la sombra chinesca

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La sombra chinesca

Georges Simenon

La sombrachinescaTtulo original: Le ombre chinoise

Traduccin: ngel Asensio

3I La sombra chinesca

7II Un tipo elegante

13III La pareja de Pigalle

21IV La ventana del segundo piso

29V La loca

36VI Cuarenta de fiebre

43VII Las tres mujeres

49VIII La enfermera

55IX El hombre de la pensin

60X Piezas de identidad

67XI El dibujo sobre la pared

ILa sombra chinescaEran las diez de la noche. Las verjas del jardn estaban cerradas, la plaza de los Vosgos desierta, con las huellas luminosas de los coches trazadas sobre el asfalto, el casto montono de las fuentes, los rboles sin hojas y los tejados, todos iguales, recortados sobre el cielo.

Bajo las arcadas, que forman un cinturn prodigioso alrededor de la plaza, pocas luces. Apenas tres o cuatro establecimientos. El comisario Maigret vio a una familia que coma en uno de ellos, rodeada de coronas mortuorias perladas.

Intent leer los nmeros colocados sobre las puertas, pero, apenas haba pasado por delante de la tienda de las coronas, una persona de pequea estatura surgi de la sombra.

Es usted con quien acabo de hablar por telfono?

Deba llevar mucho tiempo al acecho. A pesar del fro de noviembre, no se haba puesto ningn abrigo sobre el delantal. Su nariz estaba enrojecida, sus ojos inquietos.

A menos de cien metros, en la esquina de la calle Bearn, un polica uniformado estaba de servicio.

No le ha advertido? refunfu Maigret.

No! A causa de Mme. de Saint-Marc, que va a dar a luz Mire! Es el coche del doctor, a quien han llamado urgentemente.

Al borde de la acera, con todas las luces encendidas, haba tres coches estacionados. El cielo, por donde pasaban las nubes sobre un fondo iluminado por la luna, tena un color equvoco. Se dira que las primeras nieves estaban en el aire.

La portera se introdujo bajo la bveda del inmueble, iluminada por una bombilla de veinticinco bujas empaada por el polvo.

Le voy a explicar Esto es el patio Hay que atravesarlo para llegar a cualquier lugar de la casa, excepto a los dos comercios Aqu, a la izquierda, la portera No haga caso An no he tenido tiempo de meter a los nios en la cama

Eran dos, un nio y una nia, y estaban dentro de la cocina en desorden. Pero la portera no entr. Seal una larga nave de proporciones armoniosas que se extenda al fondo del patio.

Es all En seguida comprender

Maigret miraba con curiosidad a esta extraa mujercilla cuyas manos agitadas denotaban la fiebre.

Preguntan por un comisario!le haban dicho un poco antes en el Quai des Orfvres.Oy una voz apagada. Haba repetido tres o cuatro veces:

Hable ms fuerte No entiendo nada

No puedo Le llamo desde el estanco O sea que

Y era un mensaje a la desesperada.

Hay que venir en seguida a la plaza de los Vosgos, 61 S Creo que se trata de un crimen Pero no lo haga saber an

Ahora, la portera le sealaba los grandes ventanales del primer piso. Detrs de las cortinas, unas sombras iban y venan.

Es all

El crimen?

No! Mme. de Saint-Marc que va a dar a luz Es en el primero No es una mujer muy fuerte Comprende?

Y el patio era ms sombro an que la plaza de los Vosgos. Estaba iluminado por una lmpara adosada al muro. Se adivinaba la escalera detrs de una puerta de vidrieras. A un lado y a otro, varias ventanas iluminadas.

Pero, y el crimen?

Ver. A las seis, los empleados de casa Couchet se han ido

Un momento. Qu es eso de casa Couchet?

El edificio del fondo Un laboratorio donde se fabrican sueros Debe usted conocerlos Los sueros del doctor Rivire. :

Y esa ventana iluminada?

Espere Estamos a da 30 O sea que M. Couchet estaba all Tiene la costumbre de quedarse solo despus de cerrar Yo le he visto a travs de los cristales, sentado en su silln Mire

Una ventana sin cortinas. Una sombra extraa, como la de un hombre que se ha dejado caer sobre su mesa de despacho.

Es l?

S Hacia las ocho, despus de tirar la basura, he echado un vistazo Escriba Se vea muy bien su mano con una estilogrfica o un lapicero

A qu hora ha sido el crimen?

Espere! He subido para saber algo de Mme. de Saint-Marc He mirado otra vez al bajar Estaba como ahora, cre que se haba quedado dormido

Maigret comenzaba a impacientarse.

Y luego, un cuarto de hora ms tarde?

Estaba todava en el mismo sitio. Vayamos a los hechos

Eso es todo He querido cerciorarme He llamado a la puerta del despacho No han respondido y he entrado Estaba muerto Haba sangre por todas partes

Por qu no ha ido a la comisara? Est a dos pasos, en la calle Bearn

Hubieran llegado todos en uniforme Habran trastornado la casa Ya le he dicho que Mme. de Saint-Marc

Maigret llevaba las dos manos en los bolsillos., la pipa entre los dientes. Mir hacia las ventanas del primero y tuvo la impresin de que se aproximaba el desenlace, ya que la agitacin creca por momentos. Se oy cmo se abra una puerta; unos pasos resonaron en la escalera. Una larga y alta silueta se perfil en el patio, y la portera, tocando el brazo del comisario, murmur con respeto:

M. de Saint-Marc Es un antiguo embajador

El hombre, cuyo rostro no se distingua, se par, se puso en marcha, se par otra vez, observando todo el tiempo sus propias ventanas.

Le han debido echar fuera hace ya un rato Venga Bueno! An estn con su tocadiscos Y justo encima de los Saint-Marc. Haba una ventana ms pequea y peor iluminada en el segundo piso. Estaba cerrada y ms que orse, se adivinaba la msica de un gramfono.

La portera, delgada, nerviosa, con los ojos enrojecidos y las manos intranquilas, iba hacia el fondo del patio, indicaba un pequeo escaln, una puerta entreabierta.

Ya le ver, a la izquierda Yo preferira no entrar otra vez

* * *

Un despacho corriente. Muebles claros. Los muros de papel pintado.

Y un hombre de unos cuarenta y cinco aos, sentado en un silln, con la cabeza sobre los papeles esparcidos delante de l. Haba recibido una bala en medio del pecho.

Maigret escuch; la portera estaba todava fuera esperando, y M. de Saint-Marc continuaba dando vueltas por el patio. De vez en cuando, el estruendo de un autobs que pasaba haca ms absoluto el silencio que segua.

El comisario no toc nada. Se asegur de que el arma no haba quedado en el despacho, mir alrededor de l, durante tres o cuatro minutos, dando pequeas chupadas a su pipa; despus sali con aire contrariado.

Y bien?

La portera estaba todava all. Hablaba en voz baja.

Nada! Est muerto.

Arriba acaban de llamar a M. de Saint-Marc Haba mucho trajn en el apartamento; puertas que se cerraban de golpe, alguien que corra.

La seora es tan frgil!

Bueno! gru Maigret rascndose la nuca. Pero no es esto lo que nos interesa. Tiene usted idea de quin puede haber entrado en el despacho?

Yo? Cmo?

Perdn!, pero desde la portera usted debe ver pasar a los inquilinos.

Debera! Si el propietario me diese una portera decente y hubiera una iluminacin conveniente Ya es bastante si oigo los pasos y, por las noches, percibo las sombras Hay algunos pasos que reconozco

No ha notado nada anormal despus de las seis?

Nada! Casi todos los inquilinos han bajado la basura Est aqu, a la izquierda de la portera. Ve usted los tres cajones de basura? No tienen derecho a venir antes de las siete de la tarde

Y nadie ha entrado por la bveda?

Cmo quiere usted que yo lo sepa? Se ve que no conoce esta casa Hay veintiocho inquilinos Sin contar la casa Couchet que es un ir y venir continuo

Unos pasos en el porche. Un hombre con bombn entraba en el patio, torca a la izquierda y aproximndose a las basuras coga una espuerta vaca. A pesar de la oscuridad, debi ver a Maigret y a la portera; qued un instante inmvil y pregunt por fin:

Nada para m?

Nada, M. Martin

Y Maigret se informaba:

Quin es?

Un funcionario del Registro, M. Martin, que vive en el segundo piso con su mujer.

Y la basura?

Hacen casi todos lo mismo cuando tienen que salir La bajan al salir y la recogen al volver Lo ha odo?

El qu?

Me parece como un lloriqueo Si las dos de arriba quisieran parar un momento su maldito tocadiscos Figrese que saben muy bien que Mme. de Saint-Marc va a dar a luz

Se lanz hacia la escalera por la que alguien descenda.

Doctor! Es un nio?

Una nia.

Y el mdico sali. Se oy cmo pona su coche en marcha y parta.

La casa continuaba con su aspecto cotidiano. El patio sombro. La bveda y su triste bombilla. Algunas ventanas iluminadas y una vaga msica de gramfono.

La muerte estaba todava en el despacho, sola, la cabeza sobre las cartas esparcidas.

De pronto, un grito en el segundo piso. Un grito punzante, como una llamada desesperada. Pero la portera ni se estremeci. Suspir al empujar la puerta de su portera:

Vaya! Otra vez la loca

Ella grit a su vez porque uno de sus nios haba roto un plato. Dentro, Maigret vio un rostro plido, cansado, un cuerpo sin edad.

Cundo van a comenzar todas las formalidades? pregunt la portera.

El estanco, enfrente, estaba an abierto y algunos minutos ms tarde Maigret se encerraba en la cabina del telfono. A media voz, l tambin daba algunas instrucciones.

S El juzgado 61 Casi en la esquina de la calle Turenne Prevengan al resto All! S, yo me quedo

Dio algunos pasos sobre la acera; se dirigi maquinalmente hacia la bveda y acab por pararse en medio del patio, fastidiado; las espaldas encorvadas por el fro.

En las ventanas, las luces comenzaban a apagarse. La muerte continuaba recortndose en sombra chinesca sobre los cristales desnudos.

Se par un taxi. No eran an los del Juzgado. Una joven atraves el patio rpidamente, dejando tras ella una estela perfumada, y empuj la puerta del despacho.

IIUn tipo elegante

Hubo una serie de falsas maniobras que finalizaron en una situacin ridcula. La joven, al descubrir el cadver, gir sobre sus talones. En el encuadre de la puerta, percibi la alta silueta de Maigret, Hubo asociacin de imgenes automtica: la muerte de una parte, el asesino de la otra.

Y encogida, los ojos desencajados, abri la boca para pedir socorro dejando caer su bolso.

Maigret no tuvo tiempo de parlamentar. La cogi por un brazo y le puso la mano en la boca:

Silencio! Se equivoca! Polica

Se debati como una mujer nerviosa mientras comprenda el sentido de estas palabras, dando golpes con el pie e intentando morder.

Un crujido de seda: el tirante del vestido.

Por fin, todo se calm. Maigret repeta:

Nada de ruido Soy de la polica No sirve de nada alborotar la casa

Era la caracterstica de este crimen, este silencio inusitado, esta calma, estos veintiocho inquilinos que proseguan su existencia normal alrededor del cadver.

La joven puso en orden su vestido.

Era usted su amante?

Una mirada colrica a Maigret, al mismo tiempo que buscaba un imperdible para su tirante.

Tena una cita con l esta noche?

A las ocho, en el Select Debamos cenar juntos e ir al teatro

Y al no verle llegar, no ha intentado llamar por telfono?

S! Y me han dicho que el aparato estaba descolgado.

Los dos le vean al mismo tiempo, sobre la mesa. Deba haberle derribado al caer.

Pasos en el patio, donde se amplificaban los ms pequeos ruidos como bajo una campana. La portera llam desde el umbral para no ver el cadver.

Seor comisario Son los del barrio

No le gustaban. Llegaban en grupo, sin intentar pasar inadvertidos. Uno de ellos acab de contar un chiste. Otro preguntaba:

Dnde est el cadver?

El comisario del barrio estaba ausente, le reemplazaba su secretario; Maigret se encontraba ms a gusto para dirigir las operaciones.

Deje a sus hombres fuera. Estoy esperando al Juzgado. Es mejor que los inquilinos no se enteren

Y, mientras el secretario daba una vuelta alrededor del despacho, Maigret se volvi de nuevo hacia la joven:

Cmo se llama usted?

Nine Nine Moinard, pero me llaman siempre Nine

Hace mucho que conoca a Couchet?

Unos seis meses

No haba necesidad de preguntar muchas cosas. Bastaba con observarla. Una bella mujer, una principiante an. Llevaba un conjunto de una casa de modas conocida. Pero su manera de maquillarse, de llevar el bolso y los guantes, su manera agresiva de mirar a la gente, denotaban la vida de cabaret.

Bailarina?

Estaba en el Moulin BleuY ahora?

Estaba con l

No haba tenido tiempo de llorar. Todo haba sucedido demasiado rpido y an no haba podido darse cuenta muy claramente de la situacin.

Viva con usted?

No del todo, ya que est casado Pero en fin

Dnde vive?

En el hotel Pigalle calle Pigalle

El secretario observ:

En todo caso, no se podr decir que ha habido robo.

Por qu?

Mire! La caja de caudales est detrs de l. No est cerrada con llave, pero la espalda del cadver impide abrir la puerta.

Nine, que haba sacado un pauelito de su bolso, lloriqueaba.

Un instante despus, todo cambiaba. Ruido de frenos en la calle. Pasos y voces en el patio. Apretones de mano, preguntas, coloquios bulliciosos. El Juzgado haba llegado. El forense examinaba el cadver y los fotgrafos instalaban sus aparatos.

Era el momento ms desagradable para Maigret. Despus de un intercambio de impresiones, sali al patio, encendi la pipa y se tropez con alguien en la oscuridad. Era la portera que no poda resignarse a dejar circular por la casa a tantos desconocidos sin enterarse de lo que hacan y decan.

Cmo la llaman? pregunt Maigret con afecto.

Mme. Bourcier Van a quedarse mucho tiempo estos seores? Mire! Ya no hay luz en la habitacin de Mme. de Saint-Marc Ha debido quedarse dormida, la pobre

Al examinar la casa, el comisario vio otra luz, una cortina color crema y, detrs, una silueta de mujer. Era pequea y delgada, como la portera. No se oa su voz. Pero no era necesario para adivinar que estaba de mal humor. Tan pronto se quedaba inmvil, mirando fijamente a alguien a quien no se vea, como, de repente, hablaba, gesticulaba, daba algunos pasos hacia delante.

Quin es?

Mme. Martin Ha visto usted entrar a su marido hace poco Sabe usted?, el que ha subido el cubo de la basura El funcionario del registro

Tienen la costumbre de regaar?

No regaan Es ella la nica que chilla l no se atreve ni a abrir la boca.

De vez en cuando, Maigret echaba un vistazo al despacho, donde haba una docena de hombres en agitacin. El juez de instruccin, desde la puerta, llam a la portera.

Quin dirige el negocio despus de M. Couchet?

El director, M. Philippe. No vive lejos de aqu: en la isla de San Luis

Tiene telfono?

Seguramente

Se oy hablar por telfono. Arriba, ya no se vea la sombra de Mme. Martin. Por otro lado, un ser grotesco bajaba la escalera, atravesaba el patio con pasos furtivos y ganaba la calle. Maigret haba reconocido el abrigo y el bombn de M. Martin.

Era medianoche. Las jvenes del tocadiscos apagaron la luz. No haba ms luz, aparte los despachos, que en el saln de los Saint-Marc, en el primero, donde el antiguo embajador y la comadrona conversaban en voz baja en medio de un inspido olor a clnica.

* * *

A pesar de la hora M. Philippe, cuando lleg, iba de veintin botones; la barba morena, bien cuidada; las manos enguantadas en suecia gris. Era un hombre de unos cuarenta aos; el tipo mismo de intelectual serio y bien educado.

Ciertamente la noticia le sorprendi, hasta le trastorn. Pero su misma emocin era restringida.

Con la vida que llevaba! suspir.

Qu vida?

No dir nunca mal de M. Couchet. Por otra parte, no hay nada malo que decir. Era dueo de hacer lo que quisiese

Un momento! M. Couchet diriga el negocio l mismo?

Ni mucho menos. Es l quien lo lanz, pero una vez en marcha, lo ha dejado todo en mis manos. Hasta tal punto que a veces he estado quince das sin verle. Mire. Hoy mismo, le he esperado hasta las cinco. Es la vspera de pagos. M. Couchet deba traerme los fondos necesarios para maana. Alrededor de trescientos mil francos. A las cinco no he tenido ms remedio que irme y le he dejado una nota sobre la mesa.

La encontraron, escrita a mquina, bajo la mano del cadver. Una nota sin importancia: una proposicin para aumentar el sueldo a un empleado, otra para despedir a un recadero; un proyecto de publicidad para los pases de Amrica latina, etc

Los trescientos mil francos deben estar aqu? pregunt Maigret.

En la caja, la prueba es que M. Couchet la ha abierto. Slo los dos tenemos la llave, y la clave

Pero para abrir la caja de caudales haba que retirar el cuerpo y esperaron a que terminasen los fotgrafos. El mdico forense daba su informe verbal. A Couchet le haban dado un balazo en el pecho y, seccionada la aorta, la muerte haba sido fulminante. La distancia entre el asesino y su vctima se poda calcular en unos tres metros. La bala era del calibre ms corriente: 6 mm. 35.

M. Philippe daba algunas explicaciones al juez.

Aqu no tenemos ms que los laboratorios que se encuentran detrs del despacho.

Abri una puerta. Se vio una gran sala de techo encristalado donde haba millares de probetas. Detrs de otra puerta, Maigret crey or un ruido.

Qu hay ah?

Cobayas Y, a la derecha, los despachos de las mecangrafas y empleados Tenemos otros locales en Pantin, donde se preparan los envos Ya sabe usted, sin duda, que los sueros del doctor Rivire son conocidos en todo el mundo

Los ha lanzado Couchet?

S! El doctor Rivire no tena dinero. Couchet ha financiado sus investigaciones. Hace unos diez aos mont un laboratorio que no tena an la importancia de ste

Y el doctor Rivire?

Muri hace cinco aos, en un accidente de automvil.

Por fin, se llevaron el cuerpo de Couchet y, una vez abierta la puerta de la caja de caudales, se oyeron algunas exclamaciones: todo el dinero haba desaparecido. No quedaban ms que algunos papeles del negocio. M. Philippe explicaba:

No solamente los trescientos mil francos que Couchet ha trado, sino tambin sesenta mil francos ingresados al medioda que haba puesto yo mismo en este lado, atados con una goma.

En la cartera del muerto, nada! Ms bien, dos entradas para un teatro de la Madeleine, la vista de las cuales desat los sollozos de Nine.

Eran para nosotros! Debamos ir juntos

Aquello se terminaba. El desorden se haba acentuado. Los fotgrafos retiraban los trpodes de las mquinas. El forense se limpiaba las manos en un pequeo lavabo que haba encontrado en un rincn.

Sin embargo, durante unos instantes, Maigret, a pesar de toda esta agitacin, observ detenidamente al muerto.

Un hombre vigoroso, ms bien bajo, regordete. Como Nine, an conservaba cierta vulgaridad, a pesar de sus bien cortados vestidos, de sus uas bien cuidadas, de las camisas hechas a medida.

Su cabello, rubio, se iba perdiendo. Sus ojos deban ser azules y tener una expresin infantil.

Un hombre educado! susurr una voz detrs de l.

Era Nine que lloraba conmovida y que tomaba a Maigret como testigo ya que no se atreva a dirigirse a los del Juzgado que le parecan ms serios.

Un hombre bien educado! Haca todo lo posible por darme gusto Y no solamente a m! A cualquiera! No he visto nunca un hombre dar propinas como l A veces me enfadaba Le deca que era demasiado generoso Entonces l responda: Qu ms da?

El comisario pregunt:

Era alegre?

Mas bien s Pero no alegre en el fondo Comprende? Es difcil de explicar Siempre tena necesidad de moverse, de hacer alguna cosa Si se quedaba tranquilo se volva triste, inquieto

Su mujer?

La he visto una vez, de lejos No puedo decir nada malo de ella

Dnde viva Couchet?

En el bulevar Haussmann Pero, casi siempre se iba a Meulan, donde tiene una casa de campo

Maigret volvi de pronto la cabeza, y vio a la portera que no se atreva a entrar y que le haca seales con la cara ms compungida que nunca.

Oiga! Baja

Quin?

M. de Saint-Marc Ha debido or todo el ruido Aqu est Un da como ste! Dese cuenta

El ex embajador, en batn, no se atreva a continuar. Haba reconocido al Juzgado. Por otra parte, el cuerpo sobre la camilla pas por su lado.

De qu se trata? pregunt a Maigret

Han matado a un hombre a Couchet, el propietario de los sueros

El comisario tuvo la impresin de que su interlocutor haba tenido un pensamiento fugaz, como si se hubiera acordado de alguna cosa.

Le conoca usted?

No Bueno, haba odo hablar de l

Y?

Nada! Yo no s nada A qu hora le?

El crimen ha debido ser cometido entre las ocho y las nueve.

M. de Saint-Marc suspir, se alis su cabello plateado, hizo un gesto con la cabeza a Maigret y se dirigi hacia la escalera que conduca a su apartamento.

La portera se haba mantenido apartada. Despus se haba acercado a alguien que iba y vena, inclinado hacia delante, por el patio. Cuando volvi hacia el comisario, ste le pregunt:

Quin es?

M. Martin. Busca un guante que ha perdido Sepa que no sale jams sin sus guantes aunque vaya a comprar cigarrillos a cincuenta metros de aqu.

Ahora, M. Martn daba vueltas alrededor de las basuras, encenda algunas cerillas, se resignaba, por fin, a subir a su casa.

El Juzgado se iba. Hubo algunos apretones de mano en el patio. El juez de primera instancia cambiaba impresiones con Maigret.

Le dejo trabajar tranquilo Naturalmente, me tendr al corriente

M. Philippe, siempre correcto, como un grabado de poca, se inclinaba delante del comisario.

Me necesita para algo ms?

Ya le ver maana Supongo que estar en su despacho.

Como de costumbre A las nueve en punto De pronto, sin que hubiera ocurrido nada, hubo un minuto de embarazoso silencio. Como siempre, el patio sombro. Una sola lmpara. La arcada con su bombilla polvorienta.

Fuera, los autos que aceleraban se deslizaban sobre el asfalto, alumbraban un instante con sus faros los rboles de la plaza de los Vosgos.

La muerte ya no estaba all. El despacho pareca haber sido saqueado. Nadie haba pensado en apagar las luces y el laboratorio estaba iluminado como si hubiera un turno intensivo de noche.

Y he aqu que se encontraron los tres en medio del patio, tres personas distintas, que no se conocan una hora antes, y que, a pesar de todo, parecan reunirse por misteriosas afinidades.

Mejor todava: eran como los miembros de una familia que se quedan solos despus de un entierro, cuando los extraos se han ido.

No era ms que una impresin repentina de Maigret mientras miraba, uno tras otro, los rasgos maquillados de Nine, la cara arrugada de la portera.

Ha metido a sus nios en la cama? 'S Pero no se duermen Estn inquietos Se dira que se lo huelen

Mme. Bourcier quera preguntar algo, algo de lo que se avergonzaba, pero que para ella tena una importancia capital.

Usted cree?

Su mirada dio una vuelta al patio parndose en todas las ventanas ya apagadas.

Que Que es alguien de la casa.

Y ahora miraba la arcada que cubra el largo porche que llegaba hasta la puerta, siempre abierta hasta las once de la noche, que comunicaba el patio con la calle, que permita el acceso al inmueble a cualquier desconocido de la calle.

Nine estaba violenta y de vez en cuando lanzaba una mirada furtiva al comisario.

La encuesta responder sin duda a su pregunta. Mme. Bourcier Por el momento, lo nico que sabernos es que el que ha robado los trescientos sesenta mil francos no es el mismo que le ha matado Esto es lo ms probable ya que M. Couchet cerraba la caja de caudales con su espalda A propsito, haba luz esta noche en el laboratorio?

Espere! Creo que s Pero no tanta como ahora M. Couchet deba haber encendido alguna lmpara para ir a los lavabos, que estn en el fondo del local

Maigret se molest en apagar todas las luces mientras la portera se quedaba en la puerta aunque el cadver ya no estuviese all. En el patio haba quedado Nine que esperaba al comisario. Oy un ruido en alguna parte por encima de su cabeza, el ruido de un objeto que roza un cristal.

Pero todas las ventanas estaban cerradas, todas las luces apagadas.

Alguien se haba movido, alguien que vigilaba en la oscuridad de una habitacin.

Hasta maana, Mme. Bourcier Estar aqu antes de que abran los despachos

Voy con usted. Es preciso que cierre el portaln Nine, en el borde de la acera, deca:

Cre que tena usted coche.

No se decida a separarse de l. Mirando al suelo pregunt:

Hacia dnde vive usted?

A dos pasos de aqu, en el bulevar Richard Lenoir.

Ya no hay metro, no es as?

No creo.

Quera confesarle algo.

La escucho.

No se atreva todava a mirarle. Detrs de ellos se oa el ruido de los cerrojos y despus los pasos de la portera que se dirigan hacia la portera. La plaza estaba completamente desierta. Las fuentes cantaban. El reloj del ayuntamiento dio la una.

Se va a creer que abuso No s lo que pensar Ya le he dicho que Raymond era muy generoso No conoca el valor del dinero Me daba todo, lo que quera Comprende?

Y?

Es ridculo Yo le peda lo menos posible Siempre esperaba a que l se diese cuenta Por otra parte, como siempre estaba conmigo, no tena necesidad de mucho Hoy tena que haber cenado con l Pues bien!

Arruinada?Ni siquiera eso protest ella. Es an ms estpido! Pensaba pedirle dinero esta noche. He pagado al medioda una factura

Estaba sufriendo. Observaba a Maigret dispuesta a doblegarse a la menor sonrisa.

No poda imaginar que no viniese Me quedaba an algo de dinero en el monedero Mientras le esperaba en el Select, he comido unas ostras, despus langosta He llamado Ha sido al llegar aqu cuando me he dado cuenta de que me quedaba lo justo para pagar el taxi

Y en su casa?

Estoy en un hotel

Le pregunto si tiene algo de dinero ahorrado

Yo?

Una risa nerviosa.

Para qu? Cmo poda saber que? Aunque lo hubiera sabido, no hubiese querido

Maigret suspir.

Venga conmigo hasta el bulevar Beaumarchais. All podr encontrar un taxi. Qu va a hacer ahora?

Nada yo

Se estremeci. Iba vestida de seda.

No haba hecho testamento?

Yo qu s! Usted cree que yo me ocupo de estas cosas cuando todo marcha bien? Raymond se portaba muy bien yo

Lloraba en silencio mientras caminaba. El comisario le puso un billete de cien francos en la mano, hizo una seal a un taxi que pasaba y gru mientras meta las manos en los bolsillos:

Hasta maana Me ha dicho el hotel Pigalle?

S, seor comisario.

Mientras caminaba con pasos cortos, Maigret reflexionaba sobre los lazos que podan unir a Nine y al propietario de los sueros.

Cuando se acost, Mme. Maigret no se despert ms que para murmurarle entre sueos:

Has cenado por lo menos?

IIILa pareja de Pigalle

Al salir de su casa, a las ocho de la maana, Maigret poda elegir entre tres gestiones que todas deban ser realizadas ese mismo da: volver a los locales de la plaza de los Vosgos e interrogar al personal; hacer una visita a Mme. Couchet, que ya haba sido avisada por la polica del distrito, y, por fin, interrogar de nuevo a Nine.

Nada ms levantarse haba telefoneado a la Polica Judicial dndole la lista de todos los inquilinos de la casa, as como de todas las personas mezcladas de cerca o de lejos en el drama y, cuando pasara por su despacho, tendra todos los informes detallados.

El mercado del bulevar estaba en plena efervescencia. Haca tanto fro que el comisario tuvo que levantar el cuello de su abrigo. La plaza de los Vosgos estaba cerca, pero haba que ir a pie.

Sin embargo, un autobs pasaba en direccin a Pigalle y esto fue lo que decidi a Maigret. Vera primero a Nine.

Desde luego, an no se haba levantado. En la recepcin del hotel se inquietaron al reconocerle.

No se habr mezclado en ningn asunto feo? Una chica tan tranquila!

Recibe mucho?

Nada ms que a su amigo.

El viejo o el joven?

No tiene ms que uno. Ni viejo, ni joven

El hotel era confortable, con ascensor y telfono en las habitaciones. Maigret baj en el tercer piso, llam a la habitacin 27, oy alguien removerse en la cama y una voz que balbuca:

Quin est ah?

Abra, Nine!

Una mano debi salir de las mantas y alcanzar el pestillo. Maigret entr en la semipenumbra, apercibi el rostro arrugado de Nine y fue a descorrer las cortinas.

Qu hora es?

An no son las nueve No se moleste

Cerraba los ojos a medias, a causa de la luz. En esos momentos, no estaba guapa y ms bien pareca una campesina que una chica de vida alegre. Se pas dos o tres veces la mano por la cara, acab por sentarse en la cama apoyndose sobre el almohadn. Por fin descolg el telfono.

Srvame el desayuno, por favor. Y a Maigret:

Vaya historia! No estar enfadado conmigo por haberle sableado anoche? Es estpido! Tendr que ir a vender mis joyas

Tiene muchas?

Seal el tocador donde, en un cenicero de reclamo, haba algunos anillos, una pulsera y un reloj con un valor, poco ms o menos, de cinco mil francos.

Llamaban a la puerta de la habitacin vecina; Nine aguz el odo y, al llamar de nuevo con insistencia, esboz una sonrisa.

Quin es? pregunt Maigret.

Mis vecinos. Yo no s, pero no creo que logren despertarlos a estas horas.

Qu quiere decir?

Nada! No se levantan nunca antes de las cuatro de la tarde, cuando se levantan!

Se drogan?

Sus prpados se movieron afirmativamente, pero se apresur a decir:

No se aprovechar de lo que le digo, verdad? Entretanto, la puerta haba acabado por abrirse. La de Nine tambin y una camarera llevaba la bandeja con el caf con leche y los croissants.

Me permite?

Tena ojeras y su camisn dejaba ver unas espaldas delgadas y unos senos ligeros. Mientras mojaba los trozos de croissant en el caf con leche, continuaba interesndose por lo que pasaba en la habitacin de al lado como si ella tuviera algo que ver con sus ocupantes.

Es que me ver mezclada en esta historia? pregunt Nine. Sera fastidioso si se hablase de m en los peridicos. Sobre todo para Mme. Couchet

Y como llamaban a la puerta con golpes dbiles, pero precipitados, grit:

Entre!

Era una mujer de unos treinta aos. Se haba echado un abrigo de pieles sobre el camisn y llevaba los pies descalzos. Estuvo a punto de retirarse cuando vio las anchas espaldas de Maigret, pero se anim y balbuce:

No saba que estabas acompaada.

El comisario se estremeci al or esta voz lnguida que pareca salir difcilmente de una boca demasiado pastosa. Mir a la mujer que cerraba la puerta y vio un rostro sin color, con los prpados hinchados. Una mirada de Nine le confirm su idea. Era la vecina de los estupefacientes.

Qu te pasa?

Nada! Roger tiene una visita Entonces me he permitido

Se sent al pie de la cama, embrutecida, y suspir como antes lo haba hecho Nine.

Pero, qu hora es?

Las nueve! dijo Maigret. A usted parece no gustarle la cocana, eh?

No es cocana es ter Roger cree que es mejor y que

Tena fro. Se levant para ponerse junio al radiador, mir afuera.

An llover

Todo era triste, descorazonador. Sobre el tocador, el peine estaba lleno de pelos, las medias de Nine colgaban de cualquier parte.

Molesto, verdad? Pero me parece que es importante Se trata del padre de Roger, que ha muerto

Maigret miraba a Nine y se dio cuenta que sta arrugaba el entrecejo como si de pronto se hubiese acordado de algo. En ese mismo momento, la mujer que acababa de hablar se llev la mano al mentn como si reflexionase y murmur:

Vaya! Vaya! Y el comisario pregunt:

Conoce al padre de Roger?

Nunca le he visto Pero Espere! Escucha, Nine No le ha pasado nada a tu amigo?

Nine y el comisario cruzaron sus miradas.

Por qu?

No s Esto se complica un poco De pronto, me ha venido al pensamiento lo que Roger me dijo un da: por lo visto su padre frecuentaba este hotel Esto le diverta Pero prefera no encontrrselo y una vez que alguien suba por la escalera volvi a entrar corriendo en la habitacin A m me parece haber visto por aqu a la persona en cuestin

Nine ya no coma. Molesta por la bandeja que tena sobre las rodillas, tena un aire preocupado.

Su hijo? dijo lentamente, con la mirada fija sobre el rectngulo glauco de la ventana.

Pero entonces!chillaba la otra. Entonces es tu amigo el que ha muerto Parece que se trata de un crimen

Roger se apellida Couchet? pregunt Maigret.

S, Roger Couchet!

Se callaron los tres, turbados.

A qu se dedica? volvi a hablar el comisario despus de un largo minuto durante el cual se oy el murmullo de voces en la habitacin vecina.

Cmo?

Cul es su profesin? Y, de pronto, ella dijo:

Usted es de la polica, verdad?

Estaba inquieta. Seguramente, reprochara a Nine el haberla metido en una trampa.

El comisario es muy simptico dijo Nine, mientras sacaba una pierna de la cama y se inclinaba para coger sus medias.

Deba haberme dado cuenta Pero entonces, saba ya antes que que yo llegara

Nunca o hablar de Rogerdijo Maigret. Ahora es necesario que me d algunos informes de l

Yo no s nada Hace apenas tres semanas que estamos juntos

Y antes?

Estaba con una pelirroja que se haca pasar por manicura

Trabaja?

Esta pregunta la hizo poner an ms nerviosa.

No lo s

Dicho de otra manera, no hace nada? Tiene dinero? Vive bien?

No! Comemos casi siempre un precio fijo, a seis francos

Habla mucho de su padre?

Como ya le he dicho antes, slo me ha hablado una vez de l.

Quiere describirme la visita que tiene Roger? La haba visto antes de ahora?

No, es un hombre cmo le dira yo? Le he tomado por un alguacil y cuando he venido aqu crea que Roger tena deudas y venan a reclamrselas

Iba bien vestido?

Espere He visto un bombn, un abrigo color crudo, guantes

Haba entre las dos habitaciones, una puerta de comunicacin oculta por una cortina y probablemente condenada. Maigret hubiera podido pegar la oreja y orlo todo, pero le repugnaba el hacerlo delante de las dos mujeres.

Nine se iba vistiendo. Su nico arreglo consisti en pasarse una toalla hmeda por la cara. Estaba nerviosa. Sus gestos eran bruscos. Se senta superada por los acontecimientos y ahora esperaba todas las desgracias posibles. Ya no tena fuerzas para reaccionar y no intentaba siquiera poder comprender lo que pasaba a su alrededor.

La otra estaba ms tranquila, puede ser que estuviera an bajo la accin del ter o quiz por estar ms experimentada en estos asuntos.

Cmo se llama usted?

Cline.

Profesin?

Era peluquera a domicilio.

Inscrita en la polica?

Movi negativamente la cabeza, sin enfadarse. Al lado, se oa el murmullo.

Nine, que se haba puesto un vestido, miraba la habitacin alrededor de ella y, de pronto, estall en sollozos:

Dios mo! Dios mo!

Vaya un asunto dijo lentamente Cline. Si se traa verdaderamente de un crimen, nos van a fastidiar bien

Dnde estaba ayer hacia las ocho de la noche? Reflexion.

Espere A las ocho S! Estaba en el CyranoLa acompaaba Roger?

No De todas formas, no podemos estar todo el tiempo juntos Le encontr despus, a las doce, en un estanco de la calle Fontaine

Le dijo de dnde vena?

No le pregunt nada

Desde la ventana, Maigret vea la plaza Pigalle con su esculido jardn y los letreros luminosos de las salas de fiestas. De repente, se levant y fue hacia la puerta.

Esperen las dos aqu!

Sali, llam a la puerta vecina y dio la vuelta en seguida al picaporte.

Un hombre en pijama estaba sentado en el nico silln de la habitacin, en la cual, a pesar de tener las ventanas abiertas, haba un repugnante olor a ter. Otro andaba gesticulando. Era M. Martin, a quien Maigret haba visto dos veces el da anterior en el patio de la plaza de los Vosgos.

* * *

Vaya, ha encontrado usted su guante?

Maigret miraba las dos manos del funcionario del Registro, el cual se puso tan plido que Maigret crey por un momento que iba a desmayarse. Sus labios temblaban. Intentaba hablar, sin conseguirlo.

Yo yo

El otro hombre no estaba afeitado. Tena un color de papel mascado, los ojos enrojecidos y unos labios blanduzcos que denotaban su abulia. Beba con avidez agua en el vaso de lavarse los dientes.

Repngase, M. Martin! No esperaba encontrarle aqu, sobre todo a esta hora en que su despacho debe estar abierto desde hace rato.

Observaba al hombrecillo de los pies a la cabeza. Tena que hacer un esfuerzo para no tener piedad; tanta era la confusin que manifestaba el desgraciado.

Desde los zapatos, hasta la corbata, puesta sobre un aparato de celuloide, M. Martin era el prototipo del funcionario que aparece en las caricaturas. Un funcionario limpio y digno, con los bigotes bien relucientes, sin una mota de polvo sobre el traje y que se hubiese sentido deshonrado al salir con las manos desnudas.

Ahora, no saba qu hacer con sus manos, y su mirada registraba todos los rincones de la habitacin como si tratara de encontrar inspiracin en ellos.

Me permite una pregunta. M. Martin? Desde cundo conoce usted a Roger Couchet?

Ya no era el terror, era la demencia.

Yo?

S, usted.

Pues desde desde mi boda.

Y deca esto como si la cosa hubiera sido evidente por ella misma.

No lo comprendo.

Roger, es mi hijastro El hijo de mi mujer

Y de Raymond Couchet?

Claro Ya que

Iba cogiendo seguridad.

Mi mujer ha sido la primera mujer de Couchet Tuvieron un hijo, Roger Cuando se divorci, me cas con ella

Era como una borrasca que barra un cielo nuboso. La casa de la plaza de los Vosgos se haba transformado.

El carcter de los acontecimientos cambiaba. Algunas cosas se vean ms claras. Otras, en cambio, ms oscuras, ms inquietantes.

Hasta tal punto que Maigret no se atreva a hablar. Tena necesidad de poner orden en sus ideas. Miraba a los dos hombres con inquietud.

La noche anterior, la portera le haba preguntado mientras miraba todas las ventanas que se vean desde el patio:

Cree usted que es alguien de la casa?

Y su mirada quedaba fija sobre la arcada. Crea que el asesino haba venido por all, que era alguien de fuera.

Pues bien, no! El drama estaba dentro de la casa. Maigret era incapaz de decir por qu, pero estaba seguro de ello.

Qu drama? No saba nada!

Solamente senta cmo hilos invisibles se tendan, hilos que unan puntos tan diferentes en el espacio y que iban de la plaza de los Vosgos a este hotel de la calle Pigalle, del apartamento de los Martin al despacho, de los sueros del Dr. Rivire, de la habitacin de Nine a la de la pareja embrutecida por el ter.

Lo peor de todo era ver a M. Martin, lanzado como una peonza inconsciente en medio de este laberinto. Tena todava las manos enguantadas.

Su abrigo era, l solo, todo un programa de vida ordenada y digna. Y su mirada, inquieta, no lograba fijarse en ningn sitio.

He venido para anunciar a Roger balbuci.

S!

Maigret le miraba a los ojos, con calma, profundamente, y casi esperaba ver a su interlocutor encogerse de angustia.

Mi mujer me ha dicho que valdra ms que furamos nosotros quienes

Comprendo.

Roger es muy

Muy sensible! termin Maigret. Un chico muy nervioso.

El joven, que beba su tercer vaso de agua, le lanz una mirada de odio. Deba tener unos veinticinco aos, pero su rostro, ya marchito, le daba un aire de fatiga.

Sin embargo, an era guapo, de una belleza capaz de seducir a ciertas mujeres. Su piel era mate. Tena un aspecto de dejadez, de cansancio, teido de cierto romanticismo.

Dgame, Roger Couchet, vea a menudo a su padre?

Algunas veces.

Dnde?

Y Maigret le miraba con dureza.

En su despacho Tambin en el restaurante

Cundo le vio por ltima vez?

No lo s Hace muchas semanas

Le pidi dinero?

Como siempre!

O sea, que viva a su costa?

Era lo bastante rico como

Espere! Dnde estaba ayer hacia las ocho de la noche?

No hubo indecisin.

En el Select! dijo con una sonrisa irnica que quera significar: Si cree que yo no s adnde quiere ir

Qu haca en el Select?Esperaba a mi padre.

Por lo tanto, tena necesidad de dinero. Y usted saba que l vendra al SelectEstaba all casi todas las noches con su querida. Por otra parte, despus de comer le haba odo hablar por telfono Se oye todo lo que se dice al lado

Cuando se dio cuenta de que su padre no vendra, no se le ocurri ir a su despacho en la plaza de los Vosgos?

No!

Maigret recogi sobre la chimenea una fotografa de Roger que estaba rodeada de numerosos retratos de mujeres. Se la puso en el bolsillo mientras rezongaba:

Me permite?

Si le gusta.

Usted no cree? empez M. Martin.

Yo no creo absolutamente nada. Esto me ha hecho pensar que le tengo que hacer algunas preguntas. Qu relaciones tenan con Roger?

No vena muy a menudo a vernos.

Y cuando vena?

Slo se quedaba algunos minutos

Su madre estaba al corriente de la vida que haca?

Qu quiere decir?

No haga el idiota, M. Martin. Su mujer sabe que su hijo vive en Montmartre sin hacer nada?

El funcionario baj los ojos, molesto.

He intentado muchas veces convencerle para que trabaje suspir.

Esta vez, el joven se puso a dar golpecitos sobre la mesa con impaciencia.

Se habr dado cuenta que estoy todava en pijama y que

Podra decirme si ayer vio a alguien conocido en el Select?Vi a Nine!

Habl con ella?

Perdn! Jams le he dirigido la palabra.

Dnde estaba sentada?

En la segunda mesa, a la derecha del bar. Ahora Maigret se diriga al funcionario:

Dnde ha encontrado su guante, M. Martin? Si no me falla la memoria, lo buscaba anoche cerca de los cubos de basura, en el patio

M. Martin emiti una pequea risa difcil.

Estaba en mi casa! Figrese que haba salido de casa con un solo guante y no me haba dado cuenta

Cuando dej la plaza de los Vosgos, hacia dnde se dirigi?

Di un paseo A lo largo del Sena Yo Tena dolor de cabeza

Se pasea mucho, por las noches, sin su mujer?

Algunas veces.

Estaba como en un suplicio. No saba todava qu hacer con sus manos enguantadas.

Va a su despacho, ahora?

No, he llamado para pedir permiso. No puedo dejar a mi mujer en

Est bien! Vaya con ella

Maigret no se mova. El buen hombre no saba qu hacer para salir con dignidad.

Adis, Roger dijo, tragando saliva. Yo yo creo que sera mejor que vieses a tu madre

Pero Roger se encogi de hombros y mir a Maigret con impaciencia. Oyeron cmo se alejaba el ruido que producan los pasos de M. Martin al bajar por las escaleras.

El joven no deca nada. Su mano coga, como la de un autmata, un frasco de ter que haba en la mesilla y lo dejaba un poco ms lejos.

No tiene nada que decir? pregunt lentamente el comisario.

Nada!

Porque si tiene algo que decir, ms vale que sea ahora que ms tarde

No tengo nada que decir, ni ahora, ni ms tarde. S! Una cosa que se la puedo decir ahora mismo: est metiendo la pata hasta el cuello

Si ayer por la noche no vio a su padre, debe estar sin dinero.

Cmo dice?

Dnde lo va a encontrar?

No se inquiete por m, por favor Me permite?

E hizo correr el agua para empezar a lavarse.

Maigret dio an algunos pasos en la habitacin, despus sali y entr al lado, donde esperaban las dos mujeres. Ahora, era Cline la que estaba ms inquieta. En cuanto a Nine, sentada en la butaca, mordisqueaba lentamente un pauelo mientras miraba por la ventana con ojos soadores.

Entonces? pregunt la querida de Roger.

Nada! Puede irse

Es su padre el que?

Y de pronto, muy seria, la frente arrugada:

O sea que va a heredar?

Y se fue muy pensativa.

* * *

Una vez en la calle, Maigret pregunt a su acompaante:

Dnde va?

Un gesto vago, indiferente, despus:

Voy a ver si me quieren otra vez en el Moulin Bleu.El comisario la observaba con inters.

Quera mucho a Couchet?

Ya se lo dije ayer: era un hombre educado Y no se encuentran muchos as, se lo juro Cuando pienso que cualquier cerdo le ha

Dos lgrimas, despus nada.

Es aqu dijo, mientras empujaba una pequea puerta que serva de entrada a los artistas.

Maigret, que tena sed, entr en un bar para tomarse una caa. Deba ir a la plaza de los Vosgos. Pero la vista de un telfono le hizo pensar que an no haba pasado por el Quai des Orfvres y que quiz habra algo urgente para l.

Eres t, Jean? Algo para m? Cmo? Una mujer que espera desde hace una hora De luto? No es Mme. Couchet? Eh? Mme. Martin? Ya voy!

Mme. Martin de luto! Y hace una hora que le esperaba en la sala de la Polica Judicial.

Maigret no conoca ms que su sombra chinesca: la sombra ridcula de la vspera, sobre la cortina del segundo piso cuando gesticulaba y sus labios se agitaban en ridculas diatribas.

Esto pasa a menudo!haba dicho la portera.

Y el hombre del Registro que haba perdido su guante, haba ido a pasearse por los muelles del Sena.

Y cuando Maigret sala del patio a la una de la maana, haba odo un ruido en la ventana.

Subi lentamente la escalera polvorienta de la Polica Judicial, estrech la mano a algunos colegas que pasaban y se asom a la sala.

Diez sillones de terciopelo verde. Una mesa como un billar. En el muro, el cuadro de honor: Doscientos retratos de inspectores muertos en acto de servicio.

En el silln del centro, una mujer vestida de negro, muy delgada, sujetando con una mano el bolso, la otra puesta sobre la empuadura del paraguas.

Labios finos. Una mirada firme, recta.

No se movi al sentirse observada.

Esperaba.

IVLa ventana del segundo piso

Sigui a Maigret con la dignidad agresiva de aquellos para los que la irona de los otros es la peor de las catstrofes.

Quiere sentarse, seora?

La reciba un Maigret torpn, buen chico, que sealaba una silla bien iluminada por el rectngulo de la ventana. Se instal exactamente en la misma postura que la adoptada unos momentos antes en la sala.

Una postura digna, evidentemente! Una postura de combate, tambin! Los omoplatos no tocaban el respaldo. Y la mano, enguantada en hilo negro, estaba presta para gesticular sin dejar por ello el bolso que balanceara en el aire.

Supongo, seor comisario, que se preguntar por qu yo

No!

No haba maldad por parte de Maigret en desarmarla de esta forma a las primeras de cambio. No era por azar, tampoco. Saba que era necesario.

Estaba sentado sobre un cmodo silln. Inclinado hacia atrs en una postura bastante vulgar; daba pequeas chupadas glotonas a su pipa.

Mme. Martin se haba sobresaltado o ms bien se haba puesto ms tiesa.

Qu quiere usted decir? Me imagino que usted no esperaba que

S!

Y sonrea bonachn. De golpe, los dedos no estaban a gusto en los guantes de hilo negro. La mirada, muy aguda, dio una vuelta a su alrededor y la inspiracin lleg a Mme. Martin.

Ha recibido un annimo?

Era una afirmacin dentro de su pregunta, con un falso aire de estar segura de lo que deca, lo que hizo que la sonrisa del comisario fuese an ms amplia ya que ste era otro rasgo caracterstico que se armonizaba con todo lo que l saba ya de su interlocutora.

No he recibido ningn annimo Sacudi la cabeza, escptica.

No me har creer

Pareca que acababa de salir de un lbum de familia. Fsicamente, armonizaba casi perfectamente con el funcionario del Registro con el que se haba casado.

Se los poda imaginar sin esfuerzo los domingos por la tarde, subiendo, por ejemplo, por los Campos Elseos: la espalda negra y enrgica de Mme. Martin., su sombrero ladeado a causa del moo, su marcha precipitada de mujer atractiva y ese movimiento afirmativo del mentn subrayando las palabras categricas Y el abrigo de Martin, sus guantes de piel, su bastn, su marcha tranquila, apacible, sus tentativas de callejeo, sus paradas ante los escaparates

Tena vestidos de luto en su casa? murmur insidioso Maigret, exhalando una fuerte bocanada de humo.

Mi hermana muri hace tres aos La que viva en Blois Que se cas con un comisario de polica Como usted ver

Qu?

Nada! Le pona en guardia. Ya era hora de hacerle saber quin era ella!

Se iba poniendo cada vez ms nerviosa, porque todo el discurso que haba preparado no serva para nada, y todo a causa de este rudo comisario.

Cundo se ha enterado de la muerte de su primer marido?

Pues esta maana, como todo el mundo! Me ha dicho la portera que usted se ocupaba de este caso y, como mi situacin es bastante delicada Me comprende usted?

Claro! A propsito, su hijo no les visit ayer por la tarde?

Qu quiere insinuar?

Nada! Una simple pregunta.

La portera le podr decir que hace por lo menos tres semanas que no nos viene a ver

Hablaba con sequedad. Su mirada era ms agresiva. Es que Maigret no se haba equivocado al no dejarle soltar su discurso?

Me alegro que se haya molestado en venir, pues ello prueba su delicadeza y

La sola palabra delicadeza hizo que algo cambiase en los ojos grises de la mujer, que hizo una inclinacin de cabeza como dando las gracias.

Hay situaciones muy penosas dijo. No todo el mundo puede comprenderlas. Mi marido mismo, que me aconsejaba que no me pusiera de luto. Dese cuenta que lo llevo sin llevarlo. Nada de velos! Nada de crespones! Simplemente, un vestido negro.

Maigret aprob con el mentn y dej su pipa sobre la mesa.

El que estemos divorciados o el que Roger no me haya hecho feliz, no quiere decir que

Volva a coger seguridad. Se aproximaba insensiblemente al discurso que llevaba preparado.

Sobre todo en una gran casa como aquella, donde viven veintiocho familias. Y qu familias! No hablo de los del primero! Aunque M. de Saint-Marc es un hombre educado, su mujer no saludara a nadie por todo el oro del mundo Cuando se ha recibido una educacin como la ma, es penoso el

Ha nacido en Pars?

Mi padre era pastelero en Meaux

A qu edad se cas con Couchet?

Tena veinte aos Mis padres no me dejaban servir en la pastelera En esta poca, Couchet viajaba Deca que ganaba bastante, que era capaz de hacer feliz a una mujer

La mirada endurecida, se aseguraba que no haba amenaza de irona en Maigret.

No me gusta decir lo que he sufrido con l! Todo el dinero que ganaba lo perda en especulaciones ridculas Quera ser rico Cambiaba de trabajo tres veces al ao y cuando mi hijo naci no tenamos ni una perra ahorrada; fue mi madre la que tuvo que pagar la canastilla

Por fin, haba dejado su paraguas apoyado en la mesa. Maigret pens que deba haber hablado con la misma seca vehemencia la noche anterior, cuando haba visto la sombra chinesca sobre la cortina.

Cuando no se es capaz de alimentar a una mujer, no debe uno casarse. Esto lo digo yo! Y sobre todo cuando se ha perdido el orgullo! Sera difcil enumerarle todos los trabajos que Couchet ha empezado Yo quera que buscase un sitio seguro, serio, con porvenir En la administracin, por ejemplo! Por lo menos, si le pasara algo, yo no me quedara en la calle Pero nada! Ha llegado incluso a seguir el Tour de Francia en calidad de yo no s qu l sala antes para ocuparse del abastecimiento o algo parecido Y volva sin un cntimo! As era l! Vaya vida llevaba!

Dnde vivan?

En Nanterre! No tenamos ni para pagar un piso en la ciudad Usted ha conocido a Couchet? l no se preocupaba! No tena vergenza! Le daba igual todo! Deca que haba nacido para ganar mucho dinero y que lo ganara Despus de las bicicletas, fueron las correas de reloj No, no puede figurrselo! Correas de reloj que venda en una caseta de feria! Mis hermanas no se atrevan a ir a la feria de Neuilly por temor a encontrrselo en esta situacin

Fue usted quien pidi el divorcio?

Baj pdicamente la cabeza, pero sus rasgos permanecieron firmes.M. Martin viva en la misma casa que nosotros Era ms joven que ahora Tena un buen puesto en la administracin Couchet me dejaba casi siempre sola para ir a correr sus aventuras Oh! Nunca hubo nada incorrecto Habl con mi marido Pedimos el divorcio de comn acuerdo por incompatibilidad de carcter Couchet deba pasarme una pensin para el nio

Y Martin y yo esperamos un ao antes de casarnos

Ahora, se agitaba sobre su silla. Sus dedos estiraban inquietos el cierre de su bolso.

Nunca he tenido suerte. Al principio, no reciba regularmente la pensin de Couchet. Y para una mujer educada como yo, es penoso ver a su segundo marido pagar los gastos de un nio que no es el suyo

No! Maigret no dorma, a pesar de sus ojos medio cerrados, y de la pipa apagada que haba puesto entre sus dientes. Se iba haciendo penoso. Sus ojos se llenaban de lgrimas. Sus labios comenzaban a temblar de forma inquietante.

Soy la nica que s lo que he sufrido He dado estudios a Roger Quera que tuviese una buena educacin No se pareca a su padre. Era afectuoso, sensible Cuando tuvo diecisiete aos. Martin le busc un puesto en un banco, para aprender el oficio En esa poca encontr a Couchet, no s dnde

Y se acostumbr a pedir dinero a su padre?

Le ha echado a perder Roger nos dej para ir a vivir solo. De vez en cuando viene a verme Pero tambin iba a ver a su padre

Hace mucho que viven en la plaza de los Vosgos?

Unos ocho aos Cuando encontramos el apartamento, no sabamos que Couchet trabajaba en los sueros Martin quiso cambiarse No faltaba ms que eso! Si alguien tena que irse, deba ser l, no es verdad? Couchet se hizo rico, no s cmo Le vea llegar en un coche, conducido por un chfer Tena un chfer! Tambin vi a su mujer

En su casa?

La vi por la calle, quera saber cmo era No quisiera decir nada de ella De todas formas, no es gran cosa, a pesar de los aires que se da y a pesar de su abrigo de astrakn

Maigret se enjug la frente. Todo esto se volva obsesionante. Haca un cuarto de hora que miraba el misino rostro y le pareca que ya nunca ms podra borrarlo de su retina.

Un rostro descolorido, plido, de rasgos finos, mviles, que pareca haber estado en un dolor continuo.

Le recordaba ciertos retratos familiares, hasta de su propia familia. Haba tenido una ta ms gorda que Mme. Martin, que, tambin, se lamentaba continuamente. Cuando todava era nio, saba que al llegar a su casa y una vez sentada, sacara un pauelo de su bolso.

Mi pobre Hermance! empezara. Qu vida! Es preciso que te cuente lo que Pierre ha hecho

Y tena esa misma mscara mvil, esos labios demasiado delgados, esos ojos donde pasaba algunas veces como un fulgor de extravo

Mme. Martin haba perdido de un golpe el hilo de sus ideas. Se agitaba inquieta.

Ahora debe usted comprender mi situacin Evidentemente, Couchet se ha vuelto a casar. Pero yo he sido su mujer, he compartido los primeros aos, los aos ms duros de su vida La otra no es ms que una mueca

Tiene pretensiones sobre la herencia?

Yo? exclam indignada. No querra su dinero por nada del mundo. No somos ricos. A Martin le falta iniciativa, no sabe cmo subir, se deja pisar por compaeros menos inteligentes que l Pero aunque tuviera que hacer de asistenta para vivir, no querra yo nada de

Envi usted a su marido para advertir a Roger? No palideci porque era imposible. El color de su rostro era todava de un gris uniforme. Pero hubo como un sobresalto en su mirada.

Cmo lo sabe?

Y de pronto, indignada, dijo:

Espero que no seamos seguidos, por lo menos? Vamos! Sera el colmo! Y, en este caso, no dudara en ir ms arriba

Clmese., seora No he dicho nada parecido Me he encontrado a Martin por casualidad, esta maana misino

Pero an desconfiaba y miraba al comisario sin ninguna ternura.

Acabar por arrepentirme de haber venido! Una quiere ser demasiado correcta y usted, en lugar de estar agradecido

Le aseguro que le estoy infinitamente agradecido por esta visita

Se estaba dando cuenta que haba algo que no marchaba bien. Este hombre grueso de anchas espaldas, con la cabeza hundida entre los hombros, que miraba con ojos ingenuos, como vacos de pensamientos, la asustaba.

De todas formas articul con voz aguda, ms vale que sea yo la que hable que la portera Hubiera acabado por saber

Que es usted la primera Mme. Couchet?

Conoce usted a la otra?

A Maigret le cost trabajo reprimir una sonrisa.

Todava no

Oh! Ella derramar lgrimas de cocodrilo A pesar de que ahora est bien tranquila Con los millones que Couchet ha ganado

He aqu que de un golpe se ech a llorar, su labio inferior se elevaba, lo que transformaba su rostro, quitndole lo que tena de demasiado agudo.

No le ha conocido cuando l luchaba, cuando tena necesidad de una mujer para ayudarle, para animarle

De vez en cuando, un sollozo sordo, apenas perceptible, estallaba en su delgada garganta apretada por un lazo de seda.

Se levantaba. Miraba alrededor de ella para asegurarse que no haba olvidado nada.

Pero todo esto no importa

En todo caso, he cumplido con mi deber No s lo que pensar de m, pero

Le aseguro que

No hubiera sabido cmo continuar, pero ella misma termin la frase:

Me da igual! Tengo una conciencia que es ma No todo el mundo puede decir lo mismo

Le faltaba algo. No saba el qu. Mir otra vez a su alrededor, movi una mano como extraada de encontrarla vaca. Maigret la conduca hacia la puerta.

Le agradezco su visita

He hecho lo que crea que era mi deber

Estaba en el pasillo, donde un grupo de inspectores charlaban y rean. Pas por su lado, muy digna, sin volver la cabeza.

Y Maigret cerr la puerta y se dirigi hacia la ventana, que abri de par en par, a pesar del fro. Estaba cansado, hastiado, como despus de un interrogatorio con cualquier criminal. Sobre todo, tena ese malestar impreciso que se siente cuando hay que hacer frente a ciertas cosas que se pretenden ignorar.

No haba nada de dramtico. Nada de inquietante.

Ella no tena nada de extraordinario. No le haba abierto al comisario ningn nuevo horizonte.

Sin embargo, esta entrevista le haba dejado una sensacin de repugnancia.

Sobre la mesa, el boletn de la polica mostraba las fotografas de una veintena de individuos. Cabezas degeneradas de hombres buscados por la polica de varios pases.

Ernst Strowitz, condenado por rebelda por el Juzgado de Caen, por el asesinato de un granjero en la carretera de Benouville

Y subrayado en rojo: Peligroso. Va siempre armado.

Un tipo que vendera cara su piel. Pues bien! Maigret hubiera preferido todo esto a este asunto grisceo, a estas historias de familia, a este crimen an inexplicable pero que se adivinaba alucinante.

Le perseguan ciertas imgenes: los Martin tal como l se los figuraba, paseando los domingos por los Campos Elseos. El abrigo de M. Martin y la cinta de seda negra alrededor del cuello de su mujer

An no haba gran cosa. A Nine, slo le haban cogido una vez en Montmartre, en una redada, y la haban soltado despus de haber probado que no viva de la prostitucin.

En cuanto a Couchet hijo., era vigilado por la brigada de juegos y por la Mundana, que le tena fichado como sospechoso de dedicarse al trfico de estupefacientes. Pero an no se tenan pruebas precisas contra l.

Un telefonazo a Archivos. Cline, cuyo apellido era Loiseau y que haba nacido en Saint-Amand-Montrond, estaba fichada. Tena la carta. Pasaba regularmente su visita.

No es una chica peligrosa dijo el brigadier. Tiene por lo regular dos o tres amigos fijos La encontramos de tarde en tarde, cuando bajan a la calle

Jean, el ayudante, que no haba salido del despacho, indic algo a Maigret.

Esa seora ha olvidado su paraguas.

Ya lo s.

Ah!

S, lo necesito.

Y el comisario se levant suspirando, fue a cerrar la ventana y se acomod en el silln en la postura que adoptaba cuando tena necesidad de reflexionar.

* * *

Una hora ms tarde poda resumir mentalmente las notas que le haban llegado de los diferentes servicios y que se extendan sobre su mesa.

Primero, la confirmacin dada por la autopsia a la teora del mdico forense; la muerte haba sido instantnea, de un disparo hecho a unos tres metros. El estmago del muerto contena una escasa cantidad de alcohol, pero ningn alimento.

Los fotgrafos que trabajaban en las buhardillas del Palacio de Justicia, declararon que no haban encontrado ninguna huella digital digna de inters.

Por fin, el Crdito Lions afirmaba que Couchet, que era un buen cliente, haba pasado hacia las tres y media por la banca, llevndose trescientos mil francos en billetes nuevos., como sola hacer la vspera de cada fin de mes.

Por lo tanto, se poda decir que Couchet, al llegar a la plaza de los Vosgos, haba, guardado los trescientos mil francos en la caja fuerte junto a los sesenta mil que ya haba.

Como an le quedaba trabajo, no haba cerrado la caja, aunque se haba apoyado sobre ella.

La luz en el laboratorio indicaba que en un momento determinado haba salido del despacho, o bien para inspeccionar los otros locales o bien, lo que era ms probable, para irse a los lavabos.

Estaba el dinero en la caja cuando volvi a su sitio?

Probablemente no, ya que el asesino se hubiera visto obligado a empujar el cuerpo hacia un lado para tirar de la pesada puerta y apoderarse de los billetes.

sta era la parte tcnica del asunto. Un asesino-ladrn? o bien un asesino y un ladrn actuando por separado?

Maigret pas diez minutos con el juez de instruccin para comunicarle los ltimos resultados. Despus, como eran las doce pasadas, entr en su casa.

Eres t el que te ocupas del caso de la plaza de los Vosgos? le pregunt su mujer, que haba ledo los peridicos.

S, soy yo.

Y Maigret tuvo una forma muy particular de sentarse, de mirar a Mme. Maigret, con una mezcla de ternura y un poco de inquietud.

Vea an el rostro delgado, los vestidos negros, los ojos dolorosos de Mme. Martin.

Y esas lgrimas que manaban repentinas, que desaparecan como quemadas por un fuego interior, que volvan a aparecer un poco ms tarde.

Mme. Couchet, que tena abrigos de piel Mme. Martn, que no los tena Couchet, que se haba ocupado de la comida de los ciclistas en el Tour de Francia y su primera mujer que deba llevar durante tres aos el mismo sombrero

Y el hijo Y el frasco de ter sobre la mesilla de noche en el hotel Pigalle

Y Cline, que slo bajaba a la calle cuando no tena un amigo fijo

Y Nine

No pareces satisfecho Tienes mala cara Me parece que vas a tener un buen catarro.

Era verdad! A Maigret le picaban las narices y senta como un vaco bajo el crneo.

De quin es este paraguas que has trado? Es horrible!

El paraguas de Mme. Martin! El matrimonio Martin, paseando los domingos por los campos Elseos y vestidos de esa forma!

No es nada No s a qu hora volver.

* * *

Son impresiones que uno no se explica: senta como si hubiera algo anormal en la casa, algo que se vea desde fuera.

La agitacin en el establecimiento de las coronas mortuorias perladas? Evidentemente, los inquilinos haban debido pagar entre todos una corona.

Las miradas inquietas del peluquero de seoras., que tena el saln al otro lado de la arcada?

De todas formas, la casa tena ese da un aire malsano. Y, como eran ya las cuatro y la noche empezaba a caer, ya estaba alumbrada la ridcula bombilla de la entrada.

Enfrente, el guardin del jardn cerraba las puertas. En el primer piso, el ayuda de cmara de los Saint-Marc corra las cortinas, lentamente, concienzudamente.

Cuando Maigret llam a la portera, Mme. Bourcier, la portera, estaba contando a un cobrador de Dufayel los detalles del crimen.

Figrese, una casa donde nunca ha pasado nada Chitn! Es el comisario

Tena un vago parecido con Mme. Martin, en el sentido de que las dos eran mujeres sin edad, como sin sexo. Y las dos haban sido desgraciadas o se haban considerado como tales.

Pero en la portera haba ms resignacin, una especie de resignacin animal a su suerte.

Jojo Lili No os quedis por en medio Buenos das, seor comisario Le esperaba esta maana Qu historia! Yo creo que he hecho bien al pasar una lista de suscripcin a todos los inquilinos para comprar una corona Se sabe cundo tendr lugar el entierro? A propsito Mme. de Saint-Marc Sabe usted! Le niego que no diga nada M. de Saint-Marc ha venido esta maana Teme que tenga algn sobresalto, y en el estado en que se encuentra

En el patio, el aire azulado contrastaba con los destellos amarillentos de las dos bombillas.

El piso de Mme. Martin? pregunt Maigret.

En el segundo, tercera puerta a la izquierda despus del recodo.

El comisario reconoci la ventana donde haba luz, pero no haba ninguna sombra detrs de la cortina.

Al lado de los laboratorios se oa el ruido de las mquinas de escribir. Un repartidor llegaba:

Los sueros del Dr. Rivire?

Al fondo del patio. La puerta de la derecha. Quieres dejar a tu hermana tranquila, Jojo?

Maigret se dirigi hacia las escaleras con el paraguas de Mme. Martin bajo el brazo. Hasta el primer piso., la casa haba sido arreglada, los muros estaban recin pintados, las escaleras barnizadas.

A partir del segundo era otro mundo, de paredes sucias y desgastadas. Las puertas de los apartamentos estaban pintadas de un horrible color pardo. Y sobre estas puertas, los ocupantes haban puesto o bien tarjetas de visita sujetas con una chincheta o un pequeo clavo o bien pequeas placas de aluminio repujado.

Una tarjeta de visita, de las de tres francos la centena. Monsieur et Madame Edgar Martin. A la derecha, un cordn tricolor terminado en una gruesa borla. Cuando Maigret tir de ella, un suave campanilleo reson en el apartamento. Unos pasos rpidos. Una voz pregunt:

Quin es?

Le traigo su paraguas.

La puerta se abri. La entrada se reduca a un cuadrado de un metro de ancho donde colgaba, de un perchero, el abrigo de Martin. Enfrente, la puerta abierta de la habitacin que haca de comedor-sala de estar con un aparato de televisin encima de un cofre.

Perdone si les molesto. Esta maana, ha olvidado su paraguas en mi despacho

Vaya! Yo que crea haberlo dejado en el autobs. Deca a Martin

Maigret no sonri. No era la primera vez que oa a una mujer llamar a su marido por el apellido.

Martin estaba all, con su pantaln a rayas, sobre el cual se haba puesto un grueso batn de color chocolate.

Entre, por favor.

No quisiera molestar.

No se molesta nunca a las personas que no tienen nada que ocultar!

Sin duda, el olor es la caracterstica principal de algunos apartamentos. ste era a base de barniz, de cocina y de viejos vestidos.

Un canario revoloteaba en una jaula y lanzaba, algunas veces fuera unas gotas de agua.

Ofrece el silln al seor comisario

El silln! No haba ms que uno, un silln Voltaire tapizado de cuero y tan oscuro que pareca negro.

Y Mme. Martn, muy diferente de como estaba por la maana, deca muy remilgada:

Quiere tomar algo, seor comisario? Pues claro que s Martin! Trae algn aperitivo

Martin estaba fastidiado. Quiz no hubiera en la casa. Quiz no quedara lo suficiente.

Gracias, seora. No bebo nunca antes de las comidas.

Pero an tiene usted tiempo

Era triste. Triste como para desanimaros de ser un hombre, de vivir sobre una tierra donde brilla el sol, donde hay pjaros en libertad.

A estas gentes no les deba gustar la luz, ya que las tres bombillas elctricas estaban cuidadosamente veladas por gruesas telas coloreadas que slo dejaban pasar una luz mnima.

Sobre todo el barniz!, pens Maigret.

Era lo que dominaba en el olor! Por otra parte, la mesa, de roble macizo, estaba pulida como una pista de patinaje.

Mme. Martin tena una sonrisa de anfitrin.

Debe usted tener una vista maravillosa sobre esta plaza de los Vosgos que es nica en Pars dijo Maigret, que saba perfectamente que las ventanas daban al patio.

No! Los apartamentos del segundo son demasiado bajos de techo, a causa del estilo de la casa Ya sabe usted que toda la plaza est considerada como monumento histrico No se puede hacer ningn arreglo Es lamentable Hace aos que queramos instalar un cuarto de bao y

Maigret se haba aproximado a la ventana. Con un gesto negligente apart la cortina de las sombras chinescas. Qued inmvil, impresionado hasta tal punto, que se olvid de hacer algn comentario como una visita bien educada.

Enfrente de l, se vean los despachos y el laboratorio de Couchet.

Desde abajo, se haba percatado que haba cristales esmerilados en las ventanas.

Desde aqu, se dio cuenta que slo eran los cristales inferiores. Los otros eran claros, lmpidos, lavados dos o tres veces a la semana por las mujeres de la limpieza.

Se vea perfectamente, en el mismo sitio donde Couchet haba sido asesinado, a M. Philippe que firmaba las cartas mecanografiadas que su secretaria le iba pasando. Se distingua la cerradura de la caja fuerte.

La puerta de comunicacin con el laboratorio estaba entreabierta. Por las ventanas de ste se vean algunas mujeres de blusa blanca alineadas a lo largo de una enorme mesa, y que empaquetaban tubos de vidrio.

Cada una tena su tarea. La primera coga los tubos vacos de un cesto y la novena entregaba a un empleado unos paquetes perfectos, con sus letreros, su envoltura en cartn cuidadosamente realizada, una mercanca dispuesta a ser repartida a los farmacuticos.

Sirve de todas formas algo de beber! deca detrs de Maigret la voz de Mme. Martn.

Y su marido se mova, abra un armario.

Nada ms que un dedo de vermut, seor comisario Mme. Couchet le ofrecera sin duda un cocktail

Y Mme. Martin tena una sonrisa puntiaguda, como si hubiera dardos en sus labios.

VLa loca

Con el vaso en la mano, Maigret deca mientras observaba a Mme. Martin:

Ah! Si hubiera usted mirado por la ventana ayer por la noche! Hubiera terminado mi investigacin de un golpe. Ya que desde aqu es imposible no ver todo lo que pasa en el despacho de Couchet.

Hubiera sido intil buscar una intencin en su voz o en su actitud. Mientras hablaba, paladeaba su vermut.

Yo dira que este asunto hubiera sido uno de los casos ms curiosos de testimonio en materia criminal. Alguien que hubiera asistido de lejos al asesinato! Qu digo yo? Con unos gemelos, se veran tan bien los labios de los que hablaban que hasta se podra reconstituir su conversacin

Mme. Martin no saba qu pensar. Se mantena apartada. Una vaga sonrisa se dibujaba en sus plidos labios.

Pero tambin, qu emocin para usted! Estar en su ventana, tranquilamente, y ver de pronto a alguien amenazar a su antiguo marido. Peor todava! Ya que la escena debi ser ms complicada. Me imagino a Couchet completamente solo, haciendo las cuentas Se levanta y se dirige hacia los lavabos. Cuando vuelve, alguien ha registrado la caja, no tiene tiempo de huir De todas formas, hay un detalle curioso en este caso, y es que Couchet se haya vuelto a sentar Puede ser que conociera al ladrn Le habla Le reprocha su accin Le pide que devuelva el dinero

Solamente, hubiera hecho falta que yo estuviera en la ventana logr articular Mme. Martin.

Puede ser que se tenga el mismo panorama desde otras ventanas del mismo piso Quin vive a su derecha?

Dos jvenes con su madre Las que tocan el gramfono todas las tardes

En este instante, reson un grito que Maigret haba ya odo. Se qued silencioso unos segundos y despus murmur:

La loca, verdad?

Chitn dijo Mme. Martin, marchando lentamente hacia la puerta.

Abri sta bruscamente. En el pasillo, mal alumbrado, se vio una silueta de mujer que se alejaba de prisa y corriendo.

Vieja arpa! gru Mme. Martin lo bastante alto para ser entendida por la otra.

Volviendo sobre sus pasos, furiosa, explic al comisario:

Es la vieja Matilde! una antigua cocinera. Usted la ha visto? Parece un gran sapo. Vive en la habitacin de al lado con su hermana, que est loca. Son viejas y feas tanto una como otra. La loca no ha salido sola de su habitacin desde que vivimos aqu.

Por qu grita de esa manera?

Precisamente! Lo hace cuando la dejan sola en la oscuridad. Tiene tanto miedo como un nio. Grita Por fin, he comprendido todo Desde la maana hasta la noche, la vieja Matilde se pasea por los corredores Siempre escuchando detrs de las puertas y, cuando se la sorprende, no se preocupa lo ms mnimo Se aleja despacio, con su plcida y miserable cabeza Hemos llegado a tal punto que tenemos que bajar la voz en nuestra propia casa si queremos hablar de asuntos de familia A pesar de haberla pillado in fraganti, me apuesto lo que sea a que ha vuelto otra vez.

No es muy agradable convino Maigret. Pero el propietario no interviene?

Ha hecho todo lo que ha podido para ponerlas en la calle Desgraciadamente, existen las leyes Sin tener en cuenta que no es agradable ni sano el que dos viejas como sas estn encerradas en una pequea habitacin Me apuesto lo que quiera que no se lavan jams

El comisario hizo un gesto para alcanzar su sombrero.

Siento mucho haberles molestado, pero tengo que irme

Ahora tena en la cabeza una imagen precisa del piso, desde los tapetes de los muebles, hasta los calendarios que adornaban las paredes.

Sobre todo no haga ruido! As sorprender a la vieja

No era del todo exacto. No estaba en el pasillo, sino detrs de su puerta entreabierta, como una gruesa araa al acecho. Debi quedar sorprendida cuando el comisario le dirigi, al pasar, un amable saludo.

* * *

A la hora del aperitivo, Maigret estaba sentado en el Select, cerca del bar americano, donde no se hablaba ms que de las carreras de caballos. Cuando el camarero se acerc le ense la fotografa de Roger Couchet, que haba cogido en la calle Pigalle.

Conoce a este joven?

El camarero puso cara de asombro.

Es curioso

Qu es lo que es curioso?

Hace menos de un cuarto de hora que ha salido de aqu Estaba en esa mesa, mire. No me hubiera fijado en l si en lugar de decirme lo que quera, no hubiese dicho:

Lo mismo de ayer!Yo no me acordaba en absoluto de l Entonces le dije:

Quiere recordarme lo que era, por favor?

Un gin-fizz, caray!Y esto es lo que me hizo ms gracia. Estoy seguro de no haber servido ningn gin-fizz, en la tarde de ayer!

Se qued algunos minutos, despus se fue Y, a continuacin, me ensea usted su fotografa. Esto tiene verdadera gracia.

No tena ninguna gracia. Roger haba querido dejar establecido que se encontraba la vspera en el Select, como as le haba declarado a Maigret. Haba empleado un buen truco, pero se haba equivocado al escoger una consumicin poco corriente.

Un poco ms tarde, Nine entraba, taciturna, se sentaba en la mesa ms prxima al bar y, al ver al comisario, se levant, dud, y por fin avanz hacia l.

Quiere hablar conmigo? pregunt.

En este momento, no. Espere! Querra hacerle una pregunta. Viene aqu casi todas las noches, verdad?

Era el sitio donde Raymond sola citarme.

Se sienta siempre en la misma mesa?

All, donde me he instalado al entrar

Estaba ayer?

S, por qu?

No se acuerda de haber visto al original de este retrato?

Mir la fotografa de Roger y murmur:

Pero si es mi vecino de habitacin!

S, es el hijo de Couchet!

Abri mucho los ojos, confundida por esta coincidencia, preguntndose lo que vendra detrs de esto.

Ha venido a mi habitacin esta maana, despus de irse usted Yo llegaba del Moulin BleuQu quera?

Vena a pedirme una aspirina para Cline, que estaba enferma

Y en el teatro? La han contratado?

Tengo que volver esta tarde Una bailarina se ha herido Si no se pone bien, ocupar su puesto y quiz me contraten definitivamente

Baj la voz para continuar:

Tengo los cien francos Dme usted su mano.

Y este solo gesto era revelador de toda una psicologa. No quera dar en pblico los cien francos a Maigret! Tema molestarle! Haba guardado en la palma de la mano el billete, doblado cuidadosamente. Y se lo pasaba como a un gigol!

Se lo agradezco mucho Ha sido usted tan bueno conmigo

Maigret tuvo la sensacin de que estaba desanimada. Miraba alrededor de ella sin el menor inters por el espectculo del pblico que iba y vena, cuando en otras ocasiones hubiera estado ms pendiente de la calle que de su acompaante ocasional. Sin embargo, esboz una plida sonrisa mientras haca notar:

El matre nos est mirando Debe extraarle el que yo est con usted Debe creer que ya he sustituido a Raymond Se va usted a comprometer!

Quiere tomar algo?

No, gracias dijo discretamente. Si por casualidad tiene necesidad de m En el Moulin Bleu mi nombre es Elyane Conoce usted la entrada de los artistas en la calle Fontaine?

* * *

No fue demasiado penoso. Maigret llam a la puerta del piso del bulevar Haussmann, pocos minutos antes de la hora de cenar. Desde la entrada, se notaba un fuerte olor a crisantemos. La criada que vino a abrirle andaba sobre la punta de los pies.

Crey que el comisario vena solamente a dejar su tarjeta y le condujo sin decir palabra hasta la cmara mortuoria, toda recubierta de negro. En la entrada, haba numerosas tarjetas de visita sobre una bandeja Luis XVI.Las flores ocultaban el cuerpo que estaba ya sobre el atad.

En un rincn, un hombre muy alto, vestido de luto, hizo una ligera inclinacin de cabeza en honor de Maigret.

Enfrente de l estaba arrodillada una mujer de unos cincuenta aos, de rasgos vulgares, vestida con traje de campesina endomingada.

El comisario se aproxim al alto desconocido.

Podra ver a Mme. Couchet?

Voy a preguntar a mi hermana si puede recibirle Es usted el seor?

Maigret! El comisario encargado del caso

La campesina se qued en su sitio. Algunos instantes ms tarde, el joven volvi y condujo a Maigret a travs del amplio apartamento.

Aparte del olor a flores que reinaba por doquier., las habitaciones guardaban su fisonoma habitual Era un bonito apartamento de fines del siglo pasado, como casi todos los pisos del bulevar Haussmann. Los techos y las puertas estaban quiz demasiado adornados.

Y muebles de estilo. En el saln, una monumental araa de cristal tintineaba al pasar.

Mine. Couchet estaba all, rodeada de tres personas que ella misma present. Primero, el hombre enlutado que haba acompaado a Maigret:

Mi hermano, Enrique Dormoy, abogado en la Audiencia

Despus un seor ya entrado en aos:

El coronel Dormoy, mi to

Por ltimo una seora de cabellos plateados:

Mi madre

Y todos, vestidos de luto, eran muy distinguidos. Sobre la mesa, an no haban retirado los servicios del t y quedaban algunas tostadas y pastelillos.

Quiere usted sentarse?

Permtame que le haga una pregunta. La seora que estaba en la cmara mortuoria

La hermana de mi marido dijo Mme. Couchet. Ha llegado esta maana de Saint-Amand

Maigret no sonri. Pero comprenda. Se daba cuenta muy bien que no deseaban ver llegar a la familia Couchet en pleno, vestidos de campesinos o de pequeos burgueses.

Haba los parientes del lado del marido y los del lado Dormoy.

Del lado Dormoy, todo era elegante y discreto. Ya estaban todos vestidos de negro.

Del lado Couchet, no haba todava ms que esa vieja comadre cuyo corpio de seda se notaba demasiado tirante bajo sus brazos.

Podramos hablar a solas, seora?

Se excus con su familia que quera abandonar el saln.

Quedaos, por favor. Nosotros iremos al saloncito amarillo.

No caba duda que haba llorado. Despus, se haba maquillado y apenas se adivinaban sus ojeras. Su voz denotaba cansancio,

No ha recibido usted hoy una visita inesperada? Levant la cabeza contrariada.

Cmo lo sabe usted? S, despus de comer ha venido mi hijastro

Ya le conoca?

Muy poco Se vea con mi marido en el despacho Sin embargo, una vez en el teatro nos hemos encontrado y Raymond me lo ha presentado.

Cul era el objeto de su risita?

Quera saber si habamos encontrado algn testamento Me ha preguntado tambin el nombre de mi abogado para ir a verle

Suspir e intent justificar todas estas mezquindades.

Est en su derecho! Pienso que tiene derecho a la mitad de la fortuna y no ser yo la que haga nada para quitrselo

Me permite que le haga algunas preguntas indiscretas? Cuando se cas con Couchet, ste era ya rico?

S Menos que hoy, pero sus negocios comenzaban a marchar

Boda de amor? Una velada sonrisa.

Si usted quiere Nos conocimos en Dinard Despus de tres semanas, pidi mi mano Mis padres hicieron algunas averiguaciones

Ha sido feliz?

Mir a sus ojos y no tuvo necesidad de respuesta. Prefiri contestar l mismo:

Haba una cierta diferencia de edad Couchet tena sus negocios Total, no haba una gran intimidad entre ustedes Es as? Usted llevaba la casa Cada uno haca su propia vida

Jams le he reprochado nada!dijo ella. Era un hombre de una eran vitalidad que tena necesidad de una vida agitada No quise retenerle

No estaba celosa?

Al principio Despus me fui acostumbrando Yo creo que l me quera bastante

Era bastante bonita, pero de una belleza sin brillo, sin nervio. De rasgos un poco delicados. Un cuerpo mullido. Una elegancia sobria. Deba ofrecer con gracia el t a sus amigas en el saln templado y confortable.

Su marido le hablaba a menudo de su primera mujer?

Su mirada se hizo ms dura. Intent disimular su clera, pero comprendi en seguida que Maigret se haba dado cuenta de todo.

No soy yo la ms indicada para comenz a decir.

Le ruego que me disculpe. Pero dadas las circunstancias de la muerte, no se trata de una cuestin de delicadeza

No sospechar que?

No sospecho de nadie. Intento reconstituir la vida de su marido, las gentes que le rodean, lo que ha hecho y dicho durante la ltima noche. Saba usted que esa mujer vive en la misma casa que Couchet tiene su despacho?

S! Me lo haba dicho

Cmo hablaba l de ella?

La odiaba Pero estaba avergonzado de este sentimiento y deca que en el fondo no era ms que una desgraciada

Desgraciada, por qu?

Porque nada poda satisfacerla Y tambin

Y tambin?

Ya sabe lo que quiero decir Es muy interesada Se separ de Raymond porque ste no ganaba suficiente dinero Despus, le vuelve a ver y se da cuenta de que Raymond tiene mucho dinero Y ella es la mujer de un pequeo funcionario!

No ha intentado

No! No creo que ella le haya pedido nunca dinero. Tambin es verdad que mi marido no me lo hubiese dicho. Todo lo que yo s es que era para l un verdadero suplicio encontrrsela en la plaza de los Vosgos. Me parece que ella haca todo lo posible para tropezarse con l. No le hablaba, pero se le quedaba mirando con desprecio

El comisario no pudo impedir una sonrisa al recordar estos encuentros en el patio: Couchet, que bajaba de su coche, fresco y rosado, y Mme. Martin, ampulosa, con sus guantes negros, su paraguas y su bolso, su rostro virulento

Es todo lo que sabe?

Hubiera querido cambiar de sitio, pero es difcil encontrar en Pars un local adecuado para los despachos y los laboratorios

Y bien, conoca enemigos de su marido?

Ninguno! Todo el mundo le adoraba. Era demasiado bueno, bueno hasta caer en el ridculo. No era gastar dinero lo que l haca: era tirarlo Y cuando se le reprochaba esto, responda que haba pasado muchos aos de su vida contando el dinero para poderlo gastar ahora como fuese

Se trataba mucho con su familia?

Poco No tena la misma mentalidad Ni los mismos gustos

En efecto, Maigret no se figuraba a M. Couchet, en el saln con el joven abogado, el coronel y su estirada mam.

Todo esto era muy comprensible.

Un hombre sanguneo, potente, vulgar, salido de la nada, que haba vivido treinta aos en la miseria, corriendo sin cesar detrs del dinero

Se haca rico. En Dinard, tuvo acceso por fin a un mundo, donde no haba sido jams admitido. Una verdadera seorita Una familia burguesa T y pastelillos, tenis y excursiones campestres

Se cas! Para probarse a s mismo que ahora todo le estaba permitido. Para tener una casa como aquella que slo haba visto desde fuera.

Se cas porque le impresionaba esta jovencita culta y bien educada

Y despus, el piso del bulevar Haussmann, con todas las cosas tradicionales

Solamente, tena necesidad de moverse un poco, de ver a otras personas, de hablarles sin ms cuidados Los restaurantes, los cafs

Y otras mujeres!

Quera a la suya! La admiraba! La respetaba! Le impresionaba!

Pero precisamente por eso, porque le impresionaba, tena necesidad de chiquillas mal educadas como Nine, para descansar un poco.

Mme. Couchet tena una pregunta en la punta de la lengua. Dudaba hacerla. Se decidi por fin, mirando a otro lado.

Quera preguntarle si Es muy delicado Perdneme Tena algunas amigas, lo s No lo ocultaba, y aunque slo fuera por discrecin Querra saber si por este lado no habr jaleos o escndalos

Imaginaba a las queridas de su marido como esas granees prostitutas de las novelas, o quiz como vampiresas del cine.

No tiene nada que temer! sonri Maigret mientras se acordaba de la pequea Nine con su cara pintarrajeada y el puado de joyas que haba llevado aquella misma tarde a la Caja de Ahorros.

No ser necesario?

No! Ninguna indemnizacin.

Estaba extraada. Quiz un poco despechada, ya que si esas mujeres no reclamaban nada era porque tenan una cierta afeccin por su marido y l por ellas

Ha fijado ya la fecha de los funerales?

Mi hermano se ha ocupado de estas cosas Tendrn lugar el jueves, en Saint-Philippe de Roule

Se oa ruido de vajilla en el comedor contiguo. Quiz estaran ya preparando la mesa para la cena.

No me queda ms que darle las gracias antes de irme

Y como bajaba a pie por el bulevar Haussmann, se sorprendi al orse gruir:

Vaya un Couchet!

Le haba venido a los labios como si Couchet hubiese sido un viejo amigo. Y tena hasta tal punto esa impresin que la idea de que no le haba visto ms que cadver le dejaba estupefacto.

Le pareca como si lo conociese de toda la vida.

Poda ser a causa de las tres mujeres?

Primero, la hija del pastelero, en el apartamento de Nanterre, desesperada con la idea de que su marido no tendra jams un empleo serio.

Despus, la jovencita de Dinard y las pequeas satisfacciones de amor propio de un Couchet que ha llegado a ser el sobrino de un coronel

Nine Las citas en el Select El hotel Pigalle

Y el hijo que venia a sablearle! Y Mme. Martin que se las arreglaba para cruzarse con l en el patio, esperando quiz atormentarle con remordimientos

Divertido final! Completamente solo en el despacho, donde vena lo menos posible! Apoyado en la caja de caudales entreabierta, las manos sobre la mesa

No haban visto nada La portera, al pasar por el patio, le haba visto siempre en la misma postura, detrs de los cristales

Pero ella se preocupaba sobre todo de Mme. de Saint-Marc que iba a dar a luz.

Arriba, la loca haba chillado. Lo que quera decir que la vieja Matilde estara escondida detrs de una puerta del pasillo.

M. Martin, con el abrigo puesto, bajaba y buscaba su guante cerca de las basuras

Una cosa era cierta: alguien, ahora, posea los trescientos sesenta mil francos.

Y alguien haba asesinado!

Todos los hombres son unos egostas! deca con amargura Mme. Martin.

Era ella la que tena los trescientos sesenta mil francos en billetes completamente nuevos? La que tena por fin dinero, mucho dinero, todo un paquete de billetes grandes, que representaban un porvenir confortable, sin miedo al maana, sin preocuparse de la pensin que le quedara a la muerte de Martin?

Era Roger, con su cuerpo blando, vaco por el ter, y Cline que lo haba recogido para que se embruteciera con l sobre la ligera humedad de una cama de hotel?

Era Nine, o quiz Mme. Couchet?

De todas formas, haba un lugar desde donde se poda haber visto absolutamente todo: el apartamento de los Martin.

Y haba una mujer que daba vueltas por toda la casa, pegando su oreja a todas las puertas, arrastrando sus zapatillas por los pasillos.

Tendr que hacer una visita a la vieja Matilde, se dijo el comisario.

Pero cuando, al da siguiente, lleg a la plaza de los Vosgos, la portera, que estaba clasificando el correo, le par:

Va usted a casa de los Martin? No s si hace bien Mme. Martin ha estado muy enferma esta noche Hemos tenido que avisar al mdico Su marido est como loco

Los empleados atravesaban el patio para ponerse a trabajar en los despachos o en los laboratorios. Un criado sacuda las alfombras en las ventanas del primer piso.