la llave del tiempo 05 - uriel

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URIEL("La llave del tiempo", vol.5) Ana Alonso & Javier Pelegrn, 2008PREMBULOEn el ao 2121, la Corporacin Ddalo logra reunir a Martn, Jacob, Selene y Casandra, cuatro jvenes con un sistema inmunolgico que los hace invulnerables frente a cualquier enfermedad. A cambio de su colaboracin para la produccin de vacunas y sueros curativos, Ddalo les ofrece un brillante futuro en una isla paradisaca... Sin embargo, tras su aparente generosidad, la Corporacin oculta un oscuro propsito. Dispuestos a desenmascararla, los cuatro jvenes consiguen huir de la isla con un valioso objeto formado a partir de las cpsulas que Ddalo ha extrado de sus propios organismos. Ese objeto es la llave del tiempo, un artefacto que contiene instrucciones para cumplir tres misiones sucesivas en diferentes lugares del mundo. Pero la llave, en realidad, es mucho ms que eso: tambin est programada para devolver a sus propietarios a su lugar de origen... Se atrevern Martn y sus amigos a emprender el viaje?_____ 1 _____ El ataque Sentado en la mullida arena de la mayor playa artificial de Medusa, Martn oteaba el horizonte. Una vela solar centelleaba en lalejana, inmvil bajo el calor sofocante del verano mediterrneo. Martn saba que a bordo de aquel velero se encontraba su madre, que haba salido a recoger muestras de microalgas al amanecer, como todas las maanas. Haca casi un mes que haba retomado sus trabajos de ingeniera gentica en la ciudad sumergida, cediendo a la insistencia de George Herbert, el presidente de la corporacin Prometeo. Despus de todo, era una forma tan buena como cualquier otra de matar el tiempo mientras esperaba a Andrei, su marido, finalmente liberado de la prisin de Caershid. Andrei Lem haba resistido relativamente bien los largos aos de cautiverio en la prisin orbital, pero la ausencia de gravedad y las duras condiciones de aquella crcel donde se pudran los antiguos lderes del movimiento antiglobalizacin haban hecho mella en su salud, y los mdicos de la corporacin Uriel que lo haban examinado despus de su salida de prisin haban concluido que un descenso inmediato a la Tierra le resultara perjudicial. Segn su diagnstico, la musculatura de Andrei se encontraba demasiado debilitada, y tardara algn tiempo en adaptarse al campo gravitatorio terrestre. Por ese motivo, el padre de Martn llevaba tres meses recuperndose en una clnica de reposo en la ciudad marciana de Arendel, bajo la atenta supervisin del mdico personal de Diana Scholem. Esta, adems, le haba incluido en el equipo de ingenieros informticos que trabajaban en la creacin de una nave espacial einsteniana que, una vez terminada, podra alcanzar hasta un tercio de la velocidad de la luz. Se trataba, por tanto, de la nave ms rpida jams creada por el hombre, y su tecnologa se basaba en una novedosa combinacin de motores de antimateria con una base impulsora en forma de tijera que se estaba construyendo en la rbita marciana. Una vez terminada, la nave supondra un paso de gigante en la colonizacin del sistema solar por parte de los seres humanos... Pero su principal misin, segn los planes de Diana Scholem, consistira en sentar las bases para construir la gigantesca estructura que apareca en los planos del mensaje extraterrestre descifrado por el equipo de Selene. Aunque nadie entenda an de un modo preciso la funcin de aquel diseo, los tcnicos de Prometeo que trabajaban sobre l comenzaban a tener ciertas sospechas acerca de su verdadera finalidad. Haba sido su jefe, George Herbert, quien les haba puesto sobre la pista. Desde el primer momento, Herbert haba detectado numerosos puntos de coincidencia entre los planos del ingenioextraterrestre y la tecnologa de su esfera. Eso le haba llevado a la conclusin de que, probablemente, la misin de aquel mecanismo fuese estabilizar agujeros de gusano de gran tamao; algo parecido a lo que haca su propia mquina del tiempo, aunque mucho ms complejo y sofisticado. En cualquier caso, los planos extraterrestres iban acompaados de instrucciones muy concretas acerca del lugar exacto donde deba construirse la estructura. Se trataba de un punto situado en los confines del sistema solar, muy cerca de Caronte, la luna de Plutn. As pues, para construir la estructura aliengena, lo primero era encontrar una forma rpida y eficaz de trasladar hombres y materiales al satlite Caronte; algo que, con las naves interplanetarias corrientes, resultara totalmente ruinoso... Ese haba sido el motivo de que Diana Scholem hubiese embarcado a su corporacin en el diseo de una nave einsteniana, con el apoyo de Herbert y de la corporacin Prometeo. Una decisin que el resto de las corporaciones no se haba tomado demasiado bien, ya que se sentan excluidas de aquella nueva fase de la carrera espacial. Para Martn y para su madre, el aplazamiento del reencuentro con Andrei haba supuesto un duro golpe. Incluso haban pensado en viajar a Marte para reunirse con l, pero el propio Andrei se lo haba desaconsejado. Quera que lo vieran en el mejor estado posible, parar evitarles preocupaciones. Andrei siempre haba sido as, pens Martn con un suspiro: confiaba mucho en su propia fortaleza y muy poco en la de los dems. Resultaba un tanto irritante para los que le rodeaban, pero no iba a cambiar a esas alturas de su vida... De modo que lo nico que caba hacer era aceptar sus condiciones y esperar pacientemente a que los mdicos le dieran permiso para regresar a la Tierra. Sin embargo, no podan esperar eternamente. En los hologramas de la llave del tiempo, despus de los acontecimientos de la Ciudad Roja, haba comenzado a brillar una fecha que planeaba sobre Martn y sus amigos como una nube amenazadora. Una fecha lejana, lejansima... situada a casi mil aos de distancia: el 12 de agosto del ao 3075. La fecha en que los ictios esperaban su regreso; porque de eso se trataba, en definitiva. La misin de la llave del tiempo haba concluido, y tenan que regresar a la poca a la que pertenecan, al inquietante futuro donde vivan sus verdaderas familias, y donde millones de personas aguardaban expectantes el resultado de su expedicin al pasado.Pero no haba necesidad de apresurarse, se dijo Martn, repitindose mentalmente aquel argumento que ya haba formulado en voz alta mil veces. Al fin y al cabo, daba lo mismo el momento de la partida, con tal de que Herbert programase la esfera para que el agujero de gusano los dejara en el verano del 3075. Podan permanecer en el futuro el tiempo justo para informar a los ictios del resultado de su misin y regresar de inmediato a Medusa, a la misma fecha de su partida. Eso no era lo que los organizadores de la expedicin haban planeado, desde luego; y sus verdaderos padres se llevaran una sorpresa mayscula si se despedan de ellos un par de horas despus de haberlos conocido. Pero, a fin de cuentas, qu derecho tenan a reclamarles nada? Ellos haban elaborado sus planes pensando nicamente en su conveniencia, y programando una fecha de regreso tan cercana a la fecha de partida de la expedicin, que los padres de los muchachos prcticamente no tendran tiempo de sufrir por su ausencia. Se habran perdido su infancia, eso s; y ellos saban que los hijos que iban a recuperar haban crecido con extraos a los que jams conoceran. Pero todava tendran tiempo de influir en ellos y de ganarse su cario, ya que, segn sus clculos, a su regreso an seran unos adolescentes. Martn sonro distradamente imaginndose la cara que pondra Erec de Quos, su padre biolgico, cuando le informase de que no pensaba quedarse a vivir en el futuro seguramente se sentira dolido y no aceptara de inmediato su decisin, en cualquier caso, tendra que resignarse. Si la felicidad de su hijo le importaba algo, terminara comprendiendo... El ruido amortiguado de unos pasos sobre la arena le hizo salir bruscamente de sus ensoaciones. Se volvi, algo molesto por la interrupcin. Jacob y Alejandra caminaban hacia l, y ninguno de los dos pareca alegre. En silencio, se sentaron a su lado sobre la arena seca y griscea, y se quedaron callados largo rato contemplando la huella hmeda que dejaban las olas al retirarse de la playa. --Estaba pensando en lo que comentbamos el otro da --dijo Martn--. Lo de viajar al futuro, estar all el tiempo justo para contarles a los ictios lo que hemos averiguado y volvernos. Despus de todo, eso no influira para nada en el resultado de la misin, y los ictios se lo tienen bien merecido, por habernos utilizado como lo han hecho. --Los ictios en general? --dijo Jacob, torciendo el gesto--. No creo que les importe. En realidad, t ests pensando en nuestras familias; en nuestros padres...Martn hundi los dedos en la arena para extraer una concha pequea e irisada, desgastada por los vaivenes del mar. --Bueno, y qu? No tengo razn? Es lo que se merecen. Y yo quiero decidir dnde y cmo quiero vivir. No quiero renunciar a todo por una gente a la que ni siquiera conozco. --Si hacemos lo que dices, quiz nunca consigamos regresar --dijo Jacob--. Puede que los ictios no nos dejen utilizar la esfera, o que esta haya cado en manos de los perfectos. Martn, acurdate del tipo que te amenaz a travs del agujero de gusano... No podemos confiar en que nos dejen volver. Se hizo un breve silencio, durante el cual Jacob se dedic a trazar una lnea con el dedo sobre la arena hmeda. --Adems, hay otra cosa --aadi con desgana--. En mi opinin, deberamos hacer ese viaje lo antes posible. Es lo ms seguro... Martn y Alejandra lo miraron con curiosidad. --Por qu? --pregunt Alejandra--. Qu es lo que sabes? --Las cosas se estn poniendo muy feas --repuso Jacob evasivamente--. Los planes espaciales de Uriel y Prometeo han puesto contra ellos al resto de las corporaciones, y tambin a las federaciones transnacionales. Ya conocis los rumores que circulan por la red. Hay un montn de gente que piensa que la estructura de los planos extraterrestres representa, en realidad, una puerta de conexin con su mundo. Si la construimos, podramos ser invadidos... --Tonteras --le interrumpi Martn con impaciencia. Jacob se encogi de hombros. --Seguramente. Pero tampoco es algo disparatado... Diana y Herbert se estn precipitando, y la gente tiene miedo. --Bueno, nosotros sabemos que los extraterrestres no van a invadirnos ni nada por el estilo --reflexion Alejandra--. Si lo hubieran hecho, vosotros no estarais aqu, ni existiran los ictios, ni las otras civilizaciones del futuro de las que nos han hablado. Eso significa que no hay peligro... --Quiz no nos invadan porque, al final, la estructura extraterrestre no se construya --objet Jacob--. Es posible que Uriel y Prometeo no logren salirse con la suya. En todo caso, estamos viviendo unos momentos muy inciertos. --Y no puedes utilizar tu Memoria del Futuro para ayudarnos a decidir? --pregunt Martn--. T sabes cosas, Jacob; cosas que nos ests ocultando... Dinos la verdad: qu va a pasar con esos planosextraterrestres? Jacob arroj una piedra al mar con gesto contrariado. --No tengo ni idea --confes--. En mis recuerdos del futuro no aparece nada relacionado con el mensaje extraterrestre. Y mi padre, Sal, tampoco sabe nada del asunto... Es como si la Humanidad hubiese olvidado completamente todo lo relacionado con ese mensaje. Martn permaneci un momento abstrado, escuchando el rumor hipntico del oleaje. --No va a venir? --pregunt. Jacob lanz otra piedrecita al agua, esta vez con una violencia que sobresalt a sus compaeros. --Sal va por libre --murmur, adivinando a quin se refera su compaero--. No es precisamente un padre modelo... Nos comunicamos casi a diario, pero creo que eso es ms que suficiente para l. No parece ansioso por estar conmigo; ni siquiera parece interesado. --Sal ha sufrido mucho todos estos aos --argument Alejandra--. No puedes esperar que se comporte como un padre normal... --Est chalado --afirm Jacob despiadadamente--. La ciudad de El Templo le obsesiona, y no hay forma de sacarlo de all. Ha soado con esas ruinas durante aos, y ahora, mgicamente, esas ruinas han cobrado vida ante sus ojos. Est viviendo en una especie de cuento de hadas para arquelogos... Comparado con eso, yo no significo nada. --No hables as, Jacob --le reproch Alejandra--. Despus de todo, nos salv la vida. --A estas alturas, ya no s si lo hizo por nosotros o por asegurar el resultado de su maldita misin. Jacob haba pronunciado aquellas palabras con una dureza que sorprendi a sus amigos. Martn observ de reojo su perfil delicado, con el reflejo del sol de la tarde en sus cabellos dorados y en el iris verdoso de su ojo derecho. Era extrao: a pesar de haber activado el programa de la Memoria del Futuro, Jacob segua siendo uno de ellos. Pese a todo lo que saba y al borrado de su pasado afectivo, no se identificaba en absoluto con los ictios. Conocer a Sal haba representado una gran conmocin para l, y tambin una gran decepcin. Su verdadero padre no le haba dado lo que esperaba... Alejandra, Martn y Casandra le haban aportado mucho ms. Ytambin Selene, por supuesto. --Sabis que por fin ha encontrado lo que buscaba? --dijo de pronto, sonriendo al mar con amargura. Las miradas de Alejandra y Martn se encontraron en silencio. No estaban muy seguros de entender a qu se refera Jacob. --El escondite del jeque Ishid? --pregunt Alejandra tmidamente. Jacob asinti, con los ojos tercamente fijos en las olas. --S, el escondite del jeque --confirm a media voz--. Y dentro estaba el dije. Se encontraba protegido por sistemas de incomunicacin muy sofisticados, y conectado a trampas de infrarrojos que alteraban las pistas. Pero esos eran obstculos de poca importancia para l. Lo principal es que el prncipe Jafed le ha dejado moverse a sus anchas, sin cortapisas... Lo dems, ha resultado relativamente sencillo. Martn y Alejandra lo miraban asombrados, y l, incmodo, cogi otro guijarro del suelo y lo arroj planeando al agua. --Y qu ha hecho con el dije? --pregunt finalmente Martn--. Va a devolvrnoslo? Jacob se volvi hacia l con una mueca de desdn en la cara. --Quieres saber qu ha hecho? Yo te lo dir. Ha hecho algo completamente absurdo... Lo ha sacado del refugio de Ishid, junto con el resto de los documentos que haba all, y lo ha colocado todo en otro bunker subterrneo... En el lugar exacto donde l y su equipo lo encontrarn dentro de mil aos. Para controlar su irritacin, Jacob se puso bruscamente en pie y dio unos pasos hasta la franja de arena mojada de la playa. Una vez all, se quit los zapatos y empez a caminar al borde de las olas. Martn y Alejandra, sin mediar palabra, lo siguieron. Lo que acababa de revelarles su amigo no tena ningn sentido para ellos. --Quieres decir que Sal ha enterrado el dije en ese sitio para encontrarlo all dentro de mil aos? --repiti Martn, incrdulo--. Pero por qu lo ha hecho? Si l ya sabe que, de todas formas, va a acabar all... --No confa en el azar --repuso Jacob, acelerando un poco el ritmo de sus pasos--. El dije no estaba donde l esperaba encontrarlo, y eso le ha roto todos los esquemas. As que ha decidido colocarlo en el sitio indicado, para simplificar las cosas. Los tres avanzaron unos segundos en silencio. --Supongo que es una razn tan buena como otra cualquiera--murmur Martn--. Resulta chocante, pero tampoco es muy diferente de lo que hemos hecho nosotros al cumplir las misiones de la llave del tiempo. Pensadlo un poco: utilizamos la informacin que tenemos del futuro para decidir nuestras acciones en esta poca. Y esas acciones, a su vez, condicionan el futuro... --S, ya lo he pensado muchas veces --coincidi Jacob--. Es un maldito crculo vicioso. --Pues yo, lo que sigo sin entender es qu haca el dije en el refugio secreto de Ishid --intervino Alejandra--. Por qu orden que nos lo robaran? Supongo que tendra pensado utilizarlo para algo... --Sal ha encontrado un documento secreto relacionado con l --explic Jacob de mala gana--. Parece ser que Hiden le haba pedido que nos lo robase para extraer el virus informtico que cre Selene del chip que contena. Y luego, a partir de ese virus, fabricaron los navegadores que se utilizaron en la final de Arena... Ishid le envi una copia del virus a Hiden, pero l se qued con el chip original. Pensaba utilizarlo para sus propios fines, despus de derrocar a su hermano Jafed. Tena grandes planes. Pero, afortunadamente, ya nunca podr realizarlos. Haban llegado hasta una escollera de piedra artificial tapizada de algas verdes y de lapas. En un remanso de agua, vieron un cangrejo negro que avanzaba de lado, apoyndose de puntillas en el fondo rocoso. Alejandra introdujo un dedo en el agua, y el cangrejo, despus de un instante de duda, trep al borde de la charca y se alej rpidamente por el costado grisceo de la piedra. --Estoy harto --proclam sbitamente Martn--. Harto de romperme la cabeza intentando averiguar qu es lo que debo hacer, qu es lo mejor para todos... Creo que voy a empezar a actuar como Sal; a moverme por intuiciones, o por impulsos, como queris llamarlo. --O sea, a hacer lo que te d la gana --tradujo Alejandra. Algo en el tono de su voz molest al muchacho. --Por qu no? --replic, volvindose hacia ella--. Eso no significa que no vaya a tenerte en cuenta a ti, ni a mi madre, ni a las personas que quiero... --Ya. Lo que significa es que no vas a tener en cuenta a los ictios. Jacob haba pronunciado aquellas palabras en tono desapasionado, pero Martn advirti, bajo aquella aparente frialdad, una honda preocupacin.--Oye, t mismo has dicho hace un momento que Sal est chalado --murmur, a la defensiva--. A lo mejor, todos lo estn... Reconoce que hay que estar un poco loco para enviar a unos recin nacidos al pasado, como hicieron ellos. Pero, de todas formas, no es necesario que elijamos entre lo que ellos quieren y lo que nosotros queremos. Podemos compaginar las dos cosas... Hay una manera. Los ojos le brillaban, y sus amigos lo observaron con inters. --De qu ests hablando? --quiso saber Alejandra. --De jugar con el tiempo. Para eso tenemos una mquina del tiempo, no? No me miris as; mi idea es muy sencilla... Podemos vivir en esta poca todo el tiempo que queramos. Y dentro de muchos aos, cuando seamos viejos, nos iremos todos a hacerles una visita de cortesa a los ictios. La llave seala en qu fecha nos esperan, pero no dice nada acerca de la edad que debemos tener cuando lleguemos. Qu ms da que tengamos dieciocho que ochenta y ocho? Ellos tendrn la informacin que quieren en el momento que ellos mismos eligieron, y, lo dems, no creo que les importe. Alejandra clav en l una mirada llena de reproche. --Martn, ests hablando de tus verdaderos padres --le record con cierta aspereza--. De Erec de Quos, recuerdas? Has hablado con l cientos de veces a travs del Tapiz de las Batallas. Martn frunci el ceo, obstinado. --No era l --gru--. No era ms que un holograma que reproduca su imagen. --Pero haba mucho del verdadero Erec en ese holograma --insisti Alejandra--. Muchas enseanzas, recuerdos... Es que eso no significa nada para ti? Martn permaneci callado, observando una masa de algas gelatinosas. --Nunca me ha hablado de mi madre --musit--. Me refiero a mi madre verdadera... Por qu? Es raro, no os parece? Los otros asintieron, pensativos. --Hay tantas cosas que no sabemos... Demasiadas --observ Martn, mirando de reojo a Jacob. El muchacho asinti, apesadumbrado. Haba captado la expresin inquisitiva de su compaero. --S lo que ests pensando --dijo--. Que yo soy el que ms sabe, porque he activado el programa de borrado de memoria. Es verdad que eso me da acceso a un montn de informacin... Pero nosiempre s cmo interpretarla. Los datos de que dispongo son los que tenan los ictios, y ya sabis que sus informaciones acerca de esta poca se encuentran llenas de lagunas. Ignoran las fechas exactas de muchos de los acontecimientos importantes que se produjeron despus... No s, todo es bastante confuso. En el horizonte, la vela solar de Sofa Lem reverberaba, teida de plata, bajo el sol estival. --Pero una cosa s puedo deciros --aadi Jacob, despus de reflexionar un instante--. Tu plan de posponer el viaje al futuro no es buena idea, Martn. Si retrasamos mucho ese viaje, lo ms probable es que no podamos hacerlo nunca. La esfera va a ser destruida. Martn not el estremecimiento de Alejandra, cuyo brazo rozaba el suyo. --Cundo? --pregunt, en tono apagado. Jacob esboz un gesto de impaciencia. --Eso es precisamente lo que no s --repuso, inquieto--. Puede que sea dentro de cien aos, pero tambin podra ser maana mismo. Todo lo que tengo es una imagen de La Pagoda en ruinas, con bancos de peces plateados nadando alrededor de sus paredes semiderruidas. Una imagen que, para los ictios, es antigua: procede de un holograma del ao 2187, milagrosamente conservado en un chip de la poca. Se encontr en una excavacin arqueolgica prxima a la actual Azur... Ya sabis, no muy lejos de aqu. --O sea, que la esfera va a ser destruida en alguna fecha entre hoy y el ao 2187 --resumi Martn--. No es una informacin muy precisa, que digamos. Jacob se sent pesadamente sobre una de las rocas hmedas de la escollera. --Es todo lo que tenemos --dijo en tono cansado. --No, no es todo --le contradijo Alejandra--. Tambin sabemos lo que est pasando ahora mismo en el mundo. El otro da, un ataque terrorista en Kukulkn dej ms de dos mil muertos. Y varias ciudades europeas han sufrido ataques biolgicos... La situacin empeora da a da. Es como al principio de la Gran Guerra. Nadie sabe exactamente quin est detrs de los ataques, pero tampoco parece importar demasiado. Son la excusa perfecta para saldar cuentas con viejos enemigos... Este mundo se est volviendo cada da ms peligroso. Martn se volvi hacia ella con el ceo fruncido. --Entonces, t crees que deberamos irnos?Ella baj los ojos con expresin desamparada. --Sabes que yo ir contigo --murmur--. Y tambin sabes que va a ser algo bastante duro para m... Pero creo que Jacob tiene razn. Si hay que hacerlo, hagmoslo lo antes posible. De lo contrario, quin sabe lo que puede pasar! Martn, en cuclillas junto a la roca donde se haba sentado Jacob, removi con aire ausente un penacho de algas negruzcas que flotaba a ras de agua. --Tampoco tenemos que precipitarnos --repuso, fijndose en el borde espumoso de una ola que acababa de romper contra la escollera--. Antes de dar un paso como ese, tenemos que pensrnoslo bien. Adems, yo no pienso irme sin haber visto a mi padre... Quiero decir, a Andrei. Alejandra y Jacob no dijeron nada. Despus de aos de separacin, Martn estaba a punto de volver a reunirse con su padre adoptivo, y nadie poda reprocharle que aquello fuese para l ms importante que la misin de los ictios. --Tambin deberamos localizar a Leo antes de irnos --reflexion Jacob, volviendo la cabeza maquinalmente hacia las cpulas transparentes de Medusa, que se encontraban a su espalda--. Estoy preocupado por l; es como si se lo hubiese tragado la tierra. Desde la final de los Juegos no ha vuelto a enviar ningn mensaje, ni tampoco hemos podido localizarlo en Virtualnet... No s; algo me dice que est en peligro. Martn sinti un nudo en la boca del estmago al pensar que el androide poda encontrarse en apuros por haberle ayudado a librarse del virus que Hiden haba introducido en su cerebro. --Probablemente se lo hayan llevado a Chernograd --razon Alejandra--. De todas formas, no creo que Hiden sepa todo lo que Leo ha hecho por nosotros desde que abandonamos la isla. Si lo supiese, lo desguazara... --Es posible que lo haya hecho! --gru Jacob, ponindose en pie bruscamente. El muchacho descendi de las rocas con precaucin y comenz a caminar de nuevo por la playa. Martn lo sigui, apresurando el paso, pero Alejandra an se demor unos instantes sobre la escollera antes de reunirse con ellos. --Quiz deberas consultar con tu padre acerca de lo que debemos hacer --sugiri la muchacha mirando a Martn--. Me refiero a Erec, tu padre biolgico; o, ms bien, a su holograma... Hacetiempo que no te conectas al tapiz. Su opinin podra ayudarnos a decidir. --Hablo con Erec todos los das --repuso Martn con los ojos fijos en la arena que iba pisando--. No necesito conectarme al tapiz... Cuando el tapiz me transmiti el virus, tambin me transmiti algo ms. Me pas toda la informacin que contiene. Los hologramas de los Caballeros del Silencio ahora estn en mi cabeza. Tard bastante tiempo en comprenderlo. La primera vez que se me aparecieron fue durante la final de Arena. Gracias a su aparicin, me di cuenta de que la espada de Erec y la ma no eran iguales. Entonces cre que haba sido una alucinacin, o un truco del Bak. Pero no... Ellos estn ah, en mi mente. Es decir, estn los programas que almacenan sus recuerdos y sus consejos. --Pero utilizaste el tapiz para hablar con el holograma de Aedh --le record Alejandra. Martn asinti. --Entonces an no saba que los llevaba conmigo. Lo que ocurre es que, sin la interfaz del tapiz, acceder a ellos resulta ms complicado. Tengo que encontrarme en un estado de relajacin absoluta, y eso no ocurre muy a menudo. Por eso, casi siempre se me aparecen en sueos. Erec se me aparece todas las noches. A veces no me dice nada, simplemente se sienta callado junto a m y me acaricia la cabeza. Resulta desconcertante... despus de todo, no deja de ser un estpido programa informtico! --Ests irritado con el Erec del tapiz porque no es un ser humano de verdad --interpret su amiga, pensativa--. Pero el Erec real no tiene la culpa, Martn. nicamente, ha utilizado la tecnologa de su poca para comunicarse contigo, igual que nosotros utilizamos Internet o la rueda neural. Martn sacudi lentamente la cabeza. --No s --murmur--. A lo mejor soy injusto, pero los sentimientos son irracionales... Iba a aadir algo ms, cuando un fino destello luminoso atraves el cielo como una centella, dejando una estela curva tras de s. --Qu es eso? --pregunt Alejandra, volvindose inquieta hacia las cpulas de la ciudad. El destello se haba hundido en el mar muy cerca de la cpula principal de Medusa. Pocos segundos ms tarde, un segundo destello recorri la misma trayectoria, dejando, esta vez, una estelaan ms brillante y larga en la atmsfera. --Misiles inteligentes --murmur Jacob, observando petrificado la marca de luz sobre el horizonte--. Alguien est atacando... No lleg a terminar la frase. Al otro lado de la estrecha franja de mar que los separaba de la ciudad, una grieta zigzagueante rasg la cpula central de Medusa, mientras a sus odos llegaban, amortiguados por la distancia, los ecos del resquebrajamiento del cristal._____ 2 _____ El agujero de gusano Casandra dice que intentemos llegar hasta el puerto de minisubmarinos del sector oeste --anunci Jacob, despus de concentrarse un momento en el mensaje que acababan de recibir sus implantes neurales--. Est con Selene, y con Herbert. Por el momento, se encuentran bien. --Dnde estn exactamente? --pregunt Alejandra. Su mano temblaba dentro de la de Martn, con la palma empapada de un sudor fro. --Estn en el piso inferior de La Pagoda. El edificio no ha sufrido daos. Esperad... Dice que la parte submarina de la ciudad est siendo desalojada, pero que Herbert ha enviado rdenes a los equipos de emergencia para que nos dejen pasar. De pronto, el mar se haba encrespado a su alrededor, tal vez por efecto de la onda expansiva de las explosiones submarinas. Un tercer arco de luz surc el cielo en ese instante, hundindose en el mar con precisin mortfera. Martn volvi la mirada hacia el sur, donde la vela solar del barco de su madre segua flotando, aparentemente inmvil, sobre los rizos de las olas. Se pregunt si ella tambin lo habra visto. --La situacin es grave --sigui explicando Jacob, repitiendo en voz alta la informacin que le suministraba Casandra por va teleptica--. La cpula de la Gran Plaza tiene una grieta de bastante longitud, y la diferencia de presin entre el exterior y el interior no tardar en hacerla implosionar. Herbert le da hora y media, comomucho... --Por qu quiere que bajemos? --pregunt Martn, confundido. Jacob lo atraves con sus fros y penetrantes ojos claros. --No lo entiendes? Si el ataque contina, puede que lo destruyan todo. Tambin La Pagoda, y la esfera... Quiere que atravesemos el agujero de gusano antes de que se cierre para siempre. Los tres echaron a correr hacia el frgil muelle de madera donde haban amarrado su fueraborda. Una vez dentro, Jacob puso en marcha el motor de hidrgeno y Martn solt la amarra que enganchaba la embarcacin a un poste vertical de la orilla. La lancha, entonces, se encabrit sobre el azul profundo del mar y comenz a deslizarse sobre su superficie, dejando tras de s una ancha estela de espumas. Iba a una velocidad de vrtigo, y Alejandra, al timn, le pidi a Jacob que frenara un poco para hacer la maniobra de acercamiento al puerto de submarinos, que se encontraba en una de las isletas vecinas. En el puerto de submarinos reinaba una gran confusin. Cuatro batiscafos acababan de llegar procedentes de la parte sumergida de la ciudad, y sus ocupantes abandonaban los mdulos de adaptacin plidos y descompuestos, unas veces silenciosos y otras hablando a gritos entre s, con la angustia pintada en el rostro. En el muelle principal, los equipos de emergencia ultimaban sus preparativos para iniciar una inmersin a bordo de un gran submarino de salvamento. Tambin haba media docena de ambulancias a punto de sumergirse. Despus de amarrar la lancha, los chicos se dirigieron sin titubeos hacia la mujer que pareca dirigir el embarque de los equipos mdicos. --Necesitamos un vehculo para ir al fondo --explic Jacob a bocajarro--. Tenemos permiso de Herbert... La mujer asinti. A pesar de las circunstancias, se la vea aparentemente tranquila. --S, me lo han dicho. Podis usar uno de los automticos --dijo, sealando una hilera de artefactos ovoides de superficie metalizada--. Supongo que sabis cmo hacerlo... Programad las coordenadas de bajada, y todo lo dems lo har la mquina. --Gracias --dijeron a coro los chicos, disponindose a seguir sus instrucciones. --Sois conscientes de lo que estis haciendo, no? --pregunt la mujer con el ceo fruncido--. Las cosas estn muy mal ah abajo. Elsuministro elctrico se ha visto daado, y se han puesto en marcha los generadores de emergencia. Se han activado los paneles hermticos, para aislar las zonas que han sufrido descompresin de las que no estn daadas. Pero incluso en estas ltimas, la situacin es muy peligrosa. Adems, es probable que an lleguen ms misiles... --Tenemos que bajar --repuso framente Jacob--. Herbert nos est esperando. La mujer se encogi de hombros, en un gesto de impotencia. --Poneos los trajes de neopreno! --les grit mientras se alejaban--. Los encontraris en el submarino, y tambin las botellas de oxgeno. Pase lo que pase, no salgis sin ellas... Su voz se perdi en la confusin del muelle, mientras los tres muchachos activaban la apertura automtica de uno de los huevos plateados que se balanceaban sobre el agua, indiferentes a la tragedia que los rodeaba. A pesar de las luces verdeazuladas que emanaban del panel de mandos, el interior del submarino resultaba, al entrar, oscuro y opresivo. Pero todo cambi cuando Martn introdujo las rdenes verbales para el descenso. A su alrededor se iluminaron entonces las cuatro pantallas redondas adheridas a la pared curva, mostrando la superficie del mar. No eran autnticas ventanas, pero lo parecan... Cuando el submarino se sumergi, las olas que espumeaban sobre las pantallas fueron sustituidas por imgenes del interior del mar: aguas verdes y plcidas con chorros de irisadas burbujas ascendiendo verticalmente aqu y all, e incluso algunos peces deslizndose como sombras. --Quin lo habr hecho? --se pregunt Alejandra en voz alta--. Hiden? --Es posible --repuso Martn, pensativo--. O tal vez Yang y sus aliados de Kokoro. Estn enfurecidos con lo de la nave de Diana, y saben que la corporacin Prometeo tiene mucho que ver en el proyecto. --Incluso podra ser la Federacin Europea --intervino Jacob--. Estn molestos con Herbert por poner en peligro sus territorios en su lucha de poder con las otras corporaciones... Ahora que las cosas se estn torciendo, quieren dejar muy claro que Europa no apoya incondicionalmente a Prometeo. --Pero de ah a intentar destruir la ciudad... Alejandra se interrumpi, sin saber cmo terminar la frase.--Quiz no la destruyan --argument Martn sin mucha conviccin--. Los daos, por lo que nos han dicho, no son generalizados. Jacob mene en silencio la cabeza. --Os dije que esto ocurrira, aunque no saba cundo --dijo con tristeza--. La ciudad est herida de muerte, Martn. Ms vale que lo vayas asumiendo. Martn cerr los ojos. Apret los prpados hasta que la negrura se llen de estrellas blancas y rojas, que poco a poco se fueron extinguiendo. --Ni siquiera he podido despedirme de mi madre --musit. Sinti en el antebrazo los dedos delicados de Alejandra, tratando de consolarle. --Yo tampoco de la ma --dijo ella--. Quiz sea mejor as... No saba cmo decrselo. No creo que mis padres puedan entender lo que voy a hacer. Ojal tenga ocasin de explicrselo algn da. Si alguna vez regreso, o regresamos... Sus ojos se encontraron con la mirada azul e inteligente de Jacob. --No os dais cuenta de que, si destruyen la esfera, nunca podremos regresar? --dijo el muchacho--. Es decir, podramos viajar a cualquier momento antes de la destruccin de la esfera, pero no ms tarde. Martn volvi a apretar con fuerza los prpados. La cabeza le arda. --Podemos volver a algn momento en que la esfera est an intacta --dijo en voz baja--. Y luego, abandonar Medusa antes del ataque... --Es una posibilidad; pero no lo haremos --afirm Jacob sosteniendo la mirada aterrada de Alejandra. --Cmo puedes estar tan seguro? --pregunt la chica, encarndose con l. Jacob hizo una mueca. --Si eso hubiese ocurrido, ahora mismo habra otra versin de nosotros mismos pululando por ah. Casandra nos habra detectado... Adems, la esfera habra registrado el viaje de regreso, aunque nadie nos hubiese visto salir, cosa bastante improbable, porque Herbert lleva meses pendiente da tras da de la mquina. Dando por terminada la conversacin, Jacob se fue hacia el armario que haba a la derecha del panel de mandos y rebusc entrelos equipos de inmersin que contena. Al final, extrajo un traje de neopreno plateado que pareca adecuarse a su estatura y comenz a desnudarse para ponrselo. Cuando termin, al ver que sus compaeros seguan inmviles, registr nuevamente el contenido del armario hasta dar con dos trajes que pudiesen servirles. --Toma --le dijo a Alejandra, tendindole una funda de escamas blancas y brillantes--. Estars guapsima con esto. Martn le dirigi una mirada furibunda, y Jacob sonri con desenvoltura. --Solo estoy intentando relajar el ambiente --se justific, arrojndole a Martn el mono negro que haba seleccionado para l--. Deberais vestiros ya, el viaje debe de estar a punto de terminar. Sin embargo, todo su aplomo se vino abajo cuando Alejandra empez a desprenderse de su ropa, desafiante. Entonces, inesperadamente, sus mejillas se cubrieron de rubor. Jacob segua siendo, pese a las apariencias, un chico tmido. --Las botellas de oxgeno tienen que estar por aqu --dijo, hundiendo la cabeza de nuevo en el armario. En otras circunstancias, la escena habra divertido a Martn; pero la perspectiva de lo que se avecinaba le ocupaba por completo el pensamiento, y la ojeada que le ech al cuerpo desnudo de Alejandra, justo antes de que se enfundase el traje de inmersin, fue puramente accidental. --Vstete, Martn --le susurr ella cuando termin de ajustarse el traje--. Tenemos que estar preparados... No era justo, se dijo el muchacho, conteniendo a duras penas su furia. Despus de tantos aos de espera, cuando por fin estaba a punto de reunirse con su padre, tena que suceder aquello. Llevaba mucho tiempo intentando hacerse a la idea de que, un da u otro, tendra que abandonar a las personas que quera para viajar a aquella poca distante donde millones de personas esperaban su llegada, pero siempre haba imaginado que al menos sera l quien decidiese el momento del viaje, junto con el resto de sus compaeros. Mir de reojo a Alejandra... Tambin era injusto para ella. No tena derecho a pedirle que le acompaase, y menos ahora, sabiendo que, probablemente, jams podran regresar. Los ojos grises de la muchacha estaban empaados de lgrimas, pero, a la vez, se mantenan serenos. La fortaleza de Alejandra en los momentos difciles nunca dejaba de sorprenderle. Si ella poda dar aquel paso sin temblar de miedo o de ira, l tambin poda hacerlo.Alejandra estaba a punto de separarse para siempre de su familia para quedarse a su lado... Deba de quererle mucho para hacer lo que iba a hacer. Aquel pensamiento se difundi como un blsamo por su mente y por su cuerpo, hacindole experimentar, de pronto, un clido bienestar. Si Alejandra le acompaaba, no tena derecho a quejarse. Ya que iba a perderlo todo, al menos la tendra a ella, y podra vivir para ella, para cuidarla y compensarla por todo lo que haba tenido que abandonar. El submarino detuvo sus motores, y un instante despus rebot blandamente contra el fondo arenoso del puerto sumergido. Los chicos oyeron el zumbido del tnel de descompresin a medida que se iba desplegando. Un momento despus, se abri la puerta del vehculo. El tnel los condujo directamente a una de las cabinas de ajuste de presin de La Pagoda, donde permanecieron alrededor de un cuarto de hora, tragando saliva peridicamente para liberar la tensin de sus tmpanos. Cuando el proceso concluy, la cabina se abri, y los tres jvenes salieron al vestbulo ajardinado del edificio. Bajo los focos verdes y azules de emergencia, estratgicamente distribuidos sobre los puentes y los altos arbustos tropicales, el vestbulo de La Pagoda pareca un lugar enteramente diferente al que Martn conoca. Al otro lado de las paredes transparentes reinaba una oscuridad absoluta: la autntica oscuridad de los fondos marinos, que en otras ocasiones quedaba enmascarada bajo las potentes luces de ambientacin de la ciudad. En medio de aquella espesa negrura, los diminutos focos del jardn interior brillaban como tmidas lucirnagas. Al muchacho le cost localizar, en aquel ocano de penumbra y destellos, las siluetas de Herbert, Selene y Casandra. --Por fin estis aqu --salud con voz trmula el presidente de Prometeo--. Es una catstrofe, chicos; el fin de Medusa... --Tan grave es? --pregunt Jacob, despus de abrazar con afecto al anciano. --Se est haciendo lo posible por retrasar la implosin de la Gran Plaza, pero, aun as, no creo que aguante mucho ms tiempo. Tres o cuatro horas, como mximo... Cuando eso ocurra, ser como si una bomba explotase en el corazn de la ciudad. Todas sus estructuras quedarn afectadas en mayor o menor medida. Y la esfera... La voz se le quebr, y una especie de sollozo brot inesperadamente de su pecho.--Pero antes, conseguir sacaros de aqu --logr decir. Sin aadir nada ms, comenz a caminar hacia el ascensor privado que conduca directamente al piso superior de La Pagoda, donde se encontraba la esfera. Casandra, muy plida, se fue tras l. Antes de seguirlos, Selene avanz directamente hacia Jacob y le abraz con fuerza; estaba llorando. Por primera vez desde que todo aquello haba empezado, Martn vio lgrimas en los ojos de su amigo. --No te preocupes --murmur Jacob, estrechando con fuerza a Selene entre sus brazos--. Todo saldr bien. En su voz haba tanta ternura, que la muchacha alz los ojos hacia l e intent sonrerle a travs de sus lgrimas. --No te preocupes --repiti l. Herbert los llam desde la puerta del ascensor; los cuatro caminaron con desgana hacia el pequeo habitculo y se introdujeron en l. Comenzaron a subir en medio de un silencio sepulcral. Herbert haba apoyado el rostro en la pared del ascensor, ocultndoselo a los chicos, que solo podan ver el temblor de sus hombros, convulsionados por el llanto. --Si destruyen la esfera, siempre se puede construir otra --dijo Martn, sintiendo renacer su esperanza--. Herbert, usted puede hacerlo... El anciano tard un momento en contestar. --Si sobrevivo --dijo finalmente con voz apagada--. El ataque no ha terminado an. Procede de una plataforma flotante situada cincuenta millas al este, muy moderna y sofisticada... Tecnologa de Kokoro, probablemente. No se conformarn con un par de misiles. --No han intentado negociar? --pregunt Jacob. Herbert neg con la cabeza. --Ni siquiera se han identificado. Intentan hacerse pasar por un grupo incontrolado de terroristas... Pero hay algo ms, seguro. --Herbert, mi madre ha salido en el velero a tomar muestras para su trabajo --dijo Martn con un nudo en la garganta--. Quiz no sepa lo que est ocurriendo... --Lo sabe --le interrumpi Herbert--. Le he enviado instrucciones para que ponga rumbo al puerto de Azur. El velero es seguro, llegar sana y salva... Le he dicho que te reuniras all con ella. Martn abri mucho los ojos. --Le ha mentido? --pregunt, conteniendo a duras penas su indignacin.--Era lo mejor --afirm Herbert, clavando en l sus ojos enrojecidos--. Habra insistido en regresar, si le hubiese contado lo que vamos a hacer. Y la situacin es peligrosa, Martn. No quiero que le suceda nada malo... Ella tiene que quedarse para reunirse con Andrei. Martn asinti con lentitud. Herbert tena razn; era lo mejor para Sofa. El nudo de su garganta creci dolorosamente, dificultndole la respiracin. --Hemos llegado --anunci Herbert cuando las puertas del ascensor se abrieron--. La esfera ya est programada; lleva semanas programada, por si os decidais a emprender el viaje. S que esto es duro para vosotros, chicos... Pero, si no os vais ahora, quiz no podis hacerlo nunca. Caminaron en silencio hacia la esfera bajo la bveda estrellada de la cmara, que, pese a las restricciones de energa forzadas por la situacin de emergencia, continuaba reproduciendo con asombrosa exactitud el hermoso espectculo de un cielo nocturno. Se detuvieron junto al arco de luz que serva de entrada al artilugio diseado por Herbert. Alejandra abri la cremallera del bolsillo de seguridad de su pantaln y, con mano temblorosa, le entreg a Martn la llave del tiempo. --Quiz tengamos que hacer algo para activarla --observ el muchacho con voz ronca--. Como hizo Deimos aquella vez, despus de la desaparicin de Aedh. --No es necesario --afirm Jacob--. Una vez cumplida la fecha de la ltima misin, la llave se reprogram automticamente para conducirnos al futuro en la fecha prevista por los ictios. Solo hay que pulsar aqu, en este dibujo del borde... Pero antes, debemos situarnos en la plataforma interior. El muchacho hizo ademn de traspasar el umbral de la esfera. Sin embargo, en el ltimo instante se volvi indeciso hacia George Herbert. --Por qu no nos acompaas? --le pregunt, sonriendo como si la idea se le acabase de ocurrir en ese momento--. Despus de todo, ya no tienes familia aqu, ni nadie que te retenga... El anciano parpade. Una sonrisa triste y derrotada ilumin por un momento sus fatigados rasgos. --Me gustara --dijo en voz baja--. No sabis cunto me gustara. Ver en qu se ha convertido la Humanidad, las nuevas tecnologas, las ciudades... Pero tengo responsabilidades aqu, Jacob. No puedoabandonar a toda esta gente. Dependen de m... --El plan de evacuacin est en marcha --le record Selene con suavidad--. Quiz su presencia no sea imprescindible... --Quiz no, pero un capitn no debe abandonar su barco cuando est a punto de hundirse; y mi barco es Medusa. Lo es desde hace muchos aos... Adems, est el otro George Herbert, no lo olvidis --aadi con una picara sonrisa--. l controla Virtualnet, y, en los malos tiempos que se avecinan, Virtualnet va a resultar ms necesaria que nunca. Tengo que salvar la red, entendis? Y, si la esfera resulta daada en el ataque, yo estar aqu para repararla --aadi mirando a Martn. Jacob abraz con fuerza al anciano y luego, sin mirar atrs, atraves el umbral de la mquina del tiempo. Herbert estrech ceremoniosamente la mano a cada una de las tres chicas, en un gesto casi solemne. Por ltimo, le lleg el turno a Martn. --Tus cosas estn aqu, donde las dejaste --dijo Herbert, caminando pesadamente hasta un cajn situado bajo el panel de mandos, a poca distancia de la esfera--. Fue buena idea guardarlas junto a la mquina, verdad? Llvatelas, es posible que las necesites. Martn cogi el fardo gris que le tenda el presidente de Prometeo y se lo ech al hombro. No necesitaba mirar en su interior para saber lo que contena. El Tapiz de las Batallas y la espada fantasma deban acompaarlo en su viaje al futuro. Jacob haba insistido en que los guardase all, junto a la esfera, por lo que pudiera pasar. --Quiz debera dejarlo todo aqu --murmur--. Un recuerdo para mi padre... --No, Martn --repuso Herbert con firmeza--. All donde vais, es muy posible que necesites tu espada, y Andrei no sabra qu hacer con ella. l querra que te la llevaras, estoy seguro. --Entonces, dgale que... --el muchacho se interrumpi, tragndose el sollozo que amenazaba con ahogarle--. No s. Dgale solo que le quiero. --Se lo dir --asegur Herbert con los ojos llenos de lgrimas--. l lo entender, Martn. Lo entender mejor que nadie. Incapaz de soportar la desesperacin que arda en la mirada del anciano, Martn se dio la vuelta y penetr en la esfera. El resto de sus compaeros ya se haba situado en la plataforma de viaje, frente a la extraa perla flotante cuya misin, llegado elmomento, sera estabilizar el campo de energa gravitatoria negativa que mantendra abierto el agujero de gusano a travs del cual iban a viajar hasta el futuro. Por un momento, Martn se fij en los rostros crispados de las chicas y en el ceo fruncido de Jacob, cuyos ojos parecan ms claros y enigmticos que nunca. Luego, sin pararse a pensar en lo que haca, apret el botn invisible de la llave. Si haba que dar aquel paso, mejor que fuera cuanto antes. Instantneamente, una vaharada de calor sofocante le alcanz en el rostro, y el aire comenz a vibrar con violencia, desprendiendo jirones de bruma de la superficie nacarada de la perla que flotaba ante sus ojos. Detrs de la perla, el interior cncavo del aparato se convirti de pronto en un deslumbrante espejo; un espejo que se prolongaba hasta el infinito en una espiral brutalmente deformada, teida de reflejos que danzaban en la oscuridad. --El agujero de gusano --musit Jacob, protegindose los ojos del calor con una mano extendida a modo de visera--. Tendremos que recorrerlo a pie... Martn comenz a caminar hacia el corredor, sintiendo que el suelo se bamboleaba bajo sus pies como si avanzase sobre la cubierta de un barco. La vibracin del aire lastimaba sus odos y haca temblar cada milmetro de su piel, que pareca a punto de desgarrarse. Delante, solo vea la plata fulgurante de la esfera quebrndose en reflejos sobre las paredes del corredor, ms oscuro a medida que ganaba profundidad. Despus de dar unos cuantos pasos ms, el muchacho comprendi que estaba dentro del agujero de gusano. Senta resbalar el sudor sobre sus sienes, y tuvo la sensacin de que aquel lquido segregado por su cuerpo era la angustia que en ese momento le inundaba por dentro, amenazando con asfixiarle. Sin saber muy bien lo que haca, se detuvo, buscando entre los cambiantes reflejos que le rodeaban la silueta familiar de Alejandra. Pero Alejandra no estaba a su lado, ni detrs, ni delante... En realidad, no pareca que hubiese nadie ms en el tnel, de modo que volvi a mirar al frente y continu caminando, abofeteado por la sofocante corriente de aire que danzaba en el agujero, y cerrando de vez en cuando los ojos, saturados de fogonazos de luz de procedencia incierta. El tnel pareca tener forma helicoidal, aunque a veces daba la impresin de que las distintas vueltas de la hlice se entrecruzaban unas con otras, formando un distorsionado laberinto. En ocasiones, los muros del agujero se volvan transparentes por un instante, y unrpido destello iluminaba, ms all de la oscuridad, cientos de galeras grotescamente entrelazadas, semejantes a las nudosas races de un rbol invisible. De pronto, Martn choc violentamente contra una pared. Al incorporarse, comprob que se trataba de la misma superficie cncava y plateada que tapizaba el interior de la esfera. El aire segua vibrando a su alrededor, spero y sofocante. Cuando sus ojos se acostumbraron a la claridad, vio la perla nacarada que flotaba ante l, exactamente en la misma posicin que ocupaba antes de la apertura del agujero, al comienzo del viaje. Haba llegado al final del agujero de gusano, y se encontraba de nuevo en la esfera de Herbert, aunque, esta vez, situada en el ao 3075. --Ya est --dijo una voz jadeante cerca de l--. Lo hemos hecho. El que haba hablado era Jacob, quien, apoyado contra el espejo curvo de la esfera, permaneca sentado con las piernas cruzadas, tratando de recuperar el aliento. A su lado, Selene se encontraba tendida de bruces sobre el suelo, y Martn tuvo la sensacin de que estaba llorando. Alejandra an tard un rato en llegar, y Martn respir aliviado al ver aparecer su reflejo en la plata interior de la esfera, aunque su rostro amarillento y desencajado indicaba que an tardara un buen rato en recuperarse. La ltima en llegar al final del agujero fue Casandra, que, al parecer, haba decidido avanzar con los ojos cerrados, para sobreponerse al vrtigo. Cuando su figura se perfil a la salida del tnel, Alejandra corri a abrazarla. --Salgamos de aqu --dijo Selene, incorporndose--. Cuanto antes sepamos lo que nos espera, mejor... La muchacha camin con precaucin hasta el arco de entrada de la esfera. --Ah fuera no se oye nada --murmur--. Se supone que saban que llegbamos hoy... --Pues no parece que se hayan molestado en presentarse a darnos la bienvenida --gru Jacob. Selene tom de la mano al muchacho. --Salimos juntos? --le pregunt, sonriendo atemorizada. Jacob asinti, y ambos se estrecharon el uno contra el otro para atravesar al mismo tiempo el umbral de la esfera. Despus de inspirar profundamente, como si estuviera a punto de sumergirse en una piscina, Alejandra busc la mano de Martn y se dispuso a imitar a sus compaeros. Entonces, reparando en la soledad de Casandra,le ofreci la otra mano, y los tres salieron juntos de la mquina del tiempo. Al otro lado reinaba un silencio sepulcral. Jacob y Selene permanecan muy quietos, y frente a ellos, como una mgica aparicin, dos hombres y dos mujeres con vestidos luminosos los miraban radiantes, aunque no parecan tener prisa por hablar. Quiz, pens Martn con un repentino estremecimiento, ni siquiera supiesen hacerlo... Los sofisticados implantes neurales que haban desarrollado los ictios probablemente hiciesen innecesario el recurso del habla. La escena se prolong por espacio de varios minutos, que a los recin llegados les sirvieron para comprender que la nocin del tiempo de sus parientes del futuro era muy distinta de la suya. Ninguno de los cuatro jvenes que haban acudido a darles la bienvenida se mostraba impaciente por hacer las presentaciones, y su beatfica sonrisa demostraba bien a las claras que no sentan la menor incomodidad. --urea --dijo de pronto la ms alta de las muchachas, cuyo largo vestido blanco le daba el aspecto de una princesa medieval. Haba algo inexpresablemente dulce en su forma de pronunciar aquella palabra, y los chicos la contemplaron mudos de asombro mientras ella, frunciendo imperceptiblemente el ceo, recorra sus rostros con minuciosa atencin. Al mismo tiempo, la otra muchacha, que llevaba los negros cabellos anudados con cintas plateadas, avanz un par de pasos hacia los viajeros y, sin titubear, alarg su mano para acariciar con delicadeza los oscuros rizos de Selene. --urea --dijo a su vez, con un leve temblor en la voz--. Cre que nunca llegara este momento... Bienvenida a casa, hermana. Bienvenida de todo corazn._____ 3 _____ Olimpia y Venecia Las dos ictias tomaron de la mano a Selene y la observaron largamente, sin advertir la turbacin de la muchacha. Jacob contemplaba la escena embobado, como si tambin l hubieseperdido la nocin del tiempo. Fue otro de los ictios, un joven rubio de unos treinta aos, quien rompi el hechizo. --Bienvenidos a esta poca, que es la vuestra --dijo en tono solemne--. Nuestro pueblo os espera ansioso... Vuestro viaje ha sido causa de terribles sufrimientos para algunos de los nuestros, pero, ahora que habis regresado, todo cambiar. Me llamo Simn, y soy el capitn del comit de bienvenida. Me acompaan Galahad, Venecia y Olimpia. El joven se detuvo, visiblemente satisfecho de sus palabras. Su acento al pronunciar el ingls era extraordinariamente depurado, tanto, que a odos de los recin llegados sonaba muy parecido al del antiguo ingls britnico. Martn recordaba el acento de Aedh y Deimos, muy diferente del de aquel individuo, y se pregunt si Simn habra activado algn programa de traduccin simultnea para adaptar su idioma a lo que los ictios consideraban que deba de ser la pronunciacin corriente del ingls en el siglo XXII. --Yo soy Martn --dijo, tratando de no distraerse con aquellos pensamientos--. Y mis amigos son Casandra, Selene, Jacob y Alejandra --aadi, sealando sucesivamente a cada uno de sus compaeros. --Hay una chica de ms --dijo Galahad, fijando su mirada en Alejandra--. Es ella; no detecto sus implantes binicos... --Pertenece al pasado, pero ha decidido venir con nosotros --explic Martn--. Nos ha ayudado mucho en las tres misiones de la llave del tiempo, y ahora... Bueno, no queramos separarnos. --Es tu prometida? --pregunt Galahad con inters. A Martn le hizo gracia lo anticuado de la expresin. Estaba claro que los ictios, a pesar de su pasin por la historia y la arqueologa, confundan, en algunos aspectos, el siglo XXII con el siglo XIX. Sin embargo, Alejandra permaneca muy seria. --Algo as --repuso escuetamente. Galahad asinti, comprensivo. --urea, querida, Venecia y yo somos hermanas tuyas --dijo la muchacha del cabello trenzado dirigindose a Selene--. El gobierno de Arbrea no quera que hubiese familiares directos en el primer comit de bienvenida, pero nosotras insistimos tanto que, al final, ya ves, aqu estamos... La joven se interrumpi y abri mucho los ojos, como si estuviese prestando atencin a un ruido. --Simn me ordena que te llame por el nombre que estshabituada a usar --dijo al cabo de un instante arqueando las cejas--. Pero para nosotras siempre sers urea... Est bien. De acuerdo, Simn, la llamar... Cmo era? Selene. Los chicos observaron con curiosidad a Simn, que no haba abierto la boca durante aquel fragmento de dilogo. --Os comunicis telepticamente? --quiso saber Jacob. Simn inclin todo el cuerpo hacia delante varias veces, en un gesto que quera ser de asentimiento, aunque ms bien pareca una reverencia. --Utilizamos la comunicacin neural directa casi siempre, aunque en muchas ocasiones sociales tenemos la costumbre de usar el lenguaje oral --contest--. Los ictios ponemos un gran cuidado en la adquisicin de esta forma de comunicacin. Desde pequeos, nos educan la voz y la pronunciacin. No hay un nio ictio que no sepa recitar largos poemas en voz alta, o fragmentos del Libro de las Visiones. Para nosotros, hablar no es una necesidad, sino un arte. Daba la impresin de que Simn llevaba aquellas frases preparadas de antemano, porque su explicacin haba sonado un tanto artificial. Son muy distintos de nosotros, mucho ms de lo que yo esperaba --se dijo Martn con preocupacin--. Me pregunto si alguna vez podremos llegar a entendernos con ellos. --Podis leernos el pensamiento? --pregunt Casandra mirando a Simn. El joven capitn emiti una cristalina carcajada. --Leeros el pensamiento? Claro que no... solo si vosotros queris! Los implantes de comunicacin se activan de forma voluntaria. No son una ventana a vuestro espritu, si es eso lo que te preocupa. --Pero Martn puede leer el pensamiento --musit Alejandra--. Al menos, algunas veces... --Martn lleva en su cerebro algunos implantes especiales --explic Simn ponindose serio--. Pero su caso es una excepcin. De todas formas, le resultar ms difcil colarse en los cerebros entrenados telepticamente de los ictios que en esos toscos artefactos que las gentes del siglo XXII llamaban ruedas neurales. --Entonces, aqu no tenemos poderes? Sin mirarse entre s, los ictios sonrieron. --Claro que tenis poderes --dijo Venecia--. Aunque, en estapoca, quiz no os sean tan tiles como en el siglo XXII. Aqu, en cierto modo, todos tenemos poderes. Los vuestros son especiales, sin duda, pero habr que dar tiempo al tiempo para saber hasta qu punto os diferencian del resto de la gente. De nuevo se oy una lmpida carcajada. --Qu bien hablas, Venecia! --dijo Olimpia--. Has aprendido el acento a la perfeccin... --No es un programa? --pregunt Martn extraado--. Quiero decir, lo del acento... --No, no, en absoluto --explic Venecia mirando al muchacho--. Nos hemos estado entrenando. Los ictios confiamos mucho en la capacidad humana de aprendizaje... Solo recurrimos a la tecnologa cuando es absolutamente necesario. --Amigos, creo que deberamos emprender el ascenso cuanto antes --intervino el capitn--. Hay mucha gente ansiosa esperndoos en la superficie. Adems, el estado de conservacin de la torre exige visitas breves y en grupos reducidos. Estamos obligados a ser respetuosos con las normas. Por primera vez desde su llegada, Martn se permiti en ese instante echar un vistazo a su alrededor. Costaba trabajo creer que aquel habitculo oscuro y desvencijado fuese el impecable centro de control diseado por Herbert para su mquina del tiempo. La simulacin de estrellas en el techo y las paredes haba desaparecido, dejando paso a una impenetrable oscuridad interrumpida tan solo por el fulgor que emanaba de los paneles de control y de la esfera. Haca mucho fro, y se oa un continuo zumbido de fondo parecido al que emiten los generadores elctricos menos sofisticados. A una mirada de Simn, Galahad se dirigi a la pared de los ascensores y pas la mano por su superficie metlica. El contacto provoc una ligera vibracin en la pared, que se desplaz hacia la izquierda, dejando a la vista un amplio jardn con el techo abovedado y una alberca rectangular en el centro, en cuyas aguas tranquilas nadaban algunos peces rojos. --Nuestra nave --anunci Simn sonriendo--. Es un vehculo anfibio, capaz de desplazarse por tierra, mar y aire. --Est llena de plantas! --dijo Alejandra, asombrada. --Las plantas son la conciencia del hombre --cit Galahad con gravedad--. Lo dice el Libro de las Visiones... Nunca nos separamos de ellas. Los muchachos se instalaron bajo una especie de rosal trepadorcargado de flores azules y amarillas, sobre unos sofs de consistencia gelatinosa. Para su sorpresa, los ictios se acomodaron junto a ellos. El submarino no pareca disponer de una cabina de pilotaje, ni se vean paneles de mandos por ninguna parte. En cuanto estuvieron todos sentados, la nave se cerr, y un potente haz de luz ilumin por un instante las oscuras aguas que los rodeaban, al otro lado de los muros transparentes. Luego, los chicos notaron que haban comenzado a moverse, mientras la luz exterior se volva ms tenue. --Utilizamos los focos para ahuyentar a los animales que se cruzan en nuestro camino --explic Simn con su voz profunda y musical--. Es molesto para ellos, pero al menos evitamos que choquen con la nave. Como en un fogonazo, Martn vislumbr al otro lado de los cristales la silueta altsima y frgil de La Pagoda, completamente tapizada de corales y esponjas. Sus antiguos aleros de inspiracin oriental an seguan distinguindose, a pesar de las delicadas formaciones arborescentes que los cubran. Alrededor de la torre nadaban miles de peces. La luz del submarino revelaba sus vistosos colores, que a aquella profundidad deban de resultar completamente intiles. --Cmo han podido crecer todos esos corales sobre La Pagoda? --pregunt Alejandra--. Los corales no suelen crecer a esta profundidad, y estas aguas no son demasiado clidas. --Se trata de corales transgnicos --explic Venecia--. Los arquelogos del siglo XXIX los implantaron sobre el edificio, pensando que ayudaran a reforzar su estructura. Eso creemos, al menos... No hemos encontrado ningn documento sobre el particular. La hermana de Selene pareca a punto de aadir algo ms, pero una mirada de Simn la detuvo. Los chicos escudriaron con creciente angustia el exterior del submarino, buscando otros vestigios de la ciudad sumergida. Martn no tard en localizar las formas majestuosas y ramificadas del edificio conocido como El rbol, tambin cubiertas de corales y madrporas. Se fij en que faltaban varias de las ramas superiores del complejo, que haban desaparecido completamente. La nave ascendi a poca distancia de las ruinas hasta dejarlas atrs, en el silencio y la oscuridad del fondo. --No quedaba ni rastro de La Burbuja, os habis fijado?--observ Jacob con expresin sombra--. Es como si nunca hubiese existido. Los ictios lo miraron con inters. --Te refieres a la gran esfera que albergaba el anfiteatro de la ciudad? --pregunt Olimpia--. La hemos visto en algunos hologramas antiguos, pero no queda nada de ella. Probablemente debi de implosionar, por una avera en los sistemas de regulacin de la presin interna. O quiz fue alcanzada directamente por un proyectil... Es difcil saberlo. --Cundo fue abandonada la ciudad? --pregunt Casandra con un hilo de voz. --Ignoramos la fecha exacta, pero est claro que sucedi en algn momento del siglo XXII, probablemente despus de un ataque con armas nucleares. Afortunadamente, La Pagoda result casi intacta... Gracias a eso pudimos reparar la esfera. --Se encontraba en muy mal estado? --pregunt Martn. Simn se encogi de hombros. --Eso tendris que preguntrselo a los padres de Casandra. Ambos son ingenieros de campos gravitatorios, y participaron activamente en la reparacin de la esfera. Pero es seguro que nadie entr en la cmara donde se encontraba la esfera durante siglos... Prcticamente desde la destruccin de la ciudad hasta la llegada de la primera expedicin arqueolgica, hace casi doscientos aos. Todos callaron, abrumados por el peso de aquellas revelaciones. Venecia y Olimpia haban cerrado los ojos, y Martn tuvo la impresin de que las dos hermanas de Selene estaban conversando telepticamente entre s. La propia Selene debi de pensar lo mismo, ya que no les quitaba la vista de encima, mientras su rostro reflejaba una creciente irritacin. Galahad sigui la direccin de su mirada. --Olimpia y yo somos cmplices --dijo, dirigindose a Selene--. Pronto formaremos nuestra propia familia... Ella est muy contenta de haberte recuperado. Y tambin Venecia, por supuesto. En respuesta a las palabras de Galahad, su cmplice abri los ojos y le sonri. Era un trmino bastante apropiado para sustituir al de novio, o pareja, pens Martn. A pesar de los mil aos transcurridos y de las diferencias culturales que los separaban, el muchacho poda comprender perfectamente el significado de la expresin. Selene observaba a su hermana con el ceo fruncido,esperando alguna explicacin ms por su parte. --Venecia y yo estbamos discutiendo la mejor forma de prepararte para el encuentro con nuestros padres --se justific la joven, agitando con desenvoltura las mangas luminosas de su vestido--. urea, no debes esperar demasiado de ellos... Se involucraron en el proyecto por su inters cientfico y arqueolgico, pero la familia no es algo que les preocupe excesivamente. Nosotras nos educamos en una comunidad de la costa griega, y solo los veamos un par de veces al ao. Son arquelogos, y se han pasado la vida excavando en la Ruina del Dragn. Selene atraves a su hermana con la mirada. --Preferira que no me llamaras urea --dijo en voz baja--. Ya te he dicho mi verdadero nombre... --Lo s. Perdona --repuso la joven, sonriendo--. Selene, verdad? Procurar llamarte as. --Lo que no entiendo es por qu unas personas tan dedicadas a su trabajo han tenido tres hijas --continu Selene precipitadamente--. Si no les interesa la vida familiar, resulta bastante irresponsable por su parte, no? Sus hermanas la miraron sorprendidas. --Por qu? --pregunt Venecia--. Tienen una buena gentica, y sera una lstima desaprovecharla. Adems, para eso estn las comunidades. A nosotras nunca nos ha faltado nada, creme. Los ictios somos un pueblo solidario... Y nuestros padres han hecho una magnfica labor en las ruinas. --El ao pasado les acompa en la campaa de invierno --aadi Olimpia--. Estuvimos excavando el Ojo del Dragn, un lugar fascinante. Rescatamos cientos de chips del siglo XXII, algunos en bastante buen estado. Simuladores en tres dimensiones y ese tipo de cosas... Vosotros vens de all, debis de saber a qu me refiero. Martn observ el rostro despreocupado de la joven con asombro. Estaba hablando de la Arena de la Ciudad Roja, donde l haba vivido la aventura ms sorprendente de su vida, conquistando al final la libertad de Andrei, su padre. Claro que, para eso, haba tenido que meterse durante varios das en la piel de su personaje, el rey Ardal... Se pregunt qu sabran los ictios acerca de aquellas historias que se representaban durante los juegos de Arena. --Estamos a punto de llegar a la superficie --anunci Simn, interrumpiendo el curso de sus reflexiones--. Es hermoso recuperar la luz y el aire despus de adentrarse en las entraas del mar.Nosotros siempre damos gracias al salir a la luz... Justo en ese momento, un fragor de espumas rode las paredes transparentes del submarino, y la bveda del techo gir, transformndose en una cpula de cristal. La claridad azul del cielo inund el interior de la nave, y una mancha de sol bail sobre las aguas verdes de la alberca, que se mantenan tan quietas como si reposasen sobre la tierra. Los ictios bajaron la cabeza y cerraron los ojos, mientras una luminosa sonrisa de gratitud embelleca sus rostros. Simn extrajo el colgante que penda de una fina cadena atada a su cuello y se lo llev a los labios, besndolo con uncin. Casandra y Martn intercambiaron una mirada de asombro al comprobar que el colgante era, en realidad, un pequeo crucifijo. --No entiendo. Eres cristiano? --pregunt Casandra, interrumpiendo la muda oracin del capitn--. Yo crea que todos vosotros erais seguidores del aretesmo... --Y lo somos --contest Simn, abriendo los ojos--. Aret es nuestra gua espiritual, pero muchos de nosotros mantenemos, adems, otras creencias. Cristianismo, budismo, islam... Todas las religiones han terminado desembocando en la gran corriente del movimiento areteico. Pero eso ya deberais saberlo... --No lo saben porque algo ha fallado --dijo Galahad con preocupacin--. He estado haciendo las comprobaciones que me pidi Dannan. Las identidades coinciden, y los implantes funcionan correctamente, pero el programa de sustitucin de memoria solo se ha activado en el hijo de Sal. Los cuatro jvenes ictios clavaron la mirada en Jacob, expectantes. --No lo entiendo --murmur Simn--. Si los programas han fallado, cmo habis logrado completar la misin? Porque la habis completado, de lo contrario no estarais aqu... Martn observ con el rabillo del ojo la expresin angustiada de Casandra, y dese ardientemente que los ictios no supieran interpretarla. Haba llegado el momento de las preguntas, y eso, antes o despus, terminara complicando las cosas. Los ictios, naturalmente, querran saber cmo se las haban arreglado para hacer todo lo que se esperaba de ellos sin activar los programas de la Memoria del Futuro, y eso, inevitablemente, les obligara a mencionar a Deimos y a Aedh. Sin embargo, los ictios no haban aludido en ningn momento a la expedicin al pasado de losgemelos, y quiz fuese preferible no decirles nada. La ltima vez que se haba conectado al Tapiz de las Batallas, el holograma de Aedh le haba recomendado que, cuando regresase a su poca, no se fiase de nadie... Adems, el viaje de los dos jvenes an no se haba producido. Deimos y Aedh estaban todava all, en alguna parte. Para qu mencionar algo que, desde el punto de vista de los ictios, an no haba tenido lugar? Por la expresin de sus compaeros, comprendi que todos estaban pensando ms o menos lo mismo. No tenan por qu contar todo lo que saban sin conocer un poco mejor el terreno que pisaban. --Bast con que mi programa de borrado de memoria se activase --repuso escuetamente Jacob--. Yo dispona de toda la informacin necesaria... Despus de todo, no ha sido tan difcil --aadi con alegre despreocupacin. Las hermanas de Selene le sonrieron. --Y Sal? --pregunt Galahad mirando fijamente al muchacho--. Llegasteis a tener noticias de l? --S, incluso nos ayud a cumplir la ltima misin de la llave --confirm Jacob, cuya sonrisa haba desaparecido--. He estado en contacto con l prcticamente hasta el momento del viaje... Cuando nos fuimos, l segua en El Templo, investigando. Ya sabis lo obsesivo que puede llegar a ser mi padre. Los ictios asintieron, aparentemente entristecidos. --Al menos, ha sobrevivido --murmur Simn--. Sus compaeros de expedicin no tuvieron tanta suerte. Aunque quiz no se trate solo de suerte, sino de fuerza de voluntad. Y tambin de fe... Sal crea ciegamente en la importancia de su trabajo. Jacob asinti en silencio. Tena el ceo fruncido. --Albergbamos la esperanza de que regresase con vosotros --dijo Venecia--. Helena se llevar una gran decepcin... Las mejillas de Jacob se tieron entonces de un rubor intenso. --Helena --murmur con ojos soadores, como si estuviese contemplando una imagen de su memoria--. S, mi madre. --Ella nunca ha dejado de esperar a Sal --explic Venecia--. Durante un tiempo residi en la misma comunidad que nosotras. Se pasaba el da hablando de su marido, y de lo felices que haban sido. Vas a ser un gran consuelo para ella --aadi, mirando a Jacob. --Por qu no le acompa al pasado? --quiso saber Martn. Los ictios se volvieron hacia l con perplejidad. --Era una expedicin cientfica, no un viaje de placer --repusoSimn, esforzndose por mostrarse corts a pesar de la irritacin que le produca tener que explicar algo tan obvio--. Helena se dedica a la msica, y la misin no requera la intervencin de ningn msico. Habra sido correr un riesgo innecesario. A Martn le asombr la estrechez de miras de aquel planteamiento. Si la tal Helena hubiera viajado al pasado con su marido, tal vez Sal no se habra sentido tan perdido en aquella poca peligrosa y hostil, y habra conservado una mayor entereza psicolgica para sacar adelante su misin; es que nadie haba pensado en ello? La mano de Alejandra se pos en su hombro, y cuando se volvi a mirarla, vio que ella sealaba a la costa que tenan enfrente. A travs de la pared de cristal de la nave, Martn vio una sucesin de acantilados cubiertos de rboles que retrocedan tierra adentro, formando un amplio estuario. La nave enfil directamente hacia aquella prolongacin del mar en la tierra, y en pocos minutos pudieron admirar de cerca las paredes de roca que descenda en suave declive hasta el agua, con algunos robles dispersos aferrados a su superficie. --Qu lugar es este? --pregunt Alejandra, impresionada por la belleza del paisaje--. Nunca lo haba visto, ni siquiera en holofotografa... --Es el Canal Romano --explic Galahad con evidente complacencia--. Una gran obra de ingeniera... El estuario del Tber es natural, pero nuestros antepasados lo prolongaron artificialmente hasta conectarlo con el ro Metauro, que desemboca en el Adritico. Los chicos observaron con incredulidad las tranquilas orillas del estuario, donde no se observaba el menor signo de actividad humana. --El Tber no tiene ningn estuario natural --observ Martn, extraado--. Eso lo sabe todo el mundo. Simn le dedic una amplia sonrisa antes de contestarle. --Han pasado mil aos desde que fuiste a la escuela, muchacho --le dijo, escogiendo cuidadosamente sus palabras--. Mil aos catastrficos, en muchos sentidos... Especialmente en lo que se refiere al clima. En vuestra poca, an haba hielo en los polos, verdad? La Antrtida estaba totalmente cubierta de hielo. An queda algo all, aunque muy poco. A ver, dejadme que consulte mi banco de datos... El nivel del mar ha subido 76 metros desde el ao 2100. Una bonita cifra, no os parece?Martn no poda comprender que el capitn del comit de recepcin les comunicase aquellas terribles noticias con tanta tranquilidad. --Pero eso es espantoso! --dijo, volvindose instintivamente hacia Alejandra--. Miles de ciudades habrn desaparecido. Habr habido millones de muertos. Por no hablar de los edificios, de las obras de arte... --Ahora comprenderis por qu la arqueologa es tan importante para nosotros --explic Venecia con suficiencia--. Los ictios somos un pueblo del mar, y el mar esconde la mayor parte de los secretos de nuestro pasado. Hemos rescatado muchas obras de arte de sus entraas, y seguimos hacindolo. Arrancamos al mar las viejas ciudades sumergidas, trasladamos piedra a piedra sus principales monumentos y los situamos en lugar seguro. Hemos llegado a trasladar ciudades enteras... Venecia, por ejemplo. En su juventud, nuestra madre colabor en el rescate de la ciudad, que ya ha sufrido mltiples traslados. Por eso me puso ese nombre... Y lo de Olimpia es algo parecido. En otras circunstancias, los muchachos, aunque solo fuese por educacin, habran mostrado la debida curiosidad acerca del origen del nombre de Olimpia. Pero la sorprendente informacin que acababan de recibir les hizo olvidarse momentneamente de las normas de cortesa. Justo en ese momento, las orillas del estuario se cubrieron de un enlosado artificial coronado por altos bordes almenados. Por encima de las almenas, entre los rboles, Martn vio sobresalir una delicada cpula blanca con lucernas redondas y oscuras. La reconoci al instante. --La cpula de San Pedro! --exclam emocionado--. Nunca la haba visto, y nunca pens que la vera rodeada de rboles y al borde del mar... Es maravillosa! Los ojos se le llenaron de lgrimas, aunque no saba si lloraba de pena o de alegra. Su mundo, el mundo en el que haba crecido y que conoca tan bien, haba desaparecido para siempre, pero algunos fragmentos, al menos, haban sobrevivido. Se pregunt qu habra sido de la imponente catedral de Nueva Alejandra, con sus dos torres gemelas. Quiz en aquellas latitudes la subida del mar no hubiese provocado tantos estragos... El viaje continu entre orillas boscosas, por un canal que se iba estrechando progresivamente, siguiendo el curso del ro Tber. Devez en cuando vean entre la vegetacin los edificios de una ciudad perfectamente conservada, inmvil como un fsil al borde del acantilado. --Esa es Perugia, una de las ciudades ms emblemticas de la pennsula itlica --explic Olimpia, sealando una masa de casas de apariencia medieval escalonadas sobre las rocas, con las dos torres de una iglesia por encima--. La catedral de San Lorenzo fue restaurada en el siglo pasado... Se conserva bastante bien. La nave viajaba muy deprisa, deslizndose sobre la superficie del agua sin apenas rozarla, y sus motores eran tan silenciosos que uno tena la impresin de estar flotando sobre una alfombra mgica. El movimiento adormeci lentamente a los viajeros del pasado, extenuados despus de la angustiosa caminata a travs del agujero de gusano. Solo Alejandra se resista a dormirse, pues no quera perderse ni un detalle de las maravillas naturales y arquitectnicas que salpicaban las orillas del canal. --Es como un ro que fluyese al revs --coment, los ojos clavados en las murmurantes aguas negras y doradas que rodeaban la embarcacin--. Porque el Tber deba de ir en direccin contraria. --En realidad, es el mar invadiendo el lecho de un ro, guiado por la ingeniera humana --precis Olimpia con orgullo--. El canal es muy importante para la comunicacin entre las poblaciones del este y del oeste del Mediterrneo. --Est poblada esta zona? --quiso saber Alejandra--. No hemos visto a nadie. --Las orillas del canal no estn habitadas, pero hay algunas comunidades muy cerca, tierra adentro. Claro que no tantas como en vuestra poca. Ahora, la poblacin total de Arbrea es mucho menor que entonces. --Arbrea? --Es el nombre que le damos a esta regin del planeta: ya sabes, Europa, Asia occidental y el norte de frica --intervino Venecia--. Los pueblos que vivimos en esta zona nos regimos por unas instituciones comunes en lo que a los asuntos globales se refiere. En todo lo dems, el poder se encuentra en manos de las comunidades y de sus consejos de gobierno, que se renuevan de forma rotatoria. --Algo as como los ayuntamientos de las ciudades? --pregunt Alejandra, sorprendida. De nuevo se oy la risa cristalina y autocomplaciente de las doshermanas de Selene. --Algo as, aunque no puede hablarse de ciudades propiamente dichas --explic Venecia--. Nuestras comunidades son muy pequeas, doscientas o trescientas personas a lo sumo. Eso s, estn permanentemente conectadas unas con otras a travs de las redes multicerebrales. Alejandra estuvo a punto de preguntar en qu consista aquello de las redes multicerebrales, pero el nudo que se le haba formado en la boca del estmago le indic que sera ms prudente dejar aquellas indagaciones para ms adelante. De momento, bastante le estaba costando ya asimilar la avalancha de informacin que se le haba venido encima. Quiz nunca debera de haber emprendido ese viaje, a pesar de Martn y del amor que senta hacia l. Quiz todo aquello no fuese ms que una locura... Pero entonces record los haces luminosos de los misiles surcando el cielo, y el pnico de los evacuados en el puerto de submarinos de Medusa. Si se hubieran quedado, probablemente a esas alturas ya habran muerto. O tal vez no... Nunca llegara a saberlo. Sinti un suave contacto en su mueca, y vio que se trataba de la mano de Olimpia. --Sigues despierta, verdad? --pregunt en voz baja--. Si te interesa el arte antiguo, creo que no deberas perderte esta vista. Se trata de Urbino, la ciudad del mtico Rafael. Es preciosa, a que s? Alejandra contempl emocionada las frgiles torres de los palacios colgados sobre el canal, que parecan surgidos de un reino de leyenda. Al ver los ojos brillantes de Olimpia, comprendi que, a pesar de la gran distancia cultural que las separaba, ambas experimentaban en ese instante sentimientos muy parecidos. Cuando llegaron a la desembocadura del ro Metauro, el sol acababa de ocultarse tras el horizonte dejando una ancha banda anaranjada sobre la silueta dormida de los bosques, a espaldas de los viajeros. Frente a ellos, el mar, de un color violeta oscuro, se desdibujaba a lo lejos en una caliginosa neblina. Las primeras estrellas haban comenzado a brillar en el cielo. Alejandra se tendi al lado de Martn, en una de las tumbonas extendidas junto a la alberca, y poco a poco fue quedndose dormida. La despert un movimiento de su compaero, que acababa de incorporarse a la luz del amanecer y se frotaba los ojos desorientado. Sus miradas se encontraron, y toda la excitacin y el dolor de la vspera cayeron como una pesada losa sobre ellos.Los ictios permanecan sentados con las piernas cruzadas en el suelo y los ojos abiertos, clavados en las aguas tranquilas del mar. Probablemente estaran meditando, o tal vez charlando telepticamente entre ellos. --Es que no duermen nunca? --pregunt Martn entre dientes. Ningn miembro del comit de recepcin dio muestras de haber odo el comentario. Sin embargo, pocos minutos despus Galahad se levant y, despus de rebuscar un instante en una especie de alacena, se acerc a los muchachos con una gran cesta de fruta. --Estaris hambrientos --dijo, sonriendo--. Ahora es un buen momento para reponer fuerzas, porque en menos de media hora llegaremos a El Pireo, donde nos esperan vuestros familiares. Solo entonces se dio cuenta Martn de que tena un hambre devoradora, y lament que los ictios no hubieran pensado en ofrecerles algo ms consistente que unas cuantas piezas de fruta para el desayuno. El rumor de voces despert a sus compaeros, que se incorporaron uno tras otro en los sofs, con los ojos an turbios de sueo. Jacob fue a sentarse al lado de Selene y le pas una mano sobre los hombros, mientras con la otra tomaba un fruto de color violceo del cesto y lo morda con avidez. Las hermanas de Selene le observaron con curiosidad. --Vosotros tambin estis prometidos? --pregunt Olimpia, frunciendo el ceo--. No s lo que pensar el Consejo de Arbrea. --Qu pasa, es que tienen que darnos el visto bueno para que podamos estar juntos? --replic Jacob con acritud--. Es lo que me faltaba por or. --No sois dos jvenes que regresan de una excursin, sino que formis parte de una importante misin cientfica --replic Venecia con mal disimulada hostilidad--. Cuando desembarquemos, millones de ojos estarn pendientes de vosotros. No deberais mostraros frvolos. Sin hacer ningn caso de la reprimenda, Jacob mantuvo el brazo sobre los hombros de Selene, quien, a su vez, se estrech cariosamente contra el muchacho, en abierto desafo a sus hermanas. --Esto va a ser ms difcil de lo que yo crea --murmur Martn mirando a Alejandra. Por toda respuesta, la muchacha seal hacia Casandra, que an no haba pronunciado una sola palabra despus de despertarse.Martn observ detenidamente su gracioso perfil, con la nariz chata y los labios abultados propios de su raza. Los ojos de Casandra permanecan fijos en el horizonte, y reflejaban una alegre expectacin. Se pregunt lo que estara pensando... Entonces se fij en lo que ella estaba mirando, y tuvo que ahogar un grito de asombro. Porque all, frente a la nave, a escasos metros sobre la costa, se alzaban los ms fabulosos rboles que haba visto en su vida. rboles altos como rascacielos y anchos como aldeas, llenos de frondosas ramas con escaleras talladas sobre su superficie. rboles imposibles, cargados de diminutas cabaas arracimadas como frutos entre las hojas. rboles gigantes por donde iba y vena la gente... Gente que, de vez en cuando, se detena a contemplar la nave y los saludaba. --Bienvenidos a El Pireo, la capital martima de los ictios --dijo Simn sonriendo, mientras la nave enfilaba la entrada de una ancha baha y dejaba atrs algunos de aquellos rboles inmensos--. Los vuestros os esperan... Sed prudentes, y tambin generosos. Por encima de todo, sed honestos... Es mucho lo que vuestras familias desean ofreceros, pero tambin es mucho lo que estn dispuestas a exigir._____ 4 _____ La fiesta en el puerto Miles de farolillos biolgicos colgaban de las gruesas ramas de los rboles, baando en su luz spera y verdosa los rostros de los asistentes a la fiesta. Los ictios, segn le explic Simn a Martn al descender de la nave, utilizaban masas de clulas fluorescentes vegetales para iluminar el bosque en las ocasiones especiales. Una luz natural, al menos en teora, para iluminar las entraas sombras de aquel laberinto de rboles altos como catedrales, bajo cuyas copas el muchacho se senta diminuto e insignificante como un insecto. En la poca de la que vena, ms de uno hubiera hecho un chiste fcil con aquel regreso a los rboles, que evocaba la vida salvaje de los antropoides que dieron origen al hombre... Pero bastaba una ojeada superficial para comprobar que aquel regresono tena nada de salvaje. Se trataba, por el contrario, de la ms sofisticada forma de civilizacin desarrollada nunca por la especie humana. Una sociedad en perfecta armona con la naturaleza, que no amenazaba al ecosistema sino que se funda con l, respetando su equilibrio. Si es que aquellos rboles desproporcionados constituan, en realidad, un verdadero ecosistema... Para Martn, resultaba evidente que las gigantescas colonias vegetales donde los ictios haban instalado sus casas eran tan artificiales como la ciudad vertical de Torre Ilion, pero el entusiasmo de Simn al explicar su ecolgica forma de vida le disuadi de expresar sus opiniones en voz alta. Aunque el sol ya se haba elevado haca rato sobre el horizonte, en el interior del bosque reinaba una penumbra ms propia del crepsculo que de las primeras horas de la maana. En aquella oscuridad salpicada de verdosos faroles, las sencillas tnicas de los ictios resaltaban como si emitiesen luz propia; un detalle que los recin llegados ya haban observado en los vestidos de Olimpia y Venecia cuando las vieron por primera vez, al salir de la esfera. Pero ahora el efecto, multiplicado por mil, resultaba an ms asombroso. Los chicos haban esperado encontrarse con un comit formal de recepcin a su llegada al puerto, pero estaba claro que los ictios detestaban las formalidades al viejo estilo. La fiesta de bienvenida a los viajeros del pasado haba sido concebida, ante todo, como una multitudinaria celebracin en la que los invitados deban sentirse a gusto y relajados. Por todas partes haba corros de hombres y mujeres que bailaban, as como espontneas exhibiciones de combates rituales con o sin espadas, o de juegos malabares. Algunos msicos rasgaban las cuerdas de sus instrumentos instalados sobre confortables edredones de raso extendidos sobre el musgo. Y, delante de las fuentes, haba personas sentadas en actitud de meditacin. Martn no vio a ningn nio en medio de aquella variopinta multitud, pero, al alzar la cabeza hacia las anchas ramas de la colonia vegetal, descubri que la fiesta se prolongaba en las alturas, ya que se vean largas mesas abarrotadas de comida y escenarios improvisados donde los juglares ensayaban sus nmeros ante pequeos grupos de nios maravillados. Abrumado por todas aquellas novedades, Martn mir a su alrededor para comentarlas con sus compaeros, pero la nica que se encontraba a su lado era Alejandra, que caminaba en silencio junto a Simn. Los dems se haban dispersado, guiados por losotros miembros de la tripulacin que haba ido a buscarlos y que ahora, al parecer, tenan el encargo de conducir a cada uno hasta su familia. Mientras avanzaban hacia un claro del bosque donde la gente bailaba al son de la msica, en una penumbra salpicada aqu y all de manchas de sol, Simn trat de preparar a Martn para lo que se avecinaba. --Tu padre, Erec de Quos, deseaba vivamente estar presente en el momento de tu llegada, pero el Consejo de Arbrea le rog a ltima hora que se hiciera cargo de los preparativos del viaje que vais a emprender cuando todo esto termine. Es un viaje muy importante para vosotros, para vuestra integracin en nuestro mundo; un viaje inicitico, podramos decir. Erec lo comprendi as, y finalmente decidi aceptar el encargo. Sin embargo, no debes preocuparte... Pronto podrs reunirte con l. Alejandra se acerc an ms a Martn y le apret con fuerza la mano. A veces, pareca que era ella la que le adivinaba el pensamiento. --Y mi madre? --pregunt el muchacho con reticencia--. No est aqu. Simn se detuvo en seco y, maquinalmente, se llev la mano derecha al crucifijo que penda de su cuello. --Cmo, no lo sabes? --pregunt, incmodo--. Claro, pensndolo bien, cmo podras saberlo? Aunque hubieses activado el programa de sustitucin de memoria, esto no figuraba en l. Ocurri despus --aadi, como si estuviese hablando consigo mismo. --Perdona, no te sigo --dijo Martn, mirando al ictio con expresin inquisitiva. Este an tard un momento en contestar. --Tu madre ya no est entre nosotros, Martn. Ha muerto... Muri dos semanas despus de que Sal os llevase al otro lado del agujero de gusano. Antes, intent desesperadamente obtener un permiso del Consejo de Arbrea para ir a buscarte; pero le fue denegado. Martn dio unos pasos con la vista fija en el suelo. De pronto, senta un inexplicable vaco interior, mientras las piezas del puzzle de su futura vida entre los ictios comenzaban a encajar en su cabeza. Alguien debera haberle advertido de que iba a dejar atrs una familia maravillosa para viajar a un mundo donde nadie pareca esperarle, pens con amargura. Deimos y Aedh deban de saber lode su madre... No entenda por qu se lo haban ocultado. --No lo comprendo. Crea que habamos sido enviados al pasado con el consentimiento de nuestros padres... de los dos --dijo, volvindose hacia Simn--. Es que, en mi caso, no fue as? No estaban de acuerdo? --Durante la gestacin, surgieron importantes discrepancias entre Erec y tu madre. Al principio, ella pareca de acuerdo con todos los detalles del plan, pero a medida que pasaban los meses, cada vez opona mayor resistencia a su ejecucin. Piensa que ellos no tenan ningn hijo; se les seleccion para el programa por su elevada inteligencia natural y por la calidad y compatibilidad de su genoma. --Pero ellos ya formaban una pareja anteriormente, no? --quiso saber Alejandra. --S; quiz fue ese el fallo... Dejar que los sentimientos interfieran en una misin tan delicada como la que vosotros habis realizado resulta muy peligroso. --Ya; pero no sentir nada al perder a un hijo habra sido inhumano --replic Martn con aspereza--. Es ms, habra sido antinatural. --Solo se trataba de una separacin temporal --dijo Simn, mirndolo con severidad--. La reaccin de tu madre fue desproporcionada... --Pues a m me parece que fue la nica que reaccion de un modo sensato a toda esta locura --le rebati Martn--. Ojal la hubiera conocido. La incomodidad de Simn con el rumbo que haba tomado la conversacin era ms que evidente, pero eso no le hizo olvidar en ningn momento su papel de gua y anfitrin. --De todas formas, hay alguien en la fiesta que te est esperando y a quien creo que te gustar conocer. Me han dicho que nos esperaba aqu, en el Claro de las Lechuzas --dijo, buscando con la mirada entre las decenas de personas ataviadas de blanco que conversaban y bailaban sobre aquel valo de hierba, rodeadas de rboles--. S, all est! Creo que nos ha visto, porque viene hacia aqu... Samira, me inclino ante la fortaleza de tu corazn y ante los aos que atesora tu memoria --dijo, haciendo una breve genuflexin mientras pronunciaba la frmula ritual de saludo a los ancianos habitual entre los ictios--. Y tengo el honor de presentarte a tu nieto, que dice llamarse Martn. La mujer, una anciana de cutis terso como la seda y cabellosinmaculadamente blancos, extendi sus manos para tocar al muchacho. --Es l, habis hecho la comprobacin gentica? --murmur con una sonrisa--. No, no me respondas, Simn, es una pregunta tonta. Tiene los mismos ojos de Judith, y el mismo color de piel. Ella habra estado muy orgullosa de ti, si hubiera vivido para verte. Martn observ conmovido a aquella majestuosa dama que, al parecer, era su abuela. --Judith era mi madre? Me han dicho que ha muerto --balbuce Martn con torpeza--. Era hija tuya? Samira neg rpidamente con la cabeza. --No, yo soy la madre de Erec, aunque quera a Judith como si fuera mi hija --explic, y en sus grandes ojos azules brillaron dos lgrimas--. Esto ha sido muy duro para todos nosotros, hijo. Muy duro... Pero, gracias al poder de la conciencia y del espritu, ya ests entre nosotros. Los ojos de Samira se alzaron entonces hacia Alejandra, que permaneca un poco apartada, junto a Simn. --Quin es