerreros

finalmente fueron derrotados y con su muerte el poder absoluto el hombre blanco impuso.

Algunos cronistas españoles, entre líneas, hacen referencia en sus escritos de desapariciones

misteriosas de españoles, que se encaminaban hacia la base de la montaña ubicada al

noroccidente del valle de las lanzas16. “Se los tragaba la tierra” y jamás se supo de ellos, no

dejaron rastro alguno, no se encontraron cuerpos, huesos, ni jirón de sus ropas, gotas de sangre o

sudor. En la tradición oral indígena se afirma que en esa zona cuando los españoles perseguían a

los indígenas, eventualmente se abría la caverna laberíntica y los indígenas entraban por una

puerta y salían por otra, sin embargo cuando los españoles entraban en ella siguiendo a sus

victimas el laberinto los confundía y jamás de allí logran salir… algunos enloquecían buscando en

forma desesperanzada salidas que hallaban pero que a ninguna parte externa conducían. Otros al

llegar al centro y ver tanto oro y joyas, por su codicia la razón perdían, otros simplemente por falta

de oxigeno en pocas horas morían, o las serpientes protectoras su veneno clavaban o, sus ojos,

seres alados con sus garras o alas sacaban… pero jamás un malvado español del laberinto se pudo

librar.

TERCERA PARTE: EL FRAILE Y LA NOVICIA

A principios del siglo veinte, en postrimerías a 1910, la comunidad de la orden de los dominicos17

ocupaba en inmediaciones de los barrios la Pola, Pueblo Nuevo y el Centro, los edificios, por ellos

15 Nombre de fundación que le diera don Andrés López de Galarza, integrando el Santo propuesto por el cura González, el nombre del cacique nativo y el apelativo español dado a la región donde ubicaron tan apacible lugar. 16

Noroccidente del valle de las lanzas: cadena de montañas en forma de herradura, el tacón de la herradura. Ubicación de la puerta oeste de la cueva laberíntica. 17

Monjes y monjas pertenecientes a la orden de Santo Domingo Savio.

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construidos, más antiguos de la ciudad de Ibagué18. El principal, más grande e imponente, fue

diseñado en forma de cruz, en ladrillo de adobe limpio y tejado de barro cocido o arcilla. En el los

religiosos varones desarrollaban su actividad clerical. En el otro edificio, veinte metros distantes

del principal, estaba un pequeño edificio de similar construcción, pero más simple y sencillo en su

arquitectura, donde las religiosas dedicaban su vida a la contemplación religiosa. Durante la

guerra de los mil días las religiosas fueron protagonistas de excepción en la atención a soldados

heridos, haciéndose la edificación además de convento un improvisado hospital. Los dominicos

por su parte daban auxilio y refugio a quienes exigían el derecho de asilo o imploraban la

misericordia de los representantes de Dios en la tierra, para huir de la barbarie y la estupidez de la

guerra.

Todos los días a las cinco de la mañana marchaba uno seguido de otro la media centena de

dominicos, en profundo silencio, con sus cabezas tonsuradas o a medio rapar y cubiertas por su

capuchón, mirando al piso y con sus manos juntas en posición de oración. Los Dominicos procuran

Prestos, pero calmos, la iglesia principal para recibir la sagrada comunión y ser partícipes de la

santa eucaristía.

Por otro sendero, haciendo paralelo, una fila de monjas en idéntica pose avanzaban silentes y

reflexivas en procura de su misa matutina.

Solo en una hondonada se suele cruzar, y es por el paso estrecho del puentecillo de madera que,

por encima de la quebrada “la Pioja” comunica los terrenos conventuales con la plaza principal. Y

es precisamente en este cruce donde un dominico con ojos oliva a una novicia la respiración hace

aumentar, el corazón acelerar y un rubor por su rostro que el bochorno no puede evitar. Solo se

miran y apuran el paso porque en la torre las campanas repican invitando a los feligreses iniciar

labores con la oración de prima hora prima.

Dominicas son las primeras en llegar, ellas son el Orfeo que en armonía con el órgano forman un

cántico angelical. Ellas hacen la monición de entrada y la marcha final. Entre tanto que los

dominicos con sus cantos gregorianos en cada tercio de la misa le dan el ambiente sacro y la

pomposidad de la primera ceremonia del día. Si estos actos en días ordinarios estremecían más

los pelos de punta ponían los oficios dominicales, cuando el señor obispo anunciaba la oblación. Y

sin lugar a dudas era un día especial, los parroquianos se arremolinaban junto a la iglesia no tanto

por ver a su reverencia, sino por admirar el único y primer vehículo de la ciudad y que según se

recuerda vino por partes empacado en cajas de madera a lomo de mula, que ironía, y a punta de

hombro que los indios cargueros, con sudor y esfuerzo desde el puerto de Girardot y durante tres

días lograron mover. Fue una misión difícil, puesto que en algunos sitios el fango llegaba hasta las

nalgas y las piernas no se podían mover… Debían dos indios trepar por las peñas y desde allí con

lazos hacer contrapeso para liberar la carga y robarle al barro sus preciados cargueros. Decían

algunos que el carro desde los nueva yores en un barco fue fletado y bordeando el continente por

el océano atlántico llegó a Barranquilla, fue casi todo un mes de travesía. Desde barranquilla en

18 El panóptico o actual museo en remodelación y frente a este el conocido edificio del DAS, actualmente el EFAC.

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un vapor, durante ocho días, fue traído hasta Girardot. Pero que maravilla, parecía obra de Dios

cuando su reverencia el Señor obispo lo parqueaba al llegar a la iglesia o cuando lo carreteaba al

final del oficio y paseaba con las mujeres jailosas del pueblo y con algunas autoridades principales.

El joven dominico de ojos de oliva, a duras penas contaba los 18 años de edad y llevaba tres en el

monasterio, en seis meses por mucho cumplía su tiempo para la ordenación. Su nombre era

Santiago pero a partir de su ordenación, se le habría de conocer como Fray Julián de la Cruz. Su

mayor virtud era la prudencia, su sentido de obediencia y su actitud mendicante. Características

básicas para un dominico. Sin embargo en su pecho desde hacia algo así como un año un desazón

no lo dejaba en paz y es que esa novicia trigueña con ojos de almendra y cabellos rizados estaba

clavada en su pecho y por mas flagelaciones y silicios juntos sus pensamientos no podía apartar.

Ella ahora con el perdón del gran Dios marcaba su vida y le daba razón. Pero su amor secreto y

profano no era aislado, al otro lado y en el interior de su celda la novicia de ojos almendra, tez

trigueña y cabellos rizados, orándole a un Cristo lanzaba gemidos, pedía perdones y expresaba

clamores… Ella tenía perturbada su alma y el travieso eros con sus saetas hacia de las suyas. La

novicia Teresita de la divina providencia del niño Jesús, cómo así pretendía llamarse y cuyo

nombre de pila correspondía a Sofía, se hallaba enamorada del joven Santiago o quizás de Fray

Julián de la cruz… Tal vez lo divino o posiblemente lo humano, era el motivo de tal tentación. Que

se puede hacer entonces ante lo inevitable. El domingo siguiente el fraile flechado, en

complicidad con “Cándido”, el buen sacristán, a Sor teresita una nota le hizo llegar, en ella decía

que le apuraba una cita, para ese lunes, junto a la quebrada donde la cerca termina el lindero de

los dos predios, siendo la hora nona el tiempo preciso para llegar, porque todas y todos en sus

quehaceres monacales se suelen ocupar y sus ausencias difícilmente pueden notar. Sor Teresita

o quizás Sofía su corazón puso a temblar y con un categórico no, a sus pensamientos e impulsos

llenos de pecado definitivamente quiso frenar. Sin embargo, a las nueve de ese fatídico lunes, el

monje y la monja en el sitio acordado solieron estar… Santiago expresó su amor y Sofía a el le

correspondió. Y fue así como ese agazapado idilio comenzó a florecer. Romeo y Julieta, Efraín y

María, Werther y Carlota… amores furtivos de pureza sin fin, fueron el referente de esta pareja sin

par. Una mañana de sábado, buscando un paraje donde retozar, se adentraron por una cañada y

que maravillosa sorpresa al descubrir, oculta por el follaje, la entrada a una cueva que por su

inspección, podía firmarse que ningún ser humano durante muchos años e este sitio había

procurado entrar. No sabían estos monsalvetes que, sin proponérselo, se habían encontrado con

la caverna laberíntica de la cual con suficiencia se ha hecho mención y que sería el escenario para

marcar su destino. La cueva se convirtió en su idilio de amor y la necesidad de estar juntos cada

día fue mayor, violando todas las reglas de los amores furtivos; sus citas clandestinas no

guardaban la rigurosidad del secreto y las precauciones para no ser detectados o expiados cada

vez fueron menos exigentes… Un aciago día, una lavandera de nombre maría cuando en “la Pioja”

sus andrajos lavaba, descubrió lo insospechado, al monje y la monja en inusual amancebe.

Presurosa, compungida y aterrada, la infeliz, divulgó la noticia en el marco de la plaza y sin mas ni

mas la plebe se arremolinó, les pareció profano, abominable y sin lugar a dudas cosa del demonio.

Hasta el obispo se inquietó y el señor alcalde Don Manuel Torrijos esos actos deploró. La turba

embravecida corría cual embestida por el terraplén de la pola y otros por la cañada de la Pioja,

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iban armados de garrotes, machetes, rejos y lazos y su objetivo era dar cacería a esos posesos del

demonio, sacrílegos que irrespetaban su orden religiosa y se burlaban de la santa eucaristía. Fray

Julián escuchó a lo lejos el alboroto y observó como la muchedumbre avanzaba en dirección a él,

siendo señalados por la lavandera Engracia, la agraciada de Dios que fue utilizada como su

instrumento para descubrir a los hijos de Belcebú.

Santiago sabía que estaban al descubierto y corrieron junto con su Sofía a guarecerse en la cueva,

sin embargo los parroquianos, policías, soldados, dominicos y dominicas cerraban cada vez mas el

círculo haciendo inminente su captura. Sor teresita alcanzó la entrada a la caverna y se adentró

en ella. Fray Julián corrió al encuentro de la caterva, en un acto suicida, él sabía que con su

sacrificio salvaba a su amada, dándole tiempo para que se ocultara en su madriguera.

Y así fue, la monja Sofía, en medio de la oscuridad y apoyándose en las paredes se internaba más y

más, desorientada, con sus rodillas y pies sangrantes, su rostro arañado y su corazón a punto de

salir de su pecho, presa del pánico, solo tenía un propósito que la tierra se la tragase y literalmente

así sucedía en su súbita huída despavorida. Repentinamente tropieza, cae y siente que se ha

sumergido en el agua, en agua corrientosa que la arrastra y que por más que luche por aferrarse a

las paredes estas desaparecen y se sumerge sin remedio y esperanza. El agua la arrastra un gran

trayecto para luego lanzarla en una cascada hacia las profundidades donde la espera un oscuro e

insondable lago, su cuerpo se hunde y luego flota en la superficie, su cabeza gira desorientada y

descubre la tenue luz de un objeto que brilla. Mueve sus brazos y piernas hacia esa dirección,

encuentra una orilla y recupera tierra firme, se incorpora y se le antoja aquel brillo como único

faro, mientras más se acerca más y brillos se notan y que sorpresa más grande, se halla en medio

de montañas de joyas, volúmenes inmensos de oro y plata y de un incalculable número de objetos

indígenas… Sin lugar a dudas a entrado la ciudad perdida del dorado.

Fray Julián es alcanzado y rodeado por sus cazadores y sin mas miramientos lo apedrean, lo azotan

con los rejos, lo apalean, lo acuchillan, le dan puñetazos, patadas, le escupen el rostro, le gritan

insultos, lo maldicen, pronuncian y exorcismos en latín, hasta que un campesino ebrio conocido

como “el leñador”, con sus brazos gruesos y fuertes lo toma de sus cabellos, hala su cabeza hasta

una piedra grande y redonda, lo acomoda cual sentenciado al patíbulo y descarga todo el filo de su

hacha sobre su cuello, separándola de tajo del cuerpo despedazado del infortunado dominico.

“El leñador” iza la cabeza como trofeo y la lanza hacia la cabaña. Algunos parroquianos la toman

y pasa de mano en mano, hasta que llega al grupo que merodea la cueva en busca de la monja. El

sitio les genera miedo y lo asocian con la casa de Satanás. Uno de ellos y por su propia iniciativa,

lanza la cabeza hacia el interior de la cueva y esta se estrella contra las paredes y rueda y rueda

hacia el interior, recorriendo socavones, espantando murciélagos y avechuchos de la oscuridad,

hasta que su rodar deja de sentirse y todo vuelve a la paz. El cuerpo de fray Julián es

desmembrado a punta de golpes, pedradas y machetazos hasta hacerlo pedazos, pedazos que

luego los perros y animales carroñeros dan servida cuenta de el.

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Como consecuencia de lo sucedido el Obispo expulsa a los monjes dominicos de la región,

trasladándose estos hacia la población de San Sebastián de Mariquita. Las monjas y novicias

dominicas son enviadas a Santa fe Bogotá, donde se encuentra la sede central. Veinte años

después llegan a Ibagué las comunidades masculinas de los salesianos y de los franciscanos. El

Obispo, hasta su muerte, estuvo contrariado con el Alcalde Torrijos, ya que a él le achacaba en

parte la desgracia y la maldición que ahora la población cargaba por asesinar a un religioso. El

Obispo decía que el gobierno local había sido el de la brillante idea de trasladar el convento de las

religiosas, de la plaza del rosario19 al llano de belén20. Ya que eso había sido cosa de los alcaldes

anteriores, de trasladar el convento de las monjas dominicas para darle lugar al Colegio San

Simón21. Estas diferencias entre el clérigo y el burgomaestre trascendieron con el tiempo y

alimentó los odios partidistas, creándose una pugna de tipo religioso y político.

CUARTA PARTE: la leyenda del FRAILE SIN CABEZA.

Los testimonios orales y escritos dan cuenta que el mes de junio es el tiempo propicio para

registrar con mayor frecuencia las apariciones y manifestaciones del fraile sin cabeza, de la monja

Teresita y del gran guerrero Gaitanos. Los borrachitos, los jóvenes drogos y los noviecitos que

frecuentan el Parque del Centenario para bajo el manto de sus sombras, realizar sus acciones

furtivas y reprochables, son las víctimas preferidas de estos seres de ultratumba.

El monje Julián de la Cruz suele aparecerse en el edifico del panóptico, sobre el puente vehicular

del parque, en el polideportivo o por la vía de acceso de la calle sexta, donde se encuentra el

terraplen. Allí esta ubicada la entrada occidental a la cueva y donde, según la leyenda,

decapitaron al dominico y lanzaron a su interior la cabeza. Es común referenciarlo como el fraile,

por cuanto los dominicos acostumbraban a utilizar sus hábitos largos, su cíngulo externo y atado a

la cintura y un capuchón que les protegía y ocultaba su cabeza. Es la aparición más terrorífica,

sobretodo si además de notarse su presencia por su vestidura, se le observa llevando con su

mano y tomada por sus cabellos a la cabeza sangrante. Los desventurados que han sido objeto de

tales visiones pierden la conciencia y su gran mayoría su cordura.

La Monja Teresita suele aparecerse en el antiguo edifico del DAS, en el terraplen de la diez,

entrado y/o saliendo del Parque, por el clásico puentecillo peatonal, en la concha acústica y en las

escaleras que conducen hacia la plaza de bolívar. Se le ve algunas veces llorosa otras corriendo en

huida desaforada. Se afirma que su espectro es protector, ya que protege a las jóvenes ingenuas

de sus novios propasadores o que buscan la prueba de amor. Generalmente el fantasma les habla

y las reconviene sobre sus actos licenciosos. No obstante lo anterior, a los hombres suele

mostrarles su bello y trigueño rostro, sus ojos almendrados y sus negros risos para luego

transformarse en un esqueleto cubierto de un hábito negro y su cara en una espeluznante

19

Hoy Parque Murillo Toro. 20 Barrio Belén es el nombre actual donde se encuentran las edificaciones de los dominicos. 21

Ahora funciona en el lugar el edificio del Banco de la República.

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calavera. Es una aparición agresiva, ya que sus victimas suelen ser objeto de zurras y golpizas,

causándoles heridas sangrantes y de consideración.

El gran guerrero Gaitanos se deja ver los 21 de junio, fecha del solsticio de verano. La mayoría de

las veces aparece erguido con su gran lanza Pijao, mirando al horizonte y en actitud de espera a la

salida del sol. Otras veces aparece sentado, en la parte boscosa del parque, junto al polideportivo

como si estuviera en trance con sus dioses, y de vez en cuando, por la carrera quinta en dirección

al Centenario, sobre la carrera séptima del barrio Belén, en el terraplen de la Pola junto a la

entrada de la cueva, se le observa montando un brioso y veloz caballo22 negro. Algunos

afortunados o infortunados lo han visto sentado en círculo junto con otros jefes guerreros o en

compañía de muchos jinetes pijaos, entrando o saliendo del parque.

Durante las fiestas de San Juan y en el marco del Festival Folclórico Nacional, se confunden entre

los matachines, y los disfrazados de seres míticos o de leyenda de Ibagué y/o del Tolima.

QUINTA PARTE: EPÍLOGO

En la ciudad de Ibagué, en el barrio belén, junto al panóptico y al antiguo edificio del DAS, se

encuentra el Parque del Centenario, recibiendo ese apelativo porque fue inaugurado en el año de

1950, en conmemoración del cuarto centenario de su fundación, siendo Alcalde don Adriano

Tribín Piedrahita, fundador del Festival Folclórico Nacional. Esta obra embelleció la ciudad y unió

al barrio belén, la pola y al centro administrativo de la ciudad. El parque queda precisamente en la

cañada donde se especula murió el Monje Dominico y en el terraplén que une a Belén con la Pola,

en su costado occidental se encuentra un socavón, del que se afirma es la entrada oriente a la

caverna laberíntica o a la, comúnmente conocida, ”cueva del fraile sin cabeza”. En los terrenos de

la Sexta Brigada del Ejercito en su costado occidental, se encuentra otro socavón, del que se

afirma es la entrada este. Estas dos entradas fueron tapiadas por el ejército a mediados de los

años ochenta, como medida de seguridad para evitar que la guerrilla colocara en su interior cargas

explosivas y se atentara contra las instalaciones militares o repitieran la historia del hurto de las

armas del cantón norte en Bogotá.

Otras fuentes indican que la “cueva del fraile sin cabeza” o la “Caverna laberíntica” son solo

producto de la imaginería y fantasía popular y que lo único evidente son excavaciones de

aproximadamente 300 metros de profundidad, que se hicieran en los años treinta en busca de

yacimientos de cobre y que al no hallar cantidad representativa optaron por abandonarlas, dando

así lugar a la creación de todas estas leyendas.

Para el autor llama la atención que los pijaos llamaran al actual rio Combeima, Cutucumay, que

significaba el rio de oro puro y que la l leyenda del “Dorado” sea de origen indio y que se

enmarque geográficamente en el centro del país. A pesar delos ingentes esfuerzos de los

22 Es curiosa esta descripción si se toma en cuenta que los indígenas suramericanos no conocían el caballo. Pareciera tomado de alguna leyenda indígena del norte de América.

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españoles, jamás fue encontrado el tesoro. Bien pudo ser porque este jamás existió, a no ser que,

durante años, hayan buscado en el lugar equivocado o esté oculto en alguna “caverna laberíntica”.

Los relatos sobre la existencia de la cueva son anteriores al siglo XX y la historia del fraile formaba

parte de la tradición oral de los abuelos de la generación de los años 50´s.

No obstante, y sin propósito alguno de sembrar temor o crear pánico en el lector es recomendable

que al deambular por sitios propios, próximos o aledaños al Parque del Centenario, al Panóptico,

al edificio del DAS y a los barrios de Belén y la Pola, se tomen las debidas precauciones, no permitir

que la media noche lo tome en sus dominios y mucho menos pasar por allí con malas intensiones

de amor, bajo el efecto de la droga o el alcohol o menospreciando este relato, ya que esta es la

leyenda urbana más afianzada de la ciudad y con más referentes. Oremos al cielo para que las

almas de estos seres encuentren la paz y sean objeto del perdón y la misericordia de Dios. Que el

coraje Pijao del gran guerrero Gaitanos los acompañe y vibren ante el llamado de la sangre y el

grito de la raza.