la odisea de los cubanos explotados en la rusia...

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3 - Actualidad el Latino Semanal 15 al 21 de Mayo del 2020 El Latino Semanal Inc. El Latino Semanal, Inc. Mr. José R. Uzal PUBLISHER National Sales Manager Sra. Olga Vazquez Relaciones Comunitarias El Latino Publishing Diseño Gráfico Sergio Sanchez Manager de Circulación Sr. José Zamora DIRECTOR DE VENTAS 561-601-0674 561-951-4983 561-255-3209 Clínica Veterinaria y Centro Dental , 1860 Forest Hill Blvd. Suite 201 West Palm Beach, Fl 33406 Solución Crucilatino La odisea de los cubanos explotados en la Rusia capitalista La pandemia de coronavirus y el confinamiento dejan al descubierto las tramas de inmigración y trabajo irregular en las que son estafados cientos de ciudadanos de Cuba en Moscú Unas rústicas cortinas, hilvana- das de una colcha azul, dan algo de intimidad a Josué Pérez. Tras ese pedazo de tela se han ido disi- pando los sueños de este joven cubano de cuerpo nudoso: conse- guir un trabajo en Moscú, vivir en un pisito compartido con un par de compañeros, mandar dinero a la familia en la Isla. Cuando salió de La Habana en enero, con la pro- mesa de un compatriota de que, previo pago, le ayudaría a estable- cerse en la capital rusa, no pensó que su futuro era esa litera en un apartamento que comparte con otros nueve cubanos, en una de las colmenas de los suburbios mosco- vitas. Las esperanzas por las que desembolsó 2.000 dólares se han evaporado; igual que aquel com- patriota. La obra en la que empe- zó a trabajar de manera informal y donde recibía unos cuantos ru- blos de pascuas a ramos se ha suspendido por el coronavirus. Sin trabajo no hay alojamiento gratis; y el día de pagar la litera se acer- ca. “Vine a Rusia a buscar una vida mejor y al final me van a te- ner que mandar dinero de Cuba”, dice, “¡de Cuba!”. Cada año, unos 25.000 cubanos entran en Rusia como turistas, se- gún datos de la Guardia Fronteri- za rusa. Gracias al acuerdo entre Moscú y La Habana, aliados his- tóricos, no necesitan visado y pue- den permanecer en el país euroa- siático hasta 90 días; solo visitan- do, sin trabajar. Muchos, como Josué Pérez, llegaron para quedar- se. Otros, pagaron entre 5.000 y 7.000 dólares por cabeza a las mafias de tráfico de personas por el billete hasta Moscú y los pape- les que en teoría les permitirían seguir hasta España o Italia; do- cumentos que nunca llegan porque Rusia no está en el espacio Schen- gen y no se puede cruzar a la UE de manera legal. Ahora, con la ciu- dad confinada y en hibernación económica, la pandemia de coro- navirus ha revelado las grietas de estas tramas de inmigración y empleo irregular en los que mu- chos cubanos terminan explotados a manos de mafias cuyos tentá- culos llegan de Moscú a La Ha- bana; y vuelta. Yunior Castro y Antonio paga- ron 1.500 dólares a un intermedia- rio al que ya conocían de oídas por otros cubanos. Ese dinero les da- ría derecho al billete de ida La Habana-Moscú, alojamiento el pri- mer mes y empleo en la construc- ción. “Te dicen que las plazas de trabajo se compran y que luego ya vas cobrando mes a mes”, expli- ca Castro, de la Isla de la Juven- tud, que aterrizó en la capital rusa en diciembre. Allá trabajaba en la lavandería de un resort. En Mos- cú ha compartido obra con Anto- nio y sus otros cinco compañeros de piso. Han sido 12 horas al día levantando un edificio de oficinas. Sin librar, aseguran en una de las dos habitaciones, la más amplia, que pese a las camas usan tam- bién como sala de estar. “Escoge- mos Rusia por la facilidad para lle- gar, sin saber a qué nos expone- mos aquí, la vulnerabilidad de no conocer el idioma, las costumbres, la explotación. Ahora lo único que buscamos es un sustento”, se la- menta con las manos en los bolsi- llos Antonio, hasta hace poco, in- formático en una fábrica de cerá- mica blanca de Holguín. La pauta se repite una y otra vez. Comprar un vuelo a Moscú es más caro desde la isla, así que muchos recurren a algún interme- diario que les envía el pasaje des- de fuera, y que por algo más de dinero les promete alojamiento, tra- bajo y resolver los trámites buro- cráticos. Ese intermediario, gene- ralmente cubano, proporciona mano de obra barata a contratis- tas informales rusos, armenios, azerbaiyanos o serbios que nutren de personal a obras por toda la capital. Siempre sin contrato, sin seguridad y sin garantía de cobro. Si todo va según lo pactado, el tra- bajador recibe su salario —que suele rondar el equivalente a unos 300 euros mensuales— de manos del intermediario, que se queda una comisión de lo que ya probable- mente es un sueldo mermado. “Ese sistema se ha utilizado des- de hace mucho con ciudadanos de Asia Central, como Kirguistán, Tayikistán o Uzbekistán; ahora enrolan a cubanos porque son más vulnerables, no saben ruso, no co- nocen el sistema y tienen menos redes de apoyo. Muchos aspiran a quedarse con la esperanza o la promesa vacía de que tarde o tem- prano se podrán regularizar. Otros, tratan de recabar el dinero que les falta para pagar los supuestos do- cumentos para viajar a Europa; algunos consiguen salir a Serbia y ahí se quedan, esperando”, expli- ca Williams Herrera, abogado ya retirado que presta asistencia jurí- dica gratuita a algunos compatrio- tas. Las autoridades cubanas cono- cen el problema. El cónsul de Cuba en Moscú, Eduardo Escandell, afirma que en ocasiones han asis- tido, tratando de localizar ayuda legal, a algunos que decidieron denunciar la explotación laboral. No es frecuente, reconoce Mario Carrazana, consultor jurídico cu- bano establecido en Rusia. La mayoría tiene miedo a las repre- salias o a la deportación. Así que callan y se buscan otra cosa. Y vuelta a empezar. Madelaine de la Caridad encon- tró trabajo en la limpieza de su- permercados. En Cuba era enfer- mera y decidió vender lo poco que tenía y salir de la isla con su hija, Shabely, de 15 años. Compró el billete por su cuenta, pero el piso en el que iba a vivir lo encontró por un intermediario que, como muchos otros, se dedican al real- quiler para cubanos por todo Mos- cú. Cuando llegaron allí, lo que debía ser un apartamento para las dos era en realidad una cama com- partida en un piso con 10 hombres. “Salí de allí rápido, estar con gen- te desconocida, con la niña”, cuen- ta. Terminó compartiendo un piso de tres espacios más cocina con su amiga Yuris Lady y otras ocho personas. Todos se dedican a la limpieza, explica Marco Antonio Herrera, uno de los veteranos. Empleos de 12 horas al día, todos los días de la semana, por unos 25.000 rublos (300 euros); un poco más del salario mínimo legal en la capital (20.000 rublos), pero por muchas más horas que lo que marca la normativa. “Y eso cuan- do los cobramos…”, dice su com- pañera Clara Elsi Felipe en el re- cibidor de paredes amarillas en el que destaca un brillante póster con la imagen de un lago. Acceder a esos empleos no es gratis. Para poder trabajar deben pagar a un intermediario 3.000 ru- blos (37 euros), según distintas conversaciones online que ha po- dido leer este diario. Y otros 3.000 de “multa” cada vez que se au- sentan un día. En ocasiones, el pacto incluye que el primer mes es “de prueba” y no se retribuye. El mecanismo de la estafa es muy similar al de las mafias de la cons- trucción, y los abusos son cons- tantes, expone el abogado Carra- zana. Los mercados de Liublinó o Sadovod, al sureste de Moscú, ahora cerrados a cal y canto por la pandemia y en otro momento muy frecuentados por la comuni- dad cubana, son un hervidero de ‘intermediarios’ o agentes que tra- tan de captar mano de obra bara- ta. Casi todos saben que si se bus- ca trabajo, basta dejarse caer por ahí. Aunque la mayoría también son conscientes de que el salario no siempre llega. “Lo que nos su- cede es una estafa. Tienes una idea, sabes que a la gente la enga- ñan pero piensas que a ti no te va a pasar”, comenta Josué Pérez, desolado. “En Cuba yo me dedi- caba a la gastronomía turística, las cosas ya estaban muy mal y aho- ra con el virus irán peor, pero si todo sigue así habrá que buscar la vía para volverse. Allá no te lle- nas el estómago, pero no te mue- res de hambre, siempre hay un vecino que te da un pan, una taza de arroz; esto es distinto”, dice. Continúa la semana Proxima

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Page 1: La odisea de los cubanos explotados en la Rusia capitalistaellatinodigital.com/wp-content/uploads/2020/05/3_Actualidad-3-1.pdfLa odisea de los cubanos explotados en la Rusia capitalista

3 - Actualidad el Latino Semanal 15 al 21 de Mayo del 2020

El Latino Semanal Inc.

El Latino Semanal, Inc.

Mr. José R. Uzal

PUBLISHER

National Sales Manager

Sra. Olga Vazquez

Relaciones Comunitarias

El Latino Publishing

Diseño Gráfico

Sergio Sanchez

Manager de Circulación

Sr. José Zamora

DIRECTOR DE VENTAS

561-601-0674

561-951-4983

561-255-3209

Clínica Veterinaria y Centro Dental ,

1860 Forest Hill Blvd. Suite 201West Palm Beach, Fl 33406

Solución Crucilatino

La odisea de los cubanos explotados en la Rusia capitalistaLa pandemia de coronavirus y el confinamiento dejan al descubierto las tramas de inmigración y

trabajo irregular en las que son estafados cientos de ciudadanos de Cuba en MoscúUnas rústicas cortinas, hilvana-

das de una colcha azul, dan algode intimidad a Josué Pérez. Trasese pedazo de tela se han ido disi-pando los sueños de este jovencubano de cuerpo nudoso: conse-guir un trabajo en Moscú, vivir enun pisito compartido con un par decompañeros, mandar dinero a lafamilia en la Isla. Cuando salió deLa Habana en enero, con la pro-mesa de un compatriota de que,previo pago, le ayudaría a estable-cerse en la capital rusa, no pensóque su futuro era esa litera en unapartamento que comparte conotros nueve cubanos, en una de lascolmenas de los suburbios mosco-vitas. Las esperanzas por las quedesembolsó 2.000 dólares se hanevaporado; igual que aquel com-patriota. La obra en la que empe-zó a trabajar de manera informaly donde recibía unos cuantos ru-blos de pascuas a ramos se hasuspendido por el coronavirus. Sintrabajo no hay alojamiento gratis;y el día de pagar la litera se acer-ca. “Vine a Rusia a buscar unavida mejor y al final me van a te-ner que mandar dinero de Cuba”,dice, “¡de Cuba!”.

Cada año, unos 25.000 cubanosentran en Rusia como turistas, se-gún datos de la Guardia Fronteri-za rusa. Gracias al acuerdo entreMoscú y La Habana, aliados his-tóricos, no necesitan visado y pue-den permanecer en el país euroa-siático hasta 90 días; solo visitan-do, sin trabajar. Muchos, comoJosué Pérez, llegaron para quedar-se. Otros, pagaron entre 5.000 y7.000 dólares por cabeza a lasmafias de tráfico de personas porel billete hasta Moscú y los pape-les que en teoría les permitiríanseguir hasta España o Italia; do-cumentos que nunca llegan porqueRusia no está en el espacio Schen-gen y no se puede cruzar a la UEde manera legal. Ahora, con la ciu-dad confinada y en hibernacióneconómica, la pandemia de coro-navirus ha revelado las grietas deestas tramas de inmigración yempleo irregular en los que mu-chos cubanos terminan explotadosa manos de mafias cuyos tentá-culos llegan de Moscú a La Ha-bana; y vuelta.

Yunior Castro y Antonio paga-ron 1.500 dólares a un intermedia-rio al que ya conocían de oídas porotros cubanos. Ese dinero les da-ría derecho al billete de ida LaHabana-Moscú, alojamiento el pri-mer mes y empleo en la construc-ción. “Te dicen que las plazas detrabajo se compran y que luego yavas cobrando mes a mes”, expli-ca Castro, de la Isla de la Juven-tud, que aterrizó en la capital rusaen diciembre. Allá trabajaba en lalavandería de un resort. En Mos-cú ha compartido obra con Anto-nio y sus otros cinco compañerosde piso. Han sido 12 horas al díalevantando un edificio de oficinas.Sin librar, aseguran en una de lasdos habitaciones, la más amplia,que pese a las camas usan tam-bién como sala de estar. “Escoge-mos Rusia por la facilidad para lle-

gar, sin saber a qué nos expone-mos aquí, la vulnerabilidad de noconocer el idioma, las costumbres,la explotación. Ahora lo único quebuscamos es un sustento”, se la-menta con las manos en los bolsi-llos Antonio, hasta hace poco, in-formático en una fábrica de cerá-mica blanca de Holguín.

La pauta se repite una y otravez. Comprar un vuelo a Moscúes más caro desde la isla, así quemuchos recurren a algún interme-diario que les envía el pasaje des-de fuera, y que por algo más dedinero les promete alojamiento, tra-bajo y resolver los trámites buro-cráticos. Ese intermediario, gene-ralmente cubano, proporcionamano de obra barata a contratis-tas informales rusos, armenios,azerbaiyanos o serbios que nutrende personal a obras por toda lacapital. Siempre sin contrato, sinseguridad y sin garantía de cobro.Si todo va según lo pactado, el tra-bajador recibe su salario —quesuele rondar el equivalente a unos300 euros mensuales— de manosdel intermediario, que se queda unacomisión de lo que ya probable-mente es un sueldo mermado.

“Ese sistema se ha utilizado des-de hace mucho con ciudadanos deAsia Central, como Kirguistán,Tayikistán o Uzbekistán; ahoraenrolan a cubanos porque son másvulnerables, no saben ruso, no co-nocen el sistema y tienen menosredes de apoyo. Muchos aspirana quedarse con la esperanza o lapromesa vacía de que tarde o tem-prano se podrán regularizar. Otros,tratan de recabar el dinero que lesfalta para pagar los supuestos do-cumentos para viajar a Europa;algunos consiguen salir a Serbia yahí se quedan, esperando”, expli-ca Williams Herrera, abogado yaretirado que presta asistencia jurí-dica gratuita a algunos compatrio-tas.

Las autoridades cubanas cono-cen el problema. El cónsul de Cubaen Moscú, Eduardo Escandell,afirma que en ocasiones han asis-tido, tratando de localizar ayudalegal, a algunos que decidierondenunciar la explotación laboral.No es frecuente, reconoce MarioCarrazana, consultor jurídico cu-bano establecido en Rusia. Lamayoría tiene miedo a las repre-salias o a la deportación. Así quecallan y se buscan otra cosa. Yvuelta a empezar.

Madelaine de la Caridad encon-tró trabajo en la limpieza de su-permercados. En Cuba era enfer-mera y decidió vender lo poco quetenía y salir de la isla con su hija,Shabely, de 15 años. Compró elbillete por su cuenta, pero el pisoen el que iba a vivir lo encontrópor un intermediario que, comomuchos otros, se dedican al real-quiler para cubanos por todo Mos-cú. Cuando llegaron allí, lo quedebía ser un apartamento para lasdos era en realidad una cama com-partida en un piso con 10 hombres.“Salí de allí rápido, estar con gen-te desconocida, con la niña”, cuen-ta. Terminó compartiendo un piso

de tres espacios más cocina consu amiga Yuris Lady y otras ochopersonas. Todos se dedican a lalimpieza, explica Marco AntonioHerrera, uno de los veteranos.Empleos de 12 horas al día, todoslos días de la semana, por unos25.000 rublos (300 euros); un pocomás del salario mínimo legal en lacapital (20.000 rublos), pero pormuchas más horas que lo quemarca la normativa. “Y eso cuan-do los cobramos…”, dice su com-pañera Clara Elsi Felipe en el re-cibidor de paredes amarillas en elque destaca un brillante póster conla imagen de un lago.

Acceder a esos empleos no esgratis. Para poder trabajar debenpagar a un intermediario 3.000 ru-

blos (37 euros), según distintasconversaciones online que ha po-dido leer este diario. Y otros 3.000de “multa” cada vez que se au-sentan un día. En ocasiones, elpacto incluye que el primer meses “de prueba” y no se retribuye.El mecanismo de la estafa es muysimilar al de las mafias de la cons-trucción, y los abusos son cons-tantes, expone el abogado Carra-zana.

Los mercados de Liublinó oSadovod, al sureste de Moscú,ahora cerrados a cal y canto porla pandemia y en otro momentomuy frecuentados por la comuni-dad cubana, son un hervidero de‘intermediarios’ o agentes que tra-tan de captar mano de obra bara-

ta. Casi todos saben que si se bus-ca trabajo, basta dejarse caer porahí. Aunque la mayoría tambiénson conscientes de que el salariono siempre llega. “Lo que nos su-cede es una estafa. Tienes unaidea, sabes que a la gente la enga-ñan pero piensas que a ti no te vaa pasar”, comenta Josué Pérez,desolado. “En Cuba yo me dedi-caba a la gastronomía turística, lascosas ya estaban muy mal y aho-ra con el virus irán peor, pero sitodo sigue así habrá que buscar lavía para volverse. Allá no te lle-nas el estómago, pero no te mue-res de hambre, siempre hay unvecino que te da un pan, una tazade arroz; esto es distinto”, dice.

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