la mendicidad infantil

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LA MENDICIDAD INFANTIL “Cuando un pobre os pida panno digáis: usté perdone:porque si el pobre os perdona,será vuestra culpa doble.”Augusto Ferrán. "El menor que ejerce la mendicidad está en la calle, en una situación incómoda, Soportando las inclemencias del tiempo, faltando a clase."Difícilmente se podrá combatir la mendicidad de estos menores si no se hace un seguimiento de la situación de sus familias, de sus carencias y de sus necesidades, y se permite que aquéllos entren y salgan sin ningún tipo de control de los centros de protección". La mendicidad es producto y consecuencia, entre otros factores, de la marginación económica. Aun siendo una actividad improductiva y parásita está inserta en el sector de la economía como la más residual y precaria.La limosna constituye un fenómeno reproductor de la mendicidad, en tanto que posibilita un efecto continuista. Las personas que donan limosnas satisfacen la necesidad momentánea del mendigo, y, al mismo tiempo, favorecen su conciencia personal. En muchos casos, la limosna no es más que un remedio contra la “vergüenza ajena”. Se da limosna y se libera el remordimiento de conciencia.Los padres hacen profesionales a los hijos en el arte de la mendicidad, cumpliendo los menores una función de seducción sobre la actitud de los ciudadanos. La presencia de la mujer con niño es más elocuente, más sensible para el reclamo social de la limosna, por ello, la representación de las mujeres en el ejercicio mendicante es mayor que la de los hombres. Esta desproporción que ya es importante en el caso de los payos se agudiza más aún en el caso de los gitanos, en los que la población masculina apenas participa en la mendicidad. Los niños, últimas víctimas de la manipulación familiar, son el grupo sobre el que se sustenta la mendicidad organizada. El componente infantil en la mendicidad familiar es superior, es el elemento básico que activa la atracción de la limosna, por ello, se explota, especialmente, a los niños de edades comprendidas entre los dos y los cinco años, e incluso, a los niños en edad lactante pues facilitan más todavía la actitud lastimera.

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mendigos en las calles

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Page 1: La Mendicidad Infantil

LA MENDICIDAD INFANTIL “Cuando un pobre os pida panno digáis: usté perdone:porque si el pobre os perdona,será vuestra culpa doble.”Augusto Ferrán."El menor que ejerce la mendicidad está en la calle, en una situación incómoda, Soportando las inclemencias del tiempo, faltando a clase."Difícilmente se podrá combatir la mendicidad de estos menores si no se hace un seguimiento de la situación de sus familias, de sus carencias y de sus necesidades, y se permite que aquéllos entren y salgan sin ningún tipo de control de los centros de protección".La mendicidad es producto y consecuencia, entre otros factores, de la marginación económica. Aun siendo una actividad improductiva y parásita está inserta en el sector de la economía como la más residual y precaria.La limosna constituye un fenómeno reproductor de la mendicidad, en tanto que posibilita un efecto continuista. Las personas que donan limosnas satisfacen la necesidad momentánea del mendigo, y, al mismo tiempo, favorecen su conciencia personal. En muchos casos, la limosna no es más que un remedio contra la “vergüenza ajena”. Se da limosna y se libera el remordimiento de conciencia.Los padres hacen profesionales a los hijos en el arte de la mendicidad, cumpliendo los menores una función de seducción sobre la actitud de los ciudadanos. La presencia de la mujer con niño es más elocuente, más sensible para el reclamo social de la limosna, por ello, la representación de las mujeres en el ejercicio mendicante es mayor que la de los hombres. Esta desproporción que ya es importante en el caso de los payos se agudiza más aún en el caso de los gitanos, en los que la población masculina apenas participa en la mendicidad. Los niños, últimas víctimas de la manipulación familiar, son el grupo sobre el que se sustenta la mendicidad organizada. El componente infantil en la mendicidad familiar es superior, es el elemento básico que activa la atracción de la limosna, por ello, se explota, especialmente, a los niños de edades comprendidas entre los dos y los cinco años, e incluso, a los niños en edad lactante pues facilitan más todavía la actitud lastimera.