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Trabajo sobre la mujer en Japón desde la antigüedad hasta nuestros días.TRANSCRIPT
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La historia social de la mujer en Japón
Laura Fernández Faes
Estudios de Asia y África: Japón
Curso 2013/2014
A lo largo de la historia japonesa, el papel de las mujeres ha pasado de
ser sumamente relevante, ostentando altos puestos de poder (pudiendo llegar
incluso al cargo de emperador), a ser poco más que sirvientas de su marido y
sus suegros, consideradas un mal necesario en la sociedad y que su único
propósito era corromper a los hombres.
A continuación analizaré el papel de la mujer a lo largo de las eras
japonesas, desde la edad antigua hasta la actualidad. Dejaré aparte la
prehistoria (Jomon y Yayoi) pues no hay registros ni evidencias suficientes para
analizar el papel de la mujer en la sociedad prehistórica, pero hemos de
suponer, en base a la organización de Jomon, que se trataba de una sociedad
bastante igualitaria.
1. Edad antigua (Kofun-Nara)
El caso más temprano de mujeres en puestos de poder es en la era
Kofun, donde muchos de los kofunes grandes pertenecen a mujeres, de hecho,
en mayor proporción que a hombres. Se trataba de una sociedad matrilineal
con mujeres en el puesto de sacerdotisas chamán, encargada de los aspectos
espirituales, mientras que una figura masculina se encargaba de los aspectos
militares de la sociedad.
Se considera una sociedad bilateral. Se han encontrado registros en que
se aceptaban tanto la parte paterna como materna de las familias a la hora de
registrarse.
Aunque en base a influencia china esto comienza a cambiar en Nara,
sigue tratándose de una sociedad increíblemente igualitaria si la comparamos
con la sociedad occidental de la época o la vecina China.
Por ejemplo, el luto era de similar importancia tanto en el caso de la
muerte del padre como de la madre (lo que no sucedía en la China de la
dinastía Tang). Del mismo modo, las mujeres tenían el mismo derecho que sus
hermanos varones a recibir una herencia equivalente en el caso de la muerte
de los padres, y esto se extiende hasta Heian.
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Es fascinante el hecho de que las mujeres podían llegar incluso a puestos
de emperador, y no sólo por ser escogidas como príncipe heredero, sino por su
propia ambición, accediendo al cargo mediante matrimonios y movimientos
políticos muy astutos.
Las consortes del emperador ocupaban igualmente cargos de poder y
emanaban mucho respeto, así como otros cargos cortesanos ocupados por
mujeres, como las miyabito¸ que se encargaban de conectar el consejo de
nobles con el emperador o emperatriz, de modo que si cargo era esencial.
Del mismo modo, había muchas sacerdotisas que ostentaban cargos de
poder equivalentes o incluso superiores a los de sus contrapartes masculinas.
Aunque esto es sólo en el caso de la corte imperial, no hay muchos datos
sobre lo que sucedía con el pueblo llano. Aunque hay fuentes que hablan de un
sistema parecido al chino, donde la mujer era enviada a la casa del marido y
pasaba a vivir en una posición muy subordinada, el Man’yoshu indica la práctica
del llamado matrimonio yobai: el marido visitaba a la mujer para mantener
relaciones y partía por la mañana.
2. Era Heian
Como ya se ha indicado anteriormente, la mujer en Heian comenzaba a
estar más subordinada al hombre a causa de la influencia china. Sin embargo,
aún era capaz de alcanzar puestos de poder, aunque nunca tan relevantes
como en Kofun o Nara. Podían llegar a emperatrices o a segunda esposa del
emperador en los casos más afortunados.
Se preparaba a las mujeres nobles para “lucirlas” en un contexto social:
aprendían a leer los kana, cómo tocar el koto, e incluso aprendían de memoria
obras literarias. Aunque algunas tenían, como los hombres, conocimientos de
chino clásico, no era lo habitual.
El divorcio no tenía restricciones y tenía lugar por ambos frentes (tanto la
mujer como el hombre podían solicitar el divorcio sin problemas), y los
matrimonios no tenían una forma establecida fija, sino que dependían de la
posición socioeconómica de uno de los miembros de la pareja: si el marido era
de rango inferior o tenía menos riqueza, iba a vivir al hogar de la esposa, y
viceversa. Aún se estilaba el yobai, y la poligamia era una práctica común y
aceptada, aunque la idea de “esposa principal” y “segunda esposa”
comenzaban a adquirir fuerza.
Sin embargo, en el caso de la mujer en el ámbito religioso, la situación
era mucho más desigual. Con la entrada del budismo y el confucianismo, se
comenzó a considerar a las mujeres como receptáculos de impureza, y se
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consideraba que jamás podrían alcanzar la iluminación, condenadas sin
remedio al infierno, a no ser que realizasen una serie de ritos que les
permitiesen reencarnarse como hombres o lograsen que uno de sus hijos
rezase por ellas, purificándolas y permitiéndoles continuar con la rueda del
renacimiento.
Sin embargo, se trataba de una medida común entre las mujeres nobles
ya casadas, pues de ese modo lograban evitar el mayor rigor de la doctrina,
adquiriendo un papel mucho más flexible.
La prostitución era una práctica común y aceptada, puesto que aportaba
dinero al núcleo familiar de las familias más desfavorecidas, y se consideraba
que las prostitutas realizaban una labor generosa, de modo que no estaba
estigmatizado. De hecho, las prostitutas podían casarse sin problemas una vez
abandonaban la práctica.
Había varios tipos de prostitutas, algunas más cortesanas, las asobi, que
cantaban a los nobles. Las kugutsu eran las más marginales, y apenas se tiene
información sobre ellas. Las shirabyoshi¸ sin embargo, tienen una relevancia
especial, pues además de cantar y tocar instrumentos, se vestían como
hombres y realizaban espectaculares danzas ayudadas por espadas y abanicos.
Se hicieron muy populares entre la corte, y parecen ser el precedente el teatro
kabuki.
3. Edad Media (Muromachi-Kamakura)
En esta época la sociedad japonesa pasa a ser patriarcal de pleno
derecho. Se trata a la mujer prácticamente como un objeto, de modo que los
matrimonios pasan a ser mucho más rígidos, siendo en todos los casos la
esposa la que, mediante un gran desfile, pasaba a vivir en el hogar del marido.
En esta época se popularizó la práctica entre samuráis de casarse con una
joven de familia mercader acomodada para aprovechar su dote, y cuando esta
se terminaba, pedir la rescisión del matrimonio con cualquiera de las múltiples
excusas válidas.
En esta época surge el Onna Daigaku¸ que pretende aleccionar a las
mujeres y a sus progenitores sobre el modo en que una mujer es imperfecta y
ha de comportarse para ser atrayente para el marido y su familia.
Sin embargo, esto es así únicamente entre las clases acomodadas, pues
en las clases más bajas las mujeres ostentan cargos importantes dentro de la
rigidez de la jerarquía social de la época.
En la estructura gremial, las mujeres tenían gran relevancia, y los cargos
y privilegios pasaban de madres a hijas en un sistema matrilineal. Algunas
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profesiones eran típicamente femeninas, aunque incluso entre estas había
claras divisiones sociales, con algunas profesiones más deseables (tratante de
sedas, por ejemplo) que otras (vendedora de leña).
4. Era Premoderna (Edo-Azuchi Momoyama)
Tras las guerras civiles, durante el shogunato de Tokugawa, se refinan
las ceremonias de matrimonio mediante palanquines, teniendo lugar una serie
de rituales complicados que pretenden garantizar el bienestar de la pareja en
dicho matrimonio.
En el caso de las prostitutas, Totoyomi Hideyoshi reúne todos los
burdeles en barrios concretos, mientras que antes estaban repartidas por toda
la ciudad. Estos barrios están altamente estigmatizados, y tal como se
representa en distintas obras de arte de la época, muchos clientes se cubren el
rostro para no ser reconocidos, pues algunos son samuráis o monjes de alto
rango. Del mismo modo, en esta época se estigmatiza completamente la
práctica de la prostitución, puesto que ahora es la mujer la que gana el dinero y
no la familia de la misma, de modo que es considerada una práctica egoísta.
Sin embargo, en esta época las mujeres están más educadas que nunca,
a pesar de que estaban también más oprimidas que en ninguna de las épocas
anteriores. Se les enseñaba música, chino, poemas y literatura clásica. En el
caso de las mujeres de clase samurái, se les enseñaba incluso teoría bélica, con
la esperanza de que, en caso de que el marido falleciese, pudiesen ocupar su
lugar.
Se insiste que, aunque la mujer ha de dedicarse a su familia, ha de tener
también una buena educación para poder criar correctamente a sus hijos, un
discurso que parece contradecirse con otros que también tenían lugar en la
época. De hecho, muchas mujeres tanto de clase noble como clases inferiores
fundaron escuelas.
5. De Meiji a la actualidad
Siguiendo la tesitura dejada por el shogunato de Tokugawa, la mujer
durante la era Meiji seguía estando supeditada al marido. Aunque era común
que trabajasen, se retiraban en cuanto se casaban, pasando a estar
completamente dedicadas a las tareas domésticas. Se esperaba de ellas que
cuidasen de su marido e hijos, y muy pocas tenían estudios superiores.
Sin embargo, en los últimos años la situación ha dado un vuelco. Aunque
Japón sigue siendo uno de los países del mundo con mayor desigualdad de
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género, el “feminismo pasivo” que está teniendo lugar desde hace unos veinte
años está logrando que estas desigualdades se vayan, paso a paso, borrando.
Las mujeres japonesas ya no están atraídas por la idea de cuidar de un
hombre. Se han encontrado con que pueden tener éxito por su cuenta,
dedicándose a su trabajo, pudiendo gastar a su gusto el dinero que ellas
mismas ganan.
Se dice, en el artículo de Faiola, que muchas mujeres han decidido no
casarse, no porque no quieran compartir su vida con un hombre, sino porque
estos esperan que renuncien a su prometedora carrera para pasar a vivir con
ellos siendo una esposa y madre a tiempo completo. De hecho, tal y como
indica una ejecutiva que cita Faiola, “los hombres japoneses deberían actualizar
sus puntos de vista anticuados con respecto al matrimonio.” Los japoneses
esperan que la esposa deje de trabajar, pero las mujeres modernas no quieren.
Esto conlleva un conflicto de intereses en que muchas mujeres trabajadoras
japonesas no se casan ni tienen hijos.
Más de un político conservador ha manifestado su disconformidad con
este cambio en la “tradición”, llegando al punto de decir que, si las mujeres no
tienen hijos, no deberían tener derecho a una pensión de jubilación. Sin entrar
en un análisis profundo de esta afirmación, nos damos cuenta de que la
sociedad japonesa sigue siendo profundamente patriarcal, aunque se están
dando pasos cada vez más agigantados en la dirección correcta. Esperemos
que, dentro de no muchos años, las desigualdades sean mucho menores y los
hombres no esperen que sus esposas dejen de lado sus carreras para cuidar de
ellos.
6. Bibliografía
Materiales proporcionados en clase de Historia de Japón II
Japanese Women Live, and Like It, On Their Own (Faiola, Anthony)
Artículo del Washington Post.
http://www.washingtonpost.com/wp-dyn/articles/A47261-2004Aug30.html
http://en.wikipedia.org/wiki/Women_in_Japan
Faure, Bernard: The power of Denial
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