la vecindad en el pais vasco

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Se estudia la vecindad en Euskadi en cuanto a que se refiere a una idea de proximidad o cercanía. Las relaciones antiguas entre vecinos que producían vínculos de asistencia mutua como ayuda en caso de muerte, incendio, beneficiencia, etc.

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  • La vecindad

    Relaciones que engendra en el Pas Vasco

    (Conclusin)

    VI

    Tendencia a las pequeas agrupaciones.

    El examen de las diversas formas expuestas en los apartadosprecedentes en que se manifiestan en el Pas Vasco las relacionescreadas por la vecindad nos dice que sta ha de circunscribirse, siha de tener eficiencia intensa, a una agrupacin de escasas familias.El auzotasun, que es fruto espontneo del deseo de quienes lo cons-tituyen, se desenvuelve al margen, de la tutela de los organismosadministrativos; pero es; sin duda, reflejo de la ms antigua estruc-tura social y poltica de Euskal-Erra. Aun en la que rige al pre-sente, cabe observar una notoria influencia del espritu que procurareducir en lo posible los ncleos poblados. Si examinis, seores,un mapa de Nabarra ha dicho Campin, al primer golpe devista observaris un hecho. Hacia las fronteras de Aragn y Castilla,en las llanuras regadas por los ros caudales, all donde las sucesivasinvasiones arraigaron y la primitiva toponimia euskara qued recu-bierta por una capa, ms o menos espesa, de nombres aliengenas,los cascos de poblacin son pocos y densos. A medida que os apro-ximis al macizo montaoso central y os internis por las hondo-nadas del Pirineo, en pleno pas euskaro de raza, aunque no siemprede lengua, se nota el fenmeno opuesto. El tamao de los pueblosdisminuye y aumenta su nmero; la unidad municipal resulta dela federacin de las aldehuelas, barrios ms bien, que conviven dentro

  • B. de Echegaray. LA VECINDAD EN EL PAS V A S C O 5

    I

    Circunstancias precisas para que

    la vecindad surja y se manifieste

    Vecindad no quiere decir proximidad o contigidad ms queen cuanto supone convivencia en un pequeo grupo social. El vicinuslatino, de donde se derivan los vocablos castellanos vecino y vecin-dad, es voz que procede de vicus, barrio, y tanto vale como resi-dente en este. La idea de vecindad lleva, pues, aparejada la de unncleo de cortas dimensiones. Lo propio sucede en euskera. Auzo,hauzo significa vecindad, vecino y barrio. Al barrio se le llama tam-bin auzoera, auzotegi, auzune; al vecindario auzoarte, auzoteri; alvecino auzoki, auzoko. Por auzo se entiende la Casa Concejil enalgunos pueblos de Navarra. Auzo-alkate es el Alcalde de barrio. Alque lo es del Municipio denominan hauz-apez los vascos de Francia.Auzotasun es el vnculo que une a los vecinos entre s y denota,por lo tanto, el nexo que liga a todos los adscritos a un mismogrupo. Hay casos, sin embargo, en que el auzotasun implica unarelacin concreta y exclusiva entre dos familias, pero esa relacinno proviene hoy siempre del hecho de que sean colindantes lascasas en que moran aquellas. Ya se hablar de esto ms adelante.

    El tema auzo, que campea en todas las palabras que quedanreseadas, equivale al vicus latino y expresa la idea de una agru-pacin reducida, obra de los usos sociales y germen de otras de ma-yor volumen, que el transcurso del tiempo, al empuje de apremiosy necesidades fu formando. La ley las regul con desenvolvimien-tos ms amplios, que exceden del mbito en que primitivamentese manifestaron. Algunas veces, no pocas, coinciden en el Pas Vascolos lmites de las entidades de orden administrativo con aquellasotras que reflejan una elaboracin espontnea del pueblo, pero dbeseello al imperio del espritu de la raza. Luego se ha de insistir acercade este extremo. Se comprende que no sean copiosos los elementoscomponentes de los ncleos forjados por la contnua asistencia dequienes los integran. Un nmero grande de sus miembros debilitarade modo considerable, y aun anulara, los lazos que les uniesen.

  • 6 B. de Echegaray. LA VECINDAD EN EL PAS V A S C O

    En la familia misma, el alejamiento del tronco de origen disipa y des-vanece los afectos inherentes a la comunidad de sangre. Igual acon-tece con la vecindad; si ha de ser intensa y firme ha de actuar en uncampo reducido. En una urbe dilatada sus habitantes se descono-cen, si por circunstancias especiales no mantienen trato asduo yfrecuente. La organizacin vecinal que se produce al margen de lostipos legales se desarrolla en terreno muy circunscrito. As, porejemplo, en Guizaburuaga todos los que residen en la anteiglesiason vecinos entre s. Pero en otro lugar cercano, en Aulestia, nosucede lo propio; Aulestia es mayor que Guizaburuaga y en Aulestiaaquel vnculo se determina por la convivencia en el mismo barrio.Esto ocurra antao en Pamplona y en Vitoria, segn se ver mstarde al enunciar la constitucin de los barrios y de las vecindadesde aquellas dos capitales.

    Sguese de lo expuesto, que para el estudio del tema de este tra-bajo hay que partir del anlisis de las formas en que se ofrece lavecindad en sus ncleos iniciales, con aparente quebranto de la es-tructura de la familia vasca, que acusa una tendencia ostensiblea un aislamiento, hijo de la soberana de que aquella est dotada.Lo cual se pone de relieve hasta en la unidad fsicala casa y elcampo adscrito a la mismaen que se asienta el grupo familiar.La familia y la casa, en el ms mplio sentido de esta palabra, cons-tituan en sus orgenes, un ncleo consustancial, perfectamentedefinido y caracterizado con respecto a otros semejantes. La dis-persin de las viviendas, el nombre individual con que cada unade ellas es conocida, los atributos casi religiosos que se asignan alos lmites, denuncian un apego notorio al apartamiento. Aun enlas ocasiones en que este no es posible, se evita el contacto de mo-radas y de campos, mediante los espacios que entre ellos se inter-ponen, que no son otra cosa que la supervivencia de ritos pretritosy que delatan repugnancia a la agrupacin. Pero, a pesar de ello,la agrupacin existe,, no solo en el orden material, sino tambinen el moral, y muy intensa y coherente. Es decir, que el sello de indi-vidualidad brava que caracteriza a la casa y a la familia vascasse debilita en la medida conveniente para relacionar a unos gruposy a otros con los lazos cuasi familiares que entraan la vecindad.

    Para que sta surja y se manifieste son precisas: la adhesindel grupo social a la tierra, o sea su permanencia en un lugar fijo,asegurada por la propiedad inmueble; una organizacin familiardel tipo troncal; y la insuficiencia de medios para lograr los fines

  • B. de Echegaray. LA VECINDAD EN EL PAS V A S C O 7

    de la vida sin el concurso de otro grupo social. Estas circunstanciasconcurren en los pueblos agricultores. No as en los pueblos pas-tores. Algo de ello puede advertirse hoy mismo en el Pas Vasco,si bien con toda la tibieza impuesta por la accin de los siglos queha engendrado la mezcla de las dos profesiones citadas, con palpabledominio de la que sujeta al hombre al cultivo del suelo. En tiemposremotos se mostraran ms claras las diferencias apuntadas y enun pretrito nebuloso los afanes anejos a la inestable vida pastorilotorgaran fisonoma muy distinta de la actual a la organizacinsocial vasca.

    Los pastores son nmadas por naturaleza. En un estado pri-mitivo no pudieron conocer la propiedad de la tierra, porque nonecesitaron de ella; bastbales con la posesin. Acampaban dondeconvena que comiera el ganado y se movan al ritmo marcado porapremios de esta clase. No haban menester de un albergue adscritode modo invariable a un determinado punto; les bastaba y les so-braba con una tienda, tan movible como ellos mismos. No les retenani la vivienda ni el cultivo. Slo permanecan en un lugar las horas,los das o las semanas que exigiese el apacentamiento de las bestias.Errantes siempre, vivan desligados del terreno que pisaban.

    Sus rebaos eran enormes. De ah, y de su nomadismo, que lafamilia en los pueblos pastores no se concretase en un ncleo paterno-filial, sino que alcanzara la extensin que abarca la familia patriarcal.Bajo el mando del patriarca se agrupaban todos sus descendientes;el matrimonio de stos no produca su emancipacin y de esa ma-nera eran muchos los individuos componentes de aquellos grupossociales. Cuando los elementos de trabajo o de sustento no guar-daban proporcin con el nmero de los miembros de la comunidad,se separaban algunos, que dirigidos por un anciano, constituanlo que Federico Le Play llama un enjambre (1), (essaim), provistode todos los recursos precisos para su existencia.

    Los productos de la industria pastoril eran suficientes para queel grupo social pudiera atender. a sus necesidades. Los alimentos,el vestido y el albergue los deparaba el ganado; con la leche, la carne,la lana y la piel de los animales se atenda al alimento y al vestidode las personas y a la confeccin de la tienda. Los ncleos pastorilesno precisaban de auxilios ajenos, ya que, por una parte, posean

    (I) F. LE P L A Y. Lorganisation de la famille selon le vrai modlesignal par lhistoire de toutes les races et de tous les temps. Pars, MDCCCXCVpg. 13.

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    una riqueza fecunda, y por otra, no les era posible comunicarse conotros grupos, ms que de tarde en tarde y quiz en actitud belicosa.En un principio, no hubieron de conocer ni siquiera el contratorudimentario de permuta, ms que en la forma de trueque de cosasmuebles del uso personal de cada uno de los miembros de la colec-tividad. Ms adelante, cuando mantuvieron trato con otras agru-paciones, la permuta de lo suprfluo por lo necesario evolucionoen la compra-venta, pero con ausencia de la moneda, suplida porel ganado, como signo de cambio. Le pecunia y el peculium romanospatentizan en su radical pecus este hecho. El vasco aberatsa, ricode abere, ganadodice lo mismo.

    Se hace muy difcil advertir en los pastores vascos de hoy algnvestigio de la organizacin que se acaba de esbozar. Ni la estructurade la familia se acomoda al tipo patriarcal, ni los rebaos estnformados por millares de cabezas de ganado, ni las necesidades sontan elementales que queden satisfechas con la leche, la piel y lalana de las ovejas, ni la complejidad de la vida consiente que elpastor pueda mantenerse solo con su industria, sino que ha menestertambin de cultivar la tierra. Pero, a pesar de las apuntadas defor-maciones del carcter primitivo del pastoreo, se manifiestan aunhoy mismo algunos hechos que no son otra cosa que reflejos de unaremota constitucin social.

    En primer trmino, persiste cierto nomadismo, impuesto porla ndole misma del oficio pastoril, que en los meses de verano sedesenvuelve en parajes altos y que en los de invierno se acoge azonas ms templadas, prximas a la costa. Hoy no se puede, comoen un ayer lejano, pasear el ganado por campos que no pertenecena nadie; el derecho de propiedad los acota y para aprovecharse deellos, es indispensable una inteligencia, que engendra el contratode arrendamiento. Antes, no; una huella de la libertad de que entiempos primitivos se goz puede notarsey no quiero citar msque una sola disposicinen el captulo 1., del ttulo 40 del Fuerode Guipzcoa, que procede de las Ordenanzas de la Hermandadde 1457, por la que se establece el derecho de pastar toda clase deganados de sol a sol en los terrenos ajenos no cultivados, ni cerrados,ni poblados de rboles. No es del caso la referencia de las interpre-taciones a que di lugar esta ley, ni la de las vicisitudes que ha co-rrido. Basta con indicarla (1).

    (I) Vid. Noticia de las cosas memorables de Guipzcoa por D. PABLOD E G O R O S A B E L , tomo III, seccin III, Tolosa, 1900.

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    El pastor de nuestros das mantiene latente la creencia de quela tierra en que sus bestias posan no es suya. Claro que no lo es,pero en la prctica se manifiesta esa conviccin con caracteres acen-tuados que exceden en relieve a los que realmente debieran ofrecer.En Urbia, Gorbea, Urbasa y Anda no se cubren las chozas conteja, porque la teja es seal de propiedad. En la sierra de Encase guardaba igual costumbre hasta hace muy pocos aos. Ni en esaszonas, ni en otras en que se ha relajado tambin la misma prctica,como, por ejemplo, en Aralar y en Oltza, se cierran tales alber-gues, cuando se les abandona en invierno. En algunos sitios se quitanlas puertas; en otros, se las deja abiertas. En Urbia est prohibidala venta de la choza; no cabe otra forma de transmisin de su usoque la mortis causa. Pierde los derechos sobre aqulla el pastor queno la utilizare durante un ao con sus ovejas, o, al menos, con uncarnero. Todo esto no es otra cosa que una manifestacin incons-ciente de la idea de la primitiva tienda porttil. A levantarla equi-vale el hecho de no emplear defensas que impidan el acceso a lachoza. La falta de teja y las limitaciones consignadas de las facul-tades dominicales expresan lo precario de la posesin del suelo enque el albergue se asienta. Al igual que sucede con otros ritos, sepretende explicar la subsistencia de stos con motivos adecuadosa la realidad presente; y as se dice, que la no clausura de las chozasobedece al caritativo fin de proporcionar abrigo contra los rigoresde la intemperie a quienes en poca de nieves transiten por los lugaressolitarios en que estn instaladas las moradas pastoriles.

    Las necesidades actuales no se satisfacen con los recursos exclu-sivos que depara el ganado. No bastan las pieles de oveja para elvestido ni la carne y la leche de las reses para el alimento. Es pre-ciso buscarlos all donde se producen o se venden. Pero ntese quelos pastores son refractarios a relacionarse mediante el comercio.Ellos mismos fabrican los enseres de su oficio y con prctica un-nime hacen calceta. Y ser solo como un medio de entretener largosocios o como tributo irreflexivo a la tradicin de su clase, confinadaen el aislamiento, y poco inclinada, por lo mismo, a mantener tratocon otros grupos?

    Es muy difcil apreciar en la organizacin social de los pastoresde hoy reflejos de la que conocieron sus remotos predecesores. Suindustria se ha reducido a una modesta especulacin y quienes laejercen alternan el cuidado del ganado con el cultivo de la tierra,por lo que ha amenguado el volumen de la familia, que en nada se

  • 1 0 B. de Echegaray. LA VECINDAD EN EL PAS V A S C O

    distingue de la que asocia a las que labran el campo. Hay una zona,sin embargo, en que cabe advertir algunos tnues destellos quepatentizan cierta tendencia a las agrupaciones extensas del tipo.patriarcal. Los pastores del Gorbea se unen todos para realizar sutrfico. De ese modo negocian con los corderos y las lanas; a faltade un jefe consagrado como tal, actan uno o ms apoderados, ystos son los que proceden a la venta de los productos y a la dis-tribucin de su importe entre los respectivos dueos. Son ellos tam-bin los que cada ao adquieren las hierbas del pastizal Gorbai-ostea,perteneciente a Alava. Esta forma de unin excede de la que sederiva de las relaciones de vecindad, que no transciende del auxiliomtuo, sin mengua alguna de la independencia de cada uno de losgrupos que circunstancial o permanentemente se asocian para aten-der a las diversas necesidades de la vida.

    La evolucin del pastoreo a la agricultura produjo el desgaja-miento del ncleo extenso de la familia patriarca1 y su transfor-macin en la familia troncal, ms reducida que aquella. As fuposible la emancipacin mediante el matrimonio, con lo que el grupoqued limitado a los padres, al hijo sucesor y a su cnyuge, a losdescendientes menores de stos y a los hermanos solteros del here-dero que viviesen acogidos al hogar ancestral. Ya la familia no pudoser la masa nmada que erraba de campo en campo; hubo de adhe-rirse a la tierra de modo permanente, con lo que surgi la idea dela propiedad inmueble; para asegurar esa permanencia se hizo pre-ciso establecer una morada fija; no bastaba la tienda; fu indispen-sable la casa. Y la casa y la tierra circundante constituan una ve-cindad. Et esto es a saber quoanto es la vezindad se dice en elFuero General de Navarra: una casa cubierta con tres vigas enluengo, que sea X cobdos sen los cantos de las paredes, et si no otrotanto de casal vieyllo que aya estado cubierto, et yssida a la quin-tana, et sepnadura de dos robos de trigo al menos a entrambas par-tes; et demas semadura de un cafiz de trigo... (1).. No era suficientecon el dominio de la tierra, si a la par no se tena el de la morada.Estatuye el propio Fuero: ... maguer yfanzon o villano aya piezaset vinas et no oviere casas o casal vieio, que digan que no es ve-zino... (2).La vida era ms compleja, y por lo tanto, no fu posible que

    (I) Fuero General de Navarra, cap. I, tit. XX, lib. III. Vid. edicinde 1869. pg. 78.

    (2) Cap. III, tt. III, lib. VI, pg. 133 de la cit. ed.

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    se atendieran las necesidades con la simplicidad con que se pudohacer frente a los menesteres anejos al oficio pastoril. La reduccinde los ncleos sociales, por una parte, y su difusin, por otra, originla vecindad. La personalidad del hogar domstico, tan fuertementeacusada hoy mismo entre los vascos, equivale a la soberana, plenaprimero, limitada luego en lo estrictamente indispensable al crearselas primitivas agrupaciones municipales, que no fueron otra cosaque una federacin de familias. A ella se lleg, sin duda, por unagradacin intermedia entre el aislamiento y la agrupacin, entra-ada por la vecindad; y entindase ahora esta palabra en su sentidode proximidad o de contigidad. La independencia de la casa podaser tan amplia como lo es la del Estado en los tiempos presentes;independencia que no amenguan los tratados circunstanciales o per-manentes que unas potencias celebran con otras para asegurarsemayores y mejores medios que faciliten su comercio. Y algo seme-jante debi ser la vecindad en sus primitivas manifestaciones.

    Fases de la vecindad

    Podemos considerar dos fases en la vecindad: una especficay concreta que enlaza a dos o ms familias entre s con una rela-cin extraa a toda idea de agrupacin; otra, colectiva, que esta-blece vnculos de asistencia mtua o de prestacin comn entretodas las familias que forman un pequeo ncleo, que puede coin-cidir o no con un trmino municipal o con un pueblo o con un barrioperteneciente a aquel. Estas fases han podido ser sucesivas, repre-sentando la primera aquella gradacin intermedia a que antes mehe referido. Hoy se producen con simultaneidad. El nexo vecinalliga a una familia particularmente con otra u otras y genricamentecon todas las dems que forman el municipio o una parte definidasuya. En algunas comarcas solo se manifiesta la segunda de aquellasdos fases.

    Wentworth Webster (1) advierte algunas costumbres de Sara

    (I) Les Lois i rs dun Etranger au Pays Basque . Cha lon - su r -Saone ,1901, pg. 91.

  • 12 B. de Echegaray. LA VECINDAD EN EL PAS V A S C O

    que revelan el enlace entre las viviendas. Dice que en caso de extre-ma gravedad de un enfermo es el vecino, casado o clibe, segn elsexo y estado del doliente, de la casa inmediata del lado de la igle-sia, quien avisa al sacerdote, a cualquier hora del da o de la noche.En las bodas, es la dama de honor de la novia la joven soltera dela morada ms prxima, tambin en direccin del templo. En ocasio-nes de entierro son los vecinos los portadores del cadver.

    Prcticas idnticas se observan en todo el Pas. Sin perjuiciode puntualizarlas luego, referir ahora que en Ataun detrs delfretro y del cura que lo acompaa va el vecino de la casa ms pr-xima a la mortuoria de entre las que haya en el gorputzbide o caminode los cadveres (1). Que en la misma villa detrs de los hom-bres suele ir una muchacha, tambin de la casa ms vecina de lasque hay en el gorputzbide, la cual lleva en la cabeza una cesta conpanes de ofrenda y candelilla (2). Y que en Asteasu, Larraul, Al-quiza, Aduna, Cizrquil, Villabona, Amasa, Soravilla, Andoain,Lasarte, Orio, Ataun, Rgil, Salinas de Lniz, Idiazbal, Legorreta,Igueldo, Aizarna y Aizarnazbal, la persona encargada de dejaral descubierto los pies del enfermo que ha de recibir la Extrema-Uncin es la mujer o etxekoandre de la casa vecina.

    La relacin concreta y especfica de la vecindad se estableceentre dos casas en Asteasu, Larraul, Alquiza, Aduna, Cizrquil,Villabona, Amasa, Soravilla, Andoain, Lasarte y Aguinaga. A msde stos se observa el mismo fenmeno en otros lugares, pero citolos nombrados porque en ellos, segn las investigaciones que hastaahota he practicado, se conserva con rasgos ms vigorosos el auzo-tasun. Es plural en los Valles navarros de Baztn y Salazar, porcuanto se mantiene, en el primero, entre una casa y otras dos, y enel segundo, entre siete viviendas. En los pueblos del primer grupo,y en general, en todos los de Guipzcoa y Vizcaya, se denominaauzoak a las moradas unidas por el vnculo genrico o especficode la vecindad. En Baztn se usa el trmino baride para ese efecto,como tambin en Salazar, donde el vocablo mentalde sirve paradesignar a los convecinos de las bordas. A la otra vivienda de lamisma casa o su morador se llama etxekona, etxekoana, etxekonekua,andikona, bestetxia, bertzekua, aldekua, albokua, beste-bizitzakua. Lapalabra bizilaguna indica convivencia mayor. En muchas comarcas,

    (I) JOS M IGUEL DE BARANDIARN . Anuario de la Sociedad de Eusko-Folklore. Creencias y ritos funerarios. 1923, pg. 117.

    ( 2 ) BARAND I A R N, loc. cit, pg. 118.

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    singularmente en Vizcaya, el que habita bajo el mismo tejado tienela consideracin de auzo. En la zona guipuzcoana antes indicaday en otras localidades dispersas de la Provincia, las diferentes fami-lias que residen en un solo edificio son en absoluto extraas a lasrelaciones de vecindad, a no ser que concurra en ellas esa circuns-tancia por otras ajenas en absoluto a aquel hecho. Esto permiteinducir una ley de gran virtud en el Derecho vasco: la correspon-dencia ajustada entre la unidad de la familia y la unidad de la tasa,que se refleja asimismo en la costumbre de uso general, que pres-cribe que una casa, por muchas viviendas de que se componga,tenga en la iglesia una sola sepultura. La desgana con que una fami-lia vasca comparte con otra la morada es visible hoy mismo en laregin montaosa de Navarra singularmente, menos en aquella parteen que por hbito secular se procede a la divisin del patrimoniodomstico; y en otros parajes, donde las exigencias de la vida handeterminado la convivencia de varios grupos en una sola casa, cos-tumbres y hbitos como los que han quedado anotados sealan queantao hubo de seguirse igual norma de conducta.

    En algunos sitios surge la vecindad concreta por la simple pro-ximidad. En otros, no; por ejemplo, en los pueblos de Guipzcoadonde aquel nexo se muestra muy arraigado y fuerte y en el vallenavarro de Anu. En ocasiones son vecinos entre s, con vecindadsingular, los habitantes de inmuebles situados en extremos opues-tos del pueblo o barriada. Ello indica que ese fenmeno surgi enpoca quiz anterior a la organizacin municipal, o revela cuandomenos que el vnculo naci antes de que el ncleo poblado hubieseadquirido densidad. Es, a este propsito, muy curioso el siguientecaso: Cuenta la tradicin que cuando en el Vallede Oyarzunno exista an ms que una sola casa, que era la de Garbuno segnunos y la de Aragua segn otros, al establecerse la segunda quefu la de Pagua (Paguaga), el nagusi (= dueo) de la primera dijo:Aldexko-aldexko auzuak ongi izateko (= Demasiado cerquita, dema-siado cerquita, para llevarse bien los vecinos). Pagua dista de Gar-buno como tres kilmetros y de Aragua como cinco (1).

    '

    'Nota caracterstica de la vecindad es su permanencia, a pesar

    de las disensiones, pleitos y rias que puedan separar a quienesestn ligados por aquel vnculo, que si alguna vez, muy rara, serompe ha de ser por motivos de insuperable monta.

    (I) Anuario de la Sociedad de Eusko-Folklore. Establecimientos huma-nos y casa rural. 1925, pg. 102.

  • 14 B. de Echegaray. LA VECINDAD EN EL PAS V A S CO

    I I I

    La asistencia mtua impuesta por

    deberes de piedad y de cortesa

    Ya se ha dicho antes que la vecindad produce vnculos de asis-tencia mtua en beneficio particular de los asociados o de presta-cin a todos las familias enlazadas por aquel nexo en provecho co-mn. Cabe dividir a los actos comprendidos en el primer grupo,atendiendo a los sentimientos de piedad o de cortesa o a los debeneficencia que los inspiran. Acaso no sean precisos estos trminos.Si, en efecto, no lo fueren, la exposicin de hechos que de seguidavoy a indicar marcar las convenientes diferencias y enmendarel error, si le hubiere, en que yo haya podido haber incurrido alemplear tales palabras para distinguir las dos clase; en que agrupolos auxilios que unos vecinos se prestan a otros en pro de alguno deellos. Luego tratar de los apoyos que no redundan en bien exclusivode un determinado individuo o de una determinada familia, sinoen el de toda la colectividad.

    Antes de examinar algunos casos en que se ponen de manifiestolos lazos que ligan a los vecinos entre s, en circunstancias de rego-cijo, de dolor, de apuro o de apremio de alguno de ellos, vamos atranscribir aqu, a ttulo de recuerdo histrico, un pasaje del FueroGeneral de Navarra, en que se prescribe que se tenga siempre en-cendido el fuego del hogar, por si hubiera menester de l algunode la vecindad. El texto a que aludo, muy expresivo y minucioso,por cierto, es este: En el reysmo del rey, de Navarra logares ha quino han leyna, et en logares pocos montes et poca leyna. Maguer queha mengoa de leynna, los omnes han menester el fuego. Manda elfuero, que aqueill que avr guisado, que tienga al menos III tizonesal fuego, et si algun vezino veniere por fuego, a su casa, deve venircon el tiesto de la oylla teniendo alguna poca de paia menuda, etdeve leyssar el tiesto, si corral ha en la puerta del corral de fuera,et si corral no ha, en la puerta de la casa de fuera, et vaya a la fo-guera, et abive el fuego de los tres tizones, et deysse en maneraporque non muera en aquill logar el fuego, et prenga de la cenissaen la palma de la mano, et ponga del fuego de suso, et saque ata

  • B. de Echegaray. LA VECINDAD EN EL PAS V A S C O 15

    el tiesto, et lieve a la su casa. Et si por aventura en esta maneranon quisiere dar fuego el un vezino al otro, si fuese provada la que-reylla, LX sueldos ha de calonia (1).

    En la tosca simplicidad de este texto resplandece toda la impor-tancia que se otorgaba a las relaciones vecinales. La prestacindel fuego hogareo implica una convivencia equivalente a la fami-liar. Es preciso conceder al simbolismo todo el valor que tiene, cuandose trata de interpretar usos o prcticas que las leyes recogen y regu-lan. Y en este caso, no es posible pasar por alto lo que significabanen la Roma y Grecia primitivas las brasas que constantementeardan en un recinto impenetrable para los extraos al grupo socialadscrito al culto de los dioses lares que, segn las creencias de lapoca, vivan una vida inmortal en la llama pura producida porla continua ignicin. Ese recinto y los aposentos contiguos eranun templo, apartado del contacto con otro inmediato en que seveneraba a distintas divinidades, mediante una faja de terrenollamada ambitus.

    En el Pas Vasco, en general, y muy singularmente en Navarra,se observa el aislamiento de las viviendas, en forma que delata lasupervivencia de un rito, carente hoy de contenido, pero que enun pasado impreciso tuvo, sin duda, un valor real. Me he ocupadoen otra parte de los nombres con que son designados los mrgenesintermedios que separan a unas casas de otras (2). Entre aqulloshay uno, el de txingarte, empleado en Torrano y Lizarraga, del vallede Ergoyena, que es muy expresivo, ya que, sin violencia alguna,puede atribuirse su procedencia a txingar, brasa, chispa, alusivaen este caso al fuego del hogar; de donde txingarte vale tanto comoespacio entre dos hogares.

    El fenmeno anotado, que no he de estudiar aqu (3), y la obser-vacin de ciertas costumbres que hoy mismo estn en uso en Na-varra, permite inducir que en el antiguo Reino tuvo la casa unapersonalidad vigorosa, que impeda todo acceso no autorizado pre-

    (1) Fuero General de Navarra , cap. VII, tt. XIX, lib. III. Vid. edi-cin de 1869, pg. 77.

    (2) Nombres vascos de los espacios intermedios entre casas. RevistaEuske ra , rgano de la Academia de la Lengua Vasca, Bilbao, ao XI,nm. I , pgs . 72 a 88 y nums. I I y I I I , pgs . 179 a 192.

    (3) He t ratado de los espacios marginales que se interponen entrelas casas y los campos en mi Prlogo al volumen II de la Pol ic a ruralde Espaa , enjundiosa obra de D. LUIS R EDONET Y LO P E Z- DR I G A, Aca-dmico de la Historia y de Ciencias Morales y Polticas. Madrid, 1928,pgs. LIII-LXX.

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    viamente por el dueo. Sin embargo, este principio se relajaba enel caso previsto por el Fuero, en beneficio de las relaciones veci-nales, si bien el derecho de ingreso en la morada ajena se haba delimitar a aquellos parajes en que no abundase la lea. Contrastaesta tolerancia con el rigor con que en el Pas de Galessegn afir-man J. Rhys y D. Brymer Jones(1) se prohiba en la Edad Mediatomar fuego de una casa, sin permiso; lo que se estimaba como unaofensa contra el propietario, que deba ser satisfecha con una indem-nizacin y una multa.

    Al margen, hasta cierto punto, de las clasificaciones antes enun-ciadas, quedan ciertas prcticas que tienden al logro de ventajaspara las personas que en aquellas participan; ventajas que se alcan-zan de una manera sucesiva o simultnea, sin que, en rigor, hayaotra prestacin que la del lugar en que las gentes se congregan.Sirvan de ejemplo: la maiza-txurizketa, o deshoja del maz, de Na-varra, magistralmente descrita por Campin en su novela Blancosy Negros, y las veladas invernales en que en amena tertulia atiendecada uno de los vecinos reunidos a sus propias labores (2). Y no sedeben omitir ciertos usos de cortesa que se observan con escrpulo;as los que se acostumbran con motivo de la matanza del cerdo.Es preciso el reparto de morcillas y de algn trozo de carne entrelos vecinos. Se congregan stos, adems, para comer las txintxortasmantecas derretidasrociadas con chacol, vino o sidra, en la

    (I) The Welsch People . London, 1900, pg . 237 .(2) Desde hace veinte aos prximamente ya no se hila en los case-

    ros. La operacin reciba el nombre de goruetan, de goru (= rueca). Antesse dedicaban a hi lar hombres y mujeres , segn aseguran muchos queconocieron tal costumbre; pero en los ltimos tiempos slo hilaban lasmujeres. Esta labor era propia de invierno, y para ello se reunian de nocheen una casa (dis t inta para cada ao) de la barr iada los hi landeros ylas hilanderas de la vecindad. Al fin de la temporada (que sola ser porMarzo) hacan todos una cena en comn, a la c u a l l l a m a b a n s o r g i a p a r i(= cena de brujas). JOS M IGUEL DE B ARAND IARN. Pueblo de Kor tezubi(Bizcaya). Barrios de Basondo y Terliz; en el Anuario de la Sociedad deEusko-Folklore. Establecimientos humanos y casa rural. 1925, pg. 51.

    Hasta hace cosa de treinta aos se han cultivado el lino y el camo,que luego hi laban las mujeres , reunidas en casas determinadas, en lasque se formaban grandes y ruidosas ter tul ias , donde la conversacinpreferente giraba sobre duendes y brujas. Las ter tul ias de hi landerasfueron el mejor archivo de la riqueza folklrica en el sentido indicado.Eran tan nutr idas es tas reuniones , que, a veces , por no ser suf ic ientela cocina, se instalaban en las cuadras. Se trabajaba en el hilado desdeel comienzo de la noche hasta las doce. Se hilaba tambin la lana, quese destinaba a hacer calcetines. Hoy apenas se hila. JUAN DE E S N AO L A.Pueblo de Markiniz (Marquinez), en el Anuario de la Sociedad de Eusko-Folklore. Establecimientos humanos y casa rural. 1926, pg. 99.

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    noche del da siguiente a aquel en que se puso fin a la vida delpuerco.

    En el grupo de los actos de asistencia mtua que los vecinos seprestan movidos por deberes de piedad o de cortesa se han de com-prender aquellos que se realizan con motivo de nacimientos, bodas,enfermedades y muertes. Son varias y de gran vigor y riqueza dematices las prcticas que en esos aspectos se ofrecen. No se sea-larn todas, sino tan slo algunas que pueden estimarse como tpicas.

    NACIMIENTOS .En Mjica (Vizcaya), el padre del recin nacidoinvita a los vecinos a un desayuno. Consiste ste en varias copasde aguardiente o caa; a las mujeres se sirve chocolate. Se invierteuna hora en el refrigerio y los convidados se marchan despus dehaber cumplido los deberes de cortesa con frases expresivas deldeseo de que la criatura tenga buena suerte: adu onekoa izan deitela.

    El andrakuste ver a la mujer, literalmente, es otro rito guar-dado con ocasin de nacimientos y que consiste en la visita quea la parturiente hacen sus parientes y vecinas ms prximas porta-doras de regalos, a las que aquella corresponde con una merienda.Se hace esto un Domingo por la tarde y slo cuando es primerizala mujer que ha dado a luz. En Mallavia no es obligado el dona-tivo en especie, que es sustitudo por dos o tres pesetas.

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    Esta costumbre, observada en la forma indicada en Vizcaya,es general en todo el Pas. Podrn notarse algunas desviaciones enlos detalles con respecto a los que acaban de enunciarse; pero lasdiferencias que en este particular se adviertan carecen de valor bas-tante, para alterar lo esencial de la prctica reseada. Se la llamaatso-lor, en Oyarzun y atzo-loreta en Berstegui, donde tambin seemplea este trmino para denotar los obsequios que se ofrecen conmotivo del parto. En Zarauz a los veinte o ms das despus delnacimiento de una criatura (generalmente en da festivo), la familiade sta invita a los parientes y vecinos a una comida que llamanMartopila. Cada familia lleva un presente que consiste en una odos gallinas, chocolate, bolados, bizcochos, etc. (1). Con referenciaa los barrios de Sasiola, Astigarribia, Olatz, Mixoa y Galdua, per-tenecientes, el primero al Municipio de Deva, y los restantes al deMotrico, dice don Jos Miguel de Barandiarn: Un grupo de fami-lias parientes, vecinas y amigas forman una especie de hermandad,ayudndose mtuamente en casos de necesidad. As, cuando en

    (I) JUAN D E IR U R E T A G O Y E N A . Anuario de la Sociedad de Eusko-Folklore. 1921, pg. 114.

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    una familia se da un caso de parto o de enfermedad contribuye conun presente que se llama bisita, consistente en una gallina, o encinco pesetas o en otra cosa equivalente (1).

    BODAS.En Asteasu y Cizrquil va el novio a cenar a casa deSU futura mujer el da en que se anuncia la primera proclama, acom-paado del auzovecinoque lleva sobre el hombro una bota devino. En Mugica esta cena se celebra la vspera de la lectura de lasegunda amonestacin y es el novio el portador de la bota. Parti-cipan del gape los padres de ambos contrayentes, sus hermanos,aunque estn casados y vivan fuera. del hogar paterno, y los etxe-konak. Como se ve, no rige en aquella parte de Vizcaya la ley queexcluye de la vecindad a las familias que residen en un mismo edi-ficio. Se denomina botagaba a la ceremonia reseada.

    'Arigotza es el acto de transportar el arreo de la mujer a la mo-rada en que se va a introducir y que se verifica con toda la pompaque se usa para estos menesteres en la tierra vasca. Me refierotambin a Mugica, donde quien gua el carro portador de la camanupcialy este es el puesto de preferencia del cortejoes el etxekona.Han de ser los mozos y las mozas de la vecindad los encargados deconducir los dems vehculos y de llevar en cestillas anchas el trende cocina y dems objetos frgiles.

    En Legazpia, en las ocasiones de eztayak bodas solemnesestn obligados los vecinos a donar con la debida anticipacin ala casa en que aqullas se celebran un cuarto de fanega de trigo yuna gallina. Cumple este encargo la persona que por razn de susocupaciones no ha de asistir a la fiesta nupcial. Se le obsequia conuna buena merienda. El novio o la novia, segn los casos, debeinvitar a los auzoak el jueves anterior al Domingo en que se publiquela segunda proclama. Si el convite se hiciere con posterioridad aaquel da, no es aceptado, pues se le considera como puramente for-mulario.

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    En la zona rural de Bermeo exista la costumbre de que los veci-nos regalaran un carro de estircol cada uno a los recin casados.que se estableciesen en un casero. Llambase sastotue a esta moda-lidad de la zimaur lora de que luego se ha de tratar. Hay una prc-tica, de la que me he ocupado con alguna extensin en otro tra-

    '( I) JO S M I G U E L D E B A R A N D I A R NBarrios de Sasiola, Astigaribia,Olaz; Mixoa y Galdua (Deva-Motrico), en el Anuario de Eusko-Folklore1928, pg. 23.

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    bajo (1), que es la eleiz-artzea o toma de posesin por la mujer dela sepultura de la casa en que por el matrimonio ha ingresado, especiede ofrenda propter-nuptias que se hace solemnemente en algunospueblos y que consiste en pan, velas y dinero para responsos quela joven esposa entrega al besar la estola del sacerdote en el ofer-torio de la Misa Mayor del Domingo siguiente al da de la boda oal del regreso del viaje de novios o inmediatamente despus delenlace o en otra fecha prxima a este acontecimiento. Tambin eneste acto se advierte la participacin de la vecindad. En Ajan-guiz, Asteasu y Cizrquil asiste a la recin casada la vecina, quecuida de presidir y dirigir el rito. Sitios hay en que aquella depositalimosnas para el rezo de los. responsos en las tumbas simblicas delos deudos y de los vecinos. Esto ocurre en Baliarrain, Abalcis-queta, Lazcano, Ereo, Ajanguiz y Arrazua. A ms de la vecina porexcelencia, o sea la que tiene ese carcter con relacin a la familiaa que se incorpora la novia, las otras que podemos considerar comode segundo rango besan tambin la estola del sacerdote, pero enpos de los parientes de los interesados directamente en la ceremonia.

    ENFERMEDADES Y MUERTES.Las dolencias graves y las defun-ciones imponen con gran rigor el cumplimiento de las leyes derivadasde la vecindad. Se emplea aqu la palabra leyes en un sentido muyamplio, equivalente a uso, prctica o costumbre de general obser-vancia. Pronto hemos de ver como en algunos preceptos escritosde gran prestigio se consignan disposiciones que exigen con imperiola sumisin a normas recogidas, sin, duda alguna, de hbitos arrai-gados en el pueblo.

    Segn mis informes, cayeron enfermos todos los habitantes dedos caseros del barrio de Artigas (Bermeo), atacados de clera ode viruela. No se precisa en los datos que poseo la naturaleza dela epidemia que postr en cama a aquellos, que fueron atendidospor los vecinos, sin intervencin alguna de la Beneficencia muni-cipal y quienes cuidaron del ganado y de los campos de los enfermoscomo si fueran propios y se ocuparon asimismo de llevar a las puer-tas de las respectivas casas todo lo que sus moradores necesitaban.No penetraron en el interior de los edificios por temor natural, sinduda, al contagio. Murieron todos los miembros de una de las dosfamilias, menos uno de corta edad, y los vecinos llegaron al extremo

    (I) Significacin jurdica de los ritos funerarios del Pas Vasco. P u -blicacin de la Sociedad de Estudios Vascos. San Sebastin, 1925, p-ginas 19-27.

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    de hacerse cargo del casero hasta que aquel nico supervivientellego a su mayor edad.

    La administracin de los Santos Sacramentos determina deberesinexcusables que obligan a los ligados por el vnculo de la vecindadcon aquel que ha recibido los auxilios espirituales. Ya he sealadoantes la parte que en la Extrema-Uncin toma la vecina ms carac-terizada. En todos los lugares acompaan al Vitico los auzoak.Se ha indicado tambin, con referencia a un trabajo de Webster,la costumbre que manda al vecino ms prximo, casado o soltero,segn el sexo y el estado del enfermo, que sea el encargado de avisaral sacerdote. Este uso se guarda en todo el Pas y prescribe en laszonas prximas a un pueblo en que exista un Convento de Francis-canos, el cuidado de acudir a la residencia de estos Religiosos endemanda de un hbito para amortajar el cadver.

    De ciertas prcticas que se cumplen en los momentos que pre-ceden a la muerte, dan perfecta idea las siguientes lneas, que serefieren a Ataun, pero que con variaciones de mero accidente puedenser aplicadas a otros lugares: El mismo da en que uno ha recibidoel Vitico y en los siguientes es visitado por sus vecinos y parientes,sobre todo por las etxekoandras (seoras de casa) de su parentela(adrere), de las que cada una le lleva en un cestito la bixitea, es deciruna libra de chocolate, media de azucarillos y un litro de vino. Todasson obsequiadas desde luego con pan, vino y queso, y ms tardecon un plato de tortilla que antes era costumbre comer en el mismocuarto del enfermo. En retorno se les pone en el cesto en que trajeronla bixitea, dos onzas de chocolate y dos azucarillos. A la noche delda del Vitico se renen en la casa del enfermo los vecinos y pa-rientes a rezar un rosario, despus de lo cual se retiran (1).

    D. Nicols de Vicario y de la Pea, en su Derecho consuetudi-nario de Vizcaya, transcribe el captulo V de las Ordenanzas de laCofrada de San Miguel de Alzusta, de Cenuri, que a la letra diceas: Otros decimos que por cuanto acaece en la dicha Cofradahaber difuntos, y estar in extremis algunos vecinos y cofrades, ofamilias de sus casas de cualquier calidad que sean, a la tal casadonde estuviere el dicho difunto o enfermo vaya una persona avelar en la noche, que sea de quince aos arriba, y asimismo al tiempoque llevan a enterrar, so pena de un real para el ejecutor, y no dejende hacer lo susodicho de la dicha pena; y lo mismo si el tal difunto

    (I) JO S M I GUEL DE B A R A N D I A R N. Anua r i o d e l a S o c i e d ad d eEusko-Folklore. Creencias y ritos funerarios. 1923, pg. 113.

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    falleciese siendo pobre, y no tener con que ser enterrado, los dichosmontazgueros, en nombre de los dichos cofrades o los de la dichaCofrada, sean tenidos de poner las costas que hiciere hasta llevara la iglesia, donde se ha de enterrar, y asimismo sea obligado detocar las campanas y dar aviso a todos los vecinos, y lo mismo seaobligado a sacar una Misa por su nima del dicho difunto, con suDicono y Subdicono a costa de la dicha Cofrada en la iglesia deNuestra Seora Santa Mara de Cenuri; y si por acaso de venturaalguno de los dichos vecinos falleciese fuera de la anteiglesia, comocinco leguas alrededor, y mandase enterrar en la dicha iglesia deSanta Mara de Cenuri, estn obligados los dichos cofrades a salirlea recibir y traer a la dicha iglesia parroquial; so pena de seis reales,aplicados la mitad para los pobres de la dicha Cofrada, y la otramitad para los reparos de la dicha Cofrada (1).

    En la Ordenanza 5. de las de la Vecindad de la Plaza Nuevade Vitoria, de 1790ms adelante he de examinar este y otros regla-mentos semejantesse dispone: Ordenamos que, para el caso deadministrar algn vecino enfermo, sacerdote, viuda o extranjero,o fallecimiento de los citados, mantenga esta Vecindad propiossuyos, un farol, cuatro hachas blancas de cera, cuatro cresponesde pao, horquillas, pala, pico, azadn y dos herradas para sub-venir con ellas a sus respectivos ministerios, como lo ejecutan lasotras Vecindades de este domicilio (2). En la ordenanza 6. se pres-cribe la asistencia de los vecinos a esos actos, previo aviso a do-micilio.

    Un documento tan venerable y fundamental como el FueroGeneral de Navarra contiene la curiosa disposicin siguiente: Simuere ombre pobre quoal que hora moriere sotirrenlo; et si algunoricho o emparentado muere de dia, vyllelo de nuytes. De casa devenyr a la veylla o el echaiaun o ela echandra, et si non venieren seyendosano, deve calonia. Al alva, los varones pueden yr a sacar los gana-dos, et las echandras deven veyllar el cuerpo. El sol yssido deveyr el mayoral a la glesia, et tocar tres vezes las campanas; et devenyr de cada casa sendos ombres por fer esta fuessa, et el que nonvinieren deven dar un ombre que la guarde la fuessa, por tal que

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    (I) NI COLS V ICARIO y DE LA P E A. Dere cho c on su e t ud i na r i o d eVizcaya. Madrid, 1901, pg. 316.

    (2) JESS DE IZARRA. Historia y tradicin alavesas. Las vecindadesde Vitoria. Artculo publicado en la Revista Euskaleriaren alde, San Se-bas t in , ao XV, nm. 253, pg. 6 .

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    si passare ombre o ganado, que non prenga daynos. Et si por aven-tura aveniesse dayno, los vezinos que fizieron la fuessa deven emen-dar el dayno. Et si por aventura en esta villa o la fuessa es feyta,passare richombre o mesnadero, o prestamero, o merino que tiengala villa por honor, et non fayllare qui diga, agoardatvos que nonprengades dayno, non prendiendo dayno, et todo, deve peytar LXsueldos de calonia en esta villa sobre escripta. Et si muere algunvezino diziendo, si parientes me quieren enterrar aqu, bien, et sinon livenme o quisieren, entarzando los parientes dizen los vezi-nos, fagamos la fuessa, et veniendo los parientes dizien, queremos.levar nuestro parient; manda el fuero que quoando la obertura esen la fuessa o el cuerpo deva iazer, quel implan de trigo et cuebrancon la losa, como si el cuerpo ioguiese aylli. Et faziendo esto, lievenlur parient ayll o querrn (1);

    He transcrito ntegro el texto precedente para que se vea cmoel Fuero General de Navarra se ocupaba con detalle y minucia delas relaciones originadas por la vecindad con motivo de muertes yentierros. Me interesa subrayar algunos aspectos que se desprendende la lectura del pasaje copiado. Uno, la existencia de los barriosen tiempos anteriores a la publicacin del Fuero, pues solo as seexplica la obligacin que se impone al mayoral de tocar las cam-panas de la iglesia, al salir el Sol. Otro, el escrpulo con que secuida de que uno, por lo menos, de cada casa de la vecindad veleel cadver. Y nada hay que decir de la funcin que compete a losvecinos de abrir la fosa, de guardarla y de reparar cualquier daoque sufriere. Y no he de pasar por alto la presencia en ese texto dedos palabras vascas, echaiaun y echandraetxekojaun (seor de lacasa) y etxekoandre (seora de la casa)de significacin tan expre-siva (2).

    En las Ordenanzas del barrio Tras del Castillo, de Pamplona,de 1458, que luego he de exponer con alguna extensin, se repro-

    (I) Fue ro Gene ra l d e Nava r ra , cap. I, tt. XXI, lib. III, pg. 82 dela ed. de 1869.

    (2) En la Revista Eu s k e r a Bilbao, ao III, nms. I y 2, 1927, p-ginas 43-65 aparece un trabajo mo acerca de Algunas voces vascas usadasen el Fuero General de Navarra. El P. Eusebio de Echalar public en elBoletn de la Comisin de Monumentos histricos y artsticos de Navarrasegunda poca, tomo XI, nms. 41, 42 y 43, y tomo XII, nms. 45 y 48,aos 1920 y 1921un estudio titulado Voces vascas usadas en el Fuerode Navarra. En el mo trato de las palabras que no examin el P. Echalar,y entre ellas las de echaiaun y echandra que figuran en ms de un lugardel Fuero.

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    ducen los preceptos del Fuero articulados en seis disposiciones, queson las comprendidas entre la 11. y la 16.: Item: es ordenadoet acordado que si algn vecino, o soldadero o otra cualquiera per-sona debiniere morir a la tarde, o a la noche, o al punto del dia,segunt que el mayoral faga saber con tiempo de casa en casa a todoslos chandros, soldaderos et jornaleros que sean al enterrorio de latal persona, et que no biniere, que pague dos sueldos sin merce nin-guna, sino que aya escusacin ligtima. Item: es ordenado et acor-dado que mientre el cuerpo estare en casa anta que bengan losclerigos a la bigilia con la cruz, que toquen la campana de santisel mayoral, et que no biniere luego en pues ant dicha cruz, que pa-gue doce dineros sin merce ninguna.Item: es ordenado et acor-dado que todos sean tenidos assi chandros, como soldaderos, etjornaleros de ir a la missa del cuerpo de aqu al tercero da, et quino fuere, que pague por cada vez doce dineros sin merce ninguna. Item: es acordado que assi bien sean tenidos los sobredichos de ira la misa dicha nobena, trentena et cabo de ao, faciendole saberel mayoral, et qui no biniere que pague doce dineros por cada be-gara que falleztare, escusacin ligitima siempre salba, et si el ma-yoral no ficiere saber con tiempo que pague el doble.Item: esacordado que todo hombre a qui el mayoral mandare que desballeel cuerpo de la cambra, que lo faga, et si no lo quisiere fazer, quepague dos sueldos. Item: es ordenado que qualquier que por elmayoral fuere requerido que cargue el cuerpo, et si no quisiere cargar,que pague cinco sueldos sin merce ninguna, sino que mostrare escu-sacin ligitima (1).

    En estas Ordenanzas se puntualizan los deberes de asistenciade los vecinos, extensivos a la que deban prestar a los funeralesy aniversarios y al traslado del cadver. Se observa en el texto pre-inserto una palabra algo desconcertante. Aludo al vocablo chandros.Le califico de desconcertante, porque parece ser la forma chandramasculinizada. Yanguas y Miranda tradujo chandro por hombreaplicado, laborioso (2).

    (I) De la Capitulla de las ordenanas de los de la Rua detras del Cas-tillo ffechas et renobadas a saber es en el veynte y quatreno dia de marzo delayno mil quatrocientos cincuenta y ocho. Arch. mun. de Pamplona. Barriode San Tirso. 1539-1839. N. I.

    ( 2 ) YANGUA S Y M I R A N D A. Diccionario de las palabras anticuadasque contienen los documentos existentes en los Archivos de Navarra, Pam-plona, 1854, pg. 24. Por evidente error de imprenta se registra la vozchandr o en lugar de la de chandro . Chandr o es trmino usual hoy en

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    El erudito don Pablo Ylarregui dice a este propsito en una notaindita suya que se conserva en el Archivo Municipal de Pamplona:Por descontado parecera un absurdo que para designar las dis-tintas clases del barrio que estaban obligadas a ir al entierro, setuviese en cuenta la circunstancia de ser bueno o mal trabajadoren cualquiera de ellas. La simple enumeracin de chandros, sol-dados et jornaleros manifiesta que la clasificacin est hecha conreferencia a los medios de subsistencia que tuviesen los vecinos;y pues que las dos ltimas palabras se aplican a los que estan jornal y a sueldo, parece que la primera debe referirse a los pro-pietarios, y an a aquellos que sin propiedades o fincas fuesen amos,directores de industria u oficio con jornaleros o criados. Tal meparece la significacin de esta palabra a lo menos mientras no sehallen otros documentos histricos que puedan aclararla ms, y talse presenta tambin por su etimologa, pues creo que se deriva dela vascongada echaun, que tiene la misma significacin, o de echadraque equivale a duea de casa. Es acertado el dictamen de Ylarregui.Lo probable es que chandro no provenga de echaun, sino de chandra,y que sirviese para denotar a los vecinos de calidad que no desem-peaban oficios manuales, ya que se habla de ellos, distinguindolosde los soldaderos y jornaleros.

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    No hubo seguramente precisin de recurrir a las sanciones bas-tante severas que las Ordenanzas imponan para lograr que se cum-pliesen con escrpulo los deberes impuestos por la caridad cristianaen trances de apuro para la vida de un semejante o en aquellos otrosen que se haba de poner en prctica la obra de misericordia de en-terrar a los muertos. Lo que hoy sucede nos ensea que siemprese han seguido, con constancia inalterada, las costumbres que pres-criben los auxilios que en tales ocasiones se han de prestar. Ahoramismo, en las diligencias del amortajamiento del cadver inter-vienen los vecinos; as, concretamente, en Ciga, donde ese serviciocorre a cargo de los barides. Ocurrida la defuncin, con stos los

    Navarra-como lo es tambin el de mala chandra, empleado para designara las mujeres en sentido despectivo-con la significacin de estropicio.Es conocido tambin en Alava para denotar desorden, mal gobierno.Mezcla extravagante. Desgracia o desperfecto, sobre todo en los muebles.Qu chandro! exclamacin equivalente a Qu lo! Cuntas cosas,y qu raras, hemos tenido!. Si nos muriramos y nos hicieran la autop-sia, diran: Qu chandro de cuajo es este! (BARA IBAR y ZU M R R A G A( FEDERICO ) . Vocabulario de palabras usadas en Alava y no incluidasen el Diccionario de la Real Academia Espaola (Dcimotercia edicin)o que lo estn en otras acepciones, o como anticuadas. Madrid, 1903.)

  • B. de Echegaray. LA VECINDAD EN EL PAS V A S C O 2 5

    encargados de avisar a los sacerdotes forasteros y a las dems per-sonas que han de asistir al sepelio y a los funerales.

    Hasta hace unos treinta aos haba en la zona rural de Vergarauna manera muy curiosa de participar a las gentes de la vecindadla noticia de una muerte. Conocase esta prctica con el nombre deildia, contraccin, sin duda, de il-deia llamamiento de la muerte.Consista en que de una casa a otra, partiendo de la ms prximaa aquella en que aconteci la desgracia, se transmita a gritos latriste nueva, mediante un previo y vigoroso eup!, la designacindel nombre de la vivienda a que se llamaba y el empleo de una fr-mula rituaria para tales casos. La ltima notificacin se haca aun rbol, a fin de evitar las desdichas que de no obrar as habrande acaecer durante el ao siguiente en la barriada.

    Es obligada la presencia de los vecinos en el velatorio. Durantela noche que precede al entierro, se rezan Rosarios, se habla, comoes natural, de las bondades del finado y de otros temas ms o menosrelacionados con ste, y se come y se bebe. Segn el Anuario de laSociedad de Eusko-Folklore de 1923, en Orozco, quien dirige- el Ro-sario lo hace en el cuarto en que yace el cadver, respondindole.el concurso desde otra habitacin; en Galarreta y en Oyarzun seacomodan todos los que quepan en el departamento en que estexpuesto el difunto; en Berriz, es en la cocina donde se hacen losrezos; en Meaca, en cualquier sitio. Lleva la voz cantante en esteacto, o la persona ms devota de la concurrencia, o un profesional,-erezulari-, como ocurre en Oyarzun y en Andoain; en Arano percibeuna peseta, como recompensa de su labor. Es general la costumbrede que la familia doliente obsequie a los que la acompaan en elvelatorio con pan y vino, cuando menos; en Cortezubi se distribuye,adems, aguardiente despus de la media noche y caf o chocolatea la madrugada; en Oyarzun se toma caf con copa de licor; en Alza,zuruputuna sopa con bacalaoy caf. Se observan con rigor estosusos, y de ello cuidan personas, que por su conocimiento concienzudodel protocolo funerario son consultadas, para no incurrir en faltasque habran de tener transcendencia.

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    Ha sido prctica constante, registrada por Webster (1) y HenriOShea (2) en sus obras, la de quemar en el crucero de caminos msprximo a la casa mortuoria, el jergn de la cama en que estuvo

    ( I ) WE N T W O R T H W E B S T E R , op. ci t . , pg. 101.( 2 ) HENR I O SH E A. La Maison Basque . Notes e t impres ions . Troi -

    sime dition. Bayonne, 1897, pg. 29.

  • 2 6 B. de Echegaray. LA VECINDAD EN EL PAS V A S CO

    postrado el difunto durante su ltima enfermedad. Se elige paraeste objeto el anochecer del da del entierro; en Vera, luego que sesaca el cadver para conducirlo al cementerio; en Aduna, durantelos funerales; en Aranaz y en Yanci, al sonar la campana de la Con-sagracin de la Misa exequial; en Imoz inmediatamente despusdel sepelio. Al procederse a la quema se reza algo; en Vera se arrojaal fuego una moneda de cinco cntimos, dela que nadie puede apro-piarse, ni siquiera para hacer una limosna;, quien encuentre aquellaha de enterrarla. Se encargan de estas operaciones dos vecinos o dosvecinas. Se pretende explicar esta costumbre por el fin de que lostranseuntes conozcan por las cenizas que alguien ha muerto en lasproximidades y rueguen por su alma. No es ese el motivo funda-mental, sino el de aniquilar los malos espritus. Es este un caso msen que hbitos supersticiosos se justifican por una aplicacin cris-tianamente piadosa.

    No hay que decir que los vecinos forman en lugar destacadoen el cortejo fnebre, en rango, cuando menos, semejante al de losparientes. Los varones se cubren con la capa; las mujeres, con manto.De cada familia acuden, por lo regular, dos, el echaiaun y la echandra,que dira el Fuero de Navarra. En algunos lugaresAsteasu, Ci-zrquil, Larraul, Alquiza, Aduna, Vidania, Goyaz y Zaldiviapreside el vecino la comitiva (1); en Lazcano, el auzo o el etxekonaindistintamente, a falta de un pariente afin, pues los consanguneosno asisten a estos actos. En Alegra de Oria es el etxekona quienocupa el puesto de preferencia, como tambin en Cegama y en Mu-tiloa, donde slo cede tal lugar al Alcalde. En Ataun, como ya seha dicho antes, detrs del fretro y del cura va el vecino de la casams prxima a la del duelo por el lado del gorputzbide o camino delentierro. Se llama gorpu-lora en Mundaca y Lequeitio al acto de laconduccin del cadver.

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    Es obligada la correspondencia que se establece entre los vecinosen cuanto al ofrecimiento de misas y sufragios por sus muertos.

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    (Continuar)

    Bonifacio de ECHEGARAY

    (I) Dicen en Aduna: Lenbizi, auzua; gero, progun tokatzen zaiona.(primero, el vecino; luego a quien le toque en el duelo). FRANCISCO DEE TXEBER IA, en el Anuario de la Sociedad de Eusko-Folklore. Creenciasy ritos funerarios. 1923, pg. 74.

  • La vecindad

    Relaciones que engendra en el Pas Vasco

    Indicacin preliminar

    En los Cursos de Verano, que la Sociedad de Estudios Vascos

    organiza todos los aos, expliqu en el de 1929, en tres lecciones,

    el tema que encabeza este ensayo. Algunos que le conocen me han

    animado a que lo d a la imprenta. Al proceder as, me atengo a

    una muy discreta observacin de don Jos Miguel de Barandiarn:

    Es defecto comn, entre nosotros, el de no publicar el resultado

    de nuestras investigaciones, mientras no tengamos la seguridad

    de que el trabajo es acabado y perfecto (1). El ilustre etngrafo

    que escribi las palabras transcritas predica con el ejemplo y en

    pginas sucesivas de esta monografa habr de notarse la huella de

    la ingente obra de aquel esclarecido escritor.

    Quien me lea habr de advertir omisiones y lagunas en la laborque someto a su examen. De aquellas, unas sern hijas de la po-

    quedad de mis medios intelectuales; pero otras no se han hurtado

    a mi previsin; sin embargo, no he querido subsanarlas, que de ha-

    cerlo, hubiera corrido el riesgo de incurrir en el pecado que denuncia

    el Sr. Barandiarn. Lo que de seguida voy a exponer, se ajusta

    estrictamente a las notas y apuntes que tuve a la vista, al tratar

    de la materia en la ocasin recordada. Tiempo habr ms adelante

    de llenar, en lo posible, los vacos que hoy se sealen.

    ( I ) RE V I S T A IN T E R NA C I O N A L D E L O S E S T UD I O S V A S C O S, t omo XI I I ,pg. 34.

  • B. de Echegaray. LA VECINDAD EN EL PAS V A S CO 377

    por mano de un nio, segn su expresin para que ste aprenda a darla y para que recibida de una mano inocente, parezca a Dios ms hermosa (1).

    A Trueba no se le toma en serio por ciertas gentes que no aciertana interpretar los fenmenos sociales sin incurrir en un pesimismoagrio y sombro. Trueba peca por el extremo contrario; lo s, peroen el texto que precede a estas lneas alienta la verdad en el cuadrorisueo que describe el insigne narrador vizcano. Verdad, entonces,y verdad, ahora, con las diferencias naturales impuestas por el trans-curso del tiempo. No dir yo que hoy se reserve a los mendigos lamejor cama y el mejor aposento del casero; pero s puedo afirmarque el desvalido que a sus puertas llame, invocando el nombre deDios, no seguir su camino sin recibir antes un pedazo de pan yalgo mas que pueda nutrirle; y si llega a la hora del yantar familiar,.o a aquella en que se extingue la luz del da, habr de detenersepara participar de la comida o para reposar durante la noche ensitio que le ponga al abrigo de los rigores de la intemperie.

    No se aparta mucho de la opinin de Trueba la de un escritortan conocedor de las costumbres del Seoro como Vicario y dela Pea, quien, a tal propsito, se expresa as: En ningn pascomo en Vizcaya cuenta la beneficencia con mejores asilos, ora defundacin particular, que abundan en la mayora de los pueblos,ora pblicos, sostenidos con fondos provinciales y municipales, mon-tados con todos los adelantos y comodidades de los pueblos msprogresivos; adems, el sentimiento caritativo est tan arraigadoen los euskaldunes, que hasta el humilde labriego socorre genero-samente al mendigo que llega a su puerta; y por ms que hay pocospobres naturales de la provincia, en ella es tan considerable el n-mero de los que mendigan procedentes de las provincias de Cas-tilla, Asturias y Galicia, sobre todo en el verano, que se han vistoprecisadas nuestras autoridades a prohibir su entrada, aunque sinllevar con rigor la medida (2).

    A pesar de los aos transcurridos desde que Trueba escribilas palabras que ms arriba quedan transcritas, no han sufridograves quebrantos las prcticas de los campesinos vascos. Vaselo que sucede en Oyarzun: El nombre con que se denomina al pobre

    ( I ) AN TON I O D E T R U E B A en ca r t a d i r i g ida a l Conde de Mor i ana ,en 4 de Marzo de 1868. Vid. Bosquejo de la organizacin social de Vizcaya,Bilbao, 1870, pg. 107.

    (2) V ICARIO Y DE LA P E A, op. cit. pg. 322.

  • 3 7 8 B. de Echegaray. LA VECINDAD EN EL PAS V A S CO

    revela el espritu de verdadera caridad sobrenatural con que se dala limosna: llmasele Jaungoikuan izenekua (= el del nombre deDios). Del pobre en general se suele decir, asimismo, que es la flordel cielo, en oposicin. al rico de quien se dice que es la merluza delinfierno (= Pobria, zeruko loria; abeetsa, inpernuko leatza) (1). Parahacer la caridad se sale hasta la puerta, se abre toda ella y se besala limosna, depositndola luego en las manos del pobre, quien, asu vez, se santigua con ella, besndola al fin. De los que la lanzandesde la ventana o la dan abriendo tan solamente la mitad o el cuartosuperior de la puerta (= ategana), se dice que Dios les castiga ensu muerte, haciendo que no se pueda sacar su cadver por la puertaancha, sino por donde tuvo la costumbre de dar su bolo a los pobres.Lo que se da ordinariamente es una mazorca de maz o, si no, doso cinco cntimos de peseta; hoy se va generalizando la costumbrede dar dinero. Antes existan familias que, teniendo acomodo paraello, hospedaban de buen grado a los pordioseros durante la noche,asocindolos a su mesa durante la cena y a la tertulia alrededor dela lumbre despus de tomar la refeccin. Hoy casi todos los pordio-seros se hospedan en algunos establecimientos pblicos, donde lesdan un lecho modesto por algunos cntimos. Al que llega a la horade comer, se le da, a la menor indicacin que haga, en lugar de lalimosna corriente, un plato del cocido que se sirve a la mesa (2).

    Hay Ordenanzas municipales que reglamentan la. caridad; lasde Zuya y San Milln, de. Alava, obligan, bajo estrecha responsa-bilidad; a ayudar y socorrer al desgraciado que se vea en trancede perder la vida, el honor o la hacienda, a salvo siempre el riesgopropio; las de Salcedo, de la misma Provincia, mandan que se dalojamiento a los postulantes transeuntes, por remate o por calledita,segn acuerdo de la mayora de vecinos (3). Si se optare por elsegundo, de los dos medios indicados, el que se negare a reci-bir a un postulante, pagar dos pesetas de multa, sin perjuicio delas dems responsabilidades que por su negativa se le pueden im-ponen. As se dispone en el artculo 54 de aquel ordenamiento, quese ha observado en la prctica hasta la Dictadura del General

    '(I) Aberatsa , inpernuko labatza = El rico, llar del infierno. As se

    dice en Andoain, segn FRANC I SCO DE E T X E B E R I A. Vid. Anuario de laSociedad de Eusko-Folklore. La religiosidad del pueblo. 1924, pg. 50.

    ( 2 ) MANU E L L E C U O N A. Anuario de la Sociedad de Eusko-Folklore.La religiosidad del pueblo. 1914, pg. 16.

    (3) Vid. Pol ic a rural en Espaa. Volumen II , por D. LUIS R E D O-NET y L P E Z- DR I G A. Madrid; 1928, pg. 274.

  • B. de Echegaray. LA VECINDAD EN EL PAS V A S CO 379

    Primo de Rivera., El vocablo calledita que no esta en uso hoy, esequivalente al trmino en renque o por turno, y significa, para elcaso a que las Ordenanzas de Salcedo atienden, un orden previa-mente establecido entre todos los vecinos del pueblo para la asis-tencia de los menesterosos forasteros. Se adjudicaba este serviciopor remate, cuando corra a cargo de uno solo que a ello se hubieracomprometido por menor precio que los dems postores.

    Aunque esta digresin. haya sido desmesurada, la creo conve-niente. y oportuna; conveniente, porque pone de manifiesto las vir-tudes de los habitantes de nuestro agro, que no siempre suelen serestimadas en su justo valor; y oportuna, porque al indicarnos laconducta que aqullos observan con los extraos menesterosos,se nos ensea que ha de ser cosa muy natural que extremen labondad con los prximos. Acaso por serlo existan rencillas, diver-gencias y an odios que dificulten una amistosa y cordial comu-nicacin. Como hombre que es, no esta exento el campesino vascode moverse al impulso de esos sentimientos. Pero sabe dominarlosYa, se ha dicho antes que no son suficientes motivos las disensio-nes y discordias que no alcancen, el rango de gravsimas, paradeterminar la ruptura de las relaciones engendradas por la vecin-dad. Un fuerte respeto a la tradicin obliga a proceder as, pero espreciso convenir en que no se mostrara tan pujante y firme ese nexo,si no. le animara un espritu inflamado por la divina doctrina deCristo.

    Existen cofradas donde la virtud de la caridad est tan arrai-gadaescribe el Sr. Vicario, que la sancionan como deber social,y a semejanza de lo que ocurre en la de Alzusta, se dan espectculosgrandiosos, que demuestran de una manera concluyente hasta dndees capaz de llegar un pueblo como el nuestro, tan noble en poderocomo prctico en virtudes. Las Ordenanzas de la de Alzustadela Cofrada de San Miguel de Alzusta, de Ceanuri,disponen loque sigue: Otros decimos: que si hubiere algn pobre en la dicha Cofrada que no se pueda sustentar por su pobreza, ordenamos y mandamos que por los cofrades sea alimentado, y ahora sea andando a pedir dos vecinos por la vecindad de la dicha Cofrada o vendiendo algn monte o de la venta que hubiere en la dicha Cofrada, y esto sea a cargo de los dichos montazgueros que hubiere y sucediere en aquel ao, so pena de cien maravedises en cargo de consecuencias. En otras cofradas, que ya hemos dicho sim-bolizan y conservan en su pureza las antiguas costumbres, como

  • 3 8 0 B. de Echegaray. LA VECINDAD EN EL PAS V A S CO

    sucede en Izurza, subsiste la costumbre de que el pobre recorra porturno las caseras de sus circunvecinos, en cada una de las cualespara alternativamente un da, no en el ocio, sino ayudando en lamedida de sus fuerzas a las faenas de los que le favorecen aquelda con su subsistencia (1).

    Huelga decir que en los casos en que se origina un grave perjuicioen los intereses familiares se pone de manifesto la admirable soli-daridad que liga a los labradores vascos. Y las calamidades de mayorcuanta que en ese sentido les pueden acaecer son los incendios yla muerte del ganado. Por eso se asocian para anular el riesgo eco-nmico que estos siniestros entraan.SOCIEDADES MUTUAS CONTRA INCENDIOS. Cuando ocurre una

    contingencia de esta clase, todos los vecinos acuden a evitar o ami-norar sus efectos, y prestan, segn la edad y el sexo de cada unode aquellos, los servicios precisos para cooperar a la extincin delfuego y a poner a salvo personas, animales y enseres. Para pre-venir los peligros consiguientes a la ruina de la vivienda hayasociaciones de socorros mutuos en todos los pueblos, a las cualespertenecen los propietarios de las casas. El campo que abarcanestas entidades excede del circunscrito por las relaciones de vecin-dad estricta, y alcanza el demarcado por el mbito del trmino mu-nicipal. Vicario y de la Pea estudia cumplidamente este aspectoy remito a quien me lea a lo que dice aquel distinguido escritor (2).Son designadas tales sociedades, en castellano, con el nombre deHermandades, y en euskera, con los de suaro, suarau, derivadosde su, fuego, y aro o arau, hermandad, asociacin.

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    SOCIEDADES MUTUAS CONTRA LOS RIESGOS DEL GANADO .Lashay de remotsimo origen. Exgese como requisito comn la calidadde vecino en los asociados, y obsrvase mucha variedad en esas enti-dades, respecto a la clase de ganado que se asegura y a la formade la indemnizacin: Reciben esas agrupaciones los nombres deminadas, concordias, hermandades, ermandadiek, alkartasunak, anai-

    tasunak, kofradiak, konfradiak, teramak. El estudio de las Orde-nanzas que las rigen ofrece una perspectiva de investigacin muyamplia. La materia ha sido tratada, primero por don Miguel deUnamuno (3), y luego, por don Nicols Vicario y de la Pea (4).

    ( I ) VI CAR IO Y DE LA P E A, op. c i t . , p g . 3 2 3 .( 2 ) VICARIO Y DE LA P E A, op. cit., pg s . 238 -245 .( 3 ) MIGUEL DE U N A M U N O. Vizcaya, en el Derecho consuetudinario

    y Economa popular de Espaa, tomo II. Barcelona, 1902, pgs. 56-63.( 4 ) VICARIO Y DE LA P E A, op. cit., p g s . 2 4 6 - 2 5 9 .

  • B. de Echegaray. LA VECINDAD EN EL PAS V A S CO 3 8 1

    Ambos aportan noticias muy curiosas respecto a tema tan impor-tante y transcriben varios modelos de Ordenanzas de Vizcaya.Tambin Webster ha escrito una preciosa monografa acerca delseguro mutuo contra los riesgos del ganado, muy nutrida de datosinteresantes y de sagaces observaciones (1).

    Voy a exponer algunas de stas. Una de ellas no es original deaquel autor, sino de Mr. Foresti, quien dice: En casi todas las ciu-dades y en la mayora de las aldeas de nuestra regin existan, enla Edad Media, cofradas o asociaciones de caridad mutua entrelos agricultores. En Villenade haba la cofrada de la Magdalena;en Saint-Pierre-Campredon, la de San Sebastin; en Montaubanha sealado Bonis nueve o diez cofradas. Basta observar el fun-cionamiento de estas asociaciones para comprender cuan grandeera la idea de la mutualidad entre nuestros abuelos (2). Los lugarescitados por Foresti estn fuera. del Pas Vasco. Foresti estudiala vida rural y la agricultura en el Sudoeste de Francia, duranteel siglo XIV, y cuanto dice es perfectamente aplicable a las comar-cas que se extienden entre el Adour y el Bidasoa.

    Webster entiende que las cofradas de que habla aquel publi-cista son semejantes a las que hoy existen con abolengo de remotaantigedad, segn el sentir de las gentes del agro. Y dice a este pro-psito: Y me preguntaris: cmo se comprende que hayan esca-pado a la vigilancia de los cronistas y de los historiadores queno han encontrado ni vestigios ni estatutos en los archivos? Larespuesta es bien sencilla. La mayora de estas asociaciones no hatenido en absoluto ni estatutos ni reglas escritas. He visto lospapeles de algunos secretarios de estas cofradiac. Se componansolamente de un cuaderno, de un valor de diez cntimos, con unalista de las casas que formaban parte de la hermandad y el nmeroy el valor de los animales asegurados; y h aqu todo. No haba niuna palabra escrita ms. Conozco la existencia y el reglamento deotras de viva voz solamente. Hay algunas cuyos reglamentos yestatutos he encontrado. Han sido impresos como piezas justifica-tivas. Pero la circunstancia caracterstica de estas asociaciones es

    ( I ) WE N TWOR T W E B S T E R . Les assurances mutuel les du be ta i l e tle cheptel parmi les fermiers et le paysans du Sud-Ouest de la France et duNord de lEspagne en Les loisirs dun Etranger au Pays Basque, pgi-nas 251-288.

    (2) La Vie rurale et lagriculture au XIV e s ic le dans le Sud-Oues tde la France, Montauban, 1685, pg. 32; c i tado por WEB S T ER en Le sloisirs... pg. 259.

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    3 8 2 B. de Echegaray. LA VECINDAD EN EL PAS V A S CO

    que se producen y manifiestan fuera de la ley y de la vida oficial.Son asociaciones perfectamente libres e independientes. Rara vezrecurren los asociados a la ley o a los tribunales. En todas partesencontramos esta caracterstica (1). Del Bidasoa para ac tambinse gobiernan las Hermandades por preceptos consuetudinarios, queen algunas localidades han adquirido la forma escrita, y los con-flictos a que pudiera dar lugar la interpretacin de aquellos notranscienden al terreno litigioso.

    Las organizaciones que se acaban de enunciar rebasan tambinen ocasiones los linderos de la vecindad, puesto que actan en zonasno muy dilatadas, pero s ms amplias, de ordinario, que las aco-tadas por la convivencia de grupos sociales poco densos, que seforman libres de todo nexo que implique una unidad poltica o admi-nistrativa. Sin embargo, se ofrecen casos numerosos en que la coope-racin se da en un crculo reducido. As sucede con las teramak deZumaya. Una de ellas es la kaleko-terama (2), que radica en el caseroIturikoa. La organiz el inolvidable e insigne escritor vasco donDomingo de Aguirre y cuenta con pocos asociados. La otra, la deEndaeta, comprende a toda la parte rural de la feligresa de laparroquia de San Pedro; preside su Junta Directiva un vecino queno sea campesino, a fin de despojar a sus decisiones de la tacha deparcialidad. Los miembros componentes de aquella giran una visitatrimestral a las cuadras para enterarse de visu del estado de saludde las reses aseguradas. Esta terama es muy antigua y veneradapor cuantos a la misma pertenecen. Cuntase de alguien que sesepar de la agrupacin, que hubo de sufrir la muerte de todas susvacas, en castigo de su conducta, segn el comn sentir de quienesfueron sus cofrades. Todos los aos se celebra la fiesta social, el dade S. Antn, con una Misa cantada en la capilla de la Parroquiaacogida a tal advocacin y con una comida copiosa, amen de algnfestejo profano. La asistencia al acto religioso con vela encendidaes obligatoria, bajo pena de multa.

    A propsito de la decadencia de la fabricacin casera de las abar-cas se dice en el Anuario de la Sociedad de Eusko-Folklore, corres-pondiente al ao 1925, con relacin al pueblo de Andoain: Existe,

    ( I ) WE B S T E R, op. cit., pg . 259 .(2) Significa literalmente terama de la calle. Es posible que la voz

    terama, euskrica en apariencia, sea la castellana derrama, muy expre-siva para el caso, AZKUE en su Diccionar io Vasco-Espaol -Francs (B i -bao-Pars, 1906), registra la palabra t a r am a como de u so en Zumayay equivalente a hermandad o sociedad de socorros mutuos.

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  • B. de Echegaray. LA VECINDAD EN EL PAS V A S CO 3 8 3

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    desde hace tiempo en Goiburu una sociedad de seguros mutuoscontra accidentes, enfermedades, etc., del ganado. vacuno. Cuandose mataba una cabeza de las aseguradas, la piel de sta, una vezseca, la partan en pedazos aptos para hacer albarcas, y en un dasealado se distribua entre los socios en proporcin de las cabezasque tena aseguradas cada uno. El da 1 de Enero de 1923, tocabadistribuir la piel de una vaca que haba. muerto en el casero vul-garmente llamado Kontraixto. Cada socio tom lo que le corres-ponda, entre ellos Juan de Aruebarena; pero este vendi su partea Angel de Laskibar en 2,50 ptas. las piezas menores y en 1,50 pe-setas las de calidad inferior. Esto lo hizo el vendedor, porque, segndeca l, las albarcas de neumtico hacen tan buen servicio o mejorque las otras, y adems, las de cuero hay que coserlas en casa. Envista de esto los socios tomaron la determinacin de vender en ade-lante la piel entera al mejor postor, Desde entonces, si bien porquejas de un socio se ha reanudado la prctica antigua de repartirla piel como antes, ya casi nadie hace albarcas, por lo menos enGoiburu, y en el resto de Andoain sucede casi lo mismo; apenas seven mas albarcas que las de neumtico de automvil (1).

    Hay sociedades de marcado carcter profesional, que por sundole considero que son ajenas al tema de que me ocupo; aludo,singularmente, a las Cofradas de pescadores, de las que Vicario yde la Pea, entre otros autores (2), ha tratado. Y no se debe omitiraqu la referencia a las facerias, institucin de honda raigambreen el Derecho navarro y de muy rico contenido en los usos consue-tudinarios del Pas Vasco, que Webster histori en su transcendenciainternacional (3). Basta a mis propsitos. con esta somera enuncia-cin y el sealamiento de las fuentes a que el lector curioso puedaacudir para enterarse de materia tan interesante.

    Vamos a enumerar ahora aquellas formas de cooperacin naciday prestada libre de toda traba legal; esto es, sin sujecin a ordena:miento alguno escrito, ni a ningn, molde impuesto por un rgimenorgnico preestablecido; algo que se muestra como fruto de la pro-pia voluntad de los que se comprometen a prestarse mutua ayuda

    '(I) J. FRANC I SCO D E ET X E B E R I A. Pueblo de Andoain, en el Anuariode la Sociedad de Eusko-Folklore. Establecimientos humanos y casa rural.1925. pg. 89.

    (2) V ICARIO Y DE LA P E A, op. cit., pgs . 250-312.( 3 ) WENTWORTH W E B S T E R. Les faoer ies ou convent ions in terna-

    tionales communales dans le Pays Basque en Les loisirs dun Etrangerau Pays Basque, pgs. 161-190.

  • 3 8 4 B. de Echegaray. LA VECINDAD EN EL PAS V A S CO

    en un crculo minsculo, de un mbito que no coincide con el. queel Municipio fija para marcar las fronteras de su actividad.

    TRABAJO A TRUEQUE, llamado ORDEAK, en euskera. Es el usadoen las labores que requieren un esfuerzo mayor que el resultantedel que puedan ofrecer los miembros de una familia, as sucede conla siega, la escarda del trigo o del maz, la siembra y la laya. Tomanparte. en esas faenas todos los vecinos de la barriada; quien pidesu ayuda queda obligado a la reciprocidad en la proporcin delauxilio recibido. No se come en comn; cada grupo lleva las viandasde su casa. Ha habido casos en que esa cooperacin se ha prestadoentre dos pueblos; por ejemplo, entre el de Hijona y el de Troconiz,en Alava. Vicario y de la Pea (1) equipara a la andecha de Asturiasel trabajo por caridad, de Vizcaya, de que de seguida he de hablar.Efectivamente, es esta idntica a alguna forma de la citada prc-tica asturiana; pero hay otra que se asemeja al trabajo a trueque.La andecha essegn el Sr. Piernas Hurtadoreunin de per-sonas, hombres y mujeres, que se juntan para trabajar gratuta-mente en las tierras del propietario o colono que solicita esa ayuda...Usase este procedimiento para ejecutar aquellas labores que el agri-cultor no puede atender con solo su familia, o que estn sujetasa un plazo perentorio, como sallar, cavar, hacer y acarrear la calde abono, aterrar, o sea subir la tierra a lo alto de los predios, segary embalagar la hierba, recoger el trigo y majarlo, cosechar el mazy deshojarle, sacudir las castaas y sacarlas del erizo, etc. (2). Costa,en nota que sigue al trabajo de Piernas Hurtado, cita, entre las ins-tituciones similares a la andecha, el trabajo a trueque de Vizcayay se refiere a lo dicho por Unamuno (3) y a lo consignado en la Infor-macin sobre Reformas sociales (4); transcribe, adems, este textodel Marques de Miraflores: Las instituciones vascongadas aventajana las inglesas en la costumbre de trabajo mutuo que prestan losvecinos entre s al imposibilitado de trabajar su heredad, y aunhabiendo ocasiones en que se asocian los trabajos de los vecinosjuntos, todos hacindolo en la propiedad de todos (5). Respecto a

    ( I ) VI CAR IO Y DE LA P E A , op. cit., p g . 3 1 9 .(2) J. PIERNAS Y H UR T ADO . Astur ias . La andecha , en el De r e c h o

    consuetudinario y Economa popular de Espaa. Tomo II . Barcelona,1902, pg. 121.

    ( 3 ) MIGUEL DE U N A M U N O, loc. cit., pg . 54 .(4) Informacin

    p g . 2 0 7 .sobre Reformas sociales, edicin oficial, tomo V,

    ( 5 ) MARQUS D E M I R A F L O R E S .Ligero estudio sobre el pas vascon-gado , en la Revis ta Espaa, nm . 9 1 .

  • B. de Echegaray. LA VECINDAD EN EL PAS V A S CO 3 8 5

    Navarra recoge el polgrafo aragons estas palabras de la mencio-nada Informacin: Los labriegos de la parte montaosa de Navarraacostumbran a asociarse para el cultivo de sus respectivas propie-dades, y esto sucede tambin en la zona media de la provincia; locual es altamente ventajoso; pues, adems del espritu de armonaque realiza, evita a las pequeas fortunas de aqullos el pago depeonaje (1). El propio Costa da cuenta de una costumbre que seobserva en un grupo muy numeroso de aldeas de Traz-os-Montes(Portugal), que muestra gran paridad con el trabajo a trueque y queCosta Gaodolphim describe en estos trminos: Nestas aldeias en-contrase um systema pratico de cooperao. Possuindo cada umo seu bocado de terra donde tiram o indispensavel para viver, notem dinheiro para satisfazer salarios, quando os trabalhos agri-colas precisam de bracos. Reunem-se ento os individuos da loca-lidade e trebalham uns dias numa terra, depois noutra, e assimsuccesivamente completam a sua faina. Em cada propiedade emque se termina a labutaao, o dono tem por dever recompensar osseus cooperadores com un jantar, em que todos alegremente sebanqueteiam. E assim, por esta forma, o trabalho em commumsubstitue o dinheiro (2).

    EL TRABAJO POR CARIDAD.Unamuno incluye esta forma dela cooperacin vecinal en el concepto genrico de prestaciones mu-tuas de trabajo, sin distinguirla de la enunciada anteriormente;y as dice: Adase la ayuda gratuita por causa de caridad. Escostumbre que el vecindario de cada barrio labre la tierra del cam-pesino enfermo, utilizando a tal efecto las tardes de los domingos.La excitacin suele partir del plpito (3). Trueba escribe a estepropsito: A veces el cura anuncia desde el altar que tal o cualvecino, por enfermedad u otra desgracia, tiene atrasadas las labores,e insta y autoriza al vecindario a que aquella tarde vaya a trabajaren las heredades del necesitado (4)

    Vicario y de la Pea rata por separado del trabajo a truequey del trabajo por caridad (5); pero, como se ha indicado antes, reco-

    (I) In formacin sobre Reformas soc ia les , tomo V, pg. 207.( 2 ) JO S C I PR IANO C O S T A G AODO L P H I N . A Prev i d enc i a , L i s b o a ,

    1889, pg. 37. La nota de Joaqun Costa, a que en el texto se alude, apa-rece en las pgs. 125Economa popular de

    y 126 del tomo 2. del Derecho consuetudinario yEspaa.

    (3)(4)

    M IGUEL DE U N A M U N O, loc. cit. pg. 54.ANTONIO DE T R U E B A.

    caya, pg. 27.Bosquejo de la organizacin social de Viz-

    ( 5 ) VI CAR IO Y DE LA P E A, op. c i t . p g . 3 1 9 .

  • 3 8 6 B. de Echegaray. LA VECINDAD EN EL PAS V A S CO

    noce en ste ntimo parentesco con la andecha, sin advertir que laprctica asturiana comprende tambin, como ya se ha visto, lacooperacin que los vecinos se prestan en las ocasiones en que sehan de emprender faenas duras en el campo. Por lo que respectaal aspecto piadoso de la andecha dice el Sr. Piernas que se empleaen servicio de las viudas, enfermos, ausentes o desvalidos por cual-quier causa. Y aade: Generalmente es el Prroco quien avisa estasnecesidades al pueblo, excitndole para que vaya a trabajar en latierra abandonada, y advirtiendo a los vecinos que pueden hacerloaunque sea en da festivo, si se hallan ocupados con sus propiaslabores, y lejos de pecar, contraeran mrito de caridad al santificarla fiesta con esa buena obra. Cuando el Cura se niega a dirigir esasinvitaciones y se trata de una necesidad apremiante, alguno de losvecinos ms caracterizados, despus de la misa, pide ayuda a losdems, y todos acuden aquella misma tarde a labrar el campo delos pobres (1).

    Por lo dems, nos parece acertado elcriterio del Sr. Vicario deconsiderar como una especie perfectamente definida. al trabajo porcaridad. El que se hace a trueque obedece a una rotacin peridica,impuesta por la naturaleza de las labores que ao por ao hay querepetir. En cambio, la prestacin que obedece a impulsos benficoses ms contingente, ya que nace de circunstancias especiales en queocasionalmente puede encontrarse una familia.

    El trabajo por caridad se hace en Vizcaya en da festivo; por lamaana. despus de la Misa Mayor, o por la tarde. De ordinario,es el Prroco quien desde el altar invita a sus, feligreses a que acudana labrar el campo del vecino que de ello ha menester; a veces eseste quien de acuerdo con sus cooperadores pide licencia a. aqulpara quebrantar el precepto del descanso. Fu costumbre antaoque la. familia socorrida obsequiara a sus favorecedores con pany vino; pero la Iglesia cuid de abolir esta prctica para evitar abusosy para despojar a la obra de caridad ejercida de todo aspecto lu-crativo.

    LORA: su significacin.Dice Unamuno que una de las masimportantes manifestaciones de la solidaridad social en Vizcaya,es la costumbre denominada all lorra (2), Lor es palabra vasca quesignifica acarreo, transporte; lo mismo que loreta. De ah que en'

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    ( I ) PI E R N A S Y H U R T A D O, loc . c i t . p g . 1 2 2 .( 2 ) UN A M U N O, loc. cit., pg . 54 .

  • B. de Echegaray. LA VECINDAD EN EL PAS V A S CO 387

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    Mundaca y en Lequeitio se llame, como ya se h-a dicho antes, gorpu-lora al acto de la conduccin del cadver. Atso-lor y atso-loreta, vocesque, segn se ha indicado ms arriba, se usan en Oyarzun y Bers-tegui respectivamente para designar a la reunin de mujeres quecon regalos acuden a visitar a la parturiente, aluden sin duda: almovimiento de quienes de sus casas se trasladan a aquella en quevino al mundo un nuevo ser o a los presentes de que son portadoras.En algunas comarcas de Vizcaya se denomina a la lora, totua o to-tuena, de toto, equivalente al convite con que se obsequia al queha recogido maderos o corderos despus de un incendio u otra des-gracia, o a los que han ayudado a acarrear abonos o lea (1). Loradenota, por extensin, aportamiento; y como ste puede consistiren la prestacin del trabajo personal, y animal, adems del real, ola del trabajo personal o personal y animal a la vez, sin la concu-rrencia del material, la lora ser mayor en el primer caso y menoren el segundo. Los Sres. Unamuno y Vicario slo describen la zimaur-lora, aportamiento de estircol, la bildotx-lora, aportamiento de ove-jas, y la zur-lora, aportamiento de maderas. Podemos. aadir a estasformas algunas ms. La arigotza, la sastotue y el regalo de un cuartode fanega y de una gallina, que se acostumbra en Legazpia conocasin de bodas son tambin, hasta cierto punto, manifestacionesde la lora. Nos remitimos a lo que antes queda dicho respecto aesas prcticas, sin perjuicio de referirnos de nuevo a algunas de ellas.

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    Zimaur lora. Si un labrador se encuentra sin abono o sin estir-col al establecerse en una casera, o en cualquier otra circunstanciaextraordinaria, recurre a sus vecinos, quienes se obligan a servirlecon una carretada cada uno. En tal caso, suelle llevar un palo ad hoc,en el cual hace con la navaja una cortadura por cada vecino queacepte el compromiso, hasta que llega a un nmero de rayas igualal de carros de abono que necesita. Cmplenle stos seguidamentesu promesa, llevando sus respectivas carretas cargadas de estircol,y l les corresponde con una merienda, llamada tambin lorra ototuena (la del totoa), en su misma casa o en la taberna. Llaman aa esto hacer lorra (2). Era una modalidad de la zimaur lora la sas-totue que se usaba en la zona rural de Bermeo.

    Bildotx-lora. Surge esta forma en el caso de que alguien necesiteformar un rebao o reponerlo. Los vecinos, que sean pastores, en-

    ( I ) V id . AZ K U E, op. cit., Vo c . T o t o .( 2 ) UN A M U N O, loc. cit., pg . 55 .

  • 3 8 8 B. de Echegaray. LA VECINDAD EN EL PAS V A S CO

    tregan cada uno una oveja con el indicado destino, sin otra retri-bucin que la de una merienda. Este sistema recuerda en ciertomodo el que se emplea en algunos pueblos de los valles navarrosde Roncal y Salazar, dentro del crculo familiar, para proveer derebao a uno de los hijos que han de quedar excludos de la suce-sin en el patrimonio domstico. Al colocarse de pastor, al serviciode un amo, sus padres le entregan la seal, que consiste en seis,ocho o diez ovejas parideras. El dueo del ganado que apacientale consiente que cuide de esos animales, a la par que de los suyos.Y as logra hacerse con un hato considerable, que equivale a unmodesto capital. Tngase en cuenta que los muchachos entran aservir a los, 14 aos y que permanecen en tal situacin hasta los26 27. Esto ocurre en Roncal. En Salazar se dedican al pastoreoen su propia casa, pero como propietarios de las cabezas que leshan sido donadas. Llmase a esto en Salazar estar a sus propiaspiezas. La prctica enunciada es un trasunto del peculio profecticiode los romanos, e idntica al cabal alto-aragons y a la costumbredel pueblo troglodita de Jdar (Jan), que permite que las jvenessolteras dispongan a su arbitrio de las noches de los sbados paratraba