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LA INSERCIÓN DE LA PERSONAEN LA EMPRESA

ARMANDOSEGURA

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INDICE

1. La naturaleza de la Empresa comoorganismo vivo

2. Las características empresariales de lapersona

3. Los radicales morales de la empresa

CONCLUSION

NOTA BIOGRAFICA

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La Empresa como obra del Hombre, pre-senta unos perfiles antropológicos muy acu-sados. Al mismo tiempo el Hombre, comoautor de la Empresa, contiene en sí mismoaquellos rasgos, espirituales, gnoseológicos yéticos que volveremos a encontrar en su propiaobra. Señalar el circuito que va de este sujeto aaquel objeto y se reinvierte luego en el propiohombre, es el propósito de este trabajo.

1. La naturaleza de la Empresa comoorganismo vivo

El paralelismo entre el modelo biológicoque representa la persona y la estructura ydinámica de la obra del Hombre, en el caso dePlatón, la República, es de puro conocido, casitrivial. Las diversas “partes” del alma humanao si se prefiere las distintas especies del alma:intelectual, volitiva y “erótica”, se ven refle-jadas en la estructura del estado platónico. Asílos reyes-filósofos son en el colectivo, la pro-yección del intelecto individual, los guerreroslo son del coraje y la voluntad y los artesanos oproductores representan a aquella parte delalma humana que se mueve por el deseo de loque le falta y que ya en clave económicapodríamos llamar “necesidades”. Este modelono deja de repetirse en Aristóteles cuando en

su Política dice que la polis, como todas lascosas, tiene “physis” es decir “naturaleza”. Elloimplica que el modelo circular de las cuatrocausas- eficiente, formal, material y final, seatambién aplicable a la polis siguiendo un auto-morfismo. Ahí la “sustancia” en este caso, elHombre y su proyección, la Empresa, son reali-dades en donde la planificación -eídos, idea-,la decisión ejecutiva, causa eficiente y lamateria prima tienen como fin retroalimentarla unidad estructurada que forman.

Las analogías y paralelismos de tipo organi-cista no acaban aquí, por el contrario serepiten en toda la historia del pensamiento ytambién en la concepción teológica cristiana.Baste recordar el concepto de Cuerpo místicode Cristo en S. Pablo elaborado de tal maneraque deja de ser una estructura cosificada paraconvertirse en un “animal sagrado” en tér-minos de Bruno. Allí la cabeza y los miembrostienen una dinámica y una funcionalidadpropia de los seres vivos. Podríamos seguirrecordando el concepto de “civitas” agusti-niano y para ser breves mencionar el espírituabsoluto hegeliano, síntesis de sujeto y objeto.

1.1. La génesis como proyecto

La Empresa como organismo concreto osociedad se hace posible en la medida en quela persona o personas tienen una “idea”. La

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expresión coloquial “tener idea” es en estesentido muy comprensiva. Incluso, de modoprevio a la “finalidad “encontramos siempreen la obra del Hombre un “qué”, un perfil,forma o naturaleza de lo que quiere hacer. Esoya indica la exigencia de un “centro ontológicooriginante” en la persona misma.

Las modernas técnicas de publicidad y mar-keting tienen como base una “idea”. Las ideasson siempre “ proyectos”, lo cual no quieredecir exclusivamente fines. Las ideas son finessólo en cuanto se “definen” en cuanto sondefinidas, claras y distintas, lejos de la equivo-cidad dialéctica. Pero no son fines en cuantoque el interés particular de sus autores-los“fines operantis”- no pueden hacer mella en elplan en sí. Si el interés no puede determinar laidea, es, porque ésta es en sí misma desinte-resada y libre. Una buena idea en el campo delos negocios permite obtener “buenos resul-tados”, pero éstos son la consecuencia de laidea, no la causa.

Este es el sentido que tiene colocar en lagénesis de la Empresa, la idea como Proyecto.Es preciso que “lo que se quiere hacer seaposible para llegar a ser Proyecto. Y esto sólose sabe cuando se “arroja”, se objetiva, sepone por obra. Una idea bella en sí misma-para nuestro tema, un “buen negocio” no es

una mera idea, una pura especulación, sinouna planificación que rebasa el campo especu-lativo de los despachos, de la sala de juntas ode la mente, y entra en la corriente circulatoriade la producción de la distribución y delconsumo.

Es muy importante relacionar la génesis dela Empresa con la génesis de las ideas. Hoymismo los consejeros de las grandes empresasno miden su contribución a la rentabilidad porla cantidad de sus horas de trabajo(a veces seconsidera amoral, injustificadamente, que losconsejeros vayan poco por las juntas) sino porla calidad de sus ideas. No necesariamente,pero con frecuencia las buenas ideas nacen enlos ratos de ocio, cuando el material bruto dela experiencia concreta del empresario se con-densa en una chispa de inteligencia e imagi-nación creativa. Una buena idea no se sabe dedonde viene ni a donde va. Incluso es irrele-vante el incremento de los beneficios quepuede producir, irrelevante en el sentido deque sobre el tapete o en la cabeza, la fuerzade la idea no depende de nada exterior a ellamisma sino de su “vitalidad”, que arrastra a lapersona a intentar realizarla. Aquí, como en elmodelo hipotético de las ciencias naturales,habrá que diseñar el proyecto de modo que

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cubra la realidad fáctica, pero ésta de por sí nogenera ideas.

Habrá que decir por tanto que se empieza apoder hablar de “empresa”, cuando alguien,profesionalmente cualificado o competente,presenta un proyecto como “buena idea”.

Ponerse a pensar es pues la condición de unbuen nacimiento de la Empresa.

1.2 Los factores económicos y humanos:capital y trabajo

Cuando Marx en los Manuscritos de 1844estudió el trabajo en función de la relación delhombre con la naturaleza- según el modelodialéctico,sujeto-objeto-, hizo más que unaideología de dudosa reputación . Vio claro quela Empresa no podía ser fruto de una relaciónentre capital y trabajador, es decir de unarelación entre propietarios de los medios deproducción y asalariados en el sentido his-tórico originario de proletarios u obreros. Elconjunto de los medios de producción-máquinas, métodos etc necesitan alguien más“emprendedor “que un simple peón o unsimple técnico o incluso que un rentista pro-pietario del capital. Evidentemente que estaconcepción nueva dejaba al capitalista fuerade órbita. En la génesis esencial de la Empresa,el elemento importante es la persona que

tiene la idea “capital”. Es cierto que en elcomienzo de la revolución industrial, todos los“roles”se cruzan como ocurre en todocomienzo indeterminado o aun por deter-minar. En una empresa familiar, por ejemplo,capitalista y trabajador pueden ser la mismapersona. Y así el capitalista, por lo menos enlos principios, tuvo que ser un “hombre depensamiento”. Pero a medida que el negociomarcha, el dueño del capital quiere “vivir derentas”, disfrutar del capital invertido y elinterés del capital se convierte en el pago obeneficio en razón de haber generado laEmpresa. El “vivir de rentas” hace que el capi-talista contrate a una persona intermedia quelleve la Empresa de modo que se garantice lacontinuidad o incremento del beneficio, yaque en la génesis, interés y beneficio sefunden. En la medida que estos dos elementosse separan aparece la figura del “empresario”.En realidad el capitalista comenzó siendoempresario. Pero inmediatamente su éxito lellevó a abandonar el ocio inteligente por elocio consuntivo. La conservación de la Empresarequiere una alimentación permanente deideas y de nuevas ideas especialmente paraincrementar la demanda . Esto hace del empre-sario la verdadera causa eficiente de todo elproceso. Curiosamente eso significa que en lagénesis, el trabajo tiene siempre la prioridad

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absoluta sobre el capital. Conforme a la dis-tinción de Althusser entre práctica teórica ypráctica técnica o económica, el trabajo a nivelde ideas es sustancialmente tanto o mayor aúne incluso “mejor” trabajo que el de la simplefuerza de trabajo. No basta pues trabajar conel arado. Antes hay que inventarlo. Es evidenteque el ser humano en lo que tiene de espe-cífico es fundamentalmente, “la fuerza quepone por obra el idear”.

Por tanto los factores económicos esencialesson siempre humanos. Y así tiene sentido unaantropología de la Empresa y sosteniéndolaracionalmente, una ontología. Capital ytrabajo son denominaciones poco apropiadas,puesto que por el lado del capital, el propie-tario deja paso en la dinámica de la Empresa asu “manager” y por el lado del trabajo en laera de la robótica y la informática, el prole-tario deja su papel a la tecnología.

El próximo siglo sustituirá, si no lo ha hechoya en los países más desarrollados, la relacióncapital-trabajo que incluye una estructura deconflicto, por una comunidad de ingenieros deprogramación generadores de “buenas ideas”.Como la inmensa mayoría de los hombres nopertenecerá a esta exigua minoría de tecnó-logos, el aspecto global del problema a nivelplanetario se presenta como la exigencia de un

“trabajo funcional”, es decir de una progra-mación al servicio del cuerpo social. Este ser-vicio de la inteligencia a todos los hombresdebe estar basado en la solidaridad. No setrata aquí de una solidaridad utópica sino deuna solidaridad hasta cierto punto “inte-resada”, puesto que ella es “la mejor idea”para que la empresa humana no se autodes-truya sino que siga el camino del verdaderoprogreso.

1.3 Dinámica de la Empresa

Una empresa es verdaderamente “empren-dedora”, en la medida en que funciona bien.Hemos pues de adentrarnos en la noción de lafunción-podríamos decir “fisiología “—exis-tente en la obra del Hombre.

Las empresas “se ponen en marcha”. Esto esválido para toda Obra. El punto de arranqueimplica un “contacto”. Ello obliga a volversobre el tema de las buenas ideas que siempreson las “más rentables”. Las relaciones entreteoría y práctica y las más clásicas, entre con-cepto y existencia, o eficacia, son aquí dignasde estudio.

“Emprender” es una noción con implica-ciones eminentemente metafísicas porque dealgún modo supone un “comienzo absoluto”.Kant veía en ello la exigencia de la libertad. No

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se puede emprender nada sin una voluntad deinnovación y esto, aunque sus condiciona-mientos y materias primas deban ser previos,es imposible sin un margen de libertad, con-dición de posibilidad de la creatividad. Por estouna “economía libre” es siempre una “eco-nomía creativa”. Ello supone que todo “plus”de inteligencia sea poco en relación con lasnecesidades de este tipo de economía. Estarealidad nos obliga a mirar de otro modo elangustioso tema de la “explosión demo-gráfica”.

Es infinitamente más valioso desde el puntode vista de la industria, la imaginación y lainteligencia que aporta un sólo hombre queviene al mundo,que la cantidad de alimentosque pueda consumir a lo largo de su vida. Noson equiparables la apertura a la infinita posi-bilidad que supone una inteligencia de más,con la reducida materia prima con que debealimentarse.

La chispa de la eficacia prende en la Empresacuando la dinámica del obrar no es rutinaria ymecánica, “standarizada” sino inteligente ylibre. Esta reflexión no se contradice con la rea-lidad de la producción en serie. En efecto noestamos pensando en términos de artesaníacomo seguramente pensaba Aristóteles al con-figurar su teoría de la “téchne”. La producción

en serie- la reproducción y mimetismo de losproductos hasta la nausea- se mueve a un nivelcuantitativo por la solicitación de la demandamasificada. Así ocurre en las universidadesactuales que parecen limitarse a “producir”títulos. Estas empresas fabriles o culturales, “seemprendieron” alguna vez. “Tuvieron chispa”,tuvieron su momento absoluto de libertad. Enel nacimiento de toda obra humana, especifi-camente humana, la libertad emerge creandoun espacio nuevo al margen de lo obsoleto.Toda empresa debe mantenerse jovialmenteemprendedora, renovando su oferta perma-nentemente. Y esto por una razón antropo-lógica: la inteligencia humana, a diferencia dela informática y la meramente animal, tiene suidentidad en la capacidad de sorprender conofertas nuevas “innovando programas”, gene-rando su propia demanda, “creándola”.

De ahí que sea clave el paso de la buenaidea a su eficacia en el mercado, a la virtua-lidad de producir su propia demanda. Esto enla historia de la metafísica, se llama impli-cación de la existencia en el mero concepto ytambién “argumento ontológico”. ¿Qué es loque hace posible que el arquitecto ponga porobra el diseño que yace pasivamente en eltablero de su estudio? o también ¿por qué unvendedor no se limita a proponerse abrir un

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mercado sino que lo abre “de facto”. Paratoda obra buena hace falta una idea buena,pero no basta. Sin la fuerza del querer no hayobra.

Esto hace volver sobre el papel de lavoluntad en toda empresa. Ya hemos habladode libertad. Pero tampoco basta. La libertad escondición, como lo es el “idear”. Todo esto esinsuficiente por si solo para explicar cómo elpensar cristaliza en el emprender y elemprender se sustantiva en la empresa. Hayuna serie de mediaciones, de caminos o caucesque hay que recorrer para que prenda lachispa y cuaje. Estos pasos intermedios noexigen gran tiempo en pensarlos o en acti-varlos, pueden ser instantáneos o brevísimos.¿Por qué determinadamente se emprende? Seemprende siempre por necesidad.

Habrá que explicar la articulación delibertad y necesidad en el emprender justa-mente en el punto de intersección entre elidear y el obrar. Por ahora digamos que sólo sequiere lo que se desea y sólo se desea lo que senecesita. El término “necesidad” en Economíaes inevitablemente esencial.

Hay que aprender a emplear el concepto denecesidad. En Economía las necesidades no sonelementos “coactivos” en el mercado libre,sino que son el horizonte universal que

permite la libre elección de los medios parasatisfacerlas. De ahí que debamos comprenderel carácter medial del emprender, el caráctermedial de la Empresa. Es preciso concluir, pro-visionalmente, que sólo se pone por obracuando la vida económica del sujeto queemprende, se arriesga o incluso corre peligrode disolución si no “pone por obra”. Ladinámica del emprender se entiende puescomo una modalidad de la dinámica del vivir.En definitiva emprender es “buscarse la vida”y también “jugársela”.

1.4 La finalidad, “llave de contacto”queprende libertad y necesidad

Demasiado tiempo hemos considerado losfines como meras ideas. Paradójicamentenadie piensa que las necesidades sean sóloconceptos.Y esto es porque no hemos pensadoseriamente-a pesar de toda la historia del pen-samiento-las nociones de necesidad y fina-lidad.

Toda empresa seria es una necesidad para elque la emprende. Esto lo entienden loshombres con “vocación”, los profesionales decualquier empresa, sean fabricantes, inge-nieros, astrofísicos o artistas. Cuando el fin“quema la sangre”, surge la obra. Esto explicamuchas cosas sobre la naturaleza misma delhombre y no sólo como específicamente dis-

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tinto de los animales, sino también distinto delos ordenadores, y los robots, por muy per-fectos que se piensen.. Ya hemos sugerido queel hombre es “un animal de novedad”, animalnovitatis. No es lo contínuo ni lo cíclico suámbito, sino la imprevisible discontinuidad, lamutación inteligente. La novedad que empujaal hombre es el fin. Pero entre éste como meropensamiento y el obrar, está el “quemar lasangre”.

El hombre no es, afortunadamente, unaentelequia ni un generador de conceptos abs-tractos, un cógito cartesiano o una autocon-ciencia originaria. El propio Descartes se vioimpotente ante la realidad del obrar. No fuecapaz de elaborar una ética. Cuando elhombre emprende, previamente tiene quehaber deseado, para desear tiene que “notar”,tomar nota, conocer y para conocer tiene quesalir de sí mismo pues se toma nota de lanoticia, de lo nuevo y no sabido. Para esto espreciso que el hombre sea obligado a salir desí mismo por “la cosa en sí”. Veamos más des-pacio dentro de los límites en que nosmovemos.

El hombre, como animal emprendedor, esuna inteligencia libre, pero a la vez, visceral yentrañable: los fines se piensan con lasentrañas. Así decimos: “hace falta tener

mucho estómago”, “no tiene riñones” o “cor-dialmente suyo”. Estas expresiones y otrasmuchas no son simplemente metafóricas. Loson como las imágenes-phantásmata- en laconcepción aristotélica. Todo concepto paraalcanzar la categoría de deseable debe pasarpor la entraña. Más aun no es pensable niposible lo que no es entrañable. Quiero decirque no es concepto humano el concepto que“no sale de dentro”. No en el sentido idealista,por supuesto . El interior del hombre,“intuitus” está hecho de entraña. El interior, esla cópula psicosomática que hace de los finesabstractos, deseos concretos. Esto permite queel fin sea necesariamente deseado y “obligue”a arbitrar los medios para satisfacer esahambre de fines.

Se suele decir que el empresario lo que real-mente quiere es “hacer dinero” y desde Marxpor lo menos, hacer dinero es considerado ensi mismo inmoral porque el dinero es un valorde cambio, se intercambia por cualquier cosa,buena o mala. De ahí que equivocadamente eldinero se juzgue como una prostituta que valepara todos. Según ese criterio antisemita (vid.“La cuestión judía”) todos los hombres “nor-males” y posiblemente más aun los trabaja-dores, quieren hacer dinero. Otra cosa es quepuedan .

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Aquí debemos considerar el dinero como el“lubrificante” que permite abrir y cerrar el“argumento ontológico” a nivel humano. Eldinero materializa a los ojos, de la cara y de lamente, los medios para satisfacer la necesidad.El dinero es la idea hecha fenómeno, la esenciahecha existencia.

Si se piensa que estas afirmaciones pecan dereduccionismo economicista se piensa relativa-mente bien. Estas expresiones, estrictamente,sólo valen para el mundo económico. Para otrolugar dejamos el desarrollo de la tesis de quetambién valen para todo el obrar humano sitenemos cuidado de emplear el término“dinero” analógicamente. Anticipemos que elalma-como el dinero- es, de alguna manera,todas las cosas, dice Santo Tomás de Aquino. Yel precio con el que el hombre “compra” elcielo son las riquezas injustas con las que senegocia aquí abajo, según aquello de que “lamonedita del alma, se pierde si no se da”.

Un empresario que no quiere hacer dinerono emprende nada. Esto es rigurosamenteaplicable al mundo económico pero por ana-logía a toda la vida del que hace algo válidopara sí o para los demás. Se busca la gloria, elpoder, el placer. Un estudio de estos interesesdemostraría fácilmente que son “mejoresdineros”. Lo que se haga con el dinero no es

una cuestión económica sino ética y afecta alhombre en cuanto tal hombre pero no encuanto empresario, de manera semejante acomo el arte afecta también al hombre perono en cuanto sujeto alérgico al polen de lasflores.. Así decimos que lo que obliga aemprender es el concepto encarnado en eldeseo, el cual “obliga” a elegir con libertad“acuciante” los medios para satisfacer el deseodel fin.

2. Las características empresariales de lapersona

2.1 La persona como productor-producido

Si es posible pensar en términos personalesla empresa, se debe sin duda a que la empresaen sí es una proyección o materialización de losrasgos más hondos de la persona. En todo estetrabajo conviene advertir nuestra intenciónque oscila entre el concepto reducido a tér-minos económicos de persona y la noción filo-sófica, bien convencidos de que el hombre enla empresa, no sólo no deja de ser persona sinoque emprende por ser persona.

La persona humana es un fenómeno deautorregulación o retroalimentación, “feed-back” etc. Habrá que ver la realidad última de

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ese fenómeno. De entrada decimos: “Fulano,aguanta” o “con éste no hay quien pueda”,“mira, Juan Palomo, yo me lo guiso, yo me locomo”. Todas estas expresiones remiten alhecho de que la persona humana, en lamedida en que es tal y por lo tanto tambiénempírica y no sólo intelectual es lo que “se sos-tiene por sí mismo”. Los que no se sostienenson”menores”,”inválidos”, “marginados”,“enfermos”, “jubilados” etc. ¿Queremos decirque “los que no se sostienen” no son per-sonas?. En modo alguno. Sólo ocurre que porlas razones que sean no ejercen como tales entodas o en algunas funciones personales.

Son personas por lo menos como “unalguien término de amor”. Pero de hechocuando alguien no se sostiene en nada empíri-camente contrastable, el electroencefalo-grama da plano. Podemos pensar y, de hechoes así, que la persona se sostiene más allá delcuerpo pero entonces ya no es propiamente unhombre.

¿Qué es sostenerse? Los griegos llamaba aesa peculiar situación, “ser sustancia” o másliteralmente aun,”lo que desde debajoaguanta” y los modernos y contemporáneoshablan del sujeto, de la autonomía de la sín-tesis originaria de la reflexión o del ente quepregunta por el Ser de sí mismo. Los empre-

sarios suelen decir que “van tirando” o “quese sostienen” y cuando dicen “esto ya no hayquien lo aguante” se refieren a su propia per-manencia como sujetos económicos. La retroa-limentación del sostenerse es un modopeculiar del autoproducirse. Así se ha com-parado la empresa a un gran “metabolismo”:se compra, se transforma, se vende, se des-hecha, se vuelve a comprar. Este dinamismo esposible como obra del Hombre, porque reflejala propia actividad personal.

Cuando hablamos de productor y producto,pensamos habitualmente de modo económicoy no solemos caer en la cuenta de la universa-lidad del “hacer”(machen, to make, faire). Lapersona humana es la que hace. Se hacedinero, se hace el amor, se hacen buenas obras.se hace incluso tiempo y también decimos, “sehizo con la empresa” o “se hizo a sí mismo” ydesde luego “se hizo el amo” o “ se hizo todoun hombre” etc. etc.

La personalidad es un hacerse. Y aquí el con-cepto de virtud en el que el prof. Polo insistetanto cubre teóricamente bastante bien elasunto. La virtud es el hábito operativo bueno.Eso puede sólo significar que moralmentehablando y me atrevería a decir desde todoslos puntos de vista, el hombre es -por la vir-tudun obrero de sí mismo, en alguna medida,

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no irrestrictivamente, “causa sui”. Alguien quetrabaja por sí y para sí, uno-que-se-hace. Eneste sentido la persona humana es el modelode la empresa perfecta y autosuficiente,dentro del mercado, de la misma manera quela persona, lo es, en tanto que está viva en elmercado social o en el mercado “ontológico”.Ser-dice Zubiri- es dar de sí. La persona es pro-pietario, usufructuario del capital humano queposee -esta carne, estos huesos, esta alma-. Ytodo este capital carece de sentido si elhombre se autoconsume “viviendo de susrentas”, pagando y no produciendo; lainflación acaba al fin con su propio capital. Laúnica manera de sostenerse es generar ofertaen la sociedad o en la realidad misma en la quese mueve. Generar oferta quiere decir producirbien o bienes. Más aun, ofrecerse a sí mismocomo bien al servicio de la familia, de la insti-tución, del estado. Ofrecerse a sí mismo comobien, es ser solidario. ¿Pero qué sentido tienehablar de solidaridad si no se genera oferta?La perfección del mercado debe consistir enhacer asequible a todos los demandantes “loque tiene mayor precio”. No ya la mayor feli-cidad para la mayor parte, sino, si es posiblepara todos. En este sentido la persona es lomás valioso. Evidentemente que, al decir quela persona es un producto de sí mismo no sepiensa en la autoalienación cosificante de la

persona sino en la autogénesis que “la sos-tiene”. Hay que percatarse de que la sociedadno demanda tanto fuerza de trabajo como“valor humano”. Lo más deseable es lo demayor precio, lo más valioso, esto es, lo que nonecesita de nada ni de nadie pero se da atodos y a todo. Así “auto obrarse” es virtud,algo radicalmente enraizado en el bien.

Todos vemos que el emprender personal, es,precisamente por sus defectos, sólo unemprender, un ir haciéndose. La misma idea decreatividad sin término que es la libertad, essólo un horizonte para la persona real y parala empresa real. Esto sólo nos dice que laauténtica empresa-”energeia”- es una sagaz ypura actividad. Así se reafirma el carácter ins-trumental del hombre y de las empresashumanas respecto a un Acto, deseable por símismo. Y es deseable, si El mismo se hacedeseable en tanto que emprende. Pero estaempresa suprema, es fuego, puesto que suemprender consume lo viejo haciendo nacer lonuevo.. No es la perezosa inactividad de unreposo sin riesgos, imagen con la que se hapensado demasiado tiempo a la eternidad. Tales el emprender supremo que se pone total-mente en juego arriesgándose al crear lalibertad humana a no ser adquirido en elmercado ontológico. Así ocurre cuando los

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“bienes” no son deseados: que suceden losmales.

2.2 La escisión de la estructura: trabajador,propietario, empresario

Una persona es definitiva y eficazmentepersona, en la medida que “corre”, De ahí quevulgarmente, a la tal persona, le llamamos“currante”. Todo empieza “currando”, lo cualno significa que sólo los componentes de lapoblación activa, los “currantes”, sean per-sonas, sino más bien que sólo ellos pueden“poner por obra” la personalidad en el ámbitoeconómico, en el ámbito de las condicionesmateriales de existencia. Los que producenmaterialmente, desempeñan en el todo socialuna actividad indispensable sin la cual el restodesaparecería. Gracias al currante la poblaciónpasiva, puede por lo menos “padecer”, sertérmino-de. Incluso el no-producir económica-mente puede permitir “producciones” cuyodestino o término sea más personal, más plenoen el orden de lo especificamente humano. Yesto no sólo es válido para los llamados “pro-ductores indirectos”, sino es perfectamenteampliable a las profesiones puramente intelec-tuales o incluso contemplativas. Para que en lasociedad haya grandes sabios, profetas y reyes,alguien debe “currar”. Por lo menos en elactual desarrollo de la tecnología.

Veamos cómo -fenomenológicamente- seescinde la estructura social y luego como seexplica esta escisión.

La propiedad supone una previa acumu-lación de trabajo. Aunque la moral y elderecho contemplan diversos modos deaccesión a la propiedad: la ocupación o latransmisión por ejemplo. Es, con todo, la legi-timación “histórica” la que exige siempre untrabajo, siquiera sea el de molestarse enocupar aquel bien económico que llamamos“capital” que en sentido estricto significa elconjunto de los medios de producción.

Las unidades económicas, cuanto más primi-tivas suelen ser más autosuficientes. Es ladivisión del trabajo que nace con el progresola que determina la existencia del mercado. Elmercado supone ya una escisión, en su fase pri-maria que es el trueque . En el origen y endeterioro de una economía nos encontramossiempre con el trueque, que implica que notodos lo tienen todo.

Es curioso cómo el “tenerlo todo” no essinónimo de “perfección” económica. No hayque olvidar, si nos atenemos en primer lugar alo que ocurre, que la primera unidad de pro-ducción no es el individuo sino la familia. Se“curra” para la familia. Esta, si quiere ser

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marco en donde la dignidad del hombre sealcanza, exige uno o varios “currantes”.

Ello parece implicar la solución de un funda-mental y, a la vez, chusco problema: la prio-ridad del huevo o la gallina. Económicamenteel productor es antes, “si es que quiere soste-nerse”. Filosóficamante ya desde Aristóteles yHegel la acción, el acto, es también antes. Laverdad última y primaria es un resultado, un“balance de resultados”. Se muestra, se “ve”el fenómeno de como la gallina produce elhuevo y a la vez es “producida” por el huevo.Esto es lo que parece sensiblemente. Lo impor-tante es explicar. Y la explicación nunca es sen-sible. Explicar es elevar lo que se ve, a raciona-lidad, a un discurso que no sólo da cuenta delo visible fuera de lo visible sino que ademásda cuenta de sí mismo. Ello quiere decir que escoherente consigo mismo. La coherenciaimplica siempre una remisión a los principiosdel obrar y del ser: la identidad que se propagatransciende en lo diverso.

Sin entrar en la ontología del asunto hayuna explicación muy simple que puede inclusoconvencer al evolucionista medio: cabe pensaren una génesis evolutiva de la gallina a partirde especies inferiores pero no ocurre lo mismocon el huevo. Un huevo, fenomenólogica-mente hablando, no procede de un huevo

inmediatamente anterior. Es la gallina quemediante el huevo se “autogenera”. No sepuede decir al revés. Un huevo no decide per-sistir en su ser gracias a la gallina. No cabepensar en una evolución de huevos. Sí de oví-paros. El que se observe que los huevos de lasespecies inferiores son “menos evolucionados”que los de las superiores es una observacióndel dato no de la causa. Y la causa es siemprerespetuosa con el principio “Ex nihil, nihilo”.

Esta disgresión tiene un objetivo, ayudar aentender la división del trabajo. Es, como lagallina del cuento, la persona lo primero. Lapersona, a su vez es impensable sin la familia.

Esto lleva, a considerar una vez más ladivisión del trabajo en la familia mediante lapersona.

La familia es la primera empresa histórica.Ahí el emprender, viene determinado por lasatisfacción de necesidades: la conservaciónindividual y la reproducción; en el nivel de lascondiciones materiales: metabolismo y sexo.Del mismo modo ocurre todos los días en todoel ancho mundo. Primero comer, luego satis-facer el instinto sexual. Pero para ambas cosashay que “hacer planes”. Y ambas quedandentro del genérico “buscarse la vida”.

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La diferencia entre el hombre y un supuestoancestro es la superación, siquiera mínima dela inmediatez del deseo mediante el plan. Unhombre no es tal porque combina imágenessino porque hace planes. ¿Qué “plus” añade elplan a la imaginación?: el sentido de futuro, elriesgo de la “aventura”. La imaginación espuramente “material” puede ser utilizadapero ella no puede utilizar. Decimos “se dejóllevar por la imaginación”.

Es peligroso que a un empresario le ocurraeso. Se espera de él que sea racional, inteli-gente y la inteligencia “utiliza”, “manipula”los datos empíricos, nunca se deja manipularpor ellos. Dejarse manipular por el dato es caeren inmediatez animal. Si nuestros deseos no seelevan a planes son animalescos. Pero ello eco-nómicamente conlleva que no son rentables.La rentabilidad supone siempre racionalidad,relación entre medios y fines. Es el fin trans-cendente al sujeto lo que permite liberarse delo inmediato.¿Qué implica la rentabilidad,además? Supone ahorro. Es decir producir un“plus” con el que se puede hacer lo que sequiera, un “plus” que da libertad. La rentapermite potenciar los medios-capitalizar-y con-sumir más que antes. De ahí que lo inteligentesea ahorrar. Se habla en este sentido de la“inteligencia” de las hormigas. La gran dife-

rencia es que las hormigas no hacen ni indi-vidual ni colectivamente planes; los hace lanaturaleza por ellas. Esto debería mover apensar más de lo que suelen hacer los cientí-ficos sobre la racionalidad de la naturaleza. Nosólo qué se muestra como planificada sino porqué. El hombre, tiene específicamente como“natural”, el individual o consensuadamentehacer planes.

La historia de la economía es una historia delos diversos modos de hacer planes. La cos-tumbre y la tradición cristaliza la economía dela Edad Media, la planificación individual la dela Edad Moderna. Las sociedades anónimas ylas multinacionales son fruto del consenso deuna parte pequeña de la sociedad y el socia-lismo real fue una planificación dictatorial deun grupo social . Estas dos últimas son verda-deras oligarquías que pueden determinar elprecio de su producto en el mercado mundialo por lo menos tienden a ello. De ese modo,desafortunadamente, se elimina el riesgo. A lalarga la eliminación del riesgo resulta ser undisparate económico. No cabe “empresa” sinel riesgo del “emprender”.

Aquí debemos concluir que el hombre serealiza plenamente en el emprender. La razónes que lo que aporta el hombre específica-mente es la capacidad de sorpresa, la inno-

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vación en el terreno de los fines y de losmedios. Los fines deben ser esclarecidos puestoque la naturaleza los proporciona sólo genéri-camente. A veces el hombre inventa nuevosfines que serán humanos en la medida quemantengan su coherencia con la personalidadcreativa. En el campo de los medios, en virtudde esa coherencia no son todos lícitos. Hay queconseguir que lo factible sea agible moral-mente. En ello va la propia personalidadmoral.

Sin embargo es cierto que la mayoríainmensa de los hombres son meramentefuerza de trabajo, herramienta en manos deotros hombres. El “estar a la mano “ esindigno, el ser útil es otra cosa. El organismosocial tiene distintas funciones. No puede lacabeza decir al pie: “quiero ser pie”. O la manoa la cabeza : “quiero ser cabeza”. El orden sedestruiría. Sin embargo es cierto que elhombre trabajador puede comportarse, encuanto tal, humanamente. Eso ocurrirá cuando“capitalice “ su función. Capitalizar la funciónsignifica servir inteligentemente dentro delámbito de su carácter medial. Comportarsecomo un empresario en el territorio del propioservicio. La empresa es mucho más rentable silas herramientas cumplen mejor sus fines.

El progreso de la tecnología actual resuelve,en breve tiempo, la aporía del hombre comofuerza de trabajo. Suelen creer los ideólogoshumanistas que la informática y la automacióngeneran paro. Este paro tecnológico despla-zaría en definitiva a la mayoría de los hombresdel mercado. Marx ya nos habla de cómo lostrabajadores del siglo XIX destruían las nuevasmáquinas que les empujaban a formar partede un “ejército de reserva”, que en aquellaépoca, sin subsidio de paro, significaba elhambre y la muerte.

Pero, históricamente hablando, que los tra-bajadores destruyan las herramientas suponedestruir la propia libertad. En efecto lo que elprogreso de la informática y la robotizaciónsupone es que, en el límite de este proceso, eltrabajador dejará de ser una simple fuerza detrabajo. Del trabajo embrutecedor, propio debrutos, libera el progreso tecnológico. Pero,libertad ¿para qué? podría decir alguno. Lalibertad es en este proceso absolutamenteimprescindible para el hombre. Sólo en un con-texto de libertad, el progreso actual lleva nece-sariamente consigo, que el hombre tengacomo horizonte o destino la aventura . Se hahecho posible esta transformación porque lainformática ha sustituido la fuerza de trabajopor la fuerza del idear. Es decir que el

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emprender con riesgo sea de iure y de facto lonatural y específico humano . Así el destino delhombre será realmente el emprender.

De esta manera el ser humano sin la extre-mosidad del ser trabajador-herramienta- ni deser poseedor-rentista se abre al nivel más espi-ritual dentro de sus posibilidades: dominar latierra. No quiere decir esto que desaparezca eltrabajo o la propiedad como suponían los uto-pistas frankfurtianos que pronosticaban unhedonismo materialista para el ser humanocomo su paraíso en la tierra. De lo que se trataes de que el hombre se realice como tal, nocomo animal o como déspota. La técnica leahorra el esfuerzo de ser mera herramienta yla propiedad deja de ser una modalidad para-sitaria del mundo económico. Así la propiedadprivada debe ser atribuida al que emprende .El que corre en el mercado-el currante- merecesu premio y el que mejor corre, mejor premio.De este modo es al empresario al que le corres-ponde la propiedad del capital pues es la razónla digna de libertad. Así por un lado el trabajose convierte en un puro emprender y el capital,en un medio, en las manos del que emprende.

En fin, el hombre tiene en sus manos sudestino económico en el límite del tercermilenio. El reino de los fines es en el terrenohistórico, de una vez, el reino de la libertad.

La escisión y el desgarramiento dejan paso auna síntesis en donde el hombre emerge comoel señor de sí mismo. Esto sólo es posible,dentro de un marco jurídico - político -eco-nómico regido por la libertad, puesto que cual-quier otro régimen, deja al hombre inermefrente a otros señores distintos de él mismo:inerme frente al estado, inerme frente a latierra y el capital. No se trata de una invo-cación a la democracia formal o al sufragiouniversal. Esto es demasiado poco. Se trata dela capacidad y voluntad de aventura del serhumano que tiene como su mejor destino elllegar a ser autor de su historia personal ycolectiva. Se quiere decir: superar a la natu-raleza desde la naturaleza.

Se parte de la naturaleza animal y se llega -universalizando fines- a una naturaleza espi-ritual. Eso sólo es posible si en el hombre, seacualquiera la forma histórica que tome,esclavo, vasallo, proletario, marginado-hayuna radical e inalienable libertad que ledefine.

Sólo si el hombre “es” libre puede llegar aserlo. La libertad es una conquista de sí mismo.

Un embrión humano puede ser libre e inteli-gente. Un embrión de bestia jamás. Esto es loque define el marco moral, de fines, que cons-tituyen al ser humano. Destruir un embrión

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humano es destruir un haz de posibilidadeshistóricas. Ese embrión abortado es una posibi-lidad menos para la humanidad y de rechazo,es una inmensa pobreza. No será un sabio-esequizá que descubra la vacuna contra el “sida”-ni será el hombre que pacifique un continente,ni el que invente un arte insólito lleno debelleza. Un aborto no es nunca un acto frutode la libertad y para la libertad sino el ciegooscurecerse de un emprender y la negaciónmisma de una empresa histórica .

2.3 Diseño industrial de la persona

“Tener industria” es una expresión muyusual de nuestros clásicos y de nuestros mís-ticos. También se habla de “industriashumanas” como de aquellos medios estricta-mente humanos que son más propicios paraadelantar en la vida espiritual.

Aquí “industria” hace referencia a lo máspropio de la capacidad humana. Las hormigas,suele decirse, son “industriosas”. Incluso sehacen continuas referencias a sus “virtudesahorrativas”. Es pura metáfora, porque quientiene industria y quien ahorra previsoramenteno es la hormiga o un consenso de hormigassino la especie instintivamente.

A quien corresponde el calificativo de“industriosa” es a la persona humana. Sólo el

hombre puede “tener industria”. ¿Qué es,pues, la “industria”? La industria tiene muchoque ver con el “arte” en el sentido griego de“tékhne” y así se habla de “artimaña”. Tantoel arte como la maña cuando se afirma libre-mente el propósito de conseguir el fin que esuniversal respecto de los medios, son exclusiva-mente humanos. Las ratas de Paulov o los ani-malitos de Skinner se “dan buena maña” parapulsar la señal que les proporcionará unpedazo de queso. Pero en las ratas, su ir yvenir, tanteando el camino más rápido paraagarrar su presa, no existe un fin universal quepuede ser alcanzado mediante “industria” . Sudeseo es inmediato, necesitante, irreflexivo.Los “planes” son sustituidos por las mañas quenunca son racionales, conclusión de un dis-curso, sino mecánicas e impulsivas. Es precisoasentar bien que el hombre tiene “industria”.

Si por diseño entendemos por analogía, loque el hombre es en su estructura íntima,debemos esforzarnos enseguida en aclarar eltérmino “industria”. Etimológicamente,“industria” es el arte(tékhne) de conducirhacia o utilizando otro término más cercano,el arte de producir. En realidad producir añadealgo al inducir: es un movimiento “prove-choso” que tiene rentabilidad. Así en el fondoel término industria remite al carácter inno-

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vador del hombre que produce cambios favo-rables Así mientras la agricultura supone un“culto” o cultivo, la industria reporta un movi-miento. El matiz diferencial está en que en laprimera se establecen unos lazos de religacióncon lo que hay antes (la tierra, pero no sólo latierra, sino el sol, la lluvia etc. ) mientras queen la segunda, uno se vale de su propia capa-cidad para obtener resultados inesperados.¿Qué quiere decir “inesperados.”? Pues que lainteligencia suple la carencia de materiaprima, la carencia de dato y lo suple medianteel ejercicio de sí misma. La civilización agrícolaes una civilización de “especies fijas”-la patata,el tomate- que siempre se repiten. Todo lo máspor combinación de imágenes se pueden con-seguir híbridos. Lo híbrido es fruto del tanteo,no de la razón. Pero la industria nos sorprendecon otra cosa. La industria -se dice- transformala materia prima en producto. De petroleohace plástico por ejemplo, de plástico en unsegundo nivel hace recipientes, botellas. Elproceso que va del petroleo a la botella esinesperado. Para un hombre acostumbrado a“cultivar”, el petroleo es fundamentalmente“su materialidad”, en concreto, un productode la descomposición de los peces segúnalgunos. El salto que va del pez al envase deplástico o al celofán, es salvado por la“industria “ Lo propio pues de la industria es

cómo “hacer milagros” desde el punto de vistadel agricultor, pues los productos industrialesson como milagrosos ya que no se ve en prin-cipio cómo se puede dar el salto.

Esto es lo propio del hombre: “hacermilagros” con la materia prima. Desde unpunto de vista teológico, esos milagros no sonauténticos. Sin embargo para el agricultor-tipolo parecen. Para ser auténticos milagros seríapreciso que la industria produjese productos apartir de cero . La sorpresa sería entonces ful-minante. Y en el fondo a esto, como horizonte,intenta ir el industrial. Toda creatividad quiereser creación pura. Evidentemente, el carácterfinito del hombre le impide el dominio sobretoda la realidad, siempre le falta algo. En estesentido la industria es incompleta, el hombrees incompleto En sentido genuino ya es propiode la industria ser incompleta pues todo elmundo sabe que hay muchas cosas que no sepueden adquirir con industria: la felicidad, lainmortalidad, el saber absoluto, el amor, el sernecesario y no contingente etc. Es un espaciovedado para la industria aunque no para elhombre. Eso nos señala una limitación de laindustria respecto al hombre. Si no todo sepuede conseguir con “industrias” pero sí sepuede conseguir de otro modo, entonces lohumano y lo industrial no se confunden.

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Podríamos sugerir un primer diseño indus-trial del hombre significando que la industriaes relevante en todo lo que hace referencia ala transformación de materias primas en pro-ductos. Fuera del alcance de la industria está,por un lado, la creación de la propia materiaen sentido absoluto y por otro el mundo de latranscendencia, no ya el mundo de “ultra-tumba” sino también el mundo espiritual. Esobvio que los animales no son propiamente“industriosos” y menos “industriales”. Y a lavez la felicidad o el amor directamente noestán abocados a la producción material.

Precisamente éste es el lugar del hombre encuanto hombre. No en cuanto animal-máquina, no en cuanto capaz de transcenderlas actuales condiciones del mundo.

En lo primero se puede estar fácilmente deacuerdo, en lo segundo no tanto. Algunosespiritualistas piensan que lo propio delhombre es transcender la materia y el cuerpo.

Por el contrario lo propio del hombre esdominar el cuerpo-y el mundo material-empa-pándolo de su libertad. Lo que pase de aquí escuestión teológica.

El hombre-habrá que concluir- es un alguienque se sostiene a sí mismo en cuanto es libre esdecir en cuanto somete a su propia materia, en

definitiva un alguien que tiene “industria” Yresuelto este nivel de su estructura real, puedeel hombre pensar más allá.

2.4 La persona como realidad- que- da-de sí

Toda realidad “da de sí”. Toda realidad esfundamentalmente sus posibilidades. Esta afir-mación permite tomar una actitud decidida-mente optimista respecto del hombre y suscosas. El hombre es un animal rentable ontoló-gicamente. Es capaz de generar su propiademanda en cuanto los fines libres y losmedios necesarios para conseguirlos son asu-mibles por todos y cada uno de los hombres.Cuando Tertuliano decía “nada de lo humanonos es ajeno”, pensaba en esta verdad. El pro-ducto genuinamente humano tiene de propioque es universal virtualmente. Y esto es verdadaun dicho de la procreación como consensoentre Dios y la criatura para generar nuevoshombres.

No es cierto que el hombre ponga sólo lamateria del que va a nacer y Dios lo más impor-tante, lo formal, lo esencial al hombre. No esexactamente así. La persona humana es elresultado de la “con-currencia” del trabajocomún de Dios y el hombre. Dios es respon-sable del alma, los padres del cuerpo, se sueledecir. Dios y el hombre concurrentemente sonlos causantes del hombre entero. Si faltase la

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acción humana en la fecundación,entonces,Dios no querría-y por lo tanto nodaría-un alma para nada. El alguien es unadonación de sentido por parte de Dios, perotambién por parte humana. Esto es importantepara comprender que la industria de procrear,supone en parte un cultivo de la materia, perohay un elemento, específicamente humanoque es el consciente dar de sí . Procrear, comoun multiplicar personas es no sólo un modo defecundidad material, como suele decirse, sinomucho más. Lo que el hombre hace posible consu aportación a la obra divina es que un hori-zonte universal de posibilidades reales se abraen el futuro. Dios y el hombre en la procre-ación se responsabilizan de que la historia-después de este niño que va a nacer- no sea yala misma. No hay, gracias a éste o a aquel niño,un ciclo de ciclos o un eterno retorno de lomismo. Por el contrario, con este niño todopuede ser diferente, porque todo nuevo serque viene a este mundo es un plus de libertad.

2.5 La proyección empresarial de la persona:marketing y publicidad

Todo ser humano es un espejo. De ahí eltérmino “especulación”. Hace más de quinceaños escribí peyorativamente sobre el “espe-cular” como una especie de “inflación estruc-tural”. Ese escrito me parece, hoy, insuficiente.

No se acaba la esencia del especular en unsacar valores de la nada, como una plusvalíahecha del trabajo excedente. El hombre es unespejo en muchos sentidos. Parece vida y sólolo es finitamente, da luz pero no propia, sepresenta como cosa en sí y es sólo manifes-tación. Así en la tradición idealista, se reduceel hombre a conciencia y la conciencia aespejo. Este planteamiento es en el fondo muymaterialista porque niega toda creatividad alser humano y es fatalista: le niega todalibertad.

Pero en un cierto sentido, sí lo es. El hombreen cuanto portador del lenguaje es un sercomunicativo, que en un primer lugar dice-de-sí. Considerando que propiamente los teóricosdel lenguaje suelen decir que el primer len-guaje es gestual, la consumación del lenguajeprimitivo dio su resultado en la cópula sexual.Ahí tenéis la materia prima del concepto, elsexo.. Tal es la importancia del sexo para lacomunicación . Este es uno de los sentidos mássignificativos de la carnalidad del Verbo. El len-guaje tactil, el Logos en cuanto término de unpalpar.

El lenguaje tiene una subhistoria no dema-siado conocida. Los pueblos comerciantes sonlos más locuaces porque es en el zoco omercado donde se hace la vida. Las ciudades

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fueron en principio un mercado junto a lasmurallas del burgo. La literatura tiene su apo-teosis en estos pueblos. La democraciatambién. Los pueblos agrícolas necesitan disci-plina y poca comunicación. Esta es la razón deque los comerciantes “especulen” con los pro-ductos de la tierra. Porque son “de la tierra” ysi no “se les da salida” no valen casi nada. Todolo más para el abastecimiento del agricultor enuna economía cerrada, sin mercado, autosufi-ciente. El dar salida a los productos de la tierraobliga a hablar, regatear, negociar, transigir. Si,como he dicho antes, el hombre es un ser deposibilidades, un “ánima” que anima futu-ribles, el proceso “natural” de la historiahumana lleva necesariamente a la industria y ala larga a una industrialización de la pro-ducción agrícola.

Al colocar al hombre como un ser comuni-cativo y no sólo económicamente comuni-cativo adquieren sentido los espacios econó-micos que cubren la necesidad de “dar salida”al producto”: el marketing y la publicidad.

Hace nada más que un año y medio narrarlas excelencias de la publicidad, le podía costara uno el ostracismo por lo menos intelectual.Será todavía preciso afinar matices.

El comunicar es siempre un vender. Cuandohablamos esperamos ser escuchados. Pero no

lo vamos a ser necesariamente. Hay que sabervender.

Lo resbaladizo del tema se debe a la censuraintelectual marxista que todos hemospadecido durante casi un siglo. El socialismoreal era una concepción en que se negaba elmercado, no sólo económico, y que por lotanto fijaba caprichosamente el precio en tér-minos políticos. Sólo se comunicaba en unadirección. La iniciativa, no hablo sólo de eco-nomía, quedaba siempre de parte del partido.La comunicación unilateral sería publicidadinteresada pero no marketing. El mercado, porel contrario, deja la iniciativa a las unidades deproducción, de distribución y de consumo. Laresultante son los precios que no son arbi-trarios o imaginativos porque responden a larealidad del mercado. Caprichosos son losprecios políticos que han llevado a la miseria atres cuartas partes del mundo.

¿Qué es en definitiva la publicidad? El “sernoticia” en el mercado. El darse a conocer. Estaes evidentemente una característica no exclusi-vamente económica, sino propia del hombre .El darse a conocer está en las raíces de lasexualidad sin la cual el hombre ni es nada nipuede dar de sí nada. En la génesis de lafamilia está el hablar, el festejar, el tratarse. Loque los esposos se comunican llega a su

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término no en un simple producto sino en algoconcebido, un concepto. El hijo es la palabra,más que el icono, que se dicen el padre y lamadre sobre la vida. De ahí que el sexo tengasentido referido a la vida, al horizonte vital delos padres. Todo ello lleva consigo un “cono-cerse” en el sentido hebreo de la palabra. Evi-dentemente, cabe una superación del sexo,una creatividad mayor sin materia prima, peronunca por defecto de sexo sino por autodo-minio. En este sentido el “conocer” espiritual,es un modo angélico o cuasi-angélico de ser.Ser “como ángel” es la mejor empresa que sepuede emprender.

En el mercado, la publicidad es el cauce quepermite el “conocimiento” de la oferta y lademanda. La publicidad menos sofisticada esquizá la de los anuncios por palabras de losgrandes diarios. Ahí hay poco lugar para elengaño.”Piso de cien metros cuadrados, convistas sol, quince millones” Y punto. La publi-cidad se presenta aquí en telegrama que nopermite grandes exageraciones. En el amor,también se compra y se vende. No queremosdecir en la prostitución, porque en la prosti-tución no se vende el amor sino el cuerpo. Setrata del amor genuino de todo tipo. Hay quehacerse notar, hay que seducir (en el buensentido), hay que resultar atractiva o atractivo.

De la publicidad y de las noticias, lo que sepuede pedir es que sean “buenas”. Pero lapublicidad como el lenguaje es sólo un medio,eso sí, imprescindible para abrir mercado.

Los términos “comprar”y “vender” tienenuna naturaleza transeconómica. Los romanosprecisaban en esta dirección cuando abre-viaban la esencia del contrato en un “do utdes”.

El dar para que tú des, no es necesariamenteuna compraventa, diríamos que se corres-ponde con todo “dar interesado” o con animode lucro. No es cierto tampoco que el lucrotenga que ser “material” .” Te enseño paraque enseñes”, “te doy la vida para que des lavida”, “te doy mi amor a cambio del tuyo”.También es posible pensar como Fenelón yquizá Kant en un amor puro. No acierto a com-prenderlo, ni siquiera a creerlo porque el amorpuro supondría el llegar, en la sobreabun-dancia de la limpieza, a mantenerlo secreto y ano comunicarlo a nadie ni siquiera al amante.En cuanto hay comunicación, hay interés, porlo menos con el carácter de expectativa de res-puesta.

De todo ello se deduce el carácter comuni-cativo del ser humano. Y en este carácter sefunda la necesidad de la publicidad en unaeconomía libre. La crítica debe tener como des-

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tinatario la “mala publicidad”. Y la mejorcrítica de las “malas noticias” son las “buenas”noticias. Pero suprimir la noticia, las buenasnovedades, supone un suicidio para el hombreque como Apolo es el que establece nuevascolonias en tierras lejanas.

3. Los radicales morales de la empresa

Es un lugar común en nuestro tiempo hablarde la relación de moral-y ética- con la eco-nomía y con la empresa. Eso ya hace suponerque las actividades económicas en cuantohumanas hacen relación al bien objetivo y noson nunca indiferentes o neutras.

Cierto es que el economicismo quedadefinido por la pretensión de independenciarespecto de la moral. El obrar humano,también el económico hace siempre referenciaal bien, bajo pena de no ser humano. Hay quepensar cómo siendo la Economía una cienciaque trata de bienes económicos puede margi-narse a si misma del bien y del mal bajo cuyogénero se inserta el bien económico.

3.1 El bien último-relativo-de trabajadores,empresarios y propietarios

Precisemos lo que entendemos por bien ypor bien económico. Es necesario esclarecerlo

para toda unidad económica que no pretendaestar por encima del bien y del mal.

Estar por encima del bien y del mal es, desdeNietzsche, sinónimo de amoralidad. Aquívamos brevemente a tratar cómo es de esenciade la economía en cuanto actividad humanaestar dentro de un orden moral. No se tratatanto de establecer la primacía de la personasobre la economía cuanto el carácter eminen-temente moral de toda empresa que se juzguecomo humana.

¿Qué es bien y en particular, qué es bieneconómico? Dada la magnitud de esta pre-gunta, debemos intentar una hipótesismodesta: bien es lo que hace bueno y bieneconómico es lo que enriquece. Esta tentativade definición puede ayudarnos. Partamos delo más particular: bien económico es el que nosenriquece. En economía, la riqueza hace refe-rencia al “valor” en cuanto queda dentro delcomercio de los hombres. En un sentido pri-mario, es rico quien tiene “valores”, se suponemateriales. Y ¿qué es un valor material? Aquelque vale en orden a un fin. Por lo tanto losbienes económicos hacen relación a fines y portanto son medios. Y los fines de las unidadeseconómicas en cuanto tales, ¿son también eco-nómicos? Habrá que utilizar la clásica dis-tinción entre “ fin de la obra” y “fin del que

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obra”. Cuando invierto en Deuda Pública, desuyo inicio un mecanismo que lleva alresultado de engrosar los haberes del Estado,lo que permite atender a necesidades mate-riales contabilizables en el Presupuesto. Laobra económica tiene un fin inmanente claro,un fin económico. Sin embargo, aun dentro deeste nivel económico, la mediación del dineroinvertido produce efectos que transcienden laeconomía. Mi dinero ya no será liquidablehasta la fecha de vencimiento. Eso significa,por ejemplo, que no podré disponer de él parauna eventualidad desagradable o incluso parainvertir en otros valores. Más allá de lo eco-nómico, no podré utilizar esa cantidad paraenviar a mi hija a estudiar en USA, ni paracomprar algunos libros esenciales para miinvestigación. No habrá, hoy por hoy, esainvestigación. Las repercusiones pueden sertremendas. Si investigo en biología o enmedicina, no se conseguirá, tal vez, avancesdecisivos para la humanidad, etc. etc.

Las decisiones económicas transciendenmucho más lo económico si nos fijamos en lafinalidad del sujeto, del que obra. Nadieinvierte por invertir, salvo los que les gusta“contar dinero”, que los hay. Pero normal-mente invertimos para asegurar nuestra vida,mejorar su calidad o” hacer más cosas”. Pero

esa seguridad, esa calidad o ese “hacer” delsujeto económico transciende la economía.Cabe que no la transcienda. Hay un “homooeconomicus”, pero esto es una abstracción dela realidad que si llega a hacerse concreta, esuna aberración. La avaricia como vicio lleva ano transcender los fines económicos y a“pudrirse con los cuartos”. Es poco noble-decimos-esa actitud. El dinero adquiere suvalor y aún su dignidad cuando se emplea encausas nobles. No es que el fomento de la eco-nomía en cuanto tal no sea noble, Lo cierto esque si no está abierto a la trascendencia, eldinero es el valor de cambio del que hablabaMarx: la “prostituta universal”.

El bien económico, lo que enriquece, es real-mente bueno y no vicioso si se proyecta en unenriquecimiento moral, es decir si hace refe-rencia al bien en general. Ello nos llevaría auna reflexión más prolija sobre lo que enten-demos por bien en general. No es nuestroempeño, ahora, ni puede materialmente serlo.Quedará claro que el bien económico sólo esun bien humano si remite al bien transeco-nómico. Así, y sólo así, la obra humana quedalegitimada.

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3.2 Algunas desviaciones del bien en elámbito de la economía

Como el espacio no permite una fenomeno-logía de las desviaciones en este campo, amodo de ejemplo, para mostrar la intrínsecarelación entre lo económico y lo humano(moral), vamos a considerar sólo dos. No es quesean las principales pero pueden ser gráficas.

a) La inflación, desajuste entre bienes yvalores

En sentido técnico el bien estrictamente eco-nómico son las cosas o servicios (los khrématade los griegos). El dinero es un medio de pagoy un valor de cambio. Dentro de los límites delmercado, con dinero pagamos el precio de lascosas o servicios el cual en principio debereflejar la convergencia de la oferta y lademanda . Pero hablando en general quiénduda que tener dinero es un “bien” y de tipoeconómico.

La inflación, infla el valor nominal deldinero y disminuye su poder adquisitivo. ¿Quéestá ocurriendo cuando con el mismo dineronominal podemos adquirir menos cosas?Nuestra primera reacción es que nos estánrobando. Eso es sólo un primer fenómeno. Elprecio de nuestro salario pagado antes, valemenos, después. Esto implica que se ha

cometido una injusticia con nosotros. Nadieduda que esto hace referencia al bien y no sóloal bien económico sino al bien jurídico-lo justo-y al bien moral-lo bueno-. La bondad engeneral es una abstracción. El hurto es siempreimputable a personas concretas, en caso con-trario no tiene connotaciones ni jurídicas nimorales. Los idealistas, liberales o marxistastratan de minimizar el carácter personal dellatrocinio: los primeros recurrirán a las leyesdel mercado que son moralmente irrelevantes,los segundos hablan del “sistema injusto”, delas”estructuras injustas” . Nos encontramoscon la modernización del “fatum” de la anti-güedad en forma de conceptualización abs-tracta de lo concreto.

Debemos analizar el fenómeno. De buenamañana el tendero me exige 110 por lo mismoque ayer valía cien. La remuneración de mitrabajo -esas cien- se ha quedado corta contrala ley y contra los pactos. La excusa es inme-diata:”es imposible evitarlo sin romper lasleyes del mercado”, por lo tanto nadie es res-ponsable porque es caso de “fuerza mayor”. Eltendero se ha encontrado los precios subidosel día anterior en los almacenes al por mayor.Si mantiene su precio nominal de ayer, la injus-ticia se comete con el tendero.

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La razón, desgraciadamente se vaporizacada vez más. ¿Es que la inflación es una injus-ticia imputable a una escala de intermediariosque arbitrariamente “maquinan por alterar elprecio de las cosas”? Es que todos se ponen deacuerdo cada mes para robarme a mí y altendero? Esto afirmaba sistemáticamente lateoría marxista y nacionalsocialista: los “espe-culadores” eran los responsables de todos losmales. La subida de los salarios según el IPCresponde a la conciencia de esta injusticia,pero es absolutamente insuficiente. A pesar detodas las subidas, la inflación crece siempremás que los salarios y estos pierden su valoradquisitivo. En el límite-como en Latinoa-mérica- el mercado sucumbe a la inflación y seentra en una economía de trueque. El dinerodesaparece.

El estudio técnico del tema debe quedarpara los economistas. Nosotros intentamos verel significado humano y moral de estacuestión. Y este significado no debe sergenérico, idealista, sino que debe contar conlas situaciones concretas de hecho. La inflaciónes un hurto, que en la medida que es apoyadopor la legislación y los aparatos de estado, esademás un robo. Sólo los países miserables nosufren la inflación, porque sufren una miseria

mucho mayor que nos devuelve a la Prehis-toria: la economía de trueque.

En cuanto se analizan fenómenos econó-micos de este tipo hay la tentación de consi-derar a la economía como una máquina degenerar injusticias y es posible que sea verdad.Pero la injusticia socioeconómica que se con-creta en hechos muy concretos de mi vida coti-diana, no está al alcance de mi mano el resol-verla. Nos encontramos ante un mal de origendesconocido. El recurso a los especuladorescomo “causa última” es un recurso especu-lativo. La inflación sorprende a los mismosespeculadores.

¿Será la inflación un reflejo económico de lateoría ilustrada del progreso indefinido, másaun, una secularización de la idea religiosa de“perfección”? La competencia en el mercadoes regida por el axioma económico “máximobeneficio, mínimo coste”. Este principio de la“ciencia” económica, en la medida en que elmundo económico está intercomunicado conel mundo del hombre como su espaciomaterial interior, puede contradecir las exi-gencias de la dignidad humana. Para que no lohaga, el sujeto económico debe precisar encuanto hombre : “máximo beneficio posiblemoralmente, mínimo coste posible moral-mente”. Nos encontramos una vez más con la

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indefinición de fronteras entre lo económico ylo moral en razón de que lo económico es ins-trumental y lo moral es final.

Habría que decir en sí que un bien eco-nómico que no sea a la vez humano no es unbien para el hombre y se convierte económica-mente en un mal. Los agentes económicos alnivel que sean deben, dada la aparente escasalibertad en que se mueven, intentar reducir los“bienes” que no son “buenos” y suplirlos porotros bienes “mejores”. En definitiva unproceso gradual de humanización de la eco-nomía que no considere lo humano un“coste”, sino por el contrario, un beneficio,puede que no económico técnicamente, perosí económico humanamente.

b) El absentismo

Un fenómeno poco estudiado, salvo por losjuristas o políticos es el del absentismo queparece funcionar como una “inflación alrevés”. El porcentaje de personas, que condiversas excusas falta a su trabajo es en todoslos países desarrollados, cada vez más cre-ciente. Aquí nos encontramos con que almismo salario corresponde un menor trabajo.

Si la razón de la ausencia es la enfermedad,ésta debe considerarse como un coste y no haymás problema. Se observa aquí cómo lo

humano incide “con toda naturalidad “ en loeconómico. Se puede recordar que esta inci-dencia ha sido el fruto de una lucha tenaz y aveces sangrienta de los trabajadores. Pero hoy,en los países desarrollados y olvidándonos delas minorías de emigrantes extranjeros, yanadie lo discute.

Aquí queremos más bien pensar en elfenómeno del absentismo como la picarescacreciente en las relaciones laborales. Es un pro-blema de seriedad profesional. En épocas másduras, los administrativos, por ejemplo “se lle-vaban el trabajo a casa”, para acabar deencontrar la pequeña diferencia de unos cén-timos en el balance. Hoy día, ha surgido unaeconomía muy competitiva, la japonesa, endonde la felicidad suprema del trabajador estáen sacrificarse por el beneficio empresarial, acosta de la propia vida.

El absentismo todavía es cosa nuestra y cons-tituye también un hurto. Puede incluso serconsiderado como una secreta ¨vindicta¨ por lainflación, una especie de “oculta compen-sación”, Ya que me roban dinero, les robotiempo. No es que la gente explique tanto susmotivaciones pero flota en el ambiente el pre-supuesto de que el mundo económico es unmundo de ladrones y que hay que procurar noser el máximo perdedor.

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Podría, sin embargo caber la sospecha, deque el progreso tecnológico genera paro y quelos responsables empresariales pueden“soportar” perfectamente el absentismo. Noes muy frecuente oír que una empresa ha que-brado por las faltas de asistencia al trabajo. Lapicaresca no funciona sólo abajo sino tambiénarriba. De hecho el absentismo sería unfenómeno paralelo a la jubilación anticipada.Parece que sobra gente.

Desde esta perspectiva otros fenómenosmorales de nuestro tiempo convergen con lacausa profunda del absentismo. El aborto, laeutanasia, la jubilación anticipada, la contra-tación temporal, el subsidio de paro, los anti-conceptivos, la droga, la carrera armamen-tística y un largo etcétera, tienen todos decomún que atentan con la vida humana, lafísica o la laboral.

Se evidencia el estrecho lazo entre la moraly la economía. Incluso sin tenerlo muy claro enla conciencia, no hay un sólo acto económico olaboral que no sea moralmente bueno o malo.¿Cómo encarar este problema a donde nos hallevado la consideración del absentismo, comoparte de un todo.

Estamos ante los signos de una “civilizaciónde muerte” en donde todos nos jugamos ladignidad propia de persona humana. Se trata

de recortar cada vez más el carácter humanocreativo y libre del mayor número de personasposible. El ideal parece ser más allá del libera-lismo : “Máximo beneficio para el menornúmero”. La dignidad es un coste tan infinitoque la economía no quiere soportarlo . Si a lavez contribuimos a la filosofía del sistema conel absentismo, estamos segando la yerba bajonuestros pies.

Otro tema, interesantísimo, que nopodemos tratar aquí es el de la huelga, quecuando es estrictamente laboral merece trata-miento distinto del absentismo.

CONCLUSION

Esta necesariamente rápida reflexión sobrealgunos fenómenos de nuestro mundo eco-nómico muestra una exigencia: no es posibleelaborar la economía de espaldas al hombre.El hombre no es nunca mera fuerza de trabajo,no es un simple coste de la empresa, no esherramienta o mercancía. La técnica eco-nómica parece abocar a la consideración de laspersonas como más bien agentes o portadoresde relaciones económicas. Si esto fuera así, laconsideración de las personas como númerosasimilaría la empresa a un campo de concen-tración del que valdría la pena abstenerse

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amparándose en la benevolencia interesadadel estado que parece preferir hombres subsi-diados que emprendedores.

Pero hemos visto cómo el emprender es elquehacer más específico del hombre y quetodas las categorías económicas son correla-tivas de la moral, de manera que ningún bienpuede llamarse bien económico si a la vez noes humano. Debemos concluir, mirando fija-mente al tercer milenio, que el trabajo, tantoen su aspecto de productividad como en suaspecto moral que implica laboriosidad puederedefinirse como el factor decisivo del enrique-cimiento moral y material de las personas enesa obra del Hombre que es la Empresa.

NOTA BIOGRAFICA

Armando Segura, natural de Barcelona,cursó estudios de Derecho en Pamplona y deFilosofía pura en las Universidades Complu-tense y Central de Barcelona, donde se graduócon una Tesina de Licenciatura sobre elmétodo especulativo hegeliano. Profesor deestá última Universidad, leyó en ella su Tesisdoctoral sobre estructuralismo y dialéctica.

Actualmente es Catedrático de Filosofía dela Universidad de Granada, donde imparte las

disciplinas de Filosofía contemporánea y Teoríadel Conocimiento.

Sus investigaciones posteriores prolongaronlos estudios sobre, Hegel, Marx y Althusser. “Elestructuralismo de Althusser” y “Marx y losneohegelianos” son libros de esta época.(1976).

En torno a los ochenta inició una nuevalínea de investigación que, desde la contempo-raneidad, ensayaba una opción filosófica cris-tiana alternativa.

Aparece el ensayo, “Emmanuel. PrincipiaPhilosophica” (1982). Una refundición delmismo se publica en 1988 “PequeñoEmmanuel. Memoria de Dios”. En el mismocontexto teórico, el libro “Principios de Filo-sofía de la Historia” (1985).

El atractivo del pensamiento tomista le llevódesde 1981 a participar en la labor de laSociedad Internacional Tomás de Aquino (SITA)y en el Congresso Thomistico de 1990.

Participó en el colectivo “Estudios sobre la“Laborem Exercens” (1987) con un capítulosobre “¿Qué es persona?” que promovióAcción Social Empresarial.

El libro más importante de su produccióncientífica en esta década, fue “Logos y praxis.

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Comentario crítico a la Lógica de Hegel” quecondensa y desmitifica, en grandes líneas, todala investigación dialéctica anterior.

Estos últimos años, impartió también, entreotros, diversos Cursos monográficos de Doc-torado sobre Kant, Hegel, Heidegger,Nietzsche, Gramsci, Husserl, Adorno y Fou-cault.

En prensa tiene en la actualidad tres libros:“Epistemología y Libertad”, “Heidegger, en elcontexto del pensamiento débil” y el primervolumen de un Comentario a la Crítica de larazón pura: “Círculo de Círculos: Prólogo de la1ª ed.”.

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