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ISSN 2250-544X entrevista a VÍCTOR HUGO MORALES El Ingeniero Tecnológico universidad y comunidad Club Artístico Libertad PAULA FERRÉ mujer originaria

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ISSN 2250-544X

entrevista a VÍCTOR HUGO MORALES

El Ingeniero Tecnológico universidad y comunidad

Club Artístico LibertadPAULA FERRÉmujer originaria

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2. UTN. La tela de la araña

www.utn.edu.ar/latela

SumarioEditorial 3Universidad Obrera Nacional 4Educadores y artistas en Avellaneda. Por la inclusión social 6Universidad y comunidad. El Ingeniero Tecnológico 8La UTN en concierto. Coro del Instituto del Profesorado Técnico 14Por las Facultades:Biblioteca Nacional. Una actualidad brillante 16Facultad Regional Rosario. Ingenieros cronopios 19Club Artístico Libertad 21 El mito y las canciones de cuna 23Fantasía impromptu sobre el útlimo día 28

Entrevista a Víctor Hugo Morales 30

DOSSIER: Medios y Democracia. Más allá del 7D 36El otro giro lingüístico 40Lo oculto y lo visible del relato 50

Para una libertad igualitaria 54Los elegidos de La tela 55Correo de lectores 59

Colaboran: Eduardo Giqueaux, Daniel Galasso.

[email protected]

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StaffEdi tor Res pon sa ble Uni ver si dad Tec no ló gi ca Na cio nal

Sec. de Cultura y Extensión Universitaria

Lic. Sebastián E. Puig

Sec. de Vinculación TecnológicaIng. Enrique Filgueira

Di rec tor Lic. Claudio Véliz [email protected]

Jefe de redacciónLic. Carlos Zeta [email protected]

Consejo de Redacción Julia Aibar - Lucía Herrera - María Gabriela Barro Gil - Pablo Solana - Claudio Véliz Maipú 521 8º A (C1006ACE) CABA, República Argentina. Tel.: (54-11) 4328 - 8159 / 7600 (ints. 105 - 108)

AdministraciónSarmiento 440, piso 3 (C1041AAJ)CABA, República Argentina.

Corrección Julia & [email protected]

Arte de tapaJulia Aibar

Di se ño y diagramaciónPablo Solana, Julia Aibar

Medios, prensa y relaciones públicasGuillermo Figueroa

FotografíaJuan Cruz Damiano

Apoyo administrativo Romina Fariña, Norberto Oubiña, Matías TorchioiISSN 2250-544X

Rector: Ing. Héctor C. BrottoVice-rector: Ing. Carlos E. Fantini Sec. Académico: Ing. José Virgili Sec. de Planeamiento: Ing. J. J. SilvaSec. de Extensión Universitaria:Lic. Sebastián E. Puig Subsec. de Extensión Universitaria: Ing. Carlos CastilloSubsec. de Graduados: Ing. Juan C. GómezSec. Vinculación Tecnológica: Ing. Enrique M. Filgueira

Año VII - Nº 17 - Noviembre 2012 - Universidad Tecnológica Nacional

Sec. de Ciencia y Tecnología: Dr. Walter E. LegnaniSec. de Asuntos Estudiantiles: Sr. Alberto Viarengo Sec. Administrativo: Dr. Rogelio Gómez Sec. de Vinculación Institucional: Ing. Mario GosSec. de TIC: Ing. Uriel CukiermanSec. de CSU: A.S. Ricardo SallerAsesor del Rector: Sr. Rubén Vidal

Universidad Tecnológica Nacional - Autoridades

La Tela de la Araña

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Seis años han pasado desde el primer número de esta revista, momentos aquellos en los que con ansiedad y entusiasmo hojeábamos las páginas impresas de lo que hasta entonces había sido un anhelado proyecto de esta Secretaría de Cultura y Extensión Universitaria. Somos conscientes de que hemos sido afortunados por haber transitado este camino en tiempos de abiertos y esperanzados debates en los que la cultura y la política han sido resignificadas profundamente. En este sentido, días pasados se conmemoró un nuevo aniversario del fallecimiento del ex presidente Néstor Kirchner, y muchos fueron los actos en los cuales se lo recordó con gratitud, y admiración. Se dice que el tiempo ayuda a poner las cosas en perspectiva y así, palabras pronunciadas, como “no voy a ser presa de las corporaciones” o aquellas con las que señalaba que “me sumé a las luchas polí-ticas creyendo en valores y convicciones a los que no pienso dejar en la puerta de entrada de la Casa Rosada” fueron adquiriendo una trascendencia que asombra y hasta emociona. Tapas de diarios y editoriales de un convulsionado 2003 son pruebas inequívocas de esas intensas presiones a las que era sometido este rara avis de la política, que aún no contaba con el respaldo po-pular que supo ganarse a posteriori. Muchas cosas han cambiado desde entonces, sin embargo, la concentración de medios de comunicación que facilita este tipo de operaciones persiste hasta nues-tros días. Al momento de distribuir esta revista, muy probablemente la disputa alrededor de la Ley de Ser-vicios de Comunicación Audiovisual (LSCA) habrá llegado a su clímax. Para entonces, se habrán perdido algunas formas y, con crudeza, podrá observarse más claramente el accionar de poderosos grupos con intereses espurios, que urdiendo celadas pretenden obstaculizar la puesta en vigencia de una norma decisiva. La custodia del proceso de aplicación de la Ley 26.522 constituye un imperativo para aquellos actores que abogan por la existencia de una pluralidad de voces en la arena de la comunicación; todo ello en un marco de legitimidad y persiguiendo objetivos de inclusión social y ejercicio soberano de la vo-luntad popular. La reciente declaración promulgada por el Consejo Superior Universitario en favor de la inmediata aplicación de la citada Ley, es testimonio de un consenso amplio en la UTN. Multiplicar las voces y allanar el camino de lo diverso son desafíos contenidos en la LSCA. En oposi-ción, mediante spots con los cuales el mayor grupo propietario de medios de comunicación presenta como arbitraria e innecesaria la regulación sobre esta actividad, se desoyen principios antimonopó-licos aplicados inclusive en regímenes políticos que no se caracterizan precisamente por alentar la intervención estatal. Porque resulta que pretender soslayar los peligros de la concentración mono-pólica invocando a un hipotético ciudadano omnipotente que oficia como garante de la libertad y la pluralidad, resulta —entrado el siglo XXI— por lo menos anacrónico. Con estas convicciones hemos dedicado los últimos dossiers a la memoria, la otredad, el quiebre cultural, el retorno de la política; y hoy, a seis años de la primera edición de La tela, les proponemos reflexionar sobre la emergencia de lo que hemos dado en llamar el otro giro lingüístico, en un tiempo en el que Nuestra América es protagonista de una encendida batalla cultural. En el número que pre-sentamos, una especial mención merece la participación de Víctor Hugo Morales, cuyo compromiso con la vida cultural y la democratización en el acceso a la información a través de la LSCA, es por todos conocido.En las páginas de esta nueva edición también se han dado cita la música, la narrativa, el arte, los libros y la filosofía. Agradecemos a nuestros lectores su aporte crítico a lo largo de estos años y los invitamos a seguir acompañándonos con sus opiniones y sugerencias.

Lic. Sebastián E. PuigSecretario de Cultura y Extensión Universitaria

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Por Claudio Véliz

4. UTN. La tela de la araña

Mitos

1952 - Universidad Obrera Nacional – Universidad Tecnológica Nacional - 2012

Aniversario

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os avatares de la crisis del 30 y de la Segunda Guerra Mundial deriva-ron en la retracción de los mercados internacionales. Como consecuen-cia, se inició en nuestro país el deno-minado proceso de “sustitución de importaciones”. El Estado nacional abandonaba, de este modo, el ago-tado y excluyente librecambismo agrario-exportador, y se disponía a brindar un apoyo efectivo al sec-tor industrial. Claro que para ello, resultó determinante la firme deci-sión política del entonces presidente de la Nación, Juan Domingo Perón. La demanda de ingenieros, opera-rios y técnicos no se hizo esperar; y con ella, la necesidad de formar profesionales y cuadros capaces de desempeñar tareas de dirección y supervisión.

El desafío de aquel tiempo con-sistió en posibilitar la formación académica de los egresados de es-cuelas técnicas e industriales. El primer paso en dicha dirección fue la creación de la Comisión Nacional de Aprendizaje y Orientación Profe-sional (CNAOP), y más tarde, de las escuelas-fábrica orientadas a la for-mación de operarios. Muy pronto, tanto el gobierno nacional como la CGT, se propusieron instrumentar un ciclo superior. Así fue como, tras una extensa deliberación parlamen-taria, se creó la Universidad Obrera Nacional (UON), según lo expresa-ba la Ley 13.229 sancionada el 19 de agosto de 1948. No obstante, hubo que esperar cuatro años más para la sanción del Decreto 8014, del 7 de octubre de 1952, que reglamentaría dicha Ley. De este modo, la Univer-sidad Obrera Nacional pudo redac-tar su primer estatuto y ordenar, por fin, su funcionamiento y organiza-ción.

A 60 años de aquel acontecimien-to fundacional, queremos compartir con nuestros lectores algunos pa-sajes del discurso pronunciado, en aquella ocasión, por el presidente de la Nación, Gral. Juan Domingo Perón:

No escapará a la comprensión de los compañeros que me escuchan

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cuál es la emoción que me embar-ga al iniciar los cursos de la prime-ra Universidad Obrera de nuestra patria. Probablemente podrá haber muchos que sientan una inmensa sa-tisfacción al disponer de esta nueva casa de estudios en esta Nueva Ar-gentina, pero no habrá ninguno que la sienta con más sinceridad y con mayor profundidad que yo mismo, que en 1945 entreví la posibilidad de desarrollar en esta forma una mayor elevación cultural de nuestro pueblo.

[…]Siempre el pueblo ha sido una víc-

tima privada de felicidad, de alimen-to y también de cultura y de ciencia. Por eso la justicia social, como noso-tros la entendemos, no consiste so-lamente en dar a nuestro pueblo lo material, sino también en prepararlo intelectual y espiritualmente.

[…]Lo que nosotros queremos en esta

Nueva Argentina, es que la ciencia y la cultura sean del pueblo, y que el pueblo esté formado por hombres que amen a los hombres y no que preparen su destrucción o su desgra-cia.

[…]Cuando la cultura y la ciencia,

instrumentos maravillosos de la hu-manidad, estén al servicio del bien, manejados por hombres buenos y prudentes, recién podremos decir que la ciencia y la cultura son ele-mentos positivos y no negativos de la humanidad. Y eso no será posible ni realizable hasta que la ciencia y la cultura estén en manos del pueblo y solamente del pueblo.

[…]Esta Universidad Obrera pone un

jalón de avance en la cultura social del pueblo argentino. Pone, quizá, uno de sus más importantes jalo-nes, porque da amplitud y extensión a la cultura popular, y porque sus puertas están abiertas a todos los hombres del pueblo que sientan la necesidad de elevar su cultura, es-tán abiertas a todos los hombres y mujeres del pueblo que tengan in-quietudes intelectuales y quieran realizarlas.

[…]El ciclo superior lo iniciamos hoy

con esta magnífica Universidad Obrera que ponemos en marcha. Por otra parte, tratándose de estudios técnicos debía cumplirse en esto también con un factor de extraor-dinaria importancia. No queremos universidades para formar charla-tanes y generalizadores. No quere-mos escuelas para formar hombres que les digan a los demás cómo hay que hacer las cosas, sino hombres que sepan hacer por sí las cosas. Du-rante un siglo y medio de existencia hemos tenido millones de hombres capaces de decir cómo hay que hacer las cosas, pero muy pocos hombres que hayan sido capaces de realizar-las. Por eso queremos que, esta es-cuela, que nace con nuestras propias orientaciones, sepa que en la vida, ni la ciencia pura tiene valor alguno si no se la somete a la aplicación.

[…]Y para esto hay que tener manos

de trabajador y vivir con olor a acei-te de las máquinas y con las man-chas de la grasa, que son indelebles cuando se trabaja. Con lechuguinos no vamos a construir una gran Ar-gentina. La gran Argentina con que nosotros soñamos se va a construir con manos de trabajadores, con bra-zos de trabajadores y con corazones de trabajadores. Y estoy seguro que la Nueva Argentina será de esos tra-bajadores, de esos que sepan capa-citarse mental y físicamente, como manualmente, en la ejecución de todos los trabajos. La Argentina del futuro ha de ser de esos hombres, por eso, quizá, hoy estemos colo-cando la piedra fundamental de una nueva Argentina que todavía no co-nocemos.

[…]Por eso, compañeros, si yo hubiera

de fijar el rumbo en la ejecución de las tareas docentes de esta casa, so-lamente daría una directiva de muy pocas palabras: tenemos que formar, primero, hombres buenos y del pue-blo. En segundo lugar, formar traba-jadores, sobre todas las demás cosas y, en tercer lugar, formar hombres patriotas que sueñan con una Nueva Argentina en manos del pueblo para labrar la grandeza de la Patria y la felicidad de ese mismo Pueblo.

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6. UTN. La tela de la araña

Educadores y artistas en Avellaneda

Arte

Informe y entrevistas: Gabriela Barro Gil y Lucía Herrera

El pasado viernes 24 de agosto se inauguró, en el Hallde las Artes de la Facultad Regional Avellaneda (sede Villa Domínico), una muestra de pintura organizada por creadores y docentes de la zona sur del Gran Buenos Aires.

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ajo el título “Educadores y artistas por la inclusión social”, la exposición tuvo como propósito no sólo compar-tir las obras de los creadores convoca-dos, sino revalorizar el arte desde el ámbito educativo como herramienta para la inclusión de diversos sectores sociales. Es por ello que, como parte del evento, se exhibieron los trabajos realizados durante el festejo del Día del Niño que tuvo lugar en el patio de comidas de la misma Facultad, por iniciativa del Centro de Estudian-tes, del cual participaron cientos de chicos de los barrios cercanos.

La muestra permitió apreciar los mundos particulares de artistas profe-sionales y de profesionales artistas, es decir, tanto de aquellos que se dedican por entero al arte como de quienes, desde otras ocupaciones, disfrutan expresándose a través de la plástica. De este modo, pintores, maestros, ingenieros, arquitectos y estudiantes tuvieron la oportunidad de exponer en un mismo ámbito, motivados por la propuesta de aportar a la sociedad y a la educación desde la búsqueda artística. Y esto muy bien acompaña-do por las creaciones de los niños, que demostraban con todo su colorido el placer de haber participado en aquella jornada dedicada a ellos, y que preci-samente se vinculaba con el propósito inclusivo de la muestra.

La selección de los convocados es-tuvo a cargo de Javier Gómez Perne-

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ta, director general de Educación del Municipio de Avellaneda, y de las artistas Silvia Mamani y Dina Austra. Cabe destacar la participación de un invitado especial, el arquitecto cuba-no Arnoldo Eduardo Álvarez López, quien realizaba en esta oportunidad su primera muestra en nuestro país. En diálogo con La tela de la araña, Álva-rez López dijo estar “muy agradecido por la posibilidad de intercambio que brinda una muestra colectiva, y gra-tamente impresionado por la calidad del espacio”. Por su parte, la artista Dina Austra subrayó la importancia, para los artistas locales, de contar con un ámbito para realizar exposiciones: “la mayoría de los que estamos aquí somos de la zona sur, y para nosotros es muy significativo que la Univer-sidad nos haya brindado este lugar. Realmente necesitábamos dónde po-der exponer, dónde desarrollarnos, y estar vinculados con la comunidad, que es lo más importante”.

Respecto a los fundamentos de la iniciativa, Gómez Perneta señaló que el arte “posibilita incluir desde distintos lugares, tanto a los niños como a los adultos. Como educado-res, creemos que todas las personas deberían tener acceso al arte, a la actividad física y a la lectura, inde-pendientemente de la profesión que elijan, porque permiten abrir las ca-pacidades de maneras en que otras actividades no lo logran. El arte es

un pilar importantísimo en la edu-cación, al que hay que recuperar como eje transversal y no como un aspecto o una materia aislada”.

Dina Austra, quien además ejerce como maestra de artes visuales, reva-lorizó el rol del arte en la educación y la necesidad de darle otro lugar al docente de materias artísticas en el ámbito escolar: “Lamentablemente se nos menosprecia bastante. Existe el concepto de que los talleres son `horas libres´, cuando en realidad son el lugar donde los niños se ex-presan de manera más vivaz, más generosa, brindándose al docente de la forma más pura. Eso hay que rescatarlo, para abrir la posibilidad de que podamos interactuar con el maestro de grado o con el gabinete psicopedagógico, por ejemplo, en la detección temprana de ciertas pa-tologías o dificultades, para imple-mentar espacios de arteterapia, para colaborar en las diversas formas que el arte habilita”.

Animados por la buena recepción de esta iniciativa tanto en la comuni-dad educativa como en la artística, los organizadores proyectan reali-zar otra muestra colectiva en 2013, sumando más participantes y con el propósito de que se prolongue de forma itinerante por otras universi-dades, escuelas e instituciones de la zona, afianzando así los vínculos co-munitarios.

Arte

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Informe María Gabriela Barro Gil y Lucía HerreraProducción Guillermo Figueroa

8. UTN. La tela de la araña

Cultura y Extensión Universitaria

Para una nueva concepción del extensionismo

Atenta a la necesidad de construir saberes junto con la comunidad, la Secretaría de Cultura y Extensión Universitaria (SEU) inauguró un nuevo local dedicado a la aplicación de Equipos Didácticos orientados a los niños y niñas de edad escolar. De lo que se trata es de instalarse en el barrio, detectar los problemas y brindar a la comunidad posibilidades de resolverlos a través de la técnica.

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Informe María Gabriela Barro Gil y Lucía HerreraProducción Guillermo Figueroa

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on el fin de llevar a la práctica la verdadera concepción de la exten-sión universitaria y sus funciones, la Universidad Tecnológica Nacional acaba de inaugurar un local en el barrio de Chacarita (Forest y Jorge Newbery), donde funcionará la sede para el Desarrollo, Empleo y Divul-gación de los Equipos Didácticos: El Ingeniero Tecnológico.

Uno de los objetivos planteados desde la Secretaría de Cultura y Ex-tensión Universitaria de la UTN, es repensar y refundar el extensionis-mo, no como un concepto descontex-

tualizado sino como una dinámica colectiva. “Los principios solidarios hay que revalorizarlos, tenemos que dejar de pensar en lo personal, en lo único, en lo individual… Poder pensar de una vez por todas en lo colectivo”, expresó el licenciado Se-bastián Puig, secretario de Extensión Universitaria, durante la ceremonia de inauguración de la sede. “Hoy tenemos un Estado presente que hace que la universidad no tenga que pensar solamente en recaudar fondos, como en los 90, para pagar los servicios y poder funcionar”. Un

contexto como el que atravesamos, “hace que la universidad pueda de-dicarse a otro tipo de actividades, y estar presente, acompañando distin-tos emprendimientos”, continuó de-tallando Puig.

El jueves 27 de septiembre, a las once de la mañana, se llevó a cabo la ceremonia de inauguración de esta sede ubicada en Jorge Newbery 4015 (CABA), y dedicada principalmente a los niños, niñas y jóvenes del ba-rrio de la Comuna 15. La aplicación de estos Equipos Didácticos ofrece a la comunidad juvenil un nuevo es-

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pacio donde aprender jugando, ta-reas relacionadas con el empleo de tornillos, tuercas, llaves, destorni-lladores. Aprender a construir equi-pos y modelos que los orientarán en oficios relacionados con la industria metalmecánica. No todo es electró-nica e informática, o podría decirse que detrás de ambas hay todo un mundo de saberes relacionados con la máquina-herramienta, que están al alcance de la mano: Según el di-rector del Proyecto, Ing. Eduardo Cossio, “debemos despertar el interés de nuestros niños y jóvenes por ser matriceros, torneros, oficiales califica-dos en mecánica, vinculándose a través del juego en actividades que, a la vez, son la base de todo proceso industrial y productivo”.

De la misma manera en que los chi-cos tienen un “cyber” cerca para jugar o entretenerse, aquí también podrán hacerlo, aunque con un plus muy especial: la propuesta de compartir saberes con la comunidad, “saberes

que –dice el Lic. Puig– tienen que ser socialmente productivos, porque si no, estamos desperdiciando tiempo, esfuerzo y recursos… El esfuerzo y los recursos de los vecinos, de uste-des, que participan… El esfuerzo y recursos de la Universidad, que no son de la Universidad, ya que ella funciona con fondos públicos, es decir, administra fondos públicos, fondos del pueblo, y ésta es la reali-dad. Entonces, en esto de repensar el extensionismo, como dice Eduardo (Cossio), no estamos descubriendo la pólvora, acá lo que ha sucedido es que la situación en el contexto va modificándose”.

Durante la ceremonia primó un espíritu comunitario y un clima de familiaridad y compañerismo. Se subrayó la importancia de recu-perar algunas de las concepciones de la Reforma Universitaria del 18, aunque en el marco de un proyecto de Nación de corte popular y de rei-vindicación de las conquistas obre-

ras “Nosotros somos compañeros y nuestro deber es estar permanente-mente tirando juntos del carro (...) Éste no es un espacio de una univer-sidad, ni de una organización, ni de una escuela, sino que es el espacio común, el espacio de una Comuna”, continuó el Lic. Puig.

Fue inevitable hacer un paralelismo entre la coyuntura del momento y los innovadores años que correspondie-ron a la creación de la Universidad Obrera Nacional, y la revalorización y dignificación del pueblo trabajador: “Hace poco más de 64 años –concluyó Puig– que se hizo un plan estratégico de Nación, y el entonces presidente Juan Perón creó la Universidad Obrera para brindarle saberes académicos a los trabajadores. Para nosotros, como tec-nológicos, desde el 2003 hasta la fecha intentamos volver a las raíces, volver a nuestra esencia; volver a ser lo que fui-mos”. Para finalizar, invitó a toda la comunidad a hacer suyo y a defender este espacio conquistado.

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Fotos Juan Cruz Damiano

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La tela: ¿Qué objetivos se proponen con los Equipos Didácticos?Eduardo Cossio: Los equipos nacen en el marco de la reactivación in-dustrial. Hoy escasean los recursos humanos formados en oficios como la tornería o la matricería. Conside-ramos que no es todo plástico, infor-mática y electrónica; también existe la mecánica. Queremos que los pibes empiecen a usar los tornillos, las tuer-quitas y el destornillador. Otro de los objetivos planteados es el fomento de la ingeniería. El nombre completo del proyecto es Equipos Didácticos para el Entretenimiento, el Aprendizaje y el Fomento de la Ingeniería. La pre-sidenta lo viene planteando en rei-teradas oportunidades: la necesidad de que se gradúe un ingeniero cada 4000, y no cada 6700 habitantes como en la actualidad. Con El Ingeniero Tec-nológico estamos también fomentan-do la ingeniería y fundamentalmente nos proponemos alentar, apoyar y respaldar a la familia y a los pibes en el estudio de las matemáticas como un saber para todos y con todas, por-que el dominio de esta ciencia es el dominio de los números y el domi-nio de los números es el dominio del mundo; nosotros queremos que todo el mundo sepa matemáticas para in-cursionar en las materias duras, en la ciencia y en las tecnologías, pero que ellas estén al servicio del pueblo.

Lt: No es un desafío menor…EC: Es un enorme desafío. Las maes-tras que enseñan tecnología están comprando los equipos chinos, el antiguo Meccano, pero chino. Distin-tas dimensiones, pero la misma esen-cia. En el mundo existieron decenas, cada país tenía el suyo. La Argentina produjo diez. Fabricaciones Militares además elaboró uno igual. Nosotros creemos que es fundamental. Es una herramienta para las y los docentes de tecnología, para que les enseñen a los pibes qué es una polea, un en-granaje, qué es una relación de trans-

Entrevista al Ing. Eduardo Cossio, director del Proyecto

El Ingeniero Tecnológico está destinado a las escuelas primarias, con la intención de que las niñas y los ni-ños se interesen en todos aquellos oficios que inter-

vienen en la fabricación de los productos y elementos empleados en la electrónica y en la informática u

otras actividades o especialidades de la industria ma-nufacturera. Se trata de equipos de tipo mecano que apuntan al entretenimiento, aprendizaje y fomento de la ingeniería, como una herramienta más para la

enseñanza de la tecnología.

Entrevista: María Gabriela Barro Gil

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misión, qué es un circuito eléctrico. Hay otro mensaje implícito en este proyecto, que es la cultura del traba-jo, porque hay herramientas iguales a las que usa papá, y el intento de transmitir la pasión por las tareas productivas.

Lt: ¿A qué población está dirigido el proyecto?EC: Queremos empezar desde la primaria, nivel inicial, primero, se-gundo y tercer ciclo; para inculcarlo desde edad temprana. Comenzamos en la Comuna 15, dirigido a todos los chicos del barrio y a las escuelas primarias del Distrito Escolar Nº 14. Queremos que vengan a jugar con los equipos. Que jueguen con la ingenie-ría, la ciencia y la tecnología.

Lt: ¿Qué actividades concretas se desarrollarán en el local que se está inaugurando?EC: Tenemos, por ejemplo, el Rincón de Leonardo dedicado a artesanías en madera; es decir, a construir en ma-dera lo que eran las máquinas de Leo-nardo Da Vinci, y hacer el clon con El Ingeniero Tecnológico. Vamos a dar apoyo en física y matemáticas en forma gratuita a los chicos del barrio, vamos a hacer talleres de magia, con un mago que plantea su dinámica a través de experimentos con la cien-cia, ya sea la química o la física. Ten-dremos un taller una vez por semana de psicomotricidad, porque ayuda a los pibes a desarrollar la motricidad fina cuando empiezan a manejar este tipo de herramientas. A medida que nos pongamos en marcha van a ir surgiendo distintas actividades. Esta-remos trabajando de lunes a viernes por la tarde. En poco tiempo, también por la mañana.

Lt: ¿Quiénes componen los equipos de coordinación o docencia que es-tarán a cargo de esas actividades?EC: Vamos a ser nosotros, los aficio-nados a este equipo didáctico, y en la parte de física y matemática se ocupa-rán los docentes de nuestro Instituto Nacional Superior del Profesorado Técnico, cuyo director, Ing. René Gon-

zález, se comprometió a enviarnos los docentes que brindarán el apoyo a los pibes del barrio, tanto de nivel primario como secundario. No vamos a ocuparnos de cuestiones demasiado teóricas. Acompañaremos las tareas, en algunos casos, con cuadernillos o fascículos de los equipos didácticos que diseñamos, en los que se especi-fica qué se puede armar y cuál es su significado teórico: qué se armó, qué tipo de movimiento realiza, cómo es la resolución de transmisión de los engranajes, cómo se puede armar una caja de velocidad, qué es una palanca, qué es un diferencial, qué es una leva, qué es una cremallera, etc.

Lt: ¿Qué expectativas tienen sobre la recepción en la comunidad y en la UTN?EC: Como empezamos con los pibes de la escuela primaria, en la UTN queremos apuntar a la matemática, la geometría, la mecánica, la física, la electrónica, la robótica y la meca-trónica. Y también podremos avan-zar, dentro de la universidad, hacia los distintos laboratorios de física. Pero más que nada, queremos que vengan al barrio a jugar, a aprender jugando; acá jugamos todos (risas). Queremos sumarle el juego, a la ingeniería, las ciencias, las mate-máticas. En los juegos, nacionales o extranjeros, podía advertirse la ins-cripción: “ingeniería en miniatura”, o “ingeniería para niños”.

Lt: ¿Cómo surge El Ingeniero Tecno-lógico?EC: Este proyecto nació hace unos cinco años. Resultaba muy difícil ob-tener los recursos económicos para producir los equipos didácticos, lo que implica fabricar las matrices de todo tipo para las más de 400 piezas que los componen. Apenas se presen-tó la oportunidad, decidimos alquilar el local de Newbery. La totalidad de los equipos y piezas es de mi propie-dad. Los fui adquiriendo desde que me picó el bichito del mecano, y las puse al servicio de este proyecto. En el local existe la más variada gama de marcas, Meccano (inglés), Marklin

(alemán), Stoky (sueco), Erector (esta-dounidense) y algo del Metalin (es-pañol); a éstos se suman los actuales equipos elaborados en el país que son, Mec K Nex, El Mecánico Argen-tino y el nuevo Arma-Mec, y por úl-timo todos los importados de china -más de 10 marcas distintas- pero no compatibles con el Meccano. Como el proyecto es ampliamente respaldado y alabado por colegas, industriales metalúrgicos, docentes de primaria y secundaria, desde la Secretaría de Cultura y Extensión me dieron el res-paldo necesario para su desarrollo, empleo y divulgación.

Lt: ¿Cómo se vincula este proyecto con la necesidad de refundar la ex-tensión universitaria?EC: La extensión universitaria es el vaso comunicante entre la universi-dad y la comunidad que la sostiene, y, desde el punto de vista del ex-tensionismo, consiste en brindar un servicio a la comunidad. Hoy, lo que queremos es una reformulación del extensionismo, instalarnos en los ba-rrios, algo que ya viene de la Procla-ma de la Reforma del 18, que expre-saba el objetivo de una universidad permeable a las demandas sociales, que debía brindar las soluciones téc-nicas que la comunidad requiriera. Era una consigna del radicalismo, aunque se parezca demasiado al es-píritu de nuestra propia concepción ideológica (peronista). Tuvieron que pasar treinta años, del 18 al 48 para que la universidad pública no estuviera enfocada únicamente ha-cia una elite, hacia un determinado sector social. De aproximadamente 4.000.000 de jóvenes en ese enton-ces, 300.000 concurrían a la escuela secundaria, y solo 100.000 accedían a la universidad. Al eliminarse el arancelamiento, y con la creación de la Universidad Obrera que fundó el general Perón (el 19 de agosto de 1948) el acceso se amplió a millones de trabajadores. Desde la extensión universitaria, hoy, no esperamos que venga el ciudadano a preguntarnos qué le vamos a brindar; nosotros va-

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Cultura y Extensión Universitaria

mos al barrio a detectar los proble-mas y necesidades de la comunidad. Hemos podido llevar adelante este proyecto gracias al apoyo de la Se-cretaría de Cultura y Extensión con el respaldo del Lic. Sebastián Puig. Esto no es ni más ni menos que una política de la SEU destinada a re-pensar la verdadera función del ex-tensionismo. Si Néstror Kirchner no había dejado sus convicciones en la puerta de la Casa Rosada, nosotros tampoco estamos dispuestos a de-jar las nuestras en la puerta de la Universidad. Para entender nuestra concepción sobre el extensionismo, bastará con leer el discurso de Pe-rón cuando inaugura la Universidad Obrera, allí están los lineamientos ideológicos, filosóficos y políticos de cuál es la verdadera misión y fun-ción de la universidad pública y de la extensión. Es desde aquí que alen-tamos el estudio de las ingenierías, de las matemáticas, de las ciencias, y de los oficios relacionados con la industria metalmecánica.

Lt: ¿De qué modo estas aplicaciones se vinculan con la electrónica y con los sistemas informáticos?EC: Queremos volver a tener torne-ros, matriceros. Todos los compo-nentes que se usan en electrónica o en informática pasaron directa o indirectamente por una máquina-herramienta. Si es metal tuvo que ser estampada, tuvo que obedecer a una matriz, y si es plástico tuvo que ser inyectada y precisó previamente una matriz, ¿quién lo hace?, ¿quién hace esas matrices?, ¿quién utiliza esas máquinas-herramientas? Los pibes van a venir a jugar, a armar grúas, co-checitos; harán lo que ellos quieran. Lo que se puede hacer con este equi-po didáctico es ilimitado, muy varia-do. El interés lo aportan ellos, pero en este trayecto comprenderán y verán la amplia gama de especialidades de la ingeniería, en miniatura, pero in-geniería al fin, y queremos que pasen de la geometría y la matemática, a la física, la electrónica, la informática, la robótica y la mecatrónica.

Lt: ¿Qué vinculación tiene este pro-yecto con el rol de la UTN en tanto Universidad muy ligada al sector productivo, en el momento actual de nuestro país?EC: Lo que ocurre hoy guarda cier-ta similitud con lo que ocurrió hacia mediados de los 40. La Universidad Obrera nació como respuesta a la necesidad de formar recursos huma-nos y sumarlos a la industria nacio-nal. Hubo que agregarle valor a lo que producíamos por los problemas ocasionados por la crisis y la gue-rra. No podíamos importar nada, teníamos que producirlo acá en el país y no había recursos humanos formados en el área de la técnica en ingeniería. Por eso nacen la escuela-fábrica, el ciclo técnico y la Univer-sidad Obrera. Por lo tanto hay una relación directa con la producción y con la industria nacional. Además, el título que te otorgaba la Universidad Obrera era “Ingeniero de Fábrica”, no “Ingeniero de Escritorio”. Algu-nos colegas –debemos decirlo– rene-gaban de aquel título y aguardaban impacientes las modificaciones que supondría el cambio de designación: en 1959, la Universidad Obrera Na-cional se convertiría en Universidad Tecnológica Nacional.

Lt: ¿Quiénes colaboraron con usted en este Proyecto?EC: Quiero agradecer a quienes me acompañaron desde el inicio, y que han aportado todos sus saberes y experiencias (y también hobbyes), tanto profesionales como laborales. En especial, al Ing. Nicolás Lozupo-ne, docente de la Facultad Regional Pacheco, y al Tec. Antonio Pietanza. Ambos, además de poseer más de 50 años de pasión por el mecano, aportaron todos los conocimientos referidos a la mecánica, la física, los mecanismos y demás tópicos de la Ingeniería Mecánica; también sobre el control de calidad, la metrología, la producción de elementos metá-licos y la matricería. El primero, se nutrió de su experiencia en la Ford, y el segundo en Siam. También co-laboraron en la organización de dos

eventos: El primer Encuentro Tecno-lógico de Coleccionistas, Armadores y Fabricantes del Meccano, y el Encuen-tro de Armadores y Hobbystas del Mec-cano para la elaboración de propuestas técnicas y pedagógicas para el Proyecto de desarrollo de Equipos Didácticos “El Ingeniero Tecnológico”.Este proyecto es, apenas, una más de nuestras ilusiones, ambiciones, y esperanzas. Un peldaño más en la decisión de poner a la universi-dad al servicio del pueblo y de la comunidad que nos sostiene. Somos graduados universitarios de la uni-versidad pública, y además somos funcionarios públicos financiados por el pueblo. Lo mucho que haga-mos, siempre será poco.

Lt: ¿Algo más que quiera agregar?EC: Quiero, sí, agradecer infinita-mente a los comuneros Luis Cuneo y Camila Rodríguez, del FPV de la Comuna 15 y a la Sra. Valentina No-vik, quienes han tenido la respon-sabilidad de transmitir, informar y convocar a todas las autoridades del Distrito Escolar Nº 14, superviso-ras, directoras y maestras, tanto de las escuelas primarias como de las escuelas técnicas, sobre nuestro Pro-yecto de “El Ingeniero Tecnológico”.Entre nuestra historia, nuestras ilu-siones, nuestras ambiciones, nuestra esperanza, esto es algo más de la Universidad al servicio del pueblo y al servicio de la comunidad que nos sostiene. Somos graduados univer-sitarios de la Universidad Pública y además somos funcionarios pú-blicos, nos otorgaron el título y nos están pagando el sueldo. Algo tenés que hacer, y lo mucho que hacés siempre es poco.

Av. Jorge NEWBERY 4015, esq. Forest

Teléfono: 4553-3356

[email protected]

Fotos Juan Cruz Damiano

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El coro del Instituto del Profesorado Técnico

Por las Facultades

Cuando empiezan a irse, las tardes de agosto suelen ser desapacibles. El tibio sol siembra estelas de frío con su partida, y el mejor camino es un buen refugio. El cronista vive este escenario como una celebración, porque el templo más importante del barrio de Villa Ortúzar, inaugurado en 1908, será el sitio que habrá de ampararlo de la fría tarde con el mejor programa posible: la actuación del Coro del Instituto del Profesorado Técnico (INSPT) de la Universidad Tecnológica Nacional, bajo la dirección del maestro Martín Pittaluga. La Parroquia San Roque, con su acústica exquisita, abriga las voces y lleva al cronista hacia otro sitio. El que habrá de contar en esta nota.

Por Claudio Véliz

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currió, exactamente, el pasado 10 de agosto. La tela de la araña tuvo el placer de presenciar el concierto que brindara el Coro del INSPT, en una Parroquia de Villa Ortuzar. Allí, además, tuvimos el placer de conversar con su Director. El coro se fundó en el año 2002, por iniciativa de las autoridades del Instituto. La responsabilidad de la tarea de formación y dirección fue confiada al Mtro. Martín Pittaluga quien inició, desde entonces, un trabajo contundente que posibilitó un crecimiento técnico y musical sostenido.

Apenas unos minutos antes de comenzar el concierto, Pittaluga nos contó que el coro se ocupa de brindar una tarea formativa a sus cantantes, y que viene participan-do, desde el año 2006, en un Ciclo de Conciertos de gran nivel que se desarrolla en el Casco Históri-co de la Ciudad de Buenos Aires. También habló de la incorporación de un jefe de cuerda que se sumó al preparador vocal para propiciar el progreso técnico del grupo. Or-

gulloso de su equipo de trabajo, el maestro nos informó que llevan grabados dos Cds (2007 y 2009), y que tuvieron la oportunidad de desarrollar obras sinfónico-corales con la Orquesta de Cámara Juvenil de Buenos Aires (2008).

En 2010, el coro fue elegido como uno de los cinco coros del país para participar en el Festival Ansilta (provincia de San Juan); y al año siguiente, fue distinguido como uno de los tres coros argen-tinos que se presentaron en la 2° edición del Festival Internacional de Coros de Mar del Plata. En el momento de la entrevista, Pittalu-ga y su equipo se preparaban para viajar a Bucaramanga (Colombia) para participar de un taller de mú-sica argentina, además de brindar algunos conciertos.

A los interesados en integrarse al coro, les informamos que los días de ensayos son los sábados por la mañana en Chacarita, y que, a tal efecto, pueden comunicarse al mail del director: [email protected]

El coro en sus protagonistas

Sopranos: Milagros Sobral, Iliana Diaz, Cristina Cortéz Otero, Cristi-na Grunschlager, Teresita Amigoni, Constanza Di Luca, Valeria Rodriguez (Jefa de cuerda). Contraltos: Erica Dari, Emilse Gomez, Ursula Leal Capria, Silvina Valdettaro, Juliana Pelaez Cardona, Paula Riestra (Jefa de cuerda). Tenores: Cristian Medina, Claudio Starkloff, Gustavo Vulcano, José Palwin (Jefe de cuerda). Bajos: Carlos Lamela, Ricardo Stein-berg, José Gonzalez (Jefe de cuerda).

Repertorio 2012Obras Religiosas: Introito (Herbert Howells), Laudate Dominum (C. Tuxen-Bang), Lux aeterna y O bonae Jesu (Fernando Moruja), O magnum misterium (Francis Poulenc), Calvary y Wade in the water (Spirituals). Obras Profanas: Ov´é lass il bel viso? y Luci serene e chiare (Morten Lauridsen), Miedo (Carlos Guas-tavino), Delobel (Emilio Dublanc), Libertango (Astor Piazzolla) y Cuando nada te debía (Andrés A. Chazarreta)

Conciertos 2012Viernes 10 de agosto 20 hs. Iglesia San Roque (Plaza y Charlone, CABA) Domingo 16 de septiembre 17 hs. Parroquia Sagrada Eucaristía (Uriarte y Santa Fe, CABA)

Ciclo 2012 Iglesia San Pedro Tel-mo (Humberto 1° 340 CABA)Domingo 14 de Octubre 17 hs. con Armonía Vocal (Dir. Pablo Zartmann)Domingo 18 de noviembre 16:30 hs con Periferia vocal (Dir. Pablo Piccini)Domingo 16 de diciembre 17 hs, con Vocal Consonante (Dir. Eduardo Ferraudi).

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Por las Facultades

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Fotos Juan Cruz Damiano

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Biblioteca Nacional

Su antecesora directa, la Biblioteca Pública de Buenos Aires, fue creada por decreto de la Primera Junta, el 13 de septiembre de 1810. Su primera sede estuvo en la Manzana de las Luces, en la intersección de las actuales calles Moreno y Perú. Desde entonces, la Biblioteca Nacional (BN) escribe una página importante de la historia cultural del país que somos. Eslabón imprescindible y sostén intelectual de innumerables actividades. Dirigida, en la actualidad, por el sociólogo y escritor Horacio González, atraviesa una etapa brillante. A cuenta de una reflexión más de conjunto que recupere su riquísimo recorrido y sitúe los debates necesarios respecto de su papel, no sólo como espacio de promoción cultural y de debate público de las ideas, sino como reserva efectiva del libro como memoria histórica, vayan estas páginas como testimonio de nuestro

reconocimiento a un espacio vivo, activo, a una protagonista central de este retorno de la lengua y de la cultura al campo de batalla.

Por Carlos Zeta

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o es excesivo decir que la BN por-ta el espíritu de una cultura. Un par de años atrás, Horacio González, escribió, en la estela de Paul Groussac, una His-toria de la Biblioteca Nacional. Su mirada, novedosa, devino un aporte sustancial de la que, sin duda, podemos nombrar como una de las grandes pasiones na-cionales. Decía González, acerca de su ilustre fundador: “Moreno era un muchacho muy joven, del cual no sabe-mos mucho, salvo por la biografía de su hermano Manuel, que no será autorizada pero es muy a favor —se ríe González—. Y en su escrito de fundación, que publicó en La Gazeta en 1810 y se llama ‘Educa-ción’, llama a la biblioteca a cumplir sus fines o a desaparecer por el fuego. Es tremebundo: el fuego, para las bibliote-cas o para las instituciones en general, es un elemento metafórico importante. Moreno pone el ejemplo de Alejandría. Evidentemente, los estudios de biblio-tecología contemporánea, e incluso el proyecto mundial de Biblioteca Digital que nosotros apoyamos, no contienen este pensamiento, que es una especie de antropología oscura sobre las bibliote-cas, cercano a la literatura de Borges, que también las hace una especie de irrisorio modelo de la vida social general” (Pági-na/12, 30/5/2010).

La BN lleva consigo la trama de un conflicto insoluble que parece coser el tiempo de su existencia, como si fuera una huella original. Fines imposibles, que resultan así por una serie de obs-táculos incesantes. Y, sin embargo, en esa trama fatal, este momento la en-cuentra en una dinámica apasionante, colmada de iniciativas tan diversas como ricas, en un hacerse permanen-te, que define la forma cultural de su pluralidad consciente.

Ubicada en el sitio que otrora ocupa-ra la residencia Alzaga Unzué, donde vivieron Perón y Evita, también en esa metáfora se cifra algo de su destino. ¿O acaso no está, el edificio que la alber-ga, marcado por los tajos de la historia argentina? Tanto como lo estuvieron, en sus distintos momentos, la sede de Moreno y Perú, tomada al Tribunal de Cuentas de la época, y la de la calle México, donde estuvo noventa años, destinado originalmente a la Lotería Nacional antes de que Roca cediera al reclamo de mudanza de Groussac.

Toda Biblioteca es ámbito de lectura. Leer es un acto inagotable, sublime, que todo lo abarca: un acto infinito. En una Biblioteca el libro ocupa el lugar de una deidad. Como escribiera Car-los Fuentes con prosa inmejorable: El lector crea la obra, transformando el acto finito de escribir en el acto infinito de leer.

Un gran presenteUn repaso exhaustivo de las acti-

vidades de la Biblioteca, es una asig-natura que habrá que abordar, más temprano que tarde, para continuar esta reflexión indispensable. Por aho-ra mencionemos, más o menos esque-máticamente, algunas de ellas. Entre los Concursos, las Becas de investiga-ción, el Fotográfico, Ciudad ciudades, el III Concurso de Narrativa Eugenio Cambaceres, para referir algunos muy destacados. Por otro lado, y en la con-vicción de que las bibliotecas son fini-tas, aunque aspiren a lo contrario, y que las digitalizaciones son parciales frente al gran conjunto de obras que componen la memoria impresa de un país, el lector remoto puede, en el link Fondos digitalizados, de la web de la Biblioteca (www.bn.gov.ar), navegar por obras de distintos momentos de su historia y por diversas colecciones.

La colección Tesoro, de 1000 títulos, ofrece una muestra apenas del magní-fico acervo de la Sala del Tesoro, que permite acercar a todo el país el pa-trimonio documental y literario de la BN. La colección Partituras, ofrece, di-gitalizadas, un conjunto de piezas re-presentativas de la música popular de la argentina del siglo XX, así como el Banco Fotográfico Digital reúne docu-mentos fotográficos esenciales para la historia argentina. El proyecto Biblio-teca Digital Pedro de Angelis, prevé la creación y generación de contenidos digitales de relevancia para la cultura regional y nacional.

RevistasLa Biblioteca, fundada por Paul

Groussac, retomada por J. L. Borges y recuperada por González, inten-ta refrescar algo del espíritu crítico y aventurero que la caracterizó en

Cultura

N sus pasos iniciales. La acompañan, la Revista virtual Abanico y la Revista de letras de la Biblioteca Nacional, ade-más de la Bibliográphica Americana y la Revista interdisciplinaria de estudios coloniales.

LibrosEntre las colecciones más impor-

tantes: Los Raros, que se propone in-terrogar los libros clásicos argentinos que han corrido la suerte de la lenta omisión que traen el tiempo y el olvi-do de los hombres. Reediciones y An-tologías, animada por una mirada que vuelve sobre los textos pasados. Una visita curiosa y cauta que intenta traer al presente un conjunto de escritos capaces de interpelarnos en nuestra existencia común. Índices & Bibliogra-fías, pretende presentar, tanto al lector avezado como al ocasional visitante curioso, un conjunto de investigacio-nes sobre los fondos de materiales que pueblan los depósitos de la Biblioteca y que esperan ser redescubiertos en las modalidades más diversas y ori-ginales. Ensayos & Debates, que busca indagar los fondos documentales, in-centivar y difundir nuevas investiga-ciones. El amplio acervo bibliográfico de la Biblioteca es el escenario natural del debate, y promoverlo es una mi-sión necesaria.

Y se podría seguir…La BN, en cuya historia pueden ver-

se así los trazos elocuentes de la his-toria nacional, ha sido entonces atra-vesada, a veces mellada, otras veces impulsada, por la vida política más amplia. No es posible pensarla, ges-tionarla, trabajar en ella, investigar sus salas de lectura o tomarla como pieza de la política cultural argentina, sin tener en cuenta el vasto eco que ofre-ce —como si fueran los “ecos de un nombre” borgeanos—, de los avatares de la propia memoria nacional. Venir a ella supone adentrarse en la propia historia de la lectura en la Argentina y en las complejas urdimbres de sus pliegues simbólicos y materiales.

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Del 10 de octubre al 12 de diciembre - Sala Leopoldo Marechal

a Biblioteca Nacional rinde homenaje a Luis Alberto Spinetta (1950-2012), músico y poeta genial. Se exhiben manuscritos inéditos, entre los que se hallan poesías, dibujos, letras de canciones, junto con objetos de su pertenencia, como libros, discos y fotogra-fías, privadas y profesionales, documentales y artísticas, que testimonian momentos fundamentales de su vida y obra. La intención de la muestra, curada por Eduardo Martí, es rescatar el universo de este artista exhibiendo sus producciones y también las lectu-ras y músicas que nutrieron su obra, honrando así su memoria.

Como parte de la exposición se organizaron múltiples actividades. Entre las que ya se realizaron, podemos destacar la apertura, a cargo de Eduardo Martí y Horacio González, con los conciertos de Claudio Cardone y Juan Carlos “Mono” Fontana. Las proyecciones Spinetta, el video de Pablo Perel y el concierto Spinetta Unplugged. La proyección del cortometraje Balada para un kaiser carabela de Fernando Spiner, el making of de la pe-lícula, realizado por Daniel Roiz y los videoclips dirigidos por Eduardo Martí. La proyec-ción de Spinetta y las bandas eternas, entre muchas otras.

La agenda de lo que vieneViernes 16 de noviembre | 18 hs. | Auditorio David Viñas del Museo del libro y de la lengua. Proyecciones: Entrevista a Spinetta | Videoclips | Un Mañana EPK | Varios ma-king of | Spinetta en Badía & Compañía

Viernes 23 de noviembre | 18 hs. | Auditorio David Viñas del Museo del libro y de la lengua. Proyecciones: Pescado Rabioso, una utopía incurable, de Lidia Milani | Pelusón of Milk, en el Teatro Gran Rex

Jueves 29 de noviembre | 18 hs. | Auditorio Jorge Luis Borges. Charla de bajistas que integraron distintas formaciones musicales junto a Spinetta, coordina Javier Malosetti. Se deberá retirar entradas una hora antes en el hall de planta baja.

Viernes 30 de noviembre | 18 hs. | Auditorio David Viñas del Museo del libro y de la lengua. Proyec-ciones: Spinetta, el video de Pablo Perel | Pescado Rabioso en Rock hasta que se ponga el sol | Jade en Prima Rock | Entrevista en El monitor argentino | San Cristóforo, sauna de lava.

Miércoles 12 de diciembre | 19 hs. | Auditorio Jorge Luis Borges. Cierre de la exposición. Concierto de Claudio Cardone y Juan Carlos “Mono” Fontana. Se deberá retirar entradas una hora antes en el hall de planta baja.

Cultura

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Facultad Regional Rosario

Por las Facultades

no de los productos que han re-sultado de esta labor es la publica-ción Energía y equidad. Reflexión y acción para la sustentabilidad en América Latina, del que ya se han editado tres números, además de un interesante blog. La última edición de la revista, dedicada a la integra-ción energética, aborda un excelente tratamiento del tema, con los artícu-los “Los desafíos de la integración energética: una introducción nece-saria”, “Aspectos del proceso de integración energética en América Latina. Un recorrido por la historia reciente”, “Integración energética y conflictos sociales y ambientales”, “Construyendo soberanía hídrica y energética” e “YPF en la era nacional y popular”.

Pero no acaba allí la labor de este singular equipo. La coincidencia de intereses se amplía hasta llegar a la cultura. En efecto, alguno de estos entusiastas ingenieros, con legítimas aspiraciones literarias, dan vida a un blog de Ingenieros Cronopios. La reminiscencia cortazariana deviene declaración de principios, además de preciosa referencia para la bús-queda que los anima. Dan gusto estos encuentros. La metáfora de la

botella lanzada al mar que siempre está contenida en la andadura de los ensayos culturales, a veces logran que nos encontremos, en esas aguas agitadas, y demos juntos las braza-das que nos mantienen a flote.

Las notas que pueden leerse en el blog de Ingenieros Cronopios, están precedidas por estas palabras de Abelardo Castillo: “Un buen escritor no es ni cuentista ni novelista: es una persona resignada que escribe lo que puede. Los géneros literarios son una ilusión. Imaginamos historias, y lo único que podemos hacer es aca-tar su forma, que siempre es anterior a las palabras, aceptar sus leyes y tratar de no equivocarnos demasia-do”. La tela de la araña se complace en compartir con sus lectores uno de esos textos, elegido más o menos azarosamente, así como invitar a co-nocer el resto de las valiosas produc-ciones de estos ingenieros escritores.

La otra ciudad XVIII (La ciudad y los poetas)

Las cosas que definen una ciudad, el olor y la luz de las flores de sus árboles, la textura de los muros de sus casas, los camiones de basura, la

belleza de las piernas de sus muje-res, el llanto de las madres que han perdido a sus hijos, necesitan ser contadas, cantadas. Es necesario de-cir de manera bella hasta las cosas que carecen por completo de belleza, es necesario relatar con detalle hasta las cosas que no pueden ser soporta-das. Nosotros simples hombres tris-tes que hemos nacido para construir la ciudad y luego para ser especta-dores, para transcurrir con ella, no sabemos, no podemos. Por eso, para eso -y quién sabe si para algo más- son necesarios los poetas.

En la ciudad pasaban muchas cosas, todo el tiempo. A decir verdad, cada vez pasaban más cosas, quién sabe porque pero todo parecía estar cam-biando, de modo veloz, cada día, cada semana estaban llenos de un transcu-rrir insoportablemente denso en acon-tecimientos. Todo era tan vertiginoso y cambiante que costaba ubicarse. A cada día todo se alteraba y parecía otra cosa, y el horizonte, el sonido, el color y el olor de la ciudad eran nuevos. Nues-tra propia calle, la esquina, eran nue-vos cada vez que volvíamos a mirar, y de tan nuevos, se tornaban irrecono-cibles. Al pasar por una esquina luego de –digamos- medio mes, uno podía

U

En el Departamento de Ingeniería Eléctrica de la Facultad Regional Rosario existe, desde hace unos años, el Observatorio de Energía y Sustentabilidad. Sus animadores han realizado una serie de trabajos en las áreas de matriz energética, energías renovables, sustitución de fuentes de energía, redes inteligentes, ahorro y uso eficien-te de la energía. No sólo desde lo técnico, sino también desde lo social y lo ciudadano, pues se aplicaron, además, a las temáticas de acceso a la energía, impacto de las nuevas fuentes, energía y democracia y otras. Se trata de un equipo integrado, mayoritariamente, por docentes investigadores, que también incorporaron allegados de otras disciplinas, como la psicología, aplicada a las energías renovables, la comunicación y el trabajo social.

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perderse en la desubicación de cuatro ochavas renovadas, de cuatro casas que ya no estaban allí para señalarnos la seguridad, el recuerdo de saber don-de estábamos parados.

Quizás es inevitable que así sea, que todo cambie como cambia el tiempo. Que así como es inclemente el tempo, así como nos lleva las co-sas, la gente y los recuerdos que más queremos, así como es cruel con no-sotros, lo sea con la ciudad. Es ver-dad, ya que nosotros hemos hecho a la ciudad, tal vez ella esté hecha de nuestra misma materia y entonces sufra las mismas penas, el mismo dolor, el mismo olvido que nosotros.

Pero lo peor de todo este impara-ble destino hacia el olvido es que no haya habido nadie para contarlo, de que nadie lo haya cantado, lo haya dicho con pasión y belleza antes de que todo -los árboles, los aromas, las casas, la belleza, las mujeres, los llantos de las madres- antes de que la ciudad se transforme rápidamente en una nada tan inexistente que dude-mos si de verdad alguna vez existió.

En efecto, los poetas de la ciudad se van, habían ido, se irán, se fueron, a otras ciudades donde trataron, don-de tratarán, de ganar más dinero con-tando tal vez otras cosas más bellas o dignas de ser contadas y cantadas. Se

fueron y ni siquiera han tenido casi nunca la delicadeza de cantar desde lejos, de contar aunque sea a la dis-tancia las cosas que nos pasan todos los días, las cosas que les pasan a la ciudad donde –carajo- al fin y al cabo también nacieron ellos.

Es cierto que la ciudad siempre ha sido a través de los años, de los siglos, tildada de mercantil y de co-merciante. Sin embargo -al menos antes- creíamos que sus hijos más sensibles no resultarían ser tan mer-cenariamente ingratos.

Por eso es que todos en la ciudad nos sentimos huérfanos de poetas, traicionados por quienes alguna vez creímos serían quienes contarían, quienes deberían contar todas esas cosas que sentimos a cada instante pero casi nunca sabemos expresar. Nos sentimos traicionados por la peor y más despreciable de las for-mas de la traición: el olvido.

Pero quien sabe, las cosas son como deben ser, y ya que la ciudad está hecha a nuestra imagen y seme-janza, sus hijos no pueden serlo me-nos, los hijos que se van lejos se van marcados por el ansia del dinero y la ambición y pensando en el dinero se olvidan de su ciudad apenas fran-quean sus puertas.

Entonces, nosotros simples hom-bres tristes que construimos la ciu-dad y sus días, que nos quedamos y que no sabemos contar las cosas con la belleza que tal vez no tienen, pero que nosotros necesitamos para subsistir, seguiremos recorriendo sus calles mientras podamos, mientras encontremos el camino entre tanto cambio y tanto olvido, tratando de retener en los ojos y la memoria el menos un poco de todo eso tan fugaz que nos pasa por al lado y que tal vez mañana ya no esté, para que ese aro-ma, esa luz, esas piernas, no se pier-dan del todo y para siempre.

De interés:

Energía y equidadhttp://www.energiayequidad.org/blog/Ingenieros Cronopioshttp://ingenieroscronopios.blogspot.com.ar/

Por las Facultades

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La tela de la araña. UTN. 21 La tela de la araña. UTN. 21

A muchos de nosotros –dicen los músicos del Club Artístico Libertad (CAL)– nuestros abue-los nos cantaban canciones de la Guerra Civil. He aquí la excusa (contundente y desafiante, por demás) que se constituirá como instancia fundacional de este proyecto que comenzó a germinar a principios de 2009. Fueron varios los meses de investigación histórica y musicológica que de-mandó esta experiencia cultural y colectiva. Y así fue como estos artistas se lanzaron a recuperar aquellas canciones inolvidables “con oídos adultos”; esas canciones que aún resuenan, infatiga-bles, en nuestros oídos; así fue como se arriesgaron a recrear aquella historia de lucha y resisten-cia que no podemos sino asumir como propia.

Volver al club¿Cuál era la razón para abando-

nar dichas canciones?, ¿por qué ha-bíamos dejado de escucharlas por radio o TV?, ¿bastaba con la memo-ria acústica de nuestra infancia para tornarlas actuales? La respuesta de

los músicos del CAL no reco-noce medias tin-

t a s :

za, teatro, artes visuales y audiovi-suales. Por su parte, Rojo y Negro es un espectáculo integral en que los músicos van rotando de acuerdo con las necesidades instrumentales de cada una de las canciones, y de las proyecciones que acompañan los relatos. También el vestuario y la escenografía realizan un aporte sustancial para lograr la ambienta-ción adecuada.

La tela de la araña celebra esta idea tan original y alentadora, y agrade-ce a los integrantes del Club Artísti-co Libertad por haber elegido nues-tra revista cultural como medio de difusión de sus actividades.

necesitamos recuperarlas, recrear-las, darles nueva vida e invitar a todos aquellos que lo sientan de este modo, a sumarse al club. Y, por supuesto, tampoco es ingenua la idea de fundar un “club”. Esta ori-ginal dinámica de organización so-cial se propuso revitalizar aquellos vínculos solidarios y comunitarios (arrasados por la dictadura militar) que funcionaban como verdaderos

espacios de libertad, participa-ción y cooperación.

El CAL incluye diversas actividades: música, dan-

Club Artístico Libertad

Informe: Claudio Véliz

Música

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Repertorio

Himnos (anarquistas, comunistas, socialistas): La In-ternacional, ¡A las Barricadas! Hijos del PuebloCanciones de la Guerra de África: Si me quieres escribir, En el Barranco del Lobo, La Plaza de TetuánCanciones de Chicho Sánchez Ferlosio: Paloma; Ga-llo Rojo, Gallo Negro; A la Huelga Canciones de las Brigadas Internacionales: Bella ciao, Jarama ValleyCanciones que relatan hechos de la guerra: El cruce del Ebro (Ay, Carmela), Coplas a la defensa de Madrid, El Quinto Regimiento

Presentaciones

Abril de 2012: Federación de Asociaciones Gallegas.Marzo de 2012: Centro Cultural Caras y CaretasOctubre de de 2011: Centro Cultural de la Cooperación. Julio de 2011: Centro Cultural Caras y Caretas. Mayo de 2011: Teatro Payró. Junto a Chinoi, de Chile. Julio de 2010: Biblioteca Nacional. Auditorio Jorge Luis Borges. Mayo de 2010: Comodoro Rivadavia.Octubre de 2009: Biblioteca Nacional (Presentación del proyecto). Si me quieres escribir [email protected] 3979-8666 / 1567878026 (Demian Casaubon).

Integrantes del Club Artístico Libertad

MúsicosAlexander Covalschi: Guitarra

Carlos Sculli: Bajo EléctricoDemián De Genaro: Bandoneón, saxo tenor, armónica

Facundo de Genaro: Batería y percusiónIgnacio D´Aguila Urtubey: Piano

Mauro Chiapari: Saxo TenorRocío Britos: Percusión

Santiago Carbia López: PercusiónLucía Rossini: Voz

Federico Niño: Gaita, Tim Whistle, trompeta, derbake

Juan Manuel Arias: Saxo altoRolando Ortmann: Acordeón

Paz Mariaru: ViolínMatías Yohai: Piano

Marcelo Carreras: CheloDemián Casaubon: Voz, guitarra, cuatro venezolano

Video (compaginación y proyección en vivo)Pablo Gabian / María Eugenia Dipierri

ActricesCarmen Tagle / Malena Medicci

Técnicos: Sebastián Franco: Sonidista / Martín Saenz: Asistente de sonido y escenario / Gonzalo Arias: Asis-

tente técnico

Iluminación: Julieta Tetelbaum

Coordinación Técnica: Sebastián FrancoCoordinación Musical: Demián De GenaroCoordinación General: Demián Casaubon

Música

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Por Eduardo Julio Giqueaux

“El hombre no es el rey de la creación —escribió alguna vez Louis Ratisbonne— es el niño”. ¿Quién no recuerda alguna de aquellas maravillosas canciones que las nodrizas, las madres y las abuelas cantaban a los niños para inducirlos en el sueño? La literatura folclórica de todos los pueblos pone a nuestro alcance cientos y cientos de esas repetidas histo-rias que, sin duda, con variaciones literarias, históricas y geográfi-cas, hacían la delicia de tantos niños a lo largo y a lo ancho del planeta.

Letras Universitarias

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s probable que las canciones de cuna —o también las “nanas”, como se las ha llamado en España— de cuya existencia da testimonio el fol-clore de todas las naciones y cuya vigencia es posible comprobar aún en nuestros días, constituyan una de las expresiones genético-culturales más antiguas del hombre. Tanto el folclore como la música culta se han inspirado en ellas y las han transfor-mado en bellísimas expresiones es-téticas. Con su monotonía musical y sus orígenes iletrados —hecho éste, en nuestra opinión, fuera de toda duda— no resulta en manera alguna aventurado suponer que las “nanas” hayan representado una de las estra-tegias más remotas —desde luego, inicialmente inconscientes— desti-nadas a provocar cambios sustancia-les en el comportamiento humano. Ofreciendo sugestivas analogías con los procedimientos más sencillos de la inducción hipnótica —mono-tonía y repetición de movimientos, balanceos posturales, reiteración de estímulos a fin de provocar la fatiga sensorial, etc.— las “nanas” habrían puesto muy tempranamente a dis-posición de las madres un recurso psicofisiológico de inestimable efica-cia para determinar —al menos en la mayoría de los casos— una transfor-mación rápida de la conducta —in-ducir el sueño— eficacia que incluso hoy es dable constatar, aún a despe-cho de aquellas que malinterpretan-do las urgencias de la vida moderna, no han sabido eludir la tentación de suplantar las “canciones” por los somníferos.

Arnold Van Gennep, en un libro que en su momento alcanzó muy rápida divulgación (1), había adver-tido la enorme dificultad que supo-ne establecer una separación preci-sa entre los mitos, las leyendas, los

cuentos maravillosos, las fábulas y otras categorías de relatos primiti-vos. En un trabajo anterior, analiza-mos la posibilidad de que los mitos, una vez desacralizados, hubieran proporcionado su generosa sustan-cia para la formación de narraciones fabulosas, leyendas y cuentos tradi-cionales de toda especie, sobre los que más tarde y en forma progresi-va, habría ido reobrando el pensa-miento regional, adaptándolos a si-tuaciones y circunstancias históricas y geográficas determinadas. En su Psicología de los Pueblos, W.Wundt no dudaba en afirmar que el cuento mítico constituye “la forma primiti-va de la narración” (2). Y más recien-temente, a propósito de la desmiti-ficación, M. Eliade sostiene que aún en las culturas arcaicas podía llegar a suceder que un mito fuera vaciado de su significación religiosa y lle-gara a convertirse en leyenda o en cuentos infantiles. Vladimir Propp —quien fuera célebre profesor de et-nología en la Universidad de Lenin-grado y claro precursor de la herme-néutica estructuralista— no vacilaba en sostener que el cuento tiene sus fuentes en la vida misma, y que sus formas “fundamentales están clara-mente vinculadas con las antiguas representaciones religiosas. Pode-mos hacer la siguiente suposición —escribía—: si encontramos la misma forma en un documento religioso y en un cuento, la forma religiosa es primaria, la forma del cuento secun-daria. Sobre todo —agregaba— esto es cierto en lo que se refiere a las reli-giones arcaicas. Cualquier elemento de las religiones hoy desaparecidas es siempre preexistente a su utiliza-ción en un cuento” (3). En cambio, en relación con las religiones vivas y los cuentos que aún conmueven el alma de los niños, pueden darse y se

dan de hecho variadas influencias y múltiples derivaciones recíprocas. Si bien es posible aceptar la razonabi-lidad de esta explicación en cuanto atañe al surgimiento de las leyen-das y de los cuentos maravillosos, pensamos en cambio que es muy difícil hacerla también extensiva a las canciones de cuna, aunque éstas, claro está, podrían haberse nutrido posteriormente de personajes y con-tenidos temáticos relacionados con la mitología a través del folclore. Y pensamos así, apoyándonos en la convicción de que en sus orígenes las “nanas” debieron constituir un com-portamiento casi instintivo y protec-tor llevado a cabo por la madre y, como tal, en cierta forma contempo-ráneo o aún anterior al mito mismo. En otros términos: no resultaría des-atinado suponer que las canciones de cuna surgieron y se alimentaron de una doble raíz, una biogenética y otra cultural, insertándose esta últi-ma algo más tardíamente en aquella para complementar su significación y volverla un gesto propiamente hu-mano. Aunque moviéndonos en un plano de estrictas suposiciones, con el auxilio de la imaginación y sobre la base de algunos elementos que nos proporciona la antropología, po-dríamos elaborar algunas conjeturas con relación a sus orígenes, conjetu-ras enteramente compatibles con los datos que hoy nos proporcionan las llamadas culturas “primitivas”.

Las culturas que se desarrollaron durante el período auriñaciense —iniciado hace unos 35 o 40 mil años antes de nuestra era— eran culturas básicamente cazadoras y colectoras. Los hombres, dedicados a la captura de animales; las mujeres, a la recolec-ción de raíces, frutos y bayas silves-tres. ¿Y los niños? Porque sin duda los habría. Desde luego, no queda-

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ban solos. Si nos atenemos a los da-tos que hoy puede proporcionarnos la antropología comparada debemos suponer que los niños iban con sus madres, en brazos, atados a la cin-tura, colgados a la espalda. En cier-ta forma, compartían la vida de sus madres, estaban permanentemente ligados a ellas. No resulta invero-símil imaginar que guiada por su instinto materno y protector, procu-rando alejar a su hijo de los peligros que por doquier pudieran acecharle, la madre lo llevara a cuestas la ma-yor parte del día. En las culturas de los primeros tiempos, de un estilo de vida prácticamente nomádico, el niño debía encontrarse natural-mente expuesto a una serie mucho mayor de riesgos que los que podían amenazarlo en las culturas sedenta-rias, ya que el habitat de estas últi-mas ofrecía una protección mucho más considerable a los más peque-ños e indefensos miembros del gru-po. Robert Briffault asegura que las madres primitivas eran capaces de

sufrir y padecer hasta lo indecible en defensa de sus hijos (4). Grupos hostiles, animales salvajes, rigores climatológicos, frecuentes trasla-dos, continuas exposiciones y toda suerte de amenazas desconocidas obligaban a la madre a estar siem-pre atenta con su hijo, a sostenerlo en brazos durante largos períodos, acostumbrándolo de esta forma a un balanceo postural casi permanente, balanceo que, sumado a la tibieza del regazo llegó a convertirse con el tiempo en una verdadera necesidad para el niño. Sin embargo, al llegar la noche la situación se volvía ente-ramente diferente. No es arriesgado suponer que, habituado a los brazos de la madre, el niño llorase al verse depositado en un lecho incómodo y oscuro, en cierta forma abandonado a su soledad y, por qué no imaginar-lo, a las iras nocturnas de adultos cansados de sus correrías, insomnes, agresivos y malhumorados por sus llantos, que nada sabían aún de sus relaciones paternales con los peque-

ños. Esta situación podría —es na-tural suponerlo— haber impulsado instintivamente a la madre a tomar al niño amenazado otra vez en sus brazos con el propósito de prote-gerlo, devolviéndole así el balanceo postural, el calor de su regazo y tra-tando, quizá, al propio tiempo, de ahogar sus gritos o sus llantos con las modulaciones de su propia voz. Los resultados obtenidos la habrían llevado a repetir la experiencia, y de esta forma las “nanas” no sólo habrían celebrado su auspicioso na-cimiento, sino que, al propio tiempo estarían llamadas a convertirse en un comportamiento culturalmente transmisible.

Es de suponer que la conforma-ción originaria de las “nanas” haya experimentado variaciones con el correr del tiempo, pero es también muy probable que, en lo esencial, su estructura interna haya permane-cido inalterada. La letra, que se so-breañade a la canción propiamente dicha, constituye casi con seguridad

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una de tales modificaciones. Cree-mos —fundados en que su origen debe buscarse en comportamientos biogenéticos (instintivos)— que las canciones más primitivas debieron haber carecido de ella; la letra de las canciones —escribía Lorca— va contra el sueño y su río manso. No así de ciertos matices tonales. En una situación de pre-oralidad, es razona-ble suponer que su estructura se or-ganizara simplemente en el nivel de la pura musicalidad. Por otra parte, hay que agregar no sólo que la letra resulta casi incomprensible para el niño pequeño que la escucha, sino

que además rompe en cierta forma la monotonía musical e introduce en la canción un factor o elemento dis-trayente que conspira contra el logro del efecto deseado, que es el de in-ducir el sueño. Citemos por un mo-mento a Federico García Lorca: “No hacía falta ninguna que la canción tuviese texto. El sueño acude con el ritmo solo y la vibración de la voz sobre ese ritmo... pero la madre no quiere ser fascinadora de serpien-tes... tiene necesidad de la palabra para mantener al niño pendiente de sus labios... no olvidemos que el ob-jeto fundamental de la nana es dor-

mir al niño que no tiene sueño” (5).Mucho es lo que se ha escrito acer-

ca del rol que la letra cumple en las canciones. Algunas veces, no repre-senta otra cosa que la expresión del deseo de la madre de que la inten-ción con que se entona la canción de cuna, se cumpla. Es —casi diría-mos— un pensamiento deslizado en voz baja, que en realidad pareciera no hacer más que persuadir a la ma-dre de que la canción debe producir el efecto esperado, retroalimentan-do de esta manera la confianza con que la canta. Así, por ejemplo, esta cancioncilla popular que la tradi-

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ción va trasvasando de generación en generación: “Duérmete mi niño / duérmete mi sol / duérmete pedazo / de mi corazón”; o bien las hermo-sas estrofas de La Madre Triste, de Gabriela Mistral: “Duerme, duerme, niño mío / sin zozobra, sin temor, / aunque no se duerma mi alma / aunque no descanse yo / Duerma en ti la carne mía / mi zozobra, mi temblor. / En ti ciérrense mis ojos: / ¡duerma en ti mi corazón!”. O las canciones de Natacha, de Juana de Ibarbourou: “¡Pajarito chino / de color añil! / Canta que mi niño / se quiere dormir. ¡Pajarito chino / de color punzó! / Calla que mi niño / ya se durmió”. Otras veces, la can-ción de cuna suele adquirir un carác-ter más bien compulsivo y corporiza las amenazas —el cuco, la solapa, el viejo de la bolsa, etc.— con que la madre procura obligarlo a que aban-done toda actitud de resistencia y se duerma. Como bien subraya García Lorca, a veces la madre debe librar una verdadera batalla para conse-guirlo, batalla que no excluye azotes y llanto. En un interesante trabajo sobre el tema, la profesora Enrique-ta Morera no ha pasado por alto el efecto perturbador que las amena-zas pueden producir en el niño pe-queño, aunque también es probable, pensamos, que las letras amenazan-tes —más allá de su contenido lite-ral— no constituyan muchas veces otra cosa que sobrevivencias folcló-ricas arrastradas por la tradición, y que las madres reiteran sin plena conciencia de las intenciones origi-nales que en alguna medida delatan. Ya en la Grecia clásica —como bien lo señala Flacelière— las madres y las nodrizas “no sólo cantaban al niño canciones de cuna y cantilenas, sino que le referían, en cuanto tenía edad de comprenderlas, «historias» tradicionales, y esta era la primera enseñanza que recibía. No cono-cemos bien estas canciones y estos cuentos —continúa—. Sabemos que se amenazaba al niño desobediente con distintos «cocos» que se llama-

ban Acco, Alfito, Gello, Gorgo, Em-puse, Lamia, Mormo o Mormolyke, Efialtes: ¡tropa numerosa y pavoro-sa! El lobo servía también de espan-tajo —finaliza diciendo— como se ve en la fábula de Esopo El lobo y la vieja” (6).

Sin descartar motivaciones es-téticas y literarias —pensemos en José Asunción Silva, Gabriela Mis-tral, Juana de Ibarbourou, Miguel Hernández y tantos otros— o bien psicosociales —que también se les ha asignado— es igualmente pro-bable que las letras representen para muchas madres una posibili-dad catártica: les permite canalizar la expresión de sus males a sabien-das de que su hijo no puede com-prenderlas. La cultura y las peripe-cias de la vida personal por las que cada una de las madres pasa a lo largo de su existencia se proyectan a través de la canción, y quienes la entonan, inducidas tal vez por la misma monotonía que le imprimen a su canto, o bien acuciadas por la necesidad de expresar con lucidez la causa de sus propios infortunios, objetivan en la forma de un relato —que asume a veces un estilo ex-plicativo— historias familiares o sociales que se entremezclan con la canción y se asocian inadvertida-mente con el deseo de provocar el sueño del niño. Tengamos siempre presente que la reiterada montonía de las “nanas” puede operar por sí misma un descenso de los niveles críticos de la conciencia y generar así un ámbito propicio —favoreci-do por la oscuridad, el silencio, la soledad, es decir, por el marco de una situación excepcional— para “liberar” contenidos o ideas por di-versas razones retenidos”. El ritmo —ha escrito Samuel Ramos— tiene el poder de adormecimiento o de exaltación, conduce al ensueño o a la embriaguez, disposiciones que por igual debilitan el sentido de la realidad y dejan el campo libre a la imaginación poética” (7). Cua-lesquiera sean las interpretaciones

que se les asigne —sin duda, no son pocas— parece claro, a nuestro criterio, que las letras cumplen un papel más importante para las ma-dres que para el propio niño. Las nanas han ofrecido a las madres, como una especie de valor adicio-nal, la posibilidad de integrarse a una suerte de juego literario y mu-sical —casi siempre muy fresco y candoroso— en el que con frecuen-cia se combinan las diversas varia-bles de la función fabuladora con historias pertrechadas de persona-jes y situaciones tomados del fol-clore lugareño. De todas maneras y en definitiva, nos parece razonable suponer que las raíces más profun-das de las canciones de cuna, aque-llas que se asocian con muchas de las conductas que les sirven de an-damiaje, se pierden en la prehisto-ria del instinto, allí donde han teni-do también su origen muchos otros comportamientos que hoy se han transformado en acciones y gestos específicamente humanos. Desde este punto de vista, contemporá-neas o acaso anteriores al mito mis-mo, han constituido, junto a otras creaciones igualmente remotas, uno de los caminos fundamentales que el hombre ha transitado hacia el mundo de la cultura.

Notas

(1) Cf. Van Gennep, Arnold: La Forma-tion des Légendes. Paris. Flamarion. 1910.(2) Wundt W.: Psicología de los Pue-blos. Madrid. Daniel Jorro. 1926, p. 335. (3) Propp, Vladimir: Morfología del Cuento. Ed. Fundamentos. Madrid. 1981, p. 157.(4) Cf. Briffault, Robert: Las Madres. Ed. Siglo Veinte. Bs.As. 1974, cap.3.(5) Cf. García Lorca, F: Las Nanas In-fantiles, conferencia. Obras. Vol. VII. Bs. As. Losada. 1946, 117 y sigs.(6) Flacelière, R.: La Vida Cotidiana en Grecia en el Siglo de Pericles. L. Ha-chette. Bs. As. 1959, pág.101.(7) Ramos, Samuel: Filosofía de la Vida Artística. Espasa Calpe S.A. México. 1964, p. 113.

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Dossier

Un cuento de Daniel Eduardo Galasso

se sábado -16 de diciembre de 1944-, cerca de las nueve de la maña-na, Rafael (porque me gustó llamarlo así) o el Clausurador de Sueños (por simple asociación con su cometido), traspuso la puerta cancel de la casa de la calle Caldas entre Concepción Arenal y la vía, entre una mueca de desgano y un inaudible saludo.

El cielo de Villa Crespo enmarca-ba como siempre la chimenea de la calle Humboldt como una aguja desafiante entre un mar de ca-sas bajas. Todos sabían en el barrio que ese sábado no sería apenas uno más, porque traza-ría impiadoso la indeleble línea que delimita el ser y el no ser, la pre-sencia y la ausencia, el recuerdo y lo asequi-ble.

Caminó como de costumbre por Caldas, cruzó la vía mirando hacia ambos lados para asegurarse de que no vinie-se un tren y entró en el café de la esquina de

Dorrego. El ambiente y los rostros daban fe de que el día menos espe-rado, menos imaginado, había lle-gado. Por eso el silencio repentino cuando Rafael entró y ningún repro-che cuando lo vieron sentarse solo en la mesa del ventanal. Ninguno se atrevió a decirle una palabra. Su mi-rada perdida y la actitud de sostener cerca de su boca el pocillo de café sin

beberlo, fueron señales inequívocas de que ese hombre, en ese día y a esa hora, se internaba en territorios ásperos, inexpugnables para lo cir-cundante.

La última vez que camine estas ca-lles; la última. Porque el regreso pre-fiero no imaginarlo; no quiero creer que dentro de unas horas ya no seré quien soy. ¿Será posible que tenga que ser yo mismo quien deba cumplir con el mandato de un destino que me incluye, convirtiéndome en un desti-

nador? Sí, destinador, porque no encuentro otra palabra. ¿No

es que el destino es ajeno a nosotros y nos llega como un trueno, un relámpago? ¿O acaso no creí en eso cuan-do pasó lo de Juan; cuando trepó como siempre al tranvía 86 y terminó bajo sus ruedas?

La silueta de Ricardo cruzan-do Dorrego lo

volvió a lo cotidia-no. Aunque apenas

se retribuían el sa-ludo, ambos sabían

muy bien quién era el otro, por esa urdimbre

de palabras y hechos que los barrios tejen inexorables

en torno de los hombres y sus circunstancias.

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Rafael levantó su mano desde su mesa a modo de saludo cuando lo vio pasar y Ricardo hizo lo mismo mientras caminaba hacia Warnes. La mirada y el gesto de Ricardo no denotaban nada extraño; nada que indicara que ese saludo portara un mensaje cifrado, una mueca oculta. Sin embargo, Rafael creyó ver que ese saludo, en esa mañana de sábado gris y pesada, no era más que una hi-pocresía a sabiendas encubierta por una cuestión consuetudinaria.

Yo sé que fuiste vos quien empezó con todo esto, como lo sabemos todos. Vos empezaste con el tema de los terrenos y la deuda por los alquileres cuando hicie-ron aquella reunión en el café de Darwin y Corrientes. Vos te encargaste después de ir a ver a los dueños y llenarles la ca-beza; de decirles que tenían la plata para comprarlos; de activar los juicios; de for-mar la Compañía esa…

La trama ya estaba urdida desde hacía tres años; sin embargo, nadie la creyó en un principio. Apenas al-gunos comentarios de allegados a la comisión directiva de Atlanta que ha-blaban de la posibilidad de comprar los terrenos en donde se asentaba la cancha de Chacarita Juniors, de quien distaba nada más que el ancho de una pared medianera. Alguien dejó tras-cender la creación de esa misteriosa “Compañía de Tierras de Villa Crespo S.A.”, concebida por Ricardo y un gru-po importante de socios que aportaría el dinero para la compra. Sabían que Chacarita no atravesaba una situación económica favorable y entonces los conjurados comenzaron a recorrer los juzgados para apurar el desalojo.

Rafael pidió otro café y encendió otro cigarrillo. No dejaba de mirarse las manos moldeadas a palas, a rodi-llos, a azadas, a cal, a redes. No veía más allá de su propio pasado recien-te, tan reciente que no comprendía cómo pronto se convertiría lisa y lla-namente en el pasado a secas.

Se durmieron. Los directivos nues-tros se durmieron. En cuanto tuvieron el primer indicio de lo que podía suce-der debieron jurarse no dejar el barrio por nada del mundo. Hacer como hi-

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cieron ellos. Pedirle plata a los socios para pagar los alquileres. No sé…algo, alguna idea…Porque hubo tiempo. Desde el 41 en que empezó todo esto hubo tiempo. Tres años pasaron. ¡Mirá si hubo tiempo! La cosa empeoró y se-guimos confiando en que la Ley de Al-quileres nos ampararía. Cuando empe-zaron a caminar los juzgados para ver si la cosa podía pararse ya era tarde.

Pagó su consumición, saludó en voz baja y se fue caminando por Dorrego. La camisa de trabajo azul descolorida, las alpargatas de yute, el pantalón lustroso y ancho, la go-rra gris… Sensación extraña y más desazón. Eso fue lo que sintió cuan-do entró a la cancha, porque ese día –y acaso haya sido mejor– no jugó Chacarita. Colegiales y Temperley disputaron el último partido de la temporada de ascenso, remarcando la ausencia.

Como siempre, ingresó en el cuar-tito lindero al vestuario y calentó el agua para tomar unos mates mien-tras preparaba sus herramientas de trabajo. Diluyó la cal en agua, exten-dió las redes, limpió el rodillo, sepa-ró la bolsa de tierra negra, preparó el aserrín para esparcir en las áreas ante la posibilidad de lluvia y nue-vamente se miró las manos.

El silencio también quiso despe-dirse y se fue. Por eso el cuartito no fue más que la nada en ese instante en que sus ojos se perdieron en el re-cuerdo de multitudes de otras tardes; en la desesperada certeza de saber que ese sábado, Antonio, el utilero, no acomodaría las camisetas, las me-dias y los pantalones cortos con su permanente sonrisa, reprochándolo a Rafael porque cebaba mates dulces.

Vio entrar a los vestuarios a los ju-gadores de Colegiales y de Temper-ley con la misma desazón que uno siente cuando presta la casa para una reunión o una fiesta, sabien-do que una vez concluida, vendrán inexorables unos tipos provistos de picos para tirarla abajo, para no de-jar nada en pie.

Rafael no vio el partido. Su mirada se centró en esas tribunas de madera

y en la erguida chimenea de la calle Humboldt. Un par de gruesas lágri-mas asomaron de sus ojos que ense-guida disimuló tratando de acomo-darse la gorra gris. El silbato del tren que pasaba por detrás de la tribuna que daba espaldas a Dorrego lo re-tornó a lo tangible.

¿Sabrá el maquinista del tren cuando pase por aquí que a partir de mañana los domingos dejarán de serlo? Serán domin-gos que acentuarán hasta el hueso la tris-teza de los atardeceres de otoño. Apenas una mueca de lo que debe ser un domingo aquí, en Villa Crespo. Porque nada va a ser igual; nada. Ni siquiera el saludo que deje en mi casa cuando salga

Dos horas después de terminado el partido, Rafael seguí allí. Había reco-gido las redes, guardado sus utensilios con la mayor prolijidad posible, como queriendo demostrarse que nada ha-bía pasado, que el próximo domingo nuevamente Chacarita volvería a ju-gar en esa cancha, aún sabiendo que era mentira. Pero no le alcanzó.

Cerró la puerta del cuartito con el candado de bronce. Caminó hasta la mitad de la cancha y se arrodilló mirando al cielo. Ahora sí, no fueron dos lágrimas las que cayeron de sus ojos. Fue un llanto preciso, acongoja-do, inesquivable. Llevaba en una de sus manos un cuchillo grande y filo-so, que usaba cuando hacía los asa-dos debajo de la tribuna para los ju-gadores después del entrenamiento.

El cielo de Villa Crespo regó el cés-ped con una lluvia que no se hizo es-perar, como queriendo aliviarle una de sus tareas. Ya no lo precisaba. Aco-metió con su cuchillo una y otra vez contra el césped, convencido de que él mismo (Rafael o el Clausurador de Sueños) y no otro, estaba matando a la cancha de Chacarita en ese mismo momento y a esa misma hora.

Por error, este cuento de nuestro querido Daniel Galasso, fue publi-cado con el título incorrecto en nues-tra edición anterior. Lo publicamos aquí, nuevamente, con su título ori-ginal, con las disculpas del caso.

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Por Claudio Véliz, Carlos Zeta y Guillermo Figueroa

Entrevista

Desde el primer día se metió en el corazón de todos. Y una tarde de junio de 1986 “escribió”, desde la platea del Estadio Azteca, la poesía que esa obra maestra de todos los tiempos que Diego dibujaba en el césped mexicano con belleza infinita, merecía. Lo hizo al aire libre, sin ca-bina y con 100.000 almas hostiles que miraban boquiabiertas cómo el arte hacía historia también en un Mun-dial. Aquel día Víctor Hugo terminó de inscribirse, con fuego sagrado, en el alma de este pueblo que lo respeta y lo quiere. Para siempre.

Y ahora estamos en Radio Con-tinental, con aquel relator que es, desde hace ya mucho tiempo, una referencia insoslayable en la comu-nicación y el periodismo serio, y en serio. Un referente ético, y un actor decisivo en este tiempo de grandes debates públicos. Víctor Hugo Mora-les, con La tela.

Entrevista a Víctor Hugo Morales

La tela: ¿Cómo está viviendo este momento tan particular que atra-viesa el periodismo? No sólo en lo profesional, sino también en lo afec-tivo.

Víctor Hugo: En lo afectivo muy bien. Lo mido por la capacidad de disfrute. Cuando no estás a buenas con la vida, eso no te permite atender una película, una obra de teatro, o la música. Y yo soy un seguidor com-pulsivo de los espectáculos, y estoy disfrutando mucho, con lo cual, debo estar a buenas con la vida. El miste-rio es cómo, estando en el ojo de la tormenta y con tanto nivel de expo-sición. Estoy muy tranquilo. En reali-dad, la mayoría de los embates —hay errores que puedo reconocer— son absolutamente injustificados, y no hay una sola pregunta que me pue-dan hacer que no tenga una respues-ta que sea violatoria de la inteligencia de cualquier persona. Aun de las más inteligentes. Creo que puedo decir algo creíble, que me deje en un lugar en el cual los errores, en todo caso, como en cualquier ser humano, son cometidos al margen de cualquier in-terés espurio y a favor de ideales que

tengo de toda la vida. Esta sería un poco la síntesis de cómo me va con todo esto. En cuanto al contexto ge-neral y al panorama, es maravilloso lo que ocurre. Contrariamente a lo que muchos dicen, que nos estamos haciendo daño, creo que nos estamos haciendo mucho bien, nos estamos ayudando a pensar fuertemente; de un lado y de otro. Los argumentos, cuando los hay, potencian la capa-cidad de análisis y de respuesta del que está en la vereda de enfrente, y yo diría que estos tres, cuatro años, que coinciden con los tiempos de la discusión y la sanción de la Ley de Medios Audiovisuales, los señalaría como los más importantes y formati-vos que haya vivido la sociedad ar-gentina. Jamás discutió en términos políticos e ideológicos con esta pro-fundidad y con esta pasión. Creo que de ese conflicto salen cosas, segura-mente, positivas. Por lo menos, ven-cer elementos tan indeseables como la hipocresía, la falta de compromiso, el desinterés, y todas esas rémoras, que son una desgracia en la vida de las sociedades. En cambio, el inter-cambio de ideas, sobre todo cuando

Esto ha sido contado muchas veces. Tras un incidente durante un partido amistoso con fines benéficos, en el que el relator jugaba con amigos y algunos futbolistas, se produjo un alboroto y pocos días más tarde, una denuncia. Luego una detención y, como consecuencia, 27 jornadas completas en el calabozo. Allí lo fueron a tentar para venir a hacer radio en Buenos Aires. Es probable que ninguno de los protagonistas lo supiera, pero estaba empezando una leyenda.

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Entrevista

se puede mantener un cierto nivel, es magnífico. Es verdad que muchas veces esto se pierde de vista, se come-ten errores, apasionamientos y exce-sos. Los prefiero de todas maneras, a lo que implica lo contrario que es la indiferencia, la no participación, etc.

Lt: ¿No cree que esas chicanas, por llamarlas de algún modo, tienen que ver con cierta escasez de argu-mentos de quienes hacen blanco en usted, por ejemplo? ¿Cree que es realmente un debate de ideas?

VH: Absolutamente. Sí, como nunca, estamos en la gran discusión del liberalismo para el mundo o la búsqueda de igualdades y de solu-

ciones para los que nunca las han tenido, o para los que, prácticamen-te no han contado en la vida de la sociedad, creo que en esto está toda América Latina. Éste es el primer combate. La Ley de Medios significó una manera de poner en un lugar de gran discusión de ideas este tema. Liberalismo para que se tenga todo lo que se tiene, aun los monopo-lios, con la traición correspondiente (porque el capitalismo también re-chaza los monopolios, en esencia), o igualdad, pluralismo, democracia, voces un poco más emparejadas, en la influencia que pueden tener, sobre todo cuando ha quedado demostra-

do que las voces tienen una fuerte impronta de interés que no siempre la gente puede conocer. En esa dis-puta que generó la Ley de Medios, yo soy el más veterano de los lucha-dores. El más identificado. Esa es mi autoridad moral, por ejemplo, respecto del Grupo Clarín. Por eso he sido visualizado de una manera más directa como alguien a quien destruir en su credibilidad; porque mi argumentación en ese tema es bastante fuerte y sólida. Los ante-cedentes son cuantiosos y copiosos, desde 1998 en adelante: reportajes, presentaciones en público, discursos en el Congreso, en fin, una pila de demostraciones de que este tema me interesa de toda la vida. Eso me ubi-ca como un tipo al que, en el plano

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argumental, no lo pueden destruir, entonces van por el lado personal.

Por el lado personal se mezclan ataques de profundas mentiras, que no prosperan demasiado. En una discusión siempre se trata de poner a la persona en un lugar debilitado: extranjero, viejo, gordo, mujer, ena-no, flaco… te quieren identificar en un lugar en el que te puedan agredir mejor. En ese terreno, naturalmente yo dejo unos cuantos flancos, porque soy vulnerable, como cualquier ser humano. Después están los errores, subsanables perfectamente en el con-texto de la trayectoria. Sería innoble juzgar a una persona de bien, por errores que pudo haber cometido. Del mismo modo, sería estúpido sal-var la personalidad de un genocida, porque una vez ayudó a una persona ciega a cruzar la calle. Sería el mismo desatino, desde el punto de vista filo-sófico. Todo esto hace a una tranqui-lidad muy fuerte. De todas maneras me gustaría que expongan un poco más claramente a qué ataques se re-fieren. Si quieren, los desmenuzamos.

Lt: Por ejemplo, al hecho de asociar-lo con la dictadura de Uruguay.

VH: El problema sería no poder

dar respuestas. Pero si podés dar una respuesta creíble, y en una denuncia de ese tipo es la izquierda la que te protege y la que te cree, tanto en Uruguay como en la Argentina, y es la derecha la que te quiere exponer desde un lugar tan absurdo y tan tonto, bueno, no queda mucho por reflexionar.

Esta revista [se refiere a UruLeaks Dictadura en Uruguay: Los archivos sobre Víctor Hugo] muestra por qué yo de esto me puedo reír. Quieren montar una imputación por dos par-tidos de fútbol compar-tidos. Es decir, la misma historia está hecha de esto. Paralelamente, vos te en-contrás con que durante once años la dictadura te perseguía, te hostigaba y te señalaba como un tipo peligroso, de izquierda y jodido, escrito por ellos en archivos que jamás pensaron salir a la luz, y que soy yo quien los sale a bus-car. Nadie pide por su pasado si no

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Entrevista

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está tranquilo. Nadie abre la puerta de un armario si no se acuerda bien cómo lo tenía. Yo pedí esto que está ahí, estos archivos los pedí yo, desde la ceguera de treinta años después, para saber qué decían de mí. Si yo no tengo la cola limpia, no hay manera de pedir esto.

Lt: En nuestro caso, no tenemos absolutamente ninguna duda. Es-tamos convencidos de que hay una serie de operaciones…

VH: Pero contra mucha gente. También es verdad que, en este mo-mento, hasta tendría la ventaja de que digan una cosa cierta, y que se diluya en la mentira general, porque ha sido tanta la gente agredida que no generan credibilidad. A mí si vie-nen y me dicen algo contra Estela de Carlotto, por ejemplo, ¿qué credibi-lidad va a tener para mí? Un ataque a Hebe, un ataque a quienes pelean por los Derechos Humanos; un ata-que a Milagros Sala, una luchadora social… Errores le van a encontrar a todo el mundo, pero errores que im-porten, y que diluyan trayectorias,

no van a poder señalar nunca, porque no nos ol-videmos, además, desde dónde apuntan ellos. Ha-blamos del mayor amoral y traidor del que se puede hablar.

Eso no significa una adhesión acrítica al go-bierno. Por ejemplo, hoy hablé muy bien de cómo confrontaron con Gendar-mería; me encanta que el gobierno al que le piden aumento con un revólver en la cintura les diga que no. Es una gran garan-tía para la democracia, y muestra su fortaleza. Y he sido crítico de que este gobierno nacional sea el principal deudor respecto del aborto no punible. Yo lo digo sin ningún tipo de problemas. Ahora si hu-biera sólo dos programas confrontando, uno va a tomar lo lindo y el otro va

a tomar lo feo. Con lo cual, todos los días, con un gobierno, se va y se vie-ne. Ahora, con Magnetto no. No tenés manera, porque Clarín no es distinto de ayer, ni hace quince, veinte, treinta años. Clarín es lo que es, y yo en ese sentido llevo quince años denuncián-dolo. De ahí viene la tranquilidad.

Lt: Nos da la sensación de que hay un grupo muy importante de perio-distas que están encolumnados de-trás de Magnetto.

VH: Sí… Te diría, desde el punto de vista psicológico, si vos quedás del lado de los malos, todo lo que po-dés hacer es afear a los otros, por eso también los ataques. Si vos ya estás en el lado horrible de la vida, lo único que te queda es emparejar para abajo. Traer a los que están en un lado un poco más positivo de la vida, acha-tarlos, porque vos ya no vas a subir, vos de Magnetto no tenés salida. Este concepto lo voy a guardar, porque no se me había ocurrido hasta ahora. Lo he dicho, pero de otra manera [Víctor Hugo anota esta idea].

Lt: Con respecto a la designación de

Martín Sabatella al frente del Afsca, ¿tiene buenas expectativas?

VH: A Martín lo conozco. La pri-mera vez que lo vi fue porque me invitó para un tema de los medios, en Morón. Era el intendente y nos llevó, a la gente de UTPBA, a Miriam Lewin y a mí, hace doce o trece años, no me acuerdo bien, a discutir sobre los medios de comunicación; ergo: si así lo conocí es que no es ningún improvisado en su interés por los me-dios. Es una persona de bien, un tipo equilibrado, justo, para nada “dispa-rateador” en cuanto a sus posiciones políticas. Ha sido muy coherente, incluso en el procedimiento de su acercamiento, o del acercamiento que el gobierno tuvo hacia él. Cuando ha-blamos del gobierno no hay que olvi-dar que fue uno hasta Néstor Kirch-ner, que incluye la firma —que se la reprocharé siempre— de Multicanal y de Cablevisión, y hay un gobierno de Cristina, que ella dice que es lo mismo, porque siente que es una con-tinuidad filosófica en muchos senti-dos. Bueno, el elemento unificador es la actitud frente a los organismos internacionales, los derechos huma-nos, pero hubo cosas en el gobierno de Cristina, que son ciertamente no-vedosas y fuertes. Se puede decir: la Ley de Medios también estaba en el impulso Kirchner. De acuerdo. Pero se hizo en este tiempo.

Por otro lado, supongamos: sos crítico desde la izquierda de que no hay aborto en el país. Ahora, cuando voten el aborto, ese argumento ya no vale. Sos crítico de Skanska, como elemento de corrupción; y 25 peritos y una Cámara te dicen que no hubo delito. Sacás Skanska. Sos crítico de los quinientos millones de Santa Cruz, desde la política, desde el lugar que corresponde, y resulta que los quinientos millones aparecieron has-ta el último peso y ya los gastaron. Lo sacás. Entonces te vas quedando, con lo que te vas quedando. A mí no me gusta la Ley Antiterrorista, no me gusta el acuerdo con Monsanto, salvo que lo aclaren muy bien. No quiero que sea fruto de la necesidad —que siempre tiene cara de hereje— el voto de los pibes. Creo en el voto optativo, pero no en el obligatorio, como en al-

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Entrevista

gún momento pensaron. Del voto de los extranjeros, creo que no debe ser a partir de dos años de residencia, sino de cinco. Yo soy una persona venida al país, y sé cuán poco me importaba, en términos generales, el primero y segundo año de mi vida aquí. Tiene que ser un quedado seguro para opi-nar de lo que después los otros van a tener que padecer. Debe saber que lo va a padecer él también. Ahora, en la medida en que se van solucionando estos aspectos, la crítica no va. Si so-bre el tema Monsanto, mandan una minuta en la que te informan cómo se hace el acuerdo, y están todas las garantías, pues ya. Por otra parte, está el libro Argenleaks, cuyo capítulo más notable es Monsanto, y allí se ad-vierte cómo el gobierno defendió con dignidad los intereses. Yo no había leído eso; no lo sabía, en tanto crítico del gobierno y en los tiempos de la “Guerra Gaucha”, de la 125.

Con lo cual, con un gobierno tenés derecho más obligación —si sos Sa-batella o sos un periodista— de ser crítico y acordar en lo que te parece positivo. Porque antes de la Ley de Medios yo estuve muy de acuerdo con lo de las AFJP, y antes del campo, estuve muy de acuerdo con pagar la deuda al Fondo Monetario Interna-cional. Y siempre estuve de acuerdo, por supuesto, con el tema de los de-rechos humanos. Entonces, con los gobiernos, vas y venís, si vos me das la razón un día que estoy inspirado en la crítica, soy crítico del gobierno; si me agarrás en un día en el que soy elogiador de cosas positivas que a mí me parecen bien… Aunque nun-ca elogié al gobierno en realidad. Lo que hago es atacar a los mismos que ataqué siempre, que son los medios. Lo hago siempre desde mi lugar, no tengo contacto con la presidenta, le di la mano una vez, la conozco diez segundos. He comido más con [Mau-ricio] Macri, con quien tuve cuatro o cinco encuentros a solas, mano a mano, o con allegados, que con gen-te del gobierno. Tengo dos cafés con [Carlos] Tomada, un almuerzo con [Amado] Boudou, un café también con [Diego] Bossio, dos almuer-zos con [Florencio] Randazzo, uno de casualidad en Villa Gesell y otro

hace tres meses, cuando empezaba aquí con los transportes; y nunca me tomé un café con Aníbal Fernández, que debe ser el más atractivo, porque además es futbolero. No sé lo que es estar mano a mano con Aníbal. No los conozco.

Soy un tipo muy al margen del po-der, no me gusta. ¿Sabés de dónde vengo? Del cine. ¿A dónde voy a las ocho y media? Al teatro. Llego a las once y media de la noche y leo veinte páginas de un libro como obligación, y a la una apago la cosa. No tengo tiempo. A mí me gusta informarme de la política por lo general, por todo

lo que se recoge, no por el protago-nista. El protagonista siempre te va a contar, como yo estoy haciendo ahora —inevitablemente, por defensas hu-manas— cómo ve las cosas, y nadie las ve muy en contra de uno mismo. Entonces vos tenés que hacer un pa-norama. No podés medir mi trayecto-ria por esta charla. Tenés que cotejarlo con todo lo que has visto antes, y lo que verás en el futuro. Si lo que ahora digo te resulta creíble, pues tengo que mantener el fundamento de lo dicho eternamente. Porque si dentro de dos años me ves trabajar para Magnetto, entonces este tipo que soy se va a la…

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Entrevista

Dictadura

en Uruguay:

Los archivos sobre

Victor Hugo

Ante las burdas acusaciones que le realizaran, fue el pro-pio Víctor Hugo quien se en-cargó de requerir y publicar la información policial con los seguimientos que le hiciera la dictadura uruguaya. Allí es po-sible acceder al resumen de la información policial reservada con el seguimiento que se le hacía, junto con las carpetas del Fichero General de la Junta de Comandantes en Jefe del Servi-cio de Inteligencia de Defensa. Además, la publicación recoge los testimonios de Jaime Roos, Jorge Andrada y Andres Sar-della, integrantes del Plenario Nacional del Frente Amplio del Uruguay, Luis Almagro, Rodolfo Braceli, Hebe de Bona-fini, Taty Almeida, José Pablo Feinman, Adrián Paenza, Estela de Carlotto, entre tantos otros. Centenares de personalidades del arte, del periodismo, de la cultura y otros miles y miles de anónimos ciudadanos de am-bos márgenes que saben, de so-bra, quién es quién.

Lt: Nos resultaría imposible pensar eso. Algo más, Víctor Hugo. Aun-que ya adelantó algo al respecto, ¿cómo ve el momento que vivimos desde lo cultural?

VH: Espléndido. Es un momento para celebrar. Anoche falté al pro-grama [se refiere a Competencia, su programa de las tardes en Radio Con-tinental]; me daban un premio en el Festival de Cine Migrante, en el Cen-tro Cultural de la Cooperación. Dije “mire, yo voy a las seis y media, me dan el premio y vengo”, porque ten-go mi programa de 19 a 21. Cuando vi cómo era el ambiente, salí por te-léfono tres minutos y me quedé. ¿Por qué? Porque me parecía que son cosas a las que uno tiene que estar aportan-do y no solamente recibiendo. ¿Cuál era el aporte? Quedarme dos horas sentado ahí, acompañando los discur-sos y todo lo demás. ¿Por qué? Por-que entiendo que esa gente nos está salvando de la locura, siempre. En cada artista que haya, que sea noble, que sea artista de corazón, que no sea un chanta. Yo tengo un detector ex-traordinario de chantas, porque tengo mucho entrenamiento, a mí no me jodés en eso, me podés embromar en otro rubro, pero en ese, difícilmente.

Lt: La música es muy importante en su vida...

VH: Para cualquier ser humano. De verdad, de otro modo sería una locu-ra. Anoche, del Centro Cultural de la Cooperación me crucé al San Martín a oír al pianista chino-estadouniden-se Frédéric Chiu, tocar Chopin. Ante-

noche estuve viendo un concierto en el Colón. Además yo voy al Colón, al Teatro Roma, donde sea, porque a mí lo que me gusta es recibir las expre-siones artísticas; soy un espectador nato, por eso no tengo tiempo para la gente del poder, no me interesa. Y eso me da un cierto capital. ¿Se acuerdan cuando sacaron esos mails de los diez millones de dólares? Yo creo que na-die lo cree, pero la gente a veces, hace como que cree para poderte insultar, porque está discrepando con vos, está caliente con lo que decís, pero en vez de rebatirte con argumentos, te dicen: lo que pasa es que vos estás comprado. Cuatro millones de tipos, recibieron un mail diciendo que me habían comprado por diez millones de dólares. Esto a mí me divierte también, porque la propia gente del gobierno dice: qué grande este tipo, se tiene que bancar esto, sólo por ser alguien que defiende sus ideas.

El perro que ladra la luna

Nuestro compañero, Guillermo Figueroa (Medios, prensa y relaciones públicas), tuvo su mimo merecido durante la entrevista. Víctor Hugo re-cordó con encendidos elogios al programa cuya idea, musicalización y conducción le pertenecen. El perro que ladra la luna, era un espacio de tono cultural y reflexivo, que combinaba muy buenos temas de jazz con la lectura de textos clásicos, modernos e inéditos. Una propuesta artística diferente y muy cuidada. Además de lamentar que ya no estuviera en el aire, Víctor Hugo dijo ser “un seguidor fiel, por la excelente elección musical” y hasta se animó a confesar que “le he robado algunas cosas al programa”.

Las fotos de Víctor Hugo Morales son de Juan Cruz Damiano

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n los últimos cincuenta o sesenta años, los grandes medios, merced a sus estructuras y a sus posiciones dominantes, han jugado un juego peligroso: imponer los relatos con la pretensión —ejercida con nota-ble eficacia, admitámoslo— de que se asuman como verdaderos. De manera inseparable, fueron for-jando una figura, que ahora agitan con gritos desesperados: la de los “periodistas independientes”. ¿In-dependientes? Estados Unidos, la

Unión Europea y Japón controlan el 90 por ciento de la información del planeta. Y son apenas cinco las agencias que distribuyen el 95 por ciento de las noticias del mundo. En Argentina, el 80 por ciento de los medios audiovisuales está en manos de cinco grupos empresaria-les. ¿Leyó bien? Cinco grupos ma-nejan el 80 por ciento de los medios audiovisuales. Ellos son los que declararon una verdadera guerra mediática. ¿Por qué? Pues porque

las políticas distribucionistas y des-monopolizadoras han venido a des-mantelar las mentiras de esta trama que, claro, ellos mismos ocultan. Y que se ha forjado, entre otras ma-niobras y vergüenzas, con la sangre ignominiosa de la dictadura cívico-militar más sangrienta de nuestra historia.

El proceso abierto en Nuestra América es tan rico y tan alentador como coincidente en sus padeci-

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Por Julia Aibar

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como el lugar de la concentración absoluta del poder (con la invalora-ble colaboración de la alianza nau-seabunda entre el verdadero poder y los medios de comunicación). Se ocultaba, así, que, desde el último tercio del siglo XX, ese poder fue desplazado por otros: los mercados, el establishment, las corporaciones. La vocinglería por la libertad de prensa ocultaba poco y mal la exi-gencia de la más impiadosa libertad

del mercado en la modalidad del saqueo, y la otra exigencia perma-nente de “seguridad jurídica” para asegurar los beneficios del capital concentrado.

Así de poderosos son los intereses que toca la Ley de Servicios de Co-municación Audiovisual, sólo así se entiende que el Grupo Clarín haya desplegado todas las armas a su al-cance para librar esta batalla. Nada extraño, si tenemos en cuenta su historia; victimarios que, de pronto, pretenden convertirse en víctimas. A tal punto que un pintoresco pe-riodista, con un frondoso prontua-rio de emprendimientos fundidos que dejaron un tendal de trabajado-res y de trabajadoras de prensa en la calle, los ha definido, con despar-pajo vergonzoso, la parte “débil” de esta confrontación.

Lograron ensuciar, así, la noble ta-rea del periodismo, otrora pensado como un cuarto poder que defendía y daba voz a quienes no la tenían. Profesión u oficio que se proponía garantizar el derecho humano a la información.

El riesgo es que esta pelea no deje ver, en estos momentos de la polí-tica nacional, el escenario más am-plio, más rico, que plantea la Ley de Medios.

Las posibilidades que abre la ple-na aplicación de la Ley de Medios Audiovisuales son históricas y no significan solamente dejar atrás una ley que heredamos de la dictadu-ra, sino que nos ofrece herramien-tas que nunca antes tuvimos como pueblo. Conviene, para valorar lo que está en juego, no pasar por alto situaciones concretas, cotidianas que hemos vivido, en otras moda-lidades, y que podemos vivir de manera plena, íntegra, de ahora en adelante.

Las expresiones de la cultura po-pular, han sido, desde siempre, in-vencibles. Canciones, escritos, mani-fiestos, han servido para denunciar, sacar a luz las ignominias a la que era sometida nuestra gente. Esta fue una constante en toda Nuestra Améri-

mientos. En efecto, esta situación que apenas si hemos comenzado a describir para Argentina, no la han padecido en menor medida Ecua-dor, Venezuela, Bolivia o Brasil, por ejemplo. ¿Cómo podrían, frente a estos monstruos de la concentra-ción de medios, frente a estas ver-daderas usinas oligopólicas, “equi-librar las voces” los insignificantes espacios que dependen del Estado?

Esto implica, entonces, repensar el modo en que se asoció al Estado

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ca. Allí están los corridos mexicanos, que daban cuenta de las desventuras de los campesinos; las coplas o ba-gualas norteñas; la vidala, ese grito en el cielo; las murgas de los barrios porteños. Palabras unidas en una novela; hermanadas en la poesía; palabras transformadas en armas para decir y para decirnos, para denunciar, para defender, para dar entidad, para dar gracias a la vida, para forjar los sueños, para cantarle a la diferencia, para crear la belleza.

Letras que lograron enunciar lo más profundo, que durante muchos años, refería una realidad plagada de sufri-mientos, injusticias e indignidades. La poesía, la novela, las canciones fueron la voz infalible de una resistencia sin cuartel. Cada cual con su historia e identidad, respetando orígenes y tra-diciones fueron y son las creaciones que persistían por darle nombre a lo que somos. Y a lo que queremos ser.

Es cierto, enton-ces, que siempre nos dimos “maña” para tener voz. Tan cierto como que esas voces no lograban trascen-der más allá de un pequeño ámbito territorial, hasta que eran recupe-radas por algún artista de renom-bre, que, por suer-te, hubo muchos. En ese aspecto, el rol del arte fue fundamental en nuestras tierras. Decía don Ata-hualpa, “Por ca-minos tucumanos, / vino, vidala y si-lencio, / se van los hombres del surco / tan pobres como vi-nieron. / Ha terminado la zafra, / dura labor de invierno. / La tierra quedó cansada /cansada como el obrero”.

Quienes usaron la “paleta” de la lengua, con sus infinitos colores, lo-graron mostrar —porque ellos lo pu-

dieron ver— el verdadero ser, sentir y pesar de las gentes de estas tierras; algo muy valioso si pensamos que desde la Colonia para acá hubo un acuerdo sistemático, implacable, de parte de poderes gubernamentales y económicos para transformarnos en algo distinto de lo somos. Usaron “la espada, la pluma y la palabra” para instalar creencias, deseos, ideas, in-cluso sueños de un occidente tan prepotente como extraño para las grandes mayorías latinoamericanas. En este contexto, las expresiones de la cultura popular (en tanto expre-saban al pueblo) actuaron, quizá, de un modo más eficaz que el radical panfleto; porque éste, y sin desmere-cerlo en lo más mínimo, no lograba escapar de propuestas demasiado

“occidentales”, como pliego de solu-ciones a los estragos del capitalismo despiadado.

No ganaron la batalla, porque no nos callaron, pero sí hay mucho camino que desandar. Todavía está pendiente que este país se conozca

a sí mismo y que salde una deuda histórica con quienes han sido ne-gados, expulsados, excluidos.

La Ley de Medios abre una pre-ciosa oportunidad para que nues-tra Patria se conciba tan amplia y diversa como es, para que rompa

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fronteras que fueron mal trazadas.

No se trata tan sólo de ampliar las fron-teras de la democra-cia (sin menoscabar ese propósito enor-me, que también es nuestro). No se trata solo de que nuestros pueblos originarios ahora puedan “mos-trarse” (la Ley pone especial énfasis en darles la palabra), o que haciendo zap-ping nos crucemos con algo más que gente “destrozándo-se por un sueño”. Es mucho más lo que está en juego: debemos, además, “querer ver” todas las formas cultu-rales que nos defi-nen como Nación. Descubrir de qué estamos hechos, porque tal vez no lo terminamos de saber aún. Hace falta quitar las ma-lezas que no permiten ver las hue-llas de nuestra identidad primera. Sólo así, recuperando las auténticas hermandades es que podremos se-guir afianzando este proyecto de país. Hay un cambio de época que nos interpela. Podemos dejar de ser una simple “audiencia” para con-vertirnos en protagonistas verdade-ros de esa otra Argentina que quiere nacer: mirándola, aprendiéndola, mostrándola, diciéndola.

La palabra clandestinaOtro aspecto de lo extraordinario

de este escenario que se abre, nos remite a una historia más reciente. ¿Se acuerdan de las FM “truchas”?, ¿las que estaban en la ilegalidad? También fueron una constante en Nuestra América castigada. En Méxi-co, Bolivia o Ecuador acompañaron las revueltas, desde esas trincheras que se cavaban en los márgenes, en

las afueras, en la brutal modalidad de lo clandestino. Así era el nombre de las resistencias culturales.

Nada casualmente, en Argenti-na, muchas de ellas nacieron en las abismales jornadas de 2001; y fue-ron paridoras de rebelión.

Estas radios, la mayoría sin fines de lucro, desobedecieron lo que esta-ba mandado en materia de comuni-cación, dieron voz y espacio a otros saberes e informaciones; pusieron el micrófono al vecino, a los artesanos, a los músicos jóvenes, a los poetas de los barrios, a los tapados por la basu-ra, a los que les cerraban la fábrica; a los que las recuperaban; dieron voz a los artistas del teatro callejero; a los murgueros; al trueque de lo que teníamos por lo que necesitábamos. Acompañaron a los vecinos de los “escraches” de los Hijos, cuando la Justicia no era justa y los asesinos andaban sueltos por las calles.

Debieron pensarse como “colec-tivo” para enfrentar la clandestini-

dad impuesta por poderes políticos y económicos aliados sin pudor al-guno. Las traemos a estas páginas porque jugaron un rol decisivo en poner en discusión, en los hechos y con ideas, esta la Ley de Medios que, impulsada, en primer lugar, por una democrática y plural coa-lición, y luego por un Flaco del sur, fue impulsada por una compañera de todas estas luchas que hoy es la presidenta de todos los argentinos. Esta Ley viene a poner las cosas en su sitio. Tanto que ahora la ilegali-dad está en los Multimedios. Nun-ca las leyes solucionan las cosas por sí mismas, no es tan sencilla la realidad, pero cumplen el rol fun-damental de otorgar derechos, allí está su mayor valor. Le estamos sa-cando el “cepo” (éste sí real) a la palabra y a la cultura. Ahora sí la libertad de prensa, la democrati-zación de las voces está al alcance de nuestra mano. Tomémosla. Nos pertenece.

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La lengua y el giro romántico

La denominada lingüística mo-derna nació con la obstinada pre-tensión de volver a pensar desde otro lugar (con otra mirada) el siempre enigmático y conflictivo territorio de la lengua y el lengua-je. Hubo que esperar hasta la pri-mera mitad del siglo XIX para que surgieran los primeros cuestiona-mientos respecto de los canónicos abordajes de esta problemática. Desde la Antigüedad griega y, al menos, hasta los albores decimo-nónicos, la lengua fue pensada como “manifestación del ser”, “ex-presión del espíritu”, “retrato de la realidad”, “representación del pensamiento”, “instrumento que nos permite explicar el mundo”, etc. También se aludió a ella como nomenclatura, catálogo de nombres, o batería de palabras para designar objetos o estados. En cualquiera de los casos (manifestación, expre-sión, herramienta, representación, nomenclatura) era concebida como el medio más adecuado y eficaz para traducir en palabras algo que ya estaba presente en la realidad, en el espíritu o en el pensamiento, es decir, como un instrumento para

transportar/comunicar un sentido previo a dicha operación.

La denominada primera gene-ración de románticos alemanes, representada por las figuras de Hamann, Herder y Humboldt, se encargó de asestar un duro golpe tanto a las teorías convencionalistas como a aquellas que anteponían las abstracciones de la conciencia, a la vida y la sensualidad palpitantes que sólo podían emerger en la len-gua. Hamann, acérrimo enemigo del pensamiento ilustrado, arreme-tía contra un sistema categorial y clasificatorio incapaz de hacer justi-cia con el “flujo de la vida”. Herder, en su (meta)crítica de la filosofía (crítica) kantiana se había propues-to “pensar lo no-pensado” por la filosofía de Occidente: el lenguaje y la historia. Así, el entendimiento ya no podía ser abordado como un a priori de la lengua sino como el corolario de una producción funda-da en la experiencia, que tenía a la lengua como organizadora absoluta de las percepciones y sensaciones, como aquella instancia que les ha-bría permitido a estas últimas, arti-cularse como palabras. Por su parte, Humboldt subrayaba la “naturale-za lingüística” de los humanos, y

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Por Claudio Véliz

E n Nuestra América, la episteme colonial configuró, estructu-ró y organizó nuestras cosmovisiones, miradas, percepciones, y los modos de pensarnos y relacionarnos con lo(s) otro(s); y logró resistir aun los más enconados embates redentores. Nuestras lite-raturas, ensayos, pedagogías y artes rupturistas apenas si consi-guieron horadar esa férrea estructura epistémica. Pero en el siglo XXI, esta América multicultural, plurinacional, y, sobre todo, in-condicionalmente hospitalaria, produjo un quiebre de insospe-chadas dimensiones, que logró infligir, en dicha coraza civiliza-toria, algunas grietas y fisuras a partir de las cuales (re)pensar la herida colonial, además de ensayar rumbos y expresiones inéditas compartidas por los pueblos de la región. La lengua y la cultura retornaban al campo de batalla. Comenzaban a asomar los pri-meros trazos inseguros aunque apasionantes de una gramática plebeya; descolonial y democrática, popular y plurinacional.

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consideraba al lenguaje como un órgano espiritual cuya fuer-za es la energía interior del espíritu. La lengua –decía– se organiza como un tejido, una trama, una red analógica cuya inmanencia resulta imposible

de trascender. El lenguaje es reper-torio de huellas, de inscripciones, de rastros sedimentados (ergon), pero también potencia creativa para producir nuevos sentidos (energeia).

El giro sistémicoGracias a los primeros estudios

sobre “gramática comparada” reali-zados por Franz Boop en 1816, pu-dieron advertirse ciertas relaciones de parentesco entre las lenguas en virtud de sus descubrimientos de la radical y de las ideas de flexión y declinación. Así, las raíces de los verbos eran pensadas como acciones en las que se advertía la persisten-cia de una lógica interna, de una organización con “vida propia”. Pero será la lingüística saussureana la que produzca un giro decisivo y radical no sólo en el abordaje (me-todológico y epistemológico) de aquello que Saussure define como la lengua (y que distingue muy cla-ramente del lenguaje y del habla), sino también en el ámbito de la cul-tura, la filosofía y las ciencias hu-manas. La lengua debía ser pensada como un sistema (formal) de signos cuyos elementos se definen por su relación diferencial; una estructu-ra a priori que condiciona y forma-tea el pensamiento; una gramática virtualmente existente en nuestra psiquis; una organización interna que precede y articula el mensaje. De este modo, cuando se piensa la problemática de la lengua como inmanente a su estructura, queda excluida cualquier referencia extra-lingüística (sujeto, sustancia, signi-ficado trascendente, “realidad exte-rior”). Para Saussure, la lengua no

es el resultado de un instinto “na-tural” sino el producto “social” de la facultad del lenguaje, un sistema creado por la colectividad que cada individuo registra en su cerebro sin que dicha introyección impli-que reflexión ni premeditación. Su virtualidad no supone que se trate de una abstracción inaccesible sino que alude a una instancia concreta, un objeto perfectamente delimitado y pasible de ser abordado científica-mente. Y será la lingüística (o bien, la semiología) la que vaya a ocupar-se de tamaña tarea.

El giro semióticoAunque con distintas preocupa-

ciones y motivos diferentes, para esa misma época, el norteamerica-no Charles Peirce arribará a conclu-siones muy similares. Sólo a partir de los signos (primer correlato/primeridad) –sostiene– es posible conocer el mundo. El signo peircea-no (irreductible al signo lingüístico saussureano) es la pura posibilidad que permite la concreción de todos los seres, el telón de fondo sobre el que todo el resto se perfila, el ele-mento inicial de toda semiosis, la idea mediante la cual evocamos el objeto. Como en Saussure, el signo “se pone en el lugar de la cosa”, y por consiguiente, en el mundo no hay más que signos. Pero a diferen-cia del ginebrino, Peirce destruye la pretendida univocidad del signifi-cante (la remisión a un único sen-tido convenido) para abrir dicho sistema binario a una semiosis infi-nita, a una continua producción de sentidos.

Aquello que Saussure prefería definir como “sistema lingüísti-co” a priori (suma de acuñaciones psíquicas), Peirce prefiere pensar-lo como fanerón (“estado mental”, “fenómeno de conciencia” que per-mite producir sentidos, “suma de

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todo lo depositado en la psiquis”), instancia que configura todas las sensaciones y percepciones de lo real. Eso que, con ciertos reparos, solemos denominar “la realidad” o bien “la cosa en sí”, es ya una cons-trucción de nuestra mente, no es un caos de sensaciones sino nuestra forma de leerla, de significarla, de nombrarla. Para este pensador de la semiosis infinita (es decir, del pro-ceso tumultuoso en que la práctica del conocimiento supone el pasa-je ilimitado de un signo a otro), la pregunta con la que deberá toparse la semiótica podría formularse del siguiente modo: ¿acaso el universo no estará poblado sólo de signos? El giro semiótico de Peirce (más allá de sus nobles intenciones) allanó el camino de una ¿filosofía? que se desentiende de “las cosas mismas”, de cualquier realidad extrasemióti-

ca, de los intentos (siempre fallidos) por nombrar (aludir y eludir) lo “real” (instancia imposible, inalcan-zable y siempre reticente a la sim-bolización), o para decirlo de otro modo (con Marx): de “la sangre y el barro de la historia”.

El giro estructuralSiguiendo el rastro de Saussure,

Lévi- Strauss observaba la cultura con las anteojeras de la semiología. Así, concebía a su “antropología estructural” como la ciencia que es-tudiaría el funcionamiento y la es-tructura de los signos en el seno de las sociedades. La cultura, para este antropólogo francés, posee una es-tructura similar a la de la lengua, y por consiguiente puede ser pensada como un sistema de signos compar-

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tidos y estructurados. Si la estruc-tura (tan invisible e inconsciente como realmente existente) es la que organiza los significantes, los sen-tidos/contenidos constituyen un efecto superficial de dicha articu-lación. De este modo, Lévi-Strauss respondía a la sartreana razón dia-léctica, con la razón estructuralista. El explícito “antihumanismo” del antropólogo se sustentaba en la crítica a las denominadas “filoso-fías de la conciencia” que, al menos desde el cogito cartesiano, habían fundado todas sus “certezas” en las nociones de razón, sujeto, his-toria, progreso, proyecto, libertad, utopía, etc. Según Lévi-Strauss, la filosofía de Jean-Paul Sartre cons-tituía el último intento de conjugar el humanismo existencialista, la tradición dialéctica y la epokhé feno-menológica. Así, el estructuralismo

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producía un quiebre epistemológi-co cuyos ecos polémicos continúan resonando.

El texto pluralLa lingüística de Saussure tam-

bién inspiró a un Roland Barthes decidido a duplicar la apuesta para poner a la lengua (o mejor dicho, a la palabra) en el centro mismo de todos los sistemas de significación. Según Barthes, allí donde hay sen-tido, hay sistema (o mejor dicho, estructura), y por lo tanto es posible constituir los modelos interpretati-vos de dicha producción significa-tiva. Es la lengua la que configura los sentidos hasta convertir en sig-no todo lo humano; la que le im-pone sus condiciones a todo relato (imposible) sobre lo real. Junto a Michel Foucault, Barthes descubre que la lengua (y con ella, el discur-so) es el reducto privilegiado en que se inscriben las relaciones de poder. En tanto sistema clasificatorio (que reparte y conmina), la lengua es opresiva; sobrevive y trasciende al mensaje; (sobre)imprime su gramá-tica implacable a la voz del sujeto que habla. La lengua es fascista –dirá el semiólogo francés– menos por lo que nos impide que por lo que nos obliga a decir. Y sin embar-go (auxiliado por el dialogismo y la

intertextualidad de Mijail Bajtín, y por la deconstrucción derridiana), hallará la forma de “tenderle tram-pas” a la lengua fascista, de burlar sus mecanismos de poder, de hacer temblar y tambalear su estructura desde siempre fallada. Así lo ex-presaba en su “Lección inaugural” de 1977: “Sólo nos resta, si puedo así decirlo, hacer trampas con la lengua, hacerle trampas a la lengua. A esta fu-llería saludable, a esta esquiva y mag-nífica engañifa que permite escuchar a la lengua fuera del poder, en el es-plendor de una revolución permanen-te del lenguaje, por mi parte yo llamo: literatura” (1998: 21-22). Podríamos afirmar, quizá con cierta osadía, que toda su obra puede situarse en la tensión entre esta semiosis infini-ta-revolución permanente (simpática conjugación peirceana-trotskysta), y la necesidad de constituir anclajes (provisorios y efímeros consensos

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de sentido) como condición inelu-dible de cualquier acuerdo comun-icativo, comun-itario.

Así, más que pensar a la lengua como cerrado sistema de signos, habrá que entenderla como texto, como escritura, como tejido infinito de significaciones en perpetua di-seminación. El sujeto disuelto en las estructuras renace ahora como escritor, como lector y como críti-co. Estas figuras se (con)funden y (con)jugan en el espacio textual, en una red de voces, lenguajes y escrituras que la historia ha ido acumulando, capa sobre capa. La estructura deviene, entonces, tex-to plural, irreductible polifonía. De este modo, a las sucesivas muertes posmodernas (la de Dios, la del Su-jeto y la del Hombre) le sucederá “La muerte del autor” (título de uno de los artículos de Barthes es-crito en 1968). Ya no importa quién habla porque es el texto el que nos dirige la palabra. El texto, inocul-table asesino del autor, se instituye como práctica significante, trabajo de la huella, interminable juego de las diferencias/significantes. Lec-tor, crítico y escritor se ocuparán ahora de violentar las formas coac-tivas de la lengua, transgredir sus reglas, forzar la sintaxis, suspen-der los sentidos congelados (por las relaciones de poder), poner de relieve los vacíos de significado (la ausencia de un sujeto-sustancia-realidad trascendente “detrás” de cada significante); y para ello, ha-brán de articular un mensaje no codificado, producir lo ilegible, lo desconocido, lo inacabado, lo ex-traño, lo inesperado. Escribir para no decir nada (ningún contenido calculable), apenas por el deseo y el goce de la escritura.

Lenguaje e inconscienteDel mismo modo en que Lévi-

Strauss trasladara la mirada semio-lógica saussureana a todo el ámbito de la cultura, Jacques Lacan llegará a la conclusión, aun más osada, de que el inconsciente (también) está estructurado como lenguaje. Así, con Lacan, la lingüística estructu-

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ral se pone al servicio de la terapia psicoanalítica. En tanto “estructura de significantes”, la lengua precede y articula tanto al mensaje como al sujeto que habla. Es la lengua la que habla cuando el sujeto quiere (de-sea) decir algo. Sujetados al signi-ficante (y a su condición deseante), los sujetos se lanzan a la búsque-da de un significado eternamente diferido. Entre el significante y el significado, se produce un desga-rramiento que impide el cierre del sentido. El significado (inasible) no será ya el resultado de un lazo arbitrario (como en Saussure) sino de una operación discursiva siem-pre elusiva e incapaz de atrapar una presencia o sentido pleno. Es así como los significantes se vacían de significado (contenido/objeto/sustancia/realidad/presencia/su-jeto) para articularse en un juego interminable de alusiones y elu-siones, de metáforas y metonimias. Nuestro discurso –dice Lacan- es siempre un acto fallido ya que sólo es capaz de exhibir una verdad al costo de su sustitución o desplaza-miento retóricos. En tanto lenguaje, el inconsciente antecede y trascien-de a los sujetos que, por consiguien-te, devienen sujetos del enunciado; prisioneros del mundo simbólico, insalvablemente divididos, aliena-dos, dispersos, deseantes.

El giro discursivoSin dudas, el gran desafío foucaul-

teano ha consistido en “pensar lo impensado”, es decir, en pensar las condiciones de posibilidad de los discursos y saberes de cada época. He aquí, por consiguiente, el gran in-terrogante de Michel Foucault: ¿por qué ciertos enunciados, discursos y objetos del saber han emergido en determinada época y no en otra? Y para intentar resolver semejante for-mulación, el pensador francés em-prende una verdadera “arqueología del saber” que le permitirá adentrar-se en espacios inexplorados, trazar los mapas de lo pensado, establecer las condiciones epistémicas de dicha emergencia. Foucault se detendrá menos en los “progresos de la ra-zón” que en sus exclusiones (el loco, el enfermo, el anormal, el delincuen-te); menos en las continuidades que en las mutaciones, los azares, las dis-continuidades. En tanto exhumación y registro, la arqueología procurará determinar las condiciones del sa-ber, aquello que en una época defi-nida resulta “decible”. El arquéolo-go del saber se constituye, entonces, como un archivista que rastrea las reglamentaciones, normativas, con-cepciones, principios ordenadores y prescripciones que posibilitaron la emergencia y desaparición de los discursos y saberes de una época.

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que no pocos de sus críticos prefi-rieron pensar a esta última como un giro de su pensamiento, nosotros preferimos abordarla como una mi-rada más atenta, más afinada y más compleja respecto de una misma problemática: la producción de su-jetos, discursos y saberes.

El giro deconstructivoFrente a un estructuralismo rígido

que restringirá hasta el límite mis-mo de la imposibilidad, la produc-

La pregunta arqueológica es la pregunta por las condiciones de posibilidad, por el modo (y el or-den) en que se con-figuran los dis-cursos (y los saberes, y lo pensable, y lo decible), por el fondo que los moldea y articula, por el a priori que recorta el campo de lo posible y define su modo de ser. Y es esta estructura subyacente del saber lo que Foucault denomina episteme. De esta forma, las preocupaciones del archivista se desplazan (aunque de un modo apenas perceptible) del terreno de la lengua al de los dis-cursos, de la gramática a la episteme. Abordar la problemática tanto de las palabras como de las cosas (y, por supuesto, también de los hombres) requerirá la determinación de todas aquellas condiciones/configuracio-

n e s / p r i n -cipios nor-m a t i v o s /códigos or-d e n a d o re s que permi-tieron, en determina-da época, p e n s a r l a s , d e c i r l a s , p r o d u c i r saberes res-pecto de ellas.

Poco, muy poco tardará Foucault en advertir que la pregunta por el saber r e s u l t a b a inescindible de la pre-gunta por el poder; es decir, en en-tender que su arqueolo-gía del saber podía tra-ducirse per-fectamente como una genealogía del poder. Aun-

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das estructuras de la episteme de Oc-cidente fundada en la centralidad del telos, el logos, la voz (phoné) y el falo (es decir, de un pensamiento teleo-logo-fono-falocéntrico) consistía en habitar los márgenes, asumir los riesgos de los territorios inseguros, resistir las violencias de la clau-sura, convivir con los fantasmas, eludir las trampas de la identidad, abrirse a la venida de los otros. No se trata de un pensar como “alma bella” que desconoce o huye (como si esto, además, fuera posible) de

las determinaciones del logos meta-físico; sino, por el contrario, de un pensamiento peligroso que violenta incluso sus propios presupuestos, que evita suturas tranquilizadoras, que hace estallar las fronteras y desquicia las cronologías; un pen-samiento que está, desde siempre, en deconstrucción.

El giro vitalistaGilles Deleuze también disparará

contra eso que denomina “mode-lo representacional”, “imagen del pensamiento” o “sentido común”, como instancia organizadora y mediadora de lo múltiple (de lo no-órgánico, del “cuerpo sin órga-nos”) en virtud de ciertas operacio-

ción de diferencias, de irreductibles singularidades, y de acontecimien-tos imprevisibles e incalculables, Jacques Derrida propondrá una gramatología de la huella, la decons-trucción y la hospitalidad. Para ello, deconstruye el edificio estructural incapaz, según él, de trascender las fronteras binarias de la metafísica. Su polémica afirmación de que “no hay nada fuera del texto” (que cau-sara estupor en las mentes bienpen-santes de la intelligentzia europea) no aludía a una absurda subestima-ción de “lo real” (siempre reticente a la simbolización) sino a la impo-sibilidad de pensarlo más allá de la estela de la inscripción, el rastro, la marca; más allá del trabajo de la huella. Su modo de burlar las rígi-

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nes ordenancistas: la identidad del concepto, la oposición (negatividad) que permite constituirlo como tal, la analogía en el juicio y la semejanza en la percepción del objeto. De este modo, el pensamiento de la repre-sentación/reconocimiento delimita, controla, domina la diferencia (ver-dadero a priori), gradúa la intensi-dad, iguala, homogeneiza, violenta. La filosofía dialéctica -según De-leuze- lejos de liberar lo diferente, garantiza que quede atrapado, ya que sólo puede pensar lo otro en los términos de la negatividad, es decir, en relación con lo mismo/lo idén-tico. Precisamente por ello, el autor de Mil mesetas propone un pensa-miento liberado de la representa-ción, la identidad y la negatividad; un pensamiento de lo múltiple que consiga afirmar lo diferente, que diga sí a la divergencia; un pensa-miento que no se ocupe de respon-der dialécticamente sino de pensar problemáticamente; un pensamien-to no categorial, danzante, genital, afirmativo; un pensamiento teatral del loco devenir.

El giro filosóficoLa idea de “giro lingüístico” (acu-

ñada, aparentemente, por el filósofo Gustav Bergmann), suele ser aso-ciada con la expresión “koiné her-menéutica” enarbolada por Gianni Vattimo para aludir a aquella “len-gua común” utilizada por los here-deros de los “últimos” Heidegger y Wittgenstein. Podríamos decir, sin temor a equivocarnos, que toda la filosofía europea de la segunda mi-tad del siglo XX estuvo signada por las preocupaciones derivadas de la lengua y el lenguaje, y más espe-cíficamente, por aquellas elabora-ciones (como las que acabamos de desarrollar) que nos permiten pen-sar a la lengua no ya como medio/instrumento sino como mecanismo productor/estructura apriorística/ organización interna que condicio-na, “obliga”, permea, nuestra rela-ción con el mundo. Incluso, para los más osados, dicha instancia es la que crea tanto al mundo/la reali-dad como a los sujetos parlantes; de

modo que los límites del lenguaje constituyen los límites del mundo: el ser y la lengua devienen una y la misma cosa.

Así, los pensadores del giro ve-nían a desterrar cualquier esperan-za metafísica fundada en la preten-dida existencia de una relación con las cosas anterior a la nominación. Ningún “real”/mundo/cosa tiene existencia fuera de la lengua; nin-gún objeto/hecho podrá, entonces, exigirle a la lengua un “acto de jus-ticia” (tal como reclamaba Benjamin para los vencidos, para las voces sepultadas, para las ruinas que iba arrojando el huracán arrasador del cortejo triunfal). No habrá ya ningún lenguaje (político, ético, ideológi-co) capaz de intervenir sobre/en “lo real” ya que la lengua (es decir, los discursos, las interpretaciones, las enunciaciones, los combates lin-güísticos) es, en sí y por sí, la única forma posible de intervención.

Pero el giro lingüístico es, también, el corolario de una imposibilidad, el correlato de la impotencia para dar cuenta de “la catástrofe del mundo” (en un siglo signado por las gue-rras, los campos de concentración y exterminio, y los bombardeos sobre poblaciones indefensas). La filosofía enmudece tras el espanto de Auschwitz, y su silencio traduce la crisis del “modelo representacio-nal”. El verdadero e imperdonable “pecado” del giro no fue, entonces, haber advertido la crisis terminal de dicho paradigma filosófico, sino hacer del lenguaje su única y abso-luta preocupación, seguir pensan-do como si Auschwitz no hubiese tenido lugar, es decir, transformar la tragedia de un dolor y un horror impronunciables, en la farsa de una conjura imposible.

¿La oportunidad para una lápida?

En nuestro país, estas vicisitudes filosóficas y cognitivas (y, por consi-guiente, políticas) se cristalizaron en un debate entre la persistencia de la

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se fundaban. Pero el problema sur-ge cuando esa sospecha se traduce en abandono liso y llano del pensa-miento marxista, aun coincidiendo en que “el entero edificio discursivo del marxismo” debiera ser revisado.

Incluso compartiendo la obsoles-cencia de la teoría del valor-trabajo y de los análisis de Lenin sobre el imperialismo, ¿podríamos con-cluir que han desaparecido las es-trategias imperialistas, la relación capital-trabajo, o la explotación (es decir, el capitalismo)? Si pudiéra-mos demostrar que vivimos en un

mundo pos-capitalista (sin capital, ni explotación, ni fetichismo de la mercancía), debiéramos plantear-nos (no somos tan necios) el reem-plazo del marxismo por una teoría original capaz de dar cuenta de ese novedoso y extraño fenómeno. Pero a juzgar por la contundencia del derrumbe de las “economías” europeas y norteamericana, y por el reciente boom editorial de los textos marxianos, no creemos que sea éste el momento más adecuado para in-sistir con aquella prisa post.

Admitir que las formas de orga-nización económico-social resul-tan insuficientes (y, en ocasiones, inertes o inconducentes) para comprender los complejos labe-rintos de la cultura, la etnia, el deseo, el derecho o el género (el pluralismo de las múltiples de-terminaciones), ¿nos condena a emprender presurosamente la huida del marxismo? El hecho de que el marxismo tenga que apelar a otros ámbitos no-mar-xistas del saber para producir alguna propuesta teórica cohe-rente, nos induce a pensar no tanto en una fuga, como en la potencialidad de una amalga-ma o un cruce creativo y he-terodoxo.

Una cosa es revisar hasta el hartazgo algunas catego-rías que se han vuelto ana-crónicas (y desecharlas o remplazarlas) y otra muy distinta es desestimar un corpus teórico con la certe-za de que todos sus saberes han demostrado su incon-sistencia. Si bien Terán ter-minó demostrando cierta disposición a no arrojar el niño junto con el agua sucia (proponiendo finalmente abordar al marxismo, fou-caulteanamente, como una “caja de herramientas”), el reclamo de un derecho a la huida contribuyó en mayor medida al exilio presuroso que al deseo de reflexionar sobre las inconsistencias

herencia marxiana y los intentos de huir de este paradigma pretendida-mente superado. Desde la revista Punto de vista, Oscar Terán (1983) nos sugería la posibilidad (plantea-da como un interrogante) de aban-donar la teoría marxista. Su nota, titulada sugestivamente “¿Adiós a la última instancia?”, atacaba, con razonable criterio, la obstinación de cierto marxismo por resolver todos los problemas, mediante el recurso del determinismo económico. “¿No habrá llegado también para el pen-samiento argentino de izquierda la oportunidad de reclamar el derecho al posmarxismo?”, se/nos pregun-taba Terán (ibíd.).

Pocos meses más tarde, José Sazbón (1983) condena-ba aquella prisa desatinada, y las debilidades teóricas de su urgencia lapidaria. Sazbón criticaba la adopción acríti-ca de algunas de las catego-rías más frecuentadas por Lacan, Foucault y Derrida para oponerlas a la idea de la “última instancia” que ahora resultaba enigmáti-ca y obsoleta. Así, lejos de refutar dicha noción, se impugnaba el conjunto de la teoría marxiana propo-niendo su abandono, es decir, el ingreso al (¿tam-bién enigmático?) posmar-xismo. La denegación del determinismo económico (por su “reduccionismo monista”) tenía como contrapartida una inte-ligibilidad también uni-taria y reductiva en que cada quien podría optar por escoger su propio fragmento de una totali-dad estallada.

Es muy cierto, como afirma Terán (1984) que los crímenes, el Gulag y los delirios burocráticos de los “regímenes socia-listas”, nos obligaban a sospechar de la teoría en que (pretendidamente)

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teóricas, los fracasos burocráticos y los horrores concentracionarios.

Quiebre cultural y nueva gramática

Este debate fue recuperado y re-creado en los 90, por las más desta-cadas revistas políticas y culturales de nuestro país (El rodaballo, Confi-nes, El ojo mocho, Conjetural). En este tiempo de batallas culturales, gra-máticas descoloniales y relatos ple-beyos, convendría revisar aquellos chispazos polémicos.

Los albores del siglo XXI, tan dramáticos para Europa como pro-misorios y esperanzadores para Nuestra América vienen a dar cuen-ta –al menos así lo entendemos- de las formas diversas en que fueron leídos/procesados/confrontados es-tos giros, o quizá debiéramos decir: este pensamiento (pos)hegemónico europeo de la segunda mitad del pasado siglo. Cuando la crítica de la verdad se convierte en la inexis-tencia de cualquier “momento de verdad” en tanto exigencia de jus-ticia; cuando la fascinación por la interpretación infinita se traduce en la imposibilidad de producir algún mínimo consenso comunicativo; cuando la crítica de los Grandes Relatos, en nombre de un ingenuo (o interesado) consensualismo, im-pide advertir el conflicto inherente a la vida social (y se priva de pro-

mover una intervención política a tal efecto); el resultado suele ser el abandono del campo de batalla, el exilio, el desentendimiento de una conflictividad que requiere de la participación (política), del compro-miso (social), de la transformación (cultural) y de la perpetua re-crea-ción y re-significación (gramatical). Cuando los intereses corporativos se sienten amenazados y se exacer-ban las resistencias conservadoras (tal como está ocurriendo en no po-cos países de nuestra región), nin-gún comportamiento resultará más torpe y desatinado que la huida, el nomadismo radical, o la solitaria in-dignación.

Durante la década del 90, como consecuencia de la aplicación de las recetas neoliberales, Nuestra Améri-ca se convirtió en el escenario privi-legiado de una combinación explo-siva y desoladora: concentración de la riqueza, apertura comercial, flexi-bilización laboral, privatizaciones, desempleo y pobreza crecientes, etc. Por su parte, los miedos de comuni-cación (que por estas mismas razo-nes se expandieron hasta ocupar es-pacios monopólicos u oligopólicos), en virtud de dicha posición domi-nante, se encargaron de promover y propiciar un paradigma cultural (sustentado en el racismo, el egoís-mo, la cultura del éxito, el espectá-culo y la frivolidad) que permitiera consolidar dicha transformación.

Así, la “función económica” de los medios (crecimiento ilimita-do de la rentabilidad empresaria) no pudo ocultar su contracara: la “función ideológica” encargada de convencernos sobre la necesidad e inevitabilidad del (neo)liberalismo económico. Gracias a este auxilio mediático tan contundente como inestimable, el aún resistente relato de los noventa (que renace con cada golpe de las cacerolas del norte porteño) nos viene a confirmar que ninguna metamorfosis (económica, social o política) podrá afianzarse si no produce, al mismo tiempo, una revolución cultural capaz de engen-drar una nueva gramática plebeya y descolonizada.

En Nuestra América, la episteme colonial configuró, estructuró y organizó nuestras cosmovisiones, miradas, percepciones, y los modos de pensarnos y relacionarnos con lo(s) otro(s); y logró resistir aun los más enconados embates redentores. Nuestras literaturas, ensayos, pe-dagogías y artes rupturistas apenas si consiguieron horadar esa férrea estructura epistémica. Pero en el siglo XXI, esta América multicul-tural, plurinacional, y, sobre todo, incondicionalmente hospitalaria, produjo un quiebre de insospecha-das dimensiones, que logró infligir,

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en dicha coraza civilizatoria, algu-nas grietas y fisuras a partir de las cuales (re)pensar la herida colonial, además de ensayar rumbos y ex-presiones inéditas compartidas por los pueblos de la región. La lengua y la cultura retornaban al campo de batalla. Comenzaban a asomar los primeros trazos inseguros aunque apasionantes de una gramática ple-beya descolonial y democrática, po-pular y plurinacional.

La lengua (es decir, esa gramática que es al mismo tiempo prisión y evasión, condena e irrupción, sutu-ra y exceso) ya no podrá pensarse, entonces, como la realidad/el mun-do/el ser/ tal como pretendieron absurdamente algunos cultores del giro; pero tampoco podrá ser abor-dada como el (hegeliano) “búho de Minerva” que siempre levanta su vuelo crepuscular cuando ya todo ha ocurrido, es decir, cuando sólo es posible nombrar/interpretar/decir aquello que efectivamente sucedió, en el mejor de los casos. Es cierto que, a veces, la lengua enmudece ante una materialidad que la exce-de, es decir, que las infinitas posibi-lidades de su articulación gramati-cal (eterno trabajo de la huella) no consiguen hacerle justicia al dolor, al horror, a la catástrofe, a las ruinas que acumula el huracán civilizato-

rio. Pero no es menos cierto que la lengua determina, formatea, condi-ciona e incluso produce “efectos de realidad” absolutamente inescindi-bles de aquello que (ingenuamente) suele pensarse como “los hechos desnudos”.

Nada más alejado de nuestra propuesta que desestimar la impor-tancia capital de las denominadas “condiciones materiales de exis-tencia” (léase, las vinculadas con la distribución de la riqueza, el siste-ma tributario, las políticas sociales, y las estrategias igualitaristas). Y sin embargo, resultaría absurdo su-poner que podrán alcanzarse la jus-ticia distributiva, la igualdad social y la posibilidad de una producción cooperativa sin un decidido com-bate cultural (y lingüístico) que, aunque siempre incesante, consiga producir algunos anclajes/consen-sos comunicativos y comunitarios. No habrá justicia para los pueblos originarios, ni derecho a la identidad de género o al matrimonio igualitario, ni expropiaciones, desconcentraciones o relatos populares, si no somos ca-paces de articular una gramática que nos permita nombrarlos, pen-sarlos, propiciarlos y aprehender-los de ese (nuevo) modo. El nuevo giro gramatical debe entenderse, entonces, como la necesidad de (re)poner a la lengua y a la cultura en el campo de batalla en tanto condi-ción indispensable para consolidar

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(y “hacer avanzar”, y radicalizar) las transformaciones económico-sociales que tímidamente comien-zan a insinuarse en este tiempo de despertar nuestroamericano. He aquí el presupuesto ineludible para ad-vertir el conflicto (político) allí don-de el bombardeo mediático reclama el diálogo y el consenso; para leer la exigencia igualitaria, allí donde el relato conservador alienta golpes de Estado y operaciones destitu-yentes al mismo tiempo que organi-za maratones “respiratorias” y arro-ja inofensivos globos de colores.

* Este texto es una versión resu-mida, corregida y adaptada, de una ponencia (en coautoría con Carlos Zelarayán) presentada en el Segun-do Congreso Internacional de Co-municación Pública de la Ciencia (COPUCI 2012), en la Universidad Nacional de San Luis (24, 25 y 26 de octubre de 2012).

Textos citados:

Barthes, Roland (1998): El placer del texto y lección inaugural, Siglo XXI, México.Sazbón, José (1983): “Derecho a réplica. Una invitación al postmarxismo”, en Punto de vista nº 19, diciembre, Bs. As. Terán, Oscar (1983): “¿Adiós a la últi-ma instancia?, en Punto de vista nº 17, abril/julio, Bs. As. _____(1984): “Una polémica posterga-da: la crisis del marxismo”, en Punto de vista nº 20, mayo, Bs. As.

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a apertura de este dossier, a cargo de Julia Aibar, propone una reflexión no contingente acerca de un aspecto clave en la profundización demo-crática y en la ampliación inédita de derechos que se abrieron en 2003. En efecto, la Ley se Servicios de Co-municación Audiovisual represen-ta un punto de inflexión decisivo, por lo que implica concretamente, no menos que por lo que transmite simbólicamente, pues el territorio en el que se libra este combate es, preci-

L samente, el de los miedos de comuni-cación, como los define —con acier-to— Claudio Véliz. Precisamente, del director de la revista es el vibrante ensayo “El otro giro lingüístico”, un auténtico acicate para reflexionar, en el sentido más preciso del término, es decir flexionar la idea hasta colocarla en el punto de partida, para volver sobre sus condiciones de posibilidad, acerca de un recorrido sugerente y disruptivo hacia una gramática otra, plebeya y nuestroamericana. Nuestros dos autores, con énfasis e intensida-

des diferentes, vuelven sobre una persistencia: intervenir en ese campo de batalla al que han retornado la cul-tura y la lengua, para disputar allí los infinitos sentidos en juego, y nutrir la esperanza de una nueva gramáti-ca, que hable una lengua profunda y apenas atisbada que, sin embargo, comienza a trazar los primeros palo-tes de su grafía, con la emoción apre-tada y la incertidumbre angustiante que atraviesa todo nuevo inicio. Aun cuando se trate del más perturbado-ramente esperanzador de cuantos nos hayan atravesado en largos si-glos de tragedias: tantos y tan abru-madores que hemos llegado a sentir-nos, en más de un episodio aciago, no mujeres y hombres buscando su des-

Por Carlos Zeta

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tino, sino meras cicatrices de un tiempo

imposible.

Las razones de una persistencia

Volver sobre el relato, para no elu-dir la palabra maldita, carece de toda inocencia. En nuestro caso, porque se propone como actitud irrenuncia-ble en la lucha por la construcción de sentidos, en una exigencia ética de restituir la significación profunda que representa el latido de un pue-blo que ha vuelto a tomar la calle y la palabra, para nombrar el futuro po-sible. En el caso del nuevo “progre-sismo reaccionario” (para rescatar un preciso oxímoron que propusiera Nicolás Casullo), en cambio, porque apenas si pueden disimular la para-doja bestial que los anima: condenar el relato con el único propósito de retornar a un único relato totalitario y totalizante: el que resumió la úl-tima década infame que padeció la sociedad argentina, es decir, el gran momento de su nostalgia agonizan-te: la década de los años noventa.

La manía contra el relato, la in-sistencia en condenarlo, entre otras cosas, revela la desesperación por construir, y por propiciar, que todo transcurra, precisamente, en ese territorio. Condenar el relato es el modo brutal de imponer aquel otro relato que nos hundió en una crisis abismal. Se trata de un empeño tes-tarudo, violento, impiadoso, por es-

conder, ocultar, evitar —a cualquier costo— la visibilidad de aquello que, de todos modos, es inocultable: las transformaciones estructurales que se han producido en los últimos diez años. Detrás de la neumática regularidad con la que machacan su retahíla, pretenden velar la política de derechos humanos, la recupera-ción de YPF, la reconstrucción del trabajo, la reestatización del sistema jubilatorio, el desendeudamiento, la formulación de una política latinoa-mericana de matriz emancipadora, la ampliación de derechos sociales, la asignación universal, la defensa del salario y del mercado interno, la ley de medios, el matrimonio iguali-tario, la restitución de su verdadera identidad a 107 nietos recuperados, el derecho (optativo) al voto a los 16 años. Para esta Alianza de la Nostal-gia, nada real ha sucedido en el país, todo no es sino un mero relato.

Esa grafía insoportableSin embargo, la grafía popular

que comenzaba a emerger en aque-llas inolvidables jornadas del Bicen-tenario, contribuyó, de manera deci-siva, a agrietar la coraza mediática, y la letanía de los miedos de comu-nicación, fue puesta en evidencia. Una lengua asediante convocaba y convoca a un desafío no sólo no contingente, sino estratégicamen-te decisivo por forjar otro giro lin-

güístico, es decir, produ-cir una nueva

gramática ple-b e y a y nuestraamericana.

Para ello es indispensable la conciencia plena de esta cir-

culación heterogénea y diversa, de este auténtico combate por el senti-do, en un modo cuya pluralidad esté a salvo de la deliberada e interesada distorsión de quienes pretenden im-poner otro sentido/otros sentidos, valiéndose del inmenso poder de la concentración mediática. La memo-ria es política por cuanto tiene que ver con la significación que otorga-mos a nuestro pasado reciente, pero además, porque alude al déficit de justicia, de verdad y de democracia que predominaron en aquellos años que ahora se revelan, no sin una piz-ca de dramatismo, como de la nos-talgia común, entre una derecha ran-cia, históricamente miserable, y el nuevo “progresismo reaccionario” que estaba más cómodo contra la co-rrupción superficial de la gran fiesta neoliberal, como catarsis anticipada de su propia miseria ética, con la que ocultaban sin pudores, el abismo es-tructural al que nos llevaba aquella orgía de la vergüenza.

Quizás haya que volver a la fanto-logía derridiana, en tanto desquicio del triste propósito tranquilizador de las conciencias sistémicas, puesto que allí, además de intimar a un ele-mental sentido de responsabilidad, se asfixia toda estrategia. Incluso asumiendo la heterogeneidad radi-cal y necesaria de una herencia. Aun cuando seamos (y lo somos, en más de un sentido, en todos los sentidos presentes y ausentes) conscientes de la imposibilidad de reunir una herencia, aun entonces, el llamado a intervenir en la batalla, asumir no

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tanto y no sólo el derecho a pugnar, sino entender la obligación de com-batir con los fantasmas para construir el sentido último del relato colectivo, es el insoslayable deber ético que no podemos ni queremos eludir. ¿Cómo contribuir, si no, a la escritura de una historia social y cultural de la Argen-tina sin asumir con coraje y determi-nación la exigencia de esta hora?

En La crítica política y los descentra-mientos de la memoria, Sergio Caletti reflexiona sobre los dos relatos “so-cialmente producidos” en los años posteriores a la dictadura (“teoría de los dos demonios” y “teoría de las víctimas inocentes”) y puntualiza, como rasgo común, que ambos des-pejaban el camino para que la socie-dad “se autoexcluyera”, es decir, se pusiera al margen de los hechos.

Las interpretaciones que preva-lecen en la extensa superficie social configuran, desde este punto de vis-ta, una pieza narrativa más de aquel discurso general del “yo no sabía nada” que, durante largos años, cau-sara en tantos sobrevivientes un des-asosiego apenas menor que el geno-cidio mismo.

Escribir lo imposibleLa corporación mediática fabrica

un presente sin futuro. Construye un presente que pretende bastarse a sí

mismo. Apagan premeditadamente el pasado, la conciencia histórica, redu-ciéndolo a las formas de sus propios intereses, y de los intereses que esas corporaciones representan. El pasado deja de ser, así, parte de la memoria, de la historia, y se convierte en una miserable operación. Y un pasado así no puede alumbrar el presente, ni rela-tivizarlo, ya que no nos permite tomar distancia de lo que estamos viviendo en lo inmediato, contribuyendo así a aplastarnos en un presente sin fondo, sin piso y sin horizonte. Pretende ci-mentar la alucinación posmoderna de la muerte de las ideologías y, sobre todo, de las utopías, porque ambas se vinculan, inexorablemente, con los tiempos de una construcción más lar-ga, más paciente, con voluntades co-lectivas que lleven sus manos a la ar-cilla, con una forma social y activa de la esperanza que se busca desalentar expropiando la relación con el pasado que nos provee la conciencia histórica. Y esto no implica, ni es nuestro propó-sito —todo lo contrario—, pretensio-nes de objetividad. Conviene, al res-pecto, tener en cuenta la indicación de Ernesto Laclau, “Toda objetividad es una objetividad amenazada. Si a pesar de esto ella logra afirmarse parcialmen-te como objetividad, esto sólo puede darse sobre la base de reprimir aquello que la amenaza. Estudiar las condicio-nes de existencia de una cierta identi-

dad social es equivalente, por lo tanto, a estudiar los mecanismos de poder que la hacen posible” (1993: 48).

Este debate guarda múltiples inte-reses. Nos importan, sobre todo, los intereses colectivos, que nos incluyen como pueblo. No será aquí y no será ahora que podamos detenernos en ello y, sin embargo, Honduras, Ecua-dor, Bolivia, Paraguay, los intentos destituyentes en nuestro país, no son alarmas que puedan pasarse por alto. Convocan la urgencia del cuerpo y de la lengua: la lucha por el sentido. Para batallar con los sospechosos de siempre, con los nuevos “progresis-tas reaccionarios”, y con los agitado-res de cacerolas VIP.

Roland Barthes decía: “La escritura empieza allí donde la palabra se pone imposible”. Escribamos, pues. En el papel, en las calles, en los cuerpos, en la historia, los nombres más bellos, más íntimos (porque son de todos), más hermosos de nuestros mejores sueños soterrados.

Bibliografía de referencia

Caletti, Sergio (1998), “La crítica políti-ca y los descentramientos de la memo-ria”, en Confines, Buenos, Aires, Nº 5.Derrida, Jacques (2002), Espectros de Marx. El estado de la deuda, el trabajo del duelo y la nueva Internacional, Editora Nacional, Madrid.Laclau, Ernesto (1993), Nuevas reflexio-nes sobre la revolución de nuestro tiempo, Nueva Visión, Buenos Aires.Mouffe, Chantal (2007), En torno a lo político, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires.

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UTN

Declaración del Consejo Superior de la Universidad Tecnológica Nacional

La sanción de la Ley 26522 de Servicios de Comunicación Audiovisual (LSCA) es, sin duda alguna, uno de los grandes logros de nuestra democracia.

En efecto, bajo el marco normativo previo, la autoridad de aplicación era completamente dependiente del Poder Ejecutivo, no se establecían reglas claras, transparentes y equitativas para la asignación de las frecuencias ni se generaban condiciones suficientes para la existencia de una radiodifusión verdadera-mente libre de presiones políticas.

Una de las principales respuestas que da la LSCA es el fomento del pluralismo y la diversidad de voces, a la vez que garantiza condiciones de igualdad en el acceso al debate público.

El fomento de la diversidad de voces y el pluralismo como presupuestos básicos del ejercicio del de-recho a la comunicación se han convertido en un desafío central frente a las lógicas de globalización, integración comercial y libre comercio.

El rol de los medios y los procesos de concentración de la propiedad, así como el análisis de las alianzas políticas y económicas y su impacto sobre los contenidos, definen un escenario en el que la intervención del Estado se vuelve imprescindible para garantizar el ejercicio del derecho a la comunicación, entendido como un derecho humano fundamental.

Al reconocer tres tipos de medios: comerciales, comunitarios y públicos, amplía la participación de instituciones, como la universitarias, por ejemplo. En el caso particular de la Universidad Tecnológica Nacional, con catorce radios extendidas por toda la geografía de nuestro país, permite adicionalmente la federalización de los contenidos.

Tomando en consideración lo arriba expuesto el CONSEJO SUPERIOR DE LA UNIVERSIDAD TEC-NOLÓGICA NACIONAL expresa la necesidad de contar con la inmediata aplicación de la Ley 26522 de Servicios de Comunicación Audiovisual. En este sentido, queremos recordar a la Corte Interamericana de Derechos Humanos: “Dado que son los medios de comunicación social los que sirven para materia-lizar el ejercicio de la libertad de expresión, de tal modo que sus condiciones de funcionamiento deben adecuarse a los requerimientos de esa libertad. Para ello es indispensable la pluralidad de medios y la prohibición de todo monopolio respecto de ellos, cualquiera fuera la forma que pretenda adoptar”.

Por la plena aplicación de la Ley de Servicios

de Comunicación AudiovisualPor iniciativa del MOGRAT, del MODOT y de la UNETE, que contó con el respaldo de

la Lista Celeste y Blanca, se presentó ante el Plenario del Consejo Superior Universitario de la Universidad Tecnológica Nacional un proyecto de Declaración respecto de la plena aplicación de la Ley 26522 de Servicios de Comunicación Audiovisual. En sus sesiones de los días 23 y 24 de Octubre y con 53 votos afirmativos y sólo 3 abstenciones, el Consejo Superior de la UTN aprobó la Declaración que compartimos con nuestras/os lectoras/es

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E

Un 10 de diciembre de 1948, la Asamblea General de la ONU aprobó la Declara-ción Universal de Derechos Humanos. Dos años después, dicha Asamblea invitó a todos los Estados y organizaciones interesadas a conmemorar, cada 10 de diciem-bre como el “Día de los Derechos Humanos”. El objetivo de dicha organización era obligar a todas las naciones a asumir el compromiso moral de cumplir y hacer cumplir una serie de normas contempladas en la Declaración de 1948.

Recién había finalizado la Segunda Guerra Mundial, con el consiguiente saldo de inédito horror, bombardeos sobre poblaciones civiles, muertos y heridos que se contaban por millones, campos de concentración y tortura, destrucción y arrasa-miento de campos y cultivos, y miles de otras tantas miserias naturales y humanas.

La libertad y la plena igualdad son consideradas los dos pilares esenciales de dicha declaración, que se detiene, muy especialmente, a subrayar las libertades civiles, culturales, étnicas, religiosas y sexuales, como instancias ineludibles para una vida digna en el marco del respeto, la apertura y la hospitalidad.

Nuestro país se prepara para celebrar un nuevo aniversario de aquella declara-ción universal, y lo hace con el orgullo de haberse convertido en un verdadero foro mundial de los derechos humanos (según la visión de la ONU y de miles de jueces y organizaciones internacionales de DDHH), además de venir aplicando, en los últimos años, políticas inclusivas y distributivas, y de haber conseguido la más alta cobertura social de toda la región.

DDHH

PreámbuloConsiderando que la libertad, la justicia y la paz en el

mundo tienen por base el reconocimiento de la digni-dad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana,

considerando que el desconocimiento y el menospre-cio de los derechos humanos han originado actos de barbarie ultrajantes para la conciencia de la humani-dad; y que se ha proclamado, como la aspiración más elevada del hombre, el advenimiento de un mundo en que los seres humanos, liberados del temor y de la mi-seria, disfruten de la libertad de palabra y de la libertad de creencias,

considerando esencial que los derechos humanos sean protegidos por un régimen de Derecho, a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión,

considerando también esencial promover el desarro-llo de relaciones amistosas entre las naciones,

considerando que los pueblos de las Naciones Uni-das han reafirmado en la Carta su fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana y en la igualdad de derechos

de hombres y mujeres; y se han declarado resueltos a promover el progreso social y a elevar el nivel de vida dentro de un concepto más amplio de la libertad,

considerando que los Estados Miembros se han com-prometido a asegurar, en cooperación con la Organi-zación de las Naciones Unidas, el respeto universal y efectivo a los derechos y libertades fundamentales del hombre, y

considerando que una concepción común de estos derechos y libertades es de la mayor importancia para el pleno cumplimiento de dicho compromiso,

La Asamblea General proclama la presente Decla-ración universal de derechos humanos como ideal común por el que todos los pueblos y naciones deben esforzarse, a fin de que tanto los individuos como las instituciones, inspirándose constantemente en ella, promuevan, mediante la enseñanza y la educación, el respeto a estos derechos y libertades, y aseguren, por medidas progresivas de carácter nacional e internacio-nal, su reconocimiento y aplicación universales y efec-tivos, tanto entre los pueblos de los Estados Miembros como entre los de los territorios colocados bajo su ju-risdicción.

A 64 años de la Declaración Universal de Derechos Humanos

Declaración Universal de Derechos Humanos10 de diciembre de 1948

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Oscuramente fuerte es la vidaAntonio Dal MasettoEl Ateneo, Bs. As., 2012

Impresionado por el montaje de Siempre es di-fícil volver a casa, el que-rido Osvaldo Soriano le preguntó a Dal Masetto cómo hacía para lograr-lo. Antonio no tuvo pe-reza en responder. Dijo que “una noche se sentó a la mesa con una dama-juana de vino y una caja de zapatos vacía. Sacó o copió todos los apuntes que había juntado en los fondos de los bolsi-llos, en los bordes de la

sábana y hasta en las paredes del departamento y dispuso cuatro pilas, como si fueran naipes. En una puso todos los apuntes que, se le ocurría, cabrían al personaje A; en otra los del B; en la siguiente los del C y en la última los del D. Planchó pacientemen-te los papeles con el dorso de la mano, los enrolló como a un matambre y ató a cada uno con un piolín. Después los metió en la caja de zapatos y la guardó en el armario hasta que le vinieran ganas de escri-

bir. El día que la pereza lo abandonó, metió la mano en la caja y empezó a sacar los rollos al azar. Perso-naje que salía, personaje que entraba en acción. `Es un método como cualquier otro´”, le dijo al final y sacó del bolsillo los arrugados apuntes que estaba juntando para su próximo libro. ¿Habrá repetido el método para Oscuramente...?

Un alma octogenaria, estrujada por la nostalgia y asaltada por las ausencias, habla con una lengua arra-sada pero cristalina, de su vida toda, dejando caer, suavemente, cada episodio, como si fuera pasando las cuentas de un rosario.

“Sólo queríamos cosas simples, trabajar, educar a los hijos, cuidar nuestra casa. ¿Por qué habría de sernos tan difícil?”. Desde un pueblo de la provin-cia de Buenos Aires, Agata se sumerge en un viaje al pasado, que la lleva a su pueblo natal en el norte de Italia, a principios de siglo. Desde ese punto co-mienza a narrar la historia de su vida y de su fami-lia, con la parsimonia y la fluidez de un arroyo de montaña. A lo largo de las páginas su voz y su mira-da van delatando con sutileza el paso de los años y el cambio de niña en adolescente y luego en mujer, la muerte de los seres queridos y el comienzo del amor, el estallido de la Primera Guerra, las luchas obreras, el advenimiento del fascismo, la resistencia partisana en la Segunda Guerra y, especialmente, el paso del tiempo: los inviernos y veranos que se suceden sin que nada, aparentemente, cambie en la vida del pueblo, hasta el momento definitorio de cerrar la casa para siempre y embarcarse hacia América.

Esta reedición viene a confirmar que se trata de una novela de lectura imprescindible (Carlos Zeta).

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Cuando Nicolas Truong invitó a Alain Badiou a participar de un diálogo público sobre el amor (en el marco de la serie “Teatro de las ideas”), este último no dudó ni un instan-te en decir presente. Y gracias a esta feliz coincidencia, el libro que aquí presentamos constituye “una versión más completa y profunda” (tal como Badiou lo expresa en la Presentación) de aquel diálogo exquisito.

Poco a poco, el autor de El ser y el acontecimiento, se despacha contra todas las variantes filosóficas, estéti-cas y comerciales del amor, desde el platonismo hasta el “coaching amoroso” que promociona un amor sin riesgo ni sufrimiento. Así, con sobrados argumentos, Badiou pole-miza con las concepciones liberales, libertinas, románticas, religiosas, éticas y psicoanalíticas.

Frente al egoísmo del goce, y contra la seguridad con-tractualista, el autor propone la necesidad de “reinventar el riesgo y la aventura” del amor, de “experimentar el mundo a partir de la diferencia y ya no solamente de la identidad”, de “presenciar el nacimiento de un mundo”. El presupuesto del amor es la disyunción, la separación, la di-ferencia, la existencia de un dos. Y su instancia fundacional es siempre un encuentro azaroso (entre dos diferencias), un acontecimiento imprevisible e incalculable. Es esta sor-presa la que desencadena una construcción, una experien-cia compartida ya no desde el punto de vista del Uno sino desde la exigencia irreductible del dos. Por esta razón, el amor no debe con-fundirse (y no hay nada de ingenuo en esta conceptualización) con una fusión que consagraría, una vez más, el triunfo de la unidad, de lo uno, de lo idén-tico. El amor es, entonces, un “procedimiento de verdad”, la verdad del dos como verdad de la diferencia.

En tanto “escena del dos”, no podemos contentarnos con abordarlo a partir del encuentro azaroso, sino también del proceso, la duración, la construcción cotidiana. Y duración, aquí, no implica la promesa de eterna felicidad ni la ex-

tensión del contrato “hasta que la muerte los separe”, sino fijación del azar, invención de una nueva temporalidad, de un tiempo hasta entonces desconocido, irrupción de la eternidad. Así, la (re)invención del amor supone una (re)invención de la vida misma. La fidelidad no consiste, por lo tanto, en la (auto)prohibición de cualquier otra relación corporal (no hay en Badiou nada que se parezca a una mo-ral) sino en el triunfo cotidiano sobre el azar, en la perpetua reinvención de la duración, en el repetido (y siempre dife-rente) nacimiento del mundo.

“Amor y política” y “Amor y arte” quizá constituyan los dos capítulos mejor logrados de todo este texto-conversa-ción cuya lectura recomendamos enfáticamente a nuestros lectores. Pero nos interesa destacar, muy especialmente, las conclusiones finales de este diálogo, por tratarse del momento más polémico, e incluso, en cierto modo, des-concertante para muchos de nosotros. Badiou nos está hablando en el contexto de la Francia reaccionaria y racis-ta de Sarkozy; de un país que afirma su identidad en la hostilidad contra el inmigrante extranjero. Y cuando es la lógica de la identidad la que se impone, el amor (en tanto instancia diferencialista) se ve indefectiblemente amenaza-do. Si bien –como acabamos de sugerir– Badiou se ocupa de señalar claramente los rasgos diferenciales del amor y la política (por un lado, el dos, la diferencia creadora y el triunfo sobre el azar; por el otro, la existencia del enemigo, la potencia del colectivo y el imperativo de la igualdad), parece contentarse con oponerle a la catástrofe civilizatoria de la Europa de su tiempo, la defensa del amor en lo que tiene de transgresor y heterogéneo, en lo que tiene de aper-tura hacia la diferencia como forma de burlar la lógica de la identidad. En cualquier caso, y polémica mediante (y ne-cesaria), es un libro original e imprescindible para repensar el amor como encuentro y duración, como acontecimiento y construcción, como riesgo y aventura (Claudio Véliz).

Los elegidos de La tela

Elogio del amorAlain Badiou y Nicolas TruongPaidós, Bs. As., 2012

Agradecemos a a Paidós el envío de sus novedades editoriales

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Los elegidos de La tela

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Mujer originariaPaula FerréCanto de todos. Argentina 2010www.paulaferre.com.ar

Paula Ferré es una de las más talentosas trovadoras de este tiempo nunca tan nuestro, o mejor dicho, nunca tan “nuestroamericano”. Su repertorio se inspira en la trova rosarina y en la cubana, pero también en la obra de compositores de la talla de Serrat, León Gieco, Víctor Heredia o Charly García. El folclore, el tango, el jazz y la “nueva canción latinoamericana” se conjugan a la per-fección en las cuerdas de su guitarra y en la magia de su voz. Su música abreva en cuestiones vinculadas con la identidad, las pasiones, las problemáticas sociales; es de-cir, en “lo que nos pasa, nos falta o nos duele”. Amante del barrio y los encuentros, inició su periplo musical en clubes y sociedades de fomento. Y sin haber abandonado jamás sus apegos barriales y su compromiso popular (y quizá, justamente por ello) hoy es admirada y valorada por muchos de sus grandes maestros. Ha sido invitada a cantar con Mercedes Sosa, León Gieco, Víctor Heredia, Daniel Viglietti, Cecilia Todd, Vicente y Santiago Feliú, Teresa Parodi y nuestra querida Chiqui Ledesma (quien nos deleitara con su música el año pasado, con motivo de la celebración del quinto aniversario de La tela).

Además de sus participaciones en discos de otros compositores, Paula grabó tres discos independientes: Por Buenos Aires (1997), Una guitarra, un sueño y una voz (1999), y esta joya que presentamos aquí, un homenaje a la mujer originaria (2010). Además de sus músicos, co-laboraron con Paula en este disco, Teresa Parodi, Pablo Fraguela, y un coro de niños encantadores (entre quie-nes se destacan sus hijos) que la acompañan para cantar una versión (bonus track) de la canción que da nombre al disco.

Y con motivo de esta última producción, Vicente Feliú, su verdadero padrino artístico, le dedicó unas palabras que nos ahorran mayores comentarios al res-pecto: “Canciones propias y de otros autores que ha hecho indudablemente suyas creo que la convierten en una voz fundamental entre los trovadores latinoamericanos de to-dos los tiempos. Sus interpretaciones la sitúan entre las im-prescindibles. Sus canciones tienen de un amplio entorno sonoro que las hace impurísimas, como felizmente deben ser las buenas canciones, y con un estilo cada vez más suyo aunque recuerde tanto. Homenajes diversos, implícitos o no, redondean el espectro de las ideas de esta mujer humil-de y solidaria con la nobleza. Y para dejarnos definitiva y absolutamente seguros de adónde quiere llegar con su es-peranza, pone en bocas del futuro, los niños, la canción con fundamento. Esta es la Paula que tenemos en este especial disco. Y por lo excelente compañera que es, logra acompa-ñarse de músicos y personas especiales que han hecho lo suyo desde lo más esencial de ellos mismos. Felicidades a todos los implicados”. Sólo nos resta, a quienes hacemos La tela, decirte gracias, Paula, por esta pequeña gran maravilla que nos regalaste (Claudio Véliz).

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¿Es cierto que los argentinos descendemos de los bar-cos? ¿Son los paraguayos, peruanos o bolivianos los responsables del desempleo en la Argentina? ¿Fuimos la nación más europea de América Latina? ¿Brasil o Chile saben el camino y la Argentina se equivoca? Alejandro Grimson hurga en el imaginario argenti-no para desentrañar cada uno de los mitos sobre los que se construye esta argentinidad tan contradicto-ria e intensa que le pone trabas a la construcción de una sociedad plural. La búsqueda intelectual, llevó a Grimson de la militancia política y social en el colegio secundario, a empezar “de grande” la carrera de Cien-cias de la Comunicación para terminar siendo máster y doctor en Antropología Social, y especializarse en la reflexión y producción teórica acerca de temas como la inmigración, la patria, la construcción de la identidad y lo multicultural. “Rastreando la vocación, el camino que hice tuvo y tiene mucho que ver con procesar mi historia personal: el abuelo de mi papá era un pastor protestante que se cree que era hijo de un cura y el de mi mamá un rabino judío. De ahí tengo una familia muy judía europea por un lado y una muy inglesa por el otro. ¿Cómo no relacionar eso con el hecho de que todo mi trabajo gira alrededor de la relación entre las culturas?”.

Aquí hay un original ejercicio de introspección: ofre-ce una lista abierta de mitos y los revisa uno por uno para hacerlos “caer”, para que muestren lo que tienen

de vulnerable, de falso, de argumento insostenible, de repetición machacona. No importa que los mitos sean de derecha o de izquierda, religiosos o laicos, patriote-ros o extranjerizantes: son bombas de tiempo que hay que desactivar para que el rompecabezas argentino se organice sobre bases plurales y para que el debate pú-blico no quede encerrado en Mitolandia.

El libro se pone enfático acerca del racismo. “Has-ta que no podamos asumir que este es un país con un racismo social muy profundo va a ser muy difícil avanzar hacia una sociedad integrada”. Otro capítulo particularmente inquietante es el de las formas, pues lo espacial y lo temporal aparecen acá “afectados” en la cultura política por nuestra historia. Un ejemplo de ello es la dicotomía entre Capital e interior, que, en alguna medida, contiene todas las dicotomías. Basta considerar, por ejemplo, que en la Argentina hay dos días de la Independencia: uno para la Capital y otro para el interior.

Pensar en este aporte de Grimson nos lleva a re-flexionar acerca del proceso cultural en curso, como un marco que estimula producciones y reflexiones de este tipo. Mitos que hacen crisis, precisamente porque emergen otras fuerzas culturales.

Al revés de lo que puede suponerse, el libro está atravesado por la esperanza. El propio autor dice estar convencido de que somos un país que tiene todo para ser una potencia mundial. Así sea (Carlos Zeta).

Mitomanías argentinas. Cómo hablamos de nosotros mismosAlejandro GrimsonSiglo XXI, Bs. As., 2012

Los elegidos de La tela

Agradecemos a a Siglo XXI el envío de sus novedades editoriales

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Amigo Claudio: Ya te mandaré una carta agradeciéndote va-rias cosas muy interesantes y movilizadoras del # 16 de La tela. Por lo pronto te comento que hoy (martes 7 agosto) en nuestro en-vío “La Palabra Invicta” (programa semanal dedicado a la literatura) leeré íntegramente la nota “Intuición y Ciencia” de Eduardo Julio Gicqueaux. Lo pueden escuchar por Internet:http://stream2.hdime.com/start/fmorigen/Gracias por “abrirnos” el balero... ya te es-cribiré mejor. Estamos también en Facebook: Origen Areco.Abrazo.Dr. Gabriel EterovichDirector de Contenidos - PropietarioFM Origen Areco 7 de agosto de 2012

Correo de lectores

Claudio:No tengo el gusto de conocerte en perso-na, aunque creo que sí de otro modo —tal vez más importante— que proviene de leer tus trabajos en La tela.Precisamente me he decidido a escribirte, luego de leer tus notas, pero más preci-samente aún luego de leer la nota sobre el Flaco (“Ruido de magia”), en el número de mayo, que llegó tal vez algo demorado a nuestra Facultad Regional Rosario.Allí, he descubierto muchas coincidencias de ideas y de experiencias, y hasta de generación.Por eso quiero hablar en nombre del grupo al que pertenezco de la FRRo, presentarte brevemente nuestro trabajo y ofrecerte cualquier aporte a la revista que creas conveniente (...) Quedamos enton-ces a tu disposición, podemos escribirnos y aclarar cualquier otro aspecto que sea necesario.

Un abrazo.Ing. Juan SalernoUTN - FRRo 28 de agosto de 2012

Lic. Sebastián E. PuigSecretario de Cultura y Extensión UniversitariaUniversidad Tecnológica NacionalDe mi mayor consideración:Quiero agradecer en nombre de las Abuelas de Plaza de Mayo la revista La tela de la araña, edición N° 16, enviada a nuestra institución. Consideramos que trabajos tan especiales como éste son un aporte muy valioso para el futuro de nuestra amada Argentina. Por ello enviamos nuestras felicitaciones a todos aque-llos que elaboran tan importante material.

Saludos cordiales.Estela B. de CarlottoPresidenta – Abuelas de Plaza de Mayo12 de mayo de 2011

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“La gente que yo conozco. Los intelectuales que caminan por la misma vereda de la gente. Los obreros, los trabajadores, los panaderos. La gente. Y después está lo otro, que es el mundo que yo no conozco y que nunca me animaré a contar. Porque no sabría cómo hacerles colocar los cubiertos sobre la mesa. Las familias muy poderosas. Lo popular, en cambio, es la gente, la que transita”.

Hasta siempre, maestro

Sobre qué es lo popular al ser entrevistado por el diario Tiempo Argentino el 21 de agosto de 2011.

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obre el cierre de edición de este número de la revista, nos sacudió una de esas noticias que llegan de boca en boca y hacen que —para quien la recibe— el tiempo se detenga por unos instantes: “¿Viste que se murió Favio?”. Sabido es que su estado de salud no era auspicioso, pero se trata de esas partidas que, no importa cuán previsibles sean, nos dejan perplejos.

No es la intención de estas pocas líneas hacer un homenaje a quien en vida nunca fue demasiado afecto a ellos, si bien —tal vez por pura humildad— tampoco los rechazaba, sino que los recibía con profundo agradecimiento. En el próximo ejemplar de La tela esperamos tener la oportunidad de dedi-carle algunas páginas a su obra. En este momento, de seguro movidos por la emoción, queremos compartir algunas pala-bras y, si es posible, invitar a una reflexión.

Por cariño y por respeto, no queremos retratarlo con pa-labras y formas gratuitamente complicadas, justo a él que como pocos artistas demostró que con un estilo sencillo y despojado se podía —y de qué forma—, llegar hasta el mis-mo hueso y, sin más, dejar el testimonio para quien quisiera recogerlo. Su niñez lejos de las luces de la gran ciudad, un temprano contacto con el mundo artístico a través del radioteatro, los primeros pasos en la actuación, su luz descubierta por Torre Nilsson, las primeras películas. La mesa es-taba servida para que Leonardo Favio, que compensaba con creces su falta de forma-ción sistemática con talento, hiciera suyos los cánones del ambiente y se proyectara como un gran director de cine. Pero no fue ese el camino elegido por Favio. Claramente fue otro, y no porque no llegara a ser un gran director, si de hecho para no-sotros y otros muchos —vale aclarar que lo

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decimos desde el lugar de admiradores de su obra y no de críticos— fue el más importante que ha dado este suelo. Fa-vio supo hacerse de todos los recursos que el medio le ofrecía para ponerlos al servicio de su creatividad, pero sin dejar de ser lo que él era: un artista popular.

Hoy, en un tiempo en el que Latinoamérica ve a lo popular ganar presencia, y con singular fervor la política trasciende los acotados límites de la mera administración para reunir-se con la cultura, los valores y los anhelos de las mayorías, nos conmovemos con la partida de este maestro que atrapó con su cámara la vida cotidiana, las alegrías y la tragedia de su país, quizá como ningún otro colega suyo. Su formación autodidacta no fue una limitación, y recursos técnicos no le faltaron, simplemente tomó mano de ellos en la medida en que los consideró necesarios. También en su cine se aprecian innovaciones, algunas tan sencillas pero medulares como la utilización del voseo en los diálogos. Personajes del mundo popular que hablaban como habla la gente corriente, algo hoy naturalizado, pero que no era poca cosa en aquel entonces.

Leonardo Favio fue cineasta, pero también fue cantor y fervo-roso militante peronista, de esos que llegaron a la política con

la marca de las propias privaciones padecidas y que hicieron suyo ese mundo por su capacidad concreta de paliar las de sus semejantes, que no habían sido como él elegidos por el destino. Su enfoque trasciende sin soslayar lo autorreferencial, alcanzando ese lirismo que impregna sus películas y que tanto emociona. Peronismo, sueños y grandes frustraciones popu-lares, cómo no juntar aquello que desde hace tantos años se resiste a ser separado.

Su militancia política se forjó, al igual que su obra, en un cons-tante ir y venir entre su particular sensibilidad y los avatares del tiempo que le tocó vivir. Su gran humanismo y su singu-lar religiosidad nos pintan también a este hombre de increíble ternura, que supo sostener su coherencia hasta el final. En él encontramos de forma tan accesible ese potencial que puede desplegar la cultura popular cuando, además de levantar las banderas de la resistencia, construye desde la práctica, y con un método austero pero no por eso simple ni simplista, un universo de representaciones que constituye, ni más ni me-nos, una versión de la historia que disputa pasado, presente y futuro, con otros relatos que gozan de todas las ventajas que supone ser concebido desde y para el poder.

Reivindicó lo popular con ese talento que tienen unos pocos, y con palabras que están en boca de las muchedumbres. Se fue un artista que, como se suele decir, aunque nunca más justo que en esta ocasión, fue fiel a sí mismo. Con esa autenticidad del que sencillamente no comprende cómo podría ser de otra manera. Será por eso que tanta gente lamenta su partida. Un gran argentino ha muerto, la Patria Grande está de luto.

“Yo no soy un director peronista, pero soy un pero-nista que hago cine y eso en algún momento se nota. En ningún momento yo planifico bajar línea a través de mi arte, porque tengo miedo de que se me escape la poesía. En cambio, yo sé que aquello que hace a mi manera de sentir y de pensar, aquello que está en mis genes, va a aflorar en algún momento determinado a través de la estética” Leonardo Favio.

Lic. Sebastián E. PuigSecretario de Cultura y Extensión Universitaria

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“Uno la ve tan frágil, tan bonita, y parece mentira que tenga esa fortaleza de titán para enfrentar estos vendavales de mediocres, mezquinos y angurrientos que tanto pululan. Claro que ella camina confiada, porque la custodia el amor hacia la gente, que es el arma más poderosa que puede tener el ser humano. Yo le agradezco a Dios que me haya permitido ver esta etapa de mi país, que nunca pensé en llegar a ver. Porque yo conocí la etapa de la Primavera, cuando brotaron todas estas cosas

que parecía imposible que se repitieran. Además, ella va muy confiada al frente, porque sabe que va rodeada de los humildes, de los que no hacen barullo, pero sí tienen una capacidad muy grande de amar y de mantener en su memoria a aquellos que nos traicionan. Yo estoy feliz, feliz, feliz como cuando andaba de pequeño en mi pueblo, desnudo corriendo en el río con mis amigos. Feliz como en esa etapa. Además, logro permanecer en silencio en mi estudio pensando y pensando, sobre todo cuando me quedo trastabillando en una nueva escena para una nueva película, un nuevo sueño. Y medito en toda la gente que deambula por la calle, en toda esa gente que va confundida por la desinformación, por la mala intencionada de la desinformación. Pero a la vez digo que Dios sabe lo que hace y es justo. A los grandes mentirosos los vemos hacer el ridículo en los teatros, como corresponde. Mis mejores deseos para todos ustedes, que todos ustedes tengan una hermosa vida. Muchísimas gracias, señora Presidenta”.

Leonardo Favio. En ocasión del encuentro que mantuvo con la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, el 6 de noviembre de 2008 al presentar la película “Aniceto” en el Festival de Cine de Mar del Plata.

Fuad Jorge Jury, más conocido por su sobrenombre artístico Leonardo Favio nació en Las Catitas, Mendoza, el 28 de mayo de 1938. Podríamos decir que fue productor y director cinematográfico, guionista, compositor, cantante y actor argentino. Preferimos otra denominación que lo nombra como corresponde: artista popular.Sus películas Crónica de un niño solo y El romance del Aniceto y la Francisca son consideradas las mejores de la historia del cine argentino. En 2000, el Museo Nacional de Cine Argentino realizó una encuesta entre cien críticos, historiadores e investigadores de cine de todo el país. La consigna era «Cuáles son los 100 mejores films del cine sonoro argentino», dando como resultado Crónica de un niño solo el mejor film, con más del 75 por ciento de los votos. En 1998 la revista Tres Puntos (Argentina) hizo una encuesta a cien personalidades del ambiente cinematográfico (desde directores y actores hasta reflectoristas y escenógrafos) con la consigna «Elija las cinco mejores películas argentinas de la historia y el mejor director cinematográfico». La película ganadora resultó ser El Romance del Aniceto y la Francisca y Favio el elegido como mejor director, ambas distinciones por amplia mayoría.Como cantante fue uno de los precursores de la balada romántica latinoamericana en las décadas de 1960 y 1970, alcanzando el éxito en toda América Latina. Sus canciones han sido versionadas en más de catorce idiomas.Falleció el 5 de noviembre de 2012, de una neumonía agravada luego de estar varias semanas internado en una clínica de Buenos Aires.

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