la sociedad de la información by raúl trejo

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  • 8/2/2019 La Sociedad de la Informacin by Ral Trejo

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    Nmero 1 / Septiembre - Diciembre 2001Monogrfico

    La Sociedad de la Informacin

    Vivir en la Sociedad de la InformacinOrden global y dimensiones locales en el universo digital

    Ral Trejo Delarbre (1)Investigador titular en el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM

    Vivimos en un mundo pletrico de datos, frases e conos. La percepcin que los seres humanos tenemos de nosotros mismos ha cambiado,en vista de que se ha modificado la apreciacin que tenemos de nuestro entorno. Nuestra circunstancia no es ms la del barrio o la ciudad endonde vivimos, ni s iquiera la del pas en donde radicamos. Nuestros horizontes son, al menos en apariencia, de carcter planetario.

    Eso no significa que estemos al tanto de todo lo que sucede en todo el mundo. Lo que ocurre es que entre los numerosos mensajes querecibimos todos los das, se encuentran muchos que provienen de latitudes tan diversas y tan lejanas que, a menudo, ni siquiera acertamos aidentificar con claridad en dnde se encuentran los sitios de donde provienen tales informaciones.

    Se habla mucho de la Sociedad de la Informacin. Qu rasgos la definen? En qu aspectos resulta novedosa? En qu medida puedecambiar la vida de nuestros pases? Qu limitaciones tiene ese nuevo contexto? En estas pginas queremos dar respuestas iniciales aesas interrogantes.

    Diez rasgos de la Sociedad de la Informacin

    A ese nuevo contexto lo definen caractersticas como las siguientes.

    1. Exuberancia.. Disponemos de una apabullante y diversa cantidad de datos. Se trata de un volumen de informacin tan profusoque es por s mismo parte del escenario en donde nos desenvolvemos todos los das.

    2. Omnipresencia. Los nuevos instrumentos de informacin, o al menos sus contenidos, los encontramos por doquier, forman

    parte del escenario pblico contemporneo (son en buena medida dicho escenario) y tambin de nuestra vida privada. Nuestrosabuelos (o bisabuelos, segn el rango generacional en el que estemos ubicados) fueron contemporneos del surgimiento de laradio, se asombraron con las primeras transmisiones de acontecimientos internacionales y tenan que esperar varios meses aque les llegara una carta del extranjero; para viajar de Barcelona a Nueva York lo ms apropiado era tomar un buque en unatravesa de varias semanas. La generacin siguiente creci y conform su imaginario cultural al lado de la televisin, quedurante sus primeras dcadas era slo en blanco y negro, se enter con pasmo y gusto de los primeros viajes espaciales,conform sus preferencias cinematogrficas en la asistencia a la sala de cine delante de una pantalla que reflejaba laproyeccin de 35mm y ha transitado no sin asombro de la telefona almbrica y convencional a la de carcter celular o mvil.Los jvenes de hoy nacieron cuando la difusin de seales televisivas por satlite ya era una realidad, saben que se puedecruzar el Atlntico en un vuelo de unas cuantas horas, han visto ms cine en televisin y en video que en las salas tradicionalesy no se asombran con la Internet porque han crecido junto a ella durante la ltima dcada: frecuentan espacios de chat,emplean el correo electrnico y manejan programas de navegacin en la red de redes con una habilidad literalmente innata. Esaes la Sociedad de la Informacin. Los medios de comunicacin se han convertido en el espacio de interaccin social porexcelencia, lo cual implica mayores facilidades para el intercambio de preocupaciones e ideas pero, tambin, una riesgosasupeditacin a los consorcios que tienen mayor influencia, particularmente en los medios de difusin abierta (o generalista,

    como les llaman en algunos sitios).3. Irradiacin. La Sociedad de la Informacin tambin se distingue por la distancia hoy prcticamente ilimitada que alcanza elintercambio de mensajes. Las barreras geogrficas se difuminan; las distancias fsicas se vuelven relativas al menos encomparacin con el pasado reciente. Ya no tenemos que esperar varios meses para que una carta nuestra llegue de un pas aotro. Ni siquiera debemos padecer las interrupciones de la telefona convencional. Hoy en da basta con enviar un correoelectrnico, o e-mail, para ponernos en contacto con alguien a quien incluso posiblemente no conocemos y en un pas cuyascoordenadas tal vez tampoco identificamos del todo.

    4. Velocidad. La comunicacin, salvo fallas tcnicas, se ha vuelto instantnea. Ya no es preciso aguardar varios das, o an ms,para recibir la respuesta del destinatario de un mensaje nuestro e incluso existen mecanismos para entablar comunicacinsimultnea a precios mucho ms bajos que los de la telefona tradicional.

    5. Multilateralidad / Centralidad. Las capacidades tcnicas de la comunicacin contempornea permiten que recibamosinformacin de todas partes, aunque lo ms frecuente es que la mayor parte de la informacin que circula por el mundo surja deunos cuantos sitios. En todos los pases hay estaciones de televisin y radio y en muchos de ellos, produccincinematogrfica.. Sin embargo el contenido de las series y los filmes ms conocidos en todo el mundo suele ser elaborado enlas metrpolis culturales. Esa tendencia se mantiene en la Internet, en donde las pginas ms visitadas son de origen

    estadounidense y, todava, el pas con ms usuarios de la red de redes sigue siendo Estados Unidos.6. Interactividad / Unilateralidad. A diferencia de la comunicacin convencional (como la que ofrecen la televisin y la radiotradicionales) los nuevos instrumentos para propagar informacin permiten que sus usuarios sean no slo consumidores, sinoadems productores de sus propios mensajes. En la Internet podemos conocer contenidos de toda ndole y, junto con ello,contribuir nosotros mismos a incrementar el caudal de datos disponible en la red de redes. Sin embargo esa capacidad de laInternet sigue siendo poco utilizada. La gran mayora de sus usuarios son consumidores pasivos de los contenidos que yaexisten en la Internet.

    7. Desi ualdad. La Sociedad de la Informacin ofrece tal abundancia de contenidos tantas posibilidades para la educacin el

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    compartir la contemplacin de las mismas series de televisin y la misma cinematografa. Pero el sentido comn y la constatacin deidiosincrasias que se mantienen nos permiten reconocer que a pesar de mirar y sufrir los mismos mensajes, nuestras sociedades siguenestando definidas por sus peculiaridades nacionales y culturales.

    La televisin se ha mundializado pero no por ello tenemos aldea global. Para el socilogo chileno Jos Joaqun Brunner: "Puede decirse quela globalizacin est transformando contnuamente las relaciones entre el centro y la periferia, as como las propias percepciones de smismo y los otros dentro de ambos mundos. En eso consiste, justamente, la posmodernidad; en una cultura no cannica, hecha decombinaciones inverosmiles" (Brunner, 1999: 161). No discutimos aqu la idea de posmodernidad que algunos, a diferencia de Brunner,pretenden establecer como un nuevo paradigma de desparpajo individual y de opiniones transideolgicas, pero s queremos insistir en elcarcter abierto a numerosas combinaciones, interpretaciones y apropiaciones que alcanza la cultura contempornea -seguramente la zonade fronteras ms movedizas y de retroalimentaciones ms abundantes entre los centros y las periferias-.

    Los jvenes de Singapur, Bilbao, San Salvador o Los ngeles, compartirn comportamientos parecidos al mirar un mismo video en MTV perola manera de apreciarlo e interiorizarse en l estar condicionada por su entorno cultural, social y nacional. Y tambin es desigual laoportunidad para ms all de la contemplacin, ser ellos mismos actores de los medios. La posibilidad de un grupo musical integrado por

    jvenes de Los ngeles para aparecer en esa televisora es mucho mayor que la de un grupo de muchachos de Vietnam. Pero tecnologascomo el video y ahora desde luego la Internet ofrecen la posibilidad de propagar globalmente expresiones y enfoques que antao jams ibanms all del mbito local.

    La mundializacin meditica modifica las maneras de percibir la dimensin local y regional, de la misma forma que altera los alcancestradicionales de la dimensin nacional y la dimensin mundial. Los asuntos y acontecimientos en cada uno de esos planos nonecesariamente se modifican por el hecho de ser conocidos en sitios en donde antes no se hablaba de ellos. Pero la percepcin de esos y elresto de los asuntos y acontecimientos s tiende a ser distinta.

    La globalizacin, que en buena medida es un proceso meditico, nos permite reconocer semejanzas pero no por ello quedan abolidas laspeculiaridades y diferencias que distinguen a nuestras sociedades. Tampoco se cierran las brechas entre los pases. La velocidad e incluso lainmediatez de las comunicaciones junto con la creciente intensidad de los flujos migratorios estn contribuyendo a disolver las fronterasnacionales, al menos con los rasgos que hasta ahora se les han conocido. Pero paradjicamente las fronteras creadas por la disparidadeconmica, lejos de suavizarse, en ocasiones se vuelven ms speras debido al desigual acceso a los recursos mediticos y tecnolgicos.

    La relacin hasta ahora conocida entre "centro" y "periferia" se trastorna radicalmente entre quienes en sitios distintos comparten el uso eincluso el consumo de modernos recursos mediticos. Es difcil hablar de periferia y centro para referirse a pases, o a regiones, en donde semiran los mismos videos y se "bajan" los mismos programas informticos de la Internet. Pero en cada uno de esos sitios hay algunos pocosciudadanos con posibilidades de acceso a esos bienes culturales y muchos ms que no tienen y quiz jams tendrn oportunidadessemejantes.

    Globalizacin que presiona hacia arriba y hacia abajo. La Internet.

    El promedio de llamadas telefnicas internacionales es de 247 minutos al ao, por persona, en Suiza, de 100 en Canad y de 60 en losEstados Unidos, pero de apenas tres minutos en Colombia, 2 en Rusia y uno en Ghana y Pakistn. En Mnaco hay 99 telfonos por cada 100personas, en Estados Unidos 70, en Argentina y Costa Rica 18 pero en Uganda 0.2 y en Afganistn 0.1 telfonos por cada 100 habitantes(United Nations, 1999).

    Las comparaciones siempre son incmodas, pero en estos casos resultan tiles. En Nueva York hay ms lneas telefnicas que en todas laszonas rurales de Asia. En Londres existen ms cuentas de Internet que en toda frica. Se estima que casi el 80% de la poblacin de todo elmundo jams ha hecho una llamada telefnica (World Resources Institute, 2000).

    Sin embargo la desigualdad en el acceso a los recursos comunicacionales no necesariamente se impone a las capacidades de los pasesmenos desarrollados para aprovechar esa tecnologa. Actualmente la globalizacin ha intensificado el intercambio desigual de flujoscomunicacionales pero, de manera simultnea, ha abierto nuevas opciones para superar la casi proverbial pasividad que ha definido a losllamados pases perifricos en materia de mensajes culturales. Los pblicos de las industrias culturales ms poderosas se han extendido o,dicho de otra manera, la habilidad y capacidad propagadoras de los consorcios mediticos se han multiplicado gracias a las nuevastecnologas de la informacin.

    Hoy es posible entender a la globalizacin como una serie de procesos multidireccionales y no simplemente como la internacionalizacin deculturas y mensajes que solan estar apartados unos respecto de otros. El ya citado Giddens recuerda cmo "la globalizacin presiona noslo hacia arriba, sino tambin hacia abajo, creando nuevas presiones para la autonoma local". En Internet entre otras formas de intercambiosurgen nuevos modos de solidaridad, desde las cadenas de mensajes hasta la coordinacin de protestas o adhesiones respecto de las msdiversas causas. Y tambin aparecen nuevas formas de aislamiento, tanto entre las personas como entre las naciones.

    La gran mayora de quienes usamos computadora (u ordenador) empleamos el sistema operativo Windows, en cualquiera de sus versiones.Habr quien vea en la propagacin de ese software una demostracin de la alienacin generalizada respecto de los productos de una mismay poderosa trasnacional. Pero tambin es posible identificar una apropiacin creciente, pero limitada, de una tecnologa til que puede servirpara los ms variados fines.

    En el mundo digital (que no es un universo en s mismo como a veces sugieren las interpretaciones futuristas sino una coleccin de espejosde la realidad) se difuminan las fronteras convencionales. En la Internet no hay un centro y por lo tanto, tampoco una periferia. Todospodemos ser el centro, aunque jams sepamos qu tan lejos estn los alrededores. Las fronteras se encuentran no en el mundo virtual sinoen el mundo real. La ms importante es la ya sealada desigualdad en el acceso a los recursos informticos, que no es sino expresin de lasdificultades para extender la cultura y los medios para aprehenderla entre las grandes mayoras en los pases de menor desarrollo.

    Los nuevos recursos informticos constituyen una oportunidad enorme para afianzar la presencia global de nuestros pases al mismo tiempoque para enriquecernos con la cultura y la creacin universales. Pero eso no ocurrir sin polticas intencionales y de largo alcance para noslo estar conectados a las redes informticas, sino para junto con ello saber transitar por sus concurridas arterias.

    Mientras tanto, supeditadas a flujos de informacin en cuyas agendas participan poco o nada, nuestras sociedades asisten atnitas a esaabundancia de bienes informticos autntica o parcialmente enriquecedores. No tenemos aldea global pero s estamos creando unapolifactica, contradictoria y en ocasiones rstica aldea virtual.

    Estado de la red de redes al comenzar el siglo 21

    El 6% de los habitantes de Brasil con acceso regular a la Internet, el 3% que se encuentra en esa condicin en Argentina y Mxico o el 2% de

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    internautas en Per pueden jactarse de haber roto barreras geogrficas, culturales y geopolticas ya que cuentan -o al menos hipotticamentepueden contar- con acceso a la misma informacin que los canadienses, britnicos y japoneses conectados a la red. Pero esos internautas,ms all de su especfica condicin econmica y social, estn constituyendo una nueva lite -un nuevo y tambin distante "centro"- respectode la nutrida y desatendida periferia de ciudadanos formales sin c iudadana cultural que no tienen acceso a esos y otros recursos culturales yen materia de informacin. El uso de la Internet se ha extendido con gran rapidez -Amrica Latina es la zona de mayor crecimiento en eserengln- pero est a punto de llegar a lmites creados por la desigualdad econmica que sern muy difciles de superar porque el desarrollode ese recurso, ha quedado fundamentalmente supeditado a los ritmos y pautas impuestos por el inters mercantil de las empresasinteresadas en hacer negocio en y con la red de redes.

    El cuadro adjunto muestra una de las estimaciones ms serias (hay muchas, la mayor parte de ellas exageradas o no actualizadas) sobre lacantidad de personas con acceso a la Internet al terminar el siglo 20.

    Usuarios de la Internet en el mundo estimacin a noviembre de 2000

    Total mundial 407.1 millones

    frica 3.11 millones

    Asia/Pacfico 104.88millones

    Europa 113.14millones

    Medio Oriente 2.40 millones

    Canad y EstadosUnidos

    167.12millones

    Amrica Latina 16.45 millones

    Fuente: NUA, 2000.

    En el 2000 Estados Unidos, que ha sido la nacin ms conectada a la Internet, lleg a tener algo ms de 137 millones de usuarios de la red

    de redes, que significaron alrededor del 50% de su poblacin. Los japoneses, que son el segundo pas con ms internautas, tenanconectada, con 27 millones de personas en esa fecha, al 21% de su poblacin. Alemania y el Reino Unido, con cerca de 19 millones deinternautas cada uno, alcanzaban el 21% y el 29% de sus habitantes con acceso a la Internet. La estimacin para Espaa al terminar el 2000era de aproximadamente 5.5 millones de usuarios de la Internet, que constituiran el 14% de su poblacin.

    Cada vez hay ms gente conectada a la red de redes. Pero incluso en casi todos los pases de mayor desarrollo informtico, los ciudadanosque no tienen acceso a ese servicio siguen siendo mayora. La globalizacin, que antes que intercambio de mercancas es flujos deinformacin, es profundamente desigual. Reconocer esa desigualdad no es novedoso, ni basta con ello.

    Claro que por algo se empieza. A la desigualdad en el acceso a la Sociedad de Informacin y especficamente a la Internet, ahora se ledenomina la brecha digital, the digital divide. El World Resources Institute, apoyado por varias de las ms importantes empresasinternacionales de computacin explica as esa hendedura que lejos de atenuar, est profundizando las desigualdades en el planeta:

    "Prcticamente en cada pas, un porcentaje de personas tiene la mejor informacin tecnolgica que la sociedad puede ofrecer. Esa gentetiene las ms poderosas computadoras, el mejor servicio telefnico y el ms veloz servicio de Internet, de la misma manera que cuentan conriqueza de contenidos y capacitacin aventajada en sus vidas.

    "Hay otro grupo de personas. Son las personas que por una u otra razn no tienen acceso a las ms nuevas o mejores computadoras, elms confiable servicio telefnico el ms veloz o el ms conveniente de los servicios de Internet. La diferencia entre esos dos grupos de gentees lo que denominamos La Brecha Digital.

    "Estar en el lado menos afortunado de la brecha significa que hay menos oportunidades para tomar parte en nuestra nueva economasustentada en la informacin, en la cual muchos ms empleos estarn relacionados con las computadoras. Tambin significa que hay menosoportunidades para participar de la educacin, la capacitacin, las compras, el entretenimiento y las oportunidades de comunicacin queestn disponibles en lnea. En general, aquellos que son pobres y viven en reas rurales estn cerca de 20 veces ms en riesgo de quedarrezagados que los ms prsperos residentes de las reas urbanas (World Resources Institute, 2000).

    Esa apreciacin, pertinente y hasta autocrtica viniendo de una institucin patrocinada por algunas de las empresas ms prsperas de laeconoma de mercado (Compaq, Ericsson, Hewlett-Packard, Intel, Motorola, Nokia y Microsoft entre otras) se queda corta. An en las grandesciudades e incluso en los pases ms industrializados existen zonas de las sociedades marginadas del acceso a las nuevas ofertas deinformacin.

    Polticas publicas para que la tecnologa conduzca al progreso

    La Sociedad de la Informacin es una de las expresiones, acaso la ms promisoria junto con todas sus contradicciones, de la globalizacincontempornea. En otro sitio hemos anotado que el trmino Sociedad de la Informacin ha ganado presencia en Europa, en donde ha sidomuy empleado como parte de la construccin del contexto para la Unin Europea (Trejo Delarbre, 1996). Un estudio elaborado con elpropsito de documentar los avances europeos al respecto sealaba, con cierto optimismo, que:

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    "Las sociedades de la informacin se caracterizan por basarse en el conocimiento y en los esfuerzos por convertir la informacin enconocimiento. Cuanto mayor es la cantidad de informacin generada por una sociedad, mayor es la necesidad de convertirla enconocimiento. Otra dimensin de tales sociedades es la velocidad con que tal informacin se genera, transmite y procesa. En la actualidad, lainformacin puede obtenerse de manera prcticamente instantnea y, muchas veces, a partir de la misma fuente que la produce, sindistincin de lugar. Finalmente, las actividades ligadas a la informacin no son tan dependientes del transporte y de la existencia deconcentraciones humanas como las actividades industriales. Esto permite un reacondicionamiento espacial caracterizado por ladescentralizacin y la dispersin de las poblaciones y servicios" (Ortiz Chaparro, 1995: 114).

    La Sociedad de la Informacin es, por lo tanto, realidad y posibilidad. Habra que concebirla como un proceso en el que nos encontramos yapero cuyo punto de llegada y consolidacin parece an distante. Existiendo los cimientos para que la sociedad contempornea desplieguesus mejores potencialidades gracias al intercambio de informacin y para que la informacin llegue a derivar en conocimiento no es poco loque falta por hacer en busca de esa meta. Resulta preciso desplegar ambiciosas tareas no slo en la cobertura de las redes informticas

    (ello incluye la disponibilidad de equipos de cmputo y de las conexiones necesarias para mantenerlos ligados a la Internet) sino, junto conello, en la capacitacin de los ciudadanos para saber aprovecharlas creativamente. Cambio tecnolgico, propagacin de informacin ligada -al menos ese es el propsito- con el desarrollo del conocimiento y tambin con las facilidades para desempear diversas tareasprofesionales de manera ms flexible, son la faceta virtuosa de este nuevo contexto. En el anverso, se encuentran las dificultades para queesos mecanismos de informacin sean compartidos por la mayora de las personas.

    La necesidad de ambiciosas polticas desplegadas por el Estado para extender los beneficios de la Sociedad de la Informacin fuereconocida al menos ya durante todo el ltimo del siglo XX. El Libro Verde de la Unin Europea sobre Sociedad de la Informacin apuntaba en1996 lineamientos de polticas que han seguido teniendo plena vigencia:

    "1. Estamos viviendo un perodo histrico de cambio tecnolgico, consecuencia del desarrollo y de la aplicacin creciente de las tecnologasde la informacin y de la comunicacin (TIC). Este proceso es diferente y ms rpido que cualquiera que hayamos presenciado hasta ahora.

    Alberga un inmenso potencial para la creacin de riqueza, elevar el nivel de vida y mejorar los servicios.

    "2. Las TIC ya forman parte integrante de nuestra vida cotidiana, nos proporcionan instrumentos y servicios tiles en nuestro hogar, ennuestro lugar de trabajo, por todas partes. La sociedad de la informacin no es la sociedad de un futuro lejano, sino una realidad de la vidadiaria. Aade una nueva dimensin a la sociedad tal como la conocemos ahora, una dimensin de importancia creciente. La produccin debienes y servicios se basa cada vez ms en el conocimiento.

    "3. No obstante, la rapidez con que se introducen las TIC vara mucho entre pases, regiones, sectores, industrias y empresas. Losbeneficios, en forma de prosperidad, y los costes, en forma de precio del cambio, tienen una distribucin desigual entre diferentes pases dela Unin y entre ciudadanos. Es comprensible que el ciudadano se sienta inquieto y exija respuestas a sus preguntas sobre las repercusionesde las TIC. Sus preocupaciones pueden resumirse en dos preguntas fundamentales:

    La primera de ellas se refiere al empleo: no destruirn estas tecnologas ms empleos de los que crean? Ser capaz deadaptarme a los nuevos modos de trabajar?La segunda pregunta se refiere a la democracia y a la igualdad: la complejidad y el coste de las nuevas tecnologas, no harnaumentar los desequilibrios entre las zonas industrializadas y las menos desarrolladas, entre los jvenes y los viejos, entre losque estn enterados y aquellos que no lo estn?

    "4. Para dar respuesta a estas preocupaciones necesitamos unas polticas pblicas capaces de ayudarnos a sacar fruto del progreso

    tecnolgico y de asegurar el acceso equitativo a la sociedad de la informacin y la distribucin justa del potencial de prosperidad" (ComisinEuropea, 1996).

    Aunque existen diversas acepciones y enfoques todos entendemos qu se quiere decir cuando hablamos de sociedad de la informacin.Para el investigador Manuel Castells, simplemente, "el trmino sociedad de la informacin destaca el papel de esta ltima en la sociedad". Sinembargo Castells, autor de uno de los textos ms slidos y clebres sobre la nueva era a la que hemos accedido gracias al intercambiomundial de datos, prefiere referirse a la sociedad informacional. Explica:

    "La informacin, en su sentido ms amplio, es decir, como comunicacin del conocimiento, ha sido fundamental en todas las sociedades,incluida la Europa medieval, que estaba culturalmente estructurada y en cierta medida unificada en torno al escolasticismo, esto es, enconjunto, un marco intelectual... En contraste, el trmino informacional indica el atributo de una forma especfica de organizacin social en laque la generacin, el procesamiento y la transmisin de la informacin se convierten en las fuentes fundamentales de la productividad y elpoder, debido a las nuevas condiciones tecnolgicas que surgen en este periodo histrico" (Castells, 1997: 47).

    Castells, no obstante, denomin a su libro La era de la informacin. Por qu ese ttulo y no "La era informacional"? Porque despus de todo,el conjunto de procesos, interrelaciones, proyectos y bsquedas que se han articulado en los aos recientes alrededor de la propagacin,

    acumulacin y la identificacin de datos que son posibles gracias a las nuevas tecnologas de la comunicacin y muy especialmente graciasa la Internet, es conocida como La Sociedad de la Informacin. "Los ttulos dice ese socilogo cataln son mecanismos de comunicacin".

    ***

    La brecha digital no desaparecer de inmediato. Al contrario, es altamente posible que se traduzca en diferencias dramticas en lossiguientes aos: una parte de la humanidad, afortunada y conectada, dispondr de ms informacin de la que nunca tuvo generacin alguna.

    Al mismo tiempo las grandes mayoras padecern una nueva marginacin, la marginacin informtica.

    Reconocer esas desigualdades constituye el primer paso para comenzar a superarlas. Las empresas y los ciudadanos pueden hacer muchoen el abatimiento de los desniveles informticos pero esa tarea corresponde, junto con ellos, a los Estados. Slo con polticas estatales (yregionales incluso, amalgamando los recursos de varios pases) la informacin ser un bien de la sociedad y no simplemente la nuevariqueza para quienes ya son privilegiados en otros mbitos. En la construccin de esas polticas pblicas es pertinente advertir qu es y qupuede ser, con todas sus ventajas y limitaciones, la Sociedad de la Informacin.

    Bibliografa

    BRUNNER, Jos Joaqun, Globalizacin cultural y posmodernidad. Fondo de Cultura Econmica, Santiago, 1999.

    CASTELLS, Manuel, La era de la informacin. Economa, sociedad y cultura. Volumen 1, La sociedad red. Alianza Editorial, Madrid, 1997, 590pp.

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    COMISION EUROPEA, Libro Verde. Vivir y trabajar en la sociedad de la informacin. Prioridad para las personas. 22 de julio 1996.http://europa.eu.int/ISPO/ecommerce/legal/documents/people_first/people_first_es.pdf

    GATES, Bill, Camino al futuro. McGraw Hill, Mxico, 1995, 279 pp.

    GATES, Bill, Los negocios en la era digital. Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1999, 528 pp.

    GIDDENS, Anthony, Un mundo desbocado. Los efectos de la globalizacin en nuestras vidas. Taurus, Barcelona, 2000.

    NEGROPONTE, Nicholas, Being digital. Knopf, Nueva York, 1995, 245 pp.

    Nua Internet Surveys, What many online? Noviembre de 2000http://www.nua.ie/surveys/how_many_online/index.html

    ORTIZ CHAPARRO, Francisco, "La Sociedad de la Informacin" en LINARES, Julio y ORTIZ CHAPARRO, Francisco,Autopistas inteligentes.Fundesco, Madrid, 1995, 240 pp.

    TREJO DELARBRE, Ral, La nueva alfombra mgica. Usos y mitos de Internet, la red de redes. Fundesco, Madrid, 1996, 276 pp. El librocompleto est disponible en:http://www.etcetera.com.mx/LIBRO/ALFOMBRA.HTM

    UNESCO, Statistical Yearbook 1999.

    UNITED NATIONS Development Programme, Human Development Report 1999. Julio 1999.

    WORLD RESOURCES INSTITUTE, Creating Digital Dividends,http://www.digitaldividend.org/index.htm, 2000.

    (1) Investigador en el Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autnoma de Mxico. Autor de La Nueva AlfombraMgica. Usos y mitos de Internet, la red de redes:http://www.etcetera.com.mx/LIBRO/ALFOMBRA.HTM

    Correos electrnicos: [email protected] - [email protected]

    Ral Trejo Delarbre es Doctor en Sociologa por la Facultad de Ciencias Polticas y Sociales de la UNAM, Maestro en EstudiosLatinoamericanos y Licenciado en Periodismo por la misma institucin. Investigador titular en el Instituto de Investigaciones Sociales de laUNAM. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores, SNI. Es autor de doce libros. Los ms recientes son: Chiapas: la comunicacinenmascarada (Diana, 1994), La nueva alfombra mgica. Usos y mitos de Internet (Fundesco, Madrid 1996), Volver a los medios. De la crtica,a la tica (Cal y Arena, 1997), El secuestro de la UNAM (Cal y Arena, Mxico, 2000) y Mediocracia sin mediaciones (Cal y Arena, Mxico,2001). Es coordinador de diez libros colectivos, entre ellos Televisa, el Quinto Poder y Las Redes de Televisa. Coautor, con textos suyos, enotros cincuenta y siete libros colectivos, la mayora con ensayos sobre sindicalismo, medios de comunicacin o el sistema poltico mexicano.Es autor de la columna poltica Sociedad y Poder que se publica todos los das en La Crnica de Hoy y en otros siete diarios mexicanos. Esdirector de la revista mensual etctera especializada en medios de comunicacin (www.etcetera.com.mx) En 1994 recibi el Premio Nacional

    de Periodismo, en la rama de Artculo de Fondo. En 1996 la Fundacin Fundesco, de Madrid, le otorg el Premio Fundesco de Ensayo

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    http://www.web2pdfconvert.com/?ref=PDFhttp://www.web2pdfconvert.com/?ref=PDFmailto:[email protected]://www.oei.es/revistactsi/numero1/indice.htm#1http://www.oei.es/revistactsi/numero1/index.htmlhttp://www.oei.es/revistactsi/numero1/debate.htmmailto:%[email protected]:[email protected]://www.etcetera.com.mx/LIBRO/ALFOMBRA.HTMhttp://www.digitaldividend.org/index.htmhttp://www.etcetera.com.mx/LIBRO/ALFOMBRA.HTMhttp://www.nua.ie/surveys/how_many_online/index.htmlhttp://europa.eu.int/ISPO/ecommerce/legal/documents/people_first/people_first_es.pdf