la personalidad fragmentada de nuestro tiempo

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  • 8/18/2019 La Personalidad Fragmentada de Nuestro Tiempo

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    UNIVERSIDAD INTERCONTINENTALMAESTRÍA EN PSICOTERAPIA PSICOANALÍTICA

    “Estructuras neuróticas”Ensayo ina!

    Ro"ri#o Va!$er"e E#ui%a“La &ersona!i"a" ra#'enta"a "e nuestro tie'&o(

    !a #!o)a!i%ación "e! e#o*s'o y !a in'e"iate%”

      En la problemática del amor se tiene una de esas cuestiones que tienen el carácter dela permanencia en la historia de las ideas, o con mayor cercanía afectiva, en la historia

    en-carnada de lo humano. Y aquí la carne, lo carnal, tiene una pertinencia fundamental;

    lo amoroso siempre tiene que ver con la carnalidad y con los modos en que algo se hace

    carne.

    Podemos decir de modo general que cada poca, cada regi!n geohist!rica, ha producidouna teoría amorosa que es a la ve" un refle#o del modo de vivir el $misterio%, una tcnica

    del c!mo vivirlo, y fundamentalmente un ideal, lo que debe ser. &especto a esto 'ltimo,

     parece ser condici!n natural de la vivencia amorosa el que en ella sea difícil discernir lo

    que es real de lo que es ideal; ello tambin podría se(alarse de cualquier intento que

     pretendiera aprehender la manera en que los seres humanos de cualquier tiempo,

    incluido ste, viven concretamente eso que los une y al que generalmente se le denomina

    característicamente, amor.

    )in embargo, y pese a las limitaciones con las que el pensar se enfrenta en la intenci!n

    de conocer al amor, es igualmente ineludible ensayar más que respuestas,cuestionamientos que sigan de cerca al espíritu de la poca, so pena de quedar 

    enmudecido abrumado por los fen!menos que nos recorren en cada acto y en cada

    elaboraci!n de un mundo.

    )in duda un hito en el pensamiento moderno fue la creaci!n de la teoría psicoanalítica; y

    decirlo así tiene necesariamente que implicar que hay un hombre moderno, una forma de

    $carnalidad% moderna, y siguiendo el #uego epistemol!gico que no es sino una manera

    de autonombrarse, en cierto momento o giro hist!rico, ese hombre deviene el hombre

     posmoderno.

    *na de las características más sobresalientes de esa $condici!n posmoderna%, es laglobali"aci!n de todos los procesos por los cuales e+iste una construcci!n antropol!gica

    en movimiento. lgunos verán en ese con#unto de procesos sincr!nicos el $fin de la

    historia%, correlativo del nacimiento de la economía de mercado. a l!gica inscrita en el

    capitalismo como modo de producci!n y como modo de vida, tendrá el poder enorme de

    subsumir en su dinámica m'ltiples elementos para hacerlos resonar con la ley del

    consumo.

    El psicoanálisis es, desde sus fundamentos en la e+periencia neur!tica de la histrica,

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    una teoría er!tica tambin; y más a'n, aquello que será develado en el descubrimiento

    freudiano del inconsciente, acerca tangencialmente lo más profundo del $aparato

     psíquico% y su malestar, en tanto construcci!n hecha a base de vivencias

    transgeneracionales, y la problemática perene del amor. El sufrimiento neur!tico, es

    esencialmente una sed frustrada de amor, y una sed condenada a la insaciabilidad.

    Puntuali"ando, y en con#unci!n con la aparici!n en la escena de la historia del hombre posmoderno, es preciso seguir el curso que ha tomado el malestar neur!tico,

     propiamente moderno, con sus rituales culturales de represi!n y mo#igatería, con su

    característica negaci!n de todo lo se+ual y primitivo en lo humano, para apreciar los

    rasgos er!ticos del ser humano contemporáneo.

    Y como la teoría psicoanalítica cumple de cerca eso anotado en la ciencia física misma,

    de transformar aquello que ba#o los prop!sitos de la investigaci!n científica entra en su

    laboratorio, el hombre moderno y su historia fue tocado de forma irreversible por el

     psicoanálisis. e qu forma y hasta que punto el hombre posmoderno ha sido modelado

     por la ca#a de pandora abierta de la se+ualidad y el determinismo de lo inconsciente, es

    una cuesti!n difícil de dilucidar brevemente. unque es probable que en esamodeli"aci!n tendría que ser incluida la creaci!n misma del psicoanálisis, es decir, el

    descubrimiento freudiano es tributario igualmente de ciertas condiciones hist!ricas, que

    vistas en con#unto llevan a la civili"aci!n europea a ser el espacio germinal de la era de

    la globali"aci!n.

    os escritos de /ernberg, uno de los representantes de la llamada teoría de las relaciones

    ob#etales, se caracteri"an por tomar como tema para el traba#o analítico la definici!n

    clínica y te!rica de lo que se construye conceptualmente como estructura $fronteri"a%.

    )e trata en esencia de una novedad te!rica que el psicoanálisis se vio obligado adelinear, toda ve" que los fen!menos clínicos a los que se ha ido enfrentado de forma

     posterior a la primera generaci!n de analistas, no embonaban con las estructuras

     psíquicas $clásicas%, la neurosis y la psicosis. En la misma línea de lo desarrollado

    anteriormente, podría decirse que la tendencia hist!rica más general, encarnada en ese

    hombre al que aquí denominamos posmoderno, se dirige a eso fronteri"o, esa tierra de

    nadie entre los sufrimientos represivos y del amor ideali"ado e imposible, edípico, de la

    neurosis, y los sufrimientos terribles y angustiosos de la locura, de la ausencia radical de

    amor.

    0e qu sufre el hombre actual1, 0!nde está la teoría amorosa y por tanto los amores,de la personalidad de nuestro tiempo1

    /ernberg apunta en su teoría er!tica psicoanalítica, a las llamadas condiciones del $amor 

    maduro%, genital, como el ideal clínico y tico que el psicoanálisis aporta a la historia de

    las ideas. )e trata en esencia del reconocimiento del otro como otro, de la interrelaci!n

    de dos individuos que entrela"an recíprocamente una historia relacional y son capaces de

    encarnarla de una forma totali"ada, o de dicho de otra manera, son capaces de vivir una

    e+periencia orgásmica de entrega, en la que las e+periencias er!ticas parciales y previas,

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    se congregan y permiten el encuentro autntico.

    os adultos, no ni(os ni adolescentes, podría agregarse esquemáticamente; la precisi!n

    es apropiada en tanto precisamente la naturale"a infantil de las relaciones de ob#eto, de

     pulsiones parciales diría 2reud, es s!lo parte de ese desarrollo ideal e hist!rico que es en

    sí el desarrollo libidinal mismo. 3ay un movimiento, una pugna, hay algo que empu#a al

    crecimiento individual hacia ese punto que es la vida adulta, verdaderamente adulta, y alas detenciones del proceso, corresponden las distintas formas de psicopatología, de

    sufrimiento.

    Esa es lo que aporta de nuevo la teoría psicoanalítica del amor; las maneras de sufrir 

    características de lo humano son enfermedades del proceso por el que se llega a ser 

    adulto.

    $a personalidad fragmentada de nuestro tiempo%, se coloc! como título de este ensayo;

    el hombre contemporáneo sufre de la imposibilidad del vínculo, lo humano que nos

    concierne ahora es fronteri"o, vive en la liberaci!n desenfrenada de una se+ualidad

     basada sobretodo en la imagen, el narcicismo.a teoría amorosa vigente es, siguiendo la l!gica del consumo totalitario, la ley de la

    oferta y la demanda. os vínculos son contratos, las relaciones son parciali"adas, a la

    manera del catálogo, el tiempo es traducido econ!micamente como ganancia y no hay

    que perderlo, el consumo del otro sigue el estilo de la comida rápida, lo temible es la

     prdida de la $belle"a% ideali"ada en la imagen del #oven eterni"ado, eternamente ni(o y

    adolescente, pero no adulto; la adulte" huele a compromiso y sufrimiento neur!tico,

    sacrificio, negaci!n del individualismo, imposibilidad de consumir los productos que

     permanentemente abarrotan los espacios p'blicos para no de#ar espacio vacío. 04acío de

    qu1 e relaci!n real podría inferirse fácilmente.5odo ello no es a#eno a la producci!n masiva de sub#etividad; el ser humano

    contemporáneo valora agresivamente la llamada libertad, sin tomar demasiado en cuenta

    que se trata de una libertad sumamente condicionada para el consumo. Esa forma de

    libertad es producida en la gran perspectiva del cálculo capitalista; por ello resulta

    conveniente la psicopatología vigente a la dimensi!n mercadol!gica del proceso

    hist!rico.

    6tro de los rasgos que caracteri"an a lo contemporáneo, es la inmediate", que no es sino

    otro de los rostros que tiene la inmadure"; lo infantil es por esencia intolerante a la

    frustraci!n, y diametralmente opuesto puede colocarse a la relaci!n que lo $adulto%matiene tanto con el tiempo, de la espera y de la demora, como con lo que se le opone a

    lo que desea. 5odos los seres humanos, sin importar su edad o condici!n

    socioecon!mica, se las ven con el hecho universal de la diferencia entre sus fantasías y

    la realidad. a realidad familiar, social, econ!mica, c!smica, aparece tempranamente

    como algo inamovible y por tanto rígido, en m'ltiples ocasiones $malvolo%, por lo

    menos desde el punto de vista del deseo.

    sí que decir inmediate" es se(alar esa posici!n vital que se desentiende de la

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    frustraci!n y pretende enga(ar a lo real a partir de artima(as mágicas para evitar el

    dolor. 5odo tipo de ideologías $felicistas% proliferan en la poca de los mercados

    globales, la producci!n tecnol!gica cada ve" más refinada simula resolver todos los

     problemas y de forma rápida, instantánea. En cada producto se vende una felicidad

    inmediata, aunque por la misma se tenga que pagar despus; el crdito es el

    endeudamiento nacido de la postergaci!n con fines a deleitar al narcisismo posesivo delmomento.

    7aída vertiginosa para el que el $fronteri"o% humano del momento no tiene defensa,

     principalmente si se piensa en la manera en que esa condici!n posmoderna se encarna en

    la mentalidad más territorial de lo me+icano.

    )e trata particularmente de un psiquismo maltratado por la escase" hist!rica, por la

    herida narcisista de no tener en abundancia como el europeo y el norteamericano.

    e ello resultan la avide" y la avaricia, con la que el me+icano promedio ha recibido las

    delicias de los $tratados libres%.

    En el trasfondo clínico, en eso que no se dice en la palestra p'blica que promueve el

    $desarrollo% y el consumo, el me+icano $promedio% vive en condiciones de granviolencia intrafamiliar, de relaciones $amorosas% cargadas de agresividad, violencia de

    gnero; entregado a la impulsividad del momento, la progenie se gesta a partir de

    relaciones más basadas en el goce se+ual del otro, de partes del otro más bien, que de

    relaciones amorosas autnticas. Evidentemente que de ello sea correlativa una pobre

    visi!n del futuro, del compromiso sostenido que implica la conformaci!n material y

    afectiva de una familia, con el consiguiente fracaso del vínculo.

    e tal constelaci!n de cosas viene naturalmente el que una gran cantidad de ni(os sean

    criados sin padre, ba#o condiciones econ!micas deficientes, sembrando las bases para la

    continuidad de esa forma de sub#etividad humana que nos concierne.a delincuencia, tan com'n y omnipresente en la realidad me+icana, es una forma

    organi"ada de envidia y agresividad parciali"ada, es portavo" de esa sub#etividad

    incapacitada para el amor que ve en la posesi!n y sin esfuer"o, la meta a lograr a toda

    costa, a pesar y en contra del otro, del que mira con recelo en tanto ha logrado el sue(o

    me+icano-americano.

    Es preciso in-culturar la teoría psicoanalítica en el centro de tales fen!menos de clínica

     política, institucional, grupal, familiar e individual. 8o por un afán $morali"ador%, que

    ni cuadra con el espíritu científico que aun pervive en el psicoanálisis, ni va de acuerdo

    con los principios que el mismo ha develado del funcionamiento inconsciente.Es in'til mostrar el ideal para ser alcan"ado imaginariamente, toda ve" que #usto de lo

    que se trata irrumpe en la imagen que el ser humano tiene de si mismo y le se(ala las

    formas condicionadas de sus elecciones y preferencias, principalmente en lo que toca a

    la dimensi!n amorosa. $8adie puede dar lo que no tiene% re"a el dicho; aunque en lo

    amoroso siempre se #uega una donaci!n de sí que nunca se alcan"a.

    Pero sin duda la $funci!n% teraputica tiene una naturale"a tica fundamental; con toda

    la abstinencia posible se trata de una labor dirigida a lo humano y sobretodo a su

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    sufrimientos, amorosos en mayor medida.

    El ser humano liberado se+ualmente y ba#o las pasiones fugaces del momento, aun se

    que#a. )e que#a de que no tiene, se que#a de que no puede, se que#a de su libertad y de su

    narcicismo. )e que#a del vacío y del sin sentido, se que#a de que no es amado y de que

    no puede amar.

     8o tomar una posici!n clara y contundente respecto a la l!gica más amplia de los procesos que globali"an la inmediate" y la capitali"aci!n de los vínculos, es

    complicidad. 8o se trata de negar los beneficios disponibles de la poca posmoderna, ni

    de proponer una huida hacia un pasado beatífico-neur!tico en el que los vínculos

     perduraban y el amor romántico predominaba. )obretodo si se tienen en cuenta los

    secretos perversos que le subyacían.

    )i la teoría psicoanalítica, como visi!n de lo humano sobre sí, como auto-revelaci!n

    er!tica, ha podido contemplar que la relaci!n amorosa entre adultos es posible, que la

    libertad no contradice el más alto compromiso amoroso sino que al contrario lo hace

     posible, si el goce se+ual en lugar de permanecer en la atm!sfera muda de una

    masturbaci!n compartida, puede desarrollarse más allá de lo que la corta visi!n de lainmediate" y lo parcial puede vislumbrar, si el consumo puede desplegarse en

    con#unci!n con otras dimensiones humanas sin convertirse en un fin por si mismo, es

    inevitable pensar que tal teoría tiene algo que decirle al hombre posmoderno, al

    me+icano pseudo-posmoderno.

     8o desde el palco sacerdotal del saber evidentemente, sobretodo si ese lugar ha quedado

    vacante como parte del proceso hist!rico, sin significar con ello que alg'n otro discurso

    no tome de ve" en ve" ese lugar.

    as formas concretas en que ello tenga lugar están abiertas, como siempre, a lacreatividad fecunda con que los psicoanalistas puedan hacerse un lugar responsable en el

     proceso hist!rico, y por tanto, se trata de una cuesti!n igualmente abierta la de hasta qu

     punto la teoría er!tica que hace posible el psicoanálisis pueda participar en ese proceso

    del que ella misma es una dimensi!n más.