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LA PARTICIPACIÓN POLITICA DE LOS SECTORES POPULARES EN EL EGIPTO FARAÓNICO Rubén Lasso I.S.P. DR. Joaquín V. González [email protected] INTRODUCCIÓN El presente trabajo tiene como objetivo analizar las relaciones entre las clases subalternas 1 y su participación política en el Estado 2 del Egipto de los faraones. La egiptología comienza a partir de la segunda posguerra el interés por los sectores populares, sin embargo, no se cuenta con investigaciones que analicen el rol desempeñado por los sectores populares en la historia política egipcia. Pero, como manifiesta Gramsci (1981: 96) la historia de las clases subalternas está entrelazada con la de la “sociedad civil” y es una fracción disgregada de ésta, en las que han que estudiarse, entre otras fases, “su adherencia a formaciones políticas dominantes pasiva o activamente, o sea, tratando de influir en los programas de estas formaciones con reivindicaciones propias”. La propuesta del trabajo es, entonces, iniciar una búsqueda tendiente a identificar a tales clases, averiguar los motivos de su adherencia al Estado y sus formas de resistencia y protesta. La mayor dificultad de esta investigación radica en la escasez de fuentes que se refieran específicamente a los sectores populares, especialmente aquellas que aludan a los campesinos, así como la disponibilidad de las mismas en nuestro medio. 1 El enfoque se centrará en el análisis de los sectores populares. Iniciado por Georges Lefebvre, se fortalecerá con los aportes de la sociología histórica y la antropología económica -en particular del movimiento sustantivista-, a fines de los cincuenta del siglo XX. Es en esa época cuando los estudios de los campesinos y sus movilizaciones (a pesar de los trabajos fundacionales de Kautsky y Lenin de fines del siglo XIX y de Chayanov de principios del XX) cobren relevancia con los ensayos de Hobsbawm, Thompson, Shanin y Scott, entre muchos otros. 2 Se entiende por Estado, como propone Gregory Johnson, (Redman 1990: 358) una sociedad que “se regula principalmente mediante una organización de toma de decisiones con especialización interna, estructurada como mínimo en tres niveles jerárquicos, y que cuenta, además, con un suministro institucionalizado que le permite mantenerse, resultar operativa y materializar sus decisiones.” Entre sus características sobresalen: la concentración del poder económico y político, la organización basada en demarcaciones políticas y territoriales, el acceso jerarquizado y diferenciado a los recursos básicos, y el monopolio de la fuerza. 1

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LA PARTICIPACIÓN POLITICA DE LOS SECTORES POPULARES EN EL EGIPTO FARAÓNICO

Rubén Lasso I.S.P. DR. Joaquín V. González [email protected]

INTRODUCCIÓN

El presente trabajo tiene como objetivo analizar las relaciones entre las clases

subalternas1 y su participación política en el Estado2 del Egipto de los faraones.

La egiptología comienza a partir de la segunda posguerra el interés por los

sectores populares, sin embargo, no se cuenta con investigaciones que analicen el rol

desempeñado por los sectores populares en la historia política egipcia. Pero, como

manifiesta Gramsci (1981: 96) la historia de las clases subalternas está entrelazada con

la de la “sociedad civil” y es una fracción disgregada de ésta, en las que han que

estudiarse, entre otras fases, “su adherencia a formaciones políticas dominantes pasiva o

activamente, o sea, tratando de influir en los programas de estas formaciones con

reivindicaciones propias”.

La propuesta del trabajo es, entonces, iniciar una búsqueda tendiente a

identificar a tales clases, averiguar los motivos de su adherencia al Estado y sus formas

de resistencia y protesta. La mayor dificultad de esta investigación radica en la escasez

de fuentes que se refieran específicamente a los sectores populares, especialmente

aquellas que aludan a los campesinos, así como la disponibilidad de las mismas en

nuestro medio.

1 El enfoque se centrará en el análisis de los sectores populares. Iniciado por Georges Lefebvre,

se fortalecerá con los aportes de la sociología histórica y la antropología económica -en particular del movimiento sustantivista-, a fines de los cincuenta del siglo XX. Es en esa época cuando los estudios de los campesinos y sus movilizaciones (a pesar de los trabajos fundacionales de Kautsky y Lenin de fines del siglo XIX y de Chayanov de principios del XX) cobren relevancia con los ensayos de Hobsbawm, Thompson, Shanin y Scott, entre muchos otros. 2 Se entiende por Estado, como propone Gregory Johnson, (Redman 1990: 358) una sociedad que “se regula principalmente mediante una organización de toma de decisiones con especialización interna, estructurada como mínimo en tres niveles jerárquicos, y que cuenta, además, con un suministro institucionalizado que le permite mantenerse, resultar operativa y materializar sus decisiones.” Entre sus características sobresalen: la concentración del poder económico y político, la organización basada en demarcaciones políticas y territoriales, el acceso jerarquizado y diferenciado a los recursos básicos, y el monopolio de la fuerza.

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I. LA COSMOVISIÓN EGIPCIA

1. El principio regulador del universo y rector de la actividad humana

Entender las acciones llevadas a cabo por un habitante del Egipto faraónico

implica abordar las características de su pensamiento. Si bien esta premisa es válida

para cualquier época y lugar, lo es más en esta civilización puesto que ser y actuar son

dos verbos que forman una unidad en la mentalidad egipcia.

En el centro del imaginario social egipcio se encuentra la noción de “orden,

justicia –Maat-“. Veracidad, orden y justicia forman parte de este concepto.3 La Maat

es el principio rector del universo y por lo tanto la norma que todos los humanos deben

seguir, tanto en sus relaciones sociales como con la naturaleza, sin importar su nivel

social o responsabilidad política; quien no aplica la Maat renuncia al ser.4 Los mitos

egipcios hacen alusión a la contienda entre Horus y Seth, que no es otra que la entablada

entre la Maat, y lo que se le opone: el caos, la iniquidad y el engaño; esta lucha, aunque

pudiera tener un trasfondo histórico no deja de ser una elaboración intelectual que

justifica la aparición del Estado.5 El dualismo que surge de esos principios morales, se

aplica a los distintos aspectos de la vida del antiguo egipcio; desde su visión del país

(Alto y Bajo Egipto) y del mundo (norte-sur, oriente-occidente, arriba-abajo), a la

sociedad (dirigentes y dirigidos).6

Según la teología heliopolitana, Horus7, como primogénito del primer rey de

Egipto, era el sucesor legítimo de su padre Osiris, y, por lo tanto, dueño del país. Si se

tiene en cuenta que el rey egipcio es la encarnación de Horus, él resulta ser el principal

encargado de aplicar la Maat en el mundo, ya que es un “dios bueno -neter nefer-. Esta

concepción del mundo en desorden, producto de la lucha entre dos principios diferentes,

hace necesaria la presencia del monarca y justifica la existencia del Estado. Los deberes

del rey son, entonces, destruir el desorden, mantener el equilibrio logrado y garantizar la

felicidad de los egipcios en este y el otro mundo. Además de la Maat, son atributos

3 Los principios morales egipcios han sido desarrollados por Abraham Rosenvasser (1929), y (1973). 4 Personificada como una diosa, hija –o madre- del dios Ra. El jeroglífico de su nombre es la pluma, y con esa forma se puede ver en el platillo de la balanza, mientras que en el otro está el corazón –representando la conciencia- del muerto. El hombre debe cumplir la Maat en este y el otro mundo. 5 Las bases intelectuales del inicio del estado egipcio han sido analizadas muy acertadamente por Barry Kemp (1992). 6 Sobre los principios de dualidad, unidad y complementariedad, véase Rubén Lasso (2003: 28-31). 7 En orden cronológico, el de “Horus”, fue el primero de los cinco títulos reales, al que luego se agregó el de Her nebti, traducido habitualmente como “Horus de oro” pero, que posiblemente sea más correcto mencionar como “Horus vencedor de Seth”, reforzándose así la misión real de establecer el equilibrio de fuerzas y mantener el orden por medio de la justicia.

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reales el “orden creador -hu’-” y la “comprensión –sia-”. Tanto las imágenes pintadas

como las esculpidas, desde los inicios y hasta el final de la monarquía, muestran al rey

realizando acciones en ese sentido; así se lo puede ver tanto en el acto de abrir un canal

de riego que permitirá la prosperidad económica, como dando muerte a sus enemigos o

legislando para proteger al humilde.8

Ante la ausencia de una palabra egipcia que aluda al Estado, como en otras

monarquías antiguas, se concluye que es el rey quien lo encarna9 identificándose así,

gobierno con Estado. El visir es el funcionario en quien el monarca delega la

administración del país y por lo tanto es quien ejercita la Maat, ya que ella es la garantía

de éxito; si no la aplica, actuará como un bumerang en su contra. No es casual que Thot,

el dios de los escribas, sea el encargado de la marcha del mundo y hasta de la ubicación

de los dioses en el universo10.

2. El poder y las relaciones sociales en el Egipto antiguo

Para entender las relaciones entre el poder político y la sociedad del Egipto

faraónico se puede utilizar el aporte de los sustantivistas11, como Karl Polanyi, que

sostenían que el objetivo de todo sistema económico era el de proporcionar al hombre

los medios con los que satisfacer sus necesidades, y que en economías sin mercado12,

como la del Egipto faraónico, ello se lograba por la aplicación de dos mecanismos:

reciprocidad y redistribución. La reciprocidad es todo movimiento de productos entre

puntos correlativos (hombres, instituciones) pertenecientes a grupos que mantienen una

relación simétrica entre ellos. En cambio la redistribución consiste en un movimiento de

asignación de productos, primero desde la periferia hacia el centro social o político y

luego en sentido contrario13.

Por su parte, el modelo de economía moral14 sostiene dos principios

fundamentales, el de subsistencia y el de reciprocidad, que se articulan creando

8 Sería imposible mencionar todas las fuentes, ya que disponemos de por lo menos una de casi todos los reyes egipcios; sirvan a modo de ejemplo, la Maza del Rey Escorpión y la Paleta de Narmer. 9 Véase Sergio Donadoni (1991: 17) y H. Frankfort (1998: 111). 10 “Fui exacto como la balanza, exacto y justo como Thot” (Estela de Intef). En cuanto al concepto de “Maat” se recomienda: Francois Daumas (1982); Philippe Derchain (1977: 101-189); y Jean Yoyotte (1986: 10-29). 11 El sustantivismo surgió a fines de la década de 1940 a partir de las ideas de los historiadores de la economía denominados primitivistas, y como corriente antropológica opuesta al formalismo, ya que creían incorrecto aplicar el análisis económico de las modernas sociedades industrializadas a cualquier época y organización humana. 12 Sobre la ausencia de mercado véase Polanyi, Arensberg y Pearson (1976). 13 Juan J. Villarías Robles (1998: 241-243). 14 Esta categoría de análisis fue creada por Edward P. Thompson, desarrollada por James Scott.

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relaciones interpersonales entre estatus socioeconómicos diferentes, que implican la

circulación de bienes, servicios y elementos simbólicos, a las que se comprometen los

actores sociales por compartir un sistema de acuerdos formales y normas sociales no

escritas. La reciprocidad la que proporciona la noción de equilibrio del intercambio y

origina una “economía moral”. Se establece así, una relación personal, recíproca, de

dependencia, reflejo de una estructura social vertical, en la que el beneficiario de estas

prestaciones se convertía en una persona ligada a su benefactor –funcionario del

gobierno o propietario de la tierra- por un interés personal, por un sentido de obligación,

que involucra relaciones afectivas.15 El análisis del clientelismo no debe reducirse a un

simple vínculo de fidelidad ni a una estructura de dominación16, debiendo evitarse toda

interpretación mecanicista de la vida social17. La economía moral hace referencia a un

equilibrio logrado con el tiempo entre obligaciones y derechos reconocidos y

respetados por las clases subalternas y los sectores propietarios.

Las grandes instituciones (templo y palacio) y las clases propietarias utilizaban

su prestigio social y su poder económico en favor de los trabajadores, así como de los

indefensos –pobres, huérfanos y viudas-18 mediante la asistencia material, las

prestaciones de carácter simbólico y la solidaridad social y, por su parte, los sectores

objeto del beneficio retribuían con el pago de tributo, lealtad y obediencia.19

II. LA ORGANIZACIÓN SOCIAL DEL EGIPTO FARAÓNICO

1. La estructura social

15 El funcionario recuerda a su hijo “Reparte entre tus clientes de lo te ha tocado como parte. No hay nadie que sepa como le irá cuando piensa en el mañana. Si la desgracia cae sobre los favorecidos, todavía quedan los clientes que le dirán: ‘Bienvenido’.”, Enseñanza de Ptahotep, máxima 22, Papiro Prisse. 16 Según Godelier es necesario consentimiento para establecer relaciones de dominación, sin embargo, otros investigadores están de acuerdo. Para analizar esta discusión, véase Ana Fund Patrón de Smith (1991: 25-37). 17 Respecto a la relación patrón cliente, véase José María Izmícoz Beunza, (1998: 31-66). 18 Estos sujetos sociales son un tópico en la literatura del Cercano Oriente. Entre las fuentes egipcias se puede mencionar a modo de ejemplo, la Enseñanza para Merikara: “No oprimas a la viuda; no prives a un hombre de su herencia paterna...”; la Biografía de Mentuwoser : “Fue padre del pobre” y “protector de la viuda”; y la Estela de Intef : “Fui un amigo de los pobres, amable de amabilidad para los indigentes”. 19 Los trabajadores egipcios recibían de los funcionarios alimentos, vestimenta y útiles de trabajo; del mismo modo el gobierno les proporcionaba sus casas y capillas –v. infra II. 3-. Además, lo que sobraba del conjunto de bienes afectados al culto funerario real o de los ricos (denominado “casa de eternidad -per zet-”, fundación perpetua) se aplicaba a ayudar a los pobres y a darles sepultura.

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Los sectores populares forman parte de una sociedad y es en ella donde elaboran

sistemas de relaciones tanto horizontales como verticales así como logran definirse

como tales; es por eso que su estudio no puede ser separado del resto de la sociedad.20

En general la visión que se tiene en occidente del Egipto de los faraones es de

inmovilidad social e inclusive algunos textos aluden a una sociedad de castas21, sin

embargo, este imaginario social no concuerda con la realidad. Lo que más sorprendió a

los viajeros antiguos fue la división de clases22 aunque no coinciden en cuales eran

ellas.23

Si bien las clases existen desde la aparición del estado24 presentan problemas en

relación con su “gradación como tal” y, con su homogeneidad25 -tanto por sus

divisiones internas como por su relación con otros grupos-, además de la cuestión de

convertirse en “clase para sí”26. Así, no se puede hablar de los campesinos27 egipcios

como una unidad, debido a la existencia de distintas categorías de trabajadores rurales,

que van desde el pequeño propietario hasta el condenado por la justicia; aunque, sin

embargo, todos pueden ser considerados parte de las “clases subalternas”.

2. El proceso de diferenciación social

El rey egipcio era el Señor de Egipto y por lo tanto el dueño de todo lo que

existía en el país. Todos los egipcios fueron propiedad del monarca. Sin embargo, no se

debe creer que los constructores de pirámides hayan sido esclavos sino por el contrario

campesinos libres que quedaban exentos de las labores agrícolas durante los meses de

20 Al respecto véase Hobsbawm (1998: 99). 21 Yoyotte a partir del análisis de los elencos de títulos y genealogías no comparte la idea de las castas concluyendo que no había una casta de “escribas” distinta de otra de guerreros y de otra de sacerdotes: “La clase dirigente es una y se confunde con la función pública”. Jean Yoyotte (1983: 111). 22 Para Herodoto eran: sacerdotes, guerreros, boyeros, porqueros, comerciantes, interpretes, pilotos. Platón en Timeo cita a sacerdotes, artesanos, pastores, monteros, labradores, guerreros. Mientras para Diodoro, que las toma de Hecateo, monteros, labradores, artesanos, dice que es imposible pasar de una clase a otra, lo que implica herencia de funciones. Etienne Drioton y Jacques Vandier. (1973: 453). 23 Estas diferencias pueden provenir, como proponen Etienne Drioton y Jacques Vandier, de que los viajeros solo mencionan aquellas clases con las que tuvieron contacto sin intentar realizar una exposición objetiva o, como manifiesta Dominique Valbelle, que toda aproximación a culturas y sociedades distintas de la propia es utópico. 24 Para la relación entre clases sociales y estado véase Elman Service (1984). 25 Respecto a la homogeneidad véase los comentarios de Eric Hobsbawm, (1998: 98 ss). 26 Sobre “clase para sí –fur sich- (en alemán)” y la fase previa “clase en sí –an sich-“, véase Karl Marx (1975:158). 27 Peter Worsley (1984:169-176) realiza una excelente síntesis respecto de los conceptos de: campesinos –tomado de Shanin- y economía “doméstica” –de Sahlins -. Respecto a la falta de igualdad aún entre los campesinos Partha Chatterjee (1997: 204) expresa: “Está claro que la noción de comunidad, especialmente en la población agraria no tribal, no es igualitaria, ni siquiera en materia de derechos sobre los medios básicos de producción, o sea, la tierra.”

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“inundación –akhet-”; si bien existieron actos jurídicos que transferían terrenos con

trabajadores, no se han encontrado “testamentos –imyt-per-” que transmitieran

servidores. 28 A pesar de los distintos grados de falta de libertad, en el Reino Antiguo la

población puede dividirse en dos grupos o clases: la elite o clase dirigente, compuesta

por la casa real junto con los altos oficiales y el pueblo29 o clase dirigida, que carecían

de la propiedad de las tierras que trabajaban.

La crisis del Reino Antiguo dará origen a los “pequeños –nedjes-”: campesinos

libres, artesanos y sectores medios (compuestos principalmente por funcionarios y

sacerdotes), que si bien permanecieron pagando impuestos ya no estaban obligados a

cumplir con los servicios compulsivos del período anterior.30 Las diferencias entre los

nedjes son notables ya que quienes acceden a la propiedad inmueble no solo se

enriquecen, sino que aquellos con méritos31 asumen cargos en el estado convirtiéndose

en los “fuertes Nedjes” y alejándose social y económicamente de los otros sectores,

constituido por los “pobres -sharu o huru–” que se distinguían poco de los esclavos;32

por ejemplo las “tierras del estado –hbsw-” eran trabajadas por campesinos libres

(“obreros –mnyw-”) en la XII dinastía y por condenados por la justicia durante la XIII

dinastía.

Los reyes del Imperio Medio intentaron revertir la tendencia hacia la movilidad

social y libre disposición de la propiedad privada. Por su parte, los sectores medios se

fortalecieron tanto por la práctica de venta de cargos con el traspaso oneroso de las

tierras asociadas al puesto (incluidas las personas y bienes contenidos en ellas),33 como

por la costumbre del Reino Antiguo de legar al hijo el cargo ocupado en el gobierno.

Estos cambios generaron una nueva distribución de la fortuna privada y dieron origen a

28 Ningún texto serio atribuye a los esclavos la construcción de las pirámides. Además de los campesinos que trabajaban por temporada, había grupos de artesanos asignados permanentemente a las construcciones, según se deduce de la aldea de trabajadores descubierta en Gizeh. Véase Jean Vercoutter, “El fin del Imperio Antiguo y el Primer Período Intermedio”, en Elena Cassin, Jean Bottero y Jean Vercoutter (1974: 241-242); y el trabajo de A. Théodorides (1973: 51-112). 29 No coincido con el término de “siervos” para la segunda clase social propuesto por Rolf Krauss, pues como bien dice Théodorides, todos son siervos pero con distinta gradación. Rolf Krauss (1994). 30 Ibid, (s. Núm.). 31 Esto confirma la movilidad social necesaria para una sociedad de clases. Son numerosas las biografías y autobiografías que aluden a carreras meteóricas. Según Desroches- Noblecourt (1988: 29), “La escuela del Templo acogía a todos los niños, verosímilmente tanto a los pobres como a los hijos de nobles, puesto que las inscripciones nos enseñan que un modesto muchacho había podido llegar hasta los pies del Faraón gracias a su escribanía”. Por ejemplo el rey Khety III de la X dinastía recomienda a su hijo y futuro rey Merikara “No exaltes al hijo de un grande más del que es de origen humilde” (Enseñanza para Merikara). Sin embargo, Jean Yoyotte (1983 :111), indica que no debamos creer que los funcionarios surgieron del pueblo. 32 V. I Avdiev (1986: 75). Geneviéve Husson y Dominique Valbelle (1998 :110). 33 Valbelle (1998 :100).

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un nuevo sector terrateniente que comenzó con la XII dinastía y llegó a su cenit al final

del Segundo Período Intermedio. 34 No todos los funcionarios eligieron utilizar como

modo de explotación de sus tierras el arrendamiento o la “aparcería de tierra a largo

plazo –sk3 m kdb-”, sino que algunos confiaron el trabajo de sus tierras a los hijos que

no deseaban convertirse en escribas. 35

Los textos funerarios de los Imperios Medio y Nuevo, Textos de los Sarcófagos

y Libro de los Muertos respectivamente, reconocen la existencia de tres categorías

colectivas: pat, henememet y rehyt, que se acostumbra a traducir como “patricios”,

“pueblo solar” y “plebe”; que en un principio aludían a categorías religiosas, aunque,

con el tiempo pasaron a denominar a una especie de “nobleza”, una “nobleza

secundaria” o “gentry” y a “personas comunes”.36

En cuanto a los trabajadores agrícolas, bajo la denominación genérica de

“mnyw/hsbw” podemos distinguir tanto a los “temporeros” (mano de obra ocupada en

los campos durante la temporada y en las construcciones del estado el resto del tiempo)

y a los braceros.37

Las campañas militares de la etapa imperial aportaron otro grupo de

trabajadores, constituido por los prisioneros de guerra. Esta mano de obra servil38 al

igual que los presos comunes, luego de permanecer en la “Gran Prisión”, era ubicada

por la “oficina de colocación” en instituciones o asignada a particulares: los “asiáticos”

estaban en igual condición social y ocupacional que los “servidores reales –hmw-nsw-”,

y que los “sirvientes –hmt-”. Como los esclavos podían tener propiedades, y casarse con

personas libres, no existía mucha diferencia social con éstos últimos. La mano de obra

servil fue ocupada en quehaceres domésticos, trabajos especializados, tareas agrícolas,

así como obras públicas o convertidas en colonos militares. 39

34 Drioton y Vandier ( 1973: 499) aluden al feudalismo. 35 Esta forma de aparcería se deduce de las Cartas de Hekanakht, del Imperio Medio A pesar de que la Sátira de los oficios, texto propagandístico de la XII dinastía, es un documento que da cuenta de la petulancia de los escribas que con clara conciencia de clase desprecian a los demás, y deja entrever que no necesariamente el hijo de un funcionario estaba obligado a seguir los pasos de su padre, sino que podía dedicarse a otra profesión. 36 Ciro Flamarion Cardoso (1984 :20). 37 Papiros Reisner y Papiros Kahun. 38 Mencionada en los P. Kahun y en los P. Brooklyn 35.1446. 39 Según Hornung, entre los extranjeros deportados había tejedores, cocineros y cerveceros sirios, viticultores palestinos y ganaderos libios. También opina que los esclavos fueron poco importantes desde el punto de vista económico y menciona que la liberación de esclavos está ampliamente atestiguada. Erik Hornung (2000: 97-98). Sin embargo, Jean Yoyotte (1983:110), aclara que la asimilación tardía de los “asistentes mágicos” (puestos a disposición de los difuntos), a un grupo de esclavos comprados haría pensar que la esclavitud permite, bajo Ramsés asegurar los grandes trabajos de riego y mejora.

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En el Imperio Nuevo, hubo un significativo cambio en la composición de las

clases altas: oficiales del ejército fueron admitidos en la elite junto con funcionarios y

sacerdotes. Una profesión que apareció tardíamente es la de comerciante por cuenta

propia, práctica introducida aparentemente por asiáticos antes de la llegada de los

hicsos; de hecho el vocablo “mercader –swty-“ aparece solo a partir esta época.

También en este período, hay una clase de pequeños propietarios, gracias a la entrega

de parcelas dadas en “recompensa –mf3kw-” a oficiales y soldados por sus servicios en

las campañas militares que permitieron la construcción del imperio.40 Es seguramente

por este motivo que Drioton y Vandier (1973 :499-500) consideran al Imperio Nuevo

como el período egipcio en el que el régimen de propiedad estuvo mejor equilibrado,

cuando la fortuna del país era tan grande que las rentas del estado alcanzaban para

satisfacer a todas las clases sociales.

Entre los trabajadores que habitaban una aldea creada ex profeso para labores en

las tumbas de los reyes del Imperio Nuevo y sin tener en cuenta a los funcionarios,

podemos reconocer por lo menos tres categorías laborales: los obreros calificados, los

“auxiliares –smdt-“ (que de ser necesario pueden acceder al estatuto de obrero) y los

“servidores –hm/hmt/b3k-“.41 42

El último faraón de la XIX dinastía fue Iarsu, un usurpador sirio; su gobierno se

caracterizó por la explotación de las masas populares y, es por ese motivo de los

primeros reyes de la dinastía siguiente se encargaron de restablecer el orden y castigar a

los culpables. Inscripta en esa política, Ramsés III43 procedió a dividir a la población en

cuatro clases: funcionarios de palacio, grandes príncipes (quizá se refiriera a

funcionarios provinciales), ejército (que incluía a mercenarios y auxiliares) y los

trabajadores.

40 Esta política comenzó con la expulsión de los hicsos, tal como la registra en su biografía el capitán de marinos Ahmosis de la XVIII dinastía. 41 Los datos provienen de los documentos hallados en la aldea de Deir el-Medina. 42 La situación social se complica con los diferentes modos de explotación agraria; por ejemplo en el templo de Amón los escribas podían convertirse en “gerentes –rwdw-” de unos departamentos denominados “normales”, cuyas tierras cultivaban ellos o “agricultores –jhw-”; por otra parte los “departamentos por reparto –rmnyt n ps-” que agrupaban pequeñas parcelas, se daban en arriendo a sacerdotes, escribas o cultivadores sin intermediarios. Véase Husson y Valbelle (1998:111). 43 Fue también este rey según el Gran Papiro Harris del Museo Británico, quién entregó a los templos –especialmente al de Ra en Heliópolis y al Amón en Tebas- el 10% de la tierra cultivable y el 6% de la población, que sumado a lo que tenían, les daba el control del 30% de la tierra cultivable y el 20% de la población total. El proceso continuó en el tercer Período Intermedio con la dinastía XXI y el Estado teocrático de Amón.

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En la época etíope, XXIV y XXV dinastías, solo los pequeños propietarios

egipcios pertenecientes a las clases medias podían disponer libremente de sus tierras y

eran independientes del Estado y de los grandes, con excepción del cumplimiento de

prestaciones vecinales y del pago de impuestos. Los reyes saítas de la XXVI dinastía

procedieron a limitar las grandes fortunas territoriales mediante el artilugio de hacer que

donaran lotes a los templos, los que a pesar de poder legarlos a sus descendientes, no

quedaban en su patrimonio; pero esta práctica incrementó aún más el poder económico

de la estructura religiosa, por eso, cuando los reyes de la XXX dinastía y los Ptolomeos

necesitaron dinero debieron confiscar, bajo la forma de diversos gravámenes, parte de

los bienes de los templos. Por esta razón Jouguet consideró que los Ptolomeos gozaron

de la “propiedad eminente”44 de todo Egipto y a la vez de cierto inmovilismo social45.

En síntesis, la historia social del Egipto faraónico, a pesar de que se inicia y

concluye con un Estado propietario de las tierras, se caracterizó por un gran dinamismo

que impide utilizar los clásicos y anacrónicos estereotipos sociales.

3. Las clases subalternas

Debido a que las clases subalternas abarcan un espectro muy amplio de

profesiones y situaciones legales, estas se analizarán teniendo en cuenta los distintos

actores sociales involucrados, en función de su clasificación laboral, ya que en el Egipto

faraónico la identidad individual es inseparable del trabajo o profesión desempeñada,

sin importar la posición social del sujeto.46

Egipto fue el granero del mundo antiguo47 y los agricultores representaron la

mano de obra más característica y abundante del país; sin embargo, disponemos de poca

documentación de los campesinos por lo que hay que presuponerla a partir de las

pinturas de las tumbas de sus patrones o de textos oficiales. También los “modelos”

(cajas con escenas de la vida cotidiana) permiten conocer actividades como el arado de

44 En Driton y Vandier (1973: 98-99, 464 y 500). 45 Según Friedrich Kienitz, la idea de que Egipto tenía una sociedad de castas es exagerada, aunque reconoce que “no había una ley que obligara a adoptar la profesión del padre, pero la práctica de inmovilismo del orden social era sin duda extraordinaria en la época saíta”. Friedrich Karl Kienitz (1977: 252-253). Para las clases en la época Ptolemaica véase, Julio Mangas (1991: 151-152). 46 Esta observación que puede rastrearse tanto en los documentos oficiales como en la intimidad de la tumba. El Onomasticon de Amenemope, menciona 162 profesiones que van desde la más encumbrada -el rey- hasta la más humilde -el mozo de labranza-; de ellas, 31 hacen referencia a obreros o artesanos. 47 Se suele calificar Egipto como “sociedad hidráulica”47, pero este concepto debe ser reelaborado en función de otros modelos que explican la aparición del Estado ya que las fuentes egipcias, en su mayoría, omiten mencionar la irrigación seguramente porque era una cuestión local fuera del control del poder central, como lo ha demostrado Karl Butzer47 para los períodos prehistórico y faraónico.

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los campos, la entrada del grano al granero, la troje, el recuento de ganado, la

fabricación de pan y cerveza.48

Los campesinos del Egipto antiguo no fueron esclavos (salvo en los casos ya

comentados) sino pequeños propietarios o asalariados libres que trabajaban las tierras

del faraón, un templo o un tercero.49

Todos los egipcios soñaron con una existencia bucólica50. Sin embargo, la Sátira

de los oficios y la tumba de Mena, por ejemplo, aluden al a la dureza del trabajo y la

rudeza de los recaudadores. A pesar de todo, los trabajadores rurales parecen haber

tenido mejor suerte en los tiempos de debilidad política o de corrupción administrativa,

porque a diferencia de otros sectores de la población no dependían de los suministros

del estado para no pasar hambre.

Los artesanos ofrecen más fuentes de información. Además de los “modelos” con

escenas de elaboración de vasijas, realización de tejidos o trabajos de carpintería,

contamos con óstracas51 y demás objetos encontrados en las aldeas y necrópolis de los

trabajadores52. Es posible conocer su vida laboral, las relaciones sociales –horizontales

y verticales- y la composición familiar. A partir de tal información sabemos que existían

cuatro niveles socioprofesionales: los funcionarios, los artesanos, los peones y los

sirvientes; y dos grupos legales: libres y esclavos53.

La aldea de las pirámides –Reino Antiguo- informa sobre la vida de peones y

artesanos especializados; así sabemos que se organizaban laboralmente en brigadas (con

nombres tales como “los amigos de Keops” o “los borrachos de Micerino”), divididas

48 Los “modelos” comienzan a fines del Reino Antiguo, reemplazando a los relieves pintados, y alcanzan su perfección en el primer Periodo Intermedio y el Imperio Medio. También se puede recurrir a documentos como el Papiro Heruben, que muestra imágenes de trabajadores en el campo, a pinturas funerarias y a documentos administrativos o literarios. 49 Por ejemplo, el papiro Wilbour clasifica como personas que arrendaban los campos de los templos en una zona del Medio Egipto a finales del Imperio Nuevo a 198 caballerizos, 153 soldados, 131 señoras, 112 sacerdotes, 109 pequeños agricultores, 102 pastores, 68 shardanos (extranjeros; posiblemente veteranos) y 30 escribas. Se puede deducir que individuos de todas las categorías profesionales arrendaban o poseían tierras de cultivo, aunque es más difícil saber quién las trabajaba, no siendo aventurado pensar que en su mayoría debían ser niños y parientes pobres ya que su salario resultaba más barato que el pagado a jornaleros. 50 Como se deduce del capítulo VI del Libro de los Muertos y de las imágenes dejadas en las tumbas; verbigracia, la número 1 de Deir el-Medina, muestra a Sennedjem arando los campos míticos de Isalu con la ayuda de su esposa Iyneferti. 51 Son trozos de cerámica que se utilizaban en reemplazo del papiro para múltiples funciones como por ejemplo para cuentas, ejercicios escolares o dibujos. 52 Las aldeas y necrópolis adjuntas de trabajadores aportan rica información para todas las épocas. Corresponden al Reino Antiguo, la aldea obrera en las inmediaciones de las pirámides de Gizeh; al Imperio Medio, el barrio obrero de Kahun (el-Lahun); y al Imperio Nuevo, los barrios modestos de la ciudad de Akhetatón (Tell el-Amarna) y la aldea de los obreros de Deir el-Medina, siendo esta última la mejor documentada de todas. 53 Según los datos del subsecretario de estado para los monumentos de Gizeh, Zahi Hawass (2001: 84-91.

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en grupos y subgrupos, mientras que muchas de sus mujeres fueron sacerdotisas de la

diosa Hathor; los nombres de las brigadas indican cierta familiaridad con el rey, que

aleja la idea de considerarlo un dictador explotador de su pueblo54, si bien es cierto que

la relación establecida con el poder central por estos trabajadores calificados

permanentes de la necrópolis real, pudiera ser diferente de la del resto de la población.

Las ciudades de los Imperios Medio y Nuevo muestran una marcada

diferenciación social (apreciable en las dimensiones de las viviendas y en la separación

por barrios) que se reducía a solo dos categorías, ya que los planificadores de ciudades,

inmersos en la concepción dual, solo tenían en cuenta a los “burócratas” y al resto.55 Sin

embargo, ello parece no ocurrir en la herética ciudad de Akhetatón56 donde las casas

humildes se intercalaban con las de los poderosos.

Otra villa de trabajadores del Imperio Nuevo, es la aldea adosada al Valle de los

Reyes –actual Deir el-Medina-. Los obreros –albañiles, canteros, pintores, tallistas y

escultores- habían elegido libremente su profesión; estaban dirigidos por un escriba real

y dos jefes de equipo nombrados por el faraón, organizados, como los del reino

Antiguo, según un modelo náutico, con un “equipo de la derecha” y un “equipo de la

izquierda” (estribor y babor), y ayudados por personal subalterno suministrado por el

estado; vivían con sus familias y sirvientes particulares en casas construidas, también

por la administración central. Su semana laboral era de nueve jornadas de trabajo y un

día libre, pero con tendencia a dos días de descanso, además de las numerosas fiestas

religiosas. El Estado les procuraba los materiales para el trabajo, tejidos, sandalias o

54 En oposición al análisis que realiza Avdiev (1986: 44) Valbelle sostiene que el rey “es personalmente responsable de lo que allí sucede y especialmente de su prosperidad. No se siente, pues, este dirigismo estatal como el comportamiento abusivo de un dictador, sino como la manifestación tranquilizadora de un cuidado constante, dirigido a aprovechar el patrimonio para bienestar de cada uno.” Husson y Valbelle (1998: 87). 55 La ciudad de Kahun de la época de Sesostris II, XII dinastía, Imperio Medio, cuenta con un barrio occidental, que albergaba a los sectores populares, con una superficie de 240 por 105 metros, con casas de aproximadamente 10 por 10 metros que contenían entre 4 y 12 habitaciones; separadas por un muro, en la zona oriental se extienden las mansiones, de 45 x 60 metros de extensión, que permiten contener unas 70 u 80 habitaciones. Véase: Avdiev (1986: 76-77); Kemp (1992: 202); Baines, John y Jaromis Malek (1993: 130). 56 Akhetatón, actual Tell el-Amarna fue construida durante la XVIII dinastía, en el Imperio Nuevo, por el faraón reformador Akhenaton, quien instauró en la religión un monoteísmo centrado en el dios Atón. Las casas están estandarizadas y miden 10 por 4 metros, poseen tres secciones divididas por dos paredes transversales; cada casa tiene un vestíbulo y un estar central con una columna central. Hay dos pequeñas habitaciones, presumiblemente un dormitorio y una cocina con una horno cilíndrico, y una escalera en el fondo que provee ventilación para la cocina y acceso al techo donde la familia podía tomar fresco, como aún se sigue haciendo en el Cercano Oriente. Un muro separaba las casas de los pobres de las residencias; fuera del perímetro del muro hay capillas que eran utilizadas por los trabajadores y sus familias. Pueden verse pinturas en las paredes de sus casas y hasta maquetas de ellas en las tumbas, de ricos y pobres. Peter Lacovara (1999: 68); también Georges Hart (1991, 46-47).

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leña. Las mujeres de la ciudad fabricaban comunitariamente la cerveza y el pan.

Gozaban de un nivel de vida holgado y de posición social, pues sabían que eran los

mejores del estado en su actividad. Cobraban un salario regular en especie: cereales,

aceite, verduras, pescado, y rara vez, carne y vino; también se pagaba en metálico

(sobre todo cobre, menos frecuente la plata). Asimismo, podían recibir una

remuneración complementaria de los templos, los que por otra parte se hacían cargo del

pago de salarios y del abastecimiento de la aldea en épocas de hambrunas.57

Sin embargo, la dependencia del poder central no era total, había espacio para la

autonomía. Las remuneraciones recibidas eran buenas, aún para los esclavos; los

artesanos calificados podían intercambiar lo que no usaban por otros productos, pero

también comercializaban entre ellos objetos artesanales que realizaban durante su

jornada laboral o en sus ratos libres, y que hoy puede ser considerado “trabajo en

negro”. Existía iniciativa privada para el comercio de cerveza, y mantenían una oficina

de trabajo de sus propios operarios. La participación en las aldeas involucraba una

vecindad activa, y prueba de ello es tanto la colaboración en tareas comunitarias, como

la cocción del pan o el tejido de telas, o la intervención (como organizadores y

participantes) en las fiestas y prácticas tanto religiosas como funerarias; también los

trabajadores son responsables del abastecimiento de víveres, combustibles y enseres, a

pesar de existir funcionarios administrativos.58

III. RESISTENCIA Y PROTESTA SOCIAL EN EL EGIPTO FARAÓNICO

Distintas actitudes sostuvieron los antiguos egipcios a lo largo de su dilatada

historia: subordinación, acomodación, resistencia, rebelión e insurrección. El enfoque

utilizado considera a los sectores populares “como continuos generadores de acciones

políticas, aún en períodos de aparente tranquilidad. Al poner en juego una serie de

estrategias de adaptación y resistencia, y eventualmente rebelión [...]”.59 Por este

motivo no solamente se analizarán los movimientos violentos de masas sino también los

patrones preexistentes de “adaptación en resistencia -resistant adaptation-”60, que

constituyen una forma de acción política para tratar de comprometer al Estado. Los

57 Véase: Bernardette Menu, Ramsés II. Barcelona, Ediciones B, (1998: 104-107); Margaret Marchiori Bakos (1994: 14); Jean Yoyotte, (1983: 110); Hornung (2000:107); y Husson y Valbelle (1998: 87). Entre las tumbas de los trabajadores se destacan las de Sdennedyem, Ipuy, Pashed. 58 Husson y Valbelle (1998:100 ,138). 59 Gustavo Paz (1998: 320). 60 Según en enfoque propuesto por Steve Stern (: 32-35).

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fundamentos de las adaptaciones aparentes y reales a la autoridad explicarán esas

movilizaciones.

1. La primera revolución social

Al finalizar la VI dinastía se produjo en Egipto una crisis sociopolítica que ha sido

calificada de diferente manera por los egiptólogos: “Guerra civil”61, “revolución

social”62, o “revolución de masas”.63 Es posible que esta revolución social no haya

abarcado todo el país, y por lo tanto debería entenderse solamente como una

insurrección; es decir, un acto político violento que comprendió toda una región64.

Las causas de la crisis se inician con el debilitamiento del poder real a partir de la

V dinastía: la influencia del clero de Ra, la entrega de exenciones de tributo (en especie

y en trabajo a los templos y servicios funerarios), y la actitud separatista de los

nomarcas65, harán que el rey pierda posesiones muebles e inmuebles, así como mano de

obra, a favor de instituciones y particulares. Finalmente el ingreso de asiáticos, las

sequías producto del cambio climático66 y la movilización social en tiempos de la VII

dinastía67 produjeron la desaparición del gobierno central.

Las causas más profundas de esa crisis, las estructurales, son de carácter endógeno

y proceden, como expresa Assman, del desajuste de la relación entre la élite y el sustrato

social; pero niega, lamentablemente, la relación existente entre la crisis y la revolución

social, reduciéndola al surgimiento de nuevas relaciones sociales de tipo clientelar

donde el “patrón” (jefe de una comunidad de aprovisionamiento) tiene a su cargo una

serie de personas, los “clientes –tw3w-” que dependen de él y ante quienes debe

responder, ya que ellos lo legitiman. 68

Para analizar la crisis resulta útil el modelo de la economía moral ya que ofrece

una explicación de por qué los sectores populares sólo se movilizaron cuando vieron

61 Kemp (1992: 303). 62 Drioton y Vandier (1973: 183) y para Jean Vercoutter (1974: 255). 63 Abraham Rosenvasser (1973: 7). 64 A diferencia de las rebeliones que son localizadas; véanse estos conceptos en William Taylor, (1987: 173). 65 Los nomos eran las divisiones administrativas de Egipto y estaban a cargo de funcionarios, pero a partir de la V dinastía, el cargo comienza a ser hereditario, dando origen a dinastías que se irán alejando cada vez más del rey, hasta llegar a la independencia total durante el primer Período Intermedio. 66 Colin Walters, adjudica a los cambios climáticos una parte de la crisis política. Colin Walters (1984: 47). 67 Época de confusión política caracterizada por Manetón como de “setenta reyes de Menfis que reinaron en setenta días”, según la versión de Sexto Julio Africano. Manetón (1998: 66). 68 Assman (2000: 18-21); Drioton y Vandier (1973: 183), dudan que las desgracias hayan llegado al Alto Egipto.

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violados sus derechos consuetudinarios y amenazado su estilo de vida. La cuestión no

se circunscribió a condiciones materiales de abastecimiento, sino que puso en juego

asimismo aspectos simbólicos.69 También con este modelo se podría explicar la

autonomía que adquirieron los nomarcas en esa época y la guerra civil que se generó,

tanto por la lucha entre ellos, como por la violación del contrato verbal que la

administración tenía con las clases subalternas. Solo se evitó una lucha con las masas,

en aquellos nomos donde su nomarca mantuvo vigente la economía moral mediante el

ejercicio de su deber social70, como por ejemplo Anjtifi en Hieracómpolis, quien

después de adueñarse del nomo vecino de Edfu, repartió alimentos para mitigar el

hambre de la región, cumpliendo las funciones que le correspondían como “patrón” al

frente de un estado en miniatura.

La ruptura de las relaciones, se produjo debido a que los numerosos decretos de

inmunidad (“dispensa –hwi mki-”)71, alteraron tanto los vínculos entre el rey los

funcionarios como con las clases subalternas; estas últimas se vieron perjudicadas ya

que los citados decretos las obligaban de por vida -o por varias72- convirtiéndolas en

mano de obra servil; en cuanto a los funcionarios, especialmente aquellos que residían

en los nomos, al restarles ingresos (“impuesto –mdd-”) y mano de obra (corvea: “trabajo

–k3t-” y “desplazamiento –sbj-”). Posiblemente sea esta una de las causas que motivó

en ellos el deseo de ser sucedidos en el cargo por su hijo, dando así origen al

feudalismo;73 pero sin ninguna duda, lo que puso fin al Reino Antiguo fueron las

movilizaciones populares, los levantamientos campesinos74, ya que a diferencia del

grupo dirigente, el pueblo no tenía capacidad de maniobra para adaptarse a las nuevas

reglas de juego. Las fuentes son ricas en alusiones a los cambios sociales.75

Se desconocen los datos fundamentales del levantamiento popular; no se sabe si

fue espontáneo, si los campesinos respondían a un líder o muchos, ni si éstos habían

surgido en el seno de sus comunidades o si eran foráneos.76 Lo que sabemos es que el

69 Véase el excelente trabajo de Javier Auyero (1996). 70 “Algunos nomarcas cuentan que en los años de hambre ellos araban todos los campos de su nomo, criaban en gran escala el ganado y se preocupaban de alimentar a la población hambrienta de la región, abasteciendo con grano a las ciudades. Por lo visto, facilitando los préstamos en grano a los hambrientos, los nomarcas sometían a su influencia económica a importantes masas de la población arruinada.”, Avdiev (1986: 74); lamentablemente el autor confunde estos sucesos con el segundo Período Intermedio. 71 Exención de tributos y corveas a fundaciones funerarias y templos. Un ejemplo es el Decreto de Daschur. 72 Véase Rosenvasser (1973: 32). 73 Si bien no es el mejor, este término es el utilizado por casi todos los autores. 74 Jean Yoyotte (1983:23). 75 Indica Ankhu, según Jean Yoyotte (1983:23). 76 Al respecto véase Taylor (1987: 214-126).

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principio de igualdad77 se suma al concepto de Maat y modelan originales relaciones

sociales, que se materializan en la aparición de nuevos sectores sociales –v. supra I.2-:

la democratización del Ka78 y el juicio póstumo, y la humanización79 del rey. La

revolución triunfó y se reacomodaron las relaciones sociales. La movilización, motivada

por la insatisfacción de las necesidades de los sectores populares y por la ruptura de la

reciprocidad, de la redistribución y de la economía moral, logró entonces crear una

nueva estructura más satisfactoria que la anterior.

A pesar del intento de algunos egiptólogos de reducir la revolución social a una

invención literaria, las consecuencias de la misma (tales como humanización de la

figura real, igualdad póstuma de todos los hombres, reconocimiento del valor del

trabajo, o condiciones más dignas de labor), fueron duraderas.80

2. Las acciones legales

Las acciones ante la justicia pueden ser consideradas como patrón preexistente de

“adaptación en resistencia”. La idea de Maat, formaba parte de su imaginario social y

los egipcios utilizaban el sistema legal en sus relaciones sociales cotidianas; confiaban y

participaban en él (como litigantes o magistrados) al tiempo que les otorgaba relativa

autonomía respecto de la administración central y provincial.

Tanto en la “ciudad –miwt-” como en la “aldea –dmi-” aún en la de trabajadores

existían los “consejos de jueces o consejos de la comunidad –kenbets-” que,

seguramente muy antiguos81 eran órganos de poder judicial, que se ocupaban de los

aspectos del derecho administrativo, económico, de familia y, hasta casos penales de la

comunidad local, aunque la atribución de juzgar quedaba reservada al visir, como

también la de guardar los títulos de propiedad y resolver problemas limítrofes entre

77 Rosenvasser, (1973: 9-17). Rosenvasser dice que se pasa de un orden social protegido por la divinidad a otro regido por la divinidad justa: Rosenvasser (1973: 90). 78 Elemento vital para poder tener vida eterna. Antes de esta época solamente lo tenía el rey, pero a partir del Primer Período Intermedio “El plebeyo alcanza la condición de los 9 grandes dioses” (Lamentaciones de Ipu-wer), en referencia a la enéada heliopolitana que menciona a los primeros dioses, ya sea cósmicos (Atum, Shu, Tefnut, Geb y Nut) como humanos (Osiris, Isis, Seth, Neftis). Cuatro elementos formaban la personalidad ba, ka, sombra y nombre y después de muerto se suma el aj. Sobre los enterramientos y la usurpación progresiva de los privilegios funerarios del soberano – incluidos textos y temas iconográficos- por los particulares, véase Jean Yoyotte (1983: 105). 79 Difiere la imagen que de sí tiene el rey del Primer Período Intermedio: compárese la Instrucción para Merikara elaborada en ese período, con el Himno Caníbal del reino Antiguo. 80 Respecto a las diferentes visiones y consecuencias véase Cardoso (1984: 25-26). 81 Según Avdiev, los “Kenbet”–también mencionado en las fuentes como “djadjat”-, a partir del círculo con el que se escribía su nombre, debían remontarse a las primeras épocas, en donde la familia se sentaba en círculo para resolver sus problemas: Avdiev (1986: 50 y sigs).

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terratenientes. Los miembros de estos consejos, entre los cuales podía haber mujeres,

eran elegidos por cooptación en su comunidad; la comparencia en calidad de testigos de

intercambios comerciales, por ejemplo, es otra prueba de participación vecinal activa.

Los egipcios sin distinción social82 acudían al sistema legal para defender sus derechos

pues tenían una larga tradición jurídica.

La confusión de los funcionarios respecto de su responsabilidad, generaba abusos

de poder que el rey corregía mediante decretos, surgidos generalmente a partir de

reclamos de instituciones y particulares. Los modelos de reclamaciones o quejas y los

de resolución del conflicto, eran comunes en la educación de los escribas; en esos

modelos aparece la figura del funcionario codicioso que abusa no solamente de los

pobres sino también de sus colegas; por este motivo los egipcios no siempre confiaban

en quienes debían aplicar la justicia. La corrupción administrativa83 era otro de los

motivos de incredulidad, como lo deja claro la historia del campesino elocuente 84

(también conocido como cuento de El Salinero), en la cual un habitante de Uadi

Natrum, luego de ser robado por el vasallo del gran mayordomo del faraón y al no

lograr la devolución de su carga, reclama justicia al gran mayordomo, consiguiendo no

solamente recuperar sus mercancías sino la destitución del funcionario corrupto.85 Es

por ese motivo que los funcionarios encargados de aplicar las normas recibían consejos:

“No consientas fraudes en el pago de los impuestos, pero no seas tampoco demasiado

severo. Si en la lista encuentras una gran deuda atrasada en casa de un pobre, divídela

en tres partes y quita dos para que no quede más de una sola.”86

Fuentes como el cuento mencionado, aunque no dejan de ser un topos literario que

justifica la existencia del rey, y por ende del Estado, también ponen de manifiesto que,

Véase, Peter Der Manuelian, (2000: 146); Husson y Valbelle (1998: 138); Menu (1998: 106-107); y Edwin Seidl, (1950). 82 Sirva como ejemplo la queja del escriba Mes que reclama la herencia recibida de su antepasado Neshi, 300 años antes, logrando recuperar 13 aruras –35 hectáreas de terreno- o la del “campesino elocuente” (o cuento del Salinero) que reclama insistentemente al visir la carga incautada. 83 La corrupción la describe con precisión el Decreto de Horemheb: dice el rey “No os comprometáis con la gente: no aceptéis recompensa de terceros; no os aprovechéis (?) [...] ¿En que será mejor del resto aquel de vosotros que declare inocente a un culpable?”. 84 Otro caso de corrupción y abuso es el cuento que alude a una aldea sometida a un señor despótico y dominante, y que forma parte del Papiro Pushkin, 1, 6, 127, de Moscú, que data de la Dinastía XXI. 85 Valbelle menciona que el campesino no recurrió a los tribunales locales por temor a que fallaran a favor del labrador local, y que luego de nueve pedidos logró un fallo ejemplar al recibir el campesino los bienes del malhechor. Husson y Valbelle (1998: 154-155). 86 Papiro moral de Boulaq. Véase también el citado Decreto de Horemheb, para ver las características que deben tener los oficiales de justicia y lo que deben cumplir.

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aunque los egipcios desconfiaran de las instancias intermedias de la justicia, sabían que

el visir, como representante del rey, constituía una garantía para la Maat.

A pesar de la inexistencia de un corpus legal ordenado o codificado, creían en la

“Maat” de las sentencias y que “la rectitud perdura hasta la eternidad y desciende al

mundo inferior con el que la practica.”87. Así, según se desprende del capítulo 125 del

Libro de los muertos, todos los egipcios, y con más razón los funcionarios, tenían cuatro

tipos de deberes para: el prójimo, dios, consigo mismo y la comunidad88. El rey y, su

brazo ejecutante, el visir, eran garantía de justicia imparcial, a pesar –y quizás por eso

mismo- de la distancia física y de estatus. La corrupción solamente se concebía en

funcionarios de menor jerarquía89.

3. La primera huelga registrada

En noviembre de 1156 a. C., el año 29 de Ramsés III, XX dinastía, encontramos

otra “adaptación en resistencia”. Gracias a numerosas óstracas y al Papiro de la

Huelga de Turín90 sabemos que los trabajadores de la aldea de Deir el-Medina

protagonizaron un hecho sin precedentes: hicieron huelga en tres ocasiones.

Puesto que sus demandas no fueron satisfechas, los trabajadores se manifestaron

ante los templos, donde les fueron entregados 50 panes, pero como no fue suficiente

para satisfacer a los trabajadores y sus familias, al día siguiente entraron en el templo

aludiendo a su hambre y a su sed, y pidiendo que se lo comuniquen al faraón “nuestro

buen señor” y al visir “nuestro superior”. El pedido de involucrar al rey y al visir

reside, como ya se ha visto, en la confianza de obtener Maat de estos.

Las acciones se prolongaron durante varios días. Cuando llegaron los salarios

volvió la tranquilidad durante un tiempo, pero poco después la historia se repitió. Ante

una nueva falta de pago se levantaron en huelga por segunda vez. Incluso hubo una

tercera, según se deduce del citado papiro, consiguiendo su paga. Poco después, sin que

mejorará la situación, los obreros aprovecharon la visita del visir Ta, que era conocido

de ellos pues había sido "Delegado del Equipo en el Lugar de la Verdad" y "Escriba de

la Tumba", para hacer un nuevo paro. Consiguieron que les fueran entregadas las

87 El campesino elocuente, cuento del primer Período Intermedio. 88 Según el análisis de Spiegel, en: Rosenvasser (1973: 68-72). 89 Aunque se refiera a los indígenas americanos, es válido lo que expresa Taylor (1986: 249), ya que las acciones legales iniciadas por campesinos demuestran la confianza que depositaban en el rey como monarca legítimo y justo. 90 Posiblemente redactado por Amennakht, escriba en la necrópolis real y autor del óstraca nº 25.533 del Museo de El Cairo.

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raciones completas, pero se les indujo a no volver a manifestarse bajo pena de ser

castigados. Luego y ante nuevos retrasos, el alcalde de Tebas proporcionó cincuenta

sacos de trigo como adelanto de la paga que les debía el rey, pero los pagos volvieron a

atrasarse.

Como ya se ha visto, los templos tenían entre sus funciones complementar los

salarios y satisfacerlos en épocas de necesidad, ya sea con lo recaudado por las tierras

reales que los templos explotaban (llamadas khato) o con el procedimiento de

“reconversión de ofrendas” que consistía en el reparto de éstas entre el pueblo. Es

posible que la falta de pago se debiera a corrupción administrativa. No se conocen más

detalles de lo que sucedió a partir de ese momento. El final del reinado de Ramsés III

fue bastante complejo: el faraón estaba políticamente muy debilitado y habían

disminuido los recursos del estado; era el inicio de la decadencia de Egipto. Es bastante

posible que el visir Ta, estuviera involucrado en el complot palaciego que puso fin a la

vida del faraón, pues no se vuelve a tener noticias de él. La situación de las siguientes

generaciones de trabajadores, no mejoró, ya que los problemas de aprovisionamiento

continuaron hasta el final de la dinastía y las últimas noticias sobre huelgas están

fechadas durante el reinado de Ramsés XI, su último rey, poco antes de desaparecer la

aldea de los trabajadores de Deir el-Medina ya fue abandonado el Valle de los Reyes

como enterramiento real.

La huelga pudo tener su origen en la insuficiencia del mecanismo de

reciprocidad para satisfacer sus necesidades y en la necesidad de recurrir al de

redistribución pero, es posible que no haya sido el hambre sino el deseo de mantener su

privilegiada posición social91 lo que llevó a estos trabajadores calificados a la huelga.

De ser así se reforzaría el contenido de Maat del reclamo, y por eso el cambio de

situación se tradujo en una ruptura de las obligaciones que sustentaban la economía

moral. Independientemente de las causas, la huelga, en tanto acción directa novedosa,

debe ser enmarcada en la creencia compartida por los protagonistas (tanto en los

huelguistas como en los funcionarios), de hacer valer la justicia y procurar el equilibrio;

un intento de restablecer la Maat.

4. El robo de tumbas

91 La hipótesis de mantener el prestigio social es sostenida por Rose Marie y Rainer Hagen (2002: 76. Sobre los salarios de los distintos grupos profesionales véase Kemp, (1992: 391).

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El inicio del robo de tumbas es tan antiguo como el Estado pero se intensificó en

las épocas en donde se quebraban las relaciones entre el poder político y la sociedad

civil.92 A partir del gobierno de Ramsés VII las malas cosechas generaron problemas de

abastecimiento de cereales que se tradujeron en hambrunas, provocando que los precios

de estos productos de por sí muy volátiles se elevaran, aunque no se puede hablar de un

proceso inflacionario generalizado. Los precios de los cereales (trigo y cebada) pasaron

de 1 o 2 deben por khar, su precio tradicional en el Imperio Nuevo, a 8 y hasta 12 deben

durante los reinados de Ramsés VII a IX; surgió así “el año de las hienas, cuando había

hambre”.93 La situación de los humildes se complicó y es posible que algunos

consideraran que la salida a esa situación estaba en el robo de tumbas, ya que como dijo

el arpista Intef en su canto: “Pasa un día feliz y no te estanques. Mira que no hay quien

lleve sus cosas consigo. Mira que no hay quien se vuelva atrás.”94

Por lo menos, eso parece deducirse del uso que dieron los ladrones al dinero

habido con los objetos hurtados, pues compraron grano para ellos (y un buey para el

supervisor, cuando reclamó por no ser de la partida); sin embargo, no todos estaban

motivados por el interés de saciar necesidades básicas ya que, por ejemplo, algunos

ladrones (incluida gente humilde) utilizaron lo sustraído para adquirir tierras y

servidores95. En las bandas de asaltantes además de artesanos, campesinos, albañiles, y

barqueros, también está atestiguada la participación de escribas y sacerdotes (por

ejemplo Pwer, el príncipe de la “necrópolis –kher -” durante Ramsés IX), existían

asimismo intermediarios que cobraban comisión, es decir, había corrupción

administrativa96. Estas actitudes pueden ser vistas como un cambio de las

mentalidades97 y una forma de resistencia98 frente a un Estado en decadencia que no

92 Existen robos de tumbas desde el Período Tinita. La violación de la tumba de la madre de Keops, Hetepheres, es posible que haya sido posterior a la IV dinastía. 93 Papiro del Museo Británico 10052, 11.5-8. Sobre los cambios de precios véase Kemp, op. cit., pp. 216-220. 94 De la tumba de Intef. Este es el fragmento final según la versión de Donadoni, traducida al castellano por Estela Dos Santos(1981: 21). 95 Papiro del Museo Británico 10052, II, 14-30; XI 4-9. 96 Papiro del Museo Británico 10052 y Papiros Amherst y Leopoldo II, Papiros del Museo Británico 10068, 10053 y 10054 respectivamente. 97 Según Rosenvasser (1973: 83-84). como consecuencia de la reforma de Akhenaton, “una serie de himnos y plegarias entre los años 1350 y 1200 a. de J. C. muestran un nuevo estado de espíritu del creyente que se aproxima a la divinidad, no como un hombre perfecto que declara bien alto sus méritos, como ocurre en las declaraciones de inocencia del Libro de los muertos, sino como un miserable pecador, ignorante y necio, que ‘no sabe bien distinguir el bien del mal’, que merece castigo, pero que es salvado por la misericordia de dios” . 98 Montet, más que resistencia, propuso la tesis de que las tumbas fueron saqueadas masivamente, no por los pobres sino por los bandos de Seth y de Amón para disponer de fondos para sostener la guerra civil. Montet (: 311-313).

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logra cumplir con sus funciones primordiales, ni siquiera la más básica, la de establecer

la Maat. También los cambios en las prácticas sociales pueden ser interpretados como

cambios en el imaginario colectivo producidos durante los períodos imperiales99,

consecuencia de los procesos de aculturación generados a partir de la interacción con

otros pueblos.

99 Para los cambios del imaginario durante este período, especialmente referidos al erotismo y la prostitución, véase Rubén Lasso (2003: 27-28).

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CONCLUSIÓN

Si bien es cierto que, la “(...) historia faraónica parece que ha seguido el ritmo de

la lucha entre el alto funcionariado, tendiendo a constituirse en poder hereditario y

autónomo, y la monarquía aferrándose por conservar el control de los

nombramientos”100, no es menos cierto que los sectores populares han sido actores

sociales que avalaron con sus acciones –adherencia, resistencia o rebelión- la acción del

poder político y de las clases dirigentes tomando partido en las luchas de poder.

La investigación se ocupó de analizar la cosmovisión egipcia, la estructura social,

los sectores populares y, las relaciones entre estos últimos y el Estado, con el fin de

revalorizar a las clases subalternas como sujetos de la Historia, dotadas de formas de ver

la realidad producto de una lógica, sustentada por un imaginario colectivo, que les era

propia y a través de la cual pudieron dar sentido a sus acciones, negando de esta forma

la visión de ser una masa subordinada incapaz de acciones políticas.

Las transformaciones del Estado egipcio no fueron solamente el producto de las

adaptaciones del mismo ante nuevos contextos o necesidades de los sectores

dominantes, especialmente de la burocracia, sino también de las acciones de las clases

subalternas. Ellas permitieron tanto la aparición de tal Estado como que perdurara

durante tres mil años de existencia.

El primer Período Intermedio muestra una monarquía modificada, humanizada,

que no puede reducirse, como concluyen habitualmente los egiptólogos, al accionar de

la élite, especialmente de la nobleza provincial. Si reducimos el conflicto a los sectores

dirigentes, no puede explicarse adecuadamente porque la ampliación de los destinos

celestes –post mortem- incluyó a toda la población egipcia, en vez de quedar reducida a

las dinastías provinciales y, a lo sumo, a los sectores medios emergentes de la crisis. El

riesgo de desaparición del Estado egipcio a fines del Reino Antiguo como consecuencia

de la movilización popular permite no solamente explicar los alcances de la

“democratización” de la vida de ultratumba, sino también entender que no fue una

concesión gratuita del poder político; por el contrario, consistió en una conquista de los

sectores populares en su búsqueda de “justicia –Maat-”.

La población aceptó a un gobierno eficiente y, en principio, preocupado por su

gente. Sin embargo, cada vez que la realidad se distanciaba tanto de las mentalidades

colectivas como de la ideología estatal, nuevamente las clases subalternas consideraban

necesaria la participación para restaurar o reacomodar las relaciones sociales, adoptando

21

diversas estrategias –acciones legales, huelgas, delincuencia-, que pueden ser

consideradas como adaptaciones en resistencia. Tales acciones, articularon

gradualmente un proceso de cambio, frente a un Estado que, también en transformación,

no cumplía con las obligaciones tradicionales. Esas estrategias constituyeron otras

formas políticas de participación popular que propusieron cambios, definieron

modificaciones y aseguraron permanencias en el Egipto faraónico.

100 Jean Yoyotte, (1983:112)

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