la relación chileno-boliviano durante el gobierno de lagos (2000-2005)

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Artículo de investigación sobre el frustrado proyecto de exportación de gas por puertos chilenos y la relación bilateral chileno-boliviana durante el gobierno de Ricardo Lagos.

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Vlado Mirosevic [email protected]

12 Octubre 2010

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INTRODUCCIÓN

En las relaciones bilaterales entre Chile y Bolivia han interferido dos asuntos de distinta naturaleza. Por un lado los intereses económicos y por otro los asuntos políticos. Existe una larga data de episodios donde chilenos y bolivianos han resuelto sus rencillas políticas por vía de negociaciones comerciales. Fue así como a inicios del s. XX los liberales bolivianos liderados por Ismael Montes decidieron despojarse de la demanda por el litoral del norte de Chile a cambio de la construcción del Ferrocarril de Arica-La Paz para transportar minerales bolivianos y una compensación económica por parte de Chile. Fue así como firmaron el Tratado de Paz y Amistad de 19041.

La tradición de la política exterior chilena con respecto a Bolivia ha sido disociar los temas de integración económica con el asunto de la demanda marítima. Así quedó claramente expresado en el enfrantamiento verbal de los presidentes Carlos Mesa y Ricardo Lagos en la Cumbre de Monterrey en el 20032. En aquella oportunidad el Presidente Lagos afirmó “esperamos una respuesta (de Bolivia) en el ámbito comercial, pero no nos parece que podamos conversar temas de soberanía, porque no tenemos temas de soberanía pendientes”.

Sin embargo el proyecto gasífero y muchos otros temas han terminado estrechamente vinculados con la histórica demanda boliviana de una salida al pacífico, lo que ha hecho imposible un avance bilateral en estas materias. Por parte de Chile, el gobierno de Ricardo Lagos significó un importante acercamiento de los lazos, pero que en la medida que los conflictos internos en Bolivia se agudizaron, la relación con Chile fue un recurrido instrumento político, y por consiguiente el tema gasífero pasó a formar parte de esa larga lista de temas pendientes entre ambos países.

ANTECEDENTES HISTÓRICOS (2000-2006)

En febrero del año 2000, durante el Encuentro de Cancilleres del Grupo de Río y la Unión Europea, celebrada en Algarve (Portugal), el Ministro de Relaciones Exteriores chileno Juan Gabriel Valdés y su par de Bolivia Javier Murillo, acordaron la construcción de un amplio diálogo bilateral que estaría caracterizado por ser un diálogo “sin exclusiones”.

Para marzo de ese año, Ricardo Lagos asume la Presidencia de Chile y su primer encuentro con el primer mandatario boliviano, Hugo Banzer, se concreta 3 meses después en la Cumbre del MERCOSUR realizada en Buenos Aires. Dicho encuentro causó expectación en las relaciones de ambos países por varias razones. La primera de ellas es que el Presidente Banzer había anunciado públicamente -semanas antes de la Cumbre- que su país renunciaría, a lo menos por ese entonces, a denunciar a Chile ante organismos internacionales por las reivindicaciones marítimas bolivianas y que por el contrario intentaría la vía de negociación directa. Junto con esto, el diálogo “sin exclusiones” abría la posibilidad de que el tema marítimo fuese tratado por Chile.

En dicho primer encuentro, Lagos aprovechó de mostrar su voluntad de tener más que relaciones normales con Bolivia, lo que se expresaría primero en términos personales y luego en otro tipo de acuerdos. Lo anterior, a pesar de la polémica historia política de Banzer, quien tuvo un primer gobierno de carácter dictatorial (el número 187 de los gobiernos de facto bolivianos) de gran represión entre 1971-1978 y que guardaba un mal sitial en la memoria de la izquierda chilena. A pesar de aquellos antecedentes, el primer encuentro sirvió de inicio de una relación de amistad y confianza futura3.

1 MESA, Carlos. “Historia de Bolivia”. Editorial Gisbert, La Paz, 2001.2 Información extraída de:

http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/business/barometro_economico/newsid_3406000/3406629.stm 3 Información extraída de: http://web.latercera.cl/medio/articulo/0,0,3255_5714_222688,00.html

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Luego de ese encuentro le sucedieron los realizados en noviembre del 2000 en Ciudad de Panamá, y luego en abril del 2001 en Québec en la Cumbre de las Américas. Si bien ambos mandatarios conversaron previamente sobre el tema gasífero, fue en ésta última cumbre donde Banzer especula con Lagos la urgencia que tiene su país de exportar las millonarias reservas de gas. El Presidente Boliviano reconoce que la mejor alternativa para hacerlo, era construir un gasoducto hacía algún puerto del norte chileno. Desde un inicio el Presidente Lagos se mostró comprometido en colaborar con la realización de ese proyecto de gran importancia para el Banzer.

Luego de 23 años de notoria distancia entre Santiago y La Paz, en junio del 2001 el Presidente Lagos nombra a Edmundo Pérez Yoma como cónsul general de Chile en Bolivia, con rango de embajador4. El nombramiento significó una clara voluntad por mejorar las relaciones, ya que Pérez Yoma era una figura de gran importancia política en Chile y recientemente había sido Ministro de Defensa del Presidente Eduardo Frei.

La instrucción con la que llegó el político y diplomático chileno fue dotar a Bolivia de todas las condiciones necesarias para que fuera posible la exportación de gas por puerto chileno.

Las Relaciones durante el Gobierno de Hugo Banzer

Luego de su primer gobierno de facto5, marcado por la represión de 35 mil bolivianos entre exiliados, presos políticos y muertos, el general boliviano intentó en variadas oportunidades volver -esta vez por la vía electoral- al Palacio Quemado. Banzer se presentó a las elecciones de 1979, 1985, 1989, 1993 sin éxito6.

Por quinto intento, en junio de 1997 el general Banzer obtuvo la primera mayoría con el 22% de los votos. El régimen político boliviano no incorpora la realización de Ballotage, por lo que Banzer fue elegido por el Congreso Nacional, gracias a que el general convocara a la más amplia coalición política desde el regreso de la democracia.

Algunos afirman que el sueño íntimo del nuevo Presidente era que Bolivia alcanzara el desarrollo por medio de la explotación de sus inmensos recursos naturales. A fines de los años 90 se descubrieron nuevas reservas de gas natural7 y el país llegó a tener más de 60 trillones de pies cúbicos, convirtiéndose en la segunda potencia gasífera de Latinoamérica. Muchas de sus reservas aún sin explotar y en paralelo el pueblo boliviano empobreciéndose, por lo que Banzer veía en aquellas reservas la posibilidad de desarrollo. Pero el negocio del gas era más que un sueño, significaba un lucrativo negocio: se calculaba que Bolivia podía exportar 400 millones de dólares de gas al año. El gobierno de Banzer sabía que el negocio del gas natural iba en ascenso en el mundo por sobre otras energías, por lo que sus reservas podían ser fácilmente globalizadas. Estimaciones posteriores hablaban de 200 millones de dólares anuales de recaudación para el Estado boliviano sólo por concepto de tributos y regalías.

En la exposición que Banzer realizó a Lagos en sus primeros encuentros, le explicó que el negocio boliviano era exportar el gas al mercado norteamericano, en particular al estado de California, donde los cortes del producto eran una amenaza que se veía cercana. Banzer le aseguró al

4 PEREZ YOMA, Edmundo. “La Misión: las trampas de la relación chileno-boliviana”. Editorial Planeta, Santiago, Chile, 2004. Pág. 25.

5 Como antecedente importante es que su gobierno creció al 5% hasta 1976, año en que la economía boliviana comenzó a decaer. Banzer incurrió repetidamente al crédito internacional y a finales de su gobierno (1978) las deudas del Estado llegaron a representar el 94% del PIB. Durante su primer gobierno Banzer promovió la inversión extranjera y la exportación de recursos naturales por parte del Estado.

6 Además en 1981 lideró un fracasado intento de golpe contra del también general García Meza.7 Además de los nuevos descubrimientos, en los años 90 Bolivia promulga una nueva ley de hidrocarburos que

permite el ingreso de capitales extranjeros en el rubro energético.

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Presidente Lagos que la opción más viable era exportar el gas vía puerto chileno, sin embargo aquello no estaba exento de problemas.

Aquellos 400 millones de dólares anuales de exportación para Bolivia, se convertirían en 1.500 millones de dólares para el país desde donde el gas sería exportado, debido al necesario proceso de licuefacción antes de ser puesto en los barcos. Ahí es dónde la alternativa del puerto chileno se tensionaba con el problema político del Presidente Banzer -o de cualquier otro presidente boliviano- de tener que explicarle a su país que “nosotros exportamos 400 millones de dólares y luego Chile lo exporta por 1.500 millones de dólares”8. Ese sería un conflicto que las autoridades bolivianas no sabrían resolver en el futuro.

Por el momento, en el 2001 el proyecto avanzaba en los aspectos técnicos con absoluta reserva ante la prensa y la opinión pública de ambos países. En diciembre de ese año las compañías extranjeras instaladas en Bolivia firmaron un memorando de entendimiento donde se fijaron plazos para alcanzar el negocio. En la realización del proyecto estaban por un lado las empresas British Gas, British Petroleum y Repsol IPF que se asociaron en el consorcio Pacific LNG, y por el otro Sempra Energy. El primer consorcio manejaba estimaciones de que la rentabilidad del negocio sería segura. Cuando el negocio estuviera funcionando (2006-2007) las exportaciones serían cercanas a los 35 millones de metro cúbicos diarios.

El 6 de agosto del 2001 el proyecto debió seguir sin su principal promotor: el Presidente Banzer presentó su renuncia ante el Congreso debido a que un cáncer al pulmón le impedía seguir con sus funciones. Nueve meses después, en mayo del 2002, el general fallece. El Presidente Lagos fue el único mandatario en acudir a sus funerales, demostrando la gran amistad que forjó con Banzer, pero además enviando una clara señal de avance en las relaciones con Bolivia.

Las Relaciones durante el Gobierno de Jorge Quiroga

Cursada la renuncia de Hugo Banzer, asume la primera magistratura Jorge Quiroga, joven vicepresidente de Banzer. A los 37 años de edad, este ingeniero formado en Estados Unidos, se convirtió en vicepresidente como compañero de fórmula de Banzer en 1997 y a los 41 años se convertía en Presidente, representando la transición de una derecha militar a una moderna derecha tecnócrata y neoliberal9.

A pesar de que Quiroga no era parte del circulo más íntimo del ex Presidente Banzer10, la Cancillería chilena esperaba que el proyecto gasífero continuara el rumbo diseñado por el general. La reserva ante la prensa seguía sin ser violada, las compañías interesadas en el proyecto mostraban coordinación y plazos para la realización del negocio y los avances técnicos mostraban antecedentes interesantes.

Dos hechos sucedieron al inicio del gobierno de Quiroga que hicieron mantener la esperanza al Gobierno chileno. Por una parte los consorcios internacionales anunciaron la inversión de 6 mil millones de dólares en Bolivia, luego de la confirmación de nuevas reservas gasíferas. Exportar esas reservas de gas eran la esperanza del gobierno boliviano para triplicar el ingreso per cápita en una década. El segundo acontecimiento que mantuvo viva la esperanza de Edmundo Pérez Yoma y su

8 PEREZ YOMA, Edmundo. “La Misión: las trampas de la relación chileno-boliviana”. Editorial Planeta, Santiago, Chile, 2004. Pág. 52.

9 Jorge “tuto” Quiroga fue anteriormente Ministro de Finanzas del gobierno de Jaime Paz Zamora con tan sólo 29 años y recién llegado de los Estados Unidos, donde estudió administración de empresas en Texas. Se le conocía por representar un estilo bastante poco común en la política boliviana, encarnaba a los sectores derechistas que promovían la liberalización de la economía y tenían un fuerte vínculo con los Estados Unidos. Al interior del partido oficialista (Acción Democrática Nacionalista, ADN) se les conocía como “los pitufos”.

10 A comienzos del 2000, ADN experimentó las disputas por el protagonismo entre Quiroga y Banzer.

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cuerpo consular, fue la presentación de un estudio independiente que demostraba las dificultades técnicas11 de que la exportación se realizara por el puerto de Ilo, descartando de plano la posibilidad de que la salida del recurso fuese por Perú. Sumado a ello, la consultora estadounidense Bechtel, recomendó el puerto de Mejillones en la II región del norte chileno, como la mejor alternativa para la exportación del LNG.

La gestión más relevante -y donde se encontraba la principal traba- que el gobierno de Quiroga debía sortear era elegir un puerto bajo criterios técnicos y luego anunciarlo al país altiplánico. Si bien para los estudios independientes la alternativa con mayor nitidez era un puerto chileno, el proyecto debía garantizar al gobierno boliviano que el negocio sería “de Bolivia y sólo para Bolivia”. De lo contrario la opinión pública jamás se lo perdonaría a sus autoridades. A lo menos eso se especulaba en la élite oficialista, por lo que ningún país distinto a Bolivia podía “beneficiarse directamente de sus alcances y desarrollos por la vía de aranceles, derechos a tránsito, participaciones comerciales o cualquier otro derecho o ventaja directa”12.

Vaya problema si se considera que la vieja guardia de la política tradicional boliviana guardaba sentimientos antichilenos, y que -según demostraron los hechos- la nueva generación de la tecnocracia neoliberal no estaba dispuesta a contradecir, a pesar de los antecedentes técnicos.

Sumado a dichos antecedentes, la política del Presidente Lagos consistía en dotar de las facilidades a Bolivia para que su negocio finalmente resultara. Aquellas facilidades eran principalmente la concesión de un terreno litoral en el norte chileno al Estado boliviano, facilidades para la construcción del gasoducto, colaboración técnica para operarlo y de residencia de los funcionarios bolivianos.

Entrado los primeros meses del gobierno del Presidente Quiroga, las señales positivas de Chile parecían ser correspondidas por su par altiplánico cuando el cónsul general de Bolivia en Chile, Gustavo Fernández Saavedra13, fue designado Canciller boliviano. El Presidente Lagos y el cónsul Pérez Yoma interpretaron en aquella decisión como un gran empujón al proyecto gasífero ya que Fernández Saavedra era un estrecho conocedor y colaborador del proyecto desde sus inicios.

Si bien el gas parecía hacer avanzar las relaciones chileno-bolivianas, lo cierto es que la intromisión de la prensa y las vísperas electorales de mediados del 2002, presentarían al proyecto dificultades poco alentadoras para los propósitos declarados por Lagos y Banzer en aquella reunión en Québec.

Con respecto a la primera complicación, es reconocido los efectos que produjo el reportaje del director del diario La Tercera, Cristián Bofill, titulado “Diálogo Secreto entre Chile-Bolivia”14. Aquella nota de prensa dejaba al descubierto las conversaciones entre ambos gobiernos y presentaba de manera más o menos precisa los planes barajados para la exportación del gas. Más allá de las imprecisiones o especulaciones de ésta u otras notas de prensa, lo cierto es que el tratamiento público de las conversaciones diplomáticas no ayudó al proyecto. Los ánimos se exaltaron con rapidez y los celos nacionalistas afloraron en la élite política y en la prensa boliviana.

11 Según el estudio preparado por el experto Edgar Ergueta el puerto de Ilo tenía instalaciones deficientes, además de que las naves de gran calado mostraban serias dificultades para encallar. Sumado a ellos se presentaba la lejanía geográfica de las reservas ubicadas en el departamento de Tarija.

12 PEREZ YOMA, Edmundo. “La Misión: las trampas de la relación chileno-boliviana”. Editorial Planeta, Santiago, Chile, 2004. Pág. 51.

13 Fernández Saavedra no era la primera vez que ocupaba ese cargo ministerial, lo hizo también en el primero gobierno de Banzer y luego con el Presidente Siles Suazo. Queda en la memoria de la diplomacia chilena cuando Fernández Saavedra logra en 1979 un acuerdo en el marco de la asamblea general de la OEA que reconoce a la demanda marítima de Bolivia como un asunto de interés hemisférico, contrario a lo que Chile sostenía y sigue sosteniendo en cuanto a que se trata de un asunto bilateral.

14 Información extraída de: http://web.latercera.cl/medio/articulo/0,0,3255_5714_222688,00.html

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Las reacciones a la nota de prensa chilena no se hicieron esperar y los diarios bolivianos hicieron eco en sus titulares. Una de las declaraciones que da muestra del rumbo que tomó la discusión al interior de Bolivia fue la del ex canciller boliviano Antonio Araníbar, quien afirmó que durante su gestión (1993-1997) se discutió con Chile una “concesión a largo plazo” de un territorio litoral y donde la condición principal fue que se respete la soberanía marítima de Bolivia. Con posterioridad Araníbar caracterizó la política exterior chilena diciendo "el esfuerzo chileno está volcado a atender los problemas de la agenda actual, olvidando los temas de la agenda histórica"15.

Desde ahí en adelante, los medios de comunicación se transformaron en nuevos interlocutores de la negociación. No se podía esperar que la discreción impuesta por los Presidentes Lagos y Banzer se respetara por mucho tiempo. Aquel terreno era de bastante complejidad para el Presidente Quiroga, quien debía tomar decisiones en los próximos meses antes de terminar su mandato en agosto del 2002. Sin embargo la discusión interna caminaba en una dirección abiertamente contraria a la exportación vía puerto chileno. La discusión tendió y terminó por situarse en la posición mayoritaria de que la negociación comercial del gas debía estar íntimamente ligada a la solución marítima para Bolivia, justamente lo que el Presidente Banzer veía como principal amenaza para la realización del proyecto.

Desde Chile esta discusión era observada desde una posición clara. Según el diario La Razón, el Presidente Lagos aprovechó la XI Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno del 24 de noviembre de 2001 desarrollada en Lima, para aclarar al Presidente Quiroga que Chile quería negociar comercialmente, pero no sobre asuntos marítimos. En aquella reunión el mandatario chileno habría ofrecido reanudar relaciones diplomáticas y generar las condiciones para que Bolivia tuviera concesión en el litoral y un puerto técnicamente habilitado. Sin embargo sobre la ligazón del tema gasífero con la demanda marítima el Presidente Lagos se mostró inflexible, lo que generó una lluvia de ataques antichilenos en la prensa boliviana.

Si bien la posición de igualar gas con mar no era inicialmente la asumida por Quiroga, los conflictos internos de legitimidad, empujaron la posición de su gobierno hacia otra dirección, incluso el primer mandatario llegó a declarar públicamente “nunca nadie, ningún boliviano, a cambio de dos, cinco u ocho gasoductos, va a renunciar a la reivindicación marítima. Jamás”16. La situación política boliviana estaba marcada por los violentos conflictos con la erradicación de las plantaciones de la hoja de coca en El Chapare y el desafuero del entonces diputado Evo Morales, al ser acusado de instigador en el levantamiento campesino de los cocaleros contra el gobierno y los planes norteamericanos17. Esos y otros conflictos terminaron por deslegitimar al gobierno del ADN y empujaron al Presidente Jorge “Tuto” Quiroga a dilatar la decisión del puerto chileno debido a que en su gabinete comenzaron a observar los riesgos que tendría tomar una decisión tan trascendental cuando se cuenta con problemas de legitimidad.

Entonces el gobierno boliviano decidió instalar una lógica de licitación18 en el proyecto del gas: como reconociera el canciller peruano Diego García Sayán, Bolivia había hecho el mismo pedido tanto a Chile como a Perú, con el propósito de que compitieran para lograr la salida por sus respectivos puertos. La estrategia del gobierno boliviano era generar la ilusión de competencia, debido a que la gran mayoría de los estudios descartaban técnicamente el puerto peruano de Ilo. Con esta estrategia se instalaba la lógica instrumental en el gobierno boliviano y desde ahí en adelante el tratamiento del proyecto gasífero respondería a otras preocupaciones de corto aliento.15 Información extraída de: http://diario.elmercurio.cl/detalle/index.asp?id=%7Bd29107e8-a940-4878-9074-

63d801cfa62e%7D 16 Diario La Tercera: http://www.glamorama.cl/medio/articulo/0,0,3255_5664_603073,00.html 17 Sivak, Martín. “Jefazo: retrato íntimo de Evo Morales”. Editorial Debate, Buenos Aires, Argentino, 2009.18 Dicha lógica se expresa bien en las palabras del Ministro de Hidrocarburos de Bolivia Carlos Kempff. Disponible en

la Word Wide Web en [visitada el 20 de junio de 2010]: http://mundomaritimo.cl/noticias/puerto-chileno-para-el-gas-de-bolivia

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Una segunda gran interferencia al desarrollo de la exportación por Chile fue la intromisión de Perú en el proyecto. A través de su embajador Hernán Couturier, Perú quería contrapesar las buenas relaciones chileno-bolivianas con un claro propósito: sacar de la competencia por el mercado norteamericano al gas natural boliviano, debido a que Perú tenía intenciones de exportar su propio gas de la zona de Camisea a California. Así lo reveló con posterioridad el Ministro de Economía peruano Pedro Pablo Kuczynski cuando afirmó “el mercado norteamericano no puede atender simultáneamente las propuestas de Perú y de Bolivia, ambos proyectos son excluyentes”19.

La situación de aliado histórico le otorga a Perú un cierto permiso concedido por la opinión pública boliviana y su clase política para entrometerse en las discusiones internas de ese país. Esa tradición se expresó claramente en el caso de la exportación de gas por Chile. A inicios del 2002 el canciller peruano García Sayán viajó a La Paz para presentar la posición peruana sobre los planes del proyecto que se avanzaba con Santiago. Fue así como la cancillería peruana se aprovechó y además promovió el ataque sostenido de parte de la prensa boliviana hacia la opción de Mejillones o cualquier otro puerto chileno. Fue así como el Presidente Alejandro Toledo y varios de sus ministros, luego de la visita de su canciller, llegaron a Bolivia para promover la opción del puerto peruano de Ilo. Conscientes de los negativos antecedentes técnicos de ese puerto presentaron como segunda opción el puerto de Matarani.

La oferta de Lima fue una clara confirmación de la estrategia que estaba llevando a cabo el gobierno boliviano al asumir la lógica de licitación en el proyecto. Bolivia haría competir a Lima y Santiago, para que ambos mejoraran sus ofertas. De esa manera Quiroga se resguardaba ante la opinión pública de no dar por asumida la salida por Chile, que significada por lo demás una cuestión separada de la demanda marítima, y hacía competir a ambos países para que Bolivia eligiera la que le daba mejores ganancias. Para el gabinete de Quiroga esta estrategia podía amortiguar las consecuencias de tomar esta difícil decisión. Sin embargo para la cancillería peruana era el mejor escenario ya que podía ganar tiempo y neutralizar la salida por Chile, asumida desde un inicio por el ex general Banzer. Para Lima el asunto era de suma cero: salida por puertos peruanos o de lo contrario era mejor que fracasara el proyecto boliviano, dejando despejado el camino para la exportación del gas peruano al mercado californiano. Para este último propósito el embajador Couturier debía enredar la opción chilena ante la opinión pública boliviana de tal manera de que ninguna autoridad boliviana tuviera el coraje para optar por un puerto chileno.

A pesar de la ofensiva de la diplomacia peruana, el 14 de junio del 2002, las delegaciones chilena 20

y boliviana redactan un protocolo de preacuerdo sobre todos las materias del proyecto gasífero. Dicho documento establecía claramente la disposición del gobierno del Presidente Lagos de otorgar las condiciones necesarias para el éxito del proyecto. Si bien el gas era la preocupación central del protocolo, también ambos países afirmaban su intención de ampliar la cooperación para lo cuál se iniciarían negociaciones para un acuerdo de libre comercio, otro sobre recursos hídricos compartidos, un protocolo de integración energética y finalmente un acuerdo minero.

El lobby peruano y la campaña presidencial boliviana significaron un fuerte freno para que este acuerdo se hiciera realidad. Desde sospechas por la relación economisista con Chile hasta acusaciones de traición a la patria, fueron la tónica de la elección presidencial. El inicio de ésta y su animosidad sobre Chile, dio cuenta de que el gobierno de Quiroga había dejado pasar la oportunidad de concretar el proyecto. A esas alturas de la discusión, era prácticamente un suicidio político haber tomado la decisión a tan poco tiempo de su salida del Palacio Quemado, con la

19 El Diario, 8 de mayo de 2002. 20 Eran parte de la delegación chilena Cristián Barros (subsecretario RREE), Carlos Portales (director general de

política exterior del MINREL), Claudio Troncoso (director jurídico del ministerio) y el cónsul general de Chile Edmundo Pérez Yoma.

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opinión pública contra la propuesta chilena. Las declaraciones del ex canciller Guillermo Bedregal daban cuenta de esa situación “si el gobierno boliviano opta por Chile va a provocar en la población un alzamiento nacional en contra de esa decisión”. Además de eso, muchos candidatos presidenciales se declararon abiertamente favorables a la opción de Lima, así lo hizo el ex presidente y candidato del MIR Jaime Paz Zamora21.

En aquellas elecciones del 30 de junio del 2002, obtuvo la primera mayoría Gonzalo Sánchez de Lozada con el 22,4% de los votos. Sánchez de Lozada llegaría al Palacio Quemado por segunda vez, ya lo había hecho durante el periodo 1993-1997. En segundo lugar y como gran sorpresa resultó Evo Morales. El 6 de agosto del 2002 el Congreso boliviano eligió a Sánchez de Lozada como el nuevo primer mandatario.

Las relaciones durante el Gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada

Al momento de la asunción de mando de Sánchez de Lozada y luego de la campaña presidencial, el proyecto gasífero por Chile estaba prácticamente desahuciado. El clima de la discusión pública boliviana no daba para seguir pensando en aquello y la intromisión peruana lograba su cometido, el asunto estaba tan enredado que el nuevo gobierno boliviano no tenía capacidad de maniobra. Sumado a ello el propio Sánchez de Lozada durante la campaña electoral había acusado al gobierno de Quiroga de haber elegido un puerto chileno “de espaldas al pueblo”.

José Miguel Insulza, Ministro del Interior chileno viajó a La Paz para participar del cambio de mando a nombre del Presidente Lagos. En aquella oportunidad, Sánchez de Lozada ofreció un almuerzo en su residencia particular para Insulza y el cónsul Pérez Yoma. En la oportunidad el nuevo presidente, acompañado por el historiador y nuevo vicepresidente Carlos Mesa, le pidió a las autoridades chilenas descomprimir el tema del gas. Lo llamó la “desgasificación de las relaciones”. El gobierno boliviano no veía las circunstancias favorables para centrar las relaciones con Chile en el tema del gas. Sánchez de Lozada solicita al cónsul chileno avanzar en las demás materias de colaboración bilateral que habían sido acordadas en el protocolo.

Con esto la Cancillería chilena perdía la fe y comenzaba a dar por muerta la posibilidad real de un acuerdo económico de ese tipo. Tal como afirma el ex cónsul general de Chile, Edmundo Pérez Yoma “a mediados de agosto (2002) el presidente del consorcio Pacific LNG anunció que había expirado el plazo de exclusividad conferido por Sempra para formalizar el negocio. El dilema, expresé, no es por dónde pasará el gas natural. El verdadero dilema consiste en saber si Bolivia será capaz o no de hacer el negocio”.

El cónsul chileno informó en varias oportunidades a Santiago que la “relación estaba congelada” ya que las autoridades bolivianas no mostraban interés por los “asuntos desgasificados”. El “cuarto de hora” había pasado y el presidente Sánchez de Lozada tendría asuntos internos que atender mucho más urgentes y vitales para el mantenimiento de su gobierno.

Los graves conflictos internos comenzaron cuando el gobierno boliviano a inicios del 2003 incorporó al presupuesto de la nación un impuesto nuevo de hasta el 12% a los salarios por sobre 2 sueldos mínimos. La reacción del pueblo fue contundente y desató una ola de violencia que dejó en primera instancia 30 muertos y varios más heridos. La toma de calles, protestas e incluso amotinamientos de la policía y enfrentamientos a balazos con el Ejército, dejó en un mal pie al gobierno. Sumado a ellos el presidente Sánchez de Lozada debió enfrentar una delicada crisis económica de la cual daba cuenta la deuda externa que representaba el 50% del producto, las actividades económicas habían dejado de crecer y el déficit fiscal era del 6%. La amplia oposición

21 Paz Zamora declaró en mayo del 2002 que le ha “pedido al presidente Quiroga en varias oportunidades que la exportación se realice por un puerto peruano”.

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social que ganó el gobierno lo hizo retractarse del impuesto e incluso anunciar el alza de sueldos. Al parecer era la única manera de que el gobierno no cayera por la presión social.

Junto con eso el conflicto por la hoja de coca y la presión norteamericana para que el gobierno no cesara en la erradicación, dejaron a Sánchez de Lozada en una incómoda encrucijada. Por un lado el líder del Estado Mayor del Pueblo, Evo Morales pedía al gobierno liberar más terrenos para convertirse en plantaciones de hoja de coca, y por otro lado la embajada de EEUU amenazaba con quitar la ayuda financiera si eso sucedía.

Bajo esas circunstancias de caos y crisis interna, el tema gasífero difícilmente podría ser zanjado por el gobierno. Tal como afirma Pérez Yoma “Sánchez de Lozada, mejor que nadie, sabía que la única manera de llevar a cabo el negocio era a través de un puerto chileno. Y era la única decisión que no podía tomar si quería mantener la cabeza unida al cuerpo”22. Sin embargo el “tiro de gracia” al gobierno se lo dio la oposición al enterarse de supuestos planes para anunciar la exportación de gas por un puerto chileno. Se articula la Dirección Única en Defensa del Gas, liderada por Evo Morales y desde el mes de septiembre en adelante se desatan violentas protestas pidiendo la dimisión de Sánchez de Lozada. La huelga general permanente, el estado de sitio y el alto número de muertes entre manifestantes, policías y militares, llevaron a Sánchez de Lozada a anunciar que dejaría en suspendo los planes de la exportación de gas, prometiendo un “diálogo nacional” para incluir a los sectores sociales en la decisión. Sin embargo las protestas no cesaron y siguieron pidiendo la cabeza del Presidente.

La violencia en las calles y los más de 70 muertos hizo renunciar a varios ministros, dentro de los cuáles estuvo el propio vicepresidente Carlos Mesa, el 13 de octubre del 2003. Según dijo fue por “razones de conciencia”. La represión militar se transformó en masacre y varios de los apoyos políticos de Sánchez de Lozada como el MIR y la NFR comenzaban a mostrar abierta distancia, sólo el MNR se mantiene fiel a él. Fue así como el 17 de octubre el Presidente cursa su renuncia al Congreso Nacional y escapa junto a su familia y ministros cercanos hacia Estados Unidos. Ese mismo día los parlamentarios aceptan la renuncia de Sánchez de Lozada y acuerdan una transición pacífica que sería liderada por el ex vicepresidente Carlos Mesa. Fue así como este historiador y periodista se convierte en el 82 Presidente de Bolivia.

Lo que sucedió después en Bolivia da cuenta de que los conflictos internos se agudizaron al extremo de que el país volvió a experimentar la renuncia del Presidente, en este caso de Carlos Mesa. A esas alturas los movimientos que lo obligaron a dimitir ya no fueron por la exportación del gas -como en el caso de su antecesor Sánchez de Lozada-, sino que por la nacionalización de éste. Para evitar agudizar aún más la crisis institucional, asumió el Presidente de la Corte Suprema de Justicia, Eduardo Rodríguez Veltzé como Presidente interino hasta el término del periodo constitucional, a inicio del 2006.

CONCLUSIONES

Las conclusiones que podemos extraer del proyecto gasífero entre Chile y Bolivia son verdaderamente iluminadoras para el futuro de la política exterior de ambos países. Lo que sucedió durante los inicios del 2000 y finales del 2003, fue una clara expresión de lo que ha pasado en dichas relaciones bilaterales. El proyecto gasífero fluctuó entre la indecisión política y la falta de legitimidad para tomar ser llevado adelante. La política de los Presidentes bolivianos entre el 2000 y 2003 se podría definir de la siguiente manera:

(a) Hugo Banzer: avance decidido para que el proyecto fuese posible, para lo cuál entendía la

22 PEREZ YOMA, Edmundo. “La Misión: las trampas de la relación chileno-boliviana”. Editorial Planeta, Santiago, Chile, 2004. Pág. 132.

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relación con Chile como un actor clave para la realización del negocio.(b) Jorge Quiroga: tuvo la oportunidad histórica de echar a andar el proyecto en un momento donde compañías extranjeras, gobierno chileno y consideraciones técnicas parecían bastante alineadas en su favor. Sin embargo en el gabinete del presidente Quiroga primaron cálculos de otra naturaleza que terminaron por dilatar la decisión política.(c ) Gonzalo Sánchez de Lozada: si bien su gobierno hizo el intento de anunciar la elección de un puerto, supuestamente chileno, las condiciones políticas y sociales estaban en un punto de no retorno, lo que hacía prácticamente incompatible el proyecto gasífero y la continuidad institucional del gobierno.

A continuación ofrezco tres conclusiones para aclarar en qué parte del camino se frustró la exportación de gas por Chile:

(1) Se impuso en la élite boliviana la antigua tendencia de asociar el proyecto del gas a las reivindicaciones marítimas. Dicha tendencia fue observada por el ex presidente Hugo Banzer como la principal amenaza contra el éxito del proyecto. La asociación Gas/Mar inevitablemente le pondría altas barreras al proyecto, ya que exigiría a Chile entrar a revisar su histórica posición.

(2) El lobby peruano fue exitoso en su propósito de contrarrestar las relaciones chileno-bolivianas con respecto al proyecto gasífero. Si Perú no conseguía la exportación del gas boliviano por algunos de sus puertos, era mejor levantar los sentimientos antichilenos y enredar el proyecto de tal manera de sacar del negocio a Bolivia y dejar el paso libre entre el mercado californiano y el gas natural peruano.

(3) La falta de autonomía de la agenda del gas natural con respecto a otros temas, terminó no sólo por sepultar el proyecto exportador sino también otros importantes temas que aún siguen pendientes como el Río Silala, el TLC o los acuerdos de cooperación minera y energética.

BIBLIOGRAFÍA

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