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“La Transparencia, esencia del Estado contemporáneo” La Transparencia esencia del Estado Contemporáneo “JUNTOS POR UNA GUATEMALA, HONESTA Y TRANSPARENTE”

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“La Transparencia, esencia del Estado contemporáneo”

 

 

   

La Transparencia esencia del Estado Contemporáneo

“JUNTOS POR UNA GUATEMALA, HONESTA Y TRANSPARENTE”

“La Transparencia, esencia del Estado contemporáneo”

LA TRANSPARENCIA ESENCIA DEL ESTADO CONTEMPORÁNEO

La historia evidencia que no ha habido ni hay opacidad o transparencia total, son estadios y categorías que tienen un peso distinto en cada Estado y en cada momento de la historia, aunque eventualmente, por el peso de una de ellas, dé la sensación de totalidad. Los nuevos vientos que transitan en el mundo globalizado y las amenazas emergentes hacen imperiosa la transparencia en los actos de la administración pública. Los procesos dentro de los Estados contemporáneos para transparentar los actos administrativos están normados, para nuestro caso, se tiene como sustento el Artículo 30 de la Constitución Política, artículo que es desarrollado en la Ley de Acceso a la Información Pública para fincar a la administración pública en transparentar su accionar y, además, propiciar que la ciudadanía ejerza ese derecho. En el proceso de publicitar y conocer los actos administrativos, se pretende un proceso de maduración mediante el cual se avanza para asumir la transparencia como un valor positivo, funcional y en perspectiva natural. La transparencia y la opacidad de las acciones del Estado son tan antiguas como el Estado mismo, Rodríguez Zepeda en “Estado y Transparencia: un paseo por la filosofía política” señala que, en Platón (427 – 347 AC) encontramos la primera gran defensa política de la sociedad cerrada, de un régimen organicista y totalitario que ahoga las libertades individuales con los argumentos que la verdad sólo está en el Estado… Para el caso, señala Rodríguez, Platón defiende un modelo de aristocracia intelectual, el llamado gobierno del Rey-filósofo o del Filósofo-rey, que veda el acceso a las decisiones políticas fundamentales a quienes no poseen los atributos intelectuales para hacerse cargo de ellas. Ahora, que el Estado contemporáneo se encuentra en tránsito, se desplaza el epicentro del accionar estatal, el peso de la transparencia se dirige a superar la tradicional opacidad.

“La Transparencia, esencia del Estado contemporáneo”

Como se señaló antes, no existe la transparencia u opacidad total, de hecho, hay instituciones en las cuales se exige para su funcionalidad dosis de opacidad, tal el caso de Defensa, Seguridad y Relaciones Exteriores, opacidad que debe dar paso a la transparencia una vez superada la necesidad de las reservas informativas. Y es que la opacidad, como herramienta utilitaria, ha encontrado de manera amañada como aliado el secreto, en el sentido de información de manejo exclusivo. Históricamente el secreto ha sido una necesidad para proteger al Estado, la población o el territorio contra amenazas externas, pero también para conseguir o mantener poder internamente. El secreto, en el sentido del conocimiento de manejo exclusivo en función de la obtención del poder interno por cualquier medio, a cualquier costo y durante tiempo indefinido, es el preámbulo de la existencia o transito a Estados opacos y ciudadanías minorizadas. La Transparencia, esencia del Estado contemporáneo. Si bien la opacidad en sí misma no es sinónimo de corrupción, si puede ser un buen aliado de ésta y el secreto un buen sustrato. El secreto o argumento de Estado tiene su primer paso con Tácito (55 – 120 DC) fue ese gran historiador latino el primero que denominó arcana imperii < Arcana, que significa secreto> a los misterios de la política, señala Rodríguez Zepeda, agregando que, arcana imperii no se refiere sólo a secretos del imperio o del Estado, sino a verdades que poseen en sentido casi sagrado, ritual, es decir, a misterios insondables de la política. Porque los arcana imperii no se reducen a la condición de información llana sobre las cuestiones públicas, sino a información selecta, privilegiada, que define como sujeto de poder a quien la posee y administra. La posesión o el acceso a los arcana imperii inviste de poder a sus sujetos, pues no es sólo una relación cognoscitiva (saber más que otros), sino una relación política (dominar o gobernar a otros en razón de ese saber). Lo anterior pudo tener algún sentido en el pensamiento de los Estados primigenios, sobre el supuesto que esos Estados debían ser dirigidos por los más sabios y preclaros y que coincidían esos atributos con quienes suponían semidioses y por ende insondables, eso se ha ido modificando y en la historia contemporánea contamos hoy con sociedades avanzadas en sus derechos y a conocer la acción pública, en consideración que son esas sociedades quienes tienen el poder y lo depositan en sus representantes para los procesos de gobernación.

“La Transparencia, esencia del Estado contemporáneo”

Por ello, viene al caso por lo de la delegación del poder, Rodríguez Zepeda nos aclara al señalar, cuando hablamos de gobierno como mandatario nos referimos, expresamente, al poder político que es mandado. En la cultura política de México, se da el fenómeno curioso de que “mandatario” parece ser “el que nos manda”, como sucede en la recurrente y reverencial expresión “nuestro primer mandatario”. Para decirlo de manera vernácula, el mandatario es el mandadero, el que es mandado, y jamás el que manda. Podemos entonces afirmar que, lo dicho por Rodríguez Zepeda, se aplica por analogía a todas las demás autoridades que han sido electas por el voto de la población, tal el caso de diputaciones y alcaldes municipales. Desde otra perspectiva, desde el mismo surgimiento del Estado se evidenció la necesidad de los pesos y contrapesos así como la creación de entes que de manera objetiva fiscalizaran las acciones y quehacer de la administración pública. Al abrirse el siglo XXI, para países como el nuestro, se hace necesaria las rutas de la publicidad de los actos de gobiernos, sean locales, regionales o el nacional, ello se conjuga con el surgimiento de acciones de ciudadanía que demanda saber qué sucede con sus recursos administrados por esos gobiernos y si realmente hay probidad en ellos. Las llamadas Entidades de Fiscalización Superior –EFS- son la síntesis del esfuerzo de la evolución por la transparencia y probidad de la acción pública desde la perspectiva del Estado, es decir, no solamente deben velar por la calidad del gasto sino también por la probidad de sus administradores, por ello se dice que todas las acciones de las EFS son en sí mismas acciones de transparencia. Ese devenir hace que hoy, las EFS estén insertas en desafíos de gran envergadura que deben acometer y superar. La Comisión Técnica Especial de Ética Pública, Probidad Administrativa y Transparencia, CEPAT, perteneciente a la Organización Latinoamericana y del Caribe de Entidades Fiscalizadoras Superiores –OLACEFS- en la ponencia “LAS CONVENCIONES MUNDIALES Y REGIONALES DE LUCHA CONTRA LA CORRUPCIÓN Y LAS ENTIDADES FISCALIZADORAS SUPERIORES” señala, La estabilidad de los Estados modernos, se ve amenazada por muchos factores como son, la pobreza, el agotamiento de los recursos naturales, el desempleo, la desigualdad en la distribución de los medios de producción, la política internacional, el terrorismo, narcotráfico y la corrupción.

“La Transparencia, esencia del Estado contemporáneo”

Al tratar la corrupción, de la manera científica que sugerimos, es inevitable tomar en cuenta la concurrencia de un factor de extraordinaria importancia, que es la teoría de la Ética, la moral, los valores, las conductas sociales de convivencia en un ambiente de respeto a los derechos y deberes ciudadanos. Pero el combate a la corrupción también necesita de otras medidas materiales, como son que el Estado y la sociedad en general, garanticen a los ciudadanos, acceso a los servicios, a los medios de producción, al cumplimiento de los derechos e inclusive, a salarios dignos que permitan satisfacer sus necesidades. Los procesos de selección de personal, sobre todo de los mandos medios y directivos; la transparencia en la gestión con mecanismos de permanente rendición de cuentas, la participación ciudadana ajena a la influencia de intereses políticos y económicos; y, por sobre todo, la democracia en plenitud, deben contribuir en su ejercicio, a la completa exclusión de la corrupción en la gestión pública. Ahora bien, todo lo anterior envía señales claras para afirmar que es imperiosa la necesidad de entes de fiscalización superior fuertes, que puedan desarrollar capacidades acordes a las nuevas fórmulas de corrupción, que funcionen sin interferencias de grupos de presión y que su gestión sea respetada. Por ello, la transparencia debe ser la esencia de los Estados contemporáneos ante una sociedad cada vez más participativa y empoderada de sus derechos y las EFS deben ser el reflejo de esos anhelos ciudadanos con su acción decidida, oportuna y veraz. El destino de la sociedad está en la posibilidad de encontrar rutas de bienestar y satisfacciones materiales y espirituales, las EFS deben ser coadyuvantes a es anhelo, razón de más para insistir en que la corrupción frena el desarrollo y la transparencia impulsa el desarrollo.

Para saber más sobre el tema puede solicitar los documentos originales completos a [email protected]

Guatemala, junio de 2010