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La historiografía 1 LA HISTORIOGRAFÍA ORÍGENES Y FUENTES DE LA HISTORIOGRAFÍA La Historiografía, estudio y narración de los hechos del pasado, es probablemente el género literario más antiguo, puesto que desde siempre se han transmitido oralmente los recuerdos de los pueblos y las genealogías de las familias. Esta tradición oral dio pie al nacimiento de la Épica, como género literario en verso, pero también de la Historiografía, mediante narraciones embellecidas, transmitidas y aceptadas normalmente sin el menor sentido crítico. En Grecia este género literario experimentó una evolución al intentar separar lo mítico y legendario de lo verídico y al tratar de componer una historia de tipo universal más allá del ámbito local. Sin embargo, la Historiografía romana fue mucho menos rigurosa, más encerrada en el pasado de Roma y de intención más marcadamente moralizante (se recreaban los “exempla” de los “maiores”). El romano no transmitía, por tanto, los hechos antiguos de forma objetiva sino que los juzgaba y describía según su propio punto de vista. Además, creció siempre a la sombra de la vida política, concibiéndose muchas veces como un medio propagandístico muy útil para la clase dominante senatorial. Las principales fuentes de información, además de la transmisión oral de dudosa credibilidad, fueron los documentos de carácter público, tales como los archivos de los colegios sacerdotales (Annales pontificum, Libri augurales) y textos oficiales (tratados, leyes, senadoconsultos, registros de censo, listados de magistrados anuales). Pero, además, existían textos privados de gran valor histórico, como los archivos familiares (cargos y hazañas militares de las familias de los patricios) y las laudationes funebres (discursos de alabanza a los difuntos). Los grandes maestros de los romanos fueron los griegos. En el terreno de la Historia fue Polibio de Megalópolis el que primero escribió (en lengua griega) sobre la historia de Roma y, en concreto, sobre las campañas militares de su amigo Escipión Emiliano. De él aprendieron los historiadores latinos a buscar la verdad y a investigar las causas y las relaciones entre los acontecimientos. Los primeros historiadores romanos (finales del s. III a.C. – s. II a.C.) fueron los analistas (“graeci annales”), quienes sólo se preocupaban de recoger hechos brevemente sin voluntad de estilo, relatando los acontecimientos por orden cronológico y no por el tema. Escribieron en griego e incluían fábulas y relatos prodigiosos. Un segundo período lo marca Catón el Censor (234 - 149) y su obra Los orígenes (Origines), que en la actualidad no conservamos. “Homo novus”, personalidad destacada y original, escribe ya en latín (es el padre de la prosa latina) y centra su interés en las principales ciudades de Italia y en el pueblo romano como verdadero protagonista de la historia. Su punto de vista, por lo tanto, no es el de la clase aristocrática, como pasaba con los analistas anteriores. HISTORIOGRAFÍA EN LA REPÚBLICA CÉSAR (100 a.C. – 44 a.C.) Cayo Julio César es probablemente la personalidad más atractiva de su época y quizá de las más geniales de la historia de Roma. Nacido el año 100 a.C. representaba el ideal romano: intelectual, político y militar. Simpatizante del partido democrático, se enfrentó a la oligarquía senatorial y a la dictadura de Sila (por lo que tuvo que huir de Roma hasta la muerte de éste). El acaudalado Craso financió toda su carrera política y, tras conseguir reconciliarlo con Pompeyo, establecieron el primer triunvirato. Elegido cónsul el 59 a.C., intentó realizar el proyecto de reforma agraria y, posteriormente, se le confió el gobierno de la Galia Cisalpina, Narbonense e Iliria por cinco años. En siete logró conquistar toda Galia y, además, realizó dos expediciones a Britania y otras dos a Germania, consiguiendo un enorme botín.

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La historiografía 1

LA HISTORIOGRAFÍA ORÍGENES Y FUENTES DE LA HISTORIOGRAFÍA

La Historiografía, estudio y narración de los hechos del pasado, es probablemente el género literario más antiguo, puesto que desde siempre se han transmitido oralmente los recuerdos de los pueblos y las genealogías de las familias. Esta tradición oral dio pie al nacimiento de la Épica, como género literario en verso, pero también de la Historiografía, mediante narraciones embellecidas, transmitidas y aceptadas normalmente sin el menor sentido crítico.

En Grecia este género literario experimentó una evolución al intentar separar lo mítico y legendario de lo verídico y al tratar de componer una historia de tipo universal más allá del ámbito local. Sin embargo, la Historiografía romana fue mucho menos rigurosa, más encerrada en el pasado de Roma y de intención más marcadamente moralizante (se recreaban los “exempla” de los “maiores”). El romano no transmitía, por tanto, los hechos antiguos de forma objetiva sino que los juzgaba y describía según su propio punto de vista. Además, creció siempre a la sombra de la vida política, concibiéndose muchas veces como un medio propagandístico muy útil para la clase dominante senatorial.

Las principales fuentes de información, además de la transmisión oral de dudosa credibilidad, fueron los documentos de carácter público, tales como los archivos de los colegios sacerdotales (Annales pontificum, Libri augurales) y textos oficiales (tratados, leyes, senadoconsultos, registros de censo, listados de magistrados anuales). Pero, además, existían textos privados de gran valor histórico, como los archivos familiares (cargos y hazañas militares de las familias de los patricios) y las laudationes funebres (discursos de alabanza a los difuntos).

Los grandes maestros de los romanos fueron los griegos. En el terreno de la Historia fue Polibio de Megalópolis el que primero escribió (en lengua griega) sobre la historia de Roma y, en concreto, sobre las campañas militares de su amigo Escipión Emiliano. De él aprendieron los historiadores latinos a buscar la verdad y a investigar las causas y las relaciones entre los acontecimientos.

Los primeros historiadores romanos (finales del s. III a.C. – s. II a.C.) fueron los analistas (“graeci annales”), quienes sólo se preocupaban de recoger hechos brevemente sin voluntad de estilo, relatando los acontecimientos por orden cronológico y no por el tema. Escribieron en griego e incluían fábulas y relatos prodigiosos.

Un segundo período lo marca Catón el Censor (234 - 149) y su obra Los orígenes (Origines), que en la actualidad no conservamos. “Homo novus”, personalidad destacada y original, escribe ya en latín (es el padre de la prosa latina) y centra su interés en las principales ciudades de Italia y en el pueblo romano como verdadero protagonista de la historia. Su punto de vista, por lo tanto, no es el de la clase aristocrática, como pasaba con los analistas anteriores.

HISTORIOGRAFÍA EN LA REPÚBLICA

CÉSAR (100 a.C. – 44 a.C.)

Cayo Julio César es probablemente la personalidad más atractiva de su época y quizá de las más geniales de la historia de Roma. Nacido el año 100 a.C. representaba el ideal romano: intelectual, político y militar. Simpatizante del partido democrático, se enfrentó a la oligarquía senatorial y a la dictadura de Sila (por lo que tuvo que huir de Roma hasta la muerte de éste). El acaudalado Craso financió toda su carrera política y, tras conseguir reconciliarlo con Pompeyo, establecieron el primer triunvirato. Elegido cónsul el 59 a.C., intentó realizar el proyecto de reforma agraria y, posteriormente, se le confió el gobierno de la Galia Cisalpina, Narbonense e Iliria por cinco años. En siete logró conquistar toda Galia y, además, realizó dos expediciones a Britania y otras dos a Germania, consiguiendo un enorme botín.

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Su mayor defecto fue sin duda el de la ambición, que le llevó a utilizar la demagogia y la corrupción para alcanzar los objetivos que se marcaba. Enemistado con Pompeyo, ambos protagonizaron una larga y cruenta guerra civil que se desarrolló en Grecia, África e Hispania. Al quedar César como único vencedor, inició un nuevo tipo de gobierno unipersonal de corte monárquico, sentando un precedente para lo que sería luego el Imperio. Fue autor de numerosas reformas (calendario, distribución de tierra a los soldados, abastecimiento de las provincias) e impulsó la romanización. El 15 de marzo del año 44 Bruto y Casio lo asesinaron en el Senado, lo cual daría pie a una nueva era de guerras civiles.

Obra literaria: César combinó la política con la literatura, destacando como extraordinario orador y escribiendo obras sobre distintos temas. De todas ellas nos centraremos en las dos que nos han llegado completas y que en cierta forma enmarcan su evolución personal y pretensiones políticas de manera definitiva.

Se trata de las tituladas genéricamente Commentarii Rerum Gestarum, acerca de dos de las más grandes acciones bélicas que llevó a cabo: La guerra de las Galias (58-52) (De Bello Gallico) y La guerra civil (49-48) (De Bello Civili); tipo de género literario, que era propiciado por la situación política del momento. En esta línea, los Commentarii de César no se pueden juzgar con los criterios de objetividad absoluta de la moderna investigación histórica ni con los criterios artísticos de la historiografía. Y por otra parte, como todos los informes romanos de campañas militares, los de César perseguían también objetivos políticos: no se trataban sólo de un material de archivo, sino más bien de un eficaz instrumento para influir sobre la opinión pública.

La guerra de las Galias (De bello Gallico): es una obra que consta de ocho libros, cada uno de los cuales se corresponde con un año de la campaña de conquista que él llevó personalmente a cabo entre el año 58 y el 51 a.C. De estos libros, sólo el VIII no es obra de César, sino de su lugarteniente, Aulo Hircio.

Respecto a los contenidos, podemos decir que tras una descripción geográfica de la Galia, el autor va siguiendo sus conquistas y enfrentamientos con los diversos pueblos galos:

• Campañas contra los Belgas.

• Campañas contra los Germanos.

• Expediciones a Britania.

• Levantamiento general de la Galia dirigido por Vercingetórix.

• Triunfo final de César con la toma de Alesia.

No se tiene certeza sobre si fueron escritos año tras año o todos los libros juntos una vez terminada la guerra; en cualquier caso parece ser que fueron editados como obra unitaria en los años 51-50 al solicitar su autor de nuevo el consulado.

La guerra civil (De bello civili): De menor calidad literaria que la obra anterior, consta de tres libros en los que se narra el enfrentamiento del propio César con Pompeyo para hacerse con el poder de Roma (entre el 49 y el 48 a.C.). Comienza con la exposición de las causas de la guerra y sigue con los sucesos principales:

• Paso del Rubicón por César.

• Huida de Pompeyo hacia Oriente.

• Toma de Marsella.

• Derrota en Hispania de los lugartenientes de Pompeyo.

• Enfrentamiento y derrota definitiva de Pompeyo en Farsalia.

• Huida de Pompeyo a Egipto y su posterior asesinato.

El propósito de César al escribir estas obras fue sobre todo político ya que trataba, con la primera, de conseguir una prorrogación de sus poderes consulares y justificar unas campañas militares que nadie le había pedido que hiciera, y, con la segunda, de exculparse de toda

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responsabilidad en la guerra civil, presentando al Senado y a Pompeyo como los auténticos responsables del conflicto. Estos propósitos los logró magistralmente utilizando diversos recursos:

1. Narración de aparente sencillez y objetividad (usa la tercera persona para referirse a sí mismo, consiguiendo el distanciamiento).

2. Explicación, previa al relato, de su propio punto de vista.

3. Omisión de detalles que podrían resultarle desfavorables.

4. Deformación de la realidad (exageraciones, cifras irreales).

En cuanto al estilo, posee una serie de rasgos que merece la pena destacar: sus formas de expresión eran simples y elegantes; destaca también la pureza de la lengua empleada tanto en el léxico como en la construcción sintáctica.

Algunos de sus rasgos más característicos son: el uso del estilo indirecto en los discursos, dejando el estilo directo casi exclusivamente para expresar emociones. Llama la atención también el hecho de que siempre se refiere a sí mismo en tercera persona, con lo que el relato gana claridad y distanciamiento, provocando en los lectores una impresión de objetividad.

Su innegable calidad literaria queda reflejada a través de una persuasiva naturalidad, claridad y concentración de su prosa, la coherencia de las construcciones y la fuerza sugestiva de las descripciones, dotadas de un tono lacónico y preciso, aún en momentos de intenso dramatismo. En último término, su estilo certifica lo que sus contenidos manifestaron más explícitamente: una voluntad portentosa y temible.

Otros escritores anónimos continuarán su obra copiando su estilo para componer Bellum Alexandrinum, Bellum Africum y Bellum Hispaniense, conocidas como Corpus Caesarianum.

SALUSTIO (86 a.C. – 35 a.C.)

Contemporáneo de César y protegido suyo, Cayo Salustio Crispo (86 - 35 a. C.) desarrolló toda su carrera política al amparo de éste. Completó su “cursus honorum” con muchos altibajos (fue expulsado del Senado el año 50 por inmoral) y la muerte de César supuso su propio final.

Se le puede considerar el creador del género historiográfico, pues, siguiendo la línea del griego Tucídides, se libra de la sombra de la Oratoria y crea un nuevo estilo: la filosofía de la historia.

Obra: La obra de Salustio no es muy copiosa. En los casi siete años que pudo dedicar a ella compuso dos monografías y una extensa obra de historia de la época:

• De coniuratione Catilinae: (La conjuración de Catilina) en ella trata la conjuración de Catilina que tuvo lugar en el 63 a.C. durante el consulado de Cicerón. Realiza un extenso relato de las causas lejanas de la conjuración, así como de la ambición de Catilina, noble degenerado y sin escrúpulos.

• Bellum Iugurthinum: (La guerra de Yugurta) en ésta trata la guerra de Yugurta, rey de los númidas, entre los años 111 y 105 a.C. con el pueblo romano, contra cuya voluntad se había proclamado rey y el "gigantesco escándalo colonial" que se desveló a raíz de la guerra.

• Historiae: era su obra más ambiciosa y madura, que abarcaba en cinco libros los doce años transcurridos desde la muerte de Sila en el 78 hasta el 67. De esta obra sólo nos quedan algunos fragmentos.

Salustio es el creador de la Historia como género literario. Ésta es ante todo para él: una narración histórica más que Historia propiamente dicha, en función de unos objetivos morales concretos. No era ningún investigador de temas de historia militar, lo que le fascinaba era ante todo el ser humano, los sucesos del acontecer histórico y la atmósfera de la época. Por eso, el valor

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informativo de sus excursos históricos y geográficos es muy variable, a pesar de que él los considere dignos y altamente documentados.

Salustio penetra en su tema como dogmatizador, por lo cual frecuentemente comete errores o descuidos, porque no es la precisión histórica lo que le interesa, sino la narración de unos hechos con sus causas y consecuencias, así como la posibilidad de esclarecer el desarrollo del proceso de la degeneración en que la República se vio inmersa. Así pues, no es sólo el individuo el objeto de su observación meticulosa; también es notable la pintura que realiza de las clases sociales y de los partidos políticos. Para Salustio no es la "Tyche", la "Suerte", la que hace imprevisible el devenir, sino el hombre genial que actúa con sentido de la responsabilidad. Considera su misión perpetuar el recuerdo de las extremas realizaciones humanas, en el bien y en el mal, para excitar admiración o aborrecimiento y ofrecer criterios para la conducta futura.

En suma, podríamos decir que los dos aspectos fundamentales de la concepción histórica de Salustio se resumen en estas dos notas:

• Concepción moralizante de la historia: En los prefacios de sus monografías reflexiona sobre la brevedad de la vida, la superioridad del espíritu sobre el cuerpo y, por lo tanto, la supremacía de las acciones de aquél sobre las de éste, la corrupción de las costumbres y el desprecio de los bienes materiales. Fustiga duramente a la sociedad decadente de su época, legándonos un cuadro muy pesimista de la situación que le toca vivir.

• Sentido dramático de la historia: Esta característica domina en profundidad toda su obra, lo que lleva a la elección de personajes y situaciones conflictivas. Salustio penetra profundamente en el alma de todos sus personajes; y de esta profunda observación psicológica se obtienen magníficos retratos, tanto de los protagonistas como de los personajes secundarios que en conjunto exponen los aspectos relevantes de la decadente sociedad romana que Salustio se esforzó en retratar.

Su estilo es claro, aunque a veces seco (“brevitas”, según decía Quintiliano), con un lenguaje ligeramente arcaico en el que combinan viejos giros latinos y construcciones imitadas del griego. Busca conscientemente el efecto de la sorpresa mediante la asimetría o la variatio. Destacan especialmente sus retratos o etopeyas, de gran profundidad psicológica, y los discursos que pone en boca de sus personajes, muy trabajados y con sentencias breves y brillantes.

CORNELIO NEPOTE (100-25 a.C.)

Es una autor del que no se conocen muchos datos. Su mérito consiste principalmente en haber introducido en la literatura latina el género biográfico. Además se ocupa de personajes y hechos ajenos al mundo romano, lo que también es novedoso. Su estilo es pobre en recursos, pero claro y sencillo.

Su obra principal es De viris illustribus (Sobre los hombres ilustres), en la que narra la vida de personajes extranjeros famosos en alguna actividad y los contrapone a personajes romanos de las mismas profesiones: generales, historiadores, filósofos, poetas, oradores, etc. De esta obra, que debió de tener 16 libros, sólo se ha conservado el libro tercero, que trata sobre generales griegos y también sobre dos generales cartagineses estrechamente relacionados con la historia de Roma, Aníbal y Asdrúbal.

HISTORIOGRAFÍA EN LA ÉPOCA IMPERIAL

TITO LIVIO (59 a.C. – 17 d.C.) La Historiografía, a partir del Imperio, acentúa su carácter moralizante y político. Normalmente

los historiadores son adictos al nuevo régimen y adulan al emperador de turno, pero esto no fue así en el caso de Tito Livio, que escribió durante el reinado de Octavio Augusto.

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Nació en Padua en el 59 a.C., de familia acomodada. Sus primeros estudios de retórica los cursó en su ciudad natal, pero después pasó a Roma, donde completó sus estudios. Sus simpatías por el régimen republicano no le impidieron ser recibido en el círculo de Augusto, a quien alaba en diversos pasajes de su obra por haber restaurado la religión y por haber procurado la paz al mundo. Gozó de su amistad porque ambos compartían la defensa de los mismos valores, que trataban de recuperar: patriotismo, virtud y moralidad. La vuelta al pasado, a la tradición y a los orígenes es el único medio para él de superar la historia reciente hecha de revoluciones, guerras civiles y posiciones irreconciliables: así pues el programa de gobierno de Augusto, su voluntad de restauración y de orden encontraron en este "republicano" el portavoz más afín que imaginarse pueda, y de esta manera su obra, junto con la Eneida de Virgilio, se convierte en la abanderada literaria del programa político de Augusto, con la glorificación de los comienzos de Roma y su innegable vocación de dominadora de pueblos.

Dedicó 40 años de su vida a los 142 libros de que constaba su historia de Roma, Ab urbe condita, que abarca desde la fundación hasta Augusto. De su monumental obra gran parte se ha perdido.

Sus libros se publicaron por separado, según los iba escribiendo, pero pronto se agruparon de diez en diez (Décadas). La mayor parte de su obra se ha perdido, sólo la conocemos por los resúmenes que se hicieron de cada libro, que sí se han conservado.

Tito Livio, como los dos grandes poetas contemporáneos Virgilio y Horacio, pretende glorificar el pasado de Roma, exaltar el sentimiento patriótico y colaborar en la renovación nacional que pretende llevar a cabo Augusto. Para Livio, la Historia es un repertorio de ejemplos, unos buenos, que hemos de imitar, y otros malos, que hemos de desechar. Por eso, remontando al pasado, quiere glorificar las virtudes que hicieron posible el imperio y dar a sus contemporáneos, escépticos y corrompidos, una lección moral.

Se inspira en los libros conservados de los analistas y en el escritor griego Polibio, sobre todo en la tercera década. Pero no se preocupa demasiado por consultar las fuentes que tiene a su alcance y por apoyar sus afirmaciones en autoridades. Es indiferente a las precisiones geográficas y a las condiciones económicas; a veces, exagera en el cálculo de fuerzas militares, botines, etc. No obstante, escribe de buena fe y nos informa de las distintas opiniones de diversas fuentes sobre el mismo hecho.

No tiene la concepción moderna y científica de la Historia. ésta es para él un género literario y oratorio, y su tarea consiste esencialmente en embellecer los hechos que narra, utilizando los recursos artísticos de la retórica. El conjunto de la obra lo divide en amplios bloques que giran alrededor de un tema central de interés, por ejemplo, la segunda guerra púnica. Los episodios que narra los presenta como verdaderos dramas, en los que brillan los discursos, inventados por el propio autor, pero que responden presumiblemente a los que se pronunciaron. Tienen verdadero valor oratorio.

Como autor, no era partidario de la concisión de Salustio, sino más bien del período ciceroniano, aunque sus períodos son más variados y menos simétricos que los de Cicerón. Su frase es amplia, clara, llena de riquezas sintácticas y de gran colorido poético.

En cuanto a su estilo, son característicos sus períodos densos y simétricos, las expresiones antiguas, las metáforas abundantes y atrevidas, las comparaciones, los discursos frecuentes y bien construidos y las descripciones dramáticas.

Se le reprocha el hecho de que refleje en su obra hechos fabulosos y prodigios, a menudo sin cuestionarlos. Tampoco sigue un método histórico muy riguroso, utilizando como fuentes a analistas antiguos y considerando a los dioses como la causa primera del devenir histórico.

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TÁCITO (aprox. 55 d.C. – 120 d.C.) Vivió en la segunda mitad del s. I d.C. y principios del s. II bajo el gobierno de Nerva y

Trajano, la época dorada del Imperio. Pero aunque es un período marcado por la paz y la prosperidad, todavía estaba latente el recuerdo de los abusos de la dinastía Julio-Claudia o de Domiciano. Esto explica que la visión que ofrece Tácito en sus obras históricas sea profundamente pesimista.

Tácito es el mejor historiador romano, por su estilo vigoroso y conciso (aunque a veces oscuro). Su prosa es una mezcla de Oratoria, Épica y Dramática: concentra las expresiones y usa construcciones arcaicas poéticas, logrando una dramatización y penetración psicológica inigualables. Al ser un alto funcionario (cónsul en el 79, procónsul en Asia) pudo acceder a documentación imperial de primera mano, sirviéndose también de testimonios orales y de crónicas escritas por otros historiadores.

El gran valor de la obra de Tácito es que nos ofrece un retrato muy vivo de la época que describe y un estudio psicológico de sus principales personajes. Entre sus obras destacamos:

• Agrícola. Aparente biografía de su suegro, con un tono cercano a la “laudatio funebris” y a la “consolatio”, en realidad es el punto de partida para elaborar un texto político en el que ataca el despotismo de Domiciano, que había fallecido recientemente.

• Germania. Es un ensayo breve sobre las costumbres de las tribus germanas comparadas con las del pueblo romano.

• Diálogo de los oradores. Obra de crítica literaria sobre la decadencia de la Oratoria (comparándola con la poesía): la paz del Imperio hace que ese género literario pierda interés.

• Historias (Historiae). Constaban de 14 libros, de los que sólo se conservan los cuatro primeros y parte del quinto. Presentan un hilo central ininterrumpido, narrando desde la muerte de Nerón hasta Domiciano. (69-96 d.C.).

• Anales (Annales). Constaban de 16 libros, pero sólo se nos han conservado los seis últimos. Fueron escritos después de Las Historias, pero narran los reinos anteriores: de Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón. Es la obra cumbre del arte de Tácito y la que más ha influido a la posteridad.

Tácito es un historiador bien informado. Antes de empezar a escribir sus obras se documentó bien, consultando los archivos oficiales, estudiando los historiadores anteriores. Quería escribir los hechos sin ira y sin parcialidad. A pesar de todo esto, a veces, su mentalidad retórica le lleva a exagerar las cosas falseando la realidad. Otras veces su pesimismo le inclina a ver el lado malo de los hombres y de las cosas.

La lengua de Tácito es sumamente concisa creando un estilo personal. Sus frases, muy breves, están llenas de contenido, pero en ocasiones resulta oscuro. Utiliza voluntariamente los períodos asimétricos y las construcciones extrañas y poco frecuentes. Tácito, por su originalidad y por su estilo, es uno de los escritores que ocupan un lugar de primer orden en la literatura universal.

SUETONIO (70-140 d.C.)

Cayo Suetonio Tranquilo fue un historiador y biógrafo romano que vivió durante los reinados de los emperadores Trajano y Adriano.

Su obra más importante es las Vidas de los doce Césares, en la que narra las vidas de los gobernantes de Roma desde Julio César hasta Domiciano.