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1 LA POBREZA: CONFIGURACIONES SOCIALES, RELACIONES DE TUTELA Y DISPOSITIVOS DE INTERVENCIÓN. (SALTA PRIMER MITAD DEL SIGLO XX) 1 Agradecimientos: A la memoria de mi padre Francisco Alvarez y de mi marido Carlos Trogliero quienes siempre me estimularon y me ensañaron a mirar a la vida a contraluz y a la historia a contrapelo. En este texto se pueden encontrar incrustados e invisibles muchos fantasmas y personas que me brindaron saberes, datos, comentarios, tiempo y estímulo. Les agradezco a todos y a cada uno. Sin ellos no hubiera sido posible ni siquiera pensarlo. “La historia se hace de tal modo, que el resultado final siempre deriva de los conflictos entre muchas voluntades individuales (...) son, pues, innumerables fuerzas que se entrecruzan las unas con las otras, un grupo infinito de paralelogramos de fuerzas, de las que surge una su resultante el acontecimiento histórico” (Federico Engels en carta a Bloch, 1890.) Sonia Alvarez Leguizamón 2 INTRODUCCIÓN El siguiente ensayo analiza, en la primera mitad del siglo XX en Salta, la composición social salteña y las formas de intervención social. Se hace especial hincapié en las relaciones de dominación y las configuraciones entre clases y grupos sociales, lo que permite comprender las representaciones y los dispositivos de intervención sobre la pobreza. Esta etapa puede entenderse como de transición de una beneficencia laica a la conformación de una Asistencia Estatal. Es un período de construcción y consolidación del Estado en el cual se hace notable la integración de espacios y poblaciones, del “interior” con el centro de poder estatal, Buenos Aires. Integración que en ciudades capitales de provincia, como Salta, experimentan una progresiva jerarquización. Estas pasan de ser aldeas “inurbanas”, “semirurales” e “incivilizadas” - según los comentarios de la época- lugares de residencia de las elites aristocráticas y sus siervos, a ciudades que paulatinamente se van vistiendo del ropaje higiénico y civilizatorio. Integrando en este proceso, de manera subordinada, al campesino pobre, al trabajador y al artesano. Este cambio es lento, rompe con la temporalidad de resabios coloniales y constituye una instancia de inflexión en las transformaciones entre el mundo público y el privado, atravesado por la lucha entre prácticas higienistas y benéficas. Es también un momento de progresiva gubernamentalización de la vida, de regulación del mundo público y de la vida privada por concepciones higienistas que institucionalizan su discurso y constituyen nuevos espacios públicos. Foucault (1981b: 14-23), para el siglo XVIII, 1 Publicado en Abordajes y Perspectivas, Concurso Provincial de Ensayo 2003, Secretaría de Cultura de la Provincia de Salta, Segundo Premio, Salta, Argentina, 2004. ISBN 987-1196-03-2 2 Nació en Salta el 16 de enero de 1954, Asistente Social de la Universidad Católica de Salta, Lic. en Trabajo Social de la Universidad Nacional de Córdoba; Magister en Sociología del Desarrollo del Instituto de Desarrollo del Area Ibérico de Madrid, Doctora en Antropología Social y Cultural de la Universidad de Sevilla. Profesora de Antropología Urbana a nivel de grado y de Políticas Sociales en la Argentina de la Maestría en Políticas Sociales de la Universidad Nacional de Salta. Ha escrito, investigado y publicado sobre temáticas de pobreza urbana, políticas sociales, movimientos sociales y cuestiones de política universitaria. Dicta cursos de postgrado en distintas facultades de la Universidad Nacional de Salta y de otras universidades del país y en Bolivia. Investiga en temáticas que vinculan: desarrollo, políticas sociales, pobreza y representaciones sociales.

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Page 1: La Pobreza: Configuraciones Sociales, relaciones de tutela y dispositivos de intervención (Salta, primera mitad del siglo XX)

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LA POBREZA: CONFIGURACIONES SOCIALES, RELACIONES DE TUTELA Y DISPOSITIVOS DE

INTERVENCIÓN. (SALTA PRIMER MITAD DEL SIGLO XX)1

Agradecimientos: A la memoria de mi padre Francisco Alvarez y de mi marido Carlos Trogliero quienes siempre me estimularon y me ensañaron a mirar a la vida a contraluz y a la historia a contrapelo. En este texto se pueden encontrar incrustados e invisibles muchos fantasmas y personas que me brindaron saberes, datos, comentarios, tiempo y estímulo. Les agradezco a todos y a cada uno. Sin ellos no hubiera sido posible ni siquiera pensarlo.

“La historia se hace de tal modo, que el resultado final siempre deriva de los conflictos entre muchas voluntades individuales (...) son, pues, innumerables fuerzas que se entrecruzan las unas con las

otras, un grupo infinito de paralelogramos de fuerzas, de las que surge una su resultante – el acontecimiento histórico” (Federico Engels en carta a Bloch, 1890.)

Sonia Alvarez Leguizamón2

INTRODUCCIÓN

El siguiente ensayo analiza, en la primera mitad del siglo XX en Salta, la composición social

salteña y las formas de intervención social. Se hace especial hincapié en las relaciones de dominación y

las configuraciones entre clases y grupos sociales, lo que permite comprender las representaciones y los

dispositivos de intervención sobre la pobreza. Esta etapa puede entenderse como de transición de una

beneficencia laica a la conformación de una Asistencia Estatal.

Es un período de construcción y consolidación del Estado en el cual se hace notable la integración

de espacios y poblaciones, del “interior” con el centro de poder estatal, Buenos Aires. Integración que en

ciudades capitales de provincia, como Salta, experimentan una progresiva jerarquización. Estas pasan de

ser aldeas “inurbanas”, “semirurales” e “incivilizadas” - según los comentarios de la época- lugares de

residencia de las elites aristocráticas y sus siervos, a ciudades que paulatinamente se van vistiendo del

ropaje higiénico y civilizatorio. Integrando en este proceso, de manera subordinada, al campesino pobre,

al trabajador y al artesano.

Este cambio es lento, rompe con la temporalidad de resabios coloniales y constituye una instancia

de inflexión en las transformaciones entre el mundo público y el privado, atravesado por la lucha entre

prácticas higienistas y benéficas. Es también un momento de progresiva gubernamentalización de la vida,

de regulación del mundo público y de la vida privada por concepciones higienistas que institucionalizan

su discurso y constituyen nuevos espacios públicos. Foucault (1981b: 14-23), para el siglo XVIII,

1 Publicado en Abordajes y Perspectivas, Concurso Provincial de Ensayo 2003, Secretaría de

Cultura de la Provincia de Salta, Segundo Premio, Salta, Argentina, 2004. ISBN 987-1196-03-2

2 Nació en Salta el 16 de enero de 1954, Asistente Social de la Universidad Católica de Salta, Lic.

en Trabajo Social de la Universidad Nacional de Córdoba; Magister en Sociología del Desarrollo del

Instituto de Desarrollo del Area Ibérico de Madrid, Doctora en Antropología Social y Cultural de la

Universidad de Sevilla. Profesora de Antropología Urbana a nivel de grado y de Políticas Sociales en la

Argentina de la Maestría en Políticas Sociales de la Universidad Nacional de Salta. Ha escrito,

investigado y publicado sobre temáticas de pobreza urbana, políticas sociales, movimientos sociales y

cuestiones de política universitaria. Dicta cursos de postgrado en distintas facultades de la Universidad

Nacional de Salta y de otras universidades del país y en Bolivia. Investiga en temáticas que vinculan:

desarrollo, políticas sociales, pobreza y representaciones sociales.

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hablaba de un modo particular del gobierno sobre los otros que denominó gubernamentalidad. Se refería

con este término, al progresivo paso de un gobierno o una policía de familia a otra de la población, por

medio de la ampliación de las funciones, normas e instituciones gubernamentales que llamó biopolítica o

política de la vida. Considera que la modernidad se caracteriza no tanto por la estatalización de la

sociedad como por la “gubernamentalización” ejercida por el Estado. Esto tiene que ver con las tácticas

de gobierno, las que permiten definir paso a paso qué es lo que compete al Estado y qué es lo que no le

compete, qué es lo público y qué es lo privado, qué es lo estatal y qué no es lo estatal; “en consecuencia

el Estado, en su supervivencia y en sus límites, no puede entenderse más que a partir de la tácticas

generales de gubernamentalidad”. (Foucault, 1981b: 25- 26).

En una dirección contraria, pero coincidente, los estilos de poder y de gobierno de la casa y el

hogar de las elites extienden su dominio hacia el mundo público como forma de control de los sectores a

los que se quiere dominar o neutralizar. Se produce así, un proceso de domesticación de lo público, el

anverso de la gubernamentalización de la vida privada. Es un momento donde el poder del patrón, jefe de

hogar de las elites y magistrado doméstico, quien ejerce poder de policía sobre sirvientes y “jornaleros”,

se traslada al poder del gobierno estatal sobre la población. Concomitantemente con las prácticas

asistenciales de encierro y las dádivas propias de la beneficencia, se visualiza una incipiente asalarización

de campesinos y siervos cuyo control se realiza a partir de la educación, moralización y el ahorro, típicos

del higienismo3. En esta etapa la relación de dominación predominante esta basada en diversas

configuraciones de contraprestaciones serviles y semiserviles.

Se produce una tensión entre quienes intentan relajar o modificar estos vínculos y aquellos que se

resisten a los cambios para mantener una sociedad estamental. Al final del período, estos se deshacen

dando lugar a una forma incipiente de ciudadanía y a un traspaso del policiamiento de las familias

subalternas de los patrones a la gubernamentalización de la vida por parte del Estado, a la vez que estas

transformaciones permiten la configuración de un mercado de trabajo libre4.

La arena de lo social, en este contexto, pasa a manifestar una serie de pujas entre los hacedores de

la beneficencia y los promotores del higienismo estatal. Estas luchas, sin embargo, se expresan en un

espacio compartido donde, a veces, los mismos actores que promueven medidas higienistas a través de

una mayor participación del Estado en la “asistencia pública”, forman parte de las propias instituciones

benéficas tradicionales. Se podría decir que es una instancia donde convergen distintos procesos. Por un

lado, un mayor control y supervisión por parte del Estado sobre las organizaciones de caridad; por otro,

surgen nuevas organizaciones de beneficencia laica pero con tutela religiosa, muchas de las cuales se

crean para contrarrestar la acción higienista. Finalmente, se van conformando instituciones estatales;

primero las de “higiene pública” y de “asistencia pública” y más tarde de “salud pública”.

Las “damas de beneficencia” se aglutinan en organizaciones como la Sociedad de Beneficencia, el

Patronato de la Infancia, la Sociedad Santa Ana o las Conferencias de Señoras de San Vicente de Paul y

son objeto de una progresiva supervisión y financiamiento estatal. En base a una “economía de la

salvación”5, ejercen el control sobre las poblaciones que quedan en los márgenes y que resultan

amenazantes para los valores hegemónicos de la sociedad.

3 La palabra higiene se deriva del griego “hygiés” que quiere decir sano. De allí el higienismo se asoció a un saber vinculado con

la conservación y prevención de enfermedades. Las epidemias y endemias en el siglo XVIII llevaron a un desarrollo importante del higienismo que se comenzó a constituir en un saber especializado. A fines del siglo XVIII se publica por primera vez una obra orgánica de higiene por el alemán Juan Frank, el que patrocina la adopción por el Estado de medidas sanitarias que protejan al individuo de contraer enfermedades. En el siglo XIX la higiene, relacionada con el progreso de la bacteriología y su incidencia en las enfermedades contagiosas y la profilaxis, junto a una visión de las enfermedades que ponía el énfasis en la importancia del ambiente y el saneamiento urbano, la higiene adquiere un mayor desarrollo. Antecedentes sobre el desarrollo del higienismo en la Argentina, durante la segunda mitad del siglo XIX y mediados del XX, se pueden consultar en González Leandri, Ricardo (1984 y 1999); Prieto, Agustina (1996); Armus, Diego (1984 y 1999); Barranco, Dora (1999); Belmartino, Susana (1999), Leys Stepan, Nancy (1991), entre otros.

4 El trabajador libre es aquel que no sólo ha perdido sus medios de producción sino el que no esta inscripto territorialmente o jurídicamente a ataduras que le impiden su libre movilidad y contratación laboral, como lo fue la institución del conchabo en Salta, que duro hasta casi finales de la década de los 40, a pesar de los intentos del gobernador Joaquín Castellanos en 1921 por eliminarla (ver Caro Figueroa 1970 y Michel Azucena y otros, 1996)

5 La “economía de la salvación” es una economía cristiana inspirada en la caridad terrenal brindada a los pobres a cambio de indulgencias para llegar al cielo, la “limosna” que borra el pecado (Castel, 1997: 46).

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Las instituciones de beneficencia en la Argentina y Salta6

La caridad asociada a la parroquia y al clero, también llamada caridad facultativa, se desarrolla

durante el período de la colonia y estaba caracterizada por la presencia de organizaciones misionales y

parroquiales. La transición a la caridad laica comienza con la independencia y el surgimiento del Estado

liberal en formación, a principios del siglo XIX.

En las colonias, las instituciones asistenciales que se trasladan de España por la labor misional, se

suman a las diversas formas de exacción del trabajo a partir de relaciones serviles y semiserviles en que

se basa la explotación colonial. Esta etapa termina con el advenimiento de la Revolución de 1810, y más

precisamente en 1823, cuando se inicia un proceso de laiquización del Estado Nacional en formación y

Rivadavia funda la Sociedad de Beneficencia.

El proceso de destrucción progresiva de formas de producción anteriores a las coloniales -

economías de subsistencia o economías tributarias- deja a grandes sectores de población sin medios para

su subsistencia ni protección para enfrentar la paulatina pérdida de autosuficiencia. Estos sectores quedan

expuestos así a la arbitrariedad de los sistemas coactivos de utilización de la fuerza de trabajo. Cuando no

se destruyen las formas de producción anteriores, la subsistencia reposa, al mismo tiempo en formas

semiserviles de contratación de la mano de obra (ingenios y/o plantaciones) y parte en el producto

obtenido de antiguas formas de producción para autosubsistencia, los modos comunitarios de dar

solución a las contingencias sociales van perdiendo importancia y fuerza.

En la colonia, la explotación del trabajo se hizo bajo sistemas semiserviles como la “encomienda”

y el “repartimiento” o “mita”. Sin embargo, instituciones similares de trabajo forzado como el conchabo

se mantienen aún muy entrado el siglo XX. Este sistema fijaba las poblaciones forzadamente a un

patrón. Los hombres que no cumplieran la ley, eran objetos de penalizaciones como la cárcel o el trabajo

en obras públicas. Para las mujeres, el trabajo forzado consistía en la realización de tareas domésticas

como servicio gratuito en las familias de la elite.

Europa, a fines de la Edad Media y hasta el siglo XVII, había desarrollado formas de asistencia

social hacia los denominados “pobres vergonzantes” y los “mendigos implorantes”. Estas formas se

correspondían con la acción de organizaciones religiosas, con la dádiva de la limosna, el socorro de los

municipios o la internación en hospitales generales o asilos a los pobres que demostraran imposibilidad

para trabajar, de manera de “ponerlos fuera de juego y controlarlos” (Donzelot, 1980).

En América la limosna individual de los sectores dominantes españoles primero y luego elites

criollas, sumada a la caridad organizada en torno a las misiones o parroquias para los pobres, constituían

los únicos sistemas basados en el servilismo y el paternalismo. Sus fondos provenían de la “dádiva” de

los dueños de las haciendas y de la limosna religiosa. En el marco delimitado de la parroquia o la misión,

“ayudaban” a aquellos que estaban sujetos a ese territorio por relaciones serviles, creándose de esta forma

vínculos de obligación-obediencia y de conversión a la religión católica. Este mecanismo, a su vez

implicaba permanentemente la constatación de transformaciones de la “moral” y costumbres impuestas

por el colonizador y de la “honorabilidad” de los receptores de la dádiva.

En la etapa colonial en Argentina, la institución fundamental que agrupaba los organismos de

caridad fue la Hermandad de la Santa Caridad, copia de instituciones españolas similares. Fue fundada

en el siglo XVII y se le había encomendado la atención de los pobres, un hospital de mujeres, un colegio

de huérfanos en la ciudad de Buenos Aires, entre otras instituciones (Alayón, 1980). Las casas regulares

de Betlemitas tenían a su cargo, desde su llegada al Río de la Plata en 1748, la atención sanitaria de la

población bonaerense (Passanante, 1987).

Luego de la independencia política de la corona española, se comienzan a institucionalizar formas

de beneficencia privada bajo la tutela del Estado. Durante la gestión del Ministro de Gobierno Bernardino

Rivadavia se produce un clivaje importante. Se pasa de la caridad organizada a partir de las instituciones

del clero a la denominada caridad laica o beneficencia pero en las que comienza a aparecer una mayor

tutela del Estado. Dicha transformación se debe a las ideas laiquizantes de Rivadavia. Por la Ley de

Reforma del Clero, en 1822, se absuelve el fuero personal eclesiástico de los diezmos, disponiendo la

supresión de las casas regulares de Betlemitas. En este mismo año, se suprime la Hermandad de la Santa

6 En el anexo III se presenta un resumen de la investigación realizada sobre las fechas y algunas

características muy sucintas de las instituciones benéficas e higienistas que se crean en este período.

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Caridad y los organismos a su cargo pasan a depender del Ministerio de Gobierno. En 1823 se reglamenta

el ejercicio de la mendicidad, autorizando a mendigar a la persona que tuvieran certificado policial “que

acreditara su indigencia y llevare por tanto una condición visible de su condición de mendigo”

(Passanante, 1987:9). La reglamentación del vagabundeo era una forma de restringir la movilidad de la

población, puesto que los que no acreditaban ser mendigos válidos eran penalizados por medio del

trabajo forzado.

La Sociedad de Beneficencia se funda en 1824, durante el gobierno del Coronel Martín Rodríguez

en la provincia de Buenos Aires, dependiente del Ministro Secretario de Gobierno, Bernardino Rivadavia.

Podría considerarse como una institución para estatal o no gubernamental que tenía a su cargo, por medio

de dispositivos de intervención de caridad religiosa, el control y disciplinamiento moral de los pobres

válidos o la denominada “verdadera pobreza”. Bajo su administración directa o indirecta quedaron la

mayoría de los establecimientos asistenciales que hasta entonces estaban a cargo de la Hermandad de la

Santa Caridad7. La Sociedad de Beneficencia estuvo gestionada, desde sus orígenes, por damas de la

oligarquía terrateniente porteña. Durante el acto de instalación, Rivadavia se refirió a sus tres objetivos

fundamentales: “la perfección de la moral, el cultivo del espíritu en el bello sexo, y la dedicación del

mismo a la industria”8. Es una de las instituciones sociales privadas más importantes cuya vida dura

hasta mediados del siglo XX, cuando se produce la gubernamentalización de lo social. Sin embargo su

financiamiento provino básicamente de los subsidios estatales más que de las donaciones o legados.

Lo esencial del desplazamiento de la caridad a la beneficencia va, pues, a consistir en poner

nuevas modalidades de atribución de ayudas, en la búsqueda de una práctica que permita a la vez

diferenciar la “indigencia ficticia” de la “verdadera pobreza”. Es la instancia pública que comienza a

socorrer al indigente. El Estado se convierte en factor de integración social y comienza gradualmente a

intervenir en la educación y moralización femenina. Las mujeres devienen en sujetos privilegiados de la

intervención benéfica. La Sociedad de Beneficencia jugó un papel fundamental en la “instrucción de la

mujer” a través del establecimiento de escuelas primarias. Hasta 1886 fundan 98 escuelas comunes de

“niñas”, que por la Ley de Educación Común, en esa fecha, son transferidas al Ministerio de Educación.

En Salta, la primera fundación de la Sociedad de Beneficencia, se produce en 1830. Según Michel Ortiz

(1983) esta institución tuvo una existencia larval durante 28 años, pero ya hacia 1864 se organiza

definitivamente. Es intervenida en 1947 por el gobernador Héctor Cornejo, durante el primer gobierno de

Perón. Administra luego de creados, al Lazareto Municipal y al Buen Pastor, fundados ambos en 1886,

luego de la epidemia del cólera y también el Asilo de Huérfanos, que se funda en carácter permanente, al

lado de la finca agronómica. Funda y administra durante ese período además: el Hospital del Milagro

(1895), Hospital de Niños (1913), Vieja sala Cuna ( 1920), Maternidad Luisa Bernal de Villar (1924),

Hospital “Josefa Arenales de Uriburu” (1932) - llamado comúnmente Hospital Arenales donde se

trasladan los enfermos tuberculosos del Hospital del Milagro -, la “Sala Cuna Gota de Leche” y luego la

Moderna Sala Cuna (1940)9.

Otras entidades de beneficencia importante de la época son las Sociedades de Señoras San

Vicente de Paul, que si bien eran una entidad laica tenían relación directa con el clero. En la Argentina se

inician en 1859, con el nombre de Conferencia de la Caridad o Conferencias Vicentinas, actuando

principalmente en las parroquias. Sucesivamente se fundan una serie de Conferencias en la ciudad de

7 El decreto de fundación le confiere “la dirección e inspección de la Casa de Expósitos, de la Casa de Partos Públicos y Ocultos,

Hospitales de Mujeres, Colegio de Huérfanas y de todo establecimiento público dirigido al bien de los individuos de este sexo” (Alayon, 1980).

8 Desde su creación hasta finales de siglo XIX funda en Buenos Aires: la primera escuela Normal Argentina, el Hospital de Mujeres, actual Hospital Rivadavia, el Hospital de Mujeres Dementes -luego Hospital Nacional de Alienadas, el Asilo de Niños Expósitos- actual Instituto Mercedes Lazala y Riglos-, el Asilo de Huérfanos, el Hospital de Niños, el Hospital Oftalmológico- actual Hospital Santa Lucía y otros Hospitales y Asilos en la Provincia de Buenos Aires. En 1855 la Sociedad de Beneficencia de Buenos Aires crea el Fondo de Pobres, institución destinada a conceder ayuda a familias necesitadas y socorros en efectivo o en artículos. (Alayón, 1980)

9 Estos datos se basan en: Michel Ortiz (1983); Memoria de le epidemia del Cólera 1886,87 y 88. Recopilación de leyes y decretos con anexos de todas los documentos que manifiestan comprada la actividad del gobierno de la provincia por Abrahm A. Becerra . Tomo I,

Salta, Talleres de la reforma. Caseros 202, 1888; Memoria de la Sociedad de Beneficencia de Salta, correspondiente al período 1932-34. (1935) Presidencia de la Sra. Lía Linares de Arias. Salta, Escuela Tipográfica Salesiana; Güemes, Adolfo (1923); Mensaje del Gobernador de la Provincia Dr. Adolfo Güemes a la H. Asamblea Legislativa en la transmisión de mando. Mayo 1° de 1925. Salta, Imprenta Gráfica La Provincia ̧Estatutos de la Sociedad de Beneficencia de Salta, reconocida como persona jurídica por el Exmo. Gobierno de la Provincia (1901). Salta, Imprenta “La industrial” de A. Rodríguez; Nuevos estatutos de la Sociedades Señoras protectoras de la casa del Buen Pastor en Salta, Escuela Tipográfica Salesiana, Salta, 1930.

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Buenos Aires y en el resto de las provincias. En Salta, se establece la conferencia de “la Catedral” el 21

de septiembre de 1894, por invitación del director General de la Sociedad de San Vicente de Paul en la

República Argentina, Rvdo. Padre Don Camilo Jordán10. Los objetivos de las Conferencias no se

diferenciaban mucho de los de la Sociedad de Beneficencia. Sin embargo está última tenía tutela

gubernamental y las primeras estaban bajo el control del clero. Entre sus finalidades estaba la instrucción

de la mujer, la formación moral de los destinatarios de las obras, la fundación de asilos y hospitales y la

“ayuda” a los pobres por medio de la entrega de medicamentos, ropa, etc. En 1945 las Conferencias

Vicentinas de Salta tenían catorce conferencias, ocho en la campaña y seis en la ciudad de Salta, además

de cinco talleres de costura que funcionan como auxiliares. Habían fundado hasta esa fecha, las

siguientes organizaciones de beneficencia: una Casa de pobres (1884), Obra de Tabernáculos (1885);

Asilo de Pobres o Mendigos (1896), Casa o asilo para pobres “Florencia de Ovejero”, Conferencia

Vicentina La Merced (1911), Construcción de doce “casitas” destinadas a obreros (1911), Mesa de

pobres en un salón de la Capilla de San José (1915), Asilo para Ancianas de San Vicente de Paul

(Caseros y Juramento) (1918-1919), Albergue para viudas con hijos menores de catorce años (1919),

Instalación del Sanatorio San Vicente de Paul (1919), fundación del pensionado gratuito para niñas

huérfanas (1941), Casa para Asilo de pobres (1941) ocupado en 1945 con “ancianas menesterosas”

(MCSVP: 5-25). Un antecedente de las intervenciones que otorgan leche en las escuelas con niños

pobres, lo constituye el sistema de “gota de leche” implementado por las Conferencias Vicentinas, para

los niños pobres que asisten a escuelas11. Al igual que la Sociedad de Beneficencia sus fondos provenían

de la “caridad” de la feligresía y de cuotas mensuales que el Estado Nacional le destinaba para su

funcionamiento. Las casas de pobres eran también denominadas “asilos de mendigos”. Los pobres eran

homologados así a los mendigos y estas casas se encargaban de controlarlos. Los “talleres de

aprendizas” tenían como fin formar obreras de costura.

El Patronato de la Infancia, es otra entidad de beneficencia muy importante, fundado el 11 de

Agosto de 190912, realizando una actividad bastante extendida en la beneficencia local. El primer

Patronato de la Infancia fue fundado por Francisco Uriburo Patrón. Los terrenos fueron donados por el

Dr. Sidney Tamayo (Michel Ortiz; 1983: 70). El segundo Patronato13

se funda el 11-8-1909, en el XXV

aniversario de la Sociedad de las Hijas de María. Si bien era una organización puramente femenina estaba

controlada por una “Comisión de Caballeros”, la que tenía como función “llevar la alta dirección” del

Patronato de la Infancia14. Sus funciones fueron “tender la mano caritativa a la niñez pobre y desvalida”

(El Patronato de la Infancia –en adelante PI-, 1913: 10). Se propuso en su fundación “1) establecer una

sección especial para la protección de la primera infancia, 2) otra sección destinada a los niños pequeños

cuyas madres obligadas a atender la subsistencia diaria, no pueden cuidar sus hijos a las horas de trabajo,

3) atención de los niños de familias pobres en sus propios hogares, 4) crear el ropero permanente para

proveer de vestuario a niños pobres (...) especialmente como elemento educativo los que frecuentan las

escuelas, 5) extender la acción a las diversas necesidades físicas y morales de los niños secundando todas

10 Memoria del Consejo Particular de las Conferencias de Señoras de San Vicente de Paul en sus Bodas de Oro 1945 (1946);

Salta, Talleres Gráficos “San Martín”, ps. 5, 6. (En adelante usaremos la siguiente sigla para referirnos a dicha fuente MCSVP). 11 Al igual que la Sociedad de Beneficencia, parte de sus recursos provenían de lo recaudado por la lotería nacional y de los

subsidios estatales. Por ejemplo, en el año 1901 contaba el Consejo con 200$ mensuales, de los cuales 100$ eran asignados por el gobierno de la Provincia y otros 100 otorgados por la municipalidad, “en virtud de que el Consejo suministraba en sus posibilidades los remedios,

ataúdes, entierros, etc. a los pobres del municipio” (MCSVP; 1945:20). En el año 1929, se presenta a la Legislatura de la Provincia “una solicitud pidiendo la exoneración de los derechos fiscales y municipales de las casas de asistencia social, dependientes de la institución” (MCSVP; 1945:23). El Asilo San Vicente de Paul que se establece en Salta en 1918, “cuya construcción costó 33.114$, 19.374 aportó el gobierno nacional y el resto con la donación del terreno y los fondos propios del Consejo” (MCSVP; 1945:21).

12 Michel Ortiz data su origen en 1890, pero el acta de su fundación es de la fecha consignada (El Patronato de la Infancia, 1913: 10) Su función, según estos estatutos, estaba “destinada a cubrir el manto protector a la niñez desvalida” y es una institución que surge de las Hijas de María. La comisión directiva que la funda estaba constituida por: Presidenta Srta. María Toranzo, Vice, Srta. Elvira Usandivaras, Secretarias, Srtas. Felicidad Zuviría y Elisa Sosa Dávalos, Tesorera: Srta. Rosa Ojeda, Vocales Manuela Valdés, Elvira Sosa, Mercedes Leguizamón, María Romero, Francisca Patrón Costas (Patronato de la Infancia, 1913: 9).

13 Agradezco a Marcela Alvarez haber encontrado este documento el que me marcó y me abrió las puertas a la curiosidad y a la indagación.

14 Conformaron la Comisión de Caballeros: el Canónigo Gregorio Romero, Doctores Manuel Anzoátegui, Vicente Tamayo, David Saravia Castro, Washington Alvarez, Ingeniero Enrique Clément, Mayor Enrnesto Day y Señor Pablo Saravia. (El Patronato de la Infancia, 1913: 19). El Mayor Day es uno de los militares que en el golpe del 30‟ destituye al entonces gobernador radical Dr. Luis Güemes (Dcto. 12181, del 19 de Septiembre de 1939, Boletín Oficial).

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las iniciativas realizadas con este objeto por las autoridades públicas” (PI: 6-7). Funda la Copa de leche

en 1911, construye cinco viviendas para obreros y prevé la fundación del Asilo para niños del Patronato

(PI, 1913). En 1944 atendía “durante el día la vigilancia y manutención de los hijos del personal

doméstico y de obreras que, por la índole de las tareas que desempeñan, no pueden atenderlos”15.

Los Consejos de Higiene son las primeras organizaciones higienistas que se crean a nivel nacional

y luego provincial como entes consultivos del gobierno, conformados por médicos, filántropos y

“personalidades” de la época. En Salta y tres años después que el de Buenos Aires, se funda el Consejo

de Higiene, en 1855, durante el gobierno del Gral. Rudecindo Alvarado. Siendo su primer presidente el

médico Dr. Ezequiel Colombres (Michel Ortiz, 1983).

Corrientes de pensamiento e ideas predominantes

A finales del siglo XIX y principios del XX, con el impacto de la migración y de las ideas de la

generación del 80‟ se produce un proceso de “secularización” de la cultura y un quiebre con la tradición

hispánica-colonial, en la Argentina (Romero, 1987: 17-23). Este quiebre tiene lugar tardíamente en

provincias como Salta, donde esta tradición se mantiene muy a pesar de la creciente influencia de las

ideas positivistas. Como consecuencia, la secularización de la cultura es un proceso mucho más lento,

todavía no terminado. En ese momento, el interior aún representaba la “barbarie” de acuerdo al

imaginario que había instituido Sarmiento, el cual se halla claramente delineado en el “Facundo” (1967

[1845]). Este discurso puede ser visto como un régimen no solo del discurso sino también de la

representación. Los “regímenes de representación”, serían lugares de encuentro en los cuales las

identidades se construyen pero donde también se origina, simboliza y maneja la violencia16.

Sarmiento, en el Facundo, propone explicar la historia argentina como el resultado del conflicto

entre dos etapas distintas de su evolución social: la civilización representada por las ciudades y la

barbarie localizada en la campaña. El libro a partir de la figura del caudillo riojano, Facundo Quiroga, y

de las luchas entre federales y unitarios, sintetiza estas ideas. La solución a la barbarie se plantea a través

de la educación de los habitantes, para sacarlos de la “degradación moral y de raza en la que han caído” y

la incorporación, a la sociedad actual, de nuevas razas. Lo primero se concreta a partir del fomento de la

educación pública y gratuita; y lo último, por medio de una política migratoria masiva promovida en

países europeos. En su libro “Conflictos”, plantea que el germen de la decadencia de América Latina ha

sido su mestizaje, la falta de primacía de la raza blanca y la inferioridad de los españoles con relación a

los sajones. Las diferencias étnicas se traducen, según él, en una disparidad de civilizaciones y en

diferentes aptitudes para la vida política.

Estas ideas atraviesan las corrientes políticas de pensamiento y son constitutivas del higienismo.

Influyen también en los pensadores socialistas, en las luchas obreras del momento, en el radicalismo en

formación y también en el pensamiento liberal más conservador y oligárquico. Los médicos y

profesionales de la aristocracia salteña se formaban en la Universidad de Buenos Aires o de Córdoba,

donde las ideas positivistas del higienismo estaban en plena ebullición. Luego, su práctica se llevaba a

cabo en una provincia, que acompañaba muy lentamente las transformaciones que se venían produciendo

en el litoral. Se manifiestan entonces, una serie de pujas entre los promotores de la caridad laica y los

promotores del higienismo estatal. Estas, sin embargo se expresan en un espacio compartido, donde los

mismos actores que promueven medidas higienistas, a través de una mayor participación del Estado en la

“asistencia pública” forman parte de las instituciones benéficas tradicionales.

A escala nacional, el modo de neutralizar los grupos sociales percibidos como amenazas para los

sectores de poder, desencadenaron a principios de siglo XX, un sentimiento nacionalista y diversas

estrategias políticas. En las dos primeras décadas de este siglo los migrantes, sus ideas y las luchas

organizadas por grupos anarquistas y socialistas, provocaban el reto más fuerte, el mantenimiento del

“orden social”. Un segundo desafío, fue integrar la población argentina invisible a la generación del 80‟,

la del interior, la mestiza, la rural. Esta afrenta tenía diferentes aspectos. Una era su interpelación a lo

“nacional”. Se trataba de recuperar lo tradicional y la figura del “gaucho” que había sido marcado como

15 Para esta actividad recibe un subsidio del gobierno de la intervención de Fassio de 10.000$, por decreto 7301. (Fassio, 1945:

89) 16 Rojas (1994 citado por Escobar, 1998: 31-32) estudia este concepto en los procesos colombianos del siglo XIX, concibiendo los

regímenes de representación como lugares de encuentro de los lenguajes del pasado y del futuro (tales como los lenguajes de civilización y barbarie de la América Latina pos-independentista) lenguajes externos e internos, lenguajes de sí y de los otros.

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subordinado a la cultura blanca y europeizante. En esta época comienzan a surgir una serie de ensayos y

la producción de una incipiente ciencia social que plantea como preocupación la conformación del “ser

nacional”, de la “conciencia nacional” o del hombre argentino y las caracterizaciones de los tipos

argentinos. Obras tales como la de José Rafael López “Variaciones en torno al hombre argentino” (1961),

de Juan Agustín García (1938) “Ciencias Sociales, introducción al estudio de las Ciencias Sociales

Argentinas”, son algunos ejemplos. Esta última dedica una parte importante a la conformación de estos

tipos y que considera que el objetivo de la Ciencia Social es analizar las características de estos tipos

humanos. La influencia de Sarmiento, de las ideas evolucionistas y de la morfología social plantean el

estudio de lo social como una explicación de la lucha entre razas y la influencia de la geografía y del

ambiente sobre los tipos humanos.

A la amenaza de estas doctrinas se la enfrentó desde distintas estrategias políticas y mecanismos

de gobierno. El primero y más importante fue el reforzamiento de “la creación de comunidad”,

(Anderson, 1983) forjando intereses, significados y relaciones afectivas con la nacionalidad, a medida

que se acercaba la celebración de los cien años de la independencia. Fecha que por su fuerte significado

simbólico y ritual, permitía reproducir y recrear los vínculos y reinventar la cohesión social que se

encontraba fuertemente fragmentada. El “espíritu del centenario” entonces, fue un elemento básico para

reconstruir la comunidad “nacional”, la memoria de los símbolos del momento fundacional y la cohesión

social. Dentro de esta estrategia se incluía tanto el control de lo “nacional” sobre las organizaciones

benéficas, la creación de nuevas organizaciones de este tipo para contrarrestar la creciente secularización

de la cultura, como la necesidad de instituir la “profilaxis social pública” a fin de construir la modernidad

y fundar un imaginario de igualdad social, sobre las bases del ahorro y la capacidad para el trabajo

industrial.

El país, en aquel entonces, estaba fragmentado entre el “interior” y la “capital” o entre la pampa

agro-exportadora, con una incipiente industrialización y la Argentina “de adentro” que representaba la

“barbarie” y el atraso. Las guerras intestinas entre unitarios y federales se encontraban frescas en la

memoria de la gente, así como las tensiones existentes entre la tradición hispánica colonial y la tradición

sajona postcolonial; entre la argentina “blanca”, la “criolla” y la morena; entre el obrero migrante

“industrioso y blanco” y el obrero criollo “perezoso y vago”; entre el campo y la ciudad; entre las

actividades agrícolas y la incipiente industrialización. En fin, estas distintas pujas manifestaban la

necesidad de homogeneizar a la población y sus valores para refundar a la Nación.

La Argentina como República, se había constituido a partir de la hegemonía de una elite “blanca”

y “europeizante”, que se mantuvo en el poder político más allá de la lucha entre unitarios y federales.

Esta ejercía su poder y construía su superioridad por medio de la subestimación de la cultura criolla y del

sojuzgamiento de la población nativa, a través de distintas prácticas de dominación que incluyeron el

exterminio abierto de la “Conquista del Desierto” y la “Guerra del Chaco”. Por otra parte, las formas de

dominación económica predominantes en la Pampa Húmeda habían progresivamente debilitado los

poderes de las oligarquías locales del interior, las que mantenían en relaciones serviles y de miseria

extrema a los peones y sirvientes. Se hacía necesario en aquella situación; integrar, homogeneizar,

civilizar e introducir en la “marcha del progreso” a partir de nuevos valores; a la población del “interior”.

Parte de tal estrategia estaba constituía por medio de políticas similares a las esgrimidas para neutralizar

la amenaza de las ideas y movilizaciones que propagaron los migrantes. Estas eran: la promoción de una

legislación social para proteger al “criollo” de las relaciones serviles; la profilaxis y la higiene social

para prevenir las enfermedades endémicas -“flagelos” de las provincias más pobres- y asegurar la salud

necesaria para el trabajo industrial y, finalmente, la profundización de todos los procesos considerados

“civilizatorios”; desde la conscripción, la escolarización al aprendizaje del trabajo industrial.

Esta forma de conjurar la amenaza de una “barbarie” se valió de los dispositivos del higienismo

para integrar y civilizar y, al mismo tiempo, mejorar el bienestar de la vida de los “criollos” antes

relegados. La caridad servía para codificar “pobres”, “indigentes” o territorializar los vagabundos y

menesterorsos y era parte de una estructura estamental de tutela sobre los grupos subalternos. El

higienismo, sin embargo, consideraba que se debía mantener la apariencia de igualdad y autonomía de los

“ciudadanos” promoviendo el ahorro, la educación y la autonomía de los individuos para constituirse en

trabajadores libres. Tanto la educación del “futuro ciudadano”, como la moralización y las medidas de

higiene pública y privada tienen como objetivo neutralizar el conflicto social, integrar a estos grupos

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excluidos en forma subordinada, aumentar su rendimiento y su predisposición para el trabajo, tanto

como preservar o recrear valores nacionales y buenas costumbres a través de la educación pública.

La conformación del Estado Nación y la necesidad de incluir a las poblaciones excluidas del

“interior” produce el Informe Bialet Massé, encargado por Joaquín V. Gonzalez, salteño ministro del

interior de Julio A. Roca, en 1904. Este informe se termina en abril de ese año. El primero de mayo se

produce una represión sangrienta de movilizaciones obreras. El informe no incluye la problemática de la

migración europea sino aquella referida a la del “obrero criollo”, aunque continuamente dialoga y

compara las situaciones de ambos tipos populares. Pretende oponerse al imaginario centralista sobre el

trabajador nativo del interior “menospreciado, tildado de incapaz, ... paria en su tierra”, falto de “hábitos

de ahorro y acumulación”, de “previsión de porvenir” y “tosco” para el trabajo industrial (Bialet Massé;

1972 [1904]:19-20). Se denuncia la situación de servilismo, explotación, miseria y carencia de protección

estatal y social de estos trabajadores. En el marco del predominio de las ideas evolucionistas, se describe

la ductilidad, capacidad de “adaptación” y “asimilación” de una situación de campesino o peón a la de

artesano u obrero industrial. Se señala también la desocupación tanto de los “braceros” como de los

“artesanos”, sobre todo en las provincias andinas, lo que lleva a una “vida lánguida y de

entretenimientos” (Bialet Massé, 1972 [1904]: 33). Esta descripción muestra la importancia que tenía la

institución del conchabo como medio de fijar la mano de obra a un territorio y la magnitud de una

población flotante, que luego, a mediados de siglo XX, se convertirá en una masa de forasteros, los

migrantes internos que desde el “interior” se dirigen a la capital porteña en búsqueda de trabajo. La

preocupación del informe consiste, por último, en definir dispositivos que permitan la incorporación del

“obrero criollo” al Estado, a partir de la profundización de procesos “civilizatorios” y de

disciplinamiento como la conscripción, la creación de colonias “criollas” y la instrumentación de leyes

laborales y de protección social17.

La inclusión que se pretende de estas poblaciones a la “nacionalidad” es vista como fruto de la

fusión de razas que se había imaginado en el momento fundacional del Estado Nación. “La gran obra, la

creación del ciudadano, demócrata y dignificado; la realización del gran pensamiento del Deán Funes en

el Congreso Constituyente, del año 1820: la colonia criolla; la mezcla del criollo en la colonia

extranjera, y la del extranjero en la colonia criolla. La fusión y la gran enseñanza del ejemplo” (Bialet

Massé: 1972 [1904]: 41 cursivas nuestras). La importancia de las endemias en las provincias del norte es

señalada por Bialet Massé, sobre todo el paludismo. “De ahí que se deduce, no sólo la necesidad de

higienizar tales localidades, sino también la de hacerlo en forma que evite, en lo posible, los efectos del

mal, y la de compensar al obrero del sobregasto y agotamiento que éste produce” (Bialet Massé: 1972

[1904]: 38). Se visualiza así en su pensamiento la síntesis de las ideas de la época en relación a la

importancia del higienismo y su principal estrategia, aumentar la productividad del trabajo, mejorar la

“raza” desde un punto de vista eugenésico y desarrollar sistemas compensatorios de “protección”.

A la xenofobia que surge contra los extranjeros, el partido socialista, - quien más representaba el

sentir y la ideología de la clase trabajadora de origen foráneo - respondió, transfiriendo la “barbarie” a los

trabajadores del interior, a quienes se los representa también como “abyectos” y “serviles” e

“inconscientes parias” y afirmando el valor de su extranjería a partir del cosmopolitismo que la propia

elite había propugnado18. Este discurso también se construía en oposición al “interior”, percibido como

retrógrado. El sentimiento nacionalista, se expresó también en su versión más aristocrática, que

rechazaba a la sociedad de masas que se estaba conformando. La versión aristocrática del nacionalismo

17 “La conscripción ha producido une efecto por demás civilizador, educando una masa de hombres, acostumbrándolos al método,

al orden, a los movimientos acompasados, enseñando a muchos a leer y escribir, efectos que se notan aún en las más apartadas estancias; basta ver andar a un peón para decir si ha sido o no conscripto” (Bialet Massé; 1972 [1904]: 31), “el movimiento, tan fuertemente iniciado por la conscripción, traerá la ventaja de la rápida mezcla de las razas, la difusión de la vida moderna y activa..” (Bialet Massé; 1972 [1904]: 34).

18 Hablando del presidente Julio A. Roca, de origen tucumano el Manifiesto del Partido Socialista dice: “Hijo del predominio político de las provincias de tierra adentro, la obra sanguinariam (...) excelente procedimiento de argentinización. Querer nivelar el

proletariado de Buenos Aires con el de las zonas del país donde es más abyecto y servil; quiere que el nivel mental de los trabajadores de la Capital no exceda al de los inconscientes parias que trae del interior y arma para su nefasta obra de exterminio”... “El movimiento obrero argentino es obra de hombres nacidos aquí y en otros países, como tiene que ser toda sana actividad colectiva de un país cosmopolita... El movimiento obrero hace obra de argentinización librando a nativos y extranjeros de prejuicios de raza, y haciéndolos trabajar (....) en la elaboración de un más fuerte y más alto pueblo argentino..” ( Manifiesto del Partido Socialista de mayo de 1909, citado en Romero, José Luis; 1987: 66-68).

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es la que más importancia tuvo en Salta como veremos, aunque también miembros menos conservadores

participaron de las reformas sociales, como es el caso de los salteños Joaquín V. González e Indalecio

Gómez. Desde distintos ángulos y desde diversas corrientes políticas y filosóficas, los festejos del

“centenario” hicieron consolidar la idea de patria como un valor fundamental y como sentimiento que

tendía a anular las diferencias y a integrar los grupos, clases y regiones, marginados de la “Argentina

blanca” de la Pampa Húmeda.

Las políticas higienistas, se basaban en el pensamiento positivista y naturalista que prevalecía en

la época y que muchos pensadores como José Ingenieros y otros políticos - inclusive católicos como

Bunge - propugnaban. Esta estrategia fue, en cierto sentido, más democrática que la de represión y

expulsión que promovían los grupos católicos de derecha.

El discurso higienista, es una de los formas de saber y control de la biopolítica. Las prácticas

higienistas se materializan a través de instituciones que coordinan tanto las curas médicas, como la

producción del saber y las campañas “educativas” y moralizantes. La biopolítica forma parte del racismo

de Estado. Racismo en un sentido evolucionista y biológico, no necesariamente étnico. No se trata de una

relación militar o política, sino biológica. En la Argentina, la biopolítica higienista adquiere un carácter

claramente racista que se mantiene luego en la etapa de consolidación del Estado de Bienestar. “Este

mecanismo podrá funcionar justamente porque los enemigos que se quiere suprimir no son los

adversarios, en el sentido político del término, sino que son los peligros, externos o internos, en relación a

la población y para la población” (Foucault, 1993: 265). Aquel mecanismo permite explicar a Foucault el

vínculo que se estableció, en el sigo XIX en Europa, entre la teoría biológica y el discurso del poder, el

cual nosotros vemos plasmado en la Argentina durante esta época. El evolucionismo, entendido en su

sentido amplio, como un conjunto de nociones (jerarquía de las especies, lucha por la vida, selección),

llegó a ser con toda naturalidad, no sólo un modo de transcribir el discurso político en términos

biológicos, y no sólo un modo de ocultar bajo una cobertura científica un discurso político, sino un modo

de pensar las relaciones de enfrentamiento, “una especie de extrapolación biológica del tema del enemigo

político” y más tarde “como un modo de regenerar la propia raza” (Foucault, 1993: 266-67). El saber

higienista no sólo fue una tecnología de control estatal y de instituciones médicas o filantrópicas; también

fue un saber que atravesó un abanico de ideas políticas; desde las más liberales y positivistas, hasta las

socialistas19.

Un representante de esta visión positivista, evolucionista y naturalista de lo social, fue José

Ingenieros, la “figura más significativa del pensamiento argentino en los años del Centenario” (Romero,

1987: 86). En su libro escrito en 1900, “La simulación de la lucha por la vida”, expresa con meridiana

claridad esta concepción de la biopolítica que caracteriza Foucault. Para Ingenieros, la simulación y la

selección del más fuerte son un hecho, manifestándose con caracteres semejantes a los que reviste en el

mundo biológico (Ingenieros, 1961: 18-20)1. La simulación sería un hecho fraudulento de lucha por la

vida. Menciona como ejemplo de ésta, además de la locura, a los fraudes para obtener caridad. “Estos

fraudes han motivado la organización de la caridad social, en sentido de proporcionar trabajo

apropiado en todos los mendigos en institutos ad hoc, encargándose la policía de perseguir a todos los

pícaros que no tienen cabida en ellos; son buenos modelos los institutos existentes en Londres y en

Bruselas. En suma, sea como fuera, la terapéutica de las simulaciones usadas para explotar la filantropía

debe convertirse en profilaxia; si el mal tiene hondas raíces sociales, es necesario llevar a cabo una serie

de reformas, que hagan del trabajo un agradable deber para todos, y no como es hoy un yugo penoso

para algunos. Impónese infundir a cada individuo la noción de los deberes impuestos por la solidaridad

social, que a todos beneficia. Y, por fin, deben desaparecer esas formas agudas de la miseria que

deprimen el espíritu, degradándolo hasta las formas inferiores de lucha por la vida que simulan lo más

desagradable de la vida humana: la enfermedad”. “Esta sería la profilaxia eficaz contra tales

simulaciones, y será obra de mucho tiempo, pues aún son pocos los países civilizados que puedan pensar

en tales reformas. En algunos ya está suprimida la mendicidad, y todo inválido tiene derecho a ser

asistido por el Estado” (Ingenieros, 1961: 262-63, cursivas nuestras).

19 El socialismo retoma la idea según la cual, “el Estado, (...) tiene la función de gestionar la vida, de organizarla, de multiplicarla,

de compensar los imprevistos, de considerar y delimitar las probabilidades y posibilidades biológicas...” (Foucault, 1992: 271).

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La biopolítica a través del higienismo, como se ve en el pensamiento de Ingenieros, tiene entre

sus objetivos fundamentales aumentar la productividad del trabajo, lograr el disciplinamiento de la clase

obrera y dar solución a los abusos de la caridad por medio del “derecho” a la asistencia estatal y a la

profilaxis social. El higienismo, basado en una moral positiva, tiene como consecuencia

En Buenos Aires donde la estratificación social era más heterogénea y las clases medias y obreras

más significativas, las ideas laiquizantes de gestión de la población a través del Estado; tuvieron mayor

predicamento. Aunque de todas maneras, se enfrentaron contra la resistencia de los grupos católicos que

defendían los intereses de la beneficencia religiosa. La secularización era un proceso que venía

impulsado por la influencia de la generación del 80‟ y de las ideas del Centenario. En aquella época en

Salta, estas ideas se desarrollaron con menor holgura dada las características sociales y la influencia de

una elite que se resistía a la secularización de la cultura y a la liberalización del trabajo servil y por

conchabo.

A diferencia de las ciudades de mayor crecimiento en el litoral, - Buenos Aires, Santa Fe, Rosario

y Córdoba - las provincias del norte, mantenían en gran parte, una estructura social estamental, con

fuerte predomino de las ideas católico-hispanistas. Los grupos percibidos como amenaza en ésta época,

no fueron los migrantes, sino los pobres “internos”. Sin embargo, la amenaza de la revuelta socialista y

de las ideas laiquizantes que estas promovían, estaba muy presente en el imaginario de los sectores más

conservadores. Estos últimos, por temor a esa revuelta, propugnaban una salida que consistía en refundar

las relaciones entre clases acrecentando su tutela, con un estilo paternalista basado en la “moral” cristiana

y en el reforzamiento de la estructura estamental benéfica.

La Salta de principios del siglo XX

La ciudad de Salta a principios de siglo era una aldea de fuertes tradiciones hispánicas, con una

estratificación social segmentada entre la oligarquía criolla que se vanagloriaba de su origen patricio, por

un lado y los artesanos, el personal de servicio doméstico, trabajadores conchabados y escasos

trabajadores independientes20.

El estancado crecimiento demográfico y la escasa incidencia de inmigración europea, a principios

del siglo XX, eran visualizados desde una concepción positivista, como un signo de retraso económico y

cultural. Las conclusiones a la que arriban los comentarios y estimaciones realizados por Diego G. De la

Fuente, Superintendente del Primer Censo de la República Argentina, de 1869, remiten a un imaginario

racista que vincula el bajo crecimiento poblacional con la mala salubridad de la provincia. Dice el

funcionario que “resulta de todo esto que la población de Salta apenas se ha doblado en cerca de 40 años,

lo que acusa á su favor una ley reducida de crecimiento, relativamente. Se ha observado ya antes este

hecho, que parece constante y debido á condiciones especiales del suelo y de las aguas, las que influyen

en la salubridad y dan una relación poco ventajosa entre los nacimientos y las defunciones” 21.

Ante esta situación hay una actitud paradojal de la elite. Por un lado, algunos registros oficiales

de la época plantean la necesidad de incentivar la inmigración de ultramar que se estaba produciendo en

la zona del litoral. Estas medidas eran consideradas positivas para la “civilización” de la provincia, tanto

desde el punto de vista étnico como por la necesidad de aumentar la población22. En la mayoría de los

20 Las profesiones que predominaban en la Salta de fines del siglo XIX, según Garrido de Solá (1984: 308) eran comerciantes,

tenderos, almaceneros, hiladores, tejedores, labradores, carpinteros, estancieros y hacendados, sastres, talabarteros, herreros y curtidores. Los conchabados y siervos domésticos no figuran en sus registros como profesiones. Además, la información del segundo censo de 1895 no discrimina los oficios por departamentos sólo existe a escala provincial.

21 El primer Censo de población de Salta informa que la “población de este estado... tiene su origen en la mezcla de las pobladores españoles con las tribus indias que habitaban aquel suelo. Las más de estas tribus eran de raza calchaquí y hablaban el quichua”. Según ese censo, en 1854 el D. Manuel A. Castellanos apreció la población de la provincia en 64.000 personas. En la ciudad capital había sólo 8.000 en esa fecha. El informe plantea que los cálculos existentes “representarían así la población: 1825: 40.000; 1854: 64.800, 1863: 81.000”. Los datos de este primer censo provincial da un total de 101.143 personas. (Comentarios y estimaciones de la población de Salta realizados por Diego G. De la Fuente, Superintendente del Primer Censo de la República Argentina verificado en los días 15,16 y 17 de setiembre de 1869. Imprenta del Porvenir, calle de la Defensa No. 129, Buenos Aires 1871, páginas 532-535, texto reproducido en el Censo Nacional de Población y Vivienda 1980, Serie B, Características Generales, Salta, República Argentina, pps XXVI a XVIII). En 1869 el departamento de la capital, que incluía un porcentaje menor de población rural, tenía 16.877 personas, en 1895: 20.361, en 1914: 33.636. De

este período a 1947 comienza su crecimiento poblacional debido fundamentalmente a la migración interna. En 1947 ya tenía 76.552 habitantes (Censo Nacional de Población y Vivienda 1980, Serie B, Características Generales, Salta, República Argentina, pagina XIV).

22 En el informe de 1901, que realiza la Comisión Especial de Saneamiento de la provincia de Salta, se plantea que “dada la escasez de inmigración, existe todavía muy poco entrecruzamiento de razas, y una gran parte de los matrimonios se efectúa ent re parientes más o menos lejanos, tanto en las clases elevadas como las humildes. Este hecho tiene suma importancia en el desarrollo físico, moral e intelectual de las nuevas generaciones, y es un motivo más para que se trate de allegar la inmigración. Conocida es la influencia benéfica de

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informes de los gobernadores se puntualizan estas intenciones pero no llegan a concretarse. No hay que

olvidar que los migrantes en Argentina se empleaban como asalariados, con remuneraciones que en el

litoral, en algunos casos, duplicaban los salarios medios de Europa de la época. Esto, en el contexto de

una política que tendía a incorporar mano de obra para un proceso incipiente de industrialización y

conformación de un mercado de trabajo urbano. En el caso de Salta, en esa época, se mantenían

relaciones semiserviles o formas de trabajo forzado como la institución del conchabo, sobre todo dentro

de las fincas que regenteaban los grupos de la aristocracia criolla lo que, sin duda, fue una de las causas

más importantes de la escasa migración de ultramar en esta región.

La escasa migración, la situación de semiservidumbre de los trabajadores junto a un sentimiento

de superioridad en relación a los migrantes nuevos, cultivoó en las elite una actitud de rechazo, opuesto a

la actitud de apertura y promoción de la migración que cultivaron las elites de la pampa húmeda hasta los

30‟. Eran percibidos como una amenaza para el orden social, dada la característica fuertemente endógena

de la oligarquía local, hasta los 70‟. Los migrantes “nuevos” como italianos, españoles, árabes y judíos

que comienzan a llegar a la ciudad de manera muy paulatina y, en general, a los que no son de Salta, se

los denominaba arribistas o paracaidistas. Hacía referencia a la amenaza que significaban en la

competencia de lugares de poder. Siguiendo a Norbert Elias las expresiones equivalentes a lo que él

llama outsiders o la de gente “decente” y “buena sociedad” buscan acentuar la dimensión moral de las

relaciones de poder proyectadas en el espacio social.

La riqueza de las familias de mayor influencia en el período anterior a la primera guerra mundial,

estaba centrada en la exportación de ganado a Chile por la importancia de la actividad económica del

salitre. Alguna de estas familias, como la familia Zerda, liderada por su patriarca Angel Zerda, cuatro

veces gobernador de Salta; o la familia Gómez, encabezada por Indalecio Gómez, Ministro de Gobierno

en el régimen de Roque Sáenz Peña, adquieren mucha riqueza convirtiéndose en millonarios por el

cultivo de alfalfa y el engorde de ganado que luego es exportado a Chile. Otra fuente de riquezas

proviene de la industria vitivinícola, aunque estaba poco desarrollada en esa época, también del cultivo

incipiente de tabaco y la industria azucarera. Controlada esta última, por un grupo reducido de familias,

como los Ovejero, Uriburu y Cornejo (Hollander, 1989; 162-171). Más tarde, se incorpora el apellido

Patrón Costas por medio de la fundación del Ingenio San Martín del Tabacal. Este grupo de familias

tiene una fuerte influencia en las organizaciones de beneficencia, a través de la dirección de sus matronas

o de legados. Otra característica, en esa época, fue la importancia de los vínculos que tenía la elite local

con la oligarquía porteña. Salta fue una de las provincias que más presidentes y ministros puso en el

gobierno nacional durante la República y hasta mediados de siglo XX, lo que le dio un poder adicional

para mantener su fortaleza23.

Existía una clara división entre el grupo de la elite que se autodenominaba “gente decente” y

“depositaria de todas las virtudes sociales” y otro grupo denominado por “gente inferior”. El pensamiento

predominante de esta elite era hispanista, conservador y racista. La política se circunscribía a un grupo de

“elegidos” que debían respetar y representar estas tradiciones. El siguiente texto de Robustiano Patrón

Costas, en ese entonces, uno de los políticos más significativos de la época expresa esta visión elitista de

la política. “El político es hombre de ciencia que dentro de la etnia de esas mismas multitudes, tiende con

propósitos morales y sanos a la organización del Estado.” La identidad nacional la constituye “el respeto

a las tradiciones de nuestra historia y de la raza en el sentido de las creencias...” (Robustiano Patrón

Costas, Discurso de fundación del partido Conservador, Diario La Provincia, 19/04/09, citado en Correa

y otros, 1999).

La provincia de Salta a comienzos de siglo XX había experimentado una crisis muy fuerte. La

riqueza y el prestigio que había adquirido durante la época colonial, se habían fundado principalmente a

su localización geográfica estratégica respecto al comercio con el Alto Perú. Posición que la convertía en

una especie de puerto seco o lugar obligado de paso en el intercambio y transporte de productos, en

la mezcla de razas en un país nuevo, virgen todavía de iniciativas e impulsos de gran aliento, que solo surgen cuando la lucha por la vida

toma todo su vigor, y esto no sucede ni puede acontecer sin la cooperación del extranjero” (1901:104-105, cursivas nuestras). 23 Hasta 1916, con la excepción de la oligarquía tucumana, los salteños habían jugado un rol muy importante en la política y

burocracia nacional, más que cualquier otra oligarquía del interior. José E. Uriburu y Victorino de la Plaza ambos habían servido como Vicepresidentes y Presidentes de la Nación. Uladislao Frías, Benjamín Zorrilla, Francisco J. Ortiz, Miguel S. Ortiz, Eduardo Wilde, Damián Torino, Miguel Tedín, Carlos Ibarguren y Francisco Uriburu todos ellos tuvieron cargos de ministros de la nación durante el régimen oligárquico (Hollander, 1976: 180-181).

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especial del tráfico de mulas. Luego de las guerras de la independencia, que tuvieron un efecto desastroso

sobre la economía de la ciudad y su territorio (Hollander, 1989: 124-131), la economía se sobrepuso

gracias al ganado que se exportaba para Chile, debido a la creciente importancia de la explotación del

nitrato en aquel país. En 1883, el considerable tráfico comercial que se había desarrollado entre Salta y

las provincias del norte junto con Bolivia fue redirigido por Chile, luego de haberse completado el tramo

de ferrocarril por Uyuni que unía Chile con Bolivia (Hollander, 1989: 144-147) Finalmente por la

Guerra del Pacífico, se abandona definitivamente la ruta del Atlántico. La oligarquía salteña, hasta 1890

tenía una posición envidiable, al estar orientada económicamente hacia el Pacífico con un mercado local

protegido por el aislamiento geográfico. Al mismo tiempo, participaba de los niveles más altos del

gobierno nacional, el que implementaba políticas que transformaron las provincias del litoral económica

y étnicamente a través de la promoción de la inversión extranjera, la migración europea y la instalación

de líneas férreas centralizadas hacia el puerto de Buenos Aires (Hollander, 1989:194).

La finalización del tramo de ferrocarril, que unía Salta con Buenos Aires en 1890, fue un factor

que disminuyó el aislamiento geográfico de la provincia respecto a la pampa húmeda y, al mismo tiempo,

permitió que los productos baratos del litoral y las importaciones extranjeras, destruyeran la incipiente

industria local y su agricultura. Por ello, Salta entró en un período de estancamiento económico que se

agudizó en la posguerra con la caída de la producción del nitrato en Chile, debido a su producción

sintética en Alemania.

Luego de este período, Salta entra en un empobrecimiento generalizado, tanto por parte de los

dueños de la tierra como de los sectores populares24. “Salta se vio de golpe privada de ser por el norte un

puerto seco, como lo había sido durante siglos desde la época del coloniaje, cuando desde el alto y bajo

Perú, frecuentes caravanas conducían sus minerales al Río de la Plata, llevándose a cambio mercaderías

de procedencia europea y artículos de consumo tomados casi exclusivamente en las provincias del

norte”25, decía un informe oficial de 1901.

Juan Carlos Dávalos, uno de los poetas y ensayistas salteños más prominentes del siglo XX

perteneciente a una familia aristocrática, en un artículo de 1925 denominado “La crisis” pinta con dura

crudeza este sentimiento de pobreza. “Salta es hoy más que nunca una ciudad quieta y triste, porque está

pobre. Pobreza del fisco y pobreza del pueblo; pobreza de los trabajadores y de los ricos. En esta tierra de

hacendados, la depresión de valores agropecuarios asume los caracteres de una honda crisis moral. Anda

la gente meditabunda y seria, sin ilusiones, sin ganas de reír, sin aliento para nada..... Se está sintiendo

intensamente aquí, ahora como nunca, la absorción tiránica de Buenos Aires sobre nuestra vida colectiva.

Aquí no hay jóvenes, porque los jóvenes, los únicos capaces de alegría y de esperanza, están ausentes;

están en Buenos Aires trabajando o estudiando. Tampoco hay viejos porque los salteños mueren

temprano. ¿Y qué vemos ahora por nuestras calles desiertas? La tristeza de los estancieros preocupados

por la baja de la hacienda; el desaliento de los exportadores sin remesas que invernar; la circunspección

de los gobernantes sin tesoro y sin renta que administrar; la zozobra de los políticos sin dinero para

emprender sus campañas; la miseria de los maestros sin sueldo y de los empleados en la lucha con los

usureros” (Dávalos, 1925: 285).

Argentina era considerada un país rico. Sin embargo, desde la perspectiva local, Salta era

imaginada como una provincia pobre con relación a Buenos Aires. A partir de esta visión, se emitían

algunas denuncias en torno a las desigualdades sociales que se hacían flagrantes entre el centro y el

interior del país, percibiendo estas diferencias como una amenaza social que procuraba resolverse. La

prensa local se hacía eco de esta situación aludiendo a “lo caro de los artículos de primera necesidad en

un país agro-exportador y la amenaza social que eso significa”. “Difícilmente puede hacerse soportable la

vida de esta provincia. Altos precios de los artículos de primera necesidad, pan, carne y leche de mala

24 Alejandro Roffman y José Luis Romero (1973) señalan que la situación de subordinación que mantenían las provincias del

interior durante la República se mantiene durante el período que denominan sustitutivo de importaciones (1930-52) que se inicia entoneces. Además la apropiación del ingreso global generado al interior de estas regiones es marcadamente concentrada, en directa relación con la

estructura de clases jerarquizadas. A su vez, el mecanismo de explotación de la mano de obra se acrecienta por un factor adicional que es el nivel diferencial de los salarios medios, en la actividad productiva. Así las provincias del norte y centro del país ofrecían salarios medios en la industrias manufacturera, en 1935, muy por debajo de la media del país, llegando en general hasta niveles de un 50% del indicador a escala nacional (ver cuadro 28 en la obra citada).

25 Saneamiento de la Ciudad de Salta. Informe de la Comisión Especial (Anexo a la memoria del Ministerio del Interior. Departamento Nacional de Higiene. Buenos Aires, “La Semana Médica”, Imprenta de Obras de Emilio Spinelli, 1901: 100-101).

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calidad y precios altos. En un país donde se cría y exporta ganado en pie, congelado, salado y en cuantas

formas se conocen, en un país que exporta trigo al exterior”. “El pato de la boda es la gente pobre, que

empieza a mirar estos artículos de primera necesidad como de lujo. La vida hoy por hoy en Salta entraña

un grave problema que es menester tenerla en cuenta para evitar sus funestas complicaciones sociales”26.

Esta representación paradojal en los discursos oficiales y en la prensa, de una provincia pobre en un país

rico, se mantiene durante todo el siglo XX.

Para Jauretche, un ensayista nacionalista, la situación de pobreza y la sensación de

empobrecimiento de las provincias fue producto también de la derrota de las últimas montoneras

federales vencidas por las fuerzas unitarias del puerto, de cuya hegemonía se construye el proyecto de la

Argentina “blanca” y “civilizada” de la generación del 80‟. “Desde mediados del siglo XIX el interior

está totalmente derrotado y dominada a sangre y fuego la resistencia de las últimas montoneras federales.

Empobrecida la “gente principal” y privada la clase inferior de sus jefes naturales, éstos dejan de ser

actores en la historia: la población continúa emigrando lentamente hacia el litoral, como empezó a

hacerlo desde el comercio libre, o se resigna a la miseria endémica que será su característica durante un

largo período de tiempo” (Jauretche; 1970 [1966]): 106).

Hasta 1930, la ciudad venía con un crecimiento demográfico y espacial muy lento27. El

analfabetismo había disminuido en el país, pero Salta continuaba entre las provincias que mostraba os

porcentajes más altos28. Además la provincia mantenía un lugar importante para el desarrollo de

enfermedades endémicas como la tuberculosis y el mal de Chagas. Enfermedades que preocupaban desde

principios de siglo XX a los higienistas y que ahora inquietan a funcionarios locales y nacionales29. A

pesar de mantener las características de una pequeña ciudad de provincia, se había ampliado su base

social por una incipiente inmigración interna lo que sumada a la carencia de regulaciones del trabajo

daba como resultado una situación social deplorable para las clases trabajadoras30. La pintura de época la

recuerda no ya como una aldea, como a principios de siglo XX, sino como una ciudad con cierto aire de

cosmopolitismo. Esto era visualizado por la aristocracia local, como causa del relajamiento de los valores

tradicionales y conservadores de su estilo de vida. El cambio se debía, en gran parte, a la escasa

migración italiana, árabe y judía que había llegado antes de 1930, y de la incipiente clase media que

comenzaba a formarse en las universidades del país, cuyo acceso se había democratizado, luego de la

reforma de 1918. A pesar de la paulatina profesionalización de los estratos medios y altos, el número de

médicos y abogados, a mediados de la década del 40‟ en la ciudad de Salta, no superaba los sesenta

(Anuario General Güemes, 1949: 28).

26 El Argentino, Salta, 3 de septiembre de 1901 bajo el título “Situación socioeconómica” (Alvarez, Queiroz, Alvarez, 2001). 27 Salta se funda en 1582 con un perímetro original de 80 hectáreas aproximadamente. Luego de casi tres siglos, a finales del siglo

XIX, no había alcanzado a duplicar su extensión original a través del amansamiento progresivo. Recién en 1930 se comienzan a anexar superficies de tierra de uso agrícola bajo la forma de loteos, forma de ocupación del suelo que se convierte en predominante entre 1947 y 1960. (Aguilar, Alvarez, Sbrocco; 1993).

28 En 1914 el porcentaje de analfabetismo de la población total del país era de 35% y en la provincia de 55%. En 1947 estos números habían bajado sensiblemente, la media nacional era de 13,6% y en Salta llegaba a 34,3%, aunque seguían siendo muy altos (Anuario General Güemes, 1949). En el censo del 47‟, se desprende que el 17% de los niños entre 6 y 13 años no había asistido nunca a la escuela y casi el 30% de los padres de familia eran analfabetos (Caro Figueroa, 1999: 28).

29 En un discurso pronunciado por el Interventor de la provincia Arturo Fassio, en 1945, en el Centro Argentino de Socorros

Mutuos, decía que “las endemias comarcanas señalan índices que consternan. El ciento cuarenta por mil de los niños de cero a once meses, mueren en esta provincia según las estadísticas oficiales” (Fassio, 1944-45: 13). Las causas de muerte más frecuentes era la neumonía, la tuberculosis, la septicemia y enfermedades infecciosas. En 1946 se habían producido 300.000 casos de Paludismo y en el 49‟, sólo 137, luego de una campaña gracias a la aplicación del DDT contra los mosquitos que lo transmitían (Caro Figueroa, 1999: 29). Ramón Carrillo planteaba en su plan de Salud Pública 52-58 que la zona del norte tenía la mortalidad promedio más alta del país, con un 12,6% (Carrillo, 1975 [1951]: 71). Reconocía que el norte era una de las zonas con más carencias sociales y, proponía por ello, la creación de un Instituto de Patología Regional, que luego se concretará con la gestión, como Ministerio de Salud Pública de la Nación, del médico salteño Dr. Arturo Oñativia durante el gobierno radical del presidente Illía (1975[1951] 33).

30 Según el mismo discurso del interventor Fassio, en 1944, “en la ciudad capital de la provincia, sobre un total de 8565 familias

censadas, el 33% - es decir 2870 – figuran registradas como casos de hacinamiento individual. Y de esas 2870 familias, el 638 por mil, esto es 1830 grupos, conviven de cuatro a cinco personas en una sola habitación. En 915 casos, conviven de 6 a 8 individuos en un mismo cuarto. Si estudiamos las cifras del hacinamiento colectivo, llegamos a la comprobación lamentable de que, sobre un total de 191 casos, 146 casas albergan de 4 a 6 familias en cada una; y existen 33 casos con 7 a 10 familias; y 12 con más de 10 componentes”. El Interventor se preguntaba “¿qué han hecho en materia de viviendas?. Es el interrogante que no podrán contestar nunca los oligarcas palaciegos que han tenido a su cargo la custodia de los intereses supremos de la provincia”.

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El dominio social, político y económico de la oligarquía local no se había modificado, a pesar de

la crisis posterior al 30‟ y de su progresiva decadencia económica31. Los familiares empobrecidos de la

aristocracia se ocupaban como funcionarios estatales, gracias a las conexiones de linaje intrincado que los

unía con el poder político. Robustiano Patrón Costas32, quien venía teniendo un protagonismo

fundamental desde principios de siglo XX, en la política salteña y nacional, en un discurso de junio de

1943, se lamentaba del movimiento descendente de las “capas superiores” que se había producido en los

últimos años. Mencionaba, junto a este fenómeno, el avance de la “inmigración rápidamente enriquecida

(que tomó) su lugar cuando no había adquirido la cultura y la adaptación a nuestro ambiente moral

tradicional”33. Los migrantes de esa última etapa, eran tratados por la oligarquía empobrecida, como

arribistas puesto que al ocupar puestos políticos y ascender socialmente, se constituían en una amenaza.

Salta acompaña los procesos de asalarización e industrialización en menor medida que la nación.

El número de obreros ocupados en la provincia se quintuplica de 1935 a 1943, llegando en esta época a

15.289. Proceso que muestra ya la conformación de un incipiente mercado de trabajo libre, aunque se

mantenían todavía relaciones de conchabo. En 1946 se encontraban sindicalizados solo 4000 obreros, lo

que representaba aproximadamente un 26% de los trabajadores34. Esta cifra es inferior a la que sucede

en Buenos Aires, para esa misma fecha, donde la sindicalización es mucho más importante35.

Las actividades industriales se centraban en la explotación del petróleo, los ingenios azucareros en

la zona de la selva Oranense y del Valle de Siancas y, la vitivinicultura en los Valles Calchaquíes. En el

norte, en el departamento de San Martín, que incluye a las localidades de Vespucio y Tartagal, se localizó

la actividad petrolera. Esta estuvo asociada, desde sus inicios - cuando se instaló la Standard Oil -, a

relaciones capitalistas e inversión extrajera; hasta que Yacimientos Petrolíferos Fiscales se hizo cargo de

las explotaciones36.

Los ingenios azucareros, utilizaban mano de obra estacional aborigen del Chaco salteño y

campesinos y peones que se encontraban bajo sistemas semiserviles en la hacienda. En un inventario

sobre la situación social de Salta, el que se refiere a “la obra social que cumple el ingenio” San Martín

del Tabacal, en 1948, observamos la visión por un lado laudatoria, de esto que se denomina “obra social”

31 La economía provincial no había logrado superar la crisis producida por la llegada del ferrocarril, la destrucción de los molinos

harineros y la industria artesanal del cuero; la reducción de la exportación de ganado en pie a Chile por el descubrimiento de sustitutos químicos del salitre producido en Alemania durante la primera guerra mundial, la crisis del 30‟ y luego, la posguerra. La parálisis económica

se hacía dramática por las restricciones aduaneras de los mercados del norte chileno. Cultivos como el maíz estaban en crisis , las plantaciones de tabaco se extendían lentamente por que no estaban protegidas. La producción vallista de pimentón sufría también de deterioro por su introducción en Chile y las maderas tenían serias dificultades de comercialización por las altas tarifas ferroviarias (Caro Figueroa, 1970: 156-57). Pero al mismo tiempo, muchas cosas habían cambiado. En 1906 se descubren yacimientos petrolíferos en Orán, que concitan la atención del Estado provincial y de la Standard Oil.

32 Robustiano Patrón Costas era graduado de derecho en la Universidad de Buenos Aires, nace a finales del siglo XIX. Se había desempeñado como Ministro, legislador y gobernador provincial y candidato a vicepresidente frustrado del partido conservador Demócrata Nacional, luego del golpe del 4 de junio de 1943 al presidente Castillo. Su protagonismo político y social está fuertemente vinculado con la

fundación pionera que realiza del Ingenio San Martín del Tabacal, junto a Mosateguy y otros socios. El ingenio recién comienza a funcionar cuando llega a Orán, en 1916, el Ferrocarril y que permite la comercialización del azúcar (Anuario General Güemes, 1949: 171-208). El ingenio, en 1940, era el mayor productor de azúcar refinada del mundo, empleando más de 16.000 trabajadores (Neiburg, 1988).

33 Discurso que Robustiano Patrón Costas debió pronunciar en la Convención del partido Demócrata Nacional, el 4 de Junio de 1943, Citado por Gregorio Caro Figueroa (1970: 155-156) en Aráoz, Ernesto (1966: 100).

34 En 1935 los obreros ocupados eran 4.211, en 1937: 5.673, en el 39: 5.906, en 1941: 7.793 y en el 43 15.289. Este anuario informa también que la ocupación en el comercio alcanza “7.000 empleados aproximadamente” e interpreta que este escaso número se debe a las características que ofrece el comercio de la provincia donde “en su mayoría las casas comerciales son atendidas por sus dueños; y

cuando las actividades requieren mayor personal los parientes del propietario ingresan en la firma evitando así el empleo de personal extraño” (Anuario General Güemes, 1947-48:126).

35 Entre 1930-35 y 1945-49 la producción industrial creció hasta más del doble; las importaciones cayeron del 25% del producto bruto interno al 6% en el mismo período. El porcentaje de sindicalización, si bien variaba mucho de acuerdo al sector de la economía, en Buenos Aires, antes de Perón rondaba el 20%, pero los servicios (trenes, empleados del estado, comercio) lideraban la sindicalización. Durante el peronismo cambió la composición, creciendo los sindicatos industriales (textiles, metalúrgicos, alimentos, construcción) que se constituyeron en las ramas determinantes debido al proceso de industrialización) llegando, aproximadamente hasta más del 50%. Luego del peronismo y durante la década del 60 hubo picos de más del 65% de sindicalización de los trabajadores. (Murmis y Portantiero; 1972 y CEPAL, 1959)

36 La Standard Oil, paradójicamente fundó en los predios de sus explotaciones la primera escuela de enfermería de la provincia. Estas ciudades se constituyeron a lo largo del tiempo en una suerte de ciudades Estados de Bienestar donde primaron relaciones asalarizadas con una serie de beneficios sociales que otros trabajadores no tuvieron. Este sistema o modelo alternativo de protección social, a través de una empresa estatal, se caracterizaba por la provisión de servicios sociales a los trabajadores sin reconocer a cambio su derecho de organizarse autónomamente, el que tiene puntos de contacto con las políticas sociales y laborales materializadas por el Estado bismarckiano (Andrenacci, Falappa y Lvovich; 2002).

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y, por otro, las tipologías de trabajadores que allí se emplean, representadas como exóticas y pintorescas.

“La población que vive en los lotes, resulta en época de cosecha, exótica y pintoresca para el viajero. En

heterogéneo conglomerado, se observan además de los naturales de la zona, coyas de las punas, vallistos

de las zonas de los valles Calchaquíes, catamarqueños, riojanos y también tribus de indios chiriguanos,

chulupíes, tobas y chorotes. Las viviendas son concordes con las costumbres de cada núcleo”37. Desde

muy temprano, a comienzos del siglo XX, luego de la guerra del Chaco, se instalaron en la zona del

chaco salteño, misiones religiosas extranjeras protestantes y católicas, promovidas por los dueños de los

ingenios. Estas misiones intervenían y todavía intervienen con dispositivos propios de la primera caridad

religiosa mezclada con prácticas “civilizatorias” post coloniales.

Racismo y Eugenesia en las representaciones sociales de la composición social salteña

La manera como se representan los pobres y las formas de intervenir socialmente sobre ellos está

fuertemente vinculada con la estructura social y con las configuraciones que se establecen entre los

grupos sociales. Estas configuraciones explican procesos a largo plazo y conforman lazos de

interdependencia mutua que unen y separan y, a la vez, jerarquizan individuos y grupos con diferentes

estilos de vida (Norbert Elías (1996 [1969], 1998 [1980], 1998 [1976]). La pobreza se entiende aquí no

sólo como carencia de ingresos sino también como una suerte de nominación genérica de las clases

consideradas inferiores por las elites.

Damos cuenta de estas configuraciones a partir de los discursos y representaciones que han

realizado aquellos que se consideraban portavoces legítimos para interpretar la sociedad, nombrar los

grupos que la componen y asignarles atributos. Estos son personajes cuya palabra adquiere, a veces, la

forma de ensayo literario o estudios historiográficos pero que, en realidad, son una suerte de

autoconciencia de la sociedad en que viven, de su composición social, justificando las relaciones de

dominio en la que ésta está basada. Son voces que pertenecen a clases que se autoproclaman como

superiores y “autorizadas”38 para realizar clasificaciones sociales, poniendo nombre a los grupos

sociales. Estas formas clasificatorias tienen una ligazón genética con las representaciones sociales que se

tiene de los otros y de sí mismos.

Creemos que en esta etapa y hasta aproximadamente la década de los 40‟, los sectores dominantes

ejercen un poder estamental basado en el linaje y la propiedad de la tierra. Podríamos hablar de una

sociedad bajo “el antiguo régimen”, utilizando categorías históricas que remiten a aquellas sociedades

pre-burguesas y pre-democráticas, aunque esta está enclavada en una república democrática. Planteamos

como hipótesis que se trata de un período de hegemonía de esta suerte de aristocracia cortesana39 y

caballeresca. Las características de “aristocracia caballeresca” se asocian a ciertas formas como la

importancia del duelo para dirimir conflictos y las destrezas asociadas al caballo.

La composición étnica de Salta, en este período, estaba compuesta de criollos, mestizos,

población nativa y escasos inmigrantes. Los criollos eran los hijos de españoles y los mestizos hijos de

españoles y nativos. Según una historiadora local, María Inés Garrido de Solá (1984: 308), la población

urbana estaba compuesta por blancos de origen español e hispanocriollos y por inmigrantes bolivianos,

chilenos y europeos en menor proporción. En sus dos terceras partes la población era rural, “agrupándose

en pueblos de campaña donde predominaban los indígenas puros” (cursivas nuestras). Es interesante

señalar cómo los llamados indígenas puros, se diferencian de la población. En coincidencia con esto, un

37 Se dice que “durante la cosecha trabajan en el ingenio más de 8.000 empleados y obreros, albergando en total una población de

más o menos 16.000 personas. Se han construido viviendas adecuadas para esta masa de población”. Llama la atención que cuando el informe detalla el número de viviendas solo hace referencia a 2000 siendo que el número de empleados es de 8.000, cuatro veces más que las viviendas disponibles. Dice el informe que este problema “fue encarado desde un principio por sus fundadores. Hay 33 casas para funcionarios y empleados... Para obreros, existen 229 viviendas... Para los obreros temporarios, hay 1800 habitaciones que son facilitadas también gratuitamente. Las poblaciones indígenas en tiempo de cosecha, construyen de por sí sus viviendas por propia exigencia y viven en completa independencia, de acuerdo a sus usos y costumbres. De esta manera se encuentran cómodos y felices y es un una forma de atraerlos al trabajo”. (Anuario General Güemes, 1947-48: 187).

38 El concepto de voces “autorizadas” proviene de Bourdieu. Supone la aparición de especialistas, “expertos” de distinto tipo que

poseen una “autoridad legítima”, delegada por la institución política que tiene poder para delegar. Como la Iglesia, el Estado, las asociaciones profesionales, la universidad, la ley, etc. (Bourdieu y Wacquant, 1995: 38 y Bouridieu, P., 1997). En el caso que estudiamos, estas voces adquieren su autoridad “legitima” por su posición social y su reconocimiento público como literatos e historiadores.

39 La aristocracia cortesana según Elías (1993 [1977-1979]) era una clase superior muy condicionada, cuya situación requería una reserva continua y una regulación intensa de los impulsos, que en un principio se redujo a la esfera del trato social - de “la vida privada”- pero luego se transmitió, modificado y escalonado, de clase en clase.

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informe sobre la población de la provincia realizado en 1871, por Juan Martín Leguizamón40, Inspector

Honorario de Escuelas, presenta un cuadro por departamentos de población. Fuera del cuadro en una nota

a pie, se dice “a la población de la Provincia que son 89.552 habitantes, hay que agregar los siguientes:

Población de indios Matacos trabajadores en Campo Santo [Ingenio de Azúcar] 1161, ídem de indios

Chiriguanos 102, indios trabajadores en Orán: 1290; chusma41: 3870; indios ladrones en el Bermejo:

5650; Chusma: 16.950”. En esta nota se puede observar la clara diferenciación entre habitantes o

población por un lado e indios y chusma por otro. Las primeras categorías incluyen a criollos y mestizos,

grupos que en ese momento eran considerados como población. Los indios no son considerados aún parte

de la misma aunque representan un tercio de los habitantes de la provincia, casi 30.000 personas.

Seguidamente se muestra, a través de los discursos de ensayistas sociales prominentes de la

época, sus representaciones sobre la composición social de Salta. Esta se basaba en la agrupación de los

individuos según lo que se denominaba “tipos humanos”. La idea de tipos tenía un fundamento biológico

racial donde los grupos considerados inferiores eran caracterizados según las influencias del paisaje y la

idea de raza. Estos tipos humanos debían ser integrados de manera subalternizada, ante las amenazas que

se presentaban en la cuestión social de esa época. La biotipología se había convertido en un área de

conocimiento de la Eugenesis, disciplina que primaba en las concepciones higienistas. La importancia

que se le da a la construcción de “tipos humanos” o “biotipos” que realizan los ensayistas son similares a

las de los inventarios de estos biotipos en los que se interesan los médicos higienistas. En la Argentina,

estas ideas vienen a continuar las concepciones evolucionistas de la sociedad y de la superioridad de la

“raza” blanca que habían sido propiciadas por Sarmiento y la generación del 80, en la primera etapa de

construcción de la nación.

La “Asociación Argentina de Biotipología, Eugenesis y Medicina Social”, se había fundado en

1932 en Buenos Aires. Esta asociación tenía una visión claramente racista a diferencia de las ideas

eugenésicas42 de algunos socialistas y anarquistas como las del Doctor Coni. La asociación había

asimilado las ideas eugenésicas a una palabra, la “biotipología”, inventada por un médico italiano,

Nicolás Pende el que había visitado Buenos Aires y bajo cuya influencia se formó esta asociación. La

idea central de la biotipología era que las poblaciones humanas pueden ser divididas en distintos tipos o

bitotipos con sus propias características de enfermedades y caracteres psicológicos. La biotipología

concernía con cuestiones relacionadas con el control del desarrollo físico, psíquico y sexual, de tal

manera que la “normalidad” se podía asegurar y la anormalidad prevenir. Pende creía que realizando

inventarios de biotipos humanos, los recursos biológicos de la población de una nación podían ser

aprovechados en forma más eficiente para el logro de objetivos estatales.

Como hemos dicho, la división más radical de esta sociedad estamental era entre la gente decente

y la denominada gente inferior. Nadie mejor que la visión de dos ensayistas fundamentales en esta etapa

como Bernardo Frías y Juan Carlos Dávalos43, pertenecientes al primer tipo de gente para visualizar esta

estructura social y las formas de dominio servil predominantes. Ellos mismos, o sus familias, eran

dueños de las fincas o estancias donde se ejercían diferentes tipos de servidumbre.

La gente decente, categoría nativa autorreferencial de la aristocracia local, es caracterizado por

Bernardo Frías, a principios del siglo XX, en un ensayo de interpretación social de la “sociedad salteña”

como originaria de “clase noble y aristocrática” fruto de “ley natural”, a diferencia del “vago y

aventurero” o “de quebrada fortuna”, que llegaba a América. Frías afirmaba que “Salta, por su

40 Mensaje del Poder Ejecutivo de la Provincia a la Honorable Legislatura en el XVII período constitucional de 1872, Salta,

Imprenta Argentina. 1872. 41 Según el Diccionario de la Real Academia Española chusma “en América referido a indios que viven en comunidad, todos los

que no eran guerreros, o sea mujeres, niños y viejos considerados en conjunto”. En este contexto, chusma equivaldría a los indios que viven en comunidad. .

42 La eugenesia es una palabra inventada en 1883 (del griego eugenés bien nacido) por el científico británico Francis Galton para acompañar los usos sociales por los que el conocimiento de la herencia podía ser puesta para adquirir el objetivo de un mejor nacimiento. Otros definen eugenesia como el movimiento para mejorar la raza humana o también, para preservar la pureza de un grupo particular. Como

una ciencia, la eugenesia se basó en el entendimiento de las leyes de la herencia humana. Como un movimiento social incluye propuestas orientadas a que las sociedades deben buscar constantes mejoramientos de la herencia, por medio de la promoción de la aptitud de los individuos para reproducirse y sobre todo, lo más importante, para despejar o prevenir lo “inepto” de manera de contribuir a las futuras generaciones. Prácticamente hablando la eugenesia promueve la administración racional y científica de los factores hereditar ios de la especie humana. (Leys Stepan, Nancy; 1991: 1 y 2, traducción nuestra)

43 Podríamos también haber incluido a Ernesto M. Araóz, pero sus ensayos son menos sociológicos que los de Frías y Dávalos.

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importancia comercial, fue, desde antiguo, sitio elegido de la inmigración española de clase noble y

aristocrática que en gran abundancia acudió a ella como a Lima”. Frías fundamenta la “nobleza” de la

gente “decente” en base a la conformación de lo que el denomina “casas” de linaje, las que derivarían de

la nobleza española. Según Frías la mayoría de “esta noble inmigración que recibía el vecindario de Salta

fue, como lo atestiguan los apellidos de las antiguas familias y las ejecutorias del linaje, de la nobleza

castellana y vascongada, que era la porción de la población española más honorable y fuerte”, según el

historiador (Frías, [1902]1971: 97-99). Como se sabe, la conquista fue realizada por segundones o ex

convictos que se casaron con nativas, por lo que la ascendencia de una nobleza europea forma parte de

esta construcción imaginaria. Lo que sí es interesante destacar es la forma en que el historiador construye

y produce la superioridad (racial, social, moral, natural) de estas casas a partir de un linaje madre, el de

Toledo y Pimentel, del que se derivan “casas” cuyos nombres distinguen a ciertos apellidos44. Muchos

de éstos, durante el primer siglo de la República y casi hasta mediados del XX, mantendrán un poder

económico y político fuertemente intrincado entre ellos.

Esto sucede en un contexto nacional donde primaban ideas y normas republicanas de igualdad

ante la ley de los ciudadanos que conformaban la nación argentina. La “gente decente” se considera una

“raza” superior, cuyos estilos de distinción social permitían y reproducían la dominación servil que

practicaban con la “gente inferior”, quien les debía, por “ley natural”, deferencia y servidumbre. Por ello

Frías consideraba que la “gente decente”, que “con justicia dominaba en la sociedad”, la formaba “la

gente de noble linaje como todo el elemento sobresaliente por ser la raza española que pudo imponerse,

como otras de la raza indígena o mestiza, por sus servicios o fortuna, imprimía su dirección y la ley a la

clase plebeya, a los artesanos de la ciudad y habitantes de los campos que formaban la clase pobre, y

cuya superioridad era reconocida y acatada con tanta buena voluntad y respeto, que jamás ninguno de

éstos hablaba a hombre decente sino con la cabeza descubierta”. Reconocía que estas formas de

dominación no eran acordes con “las preocupaciones reinantes en la época”, aunque esta dominación,

“era bien justa y debida, porque la clase decente era la depositaria de todas las virtudes sociales”. (Frías,

[1902] 1971:100 cursivas nuestras)

La superioridad que sé auto adjudicaban no se refería exclusivamente a sus vínculos con la

población criolla o nativa a la que tenían bajo su servidumbre. También los migrantes recientes que

vivían de oficios, trabajando en forma independiente, eran considerados “inferiores”. La distinción social

era claramente estamental no económica. Estos trabajadores independientes y profesionales incipientes,

comenzarían a conformar los futuros sectores medios. Luego a mediados de siglo, podrían devenir en

burgueses. Por ello Frías consideraba que por “sus relevantes cualidades, este elemento formado así de la

gente noble y principal, venía a producir visible contraste no sólo con la clase baja, por ley bien natural,

sino, igualmente, con el elemento también popular y de la clase baja venida de España que acudía a

avecindarse en nuestros pueblos y cuyos miembros, relegados a segundas filas en el rango social, eran,

por lo general, tenderos, pobres, pulperos, hortelanos, arrieros, maestros de primeras letras y sacristanes;

habiendo algunos de ellos llegado a formar fortunas de primer orden y solidez” ([1902] 1971:104). La

clase inferior, plebeya, baja y pobre estaba conformada entonces, según Frías, por los artesanos de la

ciudad y habitantes de los campos de origen nativo, más los de la clase baja venida de España, tenderos,

pobres, pulperos, hortelanos, arrieros, maestros de primeras letras y sacristanes.

Incluía entre la gente decente un “tipo” muy particular: el “gaucho decente”. Este serían una

suerte de híbrido entre la gente decente y el gaucho. Entre “los gauchos decentes”, “se contaban casi

todos los hombres distinguidos de la época. Hombres de ciudad y educados, hijos de buena casa, doctores

muchos de ellos y casi todos de familia acaudalada”. Para él la decencia provino de la influencia vasca y

castellana sobre las familias locales45, además de la “educación física que se recibía entonces”, lo que

produjo “una raza de hombres de constitución vigorosa y robusta” (1971 [1902]: 147). Al igual que Frías,

44 Entre “la nobleza más sobresaliente”, Frías señala la descendencia de Don Francisco de Toledo Pimentel, “conquistador

afamado de esta provincia”, cuya familia vinculada a la sociedad de Salta, “formó las casas de Toledo, de Alvarado, de Mollinedo y de

Figueroa”. Además de ésta señala su asociación con las “casas” de Castellanos y Aramburu. Aduce que también “formaban el núc leo noble del vecindario de Salta las casas de Gorriti, de Gurruchaga, de Hoyos, de Castellanos, de Arias, de Quiroz, de Güemes, de Medeiros, de Torres, de Moldes, de Ornaechea, de Isasmendi, de Zenarruza, de Arenales, de Alberro, de Gorostiaga, de Zuviría, de Archondo, de Ibazeta, de Zavala, de Palacios, de Rioja” y también “las casas de Uriburu y de Don Manuel de Frías”. Esta última su propia familia.

45 El gaucho decente era fruto “de la continua mezcla de las familias ya formadas desde antiguo con el nuevo contingente que traía la inmigración vasca y castellana” (Frías, 1971 [1902]: 147).

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Juan Carlos Dávalos46, (1937:593) distingue también los gauchos en dos tipos. Aunque los segundos no

serían mestizos “civilizados en su exterior”, sino los dueños de las estancias pertenecientes a la

oligarquía. “Los varones más aptos de nuestras antiguas familias fueron y son estancieros, criadores de

vacas y de caballos, gauchos ellos mismos y a la vez hombres de mundo”.

Entre los “habitantes del campo de origen nativo”, el arquetipo en el ámbito nacional y también

provincial de clasificación de la gente inferior lo constituyó el gaucho. El gaucho es el producto del

mestizaje entre indígenas y españoles. Si bien su representación es controvertida, su figura surge

revalorizada luego de las guerras de la independencia, cuando su bravura en las montoneras comienza a

formar parte del imaginario nacional. La literatura y el ensayo de finales del siglo XIX y comienzos del

XX, produce una serie de obras de diverso tipo que le asigna diferentes roles a este arquetipo. Algunas

más heroicas como la de José Hernández (1970 [1872]) en su obra “Martín Fierro”, y otras que ponen

más el énfasis en su carácter bárbaro e incivilizado. Nos interesa esta última representación que

consideramos, es la antecesora de la del gaucho devenido obrero criollo o trabajador a mediados del

siglo XX.

Emilio Corbieri (1929) quien polemiza con José Hernández dice sobre el gaucho, que su origen

fue el producto de la mezcla entre las “sangres bravías” del español de Castilla y Andalucía; junto con la

del “aborigen que se denominó mestizo por los delegados reales y que con el transcurso de los años,

reproduciéndose entre sus mismos elementos, formó una raza nueva con las prendas de carácter,

disposiciones guerreras y virtudes y defectos de sus progenitores de ambos lados; mestizos que unas

veces procedían como el salvaje y otras como el civilizado; montaraces, inteligentes, indolentes como

aquél, e interesados como el último, y a los que por un consenso etnogénico de nuestros pueblos se dio el

nombre de “gauchos, hijos de nadie en su origen y bastardos que aún en algunas provincias se

reproducen con la libertad de las bestias” (1929: 21-22). La falta de filiación y la asignación

degenerativa de su origen, así como la referencia a su vida en libertad, es similar a la representación del

“vagabundo” en la Europa de la última etapa del Antiguo Régimen, donde las características más

fundamentales asignadas a las franjas no criminalizadas de los vagabundos eran la falta de filiación, la

“instalación” deliberada en la herrancia y la ruptura decidida con el domicilio (Castel, 1987).

El criollo en este imaginario se asocia al vago que “ama la vida sin esfuerzo”, resistente a las

influencias europeas e intolerante, incivilizado y bárbaro. Corbieri lo divide en dos clases. “El hombre

ignorante, rústico, campesino, que no recibió los beneficios de la instrucción ni la cultura europea (...)

asceta una veces y peregrino otras, trotador errante, de cantares quejumbrosos (...) receloso (...) suspicaz

(...) valiente y vengativo como sus antepasados indios (...) La otra clase, es la del gaucho de salón,

civilizado en su exterior y perfeccionado en sus cualidades nativas, hábil en intrigas y supercherías...”

(1929: 25-26). Para Corbieri entonces el gaucho es el mestizo, tanto el ignorante como el que accedió a la

escuela y “luego se hizo caudillo”. Para él no hay diferencias de clase ni de región. “Así como el negro o

el indio nacen y mueren negro o indio, el gaucho, peón o patrón, soldado o general, es de raza gaucha

desde que nace hasta que muere”. (Corbieri; 1929: 27, cursivas nuestras)

Pero en el imaginario de las elites de la Pampa Húmeda este gaucho desaparece. Según Corbieri,

esta “raza” quedó en las provincias del norte, luego de la influencia de la migración sobre el litoral y Río

Negro. Esta representación, de alguna manera, continúa la de Sarmiento en el “Facundo” (1967 [1845]),

donde la barbarie estaba en los pueblos del interior, representada por los caudillos federales, a los que

había que derrotar. Para Corbieri, “contrasta con este atraso del norte y centro del país, el progreso

vigoroso de los territorios de la Pampa y Río Negro”47. Esta representación o el mito argentino que

formula que la migración masiva, básicamente italiana y española, producida entre 1857 y 1930, casi

eliminó el tipo mestizo, transformando y refundando al país económica, social y culturalmente, es

46 Juan Carlos Dávalos, nació en Salta el 11 de enero de 1887. Hijo de Arturo León Dávalos, legislador por la provincia de Salta,

abogado y escritor. Sobrino nieto del General Martín Miguel de Güemes, pertenecía a las familias de la aristocracia local. Su obra se caracteriza por un tipo de descripción de lo que el denomina “tipos humanos” de la provincia y por su paisaje. Por ello se considera que su

vasta obra es parte de la construcción de la tradición salteña. 47 En el norte, dice, queda “el rancho sucio y ruin del mestizo, y su iglesia de adobe y piedras, que fueron mojones de la

conquistas y sirvieron de postas en el intercambio con el Alto Perú, cuando el país organizado como nación libre abrió sus puertas a los hombres de todas las razas y las religiones, ofreciéndoles la explotaciones de sus riquezas, quedaron de estorbo al progreso, que llevó sus elementos a la Pampa y el Río Negro, libres de las dos familias parasitarias: el indio y el nativo, en su compuesto criollo-mestizo-español y negro, este último” (Corbieri; 1929: 47).

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coincidente con las interpretaciones de la “sociología científica” de Gino Germani (1965: 187-188) que

se desarrollan a mediados de siglo. Desde su visión, en esta etapa, no solo se transformó el tipo social,

sino la estructura social nativa en la zona de la Pampa Húmeda y en las áreas urbanas. Este imaginario de

la refundación étnica del país invisibiliza el nuevo mestizaje que se reinicia a finales del siglo XIX, entre

europeos y nativos. Muestra además una interpretación racista de lo mestizo que coincide con la

estigmatización del interior como zona de barbarie y de sus pobladores como pertenecientes a etnias

inferiorizadas a los que deben civilizar y luego educar o integrar en forma subordinada.

Para Bernardo Frías el gaucho como tipo humano que puebla la “campaña”, es diferente al que

reside en las ciudades. Caracteriza a la provincia en la zona oriental, hacia el norte, como de clima

tórrido, donde se emplazaban los ingenios azucareros, el pastoreo y la cría del ganado. Dice que los

gauchos que vivían en esta zona y los del “Valle Central, llamado de Lerma, casi eran todos mestizos,

revelando el cruce con la raza blanca en la fisonomía, en la barba, en lo claro de su color” (Frías, 1971

[1902]: 106). La representación de Frías sobre estos gauchos es “de ignorantes, vagos, sumisos a la

autoridad del patrón, taimados y cautos, pero también con espíritu libre, a la vez dócil y altivo” y afectos

a la independencia personal48. A diferencia del gaucho de las pampas, Frías reconoce que no era “el

campesino del norte el vago afecto a la vida errante. La vagancia se asociaba a su condición de pastor.

Considera que “el gaucho simplemente pastor... era por naturaleza holgazán” (Frías, 1971 [1902]: 112)

La visión de Frías es también condescendiente hacia el gaucho, actitud típica de las elites hacia las

clases subordinadas, posición que permite y reproduce la dominación49. A pesar de “su rusticidad, el

gaucho era, sin embargo, hombre de honrados sentimientos y aún de caballerescas virtudes”(...) Los

estilos musicales quejumbrosos y sentimentales, que según él practican los gauchos, son propios de las

razas primitivas por oposición al gusto más “civilizado” de los estilos alegres y viriles. Hoy esta visión

de la música, ahora llamada folklórica que forma parte de la invención de la tradición salteña, sería muy

discutida. Las elites han hecho suyo ese estilo de cantar quejumbroso y lo han plasmado en sus tonos y

temáticas de las letras50. La representación de vago, ignorante, incivilizado y la condición de inferior que

le asigna Frías al gaucho, tiende a justificar las relaciones de patronazgo que ensalza.

Juan Carlos Dávalos, quien además de poeta, produce ensayos donde nomina y se representa a los

grupos sociales de Salta también, al igual que Frías, se imagina la estructura social según tipos humanos

vinculándolos a factores ambientales y raciales51. Según Flores Klarik (2001: 28), en una reciente e

interesante tesis, la postura de Dávalos responde a una visión tradicionalista del “espíritu salteño”, que

construye lo popular del gaucho, en contraposición a la perspectiva modernizante de los porteños, aquella

que coloca al interior y al norte junto con sus tradiciones como sinónimo de atraso. En su defensa sobre

la tradición salteña, Dávalos rescata dos valores principales que para él parecen perderse: “la fe de

estirpe, que expulsó al moro y sometió al indio”, es decir el catolicismo de España y “la lealtad de los

gauchos, en la empresa patriótica de Güemes”. En Salta, según él, habría dos grandes tipos humanos,

respondiendo “al ambiente geográfico y a su raza”: el gaucho y el colla. Suma el tipo colla a la

tipologización de Frías. “Vallistos y fronterizos, semejantes por su constitución étnica, si bien difieren en

su tonada, y, giros de lenguaje, vestimenta y el caballo unos y otro representaban el tipo rústico, por

donde gaucho fue - en la ciudad- sinónimo de guaso o mal hablado, de ignorante y bárbaro; al par que

colla lo fue de bribón, solapado y mezquino”. Da cuenta del proceso de transformación de este “valor

despectivo” en el imaginario de las elites, a partir de la influencia que tuvieron las corrientes ideológicas

48 “Si la lucha por la vida dentro de la miseria de recursos de la clase pobre a que pertenecían había acostumbrado a estos hombres

a la sujeción moral y social del poderoso, ... la misma virtud del trabajo individual y libre y la inmensidad y grandeza con que la tierra aparecía a sus ojos en su campos, en sus selvas, en sus montañas, en el misterio y en el peligro, habíanle infundido un espíritu también afecto a la independencia personal. El gaucho se levantó así, a la vez dócil y altivo. Sus afectos sinceros, sus consideraciones respetuosas por el propietario y señor de la tierra en que vivía y en donde, por lo común era nacido, y para todos los de aquella clase superior, se cambiaba en un sentimiento de igualdad y aun de superioridad también, respecto al resto de las gentes, con más precisión cuando eran forasteros en el lugar” (Frías, 1971 [1902]: 106-107).

49 “El gaucho de Salta amaba la sociedad y sus instituciones como amaba su provincia, reconocía y veneraba en el patrón, en su familia y en la gente de aquella clase, la autoridad, el ejemplo, la enseñanza, la protección, la justicia y la ventura misma de su persona y de

su prole” (Frías, 1971 [1902]: 107). 50 “Su alma noblemente sensible (...,) lo hacían afecto a la música y al canto, donde campeaba cierto espíritu de sentimentalismo

quejumbroso propio de las razas primitivas, mezclado con la corriente alegre y viril que derrama el gusto ya más civilizado en el hombre libre” (Frías, 1971 [1902]: 108, cursivas nuestras).

51 Esta visión de Dávalos, como veremos más adelante, responde una concepción eugenésica nNeo-l Lamarckiana de los tipos humanos.

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de Buenos Aires, con la revolución primero y “con la consolidación de la nacionalidad más tarde” a partir

del “prestigio, militar, histórico y literario de esa palabra”52. Dávalos hace referencia a la importancia del

Martín Fierro en esa concepción del gaucho. Si bien destaca la acción de las milicias de Güemes, afirma

que el hecho que Güemes los haya denominado “gauchos infernales”, constituye un apelativo “anti

español, anti urbano, populachero y terrorífico” (Dávalos; 1937: 591-592). Esta visión, muestra la

posición elitista e hispanista de Dávalos, además de un evidente sentimiento de amenaza a las posiciones

de clase que ostentaban.

El gaucho, según Dávalos, responde a un tipo rural uniforme; “el de los gauchos troperos” que irá

“plasmando la sorprendente unidad del hombre argentino”. También como Corbieri considera que su

sobrevivencia como tipo humano se debe a que Salta, “provincia no transformada aún por la inmigración,

por el aumento de las explotaciones agrícolas y forestales, por el refinamiento de los ganados y por el

progreso que europeíza el resto de la República. Mientras la cría y pastoreo de ganado en las estancias de

mi provincia esté a cargo de paisanos de a caballo (...), gauchos (...)”. El gaucho tropero o campero, al

que se refieren ambos autores, era un pastor de ganado vacuno a campo abierto generalmente conchabado

a una finca. El pastoreo y traslado del ganado, se debe a que Salta era lugar de engorde, al Alto Perú, a la

minas de Potosí desde la colonia y luego en el XIX, a las minas de salitre de Chile53.

Con respecto al colla sería la nominación que las elites salteñas dan al poblador nativo andino de

origen Quechua. Para Dávalos, el tipo colla “continúa siendo entre los salteños, un epíteto ingrato,

porque con él designamos una entidad racial parejamente opuesta al fronterizo y al calchaquí. Este

último, en efecto, llama colla, muy acertadamente, a la raza indígena pura, atacamameña, que puebla la

altiplanicie del extremo noroeste; raza y comarca que comenzaron a ser argentinas no hace muchos años,

cuando a raíz del tratado de límites, el territorio de Los Andes, originariamente boliviano, se incorporó a

la jurisdicción nacional” (Dávalos; 1937: 594 cursivas nuestras). La palabra kolla proviene de una de las

divisiones del imperio incaico, el kollasuyo o khóllan, que significa natural del altiplano del Titicaca en

Quichua. En esta representación de Dávalos, el colla se homologa a “raza iíndigena pura” y a la

nacionalidad boliviana, siendo que el dominio incaico llegó hasta la región que hoy ocupa Santiago del

Estero. Esta última homologación en las categorías nativas entre colla y boliviano se puede visualizar

también en el diccionario de regionalismos salteños, escrito por José Vicente Solá (1950), donde dice

textualmente que colla “es el boliviano o el indígena que vive en Salta”.

Además de las representaciones del criollo y el colla, comienza a aparecer la nominación de

obrero o trabajador asociada a oficios y a una asalarización muy escasa que se produce en la ciudad de

Salta. En un texto sobre el Centro Argentino de Socorros Mutuos, mutual de origen obrero de principios

de siglo XX, un periódico de la época se hace eco de la transformación que se opera en la representación

de las elites, sobre los trabajadores. Se pasa de una concepción de “la decadencia moral y material” de la

clase obrera, a una percepción de las buenas tendencias que comienzan a revelarse basadas en la

“honradez y la laboriosidad” de los trabajadores. Aquí se destaca la “corrección y comportamiento de los

jóvenes” y se acentúan “las buenas tendencias que comienzan a revelarse en la clase obrera”54. En las

clasificaciones de la alteridad en base a la que se construye la nueva hegemonía de la aristocracia, la

52 “Para que amenguara un tanto el de la voz gaucho fue preciso que la gente norteña otorgase mayor crédito a las corrientes

ideológicas de Buenos Aires que de allá nos viniese, con la Revolución primero, con la consolidación de la nacionalidad más tarde, el prestigio, militar, histórico y literario de esa palabra”. Juan Carlos Dávalos (1937:593), “Collas y gauchos” en “Los valles de Cachi y Molinos”, prólogo del Dr. Atilio F. Cornejo, Andanzas, Narraciones de viajes, tradiciones, costumbres, arqueología. Editorial La Facultad,

en Dávalos, Juan Carlos (1996), Obras Completas (editas), Volumen II. Buenos Aires, Honorable Senado de la Nación, Secretaria Parlamentaria, Dirección de Publicaciones.

53 “Entre nosotros el término designa al jinete experto en faenas camperas; tanto que en Anta, campero o campeador, es sinónimo de gaucho. En los cerros boscosos de Metán, de Campo Santo, de la capital misma; en las sierras de Guachipas, Anta, Rosarios de la Frontera y la Candelaria; en las selvas de Orán y Rivadavia, se crían a campo, en estancias exclusivamente ganaderas, no menos de quinientas mil cabezas de ganado, que no puede ser manejado a brete, sino sacado a caballo (...) Son los hombres que llegan a la ciudad arreando hacienda por los caminos de la provincia, (...) que son los troperos (...) que marchan [con el ganado] paso a paso, hasta Antofagasta, caminando ochocientos kilómetros a través de la cordillera de Los Andes y del desierto de Atacama (...) Gente que por fuerza vive a caballo, lo mismo que hace un siglo, sin que el ferrocarril, ni el automóvil, ni las escuelas rurales hayan modificado sensiblemente sus

costumbres y espíritu” (Dávalos, 1937:593). 54 “Es tan meritoria la obra realizada por ese grupo de artesanos. Una asociación cualquiera de ese género parecía imposible que

pudiera sostener y vivir con vida propia, dada la decadencia moral y material en que había caído la clase obrera”. “Pero véase como una fracción de artesanos que permaneció fiel a los antecedentes de laboriosidad y honradez que han caracterizado al pueblo trabajador de Salta. Viejo tronco predilecto del árbol predilecto de la familia obrera vuelve a retoñar y producir flores y frutos” (Diairio La montaña del 30 de agosto de 1902).

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moralización y la educación de los trabajadores son prioritarias. La pobreza empieza a acercarse a los

“trabajadores” y “obreros”.

La estancia, el conchabo y la servidumbre doméstica, instituciones serviles de la Salta del

“antiguo régimen”.

El antiguo régimen - dominado por una aristocracia que podríamos denominar caballeresca

donde el “gaucho decente”, dueño de las fincas, era el arquetipo de la clase considerada superior -, posee

instituciones fundamentales donde se ejerce el servilismo. La estancia ganadera constituía, en esa época,

la unidad productiva más importante de este orden oligárquico55. El arquetipo de la configuración y

vínculo de dominación era el binomio gaucho decente-peón. El peón es todavía el apelativo para

denominar al trabajador rural bajo relación de dependencia, sea ésta asalarizada libre o semiservil. La

palabra viene del latin pes que significa pies, “el que anda o marcha a pie”. También el diccionario la

significa como “el que trabaja en cosas que no requieren arte ni habilidad”. Este sentido de la palabra da

la pauta de la desvalorización clasista del trabajo agrícola. Este, a través de la historia del hombre, sobre

todo durante el neolítico, ha requerido un enorme desarrollo de destrezas realmente admirables en la

historia del género humano.

Esta relación de dominación se ejerce a partir de un dominio claramente masculino. El gobierno

masculino de la casa se extiende a las relaciones de dominación serviles fuera de ella. El patrón ejerce el

patronazgo tutelar sobre la “peonada” o el “gauchaje tropero” en la finca. De allí la nominación lata de

“patrón”. Algunas explotaciones agro industriales, como los ingenios, comienzan a desarrollarse y sus

relaciones de producción y contratación de la mano de obra se basan en formas semiasalarizadas que

combinan la producción industrial con el traslado forzado de peones conchabados para trabajar como

“braceros” en la zafra, como ya dijimos. El nombre de bracero, como sinónimo de peón, hace referencia a

las cualidades y la intensidad del uso de los brazos en la faena rural vinculada, seguramente, a la cosecha

más que al trabajo de pastoreo de ganado en pie, como el apelativo de “gaucho”.

La institución servil fundamental que permite la fijación del trabajador al patrón es la del

conchabo, la que se mantiene en Salta, casi hasta finales de la década del 30‟. Esta se ejerce tanto en la

finca como en las casonas de residencia urbana de las elites. Los peones y sirvientes a jornal, “los

conchabados”, se encontraban controlados y territorializados por el poder del patrón y el registro de la

policía. En el Reglamento de la Policía de la Provincia de 1878 que regulaba el conchabo, hasta 1920, se

puede observar la forma de “policiamiento” que sobre los trabajadores y su familia ejecutaba el patrón.

“La policía llevará un registro de los peones y sirvientes a jornal en el que se haga constar su ocupación y

el patrón a quien sirven. Las papeletas se renovarán una vez por año en todo el mes de Junio pagando el

patrón por los peones a jornal dos reales por cada uno, y un real por los sirvientes matriculados, cuyas

papeletas, si se inutilizaran durante el año abonada, se reharán sin más erogación” (Art. 51). “Todo el que

quiera conchabar un peón ó sirviente, está en el deber de pedir a estos el papel de desconchabado de su

patrón anterior, ó el certificado de la Policía de estar libre para conchabarse” (Art. 55). Eran entonces, el

patrón y la policía la instancia de control sobre los pobres, siendo además quienes ejercían los

dispositivos de represión sobre los “vagos”. El relajamiento de las leyes de conchabo y el poder policial,

fueron cambiando de una “policía de la familia” a una “policía o gobierno de la población”, y a la

aparición de la economía política y al mercado de trabajo libre, tal como planea Foucault (1981b). No

existía todavía la libertad de contrato de la mano de obra. Esta condición se va conformando muy

tardíamente a partir de la Ley Güemes de 1921. La conformación de un mercado de trabajo libre recién se

conforma a mediados del siglo XX.

En la estancia ganadera la relación predominante era la del conchabo de los gauchos. Según Fríias

la situación servil en estas fincas se debía a la “condición de ignorante” de esta clase y por ello vivía “al

amparo de las grandes propiedades, cuyos jefes, por lo general radicados con su familia en la ciudad

capital, tenían entregados al cuidado de los gauchos sus intereses y sus tierras, en gran parte divididas y

dadas en pequeños arriendos, donde cuidaban del ganado propio o las cultivaban” (Frías, 1971 [1902]:

119). El gaucho no podía cambiar de patrón ni salir de ese predio sin su autorización. Sin embargo poseía

55 Oligarquía es la palabra usada en la argentina para denominar la clase que posee poder en base a la propiedad de la tierra. En

Argentina la estructura de propiedad, en la mayoría de sus regiones, desde los orígenes del capitalismo fue claramente latifundista. Salta es una provincia donde todavía la estructura latifundista de propiedad de la tierra sigue siendo predominante, a pesar de las transformaciones de relaciones de producción y dominación, a lo largo del siglo.

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cierta independencia dado el control que se le asignaba sobre el ganado durante largos períodos de

tiempo. Por eso Juan Carlos Dávalos, considera que la estancia ganadera salteña es una entidad autónoma

e independiente donde el patrón ejerce su autoridad sobre los puesteros y gauchos. El capataz ejerce la

ley. Los puesteros son una suerte de delegados del patrón sobre los rodeos y la ocupación del campo

abierto para las pasturas. Dentro de la estancia no hay ciudadanía ni trabajadores libres, la ley la impone

el patrón en una cadena de mandos que permite el control del ganado y de la mano de obra. El conchabo,

en este caso, consiste en el pago de una pequeña parte en dinero y el resto en especies, además de cierto

tiempo que debe trabajar sin paga para el patrón. “La estancia es una confederación de distritos

autónomos en que el patrón es el presidente, el capataz el poder legislativo y los puesteros unos

gobernadores inamovibles. La estancia podía naturalmente cambiar de dueño; los gobernadores, o sea los

puesteros, no cambiarían de feudo sino por causas gravísimas. El puestero es así, un oligarca

hereditario, un señor absoluto de sus rodeos. Depende del patrón por cuanto está obligado a rendir cuenta

en la yerra, de los terneros que marque para la finca. Percibe, a cambio de sus servicios, un salario anual

repartido en dos porciones: una en dinero efectivo y otro en reses de cuenta para su manutención. (....) El

patrón debe proveerle además, de caballos destinados a la fajina diaria”. Para Dávalos esta base

económica “que mantiene entre patrones y gauchos vinculaciones tan sólidas”, ha “resistido sin

menoscabo alguno a los cambios políticos y a las inquietudes sociales de estos últimos tiempos”.

Reconoce que los cambios en las relaciones sociales de la república (ciudadanía y asalarización libre) y

las “inquietudes sociales” de la época, las que pueden ser leídas como las movilizaciones obreras por

mejores condiciones de vida que se venían produciendo en la pampa húmeda. Desde el punto de visto

político, el patrón sigue siendo un caudillo. Desde el punto de vista social, el gaucho sigue siendo un

hombre libre. Así perdura entre ambos un equilibrio cordial que es, en substancia. La subordinación leal

de los más a los mejores en vista de un bien común: el provecho de todos”56.

El conchabo tiene un antecedente muy interesante de flexibilización que se produce durante las

guerras de la independencia. Por la influencia de Güemes sobre las Leyes de Conchabo, luego se

establecerá una diferencia entre guachos y vagos. Asociación que como hemos visto estaba presente en la

representación del gaucho. El gaucho era una suerte de vaga(bundo) afincado a la hacienda y a la

autoridad del patrón. Güemes, siendo gobernador de Salta, entre 1815-1821, propicia una serie de

medidas a favor de los gauchos-soldados de la guerra de montoneras que él lideraba, al norte del país,

contra los españoles. Estas medidas promovían: la excepción del pago de arriendo a los dueños de la

tierra y la ausencia de cumplimiento con la “obligación”. Esta institución servil consistía en un trabajo

anual de 15 o 20 días, que debían cumplir los arrenderos en las faenas de siembra y cosecha, denominado

“fuero del gaucho”. Güemes instrumenta un sistema de registro de los gauchos para diferenciarlos de los

vagos y mal entretenidos57. En un informe que se le envía, dice que “los vagos bajo el nombre de

gauchos que lo consideran sagrados, se creen a cubierto de la penas y persecuciones de la ley”. El vago

debe conchabarse, mientras que el gaucho no tiene obligación de hacerlo y no debía tener la obligación

de poseer la papeleta de conchabo. Esta situación les permite luego reclamar tierras (Michel, Zavic y

Perez de Arévalos, 1996: 241-242).

En la etapa que se inicia con el triunfo del partido radical en 191658, la influencia de miembros de

la oligarquía salteña decae en el ámbito nacional. La gestión de Irigoyen, el primer presidente radical, no

se caracterizó, por la incorporación de funcionarios del interior, como había sucedido durante las

gestiones presidenciales conservadoras. Es la época que el partido radical accede a la gobernación de

Salta. Abraham Cornejo fue el gobernador radical de la provincia, seleccionado entre las familias

radicales de la oligarquía. Más tarde, una serie de disputas entre linajes conservadores y radicales lleva a

una intervención federal en 1918. Los apellidos del linaje radical fueron los Cornejo, Saravia, Güemes,

Torino y Michel Torino. Estas familias protagonizaron violentas luchas políticas, entre sí y en oposición

a otros linajes de la oligarquía más conservadora, ante situaciones donde alguno de sus miembros podía

56 Juan Carlos Dávalos (1948), “La estancia” en “Los Gauchos”, en Dávalos, Juan Carlos (1996), Obras Completas (editas),

Volumen III. Buenos Aires, Honorable Senado de la Nación, Secretaria Parlamentaria, Dirección de Publicaciones, pp. 401. 57 Los mal entretenidos significan mal alimentados. Es una mala traducción de la palabra „entretené‟, en francés, que significa

alimentado (debo este comentario a la historiadora paraguaya Milda Rivarola). 58 El partido Radical, recién fundado, accede al poder en 1916 por la ley del voto secreto y obligatorio masculino que ese mismo

partido promueve, en contra de la democracia restringida que propiciaba la oligarquía conservadora.

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ser tocado con medidas o legislaciones que injuriaran su posición social como clase superior (Hollander,

1989: 186-196; Neiburg, 2001).

El antecedente del denominado “fuero gaucho” de Güemes, da lugar más tarde, en 1921, al

proyecto de ley del gobernador Joaquín Castellanos que termina formalmente con la institución del

conchabo como forma coercitiva de trabajo. Joaquín Castellanos, era un reformista, aunque pertenecía a

una de las familias de la elite nativa. Llevó a cabo una serie de medidas sociales para limitar el poder de

la oligarquía ante la situación de “subordinación colonial”, como él decía, en la que se encontraban los

trabajadores en la provincia. Era poeta de profesión además de político. Como funcionario, intentó

efectuar algunas leyes de irrigación y modificar el “canon de riego”. Estos fueron proyectos que tendían a

despojar a la oligarquía de las propiedades poseídas de facto, sobre arroyos y ríos incluidos en sus

territorios. Dicha legislación no se concretó por la llegada de la intervención. También solicitó fondos a

la nación para desarrollar servicios en el área de la higiene social los que no fueron respondidos

satisfactoriamente por Irigoyen. Su reclamo dirigido al presidente, por esta denegación, se manifestó en

una carta abierta en circunstancias de la intervención59. A pesar de su clara posición en contra de las

condiciones históricas de servidumbre de los trabajadores, era miembro del linaje de la aristocracia local

y no dejaba de representarla como una clase superior, basada en el origen patricio de sus antepasados.

Así por ejemplo, cuando presenta la elección del próximo candidato a gobernador de la provincia, por el

partido radical, en 1922, al Dr. Adolfo Güemes, prestigioso médico higienista, lo nomina como poseedor

de “excelentes cualidades personales y de un prestigioso apellido” (Hollander, 1976: 190).

En el gobierno de Castellanos se crea el Departamento Provincial de Trabajo y se sanciona la

denominada Ley Güemes de “protección a los trabajadores” (Castellanos, 1921). En el mensaje del

proyecto a las cámaras (Castellanos, 1921), explica allí que la denominación de Ley Güemes hace

referencia a los antecedentes de la Ley de Güemes de 1821 y la plantea como “un conjunto de leyes

tutelares del trabajo” (Castellanos, 1921: 603)60

. En esta presentación, Castellanos sintetiza la situación

de los trabajadores rurales, “víctimas, al par que de su ignorancia, de explotaciones y vejámenes sin

cuento por parte de patrones poco escrupulosos”, “paria, siervo, ilota61, cualquiera de estas

clasificaciones no exagera el triste privilegio en que se debate el peón de muchas estancias salteñas”. “Se

estilan, aún aquí, con respecto del obrero rural, procedimientos que en nada desmerecen a los de la

“encomienda” y la “mita” de los antiguos tiempos, y que son una afrenta para la civilización de que nos

preciamos” (1921: 596, cursivas nuestras). El informe que realiza una secretaría de la “Comisión pro

Legislación Obrera”, designada por el poder ejecutivo de la provincia, llega a conclusiones

“mortificantes”. El informe muestra el deterioro de los salarios acaecido durante la etapa de 1913 a 1919

y “termina demostrando en forma patética el estado de miserias y privaciones que aflige al obrero salteño

con grave daño para su salud y no menos peligro para el porvenir de su prole” (Castellanos, 1921: 600).

La estrategia de constituir comisiones que visiten las zonas rurales de la provincia para constatar, in situ,

la situación social de los trabajadores, para luego fundamentar, a partir de estudios de carácter público

basados en la autoridad de los especialistas, la promulgación de leyes y la promoción de transformaciones

en las condiciones sociales de los sectores trabajadores, tiene el antecedente principal en el Informe

Bialet Massé de principios de siglo XX62.

Recién en esta fecha, a pesar de que la Constitución Nacional de 1853 y la Provincial de 1855

habían consagrado la libertad de trabajo, se permite la contratación libre de los trabajadores, garantizada

por el Estado. Además se fija ocho horas la jornada de trabajo urbana y nueve la rural, se prohibe

imponer multas a los obreros por faltas no previstas en los reglamentos del trabajo, o retenerles el salario

(Art. 3, inc. A), entregar billetes, vales, bonos, fichas o cualquier forma de moneda alternativa (inc. B).

Se prohibe subarrendar peones a terceros (Art.10) y quedan prohibidos los servicios que se exigen bajo

las denominaciones usuales de “comedimiento” u “obligación” (Art.15). Esta reglamentación tuvo

59 Joaquín Castellanos, carta Abierta al Señor Presidente de la República, Dr. Hipólito Yrigoyen del gobernador de Salta (Salta,

1921: 56 y 36) citado por Hollander (1976: 190 nota 134).

60 Agradezco a Iván Cancinos información de archivo sobre esta problemática que facilitó la investigación posterior. 61 Ilota proviene de la nominación que se le daba a los esclavos de los lacedonios, oriundos de la ciudad de Helos.

Figurativamente es el que se encuentra privado de los derechos del ciudadano. 62 Luego, en la gestión del gobernador Cornejo, en 1947, durante la etapa peronista, otro informe de la situación social de la

provincia justificará reformas relacionadas con la institucionalización de la asistencia social y la salud pública como áreas de gobierno.

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seguramente una escasa aplicación, tanto por la falta de fuerza de los organismos estatales recién

fundados en su contralor, como por la intervención que realiza el gobierno nacional sobre la gestión de

Castellanos. La intervención se debe al malestar y a la fuerte resistencia, por parte de los sectores más

conservadores, en aceptar la introducción de cambios sobre la propiedad de la tierra y las relaciones

semiserviles de las haciendas y por la legislación y la regulación del canon de riego. Esta intervención se

vincula también a una disputa entre el gobernador con la familia Saravia, con la cual había llegado al

poder y a la que le asigna el control de la policía (Hollander, 1989).

Por todo ello, en Salta, la ruptura con el Antiguo Régimen es mucho más tardía y, por tanto

también lo es, la conformación de un mercado de trabajo libre. Esta ruptura se produce recién entre 1930

y 1945 con la relajación progresiva de las relaciones semiserviles y de las leyes de conchabo63. En Salta,

los controles y penalizaciones sobre el conchabo, como veremos se realizaron, a partir de mediados del

siglo XIX y hasta 1939, por medio de los Reglamentos Policiales y del Código Rural de 188464.

En la época colonial, la herencia de la encomienda como forma de relación servil entre las

poblaciones nativas, marcaba las relaciones de sujeción. Más tarde, la hacienda establecía similar forma

de dominación entre el patrón y el nativo65. A pesar del decaimiento de la institución de la encomienda

en el siglo XVII, la oligarquía de Salta ha sido y continúa enraizada en la tenencia de la tierra. La

primacía del comercio creó nuevas fortunas familiares, que si bien no tenían independencia de la

posesión de la tierra, no estaban totalmente dependientes de ella. Esto lo vemos por ejemplo en 1819,

momento en que ninguno de los nombres de las originales familias que habían recibido tierras de la

corona se mantienen en los principales linajes66.

Sin embargo, desde la fundación de Salta, en 1582, hasta las guerras de la independencia, las

redes cerradas de la oligarquía se formaron por el constante intercambio de matrimonios entre las

familias españolas que controlaban el comercio y el campo desde la ciudad (Hollander, 1989: 116). En el

siglo XIX se desarrolla una cierta apertura en sus vínculos matrimoniales, con las oligarquías de

Tucumán y Jujuy que formaban, en principio, parte de la Provincia de Tucumán y luego de la Intendencia

de Salta. Desde la apertura de las guerras de la independencia, el corazón del linaje que va a dominar la

ciudad y la provincia de Salta - todo a lo largo del XIX y hasta aproximadamente la década de los 60‟

cuando entra en crisis su dominio- estaba ya establecida. Su poder se basaba en el comercio de la ciudad,

ellos habían acumulado las tierras que la rodeaban, los valles cercanos y dominaban el Cabildo.

Hollander muestra, de manera brillante, la relación entre los nombres que aparecen en los

documentos del Cabildo de Salta, entre 1815 y 1825, y deduce que son las mismas familias (Uriburu,

Cornejo, Saravia, Güemes, Zorrila, Aráoz, Solá, Ovejero y Patrón Costas)67, pertenecientes al corazón de

la oligarquía, que luego sirvieron como gobernadores o gobernadores interinos desde 1810 a 1963. Casi

todos los miembros del Cabildo de 1810 a 1825 han tenido al menos un descendiente que ha actuado

63 Los Reglamentos de la Policía son de 1856, 1863, 1878 y 1939. El Código Rural de 1884, sancionada éste durante el gobierno

de Juan Solá y redactado por Alejandro Figueroa y Robustiano Patrón Costas, luego gobernador de Salta y candidato a presidente de la Nación a mitad del siglo XX. (Michel, Savic y Pérez de Arévalo, 2001: 244).

64 Castel, a este período de transición para el caso de Francia, lo denomina de la tutela al control. En esta etapa surgen formas

complejas de organización del trabajo, desde el trabajo regulado, forzado a algunos núcleos de asalariados libres. Es la etapa de transición, según Marx del trabajo libre al trabajo asalariado, que mantiene diversas formas de sujeción al trabajo de los sistemas serviles anteriores. Castel (1987) plantea que este proceso es anterior a la aparición del capitalismo en Europa, a diferencia de Marx. Según Marx, en esta época “el que no quisiera trabajar cuando se lo requería, a la cárcel. O sea, como antes, trabajo forzado –a cambio de un salario determinado- para los trabajadores libres. Primeramente había que forzarlos a trabajar bajo las condiciones impuestas por el capital. El desposeído se siente mas inclinado a convertirse en vagabundo, ladrón y mendigo que en trabajador. Esto tan solo se comprende a las claras en el modo de producción ya desarrollado del capital. En los pródromos del capital, coerción estatal para transformar a los desposeídos en obreros, bajo las condiciones mas favorables al capital, las cuales aún no se imponen aquí a los obreros por medio de competencia de ellos entre si” (Marx,

(1973 [1894]: 265). 65 Hollander plantea que luego de la derrota de la resistencia nativa, en el siglo XVII, los nativos fueron puestos en carácter de

encomienda. Su trabajo hizo posible que los salteños dedicaran al comercio sus energías. Si bien eran muchos los indios encomenderos en 1660, su monto declinó debido al excesivo abuso de los encomenderos que los sometieron a las labores personales y a las encomiendas que se destinaron al trabajo de mineros en Potosí. De todas maneras, en el siglo XVIII, bastante mano de obra india quedaba para brindar abundante comida a la ciudad de Salta (en 1772 el valle Calchaquí y el de Cobos, por ejemplo contenía 78 familias españolas, 550 indios encomenderos y 860 indios que pagaban tributos). Dado que en la mayoría de los casos, encomenderos y tierra de la corona coincidían, los encomenderos formaban el elemento más prestigioso de la sociedad salteña. Los encomenderos declinan a finales del siglo XVI por la sangría de mano de obra al Potosí y por el trato que le brindaban. A mitad del siglo XVII, cuando el comercio comienza a ser la actividad

económica principal, se agudiza su debilitamiento (1989; 115-118). 66 Atilio Cornejo, “Mercedes de tierras y Solares, 1583-1589”, Salta, 1938, citado en Hollander, 1989:118.

67 Ver el nombre de los gobernadores y su relación con los linajes en el Anexo I.

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como gobernador y, la gran mayoría de los terratenientes, doctores, abogados, jueces, legisladores,

ministros y gobernadores de la provincia, poseían alguna combinación de estos apellidos (Hollander,

1989: 118-123). Como veremos más adelante, la incipiente profesionalización a partir de las actividades

higienistas, muestra también esta relación estrecha entre funcionarios públicos, “políticos profesionales”

y su pertenencia a las familias más encumbradas de la oligarquía local.

Según el propio Frías en la región denominada de los Valles, se mantenían relaciones todavía

feudales. Considera que esta zona fue la única donde se “estableció y alcanzó a florecer el sistema feudal

en sus caracteres más acentuados: la dominación arbitraria y absoluta, por un lado, y la servidumbre

personal, por otro”. Las poblaciones nativas de los Valles Calchaquíes: quilmes, diaguitas, guachipas,

pulares, tolombones, chicoanas, tilianes, habían realizado “una resistencia sangrienta, porfiada y heroica

por más de quince años contra la conquista y dominación española”. Luego de vencidos fueron sometidos

a “encomiendas, régimen peculiar de la conquista que encerraba los tres principios inscritos en su

bandera: el sojuzgamiento del vencido, la civilización del bárbaro y el adoctrinamiento de la fe católica.

Siguiendo este sistema el gobierno entregaba en encomienda a algún capitán propietario de tierras

recientemente conquistadas y dadas en merced, cierta porción de naturales para que los gobernara bajo

aquellos tres principios soberanos, encomienda que importaba, a la vez, obligación de amparo y

patrocinio para defender la persona y bienes de los indios; gozando el encomendero, en recompensa de

este favor, del trabajo personal de aquellos neófitos en la labor de sus tierras. Más aquellos preceptos se

olvidaron y se torcieron como todas las leyes protectoras de esta raza desdichada, tornando la

encomienda en dura y dilatada servidumbre” (Frías, 1971 [1902]).

La constitución de la Argentina como Estado moderno, había implicado una serie de

transformaciones. Una de las principales fue el paso de las relaciones serviles o esclavistas a las

relaciones salariales del trabajo libre urbano. Modificación que hizo posible, más tarde, la conformación

de un mercado de trabajo nacional. La Constitución de 1853, liberaba todas las formas de sujeción al

trabajo, formalmente. Sin embargo se mantienen leyes de control al vagabundeo que fijaban a las

personas a las relaciones de patronazgo o que las obligaban a formas de trabajo asalariado, bajo la

amenaza de encierro en instituciones disciplinares, como cárceles y hospitales generales o el trabajo

forzado cuando no siempre se cumplía con las reglamentaciones.

En la ciudad de Buenos Aires, la conformación de un mercado de trabajo urbano, se realiza

gradualmente durante la segunda mitad del siglo XIX. En dicha conformación tienen fundamental

importancia: la represión a “vagos y malentretenidos”, la libreta de conchabo y la amenaza de la leva

militar; todos sistematizados por el Código Rural de 1865. La escasez de mano de obra se compensa con

la inmigración transatlántica que se masifica desde finales de la década de 1870 (Andrenacci, Falappa y

Lvovich; 2002: 7). Hacia 1880 el mercado de trabajo funciona de manera predominantemente libre,

siendo que la mitad de los activos del campo y la ciudad estaban ya asalariados en el sector capitalista

(Sábato y Romero, 1992).

Las otras unidades de gobierno tutelar son las casas de la oligarquía y las instituciones de

beneficencia, como veremos más adelante. El arquetipo de la configuración de dominación es ahora

femenino: dama decente-criadas. La primera se la denomina en los textos “dama de sociedad”. Este

apelativo todavía se utiliza a comienzos del siglo XXI para referirse a las mujeres pertenecientes a los

linajes “decentes” o, más tarde, a mediados del siglo XX se denominan “personas bien”. Estas mujeres

ejercen el matronazgo con las “siervas” domésticas, llamadas en el léxico local indistintamente como

criadas, “chinitas” o propiamente siervas. Las palabras sierva o siervo no requieren mucho análisis por

que ya están naturalizadas como formando parte de una relación servil. Sin embargo es interesante

destacar el origen y significado de la palabra criada/o para entender la relación de dominación, tutela y

sujeción en el que estas mujeres y hombres se encontraban. La palabra “criador” proviene del latin

criator, que significa creador y “criar”, también del latín deriva de la voz creare: producir, engendrar,

alimentar y nutrir, instruir, educar, guiar. “Criatura” es no sólo toda cosa criada sino también un niño. De

todo lo anterior surge que los criados son seres humanos considerados menores de edad y que pertenecen

al patrón quien los posee en todo su sentido. Chinito o chinita en Latinoamérica significa “descendiente

de india y zambo o de indio y zamba”. De esta última acepción surge otra que es la de “criado” y hombre

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“plebeyo”68. Así, la matrona, dama “decente” o de “sociedad” o el patrón tienen derechos

consuetudinarios de tutela sobre las personas que se encuentran en sus fincas. Según Dávalos estos

vínculos son resabios o herencias del derecho de patronato que ejercían los encomenderos. Las niñas o

adolescentes, también niños, eran traídas forzosamente a la ciudad para realizar trabajo doméstico

gratuito a cambio de alimento y vivienda. Luego, más adelante, este vínculo se extiende a la posibilidad

de que puedan asistir a la escuela69. Dávalos, en su libro Estampas Lugareñas (1941) describe el sutil

relajamiento de las configuraciones serviles, en el ámbito doméstico, producidas con el advenimiento de

la República. “Había además entre mi abuela y mi madre disparidad de opiniones en cuanto al servicio

doméstico y en lo tocante al grado de sujeción que las criadas merecían en ambas casas. El régimen era

en la mía liberal, con licencias concedidas por turno los días festivos, pero las criadas, en lo de mi abuela,

vivían en una reclusión que mi propio padre calificaba de monástica: - Sus chinitas, madre, más parecen

vestales70 que sirvientas. Y es que como eran, sin excepción, hijas de arrenderos de sus fincas, pastoras

calchaquíes que venían temporalmente a prestar servicios y civilizarse al lado de sus señoras, sentíase

ésta obligada por los deberes anexos al derecho de patronato que por fuero tradicional ejercía como

descendiente de encomenderos; derecho que al conceder al amo tutela sobre un indio, hacíalo responsable

ante Dios y el Rey, de la persona material y moral del pupilo” (Dávalos, 1996 [1941]:726, cursivas

nuestras).

El reglamento de conchabo, vigente en esa época, además extiende este vínculo a las mujeres sin

hogar. Pero en este caso es la autoridad policial quien ejerce la decisión de ponerlas en el servicio

doméstico gratuito. En el hogar, el patrón o matrona ejercen el gobierno o el poder de policía sobre los

siervos. Según el reglamento, la mujer sin hogar será “destinada a una casa particular a su elección, si la

abandonara sería aprehendida y vuelta de nuevo” y, si reincidiese, sería destinada al servicio del hospital,

y sólo podría salir de allí para casarse o bajo garantía de personal. El encierro servil bajo la tutela de

hecho en las casas de la oligarquía de aquellas mujeres pobres que no poseen lazos de proximidad para

habitar, refuerza la configuración servil. No sólo aquellas mujeres que trabajan en las fincas se

encontraban bajo el derecho de patronato, también las mujeres sin hogar.

Estas damas ejercían el matronazgo, no sólo en sus fincas o haciendas y viviendas urbanas sino en

los asilos y obras benéficas, que ellas mismas regentaban; por lo mismo es posible postular que el

derecho de patronato sobre mujeres y niñas pobres se comparte, a mediados del siglo XIX y hasta

mediados del siglo XX en Salta, entre los patronos, la policía y los organismos de beneficencia laica.

Muchas de las instituciones de beneficencia usan el apelativo de Patronato en su denominación. Por

ejemplo, el Patronato de Menores y el Patronato de Presos y liberados. El primero fue legislado por la

Ley de Patronato71. La institución del patronato sobre niños pobres, por esta ley, sufre un proceso de

laiquización y gubernamentalización.

Lo anterior nos permite visualizar un continuum en el trato habido en la finca, las prerrogativas

serviles en el hogar, espacio por de la familia, al ámbito del asilo, del orfanato y del hospital. Se

transfieren las prácticas instituidas por el gobierno de la casa a otras configuraciones e instituciones de

tutela. Por medio de las obras de la beneficencia; la represión del vagabundeo, la obligación del trabajo,

el control de la circulación de la mano de obra y de las poblaciones que representan amenazas; se

constituye un conjunto de prácticas que extienden la sujeción y el maltrato de las relaciones de

patronazgo a los siervos, ahora devenidos en sujetos de asistencia.

68 Las referencias del origen de las palabras provienen del Diccionario Karten Ilustrado, Karten Editora, Buenos Aires, 1977. 69 Todavía en nuestra provincia esta es una práctica que sigue vigente. Se configura por medio de vínculos menos forzosos pero

todavía bajo formas de fuerte violencia simbólica que permite a ciertas familias proveerse de trabajo doméstico gratuito de mujeres que desean adquirir educación y no poseen recursos para hacerlos. Las configuraciones siguen siendo serviles y raciales.

70 Los vestales eran las doncellas romanas consagradas. Debía mantener el fuego sagrado día y noche, sobre el altar de la diosa. Eran jóvenes menores de 16 años y se obligaban en voto de castidad, de tal modo que la que lo quebrantaba era enterrada viva.

71 A partir de la Ley nacional de Patronato (1918) se funda el Instituto Tutelar de Menores, centrado exclusivamente en niños

condenados por crímenes y se pasa de la penalización a la tutela, la protección, la rehabilitación y la educación de los niños pobres. Esta ley traslada el patronato de clase a un patronato gubernamental. La ley diferencia y despenaliza la criminalidad del menor y el abandono social de la criminalidad. Se señalan causas sociales de ambas. Se subdivide el “tratamiento para la rehabilitación” con especialistas en criminalidad, trabajadores sociales y asistentes de menores. En Salta la instrumentación y la legislación y adecuación de la Ley de Patronato, tarda hasta la transformación que se produce en los 50‟, por la gestión provincial justicialista, por lo que no hacemos referencia a ella en este trabajo.

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Una parte importante de las formas de intervención social sobre las clases consideradas inferiores

y sobre los pobres o desafiliados, además de las instituciones propiamente asistenciales, fue la represión

al vagabundeo y el control de la circulación de la mano de obra. Estas acciones eran dirigidas a los

“vagos”, “forasteros”, desempleados que constituían un peligro y a la vez una insubordinación a las

formas serviles de fijación de la mano de obra. Según se especifica en el Reglamento General de la

Policía de Salta citado, los vagos son "los que no tienen oficio, profesión, renta, sueldo, ocupación o

medio lícito con que vivir, (...) los que teniendo oficio o ejercicio, profesión o industria no trabajan

habitualmente en ellos, y no se les conoce otros medios lícitos de adquirir su subsistencia, (...) los que no

se dedican a alguna ocupación lícita y concurren ordinariamente a casas de juego, tabernas o parajes

sospechosos, (...) los que, pudiendo, no se dedican a ningún oficio o industria y se ocupan habitualmente

de mendigar" (1878:11-12). En el mismo Reglamento, entre las circunstancias agravantes de los vagos se

señala "los que no se conchaben o tomen colocación en el término que se les señale"72.

La institución del conchabo en Salta, que fija a las personas a la autoridad y sujeción del patrón,

bajo el control policial, está destinada no sólo a los vagos y mal entretenidos sino a “todo hombre que no

tenga propiedad, ni oficio o ejercicio conocido de vivir”. Esto significa que la sujeción forzada a un

patrón se destinaba a las personas que no estaban inscriptas en relaciones de sociabilidad que los

contuviera en un territorio, o a los grupos sin pertenencia comunitaria, ni bienes, ni oficio73. También en

este Reglamento están explicitados los dispositivos de represión y control de los "vagos" y las formas de

territorialización y de subordinación al patrón. "El patrón es un magistrado doméstico revestido de

autoridad policial para hacer guardar el orden en su casa, haciendo que sus peones y sirvientes cumplan

puntualmente con su deber". "El jornalero y sirviente debe a su patrón fidelidad, obediencia y respeto,

ejecutando con diligencia las labores y ordenes que le imponga conforme al contrato, no siendo contrarias

a la moral y a las leyes" (Arts. 53 y 54, cursivas nuestras). El patrón tenía también autoridad para ejercer

la violencia física sobre los conchabados, “el patrón puede corregir moderadamente las faltas del peón o

sirviente sin que de ello le resulte herida, contusión u otra enfermedad y la falla fuese aquélla que

compromete el buen orden de la casa, puede, el que la cometiere, ser detenido en prisión rigurosa hasta

dar cuenta a la policía”(Art.5, cursivas nuestras). En caso de abandonar el trabajo, la policía lo devolvería

al patrón. En caso de reincidencia lo pondría en prisión destinándolo al ejército o a obras públicas.

Los códigos de policía se van modificando74 pero, sin embargo, se mantiene el poder de policía

en el control y policiamiento de las personas sin hogar. Así, en 1959, inclusive, el nuevo Código de

Policía, a tres años de la transformación peronista, reglamenta la vagancia y la mendicidad imponiendo

multas y arrestos según los casos en “los que fueran encontrados ejerciendo la mendicidad sin permiso de

la policía”75. La policía es el organismo autorizado por esta ley para “reprimir y controlar y autorizar la

mendicidad y combatir la vagancia, según los casos” (Art. 130). Para autorizar “el ejercicio de la

mendicidad a los pobres de solemnidad que recurran a formular la solicitud respectiva”, la policía deberá

“agotar todo trámite posible para que éste sea internado en un asilo adecuado; comprobar que no

existiera lugar para su alojamiento en ningún asilo, comprobar que no es persona apta para ejercer

ninguna clase de trabajo; comprobar con certificado médico que no padece de ninguna enfermedad

contagiosa, comprobar que no tiene ninguna familia que pudiera hacerse cargo de su sustento,

comprobar que esta habilitado físicamente para ejercer la mendicidad, sin exhibir al público

deformaciones, llagas u otros defectos o taras físicas visibles” (Art. 131, cursivas nuestras). El mismo

reglamento considera “vagos” a “las personas de ambos sexos que no tuvieran trabajo o profesión

conocidas; los sujetos que vivieran con prostitutas y se hallaren habitualmente en su compañía y se

72 Artículo 46, del Reglamento General de la Policía de la Provincia de Salta (1878) e inciso 5 del artículo 47. 73 Castel, para un contexto histórico homólogo, en Francia, plantea que en realidad la representación de los vagabundos, como

“depredadadores, peligrosos que rondeaban los márgenes del orden social, viviendo de rapiñas y amenazando los bienes y seguridad de las personas”, habiendo roto el pacto social (trabajo, familia, moral, religión) y el orden público, no se condicen con la realidad sociológica que ella recubre. El perfil sociológico, por ejemplo, de los internados en los depósitos de la mendicidad eran, en su gran mayoría, ex trabajadores rurales o manuales sin empleo. Lo que hoy llamaríamos desocupados en búsqueda más o menos convenida de empleo, aunque

todavía no se puede hablar de desempleo, por que no se reúnen las condiciones constitutivas de la relación salarial moderna (Castel, 1997: 97-98).

74 El 19 de mayo de 1939 se sanciona el nuevo Código de Policía por la Ley 1812, cuyo número original fue el 534. (“Recopilación General de las leyes de la Provincia de Salta y sus decretos reglamentarios”. Documentos compilados y anotados por el Dr. Raúl Fiore Moules. Publicación Oficial. Tomo XVIII (Complementario) 1938-1939, 1946, ps. 8947 a 8675).

75 Esta ley rigió hasta el 2002, cuando fue modificada.

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beneficiaren con el producto de la prostitución; los sujetos conocidos como delincuentes que fueran

encontrados en las estaciones ferroviarias, de tranvías, paradas de ómnibus, hoteles, teatros y otros sitios

públicos, sin causas justificadas; los linyeras habituales que fueran reacios a trabajar” (Art. 134). Se

observa como el policiamiento y control sobre “la vagancia” implica también el control sobre el uso del

espacio público, sobre todo los lugares asociados con el transporte público y la residencia de personas en

tránsito.

La legislación en contra de los vagos se afirma debido a la necesidad cada vez mayor de conseguir

asalariados libres en otros campos ajenos a las relaciones de producción de la finca. Por ello, poco a poco

se va produciendo la transición progresiva del trabajador conchabado al trabajador libre. Proceso en

donde la represión al vagabundeo juega un rol fundamental. Recién comienzan a generalizarse las

relaciones capitalistas76, aunque la resistencia que ofrecen los finqueros a la relajación de las relaciones

de subordinación en el campo y en los servicios domésticos en la ciudad continúa siendo importante.

Los grupos denominados “indios” que no habían sido considerados parte de la población por las

estadísticas del Ministerio de Gobierno en 1876, tampoco lo son en esta época por lo ensayistas. La

intervención social sobre ellos es la de la figura del patronato de pobres. En esta etapa e incluso luego, a

comienzos de los 70‟, son considerados “menores” a los que hay que tutelar. En el informe de Bialet

Massé de 1904, se plantea que la condición jurídica del indio en la zona del norte del país, es la de

incapaz, “en los términos precisos de la ley civil: no sabe el idioma del país, no sabe leer ni escribir, no

tiene idea de las relaciones jurídicas, ni menos conocimiento de las leyes del país, y apenas de las más

elementales de derecho natural”. Por ello Bialet Massé propone crear un “Patronato Nacional de Indios”,

en el ámbito del Ministerio del Interior, institución donde quedaría confiado el “trato con los indios” y

que lleva también, en ese entonces, la escasa regulación sobre las entidades de beneficencia. Este

patronato debería asumir su personería jurídica, “interviniendo en contratos que celebre, especialmente en

los del trabajo” (Bialet Massé [1904]: 104-110).

Las “clases plebeyas” u obreros son los apelativo que usa Juan Carlos Dávalos para hablar de las

clases inferiorizadas. En Los Buscadores de oro se expresa con desprecio de las viviendas en la que

habitan en la primera mitad del siglo a diferencia de los artesanos de la colonia que, según el, “a juzgar

por la extensa edificación, antigua, subsistente en los barrios apartados”, “ocupaban mejores casas que

las de los obreros de hoy. Y aún después de la revolución, no se conocieron aquí hasta el año 70‟ u 80‟,

esos miserables habitáculos, hechos con tarros viejos, que estropean actualmente los pintorescos

aledaños de la ciudad.” (Dávalos, 1996: 200-201 cursivas nuestras). La progresiva injerencia de los

dispositivos de intervención higienistas sobre la ciudad ejercen violencia sobre los obreros y sus

viviendas. Estas se convierten en molestas a la imagen de orden e higiene77.

Las representaciones de la pobreza en las instituciones benéficas e higienistas salteñas.

Las instituciones de beneficencia laica, dentro de las formas de control de gobierno, se basan en

relaciones jerárquicas de poder estamental para obtener de los pobres su disciplinamiento y moralización.

Por esta vía se crean vínculos fundados en lealtades, rutinas para incorporar el “orden” y las “buenas

costumbres”, generar cooperación en tareas manuales o industriosas, dando premios y castigos

ejemplares (Tenti, 1989). La disciplina distribuye y clasifica a los individuos jerárquicamente de acuerdo

a una escala, asignado atributos y lugares en la sociedad (Foucault, 1981)78. No todos acceden por el

sólo hecho de ser pobres. En el seno de las poblaciones sin recursos, algunos son rechazados y otros

tomados a cargo (Castel, 1997: 42). Un elemento fundamental para ser un pobre válido y ser sujeto de

“caridad” es la ineptitud para el trabajo, asociada a la incapacidad física (Castel, 1997: 49). También se

76 Vázquez (1987: 3), considera que en este momento ya se puede notar una generalización de relaciones capitalistas por medio de

la acción promotora del Estado a partir de un modelo de acumulación nacional basado en el consumo interno. Proceso en el que Salta habría de insertarse.

77 La ordenanza municipal del 26 de octubre de 1911 (Orellana, 1925) prohibe “la construcción de ranchos de barro, lata o

madera” delimitando el radio de exclusión. Se hace explícito el poder municipal sobre las formas de vida diferentes al obligar a la destrucción de esos “habitáculos”, otorgando a sus dueños u ocupantes un plazo de seis meses para su destrucción.

78 De acuerdo con Foucault (1981) todas las autoridades que ejercitan control individual funcionan de acuerdo a un doble modelo: aquel de la división binaria y de etiqueta (enfermo/sano; peligroso/tierno; normal/anormal), y aquel de asignación coercitiva, de distribuciones diferentes (quién es; dónde debe estar; cómo es él para ser caracterizado; cómo es él para ser reconocido; cómo una constante vigilancia tiene que ser ejercida sobre él en una forma individual, etc.).

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reconocen otras incapacidades cuya valoración se modifica en el tiempo, dependiendo de las

instituciones.

Los dispositivos de intervención requieren intrínsecamente de una clasificación de los tipos de

pobres. Por ejemplo, en un documento de las Conferencias de San Vicente de Paul, se diferencian las

formas de intervención basadas en la limosna indiscriminada de lo que se denomina ayuda honorable,

vinculada a la incapacidad para trabajar y a la moralidad del destinatario. “La obra de la institución no

tuvo por finalidad „hacer limosna‟ sino prestar una ayuda „honorable‟. La limosna no puede ofrecerse

sino a aquél que no puede trabajar por causas ajenas a su voluntad y de las cuales no puede librarse (...)

no necesita de ella quien tiene el sentimiento del deber y ha de acostumbrare a retribuir, a medida de sus

medios, los beneficios que recibe”79.

Otro criterio de selección es la pertenencia comunitaria - a asistencia se atiende con preferencia a

los miembros del grupo y rechaza a los extraños- lo que trae como consecuencia diferentes marcas

materiales y simbólicas a los destinatarios de la asistencia, provocando la expulsión de los “extraños”. Se

producen así distinciones entre la “verdadera” pobreza o los denominados “indigentes válidos” y la

pobreza “ficticia”. Entre los primeros se encuentran los "pobres vergonzantes"80. Las taxonomías, se

sustentan en el poder simbólico de los actos clasificatorios. A estos los pueden realizar exclusivamente

los mandatarios o expertos, las “voces autorizadas” para nombrar la diferencia81.

Además, “socorrer a aquellos cuya pobreza no encubre ninguna astucia no lo es todo. Aún es

necesario que esas ayudas sirvan para algo, que provoquen un enderezamiento de la familia. Por eso en

toda petición de ayuda hay que vigilar y sacar a la luz la falta moral que más o menos directamente la

determina: esa parte de la negligencia, de pereza, de relajación que hay en toda miseria. Conexión

sistemática de la moral con lo económico” (Donzelot, 1980: 71). Por ello siempre estas prácticas

presentan “un bosquejo de especialización” y correlativamente, “una tecnificación mínima”82. En las

categorizaciones de los excluidos y en las clasificaciones de los destinatarios de la “ayuda”, se pueden

conocer las representaciones que tienen las damas de la beneficencia, los higienistas y las organizaciones

filantrópicas sobre sus “beneficiarios”.

Las representaciones autoreferenciales y los atributos que se les asigna a las damas de la

beneficencia permiten visibilizar los lazos jerárquicos que se atan en el vínculo servil benéfico.

Tomaremos en primer lugar el Patronato de la Infancia. Su acta de fundación y las notas de personajes

“públicos” que se incluyen en la memoria muestran los atributos valorados como positivos, también

señalados por Tenti (1983) para las damas de prosapia que “regenteaban” las organizaciones benéficas de

Buenos Aires. Estos atributos, propios de este tipo de vínculo jerárquico, caracterizaban a estas “damas”

como depositarias de “honestidad”, “espíritu piadoso”, “espíritus nobles y bien intencionados”, “dignas

matronas de antepasados ilustres”, de “prestigio social y perseverancia”, “jóvenes piadosas”. Estas

cualidades adjudicadas al linaje de pertenencia, eran el fundamento para otorgarles el poder legítimo de

ser “salvaguardia de responsabilidades morales colectivas”. Las obras eran atendidas casi exclusivamente

por mujeres pertenecientes a la oligarquía, “señoras y señoritas de la sociedad” (Conferencias: 25). La

representación de “sociedad” se restringe al círculo cerrado de esta aristocracia y a los grupos que

intentaban formar parte de esta.

79 Sociedad Conferencias de Sras. De San Vicente de Paul, “Las conferencias de señoras de San Vicente de Paul en el 25

aniversario”, 1899-1914, Bs. As, Compañía Sudamericana de Villentes de Banco ( cit, Passanante, 1987: 48). 80 Según Donzelot (1980) y Castel (1997) los “indigentes válidos”, en el Antiguo Régimen, eran aquellos que mostraban alguna

incapacidad (laceraciones, enfermedades, entre otras), asociada al trabajo, por lo que eran sujetos legítimos del socorro. Los “pobres vergonzantes” eran aquellos que habían caído en situaciones de carencia pero que por su status, no podían ser sujetos de ayuda.

81 "El nombramiento es un acto, en definitiva muy misterioso que obedece a una lógica próxima a la de la magia tal como la describe Marcel Mauss. Como el brujo moviliza todo el capital de creencias acumulado por el funcionamiento del universo mágico, el presidente de la república que firma un decreto de nombramiento, o el médico que firma un certificado (de enfermedad, de invalidez, etc.) moviliza un capital simbólico acumulado en y por toda la red de relaciones de reconocimiento que son constitutivas del universo burocrático" (Bourdieu, 1997: 20, 21).

82 “Incluso en ausencia de una especialización el mandatario está obligado a evaluar las situaciones en las que intervendrá o no, a seleccionar a quienes merecen el auxilio, a construir categorías, para guiar su acción. Su práctica no debe confundirse con la de un miembro ordinario (no mandatario) de la comunidad, aunque ejerza una actividad del mismo tipo: por ejemplo, un particular que da limosna a título “privado”. La práctica del mandatario interviniente debe ser ritualizada y basarse en un mínimo de saberes, de pericia y de tecnicidad propia. No hay práctica social sin un núcleo, así sea mínimo, de conocimientos sobre las poblaciones de las que se trata, y de las maneras de hacerse cargo de ellas o, por el contrario de excluirlas del auxilio” (Castel, 1997).

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En las actividades, objetivos de la fundación y rituales de distinción se expresa la intención de una

integración social jerarquizada y la necesidad de recrear la comunidad nacional ante los festejos del

centenario. Se dice que en la obra del Patronato, “manifiéstase la caridad de la mujer salteña, en cuya

alma anida siempre el nobilísimo sentimiento de la piedad con los desheredados de la fortuna. Las

damas presentes manifestaron que su propósito era, con la fundación de esta institución caritativa

ofrendar a la Patria en el centenario de la redención Argentina el homenaje de la mujer salteña, la

salvación de la niñez, base de las futuras generaciones y simiente fecunda de la grandeza de los pueblos y

producir en cuanto cabe la aproximación de las clases sociales preludio sin duda de la solución de

problemas que mantiene hoy en perpetua intranquilidad a las Naciones.... Por otra parte entraña, esta

fundación la solución de gravísimos problemas sociales que preocupan hoy a los estadistas de todos los

países civilizados: unir las clases elevadas a las clases humildes, produciendo esta hermosa fusión

secreto del engrandecimiento de los pueblos, en que cada elemento, conservando el rol señalado por la

Providencia, forme ese conjunto de la sociedad armónica con sus derechos y sus deberes perfectamente

acordes” (El Patronato de la Infancia; 1913: 3 y 9, cursivas nuestras)

Los objetivos del Patronato de la Infancia expresan una fusión entre concepciones higienistas y

benéficas. Se trata de “llevar a la Patria” “el contingente de una generación robusta, sana de mente y de

cuerpo” y que crezca “bajo el ideal del trabajo, de la honradez”, pero sobre la base de los “principios

cristianos” (El Patronato de la Infancia; 1913: 6). Es a partir de la “aproximación de las clases”, de esta

jerarquía basada en los vínculos de lealtad y afecto donde cada uno conserva el “rol” señalado por la

“providencia”; que se intenta enfrentar los problemas de cohesión social y de “perpetua intranquilidad”.

Esta sería la posición de lo que Donzelot (1980: 65) denomina la “economía política cristiana”83. Las

“damas” fundadoras del Patronato de la Infancia, en este nuevo contrato de los vínculos de obediencia

entre clases, refundan también el Estado-Nación.

La beneficencia habría cumplido un papel importante como neutralizadora de posibles

alzamientos contra el orden social. El rol de Indalecio Gómez es muy importante en ese sentido, sobre

todo en la promoción de leyes sociales. Desempeñándose como Ministro del Interior de la Nación (1910-

1914), en ocasiones relacionadas con actos rituales de organizaciones de beneficencia, reflexiona sobre

las consecuencias de los “pequeñuelos que enferman en la miseria”, así como las situaciones de hambre

y sed o la falta de espacio y de aire puro; y dice: “dolorosas escenas, en verdad; pero son algo más grave

todavía. En ellas no se desarrollan simples episodios de dolores domésticos: sino que toma origen e

impulso las pasiones que producen los grandes dramas sociales”. De estas escenas “pueden nacer la

repugnancia al trabajo, el despecho - consejero de crímenes -, el odio a la sociedad, el deseo insensato de

una venganza colectiva e indeterminada. Reprodúcense los casos, establécense las afinidades, por la

gravitación recíproca de los estados semejantes, y se forman entonces las bandas de los desheredados

que luchan por subvertir un orden social que para ellos es miseria, amargura y dolor. Contra tiempos

males sólo hay una fuerza salvadora. Obra de esa fuerza es este hospital, dos veces meritorio, porque en

su recinto se administran dobles beneficios: a favor de los niños enfermos directamente, e indirectamente

a favor de la sociedad” (1953:427, cursivas nuestras)84.

Las obras de las Conferencias Vicentinas tienen también como objetivos: la unión subordinada de

las clases sociales y la moralización fundada en el apostolado cristiano de las damas de la oligarquía. La

caridad como acción que reproduce la superioridad de clases enmarcada en la “política de la salvación”

está destinada a embellecer la miseria por medio de la bondad divina, “las vicentinas que tienen sus

corazones siempre dispuestos a volcar el bálsamo de la caridad para aliviar el dolor de sus semejantes

(...). Este sello (...) las ha constituido en paladines del más alto de los ideales humanos: hacer brotar

flores en los eriales de la miseria, derramando sobre ellos el rocío bienhechor, la luz divina del Amor de

Cristo” (Conferencias, 28, cursivas nuestras).

En ocasión de la fundación de las Conferencias en Salta, habló el Rdo. P. Jordán a las socias

“encareciéndoles la unión, la caridad” y el “apostolado de la caridad tan propio de la mujer cristiana, de

esa caridad que no sólo alarga el pan al pobre, sino la verdad a su inteligencia, el bien, la virtud a los

83 En el caso de Francia, al igual que en la Argentina, estos son los partidarios de una continuación renovada de la antigua caridad,

de una restauración de los lazos de obediencia que antes unían a pobres y ricos (Donzelot, 1980). 84 Indalecio Gómez (1953), “La obra de la Sociedad de Beneficencia”, Discurso pronunciado en la Inauguración del Hospital de

Niños “San Luis Gonzaga”, el 29-11-1896.

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corazones lacerados por el vicio”85 (MCSP:1946: 7, cursivas nuestras). La acción encomendada es “el

apostolado de la preservación moral” y se lucha por todos los medios “a fin de borrar de sus corazones la

desesperanza, imprimiendo en ellos con profundos caracteres el sentimiento del bien espiritual como

base y fundamento para conseguir la dignificación moral” (1946: 15). La caridad es un “bálsamo para

aliviar el dolor de sus semejantes”. Las virtudes asignadas a estas damas “bálsamo de preservación”,

“gérmenes de amor y caridad”, “reina de todas las virtudes”, son las mismas que se asignan a la caridad.

Se homologa los atributos de la caridad a la de estas mujeres, por lo cual son las llamadas a realizar las

obras de caridad dentro de la “economía de la providencia” (Gómez, 1954: 426).

La Sociedad de Beneficencia de Salta expresa también esa función de la caridad “colectiva”,

como un “deber social y moral”, cuyo objetivo es evitar el descontento social de las clases subordinadas,

manteniendo su lugar y reproduciendo la pretendida superioridad de las clases que practican la

beneficencia. “Cumplimos un deber moral, porque todos los que hemos sido favorecidos al nacer en un

medio de vida fácil, sin mayores luchas, tenemos la obligación de volver nuestras miradas a las clases

más desvalidas, para brindarles en la mediada de nuestras fuerzas, una ayuda a sus necesidades; y un

deber social, porque la caridad es el puente de unión entre las personas que la practican y sus

favorecidos, haciendo que desaparezcan las rivalidades de clases, uniendo los corazones e igualando las

más comunes.” (MSB, 1935:5)86.

Para Indalecio Gómez la función que cumple la beneficencia, se diferencia de la acción estatal. La

acción de la beneficencia se ve desde “la altura de las clases cultas, donde la virtud y los sentimientos

delicados son el encanto de la vida” se derrama la caridad “hasta el abismo donde yacen las impudicias”

(Gómez 1953: 464)87. Los medios y procedimientos para organizar la acción social que propone no son

los de la intervención estatal sino reafirmar la beneficencia a partir de “la mecánica social” fundada en la

acción colectiva de la caridad. Para ello, recuerda el decreto (del 2-01-1823) de fundación de la Sociedad

de Beneficencia de Rivadavia y la labor que, Sarmiento le asignaba a esta actividad para las necesidades

del país. Ese decreto, invoca “el espíritu público de las damas que ya por la situación que han obtenido

como por los dotes de su corazón y espíritu presiden en su sexo y prueban su aptitud”, decreto que

declara “la vocación de las damas distinguidas y virtuosas de esta sociedad a las altas esferas de un

servicio público de la mayor importancia” (1953: 466, cursivas nuestras). Gómez asigna a las

organizaciones de beneficencia la función de velar por las “buenas costumbres” de la sociedad. Su

postura se acerca al polo conservador ya que plantea que la acción social no es función del Estado sino de

las organizaciones benéficas. La defensa que realiza de la acción privada benéfica, por oposición a una

gubernamental, sin embargo muestra cómo el Estado les ha cedido poder en consideración como para ser

autónomas, decidir internamente su forma de organización y ejercer presión social para obtener

financiamiento. Homologa la acción de las distinguidas y virtuosas damas a un “estado diminuto pero

autónomo, con todos los poderes necesarios”. “¿Poder electoral? lo tienen y lo ejercitan a las mil

maravillas en sus acertadas elecciones, de suerte que siempre colocan the right woman in the right place.

¿Poder legislativo? Lo tienen también y lo ejercitan en la creación de escuelas y talleres, de asilos y

hospicios. ¿Poder impositivo? Pues, las suscripciones y contribuciones con que levantan fondos para

crear y sostener esos establecimientos, no son sino formas ingeniosas del impuesto que ellas decretan a su

manera” (1953: 467).

Los objetos de control de la beneficencia y de la incipiente organización de la Asistencia Pública

son los incapacitados para trabajar, siempre que aprueben la moralización de la dádiva y pertenezcan a

una comunidad territorial. Para la Sociedad de Beneficencia, los destinatarios de la “ayuda” son los

indigentes válidos, “menesterosos e inválidos”, (Art. 6, Estatutos de la Sociedad de Beneficencia de

Salta, 1901: 8). La Conferencia de San Vicente de Paul diferencia entre la “clase menesterosa” y los

85 Memoria del Consejo Particular de las Conferencias de Señoras de San Vicente de Paul en sus Bodas de Oro 1945 (1946);

Salta, Talleres Gráficos “San Martín” (MCSP).

86 Memoria de la Sociedad de Beneficencia de Salta, correspondiente al período 1932-34. (1935) Presidencia de la Sra. Lía Linares de Arias. Salta, Escuela Tipográfica Salesiana. (MSB).

87 Indalecio Gómez (1953), “La defensa contra la corrupción de las costumbres”, Discurso pronunciado en la Liga de Protección a las jóvenes, el 10 de Octubre de 1902, en “Los discursos de Indalecio Gómez, estadista, diplomático y parlamentario”. Con una introducción por Atilio Dell Oro Maini y los discursos de Leopoldo Melo y Roberto García Pinto en los actos de homenaje realizados en Buenos Aries y Salta. Buenos Aires, Gullermo Kraft Ltda. Sociedad Anónima de Impresiones Generales. Pp 463-471.

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obreros faltos de trabajo88. La Dirección Sanitaria y Asistencia Pública de la Intendencia de Salta se

funda el 18 de Agosto de 1902. Es el primer organismo asistencial propiamente gubernamental de origen

municipal, de allí su apelativo de público. Ya la municipalidad de la capital venía realizando atenciones

médicas a “los enfermos pobres domiciliados en la capital”89. El origen de la Asistencia Pública se

vincula estrechamente a la atención médica a los indigentes y según la ordenanza de 1893, donde se

reglamenta esta actividad, se dice taxativamente que: “la asistencia pública es debida a los indigentes que

se hallen transitoria o definitivamente en la imposibilidad física de proveer las necesidades de su

existencia” (Art. 1). Para tener derecho a la asistencia, “es preciso encontrarse domiciliado en el

municipio y ser pobre de solemnidad” (Art. 2) y “la inscripción en el Registro de pobres de solemnidad,

es indispensable para adquirir derechos a la asistencia gratuita a domicilio o en el consultorio...” (Art. 3).

Se crea un registro de pobres, para lo que es necesario presentar un certificado de pobreza, luego de lo

cual se otorga al pobre una boleta. Este certificado debía llevar “la firma de cualquiera de las autoridades

siguientes: Cura párroco, Intendente de Policía, Jueces de Paz, presidente del Consejo de Higiene,

presidenta de la Sociedad de Beneficencia y presidenta de la Sociedad de Conferencias De San Vicente

de Paul (Art. 4). Estas instituciones eran las voces autorizadas para nominar la pobreza: la iglesia, la

policía, los jueces de paz, las organizaciones de beneficencia y las incipientes instituciones de higiene.

Dentro de los indigentes válidos el objeto fundamental de la acción benéfica son los incluidos en

la relación madre-niño y la mujer vagabunda. En esta relación se piensa que anida la potencialidad de la

peligrosidad futura. Por ello, en ese vínculo, hay que poner el mayor esfuerzo de tutela y de control. El

niño y la mujer de la calle son los protagonistas principales de la corrupción futura y a los que se hace

necesario, no sólo moralizar sino también educar90. En el vagabundeo de los niños, siempre aparece

como tema la potencialidad de la corrupción sexual – “influencias desmoralizadoras de ese medio

corrupto” -, corrupción económica - mendicidad, robo, explotación del trabajo de menores en el contexto

familiar, etc.- y, corrupción política - futura subversión del niño vagabundo al orden -. Por ello debe

protegerse a la infancia de esta potencial peligrosidad (Donzelot, 1980: 81).

La relación entre pobreza y vicios es directa y en el niño y la mujer vagabunda está el germen de

su reproducción. “Cuantas vidas infantiles son tronchadas en flor por falta de medios de subsistencia que

no permiten al niño sustraerse al medio ambiente de un hogar pobrísimo, de habitaciones malsanas,

antihigiénicas, donde se intensifica la acción demoledora por los vicios prematuros que corroen la

infancia, ora por los malos ejemplos de sus padres, ora por la influencia amoral que ejercen en ella

acción decisiva” (El Patronato de la Infancia; 1913: 4, 5). En los Nuevos Estatutos de la Sociedades

Señoras protectoras de la casa del Buen Pastor91 en Salta, bajo el título “Breve noticia de la obra de la

congregación del buen pastor” (1930: 4- 6) se puede observar la representación de la pobreza y de las

mujeres pobres. “La Obra del Buen Pastor contiene en sí todas las obras de misericordia. Satisfacer las

primordiales necesidades de la vida, donando alimento a muchos centenares de pobres”, “para ello

88 A estos últimos se destinan subsidios alimentarios por lo que se llamó “mesa de pobres” (Conferencias..1901: 15). Esta

actividad junto con la “gota de leche”, son las primeras formas de intervención asistencial alimentaria, antecedentes de la copa de leche y los comedores comunitarios actuales.

89 Ordenanza, aprobando el reglamento de la Asistencia Pública, del 18 de marzo de 1893. El reglamento se refiere a las funciones que debían cumplir los médicos municipales “doctores Cabrera, Tedin y Costas” (Municipalidad de la Ciudad de Salta , Digesto,

ordenanzas y decretos, resoluciones y reglamentos vigentes. Precedido por la ley orgánica de las municipalidades y de la ley de Elecciones Municipales. Publicación Oficial. Salta, Imprenta “El Diario”, 1925, pps 98-99)

90 “Pequeñuelas, se las vio recorrer las calles pidiendo limosna: en esto perdieron la vergüenza; tras la vergüenza voló el pudor, y tras el pudor, la pureza... Al principio solían volver a sus padres con el dinero de la limosna; más tarde, lo que les traen es dinero sórdido” Indalecio Gómez (1953: 464), “La defensa contra la corrupción de las costumbres”, Discurso pronunciado en la Liga de Protección a las jóvenes, el 10 de octubre de 1902.

91 El Asilo del Buen Pastor se establece en Salta, en noviembre de 1983, según la información de los “Nuevos estatutos de la Sociedades Señoras protectoras de la casa del Buen Pastor en Salta” y en 1986 según la Memoria de la epidemia del Cólera. En esta última memora se dice que su fundación se destinará a “mujeres criminales”. En el primer documento se dice que “viene desde entonces

desempeñando una triple acción social moralizadora. Es la única cárcel mujeres con que cuenta la provincia; el único Asilo en que se alojan las jóvenes cuya perdición se quiere evitar; es, en sección completamente separada de las dos secciones anteriores, un hogar, un colegio para huérfanas!... Distribuye así, sus beneficios frutos de regeneración para unas, de amparo para otras, y de cristiana educación para las últimas; y a todas tonifica moralmente, enseñándoles trabajos domésticos y labores, que más tarde las haga capaces, según sus condición, para arrostrar serenamente, la lucha por la vida.” (“Nuevos estatutos de la Sociedades Señoras protectoras de la casa del Buen Pastor en Salta”, Escuela Tipográfica Salesiana, Salta, 1930. 1930: 6)

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cuentan, con el trabajo manual y la limosna. La niña huérfana y abandonada, la joven expuesta a caer en

el abismo de la degradación, la pobre extraviada” es el objeto de su intervención92.

La institución del Patronato de la Infancia, reconoce la escasa heterogeneidad social de Salta, a

diferencia de las grandes capitales, por lo que manifiesta que “en nuestras ciudades del interior, la acción

caritativa, en cuanto a los niños, se extiende principalmente al niño que reclama los cuidados de la

sociedad por la pobreza de sus padres,.. o al niño huérfano, a quien, en los asilos, se le prodigan cuidados

paternales” (1913: 43).“La protección de la niñez ha sido siempre nuestra constante preocupación

considerando que es la más necesaria y trascendental por ser los niños en quienes se encierra el porvenir

de la patria y de la humanidad” (El Patronato de la Infancia; 1913: 18). En los orígenes y propósitos del

Patronato de la Infancia se caracteriza también al objeto de su acción. “El niño pobre será el único objeto

del patronato: proveer a sus necesidades físicas y morales, suplir en cuanto fuera posible, el cuidado de

los padres de familia que, o por la carencia de recursos o por la ignorancia, no se hallan en condiciones

de velar por sus propios hijos” (1913: 4, cursivas nuestras).

En sus ritos y en sus actos propositivos, se pueden observar las representaciones de los

destinatarios de su acción y de sus formas de vida. En ocasión de la fundación del Asilo para Niños del

Patronato de la Infancia se caracteriza las familias a las que van dirigidas su acción y las amenazas que

perciben de los “pequeños revolucionarios”, hijos de madres trabajadoras, a la vez que se fundamenta la

causa por la cual se deben desarrollar dispositivos moralizantes sobre la niñez “desvalida”. El

pensamiento “que preocupa a las damas y caballeros del Patronato” es “albergar en su seno los

pequeñuelos, cuyas madres van al trabajo durante el día; en este asilo estarán hasta la edad en que o

puedan ser colocados en casas honestas....” La posibilidad de decidir sobre sus vidas y ser trasladados,

luego, a lo que se denominan “casas honestas”, reproduce la institución del “criado” o “criada”. Se dice,

que con este dispositivo tutelar, “se evitará lo que constituye el azote de nuestras sociedades: el niño de

la calle, altanero, insubordinado, irrespetuosos con sus padres y maestros, de lenguaje procaz, pequeño

revolucionario, en cuyo rostro se dibujan ya los primeros lineamientos del hombre perdido”. El

dispositivo que se denomina “obra de higienización moral”, “ahogará los gérmenes del vicio en las masas

populares preparando las generaciones sanas y morales de mañana”. Este texto sintetiza la representación

del niño como una amenaza vinculada a la potencialidad de trastocar el orden establecido, por parte de

“las masas populares”. La “higienización moral” es un dispositivo de neutralización de las amenazas de

trasgresión del orden jerárquico estamental, donde las “masas populares” son imaginadas con rostros de

niños travestidos en hombres perdidos. También en este texto se puede observar una incipiente mezcla

entre formas de intervención para la moralización dirigida a la redención propia de la caridad cristiana,

con la higienización moral propia de las ideas positivistas.

Los dispositivos de intervención no sólo se diferencian según los destinatarios, sino en base a las

diferentes localizaciones de las prácticas de asistencia y a las circunstancias en las que la dádiva se

realiza. Las Conferencias desarrollaron una serie de instituciones destinadas a controlar la relación

madre-niño sobre todo, a través de la organización de talleres de aprendizas y la construcción de las

primeras “casas para pobres”. Además, efectuaron otras actividades típicas de las prácticas de

intervención social modernas a través de “ayudas” individuales, como visitas domiciliarias, derivación de

enfermos y discapacitados a instituciones de Buenos Aires, “colocación en colegios de niños y jóvenes

pobres en colegios privados y públicos”, otorgamiento de becas, ropas y útiles93. La tecnología de la

“visita domiciliaria” es destacada por el Pbro. Don Gregorio Romero, director del Consejo Particular de

las Conferencias de señoras de San Vicente de Paul como la “esencia de la Sociedad Vicentina”. En

92 “ La mayor parte de las asiladas llegan con andrajos al Buen Pastor, y allí los cambian por vestidos limpios y decentes. Cuidar

con esmero a las huerfanitas, curar de ellas y a las otras, de los achaques que suelen ser inseparables, de la miser ia; velar poro su salud, es también obra diaria del Buen Pastor. Enseñar, aconsejar, educar en la virtud, sustituir con sanos principios las malas tendencias; consolar a la pequeña con lo que a la infancia es debido; suavizar la amargura de los corazones lacerados, de las pobres víctimas del mundo, transformar la prisión, en morada del orden y de la piedad; levantar el ánimo decaído de las prisioneras para que se alienten a merecer y hacer buen uso de la libertad, e impedir con mucha frecuencia, con un pequeño socorro pecuniario, que la joven ceda a la tentación que la

encadenaría al vicio. Acostumbrarla a la modestia honrada, al trabajo paciente, a soportar con serenidad las contrariedades de la vida, compadecerlas, curarlas, darles los últimos cuidados, orar por ellas, acostumbrarlas a la gratitud, y a bendecir la mano que socorre, a rogar por sus contrarios, a perdonar, ahogando la venganza en pensamientos de feé cristiana, en la esperanza de bienes inmateriales, en el amor de Dios y la abnegación para con el prójimo”. (Nuevos Estatutos de la Sociedades Señoras protectoras de la casa del Buen Pastor, 1930: 4- 6)

93 De las actividades sintetizadas se puede observar la magnitud de ellas puesto que por ejemplo habrían realizado un promedio de 7.200 visitas domiciliares y socorrido a 5.000 personas por año (MCSVP).

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ocasión de su fundación plantea la importancia de esta técnica que lleva el “socorro a domicilio”. Allí

señala la importancia de superar los “ascos” y las “repugnancias” para ejercer la caridad. “Es necesario,

dijo, que las socias de San Vicente, penetren, sin repugnancia ni ascos, en la choza del pobre, se

impongan de sus miserias, se sienten en su pobre silla, se familiaricen con él, depongan sus guantes si es

necesario para ejercer los oficios humildes de la caridad” (Memoria...; 1946: 7 ). La imagen de “deponer

los guantes” para superar los “ascos y repugnancias” propios del desprecio de clase es una metáfora que

muestra de los autocontroles que debían ejercer las “damas” para ejercer sus “oficios humildes de la

caridad”.

En la primera posguerra, en el año 1924, por los efectos de la crisis económica se sienten las

consecuencias en la desocupación de la población salteña y “el desarrollo del pauperismo”. Aquí

pauperismo se asocia a pobreza masiva. En esta circunstancia se recuerda, con una mezcla entre

amargura, cumplimiento del deber de la caridad y algo de asco, el “apostolado de la preservación moral”.

“Fue para las vicentinas como una voz de alerta que nos determinó, conscientes de la misión que en esta

emergencia debíamos cumplir, a intensificar nuestra acción de ayuda social en todos sus aspectos y con

todos los elementos de que podíamos disponer, llevando a la vivienda del pobre el vestido, el alimento, el

remedio del que tanto carecían y el médico. Fueron días de incertidumbre y de grandes necesidades

materiales y morales. Ancho campo tenía para abrir sus alas de caridad. A través de las miserias del

cuerpo se penetra en las del espíritu y la deformación moral y el vicio se nos revelaron en sus distintas

manifestaciones en las visitas que realizábamos a los domicilios de los pobres. Había, pues, que

combatirlas y comenzamos la acción más vasta que se nos está encomendada: “el apostolado de la

preservación moral” y luchamos con todos los medios a fin de borrar de sus corazones la desesperanza,

imprimiendo en ellos con profundos caracteres el sentimiento del bien espiritual como base y fundamento

para conseguir la dignificación moral” (Memoria, 1946: 15 cursivas nuestras)94.

Además de la tecnología de intervención individual, estaba la dádiva colectiva, materializada a

partir del ritual que instituye el nombramiento y la diferencia, a la vez que reproduce valores y construye

una comunidad imaginada vinculada a la “patria” y a la “iglesia. Estos actos se realizaban “con motivo de

la celebración de solemnes festividades de la Iglesia, fechas gloriosas de la Patria u otros acontecimientos

importantes de índole social o religiosa”. Otro objeto de intervención eran los convictos a través de la

“ayuda a los presos y a sus familias, a los niños en la cárcel correccional de menores”. Estas últimas

actividades siempre eran permeables a la labor religiosa, por medio de comuniones pascuales en la cárcel,

entrega de hábitos a jóvenes que querían seguir la vocación religiosa, “trajecitos de primera comunión”.

Otra tecnología de intervención era la asignación de dinero a los “pobres vergonzantes”, aquellas

personas pertenecientes a la “gente decente” que se habían empobrecido. Por lo que, en este caso, los

dispositivos de intervención no eran públicos, sino privados para invisibilizar la dádiva y evitar el ritual

moralizante. Se cree, desde un punto de vista de clase, que esta pobreza es la “más trágica y dolorosa”

(1946: 18). La pobreza vergonzante es la de sectores sociales acomodados que por alguna razón han

perdido las bases de su sustento económico pero no el status social, por lo que son destinatarias

fundamentales de la ayuda. Los sentimientos y valoraciones son más benignos mientras más se acerca el

destinatario de la ayuda a la clase de las “damas”. Mientras más se aleja, la pobreza ya no es trágica sino

unida al vicio, la inmoralidad, la peligrosidad. La “Sociedad Santa Ana protectora de la ancianidad

desamparada”, establecida en Salta el 26 de Julio de 1913, administra el asilo del mismo nombre y un

“socorro para los ancianos”, también diferencia sus acciones entre aquellos que no puedan ingresar al

asilo por ser “pobres vergonzantes” (Estatutos de la Sociedad Art. 3: 8) y los ancianos que se reciben en

el asilo de “reconocida pobreza”, o sea aquellos pobres válidos (Estatutos de la Sociedad: 10)

94 En la memoria se sintetizan todas las actividades realizadas en la Provincia de Sala, en los últimos 50 años, desde 1895 a 1945,

como sigue. “Se han hecho 360.000 visitas a domicilio y se han socorrido a 250.000 personas. Se ha repartido 2.400.000 bonos de comestibles (pan, leche, carne, etc.) por un valor $240.000. Las piezas de ropa y calzado repartidas alcanzan a 150.000. Fueron atendidas 65.000 consultas y recetas y se han entregado 500 anteojos y aparatos ortopédicos. Se abonaron por alquileres pesos 10.000 y los socorros

distribuidos en dinero alcanzaron a $ 60.000. Se ha dado colación y empleo a 2000 personas, habiéndose internado en asilos y hospitales, ya sean propios y en otros no pertenecientes a la institución a 17.500 personas. Se han facilitado 2000 pasajes para enfermos, insanos, sus acompañantes y personas pobres. Se han repartido 55 máquinas de cocer. En los talleres dependientes de las Conferencias se han confeccionado 75.000 piezas de ropa. En cuanto a la parte espiritual se refiere, se han realizado 10.000 bautismos, 7.000 matrimonios, 9.000 primeras comuniones de adultos, y 30.000 primeras comuniones de niños. El total de lo gastos hasta ahora por el Consejo Particular, las conferencias y los talleres en esta provincia, en sus obras de caridad, sobrepasa a los pesos 1.661.117” (MCSVP: 28-29).

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El discurso higienista si bien se diferencia del benéfico, también tiene como objeto de tutela,

control y educación a los niños. Intentan sumar los principios de la beneficencia a las cuestiones de

higiene pública. En las palabras de un discurso del Dr. David Saravia, en ocasión de una “Velada literario

musical”, organizada por el Patronato de la Infancia, en el Teatro Victoria, el 2 de Julio de 1910,

podemos ver las representaciones predominantes en el imaginario higienista y su fusión con la moral

cristiana. No se trata sólo “de encontrar la mejor solución de un problema económico o de higiene

pública”, o no sólo “de la aplicación de un sistema de índole política inspirado en la consecución de

utilidades ulteriores”, sino también “de aplicar, además, los sentimientos de amor al prójimo”, a favor de

la infancia. El discurso que representa el Dr. David Saravia, reconoce que las razones de la intervención

no son exclusivamente de origen divino sino también razones de economía política. Pero las prácticas de

esa economía política se deben basar en un “sentimiento del amor al prójimo” y “definir como un afecto

de piedad perfecta”, por lo que “debe emanar no del altruismo basado en la moral positivista” sino que

debe tener sus fuentes en la caridad cristiana”. “Quiérese, pues, a una razón de economía política o de

higiene pública unirse el sentimiento del amor”. Por ello su postura, a pesar de defender la importancia de

atender “la influencia siempre decisiva a favor de la moralidad del niño”, como una medida de

“profilaxis” social, el que se considera un “terreno virgen”, donde la “higiene puede labrar con entera

libertad su programa de educación”, afirma que “los directos representantes de la piedad” son “el

sacerdote y la mujer”95. La representación de la pobreza y del pobre de este tipo de higienismo/benéfico

se dirige también a los habitantes de “los miserrimos tugurios”, del “techo ramoso del rancho

suburburbano”. El niño pobre es visto desde una visión bíblica representada como un “rostro macilento

del pequeñuelo melancólico”, con “sus labios secos, temblorosos y hambrientos”96.

Por oposición, en el discurso higienista basado en la moral positiva se produce una transformación

de esta postura anterior en dos sentidos. Por un lado, la moral positiva implica un proceso de

profesionalización de la intervención. En este caso, son los médicos quienes se hacen cargo de ella. Por

otro, este quiebre modifica las relaciones de género en las voces autorizadas en la intervención sobre lo

social. Las mujeres pasan a un segundo plano y los hombres médicos serán los que asuman el

protagonismo de la acción médico-social. Ya la legitimidad no se basará en la moral cristiana, encarnada

en el sacerdote hombre, sino en la economía política gubernamental. En el discurso higienista serán los

médicos higienistas y los funcionarios públicos progresivamente profesionalizados, las voces autorizadas

para ejercer técnicas de control sobre la población.

Dispositivos y luchas entre beneficencias e higienismos.

A principios de siglo XX, en Salta, comienzan a aparecer grupos -de distintos orígenes políticos e

ideológicos- que en mayor o menor medida promueven o interpelan al discurso benéfico. Estas luchas

expresan diferentes discursos y prácticas acerca de lo social asistencial y “se caracteriza por la

competencia y el conflicto entre distintos paradigmas o principios productores de representaciones, que

en forma mediada, expresan distintos intereses sociales” (Tenti, 1991).

Los grupos más radicales eran masónicos, sin influencia en la clase política ni en las medidas de

“orden público”. Fundaban sus ideas en una fuerte convicción anticlerical y laiquizante más que en la

amenaza que las elites del Litoral sentían por las influencias “antisociales” de las ideas anarquistas y

socialistas. En el medio de la disputa, se colocaban aquellos que patrocinaban un entendimiento mutuo

entre las organizaciones benéficas y filantrópicas, incentivando la creciente responsabilidad del Estado en

lo “social”. Estos eran generalmente médicos, pertenecientes a la aristocracia, pero con ideas más

liberales y positivistas. La mayoría de ellos, se habían formado en Buenos Aires o Rosario y algunos en

París. Sus actividades, en relación a su peso político y social fue dando como resultado una creciente

gubernamentalización de las actividades asistenciales y curativas.

En el otro extremo, se encontraban los grupos más conservadores, opuestos férreamente a las

ideas higienistas. Todas estas tendencias se expresan en un campo de fuerzas donde cada uno apuesta sus

95 Discurso del Dr. David Saravia en ocasión de la “Velada literario musical”, organizada por el Patronato, en el Teatro Victoria,

el 2 de Julio de 1910, en “El Patronato de la Infancia” (1913, ob.cit). 96 “Y allá... bajo el techo ramoso del rancho suburbano, o sobre el suelo frío del sucio sotabanco, o el misérrimo tugurio, cuando

acerquéis el rostro macilento del pequeñuelo melancólico e inclinéis vuestra copa de leche sobre sus labios secos, temblorosos y hambrientos... ”. Discurso del Dr. David Saravia en ocasión de la “Velada literario musical”, organizada por el Patronato, en el Teatro Victoria, el 2 de Julio de 1910 (El Patronato de la Infancia, 1913: 30).

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valores, poderes y saberes: los masones, los sectores clericales, las “damas” de beneficencia, los médicos,

los políticos, los conservadores y los radicales. La mayoría de las veces, los mismos personajes actúan en

distintos escenarios. Son médicos y filántropos, caballeros de organizaciones benéficas, legisladores,

“políticos profesionales” y científicos; mujeres “beneméritas” y esposas de ministros o primas de

higienistas; son al mismo tiempo presbíteros y activistas obreros; masones, políticos e higienistas.

Los que defendían la vieja caridad, como alternativa ante las amenazas que se cernían en el país,

cuya peligrosidad se percibía como cercana, estuvieron representados por sectores de la Iglesia Católica

que convocaba y se nutria de los sectores más conservadores. Parte del “espíritu del centenario”, lo

constituyó la creciente movilización de las fuerzas católicas, paralela a la agudización del conflicto

social. A lo largo de la primera década del siglo XX, se sucedieron los Congresos de Obreros, cuyas

recomendaciones se llevaron a la práctica parcialmente, dando por resultado la aparición de publicaciones

y la creación de nuevas entidades benéficas. Una de las estrategias de estos Congresos, fue promover el

“contacto” con las trabajadoras y con los “pobres”, a las que buscaron en sus talleres y en sus viviendas,

para neutralizar las orientaciones más radicales (Recalde, 1991: 161).

Se realizaron una serie de “Congresos Obreros” en esa época. En el acto de clausura del Tercer

Congreso de Córdoba - realizado en 1906 -, habló el Pbro. Gregorio Romero de Salta, quien por otra

parte era Director del Consejo Particular de las Conferencias de Señoras de San Vicente de Paul de esta

ciudad (Memoria de las Conferencias, 1946: 7) y miembro de la Comisión de Caballeros del Patronato de

la Infancia (El Patronato de la Infancia, 1913:11). Romero expresa en su discurso su sentimiento de

amenaza de lo que denomina “valores de la modernidad”, la importancia de los congresos “obreros” para

contrarrestar el “conjuro” contra la “verdad y el bien” y el “socialismo furioso y del anarquismo

destructor”, la necesidad de movilizarse en contra del “iluminismo y el positivismo” de la “razón

humana” y contra las pretensiones de “reivindicaciones”, “igualdad absoluta” y afrenta a la autoridad de

las movilizaciones obreras. La apelación es a las “damas de prosapia” de las instituciones de beneficencia

tradicional. Es su objetivo que ellas, a partir de su “influencia moral” y sus “virtudes”, logren la

“regeneración de las clases proletarias”. Su “regeneración” implica el control y neutralización de sus

demandas, la que debe ser realizada por medio del dispositivo de la caridad y la beneficencia97. El

discurso del Rvdo. Padre Don Camilo Jordán, es otra expresión del clericalismo más extremo en su

intento por diferenciarse del pensamiento higienista. Pensamiento que es visto por los católicos, como

una amenaza moral a los valores instituidos por “la verdad de Dios”. En ocasión del establecimiento del

Consejo particular de San Vicente de Paul en Salta, el 21 de septiembre de 1894, “distinguió

perfectamente la caridad de la filantropía: aquella viene de Dios, va a Dios y trabaja por Dios; ésta

viene del hombre, trabaja por el hombre y termina en el hombre; la caridad rechaza todos aquellos

medios que son un incentivo a la concupiscencia o un peligro para las almas; para la filantropía todo es

bueno: Bailes, Teatros, etc. La Sociedad Vicentina permite aquellas fiestas que no entrañen peligros

como ser conciertos, bazares, con las debidas precauciones” (Memoria, 1947: 7 cursivas nuestras)98.

97 “Dios ha comprendido, en el plan de su providencia la obra de los Congresos Obreros, haciéndola surgir, en medio de las

tinieblas de la sociedad moderna como faro de luz .... Sonó la hora de las tinieblas. Columnas de espeso humo brotan del fondo del averno, cubren la tierra y ennegrecen los horizontes. Se trama al conjuración VER: CREO SERÍA se trama el conjuro más horrible con la verdad y el bien. La revolución proclama la soberanía absoluta de la razón humana, entregando a las veleidades del hombre, las verdades inconmovibles de la feé ... Las olas del odio se levantan airosas, recorren las muchedumbres apiñadas, se concentran, producen horribles estallidos he ahí el obrero lanzado en el terreno de las reivindicaciones primero, de la igualdad absoluta después y más tarde del

anarquismo tronchador de cabezas de reyes y soberanos. Los sucesos han dado razón a las previsiones y hoy desgraciadamente Buenos Aires es uno de los focos permanentes del socialismo furioso y del anarquismo destructor. En aquel entonces, ... surgió... la idea de la institución obrera para congregar a los hijos del pueblo en torno de la Cruz y preparar el movimiento de reacción contra el socialismo avasallador... Formemos una coalición inmensa que abarque todas las regiones de nuestra patria, de esta suerte el socialismo nos encontrará armados en las más apartadas aldeas y así haremos brillar la verdad a los hijos del pueblo... volaremos allí donde nuestra palabra y nuestra acción sean reclamadas .... Damas ilustres de la sociedad de Córdoba (...) vosotras, encarnación viva del sentimiento cristiano, depositarias de la fe tradicional de la familia cristiana, venid (...) derramad vuestra ternura sobre esta generación de hijos del pueblo... llevad vuestra influencia moral y vuestras virtudes para la regeneración de las clases proletarias y Dios, depositará sobre vuestras nobles frentes la corona del triunfo” (Discurso del Pbro Gregorio Romero en el acto de clausura del 3er. Congreso de Obreros, cursivas nuestras).

98 La filantropía, logró un lugar importante a través de formas más impersonales e implicó la transformación de los pobres en “asistidos”. En la etapa de la beneficencia religiosa los “verdaderos” indigentes debían evidenciar sus carencias, desde llagas hasta laceraciones. La beneficencia filantrópica incorpora técnicas de diferenciación entre la "indigencia ficticia" y la "verdadera pobreza”. Además, “socorrer a aquellos cuya pobreza no encubre ninguna astucia no lo es todo. Aún es necesario que esas ayudas sirvan para algo, que provoquen un enderezamiento de la familia. Por eso en toda petición de ayuda hay que vigilar y sacar a la luz la falta moral que más o menos directamente la determina: esa parte de la negligencia, de pereza, de relajación que hay en toda miseria. Conexión sistemática de la moral

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En la década del 30‟, aparece en Salta el Consorcio de Médicos Católicos, seguramente para

contrarrestar la creciente influencia de las prácticas, ideas e instituciones higienistas99.

En el otro extremo del campo de estas luchas, tenemos grupos masónicos minoritarios. En 1909,

el diario El Tiempo que se funda con un grupo de liberales reformistas, disidentes del partido gobernante,

aunque pertenecientes a la elite en el poder, conforman el Partido Independiente como escisión de los

grupos conservadores. En sus artículos se evidencia la influencia del pensamiento positivista, cientificista

y laiquizante. Y desde esta postura caracterizaban a sus adversarios, como nepóticos, clericales y

tradicionales. Advertían que el conocimiento científico era un instrumento racional para el estudio y

gobierno de las sociedades. El diario, además de servir para la contienda electoral, publicaba programas

de acción de la masonería. En junio de ese año, editó los temas a discutirse en un Congreso de la Liga

Nacional del Libre Pensamiento, los cuales parecían un desafiante programa político del Partido

Independiente (Correa y otros; 1999). Entre otros aspectos, el programa incluía los siguientes temas

relacionados con el impulso laiquizante: la necesidad de profesionalizar la intervención social y de

gubernamentalizar la vida de parte del Estado: “la beneficencia laica debe estar a cargo del Estado”, “la

conveniencia moral y económica de la separación de la Iglesia y el Estado”; “la limitación del derecho de

propiedad de las asociaciones religiosas a las solas necesidades del culto”, la “substitución de las

hermanas de caridad en los hospitales, por enfermeras laicas y diplomadas” (citado por Correa y otros;

1999).

La posición intermedia, en el centro del campo de fuerzas, quizás como un imán que atraía el

resto de la energía que se debatía en torno a las diferentes apuestas por los intereses en juego, estaba

constituida por médicos higienistas con fuertes relaciones familiares y políticas con las “damas de

beneficencia” y con el poder político hegemónico en la provincia. El saber de los médicos higienistas,

crecientemente valorado por las elites y los sectores populares, más su posición de clase, los llevó a

ocupar importantes cargos políticos. No sólo en las incipientes instituciones de Salud Pública, sino como

legisladores y en puestos claves en el Ejecutivo Provincial y Nacional.

El discurso higienista, en esta etapa, articula la importancia de la gestión estatal de la población

con la manutención de las entidades benéficas. Diferencia entre la caridad y lo que comienza a

denominarse “higiene social”. Si bien celebra la acción benéfica y filantrópica, señala constantemente la

necesidad del incremento de la gestión estatal en los temas atinentes a la “higiene social”. Se trata de

incrementar el progreso material y el de la provincia por oposición al espiritual. Es necesario además

“civilizar” al futuro ciudadano. El objetivo fundamental es “regenerar la propia raza”, principio básico de

la biopolítica como decía Foucault. Las representaciones de los objetos de asistencia no se modifican

substancialmente pero si los objetivos de la acción. Estos pasan de una cuestión moral a una economía

política para aumentar la vida útil de los futuros trabajadores y la progresiva aplicación de un racismo

estatal. Si bien los niños pobres sin hogar, son visualizados con representaciones similares a los de la

beneficencia, homologando la miseria a la delincuencia y a la negligencia de los padres, empieza a

importar la importancia del control biológico de la población “para evitar su debilidad física,

impedimento para la laboriosidad necesaria del “progreso” y la gestión de la población y su diagnóstico

por medio del saber científico para disminuir los factores de “mortalidad” y “morbilidad”. Aparece en

Salta la biopolítica aunque con un tinte todavía fuertemente influido por la moral religiosa100. Los

higienistas en distintos foros, políticos, académicos y sociales propendían a la promulgación de leyes que

previnieran el conflicto social, promoviendo tanto una mejora “moral”, material y de la salud de los

con lo económico” (Donzelot, 1980: 71). La filantropía también se diferencia de la caridad por ser una acción racional humana más que divina como señala el Padre Camilo Jordán.

99 Luego, en la gestión del gobernador Cornejo, en 1947, durante la etapa peronista, otro informe de la situación social de la provincia justificará reformas relacionadas con la institucionalización de la asistencia social y la salud pública como áreas de gobierno.

100 Es interesante el texto de la nota (del 10 de mayo de 1910) que envía el entonces Director de la Asistencia Pública, Dr. Washington Alvarez, a la presidenta de la Sociedad “Patronato de la Infancia” recién creada. “Es este problema sanitario social que Ustedes abordan en toda su amplitud de la mayor trascendencia para el bienestar material y progreso moral e institucional de nuestra provincia.

Efectivamente, la infancia abandonada no tan solo implica elevado porcentaje de mortalidad y morbilidad infantil, disminución de la población, degeneración de la raza y carga para el Estado como origen de probada invalidez y delincuencia; sino también un verdadero retroceso moral y político para los pueblos, puesto que son los futuros ciudadanos los abandonados por la miseria o negligencia de los padres o de la misma sociedad (...) Una de mis primeras preocupaciones al hacerme cargo de la Dirección de la Asistencia Pública, ha sido estudiar las causas y medios de subsanar la elevada mortalidad infantil entre nosotros...” (El Patronato de la Infancia - PI en adelante- 1913: 19, cursivas nuestras).

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trabajadores, como actividades de prevención con responsabilidad estatal. El higienismo propone

aumentar la vida de los trabajadores, en el marco ideológico de la superioridad de razas, tanto moral

como étnica, a partir de formas de intervención que apuntan a la prevención por medio de una

“legislación sanitaria” y social. En sendas ponencias del Dr. Washington Alvarez sobre la profilaxis de la

tuberculosis, a finales de la década del 20‟, se puede constatar este interés, a través de la valoración que

hace sobre la mejora del bienestar “moral y material” de los sectores trabajadores101. Aparece el

apelativo y la clasificación de proletario como objeto de control y de profilaxis para mejorar su

“resistencia orgánica” aumentando su productividad para el trabajo. En los diagnósticos de la época ya se

manifiesta una alterización del interior (resto de la provincia sin la ciudad de Salta) y de otras provincias

vecinas. Cuando se explican las estadísticas de los enfermos de tuberculosis, por ejemplo, se señala

continuamente que “la mayoría de los enfermos proceden de la campaña y provincias vecinas”. En el

interior, “es más fácil la propagación por la mayor ignorancia de la gente y la absoluta carencia de

elementos” (Alvarez, W.; 1918: 13)102.

La biopolítica comienza a asociarse con la acción estatal que se proponen complementarios a la

acción propiamente benéfica. Un médico higienista tucumano el Dr. Gregorio Aráoz Alfaro, considerado

por las damas del Patronato de la Infancia salteñas, como “patriota y cristiano eminente médico

argentino”, dicta una conferencia en Tucumán que las damas del Patronato de la Infancia consideran de

“aplicación oportuna a nuestra ciudad”. El Dr. Alfaro coincide con la visión de este nuevo discurso

higienista que se va delineando de la “higienización moral”, “ahogará los gérmenes del vicio en las masas

populares preparando las generaciones sanas y morales del mañana” (PI: 44). Luego de considerar la

abnegación y virtud de las damas de beneficencia en su labor con el niñez, plantea cuál sería para él un

“modo más profícuo y eficaz, en la campaña contra la morbilidad y moralidad de la infancia”. Además de

los servicios de cuna propios de la beneficencia, propone establecer en diversos barrios del municipio

“Asilos Maternales”, análogos a la Créche francesa, donde las madres que trabajan pueden “confiar el

cuidado y la alimentación adecuada de sus niños”. Aquí se nota una diferencia radical con el ejercicio de

tutela de las damas de beneficencia que recluían a los niños en los asilos y luego los “entregaban” a

“familias honorables”. Esta nueva institución facilitaba la constitución de un mercado de trabajo libre por

medio del trabajo de la mujer y el cuidado de los niños por parte del estado. También proponía la

creación de “Servicios Externos” de protección a la infancia, las que deberían ser resorte del gobierno y

de los municipios. La gubernamentalización de lo social a través de la institucionalización de la Salud

Pública y de su rol no sólo curativo sino también preventivo, se va manifestando en un proceso de

valorización de los “poderes públicos”, los “que tiene el deber imperioso e indiscutible de defender la

salud pública” (...) Todos los gobiernos del mundo civilizado (...) colocan hoy entre sus primordiales

obligaciones la protección del niño y no sólo entiéndase bien, la asistencia del niño enfermo, sino, ante

todo, la vigilancia del niño sano, las prevención de sus enfermedades”. Para Alfaro, los altos índices de

mortalidad, que señala para la provincia de Tucumán, son propios de una provincia bárbara. La salud de

la población es equivalente a civilización y cultura. Los higienistas locales querían el control sobre la

gestión de los servicios gubernamentales de saneamiento que recién comienzan a constituirse como

públicos - como el agua corriente y las obras de desagüe- y disputan dicho control con los organismos

nacionales que progresivamente, a medida que se realizan las inversiones, se encargan de su gestión. El

saber metódico es considerado primordial para la organización de los servicios públicos de profilaxis,

asociados a la prevención de las enfermedades, sobre todo de la niñez103.

101 “La base de la profilaxis antituberculosa estriba no tan sólo en combatir el bacilo de Koch y evitar su propagación, sino en el

mejoramiento moral y material de los individuos especialmente el proletariado a fin de que adquieran una resistencia orgánica (...) debemos hacer verdadera obra de previsión social por medio de distintas medidas de legislación sanitaria y social...” (Alvarez, W., 1918: 12).

102 Estas marcas de enfermedad y su colocación en la alteridad “ignorante” y externa, se repiten en la actualidad ante la amenazas

de epidemias, como sucedió recientemente con el brote de cólera del 92‟. En el discurso oficial los propagadores eran los “bolitas” -mote para hablar de los bolivianos- y los “sucios” e “incivilizados” aborígenes (Torezani, 2000).

103 “No basta entregar al gobierno nacional los servicios públicos de aguas corrientes y de obras de desagüe, que deberían ser, como fueron en su principio, locales; no basta entregar también al gobierno nacional la campaña antipalúdica, el punto capital, quizás, de nuestro saneamiento; no basta subvencionar las obras de beneficencia. Es preciso organizar ampliamente los servicios públicos de profilaxis, estudiar un plan bien combinado, metódico” (Discurso de Gregorio Araóz Alfaro, PI, 1913: 52-55, cursivas nuestras).

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Hay una presión sobre el gobierno federal de los higienistas salteños para que se ponga en

marcha el proyecto de creación de la Asistencia Pública Nacional del Dr. Emilio Coni104. A partir de la

preocupación por la tuberculosis, el paludismo y otras enfermedades infecto-contagiosas, el Dr. Alvarez,

en ocasión de la Primera Conferencia Nacional de profilaxis Antituberculosa, realizada en Córdoba en

octubre de 1917, propone el apoyo de los congresistas, ante el H. Congreso Nacional, de este proyecto,

ante la falta de recursos de la provincias para afrontarlas (Alvarez, W.; 1918: 18). La creación de este

organismo sería “una ley previsora y de asistencia médica, que vendría a llenar una necesidad sentida

desde hace mucho tiempo, asegurando la salud y la vida a que tienen derecho todos los habitantes de la

República” (1918; 19). Incluía también el plan de “profilaxis”, el pedido de construir un hospital regional

en Salta; crear ligas antituberculosas, “a los efectos de la propaganda oral y escrita y de la educación

higiénica de los individuos; así como a la formación de ligas de templanza para combatir el alcoholismo”;

“propender a la creación, ampliación y reformas necesarias de la legislación sanitaria y social,

tendientes a mejorar el estado moral y material de las clases populares” y finalmente “fomentar por

intermedio de las ligas, Consejos de Higiene o gobiernos de provincias, las obras de protección a la

infancia, como dispensarios de lactantes, gotas de leche, colonias de vacaciones, institutos de

puericultura, etc.” (1918: 19-20). Estas propuestas de Alvarez, coinciden con las ideas posteriores de

Ramón Carrillo, el creador de la Salud Pública en la etapa de la transformación de la intervención social

del peronismo, y a su vez, se asemejan en parte, a las obras de la Fundación Eva Perón dirigidas a la

infancia, las que se materializan recién a mediados de siglo XX.

En las propuestas políticas de estos higienistas se puede observar otro elemento que complejiza al

higienismo y sus objetivos de control racial, su carácter democratizador. El progreso que se propugna no

es sólo moral, sino también material. Promover la vida (biopolítica) y la salud de los trabajadores o las

clases populares, propendiendo a una ciudadanía subalternizada. Se trata de “educar” a los futuros

ciudadanos, a las “masas populares” amenazantes, consideradas razas inferiores por efecto de la

gubernamentalización de la vida. Si la biopolítica aumenta las expectativas de “vida” de los trabajadores,

más allá de las intenciones de control, constricción y racismo que la fundamentan, al mismo tiempo que

constituye un régimen de representación donde se ejerce la violencia, es un espacio de negociación para

la construcción de una política más inclusiva105. Por ello las políticas preventivas, la profilaxis, la

legislación laboral fueron impulsadas por los socialistas y por las propias luchas obreras. Ellos no sólo

apostaban a una mejora en la calidad de vida de las clases trabajadoras, tenían una visión del progreso

material indefinido, como efecto de la gestión de la vida realizada por el Estado y por la aplicación de la

ciencia, a la salud de las clases obreras. En el caso de Salta, el discurso higienista permitió nombrar a la

provincia como un lugar civilizado, que aquel que le cabría por su localización periférica y marginal en el

incipiente Estado-Nación.

Las representaciones de la pobreza predominantes de los médicos higienistas van conformando la

construcción de los problemas sociales asociados con la erradicación de ciertas enfermedades endémicas

o hábitos culturales considerados propios de los grupos pobres y de las culturas valoradas como

inferiores. Los hábitos culturales que se les asigna a los pobres y culturas inferiorizadas como el

alcoholismo, las uniones de hecho, el consumo de coca, las malas condiciones de la vivienda, etc.

constituyeron “venenos raciales” que debían ser erradicados. Por otra parte, estas ideas, dieron el

sustento científico para encarnar los problemas sociales en las propias víctimas.

La asociación entre eugenesia y biotipología fue una unión que facilitó convocar una variedad

de médicos interesados en cuestiones de maternidad, crianza y herencia que permitirían mejorar el

“biotipo” de la población argentina. Las cuestiones relacionadas con la sexualidad y las consideraciones

104 Emilio Coni era un médico socialista que estaba influenciado por las ideas eugenésicas. Luego de atender a un Congreso en

Chile, en 1909, había propuesto a sus compañeros médicos discutir el control de la natalidad y la esterilización eugenésica. Como muchos socialistas de la época, Coni veía a la legislación eugenésica como una parte necesaria y progresista del sanitarismo médico (citado por Leys Stepan, Nancy; 1991: 58).

105 Según Cristina Rojas, “la práctica de la filantropía tiene una relación ambivalente con la democracia. La filantropía intenta

integrar lo social en lo moral y el terreno afectivo, fuera del concepto de derechos, implica una relación de dependencia basada en la lealtad y el afecto. Es la relación de dependencia la que hace a la filantropía no democrática. Pero también la filantropía puede abr ir espacios para la representación de la solidaridad y generar demandas para la expansión de la democracia, trayendo temáticas y preocupaciones al Estado. Sin embargo, la filantropía restringe la democracia porque evita la política. También reduce la democracia al no considerar ciert as voces como legítimas. La democracia no es una situación de todo o nada y diferentes regímenes de gobierno presentan combinaciones de relaciones democráticas y autoritarias” (Rojas, 2000: 5 traducción nuestra).

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raciales eran de interés eugenésico. La asociación de “Biotipología, Eugenesis y Medicina Social”, que

congregaba a estos médicos, fue inaugurada por el presidente Agustín P. Justo en 1933 (Leys Stepan,

Nancy; 1991: 60-61), en Buenos Aires. Esta asociación tenía su propia escuela para entrenar expertos en

métodos diagnósticos de biotipología y un policlínico para evaluación y tratamiento. Este grupo estaba

influencia por una versión neo-Lamarckiana106 sobre la herencia, la que en América Latina involucró

menos elementos de prueba o lógica que factores culturales y políticos. Estos médicos eugenésicos vieron

sus ideas como una extensión de principios de la salud pública, dentro de una esfera especial de la

herencia en la reproducción. En sus ideas no existía la diferencia fuerte y dura entre herencia y ambiente

que había sido descubierta a partir de las investigaciones de Mendelian y que producía una disyunción

entre la salud pública y cuestiones de herencia. La corriente mendeliana consideraba a la genética,

entendiendo que la herencia prevalecía sobre los factores ambientales y que la eugenesia se debía ocupar

solo de las cuestiones innatas y no adquiridas. Además postulaban que el cuidado médico y la salud

pública tradicional, relacionada con el cuidado de las enfermedades, no interfería con la selección natural.

Mientras que para los neo-Lamarckianos latinoamericanos era muy importante el entorno social en el

cual la reproducción se producía. Era vista como una fuente de un “veneno” reproductivo que podría

tener desastrosas consecuencias en las futuras generaciones. Eugenesia entonces, devino vinculada con

obstetricia, políticas poblacionales, bienestar infantil, e hicieron causa común con las campañas anti

alcoholismo, tuberculosis y enfermedades venéreas, también a la higiene, puericultura y cuestiones de

nutrición107.

La corriente inglesa liderada por Leonard Darwin, quien se desempeñaba como presidente de la

Sociedad Inglesa de Educación Eugenésica, consideraba que la Salud Pública era diferente de la

eugenesia. Para los latinoamericanos, neo-Lamarckianos, “el alcoholismo, las condiciones pobres de

vida, la fatiga del trabajo eran consideradas temáticas eugenésicas, precisamente porque ellas eran a la

vez causas y síntomas de las enfermedades hereditarias y porque el ciclo de causas, podía ser

interrumpido por acciones sociales, morales y médicas. Desde que el estilo neo-lamarckiano de la

eugenesia guardaba abierta la posibilidad de “regeneración” como la respuesta al temor de la

“degeneración” racial, su cosmovisión permitía la fusión del lenguaje moral y científico. Pobreza,

enfermedades venéreas y el alcoholismo podían luego ser interpretados como productos tanto de las

condiciones sociales como de comportamientos inmorales” (Leys Stepan, Nancy; 1991: 91-92). Todo

esto permitía también a estos médicos construir fronteras entre comportamientos aceptables, los que

separaban frecuentemente a los pobres de las clases medias, los trabajadores manuales de las elites y los

segmentos blancos de la población de color de tez más oscura. “El ataque a estos venenos raciales

también permitía reelaborar nociones de raza y fijar nuevos términos por los cuales las fronteras internas

entre las personas eran entendidas” (Leys Stepan, Nancy; 1991: 93). En la Argentina de esta época,

como vimos, las ideas naturalistas del ambiente de los ensayistas y literatos salteños que justificaban la

inferioridad a partir de la construcción de biotipos culturales raciales, estaban estrechamente ligadas a

una idea de construcción de la nación, como comunidad imaginada, que se anclaba en un mestizaje

blanqueador. Al mismo tiempo, la idea de regeneración racial usada por los médicos higienistas y su

preocupación por las enfermedades endémicas, cuya causa se veía en las factores ambientales y raciales,

mostraba los estrechos vínculos entre eugenesia, representaciones sociales de la gente considerada

inferior, relaciones tutelares y progresiva gubernamentalización de la vida.

De linajes, higienismos y beneficencias

El proceso de diferenciación de prácticas discursivas benéficas e higienistas en relación a lo

social, sin embargo se manifiesta en una trama intrincada entre linajes benéficos e higienistas. Los linajes

más significativos que predominan en la época comienzan a acompañar el incipiente proceso de

monopolización del Estado. Son las aristocracias criollas salteñas travestidas en “políticos profesionales”,

los que van monopolizando los medios de administración del estado provincial en formación. Se observa

106 Los Lamarckianos desarrollaron una teoría particular de cómo la herencia funciona. A diferencia de Darwin en el “Origen de

las especies”, en su teoría sobre las variaciones al azar, la lucha por la vida y la selección natural, los Lamarckianos contrapusieron una evolución lenta y una adaptación decidida a cambios del ambiente. A principios del siglo XX, limitaron aún más su visión luego del redescubrimiento de las leyes de la herencia de Mendelian, en 1900. (Leys Stepan, Nancy; 1991: 76-80, traducción nuestra)

107 Las temáticas de desnutrición tenían que ver con una preocupación, por un lado, vinculadas con las altas tasas de mortalidad provocadas por desnutrición, como por la idea de que los hábitos alimentarios de ciertos grupos sociales considerados inferiores eran perniciosos para la salud y debían ser modificados.

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por ejemplo un vínculo muy importante entre los médicos y estos linajes. Estos pertenecen a los apellidos

que Hollander (1989) señala como el núcleo duro de la oligarquía salteña, que actuaron en este período.

En sus biografías (Michel Ortiz, 1983), se puede observar este engorroso y fuerte entramado entre su

función pública como médicos higienistas y sus actividades como políticos108, en las áreas

gubernamentales de “alta jerarquía” y “honor social”, así como sus fuertes vínculos con funcionarios

nacionales y con las damas de la beneficencia.

Recién en el primer cuarto de siglo se produce un proceso muy incipiente de profesionalización

vinculado al progresivo prestigio de ciertas profesiones liberales como la medicina y la abogacía. Esta

profesionalización complementa, no elimina el “prestigio” y “distinción” que viene de la posesión de la

hacienda, de la pertenencia a una clase que se construye a partir de la memoria de la gesta emanipatoria

y de la distinción de modales considerados como gente de “bien”.

Los pocos médicos higienistas, eran influenciados por las ideas positivistas. Algunos de

importante trayectoria en el ámbito nacional, como “el linaje” de los Güemes, tiene una importancia

fundamental en las instituciones benéficas que se fundan, por medio de sus legados o por su patrocinio

directo. Al mismo tiempo, promueven la progresiva gubernamentalización de lo social, a partir de la

institucionalización progresiva de la salud pública.

Las profesiones liberales quedan, en las familias de la oligarquía por que eran ellos quienes tenían

posibilidades de mandar sus hijos a Buenos Aires o Córdoba, para sus estudios. Los nombres de los

abogados de la década de 1890 y las primeras décadas del XX, son también el espejo de los nombres de

los cabildantes de 1810, como Saravia, Güemes, Arias, Torino, Gallo, Solá, Martearena, Uriburu. Sólo un

manojo de médicos109 existía en la década de 1890 y eran, según Hollander, “de mucho prestigio entre

la oligarquía, puesto que los salteños, más allá de su clase social, sufrían de malaria, desinteria, tyfoidea”

(1976: 162), tuberculosis, paludismo y otras enfermedades infecto-contagiosas.

La intervención social benéfica la realizan, como ya dijimos, las damas de la “sociedad”, que no

es otra cosa que la representación autorreferencial de las mujeres de la oligarquía. Ya hemos visto la

importancia del liderazgo político, económico y social de ésta clase, durante el siglo XIX y hasta

mediados del XX. Las damas de la beneficencia pertenecían a este círculo cerrado. Los apellidos que

conformaban el núcleo duro de la oligarquía, Uriburu, Cornejo, Saravia, Güemes, Zorrilla, Araóz, Solá,

Ovejero y Patrón Costas, señalados por Hollander; y otros, como los Leguizamón y Dávalos son los

linajes de las “damas de prosapia” que regenteaban las organizaciones de beneficencia salteña.

Los inmigrantes europeos que se asientan en Salta, en el último cuarto del siglo XIX y las

primeras décadas del 20‟, reciben muy poca aceptación social. Sin embargo, algunos matrimonios fueron

aceptados en un número reducido, sobre todos los hijos de la más temprana inmigración que lograron una

buena posición social, con el comercio del ganado o con molinos de harina que los llevaron a la posesión

de tierras, llave de la integración satisfactoria con las familias de la oligarquía. Los que se dedicaron a

las actividades comerciales fueron los menos exitosos en esta integración temprana, tales como los de

origen inglés y escocés como los Fleming, MacLoughlin, Gallagher, Todd y Lynch, o como los Michel y

Durán de origen Francés, aunque muchos de ellos por matrimonio finalmente se integran, como los

Fleming o los Michel. También, a principios del XX, en la década del 20‟ y el 30‟, se suman los linajes

por matrimonio de los hijos de las familias migrantes italianas ricas, como los Cánepa y de las de origen

Sirio-Libanés como los Lávaques y Tobías (Hollander; 1976; 164-166). Una muestra de esta aceptación

son los matrimonios entre estas familias y la aparición de sus apellidos en las organizaciones de

beneficencia110. Podemos observar que la presidencia de las organizaciones estaba en manos de las

damas de los apellidos del núcleo duro como Uriburu, Cornejo, Linares, Arias, Ovejero, Solá, aunque

108 Ensalzando la figura de esta última, Michel Ortiz (1983:121) señala “algún día, cuando se escriba la vida y obra de las

mujeres próceres de Salta, Doña Carmen como se la llamaba, forzosamente deberá encabezar la lista de las beneméritas de la más importante de las instituciones médicas durante más de una centuria". El doña, es un apelativo que muestra el matronazgo y la autoridad ejercida por estas mujeres.

109 Entre estos doctores Palermo Rivello en su libro “Reminiscencias” lista al Dr. Oliva, al Dr. Pedro Frías y al Dr. Hilario Ted in y al oculista Dr. Costa. Los primeros dos fueron gobernadores de la provincia. En 1913 la provincia entera dependía de 15 médicos y tres dentistas (Hollander; 1989: 162)

110 La participación de las mujeres de estas familias en las organizaciones de beneficencia cuyos apellidos comienzan a aparecer en las comisiones ) permitía o facilitaba el ascenso social, sobre todo por el alto valor social que estas actividades tenían, Ver en Anexo II autoridades de las organizaciones benéficas.

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aparecen algunos de migrantes incorporados, como los Todd, Fleming, Serrey, Cánepa; por vía de

matrimonios con los primeros. Nombres como los de Manuela González de Todd, Presidente de la

Sociedad de Beneficencia, durante 1920, muestra esta incorporación. También Carmen Anzoátegui de

Aráoz, quien fue la última presidenta de la Sociedad de Beneficencia111.

No sólo los profesionales, abogados y médicos higienistas pertenecían a estas familias sino

también los sacerdotes. El Pbro. Gregorio Romero, es un ejemplo. Luego de su destacada actuación en las

organizaciones de beneficencia, como director espiritual del Consejo Particular de las Conferencias de

Señoras de San Vicente de Paul, organizador de los “Congresos Obreros” y miembro de la Comisión de

Caballeros del Patronato de la Infancia, luego se convierte en obispo. Su posición acerca de las formas de

intervención social y su visión política respondía a las ideas más conservadoras de la sociedad de la

época. Además de estos cargos y de sus deberes eclesiásticos, también fue legislador provincial e,

inclusive, gobernador por un período reducido de tiempo. El obispo Romero fue una de las figuras más

importantes de la historia de la Iglesia salteña en el siglo XIX y principios del XX, junto con sacerdotes

como Risso Patrón, Cornejo, Castellanos y Linares112.

La progresiva materialización de las instituciones asistenciales, como asilos y hospitales está

fuertemente ligada a la actuación de estos linajes, mediante donaciones o legados. Como relata Michel

Ortiz (1983:121) en sus biografías consagratorias, existe una estrecha vinculación entre las donaciones y

los nombres que se les asignan a las instituciones. La nominación deja la impronta del linaje y recuerda,

al mismo tiempo, a los descendientes de los héroes de la independencia, como el caso del Hospital

Arenales. Dice Michel Ortiz , “en 1935 comenzó en serio, el desarrollo de la lucha contra el más terrible

de nuestros males médico sociales, la tuberculosis. Se inaugura el Hospital Josefa Arenales de Uriburu,

legado de la Sra. Josefa Uriburu de Girondo en homenaje a la memoria de su señora abuela, hija del

general Arenales, héroe de la Florida y uno de los más preclaros mariscales de San Martín. En el legado

se especifica que debe ser destinado a los tuberculosos, aunque no siempre se cumplió con su deseo”.

Otro ejemplo es del Patronato de la Infancia. Según Michel Ortiz (1983: 70), “es don Francisco Uriburu

Patrón, hombre de gran cultura, polígloto, Ministro de Hacienda de Juárez Celman, conocedor de las

fundaciones de hospitales para niños a quien se debe esta primera institución médica destinada a la

protección de los niños o sea es el predecesor de nuestro hospital de niños”. Otro relato que muestra la

trama densa de relaciones de los linajes de la oligarquía salteña con el poder político nacional y la acción

benéfica es la fundación del Hospital del Milagro por la Sociedad de Beneficencia. El Hospital “se

inaugura el 14 de abril de 1895, siendo presidente de la nación el ilustre salteño Dr. Evaristo Uriburu,

gobernador de Salta don Delfín Leguizamón, presidente de la Sociedad de Beneficencia Doña Francisca

Uriburu de Castro” (Michel Ortiz, 1983).

Más allá de estas configuraciones entre linajes y beneficencias e higienismos, se produce una

transformación paulatina de la idea de la asistencia caritativa y las cuestiones de intervención social

comienzan a denominarse con el apelativo médico-social. La laiquización progresiva del estado y la

gubernamentalización de lo social implican un vínculo estrecho entre lo social y lo biológico.

En el libro ya citado, sobre biografías médicas de Salta, se da visibilidad a estas configuraciones

sociales y políticas, higienistas y benéficas. Vemos como estos médicos comienzan a ejercer el gobierno

sobre los otros, por medio de una política de la vida y, al mismo tiempo, van instituyendo una serie de

organizaciones de lo que comienza a denominarse Salud Pública, basada en un discurso médico de lo

social. Sus legados y donaciones muestra el interés filantrópico de estos médicos y el incentivo a la

gestión estatal de la “higiene social” o “medicina social”. Estas donaciones, junto con la infraestructura

que poseía la Sociedad de Beneficencia, van conformando equipamiento, recursos humanos y saberes que

111 Ensalzando la figura de esta última, Michel Ortiz (1983:121) señala “algún día, cuando se escriba la vida y obra de las

mujeres próceres de Salta, Doña Carmen como se la llamaba, forzosamente deberá encabezar la lista de las beneméritas de la más importante

de las instituciones médicas durante más de una centuria". El doña, es un apelativo que muestra el matronazgo y la autoridad ejercida por estas mujeres.

112 Según Hollander, aparentemente no tendría vínculos obvios con esta clase, aunque estaba emparentado con el líder de la independencia y caudillo popular Martín Miguel de Güemes. Su abuela paterna fue prima hermana de Martín Miguel de Güemes. Su espectacular carrera no hubiera sido posible sin esos vínculos de linaje “más allá de la fortaleza de su personalidad y de su inmensa habilidad” (Hollander; 1976:122-123).

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luego constituirán la antesala de la Salud Pública, a mediados de siglo113. Permite además “pensar a la

biografía como un ejercicio de consagración y como un inventario de atributos que definirían a la

persona pública” (Ibarra, 2000). Con este objetivo reproducimos textos seleccionados de algunas

biografías de médicos y políticos higienistas de mayor “prestigio” en la época, donde se puede además

ver las auto-representaciones de los sectores dominantes sobre sus “funciones sociales” y los atributos

que los constituyen en públicos.

El Dr. Manuel Anzoategui (69-20) “se casó con Laura Peretti y su hija doña Carmen A. de Aráoz

fue la conspicua Presidenta de la Sociedad de Beneficencia de Salta que regenteó con tanta dedicación el

Hospital del Milagro en 1947-48. Además fundó el Club Gimnasia y Tiro, formó la comisión que erigió

el monumento a la Batalla de Salta y ejerció los cargos de Ministro de Hacienda e intendente de Salta y

Pte. de la Sociedad Rural” (Michel Ortiz, 1983: 127).

Ricardo Aróz (65-50) “hijo de Don Miguel Francisco Aráoz, Gobernador de Salta y fundador del

Ingenio “La Esperanza” y de Doña Benjamina Solá (...) Escribió “Salubridad e Higiene de la ciudad de

Salta”. Fundó la Asistencia Pública en la Intendencia de Abel Zerda. Fue además legislador, Pte. del

Consejo de Higiene; del Banco Provincial y del Consejo de Educación” (Michel Ortiz, 83: 126).

Adolfo Güemes (73-47) hermano del Dr. Luis Güemes, estudió la tuberculosis considerado un

“flagelo” de la provincia. “Como médico –Gobernador de Salta- se interesó en la campaña antialcohólica

y en la desaparición del azote terrible de ese tiempo en el norte: el paludismo (...) Ha de recordarse

también que el Dr. Güemes fue el nervio de la construcción del establecimiento para la madre pobre y el

recién nacido: la “Maternidad Luisa Bernal de Villar”, unida al Hospital del Milagro. Fue presidente del

Comité Nacional del Radicalismo y candidato a la Vicepresidencia de la Nación (...) La filantropía de su

espíritu selecto lo llevó a efectuar abundantes donaciones al desvalido (...) la chacra “Carmen Güemes”

a 5 kms. del centro de Salta, herencia de su padre” (Michel Ortiz, 1983: 140).

Luis Güemes (56-27) “hijo de don Luis Güemes Puch y de doña Rosaura Castro. Su abuelo fue el

legendario prócer Martín Miguel de Güemes (...). En 1926, El Dr. Güemes dejó por testamento cuatro

manzanas de tierra ubicadas entre las calles O‟Higgins y Entre Ríos por un lado y Almirante Brown e

Ibazeta por el otro, destinadas a construcciones para fortalecer la juventud salteña” (Michel Ortiz, 1983:

87-89).

En general, para la descripción de cada persona, primero se señala la importancia de su linaje y

sus vínculos con apellidos de la aristocracia local, luego la relación familiar con algún político o “héroe

de la patria” o con funcionarios de alto rango en el gobierno nacional o provincial, cargos obtenidos en

actividades de beneficencia y, eventualmente, su relación con actividades económicas de “prestigio”.

Muchos de estos linajes114 pertenecen a los apellidos que Hollander señala como el núcleo duro de la

oligarquía salteña, que actuaron en el período de estudio. En sus biografías se observa este engorroso y

fuerte entramado entre su función pública como médicos higienistas y sus actividades como políticos en

las áreas gubernamentales de “alta jerarquía” y “honor social”, así como sus fuertes vínculos con

funcionarios nacionales y con las damas de la beneficencia. Estos ejemplos de entrelazamiento entre

linajes estamentales asociados a la intervención benéfica y los “políticos profesionales” (Weber, 1981

[1959]: 92-93), es una muestra de un incipiente proceso de monopolización del Estado. Son las

aristocracias criollas salteñas, travestidas en “políticos profesionales”, las que van monopolizando los

medios de administración del Estado. Weber (1981 [1959]: 92-93) en su libro “el político y el científico”

demuestra como, en el curso del proceso de construcción del estado moderno aparece por primera vez la

categoría de “políticos profesionales” y en un segundo sentido, gentes que no querían gobernar por sí

mismos como los caudillos carismáticos, sino que actuaban al servicio de jefes políticos. Weber entiende

como estado moderno “una asociación de dominación con carácter institucional que ha tratado, con éxito,

de monopolizar dentro de un territorio la violencia física legítima como medio de dominación y que, a

este fin, ha reunido todo los medios materiales en manos de su dirigente y ha expropiado a todos los

113 Por ejemplo, la donación del Dr. Luis Güemes conforma lo que ahora, en el lenguaje común de los salteños, se denomina el

“legado Güemes”, donde funcionaron la Dirección de Deportes, de Turismo Social, la “Sala Cuna”, el Club Central Norte, entre otras dependencias.

114 También aparecen biografías de médicos a los que no se le consigna ningún linaje ni vinculaciones sociales ni políticas, sólo se hace referencia en estos casos, a la función que cumplieron en alguna organización pública. Estos serían los primeros médicos pertenecientes a los sectores medios en incipiente formación.

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funcionarios estamentales que antes disponían de ellos por derecho propio, sustituyéndolos con sus

propias jerarquías supremas”. En sus luchas del príncipe con los estamentos, los “políticos profesionales”

se colocaron del lado de aquél e hicieron del servicio a esta política un medio de ganarse la vida, de una

parte, y un ideal de vida, de la otra”. Estos serían los políticos profesionales que, según Weber, fueron el

instrumento más importante para esta expropiación de medios materiales.

A pesar de las estrechas relaciones familiares y de amistad con los funcionarios estatales, la

relación de las entidades benéficas con el Estado era, sin embargo, conflictiva y ambigua. El

financiamiento dependía, en su gran mayoría de los subsidios estatales nacionales, provinciales y

municipales, de las exenciones impositivas y, en menor medida, de las donaciones. Las relaciones de

parentesco de las “damas” con personas cercanas a los resortes de poder (legisladores, abogados,

ministros) permitían su concreción. Sin embargo estas mujeres, en las memorias institucionales, expresan

una continua queja vinculada con dificultades que se les presentaba a las directivas para gestionar sus

instituciones con escasos recursos y con subsidios que no se efectivizaban rápidamente. Los vínculos de

linaje y amistad, por un lado, eran usados como capital social para conseguir recursos. Pero, por otro,

dificultaban la gestión de la progresiva institucionalización de la Sociedad de Beneficencia. La presidenta

en 1935, Lía Linares de Arias, que ya venía ejerciendo ese cargo desde hace diez años, expresa: “solo

puedo deciros que no he tenido más norte que el defender los derechos e intereses de la Sociedad, no

siempre fácil en un medio como el nuestro, donde los intereses particulares están íntimamente ligados

con la amistad personal” (Memoria Sociedad de Beneficencia de Salta, 1935: 7).

La laiquización del Estado y la gubernamentalización de la vida: el triunfo progresivo del

discurso higienista

A partir de principios del siglo XX se produce una lenta y difícil transición de la beneficencia

laica a una mayor tutela del Estado sobre lo social. Este proceso, como hemos descripto, va acompañado

de una progresiva gubernamentalización de la vida, de la aparición de la medicina social y la Asistencia

Social Estatal, como nuevos campos de saber especializados en la intervención sobre lo social. Los

fondos gubernamentales son canalizados directamente a las entidades de beneficencia, por medio de la

“fiscalización” de las damas de prosapia, que ya venían realizando las tareas benéficas. Las Sociedades

poseían en su financiación y administración formas benéficas laicas, pero en su ejecución se mezclaban

nuevos dispositivos de intervención como las visitas domiciliares, para constatar la verdadera pobreza,

con prácticas propias de la vieja caridad. Por ejemplo, a las congregaciones religiosas, se les encargaba

la fiscalización de las instituciones que se fundaban115. En el caso del Buen Pastor y de algunos

Hospitales, esta modalidad continúa hasta muy entrado el siglo XX. Progresivamente se van creando

instituciones estatales de “higiene” y “asistencia” “pública”, de origen nacional y municipal, paralelas a

las organizaciones benéficas. Estas se vinculan a la atención médica para pobres junto con los incipientes

controles “sanitarios” sobre la población, alimentación y condiciones de habitabilidad. Los higienistas

locales apelaban a la injerencia nacional para que se haga cargo de cuestiones médico sociales, ante la

“carencia de recursos provinciales”, aunque también reivindicaban atribuciones provinciales en estas

áreas.

Durante el primer cuarto del siglo XX, el Estado Nacional pasa a tener mayor control sobre los

organismos de beneficencia. En 1908, la Sociedad de Beneficencia se convierte en institución oficial,

pasando a depender del Ministerio de Relaciones Exteriores y Cultos (Alayón, 1980), en calidad de lo

que hoy se llamaría ente autárquico, ya que poseía personería jurídica. Un proyecto de ley, presentado en

1912 por el legislador Llobey, intentaba que el Estado sea el que coordine oficialmente el otorgamiento

de subsidios. El proyecto fue rechazado por el entonces presidente Saenz Peña. En su fundamento

demostraba el principio de equidistancia del Estado liberal y la importancia de la beneficencia para la

reproducción de las diferencias entre clases. Decía Saenz Peña, “si la beneficencia reposa sobre el Estado

por medio del impuesto, lo que viene a apagar es esa fuente inagotable de recursos que se llama caridad.

115 En 1876, como el viejo hospital del Milagro fallaba administrativamente, se pensó encargar el mismo a las hermanas Hijas de

Nuestra Señora del Huerto. La Sra. De Palacios, con la gestión del obispo Risso Patrón trae cinco hermanas presididas por la primera superiora del Hospital del Milagro antiguo, Rda Madre Tomasina Ratto, dependiente por esos años de la provincia religiosa de Montevideo. El viaje desde Roma fue pagado con fondos recolectados por el Dr. Benjamín Zorrilla. La congregación del Huerto fundada en Chiavi en 1829 (...) desplegó en el Hospital del Milagro, luego en el San Bernardo y Colegio del Huerto, una actividad digna del mejor de los elogios durante 97 años (19 años en el primitivo hospital y 78 en la calle Sarmiento). En 1973, todas las hermanas por orden superior, abandonaron, lamentablemente el hospital)” (Michel Ortiz, 1983: 31).

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Efectivamente sofoca las iniciativas privadas, suprime esos movimientos espontáneos que nacen del

corazón de todos los hombres y en todas las esferas sociales ante la desgracia. El Estado acaparando la

beneficencia, sirviéndose del impuesto, viene a colocarnos en esta situación: que todos se abstienen, se

desinteresan de esto. Se arrebata así a todos y especialmente a los hombres pudientes, el mérito de una

generosidad que, recordando la expresión de un economista, Wegner, „es un medio de legitimar la fortuna

por medio de conciliar a los ricos y a los pobres‟” (Cit. en Alayón: 1980: 39).

También hay iniciativas de médicos higienistas que abogan por un mayor control del Estado sobre

las instituciones de salud. Durante la presidencia de Carlos Pellegrini, Emilio Coni en 1917, Director de

la Asistencia Pública de Capital Federal, había presentado un proyecto que, como vimos tenía el apoyo de

médicos locales, para lograr la centralización de los servicios sanitarios y crear la Asistencia Pública

Nacional. Proponía poner bajo la dependencia oficial a los hospitales de la Sociedad de Beneficencia.

Dicho proyecto fue rechazado por el Presidente debido “a que la Sociedad de Beneficencia es una

fortaleza inexpugnable contra la cual tendrán que fracasar todas tentativas de acción”116. En 1923, el

Director del departamento Nacional de Higiene, Dr. Penna renovó el intento con similares resultados.

“No es posible regirse en cuestiones de higiene y profilaxis por las leyes políticas que persiguen la

autonomía y la libertad. La prevención de las enfermedades exige una técnica más severa y coercitiva,

ejercida por un criterio unitario exclusivo, que actúe lo menos posible sobre la libertad individual pero

que asegure la preservación colectiva”117. Según Dona Guy (1999), en 1938, el Dr. Gregorio Aráoz

Alfaro, eminente especialista en pediatría y miembro del Instituto Internacional Americano de

Protección al Niño, sostuvo que la Sociedad de Beneficencia y otras organizaciones benéficas impedían

una organización lógica del bienestar infantil en la capital y en el interior del país. Por consiguiente, por

segunda vez desde 1918, propuso que se creara una agencia centralizada para coordinar los servicios de

asistencia a la niñez y la maternidad.

Alfredo Palacios, el famoso legislador socialista, presentó en diciembre de 1936 un proyecto de

ley para crear lo que Aráoz Alfaro había soñado: un Departamento Nacional de Maternidad e Higiene

Infantil. En el proyecto que llegó al Senado, se había agregado una nueva cláusula para impedir

específicamente el control de la Sociedad de Beneficencia. Cuando volvió a la Cámara de Diputados, la

cláusula había sido removida y el mandato del Departamento se transformó de “superintendencia” en

“vigilancia”. Las señoras alarmadas consiguieron una reunión con el Ministro de Relaciones Exteriores y

Culto, Carlos Saavedra Lamas, a quien le solicitaron entregara una nota al Dr. Julio A. Roca, Presidente

del Senado, para que la Sociedad fuera eximida del control. Posteriormente, se reunieron con otros

legisladores y ganaron la batalla.

Mientras Aráoz Alfaro pudo haber imaginado a un higienista como él mismo al frente de esta

oficina, y Alfredo Palacios intentó conectar la Sociedad con un Estado de Bienestar centralizado, que

solamente “supervisaría” la Sociedad, muchos gobiernos argentinos ofrecieron a la Sociedad de

Beneficencia la oportunidad de dirigir todos los asilos públicos y los hospitales regionales. En diciembre

de 1940, por ejemplo, el Ministro de Hacienda, Federico Pinedo, quiso transferir todos los hospitales e

instituciones de la provincia de Buenos Aires, controlados por la Comisión Asesora de Asilos y

Hospitales Regionales, a la Sociedad de Beneficencia. El presupuesto de 1941 les proveería fondos para

su mantenimiento pero no aceptaron. La entonces presidenta de la Sociedad recordó a sus colegas que la

misma oferta les había sido hecha en 1931 y que fue rechazada porque demandaría demasiado trabajo. Le

recordó al Ministro de Hacienda que “no había que olvidar que la Institución fundada por Rivadavia se

denominaba la “Sociedad de Beneficencia de la Capital,” y que, por lo tanto, sólo era responsable por

instituciones de la capital nacional (Guy, 1999).

Estas no eran las únicas batallas de la Sociedad a fines de la década del 30‟. Los esfuerzos por

crear una Comisión Nacional de Tuberculosis y un Departamento Nacional de Asistencia Social, además

de un Instituto Nacional de la Nutrición, contenían potencialmente un desafío a las políticas de la

Sociedad. En cada oportunidad, las damas se reunieron para discutir estrategias, recurriendo

ocasionalmente el auxilio de sus consejeros legales. En junio de 1940, la Sociedad enfrentaba otro

desafío. El Patronato deseaba realizar un censo de todos los niños abandonados o delincuentes que se

116 Coni, Emilio (1918: 311-312), Memorias de un médico higienista, Ediciones Flaiban, Buenos Aires, citado por Ramacciotti,

Karina Ines, 2001. 117 Departamento Nacional de Higiene. Conferencia Sanitaria Nacional 1923, citado por Ramacciotti, Karina Inées, 2001.

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encontraban en distintas instituciones. Como en el caso del Departamento Nacional de Maternidad e

Higiene Infantil, el Patronato Nacional de Menores solamente actuaba como ente supervisor de la

Sociedad de Beneficencia. Las damas rehusaron proveer la información, aunque sí entregaron datos

económicos para el censo desarrollado por el Registro de Bienes del Estado. La amenaza más grave para

la situación política de la Sociedad llegó con el golpe de estado de 1943. El decreto 12.311, del 21 de

octubre de 1943, creó la Dirección Nacional de Salud Pública y Asistencia Social. La principal tarea de

esta nueva organización era directamente antagónica al control de los hospitales y la beneficencia por

parte de ellas. Como respuesta, escribieron un memorándum al líder del gobierno militar, el Presidente

Farrell, el 16 de noviembre de 1943. De acuerdo a su propio informe, en ese momento el presidente

prometió que “no tocaría una institución creada por Rivadavia y respetaría su jerarquía y su autonomía y

que, en el último de los casos, la haría depender de la Presidencia de la Nación” (Guy, 1999). Finalmente

la Sociedad es intervenida en el primer gobierno de Perón.

Esta influencia del Estado y la incipiente socialización de los recursos tuvo que ver con los

principios del higienismo y con las modificaciones en la sociedad que se venían produciendo ante la

incorporación de nuevas capas sociales a la vida política. Fundamentalmente la clase media urbana, por

el acceso al gobierno del partido Radical, luego de la sanción de la ley del voto masculino secreto y

obligatorio en 1916 y, concomitantemente, por las crecientes luchas sociales llevadas a cabo por las

organizaciones obreras. En el primer cuarto del siglo XX, se inicia el proceso de industrialización en el

litoral del país, el que se fundamenta en un principio básico: el intercambio de equivalentes, por lo que el

Estado no puede seguir “protegiendo” sin más al indigente y debe progresivamente crear un mercado de

fuerza de trabajo libre. Lo debe “autonomizar” generalizando los valores básicos de la moral burguesa: el

ahorro, la adquisición y la valorización positiva del trabajo.

Durante la presidencia de Justo, en 1932, se crea el Fondo de Asistencia Social, dependiente del

Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto “... para cuya fiscalización y asesoramiento acerca del

funcionamiento de las instituciones subsidiadas, el Ministerio designó, en la capital y en las provincias,

comisiones Auxiliares de Señoras ad honorem por el tiempo de dos años” (Alayón, 1980: 40). Este

remplazaba al Fondo de Subsidios y tenía como función costear sueldos y gastos de administración de la

Sociedad de Beneficencia y de otras instituciones.

Entre las funciones de la Dirección Sanitaria y Asistencia Pública creada en 1902, cuyos servicios

“estarán a cargo de un médico higienista”, además de la atención médica a los indigentes válidos como ya

vimos, estaba la “inspección técnica de los servicios de higiene pública; inspección del matadero,

mercados, tambos, panaderías, caballerizas, cocherías, etc., profilaxis de las enfermedades infecto-

contagiosas; servicio de desinfección, tanto a domicilio como en estaciones ad hoc; vacunación anti-

variólica; asistencia al consultorio de niños, despacho de medicamentos gratis, cuando estos sean para

niños pobres, asistencia a domicilio para niños pobres”118. Fue fundada en la Intendencia de Abel

Zerda119. Desde este organismo, como vimos, se comienza la presión de ampliar el espacio de la higiene

pública y las demandas a la Nación para crear hospitales dependientes de una Asistencia Pública

Nacional, directamente vinculada con la acción contra las endemias propias de Salta, como la

tuberculosis y el paludismo. La “lucha antituberculosa”, se inicia en 1918, por el Dr. Washington

Alvarez, quien “estructuró una Comisión para combatir el mal”. Este es uno de los primeros intentos en

la lucha contra lo que se denominaba en ese momento tisis. Se había reunido en Córdoba el Primer

Congreso Nacional de Profilaxis Antituberculosa120. En 1924 se funda la Dirección de Defensa

118 Ordenanza de creación de la Dirección Sanitaria y Asistencia Pública, 18 de Agosto de 1902. (Municipalidad de la Ciudad de

Salta, Digesto, ordenanzas y decretos, resoluciones y reglamentos vigentes. Precedido por la ley orgánica de las municipalidades y de la ley de Elecciones Municipales. Publicación Oficial. Salta, Imprenta “El Diario”, 1925, p. 110). La reglamentación del registro de pobres se detalla más aún a partir de la ordenanza del 30 de Noviembre de 1918, sobre las atribuciones de la ahora llamada Dirección de Asistencia Pública. Las modificaciones son mínimas: el registro será llevado por un libro índice foliado (Art. 74). Se incluye a dos “doctores en medicina” como posibles autoridades “competentes” para otorgar “estado de pobreza”, además de las autoridades ya consignadas en la reglamentación anterior (Art. 75). La boleta que se le entrega a las “personas que se encuentran en estado de merecer la caridad pública” o “que sus recursos apenas alcanzan para llenar las necesidades más apremiantes de la subsistencia” (Art. 73), tendrá un “número de orden del registro”, “poniendo en ella el nombre y apellido del pobre, su edad, etc., con la firma del secretario y el sello de la Asistencia Pública” (Art. 78).

119 Fue su primer Director, por muchos años, el Dr. Ricardo Aráoz. Posteriormente la Asistencia es organizada por el Dr.

Washington Alvarez y pasará a depender del Consejo de Salud (Michel Ortiz, 1983) 120 En 1940 se crea el dispensario antituberculoso que funcionará en el Hospital del Milagro.

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Antipalúdica, institución de origen nacional, lo que muestra también la progresiva influencia de

instituciones higienistas nacionales en el ámbito provincial. En ese mismo año también se funda el

Hospital Regional de Güemes, gestionado por el gobierno nacional y sin la injerencia de la Sociedad de

Beneficencia.

El Consejo Provincial de Salud surge en 1933, en la gobernación de Avelino Aráoz. “Este consejo

dependía del Ministerio de Gobierno, era autónomo y puso bajo su órbita todas las reparticiones

sanitarias provinciales y municipales: Asistencia Pública, Servicio Médico de Tribunales y de policía,

Oficina Química, Inspección de Higiene y Veterinaria, Inspección de Farmacias y Departamento de

Medicina Escolar”121. Este consejo instituye premios y castigos para la población en base, según Michel

Ortiz, a la carencia de “conciencia sanitaria” y la debilidad del Estado en el control de la “higiene

pública”122. A la par de esto, se produce una progresiva especialización de la asistencia tanto “social”

como de la incipiente “salud pública”. Lo público asociado a lo asistencial y gubernamental empieza a

institucionalizarse. Para dar lugar a estas transformaciones, el Estado debe capacitar técnicos que tengan

como función deslindar la “pobreza ficticia” de la “real”, para ahorrar recursos y desenmascarar al

“falso” indigente. En esta misma época se crean en nuestro país las primeras carreras cursos que

constituyen los antecedentes de la formación profesional sistemática de Asistentes Sociales. En 1924, se

funda en la Universidad de Buenos Aires, el curso de Visitadores de Higiene Social, dependiente del

Instituto de Higiene de la Facultad de Ciencias Médicas. Los visitadores tenían, como su nombre lo

indica, la función de realizar visitas en los hogares pobres para constatar el cumplimiento de las normas

de higiene privada, además de atraer la familia al dispensario o centro de salud.

Luego la especialización de la incipiente Asistencia Social profesional y laica se asocia al área de

la “minoridad desamparada” y la juventud femenina “penalizada”, objetos de intervención fundamental

de las intervenciones asistenciales, sean estas benéficas, higienistas o gubernamentales. A la mujer que

ha abandonado la autonomía familiar por los “placeres del sexo”, se la somete a un proceso de

normalización. Tanto los institutos de menores como los patronatos de liberadas tienen como función

moralizar e inculcar hábitos de trabajo. En 1941 se crea la Escuela de Asistencia de Menores y Asistentes

Penales, dependiente del Patronato de Recluidas y Liberadas, la que en 1946 se constituiría en la Escuela

de Asistentes Sociales de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires (Alayón, 1980:182).

En Salta, en la década del 30‟, se desarrollaron una serie de actividades tendientes a lograr una

mayor profesionalización de la asistencia. El Dr. Washington Alvarez funda la Escuela de Parteras

(1918), en el Hospital del Milagro y la primitiva Escuela de Enfermeras y Cruz Roja (1925). Según

Michel Ortiz (1983), "lamentablemente quedaron en estado larval durante varios años por falta de

comprensión de los problemas sanitarios". Se produce la segunda fundación de la Cruz Roja en 1942,

donde se forman enfermeras. En 1950 se funda otra escuela de enfermeras denominada Dr. Eduardo

Wilde123. Finalmente, a mediados del siglo XX, en Salta, se termina de gubernamentalizar y centralizar

las profesiones denominadas como auxiliares de la medicina claramente femeninas. El Círculo Médico de

Salta se funda en enero de 1926 por la iniciativa Salvador Maza y es refundada luego, en 1934 (Michel

Ortiz, 1983: 118). En sus fundamentos se hace referencia a la importancia del control sobre el ejercicio

legal de la medicina por sobre la extendida práctica del curanderismo en Salta.

Luego de la primera guerra mundial las ideas eugenésicas estaban muy en boga en la Argentina

entre los médicos sanitaristas y habían tomado un cariz claramente conservador, a partir del golpe de

estado de Uriburu al presidente Radical Irygoyen. Desde esa fecha y hasta 1943, la historia Argentina se

caracteriza por elecciones fraudulentas, sentimientos fuertemente nacionalistas y conservadores. Se

habían producido en la década de los 20‟ una serie de movimientos sociales de ampliación de los

derechos civiles e importantes reivindicaciones y movilizaciones obreras, muchas de las cuales habían

121 Se estructuró de la siguiente forma: un presidente, un miembro designado la asociación Odontológica recién fundada, uno por

el Consejo Deliberante, uno por el Colegio de Farmacéuticos, uno por el Colegio de abogados y uno a propuesta del Consejo de Educación. En total siete miembros. (Michel Ortiz, 1983)

122 "Como por esos años las reglamentaciones sanitarias poco se cumplían, quienes legislaron se cuidaron muy bien en este punto, estableciendo por el Art. 94 de la ley de creación que "instó a todo habitante a denunciar la violación de las reglamentaciones sanitarias" y se daba medalla de oro, el 20 de febrero de todo los años, al que se distinguía por “su celo indicando los problemas sanitarios para beneficio de la población”. (Michel Ortiz, 1983)

123 Esta fue, más tarde, la base del departamento de Ciencias de la Salud cuando en la década de los 70 se funda la Universidad Nacional de Salta.

Page 48: La Pobreza: Configuraciones Sociales, relaciones de tutela y dispositivos de intervención (Salta, primera mitad del siglo XX)

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sido reprimidas en forma sangrienta. Esto había endurecido la actitud de las elites sobre la migración y,

como vimos, se buscaba refundar la nación en la búsqueda de un pasado común de influencia hispánica y

de homogeización racial que incluyera a las poblaciones del interior, en base a una idea de tipos

humanos diferenciados culturalmente que debían mejorarse en un sentido racial. La iglesia, cuya

influencia en la educación había sido limitada a partir de los procesos de laiquización que se venían

produciendo, en este contexto de ideas antiliberales, desarrolla una serie de estrategias para aumentar su

poder y controlar la amenaza que significaban las ideas socialistas y anarquistas de inmigrantes y las

liberales de cierta elite porteña. En 1928 se funda la Acción Católica Argentina cuyas actividades, a

mediados de los 30‟, eran una vehículo de expresión antidemocrática e inclusive proclive a sentimientos

profacistas. (Leys Stepan, Nancy; 1991: 60). Como hemos visto, la creación de los Consejos Obreros fue

otra estrategia para contrarrestar la amenaza de la subversión de las clases trabajadoras.

Finalmente, y a modo de conclusión, podemos afirmar que durante la primera mitad del siglo XX

los dispositivos de intervención social reflejan las configuraciones tutelares y la composición social

salteña. Estos vínculos tutelares e instituciones serviles o semi-serviles se entrelazan para constituir

configuraciones de una sociedad fuertemente estamental, jerarquizada y racista. Gradualmente, las

prácticas higienistas y una progresiva pero muy lenta liberalización de las relaciones de conchabo en la

finca, que recién se rompen con el Estatuto del Peón - sancionado por Perón en 1946 -, van retirando de

las relaciones de clase el tono, los vínculos y los lazos personalizados y simbióticos entre patrón y

peones. Sin embargo, no sale de escena el modelo doméstico de control. Hasta la intervención de la

Sociedad de Beneficencia, las configuraciones serviles en el hogar reproducen los vínculos tutelares

benéficos. Existe un entramado de linajes entre las prácticas discursivas higienistas y benéficas y la

monopolización de los medios de administración del estado por parte de los médicos higienistas de la

aristocracia local. Las damas de beneficencia son esposas o hijas de políticos y, en muchos casos, de

higienistas

Durante la década de los 40‟, se inicia una segunda etapa en la historia social salteña, que

denominamos de transición (1940-1960). En este período se produce un relajamiento de las relaciones

semiserviles, la conformación de un mercado de trabajo libre y, por lo tanto, la ampliación de grupos

asalariados junto a la conformación de una incipiente clase media.. Coincide además con la ampliación

de los derechos sociales durante los dos primeros gobiernos peronistas (1946-1955), una distribución de

la riqueza a favor de los sectores trabajadores y la recomposición de la estructura social nacional, por los

flujos migratorios del interior a la ciudad capital.

Page 49: La Pobreza: Configuraciones Sociales, relaciones de tutela y dispositivos de intervención (Salta, primera mitad del siglo XX)

49

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53

ANEXO I

FAMILIAS Y MIEMBROS DE FAMILIAS DE LA OLIGARQUÍA QUE SIRVIERON COMO GOBERNADORES, GOBERNADORES

INTERNOS O ACTUARON COMO GOBERNADORES EN LA PROVINCIA DE SALTA (1810-1963)124

Familias Años

Uriburu Col. Evaristo Uriburu

Dr. Pedro Uriburu Juan N. Uriburu José Uriburu Pío Uriburu

1831, 1836-1838, 1842-1846

1850 1862-1864 1864 1898-1901

Cornejo Juan José Fernández Cornejo José A. Fernández Cornejo

Abrahm Cornejo Julio Cornejo Lucio Cornejo

1810 1814, 1821, 1834-1836

1916-1918, 1940-1941 1828-1930 1946-1949

Saravia Pedro José Saravia Saturino Saravia

José María Saravia Manuel Antonio Saravia José Manuel Saravia

1811, 1827-1829 1821

1831-1834 1842-1846 1846-1848, 1850-1852

Güemes Martín Güemes José Güemes Manuel Güemes y Puch Martín G. Güemes

Adolfo Güemes

1815-1821 1831-1834 1856,1886-1889 1886-1889

1922-1925

Zorrilla Marcos S. Zorrilla Benjamín Zorrilla

1810 1869-1871

Aráoz Bernabé Aráoz Miguel F. Aráoz

Avelino Aráoz Ernesto Aráoz

1814 1854-1855, 1875-1876

1932-1936 1941-1943

Solá Victorino Solá Manuel Solá Juan Solá Pedro F. Remy Solá

1824-1827 1838-1840, 1859-1860 1877-1879, 1833-1886 1962-1963

Ovejero Sixto Ovejero David Ovejero

1867-1869, 1889-1890 1904-1906

Patrón Costas Robustiano Patrón Costas Luis Patrón Costas

1913-1916 1936-1940

124

Fuente Hollander (1976: 121).

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54

ANEXO II

PERSONAS VINCULADAS A LAS ORGANIZACIONES ASISTENCIALES, BENÉFICAS Y FILÁNTROPICAS EN SALTA HASTA

MEDIADOS DEL SIGLO XX125

SOCIEDAD DE BENEFICENCIA:

En su fundación participan: Juan Martín Leguizamón y M. Calvimonte de Fowlis

Los nombres de sus presidentas fueron126

: Azucena Alemán de Ortíz, su primer presidenta; Angela Leguizamón de

Palacios;

Francisca Uriburu de Castro; Sofía Uriburu de Arias; Manuela González de Todd; Sara Curth de Solá, Lía Linares de Arias

Doña Carmen Anzoátegui de Aráoz, la última presidente.

CONFERENCIAS VICENTINAS

1894

Francisa Uriburu de Castro (Presidenta honoraria); Prediliana Torino de Zerda (presidenta); Carmen Usandivaras de

Figueroa (vice). Resto de miembras: Amelia Ojeda, Aurora Castro, Rosa Costas, Rosa Cornejo de Martínez, Encarnación Tedín de López, Evelina Tamayo, Elisea Isasmendi de Ortiz (tesorera), Pbro. Gregorio Romero (primero director espiritual).

1898

Sofía B. De López (presidenta), Rosa Ojeda (tesorera)

1902

Sofía Uriburu de Arias (presidenta); Miembros de la Comisón Directiva: Canónigo Don Gregorio Romero, Sofía

Bedoya de López, Carmen Fleming de Ortiz, Elvira Orihuela de Rivadavia, Carmen Peralta, Rosa Ojeda, Peregrina Costas.

1914

Otros miembros de la Comisión Directiva por reemplazo de algún nombre anterior: Carmen Niño, Adela Tamayo de Gurruchaga, Angelina Martínez.

1916

Elena Toranzo de Serrey.

1919

Ana Fleming de Solá (se funda la Conferencia de Guachipas por su iniciativa).

125

Los nombres que se consignan no son exhaustivos de los miembros que formaron parte de las

comisiones de cada organización a lo largo de su vida institucional. Sólo pretenden ser una muestra que

permita vincular estos linajes con los de los gobernantes de Salta y las familias que conforman el núcleo

más cerrado de la oligarquía loca,l según Hollander. La información que se describe en este anexo

proviene de las siguientes fuentes: Estatutos de la Sociedad de Beneficencia de Salta, reconocida como

persona jurídica por el Exmo. Gobierno de la Provincia (1901). Salta, Imprenta “La industrial” de A.

Rodríguez; Memoria de la Sociedad de Beneficencia de Salta, correspondiente al período 1932-34.

(1935) Presidencia de la Sra. Lía Linares de Arias. Salta, Escuela Tipográfica Salesiana; El Patronato de

la Infancia (1913), fundado el 11 de Agosto de 1909. A favor de la niñez desválida. Salta, Silvester y Cía;

Estatutos de la Sociedad Santa Ana protectora de la ancianidad desamparada, establecida en Sala el 26 de

Julio de 1913. Salta, Imprenta Ribas Salas y Cia; Memoria del Consejo Particular de las Conferencias de

Señoras de San Vicente de Paul en sus Bodas de Oro 1945 (1946); Salta, Talleres Gráficos “San Martín”.

(Todos ellos de la Colección Dr. Zambrano, Biblioteca y Archivo Histórico de Salta) y Michel Ortiz,

Raúl Carlos (1983), Biografías médicas de Salta (Argentina), apuntes para una historia de su medicina.

Salta (en Biblioteca de la Municipalidad de Salta) 126

Según Michel Ortiz (1983) los nombres más “notables” de quienes la presidieron.

Page 55: La Pobreza: Configuraciones Sociales, relaciones de tutela y dispositivos de intervención (Salta, primera mitad del siglo XX)

55

1920

Muere el Obispo Romero y es sucedido por el Vicario General de la Diócesis y más tarde obispo, Mons. Julio

Campero

1925

Mónica Costas de Cornejo (preside la Comisión de “Señoritas” de la Conferencia del Centro Catequístico de la

Catedral.

1937 Sara Díaz de Michel (presidenta de la Fundación de la Conferencia de San Buenaventura con sede en el Seminario

Conciliar).

1942

María Ester Mendoza (presidenta de la Fundación de la Conferencia de Santa Teresa de Jesús).

Personas que acompañaron la presidencia durante 1915-1945

Vicepresidentas: Sofía Bedoya de López, Elena Toranzos de Serrey, Ester Ovejero de Becker, Isidora Benitez de

Aráoz, Mónica Costas de Cornejo, Calar Uriburu de Dávalos, Luisa Cornejo de Matorras, María Inés Vidal de Aráoz, María

Antonia Bedoya de Day, Juana Benitez de Fleming.

Secretarías y pro secretarías: Carmen Niño, Adela Tamayo Gurruchaga, , Elisa Sosa, Angelina Martínez, Emia

Wierna,

Tesoreras y protesoreras: Rosa Ojeda, Yone Cánepa, Lola Ovejero Grande, Serafina Costas, Nieve Zambrano de

Ovejero, Fanny Lola Becker de Cornejo.

PATRONATO DE LA INFANCIA

La comisión directiva que la funda estaba constituida por: Presidenta Srta. María Toranzo, Vicepresidenta Srta.

Elvira Usandivaras. Secretarias: Srtas. Felicidad Zuviría y Elisa Sosa Dávalos. Tesorera: Srta. Rosa Ojeda. Vocales: Manuela

Valdés, Elvira Sosa, Mercedes Leguizamón, María Romero, Francisca Patrón Costas.

La Comisión de Caballeros que la origina estaba conformada por: el Canónigo Gregorio Romero, Dr. Washington

Alvarez, Dr. Manuel Anzoátegui, Dr. Vicente Tamayo, Dr. David Saravia Castro, Ingeniero Enrique Clément, Mayor Ernesto

Day127

y Señor Pablo Saravia.

127

El Mayor Day es uno de los militares que en el golpe militar del 30‟ destituye al entonces

gobernador radical (Dcto. 12181, del 19 de Septiembre de 1939, Boletín Oficial).

Page 56: La Pobreza: Configuraciones Sociales, relaciones de tutela y dispositivos de intervención (Salta, primera mitad del siglo XX)

56

ANEXO III 128

CRONOLOGÍA DE LAS INSTITUCIONES DE ASISTENCIA EN SALTA HASTA LA

PRIMERA MITAD DEL SIGLO XX

LA CARIDAD RELIGIOSA: ETAPA COLONIAL

Hospital San Andrés 1805: se construye en el terreno al lado de la capilla de San Bernardo.

Luego de muchos inconvenientes, ya que había sido decidida su construcción desde 1586. No se

comienza su construcción hasta aproximadamente en 1796. Una vez terminado se entrega la

administración a los religiosos de la orden de los Betlemitas o "barbados". Esta orden era la primera de

origen americano, fundada en Guatemala por el terciario franciscano Pedro de San José Bethancourt. En

1761 llegan al Hospital San Roque de Córdoba y en 1804 a Salta. El primero de los Betlemitas, fue Fray

Manuel del Carmen "quien hizo de médico, babero, cirujano y enfermero". Aproximadamente, en 1811,

como consecuencia de la última invasión realista se cerró este hospital. En 1844 se lo destinó al local par

el actual Convento de Carmelitas. (Michel Ortiz, 1983: 29-31)

Farmacias laicas: en 1806 se instala la segunda farmacia laica (Michel Ortiz, 1983)

Ley Güemes (1819 y 1820): Denominada Ley Güemes de “protección a los trabajadores”. Se

permite la contratación libre de los trabajadores, garantizado por el estado. Además se fija ocho horas la

jornada de trabajo urbana y nueve la rural, se prohibe imponer multas a los obreros por faltas no

previstas en los reglamentos del trabajo, o retenerles el salario (art. 3 , inc. A), entregar billetes, vales,

bonos, fichas o cualquier forma de moneda alternativa (inc. B), se prohibe subarrendar peones a terceros

(art. 10) y quedan prohibido los servicios que exigen bajo las denominaciones usuales de

“comedimiento” “obligación” (art. 15). También prohibía a los patrones sustraer a de la escuela a los

hijos de los peones para ocuparlos en tareas menores. Este antecedente da lugar más tarde, en 1921, a un

proyecto de ley que termina en los hechos con la institución del conchabo como forma coercitiva de

trabajo. Es la época que el partido radical accede a la gobernación de Salta, creándose el departamento

provincial de Trabajo.

128 Fuentes entre otras:

Michel Ortiz, Raúl Carlos (1983), Biografías médicas de Salta (Argentina), 1500-1950.

Apuntes para una historia de su medicina. Siglo XIX. (MO)

Memoria del Consejo Particular de las Conferencias de Señoras de San Vicente de Paul en

sus Bodas de Oro 1945 (1946); Salta, Talleres Gráficos “San Martín”. (MSVP)

Memoria de le epidemia del Cólera 1886,87 y 88. Recopilación de leyes y decretos con anexos de

todas los documentos que manifiestan comprada la actividad del gobierno de la provincia por Abrahm A.

Becerra . Tomo I, Salta, Talleres de la reforma. Caseros 202 1888 (MEC)

Investigaciones realizadas sobre resoluciones en Boletín Oficial, Cooperadora Asistencial,

Ministerio de Bienestar Social, Mensajes de los gobernadores, documentos de los organismos de

beneficencia, etc.

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LA CONSTITUCIÓN DE LA REPÚBLICA Y EL ESTADO NACIÓN. PREDOMINACIA DEL

DISCURSO BENÉFICO (1810/30- 1900) Y TRANSCION DEL DISCURSO HIGIENISTAS AL DE LA

ASISTENCIA PÚBLICA (1900-1943/45)

La Cárcel correccional de menores existía desde 1825.

Conferencia de las Sacramentarias (1875): fundada por el Canónigo Don Pablo Padilla,

tomando posteriormente la denominación de la Catedral y luego de San Francisco (Memoria del Consejo

Particular de las Conferencias de Señoras de San Vicente de Paul:10). Poseía un hogar para asilo de

huérfanos denominado Colegio de las Sacramentarias. La Sociedad de Beneficencia entre otros objetivos

pedía limosna para los huérfanos asilados allí (Garrido de Sola, 1984: 311)

Lazareto 1886: El nombre provine del bajo latina lazarus- leprosos. “Se llamaban así las casas de

aislamiento, no solo de leprosos sino también de variolosos, coléricos, pestosos, etc. Salta se preocupo

por estas casas después de 1850. En 1886 se solían aislar a los coléricos en lugares especiales fuera del

ejido de la ciudad.. En 1890 se instala otro lazareto para variolosos. La ultima noticia sobre estas casa es

de 1929 cuando la provincia dona a la Nación un terreno en Zabala y Virrey Toledo para que se

construya una casa de aislamiento y en 1935 en el precario Lazareto frente al Hospital del Milagro

(...).pero al parecer la ación se quedo con el terreno sin construir nada. ((Michel Ortiz, 1983)

BUEN PASTOR (fundado según Michel Ortiz en 1893, según la Memoria de la epidemia del Cólera

en 1886) destinada a “mujeres criminales”.

QUINTA AGRONÓMICA (1886) se crea en terrenos adyacentes a la casa huérfanos (MEC, 1988)

LA SOCIEDAD DE BENEFICENCIA (1830-36):

La primera fundación de la Sociedad de beneficencia se data en 1830, pero recién desde 1836

tuvo una existencia “larval”, durante 28 años. “Es en el gobierno del ilustre oftalmólogo salteño Dr. Cleto

Aguirre y de su ministro Dr. Francisco Ortiz que se organiza definitivamente esa benéfica institución.

Don Juan Martín Leguizamón científico y antropólogo eminente y la literata M. Calvimonte de Fowlis

cooperaron para su creación” (Michel Ortiz, 1983).

Administra, hasta el primer gobierno de Perón en Salta, el Asilo de Huérfanas, el Hospital

“Josefa Arenales de Uriburu (14/9/32) donde se trasladan los enfermos tuberculosos del Hospital del

Milagro; la Maternidad Modelo “Luisa Bernal de Villar”, la “Sala Cuna Gota de Leche”, el Lazareto

Municipal y el Buen Pastor (Memoria de la Sociedad de Beneficencia, 1935)

Asilo de huérfanos, creado luego de la epidemia del cólera, en carácter permanente, al lado de la

finca agronómica (MEC, 1888)

Hospital del Milagro (1895): Se inaugura el 14 de abril de 1895, fue policlínica desde 1895 hasta

1960, luego se lo destinó para las enfermedades del pulmón y tuberculosis. En 1924 se inaugura el su

Servicio de Guardias . El primitivo Hospital del Milagro se funda en 1849. Es el continuador del Hospital

San Andrés.. En 1839 Pío Hoyos interviene en la inauguración de la nueva casa de salud, instalada en un

terreno de la esquina NE de los hoy calles Belgrano y Balcarce. No era mas que una casa con unas

cuantas camas, pero que sirvió a la población de salta durante 45 años". (Michel Ortiz, 1983: 32). "Como

no existían ya en Salta, los betlemitas que se habían ido antes de 1840, ni las hermanas del Huerto, que

aún no había llegado, se encargó la atención de los enfermos a las Srtas Dionisia Olarte y Manuela

Antonia Figueroa (ver apuntes históricos sobre Salta del Dr. Atilio Cornejo, Ed. 1937, pag 601, citado

por Michel Ortiz, 1983)

Page 58: La Pobreza: Configuraciones Sociales, relaciones de tutela y dispositivos de intervención (Salta, primera mitad del siglo XX)

58

Hospital de Niños (1913): El Dr. Ricardo Araóz la inauguro durante el gobierno de Robustiano

Patrón Costas. Comenzó con dos salas: San Luis y del Huerto. (MO)

Vieja sala Cuna ( 1920): se inaugura el servicio de lactancia de la Sala Cuna. Esta institución

representa la conocida Casa de Expósitos de Buenos Aires obra del gran Virrey Vértiz en 1779. . (MO)

Maternidad Luisa Bernal de Villar (1924): surge unida al Hospital del Milagro destinado a la

“madre pobre y al recién nacido”.

Hospital “Josefa Arenales de Uriburu” (14/9/32): (llamado comúnmente Hospital Arenales) .

Comienza a funcionar en 1935, allí se trasladan los enfermos tuberculosos del Hospital del Milagro.

Moderna sala cuna (1940): Se inauguró durante la presidencia de la Sociedad de Beneficencia

de Doña Carmen Anzoategui de Araóz.

CONFERENCIA DE LA CARIDAD O CONFERENCIAS VICENTINAS (21-9-1894).

En Salta, se establece la conferencia de “la Catedral”, el 21 de septiembre de 1894. Esta

institución desarrolla un sin número de “obras sociales”. Recibía subsidios del Gobierno de la Provincia y

de la Municipalidad. Ejemplo, en 1901 contaba con 200$ mensuales (100 de la Municipalidad, en “virtud

de que el Consejo suministra en sus posibilidades remedios, ataúdes, entierros, etc. a los pobres del

Municipio” y 1000 de la Provincia). En 1945 las Conferencias Vicentinas tenía 14 conferencias, 8 en la

campaña y seis en la ciudad de Salta, además de cinco talleres de costura que funcionan como auxiliares

de las conferencias Habían desarrollado a esta esa fecha, las siguientes actividades (MSVP:5-25)

Casa de pobres (1884) por préstamo de Rosa y Amelia Ojeda se abre la primera casa de pobres

en Calle General Alvarado entre Santa Fe y Catamarca.

Obra de Tabernáculos (1885)

Primera Comunión de niños de las escuelas una vez al año (1885)

Conferencia y Taller de la Parroquia la Merced (1896)

Asilo de pobres o mendigos (1896) cedido por el Banco de la Provincia de Salta gratuitamente

por tiempo condicional (España, entre 20 de febrero y 25 de mayo)

La Comisión accede a la Personería Jurídica (1897)

Casas para asilo de pobres 1898 (27-6), donadas por el Banco de la Provincia de Salta (“casitas

situadas en la calle Caseros y Santa Fe, hoy Caseros y Juramento, las que fueron facilitadas

provisoriamente a la Conferencia a las Sacramentarias, para albergar pobres.

Casa o asilo para pobres “Florencia de Ovejero”, Conferencia Vicentina La Merced (1911) (España entre Sarmiento y Corrientes), construida por la donación de la Sra. Florencia G. De Ovejero.

Conferencia de San Alfonso y taller auxiliar de esta conferencia (1911), bajo la presidente de

Lola Saravia .

Fundación de la Conferencias de Rosario de Lerma y Orán (1911)

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59

Construcción de doce “casitas” destinadas a obreros (1911), el 50% de los fondos fue una

donación del gobierno nacional.

Mesa de pobres en un salón de la Capilla de San José (1915), se habré habiéndose

“comprobado que no solamente las clases menesterosa necesitaba de alimentos sino que también gran

número de obreros, faltos de trabajos carecían hasta del sustento diario” (16) se crea esta “mesa de

pobres” donde concurrían de 120 a 150 pobres a almorzar. Fue suspendida por falta de local, siendo

reinstalada en 1929 en el local del Asilo San Vicente de Paul en los meses de invierno.

Asilo para Ancianas de San Vicente de Paul (Caseros y Juramento) (1918-1919). Se construyó

en el sitio “donde antes funcionaba una casa de pobres “hasta entonces ocupado por casuchas y cuartitos

antihigiénicos y medio derruidos, en donde se asilaba un grupo de familias menesterosas”. Se inaugura el

21 de septiembre de 1919 (capilla, 40 dormitorios, comedor, salón taller, enfermería, dos cocinas, baños,

tres patios, galerías y un departamento independiente)

Albergue para viudas con hijos menores de catorce años (1919). En base a la refacción de

cuatro casitas aledañas al asilo las fueron cedidas con carácter provisorio a la Conferencia de San

Francisco.

Formulación y aprobación de los reglamentos internos para las casa de obreros, casas de pobres

y asilo San Vicente de Paul (1919)

Instalación del Sanatorio San Vicente de Paul (1919). En una casa situada en la calle florida,

cedida por la policía de la Capital. Funcionó desde el 6 de mayo hasta el 26 de junio con motivo de una

epidemia de “gripe infecciosa”.

Fundación de conferencias de Cafayate y luego en Cachi, Coronel Moldes, Cerrilos, Rosario de

la Frontera y Guachipas (a partir de 1921). Esta fundación de conferencias se realiza “en estos lugares

tan apartados e incultos”, “tan desprovista de los beneficios de las Instituciones de caridad y de las

enseñanzas morales y religiosas” según las voces de sus fundadoras.

Fundación de la Conferencia de San Buenaventura con sede en el Seminario Conciliar (1937)

Fundación del pensionado gratuito para niñas huérfanas (1941) que se instaló en un

Departamento del Hogar San Vicente de Paul que había sido destinado para hermanas de la Caridad y

que no se logró su concreción. Era destinado a niñas “muy pobres que vivían en la campaña” que

estudiaban de maestras, corte y confección y dactilografía.

Casa para Asilo de pobres (1941) donada por Srta Serafina Costas a la Conferencia de San

Francisco, ocupado en 1945 con “ancianas menesterosas”.

Conferencia de Santa Teresa de Jesús en la Parroquia del mismo nombre (1942)

Instalación de la “mesa de pobres”, donde se reúnen diariamente unas 150 personas. Por decreto

4358 recibe un subsidio mensual del gobierno de la provincia en 1944 para su funcionamiento. (Fassio,

1945: 52)

LOS CONSEJOS DE HIGIENE (1855)

Los Consejos de Higiene se crean a nivel Nacional y luego provincial como entes consultivos del

gobierno conformados por médicos, filántropos y “personalidades” de la época. En Salta se funda en

1855, tres años después que el de Buenos Aires, durante el gobierno del Gral. Rudecindo Alvarado. Su

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60

primer presidente fue el médico Dr. Ezequiel Colombres. Esta institución es la predecesora inmediata en

Salta de la Dirección de Sanidad y en Buenos Aires del Dpto. Nacional de Higiene, lo que luego

constituyo la Secretaria de Salud Publica. Sufrió varios reestructuraciones, “en el gobierno del Dr.

Miguel S. Ortiz en 1882 luego en 1887, 1905 y 1917" (Michel Ortiz, 1983: 68 y 69)

PATRONATO DE LA INFANCIA (1890)

El primer Patronato de la Infancia fue fundado por Francisco Uriburo Patrón. Los terrenos fueron

donados por el Dr. Sidney Tamayo. (MO: 70)

El segundo Patronato fue fundado el 11-8-1909, en el XXV aniversario de la Sociedad de las

Hijas de María. Sus funciones fueron “tender la mano caritativa a la niñez pobre y desvalida”. (El

Patronato de la Infancia, 1913: 10) Su función esta “destinada a cubrir el manto protector a la niñez

desvalida” y es una institución que surge de las Hijas de María. Se propuso en su fundación 1) establecer

una sección especial para la protección de la primera infancia, 2) otra sección destinada a los niños

pequeños cuyas madres obligadas a atender la subsistencia diaria, no pueden cuidar sus hijos a las horas

de trabajo, 3) atención de los niños de familias pobres en sus propios hogares, 4) crear el ropero

permanente para proveer de vestuario a niños pobres (...) especialmente como elemento educativo los que

frecuentan las escuelas, 5) extender la acción a las diversas necesidades físicas y morales de los niños

secundando todas las iniciativas realizadas con este objeto por las autoridades públicas” (PI: 6-7)

Funda la Copa de leche en 1911, construye cinco viviendas para obreros y prevee la fundación

del asilo para niños del Patronato. (El Patronato de la Infancia, 1913)

En 1944 atendía “durante el día la vigilancia y namutención de los hijos del personal domésitco y

de obreras que, por la índole de las tareas que desempeñan, no puden atenderlos”. Por ello recibe un

subsidio del gobierno de la intervención de Fassio de 10.000$ por decreto 7301. (Fassio, 1945: 89)

ASISTENCIA PÚBLICA (DE LA INTENDENCIA DE SALTA): Tenía como función la “asistencia

médica al publico y no de administración sanitaria”. Fundada por Ricardo Aróz en la Intendencia de Abel

Zerda. Su primer Director por muchos años fue Dr. Ricardo Araóz. Posteriormente la Asistencia es

organizada por el Dr. W. Alvarez y pasara a depender del Consejo de Salud. Durante la décadas de 1940-

60 funcionó en el edificio de los Tribunales de la calle Belgrano y Sarmiento.

LA LUCHA ANTIPALÚDICA 1908

Una de las primeras legislaciones de la lucha antipalúdica apareció en 1908, siendo gobernador el

Dr. Luis Linares y obligaba la denuncia del enfermo. Posteriormente en el gobierno del Dr. A. Güemes,

su hermano, Dr. Luis, donó la manzana para que se instale la antipalúdica (año 1922)

SOCIEDAD SANTA ANA PROTECTORA DE LA ANCIANIDAD DESAMPARADA (1913 ):

Establecida en Salta el 26 de Julio de 1913, administra el asilo del mismo nombre y un “socorro

para los ancianos” destinado a aquellos que no puedan ingresar al asilo por ser “pobres vergonzantes”

(art. 3, Estatutos de la Sociedad: 8). Los ancianos que se reciban serán de “reconocida pobreza”

(Estatutos de la Sociedad: 10)

CAJA DE SOCORRO AL ENFERMO (1910)

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MUTUALIDADES

En 1914, según el Censo Nacional de Población de ese año, existían 1.202 sociedades de socorro

mutuos en el país. En Salta sólo 12, la mayoría de ellas españolas a diferencia de las de la ciudad de

Buenos Aires que eran mayoritariamente italianas. Por ejemplo, para esta misma fecha, la ciudad de

Buenos Aires tenía 214 sociedades de socorros mutuos de las cuales 66 eran de ayuda mutua, instrucción,

benéficas y de protección laboral (Passanante, 1987, p. 72 a 75).

HOGAR DE NIÑOS PALÚDICOS (1919) a nivel nacional: en 1957 es transferido a la Dirección de

Acción Social del menor. En 1998 el edificio pasa a ser propiedad de la provincia (en la actualidad se

encuentra bajo la responsabilidad de una ong MAM, brinda asistencia integral a menores madre o

embarazadas. (Rolhaiser, Martha Elizabeth, 2001)

CREACIÓN DE LA DIRECCIÓN DE TRABAJO (1921), durante el gobierno de Joaquín Castellanos.

Dirección de Defensa Antipalúdica (1924): institución de origen nacional.

Hospital regional de Güemes (1924): hospital nacional.

HOGARES PARA ANCIANOS

San Antonio de Padua 1916

San Vicente de Paul 1918

Hogar Santa Antonio: donación de Doña Lucia Quiros, primer director franciscano Rafael

Gobellio

Hogar Santa Ana 1963, creado pro la Srta. Josefina Ana Baca

ESCUELA DE PARTERAS 1918 Y ESCUELA DE ENFERMERAS Y CRUZ ROJA

El Dr. W. Alvarez funda la Escuela de Parteras en 1918 en el Hospital del Milagro. Las

Primitivas Escuelas de Enfermeras y Cruz Roja fueron fundadas también por el Dr. Alvarez en 1925.

Según Michel Ortiz (1983: 117) "lamentablemente quedaron en estado larval durante varios años por

falta de comprensión de los problemas sanitarios". En Bs. As en 1885 Manuel Gache fundo la primera

escuela de enfermero. Se produce la segunda fundación de la Cruz Roja en Salta en 1942, donde se

forman enfermeras. Funcionaba en la calle 20 de febrero al 100. Las escuelas de enfermeras y sanitarias

actuaban en la Escuela Urquiza. En 1953 se inaugura su nuevo edifico.

LUCHA ANTITUBERCULOSA 1918

PRIMITIVAS ESCUELAS DE ENFERMERAS Y CRUZ ROJA 1925

MEPRA 1926 Dr. Salvador Mazza Misión de Estudios de Patología Regional Argentina

CIRCULO MEDICO DE SALTA (24-01-1926) creado por iniciativa Salvador Maza, refundada en

1934

HOGAR ESCUELA PARA CIEGOS CORINA LONA 1930 comenzó en una aula de la Escuela

Rivadavia gracias la "obra generosa de Corina Lona. En 1955 el gobernador Ricardo Durand dono el

terreno para su actual sede"

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CONSEJO PROVINCIAL DE SALUD 1933: El Gobernador Avelino Araóz lo crea, seguidora del

viejo Consejo de Higiene y predecesora inmediata del hoy Ministerio de Bienestar Social. "Este consejo

dependía del ministerio de Gobierno, era autónomo y puso bajo su órbita todas las reparticiones sanitarias

provinciales y municipales: Asistencia Pública, Servicio Médico de Tribunales y de policía, Oficina

Química, Inspección de Higiene y Veterinaria, Inspección de Farmacias y Departamento de medicina

Escolar. Se estructuro de la siguiente forma: un presidente, un miembro designado por el CMS, un por la

asociación Odontológica recién fundada, uno por el Consejo Deliberante, uno por el Colegio de

Farmacéuticos, uno por el Colegio de abogados y uno a propuesta del Consejo de Educación, " total

siete miembros

"Como por esos años las reglamentaciones sanitarias poco se cumplían, quienes legislaron se

cuidaron muy bien en este punto, estableciendo por el Art. 94 de la ley de creación que "se instó a todo

habitante a denunciar la violación de las reglamentaciones sanitarias" y se daba medalla de oro el 20 de

febrero de todo los años al que se distinguía por su celo indicando los problemas sanitarios para beneficio

de la población" (MO: 120).

LUCHA CONTRA LAS ENFERMEDADES VENÉREAS 1933 (primera reglamentación)

modificada 1939, 48, 56 y 64. "Hoy la lucha antivenérea esta canalizada en la Dirección provincial de

Higiene Social" En la lucha contra las enfermedades venéreas, en 1933 se produce la primera

reglamentación, la que luego se canaliza mucho después por la Dirección Provincial de Higiene Social.

(Michel Ortiz, 1983:120)

PATRONATO DE LEPROSOS O FEDERACIÓN EL ENFERMO DE LEPRA 1935...

DISPENSARIO ANTITUBERCULOSA 1940

CONSORCIO DE MÉDICOS CATÓLICOS (40-45). Fundado en buenos Aires en 1929 por el Dr.

Luis Ayerza y en Salta a inspiración de los Dres. Vicente Uriburo y Carlos A. Castaño. Su primer

presidente fue el Dr. Sola Torino. Sin embargo el antecedente más antiguo sobre medicina y catolicismo

en Salta lo debemos al Dr. José Ma. Cabezón que en 1905 fundara entre nosotros el "Ateneo Católico" y

además escribió "Nociones de higiene sexual para un medico católico".. "medicina cristiana en lo social y

en lo psíquico". Además el Dr. Caros Costas, medico salteño, a fines del siglo pasado se vinculó al

movimiento católico inspirado por Estrada y Goyena.

SEGUNDA FUNDACIÓN DE LA CRUZ ROJA 1942 (fundada por Henri Durant en Suiza en

1864) tiene por objeto la atención del accidentado en las grandes emergencias: inundaciones, guerra,

incendios, terremotos, epidemias, accidentes.. En 1880 la organizan en Buenos Aires los Dr. Rawson y

Ayerza. Funcionaba en la calle 20 de febrero al 100. Las escuelas de enfermeras y sanitarias actuaban en

la Escuela Urquiza. En 1953 se inaugura su nuevo edifico.

ESCUELA DE PARTERAS Y ESCUELA DE ENFERMERÍA

El Dr. W. Alvarez funda la Escuela de Parteras en 1918 en el Hospital del Milagro1. Las

Primitivas Escuelas de Enfermeras y Cruz Roja fueron fundadas también por el Dr. Alvarez en 1925.

Según Michel Ortiz (1983) "lamentablemente quedaron en estado larval durante varios años por falta de

comprensión de los problemas sanitarios". En Bs. As en 1885 Manuel Gache fundo la primera escuela

de enfermero. Se produce la segunda fundación de la Cruz Roja en Salta en 1942, donde se forman

enfermeras. Funcionaba en la calle 20 de febrero al 100. Las escuelas de enfermeras y sanitarias

actuaban en la Escuela Urquiza. En 1953 se inaugura su nuevo edifico..