la isla de nuestro destino

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La Isla De Nuestro Destino

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Page 1: La Isla de Nuestro Destino

La Isla De Nuestro Destino

Page 2: La Isla de Nuestro Destino

Capítulo I

El Encuentro.

Te conocí una mañana soleada, que cambio en un abrir y cerrar de ojos, de repente

las nubes cubrieron el cielo y dejaron caer una suave brisa, que al cabo de unos

minutos termino empapando mi cabello. Corrí a refugiarme debajo de un árbol con

un enorme tronco, rodee el árbol poco a poco, con mi mirada puesta en las ramas de

lo alto, viendo como las gotas se colaban poco a poco entre las hojas, en medio de mi

paso hacia el lugar que caía menos agua, tu hombro choco con el mío. No sé si fue

coincidencia o destino, lo que haya sido no importa, pero si me dieran a elegir un día

para repetirlo nuevamente, es seguro que elegiría ese, una y otra vez. Ese día en que

vi el sol en tu mirada, ese día en que tu mirada se derramo sobre mí, se ha repetido

en mi mente, incontables millones de veces y hasta el final de mis días quiero que sea

de esta manera, tu alma llenando cada rincón de mis pensamientos, acompañado de

la cálida sensación de tu mano sobre la mía, por esto y más mi corazón pierde el

control con tu presencia y recuerdo. Fin.

Claire nuestra protagonista, linda chica, de piel clara, con una mirada muy hermosa,

sus escleróticas le daban un tono tan llamativo y hermoso a su mirada que

hipnotizaba. Recostada en su habitación, muy ordenada y con un estante lleno de

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libros que sobresalían de abarrotado que estaba este. Ella tendida boca arriba con un

libro en sus manos, soñaba. – Era de esperarse, un final como este solo J.K Walker los

puede dar, con este son nueve libros y cada uno supera al anterior, lleva al

romanticismo a un nuevo nivel, algo tonto, inocente. Combinándolos de una forma

que hace que el sufrimiento y el dolor sean necesarios para completar una hermosa

historia.

Ya me lo imagino el tipo de hombre que ha de ser, escuche que es muy joven, no

supera los treinta años, pero su estúpida editora vela porque no se conozca su

verdadera identidad, poco menos su rostro. He intentado conocerlo esperando en las

afueras de la editorial, pero pocas veces se presenta ahí. Y sin saber nada de él, es

imposible reconocerlo con tantas personas que entran y salen. Pero gracias a la vez

que me sacaron los guardias de seguridad, cuando me fui, no notaron que me

escondía detrás de los arbustos y pude escucharlos decir que J.K Walker se

presentaría este lunes, para algo relacionado de su nuevo libro. Solo tendré que pasar

a los guardias y colarme en la sala de reuniones y rezar para que acepte tomarse un

café conmigo, y así pueda descubrir su fuente de inspiración. Ojala no este casado o

quizás ya tenga novia. ¿Pero si no tiene? ¿Y si me convierto en su fuente de

inspiración para su nuevo libro y pueda capturar en cada línea de sus textos este amor

y deseo inmenso que ha hecho crecer en mi, con cada palabra plasmada en sus

historias? Sería un sueño, un sueño que este lunes podría comenzar.

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Una mañana, a un par de horas para medio día.

Una chica detrás de los arbustos muy frondosos, nuevamente, esperaba ansiosa el

cambio de turno de los guardias de la puerta trasera de la editorial. Un lugar lleno de

muchos árboles y una que otra flor adornaba la vista, fácilmente distinguidas por sus

peculiares colores, la chica con las piernas entumecidas por el largo rato agachada

detrás de los arbustos, cuando dan las diez am, el guardia observa su reloj y abandona

su puesto para buscar al que lo supliría, debido a un supuesto atraso de este, dado

que tendría que estar cinco minutos antes para tomar el puesto del guardia de turno.

Esta fue la oportunidad perfecta para hacer su movimiento, la chica detrás de los

arbustos, con decisión pensó en correr hacia la puerta sin vigilancia de la casa editora

de su amor platónico, que ella soñaba conocer. Pero al querer correr como lo había

planeado, camino hacia la puerta de vidrio como un venado que acaba de venir al

mundo, sus piernas entumecidas daban el paso trabajosamente, mientras sus rodillas

bailaban de un lado a otro. Respiro cuando alcanzo la puerta, entro en un pasillo muy

oscuro, tal vez porque ese día no se destinaba ninguna entrega o llegada por la puerta

trasera. Siguió por el pasillo ya caminando un poco normal, saco de su pequeña

cartera café, un papel donde se dibujaba los planos del edificio. ¿Quién sabe cómo la

chica los había conseguido? Siguió pasillo tras pasillo, actuando como si trabajara allí

hace un buen tiempo, pero cuando llego al sitio donde se supone era la sala de juntas,

noto un grupo de guardias que estaban organizándose justo en la entrada, al parecer

por las cámaras de seguridad habían visto a una chica que caminaba extraño, hacia

la puerta trasera y había ingresado sin autorización, decían los guardias.

Claire sin duda alguna supo que era a ella a quien buscaban, vio nuevamente el papel,

asustada, sabía que si la atrapaban y no tenía razón lógica para estar ahí, seguramente

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pasaría unos días en una oscura celda por irrumpir en propiedad privada, o tal vez

solo la lanzarían a afuera. Corrió hacia los baños, por el afán de escapar no noto a que

baño había ingresado, entro y se puso de espaldas contra la puerta. Al cabo de medio

minuto abrió un poco la puerta y mirando atreves del estrecho espacio entre la puerta

y el marco de esta, tratando de divisar algún movimiento en el pasillo.

Claire en su mente, con el brillo en su frente que causa el sudor ante situaciones de

estrés. – En que lio me he metido, todo por el amor a la literatura, bueno solo voy a

esperar hasta que se hagan la idea que ya me fui, y cuando todo este calmado saldré

por la puerta principal sin despertar sospechas. Mi sueño nuevamente se ira a la

basura, otra oportunidad perdida.

Alguien, un tipo joven cercano a los treinta, vestido de vaqueros y un saco de café

oscuro, sale de uno de los retretes, se mira al espejo acomodándose un mechón de

cabello, al momento en que iba a abrir el grifo del agua para lavarse las manos, mira

en la esquina derecha del espejo y nota a una chica de espaldas acurrucada, con su

rostro pegado a la puerta entreabierta, se da vuelta en dirección de la chica, camina

lentamente hacia ella.

El tipo del baño se acerca y a unos cuantos centímetros de la oreja de Claire dice, -

¡Esperando a alguien!

Claire se da vuelta con pánico, saliendo de su boca un pequeño grito agudo, que saco

una sonrisa del rostro del tipo detrás de ella- ¡Oye! ¿Por qué estás en el baño de

mujeres?

El tipo del baño mostro cara de sorpresa, levantando sus cejas. – Pues veras. Creo que

esa pregunta tendría que realizarla yo, mi singular amiga.

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Claire mirando alrededor y deteniendo su vista en los urinarios de pared, llevo ambas

manos a su rostro. – ¿Es el baño de hombres?

El tipo del baño dando dos pasos hacia ella y acercando su cara a la de Claire. – Si,

creo que se equivocó de baño señorita, por cierto, ¿Qué mira o mejor dicho que espía

tanto hacia afuera? ¿Acaso usted es a la chica que buscan? ¿Eres la chica que camina

extraño?

Claire se sorprende y muestra una cara como de alguien que está sufriendo una

calumnia. – ¡Caminar extraño! ¿De qué habla? - Pero respira hondo y asiente, cambia

su rostro a uno de tristeza. - ¿Me vas a delatar?

El tipo del baño se sorprende, indaga por unos segundos, la mira, con ojos

entrecerrados y la toma de la mano, le dice con un tono muy animado. - ¡Ven! Te

sacare de aquí.

Y aquí comienza la historia de la arraigada Claire, de la mano de aquel desconocido,

que la libraría de aquel infortunado percance. El tipo del baño la guio a través de los

pasillos, frenando y cambiando de pasillo cuando se encontraban a alguien de

seguridad. Hasta que por fin Claire volvió a ver los rayos del sol al salir por una

puerta lateral, corrieron hasta una pequeña plaza a unas calles de la editorial. Todavía

tomados de la mano.

Claire suelta la mano del hombre muy sutilmente, algo avergonzada, respirando

rápido por el largo pique efectuado. - Gracias, por ayudarme, nunca hubiera podido

salir con tanta facilidad sin su ayuda.

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El tipo que ahora ponía sus manos en sus rodillas, respirando rápido, pero a la vez

sonriendo le dice. – No sé porque lo hice, pero fue entretenido, correr tomado de su

mano, por media manzana. Dígame algo, ¿Por qué una hermosa señorita como usted

irrumpe en los edificios sin permiso?

Claire nerviosa, tropezando de vocal en vocal, finalmente dice, - ¡Me perdí! Veras yo

caminaba por la ciudad, me pareció un lindo edificio y decide entrar y verlo por

dentro, y me perdí.

El tipo mira, ríe, mientras voltea a la lejanía, – Eso es lógicamente estúpido, ¿Por eso

entro caminando extraño y por la puerta trasera? seguramente escondida tras unos

arbustos, me debe por lo menos un café, que te parece si mientras lo disfruto me

cuentas la verdad.

Claire mostro un gesto, demostrando que no tenía otra opción.

Claire en un restaurante con el tipo.

Claire sentada con una pose que notaba enojo. – Bueno esto es algo complicado de

explicar…

El tipo después de darle un sorbo a una taza de chocolate humeante, responde. - No

se preocupe, a lo largo de mi vida he escuchado cosas muy extrañas, dudo mucho

que lo suyo llegara a sorprenderme. ¿Acaso entro a robar a la editorial?

Claire abre su mirada al máximo, y responde en voz algo alta. - ¡Claro que no! Si fuera

así, no estaría hablando con usted. ¿Acaso parezco una ladrona?

El tipo la mira detenidamente por un instante, - Si, no parece una, y si lo es, es la peor

ladrona que he conocido.

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Claire muestra una cara de enfado, pero después se ríe de manera sínica. – ¿Conoce

a un afamado escritor llamado J.K Walker? – El tipo asiente muy asertivamente, con

ambas manos tomando la taza. - La historia comienza ahí, yo soy su admiradora

número uno. Sus libros, sus ideas plasmadas en cada párrafo de cada una de sus

obras, llenan mi ser, complementan mi alma, y mi mayor deseo es conocerlo, me

entere que él estaría hoy en la editorial, y era la oportunidad perfecta, para conocerlo.

Es muy difícil, ya que no se conoce nada acerca de él, toda su vida es un secreto.

El tipo coloca la taza sobre la meza, mientras llama al mesero para pedir otro

pastelillo, regresa la mirada a Claire. – Eso quiere decir que eres una acosadora y

cuando lo conozcas, planea secuestrarlo o pero aun, matarlo, pobre tipo.

Claire mostrando en su rostro un rojo de vergüenza o furia, cierra su vista. – ¡Claro

que no! Estoy aun paso de tirar mi deliciosa taza de cappuccino en su rostro, pero me

reservare ese placer solo porque vengo aquí a menudo.

Yo solamente quiero, quisiera, platicar con él acerca de sus motivaciones, y lo que lo

inspira a escribir tan finas y delicadas historias. Me imagino que ha de ser un

caballero amable, educado, con un gusto por las cosas muy refinado, sería un sueño

sentarme con él, en un restaurante, y que me hablara acerca de su nuevo libro, su

novela número diez, caso contrario a lo que estoy viviendo hoy.

El tipo asiente con los labios, Claire lo ve y él toma un sorbo muy estruendoso de

chocolate, ella suspira de lastima. - ¿Y porque no le envía una carta expresándole sus

sentimientos?, envíela dirigida a la editorial y ellos se la harán llegar.

Claire coloca las manos alrededor de su taza, mira el fluido humeando dentro de la

taza. – Le he enviado miles, colocándole todos mis datos, desde mi nombre hasta mi

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teléfono. Por cierto, ¿Cuál es tu nombre? Y más aún, ¿Qué hacías o haces en la

editorial?

El tipo se queda un buen rato mirándola, en realidad estaba pensando que decir,

mientras Claire se mostraba impaciente. - Yo, claro, yo me llamo, mi nombre es…

Juliano, Juliano Simmons, Estaba en la editorial entregando un paquete, porque yo

entrego, documentos claro… soy un conserje.

Claire muestra rostro de alegría mientras se pasaba un mechón de cabello hacia atrás,

anclándolo justamente detrás de la oreja izquierda. – Eso explica lo bien que conocía

el edificio, que suerte tiene, poder entrar siempre que puede, en cambio yo al parecer

hoy será la última vez que pueda pisar el interior. Bueno aunque pensándolo bien el

rara vez llega ahí, es especial el día que lo hace, por lo menos entrando podría obtener

algún dato que me ayude a contactarlo, o mejor aún, verlo por unos pocos minutos,

aunque sea solo eso.

Juliano se acomoda en su silla con una sonrisa que encerraba algún pensamiento. –

¿Y dígame desde cuando es la admiradora número uno, del susodicho autor? lo

pregunto porque se nota que está enamorada de él, o tal vez su grado de admiración

es tal que se parece al amor su sentimiento por él.

Claire muestra un rostro avergonzado, acompañado por el gesto de llevar su mano a

la boca. – Conocí sus obras por mi madre, cuando era una adolecente, ella siempre

era muy cariñosa conmigo y se preocupaba por cualquier cosa que sucediera en mi

vida, la primera vez que me enamore en la secundaria, fue de un chico que solo jugo

conmigo y cuando le demostró a sus amigos de que podía enamorarme, se burló de

mí y me dejo. Estaba devastada y mi madre sufría al verme llorar y ver como pasaba

mis días solamente recordando el triste pasado. Tiempo después mi madre cayo muy

Page 10: La Isla de Nuestro Destino

enferma, en el hospital le dijeron a mi padre que la enfermedad estaba muy avanzada

y ya nada podían hacer, cuando mi madre apenas podía hablar, mi padre me hizo

pasar a su habitación, tal vez porque presentía que sería la última vez que podía

hablar con ella, las pocas palabras que me dijo fueron; “Claire amaras y sufrirás en

esta vida, pero alguien algún día llegara, cambiando tu tristeza y dolor en una palabra

que será pasado, porque esa persona se convertirá en presente y futuro. Me entrego

un libro de J.K Walker el primero de sus libros, se titulaba.

Juliano rápidamente mirando al cielo del restaurante dijo. – ¡Lo perfecto de ti!

Claire algo asombrada, pero con una fascinación disfrazada pregunto. - ¿Cómo lo

sabes? ¿Lo leíste?

Juliano se muestra incomodo ante la pregunta, sonríe complacidamente y dice. – He,

no, creo que alguna vez lo vi en las paredes de la editorial, fue el único que se me

vino a la mente.- Diciendo esto sin mirar a los ajos a Claire y haciendo ademanes con

sus manos.

Claire se encoje de hombros y ya notándose más cómoda sigue. – Si fue ese libro, al

leerlo pude entender con más claridad lo que me quiso decir completamente mi

madre, quería que entendiera el verdadero significado del amor, de la felicidad de

una persona, al leer las duras pruebas que paso el personaje principal de esta obra,

pude entender, que el amor no son caras bonitas, mucho menos palabras hermosas

que riman a la perfección, el verdadero amor se acerca al dolor y la tristeza. Al mes

de haberme dado el libro y ya no poder abrir sus ojos, su cuerpo sucumbió a la

enfermedad.

Juliano con rostro serio, algo acongojado. – Lo siento, no quería que recordara el dolor

de esa perdida en su vida. Yo le puedo ayudar, bueno o intentarlo al menos, la semana

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que viene dejare un paquete en la editorial, he notado que la asistente del editor en

jefe, me coquetea sutilmente, así que sutilmente puedo conseguirte algo de

información, quien sabe lo que pueda conseguir.

Claire muestra una sonrisa que va más allá de la que mostraba su rostro, es como si

la hubiera sacado del alma. - ¡De verdad! Si, hazlo y si consigues algo por pequeño

que sea, te invitare a almorzar.

Juliano se muestra con semblante bonachón, como si acababa de salvar a la especie

humana de su destrucción. – Que así sea, entonces te espero en una semana aquí, a

esta misma hora aproximadamente.

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Capitulo II

La aventura con el extraño.

Mientras Claire esperaba en aquel restaurante la llegada de su informante, en el día

que habían quedado para verse nuevamente, que por un imprevisto en su plan inicial

para conocer al autor de libros por el cual tanto soñaba y ansiaba conocer, este hombre

se había convertido en la inmejorable opción para obtener algún dato, para ella poder

contactar a su añorado amor platónico, que irónicamente, no tenía rostro, tan solo

ideas que la chica se hacía una y otra vez, de cómo podía ser él. Solo los párrafos de

sus libros podían dar alguna forma al susodicho, que ni se imaginaba que alguien

pensaba en cada segundo conocerlo y como seria ese momento. Esto pensaba ella,

una y otra vez.

Mirando su reloj noto que el hombre llamado Juliano se encontraba retrasado, espero

varios minutos pensando que por su trabajo había tenido algún atraso causado

seguramente por cualquier tipo de improvisto. Pensando esto transcurrió el tiempo,

ya pensando seriamente que aquel hombre no llegaría, esto acababa con la única

esperanza que tenia de lograr un avance importante en su búsqueda. Cuando se

disponía a irse del restaurante con mirada de enojo pero mezclada con un toque de

tristeza. Vio por la ventana que estaba un poco mojada por una leve lluvia, que poco

a poco se acababa. Al final de la calle vio a su informante recogiendo objetos del suelo

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y colocándolos en una canasta, bueno, desde esa distancia eso parecía, pago la bebida

que había bebido en el tiempo de su espera, y salió directo a donde estaba el hombre

que según ella era un perfecto impuntual, ya que hacer esperar a una señorita por

tanto tiempo no era algo que se espera de un caballero. Al acercarse vio que estaba

con una señora de avanzada edad recogiendo muchas manzanas, al acercarse y

mirando el panorama de cerca, vio que en las afueras de una frutería, habían un sin

número de frutos por toda la acera y parte de la calle, viendo que Juliano y la señora

recogían los frutos incesantemente, corrió a ayudarles, ahí se dio el encuentro, ya un

poco tarde, pero en buena hora llego Claire a dar una mano.

Claire que lucía un vestido blanco, se inclinó y deteniéndose el cabello con una mano

y con la otra empezó a ayudar a recolectar las frutas, que estaban regadas por doquier.

- ¿Qué paso aquí, porque tanto desastre? - Colocando las frutas en la canasta que

había llevado la ancianita.

Juliano viendo con lastima una fruta que se había dañado. – Lo siento, sé que falle a

la hora de llegar a nuestra cita, pero al pasar por aquí, y ver a la señora con toda su

mercancía tirada en el piso, no podía hacerme de la vista gorda y seguir de paso.

Claire lo mira con ternura, mientras el recoge un par de manzanas que todavía

estaban en buen estado. – No te preocupes, no fue por su culpa, ¿Y porque o como

ocurrió esto?

Juliano le pasa las frutas a la ancianita que le agradecía con una noble sonrisa. – De

lejos pude ver a varios perros, muy grandes por cierto, siguiendo a un gato, y lo que

se me viene a la mente es que el gato salto a los cestos de los frutos y los caninos lo

siguieron, volcando todo, haciendo este pequeño percance, mejor dicho desastre.

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Algunas de las frutas no se podrán vender, - Al haber recogido la totalidad de las

frutos y habiendo separado las dañadas, dice. - ¡Señora! Le doy cincuenta por las

frutas dañadas.

La señora, quien sorprendida sonríe, con voz adorable y majestuosa, propia de la

edad gris, contesta. – Pero joven, en ese estado no valen ni la mitad de eso.

Juliano determinado a cumplir con la misión impuesta, dice. – No importa, para los

animales de mi vecina si valdrán esa cantidad. – La señora acepta ante la buena

voluntad de Juliano.

Retirándose de la frutería, ya con las frutas que se habían salvado y Juliano cargando

una gran cesta llena de frutos que en su mayoría estaban destripados y los mejores

muy magullados, se sentaron en el parque, para tener la reunión que habían pactado

por ese día. Juliano comiendo partes de muchas frutas, Claire solo con un pequeño

pedazo de una pera, dándole pequeños mordiscos.

Aunque el silencio reino por unos cortos momentos, Claire pregunto. - ¡Dígame!

¡Dígame! ¡Dígame! ¿Consiguió algo de información?

Juliano con voz solemne y mirando a Claire con determinación, dice. - Bueno si, y a

la vez no, o mejor dicho tengo información pero no muy buenas, dadas la

circunstancias o la realidad que nos acoge.

Claire sin comprender muy bien las palabras de Juliano hace un puchero muy triste,

bajando su mirada al suelo. - Sea lo que sea quiero escucharlo. Además así es la vida,

Page 15: La Isla de Nuestro Destino

tal vez esta es mi cuota de tristeza, lo único malo es que mi cuota de alegría ya hace

mucho tiempo está atrasada.

Juliano sorprendido en como la había afectado su noticia, trata de seguir hablando. -

Al parecer, J.K. Walker, no volverá a la editorial, por un periodo de más de un año,

dijo que no quería tener contacto con nadie, que cuando volviera traería el nuevo

libro terminado, eso le dijo a su editor, me imagino que a alguien como él no se le

puede dar un pero, así que los de la editorial aceptaron.

Claire denoto una sonrisa en sus labios, pero una gran tristeza en su mirada. -Bueno

no todas eran malas noticias, volverá con su décimo libro, eso es bueno, eso es

grandioso. Además solo es un año, no es mucho tiempo, he esperado más tiempo

hasta ahora, un año mas no será mucha diferencia. Bueno será mejor que me vaya y

usted que lleve esas frutas a los animales, antes que ya no sean tan jugosas. Gracias

por toda su ayuda, dejare pagado el almuerzo en el restaurante a su nombre, como lo

acordamos, adiós, señor Juliano, agradezco infinitamente su ayuda.

Sentado, con un trozo de fruta en su boca, mira como Claire se levanta y camina hacia

la inmensidad de su futuro, con su cabello danzando al sonar de sus pasos, sintió que

su silueta tenia poesía, aunque teniendo en mente que no podría volver a verla, y no

estaría en ese futuro, mira la tristeza que lleva y que su apuro por irse disfraza un

poco esa cara triste. Se pone de pie, articula unas pocas palabras, en tono de voz algo

alto, lo suficiente como para hacer volar a un ave, que picoteaba algo en el pasto.

Juliano se levanta con valentía. – ¡Pero se dónde está!

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Claire voltea sorprendida, mas por las palabras que rompieron aquel silencio. Esboza

una sonrisa, que hace que Juliano la mire por un momento, muy sorprendido, le dice

con voz muy suave y con una mirada diferente. ¡De verdad!, ¿Donde? ¿Puedo ir al

lugar donde se encuentra?

Juliano se sienta nuevamente, un poco aliviado. - Si, la asistente no me dijo el lugar

en específico, porque estaba muy ocupada con los informes y el que le diría el editor

en jefe a los de la junta directiva de la editorial, cuando les cuente que su mejor

escritor no se comunicaría con ellos en más de doce a trece meses. Además tengo que

salir con ella este viernes solo por esto, me dijo que iríamos a un karaoke, ¿Puede

creerlo? Lo malo no es el Karaoke, si no, que, le encantan géneros muy raros de

música, vi su lista de reproducción un día en su reproductor musical, desde ese día

no soy el mismo, videos de gente bailando como poseídos y canciones vacías, carentes

de arte y pasión, lo más importante sin talento.

Claire sonriendo, mordiéndose el labio inferior, camina de nuevo a la banca de

concreto del parque. ¿Y dónde queda el lugar dónde fue?

Juliano fingiendo cara de enfadado, tal vez para que se notara que tenía una

penitencia que cumplir por la información obtenida. - Ni un pequeño “lo siento por

la desgracia en que lo metí” Bueno no importa, pero tampoco es tan buena la noticia,

él está en una pequeña, pequeñísima isla del gran océano del norte, casi, o en las

aguas del imperio, sin aeropuerto, ni barcos comerciales, y lo peor…

Claire con mucha intriga. - ¿Electricidad?

Juliano - ¡No! Sin restaurante de comida rápida.

Claire respira profundo, de alivio. – Eso es lógico, que persona que esté en una isla,

muy seguramente sin un automóvil en ella, se atrevería a poner una hamburguesería

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ahí. Aunque muy triste es esa noticia para mí, aparte que mi economía se basa en lo

que mi padre me envía, y lo que gano trabajando medio tiempo, no puedo pagarme

un viaje para llegar ahí. En lo único que he tenido suerte en mi vida es que los libros

no son costosos, a veces hasta gratis, bueno mientras está abierta la biblioteca pública,

pero gratis es gratis. A veces la realidad corta muy profundo.

Juliano la ve suspirar nuevamente de profunda tristeza. Tristeza que confirmaba su

plan fallido. - Si, es difícil su situación. Ya se está haciendo un poco tarde, que le

parece si me da su teléfono y si consigo algo más de información, la llamare, para

dársela. Quien sabe, a veces las editoriales son muy amplias en dominio y tengan por

ejemplo, un número de teléfono, usted sabe, nadie puede desprenderse totalmente

del mundo, siempre hay algo que nos ata a otras personas, aunque en este caso seria

“comunica con otras personas”

Claire ve que Juliano se saca del bolsillo un teléfono celular muy moderno. - ¡Vaya

ese teléfono se ve muy costoso!

Juliano contesta algo sorprendido mientras manipula el aparato. – Un regalo de mi

abuela, soy el único nieto y ya sabe, es mejor a que me regale calcetines.

Claire ya más animada. – Mi abuela de pequeña, solo me regalaba broches para el

cabello, me regalo dieciocho en total, todavía los tengo todos, el que ando hoy, es uno

de ellos, me encanta el verde claro que tiene, es mi color favorito. – Se lleva la mano

al broche y lo acaricia levemente.

Terminado de intercambiar sus datos, para contactarse de nuevo y así esperar una

nueva manera de contactar al suscitado J.K. Walker, se despidieron, ella muy feliz,

dado que sus esperanzas no se habían acabado del todo, y Juliano cargando la canasta

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con frutos que empezaban a chorrear su ropa y se quejaba en el camino a su casa por

pasar por esos problemas, solo para que los animales de su vecina lo disfrutaran.

Después de muchos días en que Claire miraba su teléfono móvil, hasta quedarse

dormida, esperando una llamada que la acercara a su ardiente pasión por conocer a

la persona que más admiraba y deseaba conocer. Aunque en el límite de sus sueños,

en donde imaginaba el momento en que conocería al autor y hombre que llenaba sus

pensamientos día con día. En estos sueños nunca se imaginó que tuviera que pasar

por muchas cosas antes de saber quién era, cosas que convertirían su vida cotidiana

de universitaria con un trabajo de medio tiempo, en una chica que podría contar

muchas aventuras que seguramente pocos o quizás nadie las creería.

Todo iniciaría marcha en una noche, semanas antes de que terminara el verano, algo

tarde, con una atmosfera muy callada, haría resonar en la habitación de Claire el

sonido de su teléfono móvil…

Claire con voz baja y adormitada, contestaba el móvil. - Hola, buenas madrugadas.

Juliano con voz muy animada, como si llamara a mitad de la mañana. – Hola, señorita

Claire, soy yo, Juliano, tengo magnificas noticias.

Claire se levanta, disipando el sueño que tenía al pasarme la mano en el rostro. -

Hola, ¿Consiguió su teléfono, podre llamarlo, puedo llamarlo en este momento?

Juliano cambia la voz a una más tranquila, algo apesarada. – Vera la forma de

contactarlo es algo diferente a una llamada o carta al buzón, aunque se cómo

podríamos verlo.

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Claire abre la vista, como si le hubieran dicho que su autor estaría abriendo la puerta.

- ¡Verlo! Si claro, ¿Cómo? Hare lo que sea, ¿Podemos ir donde esta?

Juliano - ¿Estaría dispuesta a viajar, casi por la mitad del océano del norte?

Claire se calma y dice en tono muy calmado. - ¡Viajar! Pero eso sería muy costoso,

además dentro de poco volveré a mis estudios y sin olvidar mi empleo.

Juliano – He aquí la gran dificultad que nos encontramos ante nuestra vista, logre

contactar a un pequeño barco pesquero, que nos podría llevar a la isla, en donde se

encuentra el suscitado escritor, el problema más grande es que el barco parte del

puerto de la ciudad al salir el sol, esto aparte que no volverá en casi dos o tres meses

o un poco más, así que esta es la única opción, ya que al parecer J.K. Walker no lleva

ningún teléfono satelital consigo, bueno es lo que se sabe, al parecer lo de desaparecer

por más de un año se lo tomo muy enserio.

Claire - ¿Es la única opción?

Juliano con voz definitiva contesta. – Al parecer la mejor que se nos presenta. Y por

los gastos de viaje no se preocupe, mi abuela me adelanto mi cumpleaños y tengo el

dinero suficiente para ir, regresar del viaje, hasta nos sobraría para comernos una

hamburguesa doble con queso sin cebolla, cuando pisemos tierra de vuelta.

Claire mirando alrededor de su cuarto. – Pero, tendría que dejarlo todo, pausar mis

estudios, ser despedida de mi empleo, aparte que mi padre se enfadara mucho si solo

me voy, o moriría si me ausento por tanto tiempo.

Juliano – Se… Claire, a veces tu otoño puede ser tu verano.

Claire – Eso es… Tu otoño y mi verano, en el capítulo tres, eso es un párrafo de ese

libro, de J.K. Walker.

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Juliano – Lo leí en el escritorio de una secretaria de la editorial, pero a veces lo que

pensamos que es triste, eso mismo, es lo que nos conduce a la felicidad, colgare en

este momento, lo que decida no me lo diga ahora, estaré en el puerto, antes del alba,

si llega o no llega, esa será la respuesta, su respuesta a sus sueños.

Se acercaba la salida del sol en el puerto, se miraba mucho movimiento en un barco

pesquero atracado en él, se escuchaban gritos de voces muy toscas y graves de

hombres, haciendo aquí, haciendo cosas allá, envolviendo enormes rollos de red para

pesca y lanzando sogas por doquier. Sentado en frente del barco, estaba Juliano,

esperando la respuesta de Claire, hacía gestos que denotaban impaciencia, cargaba

en su espalda una gran mochila. Un viejo, muy seguramente el capitán del pequeño

pesquero le dijo. – Oye chico, cuando asome el sol, zarparemos océano adentro. –

Juliano vio su reloj, miro al cielo, noto que la oscuridad era máxima, faltaba poco para

que se le acabara el plazo de espera a la joven soñadora. Pasaron los minutos, solo

faltaba soltar las amarras para desatracar y que aquel barco se dirigiera hacia el basto

océano del norte, a su dura labor de capturar peces, para venderlos por todos las islas

del océano que se encontraran al paso, en cada puerto que lleguen obtener los mejores

precios y realizar trueques diversos.

Juliano pensando, mientras miraba los rayos de sol asomar, se dice. - Creo que no

vendrá, al parecer no puede simplemente dejar su vida y partir junto a un completo

desconocido, para alcanzar su meta tan ansiada. Fui un iluso al pensar que lo haría,

una señorita como ella no abandona su hogar así como así, sin una explicación o

planeación previa, y más en las circunstancias que yo le brindaba, seria manchar su

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honor. Cuando la gente sepa que partió a la mar, con un desconocido que apenas

conoce su nombre, solamente conociéndolo hace unas pocas semanas, no la culpo. -

Escucha un grito femenino, con voz agitada a lo lejos. - Es ella, vino.

Claire – Con la mano en lo alto. - ¡Espérenme! SEÑOR JULIANO, ESTOY AQUÍ.

Juliano – Llega a tiempo, el capitán ya dio la orden de soltar las amarras y zarpar de

inmediato.

Claire respirando muy cansada - ¿Pensaba que no iba a venir?

Juliano – Ni por un instante, siempre afirme en mi mente que llegaría, pero nunca

pensé que lo haría en el último momento. ¿Y que la convenció de venir y separarse

de su vida por este tiempo?

Claire – Aunque, después de esto tenga que volver a empezar de nuevo: Retomar mis

estudios, conseguir un nuevo empleo, suplicar el perdón de mi padre, botar la comida

que se vencerá en el refrigerador, en fin muchas cosas. Pero pensé que en unos años

me arrepentiría de no vivir este momento, aunque sea solo un viaje por mar, pero

algo debe de haber en ese camino, algo que me cambie. Nunca pidas algo, consíguelo

por tu propia cuenta y tendrás éxito. Espero que estas palabras estén en lo correcto al

final de esta travesía.

Juliano – Yo también, espero lo mismo. – Sonríe y le ayuda con las maletas. Ya abordo.

- Entonces le presento a los que nos guiaran por el camino. Él es nuestro capitán:

Virgilio, él es el segundo al mando, bueno cuando el capitán se duerme: El maestre

Celso, y el es Flavio, un marinero algo despistado.

Page 22: La Isla de Nuestro Destino

Capitán Virgilio un señor sonriente, algo de ebriedad que mostraba su semblante. –

Bienvenida señorita, no habrá criatura o hombre, que impida que la lleve a su destino,

yo y este viejo pesquero lo aseguran.

Maestre Celso un tipo casi viejo y delgado. – Capitán, he escuchado que es de mala

suerte llevar mujeres a bordo, capitán.

Capitán Virgilio sonríe al mirar a Claire y voltea hacia el maestre Celso, apunto de

darle un golpe. – Mala suerte es que a ti no te haya comido un tiburón, ve a terminar

los últimos ajustes que ya tenemos a nuestra última pasajera a bordo. ¡ZARPAMOS

MALDICION! Diablos lo olvide, preséntate muchacho, quita esa cara de estúpido,

vas a asustar a la señorita.

Marinero Flavio un tipo joven, casi un adolecente. – Mucho gusto, señorita, un placer

tenerla a bordo. – Inmediatamente corre a ayudar al maestre.

Capitán Virgilio – Condúcela a su camarote muchacho, además será un largo viaje.

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Capitulo III

El sol sobre el mar.

De esta manera partió el pesquero con rumbo hacia el mar abierto, buscando las

mayores cantidades de pescados que llenaran sus bóvedas y los bolsillos de los

pescadores. Más allá de esto, tenían una misión más importante, la misión de la joven

Claire de cumplir su sueño, ver a su autor, hablar con él, saber todo lo posible de él.

Por el momento ya había dado un paso gigante para lograrlo, aunque haría falta más

que eso, como para alcanzar su meta.

Mientras el sol salía completamente sobre lo último de agua que se lograba divisar a

la lejanía sobre el mar. Claire con asombro miraba como el pesquero dividía las aguas

salinas a su seguro paso, mirando atrás vio lo último de el gran continente, que

seguramente no vería en mucho tiempo, sintió nostalgia, pero a la vez mucha alegría.

Juliano quien se acercaba y ayudaba a Claire, poniendo todo en orden en el camarote.

Ya habiendo explorado el navío con plena antelación. - No será muy grande, pero lo

es para cinco personas, además nos dieron libre tránsito por todo el barco, solamente

queda restringida la cubierta cuando estén lanzando las redes de pesca, claro y la sala

de maquinas. Pero tal vez nos pidan una mano y aprendamos algo sobre la pesca. –

Dijo Juliano.

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Claire quien se encontraba doblando varias prendas y acomodándolas en su equipaje.

– Claro que sí, seguiré todo al pie de la letra, no quiero que el capitán se enoje

conmigo, aparte me han tratado muy bien, me dieron un lindo camarote, estrecho

pero es muy funcional, por cierto ¿Cómo ha conocido a los que hoy nos guían a mar

abierto?

Juliano cambia su rostro sorprendido por la pregunta, pero tratando de relajarse y

tratando de hablar con calma, aunque no lo hacía muy bien. – Pues el viejo capitán…

es, como decirlo, es, amigo, claro, si, amigo de… mi abuela, ya sabe los dos son

personas mayores. – Juliano finge una sonrisa.

Claire no nota todos sus gestos y sonríe. – Vaya que genial, pues cuando regresemos,

le enviare un regalo a su abuela, gracias a ella cumpliré el sueño más grande hasta

ahora en mi vida, además nos está regalando un viaje increíble, pero antes de llegar

al puerto saque todo mi dinero de mi caja de ahorros y creo que tengo lo suficiente

para pagar algo del viaje, ¿Cuánto nos están cobrando los marineros, por llevarnos?

Me encantaría colaborar y así no ser una mayor carga para usted.

Juliano con algo de semblante arrogante y algo alegre, dice. – Cuando les mencione

que era una joven muy hermosa quien nos acompañaría, y que ellos podrían

contribuir a realizar su sueño. - (No cambiaron de precio en lo más mínimo los

malditos usureros.) – dice entre dientes. - Pero conseguí el dinero suficiente, para

pagar el viaje completo, hasta regresar a puerto nuevamente, solo hay una pequeña

cosa, me dijeron que solo podrían estar en la isla de nuestro destino, por dos noches,

más seria imposible, ya que tienen que partir hacia un área de pesca, por donde pasa

una cantidad increíble de cardúmenes, no pueden perdérselo por nada del mundo.

Page 25: La Isla de Nuestro Destino

Claire con la hermosa sonrisa todavía haciendo aquí y allá - Bueno, entonces

tendremos que aprovechar el tiempo, o si no, esto sería aburrido.

Juliano. – Veo que ha sido invadida por una cantidad enorme de positivismo, eso es

bueno, aunque para llegar a ese día, falta mucho ya que el camino o mejor dicho las

aguas son muy bastas, tardaremos algunas semanas, casi el mes o más, en llegar a

nuestro destino. Visitaremos varias islas, conoceremos muchos lugares muy exóticos

y raros, debe tener en cuenta todo eso.

Claire mira por la ventanilla redonda del camarote, la única. Mira como danzan las

aguas iluminadas por los rayos del sol matutino. – Sera una experiencia grandiosa,

nada comparado a mi vida rutinaria, a mi padre le dará un infarto cuando se lo

cuente, pero al final, al pasar los años, se convertirá solo en recuerdos memorables.

Juliano quien toma un semblante serio, casi rozando el nerviosismo. - ¿Qué le dirá

cuando lo vea?

Claire suspira y mira al cielo del camarote, que no era tan alto. – Cuando por fin lo

conozca, no sé, por el simple hecho de que no lo conozco, no sé cómo reaccionaría,

aunque no sepa cuáles son las primeras palabras que le diré, seguramente lo llenare

de preguntas acerca de sus libros, no sé si el tiempo me alcanzara. Aunque si pasa, si

lo miro, incluso por breves momentos, una parte de mi estará muy feliz, de esta

manera poder continuar con mi vida, sin ningún pero atrapado en el pasado.

El Capitán Virgilio quien toca fugazmente la compuerta y asomando la cabeza por

dentro del camarote sonriendo, dice. – Jóvenes, como ya sabrán o no sabrán, no

importa porque se los diré en este instante, mañana en horas cercanas a la hora del

almuerzo llegaremos a nuestro primer destino, una pequeña isla llamada; isla conejo,

ahí recogeremos o mejor dicho atraparemos la primera mercancía de nuestro viaje.

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Claire a quien la intriga le gana la partida y no tarda en preguntar. – Señor Capitán,

¿Por qué se llama así la isla?

El Capitán Virgilio muestra su desgastada dentadura. - ¡Solo capitán señorita, solo

capitán! Vera es una historia muy lógica, hace mucho tiempo llego a esa isla una vieja

señora, como solo era ella, se dio cuenta a simple vista que en la isla había mucha

maleza y más donde ella planeaba construir su casa. Decidió traer conejos para que

le facilitaran la tarea de cortar tanta maleza, ella por fin hizo su casa y motivo a las

familias de un par de pescadores a habitar la isla, pero así como una decena de

humanos poblaban la isla con el correr del tiempo, centenares de conejos también lo

hacían, sin ningún depredador que limitara su número, la isla se infesto de ellos, por

eso el nombre. Hay tantos que todavía solamente unos pocos humanos habitan en

ella.

Claire con una voz tierna y adorable, pero muy inocente. - Que lindo, los comerciara

como mascotas, para eso iremos, entonces yo le ayudare a atrapar lindos conejitos.

Capitán Virgilio quien muestra un rostro de incrédulo, el cual al instante lo cambia

por uno de comprensión por Claire es seguro, él se había dado cuenta de que no

entendió del todo. – Mascotas, he, bueno, ni a tres nudos de cerca señorita.

Atraparemos muchos conejos, porque a la próxima isla que iremos pagan muy bien

por su carne, blanca y suave.

Claire en quien se vio como su rostro cambiaba de una sonrisa de incomprensión a

una cara de pánico que denotaba horror. Casi grito. - ¡QUE! ¿Pero porque? se los

comen, no, no, no, no, no quiero ver tal acto de asesinato de un animal tan hermoso.

– Inmediatamente se da la vuelta y funde su mirada en la pequeña ventana redonda.

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Aunque más pareció una niña haciendo pucheros. Conejos adorables y tiernos, enojos

adorables y tiernos, lógico en Claire.

El maestre Celso quien llevaba hace un rato detrás del capitán. – Lo ve capitán, no es

porque una mujer traiga mala suerte, es por esto que una señorita no debe estar en

un pesquero, y más con el olor a calamar muerto del marinero Flavio.

Juliano mira al capitán algo abrumado. – Sera un viaje largo. - Baja la cabeza con

resignación.

El capitán Virgilio asiente y levanta los hombros. – Bueno, esperemos que el pasajero

Juliano, pueda consolar a la señorita, mientras tanto comiencen a preparar las

trampas que ocuparemos maestre Celso. – Juliano los ve marcharse con un ¿Qué no

me van a ayudar? Plasmado en su rostro, miro de nuevo a Claire, quien seguía de

espaldas y sonrió al verla con su cabello sobre el hombro.

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Capitulo IV

El paraíso con altas orejas.

El maestre Celso con un telescopio pegado al ojo izquierdo, mirando y mirando, se

detiene, divisa algo y levanta la voz. - CAPITAN, CAPITAN.

El capitán Virgilio quien salía algo disgustado de la cabina de controles. - Por Dios,

estamos en un pesquero no estamos en un petrolero, como para que grites como una

exsuegra pidiendo la manutención del nieto bebe.

El marinero Flavio que se encontraba juntando muchas sogas en la proa, miraba

apacible la escena. - Vaya esas explicaciones del capitán, sí que son muy largas y

extrañas, cuestan un poco entenderlas.

El maestre se ve extrañado por las palabras del capitán, levanta la mano indicando

una dirección. – Tierra, Tierra, llegamos a la isla, capitán.

El capitán Virgilio mira, entra a la cabina y sale nuevamente, ahora con unos

binoculares en las manos, divisa y asiente. – Pasajero Juliano, prepare su salida con

la señorita, no querrá ver como el salvaje del marinero Flavio, captura cruelmente a

esos pobres animalitos.

Juliano que apenas llegaba a cubierta, escucha y regresa para informarle a Claire que

estaban por llegar a la isla, antes de dejar la cubierta dice. – Le diré que solo llevaran

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unos pocos para venderlos como mascotas, y la conduciré al otro lado de la isla, me

dijo el señor Celso que siguiendo el sendero que esta al final de la playa, hay una

hermosa cascada.

El maestre Celso que todavía miraba por el telescopio. Grita desde lo alto del mástil.

- MAESTRE, MAESTRE, PASAJERO JULIANO.

El capitán se molesta por los alaridos del maestre, no tenía la voz más hermosa del

océano, y estaba muy lejos de tenerla. – Cierra la boca, y presta atención antes de que

encallemos en la costa. – Dirige su mirada a Juliano que estaba a punto de dejar la

cubierta. - Pasajero Juliano el maestre Celso es como un niño.

Juliano sacando solo la cabeza de la compuerta hacia cubierta. – “Travieso y molesto”

Me imagino.

El Capitán Virgilio – No, es estúpido. Vaya y prepárese, el marinero Flavio los llevara

a la costa con la señorita Claire.

Marinero Flavio consigo, mientras seguía enrollando cuerdas. - Yo, Salvaje, pero si el

capitán diseño la trampa que los mata al instante, bueno aunque algunos tardan

varios minutos en asfixiarse.

El marinero Flavio deja a los jóvenes en la playa, ellos con los pies descalzos y el oleaje

bañando sus tobillos. – Bueno los vendré a traer cuando se ponga el sol.

Juliano levanta su mano, despidiéndose. –Gracias, señor Flavio.

El marinero Flavio ya alejándose más en cada remada. - Marinero, Marinero, pasajero

Juliano.

Claire mira intrigada a Juliano, pero después baja la mirada al terminar su oración. -

¿Y dónde iremos mientras sucede, el genocidio?

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Juliano que suspira. – No será tal cosa, solo serán unos cuantos para venderlos como

mascotas, usted sabe, para los niños.

Claire con cara muy inocente, pero todavía incrédula. - ¿De verdad? Qué bueno que

recapacitaron, matar esos nobles animalitos, pero como dijo el capitán la naturaleza

en justa y cruel, además parte de sobrevivir también consiste en comer, es una

lástima.

Juliano sonriendo la toma de la mano e inician la caminata. - Vamos, hay un lugar

fantástico que tenemos que ver.

Claire y Juliano que ya se encontraban caminando por el sendero muy amplio. Claire

dice - Le tengo una pregunta, ¿Por qué hace todo esto por mí?

Juliano mirando la copa de los árboles, donde uno que otro pájaro cambiaba de rama.

- Porque es divertido, piénselo, ¿Quién me creerá que estoy viajando por el gran

océano del norte, en un pesquero, con tres marineros locos y una linda chica, que

busca a la persona que más admira en el mundo?

Claire – Ahora entiendo, es muy cierto, mi padre nunca creerá tal cosa, aunque me

da miedo imaginar su reacción, es fantástico vivirlo. Ahora que recuerdo, ¡O no!

Juliano la mira con un poco de preocupación. - ¿Qué pasa se le olvido dejarle comida

al gato?

Claire algo triste le contesta. – No tengo gato, ¿Trajo su teléfono móvil?

Juliano hace un gesto negativo con su cabeza. – No, mi abuela me dijo que se me iba

a mojar, cuando le conté que viajaría por todo el gran océano del norte. ¿Porque?

Claire cabizbaja, con cara tierna pero triste. - Porque no traje mi cámara, ¿Cómo

tomaremos alguna fotografía?

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Al seguir el sendero a unos cuantos pasos después, se mira una increíble cascada al

dejar atrás a unos arbustos. Juliano impactado ante tal vista, dice. - Seria desperdiciar

este paisaje, grabándolo en papel, sería mejor que solamente quedara en la memoria.

Claire asombrada de igual manera o más. – Esto es increíble, mire en el otro lado hay

conejos, muchos de ellos.

Juliano – Aquí está plagado de conejos. ¿Sabe cómo se podría hacer para que

disminuir la cantidad de conejos?

Claire – Buscándoles un hogar donde vivan felices, por supuesto.

Juliano inflando sus mejillas de aire, negando con la cabeza. – No, claro que no, yo

pensaba en traerles un depredador natural, así la misma naturaleza se hará cargo.

Claire – Acaso está loco, como se podrían comer a esas lindas criaturas, tan inocentes

y puras, se ven hasta esponjosos.

Juliano piensa por un instante y dice. – Pues de varias maneras: Conejo con Tomate,

mojete de Conejo, Caldereta de Conejo y Caracoles, conejo con cerveza. Claro el

depredador natural se los comerá crudos, no se le pueden pedir peras al olmo.

Claire algo enojada y sorprendida. - ¡Alto! No siga, sus palabras arruinan el paisaje.

– Su mirada regresa a los conejos en la lejanía, y una sonrisa hermosa retornaba a su

rostro.

Después de ver tanto por aquí y por allá, ver que Claire saltaba de aquí para allá, una

y otra vez, salpicando agua y persiguiendo los conejos cercanos, termino agotada, se

sentó al lado de Juliano, él estaba en una gran roca al pie de la cascada, sumergió sus

pies en el agua un tanto helada, pero a la vez agradable por el gran calor que imperaba

en el gran océano del norte. Hubo un silencio mientras Claire agitaba con sus pies las

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aguas cristalinas que caían de aquella majestuosa cascada, y de repente formulo una

pregunta que daría curso a la historia, bueno un poco más de curso.

Claire moviendo sus pies en el agua. - ¿Y usted está casado o dejo alguna chica en el

continente?

Juliano – La única chica en mi vida es usted, hay otra mujer en mi vida, esa es mi

abuela.

Claire tartamudeando y con sus mejillas completamente rojas. - Yo, yo, yo, yo, yo

¿Cómo? Per, per…

Juliano la interrumpe. – En realidad no tengo amistades cercanas, me llevo tan poco

con la gente que solo terminan siendo conocidos, aunque en todo este tiempo no me

ha hecho falta. La chica más cercana a mí en este momento es usted, no sé porque

usted es tan interesante, las demás chicas que se cruzaban en mi vida me aburrían, a

veces me gustaba ir acompañado algún lugar, pero nunca me motive a prolongar

alguna amistad, no había nada extraordinario en ellas.

Claire todavía algo avergonzada, habla en tono bajo, inseguro. – Se nota entonces

porque es tan unido con su abuela. Yo he sido de la misma manera, nunca he sido

muy unida con nadie, desde que aquel chico me lastimo y al tiempo mi madre murió,

todo eso me aparto de alguna amistad con alguien, ni en el trabajo o universidad he

podido hacer algún amigo, en realidad nadie me llamaba la atención, entonces me

sumergí en el mundo de la literatura, más en la de J.K Walker por eso estamos aquí.

– Muerde su labio inferior y esboza una sonrisa.

Juliano – Si por eso, por eso estamos aquí. Nos falta mucho de viaje, mucho.

Claire – Hay algo que me tiene intrigada, ¿Hay piratas en estas aguas?

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Juliano – Claro, escuche al capitán Virgilio hablando por radio con otro pesquero, que

esta zona estaba infestada de piratas, que mataban a todos los tripulantes y

saqueaban todo lo que podían, bueno muy claro su nombre esta, piratas.

Claire espantada más por la falta de tacto de Juliano al decir tales palabras. Lo mira

de manera muy alarmada. -¡Que! No puede ser, ¿Y si atacan nuestro barco? ¿Qué

vamos a hacer?

Juliano muy seguro de sí mismo, y asintiendo como si el mundo se acabara mañana.

– Muy seguramente nos maten, pero no se preocupe a usted no la mataran.

Claire se sorprende y muestra un rostro de incomprensión. - ¡De verdad! ¿Por qué lo

dice?

Juliano – Porque es mujer y ellos hombres. – Al girar su cabeza y ver el rostro de

Claire lleno de angustia y preocupación, Juliano dijo con voz muy suave… - No tiene

por qué tener miedo, yo no voy a permitir que nada le pase, nada. Mi abuela me lo

dijo bien claro, “Juliano cuida a la chica, porque en este momento el sueño de esa

chica se convertirá en tu sueño también”.

Claire ríe de alegría, con una sonrisa casi coqueta. – Gracias. No pensé que este viaje

fuera tan peligroso, yo pensé que lo más peligroso del mar sería una fuerte tormenta.

Le agradezco a su abuela también, son muy dulces sus palabras, tanto que mi corazón

ahora se siente tranquilo… Yo, yo confió en usted.

A Juliano en ese instante en que salieron esas últimas palabras de los labios de la

joven Claire, se le olvido respirar, se dijo a sí mismo, - “No puede ser, un paro

cardiaco” - Pero no era tal cosa, ni cerca de serlo. A los segundos tomo una bocanada

de aire fresco, y de esta manera el silencio reino hasta que decidieron regresar a

esperar al marinero Flavio, mientras platicaban de todo un poco.

Page 34: La Isla de Nuestro Destino

Ya de vuelta en el pesquero el capitán Virgilio mostraba una sonrisa de oreja a oreja.

– Como puede ver señorita, los conejos están más vivos que un alcohólico que acaba

de ganar la lotería. La nueva trampa que diseño el marinero Flavio los atrapa sin

ningún tipo de herida.

Marinero Flavio entre dientes. - Los atrapo así, porque son más caros con la piel

intacta, no lo hizo a favor de la señorita.

Maestre Celso – Nos ha ido más que bien, casi la mayoría son blancos, a los niños les

encantan de este color, serán como papas calientes en la isla.

Claire acariciando los conejos entre las rendijas de las jaulas. - Que bien, verán que

por tenerles compasión a estos animalitos, los venderán a un buen precio.

El capitán Virgilio haciendo señas al maestre y al marinero de que cargaran las jaulas.

– Bueno los meteremos en la bodega del pesquero, aprovechando que está vacía,

además en estos días es más probable que pesquemos un resfriado, que a unos buenos

peces. Partiremos a toda marcha a la próxima isla, que nos espera un viaje de tres días

a la isla del destino de estos animalitos. Pasajero Juliano lleve a la señorita a su

camarote, debe de estar muy cansada por la caminata en la isla, después

acompáñenos en cubierta cuando terminemos de llevar los conejos a las bodegas.

Juliano – Claro de inmediato capitán.

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Capítulo V

Piratas y la nueva tripulante.

Ya en cubierta el Capitán, el maestre y el marinero Flavio, este último algo debía estar

haciendo seguramente en cubierta. Se reunían con el pasajero Juliano, como ellos lo

llamaban. Le informaban de algo que seguramente tornaría un viaje de aventura, en

uno de mucha angustia y temor.

Capitán Virgilio mostrando un rostro que dibujaba algo de preocupación. – Pasajero

primero Juliano, de estas aguas en adelante nos esperan cosas un tanto, diferentes

podríamos decir, a las que hemos vivido hasta ahora.

Juliano poco crédulo, se imaginó que le dirían algún disparate, porque hace ya unos

días Juliano estaba convencido que los tres pescadores, estaban locos. – “No me

imagino que sería más peligroso que atrapar conejos blancos”. – Dijo con un todo

gracioso.

El maestre Celso que levantaba las cejas lo más que pudo. – Pues vera, eso a lo que

atravesaremos ahora, se da a un gran paso en la escala de peligrosidad.

El capitán Virgilio miraba la lejanía del mar y devolvía la vista a Juliano, dando un

profundo respiro. – Vera pasajero Juliano, en estas suscitadas aguas hay dificultades

que conllevan atravesarlas… - se detiene y muestra algo de recelo en revelar las

palabras que se estancaron en su boca.

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Marinero Flavio que estaba sentado detrás del capitán, haciendo unos nudos muy

complejos. - ¡Piratas!, ¡Piratas!, ¡Piratas! Eso es lo que hay en estas aguas.

El capitán Virgilio gira y lo mira y asiente. – Si eso es, piratas, despiadados y

sanguinarios, la última vez escapamos de milagro, hasta quemamos el motor del

pesquero en nuestro afán de dejarlos atrás. Las aguas que tendremos que cruzar para

llegar a las próximas islas están infestadas de ellos, las aguas de este lado del reino

están infestadas de ellos, esa ya es una zona pirata.

Juliano llevándose las manos a la cabeza, lamentando la situación, pero más que

lamentar, fue la razón o mejor dicho Claire. A él nunca le hubiera pasado por la mente

arriesgar a Claire. – Hay no, hay no. Verán cuando fuimos a las cascada yo le

mencione algo parecido a Claire, lo hice bromeando, pero su reacción no fue muy,

muy grata. También yo no ayude a que se suavizara de alguna forma, pero si

llegamos a toparnos con ellos, es muy seguro que le dé un paro cardiaco. ¿Qué harán,

que haremos? ¿Nos podemos ir por otra ruta? ¿Por qué no me dijeron en tierra?

Maestre Celso – Pero no nos debemos preocupar, debido a mis amplios años de

experiencia en estas aguas saladas, he podido desarrollar un sistema infalible que nos

ayudara a llegar a la isla sin problema alguno.

Todos viendo muy atentos al maestre Celso, Juliano pregunto. - ¿Cuál es ese plan

infalible?

El maestre que como persona salvadora de la raza humana, dijo. – Es poner el motor

a toda marcha, día y noche, así llegaremos más pronto de lo esperado.

El capitán Virgilio a punto de darle un puñetazo. – Ni a los conejos enjaulados en

nuestra bodega, se les hubiera ocurrido semejante estupidez. Mira pasajero Juliano,

no te dijimos nada, porque habíamos escuchado que los piratas se habían retirado de

estas aguas, pero les preguntamos a las personas de la isla conejo, nos dijeron que las

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cosas estaban peor que nunca, ya que caso contrario del reino, la fuerza naval del

imperio atrapo a todos los piratas en sus aguas y los que huyeron se refugiaron en

estas, estas aguas que hoy bañan el casco de nuestro pesquero.

El marinero Flavio vio que todos estaban con cara muy pensativa y el los imito, de

inmediato dijo. - ¡Yo tengo una idea! Podemos hacer lo mismo que hacen ellos,

navegar con las luces apagadas, de esta manera nadie nos vera por la noche y con el

motor funcionando con pocas revoluciones para avanzar sin ser escuchados, en el día

si se podría poner el motor a toda marcha, para avanzar todo lo que nos sea posible.

Capitán Virgilio quien sonrió. – Decidido, haremos lo que el marinero Flavio dijo,

pero tendremos que hacer turnos de noche, grupos de dos será lo mejor, mitad de la

noche cada grupo. Maestre Celso prepare las armas por si el plan no sale como

esperamos, debemos hacer lo que tengamos que hacer, no por nuestra seguridad, si

no que, por la seguridad de la pasajera señorita Claire, son piratas no sabemos hasta

qué punto son capaces de hacerle. ¡Apresuremos los preparativos, el sol está a punto

de esconderse tras el horizonte!

De esta manera un grupo descanso y el otro se escondió en cubierta, atentos a

cualquier señal de otra embarcación, el pesquero avanzo lentamente, con el motor

ronroneando como gato. Claire se durmió temprano, seguramente por lo exhausta de

la caminata en la isla conejo, para suerte de los planes a ejecutarse esa misma noche,

así no se daría cuenta de nada.

Avanzaban los minutos, las horas, y el turno del maestre Celso y el marinero Flavio

llego a su fin, fueron sucedidos por Juliano y el capitán. Con una noche tranquila

acompañándolos, para sumarlo a su suerte había luna nueva, así que no se

iluminaban mucho las aguas salinas, esto ayudaba mucho a su plan de camuflarse en

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las aguas oscuras de la noche, para no ser vistos por los piratas, que abundaban en

esta ruta.

Capitán Virgilio – Joven pasajero, ¿Cuándo piensa decirle a la joven tripulante que le

gusta?

Juliano que paso de tener una cara que denotaba sueño, a una cara muy sorprendida.

- Yo, yo no. Solo le estoy ayudando a cumplir su sueño, apenas nos conocemos poco,

casi o más de dos meses. Incluso me sorprende la manera en que ella ha confiado en

mí, si no mírela, estando en un barco pesquero con cuatro hombres, uno al que apenas

conoce, y otros tres que desconoce por completo.

El capitán Virgilio que dio unas cuantas bocanadas a su pipa. Entre risas algo toscas

comenzó su relato. - El tiempo no importa en los sentimientos. Cuando era joven

trabaje en el puerto de una isla que era muy visitada por su alto comercio, era apenas

un tipo que cargaba y descargaba los barcos que atracaban al puerto. Un día que tenía

el día libre por los pocos embarques que habían amarrado en el puerto, fui al mercado

de la isla, muy famoso por su gran variedad de frutas, había de todo tipo, era un

mercado muy hermoso, porque la variedad de frutas le daban unos grandes tintes de

colores. Ese día evaluando una enorme sandia, sentí que algo toco mi tobillo, voltee

y era una manzana que había dejado caer una señorita, al momento de entregarle la

manzana, su mirada penetro en lo más profundo de mis pensamientos, le hable y le

pregunte su nombre, ello solo asintió agradecida y se marchó. Ese día vi un collar

muy hermoso, no ganaba mucho y aunque me quede sin un centavo, lo compre sin

pensar mucho en mi economía, no me arrepentí en lo más mínimo, mi estómago si lo

hizo. En mis días libres iba al mismo lugar y hora esperando encontrarla de nuevo,

costo mucho pero la vi de nuevo y otra vez nuestro encuentro fue fugaz, pero logre

darle el collar y ella lo acepto, tal vez porque era alguien muy amable y cordial, y

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bueno, tal vez no vio en mí a un mal tipo, de nuevo se marchó rápidamente. Paso un

buen tiempo y me di cuenta que era una señorita de una modesta familia, tenía una

cantidad enorme de pretendientes, pero su padre era un hombre temido en la isla,

era un oficial de policía, que hacía muchos trabajos sucios en nombre del gobernador.

A pesar de esto logre entrar en su corazón y decidimos mirarnos en secreto, ella

prometió esperarme el tiempo necesario, hasta el día que yo pudiera darle más que

una lata de atún. Trabaje y trabaje, al paso de dos años era el capitán de mi propio

barco pesquero, nos fuimos de la isla y nos casamos en la gran ciudad, tuvimos una

hermosa hija, esto puede sonar como si los hechos pasaron rápidamente, pero no,

todo fue con el tiempo justo.

Juliano que abrazaba sus rodillas, con su mente sumergida en el relato del capitán. –

Impactante, ¿Cuántos años tiene su hija?

El capitán Virgilio vio con tristeza el mar tan pacifico de esa noche. – El día que

partimos del puerto, cumpliría treinta.

Juliano tardo un pequeño instante en comprender. - ¿Cumpliría? Murió verdad… Lo

siento mucho capitán.

El capitán Virgilio fingió una sonrisa como para demostrar que ya había superado su

perdida. – Mi esposa, año tras año insistió en querer visitar a su ya viejo padre, ya

que su madre había fallecido varios años atrás, antes de que nos conociéramos. Yo

acepte, ella viajo con nuestra hija a la isla, al mismo tiempo me embarque en una larga

pesca. Justo en medio de la faena, mientras mas lejos me encontraba de ellas, por vía

radio me di cuenta de que un gran huracán paso por la isla, yo estaba a miles de

kilómetros, gire el pesquero en curso hacia la isla. Pero al llegar solo encontré muerte

y destrucción, aquella isla que relucía de hermosura, quedo destruida, todo aquello

que había sido verde y lleno de vida, quedo arrasado por las tormentas y feroces

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vientos, nunca las encontré pasajero Juliano. De la casa de su padre solo quedaron los

cimientos el huracán se las llevó a ellas y tal vez un trozo enorme de mi corazón.

Juliano que ahora miraba el suelo de la cubierta, muy apesarado. – Lo siento por su

perdida tan enorme, debe de ser lo más duro del mundo. Perder a las personas que

amas, es lo más duro en el mundo.

El capitán Virgilio siguió. – Desde ese día, ame más al mar, porque mi esposa y mi

hija ahora eran parte de él, mirar la luz del sol sobre las aguas, me las recuerda

siempre, si he de morir algún día espero que sea en el mar, para volver a verlas, por

eso regrese a navegar de nuevo. Entonces pasajero apresúrate y pasa más tiempo con

la chica, llena tu vida de buenos recuerdos con ella, recuerdos que tu memoria

siempre atesorara.

Juliano lo mira comprendiendo las buenas intenciones del capitán. – Por eso

emprendí este viaje, para obtener esos recuerdos que un día no muy lejano, me

ayudaran a saber qué camino seguir, hay algo que debe saber sobre el sueño de la

chica, yo…

De repente escucharon voces, muchas voces en desorden total que poco a poco

aumentaban gradualmente y obtenían más claridad. El capitán Virgilio saco su

telescopio, mirando atreves del lente, agachado lo más que pudo, diviso una pequeña

embarcación a lo lejos, para su mala suerte, era el rumbo al que se dirigían. A medida

que se acercaban vio claramente a hombres en la cubierta, bebían y celebraban, eran

piratas; pudo darse cuenta de inmediato, celebraban la obtención de algún botín sin

duda. Sin poder respirar con el corazón latiéndoles cada vez más, se prepararon para

el enfrentamiento. Minutos después el capitán Virgilio, se dio cuenta que no los

habían visto, estaban tan borrachos que seguramente estaban cerca de perder el

conocimiento, cambio el curso del pesquero, pasaron a unos sesenta u ochenta

Page 41: La Isla de Nuestro Destino

metros, poco a poco se fueron alejando, respiraron tranquilos cuando los perdieron

totalmente de vista.

El capitán Virgilio que tenía la cara muy transpirada, con ambas manos en el timón

del pesquero. – Sé que no tengo que decirlo pero eso estuvo cerca, por suerte estaban

muy borrachos como para notar nuestro paso.

Juliano quien todavía se encontraba mirando por doquier atreves de los cristales de

la cabina. – Ni lo diga, creo que acabo de perder muchos años de vida, mis manos

todavía están temblando, espero que no nos encontremos con más de ellos en lo que

queda de camino.

Capitán Virgilio mira pensativo al cielo de la cabina. - ¿Sabes que me gustaba más de

los antiguos piratas?

Juliano - ¿La pata de palo?

Capitán Virgilio. – Aparte de eso. Los antiguos piratas usaban espadas para abordar

las naves, y los modernos usan ametralladoras.

Juliano – También los parches en los ojos, los hacían ver malos, muy malos.

Capitán Virgilio – Eso no es nada, deberías ver a la esposa del maestre Celso, ella si

tiene la cara de la maldad.

Siguieron así, tratando de olvidar el episodio tan dramático que poco a poco dejaban

atrás entre risas. Siguiendo atentos a cualquier acontecimiento sobre las aguas, pero

aliviados a la vez, por haber pasado cerca de los piratas sin ningún percance. Al fin

amaneció Juliano y el capitán, informaron al otro turno de lo acontecido, se dirigieron

a descansar a sus respectivos camarotes, todos guardando las apariencias para que la

tripulante Claire pensara que fue otra noche tranquila en altamar.

Page 42: La Isla de Nuestro Destino

Claire quien desde muy temprano estaba en cubierta, pregunto a los pescadores. -

¿No se han levantado el joven Juliano ni el capitán?

Maestre Celso que reparaba una red de pesca. – Vera tripulante señorita Claire, ayer

yo y el marinero Flavio nos acostamos temprano, ellos se quedaron jugando a las

cartas y al parecer se acostaron muy tarde, no quisiera jugar en contra del capitán, he

irle ganando, pobre tripulante Juliano la debe haber pasado muy mal con el vicio de

apostar del capitán.

Marinero Flavio se intercambian muecas a espaldas de Claire, como diciendo, “Tu,

no tú, tu” - Señorita Claire, ¿Desea ayudarme a alimentar a los conejos?

Claire - ¡Claro me encantaría! ¿Qué hago?

Marinero Flavio – Bueno entonces ayúdeme llevando estas cubetas con vegetales para

alimentarlos.

Claire llevo su mano justo donde comienza su ceja derecha. – Enseguida marinero.

Suspirando de alivio los dos se entregaron completamente a sus actividades diarias,

aunque vigilando constantemente por el telescopio cualquier suceso, por suerte de la

cual ya gozaban de mucha, tras el lente solo se divisaban aves, el sol y el infinito mar.

Cayo la noche esta vez la luna iluminaba más el inmenso cielo, todos los preparativos

se hicieron antes de la puesta de sol, actuaron o trataron de hacerlo normalmente,

hasta que Claire se fue a dormir, ahí empezaron de nuevo los turnos, esta vez

invertidos, Flavio y Celso en el primero, el capitán y Juliano después de la media

noche.

Haciendo lo que le habían descrito a Claire como motivo del desvelo del capitán y

juliano, el marinero Flavio y el maestre Celso jugaban unas partidas de cartas, al

parecer el maestre Celso ya debía muchos turnos, era lo único que se podía apostar,

Page 43: La Isla de Nuestro Destino

no podían apostar el dinero que tenían que llevar a sus hogares, así que apostaban

para ver quien se tenía que desvelar más, cuando la rutina del pesquero volviera a su

normalidad, era incluso igual o más valioso que el dinero, ya que tenían que vigilar

el curso del pesquero por las noches en que no se pescara. Partida en partida las horas

pasaron, a falta de una hora para irse a dormir y cederle el turno al capitán y al

tripulante juliano, ocurrió lo mismo que le había sucedido al otro turno en la noche

anterior, pero esta vez habían gritos femeninos y risas de hombres, al igual que la

anterior noche estos sonidos se fueron intensificando, el telescopio comprobó que era

un pequeño barco con hombres, quienes en cubierta atormentaban a una mujer que

lloraba, la cual tenía las manos atadas. Los hombres la obligaban a beber y a la vez

tratándola de besar, inmediatamente cambiaron el curso, llamaron al capitán para

que viera la escena, al escuchar los pasos Juliano también fue a cubierta, no había

conciliado el sueño.

Maestre Celso con cara de alarmado, pregunta. – Capitán, ¿Hacemos lo mismo que la

noche anterior?

Marinero Flavio quien con rostro de piedad por la mujer, decía. - ¡Tenemos que

salvarla! Son piratas saben lo que le harán y sabemos que puede terminar como

comida para tiburones.

Maestre Celso se voltea y lo encara. - ¡Estás loco! Si no te has dado cuenta mira por el

telescopio, date cuenta que ellos tienen ametralladoras y hasta bazucas, quien

demonios sabe que más. Nosotros lo único que tenemos en un par de arpones y un

rifle muy viejo.

Juliano entrando a la cabina. – Yo opino lo mismo que el marinero Flavio, a ella lo

más seguro es que la tomaron como botín de algún otro barco que atacaron.

Page 44: La Isla de Nuestro Destino

Al unísono todos dijeron – ¡Capitán! – Quedando todas las miradas sobre este, todos

esperando su respuesta, muy impacientes.

Capitán Virgilio – Ellos nos superan en casi todo, pero nosotros tenemos algo que

decide la mayoría de las contiendas.

El maestre Celso con incredulidad estúpida. ¿Conejos capitán?

Ahora el marinero Flavio también con mucha incredulidad, casi o menos estúpida.

¿A la tripulante Claire?

Juliano los mira sin comprender sus respuestas. – No sé cómo consiguen que este

pesquero siga a flote. Sorpresa, factor sorpresa, eso tenemos.

Capitán Virgilio – Exacto, no podemos dejar a una dama al cuidado de esos salvajes,

sé que estamos poniendo en riesgo a nuestra propia tripulación, pero imagínense que

esa chica sea la tripulante Claire.

El maestre Celso lo mira con cara de enfado. - Y ahora no solo la mujer está en peligro,

también puede estarlo o estará en peligro la señorita Claire.

Capitán Virgilio – Vamos maestre Celso, sabias que no te daría la razón, nunca te la

doy, además sé que esta misión en altamar será más difícil que convencer a una dama

sobria que no está gorda. Pero ¿Alguien tiene algún plan? Hemos llegado al punto

donde no hay retorno, entonces necesitamos un plan, como necesidad y no como

opción.

Juliano - ¿Qué? ¿Usted no tiene uno?

Capitán Virgilio – No, claro que no,

Marinero Flavio - ¡Yo tengo uno! - Todos lo miran. - He, pues creo que…

Page 45: La Isla de Nuestro Destino

De esta manera, planificaron la misión para salvar a la mujer apresada por los piratas,

se inició el plan, en el bote de emergencia del pesquero, remaban sobre las aguas

oscuras, Flavio, Celso y Juliano. El Capitán se quedó para prepararse para escapar,

también para asistirlos con el rifle, si era necesario.

Mientras los piratas, festejaban el botín, y a la vez se emborrachaban, Juliano y Flavio

abordaron el barco por la popa, cada uno con un arpón, se acercaron, poco a poco a

la proa, rodeando la cabina, cada uno por un lado del barco donde tres hombres muy

corpulentos bebían, tenían ametralladoras guindadas en sus hombros, decían todo

tipo de obscenidades, mientras se probaban muchas joyas muy valiosas. No vieron a

la chica, lo más probable es que se la habían llevado a los interiores de la pequeña

embarcación, esto no estaba en el plan, se dijeron, pero no había vuelta atrás. Juliano

golpeo con la culata del arpón a uno de los hombres, imitándolo Flavio hizo lo mismo,

el tercer hombre, dijo. – Malditos, ¿Cómo llegaron aquí? – Forcejeo con Juliano

sujetándole el arpón al punto de casi tirarlo al mar, Flavio trato de darle con la culata

del arpón, como lo hizo con el otro tipo, pero este se lo arranco de sus manos

temblorosas con una patada y él fue lanzado contra unos toneles de metal en cubierta,

impactando su cabeza contra ellos, cuando Juliano estuvo a punto de ser lanzado del

barco pirata, Flavio se repuso, su vista se normalizo y enfoco la escena donde Juliano

llevaba las de perder. A lo lejos el Capitán Virgilio no podía disparar dado que el

cuerpo de Juliano le tapaba el blanco, pero Flavio tomo una botella de ron que habían

dejado en el piso los piratas, se levantó y le dio en la sien al último pirata en pie en

cubierta. Juliano se quejó de su cuello y espalda pero estaba bien, tomaron las armas

de la cintura de los piratas desmayados, y bajaron por unas cuantas escaleras que se

dirigían a las partes bajas internas de la nave. Caminando despacio por el pasillo

detrás de una puerta escucharon a la mujer llorar y sonidos de lucha, los dos

asintieron con la cabeza, empujaron la puerta, el cuarto pirata tirando a la mujer al

Page 46: La Isla de Nuestro Destino

suelo se les abalanzo, los tres cayeron al piso, el tipo era muy corpulento Flavio y

Juliano se vieron aplastados sin fuerzas para levantarse, perdieron las armas o no

sabían dónde habían caído, el tipo los estaba asfixiando a cada uno con una mano,

ambos estiraban las manos en busca de algún objeto para estrellarlo en el rostro del

sujeto, más que todo eran movimientos de desesperación, ya se les acababan las ideas

al igual que el oxígeno.

Cuando ambos empezaron a ver la luz al final del túnel, las manos que les apretaba

el cuello cesaron, respiraron de forma que parecían haber corrido una maratón.

Miraron y vieron a la mujer con una botella de ron rota en su mano izquierda.

Miraron al pirata tirado a un lado con la cabeza empapada de ron, Flavio dijo. –

Bendito el ron, – se pusieron de pie. – Has tenido suerte que te hemos visto, nos la

hemos jugado por ti, ahora vámonos antes que despierten – dijo Juliano, la mujer

asintió con la cabeza, corrieron, cuando pasaban por los pasillos que dividían la proa

con la popa, la mujer estaba recogiendo una caja con joyas, era muy pesada, - Si

despiertan estamos muertos. – Dijo Flavio, Juliano corrió a ayudarla, vio tanto afán

en la mujer que sabía que no se iría sin la caja, el marinero Celso los esperaba listo

para empezar a remar hacia el pesquero. - ¿Ella es? – Pregunto, abordaron y remo

como nunca, llegaron al pesquero, aseguraron el bote, y el capitán grito – ¡A TODA

MARCHA! – El pesquero se sacudió y empezó a andar, el arrancón despertó a Claire,

que escucho la algarabía que se suscitaba en cubierta, temerosa a lo que pasaba,

camino lento, y subió, vio al marinero Flavio vendar el brazo de la mujer desconocida

para ella, pregunto - ¿Qué pasa aquí? ¿Quién es ella? – Todos la voltearon a ver

sorprendidos, por la adrenalina del momento se habían olvidado por completo de

ella, Juliano trago saliva y empezó a sudar mas, ya no por correr y pelear, si no, por

nerviosismo.

Page 47: La Isla de Nuestro Destino

Después de atender a la mujer que fuera secuestrada por los piratas, Juliano le conto

todo a Claire, debido a la situación que se daba no podía ocultarle nada, ella quedo

sorprendida por todo lo que ocurrió mientras dormía. Al ver lo agradecida que estaba

la mujer, quien hasta ahora no tenía nombre, ni historia, salvo la que paso gracias a

los piratas, decidió no enfadarse pero Juliano noto en su mirada, que Claire estaba

resentida, mas con él ya que se había dado lugar entre ellos un grado importante de

confianza y un poco de algo más. Pero por los momentos no podía hacer nada para

cambiar los pensamientos de ella, no por el momento.

Decidieron entonces descansar, ya después habría tiempo de conversar con la nueva

tripulante acerca de su desafortunado encuentro con los piratas, por los momentos

era mejor que descansara, lo mismo le sucedió con Claire, pero por su miedo no pudo

volver a dormir en esa madrugada llena de imprevistos. En el alba, el capitán bajo la

marcha, ya habían recorrido mucho y pensaban que ya se habían alejado lo necesario

para no ser alcanzados por los desafortunados sujetos que quedaron inconscientes y

muy enojados al serle arrebatado su botín, además el pesquero no era muy nuevo

como para presionar el motor tanto tiempo. Ese mismo día por la tarde estarían

llegando a la isla en donde planeaban comerciar los conejos, por la mañana ya todos

estaban aparte de desvelados y cansados, esperando a que despertara la mujer para

que les contara su historia, o por lo menos su infortunio con los piratas. Abrió la

mirada, se lavó la cara, le ofrecieron algo de café, ella agradeció, con todas la miradas

sobre ella, sonrió, diciendo. – Son una tripulación muy extraña, no les he dicho mi

nombre, me llamo Sonia.

Capitán Virgilio – Sonia, bienvenida a bordo, este con cara de alcohólico es el maestre

Celso, el de cabellera extraña es el marinero Flavio, y esta linda pareja son nuestros

Page 48: La Isla de Nuestro Destino

pasajeros, la bella joven Claire y el que la rescato, el joven Juliano, y yo soy el capitán,

el capitán Virgilio, el asesino del Kraken.

Maestre Celso – Capitán ya le dije que ese era un pulpo gigante, edemas ya estaba

muy viejo.

Sonia – Mucho gusto, gracias a los cielos que los conocí.

El capitán Virgilio con un gesto de indignación, respondió al maestre. – Maestre, un

pulpo no hubiera estado a punto de hundir el pesquero.

Maestre Celso – No estaba hundiendo el pesquero, le cayó encima y se desmayó del

miedo.

Juliano – No les preste atención, son marineros muy singulares, pero hay algo que

queremos saber. ¿Cómo termino en las manos de esos hombres?

Sonia – Fue algo muy rápido, yo estaba en el barco de mi esposo con toda la

tripulación. El Odisea se llama nuestro barco, él es un comerciante muy famoso de

las islas del oeste, nos atacaron hace dos noches, se llevaron el cofre en donde guarda

toda su mercancía y a mí, por suerte no los mataron, pero los dejaron amarrados en

una pequeña isla con el barco encallado, es muy seguro que ya deben estar

buscándome, pero tuve suerte que ustedes llegaron a rescatarme antes de que esos

tipos me hicieran algo, incluso salve la mercancía que nos habían robado.

Capitán Virgilio. – El Odisea, ¿Acaso su esposo es el señor Donatilo Cervantes?

Sonia – Si es el, ¿Lo conoce capitán?

Capitán Virgilio – No, personalmente, pero todo el que lleve el suficiente tiempo en

el mar logra conocer o escuchar algo, quien es uno de los comerciantes más ricos que

todo este océano. Ese cofre lo confirma.

Juliano – Bueno, ¿Cómo planea comunicarse con su esposo?

Page 49: La Isla de Nuestro Destino

Sonia – Él se tendrá que abastecer en la isla tulipán, tendré que llegar ahí lo antes

posible, antes que llegue el y se marche al no encontrarme. Me será más difícil

encontrarlo, si es de ese modo.

Maestre Celso. – Pues esa isla nos queda de camino, solo haremos una escala en la

próxima isla, la isla Fosca por negocios.

Capitán Virgilio – Si, será rápida nuestra estadía ahí, después podemos pasar por la

isla Tulipán, ahí te dejaremos, además a la tripulante Claire le encantara ver los

campos llenos de tulipanes de todos los colores.

Claire, quien se alegró con esta noticia, dijo. – De verdad, será fantástico, aunque no

traje mi cámara.

Sonia – No te preocupes, podrás comprar una cámara desechable en la isla, además

te mostrare muchas otras cosas en la isla, no solo por su comercio es famosa, también

por sus vistas espectaculares.

Claire – Fabuloso, espero que nos alcance el tiempo para visitar todos los lugares.

Capitán Virgilio – No se apresuren que antes tenemos que pasar por la isla fosca.

Sonia – Negocios los llevan a esa isla, no es esa una isla muy pobre, tiene apenas unas

docenas de habitantes.

Maestre Celso. – Por ese motivo la visitamos, ya que los habitantes no pueden cazar

en la impenetrable selva y las aguas que la rodean tienen muy pocos peces, nosotros

les llevamos conejos para… - Lo golpea muy disimuladamente Juliano. - Entonces les

llevaremos a los niños conejos, hermosos conejos para que jueguen mientras sus

padres pescan en el día, si así es.

Sonia – Pero esa…

Todos menos Claire y Sonia, dicen. – Bueno se ha platicado mucho hoy, sí, sí.

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Capitán Virgilio. – A trabajar marineros, hay que llegar a esa isla he irnos rápido a

dejar a la nueva tripulante Sonia a su destino.

Capítulo VI

Isla Fosca, Isla Tulipán.

Marinero Flavio – CAPITAN, CAPITAN.

Capitán Virgilio con rostro de sorpresa y ansiedad, le responde. - ¿Qué pasa? ¿Viste

la isla?

El marinero Flavio desde lo más alto del pesquero. – NO, PERO PASEME UNA

SOGA.

El capitán Virgilio camina a buscar la soga enfadado. – Diablos, ya estoy viejo para

esto.

Después de un par de horas y al darse cuenta que se habían desviado mucho por

evitar a los piratas, llegaron a la Isla Fosca. Rodeada en casi su totalidad por enormes

precipicios con enormes rocas filosas adornándolos. Las olas chocaban furiosamente

contra ellas, se dieron cuenta los que nunca la habían visitado, él porque era tan poco

habitada a pesar de estar entre islas muy ricas por su comercio.

Desembarcaron casi todos los tripulantes del pesquero, a excepción de Flavio y Sonia,

el marinero vigilando el barco, la nueva tripulante descansando un poco más. Al

Page 51: La Isla de Nuestro Destino

llegar a tierra en el bote fueron recibidos por muchos niños, casi dos docenas, un

hombre sin camisa y una sonrisa muy cordial venía detrás de la turba de infantes.

El capitán Virgilio con los brazos en alto dijo. – José Pablo, tanto tiempo, ¿Cómo está

todo?

José Pablo dándole un abrazo muy fuerte. – Ha pasado mucho tiempo viejo lastre.

Muy bien, en verdad todo casi igual, pero felices que es lo importante. Oye veo que

tu tripulación ha aumentado, y hasta ha cambiado un poco.

El capitán al presentar a las nuevas caras que todavía no conocía el isleño Juan Pablo,

también explicándole el porqué de una linda señorita con ellos, que seguramente no

tardaría en preguntarlo, Juan Pablo los hizo caminar por un sendero que los conducía

a una pequeña aldea, pasaron a la choza más grande. Antes de ingresar el capitán

Virgilio le pidió a un par de los niños que les mostraran la isla al par de pasajeros del

pesquero, los niños muy entusiasmados tomaron de la mano de Claire y la

arrastraron prácticamente atreves de unas palmeras, Juliano los siguió diciendo. –

¡Hey! niños, yo también voy. – Así el capitán Virgilio, el maestre Celso ingresaron a

la cabaña, muy seguramente a negociar el precio de los conejos. Antes de comenzar

con los negocios, conversaron acerca de todo lo que pasaron a bordo del pesquero

Endless Sea, previo a su arribo a la isla.

José Pablo quien entre risas hablaba. - Gran aventura se han llevado en el mar estas

últimas semanas, por suerte se la han podido librar, con más suerte por la hermosa

señorita que llevan a bordo. Sinceramente ese barco lo único que termina siendo es

todo menos un pesquero, hasta guardacostas fueron, salvando a la mujer de los

piratas.

Page 52: La Isla de Nuestro Destino

El maestre Celso cambio su risa y dijo muy serio. – Bueno, como sabrás carecemos de

tiempo, no sabemos si esos piratas intentaran seguirnos, no queremos poner tu

comunidad en riesgo.

José Pablo quien se unió a su seriedad, respondió. – Tienes mucha razón, deben llegar

lo más rápido posible a la isla Tulipán, esa área no les interesa mucho a los piratas.

Cuéntenme ¿Cuantos conejos trajeron esta vez? Ya que los últimos que trajeron se

estaban criando muy bien, pero aquí es imposible criarlos por tiempo prolongado,

los conejos son una presa demasiado fácil para los depredadores de la isla.

Mientras sellaban el término del precio, los niños conducían a la pareja de pasajeros

hasta una vista increíble en la cima de la montaña, donde quizá se alcanzaba a ver

toda la isla.

Claire quien llevaba sus manos al rostro, fascinada. – Esta vista es increíble, y

nuevamente sin cámara, pero por lo menos contare que estuve aquí.

Juliano que admiraba el paisaje detrás de Claire. – En la próxima isla compraremos

alguna cámara para que pueda capturar los paisajes que nos esperan, además esto es

mejor, de esta manera estos paisajes solo quedan en nuestras memorias, nadie más

podrá verlo, solo nosotros, bueno y los niños, pero no cuentan porque ellos viven

aquí. Esto es como nuestros momentos especiales.

Claire gira y mira a Juliano por un corto tiempo, casi tres segundos. - Si serán

momentos inolvidables del viaje, momentos únicos.

El niño que jugaba lanzando pequeñas rocas, lo más lejos que su pequeño brazo lo

permitiera, pregunto mientras elegía la mejor para lanzar. – Oigan, ¿Hace cuánto

están casados?

Page 53: La Isla de Nuestro Destino

Juliano que tartamudeo por un momento, le respondió, ante el gesto de timidez de

Claire. – N, N, no, no somos esposos, ni estamos casados.

La niña que recogía flores de unos arbustos. – Lo sabía, no parecen esposos. – Ambos

respiran aliviados. - Parecen novios.

Claire que no pudo evitar que su rostro se ruborizara. – No, no, tampoco somos

novios, somos amigos, amigos de viaje.

El niño dirigiéndose a Juliano, con una piedra muy grande en su mano. - Oye, ¿Y

cuándo le dirás que te gusta? Para que ya sean novios, si no se lo dices ella nunca

podrá contestarte.

La niña que se dirigió a Claire. - ¿Piensas aceptarlo verdad, si te lo pregunta?

La perplejidad quedo plasmada en los rostros de Claire y Juliano, se quedaron sin

palabras ante las preguntas de los niños. Los pequeños isleños se miraron entre sí,

hicieron un gesto de desaprobación. - Es como dice papá, la gente del gran continente

es muy estúpida. - y siguieron a una colorida ave que diviso el niño. Después

visitaron otros lugares, siempre rodeando la selva en el centro de la isla. Después del

primer lugar que visitaron, solamente tuvieron vistas de los altos despeñaderos y las

filosas rocas del fondo con las aguas salinas azotando contra ellas sin tregua alguna.

De vuelta a la aldea, evitando cualquier contacto visual entre ambos, con los niños

comiendo fruta y riendo como solo a esa se puede hacerlo, se encontraron de vuelta

con los demás. En los rostros de sus compañeros de aventura se notaba una alegría

tremenda.

Capitán Virgilio. – Sé que esta visita fue rápida, pero espero que hayan visto un poco

de esta tan inexplorada isla.

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Juliano – Tiene una selva espectacular, también hemos visto unas aves que nunca

había visto en los libros.

José Pablo. – Se sorprendería con lo que hemos visto los que habitamos aquí, se daría

cuenta él porque es tan poco visitada.

Juliano intercambia unas palabras con el isleño José Pablo y con los demás que

estaban alrededor, mientras que Claire se acerca a los niños que los guiaron, que

estaban en lo último de la fruta que consumían muy concentrados.

Claire se agacha donde los niños estaban sentados. – Niños, muchas gracias por

guiarnos hoy, viven en un lugar muy hermoso, me dejaron encantada todas las

maravillosas vistas que nos regala esta isla.

La niña que sacaba una pequeña fruta de su bolso, le dijo. – De nada, aquí viene muy

poca gente, pero usted es la mujer más hermosa que nos ha visitado.

Claire sonrió muy alegre ante tal halago. – Tú también serás muy hermosa, ya eres

muy hermosa. ¿Sabes qué?, toma mi broche. - Se lo quita del cabello y se lo coloca en

el cabello de la niña, que quedo con un rostro muy sorprendida, elevando su vista,

tratando de ver el broche en su cabello.

El niño que mira la escena. – Hey, yo también ayude hoy, además colabore para que

aquel hombre le declare por fin su amor.

Claire en voz baja, busca en su bolso algo y dice muy avergonzada. - Aunque eso no

era necesario. Pero toma.

El niño mira sorprendido. – ¿Quién es este muñeco?

Claire – Bueno ese muñeco es muy famoso de dónde vengo.

El niño hace una mueca complacido. – Tiene una sonrisa estúpida, bueno de algo

servirá, se lo cambiare a algún chico estúpido de la otra isla.

Page 55: La Isla de Nuestro Destino

Claire. – Lo siento no tengo nada mas de niño, pero oigan pueden jugar con los

conejos que trajimos.

La niña. – Les daremos comida, haremos que tengan muchos otros conejos.

Claire. – Que bueno, antes se los querían vender a una gente que los quería para

cocinarlos.

El niño. – Nosotros no le haríamos eso a esos conejos.

Claire respira profundo, aliviada. – Es un alivio, son tan lindos.

El niño. – Si, por eso nos comeremos a las crías o bueno también a estos cuando las

crías ya se reproduzcan.

Claire quedo con una sonrisa a la mitad de formarse, perpleja. La cara feliz y amistosa

de Claire cambio completamente, tartamudeo unos instantes, los niños hicieron cara

de querer entender lo que decía, de pronto los demás se dispusieron a regresar al

pesquero, Juliano llego detrás de ella y despidiéndose rápido de los niños,

prácticamente arrastro a Claire al bote, los niños movían su mano en señal de

despedida y muy sonrientes. El apuro se debía a lo antes mencionado de los piratas,

pero esta vez lo recordaron con más afán, que los piratas muy enfadados podrían

estar tras ellos.

Claire en el trayecto lucio muy pensativa y algo inconforme, molesta también, sus

gestos eran una unión de muchos pesares causados por la desventura de los animales

peludos que dejaron en la isla, pero guardo silencio.

Ya en marcha, el capitán colocando como curso la próxima isla, la isla Tulipán. Aquel

pesquero navegaba a toda marcha o bueno hasta donde el viejo motor diésel lo

permitía, en dirección a la suscitada isla que los alejaría de los piratas. A pesar de

haber recorrido una gran cantidad de distancia, algo pequeña comparado con el

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tamaño total del gran océano, el pesquero no le hacía honor a su denominada

actividad ya que si observaban su bodega destinada para almacenar a los pescados y

mantenerlos frescos hasta la llegada a puerto, este tenía más polvo que pescados.

Cuando se encontraban con la isla Tulipán a vista de telescopio, los motores se

apagaron y la pesada ancla cayo hacia la profundidad de las aguas salinas, haciendo

que todo el que estaba a bordo se moviera a cubierta a ver el motivo de su pausa en

el curso.

El capitán Virgilio que se encontraba en cubierta, en sus manos tenía varias cañas de

pesca. – Como verán tripulantes y pasajeros, estamos a un paso de despedirnos de

nuestra fugaz pasajera Sonia, también como hace poco nos hemos dado cuenta que

nuestras provisiones han escaseado en los últimos días, todo esto gracias al maestre

Celso que era el encargado, pero lastimosamente no tomo en cuenta a los pasajeros.

Tiene más concentración un adicto a hongos alucinógenos que nuestro maestre, en

fin, hemos decidido que pescaremos para hacerle honor al oficio de este barco, y por

supuesto para darnos un buen almuerzo el día de hoy.

El maestre Celso quitándose el sombrero ya muy viejo y descolorido algo sucio, dijo.

- Lo siento, cuando lleguemos a la isla nos abasteceremos nuevamente, no se alarmen,

ha… que quede claro, no consumo hongos alucinógenos.

El capitán Virgilio que pasándole las cañas al marinero, dice. – Entonces el marinero

Flavio les dará una caña de pesca, para que puedan capturar a su ejemplar.

Marinero Flavio – Les daré una caña por pareja: Una para el capitán y el maestre, una

para el pasajero Juliano y su compañera Claire y claro los que quedamos, yo y la

nueva pasajera Sonia. Ah se me olvidaba el que atrape al pescado de mayor tamaño

recibirá el “honor” – Lo dice en un tono muy poco convencido y apagado, mira al

capitán y asiente con la cabeza. - De dirigir por un día el pesquero Endless Sea, con,

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claro, por supuesto, la guía y consejo de nuestro capitán Virgilio. - Unos pequeños

aplausos, más por cumplir que de sorpresa.

El capitán Virgilio sonriente y bonachón. – Bueno les deseo lo mejor, espero que el

que gane sea yo, el pescado más grande será el que cocinaremos.

Sonia que se busca algo en su bolsa. – Bueno, ya que es una competencia porque no

subimos el premio, el que gane la competencia ganara este collar valuado en un alto

precio en donde quiera que vayan, esto como símbolo de mi agradecimiento por

salvarme la vida.

Sonia levanto y mostro a todos un hermoso collar con un hermoso zafiro verde claro

adornándolo, los ojos de todos se iluminaron. Los de la tripulación fue por codicia,

pero los de Claire expelieron un brillo de admiración y fascinación. Con unas grandes

carcajadas el capitán se dirigió a la popa del pesquero, el maestre Celso cargaba todo

lo necesario. Claire se acercó a el marinero Flavio y tomo la caña, con una cara muy

poco amistosa, al darse vuelta Juliano le hizo un gesto de acompañarla alegremente,

que ella solamente ignoro y camino rápido a la proa del barco, donde se sentó

malhumorada, tal cual niña haciendo pucheros y tomo la caña de pescar como toda

una principiante, mejor dicho como alguien que nunca había tomado una, el cual era

su caso.

Juliano la siguió con un cierto grado de temor, no sabía él porque del cambio de

actitud, al sentarse junto a ella con gran sigilo y ayudándola a colocar el cebo en el

gran anzuelo filoso. Al terminar los preparativos de la caña y probando como era su

funcionamiento, Juliano lanzo el anzuelo tímidamente a las aguas, tratando en su

mente de encontrar la razón del silencio, que por algún disgusto reinaba en Claire.

Mientras tanto a estribor estaba el tercer equipo concursante en tan aclamado

concurso de pesca, Sonia le comentaba sus anécdotas con otros piratas y sus

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incontables viajes a lejanas islas por comercio, mientras tanto Flavio la escuchaba

atentamente, era bueno escuchando, era de las personas que se percata en cada detalle

de la palabra y al final saca una sencilla pero a la vez compleja opinión, el sostenía la

caña con sus delgadas manos. Al parecer los únicos que parecían muy preocupados

por ganar el premio era el capitán y el maestre Celso, tenían gran esmero en que

picara algo y cuando lo hizo se lamentaban porque el pez era más pequeño que una

lata de cerveza, devolvieron muchos peces, diciendo siempre – Ya picara algo, ya

picara - ¿Maestre acaso no puso el cebo correcto? Están picando solo peces del tamaño

de un saltamontes. – ya picara algo grande, ya picara. – Decía constantemente el

maestre Celso.

Juliano con la caña en sus manos con el cordel bailando al ritmo de las olas, se sentía

algo incómodo, claro sus expresiones lo demostraban, trago saliva, se pasaba la mano

por la frente para retirar algo de sudor. Claire por su parte miraba fijamente las aguas,

para suerte de todos había suficientes nubes para cubrir el ardiente sol de esa época

del año.

Juliano muy temeroso. - ¿Puedo saber el motivo, por el cual está enojada?

Claire muy seria. – No estoy enojada, ya no lo estoy pero lo estaba, ahora estoy triste.

Juliano con la misma expresión que formulo su anterior pregunta. - ¿Puedo saber el

motivo, por el cual ahora esta triste?

Claire mirando a la nada. – Todos me mintieron, yo ya había aceptado la misión, que

hacia el pesquero aunque fuera sangrienta, me parecía cruel que le hicieran tal cosa a

los pobres conejos, pero aceptaba que eran cosas de la naturaleza. Aun así no me

dijeron la verdad, igual que con los rufianes de mar, me lo ocultaron, los niños de la

isla me contaron el fin que iban a tener los conejos, si no es por el alboroto cuando

rescataron a Sonia tal vez nunca me hubiera dando cuenta del peligro que

Page 59: La Isla de Nuestro Destino

corríamos… Yo no quiero ser una carga, quiero ser una más de la embarcación,

alguien al que no tengan que ocultarle los problemas o las realidades.

Juliano. – La queríamos proteger, la quería proteger.

Claire – Solo a los niños se les miente para protegerlos, yo quiero vivir esta aventura

aun cuando sean problemas y miedo lo que se afronte, yo quiero ayudar a superarlos.

Cuando estaba en tierra nunca me espere esto, si me lo hubieran anticipado

difícilmente hubiera subido al pesquero, pero ya que estoy aquí tengo que afrontarlo

y superarlo pero quiero hacerlo estando a su lado, no atrás como alguien que estorba.

Juliano – Lo siento, tiene razón… le prometo algo… Desde ahora yo me encargare de

que nadie le oculte nada, en este pesquero no habrá más secretos.

Viendo la sonrisa que volvía al rostro de Claire, Juliano sorpresivamente la abrazo,

muy difícil para él, ya que sostenía la caña con una sola mano, ella mostro cara de

sorpresa y sin que ella lo notara o lo pudiera prever, cerro la mirada y se acomodó

plácidamente en el pecho de Juliano, él estaba feliz porque nunca hubiera pensado

que ese era el motivo del enfado, aunque se dio cuenta que otra vez le estaba diciendo

otra mentira, así ya acumulaba muchas, pero el momento hizo que tratara de pasarlo

por alto. Se preguntaran en que le había mentido, yo les pregunto ¿Acaso quieren que

el libro termine ya?

En otra parte del pesquero, en la popa para ser exactos, se daba una acalorada lucha,

el capitán y el maestre jalaban fuertemente la caña, habían pescado algo grade, como

para que dos viejos pescadores estuvieran con sudor en la frente, recogían y recogían

la caña pero al parecer lo que había picado no quería ceder, los dos embriagados por

la codicia aumentaban la fuerza y el esmero, parecían dos psicópatas, cuando de

repente su esfuerzo dio frutos y asomo sobre las aguas un pez florete, el capitán grito.

– ¡Trae el maldito arpón! – Y el maestre Celso sin el más mínimo error, clavo el arpón

Page 60: La Isla de Nuestro Destino

en el formidable pez, lo subieron a bordo, lo midieron rápidamente y se dieron cuenta

que muy difícilmente un grupo semi-profesional y otro completamente novato, les

ganara. El pez media casi el metro. No pasó nada de tiempo cuando el capitán con

una pipa en la boca, a su lado el maestre, presumieran por todo el pesquero su

captura, el marinero Flavio se lamentaba, mientras que Juliano y Claire se admiraban

al ver a tan majestuoso pez, bueno ahora pescado.

Capitán Virgilio. – Bueno tripulantes y pasajeros, solo queda una hora antes de que

termine el plazo, ya que no podemos comer tan tarde, mientras tanto para ahorrarles

algo de tiempo el maestre empezara a preparar tan formidable bestia del océano.

Maestre Celso. – Sera un placer capitán, al finalizar el almuerzo se dará la coronación,

nuestra coronación. – Riendo como si hubieran ganado un cofre lleno de oro.

Todos fascinados por el pez, más que por la arrogancia en sus oraciones, devolvieron

la vista al mar, aunque no paso mucho tiempo cuando la caña del equipo a estribor

empezó a tirar, los dos codiciosos denotaron rostros de preocupación, esperando que

fuera algo más pequeño que su captura lo que estuviera atrapado en el anzuelo. El

marinero Flavio tiro y tiro, recogiendo la línea de pesca, siendo apoyado con palabras

por su compañera de pesca Sonia, aunque supiera mucho de joyas y comercio, no

sabía nada acerca de la pesca, ¿Quién la juzga? Después de tanto esfuerzo cayo en

cubierta un pez de considerable tamaño, después de medirlo con la vista una y otra

vez el capitán y el maestre respiraron aliviados, era una merluza de casi, casi un

metro.

Maestre Celso – Buen intento marinero, con los años aprenderá a pescar estas bestias

formidables como la nuestra.

Capitán Virgilio – Tu pez tuvo suerte de no ser comido por el nuestro, por suerte

estábamos aquí para capturarlo antes de que te arruinara el día de pesca marinero.

Page 61: La Isla de Nuestro Destino

Sonia – No te preocupes marinero, es un gran pez, ellos tuvieron suerte, nada más.

El marinero Flavio que miraba orgulloso su captura. – Yo no tenía interés en el collar,

yo quería ganarles, bueno en otra ocasión. Aunque al parecer nadie les quitara el

primer lugar, los jóvenes pasajeros no saben mucho acerca del mar.

Sonia – El mar es más impredecible que una mujer llena de rabia y celos.

Marinero Flavio – Esas parecen palabras propias del capitán.

Cuando paso el tiempo y se acercaba el tiempo límite para que finalizara el mini

torneo de pesca, todos estaban atentos en proa esperando que se culminara el tiempo

y por fin prepararse para comer. Ya el par de jóvenes parecían rendidos, y al ver la

cara de satisfacción del dúo formado por el capitán y el maestre, perdieron las

esperanzas de capturar algo… De pronto el sedal comenzó a tirar, a Juliano lo invadió

el asombro, tomo la caña fuerte y empezó a tirar y tirar, con técnica muy de

principiante, el capitán se acercó y le dijo como hacerlo correctamente, él lo hizo muy

bien para ser su primera vez, pero se dio cuenta de que sea lo que sea que había

mordido el anzuelo era muy grande, el solo no podría hacerlo.

Juliano – ¡Claire! Ayúdame a tirar, mientras tanto recogeré algo de la línea del cordel.

Capitán Virgilio – Tira, tira, y recoge y recoge muchacho, vamos.

Marinero Flavio – No podrán, es algo muy grande o los jóvenes son muy débiles.

Maestre Celso tira su preciada captura al suelo y corre al lado de los jóvenes. -

SUJETENLOS, O CAERAN FUERA DE BORDA.

A Juliano sujetándolo todos. - ¡TIREN! ¡TIREN! ¡TIREN! ¡TIREN!.

Con todos con una mano en la caña a excepción de Sonia que jalaba la camisa del

marinero Flavio. Al mirar lo que asomaba por las aguas, vieron la cabeza asomar, era

un pez florete sin duda, peleaba furiosamente contra el anzuelo, tiraron y tiraron,

Page 62: La Isla de Nuestro Destino

hasta que el pez sobresalía de las aguas, alguien grito – El arpón, ¡traigan el arpón! –

el maestre señalo la posición del arpón en cubierta. Claire lo tenía tímidamente en las

manos – DISPARALE, DISPARALE – decían todos al unísono - ¿Cómo? ¡Nunca lo he

hecho! – Juliano la vio y recordó sus palabras y dijo con voz muy exhausta por la

lucha contra el pez que ya rondaba la decena de minutos – Apuntale y aprieta el

gatillo. – Claire vocifero - ¿Y si fallo? – Juliano con más signos de esfuerzo y cansancio

le respondió. – Yo sé que no fallara, porque todos confiamos en que puede hacerlo. –

Ante la vista de todos, con sus manos sujetas a la caña, combatiendo con el gran pez.

Decidida, se acercó a la amura, levanto el arpón temblado al principio pero tomando

confianza cuando apuntaba al pez que no dejaba de luchar, - Lo siento pececito, la

naturaleza en justa y cruel. – Y disparo, todos miraron asombrados al veloz arpón

que viajaba, abriéndose paso entre el viento y lo vieron desaparecer entre las azules

aguas.

Marinero Flavio - ¿Le dio?

Maestre Celso – Al océano es seguro que le dio.

Capitán Virgilio – Tiren, así sabremos si le dio.

Juliano – ¡Ya no hay tanta resistencia!

Al tirar todos, vieron el arpón salir por sobre las aguas, el gran pez había sido

derrotado, por una oficinista del gran continente. Cuando subieron el pez minutos

después, vieron aquel enorme animal cubrir gran parte de la cubierta de la popa, el

maestre con el marinero Flavio tímidamente se acercaron para medirlo, al terminar

el maestre dijo con voz de asombro, anonadado. – Dos metros, dos metros. – Claire y

Juliano celebraron, el marinero Flavio y Sonia gritaban y silbaban, mientras que el

Page 63: La Isla de Nuestro Destino

maestre y el capitán tenían cara de estupefactos, los principiantes les habían ganado

en su oficio y en su terreno, por gran margen.

Después del éxtasis que brinda la victoria, todos colaboraron para cocinar el pescado

capturado por Sonia y el marinero Flavio, decidieron vender en puerto los otros dos

capturados, aparte que era demasiada comida para solo seis a bordo, ya que cada

centavo extra era bien recibido, recibido por los avaros del capitán y el maestre.

Page 64: La Isla de Nuestro Destino

Capitulo VII

Isla Tulipán.

Ya con el pesquero amarrado en puerto. A lo lejos, el capitán negociaba el precio de

los peces atrapados, Claire y Juliano posaban para una fotografía con el pez que

habían capturado, colgado de la cola. Al fondo el sol brillaba sobre el mar, las nubes

se habían ido, en el cuello de Claire se podía observar un brillo del sol que reflejaba

el hermoso zafiro en el collar ganado en la competencia, es maravilloso ver como la

belleza de una mujer resalta la belleza de un joya y no lo contrario, como se piensa en

muchos casos.

Inmediatamente después empezaron el camino para conocer la hermosa isla, primero

pasaron por el gran mercado, era un mercado inmenso y abarrotado por tanta gente,

los colores eran una ordenada delicia para la vista. Ahí compraron muchas cosas,

porque al parecer ahí había de todo y si no había ahí, seguramente no existía. Las

mujeres se medían y median ropajes, en cambio los hombres observaban a un tipo

que podía controlar una serpiente, tiraron algunas monedas en un cesto cerca del tipo

y se dispusieron a seguir a las intensas compradoras que ya se alejaban de la vista, al

finalizar los hombres cargaban paquetes como malabaristas de circo.

Sonia que llevaba un vestido floreado. – Bueno hombres, nosotras partimos hacia el

mirador de la isla, ustedes vayan al puerto a dejar los paquetes, nosotras volveremos

ahí en breve, cuando hayamos capturado varias fotografías de los paisajes de la isla.

Page 65: La Isla de Nuestro Destino

El marinero Flavio las ve alejarse muy sonrientes, el con su cara de joven exhausto,

como con ganas de acompañarlas a tomar ese descanso y tirar todos aquellos

paquetes. - Son las únicas que se divierten, además tenemos que llevar todo lo que

nos encargó el capitán, más lo que compraron las mujeres pasajeras.

El maestre Celso lleva a su cara la mano que tiene desocupada, en símbolo de lamento

con cara de idiota. – Diablos, se me olvidaba, tenemos que comprar las provisiones

para el resto del viaje.

Los hombres con cólera, pero tristeza en sus rostros, más que todo resignación, ya

que todos excepto ellos harían plan turista en la isla, dado que ya tenían cierta

información que el capitán en lo último que andaba era en una gestión del pesquero,

al parecer conocía y era conocido en muchos bares del puerto. Después de pelearse

con un comerciante por no querer ceder en el precio de los pescados, había hecho que

el marinero Flavio devolviera los pesados pescados a la bodega del pesquero.

Y las mujeres por su parte los habían abandonado con carga que estaba por aumentar.

Regresaron al mercado a comprar lo demás que les faltaba, entre tanto alejándose

más y más de ellos Claire y Sonia, tomaban fotografía aquí y allá, pasaron por un

campo de tulipanes inmenso en donde posaron de todas las formar posibles, la lógica

les dictaba él porque del nombre de la isla. Llegaron a la cima de una colina, donde

habían unas bancas hechas de madera pintadas de blanco estaban bajo la sombra de

unos cuantos árboles, desde ahí se miraba parte del puerto y todo el campo de

tulipanes, otra vista que sorprendía a cualquiera que no estuviera acostumbrado a

presenciarla cotidianamente.

Sonia desenrosco un termo y sirvió un poco de té humeante, lo vertió en dos

pequeñas tazas plásticas, y degustaron unas deliciosas galletas que acababan de

Page 66: La Isla de Nuestro Destino

comprar en el mercado, y que por su temperatura no hacía mucho que habían

abandonado el horno.

Claire con su vista fija en el campo lleno de tulipanes. – Una vista y un aperitivo

delicioso, mis sentidos están siendo estimulados al máximo.

Sonia – Sabia que te iba a encantar, siempre que venimos por negocios a esta isla

con mi esposo, subimos aquí y hacemos lo mismo que estamos haciendo en estos

momentos, bueno a excepción de un día que había una tormenta, no nos íbamos a

empapar por una vista gris de la isla.

Claire – Se nota que ama mucho a su esposo, es muy hermoso amar y ser amado por

alguien, debe de ser mágico; debe de ser una alegría incontenible en el pecho. Aunque

te ocurran muchas tristezas el amor te recuerda que algún día las superaras.

Sonia la mira con una sonrisa de agradecimiento. – Vaya, se ve que eres una chica

muy romántica.

Claire la mira con una sonrisa y regresa su vista al campo. – Solo estaba citando la

parte de un libro: Tu mañana, mi sueño. De J.K Walker.

Sonia - He leído un par de sus libros, tal vez recuerdo: El sigilo de tu respiración y En

mis sueños nunca. Así se llaman si no me equivoco.

Claire la mira con fascinación. – Si el primero es su tercer libro y el segundo es el sexto

que ha escrito, amo tanto sus libros, no hay día que no recuerde las historias que son

relatadas en ellos.

Sonia – Puedo notarlo, son grandes libros, el escritor ha de ser una persona muy

romántica, especial y detallista, sin caer en lo burdo y empalagoso. A lo que me

Page 67: La Isla de Nuestro Destino

recuerda preguntarte, ¿Cómo alguien como tú, está en un pesquero con cuatro

hombres?

Claire después de sonreír y mostrar una cara de no saber cómo diablos explicarlo,

procedió a contar como pudo, desde el inicio, hasta antes que Sonia llegara al

pesquero “Endless Sea” Sonia pasó del asombro a una risa de alegría, tomo la mano

de Claire.

Sonia – Eres una chica muy especial, también eres una con un gran sueño, pero

recuerda que no conoces a esta persona, los escritores plasman sus ideas y sueños en

sus libros, pero a veces sus vidas son muy miserables y hasta ellos son muy

miserables, al final de tu viaje puedes encontrar al amor de tu vida, como también

puedes encontrar a un señor muy mayor, con majestuosidad en su cabellera. Este

pueda que sea una de las mejores personas, al igual que sus libros y que no sea como

te lo describí antes. Así que siempre que te enamores de alguien trata de hacerlo de

alguien que te dé, día con día motivos y acciones para merecer tu amor, ya que ahora

mismo estas confundiendo el amor con la admiración, esta última se puede esfumar

en un instante, mientras que el amor es más fuerte que palabras grabadas en piedra.

- Voltea en dirección del océano, el aire empujaba sus cabellos oscuros por detrás de

sus hombros. - Sabes que te has enamorado, cuando miras personas más atractivas

que tu pareja, pero estas cien por ciento segura que ninguna otra te dará más

felicidad, que la persona que tienes a tu lado, que muy seguramente estará pensando

en ti todo el día.

Claire baja la cabeza, muy desanimada, aunque estaría algo molesta por las palabras

que desbarataban su sueño, sabía muy bien que era cierto lo que acababa de escuchar.

Sonia vio su expresión, la abrazo fuertemente, sus vestidos blancos eran empujados

suavemente por el aire.

Page 68: La Isla de Nuestro Destino

Sonia – No te entristezcas, lo último que quiero es dañar tu viaje hacia tu sueño,

además todavía no has llegado a la isla de tu destino. A algunas personas el destino

las encuentra, en cambio otras tienen que salir a buscarlo, y las que salen y se

arriesgan son bien recompensados, algo grande te está esperando y aunque no esté

ahí para presenciarlo, escríbeme y me los cuentas todo.

Claire sonríe y asiente. – Lo hare, te escribiré; aunque tienes razón, mientras menos

espere, menos decepcionada estaré, si pasa lo contrario más felicidad me hará sentir

que mi sueño se cumple.

Después de intercambiarse unas cortas sonrisas, siguieron con su aperitivo diurno,

después de terminarlo recogieron todo, y partieron a su último destino en la isla,

antes de volver a puerto y despedirse. En lo corto de tiempo que se conocían, se dio

entre ellas una amistad muy profunda, aunque la apariencia de la comerciante de

altamar Sonia, con sus cabellos rizados de un tono negro profundo, con su piel canela,

con un toque más oscuro de lo normal, tal vez por el sol implacable que cubre las

aguas marinas a diario, no se parecía en nada a su madre, Claire sintió la calidez y

amor maternal en las palabras y acciones de Sonia. Cuando terminaron de observar

y tomarse un par de fotografías más en el parque de la isla, en donde el sonido de

aves de muchos colores, resonaba por toda su extensión, partieron al puerto,

seguramente los hombres las esperaban, mientras que Sonia tenía que esperar a que

su esposo llegara, ya que sabía que él tendría que realizar una parada obligatoria en

la isla, para abastecerse.

Mientras pasaba todo esto con la tripulación y pasajeros del aventurero pesquero, el

capitán efectivamente como lo sospechaban los hombres, se encontraba dentro de un

bar, a un extremo del puerto, al parecer el antaño hombre que lo atendía era un gran

amigo desde ya hacía muchos años, porque se dieron un efusivo saludo, era un viejo

Page 69: La Isla de Nuestro Destino

igual de gris que el capitán. El viejo serbia ron y cerveza detrás de la barra con una

decoración peculiar de enormes escualos tallados en la madera, mientras el viejo

cantinero llenaba tarros de espumante cerveza uno tras otro, conversaba con el

capitán, este le comentaba su última aventura, pero al mencionar el percance con los

piratas, la cara del viejo cantinero cambio totalmente, su sonrisa adornada con su

gran barba y bigotes, se apagó, derramo un poco de cerveza, deslizo el tarro de

cerveza que acababa de llenar y de rebalsar, y se acercó a su amigo como quien

comenta algún secreto. A pesar del bullicio en la taberna producido por los

pescadores ebrios en ella, todo paso a segundo plano cuando el capitán Virgilio le

confirmo lo del percance con los piratas, el cantinero alejo su rostro entrecerrando un

ojo, al parecer sabia de algo, algo que no le beneficiaba al pesquero, y que

seguramente les causaría un problema extra.

El viejo cantinero mirando al capitán de manera penetrante y seria. – Oye viejo lastre,

hace no más de un par de días, los hombres del mayor pirata de este mar, estuvieron

preguntando sobre un pesquero parecido al tuyo, lo que me pareció extraño fue que

mencionaron que este pesquero llevaba una mujer abordo, pero nunca me imaginé

que fuera el tuyo, y ahora me dices que llevas dos mujeres a bordo con tanta razón te

pasan malas cosas, viejo lastre.

El capitán Virgilio mostrando una leve angustia, con su frente brillante por el sudor.

- ¿Y se fueron de la isla?

El viejo cantinero mira dos veces a los lados, responde. – Al parecer se fueron, escuche

por ahí, lo que me acabas de decir, que este pes… tu pesquero les robo el botín, ya

que a quienes le quitaron eran hombres de este temido pirata.

Page 70: La Isla de Nuestro Destino

El capitán Virgilio pasa su mano por su frente. – Hay una cosa que no entiendo,

¿Porque? ¿Cómo entraron piratas a estas aguas? Según se, la marina del reino los

tenia alejados de toda esta extensión de islas y mar.

El viejo cantinero, sirve un trago de ron. – Eso fue hace algún tiempo, al parecer este

pirata hizo un trato clandestino con el que dirige la parte de la flota de la marina,

justamente los que resguardan esta isla, sus secuaces hacen lo que quieran ahora, con

el fin de repartirse el botín.

El capitán Virgilio – Esto es malo, muy malo, porque tenemos programado ir a una

pequeña isla que nos queda en ruta de la reunión de los grandes cardúmenes.

El viejo cantinero de forma urgente le dice. – Tienes que partir ahora mismo, tienes

que presionar el viejo motor de tu pesquero, solo así podrás salir de estas aguas a

tiempo y llegar a otras que sean más seguras.

El capitán Virgilio se toma el trago en la barra de un sorbo y dice. - ¿Cómo se llama

este famoso pirata?

El viejo cantinero mueve la cabeza a izquierda y derecha, mirando si alguien lo podría

escuchar. – Has estado demasiado tiempo lejos de estas aguas, viejo lastre, todo aquí

es nuevo ahora. Según lo que escuche por ahí le dicen “Rick Jewel”, es un hombre

obsesionado con las joyas. Al parecer ustedes le quitaron un botín muy importante,

lo digo por todo lo que está haciendo para encontrarlos.

El capitán Virgilio – Me voy amigo, estando sobre las aguas estoy más seguro que

ahora, pero antes hazme un favor…

Esperando en el pesquero, todos estaban listos para partir y darle el “hasta pronto” a

Sonia.

Page 71: La Isla de Nuestro Destino

El maestre Celso mirando de lado al lado. - ¿Dónde estará el capitán? Ya está a punto

de ponerse el sol, con los controles tan cavernarios del pesquero no es bueno salir del

puerto con escasa luz.

Juliano acostado sobre muchos rollos de sogas. - Si regresa pronto, lo hará muy ebrio,

será mejor que lo busquemos en los bares, antes que no pueda ponerse en pie.

Claire mira a Juliano y le dice muy angustiada. – Si esta ebrio, ¿Cómo dirigirá el

barco?

El maestre Celso sonríe muy confiado, casi alardeando. – Por eso soy el segundo al

mando, ese es un proceso muy sencillo para mí. Bueno, si no está oscuro, por ese mi

afán de que regrese antes que se meta el sol.

El marinero Flavio con la calma que lo caracteriza y con el sarcasmo escondido detrás

de sus palabras, dice. – Entonces oremos porque regrese pronto el capitán.

Sonia – Regresara pronto, además él es un hombre de mar, no puede estar demasiado

tiempo fuera de él.

Cuando todos suspiraban, porque no tenían que más hacer, más que ver los

complicados nudos que practicaba el marinero Flavio, hasta el experimentado

maestre prestaba suma atención, el maestre siempre fue un marinero inútil. Mientras

esto sucedía, Claire y Juliano se miraban intermitentemente y siempre que uno se

daba cuenta de la mirada, volteaban a ver inmediatamente hacia las profundidades

de la aguas del puerto, carecían de eso que los adultos emplean muy bien, coqueteo,

creo que se llama, eran un par de idio… jóvenes adultos, sin experiencia sobre

relaciones sentimentales. Esto era tan irónico porque… vamos, al final lo sabrán y no

tendré que decirlo todo será muy obvio.

Page 72: La Isla de Nuestro Destino

Cuando esto era lo que pasaba en el pesquero, de pronto, alguien venía muy

espantado, el maestre dijo. - ¿Quién es ese idiota que corre con ese maletín? – Juliano

dijo - ¡Ese idiota, es su capitán, maestre! - pero porque con tanto afán, ¿Sera que no

quería salir de noche del puerto? - No, era algo peor para la tripulación y pasajeros,

pero tendrían que esperar para saberlo.

El capitán Virgilio Sube a bordo con el gran maletín que traía en ambos brazos. -

Prepárense, partiremos ahora mismo.

Maestre Celso – Tenemos prisa, pero no tanta.

Capitán Virgilio – PREPARENSE MARINEROS, PASAJEROS A SUS CAMAROTES.

Sonia al ver el afán del capitán, trato de bajarse del pesquero, dijo mientras se

disponía a dejar el pesquero. – Bueno, para no atrasar su partida me despido de todos,

y espero verlos nuevamente en circunstancias mejores.

Capitán Virgilio, colocando la pesada bolsa en la cubierta, le respondió muy

alarmando. – Si quiere vivir y volver a ver a su esposo, le recomiendo que no se baje

de este pesquero, confié en mí, le prometo que se encontrara con él, pero no será aquí.

El maestre Celso que sorprendido por la actitud acelerada del capitán, pregunta. -

¿Qué pasa capitán?

EL capitán Virgilio, responde sin prestar mucha atención. – Cuando estemos en

marcha y con el curso fijado, les contare, mientras tanto hagan lo que les digo, como

si sus vidas dependieran de ello. – En su mente. – “Nuestras vidas dependen de ello”

Con toda la rapidez posible, y sin preguntar, así como llegaron, así partieron hacia el

inmenso mar nuevamente, donde su color azul se disipaba a medida que el sol se

ocultaba poco a poco. Todos alarmados, pero consientes que si el capitán les decía

algo de esa manera, era porque algo terrible pasaba o pasaría. Si los tripulantes a

Page 73: La Isla de Nuestro Destino

veces lo tomaban como un pescador más, y los pasajeros no lo miraban como el

capitán de un inmenso y lujoso crucero, pero si tenían claro en sus mentes, que el

líder del pesquero por sobre el mar era el, nadie más.

Hicieron todo lo que les indico y esperaron a que el capitán les contara lo que pasaba.

Mientras la isla Tulipán se perdía poco a poco de sus vistas, todos con intriga y mucho

miedo se notaban pensativos, salvo Claire que parecía más que pensativa, nerviosa,

sostenía un extremo de soga apretándolo con ambas manos, y jugando torpemente

con él.

El marinero Flavio con su cara casi inerte, decía. – No me preocupa el hecho que

hayamos partido de la isla tan rápido, lo que me preocupa es que el capitán haya

decidido traer con nosotros de nuevo a la pasajera Sonia, con lo que le dijo casi la

obligo a abordar de nuevo.

Juliano, que en cortos laxos su mirada se perdía en la lejanía del océano, y cuando

regresaba, miraba a Claire. – Si lo hizo, seguramente fue por alguna lógica razón, no

queda más que confiar en él, sé que haría todo con tal de proteger a los que aborden

este pesquero, lo sé.

Claire algo exaltada. - ¿Y si son piratas? ¿Y si nos siguen? Por eso la prisa del capitán

de abandonar la isla.

Sonia – Es poco probable, estas aguas están resguardadas por la flota del reino, sería

imposible que los piratas naveguen a sus anchas por ellas sin ser divisados por algún

barco de la flota, cuando interceptaron el barco de mi esposo estábamos en aguas

lejanas.

Page 74: La Isla de Nuestro Destino

Avanzan a cubierta el capitán a su lado el maestre Celso, este último con sus manos

juntas, como si esperara algo con ansias, aunque todos estaban de la misma manera

en ese instante.

El capitán Virgilio, buscando las palabras correctas, eso daba a entender el largo y

tenso silencio. – Desgraciadamente para todos en el pesquero, la joven tripulante

Claire, tiene razón, nos siguen piratas, peor aún, si nos encuentran lo más probable

es que nos ejecuten sin mediar palabra.

El maestre Celso tembloroso, con las manos todavía juntas. - Antes de morir capitán,

porque no nos cuenta lo que sabe.

El capitán Virgilio mira los rostros de todos, totalmente desencajados. - Mi amigo de

la taberna “El Escualo Danzador”.

El marinero Flavio que era el único con semblante muy relajado, sonríe y dice. – Es

muy popular entre los marineros, dicen que los fines de semana llegan hermosas

chic…

El capitán miro a Flavio, que fue silenciado por la mirada de todos. - Él me dijo que

hace unos días llegaron a la isla hombres de muy baja reputación preguntando, más

bien buscando un pesquero con las características del “Endless Sea”, para nuestra

suerte ellos partieron antes de que llegáramos a puerto. Estos hombres son secuaces

del mayor pirata que navega sobre estas aguas.

Del barco que rescatamos a la pasajera Sonia, era uno de sus barcos piratas, de su

flota pirata. Y lo despojamos de su botín más codiciado, las joyas que estos hombres

robaron al esposo de la pasajera Sonia. A este hombre lo conocen como “Rick Jewel”

un pirata obsesionado con las joyas, como todos claro, pero su nombre lo precede,

ahora todos sus secuaces nos buscan por esta área marítima.

Page 75: La Isla de Nuestro Destino

Juliano que mirando a la nada del suelo, dice. – Pero Sonia menciono que estas aguas

son resguardadas por la flota del reino.

El capitán Virgilio. – Al parecer este pirata ha dados buenos sobornos al almirante

que dirige los barcos que resguardan este lado de las aguas del reino, estos le

informan al reino que todo está muy bien por estas aguas y los piratas hacen y

deshacen a su amplia voluntad.

El marinero Flavio que pareció no tener la respuesta esta vez, pregunto. - ¿Qué

haremos capitán? Ellos tienen barcos con doble motor, nosotros en cambio si

ponemos a toda potencia el nuestro, podría quemarse y dejarnos varados.

El capitán Virgilio baja la cabeza. – Ya pensé en un plan, pero este plan podría poner

nuestras vidas en riesgo, aunque pensándolo, nuestras vidas ya están en riesgo, así

que lo único que nos queda es protegerlas.

El maestre Celso se muestra nervioso, pero dice las palabras con algo de sarcasmo. -

¡Nos mata del suspenso capitán! Díganos, ¿Cuál es su plan?

El capitán que con cara presumida, dice muy confiado. – El plan ya lo he iniciado.

Antes de salir de la isla le deje una nota al esposo de la pasajera Sonia, diciéndole

donde nos encontraríamos, a la vez explicándole un poco el problema, para que ellos

también busquen la forma de evadir a los piratas.

Ahora el plan; Necesito que todos colaboremos y que enfrentemos esto sin ningún

temor, ya que el acierto de uno es el acierto de todos. Nuestra arma secreta en tal

difícil situación será… La joven pasajera Claire.

Claire con cara de espanto, mientras que los demás mostraban cara de sorpresa, ella

dice. - ¿Yo? ¿Como? Yo no sé nada acerca del mar, antes de estar aquí se me

complicaba mucho usar la máquina de copias, ¿Qué haría yo contra piratas?

Page 76: La Isla de Nuestro Destino

El capitán Virgilio que no soltaba esa risa arrogante y confiada. – Ahí está lo

importante, no es lo que usted haga, si no lo que ellos harán. Bueno en realidad sí

importa lo que usted haga ya que dependerá de lo que usted haga para que ellos lo

hagan.

Marinero Flavio - Si no lo entendí yo, dudo que la señorita Claire lo haya hecho, con

todo respeto señorita pasajera.

Juliano que sorpresivamente, responde con autoridad. - ¡No pondremos la vida de

Claire en peligro!

El capitán Virgilio algo molesto, dice de manera comprensiva. – Escuchen mi plan

antes, ya después decidiremos, pero déjenme decirles por que no miro muchas

posibilidades. Primero que todo el maletín que traje conmigo de la isla, está lleno de

armas, si las cosas se complican será muy factible usarlas, pero donde la pasajera

Claire entra en el plan es aquí; ellos ya conocen a la pasajera Sonia, y muy bien, ellos

no conocen exactamente nuestro pesquero, básicamente solo la dirección que

tomamos, por eso llegaron a la Isla Tulipán a preguntar por algún pesquero con una

mujer a bordo, pero ellos no saben que tenemos una segunda pasajera a bordo. El

plan será sencillo, si ellos llegan a alcanzarnos, ya que es muy seguro que detendrán

cualquier pesquero que se encuentre en estas aguas, buscando a la pasajera Sonia y a

su preciada carga, entonces la señorita pasajera Claire usara su hermoso rostro con

una pisca de sensualidad para seducirlos y que se confíen, cuando esto pase, los

demás avanzan y noquean a los piratas, los amarramos y le echamos agua salada al

motor en vez de aceite, así nos alejaremos los suficiente y nadie muere.

Juliano – Es muy peligroso, ¿Y si no pasa de la forma que usted planea? La pueden

capturar y usar como rehén, quien sabe que más.

Page 77: La Isla de Nuestro Destino

El marinero Flavio mostrando un rostro de angustia y duda, dice algo alterado. –

Suponiendo que hacemos lo que usted dice, ¿Y después que pasa? ¿Haremos esto

hasta regresar a tierra?

Capitán Virgilio – Por eso decidí arriesgar a la pasajera Claire, porque sabía que si

superamos esto, habremos escapado. ¿Algunos sabe dónde queda nuestra próxima

isla? Ósea la isla destino de nuestra joven pareja de pasajeros. Más bien, ¿En las aguas

que queda esta pequeña isla?

El maestre Celso mostrándose pensativa y a la vez intrigado. - En estas mismas aguas

capitán.

Capitán Virgilio dice con tono firme en el sarcasmo. – Claramente tu inteligencia no

fue factor para que te contratara.

El marinero Flavio abre la mirada, como sorprendido. - ¡Yo sé! Las aguas que rodean

a la isla bajo la luna es dominio del Imperio, se acaban las aguas del reino, ya no es

jurisdicción de la flota del reino, ni de ningún acuerdo que esta haya hecho con

piratas.

El capitán Virgilio mostrando una sonrisa, muy complacido. – Correcto, pronto

tendrás un ascenso marinero. Si logramos llegar a esos dominios, ni el peor hombre

sobre estas aguas se atrevería a practicar la piratería en aguas del Imperio, es ahí en

esa isla donde todos los pasajeros se encuentran con su destino.

Juliano que no estaba totalmente convencido de la palabras del capitán. – Pero por lo

pronto ¿Claire tiene que arriesgarse? No dejare que lo haga, siempre hay otra opción,

siempre.

Sonia cabizbaja. - Lo siento mucho, por mi culpa están en este aprieto, sino fuera por

mí…

Page 78: La Isla de Nuestro Destino

Juliano la interrumpe, y dice. – Estaría en el fondo del mar, seguramente lo que

hubieran dejado los tiburones es lo que estaría. No es su culpa, si hubiéramos sabido

que esto pasaría de igual forma la hubiéramos rescatado. Pero yo prácticamente

obligue a Claire a emprender este viaje, no permitiré que su vida peligre, incluso si

podría poner la mía para proteger la suya, lo haría.

El maestre Celso le habla en tono muy bajo el oído de Flavio. - ¿Esto es una

declaración de amor?

El marinero Flavio le responde haciendo lo mismo. - Es seguro, pero es más que

seguro que solo nosotros lo entenderemos y ella no sabrá un pepino lo que pasa,

aunque él tampoco quiere que se dé cuenta, pero a la vez el, si lo quiere.

Claire alzando la voz, haciendo que todos plasmen su vista en ellas. - Lo hare, lo hare;

todos han hecho algo para proteger el pesquero, esta vez me toca a mí hacerlo.

Juliano – ¿Estas poniendo tu vida en riesgo?

Claire – Lo hare por ti, por la tripulación, por mis sueños, para poder cumplirlos,

ningún sueño es fácil y es hora que haga algo de verdad para poder alcanzarlos. Ellos

se me pueden ir de las manos ya estando tan cerca, peleare para que eso no pase.

El maestre Celso otra vez susurra en el oído de Flavio. - ¿Esa es una respuesta

positiva?

El marinero Flavio hace lo mismo nuevamente, como toda comadre repartiendo

comentarios viajeros. - Si, pero apuesto que ni ella misma sabe que lo hizo, aunque

su respuesta no fue tan directa.

El capitán Virgilio mostrándose alegre, por la tenacidad de la joven pasajera Claire. –

Así se habla joven pasajera. Entonces este es el plan: todos estaremos atentos

vigilantes a cualquier embarcación que este a la mira, trataremos de evitarlas a toda

Page 79: La Isla de Nuestro Destino

costa, si fallamos, empezara el plan, ya que si otro barco trata de alcanzarnos

seguramente son piratas, entonces ahí es donde actuaremos… Si así como lo oyen,

emularemos a un pesquero de novatos aficionados pescadores.

Marinero Flavio – Aunque si ven nuestra bodega rebosar de telarañas sabrán que en

realidad somos novatos, capitán.

Capitán Virgilio que mira en mal tono al marinero. – Por ese sarcasmo podrías perder

tu ascenso marinero. Entonces prosigo, yo seré el viejo padre, Claire será la adorable

y hermosa hija, y el maestre Celso será el guía estúpido que siempre anda en cubierta

sin camisa; lo comprenden verdad.

Sonia que asiente, como entendiendo el plan del capitán. – Al final de toda su

crueldad, los piratas son hombres, eso siempre es devorado por la sensualidad de

una mujer.

Claire - ¿Sensualidad? No se cómo ser sensual, ¿Están hablando que debo seducir a

esos piratas?

Juliano algo alterado, con rostro sonrojado, algo celoso. Dice en tono autoritario. - No

podemos permitir que esos tipos le pongan un dedo encima.

Sonia – Tranquilo, yo le enseñare a ser algo sensual, sin que tenga que acercarse

demasiado, estoy segura que el capitán ya tiene un plan para evitar que los piratas

puedan tomar como rehén a Claire, espero. –Esta última mirada como obligando al

capitán a hacerlo.

El maestre Celso Cuchichiando de nuevo con el marinero. - Esto ya se parece cada

vez más a una telenovela, de esas que las mujeres de casa miran en la mañana

mientras planchan, y solo voltean cuando sale el galán protagonista.

Page 80: La Isla de Nuestro Destino

El marinero Flavio siguiendo nuevamente el juego. - En las telenovelas no hay piratas

dispuestos a cortarte el cuello y tirarte a los tiburones.

Maestre Celso – Buen punto. Pero si dejamos solo las escenas románticas y melosas,

que empalagarían a una abeja.

El marinero Flavio asintiendo con la cabeza, y haciendo muecas con su mentón, como

si hubiera descifrado un enigma matemático. - En ese caso sí, esto se está tornando

de una manera muy romántica, hasta quisiera que nos atacaran ya, para que

desaparezca este ambiente tan empalagoso.

Maestre Celso – Por una parte si, por parte de mi cuello posiblemente degollado no.

Con una mezcla inmensa de temores, dudas, pero en la misma fórmula se combinaba

la confianza, el compañerismo y la unión. Así comenzaban a prepararse a bordo del

pesquero. Los hombres en cubierta probaban las armas que trajo el capitán de la isla,

en sus gestos se notaba claramente que nunca habían manipulado alguna en el

pasado; menos haberla accionado hacia algún blanco, el capitán parecía que tenía

conocimientos básicos, mismos que trataba de trasmitirlos a los demás, claro que con

muy poca paciencia.

En el camarote se encontraban las mujeres: Sonia y Claire. Sonia trataba de enseñarle

alguna forma de seducir a los posibles piratas que se encontraran en el curso del

pesquero, ya que la inocencia y timidez que irradiaba el rostro de Claire la convertiría

en un blanco fácil para estos despiadados hombres que podrían atacar el pesquero.

Una mezcla de voz cautivadora combinada con poses muy provocativas eran la

manera de distraer a los piratas para que bajaran la guardia y los demás pudieran

atraparlos desprevenidos.

Page 81: La Isla de Nuestro Destino

Mientras practicaban y hacían rondas para observar las lejanías del mar, el pesquero

fue avanzando rompiendo a su paso las aguas salinas, que siempre eran iluminadas

por el ardiente sol o la apacible luna.

Una de las mañanas más tranquilas y hermosas que el clima le regalaba a los

tripulantes del pesquero, se suscitaba aumentando el ánimo de todos, siempre

vigilantes a cualquier otra nave que se divisara a lo lejos, esta tranquilidad siguió por

un par de horas hasta que el marinero Flavio diviso algo a lo lejos.

El marinero Flavio, concentrado con su ojo puesto en el telescopio. - ¡Capitán!

¡Capitán! Diviso una nave a los lejos.

Capitán Virgilio – ¿De qué color es la amura?

Marinero Flavio – Espere que se acerque un poco más… tiene dos franjas blancas en

la amura.

El capitán Virgilio alarmado de sobremanera, que parecía que sus ojos abandonaban

sus cuencas oculares. - ¡Piratas! Son piratas. PREPARENSE COMO LO HEMOS

PLANEADO.

El marinero Flavio da un brinco, muy asombrado, con pesar y miedo en su voz, dice.

- ¡Espere capitán! Veo otro barco, no, diablos son tres barcos, los tres vienen en

nuestra dirección.

El capitán Virgilio que dejo de saltar de aquí y allá, se llevó las manos a la frente. –

¿Qué? ¿Estás seguro? - Le arrebata el telescopio y mira. - No puede ser.

Maestre Celso - ¿Qué haremos capitán? No nos preparamos para el doble, mucho

menos para el triple de este problema, estamos condenados.

Page 82: La Isla de Nuestro Destino

Juliano mirando con determinación a Claire, dice muy intranquilo, pero queriendo

sonar a una seguridad absoluta. - ¡Improvisaremos! No tenemos otra opción, o lo

hacemos o nos atrapan y nos van a degollar sin piedad.

El maestre Celso que estrujaba su sombrero con ambas manos. - ¿Cómo planeas

enfrentar el triple de piratas, pasajero valiente?

Juliano le dirige la mirada. – Ellos buscan un pesquero con una mujer a bordo,

entonces les mostraremos un pesquero con pescadores y pescados. Algo que ellos no

buscan.

El marinero Flavio que todavía no entendía las palabras del joven tripulante. – El

nuevo plan sugiere muchos inconvenientes, aunque miren a pescadores en cubierta

querrán sin duda revisar todo el pesquero, ¿Dónde meteremos a las damas a bordo,

sus pertenencias, las armas?

Ellos sin duda alguna querrán revisar el pesquero completamente.

Juliano. – Entonces solo verán lo que queramos que vean.

Todos en el pesquero no tuvieron otra opción que seguir el plan de Juliano, a ninguno

se le ocurría un mejor plan, ni inteligente, peor descabellado. No tenían otra opción,

ya que el plan anterior se fue por la borda al divisar a tres barcos piratas.

Con ningún plan B en el plan, los que abordaban el pesquero se posicionaron en

cubierta, imitando las actividades ordinarias de cualquier pesquero que se prepara

para la captura de cardúmenes, dos barcos piratas rodearon el pesquero, uno a babor

y otro a estribor. De detrás de hombres con rostros lúgubres, que en sus manos

sostenían armas de fuego muy grandes, salió un pirata que al parecer era quien

llevaba el mando, porque fue el que hablo a la tripulación.

Page 83: La Isla de Nuestro Destino

El pirata con una de sus manos en el mango de un arma, que llevaba en el cinturón.

– Muy buen día caballeros.

La tripulación del pesquero con solo los cuatro hombres en cubierta asintieron,

dijeron al unísono. - Buen día.

El pirata dando pasos, cerca de abordar el pesquero. – Veo que están en sus labores

cotidianos, propio de hombres que se ganan la vida en las saladas aguas. El motivo

de nuestra visita es debido a que un asunto muy importante ha movido los engranajes

de nuestra voluntad, para aventurarnos a la mar en busca de algo que perdimos, y

nuestro jefe ansia recuperar en la más brevedad posible. A lo que me lleva a

articularles la siguiente pregunta, que espero que unos honorables pescadores

puedan responder con todo la franqueza que nuestra humilde hermandad les

agradecería; ¿Llevan alguna mujer a bordo, caballeros?

El capitán Virgilio que se notaba algo nervioso pero sonriendo, para cubrir su terror,

tartamudeo al principio, diciendo. – Mu, mu, mu, Mujer a bordo, honorable caballero.

- Se ríe de manera estúpida mirando a los demás, sigue diciendo. - Claro que no

honorable señor, aunque quisiéramos, pero mi tripulación es muy supersticiosa. - Los

piratas muestran una sonrisa, por la supuesta incredulidad de los pescadores.

El pirata cerrando un tanto la mirada. – Ya que noto una seguridad y franqueza en la

respuesta que salió de sus labios, no le molestara en lo más mínimo que demos un

vistazo rápido al interior de su pesquero, ¿Creo que así es, verdad? Bueno lo hago

porque nunca se sabe cuándo una mujer puede colarse en tantos puntos ciegos de un

pesquero.

El capitán trago saliva, gotas de sudor cayendo de su frente, no ayudaban en lo más

mínimo en darle confianza. - ¿Mirar el interior de nuestra nave?

Page 84: La Isla de Nuestro Destino

El pirata. – De negar nuestra petición, nos haría pensar que esconde algo de nuestro

profundo interés, así estaría obstaculizando nuestra labor y ardua búsqueda, a

nuestro jefe no le gustaría escuchar que unos pescadores se opusieron a su voluntad,

¿No lo cree? - Moviendo su larga chaqueta hacia atrás, dejando notar una enorme

daga, al lado opuesto de su pistola.

A Juliano se le vino a la mente las palabras de los demás, esas de que los piratas los

degollarían si los atrapaban. – Puede revisar honorable señor, hasta la más pequeña

hendidura del pesquero, de esta manera su jefe estará complacido y usted estará más

cerca de su dura búsqueda, al tachar a un pesquero de su lista.

Con una sonrisa el pirata líder subió al pesquero con cuatro de sus secuaces, se dirigió

dentro del pesquero con solo dos, los otros se quedaron en cubierta, Juliano los guio

con una tranquilidad admirable. Los tripulantes en cubierta se miraban con extrema

preocupación, sabían que si las cosas se salían de control, no podrían hacer nada para

salvar a nadie, ni a ellos mismos.

Los piratas movieron todo cuanto vieron en los camarotes, la cocina. Al acercarse a la

bodega del pesquero, Juliano grito, al ver que unos de los piratas se dirigía a abrir la

compuerta, esto salto la alerta de los demás y más del pirata líder.

El pirata lo mira, dudando. - ¿Qué pasa, hay algo ahí dentro y no quieres

mostrárnoslo? - Apunto de desenvainar la daga en su cintura, se detuvo al escuchar

las palabras de Juliano.

Juliano que esboza una sonrisa de complacencia. – A malinterpretado mi reacción

señor, lo que pasa es que la bodega tiene mucho granizo y podría caer sobre las botas

de su amigo, aparte de darnos un retraso recogiendo lo que caiga al piso, si me

permiten yo la abriré con sumo cuidado para que pueda dar un vistazo a la fortuna

Page 85: La Isla de Nuestro Destino

de nuestra jornada en la mar. - Juliano abre la puerta de la bodega frigorífica con

mucho cuidado y muy despacio, muy, muy nervioso.

Al mirar dentro se observó que estaba cubierta de hielo granizado, tan solo un poco

por debajo de la mitad de su capacidad, el pirata líder avanzo hasta donde comenzaba

la pequeña pared de este hielo.

El pirata mira el granizo y después a Juliano. – Veo que han tenido gran recompensa

de su trabajo, aunque falta mucho para llenarla ya han avanzado bastante.

Juliano – Por suerte hemos sido bendecidos con las riquezas que ofrecen estas aguas.

El pirata con tono de desconfianza. - Según lo que he escuchado en estas aguas es

muy escasa la pesca y a ustedes les está yendo muy bien.

Juliano nervioso, porque sentía en el aire, las palabras de desconfianza del pirata. -

Tal vez esos pescadores no eran tan obstinados como nuestro capitán y nos

esperamos hasta que mejoro.

El pirata – Ya veo, ¿Y qué tipos de pescado han capturado?

Mientras el pirata escarbaba entre el hielo granizado, Juliano, perdía el aliento, era

invadido por un enorme temor que se mostraba claramente en su mirada… Respiro

tranquilamente cuando vio el cuerpo de un Pez florete diferenciarse de la blancura

del hielo, el pez que él y Claire con ayuda de los demás habían capturado.

El pirata – Es un gran ejemplar, muy enorme, se ve delicioso ¿Tu lo capturaste?

Juliano. – Con la ayuda de toda la tripulación, era muy imponente.

El pirata. – Cualquiera lo es, al defender su vida. Bueno nos retiramos, al parecer nos

tocara seguir en nuestra búsqueda, así ustedes sigan en su faena y nosotros a la

nuestra.

Page 86: La Isla de Nuestro Destino

Los piratas salieron a paso muy rápido, pero el pirata líder justo cuando pasaba al

lado del capitán Virgilio se detuvo, dijo, - Eres muy parecido a la descripción de un

hombre que junto a otros hombres, con dos damas, soltaron amarras del puerto de la

isla Tulipán, hace varios días, ¿Han estado en esa isla? – Muy acalorado el capitán

contesto. - Pues como habrá notado en nuestras bodegas, ni aunque quisiéramos

podríamos haber estado en esa isla con tan buena faena que hemos tenido

últimamente. – El pirata asintió, y dejo el pesquero.

Y así como llegaron, así partieron de nuevo en su búsqueda, la tripulación cayo

exhausta del estrés infringido por tal indeseable visita.

Aunque a los varios minutos se acordaron de algo, no que va, se acordaron de un par

de mujeres, con mucho frio sin duda.

Page 87: La Isla de Nuestro Destino

Preludio I

El plan.

Juliano – Si queremos superar esto tenemos que mostrarles el pesquero que ellos no

quieren ver. Ellos esperan uno con una dama a bordo y joyas, aparte de esto

esconderemos las armas, los demás quedaremos en cubierta haciendo las labores

cotidianas de cualquier pescador en altamar.

Antes de que digan algo déjenme darles los detalles respectivos, para esta operación:

según la distancia, ellos estarán aquí en unos minutos, el capitán giro el barco para

que no puedan ver la cubierta hasta que estén cerca del pesquero. Esto nos da tiempo

para acomodar las piezas y montar el escenario apto, para no levantar sospecha

alguna en estos tiranos. Primero que todo, ocultaremos a las mujeres en la bodega de

pescado, la mala parte de esto será que tendrán que soportar el frio por el tiempo que

los piratas estén cerca. De este modo si ellos quieren revisar el pesquero en toda su

eslora, encontraran una bodega de pescados como cualquier otro pesquero; antes de

que me digan que de donde sacaremos el pescado para cubrir a las chicas, no

necesariamente necesitamos que la bodega se desborde de mercancía pesquera, ellas

estarán debajo del granizo, encima colocaremos los peces florete que el capitán no

pudo vender en el puerto, pero ahora eso nos es de gran utilidad.

Lamento enormemente tener que colocar a las finas pasajeras en tal situación, pero la

situación nos obliga. Si llegan a querer husmear en la bodega, espero que les baste

Page 88: La Isla de Nuestro Destino

ver a los peces que pondremos arriba, y que se imaginen que abajo hay más de estos

llenando la bodega, aunque no es correcto tendremos que suponer que lo harán. Con

las armas lo mejor que se me ocurrió fue meterlas en un empaque sellado, y

sumergirlas en la quilla, nuevamente esperar que ninguna desventurada corriente de

agua las saque a flote. Mientras ellos están cerca del pesquero, los demás, nosotros

mejor dicho haremos lo más sencillo, pero por los jueces que tendremos enfrente, será

lo más difícil, ya que si notan alguna duda en nuestra palabra, no se detendrán hasta

encontrar lo que escodemos, no nos queda más que seguir este plan, y actuar de

inmediato, contrario que ustedes no piensen lo mismo…

Sin pero alguno, todos se alistaron, ya que los barcos piratas se acercaban más y más,

el marinero Flavio, metió la maleta con las armas a una bolsa plástica muy grande,

deslizándolas cuidadosamente debajo del pesquero, tarea que lo empapo totalmente.

El capitán y el maestre preparaban la cubierta, como la de un barco que se prepara

para la faena que conlleva la pesca, tiraban sogas, anzuelos, preparaban carnada, todo

tendría que quedar como si lo estuvieran haciendo varios días atrás. Mientras tanto

Juliano preparaba la bodega de pescado, las mujeres se ponían gruesas ropas para

aislarse del frio al cual estarían sometidas en un tiempo no definido, aparte recogían

todas sus pertenencias, y las llevaban consigo, para que no fueran encontradas por

los piratas, y esto despertara un enorme telón de dudas sobre los pescadores, que se

suponía estaban en días de pesca. Al entrar a la bodega, justo antes de que Juliano

empezara a lanzar el hielo granizado, Claire se levantó de su posición y abrazo a

Juliano, diciéndole. - Terminaremos esta aventura verdad, la terminaremos. – Juliano

respondió, - Juntos, juntos la terminaremos.

Page 89: La Isla de Nuestro Destino

Capitulo VIII

El adelanto de la pesca.

De tanto revuelo que se había suscitado para los que abordaban el “Endless Sea”. Que

seguramente habían pasado por alto muchas cosas, cosas como el curso del barco,

pero en fin, habían superado algo de vida y muerte, eso era lo importante. Algo en el

ambiente era muy interesante, desde que salieron del puerto de la gran ciudad de la

zona norte del gran continente, el clima había sido muy favorable, hasta el momento

ninguna lluvia, menos una tormenta, la mayoría habían sido días soleados con un sol

abrazador, propio de los días de verano, salvo por alguno que otro día, un poco

nublado, pero todo muy normal. Salvo los días que vendrían, el clima desde ya, se

podía notar un poco fresco, ráfagas suaves pero constantes de viento soplaban, el mar

se notaba tan solo un poco más agitado que lo normal, la temperatura había

descendido un par de grados, era como el clima que sueñas en unas buenas

vacaciones.

Y ahí estaban el maestre y el capitán, haciendo los cálculos del curso, para saber

dónde se encontraban y el nuevo curso a tomar, para huir definitivamente de los

piratas. A pesar de que el capitán conocía el mar como un repartidor de pizza conoce

una ciudad en la que trabajaba ya hace varios años, de alguna manera no se percató

del desvió en el curso, como si hace un buen tiempo no navegara por las aguas salinas.

Page 90: La Isla de Nuestro Destino

Maestre Celso. – Capitán saque el cálculo y al parecer estamos más cerca de El Gran

Encuentro de Cardúmenes, que de la isla Bajo la Luna.

Capitán Virgilio – Hace varios minutos lo sospechaba, pero mi mente tal vez quería

escuchar primero la confirmación del curso, antes de que mi boca lo insinuara.

Maestre Celso – Nos tomara menos tiempo llegar al “Gran Encuentro de

Cardúmenes” que ir a la isla capitán, además se acerca el inicio de la pesca, estaremos

a tiempo si partimos ahora al encuentro. Si vamos a la isla, no nos quedara tiempo de

regresar a la gran pesca, si vamos a la isla nos terminaremos perdiendo el evento por

el cual regresamos a estas aguas.

Capitán Virgilio – Pero si vamos a la Isla, estaremos seguros de los piratas, esas ya no

son aguas del reino, ni el peor pirata estaría tan loco como para meterse en esas aguas.

Maestre Celso – Estoy de acuerdo, pero por eso regresamos Capitán, recuérdelo, por

el Gran Encuentro de Cardúmenes. Si renunciamos ahora, este viaje habrá sido por

nada, bueno de nuestra parte, de parte de los tripulantes estarían cumpliendo su

cometido. Debemos ir, ahora que ya hemos superado a los piratas. Piénselo tan solo

un momento, ellos ya nos vieron, ya revisaron todo el barco, no perderán tiempo

volviendo por nosotros, cuando tienen el tiempo de intersectar otros barcos, no se

llevaron nada del pesquero, y son piratas, quiere decir que si tienen un enorme interés

en recuperar las joyas, tiempo que no perderán buscando nuevamente en un barco

que ya metieron sus narices en cada centímetro del mismo.

El capitán Virgilio se queda muy pensativo. – No perdía el curso desde que era un

joven aprendiz, tal vez el tiempo en que estuve lejos de las aguas, hizo que yo

perdiera mi curso. Tal vez este sea nuestro último viaje, mi viejo maestre.

Este mar ya no es el mismo, de un tiempo a otro se plago de piratas, como puedes

vivir tu vida en el mar, cuando tienes en tu mente en cada momento, que el barco que

Page 91: La Isla de Nuestro Destino

divisas en el horizonte, venga a quitarte todo por lo que tanto has trabajado bajo el

ardiente sol. Que en arrebato de ira, pueda quitarte no tu vida, eso es secundario, si

no, que te quite la posibilidad de dar y recibir amor de las personas que te aman, y

amas, arranquen el hilo que te une a las personas que esperan tu regreso, hasta la

soledad es una compañía, mi viejo maestre, hasta la soledad espera tu regreso.

El maestre Celso con tono nostálgico, como el de las novelas de que tanto se quejó. -

¡Capitán!

El capitán Virgilio con mirada resolutiva. – Comunícales a todos, el nuevo curso,

retaremos a la suerte, pero primero que todo haremos una gran pesca, tanto que el

pesquero recordara los tiempos en que su bodega rebosaba de tanto pescado, que se

sentirá joven otra vez.

El maestre Celso mostro la felicidad estúpida en su rostro. - De inmediato capitán,

además ahora contamos con más manos que nos pueden ayudar, la mayoría

inexpertas, pero de algo ayudaran.

Como si el propio pesquero tuviera vida, como lo insinuó el capitán, el motor sonó

de una manera diferente, como si rugiera, como si supiera que el nuevo curso los

conduciría a una faena épica, y el barco se sintiera ansioso por lo que pasaría.

Todos ayudaron en cubierta a preparar los anzuelos, el cebo, y las redes de pesca. El

maestre y el marinero del pesquero, parecían estar con energías casi imposibles,

hacían todo de una manera frenética, si se quedaba por un momento viéndolos

Page 92: La Isla de Nuestro Destino

detenidamente, te podías dar cuenta de que competían, haciendo nudos, preparando

todo para la pesca, tanto que hacía ver a los demás como unos completos inútiles,

claro ellos no tenían la experiencia de unos hombres nacidos en el mar, para el mar.

Destrezas que habían adquirido a través del transcurso de sus vidas, todo en la vida

tenía un curso.

Así como ya muchas veces, partían a una nueva aventura, todos esperaban que ya no

hubiera más impases, peor aún situaciones de vida o muerte, los esperaban casi dos

días de viaje con el motor a todo lo que daba, si querían llegar a tiempo ya que “El

Gran Encuentro De Cardúmenes” duraría solo dos días, si no llegaban a tiempo

tendrían que esperar hasta el siguiente año para poder volver a intentarlo, y con lo

que había expresado el capitán, tal vez no hubiera otro año para el pesquero, así que

las emociones fluían por todos los que lo abordaban, por un lado los pescadores

estaban ansiosos por la cual sería su última cruzada juntos, por otro lado la joven

mujer Sonia, esperaba superar este evento sin más percances para poder ver a su

amado esposo nuevamente, como en el mensaje que dejo el capitán en la isla para él,

donde se encontrarían en la isla bajo la luna. Y por último la joven hermosa Claire, su

sueño se acercaba más y más, a cada girar de la hélice sus ansias crecían por ver tal

vez al amor de su vida. Caso contrario de toda la tripulación, Juliano se miraba un

poco pensativo, su mirada se perdía a lo lejos, como cuando no encuentras solución

a algún problema en la vida, de esa manera una y otra vez redundas en opciones sin

sentido, pero al final te das cuenta que ninguna es la verdadera solución, y estas, y te

encuentras, en ese bucle interminable, esa mirada, ese aspecto tenia nuestro Juliano.

Page 93: La Isla de Nuestro Destino

Juliano en Popa, mirando hacia el infinito del mar.

Ahí se encontraba Juliano, mientras el pesquero se encontraba a la mitad de una hora

para llegar a su destino más próximo. Con la vista puesta hacia el paisaje general de

mar abierto, agua, nubes y sol, mucho sol. Su mirada apuntaba a este paisaje, pero tal

vez él estaba viendo hacia la nada.

Desde la cabina de controles, detrás de los cristales, era observado por los curiosos, o

mejor dicho el resto de la tripulación a excepción de Claire. Se les hacía demasiado

extraña la situación que Juliano estuviera sumergido en sus pensamientos, y más,

estando tan distante de Claire, durante el viaje no había momento en el que pudiera,

en el que Claire no estuviera a su lado, mejor dicho, o al menos al alcance de su

mirada. Al parecer había asuntos que turbaban su mente, fue entonces cuando todos

eligieron, aunque a empujones, al maestre Celso para que se acercara y hablara con

él, para saber que le pasaba. Avanzo despacio, como el mar estaba tranquilo, llevo

dos tazas de té, una en cada mano, humeaban un poco, y le hablo.

Maestre Celso como si no existiera motivo alguno. – Oye pasajero Juliano, ¿Está muy

lindo el clima hoy verdad?, no hace tanto calor, y hay en el cielo las nubes necesarias

para tapar el intenso sol.

Juliano sin apartar la mirada hacia la lejanía. - Si al parecer se está poniendo muy frio.

El maestre Celso sin saber que decir. - Si, muy frio, este es un clima muy frio.

Piensa que demonios decir… se rinde.

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El maestre Celso, respira hondo y dice. – ¿Qué diablos te pasa chico? todos se están

preguntando y me enviaron aquí obligado a darte una bebida caliente, así como lo

dice un chico antisocial de la televisión, para cuando alguien te visita o se siente mal.

Juliano sorprendido actuando falsamente como si no pasara nada. - No nada, solo

quiero mirar el paisaje, sí, eso, mirar el paisaje, para así grabármelo en la mente

cuando no lo pueda ver recordarlo, solo eso.

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Capitulo IX

El secreto de Juliano.

Juliano miro con rostro de incomprensión. – Pero usted es pescador, ¿Cómo logra ver

esos programas? Si aquí apenas tienen una radio vieja para comunicarse al puerto.

Maestre Celso. – Es una historia gris, yo he pasado la mayor parte de mi vida

navegando en toda la extensión del mar, buscando formas de cómo ganarme la vida,

a veces renunciando al oficio de pescador, como lo viste antes en la trata de conejos.

Pero estos últimos años no he estado en altamar, hace ya muchos años el capitán tuvo

una gran pérdida en su vida, esto lo deterioro de una manera sorprendente, siguió

navegando pero ya no era igual, ya no era el mismo. Antes tenía un sentido de la

orientación increíble, extraordinario, la brújula era innecesaria para él, después de lo

que sucedió trato de navegar, pero todo cambio para él, ya no miraba al mar con

aquella alegría que irradiaba su mirada, su mirada era como la tuya, bueno, peor que

la tuya era una mirada que era tragada por el vacío, triste, solemne, oscura; Pero no

oscura de maldad, no, no, no. Oscura de tristeza, de vació, no paso mucho tiempo

para que dejara de navegar, ya que la pesca del Endless Sea, era pésima, apenas

lográbamos ganar lo suficiente para combustible, y entonces sucedió, el capitán dejo

el mar, dejo la única vida que conocía, a pesar de que hice lo que hice para evitar que

Page 96: La Isla de Nuestro Destino

tomara esa decisión, todo fue en vano. Lo miraba como estrella de balón pie,

recibiendo la noticia que le amputarían una pierna.

El barco amarro en puerto por muchos años, él se dedicó a labores del puerto, yo

trabaje en la procesadora de pescado de la ciudad. Amaba demasiado a este pesquero,

como para abordar otro sin mi capitán. Yo, desde mi adolescencia he vivido y

trabajado aquí, con mi amor, mi hogar, cortando las aguas de un lado a otro.

Juliano – Acaso, ¿Fue lo de su esposa y su hija? Su fatal mue…

El maestre Celso lo interrumpió. – Si lo sabes es porque te lo conto, ¿O fue el marinero

Flavio?

Juliano – Fue el capitán, la noche en que hicimos turno para vigilar el pesquero, por

la noche mirando al cielo, con gran nostalgia, note que con mucho dolor.

Maestre Celso. – Vaya, vaya. Algo vio en ti para que te lo contara, el nunca habla

sobre ese tema, incluso decidió abandonar las aguas en la que más pescábamos,

porque ellas le recordaban la terrible tragedia.

Venimos a estas aguas que raras veces visitamos en décadas anteriores, nunca

habíamos visitado islas después de la isla tulipán, incluso al gran encuentro de

cardúmenes, siempre llegábamos por el otro extremo del mar, el capitán tenía amigos

en la isla Tulipán, pero es porque siempre le encanto la cerveza. Entonces a veces

venia de turista a estas islas, ahora que lo pienso, el capitán eligió el curso hasta

después de tu llegada, como dije antes, tal vez algo vio en ti, tal vez noto que tu viaje

sería una gran aventura.

Page 97: La Isla de Nuestro Destino

Juliano – Pero no lo noto triste, incluso durante todo el viaje a excepción de esa noche,

se ha mostrado alegre y feliz, a pesar de los problemas con los piratas.

Maestre Celso – Eso también me tiene sorprendido, porque desde que me fue a buscar

a la procesadora, para decirme que volviéramos a navegar, he estado sorprendido,

he querido preguntarle la razón por la cual volvió a ser un poco el hombre que fue

antes, pero me lo he guardado porque tengo miedo que recuerde mucho nuevamente.

Y vuelva a traer el pasado a su presente, tan solo rezo porque no vuelva a mirar su

tristeza cara a cara. Además creo que cuando tu apareciste, y nos ofreciste la pequeña

fortuna, por traerte a ti y la señorita Claire a este viaje a cualquiera se le borra la

tristeza, con lo que nos pagaste y con lo que ganemos vendiendo el pescado del

evento que nos espera, podría volver a dejar las aguas, por un buen tiempo y no

trabajar. - Se ríe ambiciosamente, mirando la cubierta del pesquero. - Sería

maravilloso. Por cierto, tú no debes ser para nada pobre como para pagar esa

semejante cantidad, solamente para cumplir los sueños de una joven, incluso si me lo

preguntas, podría decirte que te vimos la cara con esa cantidad. El capitán te dijo tal

cifra para que no insistieras, pero aceptaste de buenas a primeras.

Juliano sonríe un poco complaciente. – Para mi suerte, suerte que la mayor parte del

mundo nunca tuvo, a mí nunca me falto el dinero, me hicieron falta muchas cosas,

incluso cosas más importantes que el dinero, pero siempre goce de excelsos cuidados.

Para no dejar lagunas de interrogantes en su mente, puedo contarle que mis padres

murieron cuando era apenas un bebe, ellos eran voluntarios para ayudar a la gente

más pobre al sur del reino. Ayudaban a los enfermos, construían casas, enseñaban a

los niños, adultos, a leer y escribir. Cuando pensaban terminar su viaje humanitario

para regresar y estar a mi lado, hasta que fuera un adulto, en la aldea que se

encontraban se desato una enfermedad fatal, el propio reino fue negligente con la

Page 98: La Isla de Nuestro Destino

situación, y como los demás aldeanos, mis padres se enfermaron y fallecieron. Desde

esa terrible noticia y desde esos momentos, quede a los cuidados de mi abuela quien

fue alguien enormemente hermosa y bondadosa, cuidando, guiándome, hasta que

crecí y pude ser alguien, alguien de quienes mis padres, estarían orgullosos. Pero

cuando mi abuela recibió una carta en donde le notificaban que mi tío, con una

historia muy singular por cierto, había enfermado, ella sin pensarlo partió a cuidarlo.

Sin importar que el viaje fuera muy dificultoso para una anciana con síntomas de

deteriorada salud, pero igual lo hizo, por sobre la opinión de la demás familiares,

ellos muy felices de que la anciana muriera lejos y dejara en total caos los asuntos de

herencia. Debo decirle para hacer amena la conversación, que mi tío era un tipo

aventurero y muy licencioso, a diferencia de mi padre, el solo quería ver los paisajes

que el mundo ofrece con sus propios ojos, desde muy joven partió del lado de mi

abuela y se aventuró por mar y tierra, hasta que una enfermedad hereditaria freno su

paso, quedando varado en una isla, fue en ese momento que mi abuela se aventuró a

alcanzarlo, desde que nos, bueno, me informó que mi tío había fallecido. Ella decidió

quedarse también en esa isla, no quería enfrentar el viaje de regreso y más con el

dolor de otro hijo que se adelantaba a la vida. Desde entonces solo cartas han sido la

única vía que conducen sus nobles palabras a mi mente, hace un poco antes que

comenzara este viaje, me dijo que se sentía mal, pero que no me preocupara, pero sé

que no es así, incluso sé que puedo llegar ya tarde pero voy sin esperar nada fatal,

con el sentimiento de sentir su cálido abrazo nuevamente.

Maestre Celso - ¿Cómo reaccionara la señorita tripulante, cuando esto vea la luz?

Seguramente se dará cuenta que su sueño todavía sigue lejos.

Page 99: La Isla de Nuestro Destino

Juliano – Ella cumplió su sueño antes de que este viaje comenzara, solo que todavía

no lo sabe. Solo que yo soy muy egoísta, y no pienso mucho en los sentimientos de

los demás.

Ante la cara de asombro del maestre, justo cuando al momento en que su boca emitió

un sonido de respuesta, la voz del marinero Flavio se escuchó desde lo alto del bote.

- Hemos llegado, hemos llegado, hay decenas de pesqueros ya esperando. – Dijo con

voz de emoción absoluta, todos salieron y observaron la cantidad de pesqueros que

ya aguardaban en la zona, esperando que el gran encuentro que ofrecía la naturaleza

comenzara.

Page 100: La Isla de Nuestro Destino

Capitulo X

El magno evento, curso la isla bajo la luna.

Todos los a bordo de las decenas de pesqueros que estaban esperando el gran evento,

reconocieron al pesquero que se acercaba, desde las cubiertas saludaban al capitán.

Al ver a las damas que en este se transportaban, no tardaron muchos en lanzar gritos

con palabras halagadoras, otros por su parte le gritaban bromas al capitán, cosas

como, “Viejo necesitas de mujeres para navegar” o “capitán Virgilio estas más

oxidado que barco hundido”. Hubieran podido comenzar saludos más personales,

pero no había tiempo porque el momento, el gran momento estaba comenzando. En

el mar reino una calma imposible, apenas se escuchaba el oleaje, el viento era casi

inamovible, poco a poco se empezó a escuchar un tenue sonido, un sonido parecido

al que los bañistas causan en una playa o en un piscina poco profunda, ese sonido de

salpicar agua, el de mover los pies al fondo del agua, poco a poco fue creciendo.

Aquellas aguas que se estaban tornando oscuras por la puesta de sol que terminaba

poco a poco. De pronto el sonido hizo un cambio de leve a un estruendo que puso a

todos los pescadores en alerta, los que antes no habían estado tuvieron un asombro

muy bien mostrado en el rostro, los demás tan solo se dieron cuenta de que había

comenzado. Miles, millones de peces, cubrieron la superficie de las aguas, todo en las

cubiertas de los botes se llenó de frenetismo, a los minutos se lanzaban las redes al

mar, solo para ser sacadas al poco tiempo, estas abarrotadas totalmente de pescados,

Page 101: La Isla de Nuestro Destino

la grúa que elevaba la red a cubierta crujía por el peso. Al depositar la carga en

cubierta se vio un gran montículo de pescados. Sin dejarse llevar por la alegría del

momento, los pescadores empezaron a llenar la bodega, seguido por los pasajeros

quienes hacían todo lo que podían para llevar el paso de los experimentados

pescadores, los peces pequeños eran devueltos al mar, solo los grandes tendrían la

desdicha de ser mercancía. Al cabo de varias horas, ya casi entradas las horas más

oscuras de la noche, el pesquero lleno su bodega, y varios barriles de pescado. Ya

finalizando los demás pesqueros la dura, pero gratificante jornada, y aun habían

tantos peces y tanto bullicio que bien hubieran llenado la bodega varias cientos de

veces, pero tomaban solo lo necesario, no querían arrancarle un brazo a la naturaleza,

había que conformarse con lo que ella les daba.

El capitán, que por cierto no había levantado un solo dedo en ayudar, vamos que

esperaban es el capitán; salió de la cabina de controles, se sentó en estribor, con todos

tratando de recobrar el aliento por la dura jornada, con su pipa algo vieja, procedió a

encenderla, soltando mucho humo por doquier.

El capitán Virgilio – Esto jóvenes, es la pesca más fácil que algún pescador pueda

tener sobre las aguas saladas, tener al pez prácticamente al alcance de la mano, es

como un regalo divino, que nosotros apreciamos, por eso como tributo regalamos a

la gente esos cuatro barriles que están en cubierta y solo los de la bodega vendemos

en el puerto.

Este lugar solo los pescadores más viejos lo conocen, si el resto se enterasen créanme

que habrían más pesqueros que peces, se ha mantenido el secreto de generación en

generación. - La nostalgia invade sus palabras, ya sea por el sentimiento del momento

o por los tragos de ron antes de la faena. - Lastima que no podre heredar esto y

muchas otras cosas, no dejo un legado de mi sangre sobre estas aguas, cuando muera

Page 102: La Isla de Nuestro Destino

tan solo seré recordado por las personas que me conocieron a mí y a mi pesquero,

pero cuando estas personas también mueran yo desapareceré con ellos, después de

ese punto nadie me recordara, es así de injusta la vida, es así de fugaz la existencia,

¿Lo único eterno son solo las estrellas? Porque tal vez cuando desaparezcamos ellas

se quedaran ahí, observando a los nuevos que llegan, ¿Acaso tan solo somos

fragmentos de una gran y más compleja existencia? ¿Acaso nuestro destino es

desaparecer? Si es de este modo solo somos los escombros en donde se erguirán

mejores y más grandes cosas.

El marinero Flavio en fiel confidencia con él maestre. - ¿Acaso mientras estábamos

pescando, el capitán se ha emborrachado?

Maestre Celso – No, nada de eso marinero, es solamente que hoy es el aniversario de

aquella tormenta que se llevó parte, gran parte del corazón de nuestro capitán. Si es

también por el alcohol.

Todos callaron, y miraron al capitán mirar a la nada, su mirada se perdía así como lo

hacía el humo de su pipa al viajar por el aire, disolviéndose poco a poco. De pronto

una Claire con su cara hermosa, un poco luminosa por el sudor, se levantó camino

hacia el capitán y lo abrazo, sería difícil decir que sintió el capitán, pero por su rostro

se notó que sintió el abrazo más cálido de toda su vida, un abrazo que más allá de

abrazar el cuerpo, abrazaba el alma.

Claire con una cara de alegría indescriptible. – Yo le contare a todas las personas que

conozca, que en mi viaje por el mar, conocí a un gran capitán, divertido y feliz, le

contare todas nuestras aventuras a mis hijos, y ellos le contaran a sus hijos, de esta

manera nunca morirá, ni usted ni su hermoso pesquero, que en estos momentos

navega hacia nuestros sueños.

Page 103: La Isla de Nuestro Destino

Después de unos segundos de completo silencio de voces humanas, porque los peces

todavía revoloteaban en la superficie oceánica. Juliano se levantó y dijo – Yo también

lo hare capitán, para que su recuerdo nunca muera y se mantenga en la memorias

venideras. – Sucedido por estas palabras, lo demás se levantaron y dijeron palabras

similares, el maestre con gran ánimo y unos ojos que amarraban lágrimas dispuestas

a salir, dijo. – Bueno, eso me parece bien que la historia del capitán y este pesquero

sea inmortalizada contada a las multitudes, pero me es obligatorio recordarles que

mientras no terminemos este viaje, difícilmente podremos contar estas fabulosas

historias que en tan poco tiempo hemos vivido, ¿No creen así? – El capitán mirando

de manera noble, con la mirada que se le ve a una hija amada, miro a Claire, después

cambio su semblante y se dirigió a todos. - Bueno marineros y pasajeros, prepárense

porque nuestro curso es llegar a la isla bajo la luna. – Todos se movilizaron a preparar

todo para partir lo más pronto posible, la isla estaba a unos tres días de navegación.

Lo único que se podría decir, es que en esa isla estaban todos los desenlaces de los

pasajeros del pesquero, por su parte Claire conocería a su amor platónico, del cual no

sabía como era su apariencia. Juliano no podría guardar más el secreto que lo turbaba

en los últimos días y se empeoraba con cada nudo que el pesquero recorría. Y por

último Sonia, quien vería nuevamente a su esposo en la isla, el cual ya estaría

esperándola pensaba muy ansiosa.

Page 104: La Isla de Nuestro Destino

Capitulo XI

Con valor hasta el final.

Avanzaron sin pausa alguna hacia la isla, posiblemente la última isla que visitarían

en esta aventura, todos muy animados por lo que les esperaba en la isla, claro que

solo en Juliano no se notó una cara de completa alegría, si se podría decir que su

rostro analizado muy de cerca, se podía notar que estaba fingiendo la sonrisa que

mostraba cuando lo miraban los demás. Caso contrario era Claire, que su alegría

llegaba a un punto que contagiaba a los demás. Su rostro demostraba que miraba al

final de la vista que ofrece el mar, con esperanzas porque su gran momento se

acercaba, ese momento que había soñado en cada libro, en cada hoja, en cada párrafo

de las tardes y noches de lectura, y que habían de terminar en un cariño y afecto

inmenso por el creador de estas grandes historias. J.K. WALKER. Flotaba en su mente

incesantemente, y estaba ya cerca de que esa imagen mental tuviera un rostro por el

cual suspirar. ¿Y si era un anciano al que se encontrara? No importaba igual lo

admiraría y le haría un sin fin de preguntas, seguramente tendría una gran historia

de amor que contar, no aguantaba la emoción por conocerlo, pero…

El marinero Flavio dirigiéndose al maestre. - Ya han pasado tres días, al cabo de unas

horas deberíamos estar viendo la isla, por fin entraremos a las aguas que siempre

navegábamos antes que el capitán decidiera abandonar la pesca.

Page 105: La Isla de Nuestro Destino

Maestre Celso – Por las aguas del imperio regresaremos a puerto, regalaremos los

pescados en cubierta a la próxima isla, porque no creo que duren más de una semana,

no importa en cuanto hielo los almacenemos, y los demás los venderemos en el

puerto, con esto terminaremos siendo mini-millonarios.

El marinero Flavio mirando por el telescopio. - Si, y por fin poder comprarle la casa

que mi madre tanto deseo, bueno por lo menos una pequeña, por los momentos,

cuando consiga trabajo en otro pesquero, espero y deseo que me vaya muy bien y le

hare grande y más grande la casita. - De pronto hace un ruido de asombro, sus

palabras se quedan casi atascadas en su garganta. - ¡Bueno creo que ya no!

El maestre Celso muy extrañado le pregunta inmediatamente – ¿Qué dices?

El marinero Flavio de manera muy exaltado responde. – Piratas maestre, piratas, son

cinco barcos, se dirigen a toda marcha hacia nosotros.

El maestre Celso con su rostro pálido. – ¿Estás seguro? Pueden ser otros pesqueros.

Marinero Flavio – Los pescadores no cargan armas maestre, menos ametralladoras.

El maestre grita alertando a todo el mundo. - CAPITAN, CAPITAN.

El capitán se quedó congelado cuando le avisaron de lo que se suscitaba o mejor dicho

lo que los visitaba. Juliano al escuchar lo que sucedía, les bloqueo el paso a las dos

mujeres que se dirigían a cubierta para saber el porqué de los gritos, diciéndoles que

se encerraran en el cuarto de máquinas y que cerraran muy bien la compuerta, pasara

lo que pasara que no abrieran por ningún motivo.

Asustadas corrieron sin pero alguno, el capitán entendió rápidamente que no podrían

escapar de barcos piratas, pequeños y veloces, peor con la bodega del pesquero

atestada de enorme pescado, estaban perdidos si se reconocían los factores a los

cuales se enfrentaban. Pero rendirse no estaba en ningún recóndito lugar de la mente

Page 106: La Isla de Nuestro Destino

del capitán, sabía que si bajaban las manos por el peso del yugo de la rendición, las

que más sufrirían serían las hermosas damas que los acompañaban en esta aventura,

una esperando el reencuentro con su amado, y la otra joven soñadora esperando el

encuentro, la realización de su sueño. No podía rendirse, no sabía cómo escaparía,

pero como todo pésimo, o genial estratega, dependiendo del fin del hecho, lo idearía

sobre la marcha, eso pensaba, o simplemente no estaba pensando en nada y tan solo

estaba reaccionando a la situación que enfrentaba. Pero tenía un plan, un plan suicida,

pero por lo menos lo tenía, aparte era lo único que podían realizar o por lo menos

intentar.

Maestre Celso – ¿Qué haremos capitán? Cuando encuentren que tenemos dos

damiselas a bordo, y se den cuenta que es la misma mujer a la que rescatamos y que

nosotros les arrebatamos su valioso botín, nos desaparecerán a punta de plomo y

pólvora.

El capitán Virgilio con cara solemne y firme. – Pues responderemos de igual manera,

si se ven diezmados recurrirán a retirarse.

El maestre Celso lo mira con plena incredulidad y dice con total sarcasmo. – Solo

tenemos armas que nunca hemos usado, y como dos cargas completas para cada una,

ellos han de traer un arsenal completo a bordo, si será muy fácil diezmarlos.

El capitán Virgilio piensa por un momento y responde. – No lo sé, pero lo

intentaremos. Marinero traiga las armas y preparémonos, porque hoy

demostraremos que todo hombre con valor y que se enfrente al velo de la muerte

misma, a de morir con honor, y si vive otro día para contar su proeza, al verse las

manos rebosantes de vida podrá darse cuenta, que en la vida o se pelea o se muere.

Daremos la lucha por nuestro futuro, por nuestros sueños, por el compañero, amigo,

Page 107: La Isla de Nuestro Destino

hermano que tenemos a nuestro lado, por las personas que nos esperan. POR LAS

PERSONAS A LAS QUE PROTEGEMOS.

Los hombres al escuchar tan inspiradoras palabras del capitán, sin dudarlo, pero aun

con manos temblando más allá del miedo o por la misma adrenalina que llenaba sus

seres excitados por la situación, cargaron sus armas y se prepararon. Mientras que los

piratas estaban más cerca que nunca.

Los valientes del Endless Sea, se colocaron en cubierta como en la primera ocasión,

en que recibieron desagradables visitas. Nuevamente uno ya conocido se dirigió a los

pescadores, quienes con armas en el piso, otros las escondían debajo de una maraña

de redes de pesca, pero estaban listos para abrir fuego cuando la situación lo indicara,

el pirata hablo.

El Pirata. – Muy buenas tardes caballeros, me es un placer volverlos a ver por estas

aguas tan cálidas y ricas de exquisitas bellezas.

El capitán de forma fría y miedosa. – Igual señor, ¿Qué lo trae por estos rumbos, sigue

en su búsqueda? Una rara coincidencia encontrarlo nuevamente.

El Pirata entrecerrando la mirada. – He, bueno más bien yo preguntaría, ¿Por qué se

dirigen con curso a abandonar estas nobles aguas?

El capitán Cabizbajo, con semblante serio. - Negocios señor, solamente negocios nos

lleva por este curso.

El Pirata con tono sarcástico. – ¡Mmmmmm! Ya veo, nosotros por nuestra parte

hemos venido a estos bordes de las aguas del reino, a perseguir a unos caballeros que

osaron mentirnos descaradamente, no sé cómo lo hicieron pero espero que esos

caballeros al sentir el filo de mi espada, y si se encuentran indispuestos, hasta el fino

Page 108: La Isla de Nuestro Destino

rose de las balas desgarrando la carne, lograran cooperar y decirme como pudieron

engañarme. – Terminando exaltado furioso.

En mi visita nuevamente a la isla tulipán, revisando los registros de barcos que

amarraron en puerto, me encontré que este pesquero era el único que coincidía con

las características del mismo pesquero que tiene algo que es nuestro, coincide con los

horarios de partida, todo. Lo único que nos faltaba era el nombre, “Endless Sea”

bonito nombre, como el interminable fondo marino en donde pescaran para toda la

eternidad si no cooperan. – se calma y habla en tono normal. - Ahora les pregunto

caballeros, ¿Puedo registrar su barco? ¿Me aseguran que lo encontrare exactamente

como la primera vez?

El Capitán, se muestra serio, determinado. – Claro que puede registrar nuestro

humilde pesquero, pero primero estimado tiene que saltar.

El pirata muestra rostro de incomprensión, pregunta. - ¿Saltar? Las aguas me

imagino, de barco a barco.

El capitán Virgilio. – No, ¡El muro de plomo y pólvora!

Todo al ritmo que marcaba la pólvora encendiéndose y propulsando los proyectiles,

le daba una secuencia a los acontecimientos, los del pesquero dispararon primero,

solo las balas de Juliano y el capitán estuvieron cerca de impactar los objetivos, el

maestre seguramente le dio un disparo certero al sol y el marinero Flavio al casco del

barco pirata, todos corrieron a resguardarse, unos a babor, juliano y el maestre en el

pasillo que conduce al interior del barco. Dispararon un par de rondas más sin ningún

efecto en los enemigos, al instante los piratas contestaron al fuego de una manera

feroz, ellos tenían armas potentes y lo que les daba mayor ventaja es que tenían

municiones de sobra.

Page 109: La Isla de Nuestro Destino

Los cuatro valientes hombres a bordo del pesquero no pudieron contestar

nuevamente al fuego, ya que si intentaban sacar un dedo de su resguardo, terminaría

aniquilado a balazos. A babor el capitán le indico al maestre Celso, que subiera a lo

más alto del pesquero, ahí tendría ventaja sobre los piratas en ángulo de tiro, el

maestre subió con el rifle en el hombro, llego a lo más alto y se preparó para disparar.

Pudo ser suerte o el destino conduce los eventos de una manera muy singular, ya que

el disparo del maestre le dio justo en el hombro a un pirata, este cayó al suelo y el

fuego ceso, sus compinches lo vieron en el suelo. Les extrañaba la situación, dado que

rara vez se oponían a sus malévolos fines. El capitán contesto a la pausa disparando

sin tregua alguna, lo siguieron el marinero Flavio y Juliano, enviado a los piratas a

resguardarse del fuego, el capitán le grito al maestre, – Baja de ahí, entremos al

pesquero, antes de que nos dejen como gato en casa de pitbull. – Decisión muy

acertada del capitán ya que los demás barcos piratas se movieron rodeando

completamente el pesquero, el maestre pudo bajar y refugiarse gracias a que sus

compañero de misión lo cubrieron abriendo fuego, para evitar que los piratas

pudieran contestar de igual manera.

El capitán cerró la compuerta hecha de acero muy grueso, difícilmente seria

atravesada por balas de ametralladora. Pero sin pensar en ello los piratas dispararon

con todo lo que tenían sin importar el efecto de las balas en el grueso acero, en cuanto

a Claire y Sonia, una estaba aterrada la otra caminaba de un lado a otro intentando

pensar en un plan, al mismo tiempo Sonia intentaba calmar a Claire, quien se

imaginaba lo peor en cubierta tras escuchar tantos disparos, de repente los disparos

cesaron, los hombres cambiaron su rostro a uno de terror por otro de expectativa a lo

que sucedía fuera.

Page 110: La Isla de Nuestro Destino

El pirata dijo. – Señores, veo que han elegido la mala manera; es una lástima ya que,

como verán, no tienen donde esconderse, pero como yo soy, somos, unos piratas

honorables, les daremos un minuto para que decidan rendirse por voluntad propia,

de lo contrario haremos volar esa compuerta, con los recursos poderosos, que

déjenme decirles, nos son bastos. Les prometo que haré todo lo posible por preservar

sus vidas, ya lo demás queda en sus manos, el tiempo empieza ahora. – Al escuchar

esto los del pesquero intercambiaron opiniones, siempre escuchando a El pirata,

gritando los segundos que restaban, - Si nos rendimos tan solo prolongaremos

nuestras vidas, y ellos capturaran a las damas, sabe Dios qué les harían. – Dijo el

capitán, - Pero si nos rendimos, volaran el pesquero en pedazos, aparte de esto solo

nos queda una cuarta parte de municiones, si vuelan la compuerta entraran y nos

liquidaran al instante. – Contesto Juliano. – Solo queda extender el tiempo un poco

más, y esperar que se nos ocurra algo grandioso para salir de esto, es mejor que morir

y ya no tener esperanzas. – Dijo el capitán muy seguro, todos asintieron, sus palabras

tenían mucha sabiduría, El pirata seguía contando y al decir. - Veinte segundos,

quince segundos, diez segundos, y la compuerta se abrió, - Arrojen todos sus armas

lejos. – Grito El pirata, y así lo hicieron. – Salgan con las manos en alto, despacio, muy

despacio, como los delincuentes en la gran ciudad, vamos ustedes saben cómo. –

Continuo El pirata, salieron los pescadores y Juliano, con las manos en alto,

lentamente y se arrodillaron en cubierta, inmediatamente los piratas abordaron el

pesquero y los amarraron, habían perdido.

Los piratas al entrar al pesquero y encontrar pertenencias propias de una dama,

rápidamente se dieron cuenta del porque estaba cerrada la sala de máquinas desde el

interior. - ¿Acaso esconden a la mujer ahí dentro? – Dijo EL Pirata. Dio orden a sus

secuaces que abrieran la puerta por la fuerza, basto solamente unos quince minutos

y un martilleo sin cesar, para atravesar la compuerta, para sorpresa de los piratas y

Page 111: La Isla de Nuestro Destino

mala suerte para Juliano, no solo encontraron a la mujer que estaban buscando, si no,

que también a Claire, que apareció en cubierta arrastrada por los villanos.

El pirata no tardó mucho en poner sus ojos en la segunda mujer que aparecía ante su

vista. – Vaya sorpresa que tenían guardada, no me imaginaba que ocultaban a una

belleza tan espectacular. – Dijo El pirata en forma muy lasciva, mientras Claire de

rodillas ante él, temblaba y lloraba de pánico, Juliano exploto en cólera y atado de

manos se levantó gritando, - DEJALA MALDITO. – No pudo llegar ni a un metro

cerca de El pirata, cuando un subordinado de este, le dio un culetazo con la

metralleta, justo en la boca del estómago haciéndolo caer, impotente por la situación

que lo superaba en fuerzas.

Mientras Juliano se retorcía del dolor, con las venas brotándoles en el rostro, tratando

de retornar un poco de aire a su organismo por medio de jadeos casi mudos, Claire

imploraba por la vida de Juliano. El pirata se acercó y deslizo la hoja de una navaja

algo oxidada en el rostro de Claire. – Aparte de ser muy hermosa, eres muy piadosa,

tus lágrimas y suplicas me dicen que sientes algo muy fuerte por el tipo que no se

parece mucho a un pescador, más bien diría que tú no eres alguien que está

acostumbrada a la vida en el mar, tu mirada, si, si, tu mirada es una mirada que

irradia pureza, misma característica que solo en jovencitas a punto de ser mujeres

denotan en sus ojos, eres, eres. Algo muy exótico en estas aguas, algo único… Por eso

te llevare conmigo, a mi jefe le encantara conocerte y te llenara de cuanta joya

hermosa puedas imaginar. – Quitando la mirada de Claire se dirigió a sus secuaces,

dos de ellos trataban de contener a Sonia, que todavía luchaba con los piratas que la

trataban de atar las manos y los maldecía. El pirata les dijo, - Desháganse de los

pescadores, lleven el cofre de joyas y a las dos mujeres a nuestro barco. – Estas

palabras hicieron cambiar el rostro de todos los rehenes, de una de miedo a uno de

terror, el capitán que anteriormente había pasado por situaciones similares, sintió que

Page 112: La Isla de Nuestro Destino

el fin se acercaba, por más que analizara la situación no encontraba una manera,

aunque sea una manera loca de escapar a salvo con todos en el pesquero,

simplemente no la encontraba.

Las miradas se cruzaron, todos se vieron entre sí, el maestre al capitán, el marinero

Flavio a Juliano quien se reponía del golpe y ha jalones trataba de llegar hacia Claire,

quien era arrebatada de su lado, sin nada que pudiera hacer, solo miro como Claire

era despojada del hermoso collar que habían ganado en la mini-competencia de

pesca. Un pirata lo observaba casi atontado bajo los tenues rayos de luz, los últimos

que regalaba el día.

La nostalgia era profunda, el dolor era total, era tan enorme lo que sentían que no

tenían reacción, mientras el barco de los piratas flotaba en el mar y se movía poco a

poco por el oleaje, al quitarse de enfrente se divisó al final de lo que su vista alcanzaba

a mirar, unas pequeñas figuras, que al cabo de unos segundos se transformaron en

figuras características de los barcos delante del sol. Una flota de barcos se acercaban,

un pirata grito.

Un pirata levantando su índice en dirección de las figuras. – Señor, se acerca una flota

de barcos.

El Pirata pidiendo el telescopio con impaciencia, observo. - He, he, he, he. ¿Quién

demonios serán, pesqueros acaso? He, he, he. - Se queda pensativo un momento y ríe

muy fuerte. - Son barcos de la flota del reino, pero no se preocupen yo me encargo,

tan solo oculten a los rehenes y ciérrenles la boca muy bien.

Los barcos que eran de la “honorable” flota del reino, se acercaban algo rápido, pero

esto no sorprendió a los piratas, sabían que gracias a su líder el gran pirata Rick Jewel,

esas aguas les pertenecían, estos encuentros solo eran tramites con un protocolo ya

establecido entre piratas y la flota, ellos les daban la cuarta parte del botín y se iban,

Page 113: La Isla de Nuestro Destino

como si no hubiera pasado nada, aunque los hombres del reino mostraran un

semblante de honorabilidad y lealtad absoluta al reino, no eran muy diferentes a los

piratas, incluso a veces eran peor que ellos, o esto es lo que se sabía en esas aguas,

desde que el almirante hiciera trato con el despiadado pirata Jewel, Rick Jewel.

Ahora los rodeados eran los piratas, eran una parte muy numerosa de la flota, casi

ocho barcos, los piratas notaron que era algo extraño, pero escudándose en el

soborno les siguió abasteciendo de una confianza plena.

El Capitán de la flota se dirige a El pirata. - ¿Señores, a que se dedican sus

embarcaciones?

El pirata ríe como todos los demás piratas, mostrando una dentadura deteriorada. -

Vamos, capitán, hagamos lo de siempre, manda a dos de sus hombres se llevan su

parte del botín y todos ganamos, como siempre.

El capitán les da una señal a sus hombres y todos apuntan hacia los piratas, el

semblante en el rostro de los bandidos cambia de inmediato, como si no

comprendieran la situación.

El pirata con cara de idiota, dice. – ¿Qu… que qué pasa? Capitán si llego a informar

esto a su almirante estará en graves problemas.

El Capitán de la flota – Le informo señor pirata, que el ex almirante, será colgado

mañana por la tarde, después de que el rey elija a un nuevo almirante. Si se lo

pregunta, los cargos; alta traición al reino por hacer tratos con piratas.

El pirata temblando, pálido muy pálido. - ¿Y el trato? El trato con el pirata, nuestro

líder Rick Jewel, acaso, acaso ¿Usted lo hará con él? Le daremos todo lo que pida a

usted ahora, ¿Claro verdad?

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El Capitán de la flota. – Le informo señor pirata, que su susodicho líder el pirata Rick

Jewel, fue ejecutado hoy por la mañana, por el crimen de piratería, soborno y traición

hacia la honorable gente del reino. Aprovechando que se están dando muchas

noticias les informo que ustedes están capturados en el nombre del rey, por piratería,

¡Bajen sus armas ahora! Porque seguramente serán enviados al mismo viaje que su

líder efectuó esta mañana.

De esta manera increíble, casi milagrosa se invirtieron los papeles, los capturados

eran libres y los libres eran capturados, con un destino muy desdichado, aunque es

muy de conocimiento público que después de serias dificultades en la vida, vienen

cálidos momentos de alegría, esto lo demostraron Claire y Juliano, que al verse

desatados y bajo la protección de la flota del reino, corrieron a fundirse en un fuerte

abrazo, ese típico abrazo de personas profundamente enamoradas, aunque este

momento no finalizo en beso, pero quien sabe lo que sentían los jóvenes. Aunque no

serían los únicos en brindar un momento feliz, ya que Sonia no pudo contener el grito

de asombro cuando vio que de otro barco de la flota se acercaba en un bote con remos,

su esposo saludándola desde lo lejos, subiendo a toda prisa al barco donde se

encontraban, pero claro que este cálido abrazo si termino en un profundo beso, y este

beso termino en dos sonrisas abarrotadas de felicidad, sin que Sonia pudiera salir del

asombro.

Page 115: La Isla de Nuestro Destino

Capitulo XII

A la Isla bajo la luna

Sentados ya en el pesquero, era tiempo que se dieran algunas explicaciones, todos

esperaban con ansias escuchar las palabras del capitán de la flota y también del

esposo de Sonia, el gran comerciante Donatilo Cervantes.

El Capitán de la flota ofreciéndoles una bebida caliente. – Es una suerte extraordinaria

que los hayamos encontrado a tiempo, unos minutos después de diferencia y nadie

se imaginaria la tragedia que hubiera caído sobre ustedes.

El capitán Virgilio con una bebida en sus manos. – Le agradecemos su ayuda, en

realidad y sin ánimos de ofender, que la flota nos salvara seria lo último que nos

hubiéramos imaginado, ¿Me entiende, no? Usted sabe mejor que nosotros el porqué.

El capitán de la flota. – Claro que lo sé, pero que ustedes hayan sido salvados es

gracias a dos cosas: que nos hayamos encontrado a el señor Donatilo en nuestro

camino hacia estas aguas y también a las influencias de una persona que le escribió

al mismísimo rey, informándole sobre las irregularidades que se daban a este lado de

las aguas del reino. Inmediatamente el rey personalmente nombro una comisión, para

que investigara y se diera con los culpables. No se tuvo que investigar tanto para

confirmar lo evidente, se encontraron pruebas irrefutables y aquí estamos, nos falta

Page 116: La Isla de Nuestro Destino

mucho ya que sabemos que hay muchos piratas diseminados todavía, unos huyendo

y otros todavía tratando de hacer lo que mejor saben.

Donatilo Cervantez tomado de la mano de Sonia. - Después de visitar la isla Tulipán,

y que un hombre me diera la carta que me dejaron cuando visite un bar del muelle,

me dirigí a la isla del encuentro que indicaba la carta de inmediato, antes tuve que

huir de un par de barcos piratas, pero lo logre con pocos percances, al encontrarme

con la flota me preguntaron sobre lo que sabía y les informe, aunque nunca nos

imaginamos que los encontraríamos en el trayecto, pensamos que ya estaban en las

aguas del imperio, incluso pensé en que había sido un error abordar un barco de la

flota ya que si estaban en aguas del Imperio no podíamos seguirlos, pero la suerte

nos sonrió.

El maestre Celso comiendo galletas en exceso, por cierto con algunas en sus bolsillos.

- ¿Y quién es esa persona con tantas influencias?

El capitán de la flota – No sé exactamente quién es, solo sé que es el nieto de una

señora muy mayor, su familia tiene el control comercial de toda la gran ciudad,

incluso se dice que hasta el mismo Imperio les venera por su gran poder monetario.

Era una carta que el rey no podía ignorar, para honor de la flota del reino por fin se

le puso fin a ese corrupto que lideraba nuestras filas.

Todos callaron, en su interior agradecían a quien sea que haya enviado esa carta,

porque gracias a ello todavía estaban vivos, pero no duro mucho el momento, la flota

del reino tenía mucho que hacer. Sonia y su esposo tenían que partir, y el pesquero

todavía tenía varias escalas y la más importante para su pasajera Claire estaba muy

cerca. Así de este modo llego el momento de las despedidas, para mencionar la más

emotiva fue la de Sonia y Claire, aunque tenían poco tiempo de conocerse, pero por

todas las duras situaciones que pasaron su amistad creció enormemente en poco

Page 117: La Isla de Nuestro Destino

tiempo, bien se dice que los mejores lazos emocionales no los crean los buenos

momentos, al contrario los malos, duros momentos son los que hacen que

apreciemos, queramos, amemos a una persona, lo mismo pasaba con estas dos nobles

mujeres, que con ojos aguados se dieron un largo y profundo abrazo.

Claire apoyando su rostro en el hombro de Sonia. – Siempre te recordare, usted se

convirtió en alguien muy especial para mí, en este corto paso por la vida.

Sonia que pasaba su mano por el cabello de Claire. – Nos volveremos a ver, cuando

visite el puerto de la gran ciudad, te llamare para tomarnos una taza de té como lo

hicimos en la isla tulipán, está bien.

Claire la miro a los ojos, sonriente. – Me parece maravilloso, solo que en la gran

ciudad no tendremos una vista tan hermosa como en la isla tulipán.

Sonia poso sus manos en los hombros de Claire. – La vista más hermosa me la darás

tú, cuando vuelva a ver esa esperanza que irradia tu mirada, no habrá mejor paisaje

que ver a una tan amada amiga.

Claire quitándose con la mano derecha un par de lágrimas que corrían por la mitad

de las mejillas. – Entonces te contare todo lo que pasare de aquí en adelante, y llevare

conmigo el collar que me regalaste y que esos tipos casi arruinan.

Sonia – Adiós amiga, suerte en cumplir tu sueño, recuerda algo, a veces los errores

son necesarios para cumplir un sueño, ellos arman el camino para conseguirlos.

Claire - ¿Por qué me lo dices, acaso hice algo malo?

Sonia – No te alarmes, te lo digo porque algún día lo comprenderás, ese a veces es

más pronto de lo que esperábamos.

Todos los demás se despidieron, el señor Donatilo agradeció fervientemente a los

hombres por el valor de haber rescatado a su amadísima Sonia, insistió en darles una

Page 118: La Isla de Nuestro Destino

buena recompensa pero el capitán y Juliano se negaron, ya que pensaban que no se

cobraba por ayudar a los amigos cuando se encuentran en problemas. Sonia se había

convertido en eso, una gran amiga aunque el maestre se quejaba por dejar ir tan

fabuloso dote de joyas. Partieron con la flota para encontrar al barco en el que se

transportaban desde que iniciaron el viaje comercial. El pesquero a pesar de cientos

y cientos de abolladuras de proyectiles, y que la puerta de la sala de máquinas se

encontraba en el suelo desplomada, su motor y controles funcionaban bien, esas eran

reparaciones que harían en el puerto, ¿Pero para qué? Repararían un pesquero que

se dirigía a su último viaje. Pero por ahora los esperaba la última isla, la isla bajo la

luna, después ya en el puerto de la gran ciudad pensarían más en su futuro, por ahora

la isla tan ansiada estaba a la vista, a la vista de telescopio.

El capitán Virgilio dándole el telescopio a Claire. - Esa es, pasajera Claire, su isla, su

futuro, está ahí.

Claire sonriente y animada. - Es muy pequeña, ya me habían dicho que lo era, pero

no esperaba que tanto, pero es hermosa tiene mucha vegetación.

El capitán Virgilio – Las personas que viven en ella, son visitadas muy poco por

comerciantes, así que deben cultivar sus alimentos, y salir a pescar.

Claire se borra su sonrisa y baja el telescopio, mira al capitán. - ¿Y si es en vano mi

largo viaje? Puede ser que la persona que busco no esté ahí, y mi sueño en vez de

cumplirse se escape de mis manos.

El capitán Virgilio – La mayoría de las veces señorita Claire, las cosas se reducen a un

cincuenta y cincuenta de probabilidades, solo hasta que hacemos las cosas sabemos

el resultado, y es tan sencillo como una mala noticia o una buena, tan solo hay que

hacer las cosas, solo eso, hacerlas y ya. – Claire miro agradecida al capitán, y regreso

la vista por el telescopio.

Page 119: La Isla de Nuestro Destino

Llegaron al puerto, muy pequeño tan solo para un par de embarcaciones, por los

momentos el pesquero era la única nave que amarraba en él. Los recibió un hombre

muy viejo con color blanco en su cabello, barba y bigote, era un viejo muy amable,

tenía una sonrisa muy positiva, era de esas personas que es imposible que llegaras a

adiarlos. El capitán y los demás se quedaron en el pesquero ordenando todo un poco,

y también reparando cosas que estuvieran al alcance de sus capacidades, todo para

ahorrarse unos cuantos billetes, caso contrario con Claire que prácticamente arrastro

a Juliano al pueblo, cargando un par de maletas. Decidieron quedarse en algún hotel

o hospedaje, a nadie le caía mal la idea de dormir en una cama amplia y cómoda, sin

las estrechas camas en los camarotes y el constante tambaleo del pesquero sobre las

aguas. Claire estaba emocionada caminando a paso acelerado, estaba actuando

normal en su situación, ya que su sueño estaba a corta distancia pensaba ella. Tan

solo tendría que preguntar y lo encontraría. Pensó que el tamaño de la isla era

beneficioso para minimizar la búsqueda del aclamado “J.K.WALKER” el escritor que

admiraba inmensamente (y hasta amaba de alguna forma). Rápidamente encontraron

una posada, no fue difícil era la única en la isla, le daba la impresión a Claire que ahí

era todo fácil, lo que faltaba no podía ser difícil. En cambio Juliano muy callado y

haciendo todo contrario a Claire, todo muy despacio, además de pensativo, en su

mente navegaban otros pensamientos más allá de las frenéticas acciones de su

compañera de viaje, que rápidamente dejo el equipaje que habían cargado en la

habitación, corrió para ver la habitación de los hombres y se paró enfrente de Juliano,

le dijo. – Estoy lista, comencemos. – Juliano contesto, momento después. – Claro,

comencemos. – Poco convencido por cierto, pero se dejaba llevar por la situación.

Salieron a las calles, a buscar el primer lugar para preguntar, Juliano sudaba en

exceso, era ese sudor característico cuando el cuerpo se encuentra en una situación

de estrés, ¿Acaso no tendría que ser Claire la angustiada?

Page 120: La Isla de Nuestro Destino

Así caminaron, Claire pregunto antes en la pensión donde se hospedaron, pero no le

dieron ninguna información no sabían de quien estaba hablando, aunque le extraño

no le resulto del todo raro, ya que posiblemente el suscitado escritor podría

encontrarse en alguna casa particular que le alquilaría a algún isleño, así que siguió

la búsqueda.

Claire se acercó a una gente en el parque, paso por cada banca que había en el sin

recibir una respuesta positiva, mientras tanto Juliano se quedó hablando con un señor

que estaba sentado en una banca enfrente de una iglesia y dejo a Claire que se

adelantara. Claire al alejarse se percató que Juliano platicaba mucho con alguien que

acababa de conocer, lo vio llevarse las manos a la cara como signo de lamento, o eso

pensó.

Después se sentó al lado del señor quien le coloco una mano en el hombro, esto

confirmo el primer gesto de Juliano, intrigada y sin más personas que hubieran en el

lugar para investigar algún dato, regreso donde Juliano estaba con el señor sentado.

Al ver que Claire se acercaba Juliano paso sus manos por sus ojos, se puso de pie y se

despidió del señor muy cortésmente, sin decir nada tomo de la mano a Claire y ahora

ella era a quien llevaban apresuradamente, no tenía palabras, pero al ver la

determinación en los pasos de Juliano, aunque las tuviera no quiso decir nada,

aunque recordó que de un tramo del viaje, Juliano se notó muy callado y pensativo,

no sabía el porqué de sus comportamiento.

Page 121: La Isla de Nuestro Destino

Capitulo XIII

La verdad al pie de una lápida.

Caminaron mucho, hasta que Claire noto que en el camino que seguían a paso muy

apresurado desaparecían las casas, ya no habían más en el resto del camino, mucho

menos personas. No comprendía la situación, no sabía que propósito movía las

piernas a rápido paso de Juliano, mucho menos entendió la situación cuando vio a

los lejos, al final del camino un cementerio, pequeño. Era un cementerio pequeño

proporcional con el tamaño de la isla, pero no era un cementerio gris y tétrico, era

una cementerio digno de apreciar a los lejos, era hermoso. Estaba decorado con

incontables números de flores, con una variedad esplendida de colores, envidiado

por la mejor de las florerías de la gran ciudad seguramente, esto dejo asombrada a

Claire no solo en la isla Tulipán habían lindos paisajes llenos de flores. Pero rápido

entraron al cementerio. Los portones estaban sin candado, no tuvieron ningún

problema en ingresar en el, Claire mirando incesantemente a Juliano, como pidiendo

una explicación o aunque sea una palabra, pero estos intentos fueron fallidos, Juliano

tenía la mirada clavada en frente, en un propósito, hasta que se acercó a una tumba,

adornada con flores como todas las lapidas, pero estas estaban en unos jarrones, eran

flores de pocos días de haber sido cortadas, la tierra estaba de manera que habían

sepultado a alguien recientemente, Claire vio la lápida, decía:

Page 122: La Isla de Nuestro Destino

“Juliana Walker.

De amigos que en poco tiempo la amaron mucho.”

Claire no le pareció familiar el nombre, aunque el apellido resonaba en sus

pensamientos, hasta que asimilo todo cuando vio la lápida que estaba al lado derecho,

decía:

“Janniro Walker.

De amigos que amaron sus locuras y alegría.”

Y comprendió a su modo.

Claire llevándose las manos a sus labios, con tristeza llenando su brillante rostro. –

No puede ser, Juliano, esta persona enterrada aquí es, es a la persona que buscamos;

a la persona que busco, ¡No puede ser! está muerta, murió.

Sin saber que pensar Claire quedo más desconcertada, lágrimas asomaban por su

mirada, lagrimas impulsadas por saber que su sueño se encontraba seis pies bajo

tierra. Cuando Juliano se arrodillo en la tumba de la mujer y comenzó a llorar, a llorar

intensamente. Claire no sabía, no comprendía que relación podría tener Juliano con

alguien de la isla, hasta que Juliano se calmó, Claire lo abrazo sin decir nada, y

entonces hablo.

Juliano tomo la mano que Claire tenía sobre su pecho. – Claire, el hombre que está

aquí no es J.K. Walker, así que tu sueño no está perdido incluso tu sueño se hizo

realidad hace mucho tiempo, lo que pasa es que tú no sabes cuando sucedió. La

verdad es que yo te use Claire, no quería enfrentar esto solo, así que cuando

apareciste en mi vida vi en ti algo de fuerza que alimentaba mi interior, tu forma de

ser, tu alegría, tu voz, me ayudaban para olvidar el pesar que me embargaba, te mentí

diciéndote, inventándote lo de mi trabajo de conserje, para que me acompañaras y no

Page 123: La Isla de Nuestro Destino

pasar este momento solo. Pero ahora que estoy aquí me doy cuenta que te he

lastimado; lastime esa confianza que depositaste en mí, lo siento ya que te he mentido

casi siempre desde que nos conocimos, lo siento.

Claire mira al vacío, tal vez recordando al mismo tiempo, todo o que había vivido

con Juliano. – No entiendo totalmente lo que dices, pero solo me queda preguntarte,

¿Quiénes son estas personas enterradas aquí? ¿Y porque estas personas tienen el

apellido de la persona que buscamos?

Juliano limpiándose las lágrimas de ambas mejillas. - Fácil, ella es mi abuela y él es

mi tío. Y por eso tienen mí mismo apellido.

Claire titubeando, al parecer esas palabras superaban su nivel de comprensión de la

situación. –Tu, tú, tu. ¿ Tu mismo apellido? ¿Tu apellido es Walker?

Juliano – Es tan irónico que a pesar que hemos pasado por mucho en poco tiempo,

no conozcamos mucho de nosotros, al parecer ambos somos muy despistados o

esperamos que pequeños detalles como estos, la vida nos lo lance a la cara, pero

tenemos de excusa que estábamos muy ocupados tratando de salvar nuestras vidas

a bordo del pesquero, como para estar preguntándonos nuestros datos personales.

Pero es momento que te lo diga, Claire, mi nombre es “Juliano Karsten Walker”. Yo

soy J.K. Walker.

La cara de Claire cambio de repente, como si en un segundo hubiera unido muchas

piezas, aunque le faltarían muchas más para comprender totalmente la situación,

pero la pregunta que tanto se hacía no espero mucho en salir de su boca.

Claire algo alterada. - ¿Entonces eres de esta isla, acaso naciste aquí?

Entonces Juliano se acercó un poco, y mirándose fijamente, a la expectativa de

cualquier palabra; pero Juliano hablo y le conto a Claire todo aquello que el maestre

Page 124: La Isla de Nuestro Destino

había escuchado un poco antes y tal vez un poco más, ¿Quién sabe? Pero hablo

mucho, ambos permanecieron de frente con una pose que no daba lugar a mentiras.

El viento soplaba al punto que los cabellos que caían hasta los hombros de Claire

ondeaban en el aire, al igual que el cabello de Juliano, algo largo hasta el punto que

casi podía hacerse una cola, era lógico estaba en el mar, pero a pesar del Vaivén de

sus finos cabellos, sus miradas no se desviaban, una de la otra. Juliano termino su

relato bajando su cabeza, era grande el dolor que sentía que solo salía un “Lo siento”

de su boca en símbolo de disculpa, pensaba que la situación seria diferente y podría

explicarle a Claire la situación de mejor manera, pero no podía, su abuela estaba ya

descansando bajo sus pies no pudo despedirse, no hubo un adiós. Pero sus peores

sentimientos amainaron cuando con su mirada clavada en el suelo, de repente sintió

el abrazo fuerte y tan acogedor de Claire.

Claire abrazando a Juliano, con su rostro apoyado en su pecho y la mirada cerrada. -

Entonces todo este tiempo fuiste el sueño que estuvo a mi lado; todavía me es difícil

asimilar la situación, pero si me lo preguntas, quisiera que me dijeras de nuevo todas

esas mentiras para vivir este viaje, porque sería algo que aunque aterrador, vivir

todas esas situaciones, con la vida en un delicado hilo, quisiera volver a superarlas,

porque ahora me doy cuenta que aunque en el final casi perdemos nuestras vidas, la

poca esperanza que tenía, era porque estabas conmigo. Porque hasta el final buscaste

protegerme, poco a poco iremos disipando las demás dudas, mis dudas, mis

interrogantes, pero por ahora en este momento tan difícil que afrontas, déjame ser un

apoyo para ti, alguien con quien puedas desahogar tu dolor, alguien que antes te

admiraba, hasta hace unos meses te quería, pero ahora no cabe duda que te amo, no

por lo que creía que eras, si no, por lo que me has demostrado, por las dos personas

que quería tanto al final resultaron ser una sola.

Page 125: La Isla de Nuestro Destino

Y en ese abrazo que se extendió por tanto tiempo, tanto que no se dieron cuenta que

a lo lejos se acercaba con paso lento, un señor ayudado a caminar con un bastón muy

casero. Ambos se dieron cuenta de su presencia cuando este les hablo, era un señor

que había crecido en una isla aledaña a la isla bajo la luna, pero desde joven comenzó

a vivir aquí, se llamaba Tomas, Don Tomas le decían todos. Hace unas décadas se

había encargado de cuidar el cementerio, tal vez él era el autor de tan hermoso paisaje

que regalaban todas las flores en el cementerio, estaba muy viejo, ya no tenía cabello

de otro color que no fuera blanco grisáceo, usaba ropas muy viejas, pero algo lo

distinguía, era muy amable, al parecer en esa isla la mayoría eran ya muy viejos y

muy amables, y con su voz muy aguda pero noble, hablo. Claire y Juliano voltearon

sorprendidos.

Don Tomas – Jóvenes, disculpen que interrumpa su momento, pero no pude evitar

ver que estaban visitando estas dos tumbas, bueno también note que no son de aquí,

conozco a toda la gente de esta isla, no soy bueno recordando pero es una isla

pequeña como ya habrán notado. La que ocupa esta tumba me dijo que alguien, un

joven hombre para ser especifico, acudiría a la isla, no sabía cuándo sucedería, espero

no equivocarme y que ese joven seas tú muchacho.

Juliano con voz apagada. - Yo soy el nieto de Juliana Walker, y por consiguiente

sobrino de Janniro Walker, ¿Usted los conoció? Espero que sí, espero que usted sea

el portador de sus últimas palabras, ya que al parecer no pude llegar a tiempo.

Don Tomas – Si los conocí muchacho, mas a tu tío Janniro, un hombre muy loco pero

de corazón noble. A tu honorable abuela la conocí poco, pero me pude dar cuenta de

la gran persona que era, compartimos muchas pláticas en tan corto tiempo. Bueno

joven creo que aquí no es idóneo para conversar por tanto tiempo, el viento que sopla

Page 126: La Isla de Nuestro Destino

es algo frio y puedo resfriarme, a mis años ya no es tan simple, así que los invito a

tomar algo de té a mi casa, ahí te hablare más, vamos síganme.

Sin mediar más palabras los jóvenes siguieron a Don Tomas, caminaban a su paso

muy lento ayudado por el bastón, una imagen curiosa se daba detrás del viejo Tomas,

Juliano sin darse cuenta con su brazo acogía a Claire, caminaban como una pareja

muy enamorada, al parecer las cosas ya se habían dado, solo faltaba el protocolo de

formular la pregunta y recibir la respuesta.

Por suerte la casa del viejo Tomas no estaba muy lejos, porque su paso era muy lento,

pero bueno para que quejarse si la isla no era muy grande que digamos; la casa muy

vieja como el dueño, pero muy linda, salía algo de humo de la chimenea que

sobresalía del techo, algo que confirmaba su gran labor en el cementerio eran las

hermosas flores en la entrada de la casa que bendecía a la vista con los innumerables

colores y formas. Se escuchó un perico al cual el viejo le dijo. – Cállate granuja, no ves

que son visitas, pensaran mal de ti. – Y rio amablemente. Abrió la puerta y con una

cálida sonrisa los invito a pasar al fuego de la chimenea y colocando un porrón para

calentar agua, Don Tomas se sentó y le hablo.

Don Tomas – No puedo evitar verte hijo, eres muy parecido a tu tío, ese porte de

elegancia que lo caracterizaba. Tenía perdidas de amor a todas las mujeres, pero su

mirada era gentil, hacia reír a la gente, a veces sus chistes eran muy vulgares, pero

era una gran persona, un gran hombre, mi vista estará lejos de sus mejores años pero

puedo asegurar que tú eres igual a él, claro sin lo vulgar y atrevido que era. - Rio un

poco. - Aunque te pareces más al otro hijo del cual hablaba mucho tu abuela, puedo

deducir que era tu padre, si claro, trasmites esa seriedad que tanto nos platicaba la

señora Juliana. Pero ella no me menciono que estuvieras casado con una mujer tan

hermosa, su cara es tan inocente.

Page 127: La Isla de Nuestro Destino

Ambos hicieron los gestos, los sonidos de sorpresa, la timidez, que solo dos

adolescentes enamorados podrían mostrar. Si Juliano hubiera sido un hombre con

muchos amigos y ellos hubieran visto esta escena, él hubiera sido objeto de

innumerables burlas, si esto describe totalmente la situación, el hablo entrecortado y

muy sonrojado.

Juliano – No, no, no se equivoca seño… Don Tomas, no somos esposos somos buuu

bue… buenos amigos, si eso somos, ella me acompaño a este viaje por una serie de

circunstancias.

Don Tomas ve que Claire sonríe de manera tímida. - Vaya pero que mal, si son el uno

para el otro, nunca había visto a pareja tan hermosa, y eso que he vivido muchos años.

Aunque sus palabras joven sean esas, sus manos entrelazadas me dicen lo contrario.

- Se miran ambos y se sueltan súbitamente. - No se sientan apenados, puedo ver que

ya se aman tan solo falta el protocolo, - ríe nuevamente.

Juliano con la tristeza regresando a su rostro, pregunta. – Dígame señor, ¿Cómo

fueron los últimos días de mi tío y mi querida abuela?

Don Tomas – Haaa, joven, recuerdo cuando tu tío llego a la isla, soñador y alegre, así

se describiría perfectamente. Vino diciendo que buscaba la jema del pirata

Bartolomeo Jewel. - Juliano y Claire se inquietan al escuchar “Jewel”. - Por su reacción

noto que vinieron por la aguas del reino, si han escuchado este apellido seguramente

es del nieto Rick Jewel, pero me entere por un pescador que fue ejecutado hace unos

días. Bueno continuo, era una jema hermosa sobre todas las demás, dicen que era del

tamaño de la palma de un niño. El pirata Jewel, la escondió en esta hilera de islas que

terminan casi en la frontera marítima con las aguas del reino, lugar opuesto a este

sitio, ni el hijo de Bartolomeo sabia en que isla estaba escondida la jema, pero nunca

la pudo encontrar y ni lo encontrara, mientras no se le una la cabeza con el cuerpo

Page 128: La Isla de Nuestro Destino

nuevamente. Pues esto tenia obsesionado a tu tío, empezó a buscar en toda la isla

pero no encontró nada, una vez me dijo que su sueño era encontrar la jema y después

de ahí buscaría a la mujer de sus sueños, le pediría matrimonio regalándole la jema.

Era increíble pensar que alguien tan majadero como el pudiera fijarse esa meta y no

liarse con cuanta mujer se le cruzara en el camino, nunca supe que compartió sabanas

con alguna linda mujer, ni rumores, ni nada. Al parecer su meta, su sueño era su

único amor, es raro ver eso en un hombre. - En ese instante sonó el porrón, Don Tomás

se levantó y preparo el té, sirviéndoles a Juliano y Claire. Se sentó y tomando un

pequeño sorbo de su taza, continúo. - Pero antes de partir de la isla, enfermo, al

parecer era un mal que había heredado de tu abuelo, eso me menciono un día, cuando

su situación era drástica. En ese período de tiempo, llego tu abuela a la isla, bajo sus

cuidados mejoro un poco, pero a pesar de los incontables intentos de tu abuela de

trasladarlo a la ciudad más cercana, él se negó, le dijo que sabía que estaba en las

últimas etapas de la enfermedad, no había retorno para esto. Apenas vivió unas

semanas más, con la presencia de tu abuela que le amainaba un poco el dolor, pero el

fin era irremediable. Desde esa tarde que tu tío nos dejó, tu abuela perdió toda

esperanza de vida, una vez me dijo que muerto tu tío se le acababa toda voluntad de

seguir adelante, lamentada dejar a su nieto solo contra el resto de la familia, pero sus

pensamientos yacían en una tumba en la gran ciudad y otra parte en esta isla. Si

regresaba a su hogar, en donde nacieron sus hijos y su nieto, solo seria para morir

cada día, viendo como sus hermanos y los hijos de estos se peleaban por los bienes

de la familia, como buitres peleando los despojos de un cadáver, pero a pesar de que

difícilmente podría verte de nuevo, su esperanza de que tu fueras feliz no moría con

ella. Días antes de morir te dejo una carta en un sobre sellado, por aquí lo tengo.

El señor se levantó poso la taza en una pequeña mesa, busco en un estante clavado a

la pared, todo ahí tenia colores muy apagados, todo ahí era muy viejo, pero sobresalía

Page 129: La Isla de Nuestro Destino

el sobre en él, con un blanco nuevo, muy diferente a los frascos y demás cosas que

posaban sobre el estante, lo tomo y se lo entrego a Juliano.

Don Tomas – Ya está oscureciendo, si es así puedo deducir que se quedaran en la isla,

eso es bueno, puedes leerla hijo cuando tu corazón se calme, ahora solo piensa que tu

abuela hubiera querido que aceptaras su partida como algo que forma parte de la

vida, y está más allá de nuestras posibilidades, así que a nuestra edad solo queda

aceptarlo y esperar que las personas que nos aman, sufran solo un poco o nada si

podemos pecar de codiciosos.

Claire – Señor Tomas, ¿Por qué la isla se llama así?

Don Tomas – Yo sabía que no eras una chica cualquiera, esa pregunta me confirma

que mi sabiduría está en su mayor esplendor, aunque aquí vienen personas a explorar

la isla y sus bellezas, pocas personas prestan atención al nombre, a todas les parece

un nombre bonito y nada más. Tal vez porque piensan que solo es para atraer a los

turistas, por eso los que la habitamos guardamos el secreto y solo se lo revelamos a

personas especiales como tú. Veras algo pasa en la isla cuando hay luna llena, no

pienses que es algo de terror o algo por el estilo, para nada. En el centro de la isla hay

una laguna, normal si la visitas en el día o en cualquier otra noche, pero cuando la

luna llena aparece en el cielo despejado, su luz ilumina la laguna y ahí sucede la

magia, la laguna comienza a brillar, sus rocas al fondo y alrededor brillan de todos

los tonos de azul que puedas imaginar, azul, verde, y un poco de amarillo. Y en el

centro brilla la luna como si la misma estuviera en el fondo de la laguna. Más bien se

me ocurre una gran idea, vayan hoy que la luna estará de actriz principal sobre el

cielo, hoy hay luna llena, aunque es muy difícil llegar ahí por la espesa maleza, pero

le diré a un niño que los guie y les enseñe el camino secreto hacia la laguna.

Page 130: La Isla de Nuestro Destino

La cara de Claire se ilumino y el viejo Tomas rio con su forma tan característica de

hacerlo, Juliano olvidando por un segundo su perdida, asintió y se quedó

hipnotizado por la sonrisa de Claire que debido a la noche que caía sobre la isla, su

rostro solo era iluminado por el fuego de la chimenea.

Después de despedirse del viejo Tomas y regresar al puerto donde los pescadores

estarían impacientes esperándolos, todos acudieron a la posada en donde se

quedarían por un tiempo no mayor a dos días. Cenaron cuantiosamente, más que

todo los pescadores. Al parecer extrañaban muchísimo la comida de una cocina en

tierra. Después de satisfacer su apetito, Juliano les conto todo acerca del viaje y lo que

había pasado ese día en la isla bajo la luna, Claire ya sabía casi todo, el maestre Celso

solo un poco de la historia. Todos muy atentos, el marinero Flavio no despegaba la

vista de Juliano, atento a todo lo que su historia conllevaba a lo largo del viaje, incluso

masticaba un trozo de pan mientras se sorprendía por lo que no había notado en el

viaje, cada detalle que de una u otra manera, había influenciado para que todos

estuvieran sentados ahí ese día.

Claire por su lado recordaba en su mente todo, desde que inicio toda esta historia, de

una vida normal, una chica normal un tanto soñadora, pero que supo dar el primer

paso a su sueño, aunque para ella en ese momento en que decidió escabullirse a la

editorial, lo hubiera creído imposible, pero lo dio, sin importar si sería en vano o no.

Tal vez eso define las vidas de las personas, ese momento en que decidimos dar un

salto al vacío, sin saber que nos espera al fondo, simplemente darlo y ya. Recordó

cuando fue la primera vez que vio a Juliano, aunque no tuviera un tono romántico,

era un recuerdo ahora especial para ella, todavía no asimilaba que el tipo que hablaba

en frente de ella, tratando de explicar cómo su mentira a ella empezó a tornarse cada

vez más seria. Mientras lo hacía, Claire recordaba las partes favoritas de los libros

Page 131: La Isla de Nuestro Destino

que escribió Juliano, tenía tantas preguntas que hacerle, ¿En que se inspiraba? ¿Son

historias reales? ¿Cuándo escribiria su decimo libro? En fin, infinidad de preguntas

que no sabía cómo empezar a realizarlas, porque ahora todo cambiaba, Juliano ya no

era un gran amigo que la acompañaba en este difícil viaje hacia su sueño. Él era su

sueño, a medida que más lo miraba, más le invadían los nervios, mas tímida se volvía

al recordar todo lo que en el transcurso de años había soñado con J.K. Walker, como

protagonista de todos los sueños, algunos hasta la avergonzaban, porque el hombre

de sus sueños tenia ahora rostro y voz, al parecer a ella le encantaba eso.

Todos le brindaron sus opiniones a Juliano acerca de la situación que él les había

relatado. Por suerte todas fueron positivas, aunque por preferencia hubieran querido

que él se los hubiera dicho con mucha anterioridad a este momento, o por lo menos

insinuado. Contrario a esto agradecían sus mentiras, porque de una u otra manera

los había conducido a tantas aventuras como desventuras, pero momento después en

que todos se dieron un abrazo que simbolizaba unión del grupo, también le

mostraron sus condolencias por su doble perdida. En ese mismo instante apareció un

niño que le preguntaba a la señora que atendía la mesa de los viajeros por mar, sobre

dos jóvenes a quien el buscaba para una misión muy específica. Enseguida la señora

supo de quienes se trataba, eran tan distinguibles que era imposible si quiera pensar

en segundos sujetos, la señora señalo la mesa, el niño se acercó y se presentó ante

ellos muy cortésmente y les planteo la misión que lo traía ante su presencia. Los

pescadores no comprendieron, pero Claire y Juliano captaron inmediatamente que la

invitación era para ellos. Juliano se encontraba muy fascinado por la historia de la

luna y el lago, ya dejando a un lado las angustias porque se supiera la verdad que

ocultaba, siempre con una sonrisa a medias que le provocaba haberse dado cuenta

del fallecimiento de su abuela ese mismo día. Claire por su parte estaba nerviosa y su

corazón se aceleraba, sentía ese calor característico en el cuello del aumento de

Page 132: La Isla de Nuestro Destino

presión en el cuerpo. No le había pasado tal cosa desde el instituto, cuando se había

enamorado de aquel chico que al final le había roto el corazón, pero ella solo

asimilaba los sucesos, aunque esta vez sentía que era más fuerte la angustia. Así se

despidieron de los pescadores y siguieron al chico mestizo de cabello muy negro que

los guiaba por las calles del pueblo en la isla, los pescadores por su parte se fueron a

conocer un poco la isla, a pesar de haber pescado décadas en las aguas del imperio,

nunca habían visitado esta pequeña isla, entonces fueron al lugar que mejor los

conectaría con la isla, el bar de la isla claro.

El sendero.

Mientras Juliano y Claire divisaban un sendero, ya las luces del pueblo habían

quedado atrás, solo la luz de la luna iluminaba lo que sus ojos alcanzaban a ver,

pero al entrar al sendero con vegetación muy alta a los lados, tanto que los superaba

en altura, el niño encendió una pequeña linterna, pequeña como la isla. De repente

el sendero se tornó en pendiente más y más pronunciada, tanto que Claire tomada

de la mano de Juliano se apoyaba en el para dar el paso. Comenzaron a agitarse por

el cansancio, después de un poco más de penitencia vertical, todo se tornó en bajada

y después en curvas como las que traza una serpiente en su dominante movimiento

hacia su objetivo, de derecha a izquierda, de izquierda a derecha, el camino

zigzagueaba y lo hizo por un buen trecho más. Cuando el camino se puso más

oscuro por un momento el niño y la luz de su linterna desaparecieron, Juliano y

Claire se detuvieron, sus miradas se buscaron, apenas podían notar en la plena

oscuridad sus escleróticas con un tono algo azulado, Claire le dijo, - Sigamos ya no

podemos regresar. – Juliano le contesto dando un paso adelante, reanudando la

caminata. No falto mucho para que alcanzaran el final del sendero y alcanzaran un

éxtasis visual, observando el hermoso paisaje que encontraron en la isla.

Page 133: La Isla de Nuestro Destino

Aquella laguna algo pequeña, como la isla, estaba iluminada por millones de tonos

de colores, igual y cien veces mejor, que como lo describio Don Tomás. Predominaba

el azul, pero también habían tonos de verde y escasos chispazos de amarillo, así como

lo dijo el viejo Tomas. Claire no pudo controlar una linda sonrisa que se convirtió en

una risa, provocada por la fascinación, el agua de la laguna era totalmente

trasparente, se podían ver las rocas del fondo, tal cual como lo reflejaría un espejo, la

hermosa orquesta de colores terminaba justo un poco más arriba del nivel del agua

de la laguna, delimitada por la oscura hierba que a esta la rodeaba. En el otro extremo

estaba el niño guía, quien se quitaba la camisa y se preparaba para un chapuzón. Solo

así se pudo ver el agua en la laguna, ya que por la quietud de esta y su admirable

transparencia, era imposible saber si había agua o no, solo se podía pensar que si

había agua, pero esto lo confirmo.

Claire y Juliano buscaron sentarse en una roca y con los pies en el agua, casi igual que

en la isla conejo, los dos admiraron el paisaje que inundaba sus emociones; el niño

que se llamaba Zeko, nadaba de perrito, se acercó y les dijo.

El niño Zeko. – Aquí normalmente vienen las parejas que desean confesarse su amor

y todo eso, mi padre lo hizo con mi madre, al parecer el hermoso paisaje ayuda a que

un si sea imposible de no dar, pero por lo que veo ustedes ya se confesaron el suyo,

pero aunque sea disfruten del paisaje, solo eso queda.

Juliano sonrojado y ella mirando hacia otro lado. - Nosotros todavía no somos algo,

niño, solo somos amigos por los momentos.

El niño Zeko - ¿Entonces porque están tomados de la mano? - Claire y Juliano se

sueltan rápidamente. – Con que todavía no se han confesado, bueno me iré a nadar

al otro extremo para que se lo digas, hazlo ahora ya que está por comenzar el suceso

que nos trae por aquí. - Se aleja nadando como perrito.

Page 134: La Isla de Nuestro Destino

Claire en tono bajo pero perceptible. - ¿Juliano que somos, o mejor dicho que

seremos?

Juliano la toma de los hombros y la mira fijamente, ella se sorprende. - Claire, no

puedo decir que desde la primera vez que te vi me enamore, pero puedo decir que

desde la primera vez que te vi crecieron las inmensas ganas de verte una y otra vez.

Cada vez que miraba tu rostro en este viaje, era como si lo descubriera por primera

vez, siempre me sorprendía y quería quedar admirándolo por los instantes que

duraba, mirarte era mi intensa búsqueda pero hoy al tocarte y sentir el dulce aroma,

la sublime fragancia de tu ser, puedo decir que en cada mirada, en cada suspiro, el

cielo ha conspirado para que terminara completamente enamorado. Por eso te digo,

Claire, que desde ahora quiero que cada mañana, cada vez que veo tu perfil y volteas

hacia mi, quiero sentir esa sensación en el pecho, esa sensación que me dice que

descubro la belleza en ti, cada vez de una manera más impactante, cada vez más

enamorado de ti, porque en cada mirar, en cada sonreír, en cada cualquier cosa de ti;

me enamoras al instante, más y más, quiero saber cómo terminara este sentimiento.

Claire callada por unos instantes, habla de manera resolutiva. - Entonces lo

descubriremos juntos, descubriremos que hay al final de este sentimiento,

descubriremos cuanto puede crecer, y si tendrá fin o solo la muerte podrá darnos esa

respuesta.

Y por fin, los dos tímidos, uno que solo podía expresar sus sentimientos

escribiéndolos. Y Claire, hacia que los sentimientos que J.K. WALKER plasmaba en

sus libros, como propios. Ambos se fundieron en un beso corto pero profundo. El

niño Zeko, salía al otro extremo del agua, y gritaba al mismo momento en que el beso

finalizaba.

El Niño Zeko. – Mirad, mirad al fondo de la laguna.

Page 135: La Isla de Nuestro Destino

Cuando la luna estaba justo encima de la laguna, en el centro de esta, en el fondo,

diferente a cualquier color que ya imperara en el lugar. Una luz blanca, pura,

imponente, empezó a brillar en el fondo de la laguna. Era como tener un pequeño

trozo de luna en el fondo, una perla con luz propia, el niño dijo – se dice que las rocas

reflejan la luz lunar concentrándola toda en el centro, - Juliano dijo a Claire. – Lastima

que no trajimos cámara, hubiera sido grandioso grabar este momento. – Como me

dijo en la isla conejo, estos paisajes solamente deben quedar grabados en la memoria,

grabarlos en papel haría que perdiera un poco la magia.

Así avanzaron los minutos, la luna al seguir su curso hizo que la maravillosa luz se

extinguiera, regresaron al pueblo, el niño corriendo casi, ya que su mamá se enfadaría

si llegaba tan tarde. Al salir del sendero y ver las luces del pueblo el niño se despidió

y salió a toda prisa a su casa, Juliano y Claire caminaron hasta sentarse en una banca

del parque, después de platicar de todo y despejar muchas dudas que quedaban,

Juliano recordó que en el bolsillo de su camisa guardaba la carta que le dejo su abuela,

decidió que era el momento idóneo para leerla. Saco el contenido del sobre y comenzó

a leer para sí mismo:

Querido Juliano.

Con dolor escribo esta carta, posiblemente ya no estaré entre los vivos cuando la leas,

pero espero que puedas soportar la perdida de tu abuela y de tu tío. Siempre fuiste

un muchacho fuerte, tal vez por eso triunfaste como escritor, siempre canalizaste tus

sentimientos plasmándolos en el papel. No tengo mucho que decirte, porque es muy

sabido que cuando se comparte tanto con una persona, aunque la sorpresa de saber

que esa persona a partido al viaje sin retorno, todas los recuerdos buenos y malos

amainan de alguna forma el dolor, te hacen comprender que tu ciclo con esa persona

Page 136: La Isla de Nuestro Destino

se acababa, era tiempo que esa persona se adelantara y preparara el camino para

algún día verse de nuevo. Deseo de todo corazón que encuentres a una linda mujer

que te haga feliz, porque solo así mi recuerdo en tus memorias no será en vano, eso

le daría sentido a todos los años en que cuide en criarte bien y lo logre, verte casado

seria el broche de oro a tan ardua tarea, sé que lo lograras, sé que te espera ese

momento pronto, porque eres alguien admirable. En ti siempre vi la honorabilidad y

seriedad de tu padre, y un poco, tan solo una pizca de la locura y carisma de tu tío,

una pizca ya sería demasiado, pero bueno tu tío fue alguien que nació para hacerte

reír por mucho que quieras llorar por su vida tan licenciosa.

Ahora paso a un tema serio, seré breve, porque quiero ser directa con mis decisiones

que tome en este último tramo de mi vida, toda la herencia de los Walker, herencia

que tu abuelo vio crecer con mucho esfuerzo y sacrificio, te queda a ti, hasta el último

pedazo de césped y concreto, puedes hacer lo que te designe tu corazón con todo,

igual a mí y a tu abuelo no nos importara, porque nuestra meta en la vida ya está

cumplida. No dejes que el resto de la familia tome algo de esta herencia, siempre

fueron parásitos en la vida de las demás personas, me cuesta hablar así de mi propia

sangre, aunque no puedo dejar de ver la realidad de los hechos, cualquier ayuda que

les quieras brindar está a tu criterio, sé que harás lo correcto, lo sé porque si no lo

mencione antes, heredaste también la pureza de tu madre, ¡Ho! Noble mujer que amo

tanto a mi hijo.

Me despido y al lado de esta carta estará el testamento, que si es por designios del

destino fuera, un abogado perdido en su ruta marítima, me ayudo a redactar. Que

suerte he tenido para poder dejar esta vida sin ningún asunto pendiente, dejando

todas mis bendiciones sobre ti hijo y sobre la esposa que te dé tu futuro. Ya lo que te

pude dar te lo di, porque nunca miraste atreves de las riquezas materiales, sino,

Page 137: La Isla de Nuestro Destino

siempre viste atreves del tesoro del corazón. Adiós mi Juliano, te quiero tanto que no

me duele dejarte, aunque sabiendo que siempre estaré en tu corazón.

Se despide tu abuela.

P.D. El anillo de tu madre está en un casillero del banco de la gran ciudad, el abogado

de la familia te dará los detalles, porque sé que lo necesitaras.

Juliano se queda pensativo por unos momentos, el trance lo rompió Claire, al

preguntar.

Claire, casi con miedo, le pregunta. - ¿Qué decía?

Juliano, mira a la inmensidad unos momentos más, voltea hacia ella, sonriente y le

responde. – Que después que regresemos a la gran ciudad, que yo me invente una

gigante excusa para la editorial y después usted renuncie definitivamente a su

trabajo, y que también después arregle unos papeleos y disputas con familiares,

podremos empezar una nueva aventura.

Claire con cara de sorpresa, pero también de incredulidad. - Todo suena fantástico y

complicado. ¿Pero qué nueva aventura tendremos?

Juliano muy resolutivo, responde. – Terminaremos lo que mi tío empezó, buscaremos

la jema plateada de Bartolomeo Jewel.

Claire se queda sorprendida por la idea alocada de Juliano, acababan de salvarse

milagrosamente de la muerte, a manos de piratas, y ahora quería buscar un tesoro

que le perteneció a un despiadado pirata. Sinceramente, ya no le quedaban dudas de

que Juliano heredo una pisca muy grande, de la locura de su tío Janniro. Claire sonrió,

como si aceptara acompañarlo a otra gran aventura. ¿Quién sabe?

Page 138: La Isla de Nuestro Destino

Epilogo

La editorial acepto la prórroga del libro de J.K.WALKER, solo si escribía dos en vez

de uno, Juliano acepto.

El capitán Virgilio visito una isla que le producía tanta nostalgia y recuerdos, en la

arena dejo un ramo de flores amarillas, parecían tulipanes. Después se hizo cargo de

la mayor procesadora de pescado del puerto de la gran ciudad y otros negocios.

El maestre Celso y el marinero Flavio, repararon el pesquero, lo mejoraron con el

dinero de la excelente pesca que tuvieron y los boletos de pasajeros que le vendieron

a Juliano, esperaban con ansias la siguiente aventura.

Claire renuncio a su trabajo, le conto todas las aventuras que vivió a su padre, claro

después tuvo que despertarlo al desmayarse después de este relato.

Juliano empezó a escribir su nuevo libro y a pensar en el tema del otro que escribiría.

Dividió las acciones de la compañía al quedar como único heredero, gran parte fue

donado a los habitantes de las islas más pobres del reino, los conejos se sintieron

aliviados.

El pesquero Endless Sea, dejaba el puerto nuevamente, mientras que la familia

Walker que no recibió ninguna herencia, se encargaban de la procesadora de pescado

del puerto, misión que les dejo su jefe, un tal Virgilio, mientras este se iba de viaje,

quien sabe dónde, quien sabe el porqué, solo se sabe que a buscar algo grandioso con

unos amigos, rumbo a la mar.

Page 139: La Isla de Nuestro Destino

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