la política exterior de méxico || algunos aspectos de la participación de méxico en la sociedad...

27
Algunos aspectos de la participación de México en la Sociedad de las Naciones Author(s): Manuel Tello Source: Foro Internacional, Vol. 6, No. 2/3 (22-23), La Política Exterior de México (Oct./Dec., 1965 - Jan./Mar., 1966), pp. 358-383 Published by: El Colegio De Mexico Stable URL: http://www.jstor.org/stable/27737241 . Accessed: 14/06/2014 19:11 Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of the Terms & Conditions of Use, available at . http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp . JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide range of content in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and facilitate new forms of scholarship. For more information about JSTOR, please contact [email protected]. . El Colegio De Mexico is collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend access to Foro Internacional. http://www.jstor.org This content downloaded from 195.34.79.253 on Sat, 14 Jun 2014 19:11:09 PM All use subject to JSTOR Terms and Conditions

Upload: manuel-tello

Post on 24-Jan-2017

215 views

Category:

Documents


1 download

TRANSCRIPT

Page 1: La Política Exterior de México || Algunos aspectos de la participación de México en la Sociedad de las Naciones

Algunos aspectos de la participación de México en la Sociedad de las NacionesAuthor(s): Manuel TelloSource: Foro Internacional, Vol. 6, No. 2/3 (22-23), La Política Exterior de México (Oct./Dec.,1965 - Jan./Mar., 1966), pp. 358-383Published by: El Colegio De MexicoStable URL: http://www.jstor.org/stable/27737241 .

Accessed: 14/06/2014 19:11

Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of the Terms & Conditions of Use, available at .http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp

.JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide range ofcontent in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and facilitate new formsof scholarship. For more information about JSTOR, please contact [email protected].

.

El Colegio De Mexico is collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend access to ForoInternacional.

http://www.jstor.org

This content downloaded from 195.34.79.253 on Sat, 14 Jun 2014 19:11:09 PMAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

Page 2: La Política Exterior de México || Algunos aspectos de la participación de México en la Sociedad de las Naciones

ALGUNOS ASPECTOS DE LA PARTICIPACI?N DE M?XICO EN LA SOCIEDAD DE LAS

NACIONES

Manuel Tello,

del Senado Mexicano

I

Por una de esas paradojas tan corrientes en la vida humana

?y la vida de los Estados no es sino una transplantaci?n de

aqu?lla a planos superiores? uno de los miembros m?s fieles

de la extinta Sociedad de las Naciones: M?xico, no fue invitado

originalmente a compartir los azares de su vida.

No se nos invit? debido a las supuestas condiciones de nues

tra situaci?n interna, viol?ndose as? su pacto constitutivo que

claramente excluye de la competencia de la Liga las cuestiones

que son del dominio interno de los Estados miembros. Sin embargo, justo es reconocer que no bien se hab?a come

tido ese error cuando ya se lamentaba. Fueron muchas, en efec

to, las gestiones que se hicieron para que M?xico ingresara a la

Sociedad, pero nuestro Gobierno las rechaz? cortesmente en es

pera de que se nos diera la satisfacci?n que nuestra dignidad reclamaba.

Esta satisfacci?n lleg? al fin, despu?s de una serie de nego ciaciones, el 7 de septiembre de 1931, cuando los representantes de Alemania, el Reino Unido de la Gran Breta?a e Irlanda del

Norte, Espa?a, Francia, Italia y el Jap?n presentaron a la Asam

blea un proyecto de resoluci?n que parece necesario citar in

extenso, no s?lo porque marca el principio de nuestra partici

paci?n en la pol?tica ginebrina, sino porque rompi? con las nor mas establecidas, dio amplia satisfacci?n a M?xico y constituye

358

This content downloaded from 195.34.79.253 on Sat, 14 Jun 2014 19:11:09 PMAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

Page 3: La Política Exterior de México || Algunos aspectos de la participación de México en la Sociedad de las Naciones

Oct 65-Mar 66 M?xico en la Liga de Naciones 359

una p?gina de la historia de la Liga que no lleg? a repetirse. Este proyecto ?un?nimemente adoptado por la Asamblea

en su sesi?n de 8 de septiembre de 1931, despu?s de calurosos discursos? dice textualmente:

Las delegaciones alemana, brit?nica, espa?ola, francesa

italiana y japonesa: Considerando que M?xico no figura en el Anexo del Pac*

to, donde est?n enumerados los pa?ses que fueron invitados a suscribirlo;

Considerando que es de toda justicia que la Sociedad de las Naciones repare esta omisi?n tan contraria al esp?ritu

mismo de la Sociedad; Propone a la Asamblea que M?xico sea invitado a adhe

rirse al Pacto y a aportar a la Sociedad su preciosa colabo

raci?n, como si hubiese sido invitado desde su origen.1

A las elocuentes palabras de bienvenida de Nicolas Titu

lesco, en aquel tiempo Presidente de la Asamblea y Secretario de Relaciones Exteriores de Rumania, contest? nuestro primer representante, el licenciado don Emilio Portes Gil, asegurando que "M?xico ingresaba con ?nimo levantado y sereno, persua

dido de que su leal esfuerzo puede contribuir a facilitar la enoi me tarea que la Sociedad de las Naciones se ha impuesto5'.2

Iniciada en esta forma tan satisfactoria para M?xico su par

ticipaci?n en Ta obra de la Liga, cabe preguntar si fue un

acierto o un error haber aceptado la invitaci?n que se nos hizo. Contestar esta pregunta con un criterio actual, ser?a anti

cient?fico e injusto. En la ?poca de nuestro ingreso, la Sociedad de las Naciones distaba mucho de ser el organismo atacado de

par?lisis que fue impotente para evitar la segunda guerra mun

dial. Por el contrario, ninguna instituci?n internacional presen

taba la pujanza y daba tales se?ales de vida como la Sociedad de las Naciones. No me refiero, claro est?, al aspecto puramente

formal y decorativo de las sesiones del Consejo o la Asamblea, con la imponente teor?a de jefes y secretarios de Estado, emba

jadores, expertos de fama mundial, pol?ticos sagaces y elocuentes

oradores. Todo esto, con ser sintom?tico, era lo de menos.

Lo principal, lo que realmente daba fuerza y prestigio al

organismo ginebrino, era su intenci?n, hasta entonces no malo

This content downloaded from 195.34.79.253 on Sat, 14 Jun 2014 19:11:09 PMAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

Page 4: La Política Exterior de México || Algunos aspectos de la participación de México en la Sociedad de las Naciones

360 Manuel Tello FI VI-2, 3

grada, de servir como instrumento moderador de la vida inter

nacional.

En unos cuantos a?os, a pesar de lo desesperadamente lento

que es avanzar en el terreno internacional, se hab?an empren

dido laudables iniciativas y obtenido positivos ?xitos, como la

integraci?n de la Corte Permanente de Justicia Internacional, la creaci?n del Instituto Internacional de Cooperaci?n Intelec

tual, la celebraci?n de diversas conferencias, la conclusi?n de los

protocolos relativos a la reconstrucci?n financiera de Austria

y de Hungr?a, y la aprobaci?n de m?ltiples instrumentos inter

nacionales, entre los que se destacan los arreglos de l?mites entre

diversos Estados europeos.

Cierto que la soluci?n de algunos de estos conflictos no fue en todos los casos obra directa de la Sociedad de las Naciones, ni dio siempre satisfacci?n completa a todas las Partes interesadas,

pero de cualquier modo, y aun considerando el arreglo pac?fico de esas diferencias como una liquidaci?n de los problemas de la

postguerra, lo cierto es que la Liga no hab?a registrado ning?n fracaso serio, y que, por el contrario, aparec?a como la ?nica

esperanza de que la convivencia internacional se desenvolviera

arm?nicamente por el sendero dif?cil, estrecho y casi inexplo rado de una

amplia colaboraci?n internacional.

Cuando M?xico ingres? a la Sociedad de las Naciones, el Pacto de Locarno era una viviente realidad y todav?a se recor

daban, en las calles de Ginebra y en los restaurantes de la Alta

Savoya y del Jura franc?s, la fruct?fera amistad de los princi pales estadistas europeos. Todav?a resonaban los proyectos idea

listas de Briand ?ut?picos y ciegos los han llamado los profetas a posteriori? proclamando la necesidad de crear los Estados

Unidos de Europa. La Comisi?n Preparatoria de la Conferencia de Desarme, venciendo miles de obst?culos, era como una pro

mesa de que la paz armada ?simple tregua pre?ada de incon

fesos proyectos de revancha? ser?a substituida por un r?gimen de confiante seguridad y de franca colaboraci?n. El art?culo 19 del Pacto ?v?lvula de escape que nunca fue utilizada? ofrec?a

la posibilidad de liquidar pac?ficamente las asperezas de ciertas situaciones.

This content downloaded from 195.34.79.253 on Sat, 14 Jun 2014 19:11:09 PMAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

Page 5: La Política Exterior de México || Algunos aspectos de la participación de México en la Sociedad de las Naciones

Oct 65-Mar 66 M?xico en la Liga de Naciones 361

Ante este panorama, no era ni l?gico ni conveniente que

sigui?ramos ejerciendo el ego?sta derecho de permanecer aisla dos. La interdependencia de los Estados nos empujaba forzosa mente hacia la Sociedad y las gestiones que desde 1920 iniciaron los Estados latinoamericanos para que ingres?ramos a la Liga, eran cada vez m?s efusivas y apremiantes, al grado que plan teaban casi un problema de solidaridad latinoamericana.

Reparado el error, que con eufemismo se calificara de omi

si?n, nuestro sitio estaba en la Sociedad de las Naciones, y a?n

ahora, a pesar de sus repetidos fracasos, creo que hicimos bien

en ingresar a ella. El prestigio internacional de M?xico se ro

busteci? con nuestra actuaci?n.

II

Como confirmaci?n de la leyenda de que los hermanos nece

sitan recurrir, de vez en cuando, a fraternas disputas que estimu

len su cari?o, a principios de 1933 estall? un conflicto, a pro

p?sito del territorio conocido con el nombre de "Trapecio de Leticia" que formaba parte de Colombia, en virtud del Tratado

Salom?n-Lozano, y sobre el cual el Gobierno del Per? conside raba tener justificados derechos.

Requerido por el Gobierno de Colombia, el Consejo de la Sociedad de las Naciones, del que form?bamos ya parte,3 se avo

c? el estudio y soluci?n del problema, creando, para el caso, un

Comit? compuesto de trece miembros, entre los que se destac?, no solamente como su Presidente sino como un h?bil y convin

cente negociador, nuestro representante el doctor Francisco Cas

tillo N?jera. Gracias a los esfuerzos de este Comit? y a la buena voluntad

y madurez pol?tica que demostraron los Gobiernos de Colombia y el Per?, se lleg? a un acuerdo que, junto con los representantes

de las Partes, firm? el doctor Castillo N?jera en nombre del

Consejo de la Sociedad de las Naciones.4

Como consecuencia de ello, no s?lo cesaron las hostilidades,

sino que se confi? a una Comisi?n de la Liga la administraci?n

temporal, en nombre de Colombia, del territorio en disputa.

This content downloaded from 195.34.79.253 on Sat, 14 Jun 2014 19:11:09 PMAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

Page 6: La Política Exterior de México || Algunos aspectos de la participación de México en la Sociedad de las Naciones

362 Manuel Tello FI VI-2, 3

quedando as? demostrada la posibilidad de que el organismo ginebrino interpusiera su influencia pacificadora sin otras miras

que las de liquidar un conflicto y permitir que las relaciones entre dos pa?ses hermanos pudiesen continuar, ya sin obst?culos ni resquemores, sobre las bases del buen entendimiento, del res

peto mutuo y de una franca amistad.

Esta Comisi?n de la Sociedad de las Naciones (que no ten?a

precedentes en la vida internacional) termin? su mandato el 19 de julio de 1934, como resultado del Acuerdo de R?o de Ja neiro, y el territorio de Leticia fue devuelto a Colombia.

El que relate en t?rminos sencillos y esquem?ticos la solu ci?n de este conflicto, no quiere decir ?lejos de eso? que las

negociaciones no fueran dif?ciles ni delicadas. Por el contrario, hubo momentos en que la conciliaci?n parec?a punto menos que

imposible, y en que se llegaron a abrigar justificados temores de que el conflicto asumiera proporciones insospechadas.

Afortunadamente el doctor Castillo N?jera ?de cuyas pre

ocupaciones fui testigo? no se desanim? ante los obst?culos ni se dej? influenciar por el pesimismo de los unos ni por la impa ciencia de los otros. Con prudencia nunca desmentida y con

tenacidad infatigable dirigi? las negociaciones, y tanto en el seno

del Consejo, como en las reuniones menos aparatosas pero sin

gularmente m?s eficaces del Comit?, y hasta en las conversa

ciones privadas, fue inculcando el convencimiento de que era

indispensable, para el prestigio de Am?rica y como l?gica conse

cuencia de la hermandad de los dos pueblos, que el conflicto fuese solucionado pac?ficamente, seg?n los dictados de la justicia.

III

Trata de resumir en unas cuantas palabras no solamente la

historia del sangriento conflicto del Chaco, latente en aquella parte de Am?rica desde principios del siglo pasado, sino tambi?n las m?ltiples gestiones que emprendi? la Sociedad para lograr que cesaran las hostilidades y Bolivia y Paraguay llegasen a un

acuerdo equitativo y justo, ser?a materialmente imposible dentro

de los l?mites forzosamente restringidos de un art?culo.

This content downloaded from 195.34.79.253 on Sat, 14 Jun 2014 19:11:09 PMAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

Page 7: La Política Exterior de México || Algunos aspectos de la participación de México en la Sociedad de las Naciones

Oct 65-Mar 66 M?xico en la Liga de Naciones 363

No solamente, como lo dec?a el doctor Castillo N?jera, era

dif?cil decir cu?l de los dos Estados ten?a la raz?n, puesto que los dos ten?an razones, sino que, para usar los conceptos de otro

de nuestros representantes, el ingeniero Marte R. G?mez, "pre cisar en algunas sesiones... de qu? lado se encuentra la respon

sabilidad de la guerra del Chaco ser?a una empresa digna de Salom?n ... "6

B?steme decir, como prueba de los incansables esfuerzos de la Sociedad de las Naciones, que el Consejo se ocup? del pro blema en diecisiete de sus sesiones; que la Asamblea tambi?n lo estudi? en dos sesiones ordinarias y en una extraordinaria, y que los Comit?s y Comisiones, que con todo empe?o trataron de solucionarlo, forman una lista tan impresionante como im

posible de justificar sin un claro conocimiento del mecanismo

ginebrino.

Lo que importa en este caso, es explicar con cu?nto empe?o,

con cu?nta devoci?n para la causa de la paz y cu?nta sincera

amistad para bolivianos y paraguayos, nuestros diversos repre

sentantes unieron sus esfuerzos al esfuerzo com?n a fin de que

?para usar las palabras del doctor Castillo N?jera? se detu

viera esa carnicer?a cuyas consecuencias inmediatas y lejanas

alcanzan las proporciones de un desastre incalculable, pues "la triste y dolorosa llaga abierta en las carnes de Bolivia y del

Paraguay lastima e inquieta a toda la humanidad que siente como si una ?lcera local envenenara el conjunto de la familia de los hombres .. ."6

La soluci?n del conflicto del Chaco interesaba a M?xico en

su doble t?tulo de miembro de la Sociedad de las Naciones y de miembro de la comunidad americana, y de ah? que nuestros

delegados, principalmente el doctor Castillo N?jera, no escati maran ning?n esfuerzo.

Primero colaboraron tesoneramente en encontrar una f?rmu

la conciliatoria; luego contribuyeron no s?lo a fijar las bases

de la Comisi?n del Chaco sino que se empe?aron en que las recomendaciones de ?sta fuesen aceptadas y sirviesen de base

a un arreglo definitivo entre las Partes7 y, por ?ltimo, se mostra ron siempre dispuestos a estudiar todas las iniciativas y a presentar

This content downloaded from 195.34.79.253 on Sat, 14 Jun 2014 19:11:09 PMAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

Page 8: La Política Exterior de México || Algunos aspectos de la participación de México en la Sociedad de las Naciones

364 Manuel Tello FI VI-2, 3

todos los proyectos que fuesen susceptibles de poner fin a la

guerra. Sinceramente convencidos de que poniendo fin a la efusi?n

de sangre se serenar?an las pasiones, colaboraron para que el

embargo sobre armas y material de guerra destinados a los beli

gerantes fuese tan efectivo como las circunstancias lo permitie

sen; pero a fin de que Bolivia o Paraguay no pudiesen consi derar que se trataba de una sanci?n o de una advertencia, el

doctor J. M. Puig Casauranc, entonces Secretario de Relaciones

Exteriores, se dirigi? a los dos Gobiernos inst?ndoles para que hicieran un supremo esfuerzo con objeto de tener un arreglo

directo e inmediato.8

Desgraciadamente, ni este ofrecimiento ni las tentativas an

teriores dieron resultados tangibles, por lo que nuestros delega dos, convencidos de que las gestiones simult?neas o

paralelas retardar?an la liquidaci?n del conflicto ?y nadie podr?a funda damente asegurar que no estaban en lo justo? pugnamos porque la Sociedad de las Naciones fuese la ?ltima y definitiva instancia.9

No hab?a en esta actitud ?claro est?? ni un apego acad?

mico a la Sociedad de las Naciones ni parcialidad para uno u

otro de los dos pa?ses, pues, por el contrario, "ambos cuentan

?como indic? en una ocasi?n el doctor Castillo N?jera? con

la simpat?a sincera, real y desinteresada de M?xico y puedo asegurar que ... cuando en nuestro pa?s leemos en los peri?di cos que uno u otro han obtenido una victoria, la consideramos

como una denota de la gran familia iberoamericana. De all?

que en nombre de esa familia ?continuaba nuestro delegado? en nombre de la simpat?a particular que M?xico siente por us

tedes, les roguemos que hagan toda clase de esfuerzos para acep

tar el informe que les ha sido sometido."10

Otro de nuestros representantes, el doctor Pedro de Alba,

aclaraba en cierta ocasi?n que "el persistente inter?s que la de

legaci?n mexicana ha demostrado porque se llegue a un arreglo

pac?fico del conflicto del Chaco, no representa una simple acti

tud personal de sus delegados en Ginebra, sino que se inspira en el sentimiento nacional de nuestro propio pa?s".11

Que nuestra aspiraci?n suprema en este caso era la recon

ciliaci?n de las dos rep?blicas hermanas, queda claramente ex

This content downloaded from 195.34.79.253 on Sat, 14 Jun 2014 19:11:09 PMAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

Page 9: La Política Exterior de México || Algunos aspectos de la participación de México en la Sociedad de las Naciones

Oct 65-Mar 66 M?xico en la Liga de Naciones 365

puesto en las palabras con que el doctor Castillo N?jera dio

por terminados los trabajos de la asamblea extraordinaria que

presidi? por elecci?n un?nime ??nico caso en la historia de la

Liga? de todos los Estados all? representados: "Hago votos

?dijo? porque al reunimos nuevamente lo hagamos para fes

tejar la victoria de la paz contra la guerra".12

Esta actitud fue ratificada, posteriormente, por el ingeniero Marte R. G?mez, quien adem?s de indicar que "la posici?n de M?xico en este conflicto no puede ser ni m?s clara ni m?s sincera: se traduce por un sentimiento de cordialidad para los dos pa?ses",13 resumi? en estas palabras lo que consideraba la

principal misi?n de la Liga en aquel tiempo: "Hac?rselo comprender ?dec?a refiri?ndose al Paraguay que

hab?a dado el aviso de retiro? invitarlo a que tome nuevamente

el sitio que le corresponde en la Sociedad de las Naciones . . .

me parece una empresa particularmente digna de ser intentada

por las naciones hispanoamericanas aqu? reunidas".14

Pero todas estas laudables intenciones no dieron resultados,

y cuando el asunto parec?a estar en peligro de ser examinado a

la luz del art?culo 16, los representantes de la Argentina y de Chile anunciaron la constituci?n de una conferencia mediadora.

Ante esta perspectiva inesperada y a pesar de que M?xico no fue incluido en el n?mero de los mediadores, nuestros dele

gados hicieron votos sinceros por su ?xito final. Lo ?nico que nos interesaba ?para emplear las propias palabras que en aque

lla ocasi?n us? Salvador de Madariaga, Delegado Permanente de Espa?a?

es que se realizara el milagro aunque fuese el dia

blo el que lo hiciera. Afortunadamente no fue el diablo, sino la alta autoridad

moral de diversos pa?ses de nuestro Continente la que, despu?s de una serie de conversaciones, logr? que se firmaran, el 12 de

junio de 1935, los dos Protocolos de Buenos Aires que poniendo fin a las hostilidades permitieron la convocaci?n de una Confe rencia de Paz cuyo resultado final fue la conclusi?n, el 21 de

julio de 1938, de un tratado de paz, amistad y l?mites entre

los dos pa?ses.

This content downloaded from 195.34.79.253 on Sat, 14 Jun 2014 19:11:09 PMAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

Page 10: La Política Exterior de México || Algunos aspectos de la participación de México en la Sociedad de las Naciones

366 Manuel Tello FI VI-2, 3

IV

De todos los problemas que ocuparon la atenci?n de la So ciedad de las Naciones durante su corta y azarosa vida, ninguno tuvo tal trascendencia internacional ni perfiles tan dram?ticos como el conflicto ?talo-etiope.

No s?lo lo tuvieron el fondo mismo del injustificable aten tado y el examen del mismo dentro del Consejo, en la Asamblea

y en el Comit? de Coordinaci?n, sino que hubo incidentes como el pat?tico discurso que pronunci? un emperador destronado y el suicidio de uno de los espectadores, en la Asamblea de julio de 1936, que arrojaron un velo de tragedia sobre las delibera ciones de los Delegados.

Iniciado este conflicto con el incidente de Ual-Ual, en di ciembre de 1934, el Consejo se ocup? de encontrar una soluci?n

aceptable para las dos Partes. Todos los recursos pac?ficos fue

ron intentados: negociaciones diplom?ticas directas, Comisi?n de Conciliaci?n y Arbitraje, Comisiones y Comit?s especiales del

Consejo, reuniones de este alto organismo en las primeras horas

de la madrugada, gestiones amistosas de los Gobiernos euro

peos, todo se hizo pero todo fue in?til, hasta que lleg? el mo mento ?7 de octubre de 1935? en que los miembros del Con

sejo y no el Consejo como tal ?distinci?n sutil que no viene al caso examinar? reconocieron que se hab?a producido una

guerra emprendida en contra de las estipulaciones del art?culo

12, y "que las obligaciones que incumben a los miembros, en

virtud del art?culo 16, se desprenden directamente del Pacto y su aplicaci?n resulta de la fe que se debe a los tratados".

Mientras se desenvolvi? el procedimiento conciliatorio, nues

tro representante, el ingeniero Marte R. G?mez, uni? su es

fuerzo al de los dem?s miembros del Consejo, pero como el resultado negativo parec?a cada vez m?s evidente, hizo notar

que nuestro Gobierno "... no piensa que la seguridad colectiva

pueda mantenerse mediante disposiciones aplicables a un solo

Continente o a una sola raza, pues todo lo que pudiera ser inter

pretado por los d?biles como una distinci?n en favor de la vo

luntad de los fuertes, resulta en contradicci?n notoria con el

This content downloaded from 195.34.79.253 on Sat, 14 Jun 2014 19:11:09 PMAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

Page 11: La Política Exterior de México || Algunos aspectos de la participación de México en la Sociedad de las Naciones

Oct 65-Mar 66 M?xico en la Liga de Naciones 367

principio de la igualdad internacional invocado por los pueblos cuando se constituy? la Sociedad de las Naciones".15

Estas palabras, pronunciadas el 6 de septiembre de 1935, cuando nos encontr?bamos en v?speras de cumplir nuestro

mandato como miembros del Consejo, tuvieron ?desgraciada mente? que ser completadas por otras en octubre del mismo

a?o, cuando nuestro representante, al hacer suya, en nombre

de nuestro gobierno, la declaraci?n de los miembros del Con

sejo, en la que se reconoc?a la agresi?n de Italia en contra de

Etiop?a, indic? que "... M?xico, consecuente con el esp?ritu de justicia y de colaboraci?n internacionales en que se inspir? al ingresar a la Sociedad de las Naciones, no se sustraer? a las

responsabilidades que se desprenden de las obligaciones se?a ladas por el Pacto...", pero hizo votos porque la acci?n colec

tiva pusiese fin al conflicto "si posible por la v?a de la conci

liaci?n, que deseamos por encima de todo desde lo m?s profundo de nuestros corazones".16

Constituido el Comit? de Coordinaci?n, cuyo objeto era es tudiar cu?les sanciones, de las previstas por el art?culo 16, debe r?an ser aplicadas, M?xico fue invitado a formar parte de ?l.

Desde su primera reuni?n se vio claramente que unos Estados

no aplicar?an las sanciones y otros har?an todo lo posible porque fuesen lo suficientemente inocuas para ser ineficaces.

Esta pol?tica, que forzosamente ten?a que crear un profundo resentimiento en Italia sin salvar a Etiop?a, aun cuando algunos dudaran lo primero y creyeran lo segundo, estaba destinada a

minar irreparablemente el prestigio de la Sociedad de las Na ciones.

Tal no fue la pol?tica de M?xico. No solamente aprob? to das las medidas dictadas, y las aplic? lealmente sin la menor

hostilidad para Italia, sino que, tanto en el Comit? de Coordi naci?n como en el Comit? de los Dieciocho y en los numerosos

Subcomit?s que se crearon, colabor? abierta y sinceramente por

que se adoptasen medidas capaces de detener el conflicto.17

Si dentro de la Sociedad de las Naciones hab?a elementos interesados en el fracaso del mecanismo de la seguridad colec

tiva, tambi?n fuera de ella se hac?an gestiones porque el con

This content downloaded from 195.34.79.253 on Sat, 14 Jun 2014 19:11:09 PMAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

Page 12: La Política Exterior de México || Algunos aspectos de la participación de México en la Sociedad de las Naciones

368 Manuel Tello FI VI-2, 3

flicto ?talo-et?ope saliese de la ?rbita ginebrina y fuese resuelto a base de consideraciones pol?ticas.

Cuando se habl? de uno de esos proyectos, nuestro delegado, el ingeniero Marte R. G?mez, indic? que: "Para conseguir una

paz duradera, tal como M?xico la concibe y tal como la concibe el Pacto, hay que prever una soluci?n equitativa, equitativa aun

para el Estado que ha roto el Pacto, pero equitativa sobre todo

para la v?ctima de la agresi?n, pues una soluci?n que no fuese libremente aceptada por Etiop?a le parece a mi Gobierno in

compatible con el esp?ritu del Pacto".18 Fracasado este proyecto, y ante la seguridad de que s?lo

determinadas sanciones podr?an salvar a Etiop?a y con ella a

la Sociedad de las Naciones, se cre? un Comit? especial para que estudiase la posibilidad de imponer un embargo sobre las

exportaciones de petr?leo destinadas a Italia. Nuestro delegado, el ingeniero G?mez, fue nombrado Presidente del Comit?19 cuyos trabajos y deliberaciones fueron arduos y delicados. Si, por un

lado, los estudios t?cnicos demostraban la posibilidad de impo ner dicha sanci?n y la eficacia que tendr?a, por el otro la posi ci?n adoptada por ciertos gobiernos no permit?a concebir gran

des ilusiones respecto al resultado final de esta tentativa. En efecto, la pol?tica de apaciguamiento, cuyos resultados

eran evidentes y con cuya responsabilidad M?xico se neg? a

solidarizarse ?en este caso concreto mediante una nota20 que

nuestro delegado, el licenciado Narciso Bassols, envi? al Presi dente del Comit? de Coordinaci?n? segu?a su camino arrolla dura y ciegamente, cobrando nuevos br?os debido a la situaci?n

europea, que por aquellos primeros d?as de marzo de 1936, revisti? caracteres de suma gravedad.

La labor subterr?nea contra las sanciones se hizo cada vez

m?s fuerte. A los Estados que desde un principio se negaron

a aplicarlas y a los que las hab?an adoptado de mala gana se

fueron uniendo muchos otros, hasta que lleg? un momento en

que toda la estructura de la seguridad colectiva no era sino

un armaz?n desvencijado que amenazaba derrumbarse estrepi

tosamente.

En esta situaci?n, se reuni? la Asamblea el 15 de julio de

1936 con el ostensible objeto de levantar las sanciones.

This content downloaded from 195.34.79.253 on Sat, 14 Jun 2014 19:11:09 PMAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

Page 13: La Política Exterior de México || Algunos aspectos de la participación de México en la Sociedad de las Naciones

Oct 65-Mar 66 M?xico en la Liga de Naciones 369

Nuestro primer delegado ?el licenciado Bassols? analiz?

claramente en su discurso la evoluci?n del conflicto ?talo-et?ope y la situaci?n que, dentro de ?l, hab?a guardado el Gobierno de M?xico, e hizo notar "las preocupaciones que nos asaltan

sobre el porvenir de la rudimentaria m?quina de la paz que

trabaja en Ginebra".21

Examinando las intervenciones de los otros delegados, en

las que se achacaba el fracaso de las sanciones a la inexperien

cia, por un lado, y a la gravedad de la situaci?n mundial, por el otro, y en las que se hac?an honorables prop?sitos de enmien

da, dijo que "frente a esa soluci?n se levantan dos voces : la muy

concreta y dram?tica de los et?opes, que presentes en la Asam

blea o no, all? estar?n como espectro llamado a perturbar la

conciencia ginebrina, y que sufrir?n, con el estoicismo de las razas explotadas secularmente, una afrenta m?s en el curso

de su historia; pero adem?s hay la voz respetable tambi?n y

digna de atenci?n de quienes no solamente consideran el caso

particular que ha motivado esta reuni?n de la Asamblea, sino

que ven con incertidumbre y desconfianza la tentativa bien in

tencionada de reconstruir un sistema de principios jur?dicos internacionales, precisamente sobre las ruinas humeantes de un

fracaso, pues creen que el inmediato antecedente por fuerza

ha de influir como germen destructor de los empe?os futuros

y como ?ntima contradicci?n ineludible, que m?s o menos pronto

arruinar? la vida toda del sistema".22

Al d?a siguiente, si mi memoria no me es infiel, se reuni? la Mesa Directiva de la Asamblea con la precisa y ?nica fina lidad de proponer el levantamiento de las sanciones. Nuestro

delegado, el licenciado Bassols, envi? una nota al Presidente

de la Mesa Directiva ?de la que ?ramos miembros? y de la Asamblea inform?ndole que la Delegaci?n de M?xico "inspi r?ndose en la actitud general de su pa?s en el conflicto ?talo

et?ope y d?ndose cuenta de las decisiones y prop?sitos de la gran

mayor?a de los pa?ses reunidos en la presente sesi?n de la Asam

blea ... no participar?a en los trabajos y votaciones de la So

ciedad, en cuanto al conflicto ?talo-et?ope se refiere y durante

el tiempo que as? lo estime conveniente".-3

This content downloaded from 195.34.79.253 on Sat, 14 Jun 2014 19:11:09 PMAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

Page 14: La Política Exterior de México || Algunos aspectos de la participación de México en la Sociedad de las Naciones

370 Manuel Tello FI VI-2, 3;

El 4 de julio, como si la historia se empe?ase en deslucir un

glorioso aniversario, la Asamblea recomend? la abrogaci?n de las sanciones. Nuestro Gobierno, a su vez, las levant? por decreto

del 20 de julio de 1936, ya que, como lo dec?a el Presidente de la Rep?blica, general L?zaro C?rdenas, en su mensaje al Con

greso de la Uni?n, "s?lo ten?an sentido y justificaci?n en tanto

que conservaran su car?cter de medidas aplicadas universal

mente por los pa?ses agrupados en la Sociedad de las Nacio nes .. :>2*

En realidad, el conflicto ?talo-et?ope segu?a jur?dicamente en pie. Durante la Asamblea ordinaria de 1936 los delegados et?opes fueron recibidos gozando del beneficio de la duda, pero

m?s tarde, al reunirse una Asamblea extraordinaria para admi

tir a Egipto en la Sociedad de las Naciones (26 de mayo de

1937), hubo un intento de liquidar ?ste, para algunos, estorboso

problema. Nuestro representante, el licenciado Isidro Fabela, ante esta acometida inesperada en contra de los ausentes dele

gados de Abisinia, declar? que se opondr?a a cualquier maniobra que tuviese por objeto preparar la exclusi?n de los represen tantes de un Estado Miembro.25

Nadie insisti? y la situaci?n de Etiop?a dentro de la Liga, nunca volvi? a tratarse ni en un sentido ni en otro.

?Por qu? ?preguntar?n algunos? M?xico no sigui? en este caso la c?moda pol?tica de secundar a las mayor?as, de

jando que Etiop?a se defendiera sola en la tribuna de la Liga, como sola lo hab?a hecho en los campos de batalla?

A esta pregunta contest? el licenciado Ram?n Beteta, en tonces Subsecretario de Relaciones Exteriores, en discurso que pronunci? el 17 de julio de 1940:

Frente a las agresiones de los poderosos, la pol?tica de nuestro Gobierno ha sido clara: se ha colocado del lado de las v?ctimas. Todav?a recuerdo las censuras que se hicie ron a nuestro Gobierno cuando en el caso de Etiop?a pro test? en?rgicamente contra la conquista de ese pueblo, lle

gando hasta sostener la necesidad de imponer sanciones m?s

en?rgicas al invasor. Se nos censur? entonces porque tom? bamos el lado de un pueblo con el que no ten?amos relacio nes diplom?ticas y critic?bamos a nuestro amigo por cosas

This content downloaded from 195.34.79.253 on Sat, 14 Jun 2014 19:11:09 PMAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

Page 15: La Política Exterior de México || Algunos aspectos de la participación de México en la Sociedad de las Naciones

Oct 65-Mar 66 M?xico en la Liga de Naciones 371

que, se dec?a, a nosotros no nos afectaban. ? Qu? miopes resultan ahora tales cr?ticas a la luz de los ?ltimos aconteci

mientos: qu? f?cil le fue a M?xico, desde entonces, ver con claridad en esta contienda, a pesar de sus

complicaciones. Fue desde entonces posible vaticinar que la destrucci?n de los principios jur?dicos y su sustituci?n por la fuerza, hab?a de acabar uno por uno con los pueblos militarmente d?bi

les de Europa!26

V

La ?ltima iniciativa de reformar al Pacto fue lanzada en el

Consejo de la Sociedad de las Naciones, el 23 de junio de 1936, y recogida unos cuantos d?as despu?s, por la Asamblea, como un expediente para liquidar las sanciones que se hab?an im

puesto a Italia.

Urg?a explicar a la opini?n p?blica el fracaso de la Liga (fracaso que se debi?, m?s que a los principios mismos en que

reposaba, a la forma en que fueron aplicados: simples piquetes de alfiler sin otro resultado que el de exasperar a una gran

potencia), y como ya se hab?a venido hablando de la necesidad de reformar el Pacto, se recurri? a tal expediente con la espe ranza de contentar a tirios y troyanos. A unos con la promesa

de que se evitar?an en lo sucesivo nuevos fracasos; y a otros

ofreci?ndoles la posibilidad, m?s te?rica que real, de destruir la Liga o de limitar su campo de acci?n al .estudio de proble

mas de tan apremiante urgencia para el bienestar de la huma

nidad como la reforma del calendario. (Durante los siete a?os

y medio que estuve en Ginebra este tema figuraba inexorable

mente en la agenda de cada Asamblea, la que naturalmente

no hac?a nada al respecto).

En realidad, la reforma del Pacto no era, ni mucho menos,

un problema acad?mico que pudiera resolverse de acuerdo con

los principios m?s o menos precisos y universales del derecho

internacional. La Sociedad de las Naciones era, como actual

mente lo es su sucesora la ONU, un organismo esencialmente

pol?tico y todas las medidas que all? se adoptaban, por inocuas

que parezcan, se inspiran casi totalmente en consideraciones de

This content downloaded from 195.34.79.253 on Sat, 14 Jun 2014 19:11:09 PMAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

Page 16: La Política Exterior de México || Algunos aspectos de la participación de México en la Sociedad de las Naciones

372 Manuel Tello FI VI-2, 3

esta naturaleza. Recuerdo que Litvinoff o un miembro de la De

legaci?n sovi?tica sostuvo en una ocasi?n que inclusive en los

asuntos llamados t?cnicos no pod?a prescindirse de las conside raciones pol?ticas por ser ?stas las que regulan la vida de rela

ci?n de los Estados. (En mi concepto ten?a fundamentalmente

raz?n).

Ahora bien, si la reforma del Pacto en ?pocas normales, como se vio en 1921, era una cuesti?n sumamente intrincada, en aquellos d?as, es decir en 1936, y con tendencias tan encon

tradas resultaba punto menos que imposible de resolver. A este

respecto, y refiri?ndome al mismo asunto dec?a yo, el 22 de

agosto de 1937 en mi car?cter de Encargado de Negocios ad ?nterim de nuestra Delegaci?n Permanente, lo que sigue:

?Acaso la situaci?n mundial permite que se emprenda esta tarea? Plantear el problema es resolverlo. La vida inter nacional nunca hab?a estado, despu?s de la gran guerra,

pre?ada de tantos elementos de conflicto como ahora. El

panorama mundial es desconsolador, angustioso. La guerra,

que el Pacto quiso limitar y el Tratado de Par?s suprimir, existe en Europa y en el Extremo Oriente: guerra interna cional disfrazada de civil en el Viejo Mundo y agresiva en los confines de Asia. Los armamentos se amontonan; la ra

dio sirve para que los pa?ses se insulten los unos a los otros; el lenguaje diplom?tico ha descendido a un nivel inadmisi ble en las simples relaciones personales; el terreno econ?mico es un campo de Agramante; el Pacto no se cumple, no se

ha cumplido integralmente nunca ni ha habido la inten ci?n de hacerlo, y hasta la propia tribuna de la Asamblea

?colmo de los colmos? se aprovecha para denunciar uni

lateralmente los tratados internacionales .. .27

Aunque nos percat?bamos de que la reforma del Pacto de la Sociedad de las Naciones era imposible, no quisimos obs truir tal prop?sito, pero a fin de no pasar a la historia como carentes de visi?n pol?tica, claramente se?alamos las maniobras

que exist?an y paralizaban las mejores intenciones.

Conviene, sobre el particular, reproducir parte del discurso

del licenciado Narciso Bassols en la Asamblea de 1936:

En mi pa?s nos damos cuenta de las pugnas de intereses nacionales que paralizan, en la Sociedad de las Naciones, las

This content downloaded from 195.34.79.253 on Sat, 14 Jun 2014 19:11:09 PMAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

Page 17: La Política Exterior de México || Algunos aspectos de la participación de México en la Sociedad de las Naciones

Oct 65-Mar 66 M?xico en la Liga de Naciones 373

tendencias encaminadas a una reestructuraci?n eficaz de

este organismo. Nos percatamos que no solamente hay diver

gencias fundamentales en cuanto a las f?rmulas concretas

que habr?an de adoptarse como resultado de un estudio co

m?n, sino que han llegado a tal punto los antagonismos,

que ni siquiera parece probable que se llegue a iniciar un examen fruct?fero de los problemas esenciales, pues se em

plean los m?s sutiles y abundantes recursos dial?cticos para

conseguir que en medio de largas discusiones los verdaderos

problemas de la paz, duro es decirlo, no se discutan al fi

nal.28

M?s adelante se?alaba que,

El problema est? listo para ser estudiado en toda su am

plitud y complejidad y no obstante que lo ?nico que no

puede hacerse es no hacer nada, la Delegaci?n mexicana ve con preocupaci?n, deseando equivocarse, s?ntomas pe

ligrosos de un aplazamiento indefinido de la cuesti?n.

A pesar de esto, nuestro delegado asegur? que el Gobierno de M?xico siempre estar?a dispuesto a colaborar en la obra de

vigorizaci?n de la Sociedad para el futuro. Las pugnas que paralizaban todo intento serio en este sen

tido, se tradujeron, desde luego, en una controversia, sobre si era

conveniente o no invitar a los Estados no miembros a que parti

ciparan al estudio de la reforma del Pacto. Nuestra tesis a este

respecto, fue expuesta por nuestro delegado permanente, el li

cenciado Isidro Fabela, en los siguientes t?rminos:

Por lo que respecta a la universalidad,... M?xico la desea

vivamente, pero a condici?n de conseguirla sin sacrificar

los principios fundamentales del Pacto. Entre las dos tenden cias opuestas, es decir, la de una Sociedad coercitiva pero no universal, y la de una Sociedad no coercitiva pero uni

versal, mi Gobierno acepta desde luego la primera, porque, de hecho, la segunda no ser?a sino un aere?pago impotente por su propia naturaleza para garantizar la seguridad y per

petuar la paz...29

En realidad, el tan discutido problema de la universalidad no era sino un s?ntoma del descorazonamiento, de la indiferencia,

de la inercia y de los antagonismos que exist?an en Europa y

This content downloaded from 195.34.79.253 on Sat, 14 Jun 2014 19:11:09 PMAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

Page 18: La Política Exterior de México || Algunos aspectos de la participación de México en la Sociedad de las Naciones

374 Manuel Tello FI VI-2, 3

que, l?gicamente, se reflejaban en la Sociedad de las Nacio nes.

M?s que reformas de procedimiento lo que se requer?a era la firme voluntad de defender los principios de la seguridad co

lectiva, y as? lo expuso el licenciado Isidro Fabela, al indicar

que "... si al producirse las tres crisis fundamentales de la So

ciedad de las Naciones el Pacto se hubiera respetado y aplicado estrictamente, las violaciones de que ha sido objeto se habr?an evitado y la paz ser?a un hecho. Sin embargo, a?n es tiempo de prevenir mayores males agrup?ndonos alrededor de nuestra

ley constitucional, no con la idea de reformarla sino con el ?ni mo de cumplirla".30

A pesar de que la idea de convertir a la Sociedad de las Na ciones en un organismo no coercitivo o condicionalmente coer

citivo no ten?a ninguna posibilidad de traducirse en una reali

dad jur?dica, todav?a en la Asamblea de 1938 se present? un

proyecto en cuya virtud la aplicaci?n del art?culo 16 resultaba condicional. M?xico no acept? tan arbitraria interpretaci?n del

Pacto y nuestro delegado, el licenciado Primo Villa Michel, ex

puso la posici?n de nuestro Gobierno en los t?rminos siguientes:

M?xico no pugna por conservar f?rmulas que se acomoden

a sus intereses o a sus problemas propios, actuales o futu ros ... M?s que reclamar el mantenimiento de un derecho

reconocemos nuestras obligaciones solidarias en el concierto

de la vida internacional... Tampoco somos insensibles a la

presente gravedad de los problemas europeos, ni desestima

mos la ansiedad justificada que su evoluci?n suscita en todos

los Gobiernos. La comprendemos. La compartimos, pero no

estamos convencidos de que el solo hecho de mantener el

Pacto agrave esos problemas ni que el debilitamiento org?nico de la Liga llegue a resolverlos.81

No s?lo los acontecimientos inmediatos posteriores nos die

ron la raz?n, sino que tambi?n, en cierta forma, nos la da la

actual estructura jur?dica en que se basan las Naciones Unidas,

en lo relacionado al sistema de la seguridad colectiva, que aun

cuando no es igual al que figuraba en el Pacto s? tiene muchos

puntos de contacto.

This content downloaded from 195.34.79.253 on Sat, 14 Jun 2014 19:11:09 PMAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

Page 19: La Política Exterior de México || Algunos aspectos de la participación de México en la Sociedad de las Naciones

Oct 65-Mar 66 M?xico en la Liga dje Naciones 375

VI

Paso ahora a rese?ar sucintamente nuestra actuaci?n en el

caso de Espa?a, en el que nos encontramos casi solos (no solos

como exageradamente se ha dicho), en defensa de los leg?ti mos intereses del Gobierno Republicano.

Fue tan grande la hostilidad para los que despectivamente eran llamados "los rojos", que muchos se negaron a admitir

que la sublevaci?n militar espa?ola ten?a implicaciones, y no solamente ideol?gicas, que la hac?an caer claramente dentro del dominio de la pol?tica internacional y, por lo tanto, dentro de la jurisdicci?n de la Sociedad de las Naciones.

Fue in?til que nuestro primer delegado a la Asamblea or dinaria de 1936, el licenciado Narciso Bassols, hiciera notar

que respecto al caso de Espa?a "como trat?ndose de los con

flictos directos de dos Estados entre s?, las normas internacio nales deben ser observadas escrupulosamente bajo la vigilancia activa y certera de este organismo regulador de la convivencia

mundial, pues de otra suerte, o se cae en la soluci?n injusta

de privar de medios de defensa leg?timos a un gobierno que s?bitamente se ve combatido en su propio suelo por fuerzas

que se oponen con las armas al desenvolvimiento normal de

las aspiraciones populares, y esto solamente para evitar posi bles complicaciones de orden internacional; o ante la falta de

principios y l?mites comunes a todos los pa?ses, se deja la puer ta abierta una perniciosa desnaturalizaci?n de la lucha civil. . ."32

Fue in?til que el ingeniero Eduardo Hay, entonces titular de nuestra Canciller?a enviara una nota al Secretario General de

la Sociedad de las Naciones se?alando:

M?xico estima, asimismo, que la neutralidad invocada con

motivo del conflicto espa?ol debe interpretarse conforme a

los nobles principios establecidos por la Liga en su Pacto constitutivo y que procede hacer extensiva a casos de rebe

li?n, como el de Espa?a, la clara separaci?n que existe entre

los Gobiernos agredidos... y los grupos agresores... pues es a todas luces inconveniente que un gobierno constituido,

cualesquiera que sean sus caracter?sticas ?si por sus or?genes

This content downloaded from 195.34.79.253 on Sat, 14 Jun 2014 19:11:09 PMAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

Page 20: La Política Exterior de México || Algunos aspectos de la participación de México en la Sociedad de las Naciones

376 Manuel Tello FI VI-2, 3

representa leg?timamente la voluntad nacional? quede a

merced de una facci?n apoyada por elementos extra?os a la

vida nacional y las tradiciones pol?ticas del pa?s.

Respecto a la pol?tica llamada de no intervenci?n, la misma nota indicaba

.., que la forma y el tiempo en que se ha intentado po nerla en pr?ctica.

. . no han tenido otra consecuencia que la de restar a Espa?a una ayuda que, conforme al Derecho

Internacional, el Gobierno leg?timo de dicho pa?s l?gica mente podr?a esperar de aquellos que cultivan con ?l rela

ciones diplom?ticas normales.33

Fue in?til tambi?n, que nuestro representante en la Asamblea

de 1937, el licenciado Fabela, subrayara la improcedencia de considerar el conflicto de Espa?a como un incidente de pol?tica interna y de substraerlo por lo tanto, a la jurisdicci?n de la

Liga. A los que pretend?an que la Sociedad de las Naciones de ber?a abstenerse para no convertirlo en una hecatombe de pro

porciones mundiales, les contestaba lo siguiente: "En primer

lugar, creemos que si, al iniciarse la intervenci?n extranjera en

Espa?a, en vez de ignorarse la realidad se acepta con la conse

cuencia l?gica e inmediata de la aplicaci?n rigurosa del Pacto, la intervenci?n extranjera habr?a cesado y la Sociedad de las

Naciones, al defender los principios del derecho de gentes, ha br?a alcanzado un resonado triunfo. En segundo lugar, en vez de

decir que se ha evitado la guerra ?no ser?a m?s justo afirmar

que se prolong? en Espa?a y se aplaz? en Europa?34 En el discurso que pronunci? en la Sexta Comisi?n de esa

misma Asamblea se refiri? con evidencia apod?ctica a la inter

venci?n de esos "elementos extra?os a la vida nacional y a las

tradiciones poli ticas del pa?s" mencionados en la nota de la

Secretar?a de Relaciones Exteriores. Hizo un cerrado an?lisis ju r?dico del caso e indic? que "sin que pueda contradec?rsenos

seriamente, podemos asegurar que existe en Espa?a un ej?rcito

extranjero perfectamente organizado, con sus jefes respectivos,

tambi?n extranjeros. . .""'"' ; y a los que tratando de cubrir la

realidad con ficciones, afirmaban que eran voluntarios, les re

cordaba la norma consagrada en el Tratado de Londres seg?n la

This content downloaded from 195.34.79.253 on Sat, 14 Jun 2014 19:11:09 PMAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

Page 21: La Política Exterior de México || Algunos aspectos de la participación de México en la Sociedad de las Naciones

Oct 65-Mar 66 M?xico en la Liga de Naciones 377

cual es un hecho constitutivo de la agresi?n "el apoyo dado a bandas armadas, que formadas en territorio extranjero, inva

den el territorio de otro Estado". Citando exclusivamente a tratadistas italianos demostr? la

responsabilidad en que hab?a incurrido el gobierno de Mussolini al intervenir en la lucha civil espa?ola, y con un claro apoyo en el Pacto de la Sociedad de las Naciones, en el tratado Bryand Kellog y en otros instrumentos internacionales, sin omitir la Convenci?n sobre Deberes y Derechos de los Estados en Casos de Luchas Civiles, suscrita en La Habana el 20 de febrero de

1928, subray? la injusticia que se comet?a con el Gobierno Re

publicano espa?ol al privarlo de los medios de leg?tima de fensa.

Fue in?til tambi?n que, posteriormente, en la asamblea de

1938, el licenciado Primo Villa Michel, al referirse a la solici tud espa?ola que se limitaba a que la llamada pol?tica de no intervenci?n fuese aplicada conforme a los principios del De recho Internacional, hiciera notar que "una reivindicaci?n tan

justa, que se impone por s? sola y que sorprende por modesta,

ha sido invariablemente postergada para confiar a los azares de

una pol?tica ineficaz, colocada fuera de la Liga, la suerte de un Estado miembro y los destinos de la seguridad colectiva..."

De nada sirvi? que todos nuestros delegados ?inclusive el autor de estas l?neas? se?alasen el peligro que para la paz del mundo significaba el caso de Espa?a. Como si los dioses se hu bieran propuesto perder a las democracias europeas, no se quiso reconocer que el conflicto era el pr?logo de la Segunda Guerra

Mundial, o mejor dicho el primer incidente de ella. En los debates de la Asamblea y de la Sexta Comisi?n estu

vimos acompa?ados por un peque??simo n?mero de delegacio nes que sustentaban el mismo criterio que el nuestro; pero no

puede decirse que hayamos sido derrotados, pues nunca se des

truyeron los argumentos de todos aquellos que defend?amos la causa de la Rep?blica Espa?ola, no tanto por sus incuestionables

or?genes democr?ticos, sino porque atentaban en contra de ella

fuerzas extranjeras. En otras palabras conden?bamos la inter

venci?n y en esto no hac?amos sino seguir la tradicional pol? tica de M?xico. Desgraciadamente el caso de Espa?a, dentro

This content downloaded from 195.34.79.253 on Sat, 14 Jun 2014 19:11:09 PMAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

Page 22: La Política Exterior de México || Algunos aspectos de la participación de México en la Sociedad de las Naciones

378 Manuel Tello FI VI-2, 3

de la Liga, estaba perdido desde el primer momento. Lo adver timos claramente, pero estim?bamos que la lucha por el triunfo del derecho y la justicia ten?a un valor intr?nseco, independien te del resultado que impon?an contingencias pol?ticas que a na die escapaban.

VII

Con la misma l?gica con que un cuerpo de bomberos se abs

tendr?a de acudir r?pidamente a extinguir un incendio ante el temor de las llamas, la Asamblea ordinaria de 1939 que deber?a haberse celebrado durante el mes de septiembre, se aplaz? inde finidamente debido a la guerra, y s?lo se reuni?, el 11 de di

ciembre, como consecuencia de la agresi?n de la Uni?n Sovi? tica en contra de Finlandia, pero sin que de sus deliberaciones se desprendiese que el mundo era v?ctima de otra conflagraci?n

m?s vasta.

Solamente la muda presencia de Paderewski era como una

vigorosa acusaci?n en contra de la Liga por no haber salvado a su patria de la agresi?n hitleriana.

La clamorosa protesta que suscit? el ataque de la URSS en contra de Finlandia se reflej? claramente en la actitud de las

delegaciones. Por lo que ata?e a la de M?xico ?que tuve la

honra de presidir? resultaba congruente no solamente con los

elementos de juicio que ten?amos a nuestra disposici?n, sino

tambi?n con la postura que hab?amos asumido en casos ante

riores y, m?s concretamente, con las palabras del se?or Presi

dente don L?zaro C?rdenas de las cuales me parece indispen sable citar las siguientes: "Es il?gico y contrario a la dignidad humana que pa?ses de esta calidad superior no puedan disfru tar pac?ficamente de los beneficios de su adelanto y de su amor a la libertad".

Reunida a solicitud del Gobierno finland?s, que invocaba los art?culos 11 y 15 del Pacto, la Asamblea de la Sociedad de las Naciones, que en conflictos anteriores hab?a tardado meses

en pasar de un p?rrafo a otro de un mismo art?culo de su ley

constitutiva, en esta ocasi?n procedi? con una rapidez que no

This content downloaded from 195.34.79.253 on Sat, 14 Jun 2014 19:11:09 PMAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

Page 23: La Política Exterior de México || Algunos aspectos de la participación de México en la Sociedad de las Naciones

Oct 65-Mar 66 M?xico en la Liga de Naciones 379

puede decirse, sobre todo en vista de acontecimientos posterio

res, que haya sido de lo m?s afortunada. En el caso de Finlandia ?tan di?fano y puro de por s?

mismo? se movieron intereses y pasiones ajenos por completo al fondo mismo del problema y ajenos tambi?n a la verda dera causa de Finlandia, que invocaba la conciliaci?n como el mejor expediente para resolver un conflicto que aislada no

pod?a afrontar, pese a la heroicidad de sus hijos y la justicia de su causa. No tan solo antes y durante los debates de la Asamblea

los delegados finlandeses pugnaban porque se encontrase una

f?rmula conciliatoria, sino que, adem?s de abstenerse de votar

la exclusi?n de la Uni?n Sovi?tica, despu?s de que ?sta se con

sum?, el Ministro de Relaciones Exteriores de Finlandia se di

rigi? por radio al se?or Molotov pregunt?ndole: "?Est? usted

dispuesto a reanudar las negociaciones? Le suplico me conteste

por el mismo medio de que yo me sirvo..."

Las negociaciones que deseaban los finlandeses, y que se hu biesen podido emprender dentro del marco de la Sociedad de las Naciones, eran ya imposibles pues la Uni?n Sovi?tica hab?a sido excluida de la Liga, a pesar de las abstenciones de Bulgaria, China, Dinamarca, Estonia, Finlandia, Grecia, Letonia, Litu?

nia, Noruega, Suecia, Suiza y Yugoslavia. Por lo que ata?e a M?xico indiqu? textualmente :

"Consideramos que la convivencia internacional, mientras la

humanidad no llegue a eliminar las causas profundas que hacen

posibles las guerras, s?lo se lograr? mediante la observaci?n es

tricta de las normas del Derecho Internacional depuradas a tra v?s de los siglos. En el presente caso ?continuaba m?s adelan

te? M?xico ha pesado serenamente todos los elementos del conflicto sin m?s pasi?n que la que le inspira el principio b?si co intangible del respeto a la soberan?a y a la integridad terri torial de los Estados." Y luego, despu?s de citar los instrumen tos internacionales que hab?an sido violados, indicaba que "m?s

que un caso jur?dico es para nosotros un caso de conciencia",

pues "si los pa?ses d?biles, que lejos de ser una amenaza para la tranquilidad internacional son, por sus instituciones interiores,

fuente de estabilidad y de progreso, se ven constantemente ame

nazados en su independencia pol?tica y en su integridad terri

This content downloaded from 195.34.79.253 on Sat, 14 Jun 2014 19:11:09 PMAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

Page 24: La Política Exterior de México || Algunos aspectos de la participación de México en la Sociedad de las Naciones

380 Manuel Tello FI VI-2, 3

torial, no solamente la Sociedad de las Naciones perder? su pri mordial raz?n de ser, sino que las bases mismas de la civilizaci?n

moderna quedar?n irremediablemente comprometidas".50 En nombre del Gobierno de M?xico reiter? nuestra com

pleta simpat?a por la causa de Finlandia; hice votos porque se le diese toda la ayuda a que ten?a derecho; y asegur? que

"siempre que M?xico, como miembro de la comunidad inter

nacional, se vea en el penoso deber de juzgar los desborda

mientos abusivos de la fuerza, tendr? la misma actitud y ser? tanto m?s categ?rico cuanto mayor sea la desproporci?n de los Estados en conflicto."

Respecto al problema de la exclusi?n, indiqu? que era un

atributo exclusivo del Consejo, pero a?ad? que "no habiendo ni

siquiera considerado la exclusi?n en ocasiones anteriores, no

podr?a, por su parte, aprobar esta sanci?n extrema que supri

me, adem?s, toda posibilidad de encontrar, dentro de la Socie dad de las Naciones, una soluci?n pac?fica favorable a Fin landia".

Resumiendo la actitud de M?xico en este conflicto, puedo asegurar que se inspir? exclusivamente en un deseo de ser ?til a la causa de Finlandia, por estar plenamente convencidos de

que la Sociedad de las Naciones se cre?, m?s que para castigar al agresor para ayudar a su v?ctima.

Las numeros?simas abstenciones registradas en la Asamblea

y los acontecimientos posteriores demuestran que, en esta vez

como en las anteriores, la raz?n estaba de parte nuestra.

Al se?alar como acabo de hacerlo los principales aspectos de nuestra pol?tica dentro de la Sociedad de las Naciones, m?s

que un an?lisis de aqu?lla he preferido deliberadamente extrac tar constantemente los discursos de nuestros delegados, ya que en esta forma queda demostrado, en mi concepto, c?mo a pe sar de las diferencias de sus temperamentos respectivos, se pro

sigui? siempre la misma l?nea de conducta: la pol?tica de M?

xico, invariable en las directivas que le inspiran los principios permanentes de nuestra conducta internacional.

Consciente de su responsabilidad hist?rica, el Gobierno de M?xico se neg? sistem?ticamente, como miembro de la So ciedad de las Naciones, a considerar como casos de especie, y

This content downloaded from 195.34.79.253 on Sat, 14 Jun 2014 19:11:09 PMAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

Page 25: La Política Exterior de México || Algunos aspectos de la participación de México en la Sociedad de las Naciones

Oct 65-Mar 66 M?xico en la Liga de Naciones 381

a aplicarles distinto criterio, a los problemas cuyo estudio y soluci?n fueron del dominio del Consejo o la Asamblea, sin

que se debiera esta actitud a un desconocimiento de los vicios, debilidades y limitaciones del organismo ginebrino, sino al con vencimiento profundo de que la pol?tica de compromisos, de

equilibrio de fuerzas, de h?biles componendas y de punibles abstenciones desencadenar?a fatalmente la grav?sima tormenta

que se incubaba en Europa. Sin ning?n inter?s particular que defender, sin ambiciones

pol?ticas o territoriales que le restasen valor a su actuaci?n,

el Gobierno de M?xico, mirando siempre por el bien com?n, se inspir? en una interpretaci?n honrada de las obligaciones que voluntariamente hab?a adquirido.

Aun cuando se daba cuenta de que la actitud de la Socie dad de las Naciones iba lenta pero irremediablemente forjando su propio debilitamiento, el Gobierno de M?xico no quiso adop tar una actitud de indiferencia y concretarse a la soluci?n de sus problemas directos, sino que, por el contrario, ni rehuy? res

ponsabilidades ni se uni? a las voces ego?stas que aconsejaban una pol?tica de silencio ante las constantes violaciones del de recho.

No fue, claro est?, un optimismo irreflexivo ni un apego acad?mico a f?rmulas jur?dicas los que dictaron nuestra conduc

ta. Fue nuestro amor a la paz, a la soluci?n pac?fica de los con

flictos entre los Estados, a la necesidad de establecer la convi vencia internacional sobre bases de respeto mutuo y de franca

y leal colaboraci?n las que tuvimos siempre en cuenta.

Es reconfortante pensar que esta pol?tica ?la pol?tica de

M?xico? sigue siendo la norma de nuestra actitud en el orga

nismo cuya Carta concertamos en San Francisco: las Naciones

Unidas.

NOTAS

1 Soci?t? des Nations, Journal Officiel. Suppl?ment Sp?cial, num? ro 93. Gen?ve, 1931.

2 Soci?t? des Nations, Journal Officiel. Suppl?ment Sp?cial, num?

ro 93. Gen?ve, 1931. 3 Soci?t? des Nations, Journal Officiel. Suppl?ment Sp?cial, num?

ro 104.

This content downloaded from 195.34.79.253 on Sat, 14 Jun 2014 19:11:09 PMAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

Page 26: La Política Exterior de México || Algunos aspectos de la participación de México en la Sociedad de las Naciones

382 Manuel Tello FI VI-2, 3

4 Con este motivo nuestro representante, el se?or doctor Francisco Cas

tillo N?jera, pronunci? un discurso cuyo texto figura en el Diario Oficial

de Sociedad de las Naciones correspondiente al mes de julio de 1932. 5 Soci?t? des Nations, Journal Officiel. Suppl?ment Sp?cial, num?

ro 134. s Una voz de M?xico en el Extranjero. Discursos y alocuciones del

doctor Francisco Castillo N?jera. 7 Soci?t? des Nations, Journal Officiel, Juillet 1934. s Soci?t? des Nations, Journal Officiel, Juillet 1934. ?

Op. cit. io Soci?t? des Nations, Journal Officiel, Juin 1933. 11 Soci?t? des Nations, Journal Officiel. Suppl?ment Sp?cial, num?

ro 132. i2 Soci?t? des Nations. Op. cit. 13 Soci?t? des Nations, Journal Officiel. Suppl?ment Sp?cial, num?

ro 140. 14 Soci?t? des Nations, Journal Officiel. Suppl?ment Sp?cial, num?

ro 134. is Soci?t? des Nations, Journal Officiel, Noviembre 1935. 16 Soci?t? des Nations, Journal Officiel. Suppl?ment Sp?cial, num?

ro. 161. 17 Ver los suplementos especiales n?meros 145, 146, 147 y 150 del

Diario Oficial de la Sociedad de las Naciones. 18 Soci?t? des Nations, Journal Officiel. Suppl?ment Sp?cial, num?

ro 147. i? Memoria de la Secretaria de Relaciones Exteriores, 1934-1935 y

1935-1936. 20

Suplemento Especial n?mero 148 del Diario Oficial de la Sociedad

de las Naciones. 21 Soci?t? des Nations, Journal Officiel. Suppl?ment Sp?cial, num?

ro 154. 22 Soci?t? des Nations, Journal Officiel. Suppl?ment Sp?cial, num?

ro 154. 23

Op. cit. 24 Memoria de la Secretaria de Relaciones Exteriores, 1936-1937. 25 Soci?t? des Nations, Journal Officiel. Suppl?ment Sp?cial, num?

ro 166. 26 Versi?n taquigr?fica de El Nacional, M?xico, D. F. 27 Manuel Tello, Apuntes sobre la Reforma del Pacto de la Socie

dad de las Naciones. 28 Soci?t? des Nations, Journal Officiel. Suppl?ment Sp?cial, num?

ro 155. 29 Sociedad de las Naciones, Documento oficial n?mero A. 7. 1938.

vu.

This content downloaded from 195.34.79.253 on Sat, 14 Jun 2014 19:11:09 PMAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

Page 27: La Política Exterior de México || Algunos aspectos de la participación de México en la Sociedad de las Naciones

Oct 65-Mar 66 M?xico en la Liga de Naciones 383

30 Sociedad de las Naciones, Documento oficial n?mero A. 7. 1938.

VII. 31 Soci?t? des Nations, Journal Officiel. Suppl?ment Sp?cial, num?

ro 183. 32 Soci?t? des Nations, Journal Officiel. Suppl?ment Sp?cial, num?

ro 155. 33 Memoria de la Secretaria de Relaciones Exteriores, 1956-1957. 34 Soci?t? des Nations, Journal Officiel. Suppl?ment Sp?cial, num?

ro 169. 35 Soci?t? des Nations, Journal Officiel. Suppl?ment Sp?cial, num?

ro 175. 36 Soci?t? des Nations, Actes de la Vingti?me Session Ordinaire de

l'Assambl?e, Gen?ve 1940.

This content downloaded from 195.34.79.253 on Sat, 14 Jun 2014 19:11:09 PMAll use subject to JSTOR Terms and Conditions