la hipótesis de la escuela de milán

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LA HIPÓTESIS DE LA ESCUELA DE MILÁN DIALÓGICA II 1. Presentación de los autores, contenidos y temas (mi aprendizaje) Bertrando Paolo. El diálogo que conmueve y transforma En la terapia sistémica las relaciones son constitutivas en el sentido de que aparecen antes que los individuos. Cuando aprendemos una teoría debemos tener en cuenta que las ideas no son asimiladas de manera inmediata sino que deben ser metabolizadas, transformadas para tomar una forma práctica y que pueda tener una utilidad para las personas con las que trabajamos. En la terapia sistémica la hipótesis es central, pero existen distintas concepciones de la misma. En un sentido, por hipótesis no se entiende algo final, sino un elemento generador. Con esto se escapa de la idea de arribar a un núcleo real para considerar que el destino de las hipótesis radica en su utilidad. El grupo de Milán, por ejemplo, considera que la hipótesis debería introducir “lo inesperado y lo improbable”, teniendo de este modo un poderoso efecto en los clientes. Para este grupo es posible también compartir la hipótesis si existe una atmósfera de seguridad que pudiera ser adecuada para los clientes. Esto nos lleva a pensar en el papel del terapeuta. Su primera tarea es estar consciente del lugar que guarda dentro del sistema terapéutico. Este lugar no es absoluto. Se define por el contexto. Esto implica que se toma la posición que es dada por el contexto, pero también la que se elige tomar según la conciencia que se tiene de cómo el contexto afecta en mi actitud y cómo mi actitud afecta al contexto. En cuanto a la relación terapéutica habría que decir que lo que la define como tal es lo que ocurre durante la terapia.

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LA HIPÓTESIS DE LA ESCUELA DE MILÁN DIALÓGICA II

1. Presentación de los autores, contenidos y temas (mi aprendizaje)

Bertrando Paolo. El diálogo que conmueve y transforma

En la terapia sistémica las relaciones son constitutivas en el sentido de que aparecen antes que los individuos. Cuando aprendemos una teoría debemos tener en cuenta que las ideas no son asimiladas de manera inmediata sino que deben ser metabolizadas, transformadas para tomar una forma práctica y que pueda tener una utilidad para las personas con las que trabajamos. En la terapia sistémica la hipótesis es central, pero existen distintas concepciones de la misma. En un sentido, por hipótesis no se entiende algo final, sino un elemento generador. Con esto se escapa de la idea de arribar a un núcleo real para considerar que el destino de las hipótesis radica en su utilidad. El grupo de Milán, por ejemplo, considera que la hipótesis debería introducir “lo inesperado y lo improbable”, teniendo de este modo un poderoso efecto en los clientes. Para este grupo es posible también compartir la hipótesis si existe una atmósfera de seguridad que pudiera ser adecuada para los clientes.

Esto nos lleva a pensar en el papel del terapeuta. Su primera tarea es estar consciente del lugar que guarda dentro del sistema terapéutico. Este lugar no es absoluto. Se define por el contexto. Esto implica que se toma la posición que es dada por el contexto, pero también la que se elige tomar según la conciencia que se tiene de cómo el contexto afecta en mi actitud y cómo mi actitud afecta al contexto.

En cuanto a la relación terapéutica habría que decir que lo que la define como tal es lo que ocurre durante la terapia. Lo que define una relación terapéutica es la calidad de la relación entre terapeuta y cliente. Implica preguntarse qué estoy haciendo con estas personas, de qué modo lo estoy haciendo y cuánto sé de lo que estoy haciendo. El diálogo terapéutico busca ser comprensivo; se utiliza para tener alguna idea de la situación y así desarrollar algunas hipótesis junto con mi cliente o con el equipo. La finalidad es llegar a la clarificación o al descubrimiento de algo nuevo. El diálogo se utiliza mediante preguntas para clarificar y determinar hipótesis. Cabe mencionar que no se tiene garantía por el diálogo de entender las intenciones del oyente, que no siempre serán aquellas que yo creo haber dicho

Sobre las técnicas hay que tomar en cuenta que pueden ser o no usadas por los terapeutas dependiendo de las circunstancias. Una de ellas que es fundamental es el trabajo en equipo. Otra técnica es el de las intervenciones finales, que pueden tener la función de guardar la coherencia del equipo. Se discute sobre esto si deben estar presentes o si el concertar la siguiente cita es ya una intervención final.

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El asunto de la hipótesis se entiende como ejercicio activo del terapeuta. El terapeuta guarda la posición constante de hipotetizar y estar calibrando está hipótesis en relación con lo que ve, escucha, siente e interpreta del momento terapéutico. Puede guardar esta hipótesis o bien compartirla con la pareja según la intención. Esto es avanzar por abducción. A final de cuentas el pensamiento en su totalidad es un proceso inferencial y una hipótesis es simplemente una inducción que implica cualidades más que cosas. Cómo se lleva a cabo este proceso en terapia:

1. el terapeuta coloca un marco provisional del problema2. el terapeuta tentativamente hace coincidir el mapa con el contexto3. el terapeuta propone que conecta la familia de origen con la situación actual4. se pone en la mesa cómo los patrones de la familia de origen y los actuales

pueden ser isomórficos5. la hipótesis se prueba en relación con otras fuentes de información6. el terapeuta evalúa las reacciones de los clientes después de escuchar la

hipótesis.

Karl Tomm, Interventive interviewing

Este articulo representa un excelente ejercicio de razones y finalidades d elas preguntas en la terapia familiar. Se explican las principales modalidades de preguntas, sus supuestos, efectos, finalidades y marcos de referencia.

Sobre las preguntas lineales en primer lugar se hace conciencia de que son muy comunes en la práctica. Esto deriva de la formación en modelos causales y no circulares. Aquí se tienen asunciones lineales de los fenómenos que ocurren en la mente. Estas consisten en aclararnos los porqué, cuándo y cómo de las situaciones. Se utilizan para unirse con la familia. Sus efectos son variados, pues al tratar de encontrar puntualmente la causa de la problemática puede experimentarse que el problema se va desenredando. El terapeuta es aquí un principio de saber, muy ligado al modelo del científico que conoce las causas de las cosas. Sin embargo, mediante este tipo de preguntas otros efectos aparecen según el autor: generar efectos dormitivos centrándose en el problema e identificando a la persona con el mismo. El predominio de estas preguntas en terapia puede generar responsabilidad y culpa en los clientes, pues estos pueden identificarse con la fuente de la problemática. Se piensa al problema en términos de individuo y no de sistema. Las preguntas son del tipo: ¿Cuándo fue que comenzaron los problemas entre ustedes?

Las preguntas circulares se basan en asunciones circulares sobre los fenómenos mentales. Esta manera de indagar en fundamentalmente sistémica y su intención es primordialmente exploratoria. Aquí el terapeuta se pone en rol de explorador. Se asume que de alguna manera todo está conectado con lo demás. La formación en terapia sistémica de algún modo favorece la presencia de estas preguntas en la práctica terapéutica. A través de estas preguntas el centro de los asuntos se establece en las relaciones y las conexiones de los eventos de los miembros, en lugar de buscar el origen de la problemática. Su utilización lleva como efecto el que las personas se desidentifiquen del conflicto y traten su problemática no como una

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identidad en ellos mismos sino como un acontecimiento externo que puede ser resuelto. Las preguntas son del tipo: “¿Qué hace su marido cuándo la ve llorar?”

Las preguntas estratégicas están hechas para influenciar al grupo o familia de una manera directa y, al igual que las lineales, parten de la asunción lineal de los fenómenos mentales. Estas son utilizadas con el fin de establecer correcciones en los patrones familiares. Aquí el terapeuta se comporta como un juez o maestro. Se asume que el cambio es necesario y este se pone en marcha a través de estas preguntas. Los efectos de estas preguntas varian desde las familias que se sienten atacadas hasta aquellas que sienten que este tipo de intervenciones se conectan con sus estilos de interacción. Las preguntas son del tipo: “¿porqué usted no habla con él de sus preocupaciones en ves de los niños?”

Por último las preguntas reflexivas parten de la asunción de la mente como circularidad. Su intención es dar elementos facilitadores y se desea respetar la autonomía de los individuos esperando que desde ellos surjan nuevas posibilidades. Aquí el terapeuta se esfuerza en abrir espacios para que la familia vea nuevas posibilidades y evolucione más libremente y por su propia cuenta. Las preguntas son del tipo: “Si hubiera algún asunto pendiente entre ustedes, ¿quién estaría más dispuesto a disculparse?”

2. Mis reflexiones y comentarios críticos sobre las lecturas:

Acerca de la lectura de Bertrando, comento que se nos presentan los elementos básicos y característicos de una terapia familiar que ha sido enriquecida por los distintos modelos de terapia familiar de la actualidad. Parece que el autor comenta la evolución y diferencia de su práctica en relación con terapias anteriores y prácticas que han sido revisadas y criticadas. Esto se nota en la intencionalidad que otorga a sus conceptos como diálogo, hipótesis, papel del terapeuta, técnicas y equipo terapéutico. Me parece que esto muestra lo que conserva de cada uno de estos conceptos desde la concepción sistémica, pero también lo que le parece insuficiente, abonando una nueva propuesta. Por ejemplo, cuando habla de hipótesis desea dejar en claro que ya no podemos esperar encontrar el “núcleo” de la realidad, sino que las hipótesis son generadoras de dinámicas, que se utilizan según su utilidad para generar cambios. Esto toca también al rol del terapeuta que ya no es un experto poseedor del saber, sino un facilitador experto que calibra, cuestiona y contrasta continuamente sus pensamientos sobre lo que le sucede a las personas. En un sentido crítico comento que considerar la hipótesis y al terapeuta como generadores no son nuevos descubrimientos provenientes de la terapia sistémica, sino que se enmarcan en todo un orden de pensamiento que influye sobre todas las ciencias: el marco de la posmodernidad y los nuevos modelos de conocimiento. Creo que habrá que estar al pendiente de las evaluaciones epistémicas de estas nuevas condiciones sobre cómo conocemos. Sin tenemos claridad de los efectos, alcances y limitaciones de cómo conocemos según los nuevos modelos, esto también deberá aplicarse a nuestros conocimientos sobre terapia sistémica.

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Sobre la lectura de Karl Tomm anoto lo siguiente: conocer los modelos de pensamiento que se encuentran detrás de las técnicas es primordial. Este documento me gustó mucho porque de modo muy sencillo muestra los distintos niveles que se encuentran detrás de una intervención básica y fundamental: las preguntas. Nos muestra Tomm cómo detrás de las preguntas se encuentra un modelo explicativo de la mente, de las relaciones, de las intenciones del terapeuta, de los efectos de estas intervenciones y de cómo pueden ser vividas por los pacientes o clientes.

Críticamente apunto que no necesariamente las preguntas que se enmarcan en la linealidad deben ser juzgadas como individualistas y generadoras de culpa y responsabilidad. Creo que no poseen en su naturaleza la riqueza de pensar las cosas de manera lineal, pero también creo que por medio de ellas puede recuperarse, cuando sea necesario, situaciones que apunten a lo individual y al conocimiento de ciertas realidades. Rescato que el autor deja muy claro que ninguna de las preguntas debe ser desechada, sino que lo importante es que el terapeuta tenga conciencia de las intenciones, efectos y finalidades en su utilización.

3. Lo que asimilo en mi persona como terapeuta a partir de estas lecturas:Sin duda, vienen a iluminar mi práctica. Yo acuerdo con el modelo de Bertrando acerca de la posición del terapeuta, de las hipótesis, de la concepción del diálogo como herramienta y de la tarea del terapeuta como explorador, facilitador y un experto generador de hipótesis no definitivas sino modificables. Esto refiere a una imagen más humilde de la tarea del terapeuta, pero no menos responsable pues sugiere a un sujeto activo que busca en equipo y validando la voz de los otros caminos y posibilidades para buscar solución al dolor de los clientes. Sobre la lectura de Tomm me quedo con un mapa claro y de rápida consulta acerca de la función de las preguntas y de la importancia de ellas no sólo en el proceso evaluatorio, sino en el proceso terapéutico en general. Como profesional de la filosofía he aprendido la bondad y potencialidad de las preguntas, pero esta lectura me permite aterrizar estas valoraciones previas a mi ejercicio psicoterapéutico y también ordenar y cuidar mis intervenciones verbales, preguntando siempre a dónde quiero llegar y qué busco cuándo pregunto tal cosa. Me ayuda también la lectura de Tomm a revalorar la potencialidad de las preguntas basadas en modelos circulares de la mente, de las cuales creo se puede sacar mucho provecho para las personas en cuanto les permite pensar a través de las relaciones y no sólo a través de sus mentes particulares.