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Actas XIV Congreso AIH (Vol. III). Magdalena AGUINAGA ALFONSO. La intertextualidad cervant... - La intertextualidad cervantina en los artículos periodísticos y primeros libros costumbristas de Pereda Magdalena Aguinaga Alfonso YORK UNIVERSITY (TORONTO) DESDE QUE MIKHAIL BAKHTINE 1 observó que un texto literario, particularmente la novela, constituye una relación dialógica por una parte entre el escritor, los personajes y por otra entre el público destinatario, el contexto cultural del pasado evocado y el presente de la escritura, pudo deducir Julia Kristeva 2 su concepto de intertextualidad, entendido como la absorción de citas en un texto y la posterior transformación en otro texto en permanente relación dialógica. En este sentido el Quijote es un mosaico de intertextos 3 , por la utilización consciente como hipotexto-en terminología de Genette 4 --de la novela de caballerías. Y a su vez será el hipotexto de toda Poética de la novela, particularmente de la realista. José María de Pereda, en cuyos primeros escritos descubrió Galdós «la nueva dirección del arte narrativo» 5 , acusa la influencia temprana de Cervantes en la cuestión relativa al realismo, como lo señala la crítica contemporánea al autor 6 Entre sus 1 «Discourse in the Novel», en The dialogical imagination: four essays by M.M. Bakhtin, edición de Michael Holquist, Austin: University ofTexas Press, 1981, PP,· 259-422. 2 Julia Kristeva, Semiotiqué. Recherches pour une sémanalyse, Paris: Editions de Seuil, 1969 (Collection «Tel Quel»), especialmente el capítulo «Le mot, Je dialogue et Je Roman», pp. 143- 173. 3 El propio Cervantes en Adjunta al Parnaso, Madrid: Schevill y Bonilla, 1922, pág. 133 dice: «ltem, se advierte que no ha de ser tenido por ladrón el poeta que hurtare algún verso ajeno, y Je encajare entre los suyos, como no sea todo el concepto y toda Ja copla entera, que en tal caso tan ladrón es como Caco». 4 Gerard Genette Palimpsestes. La littérature au second degré, Paris: Seuil, 1982, pp. 164- 165. 5 Benito Pérez Galdós, «Prólogo a El sabor de la tierruca», O. C. de Pereda, Madrid: Aguilar: 1943, pág. 1022. 6 José Manuel González-Herrán, La obra de Pereda ante la crítica literaria de su tiempo, Santander: Colección Pronillo, 1983, pp. 30, 32, 54, 55, 71, 89, 98, 111, 117, 150, 198, 202, 210, 240, 312, 316, 338, 342, 440, 444, 464, 470. De particular interés son las referentes al cervantismo perediano por Galdós en pp. 55 y 82-83 que por su interés reproducimos: «Reina en los cuadros de Pereda una verdad prodigiosa que le coloca de lleno en Ja escuela llamada realista. Pero su realismo, ausente siempre por sistema de Ja reproducción de repugnantes fealdades, morales y físicas, es como el realismo de Cervantes y Quevedo» (pág. 55) dice refiriéndose a 29 -t .. Centro Virtual Cervantes

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La intertextualidad cervantina en los artículos periodísticos y primeros

libros costumbristas de Pereda Magdalena Aguinaga Alfonso

YORK UNIVERSITY (TORONTO)

DESDE QUE MIKHAIL BAKHTINE1 observó que un texto literario, particularmente la novela, constituye una relación dialógica por una parte entre el escritor, los personajes y por otra entre el público destinatario, el contexto cultural del pasado evocado y el presente de la escritura, pudo deducir Julia Kristeva2 su concepto de intertextualidad, entendido como la absorción de citas en un texto y la posterior transformación en otro texto en permanente relación dialógica. En este sentido el Quijote es un mosaico de intertextos3, por la utilización consciente como hipotexto-en terminología de Genette4--de la novela de caballerías. Y a su vez será el hipotexto de toda Poética de la novela, particularmente de la realista.

José María de Pereda, en cuyos primeros escritos descubrió Galdós «la nueva dirección del arte narrativo»5

, acusa la influencia temprana de Cervantes en la cuestión relativa al realismo, como lo señala la crítica contemporánea al autor6

• Entre sus

1 «Discourse in the Novel», en The dialogical imagination: four essays by M.M. Bakhtin, edición de Michael Holquist, Austin: University ofTexas Press, 1981, PP,· 259-422.

2 Julia Kristeva, Semiotiqué. Recherches pour une sémanalyse, Paris: Editions de Seuil, 1969 (Collection «Tel Quel»), especialmente el capítulo «Le mot, Je dialogue et Je Roman», pp. 143-173.

3 El propio Cervantes en Adjunta al Parnaso, Madrid: Schevill y Bonilla, 1922, pág. 133 dice: «ltem, se advierte que no ha de ser tenido por ladrón el poeta que hurtare algún verso ajeno, y Je encajare entre los suyos, como no sea todo el concepto y toda Ja copla entera, que en tal caso tan ladrón es como Caco».

4 Gerard Genette Palimpsestes. La littérature au second degré, Paris: Seuil, 1982, pp. 164-165.

5 Benito Pérez Galdós, «Prólogo a El sabor de la tierruca», O. C. de Pereda, Madrid: Aguilar: 1943, pág. 1022.

6 José Manuel González-Herrán, La obra de Pereda ante la crítica literaria de su tiempo, Santander: Colección Pronillo, 1983, pp. 30, 32, 54, 55, 71, 89, 98, 111, 117, 150, 198, 202, 210, 240, 312, 316, 338, 342, 440, 444, 464, 470. De particular interés son las referentes al cervantismo perediano por Galdós en pp. 55 y 82-83 que por su interés reproducimos: «Reina en los cuadros de Pereda una verdad prodigiosa que le coloca de lleno en Ja escuela llamada realista. Pero su realismo, ausente siempre por sistema de Ja reproducción de repugnantes fealdades, morales y físicas, es como el realismo de Cervantes y Quevedo» (pág. 55) dice refiriéndose a

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ARTÍCULOS más tempranos figura uno titulado «A Miguel de Cervantes Saavedra», publicado en La Abeja Montañesa el 23 de abril de 1864, pág. 3, que aparece firmado con una P y está dedicado a Cervantes en el 317 aniversario de su muerte. En él hace un elogio de los dos grandes genios de la literatura europea fallecidos el mismo día y año: Miguel de Cervantes y Shakespeare, en su tiempo pobres y menospreciados, y anima al siglo presente a dedicarle a Cervantes el monumento a su memoria que sus contemporá-neos le negaron. En otro artículo titulado «El cervantismo» recogido en Esbozas y Rasguños (1881)7 Pereda con un tono satírico critica la manía del cervantismo que pulula por doquier buscando interpretaciones curiosas al Quijote y distorsionando el texto original con la excusa de expurgarlo de falsas añadiduras.

Cervantes sirve a Pereda-según afirma al fin de «El cervantismo»-para aprender a leer, a pensar y a sentir. Nosotros añadimos que le enseñó a describir la realidad, pero también a apartarse del determinismo y la causalidad8

• Ateniéndonos al título de nuestra comunicación analizaremos los procedimientos simples y complejos de la intertextuali-dad cervantina en los libros tempranos de Pereda9 como escritor de ARTÍCULOS de costumbres montañesas. Los procedimientos simples los reduciremos a meras alusiones a la producción cervantina, con claro predominio del Quijote. En los complejos nos detendremos en la imitación del estilo en cuanto a composición de personajes, situaciones, ironía y lenguaje.

En relación con la intertextualidad crítica entendemos por ésta la propia del ensayo literario, en cuanto el texto utilizado sirve de base como punto de partida al ensayista para su comentario o para reforzar sus puntos de vista o bien citas o alusiones directas,

Escenas Montañesas y a Tipos y Paisajes. Y en cuanto a El buey suelto afirma: «Ya era tiempo de que el ingenio español llevado no sé si mal o bien por los senderos de una literatura taciturna y seca vuelva al imperio de las gracias y de aquella región cervantina donde más gallardamente luce» (pp. 82-83). También Benito Madariaga de la Campa, «Ficción y realidad en la obra costumbrista de Pereda» en Nueve lecciones sobre Pereda, Santander: Institución Cultural de Cantabria, 1985, pág. 33. En «Apuntes para la biografía de Pereda», en El Diario Montañés, Santander, mayo de 1906, Año V, pp. 22-23: «Su gran amor literario se cifró siempre en el Quijote, que había devorado desde siempre muchísimas veces, ¡muchísimas! en buenas ediciones, teniendo ideas muy originales acerca de él ... , que a poco estuvo que expusiera una vez en una especie de folleto».

7 Cfr. breve resumen y comentario de este artículo por Ana L. Baquero Escudero en Cervantes y cuatro autores del siglo XIX (Alarcón, Pereda, Valera y Clarín), Murcia: Universidad de Murcia, 1989, pp.36-38.

8 Para la cuestión del naturalismo perediano cfr. Marcelino Menéndez Pelayo, Estudios y discursos de crítica histórica y literaria, Tomo VI, Madrid: C. S. I. C., 1942, pp. 344-347 y José Manuel González-Herrán, op. ,cit., pp. 148-151, 207-211, 236-240, 290-294, 447-450.

9 Los volúmenes de ARTICULOS de costumbres son Escenas Montañesas (1864), Tipos y Paisajes (1871), Tipos Trashumantes (1877) y Esbozos y Rasguños (1881). Los citaremos por la edición de Salvador García Castañeda, vols. I y II de Obras Completas de Pereda dirigidas por Anthony H. Clarke y José Manuel González Herrán, Santander: Tantín, 1989. Para simplificar las citas nos referiremos a ellas con las siglas correspondientes: EM, TP, 1T, ER. Los dos primeros pertenecen al primer volumen, los dos siguientes al segundo. A ellos añadiremos los artículos periodísticos recogidos por José María de Cossío bajo el título «Escritos de juventud» en su edición de Obras Completas, Madrid: Aguilar, 1943. Por esta edición citaremos ARTÍCULOS publicados en La Abeja Montañesa, El Tío Cayetano y La Tertulia no recogidos por el autor en los volúmenes anteriormente mencionados.

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pero no como una simple transcripción sino a modo de una primera transformación del hipotexto:

En «Cuadros de mi país» (Escritos de juventud del 13 de febrero de 1859) alude a la lengua de Cervantes. En «Correspondencia pública» (Idem, del 12 de enero de 1865) elogia la edición ilustrada del Quijote por Gustavo Doré, a la vez que se queja de que los franceses no nos hagan la misma justicia en sus referencias a los españoles. En otro momento alude a las «emperatrices de Don Quijote» (pag. 44). En «Año Nuevo» (2 de enero de 1869 recogido en El Tío Cayetano) hay un intertexto cervantino incorrectamen-te reproducido debido a que posiblemente lo cite de memoria: «Verdadero caos tenebroso e infernal <donde toda incomodidad tiene su asiento, y donde triste ruido hace su habitación> como en la cárcel de realistas del Quijote» (pág. 61) refiriéndose a la revolución del 68, ante la que el autor se muestra contrariow, por considerarla el origen de todos los males. En él, sirviéndose de una metáfora de España como un ser que camina a tientas, ve a ésta sin norte y se lamenta de la patria con un dolor próximo al de los hombres del 98. Destaca la confusión reinante en política interior y hace una crítica demoledora de los generales de la insurrección. En otra ocasión hace un juego de palabras con el mismo intertexto anterior adaptándolo paródicamente al contexto situacional del tipo esbozado en «El Excelentísimo Señor. .. » (IT, 11, pp. 20-21): «al revés de la cárcel del mísero Cervantes, «toda comodidad tiene su asiento y ni el más leve ruido su habitación». En «El retablo de Maese Pedro» (14 de febrero de 1869 en El Tío Cayetano), cuyo título ya tiene resonancia quijotesca, se alude a Ginés de Pasamonte, al caballero de la Triste Figura, a los huéspedes de la venta, Melisendras, Gaiferos, moros y fortalezas para satirizar el sistema de las elecciones de representantes políticos surgidas a raíz de la revolución de la Gloriosa de 1868. En «Fórmulas salvadoras» (6 de junio de 1869) menciona a Don Quijote y Dulcinea del Toboso, en tono de crítica hacia la Constitución liberal de 1869. Refranes sanchopancescos aparecen en «El Tío Cayetano» (Segunda época, 9 de noviembre de 1868, pág. 4 7) y en «La Hacienda» (27 de mayo de 1869, pág. 88) para poner en evidencia el espíritu antirreligioso de la septembrina revolución del 68 o la mala gestión económica de sus ministros. En «Un sabio» (TT ), págs. 43-44 ridiculiza a quienes desacreditan a Cervantes por no cultivar una filosofía de la estética, en clara alusión a los krausistas. En el Prólogo de Tipos y Paisajes hace referencia a los pastores de La Galatea (1, pp. 268-269). En Blasones y talegas (TP), pág. 394 el narrador se refiere a un pueblo «de cuyo nombre tampoco yo quiero ni debo acordarme» insistiendo más adelante en la misma idea. Con ello el narrador quiere mostrar su omnisciencia y poderío, ya que es capaz de omitir lo que le parezca. A don Robustiano, el protagonista de esta novela corta, lo ve el narrador como un nuevo don Quijote «a fuerza de quimeras y abstraccio-nes caballerescas: creía en la incorruptibilidad y en la grandeza de sus conmilitones como don Quijote en Amadís de Gaula o en Tirante el Blanco» (pág. 427). En «Más

10 Benito Madariaga de la Campa, op. cit., pág. 84: «El Tío Cayetano fue, pues, un periódico integrista de oposición al régimen liberal»( ... ) «Terminó por desaparecer enjulio de 1869 al no existir criterios comunes».

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reminiscencias» (ER ) el autor rememorando las clases de latín con don Bemabé Sáinz, de quien guarda un recuerdo terrorífico, se compara a sí mismo con don Quijote: «Como don Quijote con los libros de caballerías, me pasaba las noches de claro en claro, estudiando el Carrillo, sacando oraciones y traduciendo a Orodea» (pág. 332). Otras alusiones indirectas, a modo de clichés cervantinos para su posterior transformación del hipotexto, con fines caricaturescos las encontramos en «Suum cuique» (EM), en que hablando el narrador de Silvestre Seturas, compara su situación con la sucedida a don Quijote:

No tardó en sucederle a Seturas con los ARTÍCULOS de fondo algo parecido a lo que a don Quijote le sucedió con los libros de caballerías: fascináronle sus frases y acabaron por extraviarle el poco criterio que tenía, amarrándole completamente a la opinión del diario. Su Dulcinea era la patria; sus encantadores los enemigos políticos del periódico (pag. 111).

También en la descripción de don Robustiano Seturas en Blasones y talegas (TP) lo presenta como un nuevo don Quijote con su escudero:

¡Y era cosa de admirar cómo cabalgaba don Robustiano ! Erguido, cerrada sobre el muslo la diestra mano, las riendas en la izquierda a la altura del estómago, las cejas arqueadas y los labios contraídos, impasible a todo cuanto a su lado ocurriese( ... ). A una vara del estribo izquierdo marchaba el espolique con su chaqueta y el paraguas del amo al hombro, al mismo trote pausado y monótono del rocín (pág. 396).

Ello implica que el lector perediano debe conocer bien el Quijote para mantener con el autor un diálogo fructífero y poder captar las insinuaciones ideológicas y estilísticas que a través del narrador quiere transmitir al lector11

De más interés consideramos los procedimientos complejos de estilo: las referencias a textos de la inmortal obra de Cervantes están dispersos por sus cuatro primeros libros y en los ARTÍCULOS sueltos de Escritos de juventud, a veces de modo directo y otras de modo indirecto, a través de imitaciones de rasgos de estilo o de tipos cervantinos 12

Nosotros hemos rastreado algunas peculiaridades cervantinas tales como el juego de nombres. La elección de un nombre simbólico, que sea cifra y compendio del rasgo caricaturesco es el primer elemento que transmite la intención cómica o satírica y que reduce el personaje a tipo. Unas veces su vena satírica, más próxima a Quevedo que a Cervantes, se impone y se ríe del tipo, sin más pretensiones, como ocurre con la mayor parte de los ARTÍCULOS de Tipos Trashumantes. La caricatura se centra más en los

11 Rubén Benítez, Cervantes en Galdós, Murcia: Universidad de Murcia, 1990, pág. 139: «El texto, desprendido del contexto anterior según la conveniencia del autor, adquiere en el nuevo texto una pluralidad de significados diferentes».

12 Para los rasgos de estilo cervantino, de construcción de personajes, de voz narrativa, etc. en lo referente a novelas de Pereda remitimos a Ana L. Baquero Escudero, op. cit.

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aspectos físicos, pero dada la estrecha relación perediana entre el dato físico y el psicológico, aquéllos afectan al tipo en su totalidad. Lo burlesco y lo grotesco establecen una distancia entre el tipo recreado y el narrador, otras veces se trata del propio autor, equivalente a la distancia moral desde la que enjuicia y se hace patente en la ironía. Cuando la compasión se impone, la ironía cede paso a un humor de raigambre cervantina. En estos casos el narrador, o en su caso el autor, no se ríe del tipo sino que se ríe con el tipo. Ejemplos de enfoque irónico son: «Los buenos muchachos», «El peor bicho», «El tirano de la aldea» (los tres de ER); «Un tipo más» (TP), «Un sabio» (TI), «Las bellas teorías» (ER), «Al trasluz» (ER), «El jándalo» (EM), «La intolerancia» (ER).

Ejemplos de enfoque humorístico son: «Manías» (ER), «Un artista», «Un joven distinguido», «Un aprensivo», «Brumas densas», «Las interesantísimas señoras», «Los de Becerril», «En candelero» (todos de TI), «Los baños del sardinero» (TP), «La primavera», «El trovador» (ambos de EM). Además Pereda, consciente de sus excelentes dotes ópticas de observador, cristaliza al tipo en un gesto, en un tic, en un aspecto curioso de su vestido, que asumen el temperamento del carácter esbozado. Pereda es un gran caricaturista, pero cuando le falta compasión por el tipo lo deshumaniza y predispone negativamente al lector hacia él.

Expresiones familiares del Quijote como <<nuestro flamante aventurero» serán la pauta para muchas expresiones peredianas en que utiliza el mismo adjetivo con un matiz irónico para referirse a la revolución de 1868: «apóstoles de la flamante doctrina» («El fin de una raza» EM, pág. 239); «los flamantes padres de la patria» («La primera incógnita», 24 de enero de 1869, en El Tío Cayetano, pág. 67); «en vuestra flamante sabiduría» («Insisto», 9 de mayo de 1869, El Tío Cayetano, pág. 84). El sufijo--ote frecuente de Pereda puede tener reminiscencia cervantina del Quijote: «Y corrían voces de que en el puerto se le habían puesto a la Corva de tío Perico Mijotes» («El día 4 de octubre», EM, pág. 92). La construcción cervantina de separar el antecedente sustantivo del pronombre correspondiente mediante punto y aparte: «A la buen hora. La del alba sería» (El Quijote al fin del capítulo 3º y el comienzo del 4º) es frecuente en Pereda entre punto y aparte, punto y seguido, y punto y coma: «llamándose a secas el señor de Cascajares. El cual es un banquero» («Las de Cascajares», TT, pág. 5). «se veía hasta el portal del padre de Narda. La cual, en el momento de llegar Ceto a casa» («Agosto», o. c.' 1943, pág. 2253).

En la creación de personajes o de tipos Pereda juega con episodios quijotescos. El comienzo de las aventuras de Cafetera-sinónimo de borrachera en el diccionario callealtero de Santander---en «El raquero» (EM) se pone en parangón con la primera salida de don Quijote:

y, por último, lanzóse valle abajo en busca de aventuras, osado el continente, alegre la mirada, y tan lleno de júbilo como pudiera estarlo, en un caso muy parecido, el famoso manchego, si bien, a la inversa de éste, no se le daba una higa porque la posteridad recordase o no que ya el rubicundo Apolo extendía sus dorados cabellos por la faz de la anchurosa tierra, cuando él, perdiendo de vista su casa, comenzó a respirar los corrompidos aires de la Dársena (pág. 20).

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Nombres significativos hallamos en el protagonista de «Suum cuique» (EÍlf), el mayorazgo don Silvestre Seturas simboliza al personaje del pueblo, es decir al hombre sin cultivar, de acuerdo con la etimología de su propio nombre. Fonsa Calostros, protagonista de «Ir por lana» (TP), responde a un nombre abreviado. A Pereda le gusta--como a Cervantes-jugar con los nombres para mostrar el perspectivismo de la realidad y así unas veces la designa Fonsa, otras Edifonsa, otras Alifonsa, Lifonsa, etc. Don Robustiano Tres-Solares y de la Calzada, de «Blasones y talegas» (TP) simboliza al hidalgo arruinado, pero cuyo sonoro apellido parece significar sus antiguas posesiones y su blasonada ejecutoria, mientras que el jándalo--el emigrado a Andalucía-se llama Toribio Mazorcas, cuyo mote 'Zancajos se corresponde con su físico caricaturesco «con las piernas formando un paréntesis amazacotado y borroso» (pág. 398) que recuerda a Sancho Panza. El sacerdote don Perfecto de «Las brujas» (TP), responde en su psicología al nombre; don Justo se llamará el venerable cura anciano de Los hombres de pro (1872) y don Frutos, el cura bueno y cumplidor de su ministerio en Don Gonzalo González de la Gonzalera (1879). En «Un tipo más» (TP) el interlocutor del narrador se llama don Hermenegildo, a quien unos llaman Sildo, otros don Beregildo y su apellido Trapisonda--de raigambre cervantina 13 --encaja con su carácter de cacique, que explota al pueblo y lo engaña con sus artimañas. Cutres, en el artículo del mismo título, recibirá este apodo por su tic característico que repite una y otra vez, alternándolo con ¡ajo!, para dar más énfasis a sus intervenciones y parece responder a un eufemismo con el que evita una palabra malsonante. Este tipo de eufemismos son muy típicos del autor y reflejan una autocensura moral y estética. Don Apolinar de la Regatera se llamará el indiano enriquecido pero minucioso y avaro en su negocio que aparece en «Dos sistemas» (TP). El apodo, el mote, así como el nombre y apellido, dan más concreción a la historia creada en tomo al personaje y marcan una tendencia, defecto o vicio, a la vez que fijan con mayor intensidad expresiva la imagen pintoresca de un tipo, como suelen ser los de los relatos peredianos, lo cual es habitual en las narraciones del costumbrismo realista, en su afán por narrar la vida cercana al lector.

El dinamismo de la escena de la pelea en «La buena gloria» (EM, pág.175) recuerda a la provocada por Maritornes en la noche en que espera al arriero en la venta (Quijote, 1, 16). Con una lograda enumeración de verbos en pretérito indefinido, Pereda nos transmite la brutalidad y violencia de la pelea en un velatorio de un marinero difunto, pero no exenta de comicidad como en la venta cervantina. Otra similar en cuanto a dinamismo es la escena final de «La noche de Navidad» (EM, pp. 73-74) En «Suum cuique» (EM) se alude al campo de Agramante en el ambiente de la escuela ante la ausencia del maestro: «Eso explica, lector, ese cuadro, verdadero campo de Agraman-te14, que has visto al asomar al gran salón: por eso gimen unos, brincan otros, vocean todos, y se cruzan por el aire libros, plumas, almadreñas y tinteros» (pág. 159).

13 Este apellido es citado con frecuencia en los libros de caballerías mencionados por Cervantes. Según Martín de Riquer, Trapisonda es Trebisonda, puerto turco en el mar Negro.

14 Edición de Martín de Riquer, Barcelona: Planeta, 1990, l, 45, 497: «allí se pelea por la espada, aquí por el caballo, acullá por el águila, acá por el yelmo, y todos peleamos y todos nos entendemos».

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Es en las cartas De Patricio Rigüelta (redivivo) a Gildo donde mejor puede adivinarse la fusión entre realidad y ficción de raíz cervantina y el humor 15

• Al establecer la relación del personaje que critica a su autor, por haberle tratado de una manera negativa, como sucede en el Quijote, el protagonista se muestra preocupado por la forma en que el autor habría tratado su historia. Se llega casi a la autonomía del personaje novelesco que se enfrenta con su narrador.

La ironía es, junto con la parodia, el recurso más utilizado en el Quijote, hasta el punto de que informa toda la novela. Pereda, buen lector de la obra cervantina, ha hecho un buen aprendizaje de este recurso como puede verse en los prólogos de Tipos y Paisajes (edición Tantín, pág. 271) y en el de Galdós a El sabor de la tierruca (edición Aguilar pág.1023). Tipos Trashumantes es una «galería de debilidades risibles y de cosas abominables». Está dirigida a personajes o tipos de tinte liberal. Resulta un libro costumbrista sarcástico y grotesco. Sólo en los humildes o poseídos por una manía pintoresca se advertirá una ironía cervantina (ternura y afecto) 16

En cuanto al tono, el narrador perediano se muestra variable: unas veces es irónico, otras sugestivo; en unos momentos cómico, en otros emotivo y reminiscente, pero siempre didáctico. Cuando éste pasa a un primer plano en su intención, el relato pierde interés y calidad artística. El narrador muestra simpatía por algunos personajes fracasados como Tremontorio, el Tuerto, el raquero Cafetera, don Robustiano de Tres Solares, etc. En definitiva, son las diversas proyecciones de un autor siempre fiel a sí mismo en el fondo. Entre las digresiones narrativas hemos hallado tres tipos de metalepsis-en terminología de Genette-: generalizaciones, juicios e interpretaciones. Los dos primeros restan verosimilitud a la historia por salir del mundo ficcional, en un deseo del autor implícito por moralizar o por emitir su experiencia vital. Las del tercer tipo tienen un carácter narratológico y por tanto nos parecen las más cervantinas, por formar parte del proceso creador donde se fusiona la significación simbólica y la ejecución artística al mismo tiempo.

En lo referente a la configuración de los tipos, su técnica es muy ágil e intuitiva, dada su capacidad para captar el lado cómico y ridículo de las gentes. Por ello con pocos trazos, es capaz de dar una imagen cabal del tipo, debido a sus poderosas dotes de observación óptica-de vista milagrosa, habla Galdós-que bosqueja en un rápido croquis. Y por ello se entiende que posteriormente sería un gran creador de personajes

15 Edward C. Riley, Teoría de la novela en Cervantes, Madrid: Taurus, 1976, pág. 73: «El autor se mantiene a distancia de su obra para no parecer responsable de sus propias manipulaciones. Estas son juegos de manos que realzan la ilusión artística de realidad, general en la obra».

16 La diferencia entre humor e ironía radica según Pérez de Ayala en Amistades y recuerdos de Ramón Pérez de Ayala, Barcelona: Aedos, 1961, pp. 269 y ss. en que la ironía es una actividad intelectual desarraigada del terreno afectivo y el humor, por el contrario, muestra una actitud que busca en lo íntimo individual y lo ve con cordialidad y simpatía. Según Baquero Goyanes en El cuento español en el siglo XIX, Madrid: C. S. l. C., 1949, p. 446 el humor perediano: «procede de la más castiza tradición y casi parece secuela del humor cervantino, del de las novelas picarescas o de los entremeses; humor realista, sano, socarrón, humor de signo noblemente campesino, sin contagios literarios extranjerizantes».

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secundarios en sus novelas, más que de personajes principales, aspecto destacado por Montesinos. Al término de nuestro análisis queremos reconocer la gran deuda del costumbrista montañés con Cervantes, primer autor costumbrista de nuestra literatura en su célebre cuadro Rinconete y Cortadillo, y que hemos tratado de demostrar en este sucinto trabajo.

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