la marcha por no ser el 44

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  • 8/10/2019 La marcha por no ser el 44

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    La marcha por no ser el 44

    Fabrizio Meja Madrid

    Preguntas (casi) sin respuesta a una cuadra del Zcalo

    Cmo habamos llegado hasta aqu? Cmo lo haban hecho los apenas adolescentes

    del CETIS 2 o de las preparatorias particulares? Pero tambin los normalistas de

    Guerrero, todas las universidades, las monjitas marchadoras, los padres y madres de

    Ayotzinapa cuyas frases se le quedan a uno encajadas: Desde que se llevaron a mi

    hijo, cuando camino por mi calle, me siento una desconocida. De la marcha del 8 de

    octubre en el Zcalo a las del 5 de noviembre por todo el pas el movimiento Todos

    Somos Ayotzinapa se hizo estudiantil, mezclando clases culturales ---la vehemencia

    de los preparatorianos, los globos de la Ibero, las bicicletas de la Condesa, el luto de

    los normalistas en rostros tasajeados por el sol---, con una sola idea: Vivos los

    llevaron, vivos los queremos, de la antigua consigna de las madres de Doa Rosario

    Ibarra de Piedra. Qu deton este movimiento en las calles de miles de estudiantes

    por todo el pas y aun en las capitales europeas y americanas? Qu cambi despus

    del incendio de la Guardera ABC, la caravana de Javier Sicilia o el camino del

    Doctor Mireles?

    Eso se preguntaba el 5 de noviembre el actor Daniel Gimnez Cacho detenido por los

    cazadores de selfies en la Calle 5 de Mayo. Se ensayaban explicaciones: una nueva

    generacin que creci en la torcida democracia del IFE, en el avance de la idea de que

    los partidos se enriquecen a nuestras costillas ---la imagen del diputado de parranda

    con teiboleras---, y en una politizacin como experiencia de la ciudadana: la marcha,

    no como acompaarse en las derrotas, sino en el repudio.

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    ---Hay cosas que detonan y otras que no ---fue la explicacin ms celebrada (provino

    de la sensatez despreocupada de la fotgrafa Maya Goded).

    Todos los grillos que pasaban por 5 de Mayo se detenan a ver si alguien tena una

    razn, un mtodo: desde los burcratas del Gobierno de la Ciudad de Mxico, algn

    lder de 1968, otro que abandon la guerrilla de Lucio Cabaas justo en la normal de

    Ayotzinapa, un ceusta, un cegehache, una morena que era, en realidad, pelirroja,

    una chilena exiliada por el pinochetismo.

    ---Ustedes ya deben tener una teora ---retaban a Paco Ignacio Taibo, a Hctor Daz

    Polanco, a los periodistas.

    Los grillos tenan razn. No poda quedarse en una simple coincidencia entre el paro

    en el Politcnico Nacional por unos reglamentos y los desaparecidos de la normal de

    Ayotzinapa. Haba ira, luto, preocupacin. La sensacin de haber llegado a un lmite.

    Una pancarta hecha a mano por una estudiante de la Escuela Normal Superior: No

    quiero un futuro como este presente. La frase contena a una generacin aterrada por

    el porvenir o, mejor, por la ausencia que les espera a casi todos. Por eso la clase

    media reaccionaba al unsono con las madres desamparadas de Ayotzi ---el

    diminutivo como aprecio--- y una pregunta retrica y no tanto: Y si el prximo

    fuera tu hijo?.

    El mitin del 5 de noviembre no termin en el Zcalo, sino en los andenes y vagones

    del Metro. El desmadre estudiantil desde siempre, vivido con la angustia del relajo.

    Santi y El Bosques cantan con jaranas: La cosa est macabra/el pas est al

    revs/no quiero ir a la fosa/quiero a los 43.

    La gente aplaude y cada vez que se bajan del tren les dan las gracias a los

    jovenssimos msicos. Uno de ellos dice:

    ---Este es nuestro 68.

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    Siempre cre que la Revolucin era un desfile

    Ya para el 20 de noviembre de 2014 el movimiento de Accin Global Todos Somos

    Ayotzinapa se ha convertido en una protesta en la que participan, ya no slo los

    estudiantes, sino tambin los sindicatos, como los de telefonistas, electricistas,

    universitarios. Frente a la demanda de que aparezcan los estudiantes de Ayotzinapa

    crece otra: que renuncie el Presidente de la Repblica. Que se vayan todos, la frase

    prestada de la crisis del corralito en Argentina. El Fue el Estado va cediendo ante

    Fuera Pea.

    Se ha ido acumulado sobre todo la impresin de que los poderosos desdean a los

    pobres. El abandono de las formas ha devenido en prepotencia simblica. A los

    descuidos alfabticos del Seor Presidente, adase el desprecio del Pas de las Ladies

    y los Mirreyes aventando charolas, abogados y dosis elevadas de Prepotentol.

    Combnense las acusaciones de uso de millones de pesos para comprar votos en el

    Congreso con los pagos de favores a Televisa. El despojo sin ms a comunidades

    enteras en Puebla, Oaxaca, Guerrero, Veracruz, Chihuahua. Eso podra funcionar

    como una metfora de lo que significaban unos muchachos pobres, indgenas,

    asesinados por la abyecta complicidad entre autoridad, ejrcito y crimen organizado.

    A uno de ellos le haban sacado los ojos y desangrarse desollado. La indefensin. Del

    otro lado, se percibe a un presidente ms interesado en pagar sus favores a sus

    condiscpulos del Estado de Mxico que en gobernar el pas. Una cadena de fallas

    simblicas desata la indignacin en esta marcha: el Presidente jams se desplaza a la

    normal rural de Ayotzinapa, recibe a los familiares a puerta cerrada durante seis horas

    en los que no ofrece ni siquiera una comida, se niega a firmar un pliego petitorio que

    le presentan las vctimas, urge a resolver el misterio de la desaparicin con un

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    carpetazo que nadie cree ---los 43 fueron quemados en un basurero en Cocula y su

    polvo echadoa un ro--- y se va a una reunin a China. Mientras viaja le estalla un

    escndalo donde la opinin pblica slo constata su carcter de saqueador del pas: la

    empresa a la que ha beneficiado desde sus aos en el Estado de Mxico, es duea de

    su casa de mil 500 metros cuadrados. Su esposa, la Seora Primera Dama, hace una

    aclaracin que crispa los nimos: involucra una indemnizacin de 88 millones de

    pesos por parte de la empresa Televisa. El pblico adivina una trama de tenebra:

    enjuagues, moches, arreglos en lo oscuro, silencios cmplices. Se reparten la riqueza

    nacional frente a nuestras narices y, cuando se les reclama, la respuesta es:

    ---No estoy obligado a dar explicaciones, pero les voy a hacer el favor.

    Un da antes de la marcha, el Presidente toma la decisin de no realizar el desfile de la

    Revolucin Mexicana. Deja el Zcalo a las tres caravanas de los familiares de los

    muchachos desaparecidos. Vienen de Guerrero, de conversar con los zapatistas de

    Chiapas, y con Salvador Atenco en el Estado de Mxico. Pero no sin amenazar a la

    marcha que sabe ser esta vez centralmente por su renuncia:

    ---Es facultad del Estado usar la fuerza cuando sea necesario para mantener el orden.

    Hay un afn orquestado para desestabilizar el proyecto de nacin.

    De inmediato, la gente en tuiter corrige: Proyecto de Mansin. Las palabras

    diazordacistas sobre el uso de la fuerza son una clara amenaza a la marcha de las tres

    caravanas y es ya un principio del Presidente desde que era candidato del PRI:

    cuando, en la Universidad Iberoamericana, termin escondido en un bao, fue porque

    se refiri as a la represin en San Salvador Atenco: Es mi facultad usar la fuerza y

    lo volvera a hacer. Tuvo que salir por una puerta trasera.

    Unas horas antes circulan correos electrnicos con advertencias: Maana no dejes

    que marchen tus hijos. Habr violencia o Soy una madre de familia cuyo hermano

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    trabaja en la Secretara de Gobernacin y en la comida del domingo nos recomend

    no salir a la calle el 20 de noviembre. Lo comparto porque me preocupan tus hijos.

    Est echada a andar una tctica diazordacista: una alarma de bomba en la Universidad

    Autnoma Metropolitana-Xochimilco, balazos a los okupas (y a una perrita) del ex

    auditorio Che Guevara en la UNAM, un anuncio de que se tomar el aeropuerto

    internacional de la ciudad de Mxico. Me preocupa. Un da antes, el 19 de noviembre,

    le llamo a un amigo que normalmente ha sido ecunime y que, en cierta medida,

    influye en las asambleas interuniversitarias.

    ---Los movimientos en Europa ---asegura--- tienen dos cabezas: la parte pacfica y, al

    final, el enfrentamiento con la polica. Una es masiva, la otra es focal.

    Trato de argumentar. No se puede, no escucha. Cuelgo un poco consternado.

    Nos faltan 43. Nos sobra Pea Nieto

    La marcha comienza con una serie de padres de familia de clase media con bebs en

    carriolas. Alguien ha puesto un letrero que se burla de la declaracin presidencial:

    Aqu estn los desestabilizadores. Tras ellos viene el un reclamo silencioso, aejo,

    de los miles que nunca estuvieron en las indignaciones necesarias: Chimalhuacn.

    Y nuestros hijos? Son un grupo de madres enlutadas, de huaraches, que caminan

    quedito entre la llovizna fra.

    Esas dos son las puntas de la serpiente. No la insurgencia civil y los encapuchados

    que creen que quemar una patrulla es un acto revolucionario. Sino la previsin de lo

    que nos puede suceder a todos y la certeza de que el horror ya le ha ocurrido a otros.

    Las carriolas festivas y las madres de luto. Durante toda la marcha se revuelven esos

    dos extremos: los globos de cantoya al lado de las consignas que los jvenes no saben

    que eran guerrilleras: Vestido de verde olivo/polticamente vivo/no has muerto7nos

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    has muerto, camarada/tu muerte/tu muerte ser vengada; las bailarinas de la Escuela

    Nacional de Danza, descalzas, igual que algunos de los normalistas rurales. Unas por

    arte. Los otros por no tener zapatos. Una extraa pancarta que no habla de la aparicin

    de los 43 o de la renuncia de Pea: Soy insignificante pero lo que hago hoy es

    importante. El cartn con letra indecisa lo lleva una anciana pegado en un palo de

    escoba restaurado con maskinteip. Va sola. Tiene la mirada en el horizonte.

    Concheros que nos sahman de copal, muecos de cartn del Presidente, proyectores

    manuales que van poniendo en las paredes los rostros de los desaparecidos,

    megfonos de pilas, banderas rosas ---la hoz y el martillo en fondo discoteque---,

    flores y canciones, un drone que nos fotografa desde el cielo, globos. El nimo es que

    somos suficientes y que, en efecto, sobran los polticos de los partidos. Las crticas las

    concentra el Presidente y su Primera Dama. Los fotgrafos toman a los manifestantes

    del Sindicato Mexicano de Electricistas. Uno de ellos les grita:

    ---Veinte pesos por foto, compas. Estoy juntando para comprar la casita de los

    gaviotos presidenciales. Me faltan 43.

    Las escenas se suceden. Hace tiempo ya no es motivo de discusin cuntos marchan:

    el nmero es un Zcalo que se llena y vaca continuamente. La plaza, por supuesto, es

    ya insuficiente; las cifras irrelevantes. El peso de las protestas ya no tiene que ver con

    un monto, sino con una tica. Como en el zapatismo, como en el desafuero de Andrs

    Manuel Lpez Obrador, la gente que colma varias veces la Avenida Reforma no acta

    por inters propio; lo hace porque algo imperativo le parece correcto, porque el bien

    todava existe, a pesar de ese Pas de las Ladies y los Mirreyes en el que slo funciona

    el influyentismo y las mordidas. Un pas en el que todo es comprable o sobornable se

    topa con estos momentos de la sociedad civil en el que slo hay una entrega de

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    comuniones ante la injusticia percibida en colectivo, en masa, codo a codo, ronca, con

    los pies adoloridos.

    Recuerdos y preguntas en la plancha del Zcalo

    Llegamos al Zcalo una combinacin que se fue formando con el camino: tres

    escritores, una conductora de programas culturales, una de un museo universitario, un

    espaol, un editor con un perro, unos chicos de la Universidad Iberoamericana muy

    ennoviados. Hay veladoras, gises de colores para pintar mensajes ---flores muy

    sinuosas--- globos de cantoya. Una espera como la que acostumbraba el YoSoy132

    cuando nunca tenan oradores. La pregunta ahora ya no es cul fue el origen de todo

    esto. Es hacia a dnde va. Los partidos polticos en ruinas. El Presidente que ha

    renunciado ya, al menos en lo simblico. El Presidente con ms que tentaciones

    represivas. Cientos de miles en las calles de 120 ciudades del pas indignados. Ms de

    30 ciudades del mundo pendientes de lo que aqu pasa.

    Comenzamos a escuchar las bazucas hechizas con cuetes contra Palacio Nacional. El

    estruendo pona a temblar al perro del editor. Record la conversacin telefnica con

    mi amigo ahora radicalizado pero tambin la denuncia airada de los que expulsaron

    del contingente de CETEG a unos treinta encapuchados ---traan sbanas, camisas,

    delantales en la cara--- cuando corrieron entre los contingentes con botas militares:

    ---Esos son/esos son/los que chingan la cuestin.

    De pronto, la gente en el Zcalo corri hacia nosotros ---que cantbamos Mariposa

    Technicolor, porque s--- y tuvimos que darnos la vuelta y hacer lo mismo para no

    ser aplastados por la multitud que se detuvo en Los Portales. Correr as, obligado por

    el que te quiere arrollar atrs y preocupado por no aplastar al de adelante, entre gritos,

    cadas, el pavor de lo que no se sabe: acababan de entrar los granaderos a desalojar la

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    plaza. Haba comenzado una provocacin violenta que terminara en el desalojo de los

    marchistas que seguan ah despus de las diez de la noche. Nos refugiamos en el

    Saln Corona. Hasta ah llegaron dos chicas a pedir un sanitario para baarse la

    cara con agua por los gases lacrimgenos. Se cerraron las puertas y quedamos todos

    atrapados, resguardados, oteando el gas, el olor a plvora, la adrenalina, la

    expectacin. Sin saber qu bamos a hacer despus o cundo podramos salir,

    sabamos lo indispensable: Pea Nieto haba cumplido, va los encapuchados, su

    amenaza de recuperar el Zcalo a toletazos. El orden en el Pas de la Impunidad slo

    puede ser la fuerza.

    Antes, una hora antes, el mueco de cartn del Presidente de la Repblica se quem

    en el centro del Zcalo. Se abri un cerco inmenso para dejar que cayera la banda

    presidencial cruzada, la cabeza, los brazos. Todos aplaudimos, como compensacin

    por las injusticias, como catarsis por vivir en un infierno, como reclamo por estar en

    un pas que nos haban quitado. Nos sonremos unos a otros, seguros de que, esta vez,

    triunfaramos.

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