la privacidad en facebook
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La privacidad en Facebook
“Nos vemos en Facebook”, “Si no estás en Facebook no existes”. Estas son algunas de las
expresiones que cada vez con mayor frecuencia se escuchan en las conversaciones de los jóvenes.
Parece que tener una cuenta en Facebook es tan obvio como bañarte cada día. Si no lo haces la
gente rápidamente se entera y se aterra.
En muchos ambientes, el joven que no tiene cuenta en Facebook corre el riesgo de quedar aislado
de la interacción social de sus pares con consecuencias a todo nivel (no te enteras de las fiestas, de
las tareas asignadas a última hora, de quien termino con quien o donde se van a ver el viernes en
la tarde). Parece que poco o nada les importa la forma como Facebook utiliza la información que
colocan en su red. Fotos, datos personales, costumbres de navegación, opiniones sobre cualquier
tema. Tampoco importa que las condiciones de privacidad que el joven acepta al ingresar a
Facebook se modifiquen cada mes y en ocasiones cada semana como ha ocurrido en el pasado.
No importa que las condiciones digan que toda la información que suben a Facebook le pertenece
a Facebook a perpetuidad. TODO. Y podrá hacer uso de ella como mejor le plazca. El joven no
puede quejarse, no puede borrar su información, no puede retractarse, no puede retirarse de esta
red. Quedan atrapados como tortuga en red de pesca.
Esto a la larga hace gracia porqué la mayoría de los usuarios ni si quiera conocen ni les importan
los ajustes de privacidad. Actúan como si solo sus amigos pudieran leer sus comentarios sobre sus
padres, profesores u otros “amigos”. Las fotos de las borracheras, de las poses de “modelo de
pasarela” y los comentarios que nunca se harían en público se hacen en la red como si este medio
fuera garantía de privacidad cuando es todo lo contrario. Solo nos hacemos conscientes de los
problemas de actuar irresponsablemente cuando a consecuencia de lo anterior un empleado es
despedido de su trabajo, una estudiante es expulsada de su colegio o un joven es asesinado por
“amigos” hechos por internet. Y esto durante un corto tiempo mientras todo regresa a la
normalidad como si nada hubiera ocurrido y los usuarios de Facebook siguen creciendo por
millones cada semana.
Existen multitud de alternativas a Facebook que permiten mantener un mayor control sobre el
contenido que se publica y sobre la forma en que se interactúa, pero la verdad es que no tienen
mayor influencia sobre la decisión de aquella muchacha que está muy ocupada publicando las
fotos humillantes de ella y de sus amigas en cuanta red está inscrita. Para ella simplemente son
graciosas y nunca le crearan mayores problemas.
Este tipo de tonterías es el reflejo de un pensamiento cortoplacista que afecta a nuestra cultura
cada vez de manera más profunda. Los adultos estamos felices repitiendo frases como “vive el día
como si fuera el último”, “Después del gusto que venga el susto”, “Deja que el corazón te guie” y
los muchachos se las han aprendido y las toman como parte de nuestro legado moral. Si mi
corazón me dice que debo cambiar de novia cada semana y despotricar de ella el lunes después de
terminar pues debo hacerlo. Si vivo mi día como si fuera el último ¿Por qué no conocer a esos
famosos amigos a los que solo conozco por fotos de internet o por qué no publicar mis fotos
mirándome al espejo en pose seductora lanzándole miradas de diva a la cámara? ¿Quién espera
que un empleador futuro vea esto y cambie de opinión sobre contratarme o que mis padres
conozcan el vocabulario que realmente utilizo en la calle?
Soy profesor y una de las conductas de mis alumnos sobre las redes sociales que me parece más
simpáticas es que cuando están haciendo algo en ellas y me acerco a su puesto de clase, algunos
tapan la pantalla para que no invada su privacidad. Como si al pulsar el botón “comentar” todo el
resto del mundo no se fuera a enterar de lo que hizo. Hasta cierta edad la candidez es bella, luego
su exceso se empieza a llamarse…..
¿Pero porque debo preocuparme si solo hago lo que me dicta el corazón, o sea mis instintos, mis
elementos no racionales? Pues al final te puede pasar algo parecido a lo que le aconteció a Calvin
y Hobbes un día de nieve. En la cima de una colina el pequeño le dice a su amigo tigre: “Dicen que
la felicidad está en la ignorancia, si no se que me va a pasar pues no voy a preocuparme por ello”.
Acto seguido se lanzan los dos colina abajo en su trineo, cuando aparece sin previo aviso una roca
que los hace volar por los aires. Ya en el suelo después de la correspondiente revolcada,
adoloridos por el estrellón, le dice el tigre Hobbes a Calvin: “Tanta felicidad nos va a matar”. Así
que amigo lector, si esta lectura te refleja, te aconsejo que cambies.