(la investigaci n hist rica) · minado momento o proceso preciso del m é todo, o en alg ú n...

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min

ado

mom

ento

o p

roceso

pre

cis

o d

el méto

do,

o e

n a

lgún

instr

um

ento

o f

acto

r analítico

o f

orm

al,

para

que

sean

pre

ferible

s u

nas

prá

cticas

a

otr

as.

Cantidad,

cualid

ad,

com

para

ció

n,

experim

enta

ció

n,

info

rmatiza

-

ció

n,

trabajo

de

cam

po,

etc

., s

on

instr

um

ento

s d

e u

n m

éto

do

concre

to y

,

en

funció

n d

el énfa

sis

que

se

les c

onceda,

puede

habla

rse

de

escuela

s

o c

orr

iente

s m

eto

doló

gic

as.

Por últim

o,

queda

en

otr

o p

lano

lo

que

son

las técnic

as d

e investigació

n,

que

podem

os a

dela

nta

rnos y

a a

quí

a d

efinir

com

o c

onju

nto

s a

rtic

ula

dos

de

regla

s p

ara

tra

nsfo

rmar

los «

hechos»

en

«dato

s».

Sobre

ella

s v

olv

e-

rem

os

de

form

a m

ás

deta

llada

al

habla

r del

méto

do

his

toriográ

fico.

El

confu

sio

nis

mo

que

se

intr

oduce

con

hart

a f

recuencia

entr

e m

éto

do,

par-

tes y

prá

cticas d

el pro

ceso

meto

doló

gic

o,

corr

iente

s,

instr

um

ento

s y

téc-

nic

as t

iene,

sin

duda,

mucho

que

ver

con

las d

ific

ultades r

eale

s d

e c

on

-

ceptu

ació

n d

e la

realid

ad

con

las q

ue

las c

iencia

s s

ocia

les h

an d

e vérs

e-

las m

uchas v

eces.

Un

esquem

a d

e e

sa

arg

um

enta

ció

n e

s l

o q

ue

inte

nta

exponer

grá

fica

-

mente

este

cuadro

:

CU

AD

RO

6

Méto

do,

prá

cticas m

eto

doló

gic

as y

técnic

as

2. LA

NA

TU

RA

LE

ZA

DE

L M

ÉT

OD

O H

IST

OR

IOG

FIC

O

El

méto

do

his

toriográ

fico

puede

ente

nders

e t

am

bié

n e

n f

unció

n d

e o

tra

doble

pers

pectiva,

para

lela

a la

que

ya

hem

os e

xpuesto

lín

eas a

rrib

a.

Si,

de

una

part

e,

investigar

la h

isto

ria

es investigar

una

dim

ensió

n d

e la

so-

cie

dad

y,

en

tal sentido,

el méto

do

his

toriográ

fico

es u

na

part

e d

el méto

-

do

cie

ntífico

- socia

l, p

or

otr

a,

reconstr

uir

la

his

toria,

reconstr

uir

cie

rtas

his

torias

part

icula

res,

es,

a s

u v

ez,

una

de

las

altern

ativas

meto

doló

gi-

cas,

de

las

prá

cticas, d

e l

as

que

hem

os

habla

do

ante

s,

con

las

que

cuenta

el

conju

nto

de

las c

iencia

s s

ocia

les.

No

hay d

ific

ultad

alg

una

en

adm

itir,

natu

ralm

ente

, que

hay u

n m

éto

do

his

toriográ

fico

en

sentido

es-

tric

to,

que

es e

l que

da

su

cará

cte

r pro

pio

a la

dis

cip

lina

de

la

his

torio

-

gra

fía,

pero

que

«méto

do

his

tórico»,

com

o h

em

os v

isto

, es,

en

realid

ad,

una

prá

ctica

meto

doló

gic

a q

ue,

aún

de

form

a b

asta

nte

desvirtu

ada,

apli-

can o

tras c

iencia

s s

ocia

les e

n s

us investigacio

nes.

La

his

toriogra

fía

ha

recib

ido

abundante

s p

résta

mos m

eto

doló

gic

os y

téc-

nic

os.

Entr

e e

llos,

la a

tenció

n a

la

cuantificació

n,

el

anális

is d

e l

as

es-

tructu

ras

socia

les,

las

cre

acio

nes

sim

bólic

as,

los

pro

ble

mas

del

poder,

entr

e o

tras

muchas

cosas,

son

direccio

nes

del

estu

dio

acom

pañadas

genera

lmente

de

sus

pro

pio

s m

edio

s d

e e

xplo

ració

n,

que

han

venid

o

desde

fuera

, de

la

socio

logía

, la

antr

opolo

gía

, la

polit

olo

gía

o la

econo

-

mía

. P

ero

es p

recis

o d

esta

car

que

toda

dis

cip

lina

debe

cre

ar

su

pro

pio

méto

do,

aun

cuando

el

estí

mulo

para

ello

pro

ceda

del

exte

rior.

No

pue

-

de,

en

consecuencia

, haber

dis

cip

lina

bie

n f

undam

enta

da

de

la

his

torio

-

gra

fía

sin

la

cre

ació

n d

e a

uté

nticos m

éto

dos e

specífic

os p

ara

el

estu

dio

de

lo

his

tórico.

Decir

esto

en

modo

alg

uno

repre

senta

un

desconoci-

mie

nto

o u

n r

epudio

de lo m

ucho q

ue n

uestr

a d

iscip

lina

debe

a o

tras.

La

exposic

ión

que

vam

os a

hacer

aquí

de

los f

undam

ento

s d

el

méto

do

his

toriográ

fico

sig

ue

estr

echam

ente

la

pauta

de

lo

que

se

ha

expuesto

ante

s a

pro

pósito

de

las c

iencia

s s

ocia

les e

n g

enera

l. C

reem

os q

ue

es-

tas

dos

exposic

iones

simétr

icas

son

la

mejo

r fo

rma

de

tra

nsm

itir

esta

idea

centr

al de

que

el his

toriador

trabaja

lo

mis

mo

que

cualq

uie

r otr

o in-

vestigador

socia

l. S

i bie

n,

en

un

pla

no

dis

cip

linar,

el

his

toriador

se

en

-

cuentr

a c

on

alg

unos

pro

ble

mas

especia

les

derivados

de

su

obje

to d

e

estu

dio

que

dan

a s

u m

éto

do

alg

unos r

asgos c

ara

cte

rísticos.

Lo g

enérico

y lo e

specíf

ico e

n e

l méto

do

his

toriográ

fico

Se

ha

repetido

reitera

dam

ente

que

el

obstá

culo

princip

al

para

que

sea

posib

le u

na

investigació

n d

e la

his

toria

en

térm

inos d

e m

éto

do

cie

ntí

fico

deriva

del

hecho

de

que

la

his

toria

se

com

pone

de

pro

cesos «únic

os»,

o,

dic

ho

con

mayor

pro

pie

dad,

«sin

gula

res»

y q

ue,

en

esas c

ondic

iones,

donde

no

hay «

regula

ridad»

en

los f

enóm

enos n

o p

uede

haber

estu

dio

cie

ntífico.

Pero

, sin

duda,

pueden

consta

tars

e t

am

bié

n o

tras d

ific

ultades.

Se

ha

dic

ho

que

la

his

toria

no

puede

«observ

ars

de

form

a d

irecta

y

que

por

ello

tam

poco

puede

ser

estu

dia

da

cie

ntíficam

ente

. C

on

la

his

to-

ria,

com

o c

on

otr

os

muchos

aspecto

s d

el

com

port

am

iento

hum

ano,

no

puede

«experim

enta

rse»

y,

en

consecuencia

, ta

mpoco

puede

hacers

e

un

estu

dio

em

pír

ico

real, lo

que

es básic

o p

ara

que

pueda

habla

rse

de

méto

do

cie

ntífico.

En

definitiv

a,

el

com

port

am

iento

tem

pora

l de

la

reali-

dad

hum

ana,

que

es la

cla

ve

de

la

his

toria,

es m

uy d

ifíc

il d

e e

ncuadra

r

en e

xplic

acio

nes teóricas,

de v

alid

ez u

niv

ers

al, lo

que

es o

tra

de

las c

on

-

nota

cio

nes d

e la

cie

ncia

, y e

llo h

ace

que

para

muchos e

l estu

dio

de

la

his

toria s

e a

leje

de la im

agen c

orr

ecta

de u

n c

onocim

iento

cie

ntífico.

Las d

ific

ultades q

ue

nom

bra

mos s

on

perf

ecta

mente

reale

s,

innegable

s.

Coin

cid

en,

justa

mente

, con

alg

unas q

ue

hem

os s

eñala

do

com

o p

ropia

s

de

la

natu

rale

za

de

lo

hum

ano:

las d

ific

ultades d

e la

observ

ació

n,

de

la

experim

enta

ció

n,

el

papel

de

la

tem

pora

lidad,

etc

. P

ero

, en

realid

ad

-y

esto

convie

ne

tenerlo m

uy e

n c

uenta

-, u

no

de los m

ayore

s p

roble

mas e

n

la c

onstr

ucció

n d

e n

uestr

a d

iscip

lina

pro

cede

pre

cis

am

ente

del

erróneo

enfo

que

que

ha

consid

era

do

dura

nte

mucho

tie

mpo,

y s

igue

consid

era

n-

do,

que

la

«his

toria»

(la

his

toriogra

fía)

es u

na

form

a d

e c

onocim

iento

sui

generis.

Ello

quie

re d

ecir

que

el conocim

iento

his

tórico

es u

na

form

a e

s-

pecífic

a d

e c

onocer,

que

no

puede

ser

encuadra

do

dentr

o d

e la

cie

ncia

,

de

la

filo

sofí

a o

de

otr

a f

orm

a d

e c

onocim

iento

esta

ble

cid

a,

que

es u

na

form

a d

e c

onocim

iento

apart

e,

de

la

mis

ma

cate

gorí

a,

que

esas

otr

as.

Ya

conocem

os lo

que

esto

ha

supuesto

de

negativo

en

las c

orr

iente

s d

e

la h

isto

riogra

fía

«tr

adic

ional»

, en

el his

toricis

mo,

en

el id

ealis

mo

en

la

lí-

nea

de

Cro

ce

y d

e C

olli

ngw

ood

hasta

lle

gar

a R

icoeur,

y e

n c

iert

as c

o-

rrie

nte

s a

nglo

sajo

nas c

om

o p

uede s

er

la f

ilosofía

analítica

de

la

his

toria.

Hayden

White

ha

señala

do

que

fue

J.

G.

Dro

ysen

el prim

ero

que

insis

tió

en

que

la

his

toria

era

un

tip

o d

e c

onocim

iento

dis

tinto

de

todos los d

e-

más

52.

Si se a

cepta

tal pre

mis

a,

la t

emática

del conocim

iento

y d

el méto

-

do

his

toriográ

ficos

se

encuadra

ría

así

en

un

sis

tem

a d

e c

onocim

iento

dis

tinto

y d

ivorc

iado

de

los q

ue

lla

mam

os «

de

lo

socia

l».

Pero

, por

nues-

tra

part

e,

hem

os insis

tido

a lo

larg

o d

e t

odo

este

texto

en

que

la

his

torio-

gra

fía,

el

conocim

iento

de

la

his

toria,

se

encuadra

, sin

nin

guna

duda,

dentr

o d

el

conocim

iento

de

lo

socia

l. E

s c

onocim

iento

de

la

socie

dad.

Esto

resulta

cru

cia

l para

un

ente

ndim

iento

de

lo

que,

en

nuestr

a o

pin

ión,

cara

cte

riza

el méto

do h

istó

rico.

52����71�&���)���������� � �$4&�������� ������:��+#���

Si

la h

isto

riogra

fía

puede

esta

ble

cer

con

cla

ridad

que

exis

te u

n o

bje

to

his

tórico

53,

de

ello

debe

infe

rirs

e q

ue

exis

te tam

bié

n u

n m

éto

do

capaz d

e

investigarlo.

La

definic

ión

del

obje

to y

el

méto

do

para

su

investigació

n

son

dos

extr

em

os

que

no

pueden

separa

rse,

que

se

im

brican

mutu

a-

mente

. P

odrí

a s

er,

en

efe

cto

, que

el

conocim

iento

de

la

his

toria

fuera

una

cuestión

sui

generis,

absolu

tam

ente

aje

na

a c

ualq

uie

r otr

a p

ráctica

de

conocim

iento

y q

ue,

por

tanto

, hubie

ra d

e t

ener

tam

bié

n u

n m

éto

do

ente

ram

ente

autó

nom

o,

la c

onstr

ucció

n d

el dis

curs

o n

arr

ativo,

por

eje

m-

plo

. S

in e

mbarg

o,

nosotr

os h

em

os m

ostr

ado

que

lo

his

tórico

es u

n a

tri-

buto

de

lo

socia

l y q

ue,

por

consig

uie

nte

, su

estu

dio

, y e

l méto

do

para

ello

, te

ndrá

que

esta

r in

card

inado

dentr

o d

el ám

bito

de

lo

socia

l. L

a s

o-

cie

dad

es e

l suje

to d

e la

his

toria.

Pero

nadie

nie

ga

tam

poco

al méto

do

his

tórico

su

especific

idad.

Y,

si ello

es a

sí, ¿

cuále

s s

on s

us c

onnota

cio

nes?

Para

responder

a e

sto

podem

os

em

ple

ar

un

ord

en

de

ideas e

nte

ram

ente

análo

go

al

que

hem

os p

uesto

en

prá

ctica

al

habla

r de

las c

iencia

s s

ocia

les.

Las p

rim

era

s p

eculia

rida

-

des y

dific

ultades

dete

cta

das e

n u

n p

osib

le m

éto

do

his

tórico

pro

cedía

n

de

la

natu

rale

za

mis

ma

de

lo

his

tórico.

Recuérd

ese

que

la

inespecific

i-

dad d

e los «

hechos h

istó

ricos»

fue a

gudam

ente

perc

ibid

a p

or

C.

Seig

no

-

bos;

lo h

istó

rico

en

un

hecho

no

era

otr

a c

osa

que

una

connota

ció

n «

re-

fere

nte

a s

u p

osic

ión»

en

el

tiem

po.

No

cabe

duda,

obvia

mente

, de

que

la d

ific

ultad

de

capta

r lo

his

tórico

es igualm

ente

la

prim

era

que

se

perc

i-

be tam

bié

n p

ara

esta

ble

cer

un

méto

do.

El méto

do

his

toriográ

fico,

ya

lo

hem

os s

eñala

do,

tiene

así

una

part

e g

e-

nérica

que

coin

cid

e c

on

el méto

do

de

la

cie

ncia

socia

l en

genera

l. N

o e

s

posib

le c

onocer

la h

isto

ria

sin

alg

una

form

a d

e g

enera

lizació

n.

Porq

ue

la

his

toria

no

es e

l puro

regis

tro

de

la

dia

cro

nía

en

los

fenóm

enos h

um

a-

nos.

No

hay u

nas «

leyes»

de la

his

toria,

pero

de

ahí

no s

e s

igue,

tam

po

-

co,

que

el obje

tivo

del conocim

iento

his

tórico

no

pueda

supera

r el pla

no

de

lo

descriptivo.

En

realid

ad,

lo q

ue

el

méto

do

his

toriográ

fico

tie

ne

de

genérico,

es d

ecir,

de

ple

nam

ente

coin

cid

ente

-al

menos e

n s

us r

asgos

más básic

os-

con

el méto

do d

e la c

iencia

socia

l estr

iba

en:

53�.���#����#� �$#��<�+�)�

a)

Que

es

capta

ció

n d

e s

ocie

dades,

de

sis

tem

as.

El

«evento

» e

s u

na

«m

anifesta

ció

n d

e e

str

uctu

ra».

b)

Que

no

es s

imple

mente

una

cie

ncia

del

com

port

am

iento

hum

ano,

si-

no

de

las e

str

uctu

ras q

ue

se

cre

an,

o s

e d

estr

uyen,

más a

llá d

e las in

-

tencio

nes d

e la

acció

n h

um

ana.

c)

Que

hay u

n m

éto

do

específ

ico

de

la

his

toriogra

fía,

pero

no

sui

gene

-

ris.

Por

el

contr

ario,

el

méto

do

his

toriográ

fico

tie

ne

de

dis

tintivo,

de

part

icu

-

lar,

de

específ

ico:

a)

Que

el tiem

po,

la t

em

pora

lidad,

el cam

bio

, es e

l dete

rmin

ante

, el con

-

dic

ionante

esencia

l de s

u investigació

n.

b)

Que

para

poder

habla

r de

regula

ridades,

la h

isto

riogra

fía

tendrí

a q

ue

pro

ceder

sie

mpre

a t

ravés d

el esta

ble

cim

iento

de

cla

ras t

ipolo

gía

s e

ntr

e

los «

hechos»

his

tóricos, por

la inespecific

idad

de la

que

hem

os h

abla

do.

c)

Que

la

descripció

n (

en

form

a d

e r

ela

to o

no)

ocupa

en

el méto

do

his

-

tórico

un

lugar

de

gra

n r

elie

ve.

Que

la

descripció

n h

istó

rica

sea

esencia

l

en

el

anális

is h

istó

rico,

aunque

en

form

a a

lguna

sea

lo

exclu

siv

o,

expli-

ca,

sin

em

barg

o,

que

la

his

toriogra

fía

se

haya

quedado

muchas

veces

en m

era

descripció

n.

Obje

tivos e

instr

um

ento

s e

n e

l méto

do

his

toriográ

fico

Si desde e

ste

pla

no

genera

l nos a

dentr

am

os d

espués e

n las p

eculia

rida

-

des m

ás inte

rnas,

más d

istintivas,

del méto

do

de

la

his

toriogra

fía,

podre

-

mos s

eñala

r que

ella

s d

erivarí

an

de

dos t

ipos d

e r

ealid

ades.

En

prim

er

lugar,

de la

natu

rale

za

de

su o

bje

to,

es d

ecir,

serí

an

dete

rmin

acio

nes d

el

méto

do

his

tórico

condic

ionadas

por

las

dific

ultades

onto

lógic

as

de

su

obje

to.

Así:

1.

El obje

to h

istó

rico

tie

ne,

por

definic

ión,

com

o d

ete

rmin

ació

n intrín

seca

la t

em

pora

lidad.

Segura

mente

, en e

l conte

xto

genera

l de la

investigació

n

de

lo

socia

l, e

sta

es la

part

icula

ridad

más r

adic

al

de

lo

específic

am

ente

his

tórico.

Por

ello

, el méto

do

his

tórico

no

puede

hacer

abstr

acció

n jamás

del

com

port

am

iento

tem

pora

l-secuencia

l -c

ualq

uie

ra q

ue

sea

la

form

a

de

inte

rpre

tar

la «

secuencia

tem

pora

l»-

de

los

fenóm

enos s

ocia

les.

No

puede

decirse

con

pro

pie

dad,

ya

lo

hem

os a

dvert

ido,

que

el

mero

estu

-

dio

del

pasado

sea

ya

un

estu

dio

his

tórico.

Raym

ond

Aro

n e

xpuso

una

idea

en e

ste

sentido

equív

oca:

para

él, la d

ifere

ncia

esencia

l entr

e s

oció

-

logo

e h

isto

riador

es q

ue

el uno

estu

dia

en

el

pre

sente

las c

osas q

ue

el

otr

o e

stu

dia

en

el

pasado

54.

Tal

dis

tinció

n e

s i

nsuficie

nte

; la

difere

ncia

verd

adera

es la

difere

nte

consid

era

ció

n q

ue u

no y

otr

o e

stá

n o

blig

ados a

hacer

de la

variable

tie

mpo.

2.

El

estu

dio

de

la

his

toria

tie

ne,

natu

ralm

ente

, com

o s

u o

bje

to t

eórico

pre

cis

o,

la c

onsid

era

ció

n d

e la

his

toricid

ad.

¿Cóm

o y

en

qué

medid

a e

l

pro

ceso

apre

hensib

le d

e l

o h

istó

rico

expre

sa

la

his

toricid

ad?

En

reali-

dad,

la r

espuesta

a e

sta

pre

gunta

es e

l pro

ble

ma

que

subyace

en

la

difi-

cultad

de

tra

scender

una

mera

his

toria

de

«aconte

cim

iento

s».

Porq

ue

la

his

toricid

ad

no

es e

n e

ste

caso

ya

sólo

una

cualid

ad

intrín

seca

al obje

to

estu

dia

do,

un

pre

supuesto

, com

o e

n e

l caso

de

las d

emás c

iencia

s s

o-

cia

les,

sin

o q

ue

es e

l obje

to f

undam

enta

l del estu

dio

de

la

his

toria,

sie

n-

do

la

his

toricid

ad

una

de

las c

ondic

iones d

e la

natu

rale

za

hum

ana

más

difíc

iles d

e a

pre

hender.

3.

Otr

o m

ás d

e los p

roble

mas m

áxim

os d

el

méto

do

his

toriográ

fico

es la

fija

ció

n d

e lo

que

debe

ente

nders

e,

en

el pla

no

teórico

y,

por

consig

uie

n-

te,

en

sus

consecuencia

s m

eto

doló

gic

as,

por s

ingula

ridad

del

devenir

his

tórico.

La

unic

ida

d y

sin

gula

ridad

de

todo

el

devenir

de

la

his

toria

es

una

de

las m

ás d

esta

cadas n

ota

s q

ue

los f

ilósofo

s h

an

capta

do.

Se

ha

dic

ho

que

lo

his

tórico

es «

lo c

oncre

to»,

«lo

únic

o»,

lo q

ue

realm

ente

ha

sucedid

o.

La

sin

gula

rid

ad

de

los f

enóm

enos y

los e

sta

dos e

n e

l devenir

hum

ano

constitu

ye,

sin

em

barg

o,

una

cuestión

que

se

pre

sta

a inte

rpre

-

tacio

nes m

uy d

ivers

as.

Ella

constitu

ye

el

fundam

ento

tanto

de

la

nega

-

ció

n d

e la

posib

ilidad

de

una

«cie

ncia

» d

e la

his

toria,

com

o d

e la

afirm

a-

ció

n d

e q

ue

la

his

toria

es la

realid

ad

más g

lobal que

hay e

n e

l m

undo

y,

com

o t

al, la

más u

niv

ers

al; la

his

toriogra

fía s

erí

a p

or

esa

circunsta

ncia

la

«casi»

únic

a c

iencia

de lo h

um

ano, según

decía

Gia

nbatt

ista

Vic

o.

4.

Aunque

pare

zca

para

dójic

o,

la s

ingula

ridad

del

devenir

se

acom

paña

de

la

genera

lidad

de

lo

his

tórico

com

o c

ualid

ad

de

las

cosas.

Todo

es

54�P����������

����������������������������� �� ��#����������� !*��$��* �

his

tórico,

todo

está

afe

cta

do

por

el tiem

po

y,

en

sentido

absolu

to,

onto

ló-

gic

o,

todos los h

echos q

ue

afe

cta

n a

l hom

bre

son

obje

to d

e la

his

torio

-

gra

fía.

Lo

his

tórico

es inespecíf

ico,

es c

uestión

de

su

ord

enam

iento

tem

-

pora

l no

de

una

tip

olo

gía

. P

or

ello

, el pro

ble

ma

meto

doló

gic

o típ

ico

de

la

his

toriogra

fía

es e

l ta

n m

anoseado

asunto

de

cuále

s «

hechos»

debe

te

-

ner

en

cuenta

el his

toriador

y c

uále

s n

o.

Com

o y

a s

abem

os,

el pro

ble

ma

real es cóm

o c

onstr

uir

el dis

curs

o h

istó

rico,

no

cóm

o s

ele

ccio

nar

los h

e-

chos h

istó

ricos.

Esto

s c

uatr

o p

unto

s,

cuando

menos,

podrí

an

resum

ir c

uále

s s

on

los

princip

ale

s p

roble

mas

meto

doló

gic

os

que

se

derivan

de

la

natu

rale

za

mis

ma

del

hecho

u o

bje

to s

ocio

-his

tórico.

Se

tra

ta d

e d

ific

ultades

que

tienen,

tal vez,

más e

ntidad,

más c

ala

do,

que

las q

ue

afe

cta

n a

los o

bje

-

tos d

e o

tras c

iencia

s s

ocia

les p

art

icula

res.

Pero

, además,

a las p

eculia

ridades o

nto

lógic

as s

e s

um

an

en

la

realid

ad

his

tórica

tam

bié

n a

quella

s o

tras

que

afe

cta

n a

l méto

do

desde

el

punto

de

vis

ta d

e las d

ific

ultades,

instr

um

enta

les,

desde

el

punto

de

vis

ta p

ro-

pia

mente

opera

tivo,

cognoscitiv

o.

En

este

sentido,

las

especific

idad

es

del méto

do h

istó

rico p

odrí

an s

er

cara

cte

rizadas a

sí:

1.

Sie

ndo

lo

his

tórico

el re

sultado

del com

port

am

iento

de

los f

enóm

enos

socia

les e

n e

l tiem

po,

el

mate

rial

em

pír

ico

sobre

el

que

la

his

toriogra

fía

trabaja

consis

te e

n u

na

pro

porc

ión

muy a

lta,

en

resto

s.

Pero

no,

desde

luego

de

una

manera

absolu

ta55.

Los d

ocum

ento

s h

istó

ricos p

ert

enecen

por

lo g

enera

l a

esa

cate

gorí

a d

e c

osas.

A la

inm

ensa

mayorí

a d

e los f

e-

nóm

enos q

ue

confo

rman

la

his

toria

los c

onocem

os p

or

las

huella

s q

ue

han

deja

do,

puesto

que

se

han

pro

ducid

o e

n u

n t

iem

po

ante

rior

al nues-

tro. P

or

ta

nto

, en

la

in

vestigació

n de

la

his

toria, el

«docum

ento

indic

iario»,

y n

o la o

bserv

ació

n d

el fe

nóm

eno m

ism

o,

es la

«fu

ente

de

in

-

form

ació

por

excele

ncia

. P

ero

de

esto

no

debe

hacers

e e

n f

orm

a a

l-

guna

un

mito,

com

o h

ace

la

his

toriogra

fía

tra

dic

ional

y a

lgunas c

orr

ien

-

tes a

ctu

ale

s.

Hay q

ue

decir

que

se

tra

ta d

e u

na

peculia

ridad

que

se

pre

-

senta

tam

bié

n e

n t

odas las o

tras d

iscip

linas s

ocia

les,

aunque

no

con

la

import

ancia

, la

centr

alid

ad,

que

en

la

his

toriogra

fía.

Por

ello

no

es e

xtr

a-

55�Q������#��#4�� ����$����� ��$������#��������$��#�#�1�#&����'�?(� �#� �������

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�&������ ����#� &��@�+�����/�����$��&������&�������?�/�&�����

'�������������2���#��������1�#&���������&���$��$��#��&����1�#&������� ���&��

ño

que,

com

o h

em

os v

isto

ya,

buena

part

e d

e la

vie

ja p

receptiva

meto

-

doló

gic

a d

e la

his

toriogra

fía

se c

entr

ara

casi en

exclu

siv

a e

n e

l anális

is y

crí

tica

de

los d

ocum

ento

s,

com

o s

i el tr

abajo

del his

toriador

no

consis

tie

-

ra más q

ue e

n e

so.

2.

El méto

do

de

la

his

toriogra

fía

tie

ne

una

orienta

ció

n e

sencia

l que

es la

com

para

tiva.

Y e

llo e

n u

n d

oble

sentido:

la c

om

para

ció

n e

ntr

e p

rocesos

sim

ultáneos

que

se

pro

ducen

en

ám

bitos

div

ers

os

-com

para

ció

n e

ntr

e

his

torias n

acio

nale

s o

entr

e t

ipos d

e f

enóm

enos o

pro

cesos p

ara

lelo

s (

la

aparició

n d

e l

a v

iole

ncia

política,

de

la

socie

dad

industr

ial,

etc

.)-,

pero

tam

bié

n la

com

para

ció

n s

ucesiv

a,

la c

om

para

ció

n e

ntr

e lo

ante

rior

y lo

poste

rior.

Esta

es la

cla

ve

de

lo

his

toriográ

fico.

Al

inte

nta

r re

constr

uir

la

sucesió

n d

e los c

om

port

am

iento

s h

um

anos,

lo q

ue

el his

toriador

se

pro

-

pone

en

últim

a insta

ncia

es d

efinir

esta

dos s

ocia

les y

com

para

rlos,

ana

-

lizar

esencia

lmente

el

cam

bio

. E

l méto

do

his

tórico

tie

ne,

en

consecuen

-

cia

, una

segunda

cara

cte

rística

pro

pia

: in

vestigar

la h

isto

ria

es d

istinguir

las

com

posic

iones

socia

les

en

unos

mom

ento

s c

on

respecto

a l

as

de

otr

os.

Es d

ecir,

en

algún

sentido

el méto

do

his

tórico

es s

iem

pre

com

pa

-

rativo.

Estu

dia

r una

situació

n e

stá

tica

en

el pasado

puede

ser

el obje

tivo

de

cualq

uie

r otr

a c

iencia

socia

l. D

e h

echo,

sucede

así

muchas

veces

con

estu

dio

s p

olit

oló

gic

os,

socio

lógic

os o

antr

opoló

gic

os

56.

El obje

tivo

es

definir

el gra

do

de

desenvolv

imie

nto

de

una

socie

dad

en

un

dete

rmin

ado

mom

ento

-obsérv

ese

la

gra

n d

ific

ultad

de

definir

ese

«m

om

ento

» e

n e

l

tiem

po-

desde

el

punto

de

vis

ta d

e s

u p

erm

anencia

o s

u c

am

bio

y t

odo

ello

a b

ase

del

anális

is m

orf

oló

gic

o.

Por

tanto

, el

méto

do

his

tórico

gira

sobre

dos

piv

ote

s:

estr

uctu

ras

de

las

socie

dades

y c

om

port

am

iento

s

tem

pora

les.

3.

El

méto

do

his

tórico

capta

su

obje

to a

tra

vés d

e c

onceptu

aliz

acio

nes

sobre

los

cole

ctivos

pero

tam

bié

n s

obre

los

indiv

iduos.

Com

o y

a h

em

os

indic

ado

ante

riorm

ente

, el conte

ncio

so

entr

e indiv

idua

lism

o y

holis

mo

es

supera

ble

, y e

stá

hoy s

upera

do,

salie

nd

o d

el

pla

no

de

la

irr

eductibili

dad

56���#��0��$��#���� �/��#�����#&��#���(? ���#����#&���$����0��$�����?#��������#&��������

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��&��$��?����

de

esas d

os c

oncepcio

nes.

Las a

ccio

nes d

e los indiv

idu

os n

o e

xplic

an

la

his

toria,

pero

en

absolu

to p

uede

marg

inars

e s

u p

apel. E

l méto

do

his

tóri

-

co

debe

buscar

los

cole

ctivos

sin

olv

idar

a l

os

indiv

iduos.

Nin

guno

de

esos d

os p

lanos d

e la

realid

ad

socia

l contiene

en

mis

mo t

oda s

u inte

li-

gib

ilid

ad.

El

pro

ceso

his

tórico

se

configura

sie

mpre

por

la inte

racció

n d

e

las e

str

uctu

ras y

el suje

to.

4.

El méto

do

his

tórico

es e

sencia

lmente

glo

baliz

ante

. P

ierr

e V

ilar

señaló

ya

que

la

socio

logía

y la

his

toriogra

fía

era

n las d

os ú

nic

as c

iencia

s «

glo

-

bale

s y

dinám

icas»

de

la

realid

ad

socia

l57.

La

dis

trib

ució

n d

e la

mate

ria

his

toriográ

fica

en

secto

res,

ya

sean

de

mate

riale

s y

enfo

ques s

iste

máti-

cos -

las h

isto

rias p

olítica,

económ

ica,

de

las m

enta

lidades,

de

la

litera

tu-

ra,

etc

.- o

en

secto

res d

e la

his

toria

media

nte

cort

es

cro

noló

gic

os

-anti-

gua,

medie

val, r

enacentista

, etc

.- n

o e

s m

ás q

ue

un

recurs

o d

e m

éto

do,

de

exposic

ión.

La

his

toria,

com

o o

nto

logía

, es

una,

pero

otr

a c

osa

es

que

podam

os r

educirla

ente

ra a

un

dis

curs

o.

Tal vez p

uede

habla

rse,

no

obsta

nte

, de

una

difere

ncia

teórica

entr

e la

reconstr

ucció

n d

e u

n p

roce

-

so

his

tórico

-socia

l glo

bal y la

his

toria

de

un

fenóm

eno

socia

l parc

ial. E

llo

puede

basars

e e

n q

ue,

en

teorí

a,

todo

fenóm

eno

secto

rial puede

tom

ar-

se e

n sí

mis

mo

com

o u

n todo.

5.

Lo

que

sabem

os d

e la

his

toria

es n

ecesariam

ente

una

vis

ión

desde

el

pre

sente

. In

dependie

nte

mente

de

las

im

plic

acio

nes

epis

tem

oló

gic

as

de

esta

situació

n,

desde

el

punto

de

vis

ta d

el

méto

do

hay q

ue

decir

que

la

his

toriogra

fía n

o p

uede

nunca p

rete

nder

que

la

his

toria q

ue p

odem

os c

o-

nocer

es e

l le

gado

de

todo

el

pasado

del

hom

bre

. N

i está

cla

ro s

i esa

expre

sió

n «

todo

el

pasado

del

hom

bre

» t

iene

algún

sentido.

La

his

toria

que

escribim

os e

s u

na

concepció

n q

ue

forja

el hom

bre

pre

sente

. N

i pue

-

de

ente

nders

e técnic

am

ente

la

posib

ilidad

de

un

todo

que

serí

a la

sum

a

de

«to

dos los a

conte

cim

iento

s»,

lo q

ue

es incognoscib

le,

pero

ni siq

uie

-

ra q

ue

haya

una

realid

ad

pensada

de

esa

form

a q

ue

tenga

algún

senti-

do.

Esto

muestr

a e

l pro

fundo

err

or

en

que

caen

quie

nes p

iensan

que

es

posib

le u

na

his

toria

tota

l, c

om

o s

um

a d

e h

isto

rias p

arc

iale

s.

El

dis

curs

o

his

tórico

lo

hacem

os d

esde

el

pre

sente

, la

adecuació

n d

e e

se

dis

curs

o

con

la

realid

ad

«obje

tiva»

es u

n p

roble

ma

del m

ism

o t

ipo

que

se

pre

sen

-

57�"��.������#����������������������$$���A�+�##�

ta a

todas las c

iencia

s s

ocia

les c

on

sus p

ropia

s r

ealid

ades,

a c

ada

una

en s

u c

am

po.

De

lo

expuesto

puede

conclu

irse,

en

resum

en,

que

el

méto

do

his

torio

-

grá

fico

tie

ne,

com

o c

ara

cte

rizació

n d

e s

u p

rocedim

iento

, al

menos t

res

peculia

ridad

es d

istintivas:

a)

Su

tra

tam

iento

de

una

realid

ad

prá

cticam

ente

sie

mpre

media

ta (

res-

tos).

b)

Su

necesid

ad

de

capta

r sie

mpre

el pro

ceso (

dia

cro

nía

).

c)

Su n

ecesid

ad

de g

lobaliz

ació

n (

inespecific

idad

de lo h

istó

rico).

Y, en

su e

sta

do a

ctu

al al m

enos, el méto

do h

isto

riográ

fico

debe

conju

gar

tres p

roble

mas im

port

ante

s:

a)

Su

escaso

niv

el de

form

aliz

ació

n m

eto

doló

gic

a,

la e

scasa

art

icula

ció

n

de las r

egla

s d

el méto

do h

istó

rico y

la c

are

ncia

de u

n lenguaje

dis

tintivo.

b)

Los e

scasos instr

um

ento

s t

eóricos y

técnic

os d

e q

ue

dis

pone

para

la

apre

hensió

n d

e u

na r

ealid

ad

con m

uchas v

ariable

s im

plic

adas.

c)

El

pro

ble

ma

sie

mpre

pre

sente

de

la

necesaria

art

icula

ció

n e

ntr

e e

l

anális

is d

e las e

str

uctu

ras y

el aconte

cim

iento

, y e

ntr

e lo

sis

temático

y lo

secuencia

l.

La c

om

para

ció

n e

n e

l méto

do h

isto

riográ

fico

Por

todo

lo

dic

ho,

se

com

pre

nde

que

la

com

para

ció

n t

iene

una

especia

l

import

ancia

en

el

méto

do

his

tórico.

La

investigació

n d

e l

a h

isto

ria

es

sie

mpre

en

algún

sentido

com

para

tiva,

al

menos

en

una

com

para

ció

n

que p

odrí

am

os lla

mar

«dia

cró

nic

a»,

en e

l tiem

po,

puesto

que

no e

s p

osi-

ble

capta

r la

natu

rale

za

del

movim

iento

his

tórico

si

no

es p

or

la c

om

pa

-

ració

n d

e s

ucesiv

os

esta

dos

socia

les.

O «

por

la c

ontr

aposic

ión

de

las

condic

iones p

recedente

s c

on

las c

onsecuente

58.

Pero

la

prá

ctica

com

-

58��#4������ ��5��;�������������1�#&����� ��$��������+�������������-;������ ����,@,-�

�� *@� B���$���*��#&���J���������������#&����$��� �������� <���#�����

���'�?(� ��

���'������&���#�#�/������1�#&����� ��$������

para

tista

explícita

es a

quella

que

busca

hom

olo

gía

s o

hete

rolo

gía

s e

ntr

e

desarr

ollo

s h

istó

ricos

de

sis

tem

as

separa

dos,

no

la

evolu

ció

n d

e e

sta

-

dos s

ucesiv

os d

e u

n m

ism

o s

iste

ma.

La

com

para

ció

n e

n h

isto

ria

im

plic

a

la c

onfr

onta

ció

n e

ntr

e s

ocie

dades

glo

bale

s o

entr

e d

ete

rmin

ados

facto

-

res,

movim

iento

s,

peculia

ridades d

e c

ualq

uie

r tipo,

niv

ele

s d

e a

ctivid

ad,

etc

., o

bserv

able

s e

n s

ocie

dades

dis

tinta

s y

, norm

alm

ente

, en

periodos

cro

noló

gic

os c

oetá

neos o

cerc

anos a

la

coeta

neid

ad

59.

La

com

para

ció

n c

om

o p

ráctica

meto

doló

gic

a h

a s

ido

definid

a d

e f

orm

as

div

ers

as.

Ya

Durk

heim

mantu

vo

que

había

que

buscar

las «

variacio

nes

concom

itante

com

o f

orm

a d

e a

naliz

ar l

os

hechos

socia

les

60.

Marc

Blo

ch

habló

de

la

búsqueda

de

sim

ilitu

des

entr

e «

series

de

natu

rale

za

análo

ga,

tom

adas e

n m

edio

s s

ocia

les d

istinto

61.

La

posic

ión

de

Char-

les T

illy e

s m

ás r

adic

al puesto

que

cre

e q

ue

no

hay p

osib

ilidad

de

supe

-

ració

n d

e l

os

postu

lados

«pern

icio

sos»

en

la

cie

ncia

socia

l here

dados

del

sig

lo X

IX s

i no

es a

tra

vés d

el

estu

dio

his

tórico

-com

para

tivo

de

los

fenóm

enos s

ocia

les

62.

Pero

no

han

faltado

tam

poco

aquello

s q

ue

pie

n-

san

que

la

com

para

ció

n e

n térm

inos

que

hagan

posib

le e

l halla

zg

o d

e

verd

adera

s h

om

olo

gía

s,

o d

e d

ifere

ncia

cio

nes

que

tengan

valo

r sig

nifi-

cativo p

ara

explic

ar

las s

ocie

dades,

es u

na q

uim

era

.

El méto

do

com

para

tivo

en

las c

iencia

s s

ocia

les s

e h

a d

escrito

con

unas

coin

cid

encia

s básic

as p

ara

todas e

llas.

No

hay p

rocedim

iento

com

para

ti-

vo

pra

cticado

en

una

dis

cip

lina

que

no

pueda

ser útil en

otr

as

63.

La

com

-

para

ció

n e

s n

o sólo

en

his

toriogra

fía,

sin

o e

n t

odas las c

iencia

s s

ocia

les,

una

manera

de

palia

r la

im

posib

ilidad

de

experim

enta

ció

n.

De

otr

a p

art

e,

la im

port

ancia

de

la

com

para

ció

n r

esid

e e

n q

ue

es u

no

de

los c

am

inos

para

genera

lizar,

para

obte

ner

conclu

sio

nes

de

más

alta

univ

ers

alid

ad

acerc

a d

e l

as

cara

cte

rísticas

de

pro

cesos

socio

-his

tóricos

que

pueden

pro

ducirse

con

regula

ridad

o c

on

rasgos

regula

res.

A p

esar

de

que

el

59�5�� ���#������ ��&���������$��������#&�� &����&��#����&?���#��$��2������������#�

(�� ����#������� ��$��� �����#��#&�/�� ���#��$�� �#�#�1�����'�#�#��$���� ������

�����&�#������#�#�������1�#&��������#� ������#���&���

�����#�

60�O��:��>1�����������"��� �$���*9�

61�5�&�������5��5����#��+����"���3����'������������� �$��BB �

62�5�����+��1������������������ �$���AB�

63�6��;��&����+���������������#�������������������������������������� ������3����&�������

��������� <��$���*�

méto

do

com

para

tivo,

aunque

sea

im

plícitam

ente

, se

ha

em

ple

ado

desde

la A

ntigüedad

nunca

se h

a h

echo

una

his

toria

de

ello

64.

Las m

ás inte

resante

s g

enera

lizacio

nes h

istó

ricas q

ue

se

han

pro

ducid

o,

e inclu

so

los inte

nto

s d

e f

orm

ula

r cie

rtas «

leyes»

de

lo

his

tórico,

pre

sen

-

tes e

n e

l pensam

iento

de

Monte

squie

u,

Tocquevill

e,

Com

te,

Marx

, T

oyn-

bee

o B

raudel,

pro

ceden

justa

mente

de

la

com

para

ció

n d

e u

na

abun

-

dante

evid

encia

em

pír

ica,

aunque

el verd

adero

valo

r teórico

de

todo

ello

no s

e justifique

de f

orm

a p

lena

por

la e

xis

tencia

de

sim

ilitu

des a

gra

n e

s-

cala

. P

ero

las

tie

nen

sie

mpre

com

o b

ase.

La

com

para

ció

n p

uede

dar

cuenta

de

im

port

ante

s p

rocesos d

e d

ifere

ncia

ció

n y

tam

bié

n d

e lo

con

-

trario,

de

desdifere

ncia

ció

n,

cosas

am

bas

de

im

port

ancia

obvia

en

la

com

ple

jidad

cre

cie

nte

de

las s

ocie

dades.

El

estu

dio

com

para

tivo

en

his

toriogra

fía

pro

cura

gra

ndes

aport

acio

nes

pero

a c

ondic

ión

de

hacer

de

él

una

aplic

ació

n c

aute

losa

y b

ien

pla

nifi-

cada;

los

pelig

ros

de

una

prá

ctica

inadecuada

de

la

com

para

ció

n s

on

basta

nte

cla

ros

65.

Un

anális

is c

om

para

tivo

no

es

posib

le s

in u

n t

rabajo

pre

vio

para

definir

lo

que

es c

om

para

ble

, para

definir

de

form

a m

uy e

s-

tric

ta las r

ealid

ades e

mpír

icas o

las c

onceptu

acio

nes e

xtr

aíd

as d

e c

ada

ám

bito

que

quie

ren

ser

com

para

das,

y s

in u

n c

ontr

ol

consta

nte

de

la

com

para

ció

n66.

Las v

enta

jas s

on

en

unos c

asos p

ropia

mente

meto

doló

-

gic

as:

mejo

ra l

a u

tilid

ad

del

trabajo

his

tórico,

ayuda

a f

orm

ula

r pro

ble

-

mas n

uevos,

fija

mejo

r el

«te

rritorio»

sobre

el

que

se

tra

baja

, perm

iten

genera

lizar

y c

ontr

ola

r la

s c

onclu

sio

nes.

En

otr

os s

on

venta

jas e

xplic

ati-

vas:

perm

iten

definir

mejo

r cada

uno

de

los

fenóm

enos

com

para

dos,

pueden

esta

ble

cer

mejo

r la

s «

causas»

o l

a r

ela

ció

n e

ntr

e f

enóm

enos,

etc

.

Pero

los

pelig

ros

son

tam

bié

n e

vid

ente

s.

El

fundam

enta

l de

ello

s e

s e

l

que

de

antiguo

se

ha

form

ula

do

dic

iendo

que

«sólo

se

puede

com

para

r

lo q

ue

es c

om

para

ble

»,

lo q

ue

vie

ne

a q

uere

r decir

que

la

com

para

ció

n

es o

cio

sa.

Pueden

com

ete

rse

gra

ndes a

nacro

nis

mos inte

nta

ndo

com

pa

-

64�6����#������������

��������������.$�6���������'������������������"� �:��3��6���@

/����� 99��$��B*I�

65�.��#��5��5����#��+����"���3����'������������� �$$��BB @B<!��2���#������#�/����#�$����

�� ����&�#�$?'���#�#�/������ ��$��� ����

66�6��;��&����+���������������#���������������� �$$���A��B��+�$�##��

rar

socie

dades,

institu

cio

nes,

evolu

cio

nes q

ue

está

n s

epara

das e

n e

l es-

pacio

y e

l tiem

po,

donde

las

analo

gía

s p

ueden

ser

mero

s e

spejis

mos;

pueden

quere

rse

com

para

r cosas q

ue

no

se

conocen

aún

bie

n.

Pero

en

la h

isto

riogra

fía

actu

al

las

venta

jas

son

muy s

uperiore

s a

los

rie

sgos

y

pre

senta

n,

sobre

todo,

el gra

n a

vance

de

que

la

his

toria

com

para

tiva

es

la f

orm

a m

ejo

r de

ente

nder

los p

rocesos

de

«m

undia

lizació

de

alg

u-

nas d

e las c

ara

cte

rísticas d

e las s

ocie

dades c

onte

mporá

neas.

La

com

para

ció

n p

uede

tener

temática

y o

bje

tivos d

ivers

os,

que

requie

-

ren

méto

dos

div

ers

os

tam

bié

n67.

La

princip

al

difere

ncia

se

da

entr

e l

a

com

para

ció

n c

aso

a c

aso

o d

e f

enóm

enos

análo

gos

y l

a c

om

para

ció

n

entr

e e

l desarr

ollo

de

dos

pro

cesos

am

plio

s.

Eje

mplo

del

prim

er

tipo

puede

ser

la e

volu

ció

n d

em

ográ

fica

de

dos

o m

ás

conju

nto

s s

ocia

les;

del segundo,

por

eje

mplo

, el de

las «

transic

ion

es»

a la

dem

ocra

cia

ope

-

radas e

n años r

ecie

nte

s e

n v

arios p

aís

es d

eficitarios e

n b

urg

uesía

s m

o-

dern

izadora

s y

en

desarr

ollo

del capitalis

mo

industr

ial6

8.

O e

l de

los p

ro-

cesos d

e v

iole

ncia

socia

l de

am

plio

desarr

ollo

en

épocas d

e r

uptu

ra d

e

sis

tem

as d

e v

alo

res e

sta

ble

cid

os y

vig

ente

s d

ura

nte

mucho t

iem

po

69.

Charles T

illy h

a e

xpuesto

la

necesid

ad

de la

com

para

ció

n e

ntr

e los g

ran

-

des c

am

bio

s e

str

uctu

rale

s h

istó

ricos y

ha

señala

do

cuatr

o t

ipos d

e c

om

-

para

cio

nes

que

él

llam

a indiv

idualiz

adora

s,

univ

ers

aliz

adora

s,

difere

n-

cia

les y

glo

baliz

adora

s7

0.

La

prim

era

es la

que

com

para

dos f

enóm

enos

específic

os a

fin

de

capta

r la

s p

eculia

ridades d

e c

ada

caso,

el

fascis

mo

en

dos

país

es,

por

eje

mplo

. La

univ

ers

aliz

adora

inte

nta

analiz

ar

casos

de

aplic

ació

n e

specíf

ica

de

algún

modelo

definid

o,

com

o e

l del

cre

ci-

mie

nto

económ

ico.

La

terc

era

busca

explícitam

ente

las d

ifere

ncia

s e

ntr

e

situacio

nes

com

para

ble

s.

La

com

para

ció

n g

lobaliz

adora

, la

más a

mplia

de

to

das, «colo

ca

dis

tinto

s casos

en

dis

tinto

s punto

s del

mis

mo

sis

tem

a»,

inte

nta

ndo

ver

cóm

o f

uncio

na

el sis

tem

a e

n s

u c

onju

nto

al ver

las r

ela

cio

nes d

e c

ada

caso c

on

él; e

l eje

mplo

adecuado

es e

l de los s

is-

67����/������ ���&����� ����&����&���#&�� &�������������:����'����!.����� �$$��<���+�

##�

68�6

��DC:��������"��5��; 1��&&�������71�&�1�������#�����������������������"�������

��������� �"����#�������#�����#��� 9 ��"�������2����� ���#���&���#���#$� ������&�����

�����BT��"��#$� &���#� ��$�����#��

69���������&��*��5������ ���� ���&����� ������7

�����-� ���Q�����U��>��� AI�

70�5�����+��������� �$$���I<�+�##�

tem

as m

undia

les,

com

o e

l definid

o p

or

Imm

anuel W

alle

rste

in e

n s

u «

mo

-

dern

o s

iste

ma m

undia

l»71.

La

com

para

ció

n s

e h

a v

isto

com

o la

mejo

r posib

ilidad

de

que

la

his

torio

-

gra

fía

pueda

contr

ibuir

de

una

form

a d

ecis

iva

a e

xplic

ar

gra

ndes p

roce

-

sos lo

que,

a s

u v

ez,

es la

mejo

r m

anera

de

contr

ibució

n a

que

la c

iencia

socia

l adquie

ra u

na

im

port

ante

base

his

tórica.

Los

pro

cesos h

istó

ricos,

evid

ente

mente

, sólo

pueden

facili

tar

sus

mejo

res

enseñanzas

si

de

la

mis

ma

manera

que

se

les v

e c

om

o f

enóm

enos «

sin

gula

res»,

se

inte

nta

tam

bié

n v

er

qué

rasgos «

genera

les»

poseen.

Tal

com

o y

a h

em

os d

icho

ante

s,

la inte

ligib

ilidad

genera

l de

los

cam

bio

s h

istó

ricos r

esid

e e

n q

ue

está

n c

om

puesto

s d

e m

uchos e

lem

ento

s d

e c

am

bio

sim

ple

s q

ue

son h

o-

molo

gable

s e

ntr

e sí.

71�-��7�����#&�����������������������

����� �;�'���,,-����������� A @� 9<�

8

EL

PR

OC

ES

O M

ET

OD

OLÓ

GIC

O Y

LA

DO

CU

ME

NT

AC

IÓN

HIS

RIC

A

Lo

s t

exto

s,

o l

os

docu

me

nto

s a

rque

oló

gic

os,

au

n l

os

s c

laro

s e

n a

pa

rie

ncia

y lo

s m

ás c

om

pla

cie

nte

s,

no

ha

bla

n s

ino

cu

and

o s

e s

ab

e in

terr

oga

rlo

s.

MA

RC

BL

OC

H, A

po

log

ie p

ou

r l'H

isto

ire

ou

tie

r d

'his

torie

n

Es indudable

que

uno

de

los g

randes o

bstá

culo

s p

ara

la

consecució

n d

e

una

his

toriogra

fía

más

sólid

a e

n s

us

fundam

ento

s c

ognoscitiv

os,

más

fiable

en

sus h

alla

zg

os

y m

ás e

xplic

ativa

en

sus c

onclu

sio

nes,

ha

sid

o

sie

mpre

la

escasa

ate

nció

n d

e m

uchos a

los p

roble

mas d

el méto

do

his

-

tórico.

Ello

ha

sid

o a

sí,

y e

n b

uena

part

e s

igue

sié

ndolo

, aun

cuando

desde

hace

más d

e u

n s

iglo

no

han

cesado

los e

sfu

erz

os p

or

constitu

ir

definitiv

am

ente

un

méto

do

para

la

his

toriogra

fía.

El

extr

aord

inario

peso

de

la

his

toria

-rela

to s

in n

inguna

pro

longació

n h

a s

eguid

o g

ravitando

so

-

bre

el pro

ble

ma.

Hay m

uchas f

orm

as d

e lle

var

adela

nte

una

investigació

n h

istó

rica.

Pero

exis

ten

tam

bié

n u

nos p

resupuesto

s,

unas

opera

cio

nes

y u

nas

caute

las

sin

las c

uale

s r

ealm

ente

es d

ifíc

il p

oder

habla

r de

«in

vestigació

n».

Y la

verd

ad

es q

ue

todo

ello

constitu

ye

un

pro

cedim

iento

que

coin

cid

e e

n s

us

líneas g

enera

les c

on

las p

art

icula

ridad

es d

e t

oda

investigació

n s

ocia

l. E

l

pro

cedim

iento

por

el

que

el

his

toriador

abord

a e

l pro

ble

ma

de

constr

uir

una

repre

senta

ció

n d

e lo

his

tórico

y d

e e

xplic

ar

por

qué

los h

echos s

on

com

o s

on

obedece

a la

mis

ma

lógic

a q

ue

cualq

uie

r otr

o m

éto

do

cie

ntí

fi-

co s

ocia

l. S

us «

opera

cio

nes lógic

as»

son las m

ism

as.

1. E

L P

RO

CE

SO

ME

TO

DO

GIC

O E

N L

A H

IST

OR

IOG

RA

FÍA

Hasta

hoy

día

, la

investigació

n h

istó

rica

es

por

lo c

omún

una

aventu

ra

mucho

más c

onfiada

a la

im

pro

vis

ació

n,

a la

intu

ició

n y

al

buen

sentido

del

investigador

que

a u

na

pre

para

ció

n técnic

a r

iguro

sa.

Pero

todas las

gra

ndes investigacio

nes h

istó

ricas s

e h

an

hecho

sie

mpre

, sin

em

barg

o,

sobre

la

base

de

un

tra

bajo

dete

nid

o q

ue

iba

mucho

más a

llá d

e la

mera

explo

tació

n y

tra

nscripció

n d

e u

nas f

uente

s,

para

constr

uir,

en

definitiv

a,

un

rela

to.

En

alg

una

manera

, una

investigació

n h

istó

rica

debe

responder

a u

n p

lan.

En

el curs

o m

ism

o d

e la investigació

n,

el dis

eño

o p

lan

prim

iti-

vos s

erá

n c

on

toda

pro

babili

da

d p

rofu

ndam

ente

modific

ados y

el re

sulta

-

do f

inal segura

mente

tendrá

poco

que v

er

con

las p

resuncio

nes inic

iale

s.

Pero

así

ocurr

e c

on

todas las investigacio

nes e

n e

l cam

po

de

la

cie

ncia

natu

ral

o s

ocia

l. A

ilu

str

ar

este

pro

ceso

genera

l del

trabajo

del

his

toria

-

dor

se

orienta

n las págin

as q

ue

sig

uen.

El dis

eño

de la investigació

n

Rara

vez

una

investigació

n h

istó

rica

es

pla

nific

ada

con

cuid

ado.

Y,

es

más,

una

de

las m

ás f

recuente

s im

puta

cio

nes n

egativas q

ue

se h

acen

al

trabajo

his

toriográ

fico d

esde

el punto

de

vis

ta m

eto

doló

gic

o e

s la falta

de

explic

itació

n d

e s

us p

resupuesto

s y

la

falta

de

pre

vis

ión

de

sus d

esarr

o-

llos.

Es u

na

here

ncia

de

la

his

toriogra

fía

más p

ragmática

y «

cro

nís

tica»

que

ente

ndió

sie

mpre

que

la

his

toria

era

la

más s

imple

tra

nscripció

n e

n

un

texto

de

aquello

que

las

fuente

s,

los

«docum

ento

s»,

decía

n.

Esta

imagen

del

trabajo

de

la

investigació

n h

istó

rica

es c

om

ple

tam

ente

erró

-

nea

y e

stá

, en

las

corr

iente

s h

isto

riográ

ficas

más sólid

as,

am

plia

mente

sobre

pasada.

En

la

escritu

ra t

radic

ional

de

la

his

toria,

en

el

pensam

iento

his

toriográ

fi-

co

más s

imple

, se

ha

ente

ndid

o s

iem

pre

que

la

«descripció

his

tórica,

el

narr

ar

los a

conte

cim

iento

s «

com

o r

ealm

ente

han

sid

o»,

poseía

ya

en

mis

ma

un

cará

cte

r sin

tético,

ord

enado,

explic

ativo,

que

basta

ba

para

dar

cuenta

de

los

porq

ués d

e los e

vento

s.

Se

ha

creíd

o e

n u

na

especie

de

causalid

ad

im

plícita.

Por

ello

, el

trabajo

his

toriográ

fico

tra

dic

ional

se

ente

ndió

, dura

nte

mucho

tie

mpo,

com

o c

om

puesto

de

dos p

art

es e

sen

-

cia

les q

ue r

euniría

n e

n sí

todo e

l méto

do

his

toriográ

fico:

1.

La

recole

cta

de

los h

echos,

a los q

ue,

a v

eces,

con

nota

ble

im

pro

pie

-

dad s

uele

lla

mars

e d

ato

s1. E

n la

his

toriogra

fía d

el sig

lo X

IX la

temática

la

1�P� �����#�����$�� �#����2���1���#�1� 1�����2������$�����1�/���#�������&�#�#��������

���� ���� ������������#���������:�&�#����#�����(���

� ����#�#�/�����'���#������&��&�#�

dic

taban

muchas

veces

la

mera

dis

ponib

ilidad

de

tale

s h

echos.

Los

gra

ndes p

rogre

sos d

e la

his

toriogra

fía

del

sig

lo X

IX s

e h

icie

ron

sobre

el

supuesto

metó

dic

o d

e q

ue

prim

ero

es e

l tr

abajo

de

arc

hiv

o,

la c

onsulta

de

los

docum

ento

s y

el

acopio

de

info

rmació

n f

actu

al, y

que

sólo

des-

pués d

e e

sta

fase

puede

pasars

e a

la

segunda,

sin

que

ésta

pueda

co

-

menzar

ante

s...

2.

La

constr

ucció

n d

el re

lato

, la

inte

gra

ció

n d

e los h

echos e

n u

na

tra

ma

secuencia

l, c

ronoló

gic

a,

que

en

mis

ma c

onte

ndrí

a s

u p

ropia

lógic

a,

su

pro

pia

inte

ligib

ilid

ad

com

o c

urs

o d

e la

his

toria.

Sin

«hechos»

no

podrí

a

haber

his

toria

y s

in «

docum

ento

no

podrí

a h

aber

hechos.

El re

lato

, co-

mo

form

a a

rquetí

pic

a y

casi exclu

siv

a d

el dis

curs

o h

istó

rico,

se

ha

basa

-

do

en

una

info

rmació

n a

bundante

casi sie

mpre

y h

a t

enid

o a

demás q

ue

poseer

una

am

plia

pers

pectiva

tem

pora

l desde

la

que

poder

enju

icia

r lo

s

aconte

cim

iento

s,

con s

us a

nte

cedente

s y

sus c

onsecuente

s.

En

su

fundam

enta

ció

n g

enera

l, e

sta

concepció

n e

s c

om

ple

tam

ente

erró

-

nea.

Pero

con

mayor

o m

enor

sofisticació

n,

imagin

ació

n,

variedad

de

te

-

mas y

auxili

o d

e o

tras m

eto

dolo

gía

s,

todos los n

arr

ativis

mos h

isto

riográ

-

ficos,

antiguos y

modern

os,

han

obedecid

o a

esta

concepció

n d

el dis

cur-

so

his

tórico

y a

este

esquem

a d

e t

rabajo

. T

an

sum

arias ideas s

on

la

he

-

rencia

, sin

duda,

de

los p

receptista

s h

isto

riográ

ficos d

el sig

lo X

IX.

Pocas

son

la

escuela

s h

isto

riográ

ficas p

oste

riore

s q

ue

han

hecho

alg

o d

e f

or-

ma

sis

temática

por

elim

inar

esta

fals

a idea

de

que

un

dis

curs

o h

istó

rico

de g

ara

ntía sólo

esta

ba

oblig

ado

a tener

buenas f

uente

s d

e info

rmació

n.

En

realid

ad,

no

hay

nin

guna

prá

ctica

del

conocim

iento

socia

l serio

que

pro

ceda

de

esta

manera

, ni siq

uie

ra a

quella

s q

ue

más s

e a

sem

eja

n a

lo

his

tórico:

la d

escripció

n e

tnoló

gic

a,

por

eje

mplo

. E

l clá

sic

o e

squem

a H

e-

chos�

Sín

tesis

, here

ncia

del

inductivis

mo

positiv

ista

más

ingenuo

que

impre

gnó

las

ideas

his

toriográ

ficas

del

XIX

: prim

ero

los

«dato

s»,

des-

pués

las

«sín

tesis

»,

ha

tenid

o u

na

larg

a p

ers

iste

ncia

. P

ero

, a

sus

res-

pectivos

niv

ele

s,

muchos

auto

res,

que

pueden

eje

mplif

icars

e d

esde

el

meto

dólo

go

K.

R.

Popper

al

his

toriador

Edw

ard

H.

Carr

, han

expuesto

que

el

trabajo

del

descubrim

iento

en

la

realid

ad

natu

ral

y e

n l

a s

ocia

l

nunca p

rocede

así.

���������� ������'���

Com

o c

ualq

uie

r otr

a i

nvestigació

n p

racticada

con

inte

nció

n d

e a

port

ar

un

conocim

iento

más

allá

del

sentido

común,

la i

nvestigació

n h

istó

rica

debe

de

ir

pre

cedid

a d

e la

aparició

n d

e u

n «

tem

a»,

pero

tam

bié

n d

e u

n

pro

yecto

, al m

enos e

n e

sbozo,

del pro

cedim

iento

para

abord

arlo.

El his

-

toriador

tiene

que

esta

ble

cer

un

«dis

eño»

o u

n itinera

rio

de

manera

ex-

plícita,

que

sirva

de

guía

a s

u t

rabajo

y d

e o

rienta

ció

n e

n la

búsqueda

de

conclu

sio

nes

sobre

un

obje

to h

istó

rico

bie

n d

efinid

o.

Todas

las

investi-

gacio

nes s

ocia

les p

oseen

un

cie

rto

dis

eño,

una

pla

nific

ació

n,

lo q

ue

se

consig

ue

en

un p

roceso

que

las m

eto

dolo

gía

s p

ropia

s d

e c

ada

dis

cip

lina

pro

cura

n c

larificar.

Pla

nific

ar

una

investigació

n e

s,

en

alg

una

manera

, pre

ver

los m

om

ento

s

cognoscitiv

os y

técnic

os p

or

los q

ue

el tr

abajo

habrá

de

pasar.

Pero

, de

form

a m

ás p

ráctica,

pla

nific

ar

serí

a la

pre

vis

ión

de

adapta

ció

n d

el tr

aba

-

jo a

los

pro

ble

mas

concre

tos

del

obje

to i

nvestigado.

Una

pla

nific

ació

n

tendrí

a q

ue

ate

nder

a t

res n

ivele

s:

el de

lo

que

se

quie

re c

onocer,

el de

cóm

o c

onocer

y e

l de la

com

pro

bació

n d

e lo c

onocid

o.

Ello

conlle

varí

a la

pre

vis

ión

del conju

nto

de

pro

ble

mas r

ela

cio

nad

os a

investigar

-«por

qué

un

pro

ceso

es c

om

o e

-, s

us

lím

ites

cro

noló

gic

os

y la

inte

ligib

ilidad

y

justificació

n d

e e

llos y

la

pre

gunta

que

hay q

ue

form

ula

r. E

l cóm

o a

rtic

u-

lar

una

investigació

n h

abrí

a d

e a

tender

a las f

uente

s,

la o

rganiz

ació

n d

e

la info

rmació

n,

su

tip

olo

gía

y s

u u

so,

así

com

o la

rela

ció

n c

on

otr

as in

-

vestigacio

nes.

Nin

guna

investigació

n p

uede

perm

anecer

ais

lada

de

las

demás d

e s

u m

ism

a á

rea.

Pues b

ien,

el dis

eño

es la

pla

nific

ació

n q

ue

se

hace

una

vez q

ue

tenem

os c

laro

el pro

ble

ma

-y s

us f

uente

s-,

el méto

do

y la

técnic

a.

Los t

rabajo

s e

scola

res s

e s

uele

n p

lanific

ar.

Para

dójic

am

en

-

te,

muchas investigacio

nes p

rofe

sio

nale

s n

o.

Pero

esta

suposic

ión

de

que

la

investigació

n h

istó

rica

puede

ser

orienta

-

da

y s

usta

ncia

lmente

mejo

rada

en

funció

n d

el rigor

del pro

cedim

iento

de

trabajo

debe s

er

matizada

en

los d

os s

entidos s

iguie

nte

s:

Prim

ero

, en

el

de

que

lo

dic

ho

no

supone

pro

mover

ni

recom

endar

que

la investigació

n d

e la

his

toria,

o d

e c

ualq

uie

r otr

a m

ate

ria

socia

l, h

aya

de

esta

r suje

ta a

«corsés» p

ara

poder

gara

ntizar

alg

una

pro

ductivid

ad.

Segundo,

en e

l de q

ue

el dis

eño

de u

na

investigació

n t

iene q

ue

serv

ir n

o

sólo

a la o

ptim

izació

n d

el tr

abajo

, sin

o a

la r

iqueza

de

las c

onclu

sio

nes.

Es

necesario

que

el

his

toriador

haga

sie

mpre

explícitos

sus

pro

cedi-

mie

nto

s d

e t

rabajo

de

form

a q

ue

pro

cure

, com

o p

rocura

cualq

uie

r prá

cti-

ca

cie

ntí

fica,

pre

senta

r una

im

agen

exhaustiva

de

los

ele

mento

s d

e l

a

arg

um

enta

ció

n y

de

las f

uente

s -

de

sus «

evid

encia

- que

le

conducen

a d

ete

rmin

adas c

onclu

sio

nes.

O,

dic

ho

en

otr

as p

ala

bra

s,

que

tam

poco

sonará

n n

uevas:

para

que

un

dis

curs

o p

ueda

consid

era

rse

cie

ntífico

de

-

be

pre

senta

r sie

mpre

la

posib

ilidad

de

que

sus

pro

pia

s c

onclu

sio

nes

puedan

ser

rebatidas.

La

prá

ctica

de

la

investigació

n h

istó

rica

tie

ne

que

aju

sta

rse

a la

defini-

ció

n c

lara

de

pro

ble

mas,

la f

orm

ula

ció

n d

e h

ipóte

sis

, la

constr

ucció

n d

e

los d

ato

s,

la e

labora

ció

n d

e e

xplic

acio

nes lo

más c

onsis

tente

s p

osib

le y

la c

onstr

ucció

n d

e m

ecanis

mos

para

«pro

bar»

com

para

tivam

ente

la

adecuació

n d

e s

us e

xplic

acio

nes.

Es v

isib

le q

ue

la

investigació

n n

orm

a-

lizada

en

la

cie

ncia

socia

l part

e d

e u

nos p

resupuesto

s o

«esta

dos d

e la

cuestión»,

identifica

unos o

bje

tos d

e investigació

n y

no

se

confu

nde

con

la m

era

descripció

n d

e u

nos h

echos.

Una

investigació

n t

iene

un

«te

ma»,

pero

la

pro

ble

mática

de

tal

tem

a n

o s

e r

esuelv

e,

evid

ente

mente

, en

el

acopio

de

info

rmacio

nes s

obre

él.

La

investigació

n d

e u

n d

ete

rmin

ado

pro

ceso

his

tórico

no

puede

em

pre

n-

ders

e c

on

gara

ntí

as c

ientí

ficas s

i no

está

instr

um

enta

l y c

onceptu

alm

en

-

te b

ien

definid

a.

Es c

iert

o q

ue

en

el punto

de

part

ida

es d

ifíc

il que

exis

ta,

y n

orm

alm

ente

no

exis

te,

una

corr

ecta

definic

ión

y p

lante

am

iento

de

un

pro

ble

ma

y d

e los instr

um

ento

s p

ara

su

resolu

ció

n;

sólo

el pro

pio

pro

ce

-

so

de

investigació

n v

a p

erf

ilando

esas

definic

ion

es.

Pero

tal

perf

il n

o

puede

pro

gre

sar

si

el

investigador

no

es

conscie

nte

de

cuále

s s

on

sus

obje

tivos y

cuále

s s

us m

edio

s o

instr

um

ento

s.

Es d

ecir,

por

sum

ario

que

sea,

un

pro

yecto

de

investigació

n t

iene

que

tener

una

estr

uctu

ra c

lara

,

pero

abie

rta,

y n

atu

ralm

ente

perf

ectible

, donde

queden

fija

dos o

bje

tivos

y m

edio

s,

donde

se

pueda

ir

intr

oducie

ndo

cada

vez

mayor

div

ers

ific

a-

ció

n y

difere

ncia

ció

n y

, a u

n t

iem

po, m

ayor

cohere

ncia

2.

2�P�#��&���#$� ������&��$���'��������$��$�#� �������2�����������#&�'� ����1�#&��� ���+�

������&����1�#&��� ���#�����#� �#�#���#&��&�#��#��$��$�#� ����$�� ������������/������#4�

��#���$���'�����+� ���$��&��#����#����? &� �#�����+�� �&����������# ����������������$$��

�B��+�##�

El «pro

ble

ma»

his

tórico

La

raíz

de

una

investigació

n h

istó

rica

puede

encontr

ars

e,

lógic

am

ente

,

en

muy d

ivers

as m

otivacio

nes.

No

exis

ten

texto

s q

ue

enseñen

al

his

to-

riador

a d

iseñar

un

pro

ceso

de

investigació

n u

na

vez q

ue

se

han

hecho

las p

rim

era

s a

pro

xim

acio

nes a

un

pro

ble

ma

y,

por

tanto

, a

un

tem

a.

Pe

-

ro a

l pro

pio

dis

eño

pre

cede

cie

rtam

ente

al pro

ble

ma.

La

investigació

n h

istó

rica

surg

e d

e «

halla

zgos»

-de

nuevas f

uente

s,

de

nuevas c

onexio

nes e

ntr

e las c

osas,

de

com

para

cio

nes-

o s

urg

e d

e insa

-

tisfa

ccio

nes

con

los

conocim

iento

s e

xis

tente

s,

in s

atisfa

ccio

nes

que,

a

su

vez,

está

n p

rovocadas p

or

la a

parició

n d

e n

uevos p

unto

s d

e v

ista

, de

nuevas «

teorí

as»,

o d

e n

uevas c

uriosid

ades s

ocia

les.

«T

em

as d

e inves-

tigació

n»,

com

o d

ecim

os e

n la

jerg

a a

cadém

ica,

exis

ten

muchos.

Nadie

puede

negar

que

la

puesta

en

marc

ha

de

un

tem

a d

e i

nvestigació

n,

o

supuesta

mente

tal, s

igue

tenie

ndo

muchas v

eces

un

origen

ideoló

gic

o,

político o

de o

tro género

basta

nte

aje

no

a los inte

reses d

e la c

iencia

. P

e-

ro t

em

as r

ele

vante

s e

xis

ten

muchos m

enos q

ue

esto

s q

ue

suele

n s

er

fo-

menta

dos d

esde

insta

ncia

s n

o c

ientí

ficas.

Por

lo d

emás,

una

dis

cip

lina

madura

dis

tingue

ple

nam

ente

entr

e la

«ex-

posic

ión

norm

aliz

ada»

de

los c

onocim

iento

s,

los t

rata

dos o

sín

tesis

, y la

aparició

n d

e «

investigacio

nes

nuevas»,

de

aport

acio

nes

más

o m

enos

decis

ivas.

Las d

iscip

linas s

ele

ccio

nan

la

pro

ducció

n p

or

la r

ele

vancia

de

los t

em

as y

la

valid

ez d

e la

investigació

n.

En

la

«buena

cie

ncia

» a

mbas

cosas d

eben

ir

estr

echam

ente

unid

as.

Tem

as d

e e

norm

e r

ele

vancia

his

-

tórica,

de

los q

ue p

ueden

citars

e m

uchos e

jem

plo

s,

pueden

esta

r fr

anca-

mente

mal

estu

dia

dos,

aunque

se

estu

die

n d

e m

anera

insis

tente

. D

ebe

dis

tinguirse

entr

e la

verd

adera

aport

ació

n d

e n

uevos c

onocim

iento

s y

el

sim

ple

«am

ate

urism

o» u

oport

unis

mo.

Si

el

his

toriador

trabaja

con

el

rigor

meto

doló

gic

o a

decuado,

ha

de

dis

-

tinguir

muy c

uid

adosam

ente

entr

e lo

que

es la

aparició

n d

e c

am

pos h

is-

tóricos n

uevos s

obre

los q

ue la

investigació

n n

o s

e h

a c

oncentr

ado a

nte

-

riorm

ente

, es

decir,

nuevos

cam

pos

temáticos,

de

aquello

s o

tros

que

son

los e

spacio

s d

e investigació

n s

obre

los q

ue

se

vuelv

e d

e n

uevo,

es

decir,

de

aquello

s o

tros t

ipos d

e t

em

as y

a e

stu

dia

dos p

ero

que

se

som

e-

ten

a r

evis

ión

con

nuevos instr

um

ento

s d

e m

éto

do

o n

uevas info

rmacio

-

nes,

de

vie

jos p

roble

mas q

ue

apare

cen

ahora

com

o n

o a

decuadam

ente

resueltos.

Unas v

eces s

e indaga

acerc

a d

e p

roble

mas r

eale

s q

ue

por

alg

una

razón

había

n p

erm

anecid

o intr

ata

dos.

El conocim

iento

de

la

perife

ria

y e

l con

-

texto

de

tale

s p

roble

mas

es

sie

mpre

fundam

enta

l. A

veces,

la f

alta

de

trata

mie

nto

de

un

asunto

evid

encia

que

no

había

capacid

ad

teórica

para

ello

. O

tras,

puede

refleja

r una

care

ncia

de

dato

s d

ecis

iva.

En

esta

s s

i-

tuacio

nes

los

ensayos

explic

ativos

pre

vio

s p

ueden

jugar

papele

s m

uy

dis

tinto

s: desde

ser

cla

ves h

asta

ser

absolu

tam

ente

desorienta

dore

s.

La

aparició

n d

e n

uevas f

uente

s,

de

enfo

ques n

uevos d

e p

roble

mas a

nti-

guos,

de

nuevas p

osic

iones

«in

terp

reta

tivas»

acerc

a d

e f

enóm

enos c

o-

nocid

os,

tienen

tanta

o m

ás im

port

ancia

para

el

pro

gre

so

his

toriográ

fico

que

la

rotu

lació

n d

e n

uevos c

am

pos d

e investigació

n.

De

hecho,

al con

-

fluir

en

lo

his

toriográ

fico

esto

s d

os t

ipos d

e a

port

acio

nes a

l conocim

iento

de

la

his

toria,

los t

err

itorios d

e la

investigació

n s

e h

acen

inagota

ble

s,

en

contr

a d

e la

opin

ión

de

los v

iejo

s p

receptista

s q

ue

creía

n e

n la

posib

ili-

dad

del

agota

mie

nto

de

un

cam

po

de

estu

dio

al

llegar

a la

explo

ració

n

com

ple

ta d

e s

us fuente

s3.

Todas

las

cie

ncia

s,

las

natu

rale

s y

las

socia

les,

se

vie

rten

sobre

esto

s

dos t

err

itorios d

e la

investigació

n:

los n

uevos t

em

as y

la

rein

vestigació

n

de

los v

iejo

s.

En

modo

alg

uno

es s

ola

mente

la

his

toria

la

que

se

escribe

de

nuevo

en

cada

genera

ció

n,

según

se

ha

dic

ho

muchas v

eces.

Todos

los

cam

pos

de

la

activid

ad

hum

ana

son

continuam

ente

rein

vestigados.

Lo

im

port

ante

es

no

confu

ndir

las

mera

s i

nnovacio

nes

temáticas

con

pro

gre

sos m

eto

doló

gic

os.

La d

icoto

mía

«his

toria

genera

l»/«

monogra

fía s

ecto

rial»

La

aparició

n d

e u

n c

iert

o «

pro

ble

ma»

his

tórico

a investigar

y e

l in

tento

de

dis

eñar

una

pla

nific

ació

n,

de

pro

yecta

r en

el tr

abajo

unas c

iert

as «

in-

3�#&����'�����$�#� �����

���(�#&�/������'���#�+�;��'��/�#� �����(���� ��������1�#&�����

��&�'���2�������#�#�$��4���2�������#&�/����0�#����#��� ��� ����� ��$��&����&������

���&��#����# �/�������&���#���#�(���&�#����#&��&�#��#&��#�����(���

� �����#�$���#4�

��#�����$��#���������������2���#��1� ���������1�#&�����+����1�#&����'��(4����#�'�����#�

$�� �$&�#&�#�������1�#&����'��(4�� �?#� ����� �����3�#�����#�'���,,��5(��5�����'���#�+�5��

;��'��/�#��-�&���� &����� �$����

tuic

iones»

pre

via

s d

el

investigador,

pueden

vers

e m

uy a

yudados p

or

la

cla

rificació

n d

e la

tip

olo

gía

form

al y m

ate

rial m

ism

as a

las q

ue

de

hecho

se

suele

n a

dopta

r la

s i

nvestigacio

nes

his

tóricas.

Veam

os

cóm

o p

uede

hacers

e,

en

efe

cto

, una

tip

olo

gía

de

las investigacio

nes

his

tóricas p

osi-

ble

s.

En

el

obje

tivo

de

una

investigació

n s

ocio

-his

tórica

pueden

dis

tinguirse,

al m

enos, cuatr

o p

lanos:

�el de la s

ecuencia

tem

pora

l

�el del espacio

o e

spacio

socio

-his

tórico

�el de la s

ocie

dad

glo

bal

�el de los f

enóm

enos s

ocio

-his

tóricos p

art

icula

res

A s

u v

ez,

la i

nvestigació

n d

e l

a r

ealid

ad

his

tórica,

bie

n c

om

pre

nda

los

cuatr

o p

lanos

ante

s c

itados

o c

ualq

uie

r com

bin

ació

n p

osib

le d

e e

llos,

puede

abord

ars

e d

esde

una

o v

arias

de

esta

s a

pro

xim

acio

nes

o p

ers

-

pectivas f

orm

ale

s e

instr

um

enta

les:

�la

espacia

l (t

err

itorial),

que

atiende

pre

fere

nte

mente

a la

«am

plit

ud»

físic

a o

socia

l de u

n a

sunto

;

�la

cro

noló

gic

a, que

atiende

sobre

todo

al ritm

o tem

pora

l;

�la

sis

temática

, que a

tiende

a «

tem

as» b

ien

indiv

idualiz

ados.

En

térm

inos a

bsolu

tos,

del

entr

ecru

zam

iento

, o

de

la

com

bin

ació

n o

rde

-

nada

de

esos p

lanos y

esas a

pro

xim

acio

nes s

e d

eriva

toda

una

maraña

de

«his

torias»

pla

usib

les d

istinta

s,

de

especia

lizacio

nes,

de

investigacio

-

nes p

osib

les y

de

com

ple

jidad

meto

doló

gic

a,

en

sum

a,

de

la

his

toriogra

-

fía.

No

serí

a o

cio

sa

una

mín

ima

cla

rificació

n d

e e

sas c

onceptu

acio

nes.

A m

odo

de

eje

mplo

, sin

agota

r ente

ram

ente

la

cla

sific

ació

n -

que,

por

lo

demás,

es s

encill

a d

e e

sta

ble

cer-

, puede

vers

e q

ue

las investigacio

nes

his

toriográ

ficas p

ueden

tener

cará

cte

r de

his

toria

genera

l o

his

toria

sec-

torial,

his

toria

nacio

nal,

regio

nal

o l

ocal

(his

torias

terr

itoriale

s),

his

toria

glo

bal o h

isto

ria m

onográ

fica, his

toria

sis

temática

o h

isto

ria

cro

noló

gic

a.

Una

«his

toria»

no

queda

nunca

definid

a,

en

princip

io,

sin

la

explic

itació

n

del

lapso

cro

noló

gic

o e

n q

ue

ocurr

e.

Lo

his

tórico

lle

va

dentr

o e

l tiem

po,

y p

uede

lle

var

dis

tinto

s t

ipos d

e é

l. L

a c

ronolo

gía

es la

denom

inació

n r

e-

fere

ncia

l y s

implif

icada

de

la

tem

pora

lidad.

Una

«his

toria»,

por

otr

a p

ar-

te,

tiene

sie

mpre

un

espacio

de

desarr

ollo

, o,

com

o h

em

os d

icho,

de

in-

telig

ibili

dad

; puesto

que u

na h

isto

ria

tra

ta d

e u

n p

roceso s

ocia

l que

no

es

univ

ers

al ha

de

ser

ubic

ada

de

form

a q

ue

señale

el

espacio

fís

ico d

onde

ocurr

e,

bie

n u

n t

err

itorio

-un

Esta

do,

una

regió

n,

un

munic

ipio

- o

lo

que

hem

os

lla

mado

un

espacio

socio

-his

tórico

cuando

la

his

toria

no

tie

ne

una

dete

rmin

ació

n t

err

itorial, s

ino

que

tie

ne

cará

cte

r in

stitu

cio

nal

-inqui-

sic

ión,

masonerí

a,

beneficencia

, por

eje

mplo

- o

es

his

toria

inte

lectu

al,

etc

.

Esta

s d

os d

elim

itacio

nes,

la c

ronoló

gic

a y

la

espacia

l, s

e h

alla

n p

resen

-

tes e

n t

odas las h

isto

rias d

e u

na

u o

tra

manera

; pero

hay u

nas h

isto

rias

que

tie

nen

com

o r

efe

rente

las

socie

dades g

lobale

s,

es d

ecir,

realid

ades

analiz

adas c

om

o g

lobalid

ad

4,

com

o s

iste

ma

5,

y o

tras q

ue

lo

tie

nen

en

fe-

nóm

enos p

art

icula

res, que

form

an p

art

e,

com

o s

ubsis

tem

as,

de o

tra r

ea-

lidad

superior,

realid

ad

esta

que

es t

enid

a c

om

o m

arc

o d

e r

efe

rencia

en

el pro

ceso m

eto

doló

gic

o.

Las d

ete

rmin

acio

nes d

e la

mate

ria

his

tórica

en

el espacio

, el tiem

po

y e

l

niv

el de

glo

balid

ad

se

conju

gan,

a s

u v

ez,

con

tre

s p

osib

les m

anera

s d

e

acerc

am

iento

metó

dic

o q

ue

ate

nderá

n d

e f

orm

a e

specia

l a

cada

una

de

tale

s d

ete

rmin

acio

nes.

Las

his

torias t

err

itoriale

s s

on

aquella

s q

ue

adop-

tan

un

enfo

que

dete

rmin

ado

por

el

espacio

de

desarr

ollo

de

un

fenóm

e-

nos s

ocio

-his

tórico;

las

his

torias c

ronoló

gic

as

son

las d

ete

rmin

adas p

or

el la

pso

cro

noló

gic

o;

las h

isto

rias s

iste

máticas a

naliz

an

fenóm

enos p

art

i-

cula

res a

tendie

ndo

a la

natu

rale

za

mis

ma

del

fenóm

eno,

en

funció

n d

el

cual habrá

de e

sta

ble

cers

e s

u m

arc

o c

ronoló

gic

o y

espacia

l.

4�Q��$��� ��$�� �#����#�#&������2������"����������#����� �&�'��4������&�����5�#�� ���2�����

��&�����$�����#���&������ �������������� ��#�������� ����$��&������&���2������

��'��/������� �� ��������'��/��������#������� �#�����$�#&��� ��+��

�&�����'� ���/�0��

��'�#� ���� ����#����������#&�'�����

5�5�����#�#&��������'��&������ ���$��$������#�����'��&�#��#��$��#&���#��&�� ������

��#�#�'���� ��#����������'���!���� �$$���BI�+�##�

La

his

toria

genera

l es u

n t

rabajo

de

sín

tesis

his

tórica

que

pre

tende

dar

cuenta

de

las d

ete

rmin

acio

nes

tota

les d

e u

n f

enóm

eno

his

tórico

al

que

se

accederá

desde

el

conju

nto

de

esas p

ers

pectivas.

La

art

icula

ció

n d

e

dete

rmin

acio

nes y

pers

pectivas p

ara

que

una

his

toria

genera

l pueda

ser

his

toria

tota

l es u

n p

roble

ma

abie

rto

de

la

teorí

a d

e la

his

toriogra

fía.

La

his

toria

monográ

fica

es la

his

toria

de

un

secto

r de

la

socie

dad,

de

un

fe

-

nóm

eno

part

icula

r en

el

seno

de

un

conju

nto

, del

que

se

hace

un

análi-

sis

sis

temático,

ante

s q

ue

cro

noló

gic

o o

terr

itorial. L

as h

isto

rias c

ronoló

-

gic

as y

terr

itoriale

s n

o s

on

sin

o lim

itacio

nes d

e la

his

toria

genera

l busca

-

das p

or

el in

vestigador,

im

puesta

s a

veces p

or

las p

osib

ilidades m

ism

as

de

la

investigació

n.

Exis

te,

en

definitiv

a,

una

investigació

n «

monográ

fi-

ca»

y e

xis

te u

na

necesaria

constr

ucció

n d

e «

his

torias

genera

les»

que

constitu

yen

la

pre

senta

ció

n m

ás c

om

ple

ta d

el esta

do

de

la

cie

ncia

his

to-

riográ

fica e

n u

n m

om

ento

dado.

La

investigació

n m

onográ

fica

tie

ne,

a s

u v

ez,

dos o

rienta

cio

nes básic

as

dis

tinta

s.

O e

s u

na

his

toria

«te

mática»

que

corr

esponde

tam

bié

n a

las

habituale

s e

specia

lizacio

nes

his

toriográ

ficas

de

acuerd

o c

on

las

espe

-

cia

lizacio

nes d

e las c

iencia

s s

ocia

les e

n e

l estu

dio

de

la

socie

dades:

las

his

torias p

olítica,

económ

ica,

socia

l, c

ultura

l, e

tc.,

y t

odas s

us m

últip

les

subespecia

lizacio

nes

posib

les,

o e

s u

na

his

toria

«te

rritorial»

que

repre

-

senta

el

inte

nto

de

glo

baliz

ació

n d

el pro

ceso

his

tórico

sobre

un

dete

rmi-

nado

terr

itorio,

que

en

el

caso

de

la

orienta

ció

n m

onográ

fica

ha

de

ver-

sar

sobre

un

cam

po

terr

itorial

razonable

mente

abarc

able

por

el

investi-

gador.

Indudable

mente

, com

o e

stá

a la

vis

ta,

los t

ipos d

e f

enóm

enos,

situacio

-

nes

y e

pis

odio

s h

istó

ricos

susceptible

s d

e c

onvert

irse

en

obje

to d

e i

n-

vestigació

n s

on

innum

era

ble

s.

De

hecho,

infinitos.

Pero

, com

o t

oda

dis

-

cip

lina

esta

ble

cid

a,

la h

isto

riogra

fía

pre

senta

en

cada

mom

ento

de

su

desarr

ollo

unas

concre

tas «

costu

mbre

para

hacer

las

taxonomía

s d

e

los «

terr

enos»

de

la

investigació

n.

Las p

rácticas h

isto

riográ

ficas e

sta

ble

-

cid

as identifican

los p

roble

mas a

investigar

de

acuerd

o c

on

una

div

isió

n

convencio

nal

de

los c

am

pos.

El

pro

pio

esta

do

de

desarr

ollo

de

una

dis

-

cip

lina

marc

a m

uchas

veces

las

posib

ilidades

de

surg

imie

nto

de

cam

-

pos,

tem

as,

méto

do

e investigacio

nes n

uevas.

El «para

dig

ma

cie

ntífico»

en

el

que

se

desenvuelv

e l

a i

nte

rpre

tació

n d

e l

a r

ealid

ad

tam

bié

n.

De

ahí

la d

ecis

iva

im

port

ancia

de c

orr

iente

s e

investigacio

nes q

ue

sig

nific

an

«ru

ptu

ras».

Lo d

icho

podrí

a e

squem

atizars

e e

n u

n c

uadro

com

o e

ste

:

CU

AD

RO

7

Los c

am

pos d

e investigació

n d

e lo h

istó

rico

En

este

panora

ma

genera

l de

tem

as,

espacio

s y

esta

do

cie

ntífico

de

las

cuestiones,

de

his

torias g

enera

les e

his

torias s

ecto

riale

s,

en

el m

arc

o d

e

los c

onocim

iento

s y

las f

uente

s d

isponib

les e

n u

n m

om

ento

dado,

en

co-

nexió

n c

on

inte

reses s

ocia

les q

ue

son

muchas v

eces e

xtr

a-h

isto

riográ

fi-

cos,

la a

tenció

n d

e los h

isto

riadore

s s

e d

irig

e h

acia

dete

rmin

ados «

pro

-

ble

mas»,

a los q

ue

no

son

aje

nos t

am

poco

las m

odas,

las c

onvencio

nes

de

escuela

o los inte

reses a

cadém

icos.

Los «

pro

ble

mas»

his

tóricos,

co

-

mo

cuale

squie

ra o

tros p

roble

mas

de

conocim

iento

, surg

en

sie

mpre

de

-

term

inados

por

el

marc

o h

istó

rico

-socia

l en

el

que

los

cie

ntí

ficos v

iven.

Los p

roble

mas h

istó

ricos q

ue

se

dete

cta

n h

abla

n t

anto

del

esta

do

de

la

dis

cip

lina

com

o d

e la

socie

dad

que

los d

ete

cta

. La

his

toriogra

fía

que

se

pro

duce

es p

art

e d

e la

cultura

de

una

época

y f

orm

a p

art

e,

pues,

de

la

his

toria d

e e

sa é

poca.

Las o

pera

cio

nes lógic

as d

e la

investigació

n h

istó

rica

No

hay p

osib

ilidad

de

una

buena

investigació

n s

in u

na

definic

ión

cla

ra,

en

todas

las

dim

ensio

nes

a l

as

que

nos

hem

os

refe

rido

ante

s,

de

los

pro

ble

mas

investigados.

Hay

gra

ndes

tem

as

his

tóricos

cuya

investiga

-

ció

n h

a d

e s

er

abord

ada

a t

ravés d

e inte

nto

s p

arc

iale

s,

por

la m

agnitud

del asunto

, su

im

port

ancia

, la

dis

pers

ión

de

las f

uente

s u

otr

as m

últip

les

razones p

osib

les.

Así

ha

ocurr

ido,

por

eje

mplo

, con

la

desam

ort

izació

n

en

España,

la d

isolu

ció

n d

el

Imperio

rom

ano

en

los d

ivers

os t

err

itorios,

la e

xpansió

n d

el

feudalis

mo,

por

poner

eje

mplo

s d

ispare

s.

Y e

sta

nece

-

sid

ad

afe

cta

igualm

ente

a l

os

tem

as

am

plio

s d

e i

nvestigació

n y

a l

os

muy m

onogra

fizados.

Ahora

bie

n,

es a

bsolu

tam

ente

cie

rto

que

esa

co

-

rrecta

definic

ión

no

puede

esta

r ya

dada

sie

mpre

en

el in

icio

de

la

inves-

tigació

n.

A v

eces

se

part

e d

e m

ero

s i

ndic

ios,

de

«huella

s»,

de

sospe

-

chas.

Pero

definir

con

pre

cis

ión,

cuanto

ante

s,

en

un

mom

ento

dado

del

trabajo

, la

entidad

real

y los lím

ites d

e lo

que

se

quie

re investigar

es u

n

paso inevitable

e inexcusable

de

todo p

roceso m

eto

doló

gic

o.

La c

onstr

ucció

n d

e las p

rim

era

s h

ipóte

sis

No

hay e

xplo

ració

n p

osib

le d

e la

realid

ad

si no

es a

quella

que

está

«diri-

gid

por

unas

cie

rtas

pre

suncio

nes

explic

ativas.

Tale

s p

resuncio

nes

encaja

n,

a s

u v

ez,

en

un

doble

marc

o d

e d

ivers

o v

alo

r. D

e la

form

a m

ás

condic

ionante

, es

evid

ente

que

no

hay

desarr

ollo

meto

doló

gic

o s

ino

dentr

o d

e u

n a

para

to e

xplic

ativo

de

suficie

nte

valo

r t

eórico.

Rara

vez

una

investigació

n e

mpie

za

en

la

teorí

a.

Lo

norm

al

es

o b

ien

que

haya

que

com

ple

tar

un

dete

rmin

ado

tip

o d

e c

onocim

iento

s -

pié

nsese,

por

eje

mplo

, que

este

es

el

origen

de

muchas

investigacio

nes

terr

itoriale

s

(regio

nale

s,

locale

s)

de

tem

as

his

tóricos

de

mayor

alc

ance,

com

o l

a

guerr

a c

ivil e

spañola

- o

bie

n q

ue

apare

zcan

nuevas

docum

enta

cio

nes

sobre

algún

asunto

conocid

o,

o q

ue

los

pro

pio

s a

sunto

s c

onocid

os

muestr

en

su

concom

itancia

con

nuevos

posib

les

cam

pos

de

investiga

-

ció

n.

En

más

de

un

caso,

son

los

mis

mos

pro

ble

mas

del

pre

sente

los

que

incitan

a u

na

investigació

n h

istó

rica.

Ello

es

noto

rio

en

el

caso

de

las

investigacio

nes

de

los

años

sesenta

sobre

la

Revolu

ció

n industr

ial,

de

las investigacio

nes s

obre

his

toria

ecoló

gic

a o

sobre

his

toria

de

las r

e-

lacio

nes d

e género

.

En

todo

caso,

sin

una

teorí

a o

rienta

dora

es p

osib

le investigar

la h

isto

ria,

pero

difíc

ilmente

se

la

podrá

explic

ar.

No

es e

sta

hoy la

orienta

ció

n d

e

muchas

investigacio

nes

socia

les.

En

el

pensam

iento

postm

odern

ista

hay u

na

tendencia

a s

uponer

que

la

«gra

n d

escripció

n»,

la d

escripció

n

«densa»,

com

o la

ha

lla

mado

C.

Geert

z,

explic

a las c

osas

6.

Pero

, nece

-

sariam

ente

, to

do

pro

ceso

meto

doló

gic

o,

ya

lo

hem

os a

dvert

ido

ante

s,

se

da

en

el

seno

de

un

marc

o t

eórico,

de

unas c

oncepcio

nes g

lobale

s s

o-

bre

lo

socia

l-his

tórico.

Sólo

en

esos m

arc

os,

aunque

sea

im

plícitam

ente

,

es p

osib

le form

ula

r pre

gunta

s, conje

tura

s,

hipóte

sis

en

definitiv

a.

A u

n n

ivel

de

genera

lida

d m

ás b

ajo

, la

s p

recondic

iones

explic

ativas

se

enm

arc

an

dentr

o d

e c

ostu

mbre

s d

e e

scuela

, de

costu

mbre

s c

ientí

ficas

acrisola

das.

Las h

ipóte

sis

apare

cen

dentr

o d

e u

n h

orizonte

que

el

esta

-

do

de

la

cie

ncia

en

cada

mom

ento

pre

senta

com

o p

lausib

les.

En

cual-

quie

r caso,

toda

investigació

n,

com

o h

an

dic

ho

los m

ás r

eputa

dos m

eto

-

dólo

gos,

part

e d

e p

regunta

s.

Las p

regunta

s d

irig

en

la

investigació

n y

las

posib

les r

espuesta

s,

aún

poco

ela

bora

das,

asaltan

al

investigador

a c

a-

da

paso

de

su

investigació

n.

Es d

ecir,

un

fenóm

eno

es identificado

des-

de

el

mom

ento

en

que

puede

ais

lárs

ele

de

otr

os,

al

menos m

enta

lmen

-

te,

que

pueden

delim

itars

e s

us

conto

rnos

y q

ue

puede

esbozars

e u

na

explic

ació

n d

e é

l.

Ya

se

tra

te d

e c

osas t

an

dis

pare

s c

om

o la

aparició

n d

e m

ovim

iento

s p

o-

líticos,

la i

ntr

oducció

n d

e u

na

nueva

form

a o

una

nueva

susta

ncia

ali-

menticia

, la

observ

ació

n d

e q

ue

los

testa

mento

s d

e u

na

dete

rmin

ada

época

y l

ugar

nos

muestr

an

últim

as

volu

nta

des

muy

sem

eja

nte

s,

o d

e

que

la

activid

ad

económ

ica

obedece

a c

iclo

s -

y e

sta

mos p

onie

ndo

eje

m-

plo

s t

emáticos

de

tra

bajo

s h

isto

riográ

ficos

reale

s-,

un

fenóm

eno

nuevo

es,

com

o l

o e

s e

l aconte

cim

iento

, una

anom

alía

en

lo

que

exis

te y

tal

anom

alía

sólo

es identificable

desde

el conocim

iento

suficie

nte

de

lo

que

exis

te,

dentr

o d

e u

nas ideas p

revia

s,

en

contr

aste

con

las c

uale

s p

ode

-

6�5��6���&3�����������������������������������5(��&��/����6������� �#�+��

��8�#1����

0��������"� � �$��*�

mos

perc

ibir

tal

«anom

alía».

Esto

quie

re d

ecir,

en

definitiv

a,

que

la

in

-

vestigació

n h

istó

rica

tie

ne

que

ir

encaja

ndo

«hechos»

dentr

o d

e i

deas

pre

concebid

as e

n inte

nto

s s

ucesiv

os d

e e

xplic

ar

una

situació

n d

esde

el

anális

is d

el

com

port

am

iento

de

sus

ingre

die

nte

s y

del

origen

de

ello

s,

por

no

decir

desde

sus

«causas».

Pero

lle

ga

un

mom

ento

en

que

los

nuevos h

echos n

o p

ueden

explic

ars

e d

esde

las ideas e

sta

ble

cid

as.

En-

tonces s

e p

roducen

«re

volu

cio

nes c

ientíficas».

El

investigador

his

tórico,

aunque

sea

de

form

a i

mplícita

y a

un

incons-

cie

nte

, busca

sus h

echos d

el pasado

sirvie

ndo

al in

tento

de e

xplic

ar

por-

qués.

Es p

osib

le q

ue

una

investigació

n h

istó

rica

se

dete

nga

en

la

mera

«descripció

n».

Es d

ecir,

aport

e los s

ucesos q

ue

dan

a c

onocer

las f

uen

-

tes

en

una

situació

n h

istó

rica

que

el

his

toriador

encuentr

a y

a d

efinid

a.

Pero

la

descripció

n e

s sólo

una

part

e d

e la

real

investigació

n h

istó

rica.

Constr

uir

hipóte

sis

es u

na

tare

a q

ue

va

lig

ada

sie

mpre

a la

form

ula

ció

n

de

las p

regunta

s y

que

se

hace

necesaria

desde

que

se

reúnen

los p

ri-

mero

s h

echos p

ert

inente

s e

n e

l fe

nóm

eno

que

se investiga.

No

es d

udo

-

so q

ue

muchas investigacio

nes h

istó

ricas e

mpie

zan

en e

l in

tento

de

«re

-

llenar»

un

espacio

cro

noló

gic

o d

ete

rmin

ado

con

los s

ucesos q

ue

lo

ca

-

racte

rizan.

Muchas investigacio

nes h

an

em

pezado

ahí

y,

en

ocasio

nes,

no h

an s

upera

do e

sa f

ase.

Pero

sin

la

constr

ucció

n d

e h

ipóte

sis

no

es p

osib

le d

ar

cuenta

al final de

una

investigació

n d

e las r

azones p

or

las q

ue

una

situació

n h

istó

rica

es

com

o e

s.

El id

eal de

la

cie

ncia

es q

ue

una

hipóte

sis

no

sea

más q

ue

un

instr

um

ento

que

nos p

erm

ite

ir

cole

ccio

na

ndo

dato

s,

que

orienta

la

bús-

queda

de

nuevas e

vid

encia

s e

mpír

icas,

que

ilu

min

a la

lectu

ra d

e los d

o-

cum

ento

s o

dete

rmin

a las p

regunta

s a

hacer

a las f

uente

s -

sean

ésta

s

las q

ue

sean

-. U

na

hipóte

sis

es a

lgo

que,

por

definic

ión,

sirve

para

ser

enfr

enta

da

a los d

ato

s y

que

debe

ser

sis

temáticam

ente

puesta

a p

rue

-

ba.

Lo

que

ocurr

e e

s q

ue

en

la

cie

ncia

los investigadore

s s

e a

ferr

an

mu

-

chas v

eces a

las h

ipóte

sis

pro

puesta

s a

unque

los d

ato

s t

iendan

a n

egar-

las.

Para

salv

ar

sus

hipóte

sis

los

investigadore

s a

cuden

ento

nces

a

constr

uir

otr

as h

ipóte

sis

ad

hoc,

para

apunta

lar

las

prim

era

s e

ir

resol-

vie

ndo

las

contr

adic

cio

nes

que

surg

en

sin

tener

que

desecharlas.

Ese

es u

n c

am

ino

equiv

ocado

de

la

cie

ncia

, detrás d

el cual se

ven

ord

inaria

-

mente

, sobre

todo

en las c

iencia

s s

ocia

les,

las r

esis

tencia

s ideoló

gic

as.

Rara

vez u

na

prim

era

hipóte

sis

explic

ativa

de

un

pro

ble

ma,

fenóm

eno

o

gru

po

de

fenóm

enos,

en

cualq

uie

r cie

ncia

y t

am

bié

n e

n la

his

toriogra

fía,

perv

ive

a l

o l

arg

o d

e u

na

investigació

n.

Las

hipóte

sis

prim

era

s s

uele

n

ser

erróneas e

n t

odo

o e

n p

art

e.

Investigar

es justa

mente

ir

destr

uyendo

esas h

ipóte

sis

prim

era

s y

, si

es p

recis

o,

cam

bia

r to

da

la

orienta

ció

n d

e

la búsqueda

de

nuevas r

ealid

ades y

verd

ades.

Exis

ten

pro

cesos h

istó

ri-

cos p

ara

los

que

nunca

hem

os t

enid

o e

xplic

acio

nes

satisfa

cto

rias

pero

muchas h

ipóte

sis

de

tra

bajo

. Las c

ausas d

e la

decadencia

de

Rom

a,

de

la

desaparició

n d

e la

cultura

maya,

de

la

pote

ncia

del nazis

mo

en

los

país

es g

erm

ánic

os,

del

anarq

uis

mo

español, d

el

fracaso

de

los s

upues-

tos r

egím

enes s

ocia

lista

s e

n e

l sig

lo X

X..

.

De la

observ

ació

n a

la e

xplic

ació

n d

e la

his

toria

La

pers

iste

ncia

en

la

identificació

n e

ntr

e «

investigació

n h

istó

rica»

y «

re-

lato

his

toriográ

fico»,

o,

mejo

r, d

e l

a i

dentificació

n d

el

«pro

ducto

» d

e l

a

his

toriogra

fía

con

el

rela

to,

ha

sid

o,

y lo

es aún,

uno

de

los o

bstá

culo

s

más i

mport

ante

s p

ara

esta

ble

cer

en

el

seno

de

la

dis

cip

lina

un

corp

us

meto

doló

gic

o m

ejo

r art

icula

do.

Com

o h

em

os d

icho

al habla

r de

la

expli-

cació

n h

istó

rica,

el

dis

curs

o d

e l

a h

isto

ria

contiene

rela

tos,

pero

no

se

com

pone e

xclu

siv

am

ente

de e

llos.

La

observ

ació

n h

istó

rica.

En

realid

ad,

el

asunto

debem

os e

nfo

carlo

co

-

mo

una

vert

iente

del pro

ble

ma

de

la

observ

ació

n.

La

observ

ació

n e

s,

en

princip

io,

una

actitu

d d

e c

onocim

iento

común,

es la

fuente

de

toda

expe

-

riencia

y d

e e

lla s

urg

e t

odo

conocim

iento

fundam

enta

do.

El conocim

ien

-

to c

ientí

fico

se

apoya

sobre

la

observ

ació

n s

iste

mática,

masiv

a,

ord

ena

-

da

y d

irig

ida

y lo

más d

ivers

ific

ada

posib

le.

Las

hipóte

sis

y la

observ

a-

ció

n d

e la

realid

ad

constitu

yen

una

arm

azón

dia

léctica

no

fra

gm

enta

ble

.

No p

uede

exis

tir

la u

na

sin

la o

tra.

Podem

os s

eñala

r aquí

que

en

más d

e u

na

ocasió

n s

e h

a d

iscutido

si la

his

toriogra

fía

podrí

a s

er

tenid

a p

or

un

tip

o d

e e

stu

dio

basado

en

la

ob

-

serv

ació

n.

«O

bserv

ació

n h

istó

rica»

es,

desde

luego,

una

expre

sió

n b

as-

tante

usada

por

los p

receptista

s c

lásic

os p

ara

defe

nderla

o r

efu

tarla.

La

dis

cusió

n lle

ga

hasta

Marc

Blo

ch.

El

pro

ble

ma

es aún

más s

ingula

r por

alg

unas c

onnota

cio

nes e

specífic

as q

ue

tie

ne

el estu

dio

del pasado:

1)

Las fuente

s s

on s

iem

pre

media

tas.

2)

Se

suele

decir

que

nos e

ncontr

am

os «

con

com

port

am

iento

s s

ingula

-

res d

e s

iste

mas s

ingula

res».

3)

Nos e

ncontr

am

os a

nte

realid

ad

es d

e e

xtr

em

a c

om

ple

jidad,

tanto

por

el núm

ero

de los d

ato

s c

om

o p

or

el cará

cte

r de s

us r

ela

cio

nes.

Pero

en

la

medid

a e

n q

ue,

según

mante

nem

os a

quí,

la

his

toriogra

fía

es

el

estu

dio

de

los c

om

port

am

iento

s e

n e

l tiem

po

de

fenóm

enos s

ocia

les,

se

basa

igualm

ente

en

la

observ

ació

n.

En

el

terr

eno

his

toriográ

fico,

es-

tas r

ealid

ades lle

nan

de

sentido

aquella

s p

ala

bra

s d

e M

arc

Blo

ch

acerc

a

de q

ue «

los d

ocum

ento

s n

o h

abla

n s

ino c

uando

se

sabe

inte

rrogarlos»

7.

¿Cóm

o e

s p

osib

le o

bserv

ar

el pasado?

La

respuesta

es q

ue

la

constr

uc-

ció

n d

e los d

ato

s h

istó

ricos s

e h

ace

sobre

«huella

o «

testim

onio

y

ello

s s

on

los o

bserv

able

s.

Pero

¿qué

es y

cóm

o s

e p

ractica

la

observ

a-

ció

n e

n la

his

toria?

El

pro

ble

ma

centr

al

es e

n la

his

toriogra

fía

el

mis

mo

que

en

las c

iencia

s e

n s

u c

onju

nto

, pero

la

tra

dic

ión

his

toriográ

fica

nun

-

ca

ha

sid

o u

nánim

e e

n l

a c

onsid

era

ció

n d

e l

a h

isto

riogra

fía

com

o u

na

cie

ncia

de

observ

ació

n.

Natu

ralm

ente

, la

his

toriogra

fía

no

puede

«obser-

var

el

pasado».

Ni

cie

ncia

alg

una

puede

hacerlo.

Exis

ten

fenóm

enos

que

pueden

ser

observ

ados

con

los

sentidos

porq

ue

se

pro

ducen

ante

nuestr

a v

ista

. E

, in

clu

so,

bie

n s

e p

roducen

repetidam

ente

o b

ien

pueden

ser

repetidos e

xperim

enta

lmente

. La

his

toriogra

fía

no

puede

observ

ar

el

pasado

hum

ano;

ni la

cosm

olo

gía

el pasado

del univ

ers

o,

ni la

geolo

gía

el de

la

tie

rra,

ni la

psic

olo

gía

los e

sta

dos m

enta

les o

mente

s s

ucesiv

as

que

un

hom

bre

atr

avie

sa.

Pero

las c

iencia

s e

stu

dia

n f

enóm

enos q

ue

es-

tán

a la

vis

ta o

que

no

lo

está

n.

Alg

unas e

stu

dia

n a

mbos t

ipos y

la

his

to-

riogra

fía

está

inclu

ida

entr

e e

llas.

La

his

toriogra

fía

no

es

el

estu

dio

del

pasado,

sin

o e

l estu

dio

del

com

port

am

iento

socia

l te

mpora

l y

part

e d

e

ese c

om

port

am

iento

está

a la

vis

ta...

No

obsta

nte

, la

cuestión

esencia

l no

es e

sa,

sin

o la

de

que

las c

iencia

s

que

no

estu

dia

n,

o n

o e

stu

dia

n s

iem

pre

, fe

nóm

enos a

la

vis

ta t

ienen

que

conocer

la r

ealid

ad

a t

ravés d

e h

uella

s,

testim

onio

s,

reliq

uia

s.

En

el sen

-

tido

meto

doló

gic

o m

ás d

irecto

, te

stim

onio

s,

huella

s y

reliq

uia

s p

ueden

y

7������� 1 �#���������� �$��)<�

tienen

que

ser

observ

ados.

Ento

nces s

e intr

oduce

el

concepto

de

docu-

mento

y e

ntr

am

os e

n e

l m

undo

genérico

de

las f

uente

s d

e info

rmació

n.

En e

l caso d

e la h

isto

riogra

fía e

sas fuente

s d

e la o

bserv

ació

n s

on las lla

-

madas tópic

am

ente

fuente

s d

e la h

isto

ria.

Desde

nuestr

as p

osic

iones

de

hoy la

consid

era

ció

n d

e la

his

toriogra

fía

com

o c

iencia

de

observ

ació

n n

o p

are

ce

dudosa.

Los t

estim

onio

s h

istó

ri-

cos s

on

«observ

able

s»,

son

recopila

ble

s,

acum

ula

ble

s y

tra

table

s s

iste

-

máticam

ente

desde

una

definic

ión

pre

via

y e

str

icta

de

una

tip

olo

gía

de

los «

hechos»

que

esta

mos b

uscando.

La p

regunta

sobre

la

«observ

abili

-

dad»

de

los t

estim

onio

s n

o s

e r

efiere

a las f

uente

s e

n sí

mis

mas,

sin

o a

las

info

rmacio

nes

concre

tas

que

buscam

os

en

ella

s.

Desde

un

dis

eño

pre

cis

o d

e u

na

investigació

n h

istó

rica,

la m

ate

ria

que

se

investiga

es,

desde

luego,

observ

able

; no

se

tra

ta m

era

mente

de

reconstr

ucció

n e

s-

pecula

tiva.

La

observ

ació

n d

e la

his

toria

es la

observ

ació

n d

e las

fuente

s.

Pero

el

conocim

iento

de la

his

toria

no s

e r

educe

exclu

siv

am

ente

a la

explo

tació

n

de

las f

uente

s,

sin

o q

ue

se

apoya

tam

bié

n e

n c

onocim

iento

«no

basado

en

fuente

s»,

com

o h

a d

icho

Topols

ky

8,

lo q

ue

es u

na

manera

sim

ple

de

decir q

ue las f

uente

s n

o funcio

nan

sin

un a

para

to teórico

-crí

tico.

Es m

ás,

no

es f

actible

ni siq

uie

ra e

l concepto

de

fuente

sin

la

idea

corr

ela

tiva

de

«fu

ente

para

...»

. La

conceptu

ació

n d

e las f

uente

s d

e la

his

toria

ha

cam

-

bia

do

hoy

drá

sticam

ente

, lo

mis

mo

que

su

tra

tam

iento

, com

o v

ere

mos

más a

dela

nte

en

este

mis

mo

capítulo

. E

l pro

ble

ma

meto

doló

gic

o d

e la

observ

ació

n h

istó

rica

a t

ravés d

e las

fuente

s e

s,

en

definitiv

a,

si

la o

b-

serv

ació

n e

mpír

ica

es u

n p

roceso

que

tie

ne

que

esta

r dirig

ido

estr

icta

-

mente

desde

insta

ncia

s m

eto

doló

gic

as q

ue

van

más a

llá d

e lo

em

pír

ico,

desde

las t

eorí

as,

las h

ipóte

sis

, la

s c

onje

tura

s,

o s

i vale

un

ingenuo

in

-

ductivis

mo q

ue c

ree q

ue lo p

rim

ero

es la

recole

cció

n d

e los h

echos.

Hay,

no o

bsta

nte

, una

cara

cte

rística

que

dis

tingue

a las c

iencia

s q

ue

tra

-

baja

n s

obre

testim

onio

s d

e las

que

lo

hacen

sobre

fenóm

enos p

resen

-

tes.

Y e

s q

ue

aquélla

s n

o p

ueden

pro

ducir

sus

fuente

s.

El

his

toriador,

salv

o e

n lo

que

se

refiere

a la

his

toria

del

pre

sente

, no

puede

constr

uir

sus f

uente

s,

tiene

que

vale

rse

de

las q

ue

exis

ten.

El his

toriador

no

pue-

8�=���$��#>+�����������$��BI �

de

pre

para

r encuesta

s d

e o

pin

ión,

ni

puede

«fa

bricar»

docum

enta

ció

n,

fuera

de

los p

rocedim

iento

s d

e la

his

toria

ora

l. E

l descubrim

iento

de

las

fuente

s e

s,

por

tanto

, el prim

er

trabajo

de

observ

ació

n.

Pero

las f

uente

s

no

pueden

descubrirs

e s

ino

desde

las h

ipóte

sis

pre

via

s.

Las m

onogra

fí-

as

his

tóricas

investigan

pro

ble

mas,

asunto

s,

parc

ela

s d

e l

a r

ealid

ad

y

deben

buscars

e las f

uente

s q

ue

puedan

dar

noticia

s a

cerc

a d

e p

regun

-

tas c

oncre

tas s

obre

institu

cio

nes,

pensam

iento

s,

cam

bio

s s

ocia

les,

etc

.

Una

fuente

his

tórica

es f

uente

«para

» a

lguna

his

toria;

pero

una

mis

ma

fuente

, in

dudab

lem

ente

, puede

conte

ner

info

rmacio

nes p

ara

varios p

ro-

ble

mas o

puede

inte

rpre

társ

ela

de d

ivers

as f

orm

as.

La

confr

onta

ció

n d

e las h

ipóte

sis

con

los h

echos,

y v

icevers

a,

conducirá

la investigació

n h

acia

la

acum

ula

ció

n d

e u

n c

onju

nto

im

port

ante

de

«da

-

tos» s

obre

alg

una

realid

ad

que c

ada

vez a

pare

cerá

mejo

r definid

a y

deli-

mitada.

Ese

univ

ers

o d

e los d

ato

s p

odrá

haber

sid

o m

ejo

rado,

optim

iza

-

do,

con

la

aplic

ació

n d

e d

ivers

as técnic

as d

e t

rabajo

, cualit

ativas o

cuan-

tita

tivas.

Pero

una

cuestión

de

im

port

ancia

, no

obsta

nte

, que

el

investi-

gador

no

puede

nunca

perd

er

de

vis

ta e

s u

n a

xio

ma

sutil

acerc

a d

e la

rela

ció

n e

ntr

e info

rmació

n y

explic

ació

n d

e u

n f

enóm

eno

o d

e u

n p

roce-

so:

¿el

aum

ento

lin

eal

de

la

info

rmació

n s

obre

un

dete

rmin

ado

tem

a s

e

transm

ite

lin

ealm

ente

tam

bié

n a

una

mejo

r in

telig

encia

de

él?

; ¿

la e

xpli-

cació

n d

e u

na

realid

ad

es

estr

icta

mente

pro

porc

ional

a l

a i

nfo

rmació

n

acum

ula

da

sobre

ella

?

La

rela

ció

n q

ue

buscam

os e

s b

asta

nte

com

ple

ja y

para

esta

ble

cerla

es

pre

cis

o d

ete

rmin

ar

prim

ero

la

cualid

ad

de

la

info

rmació

n r

ecib

ida.

Pero

puede

esta

ble

cers

e,

en

princip

io,

que

hasta

un

dete

rmin

ado

niv

el de

co

-

nocim

iento

la

aport

ació

n d

e «

dato

contr

ibuye

lin

ealm

ente

al in

cre

men-

to d

el

conocim

iento

del

asunto

pero

a p

art

ir d

e u

n u

mbra

l, q

ue

en

cada

sis

tem

a t

iene

un

mom

ento

difere

nte

de

aparició

n,

cuando

se

tra

ta d

e

continuar

con

la

aport

ació

n d

e h

echos

redundante

s,

tal

info

rmació

n y

a

no

enriquece

el

conocim

iento

si

el

curs

o d

e la

investigació

n n

o p

asa

a

una

fase

cualit

ativam

ente

dis

tinta

, la

de

la

org

aniz

ació

n s

iste

mática

de

tale

s d

ato

s c

on

arr

eglo

a c

rite

rios q

ue

no

son

ya

exclu

siv

am

ente

em

pír

i-

cos y

la

de

aplic

ació

n d

e c

onocim

iento

s f

orm

ale

s y

de

contr

asta

cio

nes

de

evid

encia

s y

a a

dquirid

as.

El

investigador

de

la

his

toria,

de

la

socie

-

dad

en

genera

l, t

iene

que

tener

en

cuenta

que

una

inm

ensa

acum

ula

-

ció

n d

e d

ato

s t

iene u

n u

mbra

l a p

art

ir d

el cual ya n

o e

s p

roductiva.

El méto

do d

e e

xplic

ació

n.

La

desem

bocadura

lógic

a d

el pro

gre

so d

e u

na

investigació

n e

s,

ya

lo

hem

os d

icho,

la c

onstr

ucció

n d

e u

na

explic

ació

n.

A la

explic

ació

n h

istó

rica

le

hem

os

dedic

ado

ya

un

espacio

nota

ble

en

esta

obra

y n

o e

s p

recis

o i

nsis

tir

de

nuevo

sobre

su

conceptu

ació

n y

pro

ble

mas

9.

Recalq

uem

os ú

nic

am

ente

que

si

la h

isto

riogra

fía

no

puede

resum

irse

en

el

rela

to h

istó

rico

y s

i la

explic

ació

n d

e l

a h

isto

ria,

com

o

mante

nem

os,

debe

situars

e e

n l

a t

ipolo

gía

de

las

explic

acio

nes

agen

-

cia

l-estr

uctu

rale

s,

lo q

ue

cabe

pro

poner

es

que

la

form

a d

e e

xpre

sió

n

del dis

curs

o h

istó

rico

tie

ne

que

coin

cid

ir,

en

mayor

o m

enor

medid

a,

con

lo q

ue

podem

os lla

mar

la p

roposic

ión

arg

um

enta

tiva.

O,

de

otr

a m

anera

,

que

el dis

curs

o s

erá

un

conju

nto

de

pro

posic

iones d

onde

se

arg

um

ente

,

con

las e

vid

encia

s d

isponib

les,

con

la

constr

ucció

n d

e m

odelo

s e

xplic

a-

tivos,

si hay lugar

a e

llo,

la n

ecesid

ad

de

que

las c

osas o

curr

iesen

com

o

han

ocurr

ido

y la

posib

ilidad

de

que

una

dete

rmin

ada

realid

ad

pre

sente

rasgos

extr

apola

ble

s h

acia

pro

posic

ion

es

de

mayor

gra

do

de

genera

li-

dad -

ela

bora

das p

or

pro

cedim

iento

s c

om

para

tivos,

si es p

osib

le.

La

explic

ació

n h

istó

rica

es,

com

o c

ualq

uie

r otr

a,

más

un

pro

ceso,

una

cadena

de

arg

um

enta

cio

nes o

rdenadas,

que

una

únic

a p

roposic

ión

aca

-

bada.

Pero

tie

ne

que

conta

r con

esta

últim

a u

na

cualid

ad:

una

explic

a-

ció

n t

iene

que

mostr

ar

el pro

ceso

meto

doló

gic

o q

ue

la

ha

pro

ducid

o.

La

explic

ació

n m

ism

a,

o e

l esbozo

de

ella

, no

es,

pues,

una

sim

ple

pro

posi-

ció

n f

inal sin

o u

n p

roceso

que

muestr

a s

us f

ases.

No

basta

con

decir

lo

que s

abem

os s

ino

que

es p

recis

o d

ecir

cóm

o lo s

abem

os.

Esta

cadena

que

com

pone

la

explic

ació

n a

dopta

genera

lmente

la

form

a

de e

xposic

ión

que s

igue

el cam

ino

rela

to�

arg

um

ento

s�

genera

lizacio

nes�

explic

acio

nes

y q

ue

pueden

orienta

r la

constr

ucció

n d

e u

n t

exto

. D

esde

luego,

pre

ten

-

der

que

es p

osib

le e

l paso

a g

enera

lizacio

nes

del

tipo

de

una

«le

es

hoy día

una

pre

sunció

n inju

stificada,

com

o s

abem

os.

Un

lib

ro d

e h

isto

ria

9�5(�����#&��� �$4&����!�

debe

tener

esas

tre

s c

osas:

rela

to,

arg

um

enta

ció

n y

genera

lizacio

nes,

pero

el his

toriador

puede

y d

ebe

dis

ponerlas a

su

arb

itrio,

de

la

form

a e

n

que

las c

onclu

sio

nes,

el

pro

ducto

investigado,

pueda

ser

mejo

r in

terc

o-

munic

ado.

El

sis

tem

a c

lásic

o d

e r

ela

to d

e «

hechos»,

seguid

o d

e j

uic

io

sobre

ello

s y

culm

inado

en

unas c

onclu

sio

nes,

puede

ser

tenid

o h

oy p

or

una

sim

plif

icació

n f

actu

al im

pro

pia

e insatisfa

cto

ria,

pero

indic

a u

n o

rden

natu

ral.

El

cam

ino

invers

o e

s igualm

ente

pla

usib

le.

La

his

toria

puede

explic

ars

e

«al

revés»,

en

el

sentido

contr

ario

al

desarr

ollo

del

tiem

po,

y t

am

bié

n

una

his

toria

puede

em

pezar

exponie

ndo

las m

ás p

erf

iladas

genera

liza

-

cio

nes y

racio

naliz

acio

nes q

ue

el his

toriador

puede

constr

uir,

para

lle

gar

finalm

ente

a la

descripció

n d

e los e

lem

ento

s m

ás p

orm

enorizados d

e la

situació

n h

istó

rica

consid

era

da.

Dic

ho

de

form

a s

inté

tica:

una

explic

ació

n s

iste

mática

de

la

his

toria

obli-

ga

a a

dopta

r un

sis

tem

a e

xpositiv

o b

asado

en

pro

posic

iones a

rgum

enta

-

tivas,

pero

éste

no

puede

pre

scin

dir

de

todos los e

lem

ento

s d

escriptivos

que

sean

pre

cis

os y

ello

hace

que

desde

el punto

de

vis

ta e

str

icta

mente

meto

doló

gic

o s

ea

pre

cis

o a

rtic

ula

r com

o «

pro

ducto

fin

al»

del his

toriador,

un

texto

, un

dis

curs

o e

scrito

que

tro

pie

za

con

evid

ente

s d

ific

ultades p

ara

expre

sar

ese

«sis

tem

ism

o a

rgum

enta

tivo».

El

pro

ducto

fin

al

de

la

his

to-

riogra

fía

tie

ne

com

o v

ehíc

ulo

prá

cticam

ente

exclu

siv

o,

aunque

en

alg

u-

na

de

sus p

art

es c

on

otr

as p

osib

ilidades,

el

lenguaje

verb

al. L

a h

isto

rio-

gra

fía,

com

o la

mayor

part

e d

e las p

roduccio

nes

de

las c

iencia

s s

ocia

-

les,

se

expre

sa

en

texto

s,

no

en

ecuacio

nes,

ni en

dia

gra

mas,

ni en

soft-

ware

o e

n m

eta

lengua

jes.

De

la

natu

rale

za

del

dis

curs

o h

isto

riográ

fico

hem

os h

abla

do

ya

tam

bié

n.

En

el

terr

eno

absolu

tam

ente

más p

ragmáti-

co

del pro

ceso

meto

doló

gic

o la

cuestión

ahora

es cóm

o s

e c

om

pone

un

libro

de

his

toria.

La

exposic

ión.

Una

exposic

ión

de

dete

rmin

ado

devenir

his

tórico

a t

ravés

de

los r

ecurs

os h

abituale

s d

el le

nguaje

verb

al tiene

que

mante

ner

un

al-

to g

rado

de

rela

ció

n c

on

el dis

curs

o e

n f

orm

a d

e r

ela

to,

asunto

al que

ya

nos h

em

os r

efe

rido.

Pero

la

art

icula

ció

n d

e u

n r

ela

to,

por

más q

ue

otr

a

cosa

se

pre

tenda,

no

explic

a la

his

toria,

no

la

racio

naliz

a.

Un

rela

to p

re-

senta

el

cóm

o d

e las c

osas,

pero

no

explícita

los

porq

ués.

Rela

to d

e la

dia

cro

nía

his

tórica,

sí,

pero

si

lo q

ue

se

tie

ne

com

o o

bje

tivo

es la

expli-

cació

n d

e los «

esta

dos s

ocia

les»

es p

recis

o p

roponer

una

vis

ión

de

las

estr

uctu

ras o

cultas d

e las s

ituacio

nes h

istó

ricas y

arg

um

enta

r sobre

su

origen,

su

alc

ance

y s

u e

volu

ció

n h

asta

la

cre

ació

n d

e n

uevos e

sta

dos

dis

tinguib

les d

e los a

nte

riore

s.

Lo

que

esto

sig

nific

a e

n e

l pla

no

epis

te-

moló

gic

o lo

hem

os c

om

enta

do.

La

cuestión

meto

doló

gic

a a

lude

a la

for-

ma

en

que

el

his

toriador

puede

pre

senta

r re

lato

s y

arg

um

enta

cio

nes

perf

ecta

mente

art

icula

dos

en

un

dis

curs

o t

extu

al.

En

definitiv

a,

en

una

obra

o l

ibro

o e

n o

tro

soport

e m

ate

rial

donde

la

com

unic

ació

n,

desde

luego,

se h

aga e

n lenguaje

natu

ral.

El

hecho

de

que

una

situació

n h

istó

rica

se

pre

sente

mostr

ando

cie

rtas

realid

ades

«sis

tém

icas»,

irre

ductible

s a

otr

as

más

sencill

as,

que

son

continuam

ente

pert

urb

adas y

que,

por

tanto

, cam

bia

n,

en

form

a d

e s

iste

-

mas q

ue

atr

avie

san

esta

dos s

ucesiv

os,

es la

razón d

e la d

ific

ultad

princi-

pal,

pero

tam

bié

n e

s la

cla

ve,

para

la

exposic

ión

de

la

his

toria.

El

len

-

guaje

natu

ral, h

abla

do

o e

scrito

, puede

describir

un

sis

tem

a s

ocia

l y s

u

com

port

am

iento

a t

ravés d

e m

uy d

ivers

os c

am

inos.

Puede

alu

dir

prim

e-

ro a

los e

lem

ento

s,

después a

las r

ela

cio

nes s

imple

s,

los s

ubsis

tem

as y

,

por últim

o,

a la

entidad

glo

bal del sis

tem

a c

onsid

era

do.

Pero

puede

tam

-

bié

n s

eguir

la

vía

invers

a:

exponer

el

modelo

, bie

n v

erb

al, b

ien

form

ali-

zado

en

mayor

o m

enor

escala

, con

el auxili

o d

e o

tros lenguaje

s n

o n

a-

tura

les

-m

ate

mático,

grá

fico

-, b

ien

por

una

utiliz

ació

n c

onju

nta

de

todos

ello

s,

para

pasar

después

a la

descripció

n y

arg

um

enta

ció

n r

ela

tivas

a

subsis

tem

as,

rela

cio

nes y

ele

mento

s.

Uno

y o

tro

cam

ino

son

válid

os.

La

dific

ultad

estr

iba

en

cóm

o c

onju

gar

sin

cro

nía

y d

iacro

nía

, m

ientr

as q

ue,

de

otr

a p

art

e,

las n

ecesid

ades d

el

dis

curs

o a

rgum

enta

tivo

oblig

an

a s

e-

para

r dos g

randes

cam

pos:

el

libro

de

his

toria

genera

l y la

monogra

fía

temática,

a los q

ue n

os h

em

os r

efe

rido.

El pro

ble

ma

es cóm

o r

epre

senta

r en

un

texto

, en

un

dis

curs

o q

ue

es p

or

definic

ión

secuencia

l, los n

ivele

s d

e a

ctivid

ad

enla

zados s

isté

mic

am

ente

y,

en

ese s

entido,

sin

cró

nic

os,

que

art

icula

n la m

ecánic

a s

ocia

l y q

ue a

c-

túan

de

form

a a

bsolu

tam

ente

inte

rrela

cio

nad

a,

circula

r, q

ue

está

n c

ode

-

term

inados:

economía

, dinám

ica

de

pobla

ció

n,

gru

pos s

ocia

les,

eje

rcic

io

del

poder

y la

dom

inació

n,

cre

ació

n ideoló

gic

a,

ecolo

gía

, equip

am

iento

mate

rial

y p

roducció

n inte

lectu

al,

no

son

mero

s e

str

ato

s d

escriptible

s y

separa

dos e

n la

realid

ad,

sin

o q

ue

tie

nen

mucho

de

abstr

accio

nes m

eto

-

doló

gic

as q

ue

para

ente

nder

la r

ealid

ad

aplic

am

os a

su

estu

dio

. T

odas

las insta

ncia

s o

niv

ele

s o

secto

res d

e la

vid

a s

ocia

l está

n e

str

echam

ente

corr

ela

cio

na

dos,

codete

rmin

ados.

Recurs

os m

ate

riale

s,

gru

pos s

ocia

les,

hegem

onía

s p

olíticas

o i

deoló

gic

as,

sim

bolis

mos

cultura

les,

cre

ació

n

cie

ntífica

son,

en

una

dete

rmin

ada

coyuntu

ra s

ocia

l e

his

tórica,

ele

men

-

tos,

de

hecho,

inextr

icable

s.

¿P

or

dónde,

pues,

em

pezar

la d

escripció

n

his

tórica

del

com

port

am

iento

de

un

dete

rmin

ado

conju

nto

hum

ano

en

busca d

e la e

xposic

ión

de

una

his

toria

genera

l de é

l?

Este

pro

ble

ma

es e

specia

lmente

acusado

en

las h

isto

rias g

enera

les,

pe-

ro a

otr

o n

ivel es d

ete

cta

ble

en

cualq

uie

r tipo

de

his

toria

sis

temática.

Un

libro

de

his

toria

tie

ne

div

ers

as p

art

es y

en

él

de

alg

una

manera

han

de

inte

gra

rse

rela

tos,

arg

um

enta

cio

nes

y p

roposic

iones

genera

lizadora

s.

Exis

ten

buenas

eje

mplif

icacio

nes

de

las

dific

ultades

que

se

pre

senta

n

para

una

art

icula

ció

n s

uficie

nte

de

la

exposic

ión

de

lo

his

tórico

y d

e có

-

mo

se

resuelv

en

perm

itié

ndonos v

er

los s

iste

mas d

esde

todos los á

ngu

-

los d

e s

u inte

ligib

ilidad.

Exis

ten

variadas o

bra

s d

e d

ivers

o t

ala

nte

y r

eso-

lució

n q

ue

eje

mplif

ican

modelo

s s

ingula

res d

e e

xposic

ión

de

la

difíc

il ar-

ticula

ció

n d

e la

his

toria.

El

céle

bre

estu

dio

de

Bra

udel

sobre

el

Medite

-

rráneo

en

la

época

de

Felip

e I

I es u

n m

odelo

para

dig

mático.

Pero

esa

maestría

se

puede

ver

tam

bié

n e

n M

om

msen

tra

tando

de

la

his

toria

de

Rom

a,

en

Witold

Kula

y e

l fe

udalis

mo

pola

co,

en

I.

Walle

rste

in y

el

mo

-

dern

o s

iste

ma

mundia

l, e

n C

. G

inzburg

y e

l m

undo

sim

bólic

o d

e u

n m

oli-

nero

del sig

lo X

VI...

10

El re

lato

his

tórico

sim

ple

puede

ser

asim

ilado

a lo

que

la

descripció

n d

e

los

fenóm

enos,

su

cara

cte

rizació

n,

su

taxonom

izació

n,

repre

senta

en

cualq

uie

r méto

do

de

la

cie

ncia

socia

l e,

inclu

so,

de

la

natu

ral. E

l niv

el de

la d

escripció

n e

s lógic

am

ente

ante

rior

al de

la

explic

ació

n,

pero

la

metá

-

fora

exis

te s

iem

pre

en

todo

dis

curs

o c

ientí

fico.

Un

lib

ro d

e h

isto

ria

tie

ne

que

describir

-re

lata

r- y

tie

ne

que

explic

ar

-arg

um

enta

r-.

Un

lib

ro d

e h

is-

toria

es,

en

últim

o e

xtr

em

o,

un

dis

curs

o s

om

etido

a la

lógic

a d

e la

com

u-

nic

ació

n,

dis

curs

o q

ue

es

descriptivo

y a

rgum

enta

tivo.

La

«arg

um

enta

-

ció

es lo

que

difere

ncia

tal dis

curs

o d

el re

lato

.

10����#�����#��/��#���0���#���������&��#� ��� ����

Un

lib

ro d

e h

isto

ria

describe

un

sis

tem

a,

decim

os.

La d

escripció

n y

expli-

cació

n d

e u

n s

iste

ma

ha

de

basars

e e

n la

pre

senta

ció

n d

el

ele

mento

0

la r

ela

ció

n s

ignific

ativa,

la v

ariable

, la

rela

ció

n e

ntr

e v

ariable

s o

la

rela

-

ció

n e

ntr

e los s

ubsis

tem

as,

que

perm

ita

explic

ar

mejo

r cóm

o s

e c

rea,

re-

lacio

na,

mantiene

y d

estr

uye

tal

sis

tem

a.

La

cla

ve

está

en

el

descubri

-

mie

nto

de

la

variable

o la

rela

ció

n básic

a,

dete

rmin

ante

. La

descripció

n

de

una

his

toria

puede

em

pezar

por

cualq

uie

r sitio

y e

mple

ar

en

ella

la

metá

fora

. La

arg

um

enta

ció

n d

ebe

esta

r, s

in e

mbarg

o,

suje

ta a

una

lógi-

ca

estr

icta

. U

n l

ibro

de

his

toria

puede

escribirse

de

cualq

uie

r m

anera

.

Puede

em

pezar

por

la p

olítica

o t

erm

inar

en

ella

. Lo

que

no

puede

hacer

es d

escribir s

in a

rgum

enta

r o a

rgum

enta

r sin

describir.

La

his

toria

que

se

escribe

tie

ne

que

capta

r lo

his

tórico.

Decir

esto

no

es

una

obvie

dad,

porq

ue

el

mero

rela

to b

asado

en

fuente

s n

o e

xpre

sa

por

mis

mo

lo

his

tórico.

Desde

la

his

toria

genera

l a

la

mic

rohis

toria,

desde

la h

isto

ria

tota

l a

la

bio

gra

fía

indiv

idual, lo

que

define

la

his

toricid

ad

pro

-

pia

de

una

situació

n e

s a

lguna

variable

especia

lmente

sig

nific

ativa.

En

torn

o a

ella

tie

ne

el

his

toriador

que

constr

uir

su

«pro

ducto

»;

las d

emás

cosas s

on

mate

riale

s p

ara

el

edific

io.

Son

im

pre

scin

dib

les p

ara

la

edifi-

cació

n,

pero

no la s

ostienen.

His

toria

abie

rta:

las e

xplic

acio

nes e

n c

ontr

aste

. ¿

Cóm

o p

ueden

ser

con

-

trasta

das

las

explic

acio

nes

his

tóricas?

Entr

e q

uie

nes

no

conocen

sufi-

cie

nte

mente

la

form

a d

e o

pera

r de

la

cie

ncia

pro

duce

muchas v

eces e

s-

cándalo

la

situació

n f

recuente

de

dis

cord

ancia

palp

able

entr

e las «

expli-

cacio

nes»,

las «

inte

rpre

tacio

nes»,

los juic

ios

en

genera

l que

investiga

-

dore

s d

ivers

os p

ueden

dar

de

hechos q

ue

lógic

am

ente

no

pueden

tener

más q

ue

una

realid

ad

unív

oca.

La

razón

por

la c

ual F

ern

ando

VII

, re

y d

e

España,

en

septiem

bre

de

1832,

contr

adic

e s

us d

isposic

iones a

nte

riore

s

sobre

la

sucesió

n d

e s

u h

ija I

sabel,

para

decla

rar

here

dero

del

trono

a

su

herm

ano

Carlos,

sea

una

razón

sencill

a o

com

ple

ja,

no

puede

ser

más q

ue

una.

Pero

de

este

, y d

e o

tros m

uchís

imos e

pis

odio

s h

istó

ricos,

mín

imos o

com

ple

jos,

los t

estigos y

los h

isto

riadore

s h

an

dado

explic

a-

cio

nes m

uy d

istinta

s. ¿

Qué

sig

nific

a e

sto

?

Alg

unos

poco

docum

enta

dos

en

la

manera

de

funcio

nar

la e

xplic

ació

n

en

la

cie

ncia

han

habla

do

de

un

específic

o «

rela

tivis

mo

his

tórico»,

mani-

festa

ció

n d

el «re

lativis

mo

cognitiv

o»,

que

se

expre

sarí

a e

n q

ue

«es m

uy

habitual

en

his

toria,

aunque

no

exclu

siv

o d

e e

sta

dis

cip

lina,

encontr

ar

vers

iones r

adic

alm

ente

difere

nte

s d

e u

n m

ism

o a

conte

cim

iento

»11.

Esta

asevera

ció

n e

stá

aqueja

da

en

cie

rta

form

a d

e lo

que

podrí

am

os lla

mar

el «sín

dro

me S

chaff

»1

2.

Para

responder

adecuadam

ente

convendrí

a p

ar-

tir

de

un

hecho

bie

n e

sta

ble

cid

o e

n la

meto

dolo

gía

de

la

cie

ncia

: un

mis

-

mo c

onju

nto

de d

ato

s p

uede

satisfa

cer

dis

tinta

s e

xplic

acio

nes.

Es e

l pro

-

ble

ma

perm

anente

de

cóm

o c

om

pagin

ar

estr

echam

ente

la

explic

ació

n

con

los h

echos.

Eso

no

ocurr

e sólo

, en

modo

alg

uno,

con

la

explic

ació

n

de

la

his

toria.

Un

conju

nto

de

fenóm

enos p

uede

ser

explic

ado

de

div

er-

sas

manera

s,

sin

que

podam

os

decir

de

nin

guna

de

las

explic

acio

nes

que

es

fals

a.

Pero

, sin

duda,

exis

ten

explic

acio

nes

mejo

res

que

otr

as.

Que

de

una

mis

ma

situació

n h

istó

rica

haya

inte

rpre

tacio

nes d

ivers

as e

s

lo m

ism

o q

ue

ocurr

e e

n o

tras d

ivers

as investigacio

nes,

y n

o d

igam

os e

n

la s

ocia

l, e

n g

enera

l. N

o h

ay

nin

gún

gra

n p

roceso

-no

aconte

cim

ien

-

to-h

istó

rico

que

no s

ea

obje

to d

e c

ontr

overs

ia e

n s

u «

inte

rpre

tació

n».

Es e

rróneo

pensar

que

la

dis

paridad

de

explic

acio

nes d

e la

realid

ad

de

su

pro

pio

cam

po,

que

se

pre

senta

sie

mpre

dentr

o d

e las d

iscip

linas,

es

un

sig

no

de

su

debili

da

d.

Convie

ne

señala

r que

la

dis

paridad,

el contr

as-

te,

el debate

, la

agre

siv

idad,

inclu

so,

enta

bla

das e

ntr

e e

xplic

acio

nes d

is-

tinta

s d

e la

realid

ad,

no sólo

es c

omún

y n

orm

al en t

odo

tip

o d

e c

iencia

s,

inclu

idas,

por

supuesto

, la

s n

atu

rale

s,

sin

o q

ue

constitu

yen

un

pre

su-

puesto

inevitable

para

el

pro

pio

pro

gre

so

de

ella

s.

La

confr

onta

ció

n d

e

explic

acio

nes e

s e

sencia

l en

el desarr

ollo

cie

ntífico.

En

las c

iencia

s s

ocia

les la

cuestión

tie

ne

vert

iente

s m

uy p

eculia

res a

las

que

ya

nos h

em

os r

efe

rido

habla

ndo

de

las d

ific

ultades e

specíf

icas q

ue

tiene

la

explic

ació

n d

e las r

ealid

ades s

ocia

les,

cuyos c

uadro

s c

om

ple

tos

de

com

ponente

s n

os s

on

mal

conocid

os h

asta

el

día

de

hoy.

Todos a

d-

mitim

os

que

un

fenóm

eno

socia

l es

más d

ifíc

il d

e s

om

ete

r a,

o e

ncua

-

11����5����&����+�������������$��&� ����#�������$#� ���'4�� �'��&����+���������#&�� ������

�����#�%��3��������1�#&�����+���#� ��� ��#�#� ����#���0�����9�,� �!*W!B��� B���$$��

�!*@�!B�

12�U��1���#� ����&������&�#�����#$� ������� ����$������; 1�((����������������� �$$��

@A*���������3��� ������#�1�#&��������#���� �

�#��1���$��#&������ ������#�/��

�����

�������������P����� ����(��� �#���"�����������#�; 1�((���&���������$��/����������#�

��#�#���

dra

r bajo

, una

explic

ació

n c

om

ple

ta y

suficie

nte

que

pueda

ser

perf

ecta

-

mente

contr

asta

ble

que

la

genera

lida

d d

e los f

enóm

enos

natu

rale

s.

En

la e

scala

de

lo

natu

ral a

lo

socia

l el aum

ento

de

la

com

ple

jidad

es u

n h

e-

cho e

sta

ble

cid

o.

En

la

his

toriogra

fía

es n

orm

al

que

se

pre

sente

n d

ivers

as «

inte

rpre

tacio

-

nes»

para

fenóm

enos o

conju

nto

s d

e f

enóm

enos.

¿Cóm

o e

legir

la

acer-

tada?

La

meto

dolo

gía

de

la

cie

ncia

tie

ne

respuesta

para

esto

. La

mejo

r

inte

rpre

tació

n e

s a

quella

que

explic

a m

ás

cosas,

que

tie

ne

en

cuenta

más e

lem

ento

s y

que,

por

el contr

ario,

tiene

la

arq

uitectu

ra m

ás s

encill

a,

más s

imple

. U

na

inte

rpre

tació

n q

ue

tenga

en

cuenta

un

gra

n núm

ero

de

ele

mento

s p

uede

convert

irse

en

una

explic

ació

n s

atisfa

cto

ria.

E i

gual-

mente

lo

será

más a

quella

que

esté

apoyada

por

mayor

evid

encia

em

pí-

rica.

¿C

uále

s s

on

las

causas

de

la

caíd

a d

el

Imperio

rom

ano?

Exis

ten

desde

antiguo

div

ers

as m

anera

s d

e v

er

el fe

nóm

eno.

Unas inte

nta

n e

n-

contr

ar

causas s

imple

s y

pote

nte

s:

la d

em

ogra

fía,

el agota

mie

nto

de

los

suelo

s.

Otr

as,

causas m

ás d

iste

ndid

as y

«vis

ible

s»:

la irr

upció

n d

e p

ue

-

blo

s e

xtr

años,

etc

. E

sas c

onje

tura

s d

eberí

an

ser

apoyadas p

or

una

evi-

dencia

em

pír

ica,

por

dato

s, d

e u

na

enorm

e a

bundancia

. N

inguna

de

esas

explic

acio

nes

básic

as

puede

ser d

esechada.

Pro

bable

mente

la

mejo

r de

ella

s e

s la

que,

sin

exclu

ir a

las d

emás,

esta

ble

ce

con

cla

ridad

el papel

jerá

rquic

o d

e las e

vid

encia

s e

n e

l hecho

que

se

pre

tende

expli-

car.

2. U

NA

TE

ORÍA

DE

LA

DO

CU

ME

NT

AC

IÓN

HIS

RIC

A

Hem

os

inte

nta

do

describir

muy

sin

téticam

ente

un

modelo

de

pro

cedi-

mie

nto

de

investigació

n q

ue

el

his

toriador

em

ple

a.

No

es o

cio

so

insis

tir

de

nuevo

en

que

toda

pauta

meto

doló

gic

a h

a d

e s

er

muy a

bie

rta

en

sus

pre

scripcio

nes.

Aunque,

lo h

em

os d

icho

tam

bié

n r

epetidam

ente

, nin

gún

méto

do

gara

ntiza

la

verd

ad;

la a

usencia

de é

l hace

a é

sta

im

posib

le.

El conocim

iento

his

tórico

com

o c

ualq

uie

r otr

o s

e c

onstr

uye

con

info

rma-

ció

n y

concepto

s,

con

observ

ació

n y

con

pensam

iento

form

al,

esta

ndo

am

bas c

osas lig

adas d

ialé

cticam

ente

. E

n c

onsecuencia

, son

dos los e

x-

trem

os q

ue

quedan

aquí

todavía

por

trata

r: la

adquis

ició

n d

e info

rmació

n

his

tórica

y los instr

um

ento

s o

pera

tivos c

onceptu

ale

s más a

pro

pia

dos p

a-

ra p

enetr

ar

en

la

realid

ad

de

lo

his

tórico.

Esto

quie

re d

ecir

que

será

pre

-

cis

o h

abla

r prim

ero

de

las

fuente

s d

e la

his

toria

y d

espués d

e las

cate

-

gorí

as q

ue

em

ple

a e

l his

toriador,

sin

que

haya

alg

una

pre

scripció

n s

obre

qué

cosa

ha

de

pre

ceder

a l

a o

tra.

En

últim

o l

ugar,

es

im

pre

scin

dib

le,

además,

que

dis

pongam

os d

e u

nas técnic

as q

ue

perm

itan

obte

ner

info

r-

mació

n e

n las m

ejo

res c

ondic

iones y

nos p

erm

itan

el anális

is m

ás fia

ble

.

La

tra

dic

iona

l consid

era

ció

n d

e las «

fuente

s d

e la

his

toria»

com

o las r

e-

feridas

casi

en

exclu

siv

a a

la

docum

enta

ció

n o

rigin

al

de

arc

hiv

o,

debe

ser

inexcusable

mente

sustitu

ida

hoy

por

su

concepció

n y

tra

tam

iento

mucho

más a

mplio

, aunque

com

o p

arc

ela

específic

a,

dentr

o d

el

cam

po

de

la

docum

enta

ció

n.

La

tra

dic

iona

l «fu

ente

de

arc

hiv

que

ha

sid

o la

pie

za

esencia

l de

la

docum

enta

ció

n h

istó

rica

en

la

tra

dic

ión

positiv

ista

, y

que

vin

o a

reem

pla

zar

a la

his

toria

que

se

com

ponía

sie

mpre

sobre

rela

-

tos

his

tóricos

ante

riore

s,

es

hoy

un

tip

o m

ás,

y n

o n

ecesariam

ente

el

más im

port

ante

, entr

e los m

edio

s d

e info

rmació

n h

istó

rica.

Justa

mente

una

de

las c

ara

cte

rísticas m

ás a

cusadas

del

modern

o p

ro-

gre

so

de

la

utiliz

ació

n d

e l

a d

ocum

enta

ció

n h

istó

rica

es

la

concepció

n

cada v

ez más e

xte

ndid

a d

e q

ue «

fuente

para

la

his

toria»

puede

ser,

y d

e

hecho

es,

cualq

uie

r tipo

de

docum

ento

exis

tente

, cualq

uie

r re

alid

ad

que

pueda

aport

ar

testim

onio

, huella

o r

eliq

uia

, cualq

uie

ra q

ue

sea

su

len

-

guaje

. E

n e

ste

sentido

no

es p

equeña

la

aport

ació

n q

ue

hic

iero

n las ide

-

as d

e los p

rim

ero

s r

epre

senta

nte

s d

e la

escuela

de

los A

nnale

s,

de

uno

de

los

cuale

s,

Lucie

n F

ebvre

, son

esto

s c

larificadore

s párr

afo

s:

«H

ay

que

utiliz

ar

los t

exto

s,

sin

duda.

Pero

todos

los t

exto

s.

Y n

o s

ola

mente

los d

ocum

ento

s d

e a

rchiv

o e

n f

avor

de

los c

uale

s s

e h

a c

reado

un

privi-

legio

...

Tam

bié

n u

n p

oem

a,

un

cuadro

, un

dra

ma

son

para

nosotr

os d

o-

cum

ento

s,

testim

onio

s..

. E

stá

cla

ro q

ue

hay q

ue

utiliz

ar

los t

exto

s,

pero

no e

xclu

siv

am

ente

los texto

s…

»1

3.

La «

info

rmació

n h

isto

riográ

fica»:

las fuente

s

13����8�/������������� �����?F7B@��;��&��&����������&4 �������'������&���#���:���9 *���

� )B����������� �� ��� ���������1�#&������������&��&���#�������'�������#�#�$�#�0�#��

��������������

���(��#&�� ��&�������� ��#�������+����(�&� 1�#��������� 1��������#� ��#���#�

#������8�/�����

El té

rmin

o d

e info

rmació

n h

isto

riográ

fica

pare

ce

el idóneo

para

expre

sar

adecuadam

ente

la

pro

ble

mática

actu

al

de

las f

uente

s h

istó

ricas.

La

ex-

pre

sió

n d

ebe

ser

dis

tinguid

a d

e la

de

«in

form

ació

n h

istó

rica».

Esta

últi-

ma

puede

ente

nders

e e

n s

u a

cepció

n d

e c

onocim

iento

y d

ifusió

n d

e la

his

toria

escrita

, ela

bora

da,

del

pro

ducto

de

la

his

toriogra

fía,

que

lle

ga

al

públic

o e

n f

orm

a d

e lib

ros,

texto

s d

ivers

os,

cole

ccio

nes g

ráficas u

otr

as

obra

s o

soport

es

-víd

eo,

cin

e-.

La

expre

sió

n «

info

rmació

n h

isto

riográ

fi-

ca»

puede

recoger

con

menos

dific

ultad

y c

on

menos

posib

ilidad

de

equív

ocos la

idea

de

las info

rmacio

nes «

prim

arias»,

los t

estim

onio

s,

los

mate

riale

s d

e o

bserv

ació

n a

part

ir d

e los c

uale

s e

l his

toriador

esta

ble

ce

la sín

tesis

his

tórica.

Podem

os a

dela

nta

r desde

ahora

que

el tr

abajo

de

la

investigació

n h

istó

-

rica,

desde

el

punto

de

vis

ta d

e s

us

fuente

s,

tiene

dos m

om

ento

s:

a)

la

definic

ión

del asunto

a investigar;

b)

la búsqueda

de

las f

uente

s d

e info

r-

mació

n.

Es d

ecir,

es e

l pro

ble

ma

el

que

condic

iona

las f

uente

s y

no

al

contr

ario,

al m

enos e

n u

n c

orr

ecto

ente

ndim

iento

de

lo

que

es e

l pro

gre

-

so

de

los

conocim

iento

s.

La

expre

sió

n info

rmació

n h

isto

riográ

fica

reco

-

gerí

a b

ien,

por

tanto

, la

idea

de

fuente

de

la

his

toria.

La

info

rmació

n s

o-

bre

, y la

docum

enta

ció

n d

e,

un

pro

ble

ma

es u

n p

aso

subsig

uie

nte

, no

el

prim

ero

, en t

odo inic

io d

e u

n p

royecto

de investigació

n.

Pro

bable

mente

en

nin

gún

otr

o t

err

eno

ha

sid

o t

an

pate

nte

el

avance

de

la h

isto

riogra

fía

en

la

segunda

mitad

de

nuestr

o s

iglo

com

o e

n las n

ue

-

vas ideas s

obre

las f

uente

s d

e la

his

toria.

En

nin

gún

otr

o t

err

eno h

a q

ue

-

dado

más

obsole

ta l

a v

ieja

pre

ceptiva

de

tra

dic

ión

positiv

ista

que,

sin

em

barg

o,

en

alg

unos d

e s

us tópic

os y

orienta

cio

nes h

a lle

gad

o a

nues-

tros

mis

mos

día

s.

La

exte

nsió

n d

el

concepto

de

fuente

, la

cara

cte

riza

-

ció

n d

e los o

bje

tivos,

la n

ecesid

ad

y las técnic

as d

e la

«crí

tica

de

fuen

-

tes»,

la c

onceptu

ació

n d

e l

as

«dis

cip

linas

auxili

are

que

han

sid

o e

l

apoyo

tra

dic

ional

del

his

toriador

para

la

inte

rpre

tació

n d

e l

as

fuente

s,

han

cam

bia

do

radic

alm

ente

. H

an

quedado

arr

uin

adas

tre

s v

ieja

s c

on-

cepcio

nes:

la d

e las f

uente

s d

e la

his

toria

y s

u c

rítica

com

o e

l origen

de

toda

investigació

n;

la d

istinció

n e

ntr

e f

uente

s p

rim

arias y

secundarias;

la

concepció

n tra

dic

iona

l de las c

iencia

s a

uxili

are

s d

e la h

isto

ria.

Las ideas d

e info

rmació

n y

docum

enta

ció

n e

n la

investigació

n s

on

esen

-

cia

les h

oy e

n e

l uso

de

las f

uente

s e

n la

investigació

n,

dada

la

enorm

e

variedad

de

ella

s q

ue

es p

osib

le u

tiliz

ar.

La

info

rmació

n h

istó

rica

es a

lgo

más q

ue

la

mera

«le

ctu

ra»

de

las f

uente

s y

la

tra

nscripció

n d

e las n

oti-

cia

s q

ue

facili

tan.

La

info

rmació

n e

s u

n e

lem

ento

perm

anente

del

méto

-

do.

La

tra

dic

ional «crí

tica

de

las f

uente

ha

de

vers

e a

la

luz d

e la

idea

de «

depura

ció

n d

e la info

rmació

n».

El concepto

de «

fuente

»

Marc

Blo

ch

dedicó

todo

un

capít

ulo

de s

u c

lásic

a A

polo

gie

pour

l'his

toire

a la

cuestión

de

la

«observ

ació

n h

istó

rica»

y a

mostr

ar

que

la

pre

tensió

n

de

que

el pre

sente

es a

quella

fase

tem

pora

l que

tie

ne

el privile

gio

únic

o

de

poder

ser

observ

ado

directa

mente

no

es d

el

todo

verd

ad.

La

coin

ci-

dencia

con

el

pasado

en

este

punto

estr

iba

en

que

lo

que

ente

ndem

os

com

o «

pre

sente

» t

am

poco

es

de

manera

absolu

ta o

bserv

able

directa

-

mente

. R

ecíp

rocam

ente

, la

observ

ació

n d

el pasado,

además,

no

se

dis

-

tingue s

iem

pre

de la d

el pre

sente

. T

oda la v

ieja

tesis

de S

eig

no

bos a

cer-

ca

de

la

im

posib

ilidad

de

una

«observ

ació

de

la

his

toria,

sobre

la

que

se

basarí

a la

absolu

ta s

ingula

ridad

del conocim

iento

his

tórico,

tiene,

por

tanto

, escasa b

ase

14.

Sobre

qué

info

rmació

n,

o q

evid

encia

, se

basa

el conocim

iento

his

tóri

-

co,

sobre

qué

mate

riale

s c

onstr

uye

el

his

toriador

sus

dato

s,

es

una

cuestión

cuya

im

port

ancia

no

necesita

ser

pondera

da.

En

consecuencia

,

es u

n a

sunto

que

requie

re u

n t

rata

mie

nto

específ

ico.

La

idea

de

fuente

adquie

re s

u i

mport

ancia

fundam

enta

l si

se

repara

en

que

todo

conoci-

mie

nto

tie

ne

sie

mpre

alg

o d

e e

xplo

ració

n d

e «

huella

s».

En h

isto

riogra

fía,

cie

rtam

ente

, esto

tie

ne

una

especia

l re

levancia

, pero

no

está

despro

vis

-

to d

e s

entido

en

nin

gún

otr

o tip

o d

e c

onocim

iento

. F

uente

his

tórica

serí

a,

en

princip

io,

todo

aquel obje

to m

ate

rial, instr

um

ento

o h

err

am

ienta

, sím

-

bolo

o d

iscurs

o inte

lectu

al, q

ue

pro

cede

de

la

cre

ativid

ad

hum

ana,

a c

u-

yo

tra

vés p

uede

infe

rirs

e a

lgo

acerc

a d

e u

na

dete

rmin

ada

situació

n s

o-

cia

l en

el tiem

po.

14������� 1�����������$$��*<�+�##�

Una

definic

ión

de

tal

tipo

indic

a y

a d

e e

ntr

ada

el

cará

cte

r extr

em

ada

-

mente

am

plio

y h

ete

rogéneo

de

una

entidad

com

o l

a q

ue

lla

mam

os

«fu

ente

».

Tal

vez,

la d

ifere

ncia

susta

ncia

l entr

e e

l acerv

o d

ocum

enta

l que

lega

la

his

toria

y la

docum

enta

ció

n u

tiliz

ab

le p

or

cualq

uie

r otr

o t

ipo

de

investiga

-

ció

n s

ocia

l es la

fin

itud

irr

em

edia

ble

de

todo

lo

que

es d

ocum

enta

ció

n d

e

la h

um

anid

ad

en

el pasado.

Las f

uente

s h

istó

ricas s

on

teóricam

ente

fin

i-

tas.

La

cuestión

es s

i está

n d

escubie

rtas o

no.

Sin

em

barg

o,

de

ello

no

se

deduce

en

absolu

to q

ue

la

investigació

n d

e a

lgún

mom

ento

de

la

his

-

toria

pueda

dete

ners

e p

or

agota

mie

nto

de

las f

uente

s.

Com

o y

a h

em

os

señala

do,

ni la

investigació

n h

istó

rica

ni nin

guna

otr

a d

epende

en

exclu

-

siv

a d

e la

aparició

n d

e f

uente

s d

e info

rmació

n,

sin

o d

e e

xplic

acio

nes c

a-

da v

ez más r

efinadas.

Care

cem

os d

e u

na

bib

liogra

fía

a la

altura

de

las e

xig

encia

s a

ctu

ale

s s

o-

bre

la

pro

ble

mática

de

las

fuente

s y

la

crí

tica

fonta

l. E

xis

ten

las

abun

-

dante

s o

bra

s d

e tra

dic

ión

positiv

ista

a las q

ue n

os h

em

os r

efe

rido

15, pero

la tra

dic

ión

positiv

ista

sólo

apare

ce

supera

da

de

form

a a

pare

nte

, a p

esar

de

la

aport

ació

n e

sencia

l que

la

his

toriogra

fía

de

los

Annale

s,

o las c

o-

rrie

nte

s c

uantita

tivis

ta y

marx

ista

, han h

echo

al concepto

mis

mo d

e f

uen-

te.

Sin

em

barg

o,

tanto

la

arc

hivís

tica

com

o las técnic

as d

e la

docum

en

-

tació

n,

en

un

am

plio

espectr

o,

han

pro

gre

sado

de f

orm

a e

specta

cula

r en

los ú

ltim

os d

ecenio

s y

tale

s p

rogre

sos e

n f

orm

a a

lguna

pueden

deja

r de

ser

conocid

os p

or

el his

toriador.

La

idea

tra

dic

ional de

«fu

ente

his

tórica»

ha

de

ser

refo

rmula

da,

pues,

en

el

conte

xto

más

adecuado

de

la

idea

de

info

rmació

n d

ocum

enta

l. L

as

fuente

s p

ara

la

his

toria

tie

nen

una

variadís

ima

pro

cedencia

. E

l arc

hiv

o

his

tórico

constitu

ye

hoy u

no

de

los r

epositorios f

undam

enta

les d

e la

do

-

cum

enta

ció

n h

istó

rica,

pero

en m

odo

alg

uno

las fuente

s h

istó

ricas t

ienen

en

exclu

siv

a e

sa

pro

cedencia

. E

sto

es e

specia

lmente

cie

rto

en

secto

res

cro

noló

gic

os

de

la

his

toria

genera

l com

o p

ueden

ser

la h

isto

ria

antigua

-para

la

que

no

exis

ten

arc

hiv

os e

n e

l sentido

habitual

de

esos o

rganis

-

15���#����:��+#������+�������'���#@;��'��/�#������1���������������$1�������>����"��

;��������& �����&�����#����&���� ����$�#�&���#&���:���&���4������#�����#������������� 1��

�$��#>+��5����#�@"���3����'�������.������"�������#������&���� �#������/�/���'��(4��(�����

mos-

o la

conte

mporá

nea

que

tie

ne

que

hacer

uso

de

fuente

s d

e o

tras

muchas p

rocedencia

s.

Una

nueva

taxonomía

de las fuente

s h

istó

ricas

La

am

plia

ció

n m

ism

a d

el

concepto

de

fuente

, la

extr

aord

inaria

genera

li-

zació

n d

e las p

osib

ilidades d

e e

xplo

ració

n d

e o

bje

tos m

ate

riale

s o

de

re

-

alid

ades inte

lectu

ale

s c

om

o f

uente

de

info

rmació

n h

istó

rica,

la e

xte

nsió

n

del

cam

po

de

la

realid

ad

que

los

his

toriadore

s e

xplo

ran

habitualm

ente

,

hace

que

las

vie

jas

consid

era

cio

nes

sobre

el

cará

cte

r, c

rítica

y u

so

de

las

fuente

s h

istó

ricas

sean

hoy c

asi

inserv

ible

s.

Una

de

las

cuestiones

pre

via

s,

por

tanto

, para

todo

estu

dio

pro

fundo

de

las

fuente

s h

istó

ricas

es la

de

esta

ble

cer

una

taxonomía

adecuada

y s

uficie

nte

de

las m

uy d

i-

fere

nte

s v

ariedades d

e fuente

s p

osib

les.

A la

cla

sific

ació

n o

taxonomía

de

las f

uente

s p

ueden

aplic

ars

e m

uy v

a-

riados c

rite

rios.

Es p

recis

o e

ncontr

ar

crite

rios d

e c

lasific

ació

n q

ue

perm

i-

tan

refe

rirs

e g

lobalm

ente

a t

odas las f

uente

s p

osib

les,

sea

cual

sea

su

pro

cedencia

, soport

e y

aspecto

, pero

, sobre

todo,

es p

recis

o q

ue

tale

s

crite

rios s

ean

útile

s p

ara

alg

o q

ue

resulta

ser

impre

scin

dib

le e

n t

odo

tra

-

tam

iento

de

las

fuente

s h

istó

ricas:

su

evalu

ació

n.

De

ahí

que

lo

reco

-

mendable

sea

el esta

ble

cim

iento

pre

cis

am

ente

de

varios c

rite

rios c

lasifi-

cato

rios.

Los c

rite

rios

taxonóm

icos

De

hecho,

una

taxonomía

com

ple

ta d

e las f

uente

s d

e info

rmació

n h

istó

-

rica

sólo

es

realiz

able

por

la c

om

bin

ació

n d

e p

unto

s d

e v

ista

, de

crite

-

rios,

div

ers

os e

n o

rden

a la

dis

tinció

n y

la

evalu

ació

n y

, en

definitiv

a,

al

uso

que

el

investigador

hará

de

sus f

uente

s.

Es p

osib

le a

tender,

al

me

-

nos,

a u

n c

uádru

ple

crite

rio

básic

o.

Las f

uente

s p

ueden

ser

ubic

adas e

n

una

cla

sific

ació

n c

on

arr

eglo

a l

os

crite

rios

sig

uie

nte

s,

expre

sados

sin

ord

en d

e p

rela

ció

n:

CR

ITE

RIO

S T

AX

ONÓ

MIC

OS

:

posic

ional

(fuente

s d

irecta

s o

indirecta

s)

inte

ncio

nal

(fuente

s v

olu

nta

rias o

no v

olu

nta

rias)

cualit

ativo

(fuente

s m

ate

riale

s o

cultura

les)

form

al-

cuantita

tivo

(fuente

s s

eriadas o

no

seriadas o

seriable

s y

no s

eriable

s).

Esa

taxonomía

perm

itiría

una

variació

n,

más b

ien

form

al, q

ue

ate

ndie

ra

a l

a p

osic

ión,

la inte

nció

n,

la info

rmació

n c

uantita

tiva

y l

a i

nfo

rmació

n

cualit

ativa.

Todo

esto

podrí

a e

xpre

sars

e g

ráficam

ente

en

el sig

uie

nte

cuadro

:

CU

AD

RO

6

Crite

rios p

ara

la

cla

sific

ació

n d

e las f

uente

s h

istó

ricas

Los c

ara

cte

res t

axonóm

icos d

e los t

ipos d

e f

uente

s

La

cla

sific

ació

n p

or

crite

rios e

specíf

icos q

ue

tie

nen

que

ver

con

la

natu

-

rale

za

inte

rna

de

las f

uente

s y

no

mera

mente

con

la

form

a e

n q

ue

han

de

ser

«leíd

as»,

o s

ea,

por

la f

orm

a e

n q

ue

se

extr

ae

de

ella

s la

info

rma

-

ció

n -

escrita

s,

ora

les,

arq

ueoló

gic

as,

etc

.-,

perm

ite

una

gra

n f

lexib

ilidad.

Así,

un

eje

mplo

de

cla

sific

ació

n p

or

aplic

ació

n s

imultánea

de

los c

uatr

o

crite

rios

podrí

a pro

cura

mos

una

fu

ente

que

fu

ese, por

eje

mplo

:

mate

rial/in

volu

nta

ria/s

eriada/d

irecta

, con

lo

que

nos e

ncontr

arí

am

os,

jus-

tam

ente

, ante

uno

de

lo

s m

ejo

res

tipos

de

fu

ente

s pensable

s, o

verb

al/no n

arr

ativa/s

eriada/indirecta

, que r

esponderí

a a

un t

ipo

de f

uente

com

o la

judic

ial, v

erb

igra

cia

, aplic

able

al estu

dio

de

la

evolu

ció

n d

el le

n-

guaje

oficia

l. E

n d

efinitiv

a,

esto

s c

rite

rios,

y las c

orr

espondie

nte

s c

ate

go-

rías

com

ple

jas

que

de

ello

s s

e d

espre

nden,

tienen

ante

todo

un

valo

r

técnic

o a

l fa

vore

cer

de

modo

especia

l la

observ

ació

n,

crí

tica

y e

valu

a-

ció

n d

ocum

enta

les,

que

es d

e lo

que

se

tra

ta.

Son,

com

o d

ecim

os,

crite

-

rios c

om

bin

able

s e

n la

búsqueda

de la

corr

ecta

ubic

ació

n t

axonóm

ica

de

una f

uente

.

La

cla

sific

ació

n d

e las f

uente

s t

iene

tam

bié

n inte

rés,

cuando

menos,

por

el

crite

rio

orienta

tivo

que

facili

ta e

n la

búsqueda

de

las f

uente

s idóneas

para

el

estu

dio

de

dete

rmin

adas

situacio

nes

his

tóricas,

tenie

ndo

en

cuenta

sie

mpre

que

el

ideal

de

una

gra

n investigació

n e

s e

l uso

de

las

más v

ariadas f

uente

s p

osib

les y

la

confr

onta

ció

n s

iste

mática

entr

e e

llas.

Aun

así,

serí

a p

osib

le e

ncontr

ar,

cla

ro e

stá

, fu

ente

s d

e c

lasific

ació

n d

u-

dosa o

im

posib

le.

Una

cla

sific

ació

n d

e f

uente

s,

por

lo d

emás,

que

se

lim

itara

a d

istinguir

entr

e m

ate

riale

s o

arq

ueoló

gic

as y

todas las d

emás

-lo

que

no

es r

aro

-

tendrí

a p

or

mis

ma

una

utilid

ad

técnic

a b

asta

nte

lim

itada.

Una

buena

taxonomía

de

las f

uente

s n

o e

s,

en

definitiv

a,

una

cosa

fácil.

Cualq

uie

r

cla

sific

ació

n p

lante

a s

iem

pre

pro

ble

mas q

ue

muestr

an

cuán

decis

ivo

es

el crite

rio

mis

mo

del in

vestigador

a la

hora

de

pro

cura

rse

una

docum

en

-

tació

n i

dónea

para

el

esta

ble

cim

iento

de

conclu

sio

nes.

Señale

mos,

pues,

las c

ara

cte

rísticas f

undam

enta

les d

e e

sta

s c

lasific

acio

nes y

alg

u-

nas d

e las d

ific

ultades e

n c

uanto

a los c

rite

rios d

e c

lasific

ació

n.

1.

El crite

rio

posic

iona

l

Fuente

s d

irecta

s y

fuente

s indirecta

s.

El asunto

cla

ve

im

plic

ado

en

el cri

-

terio

posic

ional

se

refiere

justa

mente

a la

cuestión

de

las f

uente

s d

irec-

tas

e indirecta

s,

que,

una

vez m

ás,

pueden

inte

rpre

tars

e t

am

bié

n c

om

o

prim

arias o

secundarias.

¿Cóm

o e

sta

ble

cer

el crite

rio

dis

tintivo?

¿S

egún

la p

rocedencia

de la

fuente

, su

conte

nid

o,

el gra

do d

e r

ela

ció

n c

on e

l nú

-

cle

o c

entr

al de

lo

investigado?

En

his

toria

agra

ria,

por

eje

mplo

, im

agín

e-

se

la

difere

ncia

entr

e u

n c

ata

str

o d

e la

pro

pie

dad

agra

ria

y u

na

info

rma-

ció

n s

obre

las

costu

mbre

s f

estivas

rura

les

en

rela

ció

n c

on

la

recole

cta

de los fru

tos.

La

dis

tinció

n e

ntr

e f

uente

s d

irecta

s e

indirecta

s r

esulta

basta

nte

clá

sic

a.

Pero

en

su

form

a c

lásic

a e

sta

dis

tinció

n e

ra a

plic

ab

le m

ás q

ue

a la

cate

-

gorí

a m

ism

a d

e f

uente

a la

natu

rale

za

del

testim

onio

conte

nid

o e

n e

lla.

Una

fuente

cla

sific

ada

de

directa

era

un

escrito

o r

ela

to d

e a

lgún

testigo

pre

sencia

l de

un

hecho,

de

un

pro

tagonis

ta,

de

una

docum

enta

ció

n,

a

veces,

que

em

anaba

directa

mente

del

acto

en

estu

dio

. U

na

fuente

indi-

recta

era

una

fuente

media

ta o

media

tizada,

una

info

rmació

n b

asada,

a

su

vez,

en

otr

as info

rmacio

nes n

o t

estim

onia

les.

En

definitiv

a s

e t

rata

ba

de

un

crite

rio

cla

sific

ador

aplic

able

a los

escrito

s c

ronís

ticos,

a las m

e-

morias,

a l

os

report

aje

s.

Las

fuente

s e

ran

de

uno

u o

tro

tip

o s

egún

la

manera

en

que

la

info

rmació

n e

ra r

ecogid

a,

según

la

«cerc

anía

» d

e la

fuente

a los h

echos n

arr

ados.

Pero

hoy la

cate

gorizació

n d

irecta

/indirecta

, sin

abandonar

del

todo

esa

noció

n r

efe

rente

al

gra

do

de

«origin

alid

ad»

-in

form

ació

n,

diría

mos,

de

prim

era

mano

o n

o-,

debe

ate

nder

prim

ord

ialm

ente

a la

funcio

nalid

ad

o

idoneid

ad

de

una

fuente

en

rela

ció

n c

on

el

tipo

de

estu

dio

que

se

pre

-

tende.

Se

tra

sla

da

así

el

crite

rio

de

cla

sific

ació

n d

esde

la

natu

rale

za

de

la info

rmació

n a

l tipo

de

investigació

n q

ue

se

em

pre

nde.

De

esta

form

a,

unas f

uente

s p

ueden

ser

directa

s p

ara

un

dete

rmin

ado

asunto

e indirec-

tas p

ara

otr

o.

Así,

cie

rtos d

ocum

ento

s h

istó

ricos m

uestr

an

una

extr

em

a-

da

poliv

ale

ncia

. Las v

idas d

e s

anto

s info

rman

sobre

todo

del sim

bolis

mo

relig

ioso

puesto

que

inte

nta

n «

edific

ar»

al fiel, p

ero

al m

ism

o t

iem

po

son

fuente

inestim

able

sobre

las c

ostu

mbre

s d

e u

na

época,

por

eje

mplo

. E

s-

te c

rite

rio

de c

lasific

ació

n d

e las f

uente

s,

por

tanto

, deja

actu

ar

más a

los

concepto

s r

ela

cio

nados c

on

la

pert

inencia

meto

doló

gic

a q

ue

a la

form

a

de r

eunir la info

rmació

n.

Por

fin,

el

crite

rio

posic

ional

nos

lle

va

al

pro

ble

ma

del

cará

cte

r de

las

fuente

s e

n r

ela

ció

n c

on

los p

eriodos h

istó

ricos

de

los q

ue

tra

tam

os.

Ca-

da

periodo

tie

ne

alg

unas

fuente

s e

nte

ram

ente

típ

icas.

Com

páre

se

el

asunto

de

las f

uente

s a

nte

s d

e la

aparició

n d

e la

escritu

ra y

después,

o

el

tipo

de

fuente

s h

istó

ricas q

ue

genera

n las s

ocie

dades p

rein

dustr

iale

s

en

rela

ció

n c

on

las

industr

iale

s.

Por

ello

, en

definitiv

a,

la t

eorí

a d

e l

as

fuente

s s

egún

crite

rios p

osic

iona

les,

nos lle

va

a c

onte

mpla

r la

s f

uente

s

his

tóricas e

str

echam

ente

lig

adas a

la

his

toria

que

se

pre

tende investigar.

Por

fin,

un

asunto

muy c

lásic

o r

ela

cio

nado

con

la

cla

sific

ació

n p

osic

ional

es

el

de

esa

posic

ión

en

sentido

cro

noló

gic

o.

La

«cerc

anía

» o

«ale

ja-

mie

nto

» d

e u

n d

ete

rmin

ado

tip

o d

e f

uente

s e

n r

ela

ció

n c

on

la

situació

n

de

la

que

dan

cuenta

ha

pla

nte

ado

en

la

his

toriogra

fía

tra

dic

ional el em

-

bro

llo d

e la

dis

tinció

n e

ntr

e d

ocum

enta

ció

n y

bib

liogra

fía,

o e

ntr

e f

uente

s

prim

arias y

secundarias.

Y,

sin

em

barg

o,

esas d

ifere

ncia

s n

o o

bedecerí

-

an

en

realid

ad

a u

n c

rite

rio

posic

ional, s

ino

más b

ien

inte

ncio

na

l. «

Docu

-

menta

ció

es la

info

rmació

n n

o e

labora

da,

no

dis

curs

iva.

«B

iblio

gra

fía»

define

más b

ien

el

conte

xto

cie

ntí

fico,

el

«esta

do

de

la

cuestión»,

en

el

que

nos m

ovem

os.

Así,

se

pla

nte

arí

a e

l pro

ble

ma:

¿una

cró

nic

a e

s d

o-

cum

enta

ció

n o

es

bib

liogra

fía?;

¿tiene

sentido

aquí

em

ple

ar

un

crite

rio

cro

noló

gic

o c

om

o d

istinció

n y

ayuda

a la

cla

sific

ació

n?

Pare

ce

cla

ro q

ue

no.

La

dis

tinció

n d

ebe

esta

ble

cers

e e

ntr

e lo

que

es c

rónic

a-t

estim

onio

o

lo q

ue e

s e

stu

dio

his

toriográ

fico.

2. E

l crite

rio

inte

ncio

na

l

Fuente

s t

estim

onia

les

y f

uente

s n

o t

estim

onia

les.

Son

pre

cis

am

ente

unas o

bserv

acio

nes

hechas p

or

Marc

Blo

ch

en

su

clá

sic

o lib

ro las

que

perm

iten

fija

r uno

de

los g

randes p

unto

s d

e v

ista

para

dis

crim

inar

en

el

cam

po d

e las fuente

s u

n c

ará

cte

r que r

esulta básic

o e

n s

u e

valu

ació

n:

el

de

la

volu

nta

riedad.

Según

que

los t

estim

onio

s q

ue

el his

toriador

maneja

se h

ayan g

enera

do

de

form

a v

olu

nta

ria

o d

e form

a n

o p

rete

ndid

a e

xplíci-

tam

ente

, su

cará

cte

r ha

de

ser

tenid

o,

en

princip

io,

com

o e

nte

ram

ente

difere

nte

. O

, dic

ho

de

otr

a form

a,

es r

adic

alm

ente

difere

nte

que u

na c

re-

CU

AD

RO

9

Fuente

s h

istó

ricas s

egún

su inte

ncio

nalid

ad

ació

n h

um

ana

haya

sid

o c

oncebid

a c

om

o «

testim

onio

his

tórico»

o q

ue,

por

el contr

ario,

haya

sid

o p

roducid

a e

n e

l curs

o d

e u

na

activid

ad

y f

ina

-

lidad

socia

les q

ue

en

absolu

to t

ienen

com

o h

orizonte

la

testim

onia

lidad.

Por

ello

aquí

llam

am

os

testim

onia

les

a las f

uente

s q

ue

pro

ceden

de

un

acto

inte

ncio

nado

y n

o t

estim

onia

les

a las f

uente

s involu

nta

rias.

En

fun-

ció

n d

e e

sa

prim

era

dis

tinció

n e

s p

osib

le e

labora

r un

cuadro

com

o e

l

que a

pare

ce e

n la págin

a 3

44.

(cuadro

9)

El conocim

iento

de

la

form

a d

e p

roducció

n d

e u

n d

ocum

ento

es,

natu

ral-

mente

, esencia

l en

cualq

uie

r anális

is d

e l

a i

nfo

rmació

n q

ue

tra

nsm

ite.

Por

ello

, la

cla

sific

ació

n d

e las fuente

s s

egún

el cará

cte

r y p

roceso

de

su

pro

ducció

n t

iene

un

innegable

inte

rés p

ara

el

eje

rcic

io d

e la

crí

tica

fon

-

tal,

con

independe

ncia

de

las

pro

pia

s c

ara

cte

rísticas

intrín

secas

que

conceda

al

docum

ento

el

«destino»

con

que

se

pro

duce.

A t

ravés

de

una

herm

enéutica

nada

com

plic

ada

pare

ce

fácil

difere

ncia

r la

pro

ble

-

tica

crí

tica

que

pre

senta

rían

fuente

s,

por

eje

mplo

, com

o u

na

inscripció

n

conm

em

ora

tiva

de

alg

o y

las c

uenta

s d

e u

na

explo

tació

n m

inera

. E

n c

a-

si

todos los a

specto

s a

tendib

les e

n e

l pro

ceso

de

su

pro

ducció

n,

esto

s

dos t

ipos d

e fuente

s m

uestr

an

una

difere

ncia

radic

al.

En

definitiv

a,

el

mecanis

mo

de

pro

ducció

n d

e u

n d

ocum

ento

de

cual-

quie

r tipo

em

ple

ado

com

o f

uente

de

info

rmació

n h

istó

rica,

mecanis

mo

en

el

que

habrí

a d

e c

onsid

era

rse

desde

la

«in

tenció

hasta

el

mate

rial

mis

mo d

e q

ue

está

hecho

el docum

ento

, es e

sencia

l en

la

evalu

ació

n d

e

las

fuente

s.

Un

testim

onio

que

fue

pro

ducid

o p

ara

cre

ar

una

form

a d

e

«m

em

oria

his

tórica»

-por

eje

mplo

, lo

s lugare

s d

e la

mem

oria

de

los q

ue

ha

habla

do

Pie

rre

Nora

-16 n

o p

uede

tener

el

mis

mo

tra

tam

iento

y v

alo

r

que

el

pro

ducto

mate

rial

de

la

activid

ad

cotidia

na

del

hom

bre

, com

o e

s,

por

eje

mplo

, una

lis

ta d

e a

sis

tente

s a

un

banquete

, o

una

inscripció

n

censal.

La

fuente

volu

nta

ria,

la q

ue

pro

pia

mente

podem

os lla

mar

testim

onia

l, e

s

la f

uente

clá

sic

a,

la f

uente

por

excele

ncia

, aquella

en

la

que

dura

nte

si-

glo

s s

e h

a b

asado

toda

la

tare

a d

e la

reconstr

ucció

n d

e la

his

toria

hasta

la é

poca

de

la I

lustr

ació

n.

La

fuente

volu

nta

ria

es la q

ue h

a c

onstitu

ido

la

mem

oria

oficia

l de

las s

ocie

dades.

Es e

l re

flejo

del «im

agin

ario

» q

ue

los

com

ponente

s d

e u

n g

rupo

constr

uyen,

de

su

menta

lidad

e ideolo

gía

. E

s

la q

ue r

efleja

, por

tanto

, el conflic

to inte

rno

de

toda s

ocie

dad.

16�"��Q�����������������4��������

.���� �!����#���6����������"��4#��� 9 �+�##�

Por

el

contr

ario,

las

más

perf

ecta

s y

obje

tivas

infe

rencia

s q

ue

pueden

hacers

e d

e la

vid

a d

e los c

ole

ctivos h

um

anos lo

son

a tra

vés d

e s

us p

ro-

ducto

s o

bje

tivados,

de

sus h

uella

s n

o inte

ncio

nadas,

no

volu

nta

rias,

no

testim

onia

les.

Se

tra

ta d

e t

odos

aquello

s v

estigio

s d

el

hom

bre

que

se

han

conserv

ado

sin

que

éste

se

haya

pro

puesto

conscie

nte

mente

su

conserv

ació

n c

om

o «

testim

onio

his

tórico».

La

vid

a d

e l

as

socie

dades

modern

as e

stá

lle

na

de

este

tip

o d

e «

resto

s».

Son

de

este

cará

cte

r to

-

dos los r

esto

s a

rqueoló

gic

os,

etn

ográ

ficos;

lo s

on t

odos los p

roducto

s d

e

las b

uro

cra

cia

s n

orm

aliz

adas.

Todo

lo

que

podem

os lla

mar

la «

mem

oria

infr

aestr

uctu

ral»

.

Es n

orm

al que

la

his

toriogra

fía

cie

ntí

fica

pre

fiera

tra

baja

r con

fuente

s n

o

testim

onia

les.

Las

fuente

s t

estim

onia

les

son

pre

sum

ible

mente

las

más

manip

ula

ble

s.

Pero

hasta

hoy,

la m

ayor

part

e d

e la

his

toria

del

mundo

se

ha

hecho

sobre

fuente

s t

estim

onia

les.

La

Gra

n H

isto

ria

ante

rior

al

his

toricis

mo

del sig

lo X

IX n

o c

oncebía

otr

o t

ipo

de

fuente

s s

ino

los v

esti-

gio

s q

ue

el

hom

bre

deja

de

mis

mo

de

manera

«his

tórica».

De

ahí

el

adela

nto

que

supuso

la

valo

ració

n f

undam

enta

l del

«docum

ento

his

tóri

-

co»,

del

mate

rial

de

arc

hiv

o q

ue

podía

darn

os a

conocer

cosas n

o p

re-

para

das p

ara

cre

ar

una

especia

l m

em

oria

his

tórica.

Y la

valid

ez y

fecun

-

did

ad

del concepto

de «

his

toria inconscie

nte

».

El

pro

ble

ma

de

las f

uente

s n

o t

estim

onia

les

es t

am

bié

n d

e o

tra

índole

.

En

la

medid

a e

n q

ue

una

dete

rmin

ada

fuente

no

fue

origin

ariam

ente

concebid

a c

om

o t

al, a

sim

ism

o e

s m

enor

la c

antidad

de

info

rmació

n q

ue

pro

cura

. E

sto

tie

ne

dos lectu

ras;

de

una

part

e e

xig

e u

n m

ayor

esfu

erz

o

de

«in

terp

reta

ció

n»,

un

esfu

erz

o d

e l

ectu

ra técnic

a m

uy

sofisticada

17,

que

ha

de

com

enzar

descifra

ndo

con

gara

ntí

a los lenguaje

s -

de

todo

ti-

po

- en

que

los d

ocum

ento

s s

e e

xpre

san;

de

otr

a,

todas las

fuente

s n

o

testim

onia

les t

ienen

mayore

s p

roble

mas d

e c

onte

xtu

aliz

ació

n.

No

dic

e lo

mis

mo

una

fuente

arq

ueoló

gic

a,

un

instr

um

ento

de

labra

nza

prim

itiv

o,

por

eje

mplo

, que

un

texto

escrito

que

nos h

abla

se

de

ello

. La

pro

ducció

n

no

testim

onia

l está

mucho

menos e

labora

da

que

la

contr

aria.

En

ello

re

-

sid

e s

u g

ran

venta

ja e

n c

uanto

info

rmació

n o

bje

tivada,

o n

o c

onta

min

a-

da, pero

ahí

resid

e tam

bié

n s

u m

ayor

dific

ultad

técnic

a d

e m

anejo

.

17�:����#�2���$�����#���/�����0��$��������%��������������������2���1�/����#�������

�$4&����#�'����&��

El

crite

rio

inte

ncio

nal

es

pro

bable

mente

el

de

mayor

inte

rés,

el

que

se

pre

sta

a m

ayore

s s

utile

zas

crí

ticas

y e

l que

perm

ite

conocer

mejo

r la

s

posib

ilidades d

e info

rmació

n c

orr

ecta

que

las f

uente

s c

ontienen.

Es p

or

ello

el crite

rio

que

más p

roble

mas inte

rpre

tativos p

lante

a t

am

bié

n.

3.

El crite

rio

cualit

ativo

Fuente

s m

ate

riale

s y

fuente

s c

ultura

les.

Esta

mos a

quí

ante

las c

lasific

a-

cio

nes

más c

om

ple

jas

por

la g

ran

cantidad

de

tip

os

de

fuente

s q

ue

en

funció

n d

e s

u c

onte

nid

o,

soport

e,

cam

po,

etc

., p

ueden

encontr

ars

e e

n

una

investigació

n.

Form

alm

ente

habla

ndo

hay u

n p

ar

de

concepto

s c

la-

sific

ato

rios e

n v

irtu

d d

e los c

uale

s p

ueden

señala

rse

tam

bié

n d

os t

ipos

de

fuente

s a

ltern

ativas.

Se

tra

ta d

e las c

lasific

acio

nes e

n f

uente

s v

erb

a-

les/f

uente

s n

o v

erb

ale

s o

cultura

les/m

ate

riale

s.

Inclu

so,

dentr

o d

e l

as

fuente

s v

erb

ale

s p

uede

esta

ble

cers

e o

tra

im

port

ante

dic

oto

mía

entr

e

fuente

s n

arr

ativas y

fuente

s n

o n

arr

ativas.

Nos e

ncontr

am

os a

nte

un

tip

o d

e c

rite

rio

taxonóm

ico

que

se

basa

en

la

difere

ncia

ció

n d

el

tipo

de

lectu

ra q

ue

puede

hacers

e d

e u

na

fuente

. E

s

decir,

de

una

fuente

pueden

im

port

ar

dos

cosas:

su

pro

pia

y a

pare

nte

mate

rialid

ad

o e

l m

ensaje

que,

a t

ravés d

e s

u m

ate

rialid

ad,

se

expre

sa.

Unas

fuente

s i

nte

resan

com

o o

bje

tos,

otr

as

inte

resan

por

su

mensaje

del

que

el

obje

to m

ism

o e

s m

ero

soport

e.

Norm

alm

ente

, to

da

fuente

in

-

tere

sa

por

am

bos a

specto

s,

pero

am

bos p

ueden

y d

eben

separa

rse

por

crite

rios

taxonóm

icos.

Aquello

s d

ocum

ento

s h

istó

ricos

cuyo

valo

r in

for-

mativo

resid

e,

en

prim

er

lugar,

en

su

pro

pia

mate

rialid

ad

-lo

s r

esto

s a

r-

queoló

gic

os e

n g

enera

l- p

recis

an,

sin

duda,

un

tra

tam

iento

difere

nte

de

aquello

s o

tros

cuya

identidad

y v

alo

r re

sid

e «

en

lo

que

dic

en»,

en

su

conte

nid

o inte

lectu

al. N

o e

s e

quív

oca

ni

difíc

il d

e e

sta

ble

cer,

por

tanto

,

una

taja

nte

dis

tinció

n e

ntr

e f

uente

s m

ate

riale

s y

fuente

s c

ultura

les

o,

si

se q

uie

re, entr

e a

rqueoló

gic

as y

filo

lógic

as.

Los d

ocum

ento

s c

ultura

les s

on,

sin

duda,

un

am

plio

tip

o d

e f

uente

s d

on

-

de

se

inclu

yen

todas a

quella

s e

n las q

ue

es p

osib

le s

epara

r un

«sopor-

te»

de

un

«conte

nid

de

la

info

rmació

n.

Fuente

s c

ultura

les

son,

por

tanto

, prá

cticam

ente

todas las e

xis

tente

s q

ue

no

son

fuente

s a

rqueoló

gi-

cas,

todas a

quella

s,

escrita

s,

habla

das,

sim

bólic

as

o a

udio

vis

ua

les

que

transm

iten u

n m

ensaje

en

lenguaje

más o

menos form

aliz

ado.

Fuente

s n

arr

ativas y

fuente

s n

o n

arr

ativas.

Pero

en

las f

uente

s c

ultura

-

les,

en

las f

uente

s e

xpre

sadas e

n lenguaje

verb

al, la

modern

a c

rítica

ha

de

inclu

ir u

na

refe

rencia

a s

u c

ará

cte

r narr

ativo

o n

o n

arr

ativo.

Fuente

s

narr

ativas y

fuente

s n

o n

arr

ativas s

on

cate

gorí

as t

am

bié

n c

entr

ale

s e

n lo

que

es e

l dis

curs

o t

extu

al. L

as f

uente

s n

o n

arr

ativas s

on

una

cate

gorí

a

muy

genérica

que

deja

fuera

sólo

una

cate

gorí

a b

asta

nte

hom

ogénea

pero

exte

nsís

ima:

todo

lo

que

es e

l re

lato

. E

n p

rincip

io s

e t

rata

de

una

dis

tinció

n c

lara

, pero

que

perm

ite

sutile

zas y

dis

tincio

nes d

e f

orm

a q

ue

a

part

ir d

e u

nas u

otr

as s

e p

uede

extr

aer

un

tra

bajo

his

tórico

bie

n d

istinto

.

La

verd

ad

es q

ue

lo

mis

mo

que

la

pre

fere

ncia

se

decanta

rá c

on

el tiem

-

po

hacia

el

tipo

de

fuente

s n

o t

estim

onia

les,

lo h

ará

tam

bié

n h

acia

las

seriadas y

hacia

las n

o n

arr

ativas.

La

his

toria

tra

dic

iona

l se

hacía

esencia

lmente

sobre

fuente

s n

arr

ativas:

cró

nic

as,

rela

tos,

report

aje

s,

mem

orias,

que

era

n y

a e

n sí

mis

mas u

na

«his

toria»

en

cuanto

narr

ació

n.

El

adela

nto

fundam

enta

l de

la

modern

a

his

toriogra

fía

en

mate

ria

de

fuente

s r

esid

e e

n e

l uso

cada

vez m

ás a

m-

plio

de las fuente

s n

o n

arr

ativas.

A s

u v

ez,

la d

ifere

ncia

en

el tr

ata

mie

nto

entr

e las f

uente

s c

ultura

les d

e t

odo

tip

o y

las a

rqueoló

gic

as,

tam

bié

n d

e

todo t

ipo

-desde los r

esto

s p

rehis

tóricos a

la lla

mada

ahora

«arq

ueolo

gía

industr

ial»

-, e

s t

al

que

esta

s ú

ltim

as r

equie

ren

para

su

uso

el

auxili

o d

e

técnic

as

de

gra

n e

specific

idad

norm

alm

ente

tom

adas

en

pré

sta

mo

a

otr

as d

iscip

linas.

4. E

l crite

rio

cuantita

tivo

Fuente

s s

eriadas y

fuente

s n

o s

eriadas.

Queda,

por últim

o,

un c

rite

rio

de

cla

sific

ació

n d

e l

as

fuente

s d

e u

na

extr

aord

inaria

im

port

ancia

concep

-

tual, c

rítica

y técnic

a.

Sin

los c

oncepto

s d

iscrim

inato

rios d

e f

uente

s s

e-

riadas (

seriable

s)

y n

o s

eriadas (

no

seriable

s),

muchos d

e los p

rogre

sos

de

la

his

toriogra

fía

de

los

últim

os

decenio

s n

o h

ubie

ran

sid

o p

osib

les.

Dig

am

os,

prim

ero

, que

ente

ndem

os p

or

fuente

seriada

aquella

, m

ate

rial

o c

ultura

l, q

ue

está

com

puesta

de

muchas u

nid

ades o

ele

mento

s h

om

o-

géneos,

susceptible

s d

e s

er

ord

enados,

numéricam

ente

o n

o.

Esta

mos

ante

fuente

s q

ue

se

com

ponen

de

un

núm

ero

plu

ral de

ele

mento

s d

e in

-

form

ació

n o

conju

nto

s d

e e

llos f

orm

alm

ente

iguale

s -

que

perm

iten e

l uso

de

los c

oncepto

s d

e v

ariable

, de

«caso»

o d

e «

regis

tro»

en

una

base

de

dato

s-1

8 y

que,

en d

efinitiv

a,

dan c

uenta

de u

n h

echo r

epetido, re

dundan

-

te.

Hay,

o p

uede

haber,

una

extr

em

ada

variedad

de

fuente

s s

eriadas o

susceptible

s d

e s

eriació

n:

desde

un

fic

hero

polic

ial a u

na

conta

bili

dad

de

em

pre

sa

o d

esde

un

lib

ro d

e p

roto

colo

s d

e u

n n

ota

rio

hasta

los a

nuarios

esta

dís

ticos

de

una

serie

de

años.

Unas

fuente

s s

e p

resenta

n,

por

su

natu

rale

za,

seriadas:

las e

scritu

ras d

e t

asació

n o

de

venta

de

bie

nes n

a-

cio

nale

s e

n e

l sig

lo X

IX.

Otr

as n

o e

stá

n s

eriadas p

or

su

natu

rale

za,

pero

son

seriable

s:

un

conju

nto

de

testa

mento

s,

los

serm

ones

relig

iosos

de

una d

ete

rmin

ada

época,

los d

iscurs

os p

olíticos,

etc

.

La

mate

rialid

ad

19 o

el

conte

nid

o c

om

unic

acio

nal

estr

icto

de

una

fuente

pueden

ser

som

etidos h

oy a

algún

tip

o d

e s

eriació

n s

i ello

es ú

til para

el

obje

tivo

de

una

investigació

n.

Pueden

ser

reducid

os

a u

na

«m

atr

iz d

e

dato

desde

las c

ara

cte

rísticas m

ás e

xte

rnas d

e u

na

fuente

, com

o p

ue

-

den

ser

los c

olo

res d

e c

ada

una

de

sus p

art

es,

hasta

las d

istr

ibucio

nes

de

fre

cuencia

s d

e las p

ala

bra

s d

e u

n t

exto

o d

e las c

antidades d

e u

nas

cuenta

s.

La

difere

ncia

estr

iba

en

que

unas f

uente

s a

pare

cen

constr

uid

as

sobre

la

seriació

n -

así

las f

uente

s e

conóm

icas,

de

form

a h

abitual

y a

r-

quetípic

am

ente

- m

ientr

as q

ue

en

otr

as la

seriació

n h

a d

e s

er

hecha

por

el

his

toriador.

Las

fuente

s n

o s

eriadas

o n

o s

eriable

s s

erí

an

esencia

l-

mente

las c

ualit

ativas.

La

condic

ión

de

seriadas o

no

seriadas a

lude

esencia

lmente

, aunque

no

de

form

a e

xclu

siv

a,

a la

dis

tinció

n q

ue

puede

hacers

e e

n las f

uente

s e

n-

tre

aquella

s q

ue

pre

senta

n,

o d

e las q

ue

puede

extr

aers

e,

un

conte

nid

o

expre

sable

numéricam

ente

, fr

ente

a las

que

no

tie

nen

esta

posib

ilida

d.

Nos e

ncontr

am

os a

ante

el m

uy t

rata

do

tem

a d

e la

exis

tencia

de

mag-

nitudes

mensura

ble

s i

mplic

adas

en

la

investigació

n h

istó

rica

y s

us

ca

-

racte

rísticas.

La

vie

ja d

iscusió

n,

y la

vie

ja f

orm

a d

e o

pta

r, e

ntr

e f

uente

s

18�.���#����$��� ����#�����#&�#� �� �$&�#������� �$4&���� �2���&��&�������#�&� �� �#�

19�#��� ������#� ��� &��4#&� �#����#��#�$��&��@&��&�#�� ���&�#���/0�&�#���$�&���#��

��?'���#@����'���� ��� &��4#&� ��������(���&��������$������#&�/�� ��#�� ���2�����&�$��

����� ����� ���

cualit

ativas

y f

uente

s c

uantita

tivas,

la o

posic

ión

entr

e e

llas,

care

ce

hoy

prá

cticam

ente

de

sentido.

Rara

es la

fuente

de

conte

nid

o n

o n

arr

ativo,

inclu

yendo

desde

luego

las

verb

ale

s d

e e

se

tip

o,

que

con

los

medio

s

técnic

os

hoy

exis

tente

s20 n

o s

ean

susceptible

s d

e a

lgún

tip

o d

e s

eria

-

ció

n.

La

seriació

n t

iene

rela

ció

n c

on

la

cantidad,

pero

lo

que

im

port

a n

o

es s

iem

pre

el núm

ero

sin

o la

repetició

n,

la r

ecurr

encia

.

Una

seriació

n n

o d

ebe

ente

nders

e,

com

o s

e d

educe

de

lo

expuesto

, que

es s

iem

pre

seriació

n e

n e

l tiem

po.

Realm

ente

, seriadas e

n e

l tiem

po

es-

tán t

odas las f

uente

s p

or

lo q

ue

tal cara

cte

rística n

o t

iene inte

rés t

axonó

-

mic

o,

aunque

sí,

obvia

mente

, té

cnic

o,

en

su

tra

tam

iento

por

part

e d

el in

-

vestigador.

La

seriació

n d

e q

ue

aquí

habla

mos a

lude

sobre

todo

al

con-

tenid

o.

Fuente

s n

o s

eriadas s

on

las t

radic

iona

les f

uente

s c

ualit

ativas g

e-

nera

lmente

escrita

s:

cró

nic

as

y m

em

orias,

docum

ento

s d

iplo

máticos,

resto

s a

rqueoló

gic

os e

n d

ete

rmin

adas c

ircunsta

ncia

s,

etc

. P

ero

no

esta

-

rá d

e m

ás c

onclu

ir r

eitera

ndo

que

la

habili

da

d técnic

a d

el his

toriador

de

-

be

ser

la s

uficie

nte

para

expre

sar

en

form

a d

e s

eries,

si

ello

es p

recis

o

para

el

anális

is,

para

la

com

para

ció

n o

para

la

esta

dís

tica,

las info

rma

-

cio

nes q

ue

pro

cura

n s

us f

uente

s.

Los fundam

ento

s d

el anális

is d

ocum

enta

l: la «

crí

tica

de las fuente

Los p

roble

mas d

e la

info

rmació

n e

mpír

ica q

ue s

e p

resenta

n e

n c

ualq

uie

r

tipo

de

investigació

n s

ocia

l han

adopta

do

en

la

his

toriogra

fía

unas c

urio

-

sas

manifesta

cio

nes.

De

esta

form

a,

resulta

muy

sin

tomático

que

el

«méto

do

his

tórico»

se h

aya c

reíd

o d

ura

nte

décadas q

ue

se b

asaba

en,

y

se

dirigía

a,

asegura

r buenas y

vera

ces f

uente

s d

e info

rmació

n.

Com

o s

i

ahí

acabara

todo

el

trabajo

...

Nadie

duda

de

que

esto

es e

sencia

l en

la

investigació

n h

istó

rica,

pero

en m

odo

alg

uno

agota

su méto

do.

Los p

rogre

sos d

e la

crí

tica

fonta

l

El pro

gre

so

decis

ivo

en

la

crí

tica

de

las f

uente

s e

stá

en

estr

echís

ima

re-

lació

n c

on

los m

edio

s técnic

os p

ara

dic

tam

inar

su

aute

nticid

ad

y s

u d

a-

tació

n,

para

dilu

cid

ar

la h

isto

ria

mate

rial

inte

rna

de

ella

s m

ism

as y

la

de

20�Q�#���(�����#��#$� ������&������#����������(���

?&� ��

los s

oport

es q

ue

las c

ontienen.

Medio

s q

ue

está

n r

ela

cio

nados c

on

las

técnic

as d

e labora

torio,

quím

icas,

ele

ctrónic

as,

info

rmáticas y

de

otr

os t

i-

pos.

La

crí

tica

y e

valu

ació

n d

e f

uente

s h

a c

am

bia

do

tam

bié

n d

e f

orm

a

especta

cula

r en

la

mis

ma

medid

a e

n q

ue

lo

han

hecho

el

concepto

de

fuente

y, por

tanto

, la

s f

uente

s r

ealm

ente

utiliz

adas.

Una

pru

eba

de

esto

s a

dela

nto

s n

os la

da,

por

eje

mplo

, el hecho

de

que

sea

norm

al

que

los

«supuesto

manuale

s d

e m

eto

dolo

gía

exis

tente

s

no

alu

dan

a los p

roble

mas d

e la

pre

nsa

com

o f

uente

21 y

, por

otr

a p

art

e,

tam

bié

n c

om

o e

jem

plo

, que h

asta

no

hace

aún

muchos años,

en b

asta

n-

tes

repositorios

docum

enta

les

se

dis

tinguía

entr

e u

na

docum

enta

ció

n

que

era

o t

enía

cará

cte

r «his

tórico»

y o

tra

que

care

cía

de

tal

cualid

ad

y

era

consid

era

da

docum

enta

ció

n «

adm

inis

trativa».

Y n

o s

e t

rata

ba

ya

de

una

dis

tinció

n o

rigin

ada

en

la

antigüedad

de

la

docum

enta

ció

n -

lo q

ue,

en

cie

rto

modo,

hubie

ra justificado

esa

difere

ncia

ció

n-

sin

o d

e s

u c

uali-

dad.

Una

dis

tinció

n d

e e

se género

es im

pensable

hoy.

El pro

gre

so

de la

his

toriogra

fía e

n e

l sig

lo X

X,

por

tanto

, no h

a d

eja

do

in

-

tacto

, ni

podía

hacerlo,

el

panora

ma

de

la

vie

ja c

rítica.

De

una

part

e,

aquella

s d

iscip

linas h

isto

riográ

ficas q

ue

más c

onta

cto

han

tenid

o c

on los

adela

nto

s técnic

os -

es d

ecir,

la a

rqueolo

gía

y,

sobre

todo,

la a

rqueolo

gía

pre

his

tórica,

la p

ale

onto

logía

hum

ana,

la a

rchivís

tica,

y,

en

rela

ció

n c

on

los p

rogre

sos d

e la

filo

logía

, la

his

toria

antigua

y m

edie

val, o

la

his

toria

conte

mporá

nea

por

lo q

ue

se

refiere

a la

economía

o s

ocio

logía

, etc

.,-

han

podid

o p

erf

eccio

nar

hasta

extr

em

os m

uy c

onsid

era

ble

s los r

ecurs

os

técnic

os p

ara

la

com

pro

bació

n d

e la

aute

nticid

ad

de

las p

iezas o

los t

ex-

tos fonta

les.

Pero

los p

rogre

sos d

e la

crí

tica

se

deben

en

igual

o p

are

cid

a m

edid

a a

l

pro

gre

so

mis

mo

de

las c

oncepcio

nes s

obre

la

his

toriogra

fía,

al pro

gre

so

de

la

rela

ció

n d

e la

dis

cip

lina

con

sus v

ecin

as y

afines,

a los p

rogre

sos

de la

filo

logía

, la

s técnic

as d

e a

nális

is t

extu

al, la c

om

para

ció

n e

sta

dís

tica

21�#� ����#��+���&����&��#�'��(� �&����$�������2����� ���#�#�/������$��#�#&�� ������

���04#���#�����#�������� ���� ��������&����1�#&��� ��+���#�(���&�#�1�#&��� �#��2��������/���

2���#��$��#��&�� �#�� ��������/�/������������

�&�����'4��1�#&����'�?(� ���������5��

;���������������'���������������

.����� �6����������"��4#��� !�����AA��$?'���#��5����

�� + ��$�����������"������������1�/�������/#���&��������$���#�� ����(���&��1�#&��� ���

����&��#�#����(�������� �������# �&� ��+����?#��=��?#�#��$���4���� �������������/���

�����#&����0�����1�#&����������'����

y e

l pro

pio

dis

eño

de

la

investigació

n h

isto

riográ

fica.

Los p

roble

mas d

e

la c

rítica

de

las f

uente

s h

an

debid

o s

er

así

puesto

s e

n c

onta

cto

con

los

ám

bitos técnic

os d

el

labora

torio

quím

ico,

de

los a

nális

is lin

güís

ticos,

de

técnic

as d

e a

nális

is d

e t

exto

s,

inclu

ida

la

info

rmática,

de

los c

onocim

ien

-

tos c

rítico

-docum

enta

les o

de

la

esta

dís

tica.

La

crí

tica

de

las f

uente

s h

a

deja

do

de

ser

una

labor

«art

esanal»

guia

da

muchas v

eces p

or

el

buen

sentido

y los c

onocim

iento

s c

om

para

tivos,

para

convert

irse

en

una

tare

a

tecnific

ada,

más fácil

y m

ás c

om

ple

ja a

un

tie

mpo,

que

las a

ntiguas.

La

rém

ora

consis

te e

n q

ue

en

este

cam

po

se

arr

astr

a t

am

bié

n m

ucha

idea

obsole

ta,

mucha

supuesta

técnic

a a

bsolu

tam

ente

ineficie

nte

y c

iert

os

convencim

iento

s infu

ndados,

entr

e los q

ue

resalta

la

pers

iste

nte

idea

de

que

la

activid

ad

his

toriográ

fica

no

tie

ne

rela

ció

n c

on

nin

gún

otr

o d

e los

conocim

iento

s y

técnic

as d

e t

rabajo

en la investigació

n s

ocia

l.

Pro

bable

mente

pueden

encontr

ars

e los o

rígenes m

ás d

irecto

s d

e la

mo

-

dern

a c

rítica

y búsqueda

de

las f

uente

s e

n las a

port

acio

nes d

e la

escue

-

la d

e A

nnale

s y

en

part

icula

r en

el

inte

ligente

corp

us d

e o

bserv

acio

nes

que

sobre

ello

hiz

o M

arc

Blo

ch

en

su

Apolo

gie

...,

recogie

ndo

y y

endo

más

allá

de

toda

la

vie

ja e

rudic

ión

de

la

crí

tica

de

los

medie

valis

tas.

Blo

ch

habló

en

ese t

exto

inacabado

de

la

funció

n d

e los d

ocum

ento

s,

de

la f

orm

a d

e inte

rrogarlos,

de

la

pers

ecució

n d

el err

or

y d

e la

mentira

, pe

-

ro t

am

bié

n d

el

«sentido»

que

es

posib

le e

xtr

aer

de

un

docum

ento

que

mie

nte

. La

mentira

es t

am

bié

n f

uente

de

la

his

toria...

La

lectu

ra d

e e

ste

texto

de

Blo

ch

sig

ue

sie

ndo

insustitu

ible

com

o intr

oducció

n a

l «art

de

criticar

las f

uente

s.

Pero

no

puede

decirse

lo

mis

mo

de

otr

os v

iejo

s t

ex-

tos d

e la

pre

ceptiva

pro

longados e

n a

lgunos d

e s

us e

píg

onos.

El anális

is d

ocum

enta

l en h

isto

riogra

fía

La

idea

de

crí

tica

de

las

fuente

s p

uede

ser

sustitu

ida

hoy

con

mucha

venta

ja p

or

la d

e a

nális

is d

ocum

enta

l. E

l anális

is d

ocum

enta

l es

alg

o

más q

ue

la

clá

sic

a c

rítica

en

sus a

specto

s d

e a

ute

nticid

ad,

vera

cid

ad

y

obje

tivid

ad, e

n s

us

aspecto

s d

e c

rítica

«exte

rna»

e «

inte

rna»,

y,

más

aún,

sustitu

ye

a la

vie

ja d

istinció

n e

ntr

e h

eurí

stica,

metó

dic

a y

sis

temáti-

ca,

etc

.22 E

l tr

abajo

de

pre

para

ció

n y

manip

ula

ció

n técnic

a d

e las f

uente

s

22������'������&���#��#&�#���$��#����#� �&���#�#���� ���&���� ������#&?��������

&���

�����'4��$��$�����������&�'���$�� �$&��������1�#&��� �#&��+����$�#�&���#&���P�$?#��#����

de

info

rmació

n s

e e

ncuentr

a e

str

echam

ente

incard

inado

en

el

pro

ceso

meto

doló

gic

o n

orm

al; n

o e

s a

lgo

pre

vio

ni

desconecta

do

de

las

demás

opera

cio

nes m

eto

doló

gic

as.

La

info

rmació

n d

esem

peña

un

papel

esen

-

cia

l a

lo

larg

o d

e t

odo

el

pro

ceso

investigato

rio.

El

anális

is d

ocum

enta

l

encaja

en

el pro

ceso

genera

l de

la

investigació

n c

ientí

fica

que

consid

era

sie

mpre

que

las f

uente

s e

quiv

ale

n a

l cam

po

genera

l de

la

observ

ació

n

en e

l que h

an d

e o

bte

ners

e los d

ato

s.

La

inic

iació

n a

la

activid

ad

crí

tica

y e

valu

ativa

de las f

uente

s e

s e

sencia

l,

sin

duda,

en

toda

pre

para

ció

n c

oncie

nzuda

para

el

apre

ndiz

aje

del

-

todo

his

toriográ

fico.

El

acopio

de

la

evid

encia

docum

enta

l es

la

base

em

pír

ica

decis

iva

de

cualq

uie

r in

vestigació

n y

la

idoneid

ad

de

tal

base,

rela

tiva

sie

mpre

al

tipo

de

obje

tivos q

ue

la

investigació

n p

rete

nde,

es la

funció

n f

inal

de

la

crí

tica

y e

valu

ació

n d

e l

as

fuente

s.

La

com

pete

ncia

para

la

crí

tica

y e

valu

ació

n r

equie

re e

n lo

fundam

enta

l una

pre

para

ció

n

teórica,

meto

doló

gic

a y

técnic

a p

erf

ecta

mente

adquirib

les q

ue

incorp

ora

tam

bié

n n

ecesariam

ente

no

sólo

recurs

os

técnic

os,

sin

o t

am

bié

n i

ntu

i-

ció

n y

rig

or

en

la

aplic

ació

n d

el méto

do.

Pero

tam

poco

es a

jeno

a e

llo e

l

pro

pio

eje

rcic

io d

e la

«prá

ctica»

de

la

investigació

n.

En

la

meto

dolo

gía

his

toriográ

fica,

la o

blig

ato

rieda

d y

la

necesid

ad

técni-

ca

de

la

crí

tica

y e

valu

ació

n d

el cam

po

de

observ

ació

n o

fuente

s p

roce-

de

de

cuatr

o p

rincip

ios básic

os,

dos d

e los c

uale

s s

on

pro

pio

s d

e la

na

-

tura

leza

específic

a d

e la

docum

enta

ció

n h

istó

rica

y s

on e

sto

s:

a)

Que

los

hechos

estu

dia

dos

sólo

son

capta

ble

s p

or

infe

rencia

desde

los r

esto

s o

huella

s.

b)

Que

la

info

rmació

n h

istó

rica

se

genera

en

fuente

s d

e e

xtr

aord

inaria

hete

rogeneid

ad.

Exis

ten

otr

os d

os c

ondic

ionam

iento

s q

ue

son,

sin

em

barg

o,

com

unes a

todas las d

ocum

enta

cio

nes:

c)

Que

la

búsqueda

y t

rata

mie

nto

de

las f

uente

s e

stá

absolu

tam

ente

li-

gada

en

todo

el cam

po

de

la

cie

ncia

socia

l al de

la

adecuació

n e

ntr

e las

hipóte

sis

orienta

dora

s d

e la

búsqueda

y e

l tipo

de

hechos q

ue

contr

ibu

-

yen

a h

acer

fecundas t

ale

s h

ipóte

sis

. E

s p

or

ello

que

la

crí

tica

de

la

ade

-

�#&���(� &��&���#���#� �?#� �#�&��&�#�+�� �&���#����:

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���'���#@;��'��/�#��6�� 4��.��������+�1�#&��;������������>����;�������P�'�?���& �&����

cuació

n,

a la

que

nos r

efe

rire

mos d

espués,

no

contiene

susta

ncia

lmente

aspecto

s técnic

os s

ino

epis

tem

oló

gic

os y

conte

xtu

ale

s.

En

lín

eas g

ene

-

rale

s,

e ideale

s,

toda

corr

ecta

investigació

n p

art

e d

e u

n p

roble

ma

y n

o

de

una

fuente

. E

l pro

ble

ma

en

cuestión

decid

e s

iem

pre

la

crí

tica

de a

de

-

cuació

n.

d)

Que

las f

uente

s p

or

mis

mas p

ueden

aport

ar

un

com

ponente

de

dis

-

tors

ión

de

la

realid

ad.

No

la

que

intr

oduce

el his

toriador,

com

o e

fecto

de

dific

ultades d

e m

éto

do

o técnic

a,

o c

om

o e

fecto

de

pre

suposic

iones ide

-

oló

gic

as,

sin

o a

quella

dis

tors

ión

que

se

encie

rra

ya

en

la

pro

pia

fuente

y

que,

com

o c

ualid

ad

intrín

seca

de

ella

, pla

nte

a a

demás p

roble

mas d

e ló

-

gic

a y

de

conte

nid

o.

Porq

ue

¿cóm

o m

edir

una

dis

tors

ión?

o,

sim

ple

men

-

te,

¿cóm

o d

escubrirla?

La

dis

tors

ión

o l

os

err

ore

s q

ue

contienen

las

fuente

s p

resenta

n u

n p

roble

ma

crí

tico

de

prim

era

magnitud

que

ya

vio

Marc

Blo

ch:

la inte

ncio

nalid

ad

de

los e

rrore

s e

s p

or

mis

ma

una

fuente

impre

sio

nante

de

verd

ad

en

la

his

toria: ¿

por

qué

m

iente

el

que

mie

nte

?...

El

anális

is d

ocum

enta

l en

la

his

toriogra

fía,

tam

bié

n a

quí

com

o e

n c

ual-

quie

r otr

a investigació

n s

ocia

l, t

iene

aspecto

s instr

um

enta

les y

aspecto

s

epis

tem

oló

gic

os.

Com

o e

n t

oda

cie

ncia

norm

aliz

ada,

es p

recis

o e

fectu

ar

sie

mpre

un

tra

bajo

de

depura

ció

n d

e los d

ato

s,

lo c

ual constitu

ye

una

de

las

tare

as

pro

pia

s d

el

conte

xto

meto

doló

gic

o d

e l

a o

bserv

ació

n.

Noso

-

tros lla

mare

mos a

quí

a e

sta

s o

pera

cio

nes técnic

as

anális

is d

e la

fia

bili

-

dad

de

las f

uente

s.

Pero

en

la

his

toriogra

fía

hay u

na

vert

iente

más,

co-

mo

es

la

del

esta

ble

cim

iento

del

pro

pio

y a

decuado

tip

o d

e f

uente

s a

em

ple

ar.

La

investigació

n d

e e

ste

aspecto

es lo

que

lla

mare

mos a

nális

is

de

la

adecuació

n d

e l

as

fuente

s.

Este

segundo

serí

a l

a búsqueda

de

respuesta

s a

pre

gunta

s t

ale

s c

om

o «

qué

cará

cte

r tiene

una

dete

rmin

ada

investigació

n»,

«qué

tip

o d

e f

uente

s s

erí

an

pre

cis

as»,

«qué

puede

ha

-

cers

e c

on

las e

ncontr

adas».

Los o

bje

tivos

de

la

investigació

n c

ondic

io-

nan

la

adecuació

n d

e l

as

fuente

s.

La

pre

gunta

acerc

a d

e q

fuente

s

serí

an

pre

cis

as

es

un

pro

ble

ma

en

buena

part

e t

eórico,

de

una

buena

conceptu

aliz

ació

n p

revia

o d

e h

ipóte

sis

cla

ras.

Es u

n p

roble

ma

heurí

sti-

co.

Mie

ntr

as q

ue

el

saber

para

qué

puede

serv

ir u

na

fuente

encontr

ada

es

un p

roble

ma h

erm

enéutico d

e g

ran inte

rés.

En

consecuencia

, el anális

is d

ocum

enta

l podrí

a s

er

definid

o y

a c

om

o e

l

conju

nto

de

princip

ios

y d

e o

pera

cio

nes

técnic

as q

ue

perm

iten

esta

ble

-

cer

la f

iabili

dad

y a

decuació

n d

e c

iert

o t

ipo

de

info

rmacio

nes p

ara

el es-

tudio

y e

xplic

ació

n d

e u

n d

ete

rmin

ado

pro

ceso

his

tórico.

La

crí

tica,

pues,

no

se

agota

en

la

depura

ció

n d

e los d

ato

s; ésta

es m

ás b

ien

un

prim

er

paso

para

aquélla

. S

e e

ntiende,

pues,

la e

str

echa

im

plic

ació

n e

ntr

e las

tare

as c

ríticas y

las h

ipóte

sis

sobre

las q

ue

se

tra

baja

. T

odas las d

emás

cara

cte

rizacio

nes

de

las

tare

as c

ríticas t

radic

iona

les

-aute

nticid

ad/v

era

-

cid

ad/o

bje

tivid

ad,

crí

ticas e

xte

rnas e

inte

rnas-

son,

de

hecho,

cuestiones

derivadas y

, en

cie

rto s

entido,

secundarias.

En

cualq

uie

r caso,

esto

no

sig

nific

a q

ue

los v

iejo

s y

clá

sic

os c

rite

rios d

e-

ban

ser

deste

rrados b

ruscam

ente

. E

s e

vid

ente

que

la

cla

rificació

n d

e la

aute

nticid

ad

de

una

fuente

, o la

dis

tinció

n e

ntr

e s

u f

orm

a y

su c

onte

nid

o,

así

com

o l

a e

lucid

ació

n d

e s

u o

rigen,

son

opera

cio

nes

ente

ram

ente

inexcusable

s.

Todas e

llas p

ueden

reunirse

en

el anális

is d

e la

fia

bili

da

d.

Aunque

aquí

hable

mos

de

la

evalu

ació

n d

e t

odas

esta

s c

ualid

ades

en

las f

uente

s h

istó

ricas,

está

cla

ro q

ue

cualid

ades d

e e

se

tip

o s

e e

xig

en

a

cuale

squie

ra d

ocum

enta

cio

nes

que

contienen

info

rmació

n s

obre

alg

o.

Cada

tip

o d

e investigació

n r

equie

re s

us f

uente

s y

, por

tanto

, su

crí

tica.

Tam

bié

n p

uede

seguir

sie

ndo

útil, e

n p

rincip

io,

el clá

sic

o c

rite

rio

que

lle

-

vaba

al in

vestigador

desde

una

crí

tica

exte

rna

de

las f

uente

s -

conserv

a-

ció

n,

rasgos

taxonóm

icos,

soport

e,

etc

.- a

una

inte

rna

pro

pia

mente

, el

conte

nid

o,

el

mensaje

, el

anális

is m

ism

o d

e l

a i

nfo

rmació

n c

onte

nid

a.

Perm

anecie

ndo

vig

ente

la

utilid

ad

rela

tiva

de

todos e

sto

s v

iejo

s p

recep

-

tos,

lo q

ue,

en

todo

caso,

resulta

hoy

necesario

a e

fecto

s p

ragmáticos

es q

ue

el

his

toriador

inte

gre

todas e

sta

s o

pera

cio

nes e

n la

pers

pectiva

que

el

adela

nto

de

las ideas m

eto

doló

gic

as y

de

las técnic

as o

frece

ac-

tualm

ente

. E

sto

pote

ncia

, además,

el

recurs

o,

en

los c

asos p

ert

inente

s,

a las v

ieja

s y

clá

sic

as «

dis

cip

linas a

uxili

are

s»:

la p

ale

ogra

fía,

dip

lomáti-

ca,

epig

rafí

a,

num

ismática,

sig

ilogra

fía,

etc

. Y

de

las n

uevas:

docum

en

-

tació

n,

arc

hivís

tica,

lexic

ogra

fía,

etc

. Lo

que

ocurr

e e

s q

ue

la

form

ació

n

del his

toriador

ha

de

ser

hoy m

ás a

mplia

en

cam

pos n

uevos,

más s

ele

c-

tiva

en

cuanto

a s

us d

edic

acio

nes o

, lo

que

es lo

mis

mo,

tiene

que

ser

más e

specia

lizada.

El pro

ceso d

el anális

is d

ocum

enta

l

Así,

pues,

fiabili

dad

y a

decuació

n s

on

las

dos

gra

ndes

cara

cte

rísticas

que

una

fuente

debe

poseer

para

poder

ser

consid

era

da

com

o t

al

en

una

dete

rmin

ada

investigació

n.

Es e

vid

ente

que

para

el

his

toriador,

co

-

mo p

ara

cualq

uie

r otr

o investigador

socia

l, la

fia

bili

dad

de

sus f

uente

s s

i-

gue

sie

ndo,

com

o e

s n

atu

ral, u

n p

roble

ma

pre

vio

a r

esolv

er,

ante

s a

un

del pro

ble

ma

sig

uie

nte

que

es e

l de h

acer

un u

so c

orr

ecto

de e

llas.

La

idea

de

fia

bili

dad

de

las f

uente

s s

ustitu

ye

am

plia

mente

y c

on

venta

ja

a las a

ntiguas c

onceptu

acio

nes q

ue

ya

hem

os c

om

enta

do

de

la

«aute

n-

ticid

ad»,

«vera

cid

ad»,

«obje

tivid

ad».

Pero

hay

otr

a c

onceptu

ació

n q

ue

import

a t

anto

com

o la

fia

bili

dad

mate

rial y f

orm

al de

una

fuente

y e

lla e

s

la d

e a

decuació

n.

La

adecuació

n d

e u

na

fuente

para

em

itir

info

rmació

n

acerc

a d

e u

n d

ete

rmin

ado

asunto

es a

lgo

que s

upera

pro

pia

mente

la c

rí-

tica

tal

com

o la

ente

ndem

os h

abitualm

ente

. E

l pro

ble

ma

de

la

adecua

-

ció

n d

e l

as

fuente

s h

a s

ido,

sin

em

barg

o,

una

cuestión

norm

alm

ente

marg

inada

por

la p

receptiva

his

toriográ

fica

de

origen

his

toricis

ta.

El

jui-

cio

sobre

la

adecuació

n e

s u

na

decis

ión

meto

doló

gic

a p

ero

es m

ás im

-

port

ante

que

la

pro

pia

crí

tica

«exte

rna»,

según

la

lla

maban

los c

lásic

os.

La

manera

en

que

el

anális

is d

e la

fia

bili

dad

y la

adecuació

n s

e r

ela

cio

-

nan p

uede

repre

senta

rse a

sí:

CU

AD

RO

10

La e

valu

ació

n d

e las fuente

s

La

fia

bili

dad.

El anális

is d

e la

fia

bili

dad

de

las f

uente

s s

e b

asarí

a e

n u

na

bate

ría

de

medio

s instr

um

enta

les m

ás o

menos s

encill

os y

directo

s q

ue

inclu

iría

n c

osas c

om

o:

Aute

nticid

ad:

Técnic

as

de

data

ció

n (

estr

atificació

n,

radia

ctivid

ad,

com

pro

-

bació

n d

e d

ata

cio

nes e

xplícitas).

Técnic

as lin

güís

ticas

(le

xic

ogra

fía,

anális

is d

el

« e

sta

do»

de

la lengua),

eru

dic

ión

litera

ria

y c

rítica h

istó

rica.

Anális

is d

e la

his

toria

de la

fuente

.

Depura

ció

n d

e info

rmació

n:

Cohere

ncia

inte

rna d

e la f

uente

(ra

str

eo d

e inte

rpola

cio

nes).

Com

pro

bació

n e

xte

rna

de

la

info

rmació

n.

Investigació

n p

or

encuesta

o c

uestionarios c

om

para

tivos.

Conte

xtu

aliz

ació

n:

Técnic

as d

e c

lasific

ació

n d

ocum

enta

l.

Anális

is d

e «

series»

o «

fam

ilias»

de d

ocum

ento

s.

Com

para

ció

n d

e fuente

s d

ivers

as.

La

crí

tica

docum

enta

l, e

n d

efinitiv

a,

ha

de

echar

mano

de

muchos t

ipos

de

técnic

as:

filo

lóg

icas,

esta

dís

ticas,

de

labora

torio,

etc

. P

ero

sie

mpre

las t

are

as d

e e

valu

ació

n d

e u

na

fuente

han

de

ate

nder

en

prim

er

lugar

a

esta

ble

cer

la h

isto

ria

de

la

fuente

mis

ma-

El origen,

vic

isitudes y

tra

yec-

toria

de

una

fuente

hasta

lle

gar

a n

uestr

as m

anos p

uede

ser

una

extr

a-

ord

inaria

info

rmació

n p

ara

pro

ceder

desde

ella

a la

crí

tica.

Conocid

a la

«his

toria»

de

la

fuente

es p

osib

le p

roceder

ya

a s

u o

bserv

ació

n.

Exam

i-

nanda

adecuadam

ente

una

fuente

, puede

pasars

e a

su

anális

is inte

rno.

Este

tip

o d

e a

nális

is s

erá

más c

laro

y o

rdenado

si se g

uard

an

pre

caucio

-

nes p

ara

que

el anális

is c

lasifiq

ue

la

fuente

en

cuanto

al tipo

de

info

rma

-

cio

nes

que

es

capaz

de

ofr

ecer.

La

crí

tica

utiliz

a,

pues,

unos

medio

s

pro

pia

mente

técnic

os y

otr

os d

e a

nális

is h

istó

rico.

El tipo d

e f

uente

s a

nte

las q

ue

nos h

alle

mos h

ará

n p

revale

cer

unos p

rocedim

iento

s s

obre

otr

os.

Bie

n c

ríticas t

extu

ale

s,

bie

n a

nális

is c

om

ple

jos a

rqueoló

gic

os c

on

ayuda

de

técnic

as a

uxili

are

s,

valo

ració

n d

e f

ondos a

rchivís

ticos,

valo

ració

n d

e

testim

onio

s o

rale

s, etc

.

La

adecuació

n.

El anális

is d

e la

adecuació

n e

s y

a u

na

tare

a d

e m

ayore

s

conte

nid

os

teóricos

que

técnic

os,

según

hem

os

dic

ho,

pero

que

form

a

part

e d

el

pro

ceso

de

evalu

ació

n d

e las

fuente

s.

En

el

terr

eno

prá

ctico,

de

form

a a

bsolu

ta,

el

dis

eño

de

una

investigació

n p

uede

pro

venir

de

la

definic

ión,

o e

l in

tento

de

ello

, de

un

pro

ble

ma

para

cuya

resolu

ció

n,

en

princip

io,

care

cem

os d

e f

uente

s d

e info

rmació

n,

o p

uede

pro

venir

tam

-

bié

n d

e t

odo

lo

contr

ario:

del

halla

zgo

de

nuevas

fuente

s a

plic

ab

les

al

estu

dio

de

pro

ble

mas

ya

conocid

os

y d

efinid

os

o,

inclu

so,

del

halla

zgo

de

docum

enta

cio

nes -

de

cualq

uie

r tipo-

de

cuya

explo

ració

n p

rim

aria

se

deduce

que

pueden

ser

aplic

adas a

l estu

dio

de

alg

una

cuestión

nueva

o

ya p

lante

ada

ante

riorm

ente

.

Nin

guna

cosa

com

o e

l origen

de

una

investigació

n s

ocia

l e

his

tórica

se

pre

sta

tanto

a la

pre

sencia

de

una

casuís

tica

variadís

ima

que

depende

de

multitud

de

facto

res:

esta

do

de

los c

onocim

iento

s,

inte

rés inte

lectu

al

estr

icto

o d

em

anda

de

la

opin

ión

públic

a,

necesid

ad

es ideoló

gic

as,

«m

o-

das inte

lectu

ale

s»,

etc

. La

rela

ció

n e

ntr

e t

em

a y

fuente

s e

s s

iem

pre

dia

-

léctica

y e

s e

lla la

que

explic

a y

condic

iona

el

dis

eño

de

una

investiga

-

ció

n.

La

dia

léctica

entr

e p

roble

mas,

hipóte

sis

y f

uente

s e

s t

am

bié

n l

a

que p

lante

a la

necesid

ad

de

un

estu

dio

de la

adecuació

n.

Podem

os d

ecir

que

son

fuente

s a

decuadas p

ara

un

tem

a a

quello

s c

on-

junto

s d

ocum

enta

les c

apaces d

e r

esponder

a m

ayor

núm

ero

de

pre

gun

-

tas,

con

menos p

roble

mas d

e f

iabili

dad,

de

menos e

quiv

ocid

ad

o m

ejo

r

adapta

ció

n a

los

fin

es

de

la

investigació

n y

susceptible

s d

e u

sos

más

cóm

odos.

Por

desgra

cia

, el

pro

ble

ma

de

la

adecuació

n n

o s

e p

resenta

com

o m

era

posib

ilid

ad

y n

ecesid

ad

de

opció

n e

ntr

e u

nos t

ipos d

e f

uen

-

tes u

otr

as.

Raro

es,

o p

oco

exig

ente

, el

investigador

que

se

encuentr

a

satisfe

cho

de

sus

fuente

s.

Pasado

un

cie

rto

um

bra

l ele

menta

l de

ade

-

cuació

n -

es

decir,

descart

ando

la

absolu

ta d

isparidad

entr

e la

info

rma

-

ció

n,

por

eje

mplo

, extr

aib

le d

e u

na

conta

bili

dad

y la

pre

gunta

por

las c

re-

encia

s r

elig

iosas d

el conta

ble

...-

las f

uente

s p

ueden

responder

a d

ivers

o

género

de

pre

gunta

s y

dar

respuesta

s a

ella

s d

irecta

s o

indirecta

s -

de

ahí la

cla

sific

ació

n d

e e

se t

ipo q

ue h

em

os h

echo.

El pro

ble

ma

de

la

adecuació

n e

s m

ás b

ien

el que

se

rela

cio

na

con

la

ne

-

cesaria

«cantidad

de

info

rmació

para

poder

decir

que

un

pro

ble

ma

es

resolu

ble

y d

e la n

ecesaria

«variedad

de la

info

rmació

que

perm

ita d

ar

genera

lidad

a las r

espuesta

s.

Las f

uente

s s

on

adecuadas c

uando,

pasa-

do

ese

um

bra

l mín

imo

a q

ue

alu

dim

os d

e r

ela

ció

n e

ntr

e lo

que

se

pre

-

tende

pre

gunta

r y a

qué

o q

uié

n s

e le

pre

gunta

, hay d

e e

llas s

uficie

nte

cantidad

y v

ariedad

-fo

rmal

y d

e c

onte

nid

os-

y c

uando

han

supera

do

una s

uficie

nte

evalu

ació

n d

e s

u fia

bili

dad.

Una

evalu

ació

n d

e l

a a

decuació

n r

equerirí

a,

pues,

pre

sta

r ate

nció

n a

cuestiones c

om

o:

Dem

anda

de

info

rmació

n:

Esta

ble

cim

iento

de

los t

ipos d

e d

ocum

ento

s r

equeridos

-se-

gún c

rite

rios taxonóm

icos e

xplícitos.

Cantidad

de info

rmació

n p

recis

a.

Variedad

de los s

oport

es y

los c

onte

nid

os.

Recopila

ció

n d

ocum

enta

l:

Acopio

exhaustivo d

e f

uente

s.

Búsqueda

de fuente

s c

ontr

asta

ble

s y

com

para

ble

s.

Posib

ilidades d

e a

nális

is d

e tale

s fuente

s.

Sele

cció

n:

Jera

rquiz

ació

n d

e las f

uente

s.

Confr

onta

ció

n c

on

las p

rim

era

s p

resuposic

iones.

Nuevas búsquedas e

n f

unció

n d

el re

sultado

de las c

onfr

onta

-

cio

nes.