la izquierda en la españa de la restauración y de la ii república
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LA IZQUIERDA EN LA ESPAA DELA RESTAURACIN Y EN LA II
REPBLICA
JESS SNCHEZ RODRGUEZ
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INTRODUCCINEl objeto del presente trabajo es hacer un anlisis del sistema poltico de la Restauracin y de la
II Repblica tomando como tema central de articulacin, la gnesis, desarrollo e influencia de la
izquierda obrera en ambos periodos.
En este sentido, se trata de centrar las caracter sticas polticas de am bos periodos, la naturaleza
de ambos regmenes, los problemas que les lleva a su fracaso, los actores polticos y sociales ms
importantes y el papel que en cada uno de ellos representaron las organizaciones obreras.Influida por los acontecim ientos internos y exter nos, la evolucin de la izquierda lo hace en un
sentido de cada vez m ayor divisin interna y radicalizacin, sin que en ninguna de las dos
ocasiones fuesen capaces ni de estabilizar el sistema, ni de orientarlo hacia sus objetivos. Muy al
contrario, en ambos casos, el final fue una dictadura.
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I EL RGIMEN DE LA RESTAURACIN.
La Constitucin de 1876, desarrollo form al de una pretendida constitucin interna, no es en
realidad sino la vuelta a la frmula moderada de 1845.
El retorno a las norm as polticas de la poca de Narvez constituye el punto de inflexin en la
evolucin poltica espaola, que hasta entonces tena un m arcado paralelism o con la de los
pases europeos. A partir de 1876 el rgim en espaol sigue en desarrollo crecientem ente
divergente en relacin a los modelos europeos, convirtindose en un sistema formalizado, que no
permite traducir los cambios de opinin en modificaciones paralelas de las cmaras, en virtud de
una prctica electoral que transforma las consultas en puro artificio.
Un segunda factor diferencial reside en las relaciones entre el Gabinete y las Cortes. Mientras en
los pases occidentales experim entan una evolucin en que la confianza del Parlam ento es
insustituible, en Espaa seguir existiendo el recurso de fabricar un Parlam ento adecuado, a
travs del decreto de disolucin que la Corona concede o niega graciosamente.
La Constitucin de 1876 articulaba las relaciones entre las dos instituciones bsicas de la
"Constitucin interna" canovista: la Monarqua y las Cortes, que, conjuntam ente, eran la
expresin de la soberana nacional.
Haba, adems, dos principios que articulaban el funcionamiento del sistema: la doble confianza
y el turno de partidos.
Los gobiernos, por tanto, necesitaban de la confia nza de los dos rganos cosoberanos, en la
prctica eran los gobiernos quienes hacan la s elecciones y no las elecciones los gobiernos. Con
ello se desnivelaba an ms el equilibrio entre las Cortes y el Rey a favor de este ltimo
El rgim en de la Restauracin se basaba en un sistem a caciquil de enfeudam iento de la
Administracin, a travs del cual funcionaban las dos m aquinarias polticas del rgim en, que
alternativamente se repartan el poder. El turno permita la evolucin poltica dentro del rgim en
mismo. As, conquistas liberales de 1869, com o el sufragio universal y la institucin del jurado,
fueron introducidas por el partido liberal de 1885. El turno se apoyaba en dos partidos: 1) La
Agrupacin Liberal Fusionista de Sagasta, que era el heredero legtim o de los antiguos
progresistas. 2) El partido liberal-conservador de Cnovas, que descenda de los unionistas
liberales y de los moderados razonables.
El pacto en que se basaba el funcionam iento real del rgim en de la Restauracin supona un
acuerdo entre el gobierno del partido turnante y los caciques provinciales y locales del m ismo
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partido, y en l, el ejecutivo ceda poder adm inistrativo provincial y local a las organizaciones
polticas partidarias (caciques) a cambio de que stos apoyaran al gobierno en las elecciones y en
las Cortes. Estos caciques, a su vez, ejercan el poder poltico provisional y local a favor de su
clientela.
Para que funcionara este pacto exista una estructura adm inistrativa form almente m uy
centralizada, en la que el gobierno poda sustituir a voluntad Diputaciones y Ayuntamientos para
que sus caciques desde stos "fabricasen" las el ecciones. Las elecciones, en consecuencia, no
suponan necesariam ente ningn cauce de expresi n de la opinin pblica. Este sistem a se
apoyaba en la desmovilizacin pblica y la favoreca.
El caciquismo fue el resultado de la aplicacin de unos derechos electorales muy amplios a una
sociedad atrasada con poco inters o escasa com prensin de los problem as nacionales. Las
clientelas, eran la realidad ms autntica de la vida local; el cacique siempre haba protegido a la
clientela de su localidad de las leyes, los im puestos y las obligaciones m ilitares del m undo
exterior del Estado.
El caciquismo prolong e intensific las condicione s que lo hicieron necesario y posible: la
ignorancia poltica y la apata del electorado es paol. La mayor acusacin que puede hacerse al
caciquismo es que retras una organizacin de parti dos moderna, fuera de las grandes ciudades,
al negar toda posibilidad a un proceso gradual de educacin poltica.
Todos los diagnsticos del caciquism o hallan las ra ces de la enferm edad en el gobierno local.
Por este m otivo, quienes desearon reavivar la vida poltica se convirtieron necesariam ente en
reformadores de la adm inistracin local. Entre 1882 y 1923 hubo hasta veinte intentos de
reformas del gobierno local.
Tres regmenes con una sola Constitucin
Pero un texto y unas convenciones constitucionales pueden ponerse en prctica de form as
diversas. As se ha llegado a afirm ar que durante la monarqua de Alfonso XII, la Regencia de
Mara Cristina y el reinado de Alfonso XIII hubo prcticam ente tres regmenes distintos bajo un
mismo texto constitucional.
Los aos del reinado de Alfonso XII son los de l asentamiento del com promiso entre los dos
partidos dinsticos. La Regencia de Mara Cristina m arca un cam bio en el rgim en de la
Restauracin en un sentido liberal-progresista, as como una disminucin del papel desempeado
por la Corona en el juego poltico. Son los parti dos polticos los que en este periodo asum en la
responsabilidad poltica casi plena.
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El papel de las Fuerzas Armadas en la Restauracin
La transicin de la m onarqua absoluta a la monarqua liberal en Espaa se realiz con un
especial protagonismo del ejrcito, dada la falta de apoyos sociales que el rgim en liberal tuvo
en nuestro pas.
Al creciente protagonism o poltico del ejrcito contribuyeron tres factores. Prim ero, las
crecientes am enazas al orden pblico y a la "int egridad de la Patria". En segundo lugar, la
defensa por parte de los oficiales de sus intere ses corporativos y de su autonom a en asuntos
militares. Y por ltimo, la intensificacin creciente del problema marroqu.
Alfonso XIII se convertira en el canalizador de las aspiraciones polticas y corporativas de las
Fuerzas Armadas y en el defensor de las mismas ante los distintos gobiernos.
De tal manera que, en los ltimos aos de la Restauracin vena a consolidarse una estructura de
poder en la que el Rey se configuraba crecien temente com o el eje central del m ismo y las
Fuerzas Armadas como su principal base de sustentacin.
Desintegracin de los partidos dinsticos
La am enaza a la m onarqua no provena de los enem igos tradicionales de la derecha y de la
izquierda; estaba en los peligros polticos im plcitos en la desintegracin de los dos partidos
monrquicos.
Los esfuerzos de Cnovas y Sagasta por m antener la unidad de los dos partidos fracasaron. A
partir de 1890 la simplicidad de los aos iniciales pareca un paraso artificial.
El papel de los republicanos en la Restauracin
La experiencia de 1873 dej a los republica nos profundam ente divididos, tanto por las
cuestiones doctrinales -( unitarios y federales, indi vidualistas y socialistas) y de procedim iento
(reformistas y revolucionarios) com o por las diferencias personales entre sus lderes, m s
preocupados por afirm ar su autoridad sobre un grupo de incondicionales que de construir una
fuerza unida frente a la m onarqua restaurada . Cada uno de los presidentes de la Prim era
Repblica y en nef ito republicano Ruiz Zorrilla se rn los jef es indiscutidos de otras tantas
agrupaciones republicanas. De m odo que al producir se la desaparicin, en torno al cam bio de
siglo de los lderes histricos, el republicanis mo permanecer acfalo hasta el m omento en que,
ya en vsperas de la dictadura, se produzca la consolidacin de la figura de Lerroux.
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El republicanismo busc la alianza con otros enem igos del turno pacfico. Cada una de estas
alianzas, a pesar de aportar al partido cierta fuer za electoral, reforzaba la tendencia a la divisin:
las dos grandes coaliciones polticas en que entr ara el republicanismo, Solidaridad Catalana, en
1906, y la Conjuncin Republicano-Socialista, en 1909, escindieron a los republicanos.
A lo largo de su historia, el republicanism o constituy una amenaza para la m onarqua por sus
constantes acometidas cada vez que el rgimen tena un fracaso o sufra una derrota.
En las ciudades sobre todo, la propaganda sostenida del republicanism o erosion los
fundamentos morales de la monarqua.
I.1 REGENERACIN Y DESINTEGRACIN 1898-1923
Causas del fracaso del rgimen de la Restauracin
La crisis del sistem a poltico de la Restauraci n hay que relacionarla con un am plio periodo de
transicin de un rgim en liberal a uno dem ocrtico, transicin en la que tienen lugar procesos
entrelazados.En el orden econm ico, el desarrollo industrial y su consecuencia, la aparicin
como protagonista poltico de la clase obrera; en el orden social, el acceso de las masas a la vida
poltica; en el orden poltico, la transf ormacin de las relaciones entre la sociedad civil y el
Estado, y la de los partidos polticos (paso de lo s partidos parlam entarios orientados hacia el
Parlamento, a los partidos de masas).Una de las razones que contribuy a que en Espaa no se diera este proceso de transicin de un
rgimen liberal a uno democrtico fue que, los partidos dinsticos no tenan necesidad de buscar
el apoyo de la opinin pblica cuando se producan conflictos entre el gobierno y el parlam ento
porque stos se resolvan con la intervencin real.
La historia poltica del perodo 1898-1923 puede considerarse com o un intento prolongado de
redimir el sistem a parlam entario legado por C novas, haciendo de l hilo conductor para la
regeneracin de Espaa, salvndolo as de sus propios fracasos y de los ataques de sus enemigos.Dramticamente subrayados por las dos crisis de 1909 y 1917, estos ensayos repetidos m urieron
por la inercia del sistema mismo y debido a la di ficultad de las crisis externas a las que hubo de
enfrentarse, la guerra de 1914-8 y la guerra m arroqu despus de 1920. La razn ltim a de este
fracaso puede atribuirse a la desintegracin del sistema histrico de partidos.
Nuevo Siglo, Nuevos Problemas
Se pueden concretar en tres, los problemas que minaron el rgimen de la Restauracin:
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El primer problema hace referencia al fraccionam iento y la prdida de disciplina en el seno de
los partidos dinsticos. La progresiva desaparicin de los lderes histricos debilit al rgimen en
uno de sus ejes im portantes: el bipartidism o. Esta carencia de liderazgo indiscutido en los
partidos dinsticos provoc su fraccionam iento. A fa lta de lderes indiscutidos en los partidos,
estos dependan, an m s si cabe, de la prerrogativ a regia. De esta form a, el Rey se entrom eta
en el funcionamiento de los propios partidos.
El segundo problema se refiere a la aparicin o de sarrollo de nuevas fuerzas sociales y polticas,
en estrecha relacin con el desarrollo econmico, y con la implantacin del sufragio universal en
1890, y que tiene que ver con los tres dualism os po lticos de principios de siglo, el dualism o
monarqua-repblica, el dualism o centralism o-regionalismo y el dualism o burguesa-
proletariado.
Estas nuevas fuerzas, no encontraron va de in corporacin al rgimen poltico y term inaron por
enfrentarse al m ismo, contribuyendo decisivam ente a su crisis. El fracaso en la tarea de
incorporar los nuevos sectores sociales a la poltica del rgim en junto con el alejam iento de
algn grupo que hasta entonces haba particip ado en el m ismo, produjo que esa m ovilizacin
poltica de nuevos sectores sociales se hiciera fuera del rgimen y de sus partidos.
Estos nuevos movimientos, situados fuera del rgimen, llevaron a cabo en un prim er momento -
hasta 1917- una poltica de presin sobre el rgimen para que ste se democratizara y les abrieras
las puertas. Sin em bargo, este m ovimiento democrtico interclasista - asam blea de
Parlamentarios y huelga de 1917- encontr una frrea oposicin del rgimen.
1917 supuso el ltim o intento de reform a del rgim en. A partir de 1917 se deshace
definitivamente esta coalicin ref ormista democrtica y tanto la Lliga com o los ref ormistas se
integraron progresivam ente, aunque de form a parcial y contradictoria, en el rgim en de la
Restauracin, lo que contribuy a su fracaso como alternativas polticas.
El tercer problem a es el renovado intervenci onismo de las Fuerzas Arm adas en la poltica
nacional. Con el desastre colonial como teln de fondo, el Ejrcito irrumpe en la poltica general
del pas. Las Fuerzas Armadas, haban permanecido cmodamente integradas en el rgimen de la
Restauracin, volvieron, tras la derrota de Cuba y Filipinas, a desempear un papel destacado en
la poltica del pas. Unas veces reaparecern llam adas por el Rey y los gobiernos; otras,
espontneamente, en defensa de sus intereses corporativos. Al final, este creciente protagonism o
poltico del ejrcito, le ira configurando como el eje central del sistema de la Restauracin.
Desde 1917 hasta 1923, Espaa vive una situacin de creciente fragmentacin y descomposicin
poltica.
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La consecuencia de todo ello es la fragm entacin y dispersin del poder, lo cual acaba
planteando la necesidad de gobiernos de coalicin. Estos gobiernos, fueron incapaces tambin en
Espaa de resolver los graves problemas a los que se enfrentaban
La frustracin de 1917 inaugur un sexenio polticam ente a la deriva, en el cual cabe destacar
tres aspectos im portantes. En prim er lugar, la descom posicin del sistem a poltico, acelerada a
partir de 1917. En esos seis aos se producen en Espaa trece crisis totales y treinta parciales. En
segundo lugar, se produce un violento enfrenta miento con el sector revolucionario del
movimiento obrero (CNT), cuyos centros se loca lizaran en Barcelona y el cam po andaluz. En
tercer lugar, se producir el desastre marroqu de 1921, cuyas consecuencias sern
fundamentales para el golpe de Estado de Primo de Rivera.
Con la clase trabajadora y am plias capas m edias de la poblacin fuera del rgim en de la
Restauracin, el republicanismo, el socialism o y el anarcosindicalismo se constituyeron en este
periodo en el cauce de expresin de estos intereses.
Aunque desde estos sectores no era posible dar una salida al rgimen, bien fuera a una repblica
o a la revolucin, ello en m odo alguno im plicaba la aceptacin de aqul. As, la situacin
desemboc en una crisis latente.
Esta situacin de impasse poltico entr en una nue va fase con el Desastre de Annual en 1921 y
su doble resultado: el replanteam iento de la guerra m arroqu y la cuestin de las
responsabilidades. La unidad, aunque dbil y provi sional, entre las distintas facciones m ilitares
conseguida a finales de 1922, abri la posibilidad del golpe, y el Rey, al darle su aprobacin y
entregar el gobierno a Primo, lo legitim.
I.2 EL MOVIMIENTO OBRERO 1876-1923
I.2.1 PRIMERA ETAPA :
La Primera Internacional en Espaa
El fenmeno hispano de la Internacional se pr esentara a partir de 1869 y con preponderancia
bakuninista.
Tras los sucesos de la Com una de Pars se produce una psicosis de terror en los m edios
conservadores europeos y espaoles y como consecuencia de ello se declara inconstitucional a la
Internacional en Espaa. (Octubre de 1871).
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Entretanto, en la AIT la gran querella que enfr entaba en su seno entre bakuninistas y m arxistas
se haba agudizado. En Espaa la gran m ayora de los dirigentes de la AIT se inclinaban por la
Alianza para la Democracia Socialista, la organizacin creada por Bakunin, que encuadraba a los
militantes anarquistas.
Con la llegada a Espaa de Paul Lafargue y tras el Congreso de Zaragoza de la FRE de abril de
1872, se desgajo de aquella la Nueva Federacin Madrilea de orientacin marxista.
El Congreso de Crdoba de la FRE, en 1873, adopt una serie de resoluciones que inclinaban a
la mayora del movimiento obrero espaol hacia las tesis anarquistas, lo que le diferenciara de la
evolucin del resto de Europa, donde las tendencias marxistas se iran imponiendo.
A partir de la Nueva Federacin Madrilea, se cre en m ayo de 1879 el Partido Socialista. A
partir de este m omento, el movimiento obrero es paol sigue dos lneas distintas, prcticam ente
enfrentadas, que slo en especiales circunstancias le llevara a acciones unitarias.
Por su parte, la FRE, en la clandestinidad, se disolvera en febrero de 1881 minada por una crisis
interna. El retorno del anarquismo a la legalidad se produjo con la FTRE, en el Congreso Obrero
de Barcelona del m ismo ao. De nuevo se produce un ascenso vertiginoso de la FTRE en la
legalidad y un crecimiento del numero de huelgas. Pero, las luchas internas debilitaron cada vez
ms a la organizacin (colectivistas y anarco-com unistas) y el Congreso de 1887 celebrado en
Madrid testimoniaba el final virtual de la Fede racin, si bien, servia tambin de impulsin a una
nueva etapa al decidir la convocatoria de un C ongreso amplio, en Barcelona, para el siguiente
ao.
El anarquismo hasta finales de siglo
Hemos visto com o en la prim era etapa de desarrollo del m ovimiento obrero espaol el
anarquismo es la ideologa que conquista m ayoritariamente a los trabajadores urbanos y rurales
espaoles.
Al concluir el S XIX, el anarquismo continental, y con l, el espaol, se encuentra en un callejn
sin salida. La organizacin especfica no logr h acer del terrorismo un m edio para la conquista
revolucionaria del poder, en tanto la organi zacin basada en el Pacto no proporciona a sus
miembros la influencia necesaria para contrarre star las exigencias de los capitalistas, dado el
carcter local de las sociedades de resistencia y la falta de coordinacin en sus actos. El
resultado es un sentim iento de frustracin, que se deriva de la im potencia de la m asa del
proletariado frente a la m inora burguesa. Com o respuesta a esta situacin, se produce una
conversin doctrinal, abandonando la esperanza en una revolucin inm inente protagonizada por
un puado de activistas, en beneficio de una acci n colectiva, m erced al encuadram iento del
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proletariado en una organizacin sindical. En 1895, Pelloutier defenda la nueva lnea que, en
definitiva, no es ms que la vuelta a las frmulas aplicadas por la I Internacional.
El renacimiento del sindicalism o anarquista se pr oduce en los aos finales del siglo y tiene su
primera manifestacin pblica con el congreso am pliado que se celebr en Barcelona del 18 al
20 de mayo de 1888 crea el "Pacto de Unin y de Solidaridad".
A partir de 1898 la propaganda anarquista de la huelga general va a ser el nuevo m ito que
abracen los cam pesinos andaluces y que se traducir prcticam ente en los prim eros aos del
siglo XX.
El socialismo hasta finales de siglo
Aunque el PSOE se haba constituido en 1879, hasta 1888 no tuvo lugar los Congresos
fundacionales que daran lugar al PSOE y a la UGT, con ello se plantea por prim era vez en
Espaa la distincin entre partido y sindicato, siendo la m isin del prim ero la conquista del
poder, y la del segundo, la defensa de los interese s de los trabajadores en sus relaciones de
produccin.
Los ncleos de implantacin sern Madrid, Vizcaya y Asturias.
Si nos centram os en el cuerpo doctrinal que orie nta al socialism o, nos encontram os con que la
incidencia del marxismo es epidrmica. La actividad organizativa es presentada como prioritaria
frente a los problemas del rgimen poltico, mientras se rechaza el dilema monarqua o repblica.
La estrategia que sigue es la de clase contra clase, con el resultado de otorgar prioridad a la
crtica de los partidos republicanos. Pero, a pesar de la declaracin de intransigencia y de las
menciones a la lucha poltica, la m entalidad internacionalista sigue pesando, con la prioridad
otorgada a organizar con solidez las fuerzas proletarias.
El m ovimiento socialista quedar vinculado a las posiciones de Pablo Iglesias, en cuyo
pensamiento subyace un determinismo histrico, que en un principio proporciona la seguridad de
una pronta revolucin; ms tarde, de la convenien cia de fortalecer la organizacin para preparar
el cambio y, pasada una docena de aos, la neces idad de reforzar dicha organizacin y obtener
reformas dentro del sistema capitalista.
Posiblemente, la lentitud y penuria de los trabaj os de organizacin, el asentamiento del rgimen
poltico nacido de la Restauracin y la perspectiv a f avorable de la im plantacin del suf ragio
universal fueron los factores que, actuando conjunt amente, hacen girar al PSOE hacia posturas
ms moderadas en la dcada de 1890. Las perspectivas de revolucin a corto plazo desaparecen
y, en cambio, surge la exigencia de aprovechar a fondo la posibilidad electoral.
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En adelante, la organizacin considerada cualitativ amente, se convertir en el indicador de la
marcha del partido y de la Unin. Incluso depe nde de ella la consideracin terica de las
relaciones polticas con la burguesa.
De 1891 a 1907, perodo en el que PSOE presenta ca ndidaturas exclusivas, no llegar a obtener
ninguna acta de diputado. En 1899, inicia un giro en su exclusivism o electoral y com ienza a
considerar las eventuales ventajas que se de rivaran de una colaboracin con los republicanos,
hasta entonces considerados como sus ms acrrimos enemigos.
A partir de 1906 la Ley de Jurisdicciones, a la que siguieron los proyectos de ley de
Administracin Local, de huelgas, y terrorism o, elaboradas por el gabinete Maura, am enazaban
restringir el sistem a poltico en vigor. El PSOE se vio obligado a iniciar una apertura haca las
fuerzas que coincidan en la oposicin a las nuevas leyes.
Tras la represin subsiguiente a la Sem ana Trgica, los socialistas se deciden por la conjuncin
de fuerzas con los republicanos.
I.2.2 EL MOVIMIENTO OBRERO A COMIENZOS DE SIGLO
La prctica del movimiento obrero
A comienzos de siglo convergen el factor del ni vel de vida y el factor organizacin obrera para
hacer aumentar la curva de los conflictos. Si n duda, hay que contar tam bin con la propagandaanarquista de la huelga general revolucionaria que fuerza y precipita numerosos actos de huelga
Se observa en este periodo que el m ovimiento obrero no est en condiciones de lanzar y dirigir
una accin coordinada a nivel nacional. El an arcosindicalismo no tiene todava estructuras
nacionales; el socialism o recela cada vez m s de este gnero de acciones y cuando se decide a
hacerlo, en 1909, por razones de solidaridad, se ve que no esta preparado para ello.
El ao 1910 refleja un espritu si ndical de ofensiva creado por los resultados electorales y el
crecimiento de las organizaciones. Con el com ienzo de la guerra m undial se inicia laespeculacin, la escasez de algunos productos alim enticios y la subida de precios, dndose una
nueva ola de conflictividad social.
Este periodo se caracteriza por el ascenso vertiginoso del movimiento sindical.
El nacimiento de la CNT
Como hemos visto, esta etapa se caracteriza, en los medios anarquistas, por la idea dominante de
que una huelga general podr acabar con el sistem a capitalista. Este punto de vista los vinculams al sindicalism o y se va produciendo una conj uncin entre las ideas bakuninistas y las del
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sindicalismo revolucionario del francs Fernand Pell outier que tiene su punto de referencia en la
CGT francesa de principios de siglo.
El 1 de agosto de 1907 se crea una Federacin de Sociedades Obreras de Barcelona bajo el
nombre de Solidaridad Obrera, que en sus inicios no es una organizacin netamente anarquista
En 1910 se produce la transform acin de Solidaridad Obrera en la CNT, que tras su prim er
Congreso e, en 1911, es ilegalizada. El desarrollo de la CNT se inicia a partir del m omento en
que, en 1914, puede reorganizarse pblicam ente. Su implantacin principal se da en Catalua,
Zaragoza, Valencia, Alicante, Gijn, La Corua y Vigo.
Socialistas
En 1909 se produce la Semana Trgica y el fusilamiento de Ferrer. En esta peculiar coyuntura se
sita la Conjuncin republicano - socialista, acto de unidad que vena m adurando lentamente,
dejando atrs los aos de la intransigencia. Se trata de una alianza a largo plazo cuyo primer acto
va a ser la presentacin de candidaturas conjunt as para las elecciones m unicipales de diciembre
de 1909. Las elecciones municipales dan el triunfo a la Conjuncin en la mayora de las grandes
ciudades.
La alianza con los republicanos dar al Partido Socialista los votos necesarios para alcanzar, por
primera vez un lugar en el Parlam ento, en la s elecciones de m ayo de 1910. A partir de este
momento se inicia un rpido crecim iento de lo s votos socialistas, hasta alcanzar un m ximo
prximo a los 140.000 en febrero de 1918, para caer nuevam ente, tras el abandono de la
Conjuncin, a cifras prximas a las de comienzo de siglo.
La Conjuncin: el inters nacional frente al rgimen
Provocada en principio por la conducta reacciona ria del gobierno de Maura y especialm ente por
la represin de la Sem ana Trgica, la alianza con los republicanos - frm ula de la Conjuncin
republicano-socialista - determ ina un giro terico en el PSOE a partir de los m eses finales de
1909. Se hace necesario la definicin de unas nuevas relaciones polticas y de clase al proclamar
el movimiento socialista como objetivo prioritario la lucha contra la monarqua.
La antigua argum entacin del proletariado vers us burguesa, se aplica ahora en el nuevo
enfrentamiento entre las fuerzas progresivas (l a Conjuncin republicano-socialista) y el rgim en
monrquico.
Este cambio de orientacin poltica, e incluso en la concepcin de las relaciones de clases, no
afecta a los objetivos internos del m ovimiento socialista, que siguen residiendo en conseguir el
desarrollo de una organizacin coherente.
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A pesar de la evidencia de los triunfos el ectorales de 1918 y 1919, seguir existiendo en el
partido una fraccin contraria a la colaboracin c on los republicanos, grupo cuya influencia se
reforzar, de resultas del triunf o de la revol ucin bolchevique y de la constitucin de la III
Internacional. En el Congreso extraordinario de diciembre de 1919, el PSOE decidi finalmente
dar por finalizada la colaboracin con los republicanos a travs de la Conjuncin.
I.2.3 LA CRISIS DE 1917 Y LA POSGUERRA
El periodo est m arcado, desde el punto de vista del movimiento obrero, por dos hechos claves,
uno interno, la crisis econm ica de la posguerra, y otro internacional, la aparicin de una nueva
Internacional que dividir las adhesiones.
Una vez ms, el problema de la organizacin inte rnacional, gravita sobre el m ovimiento obrero
espaol; la consecuencia orgnica ser una triparticin de las corrientes obreras.
La situacin m aterial se agrav extraordinar iamente en 1917. Tam bin se calde el clim a
poltico y emotivo. El ultimtum de las Juntas de Defensa y la convocatoria de la Asam blea de
Parlamentarios indujo a los socialistas a creer que el Ejrcito y los partidos burgueses no
gubernamentales se desentendan de la suerte del rgim en. En estas circunstancias, buscaron
reforzar sus relaciones con aquellos.
El PSOE era el eje de las fuerzas de oposicin al sistema, y como tal reacciona desde el prim er
da, articulando la accin: por un lado, con los re publicanos y reform istas, y por otro, con la
CNT.
El PSOE y la UGT eran la fuerza articuladora, pero, sin em bargo, no se reservaban ninguna
fuerza de direccin en los cambios proyectados.
La huelga general de 1917, calificada virtualm ente de revolucionaria, no tuvo, en realidad, este
carcter.
El desfase entre el movimiento de agosto de 1917 y la agitacin campesina de 1918 es una de las
claves para explicarse lo ocurrido. Pese a la violencia del choque y el fracaso de la huelga de
agosto, no se produjeron repercusiones graves para el desarrollo del movimiento obrero.
1919 fue el ao de m ayor nmero de conflictos so ciales hasta entonces (el ao punta deba ser
1920). Las organizaciones obreras estn m s nutri das que nunca y se sienten fuertes. La
Revolucin rusa, alem ana, hngara y la creacin de la Tercera Internacional son otros tantos
factores que coinciden para que la coyuntura de 1919 sea a todas luces excepcional.
Al inicio de 1919 se produce el c onflicto de la Canadiense, en el que la CNT va a dem ostrar el
podero de su nueva organizacin La patronal res ponde con la creacin de sindicatos libres y el
look-out generalizado. La dureza del enfrentamiento lleva a la aparicin del pistolerismo.
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De 1916 a 1920 se ha atravesado el periodo ms agudo de conflictividad. 1917 era una
coyuntura prematura para un cam bio de poder. Sin las dispersas confrontaciones de poderes del
ao 1917, pudo haber existido un 1919 decisivo. Sin embargo, la coyuntura 1916-20 afianz las
estructuras sindicales, dio experiencias a nuevos equipos e individuos, abri en realidad una
nueva poca. Marca tambin la articulacin del movimiento laboral agrario con el urbano.
En 1923 se inicia la recuperacin econm ica. En Europa y en Espaa hay un evidente reflujo
revolucionario; los poderes que representan el orden establecido se encuentran consolidados.
El perodo que va desde m ediados de 1920 a 1923 es de descenso de la tensin conflictiva. Las
organizaciones obreras estn dom inadas por su s problem as internos. El perodo agudo de
conflictividad 1919 - 1920, deja paso a un descenso de conflictos, aunque sigue reinando la
violencia. Un ao despus, el reflujo en toda Europa es claro.
Solamente guardan su organizacin intacta el PSO E, que en las elecciones legislativas de 1923
obtiene 7 diputados, de los cuales 5 lo son por Madrid. Los com unistas son dbiles orgnica e
ideolgicamente; los anarcosindicalistas han perd ido gran parte de su base sindical, no tienen
verdadera direccin y se deslizan por el cam ino del terrorismo individual. En estas condiciones
no hay presente ni un solo factor que pueda hacer temer una revolucin en el ao 1923, cuando
se produce el golpe de Estado de Primo de Rivera.
La CNT: los aos violentos
La CNT tiene bastante m s del 50% de entidades y afiliados en Catalua. En segunda lugar
viene Levante. Andaluca viene en tercer lugar con el 13% de afiliados.
La creacin de la III Internacional tam bin influy sobre la CNT, por un lado, cre una m inora
marxista en su seno (Nin, Arlandis, etc.), y por otro, provoc una adhesin provisional, para
despus separarse de la III Internacional y adherirse a la AIT, de carcter anarquista.
En este m omento las tendencias existentes de la CNT son: 1) El pos ibilismo de Segu, Peir,
etc.; 2) Un grupo indeciso, pero cercano a aqul, representado por Pestaa y Buenacasa; 3) El
grupo filocom unista de Nn, Maur n, etc. y, 4) Los grupos secretos anarquistas de Durruti,
Ascaso etc.
En el CNT es precisam ente en esta poca cua ndo va a com enzar el desbordam iento de los
sindicalistas puros (Segu, Pestaa, Buenacasa, etc. ) por los partidarios de la accin violenta de
grupos minoritarios, tendentes a reemplazar la accin multitudinaria.
El Congreso de Sants de la CNT, en julio de 1918, revolucion la estructura del
anarcosindicalismo, al establecer sindicatos de industria. La huelga de la Canadiense, de 44 das,
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que estall en febrero de 1919, m ostr a la burguesa catalana la eficacia de la nueva
organizacin.
Despus de noviem bre de 1920 se introdujo en Cata lua el terrorism o oficial dirigido por el
gobernador civil de Barcelona, Martnez Anido.
En el enfrentam iento de am bos terrorismos, la organizacin sindical, y en especial los lderes
moderados, sern quienes sufran las consecuencias de la represin (Boal, Segu, Pestaa, etc.).
Sin embargo, el objetivo de quebrantar a la CNT se estaba logrando ampliamente, hecho al que
coadyuvaban los extremistas alejando por sus mtodos a muchos antiguos afiliados.
La CNT sufra una profunda crisis ideolgica: la lucha a m uerte entre sus diversas fracciones y
el pistolerismo la llevaron al borde del colaps o antes del golpe de Prim o de Rivera. La CNT
estaba ideolgicamente dividida; la desaparicin de los lderes m s calificados, las profundas
divisiones internas entre puros y sindicalistas y la poltica terrorista de la patronal haban logrado
casi dar al traste con la organizacin.
As pues, la CNT, llega a 1923 prcticam ente si n direccin. Las dificultades de vida legal en
Catalua facilitan la accin violenta de grupos anarquistas y hacen que stos term inen por
sustituir a la organizacin sindical.
Los socialistas: la escisin
La organizacin del PSOE est m ucho ms esparcida por el territorio nacional. El ncleo m s
importante est ahora en Andaluca (zonas agrarias ); luego en Asturias. El centro de gravedad
parece desplazarse haca el medioda latifundista.
En el socialism o se asiste a un relevo de ge neraciones, aparecen Besteiro, Prieto, Araquistan,
etc. El peso de los intelectuales es m ayor que en otros tiempos lo que no quiere decir ni m ucho
menos, que todos ellos hubieran asim ilado la teora socialista. Bajo la inm ensa apariencia de
fuerza del PSOE en 1920, se esconda una fragilidad de direccin. En el momento ms lgido de
la coyuntura espaola, los cuadros del PSOE se hallaban netam ente divididos en cuanto a
filiacin internacional, poltica de alianzas, reform a o revolucin, etc., no tiene unidad interna y
la carencia ideolgica mella sus instrumentos de accin.
La revolucin bolchevique y la creacin de la Internacional Comunista haba provocado que en
el seno del PSOE y de sus juventudes se form aran pronto grupos llamados de "partidarios de la
III Internacional".
La lucha por la adhesin a alguna de las tres Internacionales existentes en ese m omento (la II
Internacional, la Internacional com unista y la Internacional de los "reconstructores") ocup tres
congresos extraordinarios del PSOE entre 1919 y 1921, el PSOE decide finalm ente seguir
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adherido a la II Internacional, producindose en su seno una escisin, com o tam bin en las
juventudes socialistas, que dara lugar a dos partidos comunistas.
Los comunistas: escasa implantacin
De las escisiones producidas entre los aos 1919-21 en el seno del PSOE y de sus juventudes se
crearon dos partidos comunistas, a su vez enfrentados entre ellos y sin gran ascendencia sobre el
proletariado espaol y sus organizaciones de m asa. En noviembre de 1921, y bajo la presin de
Mosc, se produjo la unificacin de las dos organizaciones com unistas, pero sus esfuerzos por
penetrar en las dos grandes organizaciones sindicales fueron infructuosos.
I.3 CONCLUSIONES
El movimiento obrero espaol em pieza a influir en la vida poltica nacional con personalidad
propia, a travs de sus organizaciones, partiendo de l ncleo inicial de la I Internacional. De este
tronco com n nacen dos ram as claramente diferenciadas, pero marcadas ambas por el m odelo
original.
Condicionantes del movimiento obrero espaol.
En la conform acin orgnica e ideolgica del movimiento obrero espaol aparecen diversos
condicionantes, entre los que destaca el m arco econmico. En efecto, nos encontram os con un
predominio mayoritario del m undo agrario, una c onfiguracin del m ercado interior tarda, una
industrializacin focalizada y la perviven cia de un m undo de pequeas ciudades donde
predominan las formas de produccin tradicionales. Esta situacin implica un desfase respecto al
entorno europeo, que se reflejar tanto en la constitucin poltica del pas como en las ideologas
populares y las maneras de intentar la revolucin.
En efecto, el m ovimiento obrero espaol sufr e los efectos de ese m arco econm ico que se
traduce en un lento desarrollo del movimiento sindical, que slo alcanzara un nivel de masas por
efecto de una coyuntura excepcional generada por la Prim era Guerra Mundial; en una
supervivencia del anarcosindicalismo hasta la guerra civil y; en el lento desarrollo del PSOE, con
su rigidez ideolgica y su falta de representatividad parlamentaria.
Otro condicionante im portante sobre el m ovimiento obrero espaol es el lenguaje obrerista que
desde el m undo de los oficios se trasm ite, a trav s de la AIT , a las corrientes socialista y
anarquista. Se trata de la visin utpica de la nueva sociedad com o la extrapolacin de los
valores y la configuracin de las sociedades obr eras de oficios. De esta visin proviene el
modelo de relaciones entre obreros y patronos sin intervencin del Estado y el culto a la
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organizacin concebida com o algo capaz de dar re spuesta global a los problem as de la clase
trabajadora.
El anarquism o tiene una vida convulsiva, bus cando continuamente una llam arada espontnea
para transformar la sociedad, pasa de crisis en crisis hasta que el sindicalism o revolucionario
transformado en anarcosindicalism o le d la form a definitiva de influencia. Buscando la
revolucin y som etido a la represin continuam ente, las luchas internas y la im posibilidad de
dotarse de una direccin estable con proyectos definidos le llevan al final del periodo estudiado a
encontrarse extenuado y descabezado cuando se im plante la dictadura. El activism o anarquista,
necesitado de un m ovimiento de m asas para opera r, solo florece cuando la sociedad burguesa,
que combate, establece un rgimen de libertades. Es su paradoja.
El socialismo es ms estable, pero su contradiccin entre los objetivos tericamente perseguidos,
la revolucin, y una prctica reform ista, se ir a agudizando hasta que, despus de la revolucin
rusa, le lleve a la escisin. Ni capaz de obt ener los xitos de sus hom logos alem anes o
franceses, ni de decantarse por el m odelo comunista, su obsesin por m antener la organizacin
por encima de todo, que le lleva a rechazar cualquier movimiento arriesgado, se agudizar tras la
salida de los terceristas y le llevar a su extra o comportamiento con la dictadura de Prim o de
Rivera.
La coyuntura y el desarrollo del m ovimiento obrero internacional son dos factores que gravitan
constantemente sobre las organizaciones obrer as espaolas, incidiendo sobre el peculiar
entramado nacional en el que se desarrollan.
Durante el rgim en de la Restauracin el m ovimiento obrero espaol term ina dividido en tres
grandes corrientes, tal y com o haba ocurrido a nivel internacional, pero, con la peculiaridad de
que, mientras en el resto de Europa el socialism o consegua importantes xitos electorales en los
principales pases dem ocrticos, el com unismo empezaba a ser una fuerza im portante, tras la
revolucin de octubre, y el anarquism o se eclipsaba; en Espaa, ni el PSOE obtena im portantes
xitos electorales, ni los com unistas encontraba n su espacio, ni el anarquism o se eclipsaba,
aunque si sufra una fuerte represin.
Es decir, influencia internacional muy matizada por la propia coyuntura espaola.
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II LA II REPBLICA
Para el anlisis del periodo republicano dividirem os su estudio en varios apartados en los que
veremos: primero, las fases diferentes que atraves la Repblica en su corta existencia; segundo,
los problemas clave a los que se enfrento; tercer o, las caractersticas del sistem a de partidos; y
por ltimo, la dinmica de las organizaciones de izquierdas.
II.1 FASES DE LA II REPBLICA
En el desarrollo de la Repblica se pueden distinguir tres periodos claramente diferenciados:
1) El que abarca el gobierno provisional y el bienio transformador y que va desde abril de 1931 a
noviembre de 1933. En este periodo hay un predom inio de la izquierda, que plante sin llegar a
consumarlos, los grandes proyectos de transf ormacin sociopolticos. Signif ica el intento de
construir una Repblica dem ocrtica, sobre la base de una alianza republicano-socialista, tras la
salida del gobierno, primero de los republicanos conservadores Alcal Zamora y Miguel Maura,
y despus, de los radicales de Lerroux.
A partir, pues, de noviembre de 1931, la alianza de azaistas y socialistas despliega un programa
cuyo objetivo es la solucin de los viejos problem as enquistados en Espaa como el del ejrcito,
el agrario, el regional, el laboral, o el religioso.
La reaccin ante estas m odificaciones, en unos casos , y la frustracin por la lentitud, en otros,
llevaron al desgaste y, en ltimo trmino, a la cada del gobierno.
As, la reform a del ejrcito sera el sem illero de todo un problem a militar que tuvo su prim er
brote de violencia con la sublev acin de Sanjurjo en agosto de 1932, y cuya derrota servira de
impulso para aprobar la ley de reforma agraria y el Estatuto de Catalua.
Tambin, la reform a agraria enfrento abiertam ente al gobierno con la clase terrateniente y la
aristocracia, a la vez que, la lentitud e inef iciencia para resolver los desequilibrios agrarios
desataron la violencia en el campo.
En definitiva, el fracaso del gobierno social-aza ista se debi a que se afrontaron todos los
problemas a la vez y con intensidad desigual, forzando excesivamente los problemas ideolgicos
(Estado-Iglesia), en tanto que se descuidaron los de fondo (reforma agraria).
2) El denominado bienio negro abarca desde noviembre de 1933 a octubre de 1935 y durante l,
la poltica de los sucesivos gobiernos se va haciendo cada vez ms conservadora, desmantelando,
en gran parte, la labor realizada en el primer bienio.
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La dinmica de este bienio puede sintetizarse en los siguientes puntos: 1) Las alteraciones de
orden pblico no fueron substancialmente refrenadas. 2) Las relaciones Iglesia-Estado mejoraron
substancialmente, tomndose contramedidas de la an terior poltica. 3) Las reform as del ejrcito
iniciadas por Azaa fueron detenidas y los nom bramientos de los generales se hicieron en
personalidades antirrepublicanas. 4) Las tensiones regionalistas se agudizaron (suspensin del
estatuto de Catalua en 1934). 5) En el te ma agrario la actuacin de los gobiernos fue
reaccionaria, generndose nuevos focos de tens in. 6) La poltica econm ica se hizo m s
conservadora. 7) Se aadi el problem a de la corrupcin adm inistrativa, los celebres casos del
Estraperlo y el de Tay-Nombela, que redundo en el desprestigio del gobierno.
Durante este periodo accede al gobierno la derecha catlica, representada por la CEDA, de la
mano de los radicales, lo que desencadena el intento insurreccional de octubre de 1934 por parte
de la izquierda.
Los radicales se vieron envueltos en escndalos financieros que les desacreditaron totalm ente
ante la opinin pblica e hicieron im posible la formacin de gobiernos viables, lo que llevara a
la convocatoria de elecciones en febrero de 1936.
3) El triunfo del Frente Popular abre el tercer periodo republicano que desembocara en la guerra
civil a partir de 1936.
Como consecuencia de la represin sufrida en la insurreccin de octubre, del desm antelamiento
de las reform as del prim er bienio, y del am biente internacional antifascista, pudo firm arse en
enero de 1936 una alianza entre la izquierda republicana y los partidos obreros, cuyo contenido
programtico no era revolucionario, sino reformista.
En estas elecciones se produjo un proceso de polar izacin que arras a los partidos de centro:
Lerroux y sus radicales fueron aniquilados; Cam b y Melqiades lvarez no salieron elegidos
diputados.
No obstante, hay que tener en cuenta, que a pesa r de la victoria del Frente Popular, la ley
electoral ocultaba la fuerza real del partido derrotado.
La autentica fuerza del Frente Popular resida en los votos socialistas, pero segn las clusulas
del acuerdo, el PSOE no entrara en el gobierno, cuyo eje sera la izquierda republicana en torno
a Azaa. Los m eses que van de febrero a ju lio se caracterizaron por la ineficacia de los
gobiernos estrictamente republicanos y por la conspiracin militar.
II.2 LOS PROBLEMAS DE LA REPBLICA
Son cinco los grandes problem as que tiene que af rontar la Repblica, todos ellos fuentes de
graves tensiones:
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El problema religioso.
No fueron el radicalism o dem ocrtico ni el idealism o social de la Constitucin, sino sus
clusulas religiosas, englobadas en el artculo 26, las que enfurecieron a la oposicin, dividieron
al gobierno y crearon la posibilidad de una unin de la derecha para defender a una "Iglesia
perseguida".
El artculo 26 de la Constitucin separaba la Iglesia del Estado, convirtiendo a la prim era en una
asociacin sometida, al igual que las dems asociaciones religiosas, a las leyes del pas, adem s,
la Constitucin recoga una serie de preceptos que se trasform aron en leyes contrarias a los
intereses de la Iglesia.
En los meses anteriores la derecha estaba vacila nte y confusa; sin el artculo 26 y la legislacin
consiguiente es m uy dudoso que hubiera podido re unir fuerza suficiente para derrotar a la
coalicin de Azaa en las elecciones de noviembre de 1933.
El problema cataln
La liquidacin republicana m s im portante de lo s problem as del pasado fue su solucin al
problema cataln. El Estatuto Cataln, satisfizo, por fin, a Catalua y la convirti en plaza fuerte
de la Repblica.
El punto de arranque del ms grave litigio Madrid-Barcelona, fue una resolucin del Tribunal de
Garantas Constitucionales, dictada el 9 de junio de 1934, por la que se declar
anticonstitucional la ley (catalana) de contratos de cultivos.
Ello signific el com ienzo de planteam ientos m s radicales por parte de los catalanes.
Companys, proclam el 6 de octubre la "Re pblica de Catalua dentro de la federacin
espaola". A las veinticuatro horas de ese acto de autodeterm inacin todo el Consejo de la
Generalidad era detenido y el Estatuto quedaba en suspenso.
Para los gabinetes radical-cedista, la revolucin de octubre sirvi para eliminar uno de los focos
ms importante de resistencia -una Catalua a la izquierda - a su poltica de revisin sistem tica
de la actividad desarrollada durante el primer bienio republicano.
El problema laboral.
La Repblica se proclam rgimen de justicia so cial. Con esta expresin se pretenda iniciar un
tmido Estado de bienestar, no com enzar la evolucin hacia un rgimen colectivista. La mayora
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del PSOE prefera las concesiones laborales obten idas presionando desde dentro de la coalicin
azaista.
La legislacin laboral fue obra de Largo Caballe ro. En su calidad de m inistro de trabajo
promulg un alud de decretos laborales. No obstante, esta poltica se enfrent a la oposicin
tanto de la patronal, como de la CNT.
El problema agrario
La reforma agraria pretenda acabar con una situacin de aguda injusticia que venia provocando
continuos estallidos de violencia en el cam po. Frente a grandes concentraciones de tierras en
pocas manos, exista una gran masa de jornaleros hambrientos de tierra.
La ley de reforma agraria de septiembre de 1932 apunta la supresin de los latifundios m ediante
la fijacin de un lm ite a la extensin de las propi edades rurales y el rescate de los excedentes,
que permitiran dotar de tierras a jornaleros y colonos, previo pago de indem nizaciones a los
antiguos dueos.
El problema militar
En los primeros tiempos de la Repblica se llev a cabo un profundo intento de transform ar el
panorama de las fuerzas arm adas espaolas cuyo pr otagonista principal fue Azaa, Ministro de
la Guerra en el gobierno provisional, cartera que sigui desempeando durante toda su jefatura
de gobierno.
De otro lado, la exigencia de responsabilidad es a algunos m ilitares por su actuacin en los
ltimos tiem pos de la m onarqua (Berenguer y Mola) y la am enaza latente del no-
reconocimiento de los ascensos derivados de m ritos durante la Dictadura (Goded y Franco)
fueron, todos ellos, elementos que tambin actuaron en la efervescencia militar.
Otras dos circunstancias contribuan al m alestar de los m ilitares. La prim era, la discusin del
estatuto de Catalua. La segunda era los frecuen tes movimientos huelgusticos y los desordenes
pblicos.
Por tanto si en los primeros meses de la Repblica la actitud de los militares fue ms bien pasiva,
o por lo m enos expectante, en 1932 ya em pezaban a tener consistencia los preparativos de los
grupos ms antirrepublicanos, y en agosto de 1932 estallaba la primera sublevacin militar seria
contra la Repblica, capitaneada por Sanjurjo.
La conspiracin militar amain despus de las elecciones de noviembre de 1933, un gran nmero
de disposiciones "antim ilitaristas" del bienio soci al-azaista entraron en proceso de revisin, el
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presupuesto de guerra se aum ent, los generales africanistas recibieron la confianza de la
coalicin radical, y el ejrcito tuvo una intensa participacin en los sucesos de octubre.
II.3 EL SISTEMA DE PARTIDOS
II.3.1 POSICIN DE LOS PARTIDOS POLTICOS ANTE LA REPBLICA
Partidos de izquierda
1) Manifestacin de adhesin a la Repblica com o forma poltica, com o solucin def initiva o
como paso previo hacia un nuevo sistema social.
2) Aspiraciones a transformaciones sociales ms o menos intensas
3) Rechazo de las viejas instituciones.4) Aceptacin de la personalidad diferenciada de las distintas regiones espaolas y de su derecho
a la autonoma.
Partidos de derecha
1) Antagonismo claro o velado de la form a republicana de Estado, o la aceptacin de la m isma
como un mal menor.
2) Defensa de las estructuras econmica y social vigente.
3) Reivindicacin ms o menos clara del valor de las viejas instituciones (Iglesia, ejrcito, etc.)
4) Rechazo a cualquier tipo de transferencia del poder del gobierno central a las regiones.
II.3.2 LA INESTABILIDAD DEL SISTEMA DE PARTIDOS
La dictadura de Primo de Rivera acab con el si stema de partidos de la Restauracin. Cuando la
dictadura se hundi, los partidos polticos m ejor situados de cara al siguiente rgim en eran los
marginados del sistem a anterior. A la vez que la derecha m onrquica era incapaz de
reorganizarse, en el centro y la izquierda to maba auge el republicanism o. As, las dos
caractersticas bsicas del nuevo sistema de partidos en los primeros aos de la Repblica seran,
por un lado, la formacin de una gran cantidad de partidos republicanos tanto de izquierda, como
de centro o regionalistas y, por otro, la hegemona en el campo de la izquierda del PSOE.
De las elecciones a las Cortes Constituyentes sale n 19 partidos con presencia parlam entaria. En
la composicin de la cmara hay una gran m ayora republicana y socialista. Se trataba, pues, de
un sistema pluralista, pero no polarizado, en tanto que los partidos antisistema no eran relevantes
y el PSOE formaba parte del gobierno.
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Los partidos de esta prim era fase no existan com o tales, salvo alguna excepcin, en 1930; todo
ellos disponan de una dbil base organiza tiva y de una casi nula institucionalizacin. Los
problemas que surgieron para su consolidacin procedieron en estos prim eros momentos de la
identificacin entre el nuevo rgimen y la mayora inicial que lo instaur.
El resultado de esas elecciones dejaba fuera a un sector m uy numeroso de la opinin poltica,
que en el segundo bienio ya haba encontrado su frmula poltica de representacin, la CEDA.
Pero, adems, tampoco contribua a asegurar la es tabilidad gubernamental, al sostenerse en una
coalicin muy heterognea. Y efectivam ente, en diciembre de 1931, se produjo la fractura en el
campo republicano, al salir el partido radical de l gobierno, tras el fracaso en conseguir que
fueran excluidos los socialistas.
Tras esto, Lerroux no se com port como una opos icin leal, capaz de servir de recam bio de
gobierno a travs de un cam bio de alianzas. Su posicin obstruccionista sirvi para que
finalizase prematuramente la primera legislatura y se convocaran elecciones.
Tras las elecciones de 1933 cam bio el sistema de partidos. Los partidos que form aban parte del
gobierno anterior sufrieron un gran retroceso, un desa stre en el caso de la izquierda republicana,
y se asiste a la ascensin de la CEDA, que de no exis tir en el bienio anterior pasa a ser el partido
mayoritario (113 diputados).
El resultado es todo lo contrario de un proceso de consolidacin de un sistem a de partidos: ni
estabilizacin del com portamiento electoral, ni reduccin del nm ero de partidos, ni
mantenimiento de las lites polticas.
Se trata de un vuelco que producir un m ultipartidismo polarizado. Tanto la CEDA com o el
PSOE haban proclamado la intencin de ir m s all de la Repblica, y aparecieron oposiciones
irresponsables. Con la entrada de la CEDA en el gobierno, las oposiciones antisistema crecieron,
y un partido que haba form ado un pilar fundamental durante el prim er bienio, el PSOE, se alza
en armas contra la Repblica.
Pero, el sistem a tampoco se estabiliz y en las, tam bin, anticipadas elecciones de 1936, el
sistema de partidos volvera a dar un vuelco.
Ahora seran 32 partidos los que obtendran actas de diputados. Al lado de esta tendencia al
multipartidismo extrem os, encontramos la tendencia contraria al reagrupam iento en el cam po
republicano. La izquierda republicana, tras el desastre de 1933, se presenta en slo dos
organizaciones. Por otro lado, el PSO E pierde la exclusividad de la representacin obrera en las
Cortes al conseguir actas otros partidos proletarios (PCE, Partido Sindicalista, etc.)
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Y de la m isma manera que en 1933 se hundi la iz quierda republicana, gobernante en el bienio
anterior, ahora lo hace el Partido Radical. Los partidos relevantes de los periodos anteriores se
hunden en cada convocatoria.
El gobierno del periodo febrero-julio de 1936, form ado en exclusiva por los republicanos de
izquierda, tenia que hacer frente a oposicione s bilaterales excluyentes, hostigado desde la
derecha por la oposicin m onrquica y fascista y por la izquierda por los sectores obreros
revolucionarios. El sistema no tenia muchas posibilidades de consolidarse.
II.4 CAUSAS DEL FRACASO DE LA II REPBLICA
En el esquema de Huntington, la prim era ola democratizadora termin hacia 1925, comenzando
entonces lo que l denom ina una contraol a que durara hasta 1942. Espaa accede a la
democracia, pues, en medio de esa contraola, es decir, cuando el impulso democrtico ha cedido
ante el avance de regmenes totalitarios.
Es cierto que la dem ocracia que se inaugur en Espaa con la repblica tropez con graves
obstculos para su consolidacin, entre los que podemos enumerar: 1) la escasa impregnacin de
valores como la democracia, la tolerancia o el consenso, 2) una estructura social profundam ente
injusta, 3) una tradicin de recurso a la in surreccin y a la violencia poltica, 4) una escasa
institucionalizacin de la vida de los partidos, 5) el limitado grado de com promiso republicano
de los dos grandes partidos de masas, la CEDA y el PSOE, a lo que hay que aadir una variedad
de enem igos, tanto por la derecha (m onrquicos, m ilitares, f ascistas) com o por la izquierda
(anarcosindicalistas, comunistas).
Pero, adems de estos obstculos, pes la coyuntura histrica de una sociedad en crisis en la que
ya existan modelos en Europa que haban tenido xito com o alternativa a la dem ocracia, sea el
fascismo o el comunismo.
En estas circunstancias, la coalicin a favor de un rgim en democrtico fue cediendo terreno a
favor de las fuerzas que intentaban el cambio de rgimen por mecanismos no polticos.
II.5 EL MOVIMIENTO OBRERO EN LA II REPBLICA
Al analizar el com portamiento del m ovimiento obrero durante la II Repblica, no se puede
olvidar que durante el parntesis de la dictadura de Primo de Rivera, se dieron tres hechos clave
que repercutirn en la actuacin de las organizaciones obreras posteriormente:
1) El PSOE eclipsa su actuacin po ltica en favor de la actividad sindical de la UGT durante su
colaboracin con la dictadura. Este hecho acentu tanto una visin sindical de la poltica, com o
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una mayor divisin en el campo socialista ( entre partidarios y contrarios a la colaboracin). Por
otra parte, tambin se produce una mayor ruralizacin del PSOE, primero, y de la UGT, despus.
2) La CNT queda desarbolada com o organizaci n, aum enta la distancia entre sindicalistas y
anarquistas, y estos ltim os se dan una orga nizacin propia, la FAI, que luego, en la II
Repblica, conseguir dominar la CNT e imponerla su estrategia.
3) El PCE sigue siendo un grupo minsculo, sin planteamientos claros a la salida de la dictadura,
que fracasar en el intento de reconstruir la CN T, es decir, de dotarse de un sindicato propio,
disputndoselo a los anarquistas.
II.5.1 CRISIS Y COYUNTURA SOCIAL 1930 - 1936
Tanto en el nacim iento de la Repblica, com o durante su desarrollo, los distintos sectores del
movimiento obrero experim entaron enfrentamientos internos sobre las posturas a adoptar, que
les llevaron a cambios bruscos de posturas y a situaciones de fraccionalismo o escisiones.
Es decir, se puede hablar de una reciproca influencia del m ovimiento obrero sobre la evolucin
de la Repblica, y de sta sobre la evolucin de aquel.
Momentos de tensin tan fuertes com o los producidos durante el rgimen republicano se haban
producido tam bin durante el rgim en de la Re stauracin ( la Sem ana Trgica, la huelga
revolucionaria de 1917, el pistolerism o barcelons, etc.), pero en estos m omentos las tensiones
internas e internacionales tomaron un nuevo aspecto.
En el orden interno, tenemos tres series de factores que contribuyen a radicalizar la actuacin del
movimiento obrero:
1) Desde el punto de vista socialista, tras la pr imera etapa de gobierno de coalicin, en la que se
produce una especie de identificacin entre la Repblica y su propio proyecto, la salida del
gobierno, primero, y el acceso a aquel de la CEDA, despus, produce una radicalizacin que les
lleva a la insurreccin de octubre de 1934 y ms tarde al Frente Popular.
2) Desde el punto de vista anarcosindicalista, el tr iunfo de la FAI sobre los sindicalistas, llevar
a la CNT a un enfrentam iento abierto con la Repblica que se salda con varios intentos
insurreccionales.
3) Por ltim o, aparece en el escenario nacional organizaciones fascistas (FE, JONS, etc.) que
incrementan el tem or del m ovimiento obrero a una dictadura y una sangrienta represin. Ello
lleva a la puesta en prctica de una lnea antifascista.
En el orden externo, tambin existen factores radicalizadores que incidirn en el comportamiento
de las organizaciones obreras espaolas:
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II.5.3 PRACTICA Y CONFLICTIVIDAD
Durante la Repblica la conflictividad huelgu stica presenta dos facetas que a m enudo se
confunden; la de los choques de orden laboral y la que tiene implicaciones polticas.
La conflictividad se inicia apenas nacida la Re pblica, con el choque con los anarcosindicalistas,
tiene su gran ascenso durante 1933, para, tras el intento insurreccional de 1934, decaer en 1935,
y no volver a iniciar su ascenso hasta la vi ctoria del Frente Popular. No hay un cam bio
sensacional de nivel laboral de vida que sirva pa ra explicar de m anera lineal este ascenso. No
obstante, la coyuntura poltica puede influir en algunos casos: la subida de Hitler al poder con
consecuencias fuera y dentro del pas, las sac udidas psicolgicas tras los sucesos de Casas
Viejas, los resortes sentim entales de 9.000 presos sociales, la lentitud en la aplicacin de la
reforma agraria, la entrada de la CEDA en el gobierno, etc.
Los puntos m s marcados de conflictividad sern: En m ayo de 1931 las huelgas de Pasajes y
Sevilla. En julio la huelga de la Telefnica, lle vada a cabo por la CNT; tambin en julio de 1931
la huelga general de Sevilla que llev a la proc lamacin del estado de guerra. En septiembre, las
huelgas generales de Zaragoza, Granada, Sant ander y Salam anca. La agitacin agraria fue
permanente.
En enero de 1932 se produce el primer ensayo insurreccional de la CNT en el Alto Llobregat, las
deportaciones que produce llevan a la declaracin de huelgas en Catalua, Zaragoza, Mlaga y
Sevilla. En 1933 se produce la huelga de la c onstruccin en Barcelona y los dos intentos
insurreccionales de la CNT en enero y diciembre.
En 1934 destacaron algunas huelgas esenciales: la de cam pesinos, la de Zaragoza, la de los
metalrgicos madrileos, y las polticas de Madrid y Asturias.
Sin duda, las condiciones salriales en el campo sufrieron un duro retroceso desde el invierno de
1933 - 34; y el paro fue en aum ento. Todo ello no excluye que la declaracin de huelga por la
FNTT, en junio de 1934, tuviese una neta carga poltica. Esta huelga campesina se sald con una
seria derrota para la organizacin sindical agraria lanzada por los caminos del voluntarismo.
En enero de 1934 el PSOE adopta un program a redactado por Prieto de tono radicalizado, con
medidas incluso extrem istas, pero, en cam bio, nada socialista. El program a fue completado con
unos puntos preparados por Largo Caballer o, encam inados a preparar un m ovimiento
revolucionario, para cuando se juzgase adecua do, hacindose cargo del poder el PSOE y la
UGT. El PSOE pasaba, pues, de la colaboracin incondicional a la oposicin revolucionaria.
En el mismo mes de febrero se forman las alianzas obreras; al principio solo son unos comits de
enlace del PSOE y la UGT con algunas pequea s fuerzas, sobre todo en Catalua, donde
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figuraban el BOC, los Sindicatos Treintistas, et c. En el m es de marzo las regionales de UGT y
CNT de Asturias concluyen un pacto y constituyen la Alianza Obrera.
El PSOE, que haba preparado aquel alzam iento no tena un objetivo nico a pesar de sus
acuerdos y program a de enero, sino que tena tantos objetivos com o sectores o fracciones del
mismo participaban en los hechos; para el centris mo se trataba de forzar al presidente de la
Repblica a volver a form ar un gobierno republicano-so cialista; para la izquierda se daban por
resueltos los problem as de la revolucin dem ocrtica y la alianza de clases que representaba y,
llevada del voluntarismo, quemaba todas las etapas y crea madura una revolucin socialista.
As, lo que iba a ser una revolucin socialista se convirti en un fracaso, salvo en Asturias,
donde el efmero xito se pagara con una dura represin.
Las causas del fracaso deben buscarse tanto en la falta de objetivos y direccin por parte del
PSOE, com o en la falta de contribucin a la insurreccin de los dos sectores obreros m s
combativos, la CNT (que slo colabor en Asturias) con la que no se haba llegado a acuerdos, y
el movimiento sindical agrario, quebrantado en la huelga de junio.
II.5.4 EL DESARROLLO DE LAS ORGANIZACIONES OBRERAS
CNT
Tras la dictadura, la CNT tuvo que hacer fren te a la reconstruccin de una organizacin quehaba sido desarticulada y al reto de los intentos comunistas por alzarse con el control de la
misma.
Adems, la fractura interna se hace palpable ya con la postura a adoptar ante el com it
revolucionario y el pacto de San Sebastin.
La Repblica no iba a ser aceptada por ninguna de las dos lneas que se enfrentaban en su seno,
lo que separaba a sindicalistas de f astas en este aspecto, era que, mientras para los primeros, "la
segunda revolucin" deba de ser una accin de masas y no la obra de una lite revolucionaria, ypor lo tanto era necesaria una preparacin organizativa, en la que la Repblica servia para ganar
tiempo y acumular fuerzas; para la FAI, el choque con la Repblica deba de ser inm ediato, y la
preparacin era innecesaria, pues el espontaneism o de las m asas ira resolviendo todos los
problemas que se fueran presentando.
Desde esta ptica, la dinm ica, impulsada por la FAI, es llevada a una creciente radicalizacin
fruto de tres retos:
1) Derrotar a los sindicalistas y hacerse con el control de la CNT.
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2) Hacer frente al sector reform ista del m ovimiento obrero - los socialistas - que desde una
posicin privilegiada en el gobierno del prim er bienio, expanda el sindicalism o de la UGT a
costa de la CNT.
3) Responder a la represin que generaban su s propias acciones (deportaciones, despidos,
encarcelamientos, etc.), y el acceso de la derech a al gobierno, en gran parte com o consecuencia
del abstencionismo anarquista.
Con respecto a la lucha interna por el control de la CNT, el prim er pulso se m antiene el
Congreso Confederal de junio de 1931, el resulta do es que el sector sindicalista logra im poner
las Federaciones Nacionales de Industria y sacar a Pestaa com o Secretario General. Pero, el
progresivo control de los sindicatos por los fastas, convertira en prrica esta victoria.
Tras el Congreso, los dirigentes sindicalistas con ms prestigio firman el llamado "Manifiesto de
los Treinta" en el que se condena el aven turerismo revolucionario y reclam an para la
organizacin confederal la capacidad exclusiva pa ra decidir acerca de la oportunidad para una
accin revolucionaria.
El enfrentamiento termina con la escisin, produc ida en 1932, que da lugar a los "sindicatos de
oposicin", que se volvern a reintegrar en el Congreso de m ayo de 1936, cuando la situacin
nacional ya se ha degradado profundamente y prima la unidad.
En definitiva, la CNT pasa a ser dirigida en excl usiva por la FAI, cuyos dirigentes principales
(Garca Oliver, Durruti, etc.) son hom bres formados, no en una praxis sindicalista, sino, en una
de grupos minoritarios y conspirativos.
Respecto al reto que supona la presencia de lo s socialistas en el gobierno, durante el prim er
bienio republicano, la CNT era consciente que de sde el Ministerio de Trabajo, Largo Caballero
la intentaba arrinconar tanto con la legislacin la boral, como con la implantacin de los jurados
mixtos. Con estas medidas se pretenda crear un c lima de paz social que redundara en contra de
la CNT, al atacar su principio de accin directa ( no-interferencia del Estado en las relaciones
laborales) y la tctica fasta de la "gim nasia revolucionaria" ( el enfrentam iento continuo para
mantener el vigor revolucionario de los trabaja dores). El peligro era ir perdiendo terreno a favor
de la UGT.
As, pues, la CNT se dirigi al choque inevita ble con el Estado. Este choque se inici a gran
escala en Sevilla, con una huelga general con ribetes insurreccionales, realizada en julio de 1931.
En enero de 1932 la CNT lanz un nuevo conflicto de tintes insurreccionales en el Alto
Llobregat. En m ayo puso en m archa la cam paa nacional de agitacin com o respuesta a la
represin. El proceso ya haba adquirido una dinmica por la cual se alimentaba a s mismo.
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Pero nada pareca salirle bien a la CNT, pue s los conflictos aludidos se saldaron con rotundos
fracasos, la razn era que cada uno de ellos que daba reducido geogrficam ente al m arco de
accin de quien lo convocaba, respondiendo a la estructura orgnica de la CNT. Este era su taln
de Aquiles organizativo, que mostraba a la luz demasiado a las claras. Resultaba entonces que la
propia estructura anrquica era la que conduca a la impotencia revolucionaria.
Ninguna de estas experiencias, ni las seales pr esentes en la coyuntura nacional e internacional
sobre el peligro de un golpe fascista pesaron sobre el ltim o Congreso que celebro la CNT en
mayo de 1936. Su principal punto fue la elabor acin de una utpica resolucin sobre el
comunismo libertario. Su falta de previsin, su al ejamiento de la realidad, lo pagara una vez
comenzada la guerra civil, que tras una breve etapa de poder revolucionario que la llevara a un
cmulo de contradicciones, sufrira un rpido eclipsamiento.
PSOE
Al proclamarse la Repblica, el PSOE y la UGT eran las organizaciones polticas m s amplias y
mejor organizadas de Espaa. Su fuerza principa l se encontraba en Asturias, Vizcaya, Madrid,
norte de Andaluca y Extremadura. La evolucin descubre un sensible desplazamiento del centro
de gravedad del socialismo hacia el sur, con la consiguiente prdida relativa de influencia de los
centros industriales del norte, en especial Asturias.
Bajo la inf luencia de los acontecim ientos nacionales e internacionales, la actuacin de los
socialistas durante la Repblica vino a dividirles a n ms, hasta colocar al partido al borde de la
escisin. La posicin ante la Repblica ser la lnea de divisin ms clara.
Se puede describir la divisin com o un enfrentam iento entre reform istas y corporativistas
(obreristas). Los prim eros estaban encabezados por Prieto y De los Ros y respaldaban el
proyecto republicano de Azaa. Este sector cons ideraba la Repblica como un valor que vala la
pena defender en tanto que rgimen democrtico, y su posicin era favorable a una colaboracin
con la izquierda republicana para im primir a la Repblica un sesgo reform ador que solucionase
los graves problemas que arrastraba Espaa.
Largo Caballero representaba la tendencia corporativa m ayoritaria, que desde una ptica
obrerista vea la Repblica com o una etapa m s hacia el socialism o, que debiera servir para la
mejora de los trabajadores y de sus organizacione s, en especial la UGT. Para este sector, la
Repblica era un rgim en defendible y contara con su lealtad, en tanto cum pliese con ese
cometido que la asignaba. Cuando la participacin so cialista en el Gobierno acabase y la subida
de la CEDA amenazase las conquistas logradas, este sector impulsar la va insurreccional.
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El primer conflicto interno viene producido por la conveniencia o no de participar en el prim er
gobierno republicano.
El enfrentamiento se produce entre dos lneas de accin: la que quiere comprometer al partido en
la gestin gubernam ental para influir en la orientacin de la Repblica; y la que aboga por
centrarse en una funcin de oposicin poltica y sindical, dejando a los partidos republicanos las
responsabilidades de gobierno. Esta ltim a pos tura ser m antenida por Besteiro, que
representaba, paradjicamente, la tendencia ms moderada.
La cuestin se dilucid a posteriori en el XIII Congreso del PSOE celebrado en 1933 y que
supuso la ratificacin de la participacin ministerial y el ascenso de Largo Caballero.
Pero, la celebracin del XVII Congreso de la UGT poco despus m arca la divisin entre la
ejecutiva de las dos organizaciones, al hacerse con el control del sindicato el sector besteirista.
1933 ser un ao decisivo para la evolucin inte rna del PSOE. El desgaste de la colaboracin
gubernamental, las insuficiencias de la reform a agrarias, etc., van a producir una corriente de
presin de abajo a arriba que no dejar de incidi r con fuerza en los cuadros locales y m edios de
las organizaciones socialistas
La idea ms o menos vaga, de ir al socialismo se presenta en gran parte del personal poltico del
PSOE tras la salida del gobierno. Tras las el ecciones de noviem bre de 1933, al descubrir la
realidad de una prdida que reduca su representacin parlamentaria a poco ms de la mitad de la
que tuviera en las constituyentes - fenm eno al que se una la creciente desafeccin de los
afiliados y sindicados, cuyas cif ras descendan de f orma continuada - la nueva directiva
socialista consider llegado el momento de compensar ambas prdidas mediante la conquista del
poder a travs de una accin revolucionaria.
El program a que Prieto elabora descubre una evidente contradiccin entre los m edios
revolucionarios y los fines reform istas que el movimiento persigue. La conquista revolucionaria
del poder no plantea siquiera la posibilidad de un cambio de rgimen, conformndose con el del
Presidente de la Repblica; y, en lugar de una pos ible dictadura del proletariado, se piensa en un
gobierno provisional.
En enero de 1934, Caballero y sus seguidores, mayoritarios ya en la ejecutiva del PSOE,
consiguen desplazar a los besteiristas de la dir eccin de la UGT, y as, el control que la fraccin
radical adquiere sobre la totalidad de las organi zaciones socialistas es utilizado para preparar a
las masas, con vistas a una accin revolucionaria, en la que sigue predom inando la inspiracin
defensiva sobre una eventual conquista del poder.
Tras la quiebra estratgica que supuso la salida del gobierno en 1933, y despus de la derrota del
intento insurreccional de 1934, el socialism o se escindi entre los que pensaban que haba que
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recuperar la Repblica y lo que haba significado, y aquellos que consideraban agua pasada ese
rgimen burgus. Los prim eros, liderados por Prie to, pretendan rehacer la coalicin con los
republicanos para poder volver a ganar las pr ximas elecciones, m ientras que los segundos,
agrupados en torno a Largo Caballero, no queran saber nada de los republicanos.
Es el m omento en que en el PSOE se pr oduce una m ayor perm eabilidad a la penetracin
comunista. En diciembre del 34 se constituye un comit nacional de enlace, que vinculaba a los
dos grandes partidos marxistas y sus sindicatos. Es el momento de la bolchevizacin del partido,
que prom ueven los com unistas, y que encuentr a una favorable acogida en la UGT y las
juventudes socialistas. La infiltracin com unista en las filas socialistas provoc la reaccin de
los elementos centristas del partido, a los que, ante todo, preocupa reconstruir el pacto electoral
con la izquierda republicana que, haba requerido al PSOE para unir fuerzas.
La habilidad de Prieto le perm iti armonizar las posturas tericam ente excluyentes. Com ienza
eliminando a Largo Caballero de la presidencia de l partido, al ponerle en m inora en el seno del
Comit nacional en diciem bre. Los centristas del Com it Ejecutivo, liberados del extrem ismo
revolucionario, se encontraron en condiciones de llegar a un acuerdo con el frente republicano,
acuerdo que los social-revolucionarios no tuvieron otra opcin que suscribir, si aspiraban a
figurar en el nuevo Parlamento.
La contradiccin PSOE - UGT se produca de nue vo, el sector caballerista, en su pugna por
controlar las organizaciones socialistas, hall su bastin en la UGT, desde donde se enfrento al
grupo de Prieto que dom inaba el partido. La lucha entre Prieto y Largo Caballero ocup la
primavera y los principios del verano de 1936.
El carcter irreconciliable de las posiciones enf rentadas en el seno del partido y la dualidad de
tendencias que inspira la gestin de las dos grandes organizaciones socialistas tendran que
resolverse en un congreso extraordinario de julio. Los acontecim ientos de este m es no
permitieron su celebracin y evitaron, posiblemente, la ruptura de la unidad del partido, solucin
que pareca la ms previsible, dada la distribucin de fuerzas existentes en el seno del PSOE.
PCE
El PCE tiene dos centros de gravedad: el ya tr adicional de Vizcaya, y el que se ha ido creando
esos aos en Sevilla. La disidencia de Maurn va a reducir casi a la nada su im plantacin en
Catalua.
El equipo de direccin del PCE se estabiliza entre 1925 y 1930 pero con una desorientacin e
ineficacia casi totales.
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Los acontecim ientos de abril de 1931 sorprendieron al PCE defendiendo una lnea doctrinal
maximalista inspirada por la Internacional Com unista. Ante la proclam acin de la Repblica la
respuesta del PCE consisti en m inimizar la im portancia del cam bio de rgim en y com batir la
repblica burguesa en nom bre de una revolucin proletaria que no estaba en condiciones de
realizar.
El Partido Com unista puso en m archa el inte nto de ganar a los desorganizados sindicatos
confedrales a travs del Com it de Recons truccin de la CNT, m ediante la creacin de
fracciones com unistas llam adas a constituir la opos icin sindical revolucionaria, frente a los
cuadros dirigentes anarquistas. La m aniobra tuvo resultados lim itados por cuanto la CNT
expuls sistemticamente a cuantos pactaban con los comunistas.
En el IV Congreso del PC en m arzo de 1932, se refleja un cambio en cuanto a las posiciones del
partido, en lugar de ignorar al nuevo rgim en, ahora se apoya la plena realizacin de la
revolucin dem ocrtico - burguesa, com o paso prev io para la revolucin proletaria. La tesis
sindical insiste en la urgencia de crear la uni dad sindical. La organizacin del partido se inspira
en el centralismo democrtico.
El fracaso de la penetracin com unista en los si ndicatos socialista y cenetista, les llevara a
constituir una central sindical comunista (CGTU).
Las diferencias en el seno del partido llegar on a trm ino mediado agosto de 1932 en que son
separados varios dirigentes. En estos m eses no aumenta decisivamente ni sus m ilitantes ni el
nmero de afiliados a la CGTU.
La historia del PCE en los aos inm ediatos a la Guerra Civil aparece determ inada por dos
objetivos, que son la expansin de las orga nizaciones comunistas y abandonando su hostilidad
originaria contra socialistas y anarquistas, la negociacin de alianzas tanto para fines
revolucionarios (octubre del 34) com o para la conquista legal del poder, a travs de las
elecciones (Frente Popular 36). El desarrollo po ltico y sindical del com unismo no conoci sino
xitos limitados.
Los esfuerzos del PCE por imponer su disciplina tanto en el terreno de la doctrina como en el de
la organizacin, fueron causa de que se constituye sen partidos de inspiracin com unista que no
se sometern, sin embargo, a la disciplina del PC E y ni siquiera de la Internacional Com unista.
El sustrato com n a todas estas agrupaciones es de su vinculacin a Catalua, territorio que
lograrn m antener cerrado a las iniciativas del partido oficial durante todo el periodo
republicano, hasta que iniciada la guerra se constituy el PSUC.
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