la isla de nuestro destino
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La Isla De Nuestro Destino
Capítulo I
El Encuentro.
Te conocí una mañana soleada, que cambio en un abrir y cerrar de ojos, de repente
las nubes cubrieron el cielo y dejaron caer una suave brisa, que al cabo de unos
minutos termino empapando mi cabello. Corrí a refugiarme debajo de un árbol con
un enorme tronco, rodee el árbol poco a poco, con mi mirada puesta en las ramas de
lo alto, viendo como las gotas se colaban poco a poco entre las hojas, en medio de mi
paso hacia el lugar que caía menos agua, tu hombro choco con el mío. No sé si fue
coincidencia o destino, lo que haya sido no importa, pero si me dieran a elegir un día
para repetirlo nuevamente, es seguro que elegiría ese, una y otra vez. Ese día en que
vi el sol en tu mirada, ese día en que tu mirada se derramo sobre mí, se ha repetido
en mi mente, incontables millones de veces y hasta el final de mis días quiero que sea
de esta manera, tu alma llenando cada rincón de mis pensamientos, acompañado de
la cálida sensación de tu mano sobre la mía, por esto y más mi corazón pierde el
control con tu presencia y recuerdo. Fin.
Claire nuestra protagonista, linda chica, de piel clara, con una mirada muy hermosa,
sus escleróticas le daban un tono tan llamativo y hermoso a su mirada que
hipnotizaba. Recostada en su habitación, muy ordenada y con un estante lleno de
libros que sobresalían de abarrotado que estaba este. Ella tendida boca arriba con un
libro en sus manos, soñaba. – Era de esperarse, un final como este solo J.K Walker los
puede dar, con este son nueve libros y cada uno supera al anterior, lleva al
romanticismo a un nuevo nivel, algo tonto, inocente. Combinándolos de una forma
que hace que el sufrimiento y el dolor sean necesarios para completar una hermosa
historia.
Ya me lo imagino el tipo de hombre que ha de ser, escuche que es muy joven, no
supera los treinta años, pero su estúpida editora vela porque no se conozca su
verdadera identidad, poco menos su rostro. He intentado conocerlo esperando en las
afueras de la editorial, pero pocas veces se presenta ahí. Y sin saber nada de él, es
imposible reconocerlo con tantas personas que entran y salen. Pero gracias a la vez
que me sacaron los guardias de seguridad, cuando me fui, no notaron que me
escondía detrás de los arbustos y pude escucharlos decir que J.K Walker se
presentaría este lunes, para algo relacionado de su nuevo libro. Solo tendré que pasar
a los guardias y colarme en la sala de reuniones y rezar para que acepte tomarse un
café conmigo, y así pueda descubrir su fuente de inspiración. Ojala no este casado o
quizás ya tenga novia. ¿Pero si no tiene? ¿Y si me convierto en su fuente de
inspiración para su nuevo libro y pueda capturar en cada línea de sus textos este amor
y deseo inmenso que ha hecho crecer en mi, con cada palabra plasmada en sus
historias? Sería un sueño, un sueño que este lunes podría comenzar.
Una mañana, a un par de horas para medio día.
Una chica detrás de los arbustos muy frondosos, nuevamente, esperaba ansiosa el
cambio de turno de los guardias de la puerta trasera de la editorial. Un lugar lleno de
muchos árboles y una que otra flor adornaba la vista, fácilmente distinguidas por sus
peculiares colores, la chica con las piernas entumecidas por el largo rato agachada
detrás de los arbustos, cuando dan las diez am, el guardia observa su reloj y abandona
su puesto para buscar al que lo supliría, debido a un supuesto atraso de este, dado
que tendría que estar cinco minutos antes para tomar el puesto del guardia de turno.
Esta fue la oportunidad perfecta para hacer su movimiento, la chica detrás de los
arbustos, con decisión pensó en correr hacia la puerta sin vigilancia de la casa editora
de su amor platónico, que ella soñaba conocer. Pero al querer correr como lo había
planeado, camino hacia la puerta de vidrio como un venado que acaba de venir al
mundo, sus piernas entumecidas daban el paso trabajosamente, mientras sus rodillas
bailaban de un lado a otro. Respiro cuando alcanzo la puerta, entro en un pasillo muy
oscuro, tal vez porque ese día no se destinaba ninguna entrega o llegada por la puerta
trasera. Siguió por el pasillo ya caminando un poco normal, saco de su pequeña
cartera café, un papel donde se dibujaba los planos del edificio. ¿Quién sabe cómo la
chica los había conseguido? Siguió pasillo tras pasillo, actuando como si trabajara allí
hace un buen tiempo, pero cuando llego al sitio donde se supone era la sala de juntas,
noto un grupo de guardias que estaban organizándose justo en la entrada, al parecer
por las cámaras de seguridad habían visto a una chica que caminaba extraño, hacia
la puerta trasera y había ingresado sin autorización, decían los guardias.
Claire sin duda alguna supo que era a ella a quien buscaban, vio nuevamente el papel,
asustada, sabía que si la atrapaban y no tenía razón lógica para estar ahí, seguramente
pasaría unos días en una oscura celda por irrumpir en propiedad privada, o tal vez
solo la lanzarían a afuera. Corrió hacia los baños, por el afán de escapar no noto a que
baño había ingresado, entro y se puso de espaldas contra la puerta. Al cabo de medio
minuto abrió un poco la puerta y mirando atreves del estrecho espacio entre la puerta
y el marco de esta, tratando de divisar algún movimiento en el pasillo.
Claire en su mente, con el brillo en su frente que causa el sudor ante situaciones de
estrés. – En que lio me he metido, todo por el amor a la literatura, bueno solo voy a
esperar hasta que se hagan la idea que ya me fui, y cuando todo este calmado saldré
por la puerta principal sin despertar sospechas. Mi sueño nuevamente se ira a la
basura, otra oportunidad perdida.
Alguien, un tipo joven cercano a los treinta, vestido de vaqueros y un saco de café
oscuro, sale de uno de los retretes, se mira al espejo acomodándose un mechón de
cabello, al momento en que iba a abrir el grifo del agua para lavarse las manos, mira
en la esquina derecha del espejo y nota a una chica de espaldas acurrucada, con su
rostro pegado a la puerta entreabierta, se da vuelta en dirección de la chica, camina
lentamente hacia ella.
El tipo del baño se acerca y a unos cuantos centímetros de la oreja de Claire dice, -
¡Esperando a alguien!
Claire se da vuelta con pánico, saliendo de su boca un pequeño grito agudo, que saco
una sonrisa del rostro del tipo detrás de ella- ¡Oye! ¿Por qué estás en el baño de
mujeres?
El tipo del baño mostro cara de sorpresa, levantando sus cejas. – Pues veras. Creo que
esa pregunta tendría que realizarla yo, mi singular amiga.
Claire mirando alrededor y deteniendo su vista en los urinarios de pared, llevo ambas
manos a su rostro. – ¿Es el baño de hombres?
El tipo del baño dando dos pasos hacia ella y acercando su cara a la de Claire. – Si,
creo que se equivocó de baño señorita, por cierto, ¿Qué mira o mejor dicho que espía
tanto hacia afuera? ¿Acaso usted es a la chica que buscan? ¿Eres la chica que camina
extraño?
Claire se sorprende y muestra una cara como de alguien que está sufriendo una
calumnia. – ¡Caminar extraño! ¿De qué habla? - Pero respira hondo y asiente, cambia
su rostro a uno de tristeza. - ¿Me vas a delatar?
El tipo del baño se sorprende, indaga por unos segundos, la mira, con ojos
entrecerrados y la toma de la mano, le dice con un tono muy animado. - ¡Ven! Te
sacare de aquí.
Y aquí comienza la historia de la arraigada Claire, de la mano de aquel desconocido,
que la libraría de aquel infortunado percance. El tipo del baño la guio a través de los
pasillos, frenando y cambiando de pasillo cuando se encontraban a alguien de
seguridad. Hasta que por fin Claire volvió a ver los rayos del sol al salir por una
puerta lateral, corrieron hasta una pequeña plaza a unas calles de la editorial. Todavía
tomados de la mano.
Claire suelta la mano del hombre muy sutilmente, algo avergonzada, respirando
rápido por el largo pique efectuado. - Gracias, por ayudarme, nunca hubiera podido
salir con tanta facilidad sin su ayuda.
El tipo que ahora ponía sus manos en sus rodillas, respirando rápido, pero a la vez
sonriendo le dice. – No sé porque lo hice, pero fue entretenido, correr tomado de su
mano, por media manzana. Dígame algo, ¿Por qué una hermosa señorita como usted
irrumpe en los edificios sin permiso?
Claire nerviosa, tropezando de vocal en vocal, finalmente dice, - ¡Me perdí! Veras yo
caminaba por la ciudad, me pareció un lindo edificio y decide entrar y verlo por
dentro, y me perdí.
El tipo mira, ríe, mientras voltea a la lejanía, – Eso es lógicamente estúpido, ¿Por eso
entro caminando extraño y por la puerta trasera? seguramente escondida tras unos
arbustos, me debe por lo menos un café, que te parece si mientras lo disfruto me
cuentas la verdad.
Claire mostro un gesto, demostrando que no tenía otra opción.
Claire en un restaurante con el tipo.
Claire sentada con una pose que notaba enojo. – Bueno esto es algo complicado de
explicar…
El tipo después de darle un sorbo a una taza de chocolate humeante, responde. - No
se preocupe, a lo largo de mi vida he escuchado cosas muy extrañas, dudo mucho
que lo suyo llegara a sorprenderme. ¿Acaso entro a robar a la editorial?
Claire abre su mirada al máximo, y responde en voz algo alta. - ¡Claro que no! Si fuera
así, no estaría hablando con usted. ¿Acaso parezco una ladrona?
El tipo la mira detenidamente por un instante, - Si, no parece una, y si lo es, es la peor
ladrona que he conocido.
Claire muestra una cara de enfado, pero después se ríe de manera sínica. – ¿Conoce
a un afamado escritor llamado J.K Walker? – El tipo asiente muy asertivamente, con
ambas manos tomando la taza. - La historia comienza ahí, yo soy su admiradora
número uno. Sus libros, sus ideas plasmadas en cada párrafo de cada una de sus
obras, llenan mi ser, complementan mi alma, y mi mayor deseo es conocerlo, me
entere que él estaría hoy en la editorial, y era la oportunidad perfecta, para conocerlo.
Es muy difícil, ya que no se conoce nada acerca de él, toda su vida es un secreto.
El tipo coloca la taza sobre la meza, mientras llama al mesero para pedir otro
pastelillo, regresa la mirada a Claire. – Eso quiere decir que eres una acosadora y
cuando lo conozcas, planea secuestrarlo o pero aun, matarlo, pobre tipo.
Claire mostrando en su rostro un rojo de vergüenza o furia, cierra su vista. – ¡Claro
que no! Estoy aun paso de tirar mi deliciosa taza de cappuccino en su rostro, pero me
reservare ese placer solo porque vengo aquí a menudo.
Yo solamente quiero, quisiera, platicar con él acerca de sus motivaciones, y lo que lo
inspira a escribir tan finas y delicadas historias. Me imagino que ha de ser un
caballero amable, educado, con un gusto por las cosas muy refinado, sería un sueño
sentarme con él, en un restaurante, y que me hablara acerca de su nuevo libro, su
novela número diez, caso contrario a lo que estoy viviendo hoy.
El tipo asiente con los labios, Claire lo ve y él toma un sorbo muy estruendoso de
chocolate, ella suspira de lastima. - ¿Y porque no le envía una carta expresándole sus
sentimientos?, envíela dirigida a la editorial y ellos se la harán llegar.
Claire coloca las manos alrededor de su taza, mira el fluido humeando dentro de la
taza. – Le he enviado miles, colocándole todos mis datos, desde mi nombre hasta mi
teléfono. Por cierto, ¿Cuál es tu nombre? Y más aún, ¿Qué hacías o haces en la
editorial?
El tipo se queda un buen rato mirándola, en realidad estaba pensando que decir,
mientras Claire se mostraba impaciente. - Yo, claro, yo me llamo, mi nombre es…
Juliano, Juliano Simmons, Estaba en la editorial entregando un paquete, porque yo
entrego, documentos claro… soy un conserje.
Claire muestra rostro de alegría mientras se pasaba un mechón de cabello hacia atrás,
anclándolo justamente detrás de la oreja izquierda. – Eso explica lo bien que conocía
el edificio, que suerte tiene, poder entrar siempre que puede, en cambio yo al parecer
hoy será la última vez que pueda pisar el interior. Bueno aunque pensándolo bien el
rara vez llega ahí, es especial el día que lo hace, por lo menos entrando podría obtener
algún dato que me ayude a contactarlo, o mejor aún, verlo por unos pocos minutos,
aunque sea solo eso.
Juliano se acomoda en su silla con una sonrisa que encerraba algún pensamiento. –
¿Y dígame desde cuando es la admiradora número uno, del susodicho autor? lo
pregunto porque se nota que está enamorada de él, o tal vez su grado de admiración
es tal que se parece al amor su sentimiento por él.
Claire muestra un rostro avergonzado, acompañado por el gesto de llevar su mano a
la boca. – Conocí sus obras por mi madre, cuando era una adolecente, ella siempre
era muy cariñosa conmigo y se preocupaba por cualquier cosa que sucediera en mi
vida, la primera vez que me enamore en la secundaria, fue de un chico que solo jugo
conmigo y cuando le demostró a sus amigos de que podía enamorarme, se burló de
mí y me dejo. Estaba devastada y mi madre sufría al verme llorar y ver como pasaba
mis días solamente recordando el triste pasado. Tiempo después mi madre cayo muy
enferma, en el hospital le dijeron a mi padre que la enfermedad estaba muy avanzada
y ya nada podían hacer, cuando mi madre apenas podía hablar, mi padre me hizo
pasar a su habitación, tal vez porque presentía que sería la última vez que podía
hablar con ella, las pocas palabras que me dijo fueron; “Claire amaras y sufrirás en
esta vida, pero alguien algún día llegara, cambiando tu tristeza y dolor en una palabra
que será pasado, porque esa persona se convertirá en presente y futuro. Me entrego
un libro de J.K Walker el primero de sus libros, se titulaba.
Juliano rápidamente mirando al cielo del restaurante dijo. – ¡Lo perfecto de ti!
Claire algo asombrada, pero con una fascinación disfrazada pregunto. - ¿Cómo lo
sabes? ¿Lo leíste?
Juliano se muestra incomodo ante la pregunta, sonríe complacidamente y dice. – He,
no, creo que alguna vez lo vi en las paredes de la editorial, fue el único que se me
vino a la mente.- Diciendo esto sin mirar a los ajos a Claire y haciendo ademanes con
sus manos.
Claire se encoje de hombros y ya notándose más cómoda sigue. – Si fue ese libro, al
leerlo pude entender con más claridad lo que me quiso decir completamente mi
madre, quería que entendiera el verdadero significado del amor, de la felicidad de
una persona, al leer las duras pruebas que paso el personaje principal de esta obra,
pude entender, que el amor no son caras bonitas, mucho menos palabras hermosas
que riman a la perfección, el verdadero amor se acerca al dolor y la tristeza. Al mes
de haberme dado el libro y ya no poder abrir sus ojos, su cuerpo sucumbió a la
enfermedad.
Juliano con rostro serio, algo acongojado. – Lo siento, no quería que recordara el dolor
de esa perdida en su vida. Yo le puedo ayudar, bueno o intentarlo al menos, la semana
que viene dejare un paquete en la editorial, he notado que la asistente del editor en
jefe, me coquetea sutilmente, así que sutilmente puedo conseguirte algo de
información, quien sabe lo que pueda conseguir.
Claire muestra una sonrisa que va más allá de la que mostraba su rostro, es como si
la hubiera sacado del alma. - ¡De verdad! Si, hazlo y si consigues algo por pequeño
que sea, te invitare a almorzar.
Juliano se muestra con semblante bonachón, como si acababa de salvar a la especie
humana de su destrucción. – Que así sea, entonces te espero en una semana aquí, a
esta misma hora aproximadamente.
Capitulo II
La aventura con el extraño.
Mientras Claire esperaba en aquel restaurante la llegada de su informante, en el día
que habían quedado para verse nuevamente, que por un imprevisto en su plan inicial
para conocer al autor de libros por el cual tanto soñaba y ansiaba conocer, este hombre
se había convertido en la inmejorable opción para obtener algún dato, para ella poder
contactar a su añorado amor platónico, que irónicamente, no tenía rostro, tan solo
ideas que la chica se hacía una y otra vez, de cómo podía ser él. Solo los párrafos de
sus libros podían dar alguna forma al susodicho, que ni se imaginaba que alguien
pensaba en cada segundo conocerlo y como seria ese momento. Esto pensaba ella,
una y otra vez.
Mirando su reloj noto que el hombre llamado Juliano se encontraba retrasado, espero
varios minutos pensando que por su trabajo había tenido algún atraso causado
seguramente por cualquier tipo de improvisto. Pensando esto transcurrió el tiempo,
ya pensando seriamente que aquel hombre no llegaría, esto acababa con la única
esperanza que tenia de lograr un avance importante en su búsqueda. Cuando se
disponía a irse del restaurante con mirada de enojo pero mezclada con un toque de
tristeza. Vio por la ventana que estaba un poco mojada por una leve lluvia, que poco
a poco se acababa. Al final de la calle vio a su informante recogiendo objetos del suelo
y colocándolos en una canasta, bueno, desde esa distancia eso parecía, pago la bebida
que había bebido en el tiempo de su espera, y salió directo a donde estaba el hombre
que según ella era un perfecto impuntual, ya que hacer esperar a una señorita por
tanto tiempo no era algo que se espera de un caballero. Al acercarse vio que estaba
con una señora de avanzada edad recogiendo muchas manzanas, al acercarse y
mirando el panorama de cerca, vio que en las afueras de una frutería, habían un sin
número de frutos por toda la acera y parte de la calle, viendo que Juliano y la señora
recogían los frutos incesantemente, corrió a ayudarles, ahí se dio el encuentro, ya un
poco tarde, pero en buena hora llego Claire a dar una mano.
Claire que lucía un vestido blanco, se inclinó y deteniéndose el cabello con una mano
y con la otra empezó a ayudar a recolectar las frutas, que estaban regadas por doquier.
- ¿Qué paso aquí, porque tanto desastre? - Colocando las frutas en la canasta que
había llevado la ancianita.
Juliano viendo con lastima una fruta que se había dañado. – Lo siento, sé que falle a
la hora de llegar a nuestra cita, pero al pasar por aquí, y ver a la señora con toda su
mercancía tirada en el piso, no podía hacerme de la vista gorda y seguir de paso.
Claire lo mira con ternura, mientras el recoge un par de manzanas que todavía
estaban en buen estado. – No te preocupes, no fue por su culpa, ¿Y porque o como
ocurrió esto?
Juliano le pasa las frutas a la ancianita que le agradecía con una noble sonrisa. – De
lejos pude ver a varios perros, muy grandes por cierto, siguiendo a un gato, y lo que
se me viene a la mente es que el gato salto a los cestos de los frutos y los caninos lo
siguieron, volcando todo, haciendo este pequeño percance, mejor dicho desastre.
Algunas de las frutas no se podrán vender, - Al haber recogido la totalidad de las
frutos y habiendo separado las dañadas, dice. - ¡Señora! Le doy cincuenta por las
frutas dañadas.
La señora, quien sorprendida sonríe, con voz adorable y majestuosa, propia de la
edad gris, contesta. – Pero joven, en ese estado no valen ni la mitad de eso.
Juliano determinado a cumplir con la misión impuesta, dice. – No importa, para los
animales de mi vecina si valdrán esa cantidad. – La señora acepta ante la buena
voluntad de Juliano.
Retirándose de la frutería, ya con las frutas que se habían salvado y Juliano cargando
una gran cesta llena de frutos que en su mayoría estaban destripados y los mejores
muy magullados, se sentaron en el parque, para tener la reunión que habían pactado
por ese día. Juliano comiendo partes de muchas frutas, Claire solo con un pequeño
pedazo de una pera, dándole pequeños mordiscos.
Aunque el silencio reino por unos cortos momentos, Claire pregunto. - ¡Dígame!
¡Dígame! ¡Dígame! ¿Consiguió algo de información?
Juliano con voz solemne y mirando a Claire con determinación, dice. - Bueno si, y a
la vez no, o mejor dicho tengo información pero no muy buenas, dadas la
circunstancias o la realidad que nos acoge.
Claire sin comprender muy bien las palabras de Juliano hace un puchero muy triste,
bajando su mirada al suelo. - Sea lo que sea quiero escucharlo. Además así es la vida,
tal vez esta es mi cuota de tristeza, lo único malo es que mi cuota de alegría ya hace
mucho tiempo está atrasada.
Juliano sorprendido en como la había afectado su noticia, trata de seguir hablando. -
Al parecer, J.K. Walker, no volverá a la editorial, por un periodo de más de un año,
dijo que no quería tener contacto con nadie, que cuando volviera traería el nuevo
libro terminado, eso le dijo a su editor, me imagino que a alguien como él no se le
puede dar un pero, así que los de la editorial aceptaron.
Claire denoto una sonrisa en sus labios, pero una gran tristeza en su mirada. -Bueno
no todas eran malas noticias, volverá con su décimo libro, eso es bueno, eso es
grandioso. Además solo es un año, no es mucho tiempo, he esperado más tiempo
hasta ahora, un año mas no será mucha diferencia. Bueno será mejor que me vaya y
usted que lleve esas frutas a los animales, antes que ya no sean tan jugosas. Gracias
por toda su ayuda, dejare pagado el almuerzo en el restaurante a su nombre, como lo
acordamos, adiós, señor Juliano, agradezco infinitamente su ayuda.
Sentado, con un trozo de fruta en su boca, mira como Claire se levanta y camina hacia
la inmensidad de su futuro, con su cabello danzando al sonar de sus pasos, sintió que
su silueta tenia poesía, aunque teniendo en mente que no podría volver a verla, y no
estaría en ese futuro, mira la tristeza que lleva y que su apuro por irse disfraza un
poco esa cara triste. Se pone de pie, articula unas pocas palabras, en tono de voz algo
alto, lo suficiente como para hacer volar a un ave, que picoteaba algo en el pasto.
Juliano se levanta con valentía. – ¡Pero se dónde está!
Claire voltea sorprendida, mas por las palabras que rompieron aquel silencio. Esboza
una sonrisa, que hace que Juliano la mire por un momento, muy sorprendido, le dice
con voz muy suave y con una mirada diferente. ¡De verdad!, ¿Donde? ¿Puedo ir al
lugar donde se encuentra?
Juliano se sienta nuevamente, un poco aliviado. - Si, la asistente no me dijo el lugar
en específico, porque estaba muy ocupada con los informes y el que le diría el editor
en jefe a los de la junta directiva de la editorial, cuando les cuente que su mejor
escritor no se comunicaría con ellos en más de doce a trece meses. Además tengo que
salir con ella este viernes solo por esto, me dijo que iríamos a un karaoke, ¿Puede
creerlo? Lo malo no es el Karaoke, si no, que, le encantan géneros muy raros de
música, vi su lista de reproducción un día en su reproductor musical, desde ese día
no soy el mismo, videos de gente bailando como poseídos y canciones vacías, carentes
de arte y pasión, lo más importante sin talento.
Claire sonriendo, mordiéndose el labio inferior, camina de nuevo a la banca de
concreto del parque. ¿Y dónde queda el lugar dónde fue?
Juliano fingiendo cara de enfadado, tal vez para que se notara que tenía una
penitencia que cumplir por la información obtenida. - Ni un pequeño “lo siento por
la desgracia en que lo metí” Bueno no importa, pero tampoco es tan buena la noticia,
él está en una pequeña, pequeñísima isla del gran océano del norte, casi, o en las
aguas del imperio, sin aeropuerto, ni barcos comerciales, y lo peor…
Claire con mucha intriga. - ¿Electricidad?
Juliano - ¡No! Sin restaurante de comida rápida.
Claire respira profundo, de alivio. – Eso es lógico, que persona que esté en una isla,
muy seguramente sin un automóvil en ella, se atrevería a poner una hamburguesería
ahí. Aunque muy triste es esa noticia para mí, aparte que mi economía se basa en lo
que mi padre me envía, y lo que gano trabajando medio tiempo, no puedo pagarme
un viaje para llegar ahí. En lo único que he tenido suerte en mi vida es que los libros
no son costosos, a veces hasta gratis, bueno mientras está abierta la biblioteca pública,
pero gratis es gratis. A veces la realidad corta muy profundo.
Juliano la ve suspirar nuevamente de profunda tristeza. Tristeza que confirmaba su
plan fallido. - Si, es difícil su situación. Ya se está haciendo un poco tarde, que le
parece si me da su teléfono y si consigo algo más de información, la llamare, para
dársela. Quien sabe, a veces las editoriales son muy amplias en dominio y tengan por
ejemplo, un número de teléfono, usted sabe, nadie puede desprenderse totalmente
del mundo, siempre hay algo que nos ata a otras personas, aunque en este caso seria
“comunica con otras personas”
Claire ve que Juliano se saca del bolsillo un teléfono celular muy moderno. - ¡Vaya
ese teléfono se ve muy costoso!
Juliano contesta algo sorprendido mientras manipula el aparato. – Un regalo de mi
abuela, soy el único nieto y ya sabe, es mejor a que me regale calcetines.
Claire ya más animada. – Mi abuela de pequeña, solo me regalaba broches para el
cabello, me regalo dieciocho en total, todavía los tengo todos, el que ando hoy, es uno
de ellos, me encanta el verde claro que tiene, es mi color favorito. – Se lleva la mano
al broche y lo acaricia levemente.
Terminado de intercambiar sus datos, para contactarse de nuevo y así esperar una
nueva manera de contactar al suscitado J.K. Walker, se despidieron, ella muy feliz,
dado que sus esperanzas no se habían acabado del todo, y Juliano cargando la canasta
con frutos que empezaban a chorrear su ropa y se quejaba en el camino a su casa por
pasar por esos problemas, solo para que los animales de su vecina lo disfrutaran.
Después de muchos días en que Claire miraba su teléfono móvil, hasta quedarse
dormida, esperando una llamada que la acercara a su ardiente pasión por conocer a
la persona que más admiraba y deseaba conocer. Aunque en el límite de sus sueños,
en donde imaginaba el momento en que conocería al autor y hombre que llenaba sus
pensamientos día con día. En estos sueños nunca se imaginó que tuviera que pasar
por muchas cosas antes de saber quién era, cosas que convertirían su vida cotidiana
de universitaria con un trabajo de medio tiempo, en una chica que podría contar
muchas aventuras que seguramente pocos o quizás nadie las creería.
Todo iniciaría marcha en una noche, semanas antes de que terminara el verano, algo
tarde, con una atmosfera muy callada, haría resonar en la habitación de Claire el
sonido de su teléfono móvil…
Claire con voz baja y adormitada, contestaba el móvil. - Hola, buenas madrugadas.
Juliano con voz muy animada, como si llamara a mitad de la mañana. – Hola, señorita
Claire, soy yo, Juliano, tengo magnificas noticias.
Claire se levanta, disipando el sueño que tenía al pasarme la mano en el rostro. -
Hola, ¿Consiguió su teléfono, podre llamarlo, puedo llamarlo en este momento?
Juliano cambia la voz a una más tranquila, algo apesarada. – Vera la forma de
contactarlo es algo diferente a una llamada o carta al buzón, aunque se cómo
podríamos verlo.
Claire abre la vista, como si le hubieran dicho que su autor estaría abriendo la puerta.
- ¡Verlo! Si claro, ¿Cómo? Hare lo que sea, ¿Podemos ir donde esta?
Juliano - ¿Estaría dispuesta a viajar, casi por la mitad del océano del norte?
Claire se calma y dice en tono muy calmado. - ¡Viajar! Pero eso sería muy costoso,
además dentro de poco volveré a mis estudios y sin olvidar mi empleo.
Juliano – He aquí la gran dificultad que nos encontramos ante nuestra vista, logre
contactar a un pequeño barco pesquero, que nos podría llevar a la isla, en donde se
encuentra el suscitado escritor, el problema más grande es que el barco parte del
puerto de la ciudad al salir el sol, esto aparte que no volverá en casi dos o tres meses
o un poco más, así que esta es la única opción, ya que al parecer J.K. Walker no lleva
ningún teléfono satelital consigo, bueno es lo que se sabe, al parecer lo de desaparecer
por más de un año se lo tomo muy enserio.
Claire - ¿Es la única opción?
Juliano con voz definitiva contesta. – Al parecer la mejor que se nos presenta. Y por
los gastos de viaje no se preocupe, mi abuela me adelanto mi cumpleaños y tengo el
dinero suficiente para ir, regresar del viaje, hasta nos sobraría para comernos una
hamburguesa doble con queso sin cebolla, cuando pisemos tierra de vuelta.
Claire mirando alrededor de su cuarto. – Pero, tendría que dejarlo todo, pausar mis
estudios, ser despedida de mi empleo, aparte que mi padre se enfadara mucho si solo
me voy, o moriría si me ausento por tanto tiempo.
Juliano – Se… Claire, a veces tu otoño puede ser tu verano.
Claire – Eso es… Tu otoño y mi verano, en el capítulo tres, eso es un párrafo de ese
libro, de J.K. Walker.
Juliano – Lo leí en el escritorio de una secretaria de la editorial, pero a veces lo que
pensamos que es triste, eso mismo, es lo que nos conduce a la felicidad, colgare en
este momento, lo que decida no me lo diga ahora, estaré en el puerto, antes del alba,
si llega o no llega, esa será la respuesta, su respuesta a sus sueños.
Se acercaba la salida del sol en el puerto, se miraba mucho movimiento en un barco
pesquero atracado en él, se escuchaban gritos de voces muy toscas y graves de
hombres, haciendo aquí, haciendo cosas allá, envolviendo enormes rollos de red para
pesca y lanzando sogas por doquier. Sentado en frente del barco, estaba Juliano,
esperando la respuesta de Claire, hacía gestos que denotaban impaciencia, cargaba
en su espalda una gran mochila. Un viejo, muy seguramente el capitán del pequeño
pesquero le dijo. – Oye chico, cuando asome el sol, zarparemos océano adentro. –
Juliano vio su reloj, miro al cielo, noto que la oscuridad era máxima, faltaba poco para
que se le acabara el plazo de espera a la joven soñadora. Pasaron los minutos, solo
faltaba soltar las amarras para desatracar y que aquel barco se dirigiera hacia el basto
océano del norte, a su dura labor de capturar peces, para venderlos por todos las islas
del océano que se encontraran al paso, en cada puerto que lleguen obtener los mejores
precios y realizar trueques diversos.
Juliano pensando, mientras miraba los rayos de sol asomar, se dice. - Creo que no
vendrá, al parecer no puede simplemente dejar su vida y partir junto a un completo
desconocido, para alcanzar su meta tan ansiada. Fui un iluso al pensar que lo haría,
una señorita como ella no abandona su hogar así como así, sin una explicación o
planeación previa, y más en las circunstancias que yo le brindaba, seria manchar su
honor. Cuando la gente sepa que partió a la mar, con un desconocido que apenas
conoce su nombre, solamente conociéndolo hace unas pocas semanas, no la culpo. -
Escucha un grito femenino, con voz agitada a lo lejos. - Es ella, vino.
Claire – Con la mano en lo alto. - ¡Espérenme! SEÑOR JULIANO, ESTOY AQUÍ.
Juliano – Llega a tiempo, el capitán ya dio la orden de soltar las amarras y zarpar de
inmediato.
Claire respirando muy cansada - ¿Pensaba que no iba a venir?
Juliano – Ni por un instante, siempre afirme en mi mente que llegaría, pero nunca
pensé que lo haría en el último momento. ¿Y que la convenció de venir y separarse
de su vida por este tiempo?
Claire – Aunque, después de esto tenga que volver a empezar de nuevo: Retomar mis
estudios, conseguir un nuevo empleo, suplicar el perdón de mi padre, botar la comida
que se vencerá en el refrigerador, en fin muchas cosas. Pero pensé que en unos años
me arrepentiría de no vivir este momento, aunque sea solo un viaje por mar, pero
algo debe de haber en ese camino, algo que me cambie. Nunca pidas algo, consíguelo
por tu propia cuenta y tendrás éxito. Espero que estas palabras estén en lo correcto al
final de esta travesía.
Juliano – Yo también, espero lo mismo. – Sonríe y le ayuda con las maletas. Ya abordo.
- Entonces le presento a los que nos guiaran por el camino. Él es nuestro capitán:
Virgilio, él es el segundo al mando, bueno cuando el capitán se duerme: El maestre
Celso, y el es Flavio, un marinero algo despistado.
Capitán Virgilio un señor sonriente, algo de ebriedad que mostraba su semblante. –
Bienvenida señorita, no habrá criatura o hombre, que impida que la lleve a su destino,
yo y este viejo pesquero lo aseguran.
Maestre Celso un tipo casi viejo y delgado. – Capitán, he escuchado que es de mala
suerte llevar mujeres a bordo, capitán.
Capitán Virgilio sonríe al mirar a Claire y voltea hacia el maestre Celso, apunto de
darle un golpe. – Mala suerte es que a ti no te haya comido un tiburón, ve a terminar
los últimos ajustes que ya tenemos a nuestra última pasajera a bordo. ¡ZARPAMOS
MALDICION! Diablos lo olvide, preséntate muchacho, quita esa cara de estúpido,
vas a asustar a la señorita.
Marinero Flavio un tipo joven, casi un adolecente. – Mucho gusto, señorita, un placer
tenerla a bordo. – Inmediatamente corre a ayudar al maestre.
Capitán Virgilio – Condúcela a su camarote muchacho, además será un largo viaje.
Capitulo III
El sol sobre el mar.
De esta manera partió el pesquero con rumbo hacia el mar abierto, buscando las
mayores cantidades de pescados que llenaran sus bóvedas y los bolsillos de los
pescadores. Más allá de esto, tenían una misión más importante, la misión de la joven
Claire de cumplir su sueño, ver a su autor, hablar con él, saber todo lo posible de él.
Por el momento ya había dado un paso gigante para lograrlo, aunque haría falta más
que eso, como para alcanzar su meta.
Mientras el sol salía completamente sobre lo último de agua que se lograba divisar a
la lejanía sobre el mar. Claire con asombro miraba como el pesquero dividía las aguas
salinas a su seguro paso, mirando atrás vio lo último de el gran continente, que
seguramente no vería en mucho tiempo, sintió nostalgia, pero a la vez mucha alegría.
Juliano quien se acercaba y ayudaba a Claire, poniendo todo en orden en el camarote.
Ya habiendo explorado el navío con plena antelación. - No será muy grande, pero lo
es para cinco personas, además nos dieron libre tránsito por todo el barco, solamente
queda restringida la cubierta cuando estén lanzando las redes de pesca, claro y la sala
de maquinas. Pero tal vez nos pidan una mano y aprendamos algo sobre la pesca. –
Dijo Juliano.
Claire quien se encontraba doblando varias prendas y acomodándolas en su equipaje.
– Claro que sí, seguiré todo al pie de la letra, no quiero que el capitán se enoje
conmigo, aparte me han tratado muy bien, me dieron un lindo camarote, estrecho
pero es muy funcional, por cierto ¿Cómo ha conocido a los que hoy nos guían a mar
abierto?
Juliano cambia su rostro sorprendido por la pregunta, pero tratando de relajarse y
tratando de hablar con calma, aunque no lo hacía muy bien. – Pues el viejo capitán…
es, como decirlo, es, amigo, claro, si, amigo de… mi abuela, ya sabe los dos son
personas mayores. – Juliano finge una sonrisa.
Claire no nota todos sus gestos y sonríe. – Vaya que genial, pues cuando regresemos,
le enviare un regalo a su abuela, gracias a ella cumpliré el sueño más grande hasta
ahora en mi vida, además nos está regalando un viaje increíble, pero antes de llegar
al puerto saque todo mi dinero de mi caja de ahorros y creo que tengo lo suficiente
para pagar algo del viaje, ¿Cuánto nos están cobrando los marineros, por llevarnos?
Me encantaría colaborar y así no ser una mayor carga para usted.
Juliano con algo de semblante arrogante y algo alegre, dice. – Cuando les mencione
que era una joven muy hermosa quien nos acompañaría, y que ellos podrían
contribuir a realizar su sueño. - (No cambiaron de precio en lo más mínimo los
malditos usureros.) – dice entre dientes. - Pero conseguí el dinero suficiente, para
pagar el viaje completo, hasta regresar a puerto nuevamente, solo hay una pequeña
cosa, me dijeron que solo podrían estar en la isla de nuestro destino, por dos noches,
más seria imposible, ya que tienen que partir hacia un área de pesca, por donde pasa
una cantidad increíble de cardúmenes, no pueden perdérselo por nada del mundo.
Claire con la hermosa sonrisa todavía haciendo aquí y allá - Bueno, entonces
tendremos que aprovechar el tiempo, o si no, esto sería aburrido.
Juliano. – Veo que ha sido invadida por una cantidad enorme de positivismo, eso es
bueno, aunque para llegar a ese día, falta mucho ya que el camino o mejor dicho las
aguas son muy bastas, tardaremos algunas semanas, casi el mes o más, en llegar a
nuestro destino. Visitaremos varias islas, conoceremos muchos lugares muy exóticos
y raros, debe tener en cuenta todo eso.
Claire mira por la ventanilla redonda del camarote, la única. Mira como danzan las
aguas iluminadas por los rayos del sol matutino. – Sera una experiencia grandiosa,
nada comparado a mi vida rutinaria, a mi padre le dará un infarto cuando se lo
cuente, pero al final, al pasar los años, se convertirá solo en recuerdos memorables.
Juliano quien toma un semblante serio, casi rozando el nerviosismo. - ¿Qué le dirá
cuando lo vea?
Claire suspira y mira al cielo del camarote, que no era tan alto. – Cuando por fin lo
conozca, no sé, por el simple hecho de que no lo conozco, no sé cómo reaccionaría,
aunque no sepa cuáles son las primeras palabras que le diré, seguramente lo llenare
de preguntas acerca de sus libros, no sé si el tiempo me alcanzara. Aunque si pasa, si
lo miro, incluso por breves momentos, una parte de mi estará muy feliz, de esta
manera poder continuar con mi vida, sin ningún pero atrapado en el pasado.
El Capitán Virgilio quien toca fugazmente la compuerta y asomando la cabeza por
dentro del camarote sonriendo, dice. – Jóvenes, como ya sabrán o no sabrán, no
importa porque se los diré en este instante, mañana en horas cercanas a la hora del
almuerzo llegaremos a nuestro primer destino, una pequeña isla llamada; isla conejo,
ahí recogeremos o mejor dicho atraparemos la primera mercancía de nuestro viaje.
Claire a quien la intriga le gana la partida y no tarda en preguntar. – Señor Capitán,
¿Por qué se llama así la isla?
El Capitán Virgilio muestra su desgastada dentadura. - ¡Solo capitán señorita, solo
capitán! Vera es una historia muy lógica, hace mucho tiempo llego a esa isla una vieja
señora, como solo era ella, se dio cuenta a simple vista que en la isla había mucha
maleza y más donde ella planeaba construir su casa. Decidió traer conejos para que
le facilitaran la tarea de cortar tanta maleza, ella por fin hizo su casa y motivo a las
familias de un par de pescadores a habitar la isla, pero así como una decena de
humanos poblaban la isla con el correr del tiempo, centenares de conejos también lo
hacían, sin ningún depredador que limitara su número, la isla se infesto de ellos, por
eso el nombre. Hay tantos que todavía solamente unos pocos humanos habitan en
ella.
Claire con una voz tierna y adorable, pero muy inocente. - Que lindo, los comerciara
como mascotas, para eso iremos, entonces yo le ayudare a atrapar lindos conejitos.
Capitán Virgilio quien muestra un rostro de incrédulo, el cual al instante lo cambia
por uno de comprensión por Claire es seguro, él se había dado cuenta de que no
entendió del todo. – Mascotas, he, bueno, ni a tres nudos de cerca señorita.
Atraparemos muchos conejos, porque a la próxima isla que iremos pagan muy bien
por su carne, blanca y suave.
Claire en quien se vio como su rostro cambiaba de una sonrisa de incomprensión a
una cara de pánico que denotaba horror. Casi grito. - ¡QUE! ¿Pero porque? se los
comen, no, no, no, no, no quiero ver tal acto de asesinato de un animal tan hermoso.
– Inmediatamente se da la vuelta y funde su mirada en la pequeña ventana redonda.
Aunque más pareció una niña haciendo pucheros. Conejos adorables y tiernos, enojos
adorables y tiernos, lógico en Claire.
El maestre Celso quien llevaba hace un rato detrás del capitán. – Lo ve capitán, no es
porque una mujer traiga mala suerte, es por esto que una señorita no debe estar en
un pesquero, y más con el olor a calamar muerto del marinero Flavio.
Juliano mira al capitán algo abrumado. – Sera un viaje largo. - Baja la cabeza con
resignación.
El capitán Virgilio asiente y levanta los hombros. – Bueno, esperemos que el pasajero
Juliano, pueda consolar a la señorita, mientras tanto comiencen a preparar las
trampas que ocuparemos maestre Celso. – Juliano los ve marcharse con un ¿Qué no
me van a ayudar? Plasmado en su rostro, miro de nuevo a Claire, quien seguía de
espaldas y sonrió al verla con su cabello sobre el hombro.
Capitulo IV
El paraíso con altas orejas.
El maestre Celso con un telescopio pegado al ojo izquierdo, mirando y mirando, se
detiene, divisa algo y levanta la voz. - CAPITAN, CAPITAN.
El capitán Virgilio quien salía algo disgustado de la cabina de controles. - Por Dios,
estamos en un pesquero no estamos en un petrolero, como para que grites como una
exsuegra pidiendo la manutención del nieto bebe.
El marinero Flavio que se encontraba juntando muchas sogas en la proa, miraba
apacible la escena. - Vaya esas explicaciones del capitán, sí que son muy largas y
extrañas, cuestan un poco entenderlas.
El maestre se ve extrañado por las palabras del capitán, levanta la mano indicando
una dirección. – Tierra, Tierra, llegamos a la isla, capitán.
El capitán Virgilio mira, entra a la cabina y sale nuevamente, ahora con unos
binoculares en las manos, divisa y asiente. – Pasajero Juliano, prepare su salida con
la señorita, no querrá ver como el salvaje del marinero Flavio, captura cruelmente a
esos pobres animalitos.
Juliano que apenas llegaba a cubierta, escucha y regresa para informarle a Claire que
estaban por llegar a la isla, antes de dejar la cubierta dice. – Le diré que solo llevaran
unos pocos para venderlos como mascotas, y la conduciré al otro lado de la isla, me
dijo el señor Celso que siguiendo el sendero que esta al final de la playa, hay una
hermosa cascada.
El maestre Celso que todavía miraba por el telescopio. Grita desde lo alto del mástil.
- MAESTRE, MAESTRE, PASAJERO JULIANO.
El capitán se molesta por los alaridos del maestre, no tenía la voz más hermosa del
océano, y estaba muy lejos de tenerla. – Cierra la boca, y presta atención antes de que
encallemos en la costa. – Dirige su mirada a Juliano que estaba a punto de dejar la
cubierta. - Pasajero Juliano el maestre Celso es como un niño.
Juliano sacando solo la cabeza de la compuerta hacia cubierta. – “Travieso y molesto”
Me imagino.
El Capitán Virgilio – No, es estúpido. Vaya y prepárese, el marinero Flavio los llevara
a la costa con la señorita Claire.
Marinero Flavio consigo, mientras seguía enrollando cuerdas. - Yo, Salvaje, pero si el
capitán diseño la trampa que los mata al instante, bueno aunque algunos tardan
varios minutos en asfixiarse.
El marinero Flavio deja a los jóvenes en la playa, ellos con los pies descalzos y el oleaje
bañando sus tobillos. – Bueno los vendré a traer cuando se ponga el sol.
Juliano levanta su mano, despidiéndose. –Gracias, señor Flavio.
El marinero Flavio ya alejándose más en cada remada. - Marinero, Marinero, pasajero
Juliano.
Claire mira intrigada a Juliano, pero después baja la mirada al terminar su oración. -
¿Y dónde iremos mientras sucede, el genocidio?
Juliano que suspira. – No será tal cosa, solo serán unos cuantos para venderlos como
mascotas, usted sabe, para los niños.
Claire con cara muy inocente, pero todavía incrédula. - ¿De verdad? Qué bueno que
recapacitaron, matar esos nobles animalitos, pero como dijo el capitán la naturaleza
en justa y cruel, además parte de sobrevivir también consiste en comer, es una
lástima.
Juliano sonriendo la toma de la mano e inician la caminata. - Vamos, hay un lugar
fantástico que tenemos que ver.
Claire y Juliano que ya se encontraban caminando por el sendero muy amplio. Claire
dice - Le tengo una pregunta, ¿Por qué hace todo esto por mí?
Juliano mirando la copa de los árboles, donde uno que otro pájaro cambiaba de rama.
- Porque es divertido, piénselo, ¿Quién me creerá que estoy viajando por el gran
océano del norte, en un pesquero, con tres marineros locos y una linda chica, que
busca a la persona que más admira en el mundo?
Claire – Ahora entiendo, es muy cierto, mi padre nunca creerá tal cosa, aunque me
da miedo imaginar su reacción, es fantástico vivirlo. Ahora que recuerdo, ¡O no!
Juliano la mira con un poco de preocupación. - ¿Qué pasa se le olvido dejarle comida
al gato?
Claire algo triste le contesta. – No tengo gato, ¿Trajo su teléfono móvil?
Juliano hace un gesto negativo con su cabeza. – No, mi abuela me dijo que se me iba
a mojar, cuando le conté que viajaría por todo el gran océano del norte. ¿Porque?
Claire cabizbaja, con cara tierna pero triste. - Porque no traje mi cámara, ¿Cómo
tomaremos alguna fotografía?
Al seguir el sendero a unos cuantos pasos después, se mira una increíble cascada al
dejar atrás a unos arbustos. Juliano impactado ante tal vista, dice. - Seria desperdiciar
este paisaje, grabándolo en papel, sería mejor que solamente quedara en la memoria.
Claire asombrada de igual manera o más. – Esto es increíble, mire en el otro lado hay
conejos, muchos de ellos.
Juliano – Aquí está plagado de conejos. ¿Sabe cómo se podría hacer para que
disminuir la cantidad de conejos?
Claire – Buscándoles un hogar donde vivan felices, por supuesto.
Juliano inflando sus mejillas de aire, negando con la cabeza. – No, claro que no, yo
pensaba en traerles un depredador natural, así la misma naturaleza se hará cargo.
Claire – Acaso está loco, como se podrían comer a esas lindas criaturas, tan inocentes
y puras, se ven hasta esponjosos.
Juliano piensa por un instante y dice. – Pues de varias maneras: Conejo con Tomate,
mojete de Conejo, Caldereta de Conejo y Caracoles, conejo con cerveza. Claro el
depredador natural se los comerá crudos, no se le pueden pedir peras al olmo.
Claire algo enojada y sorprendida. - ¡Alto! No siga, sus palabras arruinan el paisaje.
– Su mirada regresa a los conejos en la lejanía, y una sonrisa hermosa retornaba a su
rostro.
Después de ver tanto por aquí y por allá, ver que Claire saltaba de aquí para allá, una
y otra vez, salpicando agua y persiguiendo los conejos cercanos, termino agotada, se
sentó al lado de Juliano, él estaba en una gran roca al pie de la cascada, sumergió sus
pies en el agua un tanto helada, pero a la vez agradable por el gran calor que imperaba
en el gran océano del norte. Hubo un silencio mientras Claire agitaba con sus pies las
aguas cristalinas que caían de aquella majestuosa cascada, y de repente formulo una
pregunta que daría curso a la historia, bueno un poco más de curso.
Claire moviendo sus pies en el agua. - ¿Y usted está casado o dejo alguna chica en el
continente?
Juliano – La única chica en mi vida es usted, hay otra mujer en mi vida, esa es mi
abuela.
Claire tartamudeando y con sus mejillas completamente rojas. - Yo, yo, yo, yo, yo
¿Cómo? Per, per…
Juliano la interrumpe. – En realidad no tengo amistades cercanas, me llevo tan poco
con la gente que solo terminan siendo conocidos, aunque en todo este tiempo no me
ha hecho falta. La chica más cercana a mí en este momento es usted, no sé porque
usted es tan interesante, las demás chicas que se cruzaban en mi vida me aburrían, a
veces me gustaba ir acompañado algún lugar, pero nunca me motive a prolongar
alguna amistad, no había nada extraordinario en ellas.
Claire todavía algo avergonzada, habla en tono bajo, inseguro. – Se nota entonces
porque es tan unido con su abuela. Yo he sido de la misma manera, nunca he sido
muy unida con nadie, desde que aquel chico me lastimo y al tiempo mi madre murió,
todo eso me aparto de alguna amistad con alguien, ni en el trabajo o universidad he
podido hacer algún amigo, en realidad nadie me llamaba la atención, entonces me
sumergí en el mundo de la literatura, más en la de J.K Walker por eso estamos aquí.
– Muerde su labio inferior y esboza una sonrisa.
Juliano – Si por eso, por eso estamos aquí. Nos falta mucho de viaje, mucho.
Claire – Hay algo que me tiene intrigada, ¿Hay piratas en estas aguas?
Juliano – Claro, escuche al capitán Virgilio hablando por radio con otro pesquero, que
esta zona estaba infestada de piratas, que mataban a todos los tripulantes y
saqueaban todo lo que podían, bueno muy claro su nombre esta, piratas.
Claire espantada más por la falta de tacto de Juliano al decir tales palabras. Lo mira
de manera muy alarmada. -¡Que! No puede ser, ¿Y si atacan nuestro barco? ¿Qué
vamos a hacer?
Juliano muy seguro de sí mismo, y asintiendo como si el mundo se acabara mañana.
– Muy seguramente nos maten, pero no se preocupe a usted no la mataran.
Claire se sorprende y muestra un rostro de incomprensión. - ¡De verdad! ¿Por qué lo
dice?
Juliano – Porque es mujer y ellos hombres. – Al girar su cabeza y ver el rostro de
Claire lleno de angustia y preocupación, Juliano dijo con voz muy suave… - No tiene
por qué tener miedo, yo no voy a permitir que nada le pase, nada. Mi abuela me lo
dijo bien claro, “Juliano cuida a la chica, porque en este momento el sueño de esa
chica se convertirá en tu sueño también”.
Claire ríe de alegría, con una sonrisa casi coqueta. – Gracias. No pensé que este viaje
fuera tan peligroso, yo pensé que lo más peligroso del mar sería una fuerte tormenta.
Le agradezco a su abuela también, son muy dulces sus palabras, tanto que mi corazón
ahora se siente tranquilo… Yo, yo confió en usted.
A Juliano en ese instante en que salieron esas últimas palabras de los labios de la
joven Claire, se le olvido respirar, se dijo a sí mismo, - “No puede ser, un paro
cardiaco” - Pero no era tal cosa, ni cerca de serlo. A los segundos tomo una bocanada
de aire fresco, y de esta manera el silencio reino hasta que decidieron regresar a
esperar al marinero Flavio, mientras platicaban de todo un poco.
Ya de vuelta en el pesquero el capitán Virgilio mostraba una sonrisa de oreja a oreja.
– Como puede ver señorita, los conejos están más vivos que un alcohólico que acaba
de ganar la lotería. La nueva trampa que diseño el marinero Flavio los atrapa sin
ningún tipo de herida.
Marinero Flavio entre dientes. - Los atrapo así, porque son más caros con la piel
intacta, no lo hizo a favor de la señorita.
Maestre Celso – Nos ha ido más que bien, casi la mayoría son blancos, a los niños les
encantan de este color, serán como papas calientes en la isla.
Claire acariciando los conejos entre las rendijas de las jaulas. - Que bien, verán que
por tenerles compasión a estos animalitos, los venderán a un buen precio.
El capitán Virgilio haciendo señas al maestre y al marinero de que cargaran las jaulas.
– Bueno los meteremos en la bodega del pesquero, aprovechando que está vacía,
además en estos días es más probable que pesquemos un resfriado, que a unos buenos
peces. Partiremos a toda marcha a la próxima isla, que nos espera un viaje de tres días
a la isla del destino de estos animalitos. Pasajero Juliano lleve a la señorita a su
camarote, debe de estar muy cansada por la caminata en la isla, después
acompáñenos en cubierta cuando terminemos de llevar los conejos a las bodegas.
Juliano – Claro de inmediato capitán.
Capítulo V
Piratas y la nueva tripulante.
Ya en cubierta el Capitán, el maestre y el marinero Flavio, este último algo debía estar
haciendo seguramente en cubierta. Se reunían con el pasajero Juliano, como ellos lo
llamaban. Le informaban de algo que seguramente tornaría un viaje de aventura, en
uno de mucha angustia y temor.
Capitán Virgilio mostrando un rostro que dibujaba algo de preocupación. – Pasajero
primero Juliano, de estas aguas en adelante nos esperan cosas un tanto, diferentes
podríamos decir, a las que hemos vivido hasta ahora.
Juliano poco crédulo, se imaginó que le dirían algún disparate, porque hace ya unos
días Juliano estaba convencido que los tres pescadores, estaban locos. – “No me
imagino que sería más peligroso que atrapar conejos blancos”. – Dijo con un todo
gracioso.
El maestre Celso que levantaba las cejas lo más que pudo. – Pues vera, eso a lo que
atravesaremos ahora, se da a un gran paso en la escala de peligrosidad.
El capitán Virgilio miraba la lejanía del mar y devolvía la vista a Juliano, dando un
profundo respiro. – Vera pasajero Juliano, en estas suscitadas aguas hay dificultades
que conllevan atravesarlas… - se detiene y muestra algo de recelo en revelar las
palabras que se estancaron en su boca.
Marinero Flavio que estaba sentado detrás del capitán, haciendo unos nudos muy
complejos. - ¡Piratas!, ¡Piratas!, ¡Piratas! Eso es lo que hay en estas aguas.
El capitán Virgilio gira y lo mira y asiente. – Si eso es, piratas, despiadados y
sanguinarios, la última vez escapamos de milagro, hasta quemamos el motor del
pesquero en nuestro afán de dejarlos atrás. Las aguas que tendremos que cruzar para
llegar a las próximas islas están infestadas de ellos, las aguas de este lado del reino
están infestadas de ellos, esa ya es una zona pirata.
Juliano llevándose las manos a la cabeza, lamentando la situación, pero más que
lamentar, fue la razón o mejor dicho Claire. A él nunca le hubiera pasado por la mente
arriesgar a Claire. – Hay no, hay no. Verán cuando fuimos a las cascada yo le
mencione algo parecido a Claire, lo hice bromeando, pero su reacción no fue muy,
muy grata. También yo no ayude a que se suavizara de alguna forma, pero si
llegamos a toparnos con ellos, es muy seguro que le dé un paro cardiaco. ¿Qué harán,
que haremos? ¿Nos podemos ir por otra ruta? ¿Por qué no me dijeron en tierra?
Maestre Celso – Pero no nos debemos preocupar, debido a mis amplios años de
experiencia en estas aguas saladas, he podido desarrollar un sistema infalible que nos
ayudara a llegar a la isla sin problema alguno.
Todos viendo muy atentos al maestre Celso, Juliano pregunto. - ¿Cuál es ese plan
infalible?
El maestre que como persona salvadora de la raza humana, dijo. – Es poner el motor
a toda marcha, día y noche, así llegaremos más pronto de lo esperado.
El capitán Virgilio a punto de darle un puñetazo. – Ni a los conejos enjaulados en
nuestra bodega, se les hubiera ocurrido semejante estupidez. Mira pasajero Juliano,
no te dijimos nada, porque habíamos escuchado que los piratas se habían retirado de
estas aguas, pero les preguntamos a las personas de la isla conejo, nos dijeron que las
cosas estaban peor que nunca, ya que caso contrario del reino, la fuerza naval del
imperio atrapo a todos los piratas en sus aguas y los que huyeron se refugiaron en
estas, estas aguas que hoy bañan el casco de nuestro pesquero.
El marinero Flavio vio que todos estaban con cara muy pensativa y el los imito, de
inmediato dijo. - ¡Yo tengo una idea! Podemos hacer lo mismo que hacen ellos,
navegar con las luces apagadas, de esta manera nadie nos vera por la noche y con el
motor funcionando con pocas revoluciones para avanzar sin ser escuchados, en el día
si se podría poner el motor a toda marcha, para avanzar todo lo que nos sea posible.
Capitán Virgilio quien sonrió. – Decidido, haremos lo que el marinero Flavio dijo,
pero tendremos que hacer turnos de noche, grupos de dos será lo mejor, mitad de la
noche cada grupo. Maestre Celso prepare las armas por si el plan no sale como
esperamos, debemos hacer lo que tengamos que hacer, no por nuestra seguridad, si
no que, por la seguridad de la pasajera señorita Claire, son piratas no sabemos hasta
qué punto son capaces de hacerle. ¡Apresuremos los preparativos, el sol está a punto
de esconderse tras el horizonte!
De esta manera un grupo descanso y el otro se escondió en cubierta, atentos a
cualquier señal de otra embarcación, el pesquero avanzo lentamente, con el motor
ronroneando como gato. Claire se durmió temprano, seguramente por lo exhausta de
la caminata en la isla conejo, para suerte de los planes a ejecutarse esa misma noche,
así no se daría cuenta de nada.
Avanzaban los minutos, las horas, y el turno del maestre Celso y el marinero Flavio
llego a su fin, fueron sucedidos por Juliano y el capitán. Con una noche tranquila
acompañándolos, para sumarlo a su suerte había luna nueva, así que no se
iluminaban mucho las aguas salinas, esto ayudaba mucho a su plan de camuflarse en
las aguas oscuras de la noche, para no ser vistos por los piratas, que abundaban en
esta ruta.
Capitán Virgilio – Joven pasajero, ¿Cuándo piensa decirle a la joven tripulante que le
gusta?
Juliano que paso de tener una cara que denotaba sueño, a una cara muy sorprendida.
- Yo, yo no. Solo le estoy ayudando a cumplir su sueño, apenas nos conocemos poco,
casi o más de dos meses. Incluso me sorprende la manera en que ella ha confiado en
mí, si no mírela, estando en un barco pesquero con cuatro hombres, uno al que apenas
conoce, y otros tres que desconoce por completo.
El capitán Virgilio que dio unas cuantas bocanadas a su pipa. Entre risas algo toscas
comenzó su relato. - El tiempo no importa en los sentimientos. Cuando era joven
trabaje en el puerto de una isla que era muy visitada por su alto comercio, era apenas
un tipo que cargaba y descargaba los barcos que atracaban al puerto. Un día que tenía
el día libre por los pocos embarques que habían amarrado en el puerto, fui al mercado
de la isla, muy famoso por su gran variedad de frutas, había de todo tipo, era un
mercado muy hermoso, porque la variedad de frutas le daban unos grandes tintes de
colores. Ese día evaluando una enorme sandia, sentí que algo toco mi tobillo, voltee
y era una manzana que había dejado caer una señorita, al momento de entregarle la
manzana, su mirada penetro en lo más profundo de mis pensamientos, le hable y le
pregunte su nombre, ello solo asintió agradecida y se marchó. Ese día vi un collar
muy hermoso, no ganaba mucho y aunque me quede sin un centavo, lo compre sin
pensar mucho en mi economía, no me arrepentí en lo más mínimo, mi estómago si lo
hizo. En mis días libres iba al mismo lugar y hora esperando encontrarla de nuevo,
costo mucho pero la vi de nuevo y otra vez nuestro encuentro fue fugaz, pero logre
darle el collar y ella lo acepto, tal vez porque era alguien muy amable y cordial, y
bueno, tal vez no vio en mí a un mal tipo, de nuevo se marchó rápidamente. Paso un
buen tiempo y me di cuenta que era una señorita de una modesta familia, tenía una
cantidad enorme de pretendientes, pero su padre era un hombre temido en la isla,
era un oficial de policía, que hacía muchos trabajos sucios en nombre del gobernador.
A pesar de esto logre entrar en su corazón y decidimos mirarnos en secreto, ella
prometió esperarme el tiempo necesario, hasta el día que yo pudiera darle más que
una lata de atún. Trabaje y trabaje, al paso de dos años era el capitán de mi propio
barco pesquero, nos fuimos de la isla y nos casamos en la gran ciudad, tuvimos una
hermosa hija, esto puede sonar como si los hechos pasaron rápidamente, pero no,
todo fue con el tiempo justo.
Juliano que abrazaba sus rodillas, con su mente sumergida en el relato del capitán. –
Impactante, ¿Cuántos años tiene su hija?
El capitán Virgilio vio con tristeza el mar tan pacifico de esa noche. – El día que
partimos del puerto, cumpliría treinta.
Juliano tardo un pequeño instante en comprender. - ¿Cumpliría? Murió verdad… Lo
siento mucho capitán.
El capitán Virgilio fingió una sonrisa como para demostrar que ya había superado su
perdida. – Mi esposa, año tras año insistió en querer visitar a su ya viejo padre, ya
que su madre había fallecido varios años atrás, antes de que nos conociéramos. Yo
acepte, ella viajo con nuestra hija a la isla, al mismo tiempo me embarque en una larga
pesca. Justo en medio de la faena, mientras mas lejos me encontraba de ellas, por vía
radio me di cuenta de que un gran huracán paso por la isla, yo estaba a miles de
kilómetros, gire el pesquero en curso hacia la isla. Pero al llegar solo encontré muerte
y destrucción, aquella isla que relucía de hermosura, quedo destruida, todo aquello
que había sido verde y lleno de vida, quedo arrasado por las tormentas y feroces
vientos, nunca las encontré pasajero Juliano. De la casa de su padre solo quedaron los
cimientos el huracán se las llevó a ellas y tal vez un trozo enorme de mi corazón.
Juliano que ahora miraba el suelo de la cubierta, muy apesarado. – Lo siento por su
perdida tan enorme, debe de ser lo más duro del mundo. Perder a las personas que
amas, es lo más duro en el mundo.
El capitán Virgilio siguió. – Desde ese día, ame más al mar, porque mi esposa y mi
hija ahora eran parte de él, mirar la luz del sol sobre las aguas, me las recuerda
siempre, si he de morir algún día espero que sea en el mar, para volver a verlas, por
eso regrese a navegar de nuevo. Entonces pasajero apresúrate y pasa más tiempo con
la chica, llena tu vida de buenos recuerdos con ella, recuerdos que tu memoria
siempre atesorara.
Juliano lo mira comprendiendo las buenas intenciones del capitán. – Por eso
emprendí este viaje, para obtener esos recuerdos que un día no muy lejano, me
ayudaran a saber qué camino seguir, hay algo que debe saber sobre el sueño de la
chica, yo…
De repente escucharon voces, muchas voces en desorden total que poco a poco
aumentaban gradualmente y obtenían más claridad. El capitán Virgilio saco su
telescopio, mirando atreves del lente, agachado lo más que pudo, diviso una pequeña
embarcación a lo lejos, para su mala suerte, era el rumbo al que se dirigían. A medida
que se acercaban vio claramente a hombres en la cubierta, bebían y celebraban, eran
piratas; pudo darse cuenta de inmediato, celebraban la obtención de algún botín sin
duda. Sin poder respirar con el corazón latiéndoles cada vez más, se prepararon para
el enfrentamiento. Minutos después el capitán Virgilio, se dio cuenta que no los
habían visto, estaban tan borrachos que seguramente estaban cerca de perder el
conocimiento, cambio el curso del pesquero, pasaron a unos sesenta u ochenta
metros, poco a poco se fueron alejando, respiraron tranquilos cuando los perdieron
totalmente de vista.
El capitán Virgilio que tenía la cara muy transpirada, con ambas manos en el timón
del pesquero. – Sé que no tengo que decirlo pero eso estuvo cerca, por suerte estaban
muy borrachos como para notar nuestro paso.
Juliano quien todavía se encontraba mirando por doquier atreves de los cristales de
la cabina. – Ni lo diga, creo que acabo de perder muchos años de vida, mis manos
todavía están temblando, espero que no nos encontremos con más de ellos en lo que
queda de camino.
Capitán Virgilio mira pensativo al cielo de la cabina. - ¿Sabes que me gustaba más de
los antiguos piratas?
Juliano - ¿La pata de palo?
Capitán Virgilio. – Aparte de eso. Los antiguos piratas usaban espadas para abordar
las naves, y los modernos usan ametralladoras.
Juliano – También los parches en los ojos, los hacían ver malos, muy malos.
Capitán Virgilio – Eso no es nada, deberías ver a la esposa del maestre Celso, ella si
tiene la cara de la maldad.
Siguieron así, tratando de olvidar el episodio tan dramático que poco a poco dejaban
atrás entre risas. Siguiendo atentos a cualquier acontecimiento sobre las aguas, pero
aliviados a la vez, por haber pasado cerca de los piratas sin ningún percance. Al fin
amaneció Juliano y el capitán, informaron al otro turno de lo acontecido, se dirigieron
a descansar a sus respectivos camarotes, todos guardando las apariencias para que la
tripulante Claire pensara que fue otra noche tranquila en altamar.
Claire quien desde muy temprano estaba en cubierta, pregunto a los pescadores. -
¿No se han levantado el joven Juliano ni el capitán?
Maestre Celso que reparaba una red de pesca. – Vera tripulante señorita Claire, ayer
yo y el marinero Flavio nos acostamos temprano, ellos se quedaron jugando a las
cartas y al parecer se acostaron muy tarde, no quisiera jugar en contra del capitán, he
irle ganando, pobre tripulante Juliano la debe haber pasado muy mal con el vicio de
apostar del capitán.
Marinero Flavio se intercambian muecas a espaldas de Claire, como diciendo, “Tu,
no tú, tu” - Señorita Claire, ¿Desea ayudarme a alimentar a los conejos?
Claire - ¡Claro me encantaría! ¿Qué hago?
Marinero Flavio – Bueno entonces ayúdeme llevando estas cubetas con vegetales para
alimentarlos.
Claire llevo su mano justo donde comienza su ceja derecha. – Enseguida marinero.
Suspirando de alivio los dos se entregaron completamente a sus actividades diarias,
aunque vigilando constantemente por el telescopio cualquier suceso, por suerte de la
cual ya gozaban de mucha, tras el lente solo se divisaban aves, el sol y el infinito mar.
Cayo la noche esta vez la luna iluminaba más el inmenso cielo, todos los preparativos
se hicieron antes de la puesta de sol, actuaron o trataron de hacerlo normalmente,
hasta que Claire se fue a dormir, ahí empezaron de nuevo los turnos, esta vez
invertidos, Flavio y Celso en el primero, el capitán y Juliano después de la media
noche.
Haciendo lo que le habían descrito a Claire como motivo del desvelo del capitán y
juliano, el marinero Flavio y el maestre Celso jugaban unas partidas de cartas, al
parecer el maestre Celso ya debía muchos turnos, era lo único que se podía apostar,
no podían apostar el dinero que tenían que llevar a sus hogares, así que apostaban
para ver quien se tenía que desvelar más, cuando la rutina del pesquero volviera a su
normalidad, era incluso igual o más valioso que el dinero, ya que tenían que vigilar
el curso del pesquero por las noches en que no se pescara. Partida en partida las horas
pasaron, a falta de una hora para irse a dormir y cederle el turno al capitán y al
tripulante juliano, ocurrió lo mismo que le había sucedido al otro turno en la noche
anterior, pero esta vez habían gritos femeninos y risas de hombres, al igual que la
anterior noche estos sonidos se fueron intensificando, el telescopio comprobó que era
un pequeño barco con hombres, quienes en cubierta atormentaban a una mujer que
lloraba, la cual tenía las manos atadas. Los hombres la obligaban a beber y a la vez
tratándola de besar, inmediatamente cambiaron el curso, llamaron al capitán para
que viera la escena, al escuchar los pasos Juliano también fue a cubierta, no había
conciliado el sueño.
Maestre Celso con cara de alarmado, pregunta. – Capitán, ¿Hacemos lo mismo que la
noche anterior?
Marinero Flavio quien con rostro de piedad por la mujer, decía. - ¡Tenemos que
salvarla! Son piratas saben lo que le harán y sabemos que puede terminar como
comida para tiburones.
Maestre Celso se voltea y lo encara. - ¡Estás loco! Si no te has dado cuenta mira por el
telescopio, date cuenta que ellos tienen ametralladoras y hasta bazucas, quien
demonios sabe que más. Nosotros lo único que tenemos en un par de arpones y un
rifle muy viejo.
Juliano entrando a la cabina. – Yo opino lo mismo que el marinero Flavio, a ella lo
más seguro es que la tomaron como botín de algún otro barco que atacaron.
Al unísono todos dijeron – ¡Capitán! – Quedando todas las miradas sobre este, todos
esperando su respuesta, muy impacientes.
Capitán Virgilio – Ellos nos superan en casi todo, pero nosotros tenemos algo que
decide la mayoría de las contiendas.
El maestre Celso con incredulidad estúpida. ¿Conejos capitán?
Ahora el marinero Flavio también con mucha incredulidad, casi o menos estúpida.
¿A la tripulante Claire?
Juliano los mira sin comprender sus respuestas. – No sé cómo consiguen que este
pesquero siga a flote. Sorpresa, factor sorpresa, eso tenemos.
Capitán Virgilio – Exacto, no podemos dejar a una dama al cuidado de esos salvajes,
sé que estamos poniendo en riesgo a nuestra propia tripulación, pero imagínense que
esa chica sea la tripulante Claire.
El maestre Celso lo mira con cara de enfado. - Y ahora no solo la mujer está en peligro,
también puede estarlo o estará en peligro la señorita Claire.
Capitán Virgilio – Vamos maestre Celso, sabias que no te daría la razón, nunca te la
doy, además sé que esta misión en altamar será más difícil que convencer a una dama
sobria que no está gorda. Pero ¿Alguien tiene algún plan? Hemos llegado al punto
donde no hay retorno, entonces necesitamos un plan, como necesidad y no como
opción.
Juliano - ¿Qué? ¿Usted no tiene uno?
Capitán Virgilio – No, claro que no,
Marinero Flavio - ¡Yo tengo uno! - Todos lo miran. - He, pues creo que…
De esta manera, planificaron la misión para salvar a la mujer apresada por los piratas,
se inició el plan, en el bote de emergencia del pesquero, remaban sobre las aguas
oscuras, Flavio, Celso y Juliano. El Capitán se quedó para prepararse para escapar,
también para asistirlos con el rifle, si era necesario.
Mientras los piratas, festejaban el botín, y a la vez se emborrachaban, Juliano y Flavio
abordaron el barco por la popa, cada uno con un arpón, se acercaron, poco a poco a
la proa, rodeando la cabina, cada uno por un lado del barco donde tres hombres muy
corpulentos bebían, tenían ametralladoras guindadas en sus hombros, decían todo
tipo de obscenidades, mientras se probaban muchas joyas muy valiosas. No vieron a
la chica, lo más probable es que se la habían llevado a los interiores de la pequeña
embarcación, esto no estaba en el plan, se dijeron, pero no había vuelta atrás. Juliano
golpeo con la culata del arpón a uno de los hombres, imitándolo Flavio hizo lo mismo,
el tercer hombre, dijo. – Malditos, ¿Cómo llegaron aquí? – Forcejeo con Juliano
sujetándole el arpón al punto de casi tirarlo al mar, Flavio trato de darle con la culata
del arpón, como lo hizo con el otro tipo, pero este se lo arranco de sus manos
temblorosas con una patada y él fue lanzado contra unos toneles de metal en cubierta,
impactando su cabeza contra ellos, cuando Juliano estuvo a punto de ser lanzado del
barco pirata, Flavio se repuso, su vista se normalizo y enfoco la escena donde Juliano
llevaba las de perder. A lo lejos el Capitán Virgilio no podía disparar dado que el
cuerpo de Juliano le tapaba el blanco, pero Flavio tomo una botella de ron que habían
dejado en el piso los piratas, se levantó y le dio en la sien al último pirata en pie en
cubierta. Juliano se quejó de su cuello y espalda pero estaba bien, tomaron las armas
de la cintura de los piratas desmayados, y bajaron por unas cuantas escaleras que se
dirigían a las partes bajas internas de la nave. Caminando despacio por el pasillo
detrás de una puerta escucharon a la mujer llorar y sonidos de lucha, los dos
asintieron con la cabeza, empujaron la puerta, el cuarto pirata tirando a la mujer al
suelo se les abalanzo, los tres cayeron al piso, el tipo era muy corpulento Flavio y
Juliano se vieron aplastados sin fuerzas para levantarse, perdieron las armas o no
sabían dónde habían caído, el tipo los estaba asfixiando a cada uno con una mano,
ambos estiraban las manos en busca de algún objeto para estrellarlo en el rostro del
sujeto, más que todo eran movimientos de desesperación, ya se les acababan las ideas
al igual que el oxígeno.
Cuando ambos empezaron a ver la luz al final del túnel, las manos que les apretaba
el cuello cesaron, respiraron de forma que parecían haber corrido una maratón.
Miraron y vieron a la mujer con una botella de ron rota en su mano izquierda.
Miraron al pirata tirado a un lado con la cabeza empapada de ron, Flavio dijo. –
Bendito el ron, – se pusieron de pie. – Has tenido suerte que te hemos visto, nos la
hemos jugado por ti, ahora vámonos antes que despierten – dijo Juliano, la mujer
asintió con la cabeza, corrieron, cuando pasaban por los pasillos que dividían la proa
con la popa, la mujer estaba recogiendo una caja con joyas, era muy pesada, - Si
despiertan estamos muertos. – Dijo Flavio, Juliano corrió a ayudarla, vio tanto afán
en la mujer que sabía que no se iría sin la caja, el marinero Celso los esperaba listo
para empezar a remar hacia el pesquero. - ¿Ella es? – Pregunto, abordaron y remo
como nunca, llegaron al pesquero, aseguraron el bote, y el capitán grito – ¡A TODA
MARCHA! – El pesquero se sacudió y empezó a andar, el arrancón despertó a Claire,
que escucho la algarabía que se suscitaba en cubierta, temerosa a lo que pasaba,
camino lento, y subió, vio al marinero Flavio vendar el brazo de la mujer desconocida
para ella, pregunto - ¿Qué pasa aquí? ¿Quién es ella? – Todos la voltearon a ver
sorprendidos, por la adrenalina del momento se habían olvidado por completo de
ella, Juliano trago saliva y empezó a sudar mas, ya no por correr y pelear, si no, por
nerviosismo.
Después de atender a la mujer que fuera secuestrada por los piratas, Juliano le conto
todo a Claire, debido a la situación que se daba no podía ocultarle nada, ella quedo
sorprendida por todo lo que ocurrió mientras dormía. Al ver lo agradecida que estaba
la mujer, quien hasta ahora no tenía nombre, ni historia, salvo la que paso gracias a
los piratas, decidió no enfadarse pero Juliano noto en su mirada, que Claire estaba
resentida, mas con él ya que se había dado lugar entre ellos un grado importante de
confianza y un poco de algo más. Pero por los momentos no podía hacer nada para
cambiar los pensamientos de ella, no por el momento.
Decidieron entonces descansar, ya después habría tiempo de conversar con la nueva
tripulante acerca de su desafortunado encuentro con los piratas, por los momentos
era mejor que descansara, lo mismo le sucedió con Claire, pero por su miedo no pudo
volver a dormir en esa madrugada llena de imprevistos. En el alba, el capitán bajo la
marcha, ya habían recorrido mucho y pensaban que ya se habían alejado lo necesario
para no ser alcanzados por los desafortunados sujetos que quedaron inconscientes y
muy enojados al serle arrebatado su botín, además el pesquero no era muy nuevo
como para presionar el motor tanto tiempo. Ese mismo día por la tarde estarían
llegando a la isla en donde planeaban comerciar los conejos, por la mañana ya todos
estaban aparte de desvelados y cansados, esperando a que despertara la mujer para
que les contara su historia, o por lo menos su infortunio con los piratas. Abrió la
mirada, se lavó la cara, le ofrecieron algo de café, ella agradeció, con todas la miradas
sobre ella, sonrió, diciendo. – Son una tripulación muy extraña, no les he dicho mi
nombre, me llamo Sonia.
Capitán Virgilio – Sonia, bienvenida a bordo, este con cara de alcohólico es el maestre
Celso, el de cabellera extraña es el marinero Flavio, y esta linda pareja son nuestros
pasajeros, la bella joven Claire y el que la rescato, el joven Juliano, y yo soy el capitán,
el capitán Virgilio, el asesino del Kraken.
Maestre Celso – Capitán ya le dije que ese era un pulpo gigante, edemas ya estaba
muy viejo.
Sonia – Mucho gusto, gracias a los cielos que los conocí.
El capitán Virgilio con un gesto de indignación, respondió al maestre. – Maestre, un
pulpo no hubiera estado a punto de hundir el pesquero.
Maestre Celso – No estaba hundiendo el pesquero, le cayó encima y se desmayó del
miedo.
Juliano – No les preste atención, son marineros muy singulares, pero hay algo que
queremos saber. ¿Cómo termino en las manos de esos hombres?
Sonia – Fue algo muy rápido, yo estaba en el barco de mi esposo con toda la
tripulación. El Odisea se llama nuestro barco, él es un comerciante muy famoso de
las islas del oeste, nos atacaron hace dos noches, se llevaron el cofre en donde guarda
toda su mercancía y a mí, por suerte no los mataron, pero los dejaron amarrados en
una pequeña isla con el barco encallado, es muy seguro que ya deben estar
buscándome, pero tuve suerte que ustedes llegaron a rescatarme antes de que esos
tipos me hicieran algo, incluso salve la mercancía que nos habían robado.
Capitán Virgilio. – El Odisea, ¿Acaso su esposo es el señor Donatilo Cervantes?
Sonia – Si es el, ¿Lo conoce capitán?
Capitán Virgilio – No, personalmente, pero todo el que lleve el suficiente tiempo en
el mar logra conocer o escuchar algo, quien es uno de los comerciantes más ricos que
todo este océano. Ese cofre lo confirma.
Juliano – Bueno, ¿Cómo planea comunicarse con su esposo?
Sonia – Él se tendrá que abastecer en la isla tulipán, tendré que llegar ahí lo antes
posible, antes que llegue el y se marche al no encontrarme. Me será más difícil
encontrarlo, si es de ese modo.
Maestre Celso. – Pues esa isla nos queda de camino, solo haremos una escala en la
próxima isla, la isla Fosca por negocios.
Capitán Virgilio – Si, será rápida nuestra estadía ahí, después podemos pasar por la
isla Tulipán, ahí te dejaremos, además a la tripulante Claire le encantara ver los
campos llenos de tulipanes de todos los colores.
Claire, quien se alegró con esta noticia, dijo. – De verdad, será fantástico, aunque no
traje mi cámara.
Sonia – No te preocupes, podrás comprar una cámara desechable en la isla, además
te mostrare muchas otras cosas en la isla, no solo por su comercio es famosa, también
por sus vistas espectaculares.
Claire – Fabuloso, espero que nos alcance el tiempo para visitar todos los lugares.
Capitán Virgilio – No se apresuren que antes tenemos que pasar por la isla fosca.
Sonia – Negocios los llevan a esa isla, no es esa una isla muy pobre, tiene apenas unas
docenas de habitantes.
Maestre Celso. – Por ese motivo la visitamos, ya que los habitantes no pueden cazar
en la impenetrable selva y las aguas que la rodean tienen muy pocos peces, nosotros
les llevamos conejos para… - Lo golpea muy disimuladamente Juliano. - Entonces les
llevaremos a los niños conejos, hermosos conejos para que jueguen mientras sus
padres pescan en el día, si así es.
Sonia – Pero esa…
Todos menos Claire y Sonia, dicen. – Bueno se ha platicado mucho hoy, sí, sí.
Capitán Virgilio. – A trabajar marineros, hay que llegar a esa isla he irnos rápido a
dejar a la nueva tripulante Sonia a su destino.
Capítulo VI
Isla Fosca, Isla Tulipán.
Marinero Flavio – CAPITAN, CAPITAN.
Capitán Virgilio con rostro de sorpresa y ansiedad, le responde. - ¿Qué pasa? ¿Viste
la isla?
El marinero Flavio desde lo más alto del pesquero. – NO, PERO PASEME UNA
SOGA.
El capitán Virgilio camina a buscar la soga enfadado. – Diablos, ya estoy viejo para
esto.
Después de un par de horas y al darse cuenta que se habían desviado mucho por
evitar a los piratas, llegaron a la Isla Fosca. Rodeada en casi su totalidad por enormes
precipicios con enormes rocas filosas adornándolos. Las olas chocaban furiosamente
contra ellas, se dieron cuenta los que nunca la habían visitado, él porque era tan poco
habitada a pesar de estar entre islas muy ricas por su comercio.
Desembarcaron casi todos los tripulantes del pesquero, a excepción de Flavio y Sonia,
el marinero vigilando el barco, la nueva tripulante descansando un poco más. Al
llegar a tierra en el bote fueron recibidos por muchos niños, casi dos docenas, un
hombre sin camisa y una sonrisa muy cordial venía detrás de la turba de infantes.
El capitán Virgilio con los brazos en alto dijo. – José Pablo, tanto tiempo, ¿Cómo está
todo?
José Pablo dándole un abrazo muy fuerte. – Ha pasado mucho tiempo viejo lastre.
Muy bien, en verdad todo casi igual, pero felices que es lo importante. Oye veo que
tu tripulación ha aumentado, y hasta ha cambiado un poco.
El capitán al presentar a las nuevas caras que todavía no conocía el isleño Juan Pablo,
también explicándole el porqué de una linda señorita con ellos, que seguramente no
tardaría en preguntarlo, Juan Pablo los hizo caminar por un sendero que los conducía
a una pequeña aldea, pasaron a la choza más grande. Antes de ingresar el capitán
Virgilio le pidió a un par de los niños que les mostraran la isla al par de pasajeros del
pesquero, los niños muy entusiasmados tomaron de la mano de Claire y la
arrastraron prácticamente atreves de unas palmeras, Juliano los siguió diciendo. –
¡Hey! niños, yo también voy. – Así el capitán Virgilio, el maestre Celso ingresaron a
la cabaña, muy seguramente a negociar el precio de los conejos. Antes de comenzar
con los negocios, conversaron acerca de todo lo que pasaron a bordo del pesquero
Endless Sea, previo a su arribo a la isla.
José Pablo quien entre risas hablaba. - Gran aventura se han llevado en el mar estas
últimas semanas, por suerte se la han podido librar, con más suerte por la hermosa
señorita que llevan a bordo. Sinceramente ese barco lo único que termina siendo es
todo menos un pesquero, hasta guardacostas fueron, salvando a la mujer de los
piratas.
El maestre Celso cambio su risa y dijo muy serio. – Bueno, como sabrás carecemos de
tiempo, no sabemos si esos piratas intentaran seguirnos, no queremos poner tu
comunidad en riesgo.
José Pablo quien se unió a su seriedad, respondió. – Tienes mucha razón, deben llegar
lo más rápido posible a la isla Tulipán, esa área no les interesa mucho a los piratas.
Cuéntenme ¿Cuantos conejos trajeron esta vez? Ya que los últimos que trajeron se
estaban criando muy bien, pero aquí es imposible criarlos por tiempo prolongado,
los conejos son una presa demasiado fácil para los depredadores de la isla.
Mientras sellaban el término del precio, los niños conducían a la pareja de pasajeros
hasta una vista increíble en la cima de la montaña, donde quizá se alcanzaba a ver
toda la isla.
Claire quien llevaba sus manos al rostro, fascinada. – Esta vista es increíble, y
nuevamente sin cámara, pero por lo menos contare que estuve aquí.
Juliano que admiraba el paisaje detrás de Claire. – En la próxima isla compraremos
alguna cámara para que pueda capturar los paisajes que nos esperan, además esto es
mejor, de esta manera estos paisajes solo quedan en nuestras memorias, nadie más
podrá verlo, solo nosotros, bueno y los niños, pero no cuentan porque ellos viven
aquí. Esto es como nuestros momentos especiales.
Claire gira y mira a Juliano por un corto tiempo, casi tres segundos. - Si serán
momentos inolvidables del viaje, momentos únicos.
El niño que jugaba lanzando pequeñas rocas, lo más lejos que su pequeño brazo lo
permitiera, pregunto mientras elegía la mejor para lanzar. – Oigan, ¿Hace cuánto
están casados?
Juliano que tartamudeo por un momento, le respondió, ante el gesto de timidez de
Claire. – N, N, no, no somos esposos, ni estamos casados.
La niña que recogía flores de unos arbustos. – Lo sabía, no parecen esposos. – Ambos
respiran aliviados. - Parecen novios.
Claire que no pudo evitar que su rostro se ruborizara. – No, no, tampoco somos
novios, somos amigos, amigos de viaje.
El niño dirigiéndose a Juliano, con una piedra muy grande en su mano. - Oye, ¿Y
cuándo le dirás que te gusta? Para que ya sean novios, si no se lo dices ella nunca
podrá contestarte.
La niña que se dirigió a Claire. - ¿Piensas aceptarlo verdad, si te lo pregunta?
La perplejidad quedo plasmada en los rostros de Claire y Juliano, se quedaron sin
palabras ante las preguntas de los niños. Los pequeños isleños se miraron entre sí,
hicieron un gesto de desaprobación. - Es como dice papá, la gente del gran continente
es muy estúpida. - y siguieron a una colorida ave que diviso el niño. Después
visitaron otros lugares, siempre rodeando la selva en el centro de la isla. Después del
primer lugar que visitaron, solamente tuvieron vistas de los altos despeñaderos y las
filosas rocas del fondo con las aguas salinas azotando contra ellas sin tregua alguna.
De vuelta a la aldea, evitando cualquier contacto visual entre ambos, con los niños
comiendo fruta y riendo como solo a esa se puede hacerlo, se encontraron de vuelta
con los demás. En los rostros de sus compañeros de aventura se notaba una alegría
tremenda.
Capitán Virgilio. – Sé que esta visita fue rápida, pero espero que hayan visto un poco
de esta tan inexplorada isla.
Juliano – Tiene una selva espectacular, también hemos visto unas aves que nunca
había visto en los libros.
José Pablo. – Se sorprendería con lo que hemos visto los que habitamos aquí, se daría
cuenta él porque es tan poco visitada.
Juliano intercambia unas palabras con el isleño José Pablo y con los demás que
estaban alrededor, mientras que Claire se acerca a los niños que los guiaron, que
estaban en lo último de la fruta que consumían muy concentrados.
Claire se agacha donde los niños estaban sentados. – Niños, muchas gracias por
guiarnos hoy, viven en un lugar muy hermoso, me dejaron encantada todas las
maravillosas vistas que nos regala esta isla.
La niña que sacaba una pequeña fruta de su bolso, le dijo. – De nada, aquí viene muy
poca gente, pero usted es la mujer más hermosa que nos ha visitado.
Claire sonrió muy alegre ante tal halago. – Tú también serás muy hermosa, ya eres
muy hermosa. ¿Sabes qué?, toma mi broche. - Se lo quita del cabello y se lo coloca en
el cabello de la niña, que quedo con un rostro muy sorprendida, elevando su vista,
tratando de ver el broche en su cabello.
El niño que mira la escena. – Hey, yo también ayude hoy, además colabore para que
aquel hombre le declare por fin su amor.
Claire en voz baja, busca en su bolso algo y dice muy avergonzada. - Aunque eso no
era necesario. Pero toma.
El niño mira sorprendido. – ¿Quién es este muñeco?
Claire – Bueno ese muñeco es muy famoso de dónde vengo.
El niño hace una mueca complacido. – Tiene una sonrisa estúpida, bueno de algo
servirá, se lo cambiare a algún chico estúpido de la otra isla.
Claire. – Lo siento no tengo nada mas de niño, pero oigan pueden jugar con los
conejos que trajimos.
La niña. – Les daremos comida, haremos que tengan muchos otros conejos.
Claire. – Que bueno, antes se los querían vender a una gente que los quería para
cocinarlos.
El niño. – Nosotros no le haríamos eso a esos conejos.
Claire respira profundo, aliviada. – Es un alivio, son tan lindos.
El niño. – Si, por eso nos comeremos a las crías o bueno también a estos cuando las
crías ya se reproduzcan.
Claire quedo con una sonrisa a la mitad de formarse, perpleja. La cara feliz y amistosa
de Claire cambio completamente, tartamudeo unos instantes, los niños hicieron cara
de querer entender lo que decía, de pronto los demás se dispusieron a regresar al
pesquero, Juliano llego detrás de ella y despidiéndose rápido de los niños,
prácticamente arrastro a Claire al bote, los niños movían su mano en señal de
despedida y muy sonrientes. El apuro se debía a lo antes mencionado de los piratas,
pero esta vez lo recordaron con más afán, que los piratas muy enfadados podrían
estar tras ellos.
Claire en el trayecto lucio muy pensativa y algo inconforme, molesta también, sus
gestos eran una unión de muchos pesares causados por la desventura de los animales
peludos que dejaron en la isla, pero guardo silencio.
Ya en marcha, el capitán colocando como curso la próxima isla, la isla Tulipán. Aquel
pesquero navegaba a toda marcha o bueno hasta donde el viejo motor diésel lo
permitía, en dirección a la suscitada isla que los alejaría de los piratas. A pesar de
haber recorrido una gran cantidad de distancia, algo pequeña comparado con el
tamaño total del gran océano, el pesquero no le hacía honor a su denominada
actividad ya que si observaban su bodega destinada para almacenar a los pescados y
mantenerlos frescos hasta la llegada a puerto, este tenía más polvo que pescados.
Cuando se encontraban con la isla Tulipán a vista de telescopio, los motores se
apagaron y la pesada ancla cayo hacia la profundidad de las aguas salinas, haciendo
que todo el que estaba a bordo se moviera a cubierta a ver el motivo de su pausa en
el curso.
El capitán Virgilio que se encontraba en cubierta, en sus manos tenía varias cañas de
pesca. – Como verán tripulantes y pasajeros, estamos a un paso de despedirnos de
nuestra fugaz pasajera Sonia, también como hace poco nos hemos dado cuenta que
nuestras provisiones han escaseado en los últimos días, todo esto gracias al maestre
Celso que era el encargado, pero lastimosamente no tomo en cuenta a los pasajeros.
Tiene más concentración un adicto a hongos alucinógenos que nuestro maestre, en
fin, hemos decidido que pescaremos para hacerle honor al oficio de este barco, y por
supuesto para darnos un buen almuerzo el día de hoy.
El maestre Celso quitándose el sombrero ya muy viejo y descolorido algo sucio, dijo.
- Lo siento, cuando lleguemos a la isla nos abasteceremos nuevamente, no se alarmen,
ha… que quede claro, no consumo hongos alucinógenos.
El capitán Virgilio que pasándole las cañas al marinero, dice. – Entonces el marinero
Flavio les dará una caña de pesca, para que puedan capturar a su ejemplar.
Marinero Flavio – Les daré una caña por pareja: Una para el capitán y el maestre, una
para el pasajero Juliano y su compañera Claire y claro los que quedamos, yo y la
nueva pasajera Sonia. Ah se me olvidaba el que atrape al pescado de mayor tamaño
recibirá el “honor” – Lo dice en un tono muy poco convencido y apagado, mira al
capitán y asiente con la cabeza. - De dirigir por un día el pesquero Endless Sea, con,
claro, por supuesto, la guía y consejo de nuestro capitán Virgilio. - Unos pequeños
aplausos, más por cumplir que de sorpresa.
El capitán Virgilio sonriente y bonachón. – Bueno les deseo lo mejor, espero que el
que gane sea yo, el pescado más grande será el que cocinaremos.
Sonia que se busca algo en su bolsa. – Bueno, ya que es una competencia porque no
subimos el premio, el que gane la competencia ganara este collar valuado en un alto
precio en donde quiera que vayan, esto como símbolo de mi agradecimiento por
salvarme la vida.
Sonia levanto y mostro a todos un hermoso collar con un hermoso zafiro verde claro
adornándolo, los ojos de todos se iluminaron. Los de la tripulación fue por codicia,
pero los de Claire expelieron un brillo de admiración y fascinación. Con unas grandes
carcajadas el capitán se dirigió a la popa del pesquero, el maestre Celso cargaba todo
lo necesario. Claire se acercó a el marinero Flavio y tomo la caña, con una cara muy
poco amistosa, al darse vuelta Juliano le hizo un gesto de acompañarla alegremente,
que ella solamente ignoro y camino rápido a la proa del barco, donde se sentó
malhumorada, tal cual niña haciendo pucheros y tomo la caña de pescar como toda
una principiante, mejor dicho como alguien que nunca había tomado una, el cual era
su caso.
Juliano la siguió con un cierto grado de temor, no sabía él porque del cambio de
actitud, al sentarse junto a ella con gran sigilo y ayudándola a colocar el cebo en el
gran anzuelo filoso. Al terminar los preparativos de la caña y probando como era su
funcionamiento, Juliano lanzo el anzuelo tímidamente a las aguas, tratando en su
mente de encontrar la razón del silencio, que por algún disgusto reinaba en Claire.
Mientras tanto a estribor estaba el tercer equipo concursante en tan aclamado
concurso de pesca, Sonia le comentaba sus anécdotas con otros piratas y sus
incontables viajes a lejanas islas por comercio, mientras tanto Flavio la escuchaba
atentamente, era bueno escuchando, era de las personas que se percata en cada detalle
de la palabra y al final saca una sencilla pero a la vez compleja opinión, el sostenía la
caña con sus delgadas manos. Al parecer los únicos que parecían muy preocupados
por ganar el premio era el capitán y el maestre Celso, tenían gran esmero en que
picara algo y cuando lo hizo se lamentaban porque el pez era más pequeño que una
lata de cerveza, devolvieron muchos peces, diciendo siempre – Ya picara algo, ya
picara - ¿Maestre acaso no puso el cebo correcto? Están picando solo peces del tamaño
de un saltamontes. – ya picara algo grande, ya picara. – Decía constantemente el
maestre Celso.
Juliano con la caña en sus manos con el cordel bailando al ritmo de las olas, se sentía
algo incómodo, claro sus expresiones lo demostraban, trago saliva, se pasaba la mano
por la frente para retirar algo de sudor. Claire por su parte miraba fijamente las aguas,
para suerte de todos había suficientes nubes para cubrir el ardiente sol de esa época
del año.
Juliano muy temeroso. - ¿Puedo saber el motivo, por el cual está enojada?
Claire muy seria. – No estoy enojada, ya no lo estoy pero lo estaba, ahora estoy triste.
Juliano con la misma expresión que formulo su anterior pregunta. - ¿Puedo saber el
motivo, por el cual ahora esta triste?
Claire mirando a la nada. – Todos me mintieron, yo ya había aceptado la misión, que
hacia el pesquero aunque fuera sangrienta, me parecía cruel que le hicieran tal cosa a
los pobres conejos, pero aceptaba que eran cosas de la naturaleza. Aun así no me
dijeron la verdad, igual que con los rufianes de mar, me lo ocultaron, los niños de la
isla me contaron el fin que iban a tener los conejos, si no es por el alboroto cuando
rescataron a Sonia tal vez nunca me hubiera dando cuenta del peligro que
corríamos… Yo no quiero ser una carga, quiero ser una más de la embarcación,
alguien al que no tengan que ocultarle los problemas o las realidades.
Juliano. – La queríamos proteger, la quería proteger.
Claire – Solo a los niños se les miente para protegerlos, yo quiero vivir esta aventura
aun cuando sean problemas y miedo lo que se afronte, yo quiero ayudar a superarlos.
Cuando estaba en tierra nunca me espere esto, si me lo hubieran anticipado
difícilmente hubiera subido al pesquero, pero ya que estoy aquí tengo que afrontarlo
y superarlo pero quiero hacerlo estando a su lado, no atrás como alguien que estorba.
Juliano – Lo siento, tiene razón… le prometo algo… Desde ahora yo me encargare de
que nadie le oculte nada, en este pesquero no habrá más secretos.
Viendo la sonrisa que volvía al rostro de Claire, Juliano sorpresivamente la abrazo,
muy difícil para él, ya que sostenía la caña con una sola mano, ella mostro cara de
sorpresa y sin que ella lo notara o lo pudiera prever, cerro la mirada y se acomodó
plácidamente en el pecho de Juliano, él estaba feliz porque nunca hubiera pensado
que ese era el motivo del enfado, aunque se dio cuenta que otra vez le estaba diciendo
otra mentira, así ya acumulaba muchas, pero el momento hizo que tratara de pasarlo
por alto. Se preguntaran en que le había mentido, yo les pregunto ¿Acaso quieren que
el libro termine ya?
En otra parte del pesquero, en la popa para ser exactos, se daba una acalorada lucha,
el capitán y el maestre jalaban fuertemente la caña, habían pescado algo grade, como
para que dos viejos pescadores estuvieran con sudor en la frente, recogían y recogían
la caña pero al parecer lo que había picado no quería ceder, los dos embriagados por
la codicia aumentaban la fuerza y el esmero, parecían dos psicópatas, cuando de
repente su esfuerzo dio frutos y asomo sobre las aguas un pez florete, el capitán grito.
– ¡Trae el maldito arpón! – Y el maestre Celso sin el más mínimo error, clavo el arpón
en el formidable pez, lo subieron a bordo, lo midieron rápidamente y se dieron cuenta
que muy difícilmente un grupo semi-profesional y otro completamente novato, les
ganara. El pez media casi el metro. No pasó nada de tiempo cuando el capitán con
una pipa en la boca, a su lado el maestre, presumieran por todo el pesquero su
captura, el marinero Flavio se lamentaba, mientras que Juliano y Claire se admiraban
al ver a tan majestuoso pez, bueno ahora pescado.
Capitán Virgilio. – Bueno tripulantes y pasajeros, solo queda una hora antes de que
termine el plazo, ya que no podemos comer tan tarde, mientras tanto para ahorrarles
algo de tiempo el maestre empezara a preparar tan formidable bestia del océano.
Maestre Celso. – Sera un placer capitán, al finalizar el almuerzo se dará la coronación,
nuestra coronación. – Riendo como si hubieran ganado un cofre lleno de oro.
Todos fascinados por el pez, más que por la arrogancia en sus oraciones, devolvieron
la vista al mar, aunque no paso mucho tiempo cuando la caña del equipo a estribor
empezó a tirar, los dos codiciosos denotaron rostros de preocupación, esperando que
fuera algo más pequeño que su captura lo que estuviera atrapado en el anzuelo. El
marinero Flavio tiro y tiro, recogiendo la línea de pesca, siendo apoyado con palabras
por su compañera de pesca Sonia, aunque supiera mucho de joyas y comercio, no
sabía nada acerca de la pesca, ¿Quién la juzga? Después de tanto esfuerzo cayo en
cubierta un pez de considerable tamaño, después de medirlo con la vista una y otra
vez el capitán y el maestre respiraron aliviados, era una merluza de casi, casi un
metro.
Maestre Celso – Buen intento marinero, con los años aprenderá a pescar estas bestias
formidables como la nuestra.
Capitán Virgilio – Tu pez tuvo suerte de no ser comido por el nuestro, por suerte
estábamos aquí para capturarlo antes de que te arruinara el día de pesca marinero.
Sonia – No te preocupes marinero, es un gran pez, ellos tuvieron suerte, nada más.
El marinero Flavio que miraba orgulloso su captura. – Yo no tenía interés en el collar,
yo quería ganarles, bueno en otra ocasión. Aunque al parecer nadie les quitara el
primer lugar, los jóvenes pasajeros no saben mucho acerca del mar.
Sonia – El mar es más impredecible que una mujer llena de rabia y celos.
Marinero Flavio – Esas parecen palabras propias del capitán.
Cuando paso el tiempo y se acercaba el tiempo límite para que finalizara el mini
torneo de pesca, todos estaban atentos en proa esperando que se culminara el tiempo
y por fin prepararse para comer. Ya el par de jóvenes parecían rendidos, y al ver la
cara de satisfacción del dúo formado por el capitán y el maestre, perdieron las
esperanzas de capturar algo… De pronto el sedal comenzó a tirar, a Juliano lo invadió
el asombro, tomo la caña fuerte y empezó a tirar y tirar, con técnica muy de
principiante, el capitán se acercó y le dijo como hacerlo correctamente, él lo hizo muy
bien para ser su primera vez, pero se dio cuenta de que sea lo que sea que había
mordido el anzuelo era muy grande, el solo no podría hacerlo.
Juliano – ¡Claire! Ayúdame a tirar, mientras tanto recogeré algo de la línea del cordel.
Capitán Virgilio – Tira, tira, y recoge y recoge muchacho, vamos.
Marinero Flavio – No podrán, es algo muy grande o los jóvenes son muy débiles.
Maestre Celso tira su preciada captura al suelo y corre al lado de los jóvenes. -
SUJETENLOS, O CAERAN FUERA DE BORDA.
A Juliano sujetándolo todos. - ¡TIREN! ¡TIREN! ¡TIREN! ¡TIREN!.
Con todos con una mano en la caña a excepción de Sonia que jalaba la camisa del
marinero Flavio. Al mirar lo que asomaba por las aguas, vieron la cabeza asomar, era
un pez florete sin duda, peleaba furiosamente contra el anzuelo, tiraron y tiraron,
hasta que el pez sobresalía de las aguas, alguien grito – El arpón, ¡traigan el arpón! –
el maestre señalo la posición del arpón en cubierta. Claire lo tenía tímidamente en las
manos – DISPARALE, DISPARALE – decían todos al unísono - ¿Cómo? ¡Nunca lo he
hecho! – Juliano la vio y recordó sus palabras y dijo con voz muy exhausta por la
lucha contra el pez que ya rondaba la decena de minutos – Apuntale y aprieta el
gatillo. – Claire vocifero - ¿Y si fallo? – Juliano con más signos de esfuerzo y cansancio
le respondió. – Yo sé que no fallara, porque todos confiamos en que puede hacerlo. –
Ante la vista de todos, con sus manos sujetas a la caña, combatiendo con el gran pez.
Decidida, se acercó a la amura, levanto el arpón temblado al principio pero tomando
confianza cuando apuntaba al pez que no dejaba de luchar, - Lo siento pececito, la
naturaleza en justa y cruel. – Y disparo, todos miraron asombrados al veloz arpón
que viajaba, abriéndose paso entre el viento y lo vieron desaparecer entre las azules
aguas.
Marinero Flavio - ¿Le dio?
Maestre Celso – Al océano es seguro que le dio.
Capitán Virgilio – Tiren, así sabremos si le dio.
Juliano – ¡Ya no hay tanta resistencia!
Al tirar todos, vieron el arpón salir por sobre las aguas, el gran pez había sido
derrotado, por una oficinista del gran continente. Cuando subieron el pez minutos
después, vieron aquel enorme animal cubrir gran parte de la cubierta de la popa, el
maestre con el marinero Flavio tímidamente se acercaron para medirlo, al terminar
el maestre dijo con voz de asombro, anonadado. – Dos metros, dos metros. – Claire y
Juliano celebraron, el marinero Flavio y Sonia gritaban y silbaban, mientras que el
maestre y el capitán tenían cara de estupefactos, los principiantes les habían ganado
en su oficio y en su terreno, por gran margen.
Después del éxtasis que brinda la victoria, todos colaboraron para cocinar el pescado
capturado por Sonia y el marinero Flavio, decidieron vender en puerto los otros dos
capturados, aparte que era demasiada comida para solo seis a bordo, ya que cada
centavo extra era bien recibido, recibido por los avaros del capitán y el maestre.
Capitulo VII
Isla Tulipán.
Ya con el pesquero amarrado en puerto. A lo lejos, el capitán negociaba el precio de
los peces atrapados, Claire y Juliano posaban para una fotografía con el pez que
habían capturado, colgado de la cola. Al fondo el sol brillaba sobre el mar, las nubes
se habían ido, en el cuello de Claire se podía observar un brillo del sol que reflejaba
el hermoso zafiro en el collar ganado en la competencia, es maravilloso ver como la
belleza de una mujer resalta la belleza de un joya y no lo contrario, como se piensa en
muchos casos.
Inmediatamente después empezaron el camino para conocer la hermosa isla, primero
pasaron por el gran mercado, era un mercado inmenso y abarrotado por tanta gente,
los colores eran una ordenada delicia para la vista. Ahí compraron muchas cosas,
porque al parecer ahí había de todo y si no había ahí, seguramente no existía. Las
mujeres se medían y median ropajes, en cambio los hombres observaban a un tipo
que podía controlar una serpiente, tiraron algunas monedas en un cesto cerca del tipo
y se dispusieron a seguir a las intensas compradoras que ya se alejaban de la vista, al
finalizar los hombres cargaban paquetes como malabaristas de circo.
Sonia que llevaba un vestido floreado. – Bueno hombres, nosotras partimos hacia el
mirador de la isla, ustedes vayan al puerto a dejar los paquetes, nosotras volveremos
ahí en breve, cuando hayamos capturado varias fotografías de los paisajes de la isla.
El marinero Flavio las ve alejarse muy sonrientes, el con su cara de joven exhausto,
como con ganas de acompañarlas a tomar ese descanso y tirar todos aquellos
paquetes. - Son las únicas que se divierten, además tenemos que llevar todo lo que
nos encargó el capitán, más lo que compraron las mujeres pasajeras.
El maestre Celso lleva a su cara la mano que tiene desocupada, en símbolo de lamento
con cara de idiota. – Diablos, se me olvidaba, tenemos que comprar las provisiones
para el resto del viaje.
Los hombres con cólera, pero tristeza en sus rostros, más que todo resignación, ya
que todos excepto ellos harían plan turista en la isla, dado que ya tenían cierta
información que el capitán en lo último que andaba era en una gestión del pesquero,
al parecer conocía y era conocido en muchos bares del puerto. Después de pelearse
con un comerciante por no querer ceder en el precio de los pescados, había hecho que
el marinero Flavio devolviera los pesados pescados a la bodega del pesquero.
Y las mujeres por su parte los habían abandonado con carga que estaba por aumentar.
Regresaron al mercado a comprar lo demás que les faltaba, entre tanto alejándose
más y más de ellos Claire y Sonia, tomaban fotografía aquí y allá, pasaron por un
campo de tulipanes inmenso en donde posaron de todas las formar posibles, la lógica
les dictaba él porque del nombre de la isla. Llegaron a la cima de una colina, donde
habían unas bancas hechas de madera pintadas de blanco estaban bajo la sombra de
unos cuantos árboles, desde ahí se miraba parte del puerto y todo el campo de
tulipanes, otra vista que sorprendía a cualquiera que no estuviera acostumbrado a
presenciarla cotidianamente.
Sonia desenrosco un termo y sirvió un poco de té humeante, lo vertió en dos
pequeñas tazas plásticas, y degustaron unas deliciosas galletas que acababan de
comprar en el mercado, y que por su temperatura no hacía mucho que habían
abandonado el horno.
Claire con su vista fija en el campo lleno de tulipanes. – Una vista y un aperitivo
delicioso, mis sentidos están siendo estimulados al máximo.
Sonia – Sabia que te iba a encantar, siempre que venimos por negocios a esta isla
con mi esposo, subimos aquí y hacemos lo mismo que estamos haciendo en estos
momentos, bueno a excepción de un día que había una tormenta, no nos íbamos a
empapar por una vista gris de la isla.
Claire – Se nota que ama mucho a su esposo, es muy hermoso amar y ser amado por
alguien, debe de ser mágico; debe de ser una alegría incontenible en el pecho. Aunque
te ocurran muchas tristezas el amor te recuerda que algún día las superaras.
Sonia la mira con una sonrisa de agradecimiento. – Vaya, se ve que eres una chica
muy romántica.
Claire la mira con una sonrisa y regresa su vista al campo. – Solo estaba citando la
parte de un libro: Tu mañana, mi sueño. De J.K Walker.
Sonia - He leído un par de sus libros, tal vez recuerdo: El sigilo de tu respiración y En
mis sueños nunca. Así se llaman si no me equivoco.
Claire la mira con fascinación. – Si el primero es su tercer libro y el segundo es el sexto
que ha escrito, amo tanto sus libros, no hay día que no recuerde las historias que son
relatadas en ellos.
Sonia – Puedo notarlo, son grandes libros, el escritor ha de ser una persona muy
romántica, especial y detallista, sin caer en lo burdo y empalagoso. A lo que me
recuerda preguntarte, ¿Cómo alguien como tú, está en un pesquero con cuatro
hombres?
Claire después de sonreír y mostrar una cara de no saber cómo diablos explicarlo,
procedió a contar como pudo, desde el inicio, hasta antes que Sonia llegara al
pesquero “Endless Sea” Sonia pasó del asombro a una risa de alegría, tomo la mano
de Claire.
Sonia – Eres una chica muy especial, también eres una con un gran sueño, pero
recuerda que no conoces a esta persona, los escritores plasman sus ideas y sueños en
sus libros, pero a veces sus vidas son muy miserables y hasta ellos son muy
miserables, al final de tu viaje puedes encontrar al amor de tu vida, como también
puedes encontrar a un señor muy mayor, con majestuosidad en su cabellera. Este
pueda que sea una de las mejores personas, al igual que sus libros y que no sea como
te lo describí antes. Así que siempre que te enamores de alguien trata de hacerlo de
alguien que te dé, día con día motivos y acciones para merecer tu amor, ya que ahora
mismo estas confundiendo el amor con la admiración, esta última se puede esfumar
en un instante, mientras que el amor es más fuerte que palabras grabadas en piedra.
- Voltea en dirección del océano, el aire empujaba sus cabellos oscuros por detrás de
sus hombros. - Sabes que te has enamorado, cuando miras personas más atractivas
que tu pareja, pero estas cien por ciento segura que ninguna otra te dará más
felicidad, que la persona que tienes a tu lado, que muy seguramente estará pensando
en ti todo el día.
Claire baja la cabeza, muy desanimada, aunque estaría algo molesta por las palabras
que desbarataban su sueño, sabía muy bien que era cierto lo que acababa de escuchar.
Sonia vio su expresión, la abrazo fuertemente, sus vestidos blancos eran empujados
suavemente por el aire.
Sonia – No te entristezcas, lo último que quiero es dañar tu viaje hacia tu sueño,
además todavía no has llegado a la isla de tu destino. A algunas personas el destino
las encuentra, en cambio otras tienen que salir a buscarlo, y las que salen y se
arriesgan son bien recompensados, algo grande te está esperando y aunque no esté
ahí para presenciarlo, escríbeme y me los cuentas todo.
Claire sonríe y asiente. – Lo hare, te escribiré; aunque tienes razón, mientras menos
espere, menos decepcionada estaré, si pasa lo contrario más felicidad me hará sentir
que mi sueño se cumple.
Después de intercambiarse unas cortas sonrisas, siguieron con su aperitivo diurno,
después de terminarlo recogieron todo, y partieron a su último destino en la isla,
antes de volver a puerto y despedirse. En lo corto de tiempo que se conocían, se dio
entre ellas una amistad muy profunda, aunque la apariencia de la comerciante de
altamar Sonia, con sus cabellos rizados de un tono negro profundo, con su piel canela,
con un toque más oscuro de lo normal, tal vez por el sol implacable que cubre las
aguas marinas a diario, no se parecía en nada a su madre, Claire sintió la calidez y
amor maternal en las palabras y acciones de Sonia. Cuando terminaron de observar
y tomarse un par de fotografías más en el parque de la isla, en donde el sonido de
aves de muchos colores, resonaba por toda su extensión, partieron al puerto,
seguramente los hombres las esperaban, mientras que Sonia tenía que esperar a que
su esposo llegara, ya que sabía que él tendría que realizar una parada obligatoria en
la isla, para abastecerse.
Mientras pasaba todo esto con la tripulación y pasajeros del aventurero pesquero, el
capitán efectivamente como lo sospechaban los hombres, se encontraba dentro de un
bar, a un extremo del puerto, al parecer el antaño hombre que lo atendía era un gran
amigo desde ya hacía muchos años, porque se dieron un efusivo saludo, era un viejo
igual de gris que el capitán. El viejo serbia ron y cerveza detrás de la barra con una
decoración peculiar de enormes escualos tallados en la madera, mientras el viejo
cantinero llenaba tarros de espumante cerveza uno tras otro, conversaba con el
capitán, este le comentaba su última aventura, pero al mencionar el percance con los
piratas, la cara del viejo cantinero cambio totalmente, su sonrisa adornada con su
gran barba y bigotes, se apagó, derramo un poco de cerveza, deslizo el tarro de
cerveza que acababa de llenar y de rebalsar, y se acercó a su amigo como quien
comenta algún secreto. A pesar del bullicio en la taberna producido por los
pescadores ebrios en ella, todo paso a segundo plano cuando el capitán Virgilio le
confirmo lo del percance con los piratas, el cantinero alejo su rostro entrecerrando un
ojo, al parecer sabia de algo, algo que no le beneficiaba al pesquero, y que
seguramente les causaría un problema extra.
El viejo cantinero mirando al capitán de manera penetrante y seria. – Oye viejo lastre,
hace no más de un par de días, los hombres del mayor pirata de este mar, estuvieron
preguntando sobre un pesquero parecido al tuyo, lo que me pareció extraño fue que
mencionaron que este pesquero llevaba una mujer abordo, pero nunca me imaginé
que fuera el tuyo, y ahora me dices que llevas dos mujeres a bordo con tanta razón te
pasan malas cosas, viejo lastre.
El capitán Virgilio mostrando una leve angustia, con su frente brillante por el sudor.
- ¿Y se fueron de la isla?
El viejo cantinero mira dos veces a los lados, responde. – Al parecer se fueron, escuche
por ahí, lo que me acabas de decir, que este pes… tu pesquero les robo el botín, ya
que a quienes le quitaron eran hombres de este temido pirata.
El capitán Virgilio pasa su mano por su frente. – Hay una cosa que no entiendo,
¿Porque? ¿Cómo entraron piratas a estas aguas? Según se, la marina del reino los
tenia alejados de toda esta extensión de islas y mar.
El viejo cantinero, sirve un trago de ron. – Eso fue hace algún tiempo, al parecer este
pirata hizo un trato clandestino con el que dirige la parte de la flota de la marina,
justamente los que resguardan esta isla, sus secuaces hacen lo que quieran ahora, con
el fin de repartirse el botín.
El capitán Virgilio – Esto es malo, muy malo, porque tenemos programado ir a una
pequeña isla que nos queda en ruta de la reunión de los grandes cardúmenes.
El viejo cantinero de forma urgente le dice. – Tienes que partir ahora mismo, tienes
que presionar el viejo motor de tu pesquero, solo así podrás salir de estas aguas a
tiempo y llegar a otras que sean más seguras.
El capitán Virgilio se toma el trago en la barra de un sorbo y dice. - ¿Cómo se llama
este famoso pirata?
El viejo cantinero mueve la cabeza a izquierda y derecha, mirando si alguien lo podría
escuchar. – Has estado demasiado tiempo lejos de estas aguas, viejo lastre, todo aquí
es nuevo ahora. Según lo que escuche por ahí le dicen “Rick Jewel”, es un hombre
obsesionado con las joyas. Al parecer ustedes le quitaron un botín muy importante,
lo digo por todo lo que está haciendo para encontrarlos.
El capitán Virgilio – Me voy amigo, estando sobre las aguas estoy más seguro que
ahora, pero antes hazme un favor…
Esperando en el pesquero, todos estaban listos para partir y darle el “hasta pronto” a
Sonia.
El maestre Celso mirando de lado al lado. - ¿Dónde estará el capitán? Ya está a punto
de ponerse el sol, con los controles tan cavernarios del pesquero no es bueno salir del
puerto con escasa luz.
Juliano acostado sobre muchos rollos de sogas. - Si regresa pronto, lo hará muy ebrio,
será mejor que lo busquemos en los bares, antes que no pueda ponerse en pie.
Claire mira a Juliano y le dice muy angustiada. – Si esta ebrio, ¿Cómo dirigirá el
barco?
El maestre Celso sonríe muy confiado, casi alardeando. – Por eso soy el segundo al
mando, ese es un proceso muy sencillo para mí. Bueno, si no está oscuro, por ese mi
afán de que regrese antes que se meta el sol.
El marinero Flavio con la calma que lo caracteriza y con el sarcasmo escondido detrás
de sus palabras, dice. – Entonces oremos porque regrese pronto el capitán.
Sonia – Regresara pronto, además él es un hombre de mar, no puede estar demasiado
tiempo fuera de él.
Cuando todos suspiraban, porque no tenían que más hacer, más que ver los
complicados nudos que practicaba el marinero Flavio, hasta el experimentado
maestre prestaba suma atención, el maestre siempre fue un marinero inútil. Mientras
esto sucedía, Claire y Juliano se miraban intermitentemente y siempre que uno se
daba cuenta de la mirada, volteaban a ver inmediatamente hacia las profundidades
de la aguas del puerto, carecían de eso que los adultos emplean muy bien, coqueteo,
creo que se llama, eran un par de idio… jóvenes adultos, sin experiencia sobre
relaciones sentimentales. Esto era tan irónico porque… vamos, al final lo sabrán y no
tendré que decirlo todo será muy obvio.
Cuando esto era lo que pasaba en el pesquero, de pronto, alguien venía muy
espantado, el maestre dijo. - ¿Quién es ese idiota que corre con ese maletín? – Juliano
dijo - ¡Ese idiota, es su capitán, maestre! - pero porque con tanto afán, ¿Sera que no
quería salir de noche del puerto? - No, era algo peor para la tripulación y pasajeros,
pero tendrían que esperar para saberlo.
El capitán Virgilio Sube a bordo con el gran maletín que traía en ambos brazos. -
Prepárense, partiremos ahora mismo.
Maestre Celso – Tenemos prisa, pero no tanta.
Capitán Virgilio – PREPARENSE MARINEROS, PASAJEROS A SUS CAMAROTES.
Sonia al ver el afán del capitán, trato de bajarse del pesquero, dijo mientras se
disponía a dejar el pesquero. – Bueno, para no atrasar su partida me despido de todos,
y espero verlos nuevamente en circunstancias mejores.
Capitán Virgilio, colocando la pesada bolsa en la cubierta, le respondió muy
alarmando. – Si quiere vivir y volver a ver a su esposo, le recomiendo que no se baje
de este pesquero, confié en mí, le prometo que se encontrara con él, pero no será aquí.
El maestre Celso que sorprendido por la actitud acelerada del capitán, pregunta. -
¿Qué pasa capitán?
EL capitán Virgilio, responde sin prestar mucha atención. – Cuando estemos en
marcha y con el curso fijado, les contare, mientras tanto hagan lo que les digo, como
si sus vidas dependieran de ello. – En su mente. – “Nuestras vidas dependen de ello”
Con toda la rapidez posible, y sin preguntar, así como llegaron, así partieron hacia el
inmenso mar nuevamente, donde su color azul se disipaba a medida que el sol se
ocultaba poco a poco. Todos alarmados, pero consientes que si el capitán les decía
algo de esa manera, era porque algo terrible pasaba o pasaría. Si los tripulantes a
veces lo tomaban como un pescador más, y los pasajeros no lo miraban como el
capitán de un inmenso y lujoso crucero, pero si tenían claro en sus mentes, que el
líder del pesquero por sobre el mar era el, nadie más.
Hicieron todo lo que les indico y esperaron a que el capitán les contara lo que pasaba.
Mientras la isla Tulipán se perdía poco a poco de sus vistas, todos con intriga y mucho
miedo se notaban pensativos, salvo Claire que parecía más que pensativa, nerviosa,
sostenía un extremo de soga apretándolo con ambas manos, y jugando torpemente
con él.
El marinero Flavio con su cara casi inerte, decía. – No me preocupa el hecho que
hayamos partido de la isla tan rápido, lo que me preocupa es que el capitán haya
decidido traer con nosotros de nuevo a la pasajera Sonia, con lo que le dijo casi la
obligo a abordar de nuevo.
Juliano, que en cortos laxos su mirada se perdía en la lejanía del océano, y cuando
regresaba, miraba a Claire. – Si lo hizo, seguramente fue por alguna lógica razón, no
queda más que confiar en él, sé que haría todo con tal de proteger a los que aborden
este pesquero, lo sé.
Claire algo exaltada. - ¿Y si son piratas? ¿Y si nos siguen? Por eso la prisa del capitán
de abandonar la isla.
Sonia – Es poco probable, estas aguas están resguardadas por la flota del reino, sería
imposible que los piratas naveguen a sus anchas por ellas sin ser divisados por algún
barco de la flota, cuando interceptaron el barco de mi esposo estábamos en aguas
lejanas.
Avanzan a cubierta el capitán a su lado el maestre Celso, este último con sus manos
juntas, como si esperara algo con ansias, aunque todos estaban de la misma manera
en ese instante.
El capitán Virgilio, buscando las palabras correctas, eso daba a entender el largo y
tenso silencio. – Desgraciadamente para todos en el pesquero, la joven tripulante
Claire, tiene razón, nos siguen piratas, peor aún, si nos encuentran lo más probable
es que nos ejecuten sin mediar palabra.
El maestre Celso tembloroso, con las manos todavía juntas. - Antes de morir capitán,
porque no nos cuenta lo que sabe.
El capitán Virgilio mira los rostros de todos, totalmente desencajados. - Mi amigo de
la taberna “El Escualo Danzador”.
El marinero Flavio que era el único con semblante muy relajado, sonríe y dice. – Es
muy popular entre los marineros, dicen que los fines de semana llegan hermosas
chic…
El capitán miro a Flavio, que fue silenciado por la mirada de todos. - Él me dijo que
hace unos días llegaron a la isla hombres de muy baja reputación preguntando, más
bien buscando un pesquero con las características del “Endless Sea”, para nuestra
suerte ellos partieron antes de que llegáramos a puerto. Estos hombres son secuaces
del mayor pirata que navega sobre estas aguas.
Del barco que rescatamos a la pasajera Sonia, era uno de sus barcos piratas, de su
flota pirata. Y lo despojamos de su botín más codiciado, las joyas que estos hombres
robaron al esposo de la pasajera Sonia. A este hombre lo conocen como “Rick Jewel”
un pirata obsesionado con las joyas, como todos claro, pero su nombre lo precede,
ahora todos sus secuaces nos buscan por esta área marítima.
Juliano que mirando a la nada del suelo, dice. – Pero Sonia menciono que estas aguas
son resguardadas por la flota del reino.
El capitán Virgilio. – Al parecer este pirata ha dados buenos sobornos al almirante
que dirige los barcos que resguardan este lado de las aguas del reino, estos le
informan al reino que todo está muy bien por estas aguas y los piratas hacen y
deshacen a su amplia voluntad.
El marinero Flavio que pareció no tener la respuesta esta vez, pregunto. - ¿Qué
haremos capitán? Ellos tienen barcos con doble motor, nosotros en cambio si
ponemos a toda potencia el nuestro, podría quemarse y dejarnos varados.
El capitán Virgilio baja la cabeza. – Ya pensé en un plan, pero este plan podría poner
nuestras vidas en riesgo, aunque pensándolo, nuestras vidas ya están en riesgo, así
que lo único que nos queda es protegerlas.
El maestre Celso se muestra nervioso, pero dice las palabras con algo de sarcasmo. -
¡Nos mata del suspenso capitán! Díganos, ¿Cuál es su plan?
El capitán que con cara presumida, dice muy confiado. – El plan ya lo he iniciado.
Antes de salir de la isla le deje una nota al esposo de la pasajera Sonia, diciéndole
donde nos encontraríamos, a la vez explicándole un poco el problema, para que ellos
también busquen la forma de evadir a los piratas.
Ahora el plan; Necesito que todos colaboremos y que enfrentemos esto sin ningún
temor, ya que el acierto de uno es el acierto de todos. Nuestra arma secreta en tal
difícil situación será… La joven pasajera Claire.
Claire con cara de espanto, mientras que los demás mostraban cara de sorpresa, ella
dice. - ¿Yo? ¿Como? Yo no sé nada acerca del mar, antes de estar aquí se me
complicaba mucho usar la máquina de copias, ¿Qué haría yo contra piratas?
El capitán Virgilio que no soltaba esa risa arrogante y confiada. – Ahí está lo
importante, no es lo que usted haga, si no lo que ellos harán. Bueno en realidad sí
importa lo que usted haga ya que dependerá de lo que usted haga para que ellos lo
hagan.
Marinero Flavio - Si no lo entendí yo, dudo que la señorita Claire lo haya hecho, con
todo respeto señorita pasajera.
Juliano que sorpresivamente, responde con autoridad. - ¡No pondremos la vida de
Claire en peligro!
El capitán Virgilio algo molesto, dice de manera comprensiva. – Escuchen mi plan
antes, ya después decidiremos, pero déjenme decirles por que no miro muchas
posibilidades. Primero que todo el maletín que traje conmigo de la isla, está lleno de
armas, si las cosas se complican será muy factible usarlas, pero donde la pasajera
Claire entra en el plan es aquí; ellos ya conocen a la pasajera Sonia, y muy bien, ellos
no conocen exactamente nuestro pesquero, básicamente solo la dirección que
tomamos, por eso llegaron a la Isla Tulipán a preguntar por algún pesquero con una
mujer a bordo, pero ellos no saben que tenemos una segunda pasajera a bordo. El
plan será sencillo, si ellos llegan a alcanzarnos, ya que es muy seguro que detendrán
cualquier pesquero que se encuentre en estas aguas, buscando a la pasajera Sonia y a
su preciada carga, entonces la señorita pasajera Claire usara su hermoso rostro con
una pisca de sensualidad para seducirlos y que se confíen, cuando esto pase, los
demás avanzan y noquean a los piratas, los amarramos y le echamos agua salada al
motor en vez de aceite, así nos alejaremos los suficiente y nadie muere.
Juliano – Es muy peligroso, ¿Y si no pasa de la forma que usted planea? La pueden
capturar y usar como rehén, quien sabe que más.
El marinero Flavio mostrando un rostro de angustia y duda, dice algo alterado. –
Suponiendo que hacemos lo que usted dice, ¿Y después que pasa? ¿Haremos esto
hasta regresar a tierra?
Capitán Virgilio – Por eso decidí arriesgar a la pasajera Claire, porque sabía que si
superamos esto, habremos escapado. ¿Algunos sabe dónde queda nuestra próxima
isla? Ósea la isla destino de nuestra joven pareja de pasajeros. Más bien, ¿En las aguas
que queda esta pequeña isla?
El maestre Celso mostrándose pensativa y a la vez intrigado. - En estas mismas aguas
capitán.
Capitán Virgilio dice con tono firme en el sarcasmo. – Claramente tu inteligencia no
fue factor para que te contratara.
El marinero Flavio abre la mirada, como sorprendido. - ¡Yo sé! Las aguas que rodean
a la isla bajo la luna es dominio del Imperio, se acaban las aguas del reino, ya no es
jurisdicción de la flota del reino, ni de ningún acuerdo que esta haya hecho con
piratas.
El capitán Virgilio mostrando una sonrisa, muy complacido. – Correcto, pronto
tendrás un ascenso marinero. Si logramos llegar a esos dominios, ni el peor hombre
sobre estas aguas se atrevería a practicar la piratería en aguas del Imperio, es ahí en
esa isla donde todos los pasajeros se encuentran con su destino.
Juliano que no estaba totalmente convencido de la palabras del capitán. – Pero por lo
pronto ¿Claire tiene que arriesgarse? No dejare que lo haga, siempre hay otra opción,
siempre.
Sonia cabizbaja. - Lo siento mucho, por mi culpa están en este aprieto, sino fuera por
mí…
Juliano la interrumpe, y dice. – Estaría en el fondo del mar, seguramente lo que
hubieran dejado los tiburones es lo que estaría. No es su culpa, si hubiéramos sabido
que esto pasaría de igual forma la hubiéramos rescatado. Pero yo prácticamente
obligue a Claire a emprender este viaje, no permitiré que su vida peligre, incluso si
podría poner la mía para proteger la suya, lo haría.
El maestre Celso le habla en tono muy bajo el oído de Flavio. - ¿Esto es una
declaración de amor?
El marinero Flavio le responde haciendo lo mismo. - Es seguro, pero es más que
seguro que solo nosotros lo entenderemos y ella no sabrá un pepino lo que pasa,
aunque él tampoco quiere que se dé cuenta, pero a la vez el, si lo quiere.
Claire alzando la voz, haciendo que todos plasmen su vista en ellas. - Lo hare, lo hare;
todos han hecho algo para proteger el pesquero, esta vez me toca a mí hacerlo.
Juliano – ¿Estas poniendo tu vida en riesgo?
Claire – Lo hare por ti, por la tripulación, por mis sueños, para poder cumplirlos,
ningún sueño es fácil y es hora que haga algo de verdad para poder alcanzarlos. Ellos
se me pueden ir de las manos ya estando tan cerca, peleare para que eso no pase.
El maestre Celso otra vez susurra en el oído de Flavio. - ¿Esa es una respuesta
positiva?
El marinero Flavio hace lo mismo nuevamente, como toda comadre repartiendo
comentarios viajeros. - Si, pero apuesto que ni ella misma sabe que lo hizo, aunque
su respuesta no fue tan directa.
El capitán Virgilio mostrándose alegre, por la tenacidad de la joven pasajera Claire. –
Así se habla joven pasajera. Entonces este es el plan: todos estaremos atentos
vigilantes a cualquier embarcación que este a la mira, trataremos de evitarlas a toda
costa, si fallamos, empezara el plan, ya que si otro barco trata de alcanzarnos
seguramente son piratas, entonces ahí es donde actuaremos… Si así como lo oyen,
emularemos a un pesquero de novatos aficionados pescadores.
Marinero Flavio – Aunque si ven nuestra bodega rebosar de telarañas sabrán que en
realidad somos novatos, capitán.
Capitán Virgilio que mira en mal tono al marinero. – Por ese sarcasmo podrías perder
tu ascenso marinero. Entonces prosigo, yo seré el viejo padre, Claire será la adorable
y hermosa hija, y el maestre Celso será el guía estúpido que siempre anda en cubierta
sin camisa; lo comprenden verdad.
Sonia que asiente, como entendiendo el plan del capitán. – Al final de toda su
crueldad, los piratas son hombres, eso siempre es devorado por la sensualidad de
una mujer.
Claire - ¿Sensualidad? No se cómo ser sensual, ¿Están hablando que debo seducir a
esos piratas?
Juliano algo alterado, con rostro sonrojado, algo celoso. Dice en tono autoritario. - No
podemos permitir que esos tipos le pongan un dedo encima.
Sonia – Tranquilo, yo le enseñare a ser algo sensual, sin que tenga que acercarse
demasiado, estoy segura que el capitán ya tiene un plan para evitar que los piratas
puedan tomar como rehén a Claire, espero. –Esta última mirada como obligando al
capitán a hacerlo.
El maestre Celso Cuchichiando de nuevo con el marinero. - Esto ya se parece cada
vez más a una telenovela, de esas que las mujeres de casa miran en la mañana
mientras planchan, y solo voltean cuando sale el galán protagonista.
El marinero Flavio siguiendo nuevamente el juego. - En las telenovelas no hay piratas
dispuestos a cortarte el cuello y tirarte a los tiburones.
Maestre Celso – Buen punto. Pero si dejamos solo las escenas románticas y melosas,
que empalagarían a una abeja.
El marinero Flavio asintiendo con la cabeza, y haciendo muecas con su mentón, como
si hubiera descifrado un enigma matemático. - En ese caso sí, esto se está tornando
de una manera muy romántica, hasta quisiera que nos atacaran ya, para que
desaparezca este ambiente tan empalagoso.
Maestre Celso – Por una parte si, por parte de mi cuello posiblemente degollado no.
Con una mezcla inmensa de temores, dudas, pero en la misma fórmula se combinaba
la confianza, el compañerismo y la unión. Así comenzaban a prepararse a bordo del
pesquero. Los hombres en cubierta probaban las armas que trajo el capitán de la isla,
en sus gestos se notaba claramente que nunca habían manipulado alguna en el
pasado; menos haberla accionado hacia algún blanco, el capitán parecía que tenía
conocimientos básicos, mismos que trataba de trasmitirlos a los demás, claro que con
muy poca paciencia.
En el camarote se encontraban las mujeres: Sonia y Claire. Sonia trataba de enseñarle
alguna forma de seducir a los posibles piratas que se encontraran en el curso del
pesquero, ya que la inocencia y timidez que irradiaba el rostro de Claire la convertiría
en un blanco fácil para estos despiadados hombres que podrían atacar el pesquero.
Una mezcla de voz cautivadora combinada con poses muy provocativas eran la
manera de distraer a los piratas para que bajaran la guardia y los demás pudieran
atraparlos desprevenidos.
Mientras practicaban y hacían rondas para observar las lejanías del mar, el pesquero
fue avanzando rompiendo a su paso las aguas salinas, que siempre eran iluminadas
por el ardiente sol o la apacible luna.
Una de las mañanas más tranquilas y hermosas que el clima le regalaba a los
tripulantes del pesquero, se suscitaba aumentando el ánimo de todos, siempre
vigilantes a cualquier otra nave que se divisara a lo lejos, esta tranquilidad siguió por
un par de horas hasta que el marinero Flavio diviso algo a lo lejos.
El marinero Flavio, concentrado con su ojo puesto en el telescopio. - ¡Capitán!
¡Capitán! Diviso una nave a los lejos.
Capitán Virgilio – ¿De qué color es la amura?
Marinero Flavio – Espere que se acerque un poco más… tiene dos franjas blancas en
la amura.
El capitán Virgilio alarmado de sobremanera, que parecía que sus ojos abandonaban
sus cuencas oculares. - ¡Piratas! Son piratas. PREPARENSE COMO LO HEMOS
PLANEADO.
El marinero Flavio da un brinco, muy asombrado, con pesar y miedo en su voz, dice.
- ¡Espere capitán! Veo otro barco, no, diablos son tres barcos, los tres vienen en
nuestra dirección.
El capitán Virgilio que dejo de saltar de aquí y allá, se llevó las manos a la frente. –
¿Qué? ¿Estás seguro? - Le arrebata el telescopio y mira. - No puede ser.
Maestre Celso - ¿Qué haremos capitán? No nos preparamos para el doble, mucho
menos para el triple de este problema, estamos condenados.
Juliano mirando con determinación a Claire, dice muy intranquilo, pero queriendo
sonar a una seguridad absoluta. - ¡Improvisaremos! No tenemos otra opción, o lo
hacemos o nos atrapan y nos van a degollar sin piedad.
El maestre Celso que estrujaba su sombrero con ambas manos. - ¿Cómo planeas
enfrentar el triple de piratas, pasajero valiente?
Juliano le dirige la mirada. – Ellos buscan un pesquero con una mujer a bordo,
entonces les mostraremos un pesquero con pescadores y pescados. Algo que ellos no
buscan.
El marinero Flavio que todavía no entendía las palabras del joven tripulante. – El
nuevo plan sugiere muchos inconvenientes, aunque miren a pescadores en cubierta
querrán sin duda revisar todo el pesquero, ¿Dónde meteremos a las damas a bordo,
sus pertenencias, las armas?
Ellos sin duda alguna querrán revisar el pesquero completamente.
Juliano. – Entonces solo verán lo que queramos que vean.
Todos en el pesquero no tuvieron otra opción que seguir el plan de Juliano, a ninguno
se le ocurría un mejor plan, ni inteligente, peor descabellado. No tenían otra opción,
ya que el plan anterior se fue por la borda al divisar a tres barcos piratas.
Con ningún plan B en el plan, los que abordaban el pesquero se posicionaron en
cubierta, imitando las actividades ordinarias de cualquier pesquero que se prepara
para la captura de cardúmenes, dos barcos piratas rodearon el pesquero, uno a babor
y otro a estribor. De detrás de hombres con rostros lúgubres, que en sus manos
sostenían armas de fuego muy grandes, salió un pirata que al parecer era quien
llevaba el mando, porque fue el que hablo a la tripulación.
El pirata con una de sus manos en el mango de un arma, que llevaba en el cinturón.
– Muy buen día caballeros.
La tripulación del pesquero con solo los cuatro hombres en cubierta asintieron,
dijeron al unísono. - Buen día.
El pirata dando pasos, cerca de abordar el pesquero. – Veo que están en sus labores
cotidianos, propio de hombres que se ganan la vida en las saladas aguas. El motivo
de nuestra visita es debido a que un asunto muy importante ha movido los engranajes
de nuestra voluntad, para aventurarnos a la mar en busca de algo que perdimos, y
nuestro jefe ansia recuperar en la más brevedad posible. A lo que me lleva a
articularles la siguiente pregunta, que espero que unos honorables pescadores
puedan responder con todo la franqueza que nuestra humilde hermandad les
agradecería; ¿Llevan alguna mujer a bordo, caballeros?
El capitán Virgilio que se notaba algo nervioso pero sonriendo, para cubrir su terror,
tartamudeo al principio, diciendo. – Mu, mu, mu, Mujer a bordo, honorable caballero.
- Se ríe de manera estúpida mirando a los demás, sigue diciendo. - Claro que no
honorable señor, aunque quisiéramos, pero mi tripulación es muy supersticiosa. - Los
piratas muestran una sonrisa, por la supuesta incredulidad de los pescadores.
El pirata cerrando un tanto la mirada. – Ya que noto una seguridad y franqueza en la
respuesta que salió de sus labios, no le molestara en lo más mínimo que demos un
vistazo rápido al interior de su pesquero, ¿Creo que así es, verdad? Bueno lo hago
porque nunca se sabe cuándo una mujer puede colarse en tantos puntos ciegos de un
pesquero.
El capitán trago saliva, gotas de sudor cayendo de su frente, no ayudaban en lo más
mínimo en darle confianza. - ¿Mirar el interior de nuestra nave?
El pirata. – De negar nuestra petición, nos haría pensar que esconde algo de nuestro
profundo interés, así estaría obstaculizando nuestra labor y ardua búsqueda, a
nuestro jefe no le gustaría escuchar que unos pescadores se opusieron a su voluntad,
¿No lo cree? - Moviendo su larga chaqueta hacia atrás, dejando notar una enorme
daga, al lado opuesto de su pistola.
A Juliano se le vino a la mente las palabras de los demás, esas de que los piratas los
degollarían si los atrapaban. – Puede revisar honorable señor, hasta la más pequeña
hendidura del pesquero, de esta manera su jefe estará complacido y usted estará más
cerca de su dura búsqueda, al tachar a un pesquero de su lista.
Con una sonrisa el pirata líder subió al pesquero con cuatro de sus secuaces, se dirigió
dentro del pesquero con solo dos, los otros se quedaron en cubierta, Juliano los guio
con una tranquilidad admirable. Los tripulantes en cubierta se miraban con extrema
preocupación, sabían que si las cosas se salían de control, no podrían hacer nada para
salvar a nadie, ni a ellos mismos.
Los piratas movieron todo cuanto vieron en los camarotes, la cocina. Al acercarse a la
bodega del pesquero, Juliano grito, al ver que unos de los piratas se dirigía a abrir la
compuerta, esto salto la alerta de los demás y más del pirata líder.
El pirata lo mira, dudando. - ¿Qué pasa, hay algo ahí dentro y no quieres
mostrárnoslo? - Apunto de desenvainar la daga en su cintura, se detuvo al escuchar
las palabras de Juliano.
Juliano que esboza una sonrisa de complacencia. – A malinterpretado mi reacción
señor, lo que pasa es que la bodega tiene mucho granizo y podría caer sobre las botas
de su amigo, aparte de darnos un retraso recogiendo lo que caiga al piso, si me
permiten yo la abriré con sumo cuidado para que pueda dar un vistazo a la fortuna
de nuestra jornada en la mar. - Juliano abre la puerta de la bodega frigorífica con
mucho cuidado y muy despacio, muy, muy nervioso.
Al mirar dentro se observó que estaba cubierta de hielo granizado, tan solo un poco
por debajo de la mitad de su capacidad, el pirata líder avanzo hasta donde comenzaba
la pequeña pared de este hielo.
El pirata mira el granizo y después a Juliano. – Veo que han tenido gran recompensa
de su trabajo, aunque falta mucho para llenarla ya han avanzado bastante.
Juliano – Por suerte hemos sido bendecidos con las riquezas que ofrecen estas aguas.
El pirata con tono de desconfianza. - Según lo que he escuchado en estas aguas es
muy escasa la pesca y a ustedes les está yendo muy bien.
Juliano nervioso, porque sentía en el aire, las palabras de desconfianza del pirata. -
Tal vez esos pescadores no eran tan obstinados como nuestro capitán y nos
esperamos hasta que mejoro.
El pirata – Ya veo, ¿Y qué tipos de pescado han capturado?
Mientras el pirata escarbaba entre el hielo granizado, Juliano, perdía el aliento, era
invadido por un enorme temor que se mostraba claramente en su mirada… Respiro
tranquilamente cuando vio el cuerpo de un Pez florete diferenciarse de la blancura
del hielo, el pez que él y Claire con ayuda de los demás habían capturado.
El pirata – Es un gran ejemplar, muy enorme, se ve delicioso ¿Tu lo capturaste?
Juliano. – Con la ayuda de toda la tripulación, era muy imponente.
El pirata. – Cualquiera lo es, al defender su vida. Bueno nos retiramos, al parecer nos
tocara seguir en nuestra búsqueda, así ustedes sigan en su faena y nosotros a la
nuestra.
Los piratas salieron a paso muy rápido, pero el pirata líder justo cuando pasaba al
lado del capitán Virgilio se detuvo, dijo, - Eres muy parecido a la descripción de un
hombre que junto a otros hombres, con dos damas, soltaron amarras del puerto de la
isla Tulipán, hace varios días, ¿Han estado en esa isla? – Muy acalorado el capitán
contesto. - Pues como habrá notado en nuestras bodegas, ni aunque quisiéramos
podríamos haber estado en esa isla con tan buena faena que hemos tenido
últimamente. – El pirata asintió, y dejo el pesquero.
Y así como llegaron, así partieron de nuevo en su búsqueda, la tripulación cayo
exhausta del estrés infringido por tal indeseable visita.
Aunque a los varios minutos se acordaron de algo, no que va, se acordaron de un par
de mujeres, con mucho frio sin duda.
Preludio I
El plan.
Juliano – Si queremos superar esto tenemos que mostrarles el pesquero que ellos no
quieren ver. Ellos esperan uno con una dama a bordo y joyas, aparte de esto
esconderemos las armas, los demás quedaremos en cubierta haciendo las labores
cotidianas de cualquier pescador en altamar.
Antes de que digan algo déjenme darles los detalles respectivos, para esta operación:
según la distancia, ellos estarán aquí en unos minutos, el capitán giro el barco para
que no puedan ver la cubierta hasta que estén cerca del pesquero. Esto nos da tiempo
para acomodar las piezas y montar el escenario apto, para no levantar sospecha
alguna en estos tiranos. Primero que todo, ocultaremos a las mujeres en la bodega de
pescado, la mala parte de esto será que tendrán que soportar el frio por el tiempo que
los piratas estén cerca. De este modo si ellos quieren revisar el pesquero en toda su
eslora, encontraran una bodega de pescados como cualquier otro pesquero; antes de
que me digan que de donde sacaremos el pescado para cubrir a las chicas, no
necesariamente necesitamos que la bodega se desborde de mercancía pesquera, ellas
estarán debajo del granizo, encima colocaremos los peces florete que el capitán no
pudo vender en el puerto, pero ahora eso nos es de gran utilidad.
Lamento enormemente tener que colocar a las finas pasajeras en tal situación, pero la
situación nos obliga. Si llegan a querer husmear en la bodega, espero que les baste
ver a los peces que pondremos arriba, y que se imaginen que abajo hay más de estos
llenando la bodega, aunque no es correcto tendremos que suponer que lo harán. Con
las armas lo mejor que se me ocurrió fue meterlas en un empaque sellado, y
sumergirlas en la quilla, nuevamente esperar que ninguna desventurada corriente de
agua las saque a flote. Mientras ellos están cerca del pesquero, los demás, nosotros
mejor dicho haremos lo más sencillo, pero por los jueces que tendremos enfrente, será
lo más difícil, ya que si notan alguna duda en nuestra palabra, no se detendrán hasta
encontrar lo que escodemos, no nos queda más que seguir este plan, y actuar de
inmediato, contrario que ustedes no piensen lo mismo…
Sin pero alguno, todos se alistaron, ya que los barcos piratas se acercaban más y más,
el marinero Flavio, metió la maleta con las armas a una bolsa plástica muy grande,
deslizándolas cuidadosamente debajo del pesquero, tarea que lo empapo totalmente.
El capitán y el maestre preparaban la cubierta, como la de un barco que se prepara
para la faena que conlleva la pesca, tiraban sogas, anzuelos, preparaban carnada, todo
tendría que quedar como si lo estuvieran haciendo varios días atrás. Mientras tanto
Juliano preparaba la bodega de pescado, las mujeres se ponían gruesas ropas para
aislarse del frio al cual estarían sometidas en un tiempo no definido, aparte recogían
todas sus pertenencias, y las llevaban consigo, para que no fueran encontradas por
los piratas, y esto despertara un enorme telón de dudas sobre los pescadores, que se
suponía estaban en días de pesca. Al entrar a la bodega, justo antes de que Juliano
empezara a lanzar el hielo granizado, Claire se levantó de su posición y abrazo a
Juliano, diciéndole. - Terminaremos esta aventura verdad, la terminaremos. – Juliano
respondió, - Juntos, juntos la terminaremos.
Capitulo VIII
El adelanto de la pesca.
De tanto revuelo que se había suscitado para los que abordaban el “Endless Sea”. Que
seguramente habían pasado por alto muchas cosas, cosas como el curso del barco,
pero en fin, habían superado algo de vida y muerte, eso era lo importante. Algo en el
ambiente era muy interesante, desde que salieron del puerto de la gran ciudad de la
zona norte del gran continente, el clima había sido muy favorable, hasta el momento
ninguna lluvia, menos una tormenta, la mayoría habían sido días soleados con un sol
abrazador, propio de los días de verano, salvo por alguno que otro día, un poco
nublado, pero todo muy normal. Salvo los días que vendrían, el clima desde ya, se
podía notar un poco fresco, ráfagas suaves pero constantes de viento soplaban, el mar
se notaba tan solo un poco más agitado que lo normal, la temperatura había
descendido un par de grados, era como el clima que sueñas en unas buenas
vacaciones.
Y ahí estaban el maestre y el capitán, haciendo los cálculos del curso, para saber
dónde se encontraban y el nuevo curso a tomar, para huir definitivamente de los
piratas. A pesar de que el capitán conocía el mar como un repartidor de pizza conoce
una ciudad en la que trabajaba ya hace varios años, de alguna manera no se percató
del desvió en el curso, como si hace un buen tiempo no navegara por las aguas salinas.
Maestre Celso. – Capitán saque el cálculo y al parecer estamos más cerca de El Gran
Encuentro de Cardúmenes, que de la isla Bajo la Luna.
Capitán Virgilio – Hace varios minutos lo sospechaba, pero mi mente tal vez quería
escuchar primero la confirmación del curso, antes de que mi boca lo insinuara.
Maestre Celso – Nos tomara menos tiempo llegar al “Gran Encuentro de
Cardúmenes” que ir a la isla capitán, además se acerca el inicio de la pesca, estaremos
a tiempo si partimos ahora al encuentro. Si vamos a la isla, no nos quedara tiempo de
regresar a la gran pesca, si vamos a la isla nos terminaremos perdiendo el evento por
el cual regresamos a estas aguas.
Capitán Virgilio – Pero si vamos a la Isla, estaremos seguros de los piratas, esas ya no
son aguas del reino, ni el peor pirata estaría tan loco como para meterse en esas aguas.
Maestre Celso – Estoy de acuerdo, pero por eso regresamos Capitán, recuérdelo, por
el Gran Encuentro de Cardúmenes. Si renunciamos ahora, este viaje habrá sido por
nada, bueno de nuestra parte, de parte de los tripulantes estarían cumpliendo su
cometido. Debemos ir, ahora que ya hemos superado a los piratas. Piénselo tan solo
un momento, ellos ya nos vieron, ya revisaron todo el barco, no perderán tiempo
volviendo por nosotros, cuando tienen el tiempo de intersectar otros barcos, no se
llevaron nada del pesquero, y son piratas, quiere decir que si tienen un enorme interés
en recuperar las joyas, tiempo que no perderán buscando nuevamente en un barco
que ya metieron sus narices en cada centímetro del mismo.
El capitán Virgilio se queda muy pensativo. – No perdía el curso desde que era un
joven aprendiz, tal vez el tiempo en que estuve lejos de las aguas, hizo que yo
perdiera mi curso. Tal vez este sea nuestro último viaje, mi viejo maestre.
Este mar ya no es el mismo, de un tiempo a otro se plago de piratas, como puedes
vivir tu vida en el mar, cuando tienes en tu mente en cada momento, que el barco que
divisas en el horizonte, venga a quitarte todo por lo que tanto has trabajado bajo el
ardiente sol. Que en arrebato de ira, pueda quitarte no tu vida, eso es secundario, si
no, que te quite la posibilidad de dar y recibir amor de las personas que te aman, y
amas, arranquen el hilo que te une a las personas que esperan tu regreso, hasta la
soledad es una compañía, mi viejo maestre, hasta la soledad espera tu regreso.
El maestre Celso con tono nostálgico, como el de las novelas de que tanto se quejó. -
¡Capitán!
El capitán Virgilio con mirada resolutiva. – Comunícales a todos, el nuevo curso,
retaremos a la suerte, pero primero que todo haremos una gran pesca, tanto que el
pesquero recordara los tiempos en que su bodega rebosaba de tanto pescado, que se
sentirá joven otra vez.
El maestre Celso mostro la felicidad estúpida en su rostro. - De inmediato capitán,
además ahora contamos con más manos que nos pueden ayudar, la mayoría
inexpertas, pero de algo ayudaran.
Como si el propio pesquero tuviera vida, como lo insinuó el capitán, el motor sonó
de una manera diferente, como si rugiera, como si supiera que el nuevo curso los
conduciría a una faena épica, y el barco se sintiera ansioso por lo que pasaría.
Todos ayudaron en cubierta a preparar los anzuelos, el cebo, y las redes de pesca. El
maestre y el marinero del pesquero, parecían estar con energías casi imposibles,
hacían todo de una manera frenética, si se quedaba por un momento viéndolos
detenidamente, te podías dar cuenta de que competían, haciendo nudos, preparando
todo para la pesca, tanto que hacía ver a los demás como unos completos inútiles,
claro ellos no tenían la experiencia de unos hombres nacidos en el mar, para el mar.
Destrezas que habían adquirido a través del transcurso de sus vidas, todo en la vida
tenía un curso.
Así como ya muchas veces, partían a una nueva aventura, todos esperaban que ya no
hubiera más impases, peor aún situaciones de vida o muerte, los esperaban casi dos
días de viaje con el motor a todo lo que daba, si querían llegar a tiempo ya que “El
Gran Encuentro De Cardúmenes” duraría solo dos días, si no llegaban a tiempo
tendrían que esperar hasta el siguiente año para poder volver a intentarlo, y con lo
que había expresado el capitán, tal vez no hubiera otro año para el pesquero, así que
las emociones fluían por todos los que lo abordaban, por un lado los pescadores
estaban ansiosos por la cual sería su última cruzada juntos, por otro lado la joven
mujer Sonia, esperaba superar este evento sin más percances para poder ver a su
amado esposo nuevamente, como en el mensaje que dejo el capitán en la isla para él,
donde se encontrarían en la isla bajo la luna. Y por último la joven hermosa Claire, su
sueño se acercaba más y más, a cada girar de la hélice sus ansias crecían por ver tal
vez al amor de su vida. Caso contrario de toda la tripulación, Juliano se miraba un
poco pensativo, su mirada se perdía a lo lejos, como cuando no encuentras solución
a algún problema en la vida, de esa manera una y otra vez redundas en opciones sin
sentido, pero al final te das cuenta que ninguna es la verdadera solución, y estas, y te
encuentras, en ese bucle interminable, esa mirada, ese aspecto tenia nuestro Juliano.
Juliano en Popa, mirando hacia el infinito del mar.
Ahí se encontraba Juliano, mientras el pesquero se encontraba a la mitad de una hora
para llegar a su destino más próximo. Con la vista puesta hacia el paisaje general de
mar abierto, agua, nubes y sol, mucho sol. Su mirada apuntaba a este paisaje, pero tal
vez él estaba viendo hacia la nada.
Desde la cabina de controles, detrás de los cristales, era observado por los curiosos, o
mejor dicho el resto de la tripulación a excepción de Claire. Se les hacía demasiado
extraña la situación que Juliano estuviera sumergido en sus pensamientos, y más,
estando tan distante de Claire, durante el viaje no había momento en el que pudiera,
en el que Claire no estuviera a su lado, mejor dicho, o al menos al alcance de su
mirada. Al parecer había asuntos que turbaban su mente, fue entonces cuando todos
eligieron, aunque a empujones, al maestre Celso para que se acercara y hablara con
él, para saber que le pasaba. Avanzo despacio, como el mar estaba tranquilo, llevo
dos tazas de té, una en cada mano, humeaban un poco, y le hablo.
Maestre Celso como si no existiera motivo alguno. – Oye pasajero Juliano, ¿Está muy
lindo el clima hoy verdad?, no hace tanto calor, y hay en el cielo las nubes necesarias
para tapar el intenso sol.
Juliano sin apartar la mirada hacia la lejanía. - Si al parecer se está poniendo muy frio.
El maestre Celso sin saber que decir. - Si, muy frio, este es un clima muy frio.
Piensa que demonios decir… se rinde.
El maestre Celso, respira hondo y dice. – ¿Qué diablos te pasa chico? todos se están
preguntando y me enviaron aquí obligado a darte una bebida caliente, así como lo
dice un chico antisocial de la televisión, para cuando alguien te visita o se siente mal.
Juliano sorprendido actuando falsamente como si no pasara nada. - No nada, solo
quiero mirar el paisaje, sí, eso, mirar el paisaje, para así grabármelo en la mente
cuando no lo pueda ver recordarlo, solo eso.
Capitulo IX
El secreto de Juliano.
Juliano miro con rostro de incomprensión. – Pero usted es pescador, ¿Cómo logra ver
esos programas? Si aquí apenas tienen una radio vieja para comunicarse al puerto.
Maestre Celso. – Es una historia gris, yo he pasado la mayor parte de mi vida
navegando en toda la extensión del mar, buscando formas de cómo ganarme la vida,
a veces renunciando al oficio de pescador, como lo viste antes en la trata de conejos.
Pero estos últimos años no he estado en altamar, hace ya muchos años el capitán tuvo
una gran pérdida en su vida, esto lo deterioro de una manera sorprendente, siguió
navegando pero ya no era igual, ya no era el mismo. Antes tenía un sentido de la
orientación increíble, extraordinario, la brújula era innecesaria para él, después de lo
que sucedió trato de navegar, pero todo cambio para él, ya no miraba al mar con
aquella alegría que irradiaba su mirada, su mirada era como la tuya, bueno, peor que
la tuya era una mirada que era tragada por el vacío, triste, solemne, oscura; Pero no
oscura de maldad, no, no, no. Oscura de tristeza, de vació, no paso mucho tiempo
para que dejara de navegar, ya que la pesca del Endless Sea, era pésima, apenas
lográbamos ganar lo suficiente para combustible, y entonces sucedió, el capitán dejo
el mar, dejo la única vida que conocía, a pesar de que hice lo que hice para evitar que
tomara esa decisión, todo fue en vano. Lo miraba como estrella de balón pie,
recibiendo la noticia que le amputarían una pierna.
El barco amarro en puerto por muchos años, él se dedicó a labores del puerto, yo
trabaje en la procesadora de pescado de la ciudad. Amaba demasiado a este pesquero,
como para abordar otro sin mi capitán. Yo, desde mi adolescencia he vivido y
trabajado aquí, con mi amor, mi hogar, cortando las aguas de un lado a otro.
Juliano – Acaso, ¿Fue lo de su esposa y su hija? Su fatal mue…
El maestre Celso lo interrumpió. – Si lo sabes es porque te lo conto, ¿O fue el marinero
Flavio?
Juliano – Fue el capitán, la noche en que hicimos turno para vigilar el pesquero, por
la noche mirando al cielo, con gran nostalgia, note que con mucho dolor.
Maestre Celso. – Vaya, vaya. Algo vio en ti para que te lo contara, el nunca habla
sobre ese tema, incluso decidió abandonar las aguas en la que más pescábamos,
porque ellas le recordaban la terrible tragedia.
Venimos a estas aguas que raras veces visitamos en décadas anteriores, nunca
habíamos visitado islas después de la isla tulipán, incluso al gran encuentro de
cardúmenes, siempre llegábamos por el otro extremo del mar, el capitán tenía amigos
en la isla Tulipán, pero es porque siempre le encanto la cerveza. Entonces a veces
venia de turista a estas islas, ahora que lo pienso, el capitán eligió el curso hasta
después de tu llegada, como dije antes, tal vez algo vio en ti, tal vez noto que tu viaje
sería una gran aventura.
Juliano – Pero no lo noto triste, incluso durante todo el viaje a excepción de esa noche,
se ha mostrado alegre y feliz, a pesar de los problemas con los piratas.
Maestre Celso – Eso también me tiene sorprendido, porque desde que me fue a buscar
a la procesadora, para decirme que volviéramos a navegar, he estado sorprendido,
he querido preguntarle la razón por la cual volvió a ser un poco el hombre que fue
antes, pero me lo he guardado porque tengo miedo que recuerde mucho nuevamente.
Y vuelva a traer el pasado a su presente, tan solo rezo porque no vuelva a mirar su
tristeza cara a cara. Además creo que cuando tu apareciste, y nos ofreciste la pequeña
fortuna, por traerte a ti y la señorita Claire a este viaje a cualquiera se le borra la
tristeza, con lo que nos pagaste y con lo que ganemos vendiendo el pescado del
evento que nos espera, podría volver a dejar las aguas, por un buen tiempo y no
trabajar. - Se ríe ambiciosamente, mirando la cubierta del pesquero. - Sería
maravilloso. Por cierto, tú no debes ser para nada pobre como para pagar esa
semejante cantidad, solamente para cumplir los sueños de una joven, incluso si me lo
preguntas, podría decirte que te vimos la cara con esa cantidad. El capitán te dijo tal
cifra para que no insistieras, pero aceptaste de buenas a primeras.
Juliano sonríe un poco complaciente. – Para mi suerte, suerte que la mayor parte del
mundo nunca tuvo, a mí nunca me falto el dinero, me hicieron falta muchas cosas,
incluso cosas más importantes que el dinero, pero siempre goce de excelsos cuidados.
Para no dejar lagunas de interrogantes en su mente, puedo contarle que mis padres
murieron cuando era apenas un bebe, ellos eran voluntarios para ayudar a la gente
más pobre al sur del reino. Ayudaban a los enfermos, construían casas, enseñaban a
los niños, adultos, a leer y escribir. Cuando pensaban terminar su viaje humanitario
para regresar y estar a mi lado, hasta que fuera un adulto, en la aldea que se
encontraban se desato una enfermedad fatal, el propio reino fue negligente con la
situación, y como los demás aldeanos, mis padres se enfermaron y fallecieron. Desde
esa terrible noticia y desde esos momentos, quede a los cuidados de mi abuela quien
fue alguien enormemente hermosa y bondadosa, cuidando, guiándome, hasta que
crecí y pude ser alguien, alguien de quienes mis padres, estarían orgullosos. Pero
cuando mi abuela recibió una carta en donde le notificaban que mi tío, con una
historia muy singular por cierto, había enfermado, ella sin pensarlo partió a cuidarlo.
Sin importar que el viaje fuera muy dificultoso para una anciana con síntomas de
deteriorada salud, pero igual lo hizo, por sobre la opinión de la demás familiares,
ellos muy felices de que la anciana muriera lejos y dejara en total caos los asuntos de
herencia. Debo decirle para hacer amena la conversación, que mi tío era un tipo
aventurero y muy licencioso, a diferencia de mi padre, el solo quería ver los paisajes
que el mundo ofrece con sus propios ojos, desde muy joven partió del lado de mi
abuela y se aventuró por mar y tierra, hasta que una enfermedad hereditaria freno su
paso, quedando varado en una isla, fue en ese momento que mi abuela se aventuró a
alcanzarlo, desde que nos, bueno, me informó que mi tío había fallecido. Ella decidió
quedarse también en esa isla, no quería enfrentar el viaje de regreso y más con el
dolor de otro hijo que se adelantaba a la vida. Desde entonces solo cartas han sido la
única vía que conducen sus nobles palabras a mi mente, hace un poco antes que
comenzara este viaje, me dijo que se sentía mal, pero que no me preocupara, pero sé
que no es así, incluso sé que puedo llegar ya tarde pero voy sin esperar nada fatal,
con el sentimiento de sentir su cálido abrazo nuevamente.
Maestre Celso - ¿Cómo reaccionara la señorita tripulante, cuando esto vea la luz?
Seguramente se dará cuenta que su sueño todavía sigue lejos.
Juliano – Ella cumplió su sueño antes de que este viaje comenzara, solo que todavía
no lo sabe. Solo que yo soy muy egoísta, y no pienso mucho en los sentimientos de
los demás.
Ante la cara de asombro del maestre, justo cuando al momento en que su boca emitió
un sonido de respuesta, la voz del marinero Flavio se escuchó desde lo alto del bote.
- Hemos llegado, hemos llegado, hay decenas de pesqueros ya esperando. – Dijo con
voz de emoción absoluta, todos salieron y observaron la cantidad de pesqueros que
ya aguardaban en la zona, esperando que el gran encuentro que ofrecía la naturaleza
comenzara.
Capitulo X
El magno evento, curso la isla bajo la luna.
Todos los a bordo de las decenas de pesqueros que estaban esperando el gran evento,
reconocieron al pesquero que se acercaba, desde las cubiertas saludaban al capitán.
Al ver a las damas que en este se transportaban, no tardaron muchos en lanzar gritos
con palabras halagadoras, otros por su parte le gritaban bromas al capitán, cosas
como, “Viejo necesitas de mujeres para navegar” o “capitán Virgilio estas más
oxidado que barco hundido”. Hubieran podido comenzar saludos más personales,
pero no había tiempo porque el momento, el gran momento estaba comenzando. En
el mar reino una calma imposible, apenas se escuchaba el oleaje, el viento era casi
inamovible, poco a poco se empezó a escuchar un tenue sonido, un sonido parecido
al que los bañistas causan en una playa o en un piscina poco profunda, ese sonido de
salpicar agua, el de mover los pies al fondo del agua, poco a poco fue creciendo.
Aquellas aguas que se estaban tornando oscuras por la puesta de sol que terminaba
poco a poco. De pronto el sonido hizo un cambio de leve a un estruendo que puso a
todos los pescadores en alerta, los que antes no habían estado tuvieron un asombro
muy bien mostrado en el rostro, los demás tan solo se dieron cuenta de que había
comenzado. Miles, millones de peces, cubrieron la superficie de las aguas, todo en las
cubiertas de los botes se llenó de frenetismo, a los minutos se lanzaban las redes al
mar, solo para ser sacadas al poco tiempo, estas abarrotadas totalmente de pescados,
la grúa que elevaba la red a cubierta crujía por el peso. Al depositar la carga en
cubierta se vio un gran montículo de pescados. Sin dejarse llevar por la alegría del
momento, los pescadores empezaron a llenar la bodega, seguido por los pasajeros
quienes hacían todo lo que podían para llevar el paso de los experimentados
pescadores, los peces pequeños eran devueltos al mar, solo los grandes tendrían la
desdicha de ser mercancía. Al cabo de varias horas, ya casi entradas las horas más
oscuras de la noche, el pesquero lleno su bodega, y varios barriles de pescado. Ya
finalizando los demás pesqueros la dura, pero gratificante jornada, y aun habían
tantos peces y tanto bullicio que bien hubieran llenado la bodega varias cientos de
veces, pero tomaban solo lo necesario, no querían arrancarle un brazo a la naturaleza,
había que conformarse con lo que ella les daba.
El capitán, que por cierto no había levantado un solo dedo en ayudar, vamos que
esperaban es el capitán; salió de la cabina de controles, se sentó en estribor, con todos
tratando de recobrar el aliento por la dura jornada, con su pipa algo vieja, procedió a
encenderla, soltando mucho humo por doquier.
El capitán Virgilio – Esto jóvenes, es la pesca más fácil que algún pescador pueda
tener sobre las aguas saladas, tener al pez prácticamente al alcance de la mano, es
como un regalo divino, que nosotros apreciamos, por eso como tributo regalamos a
la gente esos cuatro barriles que están en cubierta y solo los de la bodega vendemos
en el puerto.
Este lugar solo los pescadores más viejos lo conocen, si el resto se enterasen créanme
que habrían más pesqueros que peces, se ha mantenido el secreto de generación en
generación. - La nostalgia invade sus palabras, ya sea por el sentimiento del momento
o por los tragos de ron antes de la faena. - Lastima que no podre heredar esto y
muchas otras cosas, no dejo un legado de mi sangre sobre estas aguas, cuando muera
tan solo seré recordado por las personas que me conocieron a mí y a mi pesquero,
pero cuando estas personas también mueran yo desapareceré con ellos, después de
ese punto nadie me recordara, es así de injusta la vida, es así de fugaz la existencia,
¿Lo único eterno son solo las estrellas? Porque tal vez cuando desaparezcamos ellas
se quedaran ahí, observando a los nuevos que llegan, ¿Acaso tan solo somos
fragmentos de una gran y más compleja existencia? ¿Acaso nuestro destino es
desaparecer? Si es de este modo solo somos los escombros en donde se erguirán
mejores y más grandes cosas.
El marinero Flavio en fiel confidencia con él maestre. - ¿Acaso mientras estábamos
pescando, el capitán se ha emborrachado?
Maestre Celso – No, nada de eso marinero, es solamente que hoy es el aniversario de
aquella tormenta que se llevó parte, gran parte del corazón de nuestro capitán. Si es
también por el alcohol.
Todos callaron, y miraron al capitán mirar a la nada, su mirada se perdía así como lo
hacía el humo de su pipa al viajar por el aire, disolviéndose poco a poco. De pronto
una Claire con su cara hermosa, un poco luminosa por el sudor, se levantó camino
hacia el capitán y lo abrazo, sería difícil decir que sintió el capitán, pero por su rostro
se notó que sintió el abrazo más cálido de toda su vida, un abrazo que más allá de
abrazar el cuerpo, abrazaba el alma.
Claire con una cara de alegría indescriptible. – Yo le contare a todas las personas que
conozca, que en mi viaje por el mar, conocí a un gran capitán, divertido y feliz, le
contare todas nuestras aventuras a mis hijos, y ellos le contaran a sus hijos, de esta
manera nunca morirá, ni usted ni su hermoso pesquero, que en estos momentos
navega hacia nuestros sueños.
Después de unos segundos de completo silencio de voces humanas, porque los peces
todavía revoloteaban en la superficie oceánica. Juliano se levantó y dijo – Yo también
lo hare capitán, para que su recuerdo nunca muera y se mantenga en la memorias
venideras. – Sucedido por estas palabras, lo demás se levantaron y dijeron palabras
similares, el maestre con gran ánimo y unos ojos que amarraban lágrimas dispuestas
a salir, dijo. – Bueno, eso me parece bien que la historia del capitán y este pesquero
sea inmortalizada contada a las multitudes, pero me es obligatorio recordarles que
mientras no terminemos este viaje, difícilmente podremos contar estas fabulosas
historias que en tan poco tiempo hemos vivido, ¿No creen así? – El capitán mirando
de manera noble, con la mirada que se le ve a una hija amada, miro a Claire, después
cambio su semblante y se dirigió a todos. - Bueno marineros y pasajeros, prepárense
porque nuestro curso es llegar a la isla bajo la luna. – Todos se movilizaron a preparar
todo para partir lo más pronto posible, la isla estaba a unos tres días de navegación.
Lo único que se podría decir, es que en esa isla estaban todos los desenlaces de los
pasajeros del pesquero, por su parte Claire conocería a su amor platónico, del cual no
sabía como era su apariencia. Juliano no podría guardar más el secreto que lo turbaba
en los últimos días y se empeoraba con cada nudo que el pesquero recorría. Y por
último Sonia, quien vería nuevamente a su esposo en la isla, el cual ya estaría
esperándola pensaba muy ansiosa.
Capitulo XI
Con valor hasta el final.
Avanzaron sin pausa alguna hacia la isla, posiblemente la última isla que visitarían
en esta aventura, todos muy animados por lo que les esperaba en la isla, claro que
solo en Juliano no se notó una cara de completa alegría, si se podría decir que su
rostro analizado muy de cerca, se podía notar que estaba fingiendo la sonrisa que
mostraba cuando lo miraban los demás. Caso contrario era Claire, que su alegría
llegaba a un punto que contagiaba a los demás. Su rostro demostraba que miraba al
final de la vista que ofrece el mar, con esperanzas porque su gran momento se
acercaba, ese momento que había soñado en cada libro, en cada hoja, en cada párrafo
de las tardes y noches de lectura, y que habían de terminar en un cariño y afecto
inmenso por el creador de estas grandes historias. J.K. WALKER. Flotaba en su mente
incesantemente, y estaba ya cerca de que esa imagen mental tuviera un rostro por el
cual suspirar. ¿Y si era un anciano al que se encontrara? No importaba igual lo
admiraría y le haría un sin fin de preguntas, seguramente tendría una gran historia
de amor que contar, no aguantaba la emoción por conocerlo, pero…
El marinero Flavio dirigiéndose al maestre. - Ya han pasado tres días, al cabo de unas
horas deberíamos estar viendo la isla, por fin entraremos a las aguas que siempre
navegábamos antes que el capitán decidiera abandonar la pesca.
Maestre Celso – Por las aguas del imperio regresaremos a puerto, regalaremos los
pescados en cubierta a la próxima isla, porque no creo que duren más de una semana,
no importa en cuanto hielo los almacenemos, y los demás los venderemos en el
puerto, con esto terminaremos siendo mini-millonarios.
El marinero Flavio mirando por el telescopio. - Si, y por fin poder comprarle la casa
que mi madre tanto deseo, bueno por lo menos una pequeña, por los momentos,
cuando consiga trabajo en otro pesquero, espero y deseo que me vaya muy bien y le
hare grande y más grande la casita. - De pronto hace un ruido de asombro, sus
palabras se quedan casi atascadas en su garganta. - ¡Bueno creo que ya no!
El maestre Celso muy extrañado le pregunta inmediatamente – ¿Qué dices?
El marinero Flavio de manera muy exaltado responde. – Piratas maestre, piratas, son
cinco barcos, se dirigen a toda marcha hacia nosotros.
El maestre Celso con su rostro pálido. – ¿Estás seguro? Pueden ser otros pesqueros.
Marinero Flavio – Los pescadores no cargan armas maestre, menos ametralladoras.
El maestre grita alertando a todo el mundo. - CAPITAN, CAPITAN.
El capitán se quedó congelado cuando le avisaron de lo que se suscitaba o mejor dicho
lo que los visitaba. Juliano al escuchar lo que sucedía, les bloqueo el paso a las dos
mujeres que se dirigían a cubierta para saber el porqué de los gritos, diciéndoles que
se encerraran en el cuarto de máquinas y que cerraran muy bien la compuerta, pasara
lo que pasara que no abrieran por ningún motivo.
Asustadas corrieron sin pero alguno, el capitán entendió rápidamente que no podrían
escapar de barcos piratas, pequeños y veloces, peor con la bodega del pesquero
atestada de enorme pescado, estaban perdidos si se reconocían los factores a los
cuales se enfrentaban. Pero rendirse no estaba en ningún recóndito lugar de la mente
del capitán, sabía que si bajaban las manos por el peso del yugo de la rendición, las
que más sufrirían serían las hermosas damas que los acompañaban en esta aventura,
una esperando el reencuentro con su amado, y la otra joven soñadora esperando el
encuentro, la realización de su sueño. No podía rendirse, no sabía cómo escaparía,
pero como todo pésimo, o genial estratega, dependiendo del fin del hecho, lo idearía
sobre la marcha, eso pensaba, o simplemente no estaba pensando en nada y tan solo
estaba reaccionando a la situación que enfrentaba. Pero tenía un plan, un plan suicida,
pero por lo menos lo tenía, aparte era lo único que podían realizar o por lo menos
intentar.
Maestre Celso – ¿Qué haremos capitán? Cuando encuentren que tenemos dos
damiselas a bordo, y se den cuenta que es la misma mujer a la que rescatamos y que
nosotros les arrebatamos su valioso botín, nos desaparecerán a punta de plomo y
pólvora.
El capitán Virgilio con cara solemne y firme. – Pues responderemos de igual manera,
si se ven diezmados recurrirán a retirarse.
El maestre Celso lo mira con plena incredulidad y dice con total sarcasmo. – Solo
tenemos armas que nunca hemos usado, y como dos cargas completas para cada una,
ellos han de traer un arsenal completo a bordo, si será muy fácil diezmarlos.
El capitán Virgilio piensa por un momento y responde. – No lo sé, pero lo
intentaremos. Marinero traiga las armas y preparémonos, porque hoy
demostraremos que todo hombre con valor y que se enfrente al velo de la muerte
misma, a de morir con honor, y si vive otro día para contar su proeza, al verse las
manos rebosantes de vida podrá darse cuenta, que en la vida o se pelea o se muere.
Daremos la lucha por nuestro futuro, por nuestros sueños, por el compañero, amigo,
hermano que tenemos a nuestro lado, por las personas que nos esperan. POR LAS
PERSONAS A LAS QUE PROTEGEMOS.
Los hombres al escuchar tan inspiradoras palabras del capitán, sin dudarlo, pero aun
con manos temblando más allá del miedo o por la misma adrenalina que llenaba sus
seres excitados por la situación, cargaron sus armas y se prepararon. Mientras que los
piratas estaban más cerca que nunca.
Los valientes del Endless Sea, se colocaron en cubierta como en la primera ocasión,
en que recibieron desagradables visitas. Nuevamente uno ya conocido se dirigió a los
pescadores, quienes con armas en el piso, otros las escondían debajo de una maraña
de redes de pesca, pero estaban listos para abrir fuego cuando la situación lo indicara,
el pirata hablo.
El Pirata. – Muy buenas tardes caballeros, me es un placer volverlos a ver por estas
aguas tan cálidas y ricas de exquisitas bellezas.
El capitán de forma fría y miedosa. – Igual señor, ¿Qué lo trae por estos rumbos, sigue
en su búsqueda? Una rara coincidencia encontrarlo nuevamente.
El Pirata entrecerrando la mirada. – He, bueno más bien yo preguntaría, ¿Por qué se
dirigen con curso a abandonar estas nobles aguas?
El capitán Cabizbajo, con semblante serio. - Negocios señor, solamente negocios nos
lleva por este curso.
El Pirata con tono sarcástico. – ¡Mmmmmm! Ya veo, nosotros por nuestra parte
hemos venido a estos bordes de las aguas del reino, a perseguir a unos caballeros que
osaron mentirnos descaradamente, no sé cómo lo hicieron pero espero que esos
caballeros al sentir el filo de mi espada, y si se encuentran indispuestos, hasta el fino
rose de las balas desgarrando la carne, lograran cooperar y decirme como pudieron
engañarme. – Terminando exaltado furioso.
En mi visita nuevamente a la isla tulipán, revisando los registros de barcos que
amarraron en puerto, me encontré que este pesquero era el único que coincidía con
las características del mismo pesquero que tiene algo que es nuestro, coincide con los
horarios de partida, todo. Lo único que nos faltaba era el nombre, “Endless Sea”
bonito nombre, como el interminable fondo marino en donde pescaran para toda la
eternidad si no cooperan. – se calma y habla en tono normal. - Ahora les pregunto
caballeros, ¿Puedo registrar su barco? ¿Me aseguran que lo encontrare exactamente
como la primera vez?
El Capitán, se muestra serio, determinado. – Claro que puede registrar nuestro
humilde pesquero, pero primero estimado tiene que saltar.
El pirata muestra rostro de incomprensión, pregunta. - ¿Saltar? Las aguas me
imagino, de barco a barco.
El capitán Virgilio. – No, ¡El muro de plomo y pólvora!
Todo al ritmo que marcaba la pólvora encendiéndose y propulsando los proyectiles,
le daba una secuencia a los acontecimientos, los del pesquero dispararon primero,
solo las balas de Juliano y el capitán estuvieron cerca de impactar los objetivos, el
maestre seguramente le dio un disparo certero al sol y el marinero Flavio al casco del
barco pirata, todos corrieron a resguardarse, unos a babor, juliano y el maestre en el
pasillo que conduce al interior del barco. Dispararon un par de rondas más sin ningún
efecto en los enemigos, al instante los piratas contestaron al fuego de una manera
feroz, ellos tenían armas potentes y lo que les daba mayor ventaja es que tenían
municiones de sobra.
Los cuatro valientes hombres a bordo del pesquero no pudieron contestar
nuevamente al fuego, ya que si intentaban sacar un dedo de su resguardo, terminaría
aniquilado a balazos. A babor el capitán le indico al maestre Celso, que subiera a lo
más alto del pesquero, ahí tendría ventaja sobre los piratas en ángulo de tiro, el
maestre subió con el rifle en el hombro, llego a lo más alto y se preparó para disparar.
Pudo ser suerte o el destino conduce los eventos de una manera muy singular, ya que
el disparo del maestre le dio justo en el hombro a un pirata, este cayó al suelo y el
fuego ceso, sus compinches lo vieron en el suelo. Les extrañaba la situación, dado que
rara vez se oponían a sus malévolos fines. El capitán contesto a la pausa disparando
sin tregua alguna, lo siguieron el marinero Flavio y Juliano, enviado a los piratas a
resguardarse del fuego, el capitán le grito al maestre, – Baja de ahí, entremos al
pesquero, antes de que nos dejen como gato en casa de pitbull. – Decisión muy
acertada del capitán ya que los demás barcos piratas se movieron rodeando
completamente el pesquero, el maestre pudo bajar y refugiarse gracias a que sus
compañero de misión lo cubrieron abriendo fuego, para evitar que los piratas
pudieran contestar de igual manera.
El capitán cerró la compuerta hecha de acero muy grueso, difícilmente seria
atravesada por balas de ametralladora. Pero sin pensar en ello los piratas dispararon
con todo lo que tenían sin importar el efecto de las balas en el grueso acero, en cuanto
a Claire y Sonia, una estaba aterrada la otra caminaba de un lado a otro intentando
pensar en un plan, al mismo tiempo Sonia intentaba calmar a Claire, quien se
imaginaba lo peor en cubierta tras escuchar tantos disparos, de repente los disparos
cesaron, los hombres cambiaron su rostro a uno de terror por otro de expectativa a lo
que sucedía fuera.
El pirata dijo. – Señores, veo que han elegido la mala manera; es una lástima ya que,
como verán, no tienen donde esconderse, pero como yo soy, somos, unos piratas
honorables, les daremos un minuto para que decidan rendirse por voluntad propia,
de lo contrario haremos volar esa compuerta, con los recursos poderosos, que
déjenme decirles, nos son bastos. Les prometo que haré todo lo posible por preservar
sus vidas, ya lo demás queda en sus manos, el tiempo empieza ahora. – Al escuchar
esto los del pesquero intercambiaron opiniones, siempre escuchando a El pirata,
gritando los segundos que restaban, - Si nos rendimos tan solo prolongaremos
nuestras vidas, y ellos capturaran a las damas, sabe Dios qué les harían. – Dijo el
capitán, - Pero si nos rendimos, volaran el pesquero en pedazos, aparte de esto solo
nos queda una cuarta parte de municiones, si vuelan la compuerta entraran y nos
liquidaran al instante. – Contesto Juliano. – Solo queda extender el tiempo un poco
más, y esperar que se nos ocurra algo grandioso para salir de esto, es mejor que morir
y ya no tener esperanzas. – Dijo el capitán muy seguro, todos asintieron, sus palabras
tenían mucha sabiduría, El pirata seguía contando y al decir. - Veinte segundos,
quince segundos, diez segundos, y la compuerta se abrió, - Arrojen todos sus armas
lejos. – Grito El pirata, y así lo hicieron. – Salgan con las manos en alto, despacio, muy
despacio, como los delincuentes en la gran ciudad, vamos ustedes saben cómo. –
Continuo El pirata, salieron los pescadores y Juliano, con las manos en alto,
lentamente y se arrodillaron en cubierta, inmediatamente los piratas abordaron el
pesquero y los amarraron, habían perdido.
Los piratas al entrar al pesquero y encontrar pertenencias propias de una dama,
rápidamente se dieron cuenta del porque estaba cerrada la sala de máquinas desde el
interior. - ¿Acaso esconden a la mujer ahí dentro? – Dijo EL Pirata. Dio orden a sus
secuaces que abrieran la puerta por la fuerza, basto solamente unos quince minutos
y un martilleo sin cesar, para atravesar la compuerta, para sorpresa de los piratas y
mala suerte para Juliano, no solo encontraron a la mujer que estaban buscando, si no,
que también a Claire, que apareció en cubierta arrastrada por los villanos.
El pirata no tardó mucho en poner sus ojos en la segunda mujer que aparecía ante su
vista. – Vaya sorpresa que tenían guardada, no me imaginaba que ocultaban a una
belleza tan espectacular. – Dijo El pirata en forma muy lasciva, mientras Claire de
rodillas ante él, temblaba y lloraba de pánico, Juliano exploto en cólera y atado de
manos se levantó gritando, - DEJALA MALDITO. – No pudo llegar ni a un metro
cerca de El pirata, cuando un subordinado de este, le dio un culetazo con la
metralleta, justo en la boca del estómago haciéndolo caer, impotente por la situación
que lo superaba en fuerzas.
Mientras Juliano se retorcía del dolor, con las venas brotándoles en el rostro, tratando
de retornar un poco de aire a su organismo por medio de jadeos casi mudos, Claire
imploraba por la vida de Juliano. El pirata se acercó y deslizo la hoja de una navaja
algo oxidada en el rostro de Claire. – Aparte de ser muy hermosa, eres muy piadosa,
tus lágrimas y suplicas me dicen que sientes algo muy fuerte por el tipo que no se
parece mucho a un pescador, más bien diría que tú no eres alguien que está
acostumbrada a la vida en el mar, tu mirada, si, si, tu mirada es una mirada que
irradia pureza, misma característica que solo en jovencitas a punto de ser mujeres
denotan en sus ojos, eres, eres. Algo muy exótico en estas aguas, algo único… Por eso
te llevare conmigo, a mi jefe le encantara conocerte y te llenara de cuanta joya
hermosa puedas imaginar. – Quitando la mirada de Claire se dirigió a sus secuaces,
dos de ellos trataban de contener a Sonia, que todavía luchaba con los piratas que la
trataban de atar las manos y los maldecía. El pirata les dijo, - Desháganse de los
pescadores, lleven el cofre de joyas y a las dos mujeres a nuestro barco. – Estas
palabras hicieron cambiar el rostro de todos los rehenes, de una de miedo a uno de
terror, el capitán que anteriormente había pasado por situaciones similares, sintió que
el fin se acercaba, por más que analizara la situación no encontraba una manera,
aunque sea una manera loca de escapar a salvo con todos en el pesquero,
simplemente no la encontraba.
Las miradas se cruzaron, todos se vieron entre sí, el maestre al capitán, el marinero
Flavio a Juliano quien se reponía del golpe y ha jalones trataba de llegar hacia Claire,
quien era arrebatada de su lado, sin nada que pudiera hacer, solo miro como Claire
era despojada del hermoso collar que habían ganado en la mini-competencia de
pesca. Un pirata lo observaba casi atontado bajo los tenues rayos de luz, los últimos
que regalaba el día.
La nostalgia era profunda, el dolor era total, era tan enorme lo que sentían que no
tenían reacción, mientras el barco de los piratas flotaba en el mar y se movía poco a
poco por el oleaje, al quitarse de enfrente se divisó al final de lo que su vista alcanzaba
a mirar, unas pequeñas figuras, que al cabo de unos segundos se transformaron en
figuras características de los barcos delante del sol. Una flota de barcos se acercaban,
un pirata grito.
Un pirata levantando su índice en dirección de las figuras. – Señor, se acerca una flota
de barcos.
El Pirata pidiendo el telescopio con impaciencia, observo. - He, he, he, he. ¿Quién
demonios serán, pesqueros acaso? He, he, he. - Se queda pensativo un momento y ríe
muy fuerte. - Son barcos de la flota del reino, pero no se preocupen yo me encargo,
tan solo oculten a los rehenes y ciérrenles la boca muy bien.
Los barcos que eran de la “honorable” flota del reino, se acercaban algo rápido, pero
esto no sorprendió a los piratas, sabían que gracias a su líder el gran pirata Rick Jewel,
esas aguas les pertenecían, estos encuentros solo eran tramites con un protocolo ya
establecido entre piratas y la flota, ellos les daban la cuarta parte del botín y se iban,
como si no hubiera pasado nada, aunque los hombres del reino mostraran un
semblante de honorabilidad y lealtad absoluta al reino, no eran muy diferentes a los
piratas, incluso a veces eran peor que ellos, o esto es lo que se sabía en esas aguas,
desde que el almirante hiciera trato con el despiadado pirata Jewel, Rick Jewel.
Ahora los rodeados eran los piratas, eran una parte muy numerosa de la flota, casi
ocho barcos, los piratas notaron que era algo extraño, pero escudándose en el
soborno les siguió abasteciendo de una confianza plena.
El Capitán de la flota se dirige a El pirata. - ¿Señores, a que se dedican sus
embarcaciones?
El pirata ríe como todos los demás piratas, mostrando una dentadura deteriorada. -
Vamos, capitán, hagamos lo de siempre, manda a dos de sus hombres se llevan su
parte del botín y todos ganamos, como siempre.
El capitán les da una señal a sus hombres y todos apuntan hacia los piratas, el
semblante en el rostro de los bandidos cambia de inmediato, como si no
comprendieran la situación.
El pirata con cara de idiota, dice. – ¿Qu… que qué pasa? Capitán si llego a informar
esto a su almirante estará en graves problemas.
El Capitán de la flota – Le informo señor pirata, que el ex almirante, será colgado
mañana por la tarde, después de que el rey elija a un nuevo almirante. Si se lo
pregunta, los cargos; alta traición al reino por hacer tratos con piratas.
El pirata temblando, pálido muy pálido. - ¿Y el trato? El trato con el pirata, nuestro
líder Rick Jewel, acaso, acaso ¿Usted lo hará con él? Le daremos todo lo que pida a
usted ahora, ¿Claro verdad?
El Capitán de la flota. – Le informo señor pirata, que su susodicho líder el pirata Rick
Jewel, fue ejecutado hoy por la mañana, por el crimen de piratería, soborno y traición
hacia la honorable gente del reino. Aprovechando que se están dando muchas
noticias les informo que ustedes están capturados en el nombre del rey, por piratería,
¡Bajen sus armas ahora! Porque seguramente serán enviados al mismo viaje que su
líder efectuó esta mañana.
De esta manera increíble, casi milagrosa se invirtieron los papeles, los capturados
eran libres y los libres eran capturados, con un destino muy desdichado, aunque es
muy de conocimiento público que después de serias dificultades en la vida, vienen
cálidos momentos de alegría, esto lo demostraron Claire y Juliano, que al verse
desatados y bajo la protección de la flota del reino, corrieron a fundirse en un fuerte
abrazo, ese típico abrazo de personas profundamente enamoradas, aunque este
momento no finalizo en beso, pero quien sabe lo que sentían los jóvenes. Aunque no
serían los únicos en brindar un momento feliz, ya que Sonia no pudo contener el grito
de asombro cuando vio que de otro barco de la flota se acercaba en un bote con remos,
su esposo saludándola desde lo lejos, subiendo a toda prisa al barco donde se
encontraban, pero claro que este cálido abrazo si termino en un profundo beso, y este
beso termino en dos sonrisas abarrotadas de felicidad, sin que Sonia pudiera salir del
asombro.
Capitulo XII
A la Isla bajo la luna
Sentados ya en el pesquero, era tiempo que se dieran algunas explicaciones, todos
esperaban con ansias escuchar las palabras del capitán de la flota y también del
esposo de Sonia, el gran comerciante Donatilo Cervantes.
El Capitán de la flota ofreciéndoles una bebida caliente. – Es una suerte extraordinaria
que los hayamos encontrado a tiempo, unos minutos después de diferencia y nadie
se imaginaria la tragedia que hubiera caído sobre ustedes.
El capitán Virgilio con una bebida en sus manos. – Le agradecemos su ayuda, en
realidad y sin ánimos de ofender, que la flota nos salvara seria lo último que nos
hubiéramos imaginado, ¿Me entiende, no? Usted sabe mejor que nosotros el porqué.
El capitán de la flota. – Claro que lo sé, pero que ustedes hayan sido salvados es
gracias a dos cosas: que nos hayamos encontrado a el señor Donatilo en nuestro
camino hacia estas aguas y también a las influencias de una persona que le escribió
al mismísimo rey, informándole sobre las irregularidades que se daban a este lado de
las aguas del reino. Inmediatamente el rey personalmente nombro una comisión, para
que investigara y se diera con los culpables. No se tuvo que investigar tanto para
confirmar lo evidente, se encontraron pruebas irrefutables y aquí estamos, nos falta
mucho ya que sabemos que hay muchos piratas diseminados todavía, unos huyendo
y otros todavía tratando de hacer lo que mejor saben.
Donatilo Cervantez tomado de la mano de Sonia. - Después de visitar la isla Tulipán,
y que un hombre me diera la carta que me dejaron cuando visite un bar del muelle,
me dirigí a la isla del encuentro que indicaba la carta de inmediato, antes tuve que
huir de un par de barcos piratas, pero lo logre con pocos percances, al encontrarme
con la flota me preguntaron sobre lo que sabía y les informe, aunque nunca nos
imaginamos que los encontraríamos en el trayecto, pensamos que ya estaban en las
aguas del imperio, incluso pensé en que había sido un error abordar un barco de la
flota ya que si estaban en aguas del Imperio no podíamos seguirlos, pero la suerte
nos sonrió.
El maestre Celso comiendo galletas en exceso, por cierto con algunas en sus bolsillos.
- ¿Y quién es esa persona con tantas influencias?
El capitán de la flota – No sé exactamente quién es, solo sé que es el nieto de una
señora muy mayor, su familia tiene el control comercial de toda la gran ciudad,
incluso se dice que hasta el mismo Imperio les venera por su gran poder monetario.
Era una carta que el rey no podía ignorar, para honor de la flota del reino por fin se
le puso fin a ese corrupto que lideraba nuestras filas.
Todos callaron, en su interior agradecían a quien sea que haya enviado esa carta,
porque gracias a ello todavía estaban vivos, pero no duro mucho el momento, la flota
del reino tenía mucho que hacer. Sonia y su esposo tenían que partir, y el pesquero
todavía tenía varias escalas y la más importante para su pasajera Claire estaba muy
cerca. Así de este modo llego el momento de las despedidas, para mencionar la más
emotiva fue la de Sonia y Claire, aunque tenían poco tiempo de conocerse, pero por
todas las duras situaciones que pasaron su amistad creció enormemente en poco
tiempo, bien se dice que los mejores lazos emocionales no los crean los buenos
momentos, al contrario los malos, duros momentos son los que hacen que
apreciemos, queramos, amemos a una persona, lo mismo pasaba con estas dos nobles
mujeres, que con ojos aguados se dieron un largo y profundo abrazo.
Claire apoyando su rostro en el hombro de Sonia. – Siempre te recordare, usted se
convirtió en alguien muy especial para mí, en este corto paso por la vida.
Sonia que pasaba su mano por el cabello de Claire. – Nos volveremos a ver, cuando
visite el puerto de la gran ciudad, te llamare para tomarnos una taza de té como lo
hicimos en la isla tulipán, está bien.
Claire la miro a los ojos, sonriente. – Me parece maravilloso, solo que en la gran
ciudad no tendremos una vista tan hermosa como en la isla tulipán.
Sonia poso sus manos en los hombros de Claire. – La vista más hermosa me la darás
tú, cuando vuelva a ver esa esperanza que irradia tu mirada, no habrá mejor paisaje
que ver a una tan amada amiga.
Claire quitándose con la mano derecha un par de lágrimas que corrían por la mitad
de las mejillas. – Entonces te contare todo lo que pasare de aquí en adelante, y llevare
conmigo el collar que me regalaste y que esos tipos casi arruinan.
Sonia – Adiós amiga, suerte en cumplir tu sueño, recuerda algo, a veces los errores
son necesarios para cumplir un sueño, ellos arman el camino para conseguirlos.
Claire - ¿Por qué me lo dices, acaso hice algo malo?
Sonia – No te alarmes, te lo digo porque algún día lo comprenderás, ese a veces es
más pronto de lo que esperábamos.
Todos los demás se despidieron, el señor Donatilo agradeció fervientemente a los
hombres por el valor de haber rescatado a su amadísima Sonia, insistió en darles una
buena recompensa pero el capitán y Juliano se negaron, ya que pensaban que no se
cobraba por ayudar a los amigos cuando se encuentran en problemas. Sonia se había
convertido en eso, una gran amiga aunque el maestre se quejaba por dejar ir tan
fabuloso dote de joyas. Partieron con la flota para encontrar al barco en el que se
transportaban desde que iniciaron el viaje comercial. El pesquero a pesar de cientos
y cientos de abolladuras de proyectiles, y que la puerta de la sala de máquinas se
encontraba en el suelo desplomada, su motor y controles funcionaban bien, esas eran
reparaciones que harían en el puerto, ¿Pero para qué? Repararían un pesquero que
se dirigía a su último viaje. Pero por ahora los esperaba la última isla, la isla bajo la
luna, después ya en el puerto de la gran ciudad pensarían más en su futuro, por ahora
la isla tan ansiada estaba a la vista, a la vista de telescopio.
El capitán Virgilio dándole el telescopio a Claire. - Esa es, pasajera Claire, su isla, su
futuro, está ahí.
Claire sonriente y animada. - Es muy pequeña, ya me habían dicho que lo era, pero
no esperaba que tanto, pero es hermosa tiene mucha vegetación.
El capitán Virgilio – Las personas que viven en ella, son visitadas muy poco por
comerciantes, así que deben cultivar sus alimentos, y salir a pescar.
Claire se borra su sonrisa y baja el telescopio, mira al capitán. - ¿Y si es en vano mi
largo viaje? Puede ser que la persona que busco no esté ahí, y mi sueño en vez de
cumplirse se escape de mis manos.
El capitán Virgilio – La mayoría de las veces señorita Claire, las cosas se reducen a un
cincuenta y cincuenta de probabilidades, solo hasta que hacemos las cosas sabemos
el resultado, y es tan sencillo como una mala noticia o una buena, tan solo hay que
hacer las cosas, solo eso, hacerlas y ya. – Claire miro agradecida al capitán, y regreso
la vista por el telescopio.
Llegaron al puerto, muy pequeño tan solo para un par de embarcaciones, por los
momentos el pesquero era la única nave que amarraba en él. Los recibió un hombre
muy viejo con color blanco en su cabello, barba y bigote, era un viejo muy amable,
tenía una sonrisa muy positiva, era de esas personas que es imposible que llegaras a
adiarlos. El capitán y los demás se quedaron en el pesquero ordenando todo un poco,
y también reparando cosas que estuvieran al alcance de sus capacidades, todo para
ahorrarse unos cuantos billetes, caso contrario con Claire que prácticamente arrastro
a Juliano al pueblo, cargando un par de maletas. Decidieron quedarse en algún hotel
o hospedaje, a nadie le caía mal la idea de dormir en una cama amplia y cómoda, sin
las estrechas camas en los camarotes y el constante tambaleo del pesquero sobre las
aguas. Claire estaba emocionada caminando a paso acelerado, estaba actuando
normal en su situación, ya que su sueño estaba a corta distancia pensaba ella. Tan
solo tendría que preguntar y lo encontraría. Pensó que el tamaño de la isla era
beneficioso para minimizar la búsqueda del aclamado “J.K.WALKER” el escritor que
admiraba inmensamente (y hasta amaba de alguna forma). Rápidamente encontraron
una posada, no fue difícil era la única en la isla, le daba la impresión a Claire que ahí
era todo fácil, lo que faltaba no podía ser difícil. En cambio Juliano muy callado y
haciendo todo contrario a Claire, todo muy despacio, además de pensativo, en su
mente navegaban otros pensamientos más allá de las frenéticas acciones de su
compañera de viaje, que rápidamente dejo el equipaje que habían cargado en la
habitación, corrió para ver la habitación de los hombres y se paró enfrente de Juliano,
le dijo. – Estoy lista, comencemos. – Juliano contesto, momento después. – Claro,
comencemos. – Poco convencido por cierto, pero se dejaba llevar por la situación.
Salieron a las calles, a buscar el primer lugar para preguntar, Juliano sudaba en
exceso, era ese sudor característico cuando el cuerpo se encuentra en una situación
de estrés, ¿Acaso no tendría que ser Claire la angustiada?
Así caminaron, Claire pregunto antes en la pensión donde se hospedaron, pero no le
dieron ninguna información no sabían de quien estaba hablando, aunque le extraño
no le resulto del todo raro, ya que posiblemente el suscitado escritor podría
encontrarse en alguna casa particular que le alquilaría a algún isleño, así que siguió
la búsqueda.
Claire se acercó a una gente en el parque, paso por cada banca que había en el sin
recibir una respuesta positiva, mientras tanto Juliano se quedó hablando con un señor
que estaba sentado en una banca enfrente de una iglesia y dejo a Claire que se
adelantara. Claire al alejarse se percató que Juliano platicaba mucho con alguien que
acababa de conocer, lo vio llevarse las manos a la cara como signo de lamento, o eso
pensó.
Después se sentó al lado del señor quien le coloco una mano en el hombro, esto
confirmo el primer gesto de Juliano, intrigada y sin más personas que hubieran en el
lugar para investigar algún dato, regreso donde Juliano estaba con el señor sentado.
Al ver que Claire se acercaba Juliano paso sus manos por sus ojos, se puso de pie y se
despidió del señor muy cortésmente, sin decir nada tomo de la mano a Claire y ahora
ella era a quien llevaban apresuradamente, no tenía palabras, pero al ver la
determinación en los pasos de Juliano, aunque las tuviera no quiso decir nada,
aunque recordó que de un tramo del viaje, Juliano se notó muy callado y pensativo,
no sabía el porqué de sus comportamiento.
Capitulo XIII
La verdad al pie de una lápida.
Caminaron mucho, hasta que Claire noto que en el camino que seguían a paso muy
apresurado desaparecían las casas, ya no habían más en el resto del camino, mucho
menos personas. No comprendía la situación, no sabía que propósito movía las
piernas a rápido paso de Juliano, mucho menos entendió la situación cuando vio a
los lejos, al final del camino un cementerio, pequeño. Era un cementerio pequeño
proporcional con el tamaño de la isla, pero no era un cementerio gris y tétrico, era
una cementerio digno de apreciar a los lejos, era hermoso. Estaba decorado con
incontables números de flores, con una variedad esplendida de colores, envidiado
por la mejor de las florerías de la gran ciudad seguramente, esto dejo asombrada a
Claire no solo en la isla Tulipán habían lindos paisajes llenos de flores. Pero rápido
entraron al cementerio. Los portones estaban sin candado, no tuvieron ningún
problema en ingresar en el, Claire mirando incesantemente a Juliano, como pidiendo
una explicación o aunque sea una palabra, pero estos intentos fueron fallidos, Juliano
tenía la mirada clavada en frente, en un propósito, hasta que se acercó a una tumba,
adornada con flores como todas las lapidas, pero estas estaban en unos jarrones, eran
flores de pocos días de haber sido cortadas, la tierra estaba de manera que habían
sepultado a alguien recientemente, Claire vio la lápida, decía:
“Juliana Walker.
De amigos que en poco tiempo la amaron mucho.”
Claire no le pareció familiar el nombre, aunque el apellido resonaba en sus
pensamientos, hasta que asimilo todo cuando vio la lápida que estaba al lado derecho,
decía:
“Janniro Walker.
De amigos que amaron sus locuras y alegría.”
Y comprendió a su modo.
Claire llevándose las manos a sus labios, con tristeza llenando su brillante rostro. –
No puede ser, Juliano, esta persona enterrada aquí es, es a la persona que buscamos;
a la persona que busco, ¡No puede ser! está muerta, murió.
Sin saber que pensar Claire quedo más desconcertada, lágrimas asomaban por su
mirada, lagrimas impulsadas por saber que su sueño se encontraba seis pies bajo
tierra. Cuando Juliano se arrodillo en la tumba de la mujer y comenzó a llorar, a llorar
intensamente. Claire no sabía, no comprendía que relación podría tener Juliano con
alguien de la isla, hasta que Juliano se calmó, Claire lo abrazo sin decir nada, y
entonces hablo.
Juliano tomo la mano que Claire tenía sobre su pecho. – Claire, el hombre que está
aquí no es J.K. Walker, así que tu sueño no está perdido incluso tu sueño se hizo
realidad hace mucho tiempo, lo que pasa es que tú no sabes cuando sucedió. La
verdad es que yo te use Claire, no quería enfrentar esto solo, así que cuando
apareciste en mi vida vi en ti algo de fuerza que alimentaba mi interior, tu forma de
ser, tu alegría, tu voz, me ayudaban para olvidar el pesar que me embargaba, te mentí
diciéndote, inventándote lo de mi trabajo de conserje, para que me acompañaras y no
pasar este momento solo. Pero ahora que estoy aquí me doy cuenta que te he
lastimado; lastime esa confianza que depositaste en mí, lo siento ya que te he mentido
casi siempre desde que nos conocimos, lo siento.
Claire mira al vacío, tal vez recordando al mismo tiempo, todo o que había vivido
con Juliano. – No entiendo totalmente lo que dices, pero solo me queda preguntarte,
¿Quiénes son estas personas enterradas aquí? ¿Y porque estas personas tienen el
apellido de la persona que buscamos?
Juliano limpiándose las lágrimas de ambas mejillas. - Fácil, ella es mi abuela y él es
mi tío. Y por eso tienen mí mismo apellido.
Claire titubeando, al parecer esas palabras superaban su nivel de comprensión de la
situación. –Tu, tú, tu. ¿ Tu mismo apellido? ¿Tu apellido es Walker?
Juliano – Es tan irónico que a pesar que hemos pasado por mucho en poco tiempo,
no conozcamos mucho de nosotros, al parecer ambos somos muy despistados o
esperamos que pequeños detalles como estos, la vida nos lo lance a la cara, pero
tenemos de excusa que estábamos muy ocupados tratando de salvar nuestras vidas
a bordo del pesquero, como para estar preguntándonos nuestros datos personales.
Pero es momento que te lo diga, Claire, mi nombre es “Juliano Karsten Walker”. Yo
soy J.K. Walker.
La cara de Claire cambio de repente, como si en un segundo hubiera unido muchas
piezas, aunque le faltarían muchas más para comprender totalmente la situación,
pero la pregunta que tanto se hacía no espero mucho en salir de su boca.
Claire algo alterada. - ¿Entonces eres de esta isla, acaso naciste aquí?
Entonces Juliano se acercó un poco, y mirándose fijamente, a la expectativa de
cualquier palabra; pero Juliano hablo y le conto a Claire todo aquello que el maestre
había escuchado un poco antes y tal vez un poco más, ¿Quién sabe? Pero hablo
mucho, ambos permanecieron de frente con una pose que no daba lugar a mentiras.
El viento soplaba al punto que los cabellos que caían hasta los hombros de Claire
ondeaban en el aire, al igual que el cabello de Juliano, algo largo hasta el punto que
casi podía hacerse una cola, era lógico estaba en el mar, pero a pesar del Vaivén de
sus finos cabellos, sus miradas no se desviaban, una de la otra. Juliano termino su
relato bajando su cabeza, era grande el dolor que sentía que solo salía un “Lo siento”
de su boca en símbolo de disculpa, pensaba que la situación seria diferente y podría
explicarle a Claire la situación de mejor manera, pero no podía, su abuela estaba ya
descansando bajo sus pies no pudo despedirse, no hubo un adiós. Pero sus peores
sentimientos amainaron cuando con su mirada clavada en el suelo, de repente sintió
el abrazo fuerte y tan acogedor de Claire.
Claire abrazando a Juliano, con su rostro apoyado en su pecho y la mirada cerrada. -
Entonces todo este tiempo fuiste el sueño que estuvo a mi lado; todavía me es difícil
asimilar la situación, pero si me lo preguntas, quisiera que me dijeras de nuevo todas
esas mentiras para vivir este viaje, porque sería algo que aunque aterrador, vivir
todas esas situaciones, con la vida en un delicado hilo, quisiera volver a superarlas,
porque ahora me doy cuenta que aunque en el final casi perdemos nuestras vidas, la
poca esperanza que tenía, era porque estabas conmigo. Porque hasta el final buscaste
protegerme, poco a poco iremos disipando las demás dudas, mis dudas, mis
interrogantes, pero por ahora en este momento tan difícil que afrontas, déjame ser un
apoyo para ti, alguien con quien puedas desahogar tu dolor, alguien que antes te
admiraba, hasta hace unos meses te quería, pero ahora no cabe duda que te amo, no
por lo que creía que eras, si no, por lo que me has demostrado, por las dos personas
que quería tanto al final resultaron ser una sola.
Y en ese abrazo que se extendió por tanto tiempo, tanto que no se dieron cuenta que
a lo lejos se acercaba con paso lento, un señor ayudado a caminar con un bastón muy
casero. Ambos se dieron cuenta de su presencia cuando este les hablo, era un señor
que había crecido en una isla aledaña a la isla bajo la luna, pero desde joven comenzó
a vivir aquí, se llamaba Tomas, Don Tomas le decían todos. Hace unas décadas se
había encargado de cuidar el cementerio, tal vez él era el autor de tan hermoso paisaje
que regalaban todas las flores en el cementerio, estaba muy viejo, ya no tenía cabello
de otro color que no fuera blanco grisáceo, usaba ropas muy viejas, pero algo lo
distinguía, era muy amable, al parecer en esa isla la mayoría eran ya muy viejos y
muy amables, y con su voz muy aguda pero noble, hablo. Claire y Juliano voltearon
sorprendidos.
Don Tomas – Jóvenes, disculpen que interrumpa su momento, pero no pude evitar
ver que estaban visitando estas dos tumbas, bueno también note que no son de aquí,
conozco a toda la gente de esta isla, no soy bueno recordando pero es una isla
pequeña como ya habrán notado. La que ocupa esta tumba me dijo que alguien, un
joven hombre para ser especifico, acudiría a la isla, no sabía cuándo sucedería, espero
no equivocarme y que ese joven seas tú muchacho.
Juliano con voz apagada. - Yo soy el nieto de Juliana Walker, y por consiguiente
sobrino de Janniro Walker, ¿Usted los conoció? Espero que sí, espero que usted sea
el portador de sus últimas palabras, ya que al parecer no pude llegar a tiempo.
Don Tomas – Si los conocí muchacho, mas a tu tío Janniro, un hombre muy loco pero
de corazón noble. A tu honorable abuela la conocí poco, pero me pude dar cuenta de
la gran persona que era, compartimos muchas pláticas en tan corto tiempo. Bueno
joven creo que aquí no es idóneo para conversar por tanto tiempo, el viento que sopla
es algo frio y puedo resfriarme, a mis años ya no es tan simple, así que los invito a
tomar algo de té a mi casa, ahí te hablare más, vamos síganme.
Sin mediar más palabras los jóvenes siguieron a Don Tomas, caminaban a su paso
muy lento ayudado por el bastón, una imagen curiosa se daba detrás del viejo Tomas,
Juliano sin darse cuenta con su brazo acogía a Claire, caminaban como una pareja
muy enamorada, al parecer las cosas ya se habían dado, solo faltaba el protocolo de
formular la pregunta y recibir la respuesta.
Por suerte la casa del viejo Tomas no estaba muy lejos, porque su paso era muy lento,
pero bueno para que quejarse si la isla no era muy grande que digamos; la casa muy
vieja como el dueño, pero muy linda, salía algo de humo de la chimenea que
sobresalía del techo, algo que confirmaba su gran labor en el cementerio eran las
hermosas flores en la entrada de la casa que bendecía a la vista con los innumerables
colores y formas. Se escuchó un perico al cual el viejo le dijo. – Cállate granuja, no ves
que son visitas, pensaran mal de ti. – Y rio amablemente. Abrió la puerta y con una
cálida sonrisa los invito a pasar al fuego de la chimenea y colocando un porrón para
calentar agua, Don Tomas se sentó y le hablo.
Don Tomas – No puedo evitar verte hijo, eres muy parecido a tu tío, ese porte de
elegancia que lo caracterizaba. Tenía perdidas de amor a todas las mujeres, pero su
mirada era gentil, hacia reír a la gente, a veces sus chistes eran muy vulgares, pero
era una gran persona, un gran hombre, mi vista estará lejos de sus mejores años pero
puedo asegurar que tú eres igual a él, claro sin lo vulgar y atrevido que era. - Rio un
poco. - Aunque te pareces más al otro hijo del cual hablaba mucho tu abuela, puedo
deducir que era tu padre, si claro, trasmites esa seriedad que tanto nos platicaba la
señora Juliana. Pero ella no me menciono que estuvieras casado con una mujer tan
hermosa, su cara es tan inocente.
Ambos hicieron los gestos, los sonidos de sorpresa, la timidez, que solo dos
adolescentes enamorados podrían mostrar. Si Juliano hubiera sido un hombre con
muchos amigos y ellos hubieran visto esta escena, él hubiera sido objeto de
innumerables burlas, si esto describe totalmente la situación, el hablo entrecortado y
muy sonrojado.
Juliano – No, no, no se equivoca seño… Don Tomas, no somos esposos somos buuu
bue… buenos amigos, si eso somos, ella me acompaño a este viaje por una serie de
circunstancias.
Don Tomas ve que Claire sonríe de manera tímida. - Vaya pero que mal, si son el uno
para el otro, nunca había visto a pareja tan hermosa, y eso que he vivido muchos años.
Aunque sus palabras joven sean esas, sus manos entrelazadas me dicen lo contrario.
- Se miran ambos y se sueltan súbitamente. - No se sientan apenados, puedo ver que
ya se aman tan solo falta el protocolo, - ríe nuevamente.
Juliano con la tristeza regresando a su rostro, pregunta. – Dígame señor, ¿Cómo
fueron los últimos días de mi tío y mi querida abuela?
Don Tomas – Haaa, joven, recuerdo cuando tu tío llego a la isla, soñador y alegre, así
se describiría perfectamente. Vino diciendo que buscaba la jema del pirata
Bartolomeo Jewel. - Juliano y Claire se inquietan al escuchar “Jewel”. - Por su reacción
noto que vinieron por la aguas del reino, si han escuchado este apellido seguramente
es del nieto Rick Jewel, pero me entere por un pescador que fue ejecutado hace unos
días. Bueno continuo, era una jema hermosa sobre todas las demás, dicen que era del
tamaño de la palma de un niño. El pirata Jewel, la escondió en esta hilera de islas que
terminan casi en la frontera marítima con las aguas del reino, lugar opuesto a este
sitio, ni el hijo de Bartolomeo sabia en que isla estaba escondida la jema, pero nunca
la pudo encontrar y ni lo encontrara, mientras no se le una la cabeza con el cuerpo
nuevamente. Pues esto tenia obsesionado a tu tío, empezó a buscar en toda la isla
pero no encontró nada, una vez me dijo que su sueño era encontrar la jema y después
de ahí buscaría a la mujer de sus sueños, le pediría matrimonio regalándole la jema.
Era increíble pensar que alguien tan majadero como el pudiera fijarse esa meta y no
liarse con cuanta mujer se le cruzara en el camino, nunca supe que compartió sabanas
con alguna linda mujer, ni rumores, ni nada. Al parecer su meta, su sueño era su
único amor, es raro ver eso en un hombre. - En ese instante sonó el porrón, Don Tomás
se levantó y preparo el té, sirviéndoles a Juliano y Claire. Se sentó y tomando un
pequeño sorbo de su taza, continúo. - Pero antes de partir de la isla, enfermo, al
parecer era un mal que había heredado de tu abuelo, eso me menciono un día, cuando
su situación era drástica. En ese período de tiempo, llego tu abuela a la isla, bajo sus
cuidados mejoro un poco, pero a pesar de los incontables intentos de tu abuela de
trasladarlo a la ciudad más cercana, él se negó, le dijo que sabía que estaba en las
últimas etapas de la enfermedad, no había retorno para esto. Apenas vivió unas
semanas más, con la presencia de tu abuela que le amainaba un poco el dolor, pero el
fin era irremediable. Desde esa tarde que tu tío nos dejó, tu abuela perdió toda
esperanza de vida, una vez me dijo que muerto tu tío se le acababa toda voluntad de
seguir adelante, lamentada dejar a su nieto solo contra el resto de la familia, pero sus
pensamientos yacían en una tumba en la gran ciudad y otra parte en esta isla. Si
regresaba a su hogar, en donde nacieron sus hijos y su nieto, solo seria para morir
cada día, viendo como sus hermanos y los hijos de estos se peleaban por los bienes
de la familia, como buitres peleando los despojos de un cadáver, pero a pesar de que
difícilmente podría verte de nuevo, su esperanza de que tu fueras feliz no moría con
ella. Días antes de morir te dejo una carta en un sobre sellado, por aquí lo tengo.
El señor se levantó poso la taza en una pequeña mesa, busco en un estante clavado a
la pared, todo ahí tenia colores muy apagados, todo ahí era muy viejo, pero sobresalía
el sobre en él, con un blanco nuevo, muy diferente a los frascos y demás cosas que
posaban sobre el estante, lo tomo y se lo entrego a Juliano.
Don Tomas – Ya está oscureciendo, si es así puedo deducir que se quedaran en la isla,
eso es bueno, puedes leerla hijo cuando tu corazón se calme, ahora solo piensa que tu
abuela hubiera querido que aceptaras su partida como algo que forma parte de la
vida, y está más allá de nuestras posibilidades, así que a nuestra edad solo queda
aceptarlo y esperar que las personas que nos aman, sufran solo un poco o nada si
podemos pecar de codiciosos.
Claire – Señor Tomas, ¿Por qué la isla se llama así?
Don Tomas – Yo sabía que no eras una chica cualquiera, esa pregunta me confirma
que mi sabiduría está en su mayor esplendor, aunque aquí vienen personas a explorar
la isla y sus bellezas, pocas personas prestan atención al nombre, a todas les parece
un nombre bonito y nada más. Tal vez porque piensan que solo es para atraer a los
turistas, por eso los que la habitamos guardamos el secreto y solo se lo revelamos a
personas especiales como tú. Veras algo pasa en la isla cuando hay luna llena, no
pienses que es algo de terror o algo por el estilo, para nada. En el centro de la isla hay
una laguna, normal si la visitas en el día o en cualquier otra noche, pero cuando la
luna llena aparece en el cielo despejado, su luz ilumina la laguna y ahí sucede la
magia, la laguna comienza a brillar, sus rocas al fondo y alrededor brillan de todos
los tonos de azul que puedas imaginar, azul, verde, y un poco de amarillo. Y en el
centro brilla la luna como si la misma estuviera en el fondo de la laguna. Más bien se
me ocurre una gran idea, vayan hoy que la luna estará de actriz principal sobre el
cielo, hoy hay luna llena, aunque es muy difícil llegar ahí por la espesa maleza, pero
le diré a un niño que los guie y les enseñe el camino secreto hacia la laguna.
La cara de Claire se ilumino y el viejo Tomas rio con su forma tan característica de
hacerlo, Juliano olvidando por un segundo su perdida, asintió y se quedó
hipnotizado por la sonrisa de Claire que debido a la noche que caía sobre la isla, su
rostro solo era iluminado por el fuego de la chimenea.
Después de despedirse del viejo Tomas y regresar al puerto donde los pescadores
estarían impacientes esperándolos, todos acudieron a la posada en donde se
quedarían por un tiempo no mayor a dos días. Cenaron cuantiosamente, más que
todo los pescadores. Al parecer extrañaban muchísimo la comida de una cocina en
tierra. Después de satisfacer su apetito, Juliano les conto todo acerca del viaje y lo que
había pasado ese día en la isla bajo la luna, Claire ya sabía casi todo, el maestre Celso
solo un poco de la historia. Todos muy atentos, el marinero Flavio no despegaba la
vista de Juliano, atento a todo lo que su historia conllevaba a lo largo del viaje, incluso
masticaba un trozo de pan mientras se sorprendía por lo que no había notado en el
viaje, cada detalle que de una u otra manera, había influenciado para que todos
estuvieran sentados ahí ese día.
Claire por su lado recordaba en su mente todo, desde que inicio toda esta historia, de
una vida normal, una chica normal un tanto soñadora, pero que supo dar el primer
paso a su sueño, aunque para ella en ese momento en que decidió escabullirse a la
editorial, lo hubiera creído imposible, pero lo dio, sin importar si sería en vano o no.
Tal vez eso define las vidas de las personas, ese momento en que decidimos dar un
salto al vacío, sin saber que nos espera al fondo, simplemente darlo y ya. Recordó
cuando fue la primera vez que vio a Juliano, aunque no tuviera un tono romántico,
era un recuerdo ahora especial para ella, todavía no asimilaba que el tipo que hablaba
en frente de ella, tratando de explicar cómo su mentira a ella empezó a tornarse cada
vez más seria. Mientras lo hacía, Claire recordaba las partes favoritas de los libros
que escribió Juliano, tenía tantas preguntas que hacerle, ¿En que se inspiraba? ¿Son
historias reales? ¿Cuándo escribiria su decimo libro? En fin, infinidad de preguntas
que no sabía cómo empezar a realizarlas, porque ahora todo cambiaba, Juliano ya no
era un gran amigo que la acompañaba en este difícil viaje hacia su sueño. Él era su
sueño, a medida que más lo miraba, más le invadían los nervios, mas tímida se volvía
al recordar todo lo que en el transcurso de años había soñado con J.K. Walker, como
protagonista de todos los sueños, algunos hasta la avergonzaban, porque el hombre
de sus sueños tenia ahora rostro y voz, al parecer a ella le encantaba eso.
Todos le brindaron sus opiniones a Juliano acerca de la situación que él les había
relatado. Por suerte todas fueron positivas, aunque por preferencia hubieran querido
que él se los hubiera dicho con mucha anterioridad a este momento, o por lo menos
insinuado. Contrario a esto agradecían sus mentiras, porque de una u otra manera
los había conducido a tantas aventuras como desventuras, pero momento después en
que todos se dieron un abrazo que simbolizaba unión del grupo, también le
mostraron sus condolencias por su doble perdida. En ese mismo instante apareció un
niño que le preguntaba a la señora que atendía la mesa de los viajeros por mar, sobre
dos jóvenes a quien el buscaba para una misión muy específica. Enseguida la señora
supo de quienes se trataba, eran tan distinguibles que era imposible si quiera pensar
en segundos sujetos, la señora señalo la mesa, el niño se acercó y se presentó ante
ellos muy cortésmente y les planteo la misión que lo traía ante su presencia. Los
pescadores no comprendieron, pero Claire y Juliano captaron inmediatamente que la
invitación era para ellos. Juliano se encontraba muy fascinado por la historia de la
luna y el lago, ya dejando a un lado las angustias porque se supiera la verdad que
ocultaba, siempre con una sonrisa a medias que le provocaba haberse dado cuenta
del fallecimiento de su abuela ese mismo día. Claire por su parte estaba nerviosa y su
corazón se aceleraba, sentía ese calor característico en el cuello del aumento de
presión en el cuerpo. No le había pasado tal cosa desde el instituto, cuando se había
enamorado de aquel chico que al final le había roto el corazón, pero ella solo
asimilaba los sucesos, aunque esta vez sentía que era más fuerte la angustia. Así se
despidieron de los pescadores y siguieron al chico mestizo de cabello muy negro que
los guiaba por las calles del pueblo en la isla, los pescadores por su parte se fueron a
conocer un poco la isla, a pesar de haber pescado décadas en las aguas del imperio,
nunca habían visitado esta pequeña isla, entonces fueron al lugar que mejor los
conectaría con la isla, el bar de la isla claro.
El sendero.
Mientras Juliano y Claire divisaban un sendero, ya las luces del pueblo habían
quedado atrás, solo la luz de la luna iluminaba lo que sus ojos alcanzaban a ver,
pero al entrar al sendero con vegetación muy alta a los lados, tanto que los superaba
en altura, el niño encendió una pequeña linterna, pequeña como la isla. De repente
el sendero se tornó en pendiente más y más pronunciada, tanto que Claire tomada
de la mano de Juliano se apoyaba en el para dar el paso. Comenzaron a agitarse por
el cansancio, después de un poco más de penitencia vertical, todo se tornó en bajada
y después en curvas como las que traza una serpiente en su dominante movimiento
hacia su objetivo, de derecha a izquierda, de izquierda a derecha, el camino
zigzagueaba y lo hizo por un buen trecho más. Cuando el camino se puso más
oscuro por un momento el niño y la luz de su linterna desaparecieron, Juliano y
Claire se detuvieron, sus miradas se buscaron, apenas podían notar en la plena
oscuridad sus escleróticas con un tono algo azulado, Claire le dijo, - Sigamos ya no
podemos regresar. – Juliano le contesto dando un paso adelante, reanudando la
caminata. No falto mucho para que alcanzaran el final del sendero y alcanzaran un
éxtasis visual, observando el hermoso paisaje que encontraron en la isla.
Aquella laguna algo pequeña, como la isla, estaba iluminada por millones de tonos
de colores, igual y cien veces mejor, que como lo describio Don Tomás. Predominaba
el azul, pero también habían tonos de verde y escasos chispazos de amarillo, así como
lo dijo el viejo Tomas. Claire no pudo controlar una linda sonrisa que se convirtió en
una risa, provocada por la fascinación, el agua de la laguna era totalmente
trasparente, se podían ver las rocas del fondo, tal cual como lo reflejaría un espejo, la
hermosa orquesta de colores terminaba justo un poco más arriba del nivel del agua
de la laguna, delimitada por la oscura hierba que a esta la rodeaba. En el otro extremo
estaba el niño guía, quien se quitaba la camisa y se preparaba para un chapuzón. Solo
así se pudo ver el agua en la laguna, ya que por la quietud de esta y su admirable
transparencia, era imposible saber si había agua o no, solo se podía pensar que si
había agua, pero esto lo confirmo.
Claire y Juliano buscaron sentarse en una roca y con los pies en el agua, casi igual que
en la isla conejo, los dos admiraron el paisaje que inundaba sus emociones; el niño
que se llamaba Zeko, nadaba de perrito, se acercó y les dijo.
El niño Zeko. – Aquí normalmente vienen las parejas que desean confesarse su amor
y todo eso, mi padre lo hizo con mi madre, al parecer el hermoso paisaje ayuda a que
un si sea imposible de no dar, pero por lo que veo ustedes ya se confesaron el suyo,
pero aunque sea disfruten del paisaje, solo eso queda.
Juliano sonrojado y ella mirando hacia otro lado. - Nosotros todavía no somos algo,
niño, solo somos amigos por los momentos.
El niño Zeko - ¿Entonces porque están tomados de la mano? - Claire y Juliano se
sueltan rápidamente. – Con que todavía no se han confesado, bueno me iré a nadar
al otro extremo para que se lo digas, hazlo ahora ya que está por comenzar el suceso
que nos trae por aquí. - Se aleja nadando como perrito.
Claire en tono bajo pero perceptible. - ¿Juliano que somos, o mejor dicho que
seremos?
Juliano la toma de los hombros y la mira fijamente, ella se sorprende. - Claire, no
puedo decir que desde la primera vez que te vi me enamore, pero puedo decir que
desde la primera vez que te vi crecieron las inmensas ganas de verte una y otra vez.
Cada vez que miraba tu rostro en este viaje, era como si lo descubriera por primera
vez, siempre me sorprendía y quería quedar admirándolo por los instantes que
duraba, mirarte era mi intensa búsqueda pero hoy al tocarte y sentir el dulce aroma,
la sublime fragancia de tu ser, puedo decir que en cada mirada, en cada suspiro, el
cielo ha conspirado para que terminara completamente enamorado. Por eso te digo,
Claire, que desde ahora quiero que cada mañana, cada vez que veo tu perfil y volteas
hacia mi, quiero sentir esa sensación en el pecho, esa sensación que me dice que
descubro la belleza en ti, cada vez de una manera más impactante, cada vez más
enamorado de ti, porque en cada mirar, en cada sonreír, en cada cualquier cosa de ti;
me enamoras al instante, más y más, quiero saber cómo terminara este sentimiento.
Claire callada por unos instantes, habla de manera resolutiva. - Entonces lo
descubriremos juntos, descubriremos que hay al final de este sentimiento,
descubriremos cuanto puede crecer, y si tendrá fin o solo la muerte podrá darnos esa
respuesta.
Y por fin, los dos tímidos, uno que solo podía expresar sus sentimientos
escribiéndolos. Y Claire, hacia que los sentimientos que J.K. WALKER plasmaba en
sus libros, como propios. Ambos se fundieron en un beso corto pero profundo. El
niño Zeko, salía al otro extremo del agua, y gritaba al mismo momento en que el beso
finalizaba.
El Niño Zeko. – Mirad, mirad al fondo de la laguna.
Cuando la luna estaba justo encima de la laguna, en el centro de esta, en el fondo,
diferente a cualquier color que ya imperara en el lugar. Una luz blanca, pura,
imponente, empezó a brillar en el fondo de la laguna. Era como tener un pequeño
trozo de luna en el fondo, una perla con luz propia, el niño dijo – se dice que las rocas
reflejan la luz lunar concentrándola toda en el centro, - Juliano dijo a Claire. – Lastima
que no trajimos cámara, hubiera sido grandioso grabar este momento. – Como me
dijo en la isla conejo, estos paisajes solamente deben quedar grabados en la memoria,
grabarlos en papel haría que perdiera un poco la magia.
Así avanzaron los minutos, la luna al seguir su curso hizo que la maravillosa luz se
extinguiera, regresaron al pueblo, el niño corriendo casi, ya que su mamá se enfadaría
si llegaba tan tarde. Al salir del sendero y ver las luces del pueblo el niño se despidió
y salió a toda prisa a su casa, Juliano y Claire caminaron hasta sentarse en una banca
del parque, después de platicar de todo y despejar muchas dudas que quedaban,
Juliano recordó que en el bolsillo de su camisa guardaba la carta que le dejo su abuela,
decidió que era el momento idóneo para leerla. Saco el contenido del sobre y comenzó
a leer para sí mismo:
Querido Juliano.
Con dolor escribo esta carta, posiblemente ya no estaré entre los vivos cuando la leas,
pero espero que puedas soportar la perdida de tu abuela y de tu tío. Siempre fuiste
un muchacho fuerte, tal vez por eso triunfaste como escritor, siempre canalizaste tus
sentimientos plasmándolos en el papel. No tengo mucho que decirte, porque es muy
sabido que cuando se comparte tanto con una persona, aunque la sorpresa de saber
que esa persona a partido al viaje sin retorno, todas los recuerdos buenos y malos
amainan de alguna forma el dolor, te hacen comprender que tu ciclo con esa persona
se acababa, era tiempo que esa persona se adelantara y preparara el camino para
algún día verse de nuevo. Deseo de todo corazón que encuentres a una linda mujer
que te haga feliz, porque solo así mi recuerdo en tus memorias no será en vano, eso
le daría sentido a todos los años en que cuide en criarte bien y lo logre, verte casado
seria el broche de oro a tan ardua tarea, sé que lo lograras, sé que te espera ese
momento pronto, porque eres alguien admirable. En ti siempre vi la honorabilidad y
seriedad de tu padre, y un poco, tan solo una pizca de la locura y carisma de tu tío,
una pizca ya sería demasiado, pero bueno tu tío fue alguien que nació para hacerte
reír por mucho que quieras llorar por su vida tan licenciosa.
Ahora paso a un tema serio, seré breve, porque quiero ser directa con mis decisiones
que tome en este último tramo de mi vida, toda la herencia de los Walker, herencia
que tu abuelo vio crecer con mucho esfuerzo y sacrificio, te queda a ti, hasta el último
pedazo de césped y concreto, puedes hacer lo que te designe tu corazón con todo,
igual a mí y a tu abuelo no nos importara, porque nuestra meta en la vida ya está
cumplida. No dejes que el resto de la familia tome algo de esta herencia, siempre
fueron parásitos en la vida de las demás personas, me cuesta hablar así de mi propia
sangre, aunque no puedo dejar de ver la realidad de los hechos, cualquier ayuda que
les quieras brindar está a tu criterio, sé que harás lo correcto, lo sé porque si no lo
mencione antes, heredaste también la pureza de tu madre, ¡Ho! Noble mujer que amo
tanto a mi hijo.
Me despido y al lado de esta carta estará el testamento, que si es por designios del
destino fuera, un abogado perdido en su ruta marítima, me ayudo a redactar. Que
suerte he tenido para poder dejar esta vida sin ningún asunto pendiente, dejando
todas mis bendiciones sobre ti hijo y sobre la esposa que te dé tu futuro. Ya lo que te
pude dar te lo di, porque nunca miraste atreves de las riquezas materiales, sino,
siempre viste atreves del tesoro del corazón. Adiós mi Juliano, te quiero tanto que no
me duele dejarte, aunque sabiendo que siempre estaré en tu corazón.
Se despide tu abuela.
P.D. El anillo de tu madre está en un casillero del banco de la gran ciudad, el abogado
de la familia te dará los detalles, porque sé que lo necesitaras.
Juliano se queda pensativo por unos momentos, el trance lo rompió Claire, al
preguntar.
Claire, casi con miedo, le pregunta. - ¿Qué decía?
Juliano, mira a la inmensidad unos momentos más, voltea hacia ella, sonriente y le
responde. – Que después que regresemos a la gran ciudad, que yo me invente una
gigante excusa para la editorial y después usted renuncie definitivamente a su
trabajo, y que también después arregle unos papeleos y disputas con familiares,
podremos empezar una nueva aventura.
Claire con cara de sorpresa, pero también de incredulidad. - Todo suena fantástico y
complicado. ¿Pero qué nueva aventura tendremos?
Juliano muy resolutivo, responde. – Terminaremos lo que mi tío empezó, buscaremos
la jema plateada de Bartolomeo Jewel.
Claire se queda sorprendida por la idea alocada de Juliano, acababan de salvarse
milagrosamente de la muerte, a manos de piratas, y ahora quería buscar un tesoro
que le perteneció a un despiadado pirata. Sinceramente, ya no le quedaban dudas de
que Juliano heredo una pisca muy grande, de la locura de su tío Janniro. Claire sonrió,
como si aceptara acompañarlo a otra gran aventura. ¿Quién sabe?
Epilogo
La editorial acepto la prórroga del libro de J.K.WALKER, solo si escribía dos en vez
de uno, Juliano acepto.
El capitán Virgilio visito una isla que le producía tanta nostalgia y recuerdos, en la
arena dejo un ramo de flores amarillas, parecían tulipanes. Después se hizo cargo de
la mayor procesadora de pescado del puerto de la gran ciudad y otros negocios.
El maestre Celso y el marinero Flavio, repararon el pesquero, lo mejoraron con el
dinero de la excelente pesca que tuvieron y los boletos de pasajeros que le vendieron
a Juliano, esperaban con ansias la siguiente aventura.
Claire renuncio a su trabajo, le conto todas las aventuras que vivió a su padre, claro
después tuvo que despertarlo al desmayarse después de este relato.
Juliano empezó a escribir su nuevo libro y a pensar en el tema del otro que escribiría.
Dividió las acciones de la compañía al quedar como único heredero, gran parte fue
donado a los habitantes de las islas más pobres del reino, los conejos se sintieron
aliviados.
El pesquero Endless Sea, dejaba el puerto nuevamente, mientras que la familia
Walker que no recibió ninguna herencia, se encargaban de la procesadora de pescado
del puerto, misión que les dejo su jefe, un tal Virgilio, mientras este se iba de viaje,
quien sabe dónde, quien sabe el porqué, solo se sabe que a buscar algo grandioso con
unos amigos, rumbo a la mar.
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